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TEMA 3. El respeto a la dignidad humana dentro de cualquier actividad.

Sentido ético de la investigación privada.

Los derechos humanos se definen como: “es un código moral universal que busca
defender la libertad y la autonomía del individuo frente a la arbitrariedad y tiranía
de las colectividades cualquiera que éstas sean”∙

La filosofía de los derechos humanos se articula en tres grandes principios:

1.-­‐‑Libertad-­‐‑responsabilidad
2.-­‐‑Igualdad-­‐‑solidaridad.
3.-­‐‑Tolerancia

Tiene un doble destinatario:


-­‐‑ El individuo como sujeto consciente de estos derechos, con capacidad para
exigirlos y reclamarlos.

-­‐‑ Las autoridades, los agentes de la autoridad o quienes realizan funciones


similares, que deben ajustar sus conductas a las normas establecidas.

“La dignidad humana es aquella condición especial que reviste todo ser humano por
el hecho de serlo, y lo caracteriza de forma permanente y fundamental desde su
concepción hasta su muerte”.

Esta frase nos deja muy en claro que la dignidad humana es una condición
inherente al ser humano, es decir, que no se puede renunciar a esta; ¿qué es? Y
¿porqué existe? Dicha condición que resulta ser tan importante tanto para la
sociedad como para el ordenamiento jurídico; pero del mismo modo, podemos
darnos cuenta de que la razón por la cual existe la protección a esta condición es el
simple hecho de que el ser humano exista y se mueva dentro de un grupo social
que, de una u otra manera lo determina con el paso del tiempo como un ser
humano acaba, con todo lo que el es y con todo lo que el ser humano implica.

Por ello, decimos que la dignidad humana como condición de ser humano, es el
hecho de acceder sin ningún costo o remuneración económica a los derechos y las
obligaciones que poco a poco, se van generando con el paso del tiempo y de
acuerdo a las condiciones sociales en las que normalmente se mueve por el hecho
de estar o pertenecer a un grupo social; esto implica pues, un respeto mutuo de
sus derechos como son a tener una vida digna, con un honor, con una buena
reputación, sin ser de ninguna manera objeto de ultrajes o humillaciones.

De otra parte, la dignidad humana existe porque el ser humano se distingue de los
animales precisamente por el hecho de tener autodeterminación y a su vez, una
igualdad frente a los seres de su misma especie con respecto al trato; pero
respetando siempre, de una u otra forma, las diferencias que les dan la esencia de
ser humano como tal que hace que la convivencia entre la sociedad misma se haga
interesante, productiva y constructiva.

Así pues, por último y como forma de reflexión solamente me queda añadir y
preguntar; siendo el ser humano un sujeto susceptible de derechos y obligaciones
capaz de convivir de manera respetuosa e inteligente dentro de la sociedad, ¿Cómo
es posible que exista la discriminación, los ultrajes y la humillación en su ser
integral? ¿Cómo puede explicarse que seres humanos consintieran y efectuaran los
actos que tuvieron lugar en Auschwitz o en otros campos de concentración? Hay
abundantes supuestos de violaciones de la dignidad humana y no por ello se
pueden reputar normales (guerras de Yugoslavia, los agravios en Irak por marines
americanos, los miles de muertos provocados por el terrorismo, etc.).

El concepto de dignidad como principio ético es problemático, para unos es un


principio ètico fundamental que sirve que base para la vinculación jurídica, para
otros, sin embargo, son escépticos sobre el valor que tiene dicho principio.

Kant fue uno de los defensores de la dignidad humana. Recordemos que para Kant
la dignidad es un valor intrínseco de la persona moral que no admite equivalentes,
esto es, la dignidad no puede confundirse con ninguna otra cosa, con ninguna
mercancía, dado no que se trata de nada útil o intercambiable. Lo que puede ser
intercambiado o sustituido no posee dignidad sino precio. Cuando a una persona se
le pone precio se la trata sin dignidad, como mera mercancía (esclavitud). Además,
el ser humano, como ser dotado de razón y voluntad libre, es un fin en sí mismo,
un ser capaz de hacerse preguntas morales y discernir entre lo justo e injusto,
entre las acciones morales e inmorales y de obrar según principios morales. Así los
seres humanos moralmente imputables son seres autónomos. La autonomía moral
es el fundamento de la dignidad humana y lo que caracteriza al ser humano,
diferenciándolo de los animales. Así dirá Kant que nuestra obligación con nosotros
mismos es no negar la dignidad de la humanidad en nuestra propia persona, pues
negando o lesionando la dignidad de otro estoy afectando a mi propia dignidad
moral como ser humano.

