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Me pasó a buscar con el auto y se bajó en cuanto me
vio, para abrazarme y no saludarme adentro del auto,
como hacen siempre. Dos o tres palabras más tardes,
yo ya sabía que él solo quería hablar de Kafka. En el
pasado, me habían pasado a buscar para hacer el
amor, para fumar, para tomar, para ir a tal o cual parte.
Pero esta es la primera vez, que alguien pasa por mi,
para hablar de Kafka. Lo tenía atorado en la garganta.
A tal nivel, que me contó que llevaba un año con un
zumbido entre oreja y oreja. Se le había metido por el
hipotálamo, le penetró la amígdala hasta comprimirla
como una pasa. Kafka.
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Kafka. Me llevó hasta unos troncos cortados, que han
recostado para formar unos estables asientos con vista
a la luna. Me senté y cada quien quedó a un nivel
diferente, que él emparejó enseguida. Pese a Kafka,
tenía tiempo de fijarse en los detalles. Me pregunto qué
tendrá que decir, me pregunto qué parte de él le habrá
quedado, en qué se habrá fusionado para decir:
“Necesito hablar de Kafka”.
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hechos, el hilo de las ideas. Dice palabras juntas, dice
palabras sueltas, frases que parecen no tener unidad y
que repite desde la memoria, como si se le hubiesen
quedado trabadas en la lengua.
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- Cada época histórica tiene sus propias leyes, no se
puede pretender creer y hacer creer que el capitalismo
es eterno y natural…
- ¡¿Y Trotsky?!
- ¡¿En México?!
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la comida rápida, los televisores, la vida precaria, el
imperio de la Coca-Cola.
- ¡Imposible!
- Degeneraron…
- ¡¿Degeneraron?!
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- Se los advertí… ¡Se los advertí! Lo escribí en mi
testamento, les dije que alejaran a Stalin, que ese
cocinero solo iba a preparar platos picantes, ¡Se los dije!
- ¡Basta!
- ¿Y Krúpskaya?
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- ¡No es posible que me estés insultando de esta
manera! Yo soy Lenin, ¡la gente no me pide huevos ni
duros ni fritos!
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Hay lugares donde ir a perderse. Lugares que nadie
conoce realmente, porque cada vez que se asiste a
ellos, son diferentes. Han sido carcomidos por el viento,
el pasar, el vagabundear de las gentes enfurecidas.
Aquella había sido una fábrica de latas, en alguna
época esplendorosa. En algún momento se había
quemado, dejando pilas de latas a medio roer por el
espacio, junto con botas semi calcinadas de color
amarillo. Hacia el centro había una torre, que se había
repletado de basura y de la propia naturaleza,
recuperando su dominio.
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moda, ya enmohecida. ¿Dónde quedaron aquellos años
espectrales, de sofocones violentos, de arcos de triunfo
y glorias navales? Solo quedaba un monumento en la
basura. Lo que era, ya había sido, y nunca volvería. Ya
no volverían los patrones a caminar, tomados de la
mano, cruzando los juncales, creyéndose los reyes,
amos y señores. Ruinas. Ruinas de lo viejo, de una
cosecha que nunca fue verde, que nunca le dio nada al
que trabaja, y siempre le dio todo al que ríe a
carcajadas, el hereje. ¿Dónde están los campos, los
trigos, los cielos prometidos? Si solo el espanto se
apodera de las murallas.
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fábrica, rodeada de latas abolladas, quemadas,
sofocantes.
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La vía del tren en el paisaje, también representaba sus
propios riesgos, con el sonido a oídos reventar de la
locomotora roja, dirigiéndose a máxima velocidad hacia
alguna parte, siempre en línea recta.
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Siempre llegaba primero a la torre. Entraba por todas
partes, como un experto, haciendo el menor sonido
posible. Hacía un sonido raro con la boca cuando se
reía, y solía estallar en carcajadas. Pasaba haciendo
chistes, porque era también el más gracioso. Tenía dos
hermanas, una mayor y otra menor, cada cual con su
carácter.
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realidad es doblemente cruda e injusta para las niñas.
El contraste es notorio.
Y así pasó la infancia más feliz, con sus pies sobre dos
zancos, con sus días para recortar y pegar en un diario
íntimo lleno de flores, recorriendo las cuadras aledañas
a su casa, sin salirse más allá. Creyendo que no había
sangre al interior de su cuerpo, sin borrar la sonrisa
fluorescente de su cara, Jugando juegos de vereda.
Yendo y viniendo a la fábrica, que ya no fue, que ya no
es, que ya nunca más será.
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María Cielo reprimía sus emociones, reprimía sus
sentimientos, reprimía sus pensamientos.
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orgasmo me desate las contracturas y me drogue,
durante esos segundos culminantes.
Pero él está ocupado. Está tan ocupado. Usa una
pechera verde de la ATE y solo puedo verlo en las
fotos, golpeando el bombo con su cara más seria,
más decidida. Ni parecido al rostro que tenía
conmigo, cuando nos sumergíamos al río y me
decía "te amo" bajo el verdor del agua maloliente.
Nunca me dio un beso. No tocó mi cuerpo, ni me
dio una sola caricia. Siempre estuvo ocupado en
ser lo que fue, lo que es, aquello que solo puedo
ver a lo lejos, con la pechera verde.
Recuerdo que él solía tener el cuerpo delgado,
flaco como una escoba, un poco encorvado. Con el
pelo por debajo de la oreja y la boca grande, con
unos labios bien carnosos. Una vez me llevó en su
moto hasta la tumba de Vairoleto y me enseñó su
dicho: "A los que me lloran por muerto, dejen ya de
llorar, vivo en el alma del pueblo, nadie me puede
matar". Me mostró su casa y la acequia por la que
intentó escapar a caballo cuando lo seguía la
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policía. Le dispararon y lo mataron sobre esa
misma acequia, en la que no me tocó, ni un solo
pelo. Yo quería que me saltara sobre el suelo, y me
dejara inmóvil, voluntariamente, hasta que se me
llenara el clítoris de tierra. Pero él no estaba ahí.
Estaba y no estaba. La moto se le quedó sin
combustible y volvimos cantando "Luna
Tucumana", hablando de toros, lobos y otras cosas
que no recuerdo. Está tan ocupado. Estuvo tan
ocupado siempre que nunca notó mi necesidad de
hacer el amor. Cuando se hizo más grande el cuello
le creció, su cuerpo se ensanchó y se convirtió en
un hombre. Según las fotos, hizo muchos asados y
fue aplaudido en innumerables ocasiones. Tuvo
algún bebé, por lo tanto a alguien más si que le hizo
el amor.
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un joven ágil, criado entre los cerros, abriendo y
cerrando tranqueras, cazando vizcachas y recibiendo
los palos de algún buen señor.
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"Quiero vale cuatro", mientras le chorreaba el agua por
la punta de los pelos.
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Llegó hasta la puerta de la casa, tocó tres veces con
fuerza y escuchó unos movimientos que impactaron
directamente sobre su corazón. La puerta se abrió y no
era él. ¡No era él! Ese hombre descuidado, frente a un
paisaje de latas de cerveza, ¡no podía ser él! Tenía la
pechera verde de ATE miles de veces más sucia de lo
que podía verse en las redes. Salía un olor a salame,
de esa casa que con tanto amor recordaba entre sus
sueños.
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patas, una mesa. Aquella mesa, en la casa del hombre
de sus recuerdos, llena de cubiertos y platos sucios,
secos, disecados por el paso del tiempo. No había
rastros de ningún bebé, todo era podredumbre, nada
era vida nueva.
- ¡Marcos!
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- Venía porque quería que me tiraras,
autorizadamente, contra el suelo, y me penetraras
como si fueras un camión que me pasó por
encima...
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La policía viste de negro. Usa escudos que le tapan la
mitad del cuerpo. Cascos. Tapa bocas de acero.
Rodilleras. Botas hasta la cintura. Ninguno sonríe.
Ninguno solidariza con el pueblo, pese a los gritos.
Avanzan en un bloque compacto, avasallando lo que se
presente ante su paso. Se oyen tiros. Irrumpe la
caballería.
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Las maestras detenidas son revisadas y acosadas en
las comisarías. Reciben lacrimógenas y piedras. “Nos
están desapareciendo por esas dictaduras, que nos
están haciendo que tengamos que seguir siendo las
empleadas, las campesinas que tienen que seguir
trabajando a punta de vara, es una forma de callarnos,
pero no les tenemos miedo, todos tenemos que salir a
las calles para reclamar por nuestros derechos”, dice
otra mujer con lágrimas en los ojos. “Yo tengo que
caminar siete horas para llegar a la escuela”, responde
otra maestra.
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fueron nunca a ayudarla con ninguna tarea, ni a bajar
los productos para vender a la ciudad, ni a subir el
azúcar o las provisiones necesarias. Ni a usar la leña
para darle de comer a nadie.
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los ríos, ni pasar por sobre las piedras volcadas en la
ruta.
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Eugenia vivía en una ciudad costera. Quedaba,
aproximadamente, a dos horas de la gran ciudad. No le
gustaba ir mucho hacia las luces, preferías las olas, el
cantar de las aves, los humedales. Por las noches
caminaba descalza por la arena húmeda, pensando
planes, proyectos que construir al siguiente día. La
madera era un truco de magia entre sus manos, y
gustaba de trabajarla, usando su innumerable cantidad
de herramientas.
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Muchas veces no se oía ningún ruido. Ni el mar emitía
su tradicional crujido. Pero Eugenia en la inmensidad de
la nada, hacía crujir la herramienta, llorar al taladro,
escarbar el destornillador más allá de la madera.
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deteriorado gravemente por la suave corriente salina en
el aire. Eso favorece a Eugenia, que tiene que volver a
barnizar a menudo los muebles de las gentes. Los
períodos otoñales e invernales, son los más
convocantes. Porque durante las vacaciones, los
dueños de las casas las ocupan para el veraneo, pero
en la temporada de frío, las abandonan y olvidan. Cada
casa queda vacía, sola, llena del frío de la noche. Sin la
arena de los zapatos de sus visitantes, ni las luces
encendidas por algún descuido.
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alguien no le cae bien, deja derechamente una
bandejita de moho casero, escondida entre las paredes,
los cuadros o los ramales de un árbol que topa con la
casa y santo remedio, se terminan los malos tratos,
pues ligerito la llaman rogando, que venga a salvarles
del cruel moho. Así descubrió que el moho es un
excelente mejorador de los tratos.
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En un mundo de hombres, el esfuerzo que hay que
hacer es doble, para poder llegar a la mitad. Porque no
hay camino previo. No hay senda. Se abre el paso a
martillazos. Se construye el sendero.
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- Hay una familia que transmite en vivo por Internet.
Es un papá joven, de 29 años recién cumplidos y
una mamá que está en la Universidad. Tienen un
hijo pequeñito, que se disfraza de Spider Man y
viven en un departamento en algún lugar de la
ciudad de Santiago. No pude evitar obsesionarme
con verles, en sus transmisiones en vivo, durante
un par de semanas. No es que me pareciesen la
familia ideal, ya pasé por esa etapa y recomiendo
saltársela, sino por verlo a él, en la dinámica de ser
papá de un niño. Supongo que yo nunca había visto
eso, antes en mi vida. El papá de mi hija no estuvo
durante toda esa etapa. Me tocó hacerlo todo sola.
Jugar. Cocinar. Lavar los platos. Sacarla a pasear.
