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GEARY: “El socialismo y el movimiento obrero alemán antes de 1914”

Pregunta parcial: ¿ Cuáles son según Geary los factores que explican la politización y la
radicalización de la clase trabajadora en Alemania desde 1860?

En 1914 Alemania tenía el partido socialista más grande del mundo, el “Partido
Socialdemócrata Alemán” (SPD). El crecimiento de las organizaciones obreras fue una
consecuencia de la industrialización de Alemania. Alemania, una sociedad
predominantemente agraria en 1860, se había transformado en 1914 en la nación industrial
más importante de Europa. Fueron líderes mundiales en la industria eléctrica. Este proceso
de industrialización se conjugó con una transición igualmente rápida y espectacular desde la
sociedad rural a la urbana. En 1914 la mitad de la fuerza de trabajo industrial eran obreros
de primera generación que trabajaban en fábricas. Ello también significó que la fuerza de
trabajo recientemente constituida estaba integrada por gente procedente de una
multiplicidad de ambientes sociales en lo que se refiere a región, raza, religión y ocupación.
La transferencia de la población planteó un serio problema al mercado de la vivienda.
Surgieron los barracones de alquiler, cada familia ocupaba una habitación.
Explicar el desarrollo sindical y la movilización política socialista como una consecuencia
directa de las infames penurias que generó la industrialización, fundamentalmente durante
sus primeras fases. Hemos descrito las horrorosas condiciones de hacinamiento de las
viviendas, pero la vida y el trabajo en las fábricas eran también bastante desagradables
para muchos.
Los orígenes de la acción y la organización colectivas:
El origen de muchos de los sindicatos que aparecieron, se remonta a las asociaciones de
artesanos de los años 1840. Los primeros sectores de la fuerza de trabajo alemana que se
incorporaron a la actividad sindical estaban integrados por trabajadores relativamente bien
remunerados, dados los bajos niveles de vida que se reconocen para los obreros manuales:
eran hombres cualificados y habìan recibido un aprendizaje que no solo les había enseñado
una amplia variedad de prácticas que dificultaba su sustitución, sino que también les
iniciaba una serie de actitudes concernientes a la dignidad y a la importancia del oficio. Las
organizaciones que crearon estos trabajadores se preocupaban casi siempre de defender
su estatus y sus prácticas frente a los compatriotas menos cualificados, así como luchar
contra el patrón. En 1860 y 1870 se beneficiaron de la expansión economica.La capacidad
de organización nacia tanto de esta situación, que aumentó su poder negociador, como de
la liberalización de las anteriores leyes represivas de la mayoría de los estados alemanes.
Solían comprometerse más con la política del liberalismo más que con la del socialismo.
A diferencia del viejo maestro artesano que había recibido un aprendizaje, conocía las
prácticas del oficio y trabajaba con sus manos, el poder del comerciante reside en su
posesión de capital. Las huelgas no se produjeron en tiempos de depresión económica y
desempleo, sino en momentos de expansión del ciclo económico. Ya que los obreros tenían
que trabajar más horas para cumplir con los pedidos cada vez más numerosos, además la
inflación erosionaba los salarios reales.
El hecho de que los trabajadores no cualificados se incorporaran al mundo del trabajo
industrial con pocas expectativas, y de que muchos procedían de zonas rurales, de diversos
tipos de entornos familiares y ocupaciones que hablaran diferentes idiomas contribuyó a
que no fuera fácil la acción y la organización colectivas. Las nuevas redes de comunicación
las construyeron individuos o grupos de trabajadores dispares que sólo tienen en común la
experiencia del trabajo. En este sentido, la solidaridad de clase nació con la
industrialización. La mayoría de los trabajadores no tenían tiempo ni recursos para
mantener una organización próspera, generalmente se afilian a sindicatos.
La debilidad de los trabajadores alemanes ante los patronos marcó la diferencia con GB. Se
los manipulaba de modo que si estos participaban en huelgas, serían despedidos.
Lo peculiar de Alemania fue la rapidez con la que ciertos sectores de la clase trabajadora
adoptaron una política independiente y radical, y el grado de apoyo en los años posteriores
al movimiento socialista.
La politización del movimiento obrero alemán:
Tanto la politización como la radicalización de las actitudes de la clase trabajadora alemana
luego de 1860 están asociadas con una serie de factores en interacción: el papel y la
actitud de la burguesía alemana, las políticas adoptadas por los empresarios
alemanes en relación con sus trabajadores y la naturaleza del Estado Imperial antes
de 1914.
Papel y actitud de la burguesía:El s.xix experimentó una rápida expansión no solo de la
clase obrera industrial, sino también de una clase media profesional, industrial y comercial
que se formó como consecuencia del crecimiento del mercado y la industria, del papel del
Estado moderno y sus funcionarios y de la necesidad de satisfacer ciertas demandas civiles
por medio de un ejército de abogados, doctores, ingenieros, etc. Muchos esperaban que
esta clase media en expansión fuera la portadora de los valores liberales, que desafiara la
autocracia y llevara a cabo una “revolución burguesa” que introdujera la reforma
democrática y la libertad de los civiles. Pero las esperanzas se vieron frustradas debido a la
represión que siguió a las revoluciones de 1948 y sus propias divisiones internas. La política
de la clase obrera se hizo más independiente de lo esperado. El liberalismo alemán se
hundió ante las diversas políticas de masas.
Comportamiento de los empresarios alemanes antes de 1914: La adopción de medidas
paternalistas en medida de asistencia social por parte de las grandes compañías se debió a
varios motivos, no solo al deseo de aumentar el control sobre los trabajadores. Algunos de
los empresarios daban más importancia a la lealtad de sus trabajadores que a las
cualificaciones o capacidad individual, y muchos se negaron a reconocer los sindicatos o
negociar con los representantes de los trabajadores. Por lo que el movimiento obrero
alemán tuvo que enfrentarse a un poderoso adversario. Esto explica por qué los
trabajadores alemanes recurrieron más a la política para solucionar sus problemas.
Papel del Estado: Los precios de los alimentos estaban determinados no solo por las
fuerzas del mercado, sino también por los impuestos sobre la importación agraria. Así, el
SPD pudo hacer una importante propaganda electoral sobre el tema del consumo, al
margen del hecho de que el Estado protegía a algunos. A expensas de que los
consumidores de las ciudades les resultaba imposible comprar alimentos a un precio tan
bajo como los británicos. En el período anterior al la primera guerra mundial, el gasto
gubernamental y los impuestos sobre artículos de consumo, afectó a los sectores más
pobres de la comunidad. En cambio los impuestos sobre la propiedad eran extremadamente
bajos.
Conclusión (de los factores):
Todos estos factores que actuaban en contra de los obreros, potenciaban el movimiento y
generaban cada vez más descontento y movilización, por lo que el partido fue cada vez más
grande y fuerte a pesar de las represalias.

