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Pedagogías en El Camino - Un Modelo de Acompañamiento
Pedagogías en El Camino - Un Modelo de Acompañamiento
Pedagogías
en el camino:
un modelo
de acompañamiento
2. Personas pluridimensionales
En el campo de la acción social, una de las claves esenciales es descubrir a la
persona. En demasiadas ocasiones terminamos por olvidarnos de que trabajamos
con personas y tenemos la sensación de que trabajamos con ancianos, discapaci
tados, presos, mujeres maltratadas, toxicómanos, etc. La etiqueta, el diagnóstico
social -que, por otra parte, a los profesionales nos hace sentir seguros en el ejercicio
de nuestra profesión- nos aleja del punto nuclear. Esta no nos permite descubrir el
sustantivo y nos mantiene en la línea del complemento (persona pero maltratada,
persona pero anciana, persona pero toxicómana, persona pero presa, persona pero
discapacitadas, etc.). Para Hayez (1997), “los acompañantes tienen frente a ellos
otros sujetos humanos, portadores de deseos y de un proyecto de vida, al recono
cimiento del cual, en un principio, tienen derecho”. A esta acción de adjetivar y no
ver en realidad el proyecto de vida de los sujetos (y de preponderar la adjetivación
en lugar de hacerlo con la sustantivación), Goffman la llamará estigmatizar. El es
tigma señala y marca aquello negativo del sujeto, arrancándole justamente lo que
de persona poseía.
Por ello es necesario acercarse al hombre desde una perspectiva global. Platón,
a pesar de la insistencia de algunos por revivir su aforismo de el cuerpo es una pri
sión para el alma, ha quedado desplazado. En cambio, compartimos la afirmación
de Tomeu Barceló (2000: 23) al decir que
el hombre es una unidad orgánica en la cual el cuerpo, el sentimiento y el pensa
miento actúan conjuntamente, globalmente y están fuertemente relacionados. Es
una unidad, pues, psicosomática, en la cual no podemos entender ningún aspecto
sin tener en cuenta las otras.
El hombre no puede ser visto desde una perspectiva unidimensional, sino des
de cinco perspectivas diferentes, que a la vez están unidas y son complementarias.
Éstas configuran las características del sujeto. Somos conscientes de la parcialidad
del intento d e clasificar sus dimensiones, pero esta aproximación nos ayudará a
conseguir nuestro propósito.
Los hijos de Zotikos. Una antropología de la educación social 95
Pero también e s verdad que muchas de las personas que son acompañadas
desde la acción social tienen dificultades con su propio cuerpo, con su presencia
corporal en el mundo. La expresión in-corporarse nos habla de la necesidad de
formar parte del mundo desde la dimensión corporal. Incorporarse no es solamente
la acción de levantarse, sino también la de buscar (y encontrar) el propio espacio
corporal en la sociedad. Por otra parte, la dimensión corporal permitirá el desarrollo
de un aspecto fundamental en las relaciones humanas: la comunicación no verbal.
Muy a menudo, las personas que son acompañadas desde la acción social son
“víctimas” de lo que denominamos hipercorporalización. Esto significa que dejan
de tener muchos atributos y, a efectos hermenéuticos, el otro se convierte sobre
todo en cuerpo, en un determinado cuerpo con connotaciones negativas. Así, por
ejemplo, la persona que tiene una parálisis se convierte en cuerpo paralítico más que
en persona con una parálisis, la persona mayor es vista como un cuerpo envejecido
y moribundo, la persona toxicómana es concebida como cuerpo degradado por el
abuso de las drogas, el niño maltratado como cuerpo violentado, etc. Un ejemplo
de ello es la vida de Robert Murphy (1987), un antropólogo con parálisis y obliga
do a desplazarse en una silla de ruedas, donde pone en evidencia este proceso de
hipercorporalización. S e trata, a la luz de l a perspectiva que hemos planteado, de
personas que encarnan determinados cuerpos, pero sobre todo de cuerpos encar
nados por personas.
22 Una de estas definiciones es la planteada por Josep M“ Vía Taltaüll: “el hombre es aquél que fabrica
herramientas que fabrican herramientas”, mientras que el animal es aquél que simplemente “fabrica
herramientas”. En este sentido, se puede consultar el trabajo del mismo autor: Home i naturalesa.
Consideracions entorn de l’emergencia i aparicíó de Chumá. Faculta! de Filosofía, Universiial
Ramón Llull, Barcelona, 1992.
