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Lucas 9:23 - Biblia Kadosh

Entonces le dijo a todos: 'Si alguno quiere venir en pos de


mí, que se niegue a sí mismo, coja su estaca de ejecución
cada día y permanezca siguiéndome.

Debemos permitir que El espíritu Santo nos diga qué debemos llevar a la cruz para dejar allí. No dejes
allí lo que surja de tu introspección, sino lo que Él te diga.
Haz esta oración: “Señor, quiero morir por completo, te pido que me muestres a qué más debo morir…
Pone ahora, delante de mí, imágenes, pensamientos, recuerdos que todavía debo llevar a la CRUZ”
(nombra todo lo que venga a tu corazón en voz alta).
Llevar pecados, rasgos del carácter, luchas, aspectos “finos” o pequeños detalles…
¡Qué bueno es poder dejarlos en la cruz sin esfuerzo!
Entregarle cosa por cosa y decirle: “Señor, lo dejo en la cruz para su muerte”.
Cuando lo hagamos, sucederán dos cosas: algo en mí morirá y algo de Él crecerá en mí. Llevo a la
cruz dos aspectos de mi vida:
-El aspecto negativo es lo que dejo: mis incapacidades, mis miedos, las rajaduras emocionales, las
ideas enraizadas, las opiniones, los pensamientos, los pecados. Todo lo que el Espíritu Santo me va
mostrando lo entrego en la CRUZ para su muerte.
-El aspecto positivo es lo que se me añade: el poder de la resurrección. Siempre, luego de que
entregamos algo en la CRUZ, inmediatamente declaramos la vida de Cristo en nosotros. No hay
resurrección sin CRUZ y la CRUZ siempre nos lleva a la resurrección.
Es decir, yo le digo: “Señor, quiero entregarte este miedo en la CRUZ para su muerte y declaro que
ahora el valor resucita en mí. Cristo valiente se expresa a través de mí”.
¿Qué sucede cuando uno entrega en la CRUZ siempre lo mismo? ¡Pareciera como que no termina de
morir! ¿Qué sucede si entrego en la CRUZ para su muerte varias cosas o aspectos de mi vida, pero
constantemente vuelven?
Por ejemplo, yo me considero una persona ansiosa y estuve entregando la ansiedad; sin embargo,
pareciera que esta emoción no termina de morirse nunca. ¿A qué se debe esto?
Debemos buscar la raíz, es el Espíritu Santo el que nos debe mostrar cuál es.
No es por autoanálisis ni por investigar en nuestro inconsciente; sino por estar abiertos y disponibles
para que el Señor pueda mostrarnos cuál es esa raíz.
Muchas veces esa raíz no es un pecado, sino una idea, un pensamiento que trae consecuencias de
pecado. Por ejemplo, si yo creo y me aferro a la idea de que no puedo prosperar, esa idea puede traer
actitudes pecaminosas: robos, mentiras, engaños, coimas, etc.
¿Qué te parece si oramos y realizamos la experiencia ahora?
Oremos: “Señor, gracias por el poder de tu CRUZ. Pido ahora que me muestres qué cosas debo
entregarte……… (nómbralas).

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Las entrego en la CRUZ para su muerte y declaro que ahora el poder de la resurrección está en mí,
continúo transformado y camino en victoria en el nombre de Jesús. Amén”.
Te animo, a lo largo de estos días, a estar permanentemente llevando a la CRUZ y viviendo el poder
de la resurrección. Tu vida nunca más será la misma.

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