HORNE: Movilización y guerra total


Preguntas parcial:
1)John Horne sostiene que durante la Primera Guerra Mundial”el proceso de movilización
confrontó rápidamente a los regímenes de base limitada que enfrentaban imperativos de la
guerra total con los límites de su propia legitimidad”. Explique cómo esta tensión se expresó
en el caso de Rusia y cuáles fueron sus derivaciones, teniendo en cuenta el capítulo “1917”
de Sheila Fitzpatrick.
2)Analice el concepto de movilización que utiliza Horne para estudiar las respuestas de las
sociedades europeas a la primera guerra mundial y señale con qué procesos de largo plazo
la vincula.

El tema principal del autor es la relación entre movilización nacional y la guerra total. La
movilización no en el sentido militar o económico, sino la movilización como el compromiso
de las diferentes naciones con sus esfuerzos bélicos tanto imaginativamente, por medio de
representaciones colectivas y de los sistemas de creencias y valores que les dieron origen,
como organizativamente, a través del Estado y la sociedad civil.
La movilización nacional estuvo condicionada por la vida política y cultural de la sociedad
preguerra. Es fundamental señalar la aparición del Estado moderno. En tanto la
burocratización y la tecnología han extendido ampliamente la capacidad del estado de
ejercer la vigilancia y la represión, el involucramiento de las masas en el proceso político ha
hecho de la legitimidad, del consentimiento de los gobernados, una condición
crecientemente vital del funcionamiento efectivo del estado. La movilización política como
proceso ha actuado para legitimar la autoridad de los regímenes y también para articular
intereses dentro de ellos.
En el medio siglo anterior a 1914 el estado respondió a amenazas de orden público con
actos represivos. Pero la creciente participación popular en la política produjo el principal
desafío interno para la mayor parte de los estados europeos. La construcción o
consolidación de los estados nacionales necesitó de la articulación, e incluso de la
invención, de comunidades nacionales en las que basarse.
La legitimación política y un sentido de la nacionalidad derivaron en última instancia de los
actos fundadores y de las mitologías que encarnaban al régimen y a la nación. Ambos
fueron reforzados constantemente por los rituales, los símbolos y los gestos repetidos que
llegaron a ser característicos de la política nacional en este período (elecciones, fiestas
nacionales, mitines masivos, monumentos). La legitimación popular de esta clase y el
sentido de pertenencia a una comunidad fueron crecientemente centrales para la política
europea hacia 1914. La primera guerra mundial reforzó dramáticamente amplios poderes de
represión a los gobiernos. Detrás de la causa nacional se congregaron no sólo el estado
sino también la vidad asociativa de la sociedad civil. La movilización nacional fue, entonces,
un proceso esencialmente político y cultural, el conflicto militar podía ser visto como un
instrumento racional para lograr finalidades políticas.
El término “guerra total” surge de la primera guerra mundial y connota en particular la
inversión política e ideológica de la nación en el conflicto. Esto indica que no hay una
dicotomía simple entre movilización nacional y guerra total, representando la primera a la
efusión inocente del sentimiento nacional que se evaporaba en contacto con la realidad de
la última. El estudio de la movilización en tiempos de guerra trata en parte de las
proyecciones ideales de planificadores militares y civiles, pero también de la vívida relación
de una variedad de grupos diferentes (intelectuales, maestros de escuela, niños, soldados,
etc) con la guerra y su significado. Toda clase de grupos sociales e instituciones se
movilizaron detrás del esfuerzo bélico y al hacerlo contribuyeron poderosamente a una
fusión cultural en defensa del estado y la nación. La guerra desencadenó lo que Nettl llama
“una movilización nacional-institucional”, en la que la legitimación del estado y la nación fue
reafirmada y reforzada en lo que era percibido como una crisis de supervivencia. La
resonancia y las variantes de los lenguajes de auto-movilización enunciados por los
intelectuales fue más allá del sistema educativo de masas, abarcando múltiples
organizaciones preexistentes y asociaciones formadas con funciones específicas para
tiempos de guerra, a fin de promover objetivos bélicos o lidiar con una multitud de
requerimientis prácticos, desde trabajo caritativo hasta empréstitos de guerra. Si la
“auto-movilización” marcó la primera fase de la guerra, los efectos corrosivos de una guerra
prolongada, que disparó el número de bajas y esfumó las perspectivas de victoria, se
combinaron para forzar a los estados beligerantes a adoptar un rol intervencionista más
directo en la segunda mitad de la guerra. No fue sólo cuestión de alterar el equilibrio entre la
coerción y la persuasión en favor de la primera. La legitimación política siguió siendo central
al proceso de movilización nacional. Pero los estados se enfrentaron a la necesidad de
jugar un rol mucho más directo en el sostenimiento del compromiso nacional con la guerra
mientras que las energías voluntarias declinaban. Esto a su vez planteó un desafío agudo a
la propia autoridad del estado y a su capacidad de representar a diversos elementos de la
nación. El sentido tanto del caso italiano como del ruso es que la dinámica de la
movilización nacional llegó a ser un factor poderosamente conflictivo en la política interior,
dada la base relativamente frágil de los regímenes de preguerra y el grado limitado de
integración nacional. Temido por los conservadores, abrazado por los radicales e incierto
respecto de la superación de la apatía de las masas o la contra-movilización, el proceso de
movilización confrontó rápidamente a los regímenes de base limitada que enfrentaban los
imperativos de la “guerra total” con los límites de su propia legitimidad.

