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CONTRATOS MERCANTILES

Reglas generales y etapa previa a la celebración del contrato.

Estas reglas generales acerca de los contratos mercantiles están contempladas en los artículos 96 al
107 del Código de Comercio. Estos artículos tratan específicamente de la formación del
consentimiento. Como sabemos los contratos se clasifican en reales consensuales y solemnes,
atendiendo a la forma como se celebran o perfeccionan. En el derecho comercial, la tendencia
indica que los contratos

sean consensuales, no obstante existir excepciones, tales como las sociedades comerciales, las
sociedades por acciones, etc. La formación del consentimiento no fue tratada en el Título
Preliminar del Código Civil, donde debieron quedar establecidas las reglas sobre la materia. Fue el
Código de Comercio en el Título I del Libro II, relativo a los contratos y obligaciones mercantiles en
general, el que consagró las normas que regulan la formación del consentimiento. Por lo que una
buena parte de la doctrina nacional estima que esas normas son de aplicación general.

El consentimiento nace por la concurrencia de dos actos jurídicos unilaterales, sucesivos y


copulativos, que son la oferta y la aceptación. Estas etapas de la formación del consentimiento
suelen pasar inadvertidas para las partes contratantes.

Es preciso distinguir los contratos entre presentes de aquellos que se celebran sin contar con la
presencia de los contratantes.

En los contratos entre presentes, la oferta es conocida

por la persona a quien va dirigida en el momento mismo en que ella se formula. No transcurre
ningún instante entre la oferta y la aceptación, porque esta última se da tan pronto se conoce la
primera: el contrato se perfecciona de inmediato o simplemente no llega a celebrarse porque el
aceptante rechaza la proposición en presencia del oferente.

Tratándose de contratos entre ausentes, media un lapso entre la oferta y la aceptación, esta última
no puede darse inmediatamente por la persona a quien va dirigida la oferta porque no se
encuentra presente. En el tiempo que transcurre entre la proposición y la aceptación puede ocurrir
que el proponente se retracte o que alguna de las partes deje de existir, le sobrevenga alguna
incapacidad o sea declarada en quiebra.

Todos estos hechos originan consecuencias jurídicas en la formación del consentimiento, que
conviene analizar por separado.

La aceptación debe darse en forma oportuna y sin modalidades, para que en definitiva surja el
consentimiento que facilite el nacimiento del contrato.
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Trataremos por separado de la oferta y de la aceptación.

La oferta en primer lugar.

Concepto de OFERTA. Es el acto jurídico unilateral por el cual una persona propone la celebración
de un negocio a otra.

Para la validez de la proposición se requiere la concurrencia de los siguientes presupuestos:

–Que verse sobre un contrato determinado; por ejemplo, compraventa, arrendamiento,


mandato, mutuo, etcétera.

–Que se indiquen todos los requisitos esenciales del contrato que se propone, y Que se haga a
persona determinada.

Respecto de los dos primeros requisitos no requieren mayor explicación. En cambio el tercero si
exige una mayor precisión.

En conformidad con lo previsto en el artículo 105 del Código de Comercio, las ofertas
indeterminadas contenidas en circulares, catálogos, notas de precios corrientes, prospectos o, en
general, en cualquier otra especie de anuncios impresos, en principio no son obligatorias para
quien las formula.

No obstante cuando los anuncios se dirigen a personas determinadas, la oferta es válida, pero
queda sujeta a la condición implícita de que al tiempo de la demanda no hayan sido enajenados los
efectos ofrecidos, de que no hayan sufrido alteración en su precio y de que existan en el dominio
del oferente.

La proposición de celebrar un contrato puede tener su origen en cualquiera de las partes; así, en la
compraventa, tanto el comprador como el vendedor están facultados para hacerla.

REQUISITOS DE LA OFERTA. Para que la oferta conduzca a la formación del consentimiento,


requisito de existencia de todo contrato, es preciso que se encuentre vigente al tiempo que se da
la aceptación. En otros términos, se requiere que la oferta esté “viva”, “con toda su energía”, para
que “al entrar en contacto” con la aceptación “genere el efecto jurídico de hacer nacer el contrato.

Dos circunstancias privan de vigencia a la oferta antes que se dé la aceptación: La revocación o


retractación, y La caducidad.