Solo tuvo un padrino que venía sin falta cada
semana. Y un abuelo y una abuela,
incondicionales. Pero yo nunca vi al papá darle de
comer, por ejemplo. Nunca le vi enseñándole a
hacer nada, ni caminar, ni andar en bicicleta, ni
abrir una puerta. Tampoco tuve yo misma, durante
mi infancia, un papá al cual poder ver, cuando era
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pequeña. No recuerdo ninguna escena, digna de
mencionar, en la que yo hubiese podido ver cómo
se comportaba un padre. Básicamente, se puede
decir, que yo no se lo que es un padre. Que nunca
lo vi. Nunca lo tuve. Nunca hice esa experiencia. Y
es un asunto bastante extraño, raro a mi parecer.
La gente habla todo el tiempo del padre. Está en
todos los comerciales de televisión que no tratan de
detergentes, aparece en las revistas, afeitado.
Conduce shows, barre las esquinas, es la clase
obrera, es la burguesía. Es Dios, Jesús y el Espíritu
Santo. Está en todas partes. Como una figura
omnipresente. Es el Gran Hermano, los cuentos
más catastróficos de Orwell, la cucaracha, las
orejas arrancadas, los programas que nos
educaron durante la infancia. Estaba en Hechizada,
en Los Picapiedras, en Los Simpson, sigue estando
hoy, presente, en los vecinos, las vecinas, sus
familias, llenas de gente. En Año Nuevo, Navidad,
sale a la calle y celebra que dan las 12. Ahí está el
padre. Presente en la cultura, como sujeto central,
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sentado a la cabecera de la mesa, recibiendo el
mejor de los platos, el filete más gigante, la copa de
vino más satisfactoria. Y sin embargo,
curiosamente, cuando miro a mi alrededor, no
aparece. No está. Es un ser invisible. Más invisible
de lo que se supone que dicen que somos las
mujeres. El lado invisible de la historia. Y sin
embargo, aquí presentes. Día tras días, panqueque
tras panqueque, cereal más cereal en el desayuno.
La mamá, está.
Ayer llené la bañera con agua. La llené hasta el
tope, tan arriba como pude, porque avisaron que
puede que estemos varias horas sin agua. Pánicos
de la vida cotidiana. Anteayer me apareció una
araña pollito que no pude matar, porque es de una
inmoralidad enorme, así que tuve que gritar,
envuelta en mi indefensión aprendida, para que
vinieran a rescatarme. Los huevos se terminan
antes de que los pueda llegar a colocar en el
refrigerador. El pan, parece que en casa, hubiera
desarrollado alas, porque vuela. Cualquier cazuela,
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charquicán o huevito con palta, me sale una
fortuna, comida de reyes. Me olvidé lo que era irse
de vacaciones, como todo mundo a mi alrededor.
También llené tres ollas grandes con agua. Una
pequeña mosca de la noche cayó encima de una
de ellas, así que difícilmente se mantenga mucho
tiempo potable. Hubiera llamado a mi amiga para
pedirle que me trajera algunos bidones de agua,
pero desde que volvió con su novio, que no la veo.
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Decían que la cantidad de sal y cloruro en el agua, la
volvían un veneno. Que no ha llovido y que no hay
pronósticos de que vaya a llover. Que no hay reservas.
Que se multiplicaron las empresas que venden agua
envasada, multiplicando también el valor de sus
bidones. El agua corriente no va a volver.
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cuando se quiso dar cuenta, eran cientos de miles,
protagonizando una verdadera revuelta por el agua.
Retenes dados vuelta y quemados. Comisarías
reventadas. La gobernación, intendencia o cualquier
edificio de ese tipo, totalmente saqueado, rayado de
arriba abajo. Secuestraron a varios personajes
decrépitos de la gobernación, y los dejaron colgando
sobre un árbol en la plaza. No muertos, no del cuello,
vivitos y coleando. Como ese sueño del paciente de
Freud, en el que hay un árbol, y muchos lobos están
sobre él. De vez en cuando la gente les tira un pan, o
un trapo para taparse.
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Los embalses están vacíos. Las represas secas.
¿Quién se robó el agua? La desesperación crece. La
sequía avanza. No invierten en cañerías, solo acumulan
ganancias. Contaminan el agua, para hacer funcionar
las mineras y las industrias. ¡Millones de habitantes sin
agua! Monocultivos. Tala indiscriminada de los bosques
nativos. Calores intolerables.
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Muchos pueblos son así. Herméticos. No suelen tratar
bien a quien llega con aires extranjeros. Está lleno de
secretos que nunca se cuentan, que nadie dice.
Verdades aprendidas y desarrolladas, transmitidas de
generación en generación, que se guardan con celo
cuando se ven bajo amenaza. Amenaza un acento.
Amenaza una cultura. Amenazan las ganas de comer
algo nuevo. No siempre es negativo. En ocasiones tiene
más que ver con la protección propia, con
salvaguardarse de aquello que más que extranjero es
opresor, saqueador, imperialista, y lamentablemente
suele venir también, desde afuera.
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ejemplo a los gritos, por la vereda. Parecía que la
globalización, se había olvidado de aquel pueblo,
lo había pasado por alto, a penas por desgracia,
marcándolo en los mapas.
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gente no los compra. Los deja ahí mismo, en la góndola,
enterrándose en el polvo.
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Y es que el agua es un bien preciado en Marchita. No
se le regala a cualquiera. De otro modo no habrían
podido conservarla durante tiempo, sin que la
contaminaran, o extrajeran de manera desbordada. En
otras partes hacen diques, tiran desechos industriales y
mineros, secan.
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Amanecer en un nuevo mundo. En un nuevo país.
Caminando libre por la Alameda, con la esperanza de
que al fin, se ha adquirido la tan vapuleada consciencia.
Decir tantas veces “al fin”, pensar tantas veces “al fin”,
pese a tratarse de solo el comienzo. Ser parte de la
multitud sin perder la identidad. Porque “al fin”, la
multitud se parece a lo que habita en la propia cabeza.
Cuando la minoría se abre paso hacia ser mayoría.
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¿Cómo se explica el cambio de temperatura? El giro
encubierto de la realidad, que de la noche a la mañana,
te da y te quita el aliento. Te hace vivir y te hace morir,
tan pronto, como pronunciaste la palabra “dignidad”. Te
hace libre y después te roba todo.
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octubrista, después de Octubre, al mundo que quiere
volver a ser el de antes?
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de metal. Aparentando cotidianeidad. Con un conductor
cuyo sueldo sufrió graves descuentos como cada mes.
Sufriendo el descontento, mientras aprieta los botones
Adelantos y más adelantos. Deudas y más deudas.
Cinturones apretados.
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*Mural en Catedral con Brasil, Santiago, Chile, realizado
por el Colectivo Teatro Mural
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El miedo más grande de la civilización moderna, es a sí
misma. Recorren el smog, todos los fantasmas, todos
los embrujos, todas las ciencias desatadas contra sus
propios creadores. El pasado y el futuro, aparecen
como un enemigo común, cubierto con las mismas
vestiduras.
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si! ¡La pasión! ¡Pobre de aquel que no pueda sentir
pasión!
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Para cuando quisieron darse cuenta, ya tenía el
micrófono en la mano. Obtuvo el aplauso de todas las
mujeres presentes en el show, y el silencio de los
hombres. Al fin Shady se quedó callado.
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Estado le arranque los ojos al pueblo? No registro
antecedentes. No hay civilización, ni real ni
imaginaria, que haya caído a tal grado de
denigración y de locura. ¡Esto es la decadencia! ¡El
derrumbe! Se puede tragar el polvo de los
escombros cayéndose por pedazos. ¿Quién está a
cargo? ¿Quién está al mando? No registro datos.
Es la tierra de nadie, dominado por los que fueron,
por lo que hoy ya no son, por los que juro que nunca
serán. Es el olor podrido brotando de las
alcantarillas. Es el mar llevándose los restos de
departamentos caros. Es el río retomando su
gobierno. ¡No hay ciudad que no esté anegada de
desechos! Muertas las aves, soy el único gorrión.
"Uno debe sentirse extraño cuando queda como
único testigo de un mundo abolido", como dijo
Simone de Beauvoir.
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atardecer, para empapar las paredes con su luz
naranja. El trigo de sus cabellos, se enardecía con los
rayos y sus pensamientos, fluían como un río de lava. A
veces se preguntaba cómo llegaban las ideas, y luego
se recordaba buscándolas, fervientemente,
llamándolas, con su voz de gorrión.
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que haga rankings de cuerpos en Instagram y se
masturbe con clones, drones, o tarareos digitales. Nada
de sexualidad posmoderna. Ni fotos, ni videos. Ni selfies
del culo apretado, ni de extensiones mecánicas.
Ninguna muestra de la decadencia humana y no
humana. Está en contra de la tiranía de los me gusta.
Tiene otros motores. Otros motivos.
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La noche cae sin angustias, muerde el pavimento.
Suelta a los lobos, perros modernos. Afuera el mundo
es un suceso cruel y adentro, en el departamento de
ventanas amarillas, la calma. Las caricias de las
sábanas limpias, el aroma de la satisfacción. Tiene la
costumbre de acariciar sus labios con los dedos, puede
hacerlo durante horas, concentrada, examinando sus
archivos, expulsando elementos. Ve pasar bandadas de
pájaros, fusionados en su vuelo. No extraña nada.
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The New York Times. Sigo los movimientos de la
bolsa y no me pierdo un solo suceso en Wall Street.
Hay que estar conectada con la realidad. Es la
primera medida. No como esa amplia gama de
personas que solo lee las fake news y las reparte
por redes sociales, con la llegada de
extraterrestres, números que se combinan y
algoritmos que te hablan al oído. Desayuno tres
frutas de colores variados, me doy un baño de agua
fría y salgo a las calles. Generalmente me toca
recorrer Juntas de Vecinos, Sindicatos,
Federaciones Estudiantiles. Hoy me toca visitar la
Confederación Nacional de Albañiles, con sede en
Quinta Normal, y me preparo porque generalmente
lo que me preguntan tiene que ver con mi
trayectoria. Suelen pedir detalles. Quieren saber
cómo lo hice. Y yo no me canso de repetir la
historia, intentando no añadir nuevas partes
inventadas, como suele hacer la memoria. Me
esfuerzo por ser tan fidedigna como puedo. Claro
que me gustaría divagar y añadir esfuerzos que no
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he hecho, pero tal vez no hace falta, decir por
ejemplo que fui yo la que organizó el primer show
de drones que reemplazó a los fuegos artificiales
en el mundo. ¡Qué logro! Sin perritos perdidos,
aullando en calles desiertas. O decir que fui yo la
que barrió con la opresión, porque al decir de
Simone de Beauvoir, “raro es que una no puede
comprender su historia, más que apoyándose en la
experiencia de las demás”. O que inventé la Not
Carne, para finalizar con la matanza de todo ser
vivo, protagonizada por el ser humano. Pero no
puedo añadirle todas esas cosas, porque no he
hecho todas esas cosas. Y porque tal vez no hace
falta. Basta con hablar sobre mi trayectoria, mi real
trayectoria. Por algo me invita la Confederación de
Albañiles esta tarde, a las 18 hs., en su local
sindical, porque quiere detalles. Quieren saber
cómo lo hice, para ver si pueden replicarlo. No fue
fácil. Por algo es que nadie lo había hecho. En
ocasiones me toca explicarlo dos veces, no
siempre se entiende a la primera. Pero una vez que
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queda claro, se multiplica, al decir de Virginia
Woolf, como las “mareas en el cuerpo”.
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Fiorella nació en Argentina. Cuando el mundo celebró,
en tiempos escalados y no sincronizados, la llegada del
nuevo milenio, ella estaba egresando de la enseñanza
básica, o la primera, como se conoce generalmente.
Usaba el pelo atado, todo el tiempo, estirado, tirante
hacia atrás, casi engominado, señal de haber sido un
bebé de los `80.