DEBATE: TIENEN DIGNIDAD LOS EMBRIONES O SOLO LOS SERES HUMANOS.


Prácticas de manipulación genética, clonación, etc.

Para Kant además las características contingentes o accesorias de los individuos de


la especie humana no afectan a la pertenencia de tales individuos a la comunidad
de seres morales. Así algunos excluyen los embriones humanos de la protección de
la dignidad humana (ej. para justificar el aborto) indicando que no tienen forma
humana o que no tienen capacidad de sentir dolor o que no tienen capacidad de
interacción social, pero son circunstancias accesorias, pues además hay adultos que
tampoco tienen una forma normal, hay otros que pueden no sentir dolor por un
tiempo prolongado –fakires-, y otros que han perdido la capacidad de relacionarse
–marginados sociales – y sin embargo no se diría de ellos que no son seres
humanos con dignidad).

Habermas por el contrario entiende que los embriones carecen de dignidad humana
aunque no por ello no deben ser objeto de respeto y no ser manipulados, ya que
puede generar una desensibilización en el trato de la naturaleza humana. No
obstante, para dicho autor sólo tienen dignidad los nacidos, no obstante entiende
que la vida humana no debe ser instrumentalizada, es indisponible, no debe ser
tratada como una cosa y ser objeto de manipulación. Los embriones aún sin
dignidad tendrían un estatus especial y ser considerados indisponibles.

La dignidad humana no puede identificarse con la autonomía de la persona, puesto


que las personas que aún no son autónomas (recién nacidos, ancianos, enfermos
con alzheimer, etc.) no poseerían dignidad y, en consecuencia, ningún derecho, lo
que no es el caso.
Por otra parte, por muy autónomo que sea la voluntad o intención de una persona,
ciertos actos no son considerados válidos por las normas legales y éticas. Son
situaciones de orden público que no pueden dejarse a la voluntad de los
particulares precisamente para evitar o prevenir prácticas contrarias a la dignidad
humana (caso de trabajar en condiciones próximas a la esclavitud, el pedido de la
eutanasia, el deseo irracional de verse amputado un miembro sano, de vender un
riñón para cubrir las necesidades de la familia, el consentir la experimentación
científica sobre el propio cuerpo –medicinas experimentales -, etc.). Baste recordar
la idea kantiana de que la ética impone considerar que cada persona debe ser
tratada como un fin no como un medio para otros fines (o intereses ajenos). Sobre
estas cuestiones se ocupan con detalle en la bioética.

En sentido ético o moral el valor más básico que sería el valor de toda vida
humana, de todo ser humano, es decir, su dignidad humana, de él se deriva el
principio primero y fundamental en el que se basan todos los demás: la actitud de
respeto que merece por el mero hecho de pertenecer a la especie humana, es
decir, por su dignidad humana.

Vamos a examinar a continuación este valor fundamental (la dignidad humana), el


principio ético primordial que de él deriva (el respeto a todo ser humano), y
algunos otros principios básicos.

En resumen: a la vez que forma parte del mundo, el hombre lo trasciende y


muestra una singular capacidad - por su inteligencia y por su libertad - de
dominarlo. Y se siente impulsado a la acción con esta finalidad. Podemos aceptar
por tanto que el valor del ser humano es de un orden superior con respecto al de
los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo denominamos "dignidad humana".

La dignidad propia del hombre es un valor singular que fácilmente puede


reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o podemos verlo en los demás.
Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano retirarselo a alguien. Es algo
que nos viene dado. Es anterior a nuestra voluntad y reclama de nosotros una
actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo y aceptarlo como un valor supremo
(actitud de respeto) o bien ignorarlo o rechazarlo.

Este valor singular que es la dignidad humana se nos presenta como una llamada al
respeto incondicionado y absoluto que tienen todos los individuos en razón de su
mera condición humana independientemente de cualquier característica particular
que pueda tener. Un respeto que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los
que lo poseen: a todos los seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que
toda la sociedad decidiera por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta
seguiría siendo una realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos
fueran relegados a un trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de
concentración o eliminados, este desprecio no cambiaria en nada su valor
inconmensurable en tanto que seres humanos.

La primera actitud que sugiere la consideración de la dignidad de todo ser humano


es la de respeto y rechazo de toda manipulación. El respeto no es más que una
consecuencia de la dignidad, es decir, la dignidad es la razón que justifica la
necesidad de respeto.