Formas y lenguajes de la movilización nacional


La función de movilización nacional, después de todo, era generar unidad y un sentido de
inclusión, y esto ocurría de diversas formas. Significó, más obviamente, un debilitamiento de
la movilización sectorial en torno de intereses o ideologías en competencia dentro de la
nación en favor de la unidad contra el enemigo externo. Las solidaridades preexistentes
desempeñaron un rol crucial. Las solidaridades sociales, ligadas a estructuras políticas
locales o nacionales fueron capaces de respaldar fuertemetne el proceso de movilización.
La guerra fue presentada como una cruzada no sólo para la supervivencia de cada nación
sino también para los valores que se sostenía que ésta encarnaba. El lenguaje del sacrificio,
la consolación, la redención y el renacimiento atravesó la experiencia bélica en términos
seculares y religiosos, conduciendo la confrontación de la movilización nacional con la
muerte en masa.
El “enemigo interior” fue una de las categorías esenciales del proceso de movilización, la
noción pudo fácilmente ser extendida a elementos domésticos sospechados por varias
razones de simpatía por el enemigo. A medida que crecían las tensiones de la guerra, una
desconfianza más sistemática o una hostilidad absoluta hacia esos grupos pudo surgir
como una forma de movilización por exclusión, más que por inclusión.
En el frente interno, la guerra y el mismo proceso de movilización generaron una “moralidad
social” específica de tiempos de guerra, un conjunto de juicios morales recíprocos sobre la
contribución de diferentes grupos al esfuerzo nacional. Fue un asunto entre ejércitos de
masas con exclusión de civiles lo que enfatiza la brecha entre la experiencia militar y la civil.
Así, tanto en el frente interno como en el de batalla la guerra desafió las bases mismas del
proceso de movilización. Puso en tensión el presupuesto de que la movilización militar
podía alcanzar sus objetivos y cuestionó la supuesta unidad moral de la nación al resucitar
las divisiones sectoriales. El término clave hacia la mitad de la guerra fue el de “sacrificio”.
Los mandos militares, confrontando los límites de la disciplina y la moral tradicional, fueron
forzados en 1917-18 a optar por una persuasión más formalizada, adoptando alguna forma
de “instrucción patriótica” o educación política en reconocimiento (a menudo reticente) del
hecho de que los ejércitos de masas estaban unidos a la nación por nociones de ciudadanía
y sacrificio. Removilizar el esfuerzo nacional significaba remotivar al soldado común. La
relación entre autoridad militar y legitimidad nacional explica que las crisis militares fueron
profundamente políticas. A medida que declinaba la “auto-movilización” y el idealismo de la
fase inicial de la guerra , los gobiernos y los mandos militares enfrentaron dos peligros: un
repliegue a lo privado de soldados y civiles en relación con la guerra, con un debilitamiento
de la “moral” y la “opinión” al punto de comprometer la resistencia militar, y una
contra-movilización en favor de la paz o aun de la revolución, que podría desafiar
directamente el esfuerzo bélico. En el caso ruso, la corrosión de la legitimidad del régimen
zarista después de 1905 dejó poco más que la represión hacia 1916, lo que ayuda a
explicar por qué la removilización para la guerra y la contra-movilización en torno de ella
convergieron en la revolución de febrero de 1917.

ROMERO: La conciencia de una postguerra

Todo era inseguridad, desasosiego y desconcierto, la conciencia revolucionaria ascendía,


mientras que descendía la conciencia burguesa. Había que volver a dibujar el mapa de
Europa. Reinaba un auténtico caos que las elites no podían llegar a percibir en su esencial y
grandiosa locura. La guerra, había deshecho el prestigio de las elites. Toda estructura social
estaba en crisis y nadie sabía a ciencia cierta cuál era su lugar. Las péridas y ganancias
dejaban un saldo casi igualmente desfavorables para todos, excepto para los Estados
Unidos, que ascendía a la categoría de potencia.
El mapa de Europa estaba lamentablemente desgarrado y parecía necesario zurcirlo.
Se había vivido hasta entonces en la embriaguez del proceso técnico, se admiraba la
capacidad inventiva del hombre occidental. Ese mismo progreso se transformaba en
enemigo, y gracias a él la guerra se convertía en una empresa organizada para alcanzar un
índice espantosamente alto de destrucción y de muerte.
El verdadero pacifismo casi belicoso, estaba sostenido por sectores independientes de la
opinión pública que defendían la necesidad de racionalizar los impulsos elementales que
frecuentemente dirigen a la conducta política y ordenarlos de acuerdo con un sistema de
principios universales y no circunstanciales.