Revocación de la oferta. La retractación es el acto por el cual el proponente revoca la oferta antes
que haya sido aceptada por la persona a quien va dirigida. El retiro de la proposición debe ser
tempestivo (oportuno) , mientras no intervenga la aceptación.

así, en el evento de que el oferente se hubiese comprometido a esperar contestación o a no


disponer del objeto del contrato sino después de desechada la proposición, o de trascurrido un
determinado plazo, no puede retractarse en tanto no se cumplan esas condiciones, y si lo hace
antes que ello ocurra, la revocación tiene el carácter de intempestiva.

En cualquier caso, la retractación de la oferta, al igual que la formulación de la misma, debe


hacerse en términos formales y explícitos. El arrepentimiento no se presume. (art. 99 inc. final del
Código de Comercio).
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La consecuencia fundamental que origina la revocación oportuna de la oferta es quitarle su


vigencia, lo cual obsta para que el consentimiento se forme y para que el contrato surja, por ende,
a la vida jurídica. Por el contrario, el arrepentimiento inoportuno del proponente no impide la
formación del consentimiento, porque el contrato se ha perfeccionado entre las partes y tiene para
ellas el carácter de ley (art. 1545 del Código Civil).

A pesar de que la retractación expresada en tiempo y forma produce como efecto que el contrato
no surja con todos los derechos y obligaciones que le son propios

el proponente resulta, de todas maneras, responsable de indemnizar los gastos que la persona a
quien fue encaminada la propuesta hubiese hecho y los daños y perjuicios que hubiera sufrido (art.
100 del Código de Comercio). El fundamento del deber de indemnizar se encontraría en este caso
en que si bien es cierto todavía no existe contrato porque no hay consentimiento, no es menos
cierto que habría una especie de negociación en estado de gestación,

En la doctrina nacional se ha entendido que en este caso no existe responsabilidad contractual ni


extracontractual, sino una variante particularísima que podría denominarse “responsabilidad
precontractual”.

La responsabilidad del oferente que se retracta tempestivamente, se hace efectiva según las reglas
de la responsabilidad extracontractual en juicio de lato conocimiento.

Por último, el artículo 100 inciso final del Código de Comercio contempla la posibilidad para el
oferente de exonerarse de la obligación de indemnizar, cumpliendo el contrato propuesto.

Caducidad de la oferta. Es otro motivo que determina la pérdida de su vigencia. Ella se produce, a
su turno, por muerte del proponente, incapacidad sobreviniente del mismo, quiebra (liquidación) y
expiración del plazo legal o convencional.

Analizaremos por separado cada una de ellas.

Muerte del proponente. Puede suceder que el oferente fallezca antes que se acepte su proposición
en orden a celebrar un determinado contrato. En este caso desaparece conjuntamente con él su
voluntad, por lo que el consentimiento, que es esencialmente un acuerdo de voluntades, no llega a
formarse. Cuando el oferente se ha obligado a esperar respuesta dentro de un determinado plazo
y encontrándose éste aun pendiente, fallece, sin que se hubiese dado la aceptación, se discute si
acaso esa obligación se transmite a los herederos y un sector de la doctrina nacional se inclina por
una respuesta positiva.

Incapacidad sobreviniente del oferente, proponente. Si en el tiempo que media entre la


formulación de la oferta y la aceptación de la misma, el proponente sufre una incapacidad que le
prive de la libre administración de sus bienes (por ejemplo, declaración de interdicción), la
proposición de contrato caduca.

Quiebra o insolvencia del proponente.

Según lo dispuesto en el Art 402 de la Ley N.° 20720 de 09ENE2014, actual ley de Reorganización y
liquidación de empresas y personas, “…toda mención que en cualquier ley se haga a la quiebra
deberá entenderse hecha al procedimiento concursal de liquidación.
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En consecuencia, en el evento que el oferente sea declarado judicialmente en liquidación,


quedara inhibido de pleno derecho de la administración de todos sus bienes. Art 130 de la actual
Ley N.° 20.720 del año 2014. Y por lo tanto caduca la proposición y luego el consentimiento no
llega a formarse. La liquidación produce como efecto inmediato, desde que se pronuncia, el
desasimiento del deudor fallido, que queda inhibido de la administración de los bienes
comprendidos en el concurso, por lo que no puede celebrar actos jurídicos válidos.

El contrato que no alcanzó a perfeccionarse no puede celebrarlo el deudor después de su


declaratoria en liquidación.

Art 130 de la ley de Reorganización y Liquidación de empresas y personas.