Principio de Respeto
«En toda acción e intención, en todo fin y en todo medio, trata siempre a cada uno
- a ti mismo y a los demás- con el respeto que le corresponde por su dignidad y
valor como persona»

Todo ser humano tiene dignidad y valor inherentes, solo por su condición básica de
ser humano. El valor de los seres humanos difiere del que poseen los objetos que
usamos. Las cosas tienen un valor de intercambio. Son reemplazables. Los seres
humanos, en cambio, tienen valor ilimitado puesto que, como sujetos dotados de
identidad y capaces de elegir, son únicos e irreemplazables.

El respeto al que se refiere este principio no es la misma cosa que se significa


cuando uno dice “Ciertamente yo respeto a esta persona”, o “Tienes que hacerte
merecedor de mi respeto”. Estas son formas especiales de respeto, similares a la
admiración. El principio de respeto supone un respeto general que se debe a todas
las personas.

Dado que los seres humanos son libres, en el sentido de que son capaces de
efectuar elecciones, deben ser tratados como fines, y no únicamente como meros
medios. En otras palabras: los hombre no deben ser utilizados y tratados como
objetos. Las cosas pueden manipularse y usarse, pero la capacidad de elegir propia
de un ser humano debe ser respetada.

Un criterio fácil que puede usarse para determinar si uno está tratando a alguien
con respeto consiste en considerar si la acción que va a realizar es reversible. Es
decir: ¿querrías que alguien te hiciera a ti la misma cosa que tu vas a hacer a otro?
Esta es la idea fundamental contenida en la Regla de Oro: «trata a los otros tal
como querrías que ellos te trataran a ti».

- El lugar de la deontología profesional entre los deberes morales

Los derechos humanos son un referente deontológico que fundamenta dos tipos de
deberes profesionales. Por una parte, son fuente de requisitos de conducta que
todo profesional debe satisfacer y que condicionan su actividad, ya sea poniéndole
límites negativos o ya sea obligándole positivamente. Por otra parte, son fuente de
objetivos, metas o fines a los que todo profesional debe aspirar y que deben
orientar su actividad.

Los derechos humanos como razones morales y la deontología profesional

Los derechos humanos comenzaron siendo una reivindicación filosófica. Con el


tiempo llegaron a tomar cuerpo en declaraciones asumidas por grupos y
organizaciones (por citar dos ejemplos: la Declaración de derechos aprobada por
Virginia” en 1776; o la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada
en 1948 por los representantes de cincuenta y seis Estados de la ONU). Y de ahí
pasaron al Derecho de textos constitucionales, de tratados internacionales y del
conjunto de la legislación. Igual que ocurre con la deontología profesional, los
derechos humanos son al mismo tiempo: un postulado ético, la concreción de un
consenso social y una fuente de obligaciones jurídicas.

La categoría de los derechos humanos es muy polémica, a pesar del aparente


consenso que existe sobre ella; y aunque es muy raro que se ponga en duda
abiertamente la existencia de derechos humanos, en cambio sí es muy frecuente
que se discuta cuáles son. Pero ésa no es la cuestión que importa ahora. Lo que
nos importa es apreciar el impacto de los derechos humanos, entendidos como
exigencias morales, sociales y jurídicas generalmente reconocidas, sobre la
deontología profesional.

El impacto de los derechos humanos sobre la deontología profesional es, en primer


término, de tipo moral. Los derechos humanos son percibidos ordinariamente
(aunque no unánimemente) como un contenido mínimo de la moral ideal o crítica.

Los derechos humanos intervienen como razones morales en el razonamiento


práctico, y por tanto en la deontología, proporcionando razones decisivas para guiar
y evaluar las acciones fijando las exigencias mínimas de la conducta moralmente
aceptable y marcando metas a la conducta moralmente deseable.

Algunos derechos humanos no se limitan a guiar conductas, sino que trazan límites
a lo que se puede hacer o dejar de hacer. Así entendidos, los derechos humanos
establecen el umbral de la conducta correcta.

Por otra parte, los derechos humanos son fines o metas, en cuanto que presentan
un ideal moral que debe ser perseguido, pero que no fijan necesariamente una
conducta concreta debida.

Entre los distintos colectivos profesionales hay una clara percepción de que el
respeto de los derechos humanos es una obligación deontológica. Los derechos
humanos tienen también una significativa influencia jurídica sobre la deontología
profesional. Como ya se recordó y es bien conocido, los derechos humanos no son
sólo ideas éticas y convicciones sociales, sino que algunos han llegado a ser
también derechos subjetivos de naturaleza jurídica.