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También estuvo en La Plata, donde el pie se le quedó
enganchado en el escenario y tuvieron que parar el
show, hasta Micky se detuvo a ayudarla. Todo mundo a
su alrededor, movió los tablones para liberarle la
zapatilla Topper que se le había quedado atorada.
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para hacerse pizzas. Adoraba las milanesas. Día por
medio se comía una, hecha por ella misma. A la
Napolitana o con papas fritas. Le gusta más la
apariencia de ciertas cosas, que las cosas mismas, en
ese sentido, tenía ojo de artista. Era de esas personas
que ven caras y formas en todas las manchas de la
casa, en las nubes, los pastos, los árboles, las
alfombras. Pero nunca estudió arte.
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a una escuela en Francia, de buenas a primeras, no se
hizo de muchas amistades, por ser “latina”, era recibida
con miradas curiosas, algunas verdaderamente
complicadas. El único amigo que se hizo enseguida, fue
un joven de cabello oscuro y piel de papel, que tenía
una habilidad única para armar cigarros de marihuana,
usando dos o tres papeles al mismo tiempo. Hacía
aviones, habanos, gruesos adelante, gruesos atrás. Era
un verdadero artista. Hablaba poco y nada. Pero vio en
ella la confianza como para invitarla a participar de lo
que allí estaba sucediendo.
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Las técnicas de las movilizaciones francesas tenían sus
especificidades. Fiorella fue aprendiéndolas. En la
medida en la que los años pasaron, las técnicas se
fueron ampliando, y cada región desarrolló las suyas
propias. En Asia por ejemplo, para hacer las barricadas,
suelen usar como gran descubrimiento, pedazos de
concreto más o menos afilados, más o menos
cuadrados, pegados en el pavimento. En América
Latina neumáticos, y la tan moderna y sofisticada
quema de micros, buses, metros o cualquier medio de
transporte que se lleve un cuarto del sueldo y obligue a
la gente a ir enlatada en el viaje. En Francia se
desarrolló el método del concreto, casi como una pared.
Pero algo más. Los fuegos artificiales, que estallan
contra la represión, llenando el cielo de colores. En
estos casos los perritos, hechos y listos para el
combate, se valen del susto para atacar y ayudar a la
gente que se manifiesta, dando unos buenos mordiscos
a las botas negras.
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A Fiorella le interesó el asunto de los fuegos casi desde
el primer día. Los vio y en sus ojos brillaron más que en
la realidad. Para manipularlos correctamente se hacía
dos trenzas, que tiraba hacia atrás, asegurándose de
que no tocaran ni mecha, ni pólvora, ni flama. Había
estado en tantas Navidades en Buenos Aires, mirando
el cielo estallando. En tantos Años Nuevos, en los que
era una tradición, muy cuestionada actualmente, tirar
fuegos artificiales y ver el espectáculo lumínico hasta
que le doliera el cuello. Salían afuera, buscaban en la
calle, y podía reproducir en su cabeza, una y otra vez,
el ruido de las cañitas voladoras.
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bebé, que adentro por supuesto, no traía a ningún bebé,
sino que estaba repleto de juguetes de pólvora en sus
diferentes empaques.
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por justicia para Nahel, un joven electricista de 17 años,
a quien la policía disparó en el pecho, por no detenerse
en un semáforo en Nanterre. Por negarse a obedecer.
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Había leído todas las historias del Mayo Francés, y
había notado cómo se repetía, una y otra vez, el
proceso de la lucha de clases, y pensaba que el único
modo de terminar con la sucesión, era triunfando de una
buena y vez y por todas las anteriores.
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campo. Cada músculo. Cada intersección. Surcada por
el tiempo. Huilliche y mapuche su descendencia. Una
fuerza que no solo se lleva en la piel y en el cuerpo, se
lleva por sobre todo, en la fuerza moral, en el espíritu de
combate.
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ya tenía puesto, calzones, calcetines, cepillo de dientes
y alguna otra cosita, y se subió a su descascarado
Peugeot estacionado afuera. Condujo, deteniéndose en
dos ocasiones a cargar bencina y estirar las piernas, a
comprar algún engaño para el vientre y siguió. Once
horas condujo. Contra viento y marea. Fuerte y derecho.
Hacia el sur.
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que los hombres no lloran, que los hombres se
agazapan ante el vencedor. No lo va a comprender
nunca. Jamás lo aceptará. Llora y vence. Mira todo a su
alrededor. La mira a ella, con ojos tiernos, con mirada
comprensiva. Le estira la mano. Ella lo abraza. Ella lo
ama.
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otros se resignan a no existir. El pasado se resigna a no
volver.
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10 de Julio
Hoy limpié la casa de la vecina, como cada fin de
semana cuando recibe gente por intermedio del Airbnb.
Cociné carne para mi hija y su primera, les serví helado,
agua y las acompañé al patio. Hice las compras para mi
madre, que no puede llegarás allá de la mesa de la
cocina, perejil, tomates y limones. Y todavía me falta
hacer la cena. Probablemente me duche de nuevo,
como cuando me siento muy agobiada.
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escuchar. Mientras cocino, canto sin sonido, o me
mandan a callar. Me quedé sin voz.
104
11 de Julio
No me siento bien. Me duelen partes que no tengo.
Tengo que ir a llevar a mi hija a que vea a su abuela
paterna, después de mucho tiempo. No vino a mi
casamiento, ni le regaló un colchón a la niña cuando se
lo pedí al nacer, ni un par de camisetas el mes pasado.
El abandono de los progenitores del abandonado. Y
ahora tengo que ir, a llevársela, porque sino no vienen
a verla.
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12 de Julio
Me levanté antes del amanecer, para sacar la basura de
la vecina. Las botellas se habían mojado con la lluvia,
así que antes de meterlas en una bolsa, tuve que
vaciarlas. El vino se mezcló con el agua sobre la tierra.
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111
-1-
Han narrado la historia humana, desde la óptica de
muchos hombres, algunas mujeres, pocas disidencias y
algún que otro animal. Pero apenas puedo creer que no
me hayan dado el espacio de narrar, considerando la
importancia de mi papel, desde el inicio de todos los
tiempos.
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Una generación cuidaba de la otra. Una generación
educaba a la siguiente en las cuestiones más básicas
de la supervivencia. Se enseñaban cómo cazar. Qué
recolectar. Cuáles eran los frutos venenosos y dónde
estaban.
115
Una vez que llegó la glaciación, sin previo aviso, se
hacían todo tipo de chaquetas y pantalones con las
pieles de los animales que cazaban.
116
Una vez Nadjela le pidió a Johari que posara, y talló su
cuerpo escultural en una roca, demorándose por lo
menos seis o siete horas, entumiendo las piernas de
Johari por el frío. Pero el resultado fue sorprendente.
Una venus majestuosa que logró preservarse por los
siglos de los siglos.
117
significaba lo mismo que lo blanco, en cuanto a
términos. Lo largo de lo corto. Lo lejano a lo cercano.
118
-2-
De tanto tallar la piedra, Nadjela cambió la era. Le abrió
paso al surgimiento del singular Australopithecus, hace
3.9 millones de años. Tras él, el homo hábilis con 2.5
millones. El homo erectus con 1.7 millones. El
neandertal con 200.000 y el homo sapiens de 150.000.
Diferentes focos de civilización y cultura,
expandiéndose por distintos puntos geográficos de la
tierra, cruzando por puentes de hielo, saltando el
horizonte.
120
Convirtiéndose así el fuego en el arma secreta de todo
ser humano.
121
carne al fuego y probando su sabor. Las palabras
crecían a su alrededor, pero Java, no entendía las
nuevas modas del lenguaje moderno y solo pensaba en
sus recuerdos, se retrotraía. Por las noches, no tenía el
miedo intestino a morir debido a lo encendido del fuego,
pero temía a las pesadillas que se le presentaban en
sus sueños. Una y otra vez, su gente amada y conocida,
era devorada. Retazos de dolor. Sentía los gritos en su
cabeza. Los traumas primitivos. La poca durabilidad de
la vida. El terror prematuro.
122
Usaba el pelo largo en la cabeza y la cara, que lo hacía
ver siempre descuidado, y siempre un poco sucio.
Llevaba puesta la piel del último bisonte que cazó junto
a sus seres queridos y se había hecho para los pies,
para escapar de la nieve fría, unas botas de cuero del
mismo animal.
123
Pasaba una gran cantidad de horas del día,
recolectando todo tipo de frutos que guardaba para
llevar.
125
-3-
Alrededor de los 8 mil años antes del supuesto
nacimiento de Cristo, marcada tantas veces como fecha
determinante y fundamental, Huilén recibía una
encomienda desde el centro de Abya Yala, en la zona
más austral del continente. Tardó varios días en llegar
y pasó por una decena de manos, confiables
afortunadamente, hasta poder llegar hasta ella.
127
propiedades. Evitaba andar envuelta en tareas, pero
hacía su trabajo. Se tomaba su tiempo para conectarse
con todo lo que la rodeaba. Tocaba las hojas secas, las
flores, sentía el agua. Daba vueltas y conocía bien los
caminos, no se perdía, identificaba puntos simbólicos
en los árboles, en las formas del río.
128
lineal, que no avanza hacia adelante como una flecha,
no evolutivo y ascendente, sino que vuelve, se
desenvuelve y se enrosca. El tiempo como un ir y venir,
saltos, similitudes y contradicciones adyacentes.
129
Pero más adelante no pudo hacer nada para salvar a
Pengka, cuando se cayó por el estero y se lo llevó el río.
Lo corrió y lo corrió, tratando de atraparlo, pero el
choique, por pequeño, no pudo defenderse contra la
corriente. Lo vio marcharse caudaloso. Siempre se
quedó pensando que habría que llegado a buen puerto,
que tarde o temprano las aguas se habrán detenido
para dejarlo en una orilla, compuesto, intacto. Se quedó
imaginándolo llegar.
130
En algún momento creyó, inclusive, que ninguna otra
persona o animal, podría generarle un sentimiento de
tanto apego. ¿Será que el ser humano es capaz de
encariñarse tanto con un animal, como si fuera un hijo,
una hija o un hermano? Fuera cual fuera la respuesta a
esa pregunta, Huilén continuó con sus labores. Pues los
quehaceres, los trabajos, se habían ido convirtiendo en
el centro de toda transformación. Los trabajos definían
los lugares y las ocupaciones, le daban valor a cada
individuo y por sobre todas las cosas, le diferenciaban
del mundo animal.
131
-4-
Maat tuvo siete hijos. Todos varones. A cada uno
alimentó con la leche de sus senos y bañó con las aguas
del Mediterráneo. Usaba el delta como su guarida,
moviéndose como si lo conociera todo, lo entendiera
todo, lo dominara todo.
132
oro. Abajo, el trabajo esclavo construía las pirámides y
los espacios ceremoniales. Y los campesinos laboraban
a cambio de espacios para habitar. Ningún hombre
volvía a Maat después de ser absorbido por las
pirámides y las esfinges. Aquellas, celosas, se tragaban
a los amantes, cuando todavía no habían pasado 3.500
años antes del tan evocado nacimiento de Cristo.
133
Ocupaba flores de lirio seca para lavarles los dientes,
poniéndolos en una hilera, de mayor a menor, para
fregarles hasta las muelas. Y les cortaba las diez uñas
de los pies y las uñas de las manos a cada cual, lo que
le daba un total de 140 uñas que tenía que cortar al
menos una vez cada quince días, debido a su
estrepitoso crecimiento motivado por los nutrientes del
ajo. Sumando las suyas propias, Maat tenía entonces
que cortar 160 uñas cada quince días, lo que le daba un
total de 320 uñas mensuales, que en el caso de un
calendario de doce meses, equivale a 3.840 uñas por
año. Un verdadero tesoro, que por supuesto, en
ninguna época histórica ha tenido valor alguno.