Administración de bienes. Desde la dictación de la Resolución de Liquidación se producirán los


siguientes efectos en relación al Deudor y a sus bienes:

1) Quedará inhibido de pleno derecho de la administración de todos sus bienes presentes, esto
es, aquellos sujetos al Procedimiento Concursal de Liquidación y existentes en su patrimonio a la
época de la dictación de esta resolución, excluidos aquellos que la ley declare inembargables. Su
administración pasará de pleno derecho al Liquidador.

En consecuencia, serán nulos los actos y contratos posteriores que el Deudor ejecute o celebre en
relación a estos bienes.

2) No perderá el dominio sobre sus bienes, sino sólo la facultad de disposición sobre ellos y sobre
sus frutos.

3) No podrá comparecer en juicio como demandante ni como demandado, en lo relativo a los


bienes objeto del Procedimiento Concursal de Liquidación, pero podrá actuar como coadyuvante.

4) Podrá interponer por sí todas las acciones que se refieran exclusivamente a su persona y que
tengan por objeto derechos inherentes a ella.

Tampoco será privado del ejercicio de sus derechos civiles, ni se le impondrán inhabilidades
especiales sino en los casos expresamente determinados por las leyes.

No puede perderse de vista que la naturaleza jurídica del desasimiento es la de una simple
inhibición temporal de administrar los bienes de la quiebra, establecida en favor de los acreedores,
y no una incapacidad. Expiración del plazo legal o convencional. Si la proposición se sujeta a un
término legal o convencional, la expiración del mismo sin que la aceptación se haya dado, origina
la caducidad de la oferta. La aceptación dada una vez transcurrido el plazo carece de efectos
jurídicos; el consentimiento no logra formarse, porque la proposición ya había caducado.

El término al que la policitación puede quedar supeditada es, generalmente, de naturaleza


convencional, acordado entre el proponente y la persona a quien va dirigida su oferta. El oferente
debe respetar el plazo convenido y no puede retractarse válidamente antes de su vencimiento.

No obstante lo anterior, se contempla un caso de hipótesis de plazo legal, cual es el señalado en el


artículo 98 del Código de Comercio, el cual indica:
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La propuesta hecha por escrito deberá ser aceptada o desechada dentro de veinticuatro horas, si la
persona a quien se ha dirigido residiere en el mismo lugar que el proponente , o a vuelta de correo,
si estuviere en otro diverso.

Vencidos los plazos indicados, la propuesta se tendrá por no hecha, aun cuando hubiere sido
aceptada.

LA ACEPTACIÓN-.

Concepto.

Es el acto jurídico por el cual la parte a la cual se ha dirigido una proposición, la admite
consintiendo en la celebración del negocio jurídico propuesto.

Para que la aceptación tenga la virtud de originar consecuencias jurídicas en la formación del
consentimiento, es preciso que cumpla con determinados presupuestos

REQUISITOS DE LA ACEPTACIÓN:

- Que sea oportuna;

- Que sea pura y simple;

- Que se exteriorice.

Oportuna. En términos generales, la aceptación debe darse en tanto la propuesta se mantenga


vigente, produciéndose así la formación del consentimiento, requisito de existencia del acto o
contrato (art. 101 del Código de Comercio).

La aceptación que se otorga una vez caducada la oferta, carece de relevancia para el proceso
formativo del consentimiento. Sin embargo, el inciso final del artículo 98 del Código de Comercio,
dispone que en caso de aceptación extemporánea, el proponente será obligado, bajo
responsabilidad de daños y perjuicios, a dar pronto aviso de su retractación.

Aceptación pura y simple:

La aceptación debe darse lisa y llanamente, sin modificar ningún aspecto de la propuesta.

Para que se forme el consentimiento es menester que la voluntad del aceptante coincida en la
oferta formulada en todo su contenido. En el evento de que se altere o modifique por el aceptante
cualquier aspecto de la propuesta, la aceptación deviene condicional, no origina la formación del
consentimiento, sino que se le considera como una oferta. Art. 102 del C de Com. La aceptación
condicional será considerada como una propuesta.

–Exteriorizada. Como en todo acto jurídico, la voluntad del aceptante tiene que exteriorizarse.

La aceptación puede ser EXPRESA O TÁCITA.

ES EXPRESA cuando se manifiesta en términos formales y explícitos.


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TÁCITA es la aceptación cuando el asentimiento de la persona a quien va dirigida la propuesta,


resulta de la verificación de ciertos actos que involucran inequívocamente su propósito de
admitirla, como sucede cuando da inicio a la ejecución del contrato propuesto.