Los derechos humanos protegidos por el Derecho son una evidente fuente de
deberes en el ejercicio de cualquier profesión.

- Los deberes deontológicos de las profesiones jurídicas y la dignidad humana

La noción de dignidad humana es imprecisa, tanto en su significado como en sus


efectos. Sin embargo es generosamente empleada en conexión con la idea de
derechos humanos, y en particular como explicación de su fundamento. Así, se
argumenta que si hay derechos humanos es porque los seres humanos tienen una
dignidad propia que merece protección. Pero en realidad derechos humanos y
dignidad humana son dos caras de la misma moneda

Nos basta con dejar sentado que los deberes –éticos y jurídicos– que tienen su
causa en los derechos humanos son también deberes requeridos por el respeto de
la dignidad humana.

David Luban, uno de los principales expertos norteamericanos en la deontología de


los abogados, ofrece en su libro Legal Ethics and Human Dignity tres ideas:

La primera es que la dignidad humana conlleva el derecho de ser oído. Por el


contrario, “humillar a las personas niega su dignidad humana. Una de esas
humillaciones consiste en presumir que algunos individuos no tienen un punto de
vista que merezca oírse o expresarse.
Una segunda idea es que proteger la dignidad de las personas requiere que el
profesional no incurra en un paternalismo protector que anule los compromisos que
dan sentido a la vida de su cliente. El profesional no debe traicionar los deseos de
su cliente ni siquiera con la intención de beneficiarlo, y ello por respeto a su
dignidad más que por respeto a su autonomía.

Y una tercera idea, en fin, es que la dignidad humana justifica el deber de secreto
profesional. “Tener dignidad humana significa ser un ser individual que no está
subsumido completamente en comunidades mayores. No sólo somos sujetos de
una historia, es nuestra historia, y la dignidad humana exige que no seamos
forzados a contarla como un instrumento de nuestra propia condena. Luban
sostiene que el deber de secreto profesional del abogado no procede cuando el
cliente es una organización, sin dignidad humana que deba ser protegida, pues el
secreto facilita tapaderas que cuestan demasiado a la sociedad.

El deber general de respetar los derechos humanos. el jurista sólo tiene un


comportamiento deontológico correcto si tiene en cuenta los derechos humanos de
quienes puedan verse afectados por sus actuaciones. Creo que esta idea es
suficientemente obvia y no requiere mayor desarrollo. Si hay un derecho humano a
la vida, o a la libertad, o a la integridad física, o a la intimidad, o a la libre
circulación, etcétera, entonces son deberes correlativos del jurista profesional, en
primer lugar, no atentar contra esos derechos, ni directa ni indirectamente; y, en
segundo lugar, protegerlos activamente. La dificultad será precisar qué concretas
obligaciones determinan cada uno de esos derechos. El profesional sólo tiene un
comportamiento deontológico correcto si tiene en cuenta los derechos humanos de
quienes puedan verse afectados por sus actuaciones. Creo que esta idea es
suficientemente obvia y no requiere mayor desarrollo. Si hay un derecho humano a
la vida, o a la libertad, o a la integridad física, o a la intimidad, o a la libre
circulación, etcétera, entonces son deberes correlativos del profesional, en primer
lugar, no atentar contra esos derechos, ni directa ni indirectamente; y, en segundo
lugar, protegerlos activamente. La dificultad será precisar qué concretas
obligaciones determinan cada uno de esos derechos.

REGULACIÓN NORMATIVA DEL DERECHO A LA DIGNIDAD

“Declaración Universal de Derechos Humanos”, París 1948

Se declara la necesidad de aplicar el principio de Igualdad y extender el concepto


de dignidad humana a todos los seres humanos independientemente del país donde
hubieran nacido o residieran.

Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el


reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de
todos los miembros de la familia humana;

Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos


han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y
que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el
advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la
miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias;
Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen
de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la
rebelión contra la tiranía y la opresión

LA ASAMBLEA GENERAL proclama la presente DECLARACIÓN UNIVERSAL DE


DERECHOS HUMANOS como ideal común por el que todos los pueblos y naciones
deben esforzarse,

Artículo 1.

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados
como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con
los otros.

Artículo 2.

Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta


Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión
política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición.

Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o


internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si
se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración
fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.

Artículo 3.

Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.

Artículo 4.

Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de


esclavos están prohibidas en todas sus formas.

Artículo 5.

Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o


degradantes.