ALDCROFT: Las consecuencias económicas de la guerra y de la paz (1919-1929)

La década de 1920 fueron años de esperanza y vigor. Estuvo limitada por las secuelas de la
guerra y los comienzos de una grave depresión económica. Los políticos de la época no
repararon en la fragilidad del mecanismo económico y financiero internacional que la guerra
había hecho añicos.Ni que la economía internacional anterior a 1914 era intrínsecamente
inestable.
Los tratados de paz y el nuevo mapa de Europa
La guerra debilitó seriamente a Europa, tanto en el aspecto económico como en el político,
y dio origen a numerosos focos de inestabilidad. Lo que contribuyó a obstaculizar la
reincorporación de Europa a la economía internacional no fue la destrucción física per se,
sino las consecuencias a largo plazo derivadas de las disposiciones de los tratados de paz y
las respuestas que provocaron. El ejercicio de pacificación fue de los mayores desastres de
la historia. Los tratados buscaron la seguridad, impusieron fuertes sanciones a los vencidos
y llevaron a cabo importantes cambios territoriales en el mapa de Europa. Las nuevas
formaciones territoriales fueron un desastre de principio a fin, dieron origen a interminables
problemas políticos, económicos y sociales. El antiguo imperio austro-húngaro quedó
desmembrado y, en su lugar, aparecieron varios estados débiles, aquejados de graves
tensiones políticas y sociales. Hacia 1920, la unidad política y económica de la Europa
oriental y central había desaparecido, dando lugar a un vacío político y económico.
Habida cuenta de las condiciones políticas y sociales de la época y de la pobreza de
muchos de los nuevos Estados, probablemente había pocas opciones alternativas de
política económica.
Estos Estados no sólo hubieron de hacer frente a los problemas ordinarios de la
reconstrucción, sino que tuvieron que crear, literalmente, nuevas administraciones y
economías nacionales a partir de la heterogénea colección de territorios que habían
heredado. Las vías de comunicación y los vínculos comerciales se cortaron, los centros
industriales se dividieron y/o separaron de las zonas productoras de materias primas y de
sus mercados, y las antiguas rutas comerciales quedan obstaculizadas por aranceles y
prohibiciones. El nuevo orden territorial creó más problemas de los que resolvió, y debilitó a
Europa política y económicamente en una época en la que gran parte del continente ya se
encontraba en la miseria debido a los esfuerzos de la guerra. No se produjo ningún intento
serio de planificar la reconstrucción de Europa. La cooperación de los aliados desapareció
poco después de haber finalizado el conflicto. La inflación, la depreciación de la moneda y la
regulación del comercio exterior fueron las principales medidas para mitigar la situación.
Una solución bastante drástica fue el recurso de la inflación y la depreciación de la moneda
como manera de resolver las dificultades presupuestarias y la baja capacidad productiva.
Según Aldcroft, los costes fueron superiores a los beneficios. Inicialmente, la inflación y la
depreciación de la moneda estimularon la actividad económica, las exportaciones y el
empleo, pero cuando la inflación se desbocó, reportó más perjuicios que beneficios. La
industrialización forzada dio origen a empresas ineficientes y a un exceso de capacidad
productiva, y el desarrollo se reflejó más en la creación de capacidad y en la especulación
en activos que en un aumento de la producción.
Alemania y la cuestión de las reparaciones
Alemania fue derrotada , aunque no se la podía descartar como gran potencia. Los aliados
comenzaron imponiendo fuertes sanciones como pérdidas territoriales y de activos, un
control de seguridad que incluía la desmilitarización y la ocupación de zonas claves de
Alemania y reparaciones por los daños causados por la guerra. Había falta de disposición
política y psicológica para aceptar la culpabilidad de la guerra y las reparaciones. En 1920 el
crecimiento económico fue débil, y la economía alemana no actuó en modo alguno como
locomotora para el resto de Europa. Además, la crisis inflacionista no hizo nada para
mejorar la estabilidad de la economía alemana.
El restablecimiento del statu quo
Los políticos contemporáneos tenían ideas diferentes sobre lo que constituía la prioridad
política fundamental del momento; se consideraba que era la restauración más rápida
posible del sistema económico liberal mundial que había existido durante el s.xix, que
abarcaba la ausencia de controles, el libre comercio y el patrón oro. Este último despertaba
una fe casi mística en las mentes de los contemporáneos, quienes consideraban su
restablecimiento como la clave para el retorno de la prosperidad europea y mundial.
Es dudoso que las propiedades estabilizadoras del sistema monetario de la preguerra
fueran tan poderosas como muchos contemporáneos imaginaban. El aparente éxito del
sistema se debió a la armonía económica entre los principales países que utilizaban patrón
oro. Durango algunos años. los tipos de cambio han bailado y saltado con inagotable
energía, esta inestabilidad no solo ha hecho extraordinariamente difíciles las transacciones
comerciales, sino que ha excluido la posibilidad de establecer un programa económico
detallado para el futuro. La experiencia reciente con los tipos de cambio flotantes nos
permite comprender mejor los motivos que llevaron a los políticos de la década de 1920 a
volver a imponer un sistema ordenado de tipos de cambio. El proceso de estabilización
monetaria resultó sumamente prolongado. Este establecimiento poco sistemático de los
tipos de cambio fijo se llevó a cabo sin una referencia adecuada a las variaciones que se
habían producido en los costes y precios relativos desde 1914. El resultado fue un sistema
de tipos de cambio fundamentalmente inviable.
La respuesta a los cambios estructurales
El período de entreguerras puede considerarse una crisis de transformación estructural
prolongada de la economía europea. El crecimiento y la estabilidad se vieron afectados por
los formidables problemas estructurales que siguieron a la guerra y por la lentitud con la que
se produjo el ajuste. La baja productividad de la agricultura y de numerosas industrias
manufactureras y el desempleo generalizado mantuvieron bajos la producción nacional y la
renta y obstaculizaron el camino hacia una rápida expansión general. En algunas zonas de
Europa occidental el gran problema lo constituía la gran proporción de recursos
inmovilizados en una agricultura ineficiente en un momento en que el mercado para los
productos de este sector estaba debilitándose. La transferencia de recursos de la agricultura
fue lenta y desigual, y las tasas de acumulación y niveles de renta continuaron deprimidos.
También tuvo como resultado la pérdida de mercados, la sustitución de importaciones, tanto
en los países nuevos como en los viejos, y cambios técnicos en productos competitivos.
Estos hechos dejaron a las industrias básicas de Europa con un exceso de capacidad
productiva (en industria naval y carbón) , un desempleo elevado y mercados en decadencia.
Si examinamos la estructura de las exportaciones de productos manufacturados europeos,
se pone de manifiesto que la capacidad de Europa para competir con eficacia en los
mercados mundiales estaba estrechamente ligada a su capacidad de adaptar su estructura
productiva a los cambios en las pautas de demanda de estos productos. Así, los mayores
retrocesos después de la guerra tuvieron lugar en los grupos en expansión de transporte.
En los sectores en decadencia, el problema principal estaba en la industria textil.
La decadencia de Europa
Antes de la guerra, Europa era una fuerza significativa en la economía mundial. La guerra
hizo añicos su supremacía. Fueron las secuelas de la contienda y las políticas económicas
seguidas por los gobiernos nacionales y las potencias aliadas las que impidieron de forma
efectiva la recuperación de Europa. Los tratados de paz y la rectificación del mapa de
Europa, la gestión de las reparaciones y las deudas de guerra, la estabilización de las
monedas y la ausencia de un plan de reconstrucción coordinado se tradujeron en políticas
económicas nacionales que obstaculizaron el crecimiento y retrasaron la transformación
estructural.