Lamentablemente para Maat, a quien tanto costaba
llenar la olla de cebollas.
134
hilera en la que les lavaba los dientes, para que no se
llenaran de piojos.
136
al río otra vez, como un ciclo interminable de pudrición
humana. Sin escalas ascendentes.
137
-5-
Ser maestro es una virtud con la que difícilmente se
nace. Asclepio nació con ella por excepción. O por regla
extendida a toda una época. Gustaba recitar en voz alta,
dando vueltas sobre un círculo imaginario en el suelo,
en el que su toga bailaba. Hacía varios años que la
barba invadía sus elementos. La tenía tan larga y tan
llena de canas, que era imposible no ver sus fragmentos
entre los utensilios, ropas y rincones. Era fibrosa y
bastante enrulada.
139
la democracia. Y también vivir libremente su sexualidad,
a la cual por supuesto, tenían por derecho. Pero
también ellas merecían ese derecho. Y todo aquel que
no fuera un sabio ciudadano.
141
Si había una guerra, que por cierto había muchas,
Asclepio anotaba las maniobras militares, victorias y
derrotas, produciendo un material muy útil para conocer
por ejemplo, los estados del terreno y sus virtudes.
142
información. Aunque la usó más tarde, no en vano, en
un discurso en el que agradeció al pueblo, por su
enorme entrega y valentía.
144
-6-
El año cero no comenzó solo. Su verdadera artífice fue
una partera. Yamila. Tenía tan solo veinte años y ya
había sacado del vientre materno a más de cien bebés
en Belén. Sus manos eran tan suaves, que hacía la
mejor tarta de manzana. Es bien sabido que la manzana
no se da entre cualquier mano. Tiene que encontrar
ciertas condiciones para convertirse en una tarta de
excelente. Como si la manzana captara hasta la calidad
moral de quien la manipula.
145
pasar su tiempo bebiendo vino. Cantidades indecorosas
de vino tinto, que tragaban sin embudo y al seco.
149
A veces escondía en las vasijas, algunas sardinas que
se comía luego, a escondidas, dejando rastros de olor
por todas partes, que su padre y su abuelo fingían no
captar. Le gustaba que se pasaran un poco, para que
quedaran más impregnadas del gusto de la sal con las
que las cosía. Vivía a manzanas y a sardinas, dos
variedades que por lo menos intentaba no mezclar.
150
-7-
Las cosas siguieron turbias hasta que los turcos
otomanos se tomaron Constantinopla en 1.453, en lo
que popularmente se conoció como la edad media. Se
ha discutido mucho si fue una etapa terrible o no. Hay
quienes dicen que se crearon las primeras
Universidades, entonces no fue tan “oscuro” como lo
caracterizan. Y hay quienes dicen que si, que fue el
imperio del terror. Supongo que depende de la mirada
con que se lo mire, como todo.
152
Odiaban ver pasar a Inés, porque sabían bien a dónde
iba. Las imaginaban juntas, desnudas, bañándose en
aceites de infantes degollados, comiéndose sus tripas,
bailando bajo la luz de la luna, masticando pañales.
153
Al mismo tiempo, en otro continente, los pueblos
aztecas, mayas e incas, desarrollaban sus propias
civilizaciones. Nicté cumplía un papel destacado entre
su gente. Se dedicaba a cultivar el maíz, pasando una
gran cantidad de horas bajo el sol. A ella se le había
ocurrido la genial idea de surcar la tierra, para que el
agua pudiera correr libre y meterse por todos los
rincones. Era muy destacada por ese papel. Valorada.
154
Inés y Elvira en cambio, comenzaron a tener serias
preocupaciones respecto a su seguridad personal.
Razones no faltaban. Una noche, los campesinos se
decidieron al ataque. Acordaron reunirse en un feudo
cercano, montados a sus caballos, se pusieron unas
máscaras blancas en la cabeza, cuestión que repitieron
por décadas y décadas, y salieron al galope rumbo a la
casa de Elvira.
155
rato. Hasta que finalmente lo lograron. Se metieron por
las ventanas, por el frente y hasta por la chimenea. La
agarraron de los pelos, cuando la vieron sentadita sobre
su cama, tranquila, quieta y callada. Con toda la
violencia, la zamarrearon y arrastraron por el suelo,
manchando su vestido con tierra. La tomaron de los
brazos y piernas, entre cuatro o cinco hombres y la
ataron a los pies de un árbol inmenso. Recogieron
ramas y todo lo que pudiera servir de leña y la
acomodaron a su alrededor.
156
-8-
La verdad es que nadie antes se había preguntado tanto
por la forma de la tierra. De pronto pareció convertirse
en el problema principal de moda, en una tensión que
trascendía todas las esferas. La polémica de los planos
versus los redondos, crecían en voces de personas
como Copérnico, siendo perseguidas por la Iglesia,
incluso asesinadas. Era parte de un cambio de época.
Se expandían las rutas comerciales, el mercado copaba
nuevos espacios antes sin conquistar, las reformas
luteranas corrían una carrera cabeza a cabeza con el
humanismo y tantos otros problemas de la edad
moderna.
157
Veía los movimientos del sol y le parecían mucho más
correctas las tesis copernicanas que lo veían girar,
sobre un eje, en torno al sol. Tuvo varias peleas entre
sus compañeros de cuadra, cuando se sentaban en la
vereda a mirar las estrellas, justo antes de ser llamados
por sus mamás para entrar a la casa. Algunos tenían
seis o siete años, hasta ocho, y eran férreos y fervientes
admiradores de las formas planas de la tierra. Otros
hablaban de Dios, como verdaderos religiosos,
apoderados, como Juana de Arco, por las ideas que le
habían escuchado decir a su madre, a su padre, o al
párroco de la Iglesia.
158
Algunos dicen que se lo tragó la arena. Pero la madre
de Zacarías siempre dijo que escapó, como escapan
siempre los hombres, y terminaba diciendo: “Me
escucho llorar por dentro, aunque por fuera estoy
callada.” Esos sentimientos ocultos, hacían de Zacarías
un niño en constante búsqueda de fantasías, que le
decía a su mamá, a sus vecinas, a sus amigos, que
cuando fuera grande quería ser pintor. Un gran pintor
como Leonardo Da Vinci e inventor también.
159
piloto de un helicóptero y volar por los cielos. Estudiaba
la mecánica y la reproducía atando dos ramitas y
lanzándolas al aire. Quería ser Da Vinci. Adoraba
inventar. ¿Y el submarino? ¡No lo podía creer! Un
artefacto que podía sumergirse en el agua, evitando la
pérdida de la vida de sus viajantes. Eso no suena muy
seguro. ¿Y el automóvil? ¡Qué artilugio! Ante los ojos de
Zacarías, aquel aparato de cuatro ruedas era todo un
suceso.
160
Trabajar en el jardín, era como pintar para él. Tenía
presentes todos los colores de las flores, que mezclaba
y combinaba a su antojo, sin que nadie interviniese en
sus conceptos. Era muy cauteloso al podar, mantenía
siempre al ras cada rama, cada hoja.
161
lágrimas, clamando su nombre. Siguió cortando las
ramas del jardín, añorando que volvieran sus dos flores
más queridas, pero las primaveras pasaron y Zacarías
envejeció entre las hojas. Siguió preguntándose:
“¿Dónde están?”, hasta el final de sus días.
162
-9-
Nadie descubrió nada. Llegaron en barcos, repletos de
alcohol, violaron mujeres, saquearon el territorio,
asesinaron a mansalva. Ni 12 de Octubre. Ni 1492. Ni
Cristóbal Colón. Ni América: Saqueo. Saqueo. Y más
saqueo. Expoliación. Avance imperialista. Apropiación.
Muchos quienes se hacían llamar a si mismos, “los
conquistadores”, vinieron a llevarse hasta la yuca cruda
que encontraron bajo la tierra, y los mató.
163
Y Revoluciones. Toneladas de revoluciones. La Doble
Revolución Industrial. La Revolución Francesa. La
Revolución Rusa con los soviets. La Revolución
Cubana. La Revolución Mexicana. Los procesos
revolucionarios en todos los continentes. El rol de la
mujer trabajadora, en los cuidados, y su emergencia,
junto a la disidencia y a las voces contra la opresión.
164
165
Buscaba metales con un aparato, repitiendo
incesantemente el mismo párrafo:
166
167
Después se sentaba tras un negocio, con flores y
ramas pintadas en la pared, y comía sus naranjas
cocidas al horno, caramelizadas con un poco de
azúcar.
168
169
Aparentemente vio cómo los dirigentes
desgastaban a la masa hambrienta de pelea,
llevándola de una esquina a la otra de la Alameda.
Se decepcionó tanto que abandonó su carrera,
Veterinaria, para escapar a las orillas.
170
171
Gravitando sobre la arena, a veces seca, a veces
mojada. Una vez, presenció un crimen. Un hombre
con una cámara, se bajó desde un auto blanco,
creyendo que no había nadie, pero él estaba sobre
una rampa, descansando las piernas.
172
173
La vida le transcurría así, como una sorpresa.
Inesperada. Dando grandes ofertas algunos días,
y vagas los otros. Separando lo valioso del latón.
Aprendiendo a diferenciar lo principal de lo
secundario, repitiendo la frase:
174
175
La misteriosa desaparición de la burguesía
178
-Si no van a volver ohhh. -¿Señora, pero y los
yates? ¿Las mansiones? ¿El caviar que comen?
¿Los autos de lujo? ¿Quién va a cuidar las
burbujas del champagne? -Ya no hay más
burbujas en el champagne mi'hija, la libertad ha
llegado. -¿Pero señora, y qué pasa con esos
rollitos que sirven como canapés? ¿Y esas creme
brule que se sirven? ¿O con el pato co co van? -
¡Están fuera de circulación! -Pero, pero... ¿y las
carteras Gucci, el acheto en la ensalada, las
camisas Lacoste? -Abolidas. -¿Abolida la
ensalada? -Abolido el acheto. -¿Nada de
privilegios? -Nada. -¿Ni siquiera para unos pocos?
-Nada. -¿Para unos poquititos? ¿Uno o dos
burocratitas?, vamos, ¡siempre queda un
cadillacs! -Nada. -¿Y las vacas? -Las vacas no
tienen dueño. -¿Y las mujeres? -Las mujeres no
tienen dueño. -¿Y las empresas? -Las empresas
no tienen dueño.
179
abolido. -Pero, ¡¿cuándo?! -¡Anoche! -¿Y anoche
qué día era? -¡Lunes!
-¿Y la guerra en curso? ¿Las armas nucleares?
¿Los bombardeos? -Se ha puesto fin a todas las
hostilidades. -¿A todas? -Fin a todas las
hostilidades. -¿¡A todas!? -Todas. -¿Y los edificios
que querían construir sobre los humedales? ¿Los
conflictos socioambientales? ¿La extracción de
plusvalía? ¿Las inmobiliarias hambrientas? -
¡Están fuera!
- ¿Y las sartenes? ¿el detergente? ¿Las escobas?
¿Los trapos amarillos? ¿el suavizante para la
ropa? -Arden en la hoguera. -¡¿Hubo una
hoguera?! -Siiii, una muy grande, ¿no sintió el
humo mi'ja? -¿Y qué más quemaron? -La
Constitución. El Código Laboral pro patrones. Las
Iglesias... -¡Las Iglesias! Pero, pero... ¿y... quedó
algo?
