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Cuida tu semilla – Cash Luna

Ofrendar con generosidad y no por obligación es lo que desata la abundancia que el Señor te dará para que
puedas bendecir a otros.

Hemos aprendido sobre el poder que tiene la ley de la siembra y la cosecha. Todos
debemos sembrar y trabajar para recoger los frutos. Después de depositar tu semilla
debes regarla, fertilizarla y cuidarla de las plagas. En la Biblia se habla de plagas que
arruinan la cosecha. Joel dice que el Señor restituiría lo que se había comido la oruga, el
saltón y el revoltón; en Malaquías dice que reprendería al devorador de nuestra tierra.

Cosechar es bíblico. La resurrección fue una cosecha, así como lo es recibir a Jesús en
nuestro corazón, el rapto y nosotros mismos lo somos. Dios a través de Sus profetas
llama a la ofrenda una siembra que obtiene cosecha.

También hemos aprendido sobre la ofrenda y los diezmos que alimentan nuestras
bendiciones. Ahora descubriremos el fundamento bíblico del poder que reside en la
generosidad.

Diferencia entre diezmo y ofrenda

Malaquías 3:10 dice: Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y
probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de
los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.

Diezmar y ofrendar son dos acciones diferentes que se complementan. Dios promete
darnos una bendición que sobreabundará como un diluvio. El diezmo provoca esa
bendición que se derrama pero debes sembrar con tu ofrenda para poder aprovecharla.
Así lo enseñó Malaquías, Joel, Ageo, Abraham, Isaac y Jacob. La clave para caminar
bajo bendición está en el diezmo y la clave para la abundancia está en la ofrenda. Por lo
tanto, debes ofrendar más de lo que diezmas porque eso es lo que Dios multiplicará.
Cuando diezmas te garantizas bendición y cuando ofrendas te garantizas abundancia.

El mundo critica el diezmo y la ofrenda, más que al despilfarro en cosas mundanas


como vicios y lujos, porque el poder de las tinieblas quiere negarte la bendición que
implica. No te dejes influenciar por esas críticas ya que estás sembrando en la obra del
Señor.

2da. de Corintios 9:5 relata: Por tanto, tuve por necesario exhortar a los hermanos que
fuesen primero a vosotros y preparasen primero vuestra generosidad antes prometida,
para que esté lista como de generosidad, y no como de exigencia nuestra.

El apóstol Pablo envió una comitiva en avanzada para preparar la ofrenda porque era
muy importante, de lo contrario no lo hubiera hecho. La ofrenda es vital, por eso hay
que motivar la generosidad y no exigirla. Dios espera tu generosidad sin presiones así
como tú esperas que tus hijos te den un beso por amor y no por obligación.

Pablo sabía que ofrendar representa un punto de adoración y vínculo de bendición. Dar
a otra persona es un acto de bondad que la Biblia llama limosna, pero ofrendar y
diezmar es un acto de honra al Señor. Dale a cada quien lo que le corresponde y no
sustituyas o confundas la ayuda por la ofrenda.
Generosidad de corazón

2da. de Corintios 9:6-7 continúa: Pero esto digo: El que siembra escasamente, también
segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque
Dios ama al dador alegre.
Pablo decía que cada uno da conforme a su corazón. La generosidad de Dios se
determina por la generosidad de tu ofrenda. Motiva al Señor a darte en abundancia y
no por obligación. Ofrenda según propusiste en tu corazón y con el deseo de honrar a
Dios, no con tristeza o por necesidad. La ofrenda habla de tu bondad y es un reflejo de
tu corazón.

Cuando David dio para el templo dijo que sabía que Dios estaba probando a los
corazones. De tal manera amó Dios al mundo que dio a Su hijo amado. Dar es producto
del amor y una prueba para el corazón.

Generosidad que desata el poder de Dios

2da. de Corintios 9:8 afirma: Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros
toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente,
abundéis para toda buena obra.

Cuando Elías se enfrentó a los falsos profetas pidió que se abriera una zanja donde
había que echar agua. Esto era difícil porque estaban en medio de una gran sequía y el
agua era lo más valioso que tenía. El pueblo obedeció, entonces Elías dijo que el Dios
verdadero sería el que hiciera bajar fuego que consumiera el agua y así fue. Si quieres
experimentar el poder de Dios en tu vida económica debes ofrendar aquello que valores.
La abundancia para todo tiempo y en todas las cosas depende de Él, siempre y cuando
sembremos en su reino. Dar, sembrar y ofrendar son actos espirituales que motivan la
abundancia del Señor. El enemigo no quiere que lo hagas porque desea evitar que el
poder de Dios se manifieste.

La ofrenda es una siembra y traerá buena cosecha que podrás compartir con tus
hermanos. Dios te prosperará para que hagas buenas obras que te den galardones y
recompensas cuando llegues al cielo. Él quiere que tengas en abundancia porque con
escasez no puedes bendecir a otros. Así que la abundancia buena y se origina de nuestra
ofrenda. Con tus obras generosas le demuestras al Señor que mereces la abundancia que
pueda darte.

Cosechar para tener más semilla

2da. de Corintios 9:10 continúa: Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come
proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia.

Cuando coseches no te olvides de guardar semilla para continuar con el proceso y


volver a sembrar. Cada vez que recojas fruto, siembra de nuevo con ofrenda porque
Dios continuará multiplicando tu sementera, de lo contrario en algún momento te
quedarás sin nada. En los negocios es igual, de las utilidades debes dejar una parte para
volver a invertir o ya no podrás hacer crecer tu empresa.
Cuida tu semilla, no la dejes morir. Nuestro Señor nos da un evangelio completo de
milagros, bendiciones, abundancia y también de ofrendas generosas. Solamente
sembrando podrás cosechar. La economía es la que prueba que todo lo tenemos en
Cristo que nos fortalece.

En Filipenses 4:14 leemos: Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi


tribulación. Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación
del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón
de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra
vez para mis necesidades. No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde
en vuestra cuenta. Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo
recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a
Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en
Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén

La promesa de abundancia fue sólo para la iglesia que participó con Pablo en el proceso
de dar y recibir. En ese momento comprendían que los beneficiados eran ellos, no
solamente el apóstol. Si quieres que tu pastor predique como Pablo también tiene
derecho a vivir como él.

Si tienes miedo porque lo que ofrendas te hará falta, estás en el justo momento de
disfrutar de la riqueza en gloria. Solamente quien participa de la ofrenda experimenta la
abundancia. No tengas miedo de ofrendar. Confía, porque solo aquello que nos hace
falta es lo que Dios promete sustituir en gloria con ingresos sobrenaturales. Él sabe que
por fe y con amor espontáneo ofrecemos todo cuanto tenemos. Dale gracias por Su
poder y misericordia. Convéncete que con tu ofrenda lograrás cosecha abundante que te
permitirá bendecir a otros. Desata tu generosidad para la honra y gloria de Su nombre.

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