La aceptación tácita produce los mismos efectos y está sujeta a las mismas normas que la expresa
(art. 103 del Código de Comercio).

En caso de controversia, corresponde al juez determinar, en el caso concreto sometido a su


decisión, si ha intervenido o no aceptación tácita. Se trata de una cuestión de hecho que debe ser
acreditada en la causa por quien la invoque y resuelta por los jueces del fondo.

Momento en que se perfecciona el contrato.

Distinción. Como hemos tenido ocasión de indicarlo, una distinción fundamental se impone para
determinar en qué instante se entiende perfeccionado el contrato: “entre presentes” y “entre
ausentes.

Tratándose de un contrato “entre presentes”, la aceptación deberá darse de inmediato y, en ese


instante, el consentimiento queda formado.

Conviene precisar, sin embargo, qué se entiende por contrato “entre presentes”.

Para algunos autores son tales los que se verifican estando ambas partes, proponente y aceptante,
en el mismo lugar y al mismo tiempo; en otros términos, “de cuerpo presente”. En una noción
menos estricta y más acorde con las facilidades de comunicación de nuestros días, se consideran
contratos “entre presentes” aquellos en que, no obstante que las

partes no se encuentran físicamente en el mismo lugar, pueden comunicarse sus decisiones de


inmediato. Así, un contrato acordado mediante una comunicación telefónica o de otra forma
semejante, es un contrato “entre presentes”.

En consecuencia, en los negocios “entre presentes” basta que la emisión de la oferta pueda ser
seguida de inmediato por la aceptación, aun cuando medie distancia física entre las partes.

Cuando el contrato es “entre ausentes”, o existe acuerdo para que la persona a quien se dirigió la
oferta tome un cierto tiempo de reflexión, comunicando después su decisión al proponente, se
origina la dificultad de determinar en qué momento se forma el consentimiento.

La precisión de ese instante puede ser fundamental para apreciar la concurrencia de los requisitos
del contrato, toda vez que ellos deben existir al tiempo de formarse el negocio y, por tanto, de
perfeccionarse el acuerdo de voluntades.

En los contratos consensuales, el tiempo de la celebración será el de la formación del acuerdo de


voluntades. En ellos la determinación del momento de perfeccionamiento es aún más relevante,
porque al no exigirse formalidades en las que conste la declaración de voluntad, la prueba de la
celebración del contrato dependerá de la existencia de la oferta y de la aceptación en términos
legales.
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Solución de la legislación nacional.

En nuestro ordenamiento jurídico, el criterio seguido para determinar la formación del


consentimiento es el instante de la aceptación.

Tal solución se desprende del artículo 99 del Código de Comercio, al permitir la retractación hasta
el instante de la aceptación.

Art. 99 “El proponente puede arrepentirse en el tiempo medio entre el envio de la propuesta y la
aceptación, salvo que al hacerla se hubiere compro-

metido a esperar contestación o a no disponer del objeto del contrato, sino después de desechada
o de transcurrido un determinado plazo. El arrepentimiento no se presume.

Se reafirma este criterio en la disposición del artículo 101 del mismo cuerpo legal, cuando señala:
“Dada la contestación…, el contrato queda en el acto perfeccionado”.

Lugar de la formación del consentimiento.

Importancia.

Como vimos, no sólo es importante establecer el momento en que se forma el acuerdo de


voluntades, sino también el lugar en que éste se produce, por cuanto origina asimismo
consecuencias en derecho.

En primer término, el lugar donde se entiende perfeccionado el contrato determina la


competencia relativa de los tribunales que deban conocer de los litigios que se susciten entre las
partes.

En segundo lugar, tiene relevancia desde el punto de

vista del derecho internacional privado, donde impera el principio lex locus regis actum, para
determinar la legislación aplicable a la forma que debe asumir el acto o contrato.

La ley del lugar rige la forma de los actos y contratos (art. 17 del Código Civil), de donde resulta
imperativo saber en qué lugar se perfeccionó el contrato, por la frecuencia cada vez mayor de
negocios de un país a otro.