La señora sin responderme señala, apuntando su
dedo firmemente hacia el horizonte. Miro, ajusto la
lente natural de mis ojos, y lo veo justo frente a mi,
en bermudas y ojotas, con las uñas tan largas, que
rozaban el pavimento y una gorra vuelta hacia
180
atrás que decía: "Es hora de aventura". ¡Mi
marido! Lo se por que usa una polera vieja que le
regalé para una Navidad de hace mil años y tiene
un ojo más abierto que el otro, para mirarme
amenazante. Se rasca el culo con la mano
derecha, mientras le saltan las esquirlas, desde
las uñas. Dice algo sobre llantas y neumáticos que
no me interesa entender, al tiempo que me mira
como si me odiaría desde mucho antes de
conocerme. Volteo hacia la señora y consternada
la increpo: -¿No dijo usted que ha desaparecido la
opresión? Que no hay milicos, policías ni
Parlamentos. Ni barcos, ni Ministros, ni Iglesias, ni
aviones ni bombardeos. ¿No dijo usted que no
había más explotación, y yo aquí tremenda
cadena que veo?
La señora se ríe a carcajadas, estira su mano que
apoya sobre mi hombro y burlesca me dice: -A
este: ¡Supéralo tú!
181
El curioso caso de la guagua mata pacos
182
Me habrá tocado verlo dos o tres veces. Igual que
al perrito negro, tan heroico del pañuelo rojo, que
agarraba las bombas y se las mandaba de vuelta
a los pacos. Aquí la movida también era muy
arriesgada. Gateaba discretamente hasta el
guanaco policial más cercano, en plena protesta.
Pero cuando eran muy, muy masivas. Se subía
trepando por los costados de fierro, lata y reja
verde, hasta quedar en el techo, afirmado como
garrapata. En esa parte todo mundo se asustaba,
era de alto impacto, observar, en el techo del
guanaco, a un bebé de no más de 60 centímetros
de alto. Se agarraba de uno de los tubos que
arroja el chorro de agua contaminada y se colgaba
igual que un mono. Con una mano, con la otra, se
abalanzaba. Y el guanaco, conducido por algún
indecente, se tambaleaba también, intentando
sacarse a la guagua de encima. Pero sus manitos
como garras, continuaban la tarea, hasta que
llegaban a la punta del tubo verde. ¡Yo misma lo
he visto! Y allí, en un solo movimiento, sacaba del
pañal un objeto, que difícilmente podía
distinguirse a la distancia. Hay quienes dicen que
es un biberón, que tiene la leche aun tibia adentro.
183
También se dice que es un chupete al que forró
con algo sólido. La gente más descabellada dice
que lo forró con el cuero de un paco, para darle la
máxima dureza. Pero esas ya son cuestiones
especulativas. Paso seguido, vuelve a mecerse
moviendo sus bracitos, hasta volver a la posición
original, sobre el techo del guanaco. Y después
salta, es una locura. ¡¿No se lastima?! Esa parte
no alcanzó a grabarla nunca ningún youtuber.
Salta y no se lastima. Va a dar a la vereda y queda
agazapado, en cuclillas, igual que un gatito. En
ese momento ocurre lo más sorprendente. El
guanaco, tapado, empieza a arrojar humo y el
líquido sale para cualquier parte, atorando a sus
ocupantes.
Ha ido generando cierto temor, es más, diría,
terror, en algunos círculos especiales. Me han
contado que por la noche, tienen pesadillas, en las
que el bebé se les trepa encima. Cuentan que bajo
las lentes, sus ojos aun tienen rasgos fetales. Y
que los dientes y las uñas son tan afiladas como
un cuchillo. Las mujeres, como broma, dicen que
cuando el bebé los agarre, les hará cumplir con
todo tipo de tareas domésticas, ¡de lo más
184
horrorosas! Cambiar pañales con caca hasta el
cuello. Hacer mamaderas calientes a las 2 de la
mañana y a las 4 y a las 6, y a las 9, a las 12, a las
15, a las 17:30, a las 19, a las 21, a las 12 y de
nuevo a las 2 y las 4, 6, 9, 12, 15. Hasta que sufran
un infarto del puro ataque de ansiedad. Y el vomito
explosivo por las paredes. Dicen que eso es lo que
más les asusta, mientras suena un arrorró infinito.
La cultura pop tiene muchos miedos. Está Chuky.
Los kreeters. Destripadores. Lloronas. Payazos.
Tiburones. Fantasmas. Todo les aterra. Pero un
bebé: ¡Los mata del susto! Huyen despavoridos.
Corren, cuadras y cuadras intentando salvarse.
Van tan a prisa, que olvidan llevarse calcetines,
calzoncillos, ni zapatos. Cruzan mares, cordilleras
y charcos. Hasta ponerse a salvo, lejos, de
cualquier "agugu gaga".
Una vez escuché decir a un joven vestido de
estudiante secundario, que se trata de un bebé
abortado. ¡Un bebé abortado! Creo haberle
escuchado decir que se le puso hasta un nombre
cariñoso: Panchito. Y que dijo que lo habían
escuchado cantar muy bien, canciones viejas.
185
Son leyendas. Lo importante es que si lo ven, no
le pregunten dónde está su madre. ¡No sean ese
tipo de gente! Esa pregunta no le cae nada bien.
Mucho menos le vayan a preguntar por el padre.
Si quieren hablarle, les recomiendo que le hagan
algún comentario sobre el hombre araña o
Picachu, después de todo es un bebé. Pueden
regalarle cartas de pokemones o pokebolas. ¡Tal
vez eso es lo que mete en el tubo del guanaco!
Claro, seguramente, ¡una pokebola!
También he escuchado decir, en por lo menos tres
oraciones, que su gran amor, es la protesta. Que
siempre va. Que siempre está. Que se apasiona
con tanta intensidad que su cuerpo vibra como si
estuviera flotando y sus piececitos se aceleran,
como si manejaran otra escala de tiempo.
Nunca pudieron agarrarle, ni secuestrarle, ni
torturarle. No conoce los barrotes, ni de la cuna, ni
de la celda. ¿¡Qué tan prisionero puede ser un
bebé?! No dice una sola palabra, y sin embargo,
con sus acciones concretas, lo dice todo.
186
Si es de noche y escuchan unas risas de niñe, que
suben y bajan por el techo y se pierden en los
rincones, y resulta que ustedes no tienen hijes, o
sus hijes duermen plácidamente, entonces puede
que sea el bebé, que esté buscando a los
opresores, o simplemente puede que esté
buscando a ¡¿Quién, carajo?!, por estos días,
¡¡¡Ha detenido la protesta!!!
187
Tres toquidos en la puerta de la opresión
189
-¿Sería tan amable de darme una mínima
referencia, tal vez dejarse ver, recibir las llaves,
quizás abrir la puerta?
- No, no, no. Nada de llaves. Ya sabes quién soy.
-Ahh, ¿usted es familiar de la señora Angélica?,
que me manda a dejarle unas llaves, porque la
otra vez...
- No, no, no. ¡Que nada de llaves!
- Perdón, ¿y esto que se supone que es? Edipo.
Rey. La esfinge. ¿Va a querer que le conteste
algún acertijo? Pero por favor, me retiro.
- Aguarda. Espera. Escucha. Hay un momento en
la vida de todo ser humano, en el que debe decidir
qué camino tomar...
- Naaaa, no me va a venir a hablar de los caminos
de la vida, ¿Quién es Vicentico? Estoy ocupada,
¿me recibe las llaves por favor?
- ¡¡Nada de llaves!! Si la puerta se abre puedes
entrar y si la puerta no se abre no podrás entrar
nunca.
- A menos que entre por la ventana...
190
- Y si la puerta se abre y entras, hay toda una serie
de posibilidades que se pueden desarrollar,
escenarios. Puede que por ejemplo, el sueño se
te transforme en pesadilla, como ha pasado tantas
veces y todas aquellas cosas bellas que pensabas
encontrar, se vuelvan en tu contra, como
mariposas asesinas ¡Voladoras con hachas!
- ¿Esto es una broma?
- O puede que se presenten otros escenarios, la
mayoría posiblemente peligrosos. Quizás, lo más
probable, es que las puertas nunca se abran y te
dejen afuera, de los círculos considerados
importantes. Eso no habla de ti, solo habla de
ellos, ¡tú eres increíble, sorprendente!
- ¿Pero qué es esto? ¿Qué me está leyendo un
manual de auto-ayuda? ¿Quién está ahí Paulo
Cohelo?
- Concéntrate en tus objetivos, que siempre han
de ser sociales y colectivos, porque puede que
más de cien veces, te sientas fuera de época.
- Me voy.
191
- Una última cosa... Si te dejan afuera, hay algo
que no debes olvidar nunca: ¡Afuera está el
carnaval!
- Si, si. Me gusta el carnaval, pero emm, ¿de qué
me está hablando?, ¿de alguna manera me
conoce?, ¿qué carnaval?, ¿usted quién es?,
¿Celia Cruz? Prefiero otras salsas, otro tipo de
mambo, digamos, como que se paren los motores
más bien, por decir algo, si, si, si, más que el ruido
del carnaval, a esta altura, en este momento, me
gustaría mas, preferiría, el silencio... el silencio
producido por el paro total y absoluto de todos los
motores, de cualquier tipo, grandes, pequeños,
medianos. ¡A cuerda, petróleo, gasolina, bencina,
por enchufe o por lo que sea que funcionen! Hasta
los relojes, detenidos, en silencio, ese ruido me
gustaría escuchar más bien.
- Y cuando llegue la verdadera primavera, el
momento en el que la vida se...
- Uy, uy si, no, em, no, de verdad, disculpe, pero
yo no, tengo otros códigos, digamos, me refiero a
otros tópicos, ando en otros temas, veo las cosas
192
de otra manera... primavera para mi significa de
los pueblos.
Tock. tock. tock. - Hay un escenario en el que
entras y alguien está recostado en un sillón,
esperando algo de ti, que te causará una inmensa
cantidad de trabajo. Hay otro escenario en el que
entras y hay un escritorio iluminado en naranja
ocre, con una biblioteca repleta de objetos de
librerías, lápices de tinta, libros y cuadernos. Hay
otro escenario en el que entras y brotan lágrimas
de las paredes. Y otro escenario en el que nunca
rompiste con tu primer pareja y estás...
- No, emm, si, si, si, disculpe, no, voy a dejar las
innombrables aquí en el suelo y me voy, ya,
porque no decido ninguno de los escenarios que
usted me presentó, bonito lo de los lápices, todo,
muy lindo lo del sofá, pero tengo un hormigueo en
las manos, una tibia ansiedad que mueve los
pulgares oponibles, y los opone contra todo. Y con
estas manos, construiré mis propias puertas, que
no sonarán ni "tock, tock, tock", ni "tick, tick, tick",
ni "taka tu taka tatin". No sonarán de ningún modo.
193
Hasta que desde el interior pueda oírse el
silencio... ( )... de un mundo detenido.
- Ya sabes quién soy.
- Si, si, si. Ahora creo tener una idea. Ya lo se.
¿Acaso eres todo lo que no he decidido?
194
Giro absurdo de la lucha de clases
196
Me coloqué de espaldas y esperé lo peor. ¡Me van
a saquear, Dios mío!, era lo único en lo que
pensaba. ¡Me van a saquear, Dios! ¡Mis hijos!
Apreté fuerte el relicario que siempre traigo en el
bolsillo, poco menos que esperando a morir de un
palazo en la cabeza. Empecé a escuchar por
detrás, ruidos de explosiones, todo tipo de
cánticos sobre educación, salud, vivienda. Traté
de tirar hacia abajo nuevamente la cortina, pero
permaneció atascada. Me quedó marcado el
sonido de los pasos, no se si por lo duros de los
zapatos que usan en la escuela, o por la cantidad
que representan, se oyen más fuerte que diez
paradas militares.