STERNHELL: El nacimiento de la ideología fascista

Pregunta parcial:Desarrollar principales características y elementos de la ideología


Fascista según Sternhell
El fascismo antes de convertirse en fuerza política fue un fenómeno cultural. El crecimiento
del fascismo no hubiera sido posible sin la rebelión contra la ilustración y la revolución
francesa que barrió a Europa a fines del s.xix y principios del s.xx. La rebelión cultural
precedió a la política: la ascensión de los movimientos fascistas y la toma de poder fascista
en Italia fueron posibles sólo debido a la conjunción de la acumulada influencia de la
revolución cultural e intelectual con las condiciones políticas, sociales y psicológicas
creadas a fines de la primera guerra mundial. Solo una manifestación extrema de un
fenómeno mucho más amplio. En el desarrollo del fascismo, su marco conceptual tiene un
rol de especial importancia. La cristalización ideológica precedió a la acción política. El
fascismo no fue un paréntesis en la historia contemporánea (es decir un evento anómalo en
la historia). Es parte integral de la historia de la cultura europea. El fascismo no es solo
antiliberalista, tampoco es marxista y tampoco es nazi. El cuerpo ideológico,formado
muchos años antes de 1914, sustenta un proyecto no conformista, vanguardista y
revolucionario. El fascismo ha sido una fuerza rupturista, capaz de arremeter contra el orden
establecido y de competir con el marxismo en la mente y en la preferencia. Sternhell analiza
el pensamiento del movimiento y de las estructuras intelectuales que éste instaura en el
complejo cultural franco-italiano. La Francia del nacionalismo integral
(contrarrevolucionarios, antirrepublicanos, creencia de que la ilustración y la revolución
habían roto el contrato social original) de la derecha revolucionaria es la cuna del fascismo.
Francia también es la cuna del revisionismo revolucionario soreliano (primer componente
del fascismo, revisionismo anti materialista marxista). Se desarrolla luego en Italia.
Aliados con los nacionalistas y con los futuristas (pretendían romper con el pasado), los
revisionistas revolucionarios italianos encuentran en 1914 las tropas, las condiciones y el
jefe que les permite transformar en fuerza histórica la larga incubación intelectual iniciada a
principios de siglo. Aunque la ideología fascista no puede definirse en términos de una mera
respuesta marxismo,su nacimiento representa el resultado directo de una revisión muy
específica del marxismo. Son los sorelianos de Francia e Italia, teóricos del sindicalismo
revolucionario quienes enuncian esa nueva y original revisión del marxismo: en ello reside
precisamente su contribución al surgimiento de la ideología fascista. El ascenso del
fascismo constituye una de las caras de la Revolución intelectual científica y tecnológica
que se impone en el continente europeo cuando se aleja del s.xix y albores del siglo xx.
Esta Revolución modifica el modo de vida sacudiendo tanto el clima intelectual como las
realidades sociales. El fascismo se revela contra los sistemas establecidos: el liberalismo
marxismo positivismo y democracia. La ideología fascista es el producto de una síntesis del
nacionalismo orgánico y de la revisión antimaterialista del marxismo. Expresa una
aspiración revolucionaria fundada en el rechazo del individualismo de índole liberal o
marxista e instaura los grandes componentes de una cultura política nueva y original. una
cultura política comunitaria ante individualista y antirracionalista, basada en el repudio de la
herencia de la Ilustración y de la Revolución Francesa, en la construcción de una solución
de recambio total de un marco intelectual moral y político, único capaz de garantizar la
perennidad de una colectividad humana en la que se integrarían perfectamente todas las
capas y clases de la sociedad. el fascismo se revela contra la deshumanización introducida
por la modernización en las relaciones humanas, pero desea preservar celosamente los
logros del Progreso y nunca preconiza la vuelta a una hipotética edad de oro. el fascismo
se revela contra la modernidad en cuanto ésta. Se identificó con el racionalismo, optimismo
y humanismo del s.xvii. El fascismo aparece como una revolución de otro tipo, una
revolución que declara querer aprovechar lo mejor del capitalismo, del desarrollo de la
tecnología moderna y de progreso industrial, pretende cambiar la naturaleza de las
relaciones entre el individuo y la colectividad. La Revolución fascista se sustenta en una
economía regida por las leyes del mercado. El sistema de las ideas fascistas descansa no
solamente sobre la negación de la praxis liberal y democrática, sino también sobre el
repudio de sus principios filosóficos. así no es tanto la praxis marxista la que se cuestiona
en primer lugar cuanto el contenido racionalista hegeliano del marxismo, lo. por
antimaterialismo se entiende aquí el repudio de la herencia racionalista individualista y
utilitaria de los siglos 13 y 19. no solo se cuestiona la teoría del derecho naturales y de la
primacía del individuo sino también todas las estructuras institucionales de la Democracia
liberal.
El primero de los dos elementos esenciales constitutivos del fascismo es el
nacionalismo Tribal que aparece en la escena política de finales del siglo XIX
(nacionalismo integral). En Francia este nacionalismo se expresa en la obra de Drumont y
Maurras. En Francia fue Enrico Corradini quien expuso de una manera realmente
impresionante la naturaleza de la evolución del nacionalismo italiano, el nuevo nacionalismo
formula desde el sentido de la rebelión desencadenada contra el espíritu de la Revolución
Francesa. La vieja teoría de la colectividad, concebida como un agregado de individuos
consagrada por la revolución francesa, en adelante se sustituirá por la teoría de la
solidaridad Orgánica de la nación. La nación es un organismo comparable a un ser vivo.
Este nacionalismo total pretende ser una ética, un conjunto de criterios de conducta
dictados por el interés de todo el cuerpo, independientemente de la voluntad del individuo.
Niega la evidencia de cualquier norma moral universal y absoluta: la verdad, la justicia, el