Sin embargo, no hay que exagerar la importancia del lugar en que se produce el acuerdo de
voluntades, porque se deja a la voluntad de las partes convenir un domicilio para los efectos del
contrato que celebran (art. 69 del Código Civil) y, al ser de este modo, queda determinada la
competencia de los tribunales para conocer de los litigios.
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Finalmente, el lugar en que el consentimiento se forma es importante para precisar los usos y
costumbres que pueden aplicarse en el cumplimiento e interpretación del contrato. Esto en
función de la importancia que tiene la costumbre en la interpretación de los contratos y porque
además suple el silencio de la ley. Solución de la legislación nacional.

Art 104. Residiendo los interesados en distintos lugares, se entenderá celebrado el contrato, para
todos sus efectos legales, en el de la residencia del que hubiere aceptado la propuesta primitiva o
la propuesta modificada.

La ejecución de los contratos mercantiles.

En virtud de lo previsto por el artículo 96 del Código de Comercio, las normas del Código Civil
relativas a las obligaciones y contratos en general son aplicables a los negocios mercantiles, salvas
las modificaciones que establece la codificación comercial.

De conformidad a la regla citada, la ejecución de las obligaciones y contratos comerciales queda


reglamentada por el Código Civil, de suerte que no

es necesario incluir en este texto todo lo concerniente a los efectos de las obligaciones y contratos,
ejecución forzada, excepción del contrato no cumplido, derechos auxiliares, etc.

Algunas normas especiales propias de la legislación comercial a tener en consideración.

Los plazos en materia mercantil. Sabemos que el plazo es la época que se fija para el cumplimiento
de una obligación.

En el derecho civil, por regla general, los plazos están establecidos en favor del deudor. De ahí que
el acreedor no está facultado para hacer efectivo su crédito antes que expire el término convenido.
Por lo tanto solo el deudor puede renunciar al plazo y pagar la deuda antes del vencimiento.

En materia comercial, el plazo está establecido en beneficio de ambos contratantes y ninguno de


ellos puede, unilateralmente, renunciar a él.

Hay que tener presente que los contratos mercantiles constituyen el mecanismo de circulación de
los bienes, que se celebran generalmente entre comerciantes que actúan motivados por el
propósito lucrativo. Siendo así las partes no pueden modificar unilateralmente el cumplimiento de
los plazos, sin que ello implique un perjuicio al otro contratante. Ej el artículo 117 señala: “El
acreedor no está obligado a aceptar el pago antes del vencimiento de la obligación.” (Hay un
interés pendiente en favor del acreedor)

Formas de computar los plazos:

Art. 110 en la computación de los plazos de días, meses y años, se observarán las reglas que
contienen los artículos 48 y 49 del Código Civil, a no ser que la ley o la convención dispongan otra
cosa. O sea se aplican las reglas del derecho común. Sin embargo, y esto es lo relevante, el artículo
111, establece un precepto especial en la materia, al señalar: La obligación que vence en día
domingo o en otro día festivo, es pagadera al día siguiente.
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La misma regla se aplicará a las obligaciones que venzan los días sábado de cada semana y 31 de
diciembre de cada año.

Aplicación de la ley chilena de actos y contratos celebrados en el extranjero.

Art. 113. Todos los actos concernientes a la ejecución de los contratos celebrados en país
extranjero y cumplideros en Chile, son regidos por la ley chilena, en conformidad a lo que prescribe
el artículo 16 del Código Civil.

Así la entrega y pago, la moneda en que éste deba hacerse, las medidas de toda especie, los
recibos y su forma, las responsabilidades que imponen la falta de cumplimiento o el
cumplimiento imperfecto o tardío, y cualquiera otro acto relativo a la mera ejecución del
contrato, deberán arreglarse a las disposiciones de las leyes de la República, a menos que los
contratantes hubieren acordado otra cosa.

El Código Civil la define en el Art 1793 en los siguientes términos: “La compraventa es un contrato
en que una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en dinero. Aquélla se dice

vender y ésta comprar. El dinero que el comprador da por la cosa vendida, se llama precio”. Este
contrato cumple una función económica fundamental porque facilita la circulación de los bienes,
toda vez que sirve de instrumento para efectuar un acto de cambio de cosas por dinero y aparece
precisamente cuando se empieza a utilizar una medida común de valores que es la moneda,
puesto que antes se realizaban actos de trueque o cambio de bienes por otros bienes.

La compraventa mercantil se encuentra regulada por el Código de Comercio y por el Código Civil,
en cuanto a que en lo que no está previsto en el primer cuerpo legal citado, debe aplicarse lo
establecido en el segundo mencionado (art. 2º C. de C.) y porque, como ya indicamos, las normas
del Código Civil relativas a las obligaciones y contratos en general se aplican a los negocios
comerciales. Esta doble reglamentación es un factor que complica y a veces hace litigiosa la
compraventa comercial.