Cuando me doy vuelta veo que pasa el último
escolar. ¡¿Qué?! ¿¡Cómo!? ¿Ya pasaron? ¿Ya se
fueron? ¿Por qué no me han reventado el lugar?
No hay humo, ni robo, ni se metieron en una masa
toda vandálica como se ve en la tele. Esto es
absurdo. Me iban a destruir todo, iba a quedar en
la calle, en la ruina, mi vida iba a hacer un giro
brutal, dejando a mis hijos sin posibilidad de
sobrevivencia futura. ¡Esto no puede ser posible!
¡Todo sería culpa de la lucha de clases!
197
- Oiga... Oiga joven, por favor, arrímese aquí, para
preguntarle algo, venga.
- Diga caballero, ¿qué se le ofrece?
- Oiga joven, pasaron por aquí y no me
destrozaron, fíjate.
- ¿Por qué lo íbamos a destruir caballero?, si cada
mañana le compro unas papitas fritas a usted, ¡ni
me registra!
- Es que con ese uniforme es difíciles distinguir,
oiga. Pero en la tele, yo veo todo el tiempo que
pasan y queman, saquean, le quitan los calzones
a las abuelitas, se llevan las vacas, le quitan la
casa a la gente y lo dejan a uno, en chanclas, o a
pata pela'a en la vereda.
- Eso no es verdad caballero, usted acaba de
comprobarlo, ¿cómo cree? Aquí se pelea por
causas justas, cada estudiante que usted ve, tiene
ideas, no somos monos locos con navajas, cada
estudiante tiene un concepto, una práctica, una
moral. Por ejemplo, aquí se sabe que no es lo
mismo un negocio de la esquina cuyo dueño se
auto-explota, que una mega cadena de
198
supermercados. Tampoco es lo mismo la casita
donde usted vive, que poseer cientos de miles de
hectáreas de tierras ancestrales, usurpadas. ¿Se
entiende caballero?
- Yo no puedo creer que una masa furiosa
entienda esas diferencias.
- La masa está furiosa justamente contra esas
diferencias, caballero.
- Pero dijeron que nos iban a quitar las casas, que
iban a socializar hasta los pañales de las
guaguas...
- ¿Y usted les cree? ¿Quién es el que debe
controlarse entonces, las masas insurrectas o
usted viendo la tele?
- No entiendo cómo pasaron por aquí y no se
robaron ni un caramelo.
- Y no por falta de hambre, caballero.
- ¿A qué se refiere?
- A que nadie ha desayunado. La gran mayoría
desayuna en la escuela, y si no se entra a la
escuela, no se desayuna...
199
- O sea que, para ustedes, la protesta significa
pasar hambre... (!)
- La vida en el capitalismo, significa pasar hambre,
caballero.
- Si, digo, pero tienen la disposición de no comer,
con tal de salir a protestar, eso es delicado... más
que delicado, me parece muy valiente... Pienso en
mis hijos, si ellos tendrían la altura moral de hacer
una cosa así. ¡No comer! Con tal de salir a luchar
por sus ideales...
- Por los cambios sociales, caballero, para que la
gente que llegue a viejita, no tenga que vivir con
una pensión que no le alcance ni pa' la
marraqueta. O pa' que mi hermanita pueda
estudiar una carrera, sin que yo esté obligado a
trabajar para pagársela...
- ¡¿Eso también pasa?!
- Eso también pasa, caballero.
- ¿Sabe qué joven? Para la próxima protesta,
avíseme por favor, así me preparo con
anticipación, para asegurarme de tenerles esa
mañana como aporte, pan para el desayuno.
200
201
Fuego fatuo en misa
203
- Pero no tenga miedo hermana, hasta ahora no
ha hecho nada, en lo que a mi respecta, aquí hay
peligros mayores.
- No es eso. No es solo eso. Es el hecho de que
pueda pasearse por aquí y por allá, sin que nadie
haga nada. Podrían venir los bomberos, la policía,
en patrullas o a caballo, llamar a la prensa,
anticiparse, impedir una tragedia.
- O usted podría pedir que llueva...
- No funciona de ese modo, no hay danzas a la
lluvia en la religión católica.
- A usted lo que le preocupa es que pueda
incendiar todo.
- Exacto. Con la antigüedad que tienen estos
vitrales, la gente viene de todo el mundo a ver
cómo entra el sol, a través de la aureola dorada de
San José. No puedo imaginármelos reventando
en un estallido de vidrios e injusticias.
- Hay cosas que tal vez tengan que pasar. ¿O no?
Motivadas por la necesidad histórica, las nuevas
épocas, los tiempos de cambio. No me
204
malinterprete, yo estoy aquí sentada, escuchando
el sermón, pero ¿no sería recurrente que pasara?
- ¿Que pasara qué?
- El cambio... Es decir que la aureola de San José,
tuviera que ser reemplazada, por otras aureolas,
aureolas más modernas...
- ¿¡Pero de qué aureolas más modernas me está
hablando? Eso tampoco funciona así. ¿Que no ha
leído la Biblia, las Santas Escrituras?
(Shhhh!)
- Mejor no hablemos, o nos van a seguir retando...
(Silencio)
- ¿Será que el fuego fatuo nació de adentro?
- ¿Cómo que de adentro, hermana?
- De adentro, claro, no vino desde afuera. No lo vi
pasar por la puerta, ni ingresar, ni persignarse,
tampoco creo que vaya a poder pararse y a
comerse la ostia y beber el vino.
- No creo que pueda beber vino, hermana, no, por
su propia naturaleza.
205
- ¿Se apagaría?
- O se avivaría...
- Yo creo que tiene intenciones políticas
subversivas, que va a tirar panfletos que digan:
"Abajo Dios y el Estado" y luego va a echarse a
correr por los pasillos, entre los pilares y las
bancas de madera, para borrar absolutamente
nuestra existencia.
- ¿Por qué lo dice de esa manera, hermana? ¡Qué
catastrofista! ¿Acaso el fuego posee tal virtud?
- ¿Cómo dice? Ahh, no será qué... ¿El fuego no
habrá venido con usted, no será también parte de
la rebeldía diabólica?
- "Rebeldía diabólica", suena lindo como nombre
para una banda. "Presentándose hoy, desde las
profundidades del heavy metal, con sus famosos
temas: "Demonios rojos en la almohada del
burgués" y "Rockeando sobre el infierno del
capital"... Hoy, hoy, hoy: ¡Rebeldía Diabólica!"
(Shhhh)
- A mi me parece una falta de respeto total y
absoluta lo que acaba de decir.
206
- Perdoncito...
208
209
En Antofagasta hay un local de un piso, que en algún
momento fue una casa. Luis Emilio Recabarren y
Teresa Flores, quienes fueron parte indispensable de la
formación de un movimiento obrero de combate en
Chile, allá por el período 1900-1920, se encargaron de
transformarla, en un centro social y político.
211
socialdemócratas, universitarias zorronas y todo lo
demás. Y después el fascismo, con sus banderas
blancas y espíritus racistas.
213
Y todo lo que encontró, se preocupó de preservarlo.
Para que el túnel de la historia pasando por encima no
lo aniquilara también, como al resto. Su piel se fue
arrugando, más y más. Las heridas de la historia, de la
infancia, la iban atacando. Hay momentos en la historia
humana, en los que ser militante, significa guardar una
caja. Protegerla de los ataques del fascismo, y de las
traiciones del reformismo. Para que las próximas
generaciones la puedan abrir y con su influjo, proseguir
con la necesaria transformación de la sociedad.
214
215
Soy dos. Una escisión.
216
Me lo decía, una y otra vez. Que especialmente mi
madre, nos iba a echar de la casa, tanto a él, como
a mi.
217
Hasta los once años, no pude verme a mi misma
como lo que realmente era, una niña. No pude verme
las manos, y su tamaño pequeño, ni las piernecitas,
ni la carita. No podía dimensionar mi propia estatura.
219
220
Tamara usaba una raya al medio partida justo al centro
de la cabeza, con gran perfección, como si hubiese
usado una regla, una escuadra o una tanza. No era muy
graciosa, ni la más extrovertida, ni la que más llamaba
la atención en un grupo dado de gentes.
221
Vivía en una casa grande, de esas en las que habita
una gran cantidad de primos, primas, tías, tíos, abuelos,
abuelas y algún que otro amigo que va a quedarse de
paso. Siempre estaba rodeada. Tenía pocos minutos
para estar sola, y eso le molestaba bastante.
222
El dueño del lugar, hacía pesas y usaba unos lentes
negros. Corría de la cafetería, a otro restaurante del que
también era dueño. Y del restaurante, al supermercado,
en el cual tenía diez cajeras y veinte reponedores.
- ¿Todo bien?
- ¿Qué? ¿Eh? Si, perdón, todo bien.
- ¿Qué pasa?
- ¿Cómo que qué pasa? Nada, ¿por?
- Algo te pasa, puedo verlo en tu mirada…
- No me conoces, no creo que puedas ver nada en
mi mirada…
- Sí, hay algo ahí, justo en tus ojos, puedo verlo.
- ¿Ah si? ¿Qué?
224
- ¿Estás aquí sentada? ¿Sola? ¿Qué edad tienes?
¿Qué haces?
- ¿Y por qué preguntas esas cosas, eres policía?
¿No dijiste que podías ver, cosas en mis ojos, y
resulta que no sabes nada?
- Estás aquí, sentada, sola, no tienes ni dieciocho
años, ¿qué haces? ¿qué estás por hacer?
¿estabas por…?
- ¿Estaba por qué? ¿Qué sabes? ¿Qué te importa?
¿Qué te interesa lo que estoy haciendo o lo que
estoy por hacer o lo que voy a hacer? ¡Si a ustedes
no les importa nada!
- ¿A ustedes quiénes?
- A ustedes, los demás… Porque yo si que puedo
verles, tan ocupados, tan llenos de cosas que
hacer, con tanto carrete, tanto alcohol en el cuerpo,
tanto alcohol en la sangre. ¡Yo sí que los veo!
- ¿Qué ves?
- Que están solos, solas, envueltos en nada, tristes,
sin futuro, sin pensamientos positivos, sin saber
hacia dónde dirigirse. Todo lo que les prometieron
225
era falso, nada se cumplió, era una mentira hasta
las expectativas más profundas que tenían…
- ¿A quién le hablas? ¿Qué ibas a hacer? ¿Te ibas
a tirar frente a la micro?
- ¿Qué les importa? ¿Qué te importa a ti? ¿Quién
eres? Vete. Me estás estorbando. Necesito estar
sola.
- No necesitas estar sola. Nadie necesita estarlo. Y
no lo estás. Estoy aquí. Pasé por aquí. Te vi. Te
veo. No estás sola. Estoy a tu lado. Te puedo hablar
y puedes hablarme. No voy a decirte nada
ridículamente estúpido y de auto-ayuda, lo
prometo.
- No vas a decirme nada como “¡juntas podemos!” y
toda esa patraña. “Unidas venceremos” y eso que
dice la gente. “Ponle ganas”. “Tú puedes”. “Creo en
ti”… Yo misma, hice trizas este paradero tres
veces. Tres. Y lo han vuelto a reconstruir.
- ¿Qué necesitas que te digas?
- Necesito que me digas que esto va a cambiar, que
no va a seguir así, que es imposible. Necesito que
226
me digas que es materialmente imposible que esto
siga igual. Que hasta Hollywood va a cambiar. Que
hasta las estrellas van a cambiar. Que hasta el
Increíble Hulk va a salir a luchar. Y que esto fue un
impass. Todo esto fue un impass. Años de impass.