derecho, sólo existen para servir a las necesidades de la colectividad. una visión de la
sociedad concebida como algo cerrado y compartimentado. La lucha contra los intelectuales
y contra racionalismo del que se nutren, se convierte para esa corriente de pensamiento en
una medida de salvación pública. Es antirracionalista Ya que el racionalismo es propio de
desarraigados, embota la sensibilidad mata el instinto y no hace más que aniquilar las
fuerzas motrices de la actividad nacional. Para garantizar la salvación de la nación es
necesario dirigirse al pueblo, exaltar la energía primitiva, el vigor y la viralidad que
desprende el pueblo no contaminado por el veneno racionalista e individualista. Para la
derecha revolucionaria el mérito tiene su origen en su espontaneidad y reflexión surgida del
trasfondo del inconsciente. El internacionalismo, el pacifismo deben destruirse así como el
egoísmo de la clase burguesa o el egoísmo proletario. Lo mismo cabe decir de que la
Democracia no es más que la expresión de los intereses de la clase de la burguesía.
El segundo componente esencial del fascismo que, en simbiosis con el nacionalismo
antiliberal y anti burgués, conforma la ideología fascista, es la revisión anti materialista del
marxismo. En los albores del s.xx, resulta evidente que las grandes profecías del marxismo
no se cumplen. Ya en el curso del último tercio del s.xix, el nivel de vida y el poder
adquisitivo de la clase obrera ya han aumentado, y aunque las disparidades sociales eran
las mismas, las condiciones de vida mejoran considerablemente. Por lo tanto, el período de
expansión y prosperidad crea fenómenos políticos y económicos distintos a los que Marx
pudo haber observado. Este escenario era difícilmente explicable mediante el análisis
marxista. Es el movimiento nacionalista el que recoge los frutos de esta evolución. Lo que
engendrará la revisión del marxismo es esta nueva realidad, así como el nuevo clima
intelectual que en ella se desarrolla. No pretenden diluir el marxismo e interpretarlo bajo el
prisma de la democracia, sino retornar las fuentes del marxismo para que vuelva a ser lo
que nunca debió dejar de ser: una máquina de guerra contra la democracia burguesa y
ponerla nuevamente al servicio de la revolución. En Francia e Italia comienza una revisión
anti materialista del marxismo edificada sobre una violenta crítica de la economía marxista.
Los sorelianos, inspirados en George Sorel (revisionistas revolucionarios) se mantienen fiel
a la idea de que todo progreso depende y dependerá de una economía de mercado. Jamás
cuestionan al capitalismo y se niegan a cuestionar la propiedad privada. La revolución no
puede producirse si no se dan tres condiciones y si las tres condiciones no se materializan a
la vez. El primero es el anclaje de la dinámica revolucionaria dentro de la economía de
mercado. El segundo, la introducción de catalizadores de un tipo nuevo y particular en
el marxismo. Estos dos elementos modifican el carácter del sistema. El revisionismo
soreliano, sustituye los fundamentos racionalistas de Marx. La psicología sustituye a la
economía como motor revolucionario. El tercer fundamento del revisionismo revolucionario
es la destrucción del régimen de la democracia liberas, de sus normas intelectuales y de
sus valores morales. Liberar al movimiento obrero de los partidos socialistas y sindicatos.
Ponen la nación en lugar del proletariado desalentado en la lucha contra la decadencia
democrática y racionalista. Ese proletariado ya no es más agente de la revolución
antiburguesa. Es sustituido por la gran fuerza ascendente, surgida de la modernización, de
las guerras de independencia y de la integración cultural de la Nación. La nación con todas
sus clases soldadas en el gran combate contra la decadencia burguesa y democrática. Ese
proceso llegará a su culminación antes de la guerra, y sin ninguna relación con ella. Optan
por la revolución nacional, no proletaria. La nación no será un auténtico todo hasta que no
haya conseguido integrar al proletariado. Los morelianos le aportan al fascismo la idea de
una revolución que debe erradicar el régimen de democracia liberal, y con él sus normas
intelectuales y morales, sin romper, todas las estructuras de la economía capitalista. El
fascismo incorpora la idea de que la violencia genera sublimidad.
A esta combinación de nacionalismo integral y revisionismo revolucionario se le agrega,
hacia 1920, un tercer elemento: el futurismo. Marinetti aportó la publicación del Manifiesto
futurista en 1909, el entusiasta apoyo del vanguardismo cultural. La estética se convierte en
parte integrante de lo político y de lo económico. El fascismo expresa a la perfección los
nuevos valores éticos y estéticos, No es un simple medio de movilización de masas, sino de
una nueva escala de valores, una nueva visión de la cultura. Todos los futuristas poseen
culto a la energía, del dinamismo y del poder de la fuerza, de la máquina y de la velocidad,
de los instintos y de la intuición, del movimiento, de la voluntad y de la juventud, proclaman
un soberano desprecio por el viejo mundo burgués, entonan un canto a la necesidad y
belleza de la violencia. Representó un nuevo ideal de lo hermoso y lo admirable. Este era el
verdadero denominador común de los revisionistas revolucionarios, los nacionalistas
y los futuristas: su odio hacia la cultura dominante y su deseo de reemplazarla por
otra alternativa. La guerra juega un papel determinante en la cristalización final de la
ideología fascista. La guerra demuestra la enorme capacidad del sacrificio del individuo, la
superficialidad de la idea de internacionalismo y la facilidad de movilización de todas las
capas de la sociedad al servicio de la colectividad. La guerra pone de relieve la importancia
de la unidad de mando, de la autoridad del liderazgo y de la movilización moral de la
educación de masas y de la propaganda como instrumento de poder. Para los fascistas la
guerra demuestra en gran medida que las masas avanzan a golpe de mitos y de
sentimientos quieren obedecer y la democracia solo es una cortina de humo. La guerra crea
las condiciones de la renovación moral y espiritual.