CONVENIO PARA LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS Y DE LAS


LIBERTADES FUNDAMENTALES

Roma, 4 noviembre de 1950.

Artículo 1 Reconocimiento de los derechos humanos

Las Altas Partes Contratantes reconocen a toda persona dependiente de su


jurisdicción los derechos y libertades definidos en el título I del presente Convenio.

Título del artículo 1 introducido por Anejo, conforme establece el artículo 2.2 del
Protocolo 11 al Convenio para la protección de los derechos humanos y de las
libertades fundamentales, hecho en Roma el 4 de noviembre de 1950 («B.O.E.» 26
junio 1998).
TÍTULO I

Derechos y libertades

Artículo 2 Derecho a la vida

1. El derecho de toda persona a la vida está protegido por la Ley. Nadie podrá ser
privado de su vida intencionadamente, salvo en ejecución de una condenada que
imponga pena capital dictada por un tribunal al reo de un delito para el que la ley
establece esa pena.

2. La muerte no se considerará infligida con infracción del presente artículo cuando


se produzca como consecuencia de un recurso a la fuerza que sea absolutamente
necesario:

a) En defensa de una persona contra una agresión ilegítima.

b) Para detener a una persona conforme a derecho o para impedir la evasión de un


preso o detenido legalmente.

c) Para reprimir, de acuerdo con la ley, una revuelta o insurrección.

Título del artículo 2 introducido por Anejo, conforme establece el artículo 2.2 del
Protocolo 11 al Convenio para la protección de los derechos humanos y de las
libertades fundamentales, hecho en Roma el 4 de noviembre de 1950 («B.O.E.» 26
junio 1998).

Artículo 3 Prohibición de la tortura

Nadie podrá ser sometido a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes.

Título del artículo 3 introducido por Anejo, conforme establece el artículo 2.2 del
Protocolo 11 al Convenio para la protección de los derechos humanos y de las
libertades fundamentales, hecho en Roma el 4 de noviembre de 1950 («B.O.E.» 26
junio 1998).

Artículo 4 Prohibición de la esclavitud y del trabajo forzado

1. Nadie podrá ser sometido a esclavitud o servidumbre.

2. Nadie podrá ser constreñido a realizar un trabajo forzado u obligatorio.

3. No se considera como «trabajo forzado u obligatorio» en el sentido del presente


artículo:

a) Todo trabajo exigido normalmente a una persona privada de libertad en las


condiciones previstas por el artículo 5 del presente Convenio, o durante su libertad
condicional.

b) Todo servicio de carácter militar o, en el caso de objetores de conciencia en los


países en que la objeción de conciencia sea reconocida como legítima, cualquier
otro servicio sustitutivo del servicio militar obligatorio.

c) Todo servicio exigido cuando alguna emergencia o calamidad amenacen la vida o


el bienestar de la comunidad.
d) Todo trabajo o servicio que forme parte de las obligaciones cívicas normales.

Artículo 5 Derecho a la libertad y a la seguridad

1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad. Nadie puede ser


privado de su libertad, salvo en los casos siguientes y con arreglo al procedimiento
establecido por la ley:

a) Si ha sido penado legalmente en virtud de una sentencia dictada por un tribunal


competente.

b) Si ha sido detenido preventivamente o internado, conforme a derecho, por


desobediencia a una orden judicial o para asegurar el cumplimiento de una
obligación establecida por la ley.

c) Si ha sido detenido preventivamente o internado, conforme a derecho, para


hacerle comparecer ante la autoridad judicial competente, cuando existan indicios
racionales de que ha cometido una infracción o cuando se estime necesario para
impedirle que cometa una infracción o que huya después de haberla cometido.

d) Si se trata del internamiento de un menor en virtud de una orden legalmente


acordada con el fin de vigilar su educación o de su detención, conforme a derecho,
con el fin de hacerle comparecer ante la autoridad competente.

e) Si se trata del internamiento, conforme a derecho, de una persona susceptible


de propagar una enfermedad contagiosa, de un enajenado, de un alcohólico, de un
toxicómano o de un vagabundo.

f) Si se trata de la detención preventiva o del internamiento, conforme a derecho,


de una persona para impedir que entre ilegalmente en el territorio o contra la que
esté en curso un procedimiento de expulsión o extradición.

2. Toda persona detenida preventivamente debe ser informada, en el más breve


plazo y en una lengua que comprenda, de los motivos de su detención y de
cualquier acusación formulada contra ella.