23 Algunos ejemplos son muy claros de lo que estamos exponiendo: personas con discapacidad,
personas enfermas mentales, personas ancianas, etc.
Los hijos de Zotikos. Una antropología de la educación social 97
esencia, impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con
los que nos ha dotado la evolución”.
El equilibrio emocional, pero especialmente el no estar emocionalmente blo
queado, facilitará enormemente el encuentro con la persona.
Desde esta perspectiva, las instituciones totales -que denominó Gofíman- han
perdido todo sentido (si alguna vez lo tuvieron); las instituciones o se encuentran
en la comunidad o no tienen razón de ser. De lo contrario, ¿qué sentido tiene pro
ducir seres aislados de la sociedad, del mundo, de la comunidad? Para ayudar a
desbloquear los bloqueos, la acción social debe ser socializadora, no segregadora
o constructora de mundos paralelos.
las que trabajamos que proceden de una cultura diferente a la nuestra para poder
entender su realidad y no herir sus formas espirituales.
25 Se trataba de una circular de una asociación para personas con discapacidad. Por primera vez, se
hablaba de la necesidad de trabajar en clave de acompañamiento. La expresión acompañamiento
(social, educativo, terapéutico) proviene de los países de habla francesa (Francia, Bélgica, Suiza,
Québec, etc.). En el contexto geográfico francófono, han sido publicados muchos trabajos en tomo
al acompañamiento social y educativo y la mayor parte de los profesionales que trabajan en las
áreas socio-educativas utilizan el concepto para referirse a sus prácticas profesionales.
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M-F Frey (s/f) Acompañar es mediar entre una sociedad representada por las institu
ciones, más o menos burocratizadas, y las personas que no puedan hacer
valer su estatus de “tener derecho”.
UNIOPSS (1995) Acompañar a las personas es comprender mejor las situaciones que se dan
y los comportamientos de las personas. Se parte de la hipótesis general
de que, escuchando a las personas y ayudándolas a actuar, será posible
hacer evolucionar poco a poco sus relaciones con los demás, su proyecto
personal, su relación con la sociedad.
tierra que va pisando” (Úcar 1997). Porque precisamente es en este sentir (el darse
cuenta, en definitiva, de que uno está vivo) donde las personas pueden incorporarse
al espacio social.
Aunque también es cierto que el camino no siempre es un camino real, una
carretera, sino que, a menudo, el A . S . deambula por caminos que nos descubren
nuestro propio interior. Es lo que Durrell (1979: 158) decía, hablando del viaje,
cuando afirmaba que éste “es solamente una especie de travesía metafórica, un
símbolo exterior de una marcha interior sobre la realidad”. Este viaje de descu
brimiento interior es especialmente importante en las personas con necesidades
sociales, pues de forma habitual se las ha tenido como personas sujetas a activi
dades instrumentales y reproductivas, que difícilmente podían permitirles llevar
a cabo un crecimiento personal. La perspectiva del crecimiento personal o del
camino interior en el A . S . queda reafirmada por el planteamiento de Maslow
(1973: 3) al decir que cada hombre posee una estructura interior que en parte es
natural, innata e inalterable.
7. Addenda
Acompañar es una alternativa no solamente terminológica a atender; acompa
ñar tiene connotaciones directas sobre aquello que hacemos con las personas y no
en las personas. Acompañar posiciona al sujeto en el camino, un camino que debe
recorrer él mismo, acompañado por nosotros, pero no “caminado” por nosotros (por
lo menos no solamente por nosotros).
Creo firmemente en las posibilidades reales que ofrece esta nueva mirada a
la práctica de la acción social, básicamente porque recupera del fondo de muchas
realidades a las personas escondidas en ellas, porque levanta muchas máscaras y
descubre proyectos vitales escondidos, caminos, a veces largos caminos, soñados
y nunca realizados.
Construimos nuestra vida en función de las decisiones que, expresa o táci
tamente, vamos tomando. Los lugares a los que llegamos siempre dependen de
los pasos que hemos dado y de la forma en que hemos caminado. Nosotros cons
truimos nuestro propio camino y aunque los demás pueden ayudarnos dándonos
pistas (cómo caminar, con qué calzado, por qué sendas, etc.) son nuestros pies los
que tendrán ampollas y nuestros músculos los que estarían cansados
Xavier Úcar (1997: 7)