Siglos de impass. Pero que ya pasaron. Que
caerá…
- Caerá… Inevitablemente caerá…
- ¿Cómo lo sabes?
- Lo veo.
- ¿Lo ves, como que me iba a tirar?
- Lo veo como que no te tiraste, porque decides
tirarlos a ellos, derribarlos, que caigan, al suelo,
piedra sobre piedra.
- ¿Y si no puedo?
- ¿Y si no puedo?
- ¿Y si puedo?
- ¡Si, puedo!
227
228
Cuando empezaron a subir las temperaturas,
quienes habitaban Pueblo Honrado, creyeron que
se trataba de un hecho excepcional. No se
imaginaron que el calor había venido para
quedarse.
231
Usaba ruleros y una bata rosada, con la que salía
a la calle calcinada. A las tres de la tarde, estaba
con su bata. A las diez de la noche, estaba con su
bata. Las axilas le sudaban y pese a que estaba
hecha con una tela muy delgada, igual se sentía
calurosa.
232
Tan hirviendo estaba el cemento, que las ruedas
de los neumáticos se desinflaban y derretían. Y los
zapatos y zapatillas, había que cambiarlos una
vez al mes, porque la suela, llegaba a tocar el
suelo, dejando huellas de plástico quemadas.
233
234
Sus primeros recuerdos de la infancia fueron jugando
en el taller. Sus padres querían que aprendiera a ser la
voz de mando, pero ella aprendió exactamente todo lo
contrario.
235
Andaba con su vestido de flores y el pelo suelo. Le
gustaba hamacarme entre las máquinas, colocando una
mano encima de cada mesón enfrentado y ella en el
medio, levantaba las piernas, para flotar y balancearse.
236
sentirse mediante un calcetín, con el que se frotaban
durante horas.
237
Las obreras en cambio, estaban siempre en la máquina
y podía ponerse entre sus pies. Le habían hecho un
colchón casero, como un almohadón gigante que
siempre tenían limpio y dispuesto.
238
uno, dos, o los diez dedos. Era una experta marcando
con tiza las molderías.
239
Empezó a armar talleres educativos, al que asistieron
trabajadores y trabajadoras de todo el país. Hasta el
propio Luis Emilio Recabarren participó en sus charlas
hacia el movimiento obrero.
240
241
<<Mi nombre es Pablo Montiel, tengo 42 años, soy
carpintero de obra, soy sobreviviente del terrorismo de
Estado, con trauma ocular del 2019, en Corbalán con
Alameda.
242
A los 16 años empezamos en este mundo que me salvó
de ser un delincuente común, claro, para el estado soy
"terrorista".
243
Este largo camino lo he recorrido con mi compañera, sin
ella, quizá ya no estaría. No solo llevo la carga del
trauma ocular, llevo también torturas por parte de
agentes del estado que secuestraron a mi compañera,
llevándosela a las 3 de la mañana, al más estilo de las
Dictaduras, como la CNI, la DINA, la Triple AAA en
Argentina, que entraron sin orden y en silencio, si
decirnos nada, solo arrastrándola por las escaleras
semidesnuda, llevándosela, dejándome a mi.
244
En invierno, las aves migran. En primavera, los árboles
florecen. Y en Octubre, los obreros de la construcción,
se agitan para luchar. Es inevitable. Los andamios
tiemblan. Cada casco hierve. Sin importar el idioma o la
latitud del mundo, si construye rascacielos, humildes
casas o pirámides, en Octubre, el obrero de la
construcción, se enciende.
245
246
Se usan poco los santitos en el movimiento
obrero. No sabemos si se usaran más,
destacarían más ciertas figuras. Porque hay
santitos para todo. Santitos de niños, bebés,
hombres en motocicleta, hombres del campo con
pañuelos rojos. Virgencitas. Está lleno de
virgencitas. Repleto.
248
Un espacio para que se lo recuerde en cada
esquina. Sin cruces, ni flores de plásticos. Tal vez,
hecha de los cerámicos de alguna fábrica
recuperada, resaltando sus ojos azules, brillando
bajo el casco.
249
Le pareció que el hecho de haber estado
participando en las últimas cuatro negociaciones
colectivas y en los procesos de huelga, era
suficiente argumento como para que se sintiera
con la potestad de hacer algo.
250
tonalidades, llenos de sombras y luces, como en
la realidad misma.
251
Nelson Quichillao
252
Rodrigo Cisterna
253
254
Se despertó cansada. Agarró el frasco de miel con
cáscaras de limón y jengibre y le arrancó una
cucharada, que colocó dentro de su taza azul,
mientras hervía el agua.
255
poner cómodamente un polerón, una polera, un
pantalón doblado, o una toalla, porque soy la
Madre Einstein.
257
258
259
Descubrí una forma de existir a través de la
escritura. O dicho más precisamente, la escritura
fue la única posibilidad que tuve de existir. Con
más detalle todavía: La escritura fue mi única vía
para existir.
260
suerte. Ser mujer es otra más de las condenas, las
hay de a borbotones.
261
nadie. Recuerdo mi panza y su presencia, en una
sala pálida de Hospital.
262
Y después cuando el mundo me aplastó, que es
algo que suele hacerle a las mujeres, él estuvo allí,
y se dejó aplastar conmigo. Lloró y lloró noches
seguidas a escondidas, y no me abandonó nunca.
263
Siempre me acompañó. Como la vez en la que me
diagnosticaron Pareidolia, que dicen los médicos
que es una enfermedad, pero yo creo que es un
arte. Es el arte de ver en todos lados, una figura.
A veces veo verdaderos guerreros con lanzas y
escudos, que me resultarían imposibles de
reproducir. La mayoría de veces veo cosas muy
tontas. Variadas. Dicen que es muy común. Que
le pasa a muchas personas. Se repite. Aunque no
en mi círculo social, porque nadie me creía cuando
me empezó a pasar. Y más de uno me trató de
loca. Pero Julio, él me dio una idea. Me dijo: “¿Por
qué no les sacas una fotografía a lo que ves, y
luego lo remarcas de alguna manera, para que
podamos verlo también?”. Así es Julio, nunca le
pareció una tontería, siempre acompañándome a
ver, hasta aquellas cosas que no existen. Al
intentar hacerlo, me salían figuras realmente
infantiles, que me avergonzaban mucho, y solo
264
pude mostrárselas a él, por lo tontas y ridículas.
Las miró y una por una dijo: “Ahhhh siii, ahí está,
lo veo”. Así es Julio, acompañándome a ver, hasta
aquellas cosas que no existen.
265
… Una rana cazando a una mosca:
266
267
… Un francés fumando:
268
269
… Un bebé tomando teta:
270
271
Mi nombre es Antonia. Soy la única hija de un
matrimonio que todavía perdura, tras 25 años.
Siempre fui la tercera excluida. Mi madre y mi
padre siempre tuvieron una vida feliz, casi idílica,
caminando por la calle de la mano, riendo,
pasando gran cantidad de horas en la habitación,
y yo siempre me sentí, un mundo aparte.
272
Pero todas esas cosas no importan ahora, o no
importarán dentro de 2.000 años, cuando te
sientes a leer esto como te pedí en el título. Lo
realmente interesante, casi increíble, casi de
ciencia ficción, es lo que pasa alrededor. Este
mundo es un caos.
273
defiende en juicios diciendo "el peatón tiene
prioridad". Rarísimo.
274
llama la atención. La cosa más extraña, puede ser
normal.
275
jamás hubo castigo. Genocidas de Presidentes,
como si fuera lo más normal. Guerras que
transcurren, bombas que hunden ciudades,
mientras quien no escuchó el estallido, sigue
masticando su hamburguesa de Mc Donalds. Es
raro. La apatía. La manía de no importar. Hay
redes de trata de mujeres y niñas, que tienen
prisioneras a millones. Solo hacen películas, y
salvan uno que otro camión. Migrantes, buscando
mejores vidas, que se mueren en el fondo del mar,
sin salir en la tele, y millonarios que ganan pantalla
por meterse en cápsulas y lanzarse junto al
Titanic. Rarísimo. No pretendo usarlo como
retórica, es realmente, raro, muy raro. Espero que
en 2.000 años te parezca igual de raro, y no algo
tan natural como quieren hacerlo parecer ahora.
276
Yo, me llamo Antonia, y te juro que no tengo nada
que ver con esto. Cuando llegué ya estaba así. Y
todos los esfuerzos que he hecho -no menores-,
no han causado efecto alguno, al menos no en lo
inmediato, al menos no que yo sepa.
277
adelgazar o los laxantes. Nada. No quiero nada.
Gracias.
278
bien, claramente, sin rodeos. Esta soy yo, y este
es el mundo que me toca vivir, esperando que
tengas la suerte de no habitarlo todavía. O peor,
espero que esta herencia no te haya llegado. Y
que tengas aire, agua, y un suelo sin partículas de
plástico.
279
brazos en Japón. Ballenas siendo acariciadas
entre los ojos por buceadores. O a un burro
durmiendo la siesta entre los brazos de alguien.
Es raro. Es extraño. Es confuso. Es un mundo
confuso. Una época que no se entiende ni con
matemática, ni con astrología.
280
retina quedaron los cadáveres flotando en el agua
y las hileras infinitas de ataúdes. ¿Trauma? Nada.
Todo naturalizado. Todo muy normal, como los
incendios forestales o el calentamiento global. A la
moda.
281
solo tal vez, tengas la suerte de que las micros
toquen sus bocinas en tu honor. Viva, jamás. Estar
viva aparentemente no tienen nada de
reivindicable, no. Si se está bajo tierra, se puede
obtener una estatua, de lo contrario, basuras
verdes. Hay gente de la que nunca había
escuchado nombrar, que aparece en todas partes
después de que muere. Qué injusto. Qué injusto
no haberle dicho nunca que les importaba su
existencia. Nunca lo supo. Aman a la persona que
se murió, pero murió abandonada.
Completamente abandonada. Y es una historia
que se repite.
282
Perdón, de nuevo, por no escribir como un poeta,
pero es una realidad que no tiene metáforas.
283
más raras a lo raro, con palabras aún más raras,
del tipo "reptiliano".
284
más colores y los sonidos son cada vez más
fuertes. Hay mucho ruido. Se escuchan animales
no nativos, luchando a mares contra los nativos,
en lo que afuera es un verdadero alboroto
insoportable. Excepto por ese pajarillo, que me
canta en la ventana, y vive sobre mi container. Un
pajarillo todo negro, de pecho blanco, que mi socia
dice un gorrión, y me encanta. La próxima semana
le pondré una casita de madera, aunque parece
vivir perfectamente feliz en el agujero de cada
esquina del container. Lo amo. Lo escucho cantar
ahora mismo, sobre el sonido infinito de todo lo
demás, puertas cerrando, herramientas
penetrando paredes y tierra, todo tipo de acentos
gritando y decenas de pobres perros enjaulados.
Si, tal vez sea un poco pesimista, o mi oído esté
un poco irritado. Estarías igual si vieras la cantidad
de horas de pantalla que tiene gente que apoya a
285
genocidas. Eso ya no es raro, eso ya es
catastrófico.
286
Y allí es donde se combate, y está la esperanza
del futuro. En la gente con trenzas, llena de
colores y boleadoras, que logra grandes objetivos
con solo plantarse en las rutas y avenidas. La
propiedad que es todavía privada, está cercada
por mucho más que alambres. Pero yo se que en
2.000 años la revolución habrá barrido con todo
esto, y estructuras del tipo consejo obrero habrán
gobernado la tierra sin burócratas. Te deseo eso
para ti. Te deseo que no haya ningún burócrata, y
que no estés bajo ningún manto. Yo creo en eso.