3. Toda persona detenida preventivamente o internada en las condiciones previstas


en el párrafo 1, c), del presente artículo deberá ser conducida sin dilación a
presencia de un juez o de otra autoridad habilitada por la ley para ejercer poderes
judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada en un plazo razonable o a ser puesta en
libertad durante el procedimiento. La puesta en libertad puede ser condicionada a
una garantía que asegure la comparecencia del interesado en juicio.

4. Toda persona privada de su libertad mediante detención preventiva o


internamiento tendrá derecho a presentar un recurso ante un órgano judicial, a fin
de que se pronuncie en breve plazo sobre la legalidad de su privación de libertad y
ordene su puesta en libertad, si fuera ilegal.

5. Toda persona víctima de una detención preventiva o de un internamiento en


condiciones contrarias a las disposiciones de este artículo tendrá derecho a una
reparación.

-­‐‑Especialización
Convención sobre toda eliminación de discriminación racial, 1969
Convención sobre prevención del delito y tratamiento del delincuente, 1975.
Convención sobre eliminación de todas las formas de discriminación de la mujer,
1981
Convención de los Derechos del niño, 1990
Convención sobre los trabajadores migratorios, 1990

Destaca la constitución alemana de 1949 (tras las experiencias de los campos de


concentración del nacismo) que en su artículo 1º disponen que “la dignidad humana
es intangible. Los poderes públicos tienen el deber de respetarla y protegerla”.

En el mismo sentido la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea del


año 2000.

En los instrumentos internacionales no se define la dignidad humana, se limita a


señalar que es inherente o intrínseca a los seres humanos y que los derechos
humanos derivan de ella. Aunque estas dos notas ya indican mucho (de un lado
que sea inherente a los seres humanos implica que es algo inseparable a la
humanidad de todo individuo, no es algo accesorio o una característica accidental,
es algo esencial; de otro al derivar los derechos humanos de la dignidad significa
que no son una concesión de la autoridad y, por tanto, la misma no los puede
retirar o eliminar y, además, son iguales para todos los derechos humanos). De
este modo, la dignidad humana la posee todo individuo por su mera condición
humana independientemente de su edad, sexo , raza, estado de salud,
conocimientos intelectuales, etc.

Transposición Constitución Española de 1978

Art. 10.1.

“La dignidad de la Persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre
desarrollo de la personalidad, el respeto a la Ley y a los derechos de los demás son
fundamento del orden político y de la paz social”

El principio de dignidad cumpliría una cuádruple función: fundamentar el


ordenamiento jurídico, orientar la interpretación del mismo, servir como base en la
labor de integración de lagunas y determinar una norma de conducta y,
eventualmente, un límite a ciertas formas de ejercicio de los derechos
fundamentales.

Art.10.2.

“Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la


Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal
de los Derechos Humanos y acuerdos internacionales sobre las materias ratificados
por España”

Los Derechos Humanos son la principal referencia que debe tener en cuenta toda
actuación en el ámbito de la seguridad tanto pública como privada. Cualquier
vulneración de derechos, cualquier ataque a la dignidad de la persona supondrá
una deslegitimación y una pérdida de profesionalidad a los ojos de los ciudadanos
y, tal vez, a los ojos de los profesionales de la seguridad.
EL PRINCIPIO ÉTICO DE DIGNIDAD HUMANA EN LAS DIFERENTES
PROFESIONES.
a) En las profesiones de seguridad privada.

Recordemos que el artículo 1 en su apartado 3 de la LSP recoge tales principios:


“3. Las actividades y servicios de seguridad privada se prestarán con
absoluto respeto a la Constitución y con sujeción a lo dispuesto en la presente
Ley y en el resto del ordenamiento jurídico. El personal de seguridad privada se
atendrá en sus actuaciones a los principios de integridad y dignidad; protección
y trato correcto a las personas; evitando abusos, arbitrariedades y violencias y
actuando con congruencia y proporcionalidad en la utilización de sus facultades
y de los medios disponibles”. (idéntica regulación a la del artículo 67 del
Reglamento de 9 de diciembre de 1994).

Por su parte el artículo 30 del proyecto de LSP enumera los siguientes principios
de actuación:

“Además de lo establecido en el artículo 8, el personal de seguridad privada


se atendrá en sus actuaciones a los siguientes principios básicos:
a. Legalidad. (sumisión a la Constitución y al resto del ordenamiento)
b. Integridad. (honestidad, no corrupción)
c. Dignidad en el ejercicio de sus funciones.(respecto a la dignidad humana)
d. Corrección en el trato con los ciudadanos. (evitar abusos, arbitrariedades,
etc.)

b) En las fuerzas y cuerpos de seguridad pública.