FITZPATRICK:LA REVOLUCIÓN RUSA

Pregunta parcial: Punto de vista económico y político de la Nep


1-- 1917: Las revoluciones de febrero y octubre:
Cuando en febrero de 1917, la autocracia se derrumbó, la solución política parecía ser una
democracia, antecedida de una asamblea constituyente, con un nuevo gobierno provisional
que representaría a la elite, mientras el recientemente revivido soviet de Petrogrado
(consejo de trabajadores de San Petersburgo) representaría a la voz del pueblo,
formándose un poder dual, y este sería una fortaleza en lugar de una debilidad. Sin
embargo, ocho meses más tarde, las esperanzas y expectativas puestas en esta dualidad,
se habían derrumbado, al tiempo que la revolución popular se volvió cada vez más radical,
mientras que la revolución de la elite se desplazaba hacia una posición conservadora en
defensa de la propiedad, la ley y el orden. La Asamblea Constituyente se reunió, pero no
consiguió nada y terminó por ser disuelta, a la vez que los remanentes del antiguo ejército
zarista convocaban a sus fuerzas para combatir a los bolcheviques. Se esperaba que la
revolución llevase la democracia liberal a Rusia, lo que en realidad llevo fue la anarquía y la
guerra civil. La política democrática que prosiguió a febrero fue subvertida y culminada por
la toma del poder en un golpe organizado por parte de los bolcheviques.
¿A dónde se remontan los orígenes del totalitarismo soviético? Por un lado, el partido
bolchevique se nutrió de nuevos integrantes y supero en número a todos los demás
partidos, particularmente con muchos afiliados en las fábricas y en las fuerzas armadas,
logrando volverse para mediados de febrero en un partido de masas. En segundo lugar, el
partido se caracterizaba por la falta de acuerdo, incluso en las cuestiones más básicas,
donde el único acuerdo era quizás la intransigencia respecto a una política de coalición y
compromiso con los demás partidos, sino que se mantuvieron en las calles, con la
muchedumbre revolucionaria. A medida que se desintegraba el poder dual, este se veía
desacreditado, y solo los bolcheviques quedaron en una posición de beneficio.
El poder dual (relación entre el soviet de Petrogrado y el gobierno provisional) se
interpretaba en términos de clase como una alianza entre burguesía y proletariado, pero
para el verano de 1917, el frágil consenso se había visto comprometido, con una sociedad
urbana en rápida polarización entre la derecha comprometida con la ley y el orden y la
izquierda revolucionaria.
Las alternativas que se percibían al consenso y al compromiso eran, la dictadura y la guerra
civil, alternativas que, sin embargo, parecía se iban a elegir.
La revolución de febrero y el “poder dual”: En los días que siguieron a la abdicación de
Nicolas II el gobierno provisional autodesignado que se haría cargo de las
responsabilidades del antiguo consejo de ministros imperiales no tenía un mandato
electoral, y derivaba su autoridad de la ya extinta Duma, del consentimiento del comando
supremo del ejército, y de acuerdos informales con organizaciones públicas. Dada su
fragilidad y su falta de legitimidad formal, la asunción del poder por parte del nuevo gobierno
parecía bastante fácil. Además, el gobierno provisional debía enfrentarse a una segunda
autoridad autoconstituida, que se había formado con la revolución de febrero, el soviet de
Petrogrado. Había un poder dual, donde mientras el gobierno provisional estaba formado
por liberales, el comité ejecutivo del soviet se componía de intelectuales socialistas, sobre
todo mencheviques, estos se proponían como custodios del gobierno provisional, en
defensa de los intereses de la clase trabajadores.
Recurrentemente había conflictos entre el soviet y el gobierno provisional, por temas de
política laboral, reclamos de tierra de campesinos, y en referencia a la guerra, donde se
mantuvo una posición defensiva, pero no se abandonó la guerra. Si bien no era una buena
relación, eran mutuamente dependientes, y el vínculo se estrechó más, cuando en mayo se
formó una coalición liberal-socialista (donde los últimos aceptaron ingresar como parte de
su deber por la estabilidad política)
Los bolcheviques: Para el momento de la revolución, prácticamente todos los bolcheviques
que se habían exiliado, ya habían vuelto a Rusia. Tras llegar, el análisis de Lenin de la
situación política rusa fue una tesis belicosa e intransigente. Proponía el ingreso a la
segunda etapa revolucionaria, donde se derrotaría finalmente a la burguesía y dejar de
respaldar al gobierno provisional. Acusaba al soviet de haber caído en manos burguesas, y
predecía que los soviets serían las instituciones claves en el traspaso de la autoridad, de la
burguesía al proletariado. De a poco, los bolcheviques ganaban apoyo popular, al mismo
tiempo que los socialistas de coalición lo perdían, sin embargo, estaban aun en una minoría
en el congreso de junio de los soviets, y debía ganar en alguna elección de las principales
ciudades. En general, las bases eran la principal fuerza del movimiento, lo cual también se
vio en el crecimiento espectacular de los afiliados al partido.
La revolución popular: Para la primavera de 1917, el ejército ruso en el frente oriental era en
el mejor de los casos, una fuerza de combate dudosa. Bajo una mirada marxista, estos eran