Es básicamente lo que nos hace sobrevivir. Creer.
Espero que no estés en una distopía o algo así,
como anuncia el 99 por ciento. Qué miedo y qué
horror. Espero que no estés leyendo esto a
escondidas, que no sea tu secreto, que afuera
haya sol. Y sin ser Marx, ni Sylvia Federici, podría
hablarse de una extensión de la extracción de
plusvalía, mucho más allá del obrero estricto, pues
287
el burgués de hoy, le saca jugo hasta al niñe que
no trabaja, por el solo hecho del tiempo invertido
en crecer y volverse fuerza de trabajo. A las
mujeres cuyo tiempo de trabajo para perpetuar la
especie, nadie les paga, y se traduce en plusvalía
pura. ¡Y hasta en las mascotas, por generar
serotonina en las cabezas de sus dueños y así
trabajar con más tranquilidad! El burgués de hoy
le saca plusvalía al obrero, a la señora, al niñe y al
perro, y por qué no también al gatito, a la máquina
de aspirar y a todos los electrodomésticos. A las
máquinas industriales, los robots, la Inteligencia
Artificial, y el argumento que encuentre para
despedir a cientos de miles y reemplazarles como
si eso fuese posible sin pelea.
288
las mujeres y los problemas de género, solo para
seguir vendiendo productos color rosa.
Descongelaron gusanos de hace 46 mil años. Y
los trabajadores de las estaciones de servicio
tienen rocas preparadas para poder tirarle a los
autos que se escapan. Extremadamente terrible.
289
lo que nos rodea? Cuando no se trata de una
pelota, que puedo patear y sacar del campo,
simplemente, así nada más. ¿Qué hacer con la
realidad? Tan envuelta en miseria. ¿Cómo tomar
distancia de los acontecimientos que marcan a la
historia de la humanidad? ¿Cómo modificar
estructuras milenarias, en tiempos en los que todo
alrededor, te indica que no es posible? Otras
personas. Otras ideas. Las tendencias políticas.
Los resultados de las encuestas. No se parece en
nada la realidad a mis ideas.
290
multi-millonarios. La gente va y gasta fortunas,
solo por la marca Ramsay, por verlo gritarle a la
gente que trabaja para él. Pagan, para observar
sus ojos estrechamente juntos envueltos en ira,
menoscabando a otras personas y lanzándoles
platos de comida, sartenes y ollas llenas o vacías.
¿Quién es? ¿Por qué sale en la tele? ¿Por qué
nos muestran lo que nos muestran? Y sigue
siendo así, por los años de los años, los siglos de
los siglos. ¿Cómo lo hacen creer inevitable? ¿Y
cómo lo hacemos caer?
291
Mi nombre es Antonia, y me molesta
profundamente el autoritarismo que generalizan y
naturalizan. Espero que en 2.000 años, no tengas
nada de esto alrededor. Autoritarismo. Disciplina
férrea. Gente siguiendo a otra gente, sin medir las
consecuencias, sin pensar, con idolatría. Supieras
que hasta cambian su tono de voz. Eso no está
escrito en los libros, ni quedará claro en los videos
que veas. Mucha gente cambia la voz, la forma de
dirigirse a alguien, dependiendo de su estatus
social o su rol, de qué tan autoritario sea. Hablan
con condescendencia, agachando la cabeza.
Obviamente siempre hay disidencias, la ruptura
del promedio que altera las normas, como no
esperan.
292
congeladas en el tiempo de lo que el óleo va a
dejar perdurar. No todo. No siempre. Solo algunas
partes. Corroídas por el tiempo que corre y va
dejando hoyos. Agujeros por los que pasar sin
arrepentirse. Y volver. Retroceder. Pasar por
paredes que formamos con objetivos adversos.
¿Dónde están los rosales que debí plantar en
alguna fracción de mi vida? No quedó un solo
pétalo. No hubo rosas. Ni perfumes. Ni aromas
bonitos. Nada existió más.
293
emoción, a un sentimiento, a una parte de la
humanidad que se perpetúa a través de la pintura.
Y es que tal vez el arte, sea justamente eso, toda
producción humana que merezca perdurar. Pese
a la incertidumbre de qué merece perdurar y qué
no. ¿Por qué estos colores continúan
intensificándose? Brillan. Pensé que la edad, lo
que ocurría era exactamente lo contrario, que la
mirada se contraía. Pensé que se iba perdiendo
capacidades físicas. Pero por el contrario, parezco
volverme un gato, que a la distancia puede ver con
claridad, y en primer plano, mejor todavía. ¿Dónde
están los otros? Aquellos con los que nos dijeron
que teníamos que sentirnos identificados o todo lo
contrario. Si esto es un desierto. Y aun así, yo soy,
según las caras que pone el otro. ¿O no es cierto?
294
295
Ha llegado el momento en el que la juventud, no
tiene ningún problema en tratarme de “vieja”. Con
muchísima facilidad, se me dice “vieja” esto,
“vieja” aquello. Como si no hubiera variedades, ni
posibilidades finales más allá de una única opción:
envejecer.
296
Supongo que piensan que puede tratarse de una
trampa. Algún gato que se ha puesto serio, y les
rocía carnada, para atraparlos después, cuando
detengan su vuelo. Pero no soy un gato. Soy una
señora, la señora de los pájaros, no tengo muchos
ni son míos. No se me suben encima como en las
películas, ni me hacen caca sobre las pestañas.
Son de lo más pulcros. No he visto un solo
desecho tóxico ni en la reja, ni sobre la mesa, ni
en ninguna otra parte del balcón. Vienen porque
quieren, porque lo deciden, porque apuestan a
que finalmente no sea el gato. Y no lo soy. No son
mascotas, ni “les tengo”, no soy su dueña. Son
libres. Deciden mi balcón para picotear. Se meten
la semilla y lanzan la cáscara. Nada les está
prohibido. Son libres. Y en su libertad, nos
enseñan, lo último que se aprende, la consciencia
de la naturaleza.
297
La mayoría son chincoles, tienen el pecho color
caramelo y las alas más oscuras. Hay una
pequeña línea cobriza sobre su cuello, la garganta
es blanca y se peinan hacia arriba. A veces veo
peleas, donde luchan por una semilla, y creo
poder identificar que se trata de una pajarita, que
deja a sus pichones y se va, pero cuando ve que
viene otro pájaro a comer de sus semillas, le ataca
inmediatamente. Es más su territorio que el mío.
Me doy cuenta de que son pichones, porque son
más pequeños y alborotados. Miran frenéticos
hacia todas partes, como si no pudieran disfrutar
de un bocado. La costumbre de ser depredado, el
temor. Solo poco a poco, se relajan y se olvidan,
entran en la danza hipnótica de la gota que cae en
las mañanas, convirtiendo al silencio, en pura
abstracción. ¿Sabrán que les veo?
298
299
No siempre fui la señora de los pájaros.
Escuchando sus diferentes sonidos y sintiendo la
emoción de los tonos. Antes yo, trataba con seres
humanos. Tenía el hábito de formarles. De
educarles. Como toda maestra. Moldear a un
humano es de lo más difícil, casi siempre hay algo
terco, pero es peor, una parte no puede odiarte, y
otra parte tiene que hacerlo. Te puede llegar a
quitar la sonrisa en un segundo, por haberle dicho
algo que no le gustó, en un tono que no le gustó,
independientemente de si fuera cierto -siempre es
cierto-.
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puños de la policía federal encima. Gente diciendo
“no puedo respirar”. Y entre la gente, un hombre,
que se pone visiblemente morado, y sufre un
colapso de sus pulmones, bajo la bota represiva.
Se corren para atrás los “efectivos”, y se quedan
viéndole morir, como si dirigieran el tránsito.
Muere, ante los ojos del mundo, asesinado.
Imagen de Marchaorgar
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Nada puede existir peor que eso. Pero a mucha
gente no le gusta hablar de esos temas, creen que
es demasiado politizado, en estos tiempos en los
que ya todo pasó, lo viejo, lo más viejo, lo
imposiblemente viejo. Y yo, me hice vieja
igualmente. Porque tal vez, solo tal vez, ser vieja,
no sea el lado equivocado.
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Colocar membrana asfáltica es una tarea que
requiere de mucha fuerza y paciencia. Primero
hay que poner el alquitrán, que deja las manos
manchadas de por vida, luego calentarlo con el
soplete hasta que se derrita y finalmente colocarle
la membrana, martillándola. Es un arte.
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veces medio metido entre las malezas, a veces a
de arriba, a veces desde abajo. Pero no sacaba
fotos por psicopatear o irrespetar la privacidad de
nadie. No sacaba fotos a partes privadas, ni a
escenas vergonzosas. Se imaginaba en cada foto,
toda una vida, una casa, una historia.
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cambiar a su antojo. Estas son las fotografías que
sacó y lo que escribió, con los dedos manchados,
dejando caer las gotas negras y brillantes del
alquitrán sobre su cuaderno, aprendiendo a ser
invisible, a permanecer a oscuras:
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Palabras al Suelo
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Lleva los pantalones atados con cordeles, en las
rodillas, en la cintura, y unas ramas que sujeta con
el mismo cordón. Tiene siempre una bolsa roja,
que nadie sabe qué contiene, pero la aprieta entre
sus manos, como si fuese el objeto más preciado
del mundo.
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involucrado en la muerte de un importante
general, del que por supuesto, nadie sabe nada.
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Gobernar Huesos
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No es una casualidad que los líderes de las
sectas, hayan sido siempre hombres. Nunca
mujeres. Hombres, bien parecidos,
mayoritariamente atléticos, carismáticos,
alcanzando la iluminación y el respeto. No es una
casualidad. En una historia oligarcopatriarcal, no
ha habido suicidios en masa, porque una mujer les
prometió ascender a una vida extraterrestre, ni
regímenes asesinos.
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apoyo fiel, les pedía tareas imposibles, que no
siempre se cumplían a cabalidad, pero cuando se
cumplían, se llevaban su apoyo y aprobación. La
cuestión más importante.
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Nadie cuestionó aquel hecho y lo dejaron flotar,
como un ejemplo. Mariané apretaba sus dedos y
sus dientes, y se enojaba de sobremanera cuando
algo no le gustaba. Era, tremendamente irritable.
Le molestaba el ruido de las piedras crujiendo
entre sí, y el sonido de las bocas salivando blanco.
Ahuyentaba los movimientos de las piernas
ajenas y con una sola mirada, era capaz de
detener el tiempo y el espacio. Congelar las
ánimas.
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Y el respeto era más importante que el amor. Solo
que era un respeto ganado por el miedo. Hijo del
terror. ¿Es eso respeto? Elevaba la voz, y hasta
las palomas huían. Se apaciguaban. Nunca la
atacó una bestia feroz. Ni un perro ensarnecido, ni
un gato anaranjado que enloqueció producto de la
genética. La fiera era ella. La peor fiera del
ambiente que habitaba, esa esquina donde daba
la vuelta con su bolsa, fingiendo comprar el pan.
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común, en la historia del oligarcopatriarcado, que
exista una mujer así. Siempre son hombres,
siempre.
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Distinta Vocación
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Cuando don Ernesto se enteró que todos sus
dolores se debían a los problemas con su
próstata, creyó que ya no podría seguir
escribiendo. Iba a tener que detener la
investigación aquella sobre las propiedades de las
ortigas, para su escrito sobre el niño de las
plantas.
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hubiera venido un temporizador. Pero nada sabía
don Ernesto de esas últimas tecnologías.
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