El artículo 5 de la Ley (coincide prácticamente con los principios que
anteriormente preveía la Orden del Ministerio del Interior de 30 de septiembre
de 1986) dispone que son principios básicos de actuación de los miembros de
las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad los siguientes:
l. Adecuación al ordenamiento jurídico, especialmente:
a) Ejercer su función con absoluto respeto a la Constitución y al resto del
ordenamiento jurídico. (principio de legalidad)
b) …
c) Actuar con integridad y dignidad. En particular, deberán abstenerse de todo
acto de corrupción y oponerse a él resueltamente.
d) …
2. Relaciones con la comunidad. Singularmente:
a) Impedir, en el ejercicio de su actuación profesional cualquier práctica
abusiva, arbitraria o discriminatoria que entrañe violencia física o moral. Su
vulneración supone una falta muy grave sancionada con separación del servicio
o suspensión de funciones de 3-6 años.
b) Observar en todo momento un trato correcto y esmerado en sus relaciones
con los ciudadanos.

Por su parte, en el Borrador de Código Ético de la Policia del 2013 se prevé


también:

La policía no infligirá ni tolerará ningún acto de tortura, trato o pena inhumana o


degradante y evitará cualquier práctica abusiva o discriminatoria. Ninguna situación
puede justificar dichos actos (ni siquiera situaciones de guerra, manifestaciones,
etc.). Se entenderá por tortura cualquier acto violento, físico o psíquico, realizado
contra una persona que se encuentre bajo custodia policial con la finalidad de
obtener una información o confesión, castigarla por un hecho cualquiera o
simplemente que sea reflejo de un acto discriminatorio. (así se define la tortura por
la Convención contra la tortura y malos tratos o penas crueles, inhumanas o
degradantes de 1984)

La postura jurisprudencial sobre algunos de estos extremos:

Por lo que respecta a la tortura o penas o tratos inhumanos (SAP las Palmas 1-12-
2000) se indica que como valor derivado del artículo 15 Constitución aparece el
rechazo más absoluto para cuanto represente o suponga menosprecio a la dignidad
humana en cualquier caso y sean cuales fueran las circunstancias. El trato
degradante no tiene porqué ser inexcusablemente elemento constitutivo de la
tortura, los malos tratos definen una actitud general y amplia, son un plus de
perversidad y maldad que acoge variadas conductas de mayor o menor entidad.
Pero dentro de esos malos tratos son evidentemente diferentes el trato degradante
y la tortura. El trato degradante implica quizás una conducta desde la habitualidad,
conducta repetida más en relación a situaciones de menor entidad, aunque siempre
hirientes a la dignidad porque suponen en todo caso menosprecio o humillación. La
tortura supone por el contrario una conducta más intensa, aunque también se
castigue como excepción más atenuada el interrogatorio con intimidación o
violencia física.

SAP Barcelona 21-11-2007. También forma parte de la dignidad la denominada


integridad moral. Así, el artículo 173 CP castiga el denominado delito de integridad
moral, al que infligiera a otra persona un trato degradante menoscabando
gravemente dicha integridad moral. El problema que se plantea, además de la falta
de definición legal del menoscabo de la integridad moral es también el hecho de
que dicho menoscabo debe ser grave (de lo contrario, si fuera leve, estaría penado
con una falta de vejaciones injustas del artículo 620.2 CP). Así pues, el primer
problema es determinar qué conductas atentatorias concretas contra la dignidad
humana o integridad moral de una persona pueden tener la consideración de
graves. La mayor o menor gravedad de la conducta tendente a humillar o denigrar
la dignidad de la persona no puede medirse por la indignación social que produce la
visualización pública de un video que recoge la agresión inadmisible e injustificable,
tampoco por el enfado y preocupación de instituciones y autoridades, tampoco por
la opinión de los medios de comunicación, etc. Sólo puede medirse por la propia
acción, esto es, por los datos fácticos que surgen directamente de la acción
agresiva efectuada por el agresor. A tal efecto también tienen relevancia las
agresiones “verbales” que han podido acompañar de manera previa, simultánea o
posterior a la acción agresiva, pues también contribuyen a humillar o vilipendiar la
dignidad de la víctima (caso de los insultos xenófobos o racistas, machistas, etc.).