Como si esto fuera poco, tratándose de compraventas internacionales se aplica la Convención de


Viena de 1980, sobre la materia, que fue suscrita y ratificada por Chile, como así también por
numerosos otros países. Atendida la circunstancia que la economía chilena se basa
fundamentalmente en el comercio internacional, lo que implica que la industria nacional ha debido

realizar un proceso de internacionalización y de multi nacionalización, lo que hace que una


compraventa adquiera el carácter de internacional, caso en el cual ha de aplicarse el estatuto
previsto en la Convención de Viena de 1980.

Mercantilidad de la compraventa.

A propósito de los actos de comercio señalamos que nuestra legislación distingue entre la compra
y la venta para determinar su comerciabilidad.
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Tratándose de la compra, el carácter comercial se determina con la concurrencia de tres requisitos


copulativos:

1. Que verse sobre cosa mueble;


2. Que sea hecha con el ánimo de venderla, permutarla o arrendarla en la misma forma o
en otra distinta, y
3. Que exista un propósito lucrativo.

En el caso de la venta, ella adquiere el carácter comercial cuando está precedida de una compra de
esta naturaleza.

Debe tenerse en cuenta que la compraventa puede convertirse en comercial por aplicación del
principio de lo accesorio en su efecto expansivo o que puede perder dicha tipificación cuando
accede, complementa o auxilia operaciones principales de una industria no comercial. Pptx nº 59
HASTA AQUÍ LA PRUEBA

Asimismo, conviene recordar que el carácter mercantil de la compraventa puede determinarse


respecto de ambos contratantes o sólo en relación con uno de ellos.

Diferencias entre la compraventa civil y comercial. Existen numerosas diferencias entre ambos
tipos de compraventa; sin embargo, nos referiremos a las más esenciales, esto es, las relativas al
precio, a los riesgos de la cosa vendida,

ARTICULO 3 CODIGO DE COMERCIO (aprender los actos de comercio)

Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de uno de ellos:

1°. La compra y permuta de cosas muebles, hecha con ánimo de venderlas, permutarlas o
arrendarlas en la misma forma o en otra distinta, y la venta, permuta o arrendamiento de estas
mismas cosas.

Sin embargo, no son actos de comercio la compra o permuta de objetos destinados a


complementar accesoriamente las operaciones principales de una industria no comercial.

2°. La compra de un establecimiento de comercio.

3°. El arrendamiento de cosas muebles hecho con ánimo de subarrendarlas.

4°. La comisión o mandato comercial.

5°. Las empresas de fábricas, manufacturas, almacenes, tiendas, bazares, fondas, cafées y otros
establecimientos semejantes.

6°. Las empresas de transporte por tierra, ríos o canales navegables.

7°. Las empresas de depósito de mercaderías, provisiones o suministros, las agencias de negocios
y los martillos.

8°. Las empresas de espectáculos públicos, sin perjuicio de las medidas de policía que
corresponda tomar a la autoridad administrativa.
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9°. Las empresas de seguros terrestres a prima, inclusas aquellas que aseguran mercaderías
transportadas por canales o ríos.

10. Las operaciones sobre letras de cambio, pagarés y cheques sobre documentos a la orden,
cualesquiera que sean su causa y objeto y las personas que en ella intervengan, y las remesas de
dinero de una plaza a otra hechas en virtud de un contrato de cambio.

11. Las operaciones de banco, las de cambio y corretaje.

12. Las operaciones de bolsa.

13. Las empresas de construcción, carena, compra y venta de naves, sus aparejos y vituallas.

14. Las asociaciones de armadores.

15. Las expediciones, transportes, depósitos o consignaciones marítimas.

16. Los fletamentos, seguros y demás contratos concernientes al comercio marítimo.

17. Los hechos que producen obligaciones en los casos de averías, naufragios y salvamentos.

18. Las convenciones relativas a los salarios del sobrecargo, capitán, oficiales y tripulación.

19. Los contratos de los corredores marítimos, pilotos lemanes y gente de mar para el servicio de
las naves.

20. Las empresas de construcción de bienes inmuebles por adherencia, como edificios, caminos,
puentes, canales, desagües, instalaciones industriales y de otros similares de la misma
naturaleza.

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