STC 218/2002, de 25 noviembre, el derecho a la intimidad personal del artículo


18.1 CE es un derecho fundamental vinculado a la propia personalidad y que
deriva, sin duda, de la dignidad de la persona humana que el artículo 10.1 CE
reconoce. En este sentido, de la intimidad personal forma parte también la
intimidad corporal, frente a toda indagación o pesquisa que sobre el propio cuerpo
quisiera imponerse contra la voluntad de la persona, con lo que queda así protegido
por el ordenamiento el sentimiento de pudor personal.

De este modo las conductas que supongan un registro, cacheo o similares que sean
vejatorios o humillantes (p.ej. por obligar a desnudarse a la persona) se consideran
desproporcionados y contrarios a la dignidad humana.

STS de 24 febrero 2000 indica que también el concepto de honor deriva del propio
concepto de la dignidad humana, en el sentido que es la dignidad personal reflejada
en la consideración de los demás y en el sentimiento de la propia persona,
concepto que comprende un aspecto interno (subjetivo, dimensión individual) y un
aspecto externo (objetivo, dimensión o valoración social), debiendo compaginarse
ambos aspectos.
Teniendo en cuenta la amplia variedad de conductas que pueden atentar el honor
de las personas, es imposible definir el honor que sirva para tipificar cada caso
concreto de vulneración. El concepto de honor no es subjetivo puro, pues daría
lugar a que cada persona tuviera una idea distinta de honor dependiendo de su
subjetividad, ni tampoco es puramente objetivo que permitiría dar parámetros
abstractos a los que adecuar la conducta humana. Hay que tener en cuenta, por
último que a efectos de considerar vulnerado el honor de una persona deben
efectuarse unas delimitaciones: 1) por el contexto en que se efectúan las
expresiones frente a una persona 2) la proyección pública de la persona ofendida y
3) la gravedad objetiva de las expresiones.

Algunos supuestos particulares:

Tienen dignidad humana también los fallecidos

SAP Málaga de 20 marzo 1999 (EDJ 1999/12635)


Desestima la AP los recursos de apelación deducidos contra la sentencia de Primera
Instancia que estimó la demanda sobre indemnización de daños morales por
prestación contractual defectuosa de servicios funerarios. Indica la Sala juzgadora
que se ha producido un daño moral por la prestación defectuosa y carente de
respeto a la difunta y familiares concretado en un comportamiento irrespetuoso y
en el incumplimiento de las prestaciones establecidas para el servicio funerario,
señalando la AP que si el hecho biológico de la muerte y declaración de
fallecimiento cosifica a la persona como cadáver, no vacía a éste sin embargo del
rasgo de dignidad humana, subsistente, y asimismo tampoco desvirtúa los deberes
que con ella conciertan.

No tienen dignidad las personas jurídicas

AAP Granada de 27 octubre 1998 (EDJ 1998/29244)


La AP estima el rec. de apelación interpuesto contra el auto que levantaba el
embargo trabado sobre algunos vehículos de la entidad mercantil ejecutada. La
Sala entiende que la inembargabilidad del art. 1449 LEC no es aplicable a las
personas jurídicas, al carecer de dignidad humana, ni menos si son sociedades
mercantiles, cuyo fin es el lucro.

Cuando se da en el ámbito familiar no es delito de lesiones sino vulneración de la


tutela de la dignidad humana.

SAP Valencia de 24 septiembre 2002 (EDJ 2002/55675)


Se desestima el recurso de apelación interpuesto por el acusado contra sentencia
que le condenó como autor responsable de un delito de violencia psíquica habitual,
y de veintiuna faltas de coacciones, injurias y vejaciones injustas. Declara el
Tribunal que, dentro del art. 153 CP 95, los diversos actos violentos puntuales
pueden tener una tipicidad penal distinta entre sí y unos sujetos pasivos distintos,
pero siempre cometidos dentro de la estrecha relación de convivencia familiar,
siendo que el bien jurídico protegido no es el común de los delitos de lesiones, sino,
en realidad, la tutela de la dignidad de la persona humana en el seno de la familia,
plasmado en el derecho de todos sus miembros a no ser sometidos a trato
inhumano, vejatorio o degradante alguno.

El Tribunal Constitucional ha considerado que los cacheos que suponen que los
presos deban desnudarse íntegramente, después de un vis a vis, no son lícitos por
vulnerar su dignidad (intimidad personal) y no resultar proporcionado, pues la
medida de aseguramiento del interés público que se quiere proteger no es
imprescindible (se puede lograr de otro modo) y el perjuicio a la intromisión de la
intimidad personal del recluso es elevada. (STC 7 octubre 2013).
 

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