proletarios, producto de su empleo, pero lo que es más importante, es que estos así se
concebían, como proletarios. Esto genero un antagonismo de clase entre los oficiales, y las
tropas.
Por otro lado, la revolución de febrero había dado nacimiento a muchas organizaciones
obreras, en todos los centros industriales del país, particularmente en Moscú y Petrogrado,
y se hacían no solo a nivel metropolitano (como el soviet de Petrogrado), sino a niveles más
básicos de distrito urbano, donde la dirigencia surgía de los propios obreros. Se organizaron
en este marco comités de fábrica y nuevos sindicatos, siendo las primeras organizaciones
más radicales. Para mayo de 1917, los bolcheviques tenían una posición dominante en los
comités de fábrica de Petrogrado. Estos comités, funcionaban como elementos de “control
obrero”, en el sentido de la supervisión, y en los hechos, incluía también las tareas de
administración. Este cambio se dio a medida que los obreros se volvían cada vez más
militantes, y los bolcheviques ganaban influencia. Apareció así una conciencia, donde los
trabajadores, debían ser los amos de sus distritos, ciudades y del país. Los bolcheviques
por su parte, si bien no querían que se hiciera realidad esa “democracia obrera”, sino que
buscaban una dictadura del proletariado, no dudaron en aprovechar el fuerte apoyo que
tenían en los comités de fábrica.
Las crisis políticas del verano: Cuando a mediados de junio, una gran ofensiva en el frente
polaco fracasó, la moral militar se desintegró aún más, y los alemanes comenzaron un gran
contraataque. La deserción aumentó, la credibilidad del gobierno se redujo, y la tensión
entre ejército y gobierno se incrementó. La crisis estalló cuando a comienzos de julio, se
retiraron todos los ministros liberales, y renunció la cabeza del gobierno provisional. En
medio de esta crisis, Petrogrado reingresó a la violencia callejera, pero con un Lenin que
llamó a terminar el desorden, la multitud terminó por desarmarse.
Esta situación, demuestra la fuerte oposición hacia el gobierno provisional y el poder dual, y
el apoyo de los marineros de Kronstadt. Pero en otro sentido, fueron un desastre para los
bolcheviques, al ser tomados por sorpresa, no tenían nada planeado, y fueron además
culpados por el gobierno provisional y los socialistas moderados del soviet, y muchos de
sus dirigentes terminaron por ser arrestados. Ante el miedo por la vida de Lenin, este se vio
obligado a pasar a la clandestinidad y escapar a Finlandia.
Lo mismo puede decirse de los problemas del gobierno provisional, donde la coalición
liberal-socialista estaba en constante tensión. En agosto la derecha intentó hacer un golpe,
pero fallo debido a la poca energía de sus tropas, y la gran defensa de los obreros de
Petrogrado, situación tras la cual los soldados ni siquiera lograron ingresar a Petrogrado. El
golpe más duro lo sufrió el ejército, donde tras el arresto de su comando supremo (quien
había liderado el intento de golpe) quedaron desmoralizados y confundidos, y con una
relación que se deterioraba entre oficiales y sus tropas. Por otro lado, quien más gano fue la
izquierda, ya que había visibilizado el poder del sector obrero. La fuerza de los bolcheviques
radicaba en que eran el único partido que no estaba comprometido por su asociación con la
burguesía ni el régimen de febrero.
La revolución de octubre: Tras el intento del golpe, los bolcheviques ganaron la mayoría en
el soviet de Petrogrado, el 31 de agosto, y el de Moscú el 5 de septiembre, momento en que
Lenin, desde Finlandia llamaba al partido para que se prepare hacia la insurrección armada.
Kerensky (líder del gobierno provisional) no adopto medidas preventivas decisivas contras
los bolcheviques, y el control por parte de estos del comité militar revolucionario de
Petrogrado, hizo que organizar un golpe fuese bastante fácil.
La insurrección comenzó el 24 de octubre, cuando las fuerzas del comité
militar-revolucionario ocuparon instalaciones gubernamentales clave, sin encontrar casi
resistencia violenta. Para la tarde del día siguiente, el golpe había triunfado, sin haber caído
únicamente el palacio de invierno, donde residían los integrantes del gobierno provisional,
sin embargo, durante la noche este cayó. De esta manera, el régimen de febrero había sido
derrotado, y el poder pasó a los triunfadores de octubre.
Cuando los delegados para el congreso de los soviets llegaron, con un mandato que
respaldaba la transferencia de todo el poder a estos, los bolcheviques no eran el único
grupo presente. Si bien tenían una posición dominante, no poseían la mayoría. Tras el
congreso se decidió que todo el poder pasaba a los soviets de obreros soldados y
campesinos en todo el país, y que las funciones del gobierno central serian asumidos por un
nuevo consejo de comisarios del pueblo, con Lenin a la cabeza y Trotsky como comisario
del pueblo (ministro) de asuntos exteriores.
2- La NEP y el futuro de la revolución
Finalizada la guerra civil, los bolcheviques se enfrentaron a los problemas internos y el caos
administrativo que esta dejó. Había más de cinco millones de hombres en el ejército rojo, y
se debía dar de baja a muchos de estos. Para 1921, dos millones habían sido dados de
baja, lo cual planteaba el problema de donde insertar a esos dos millones de personas. El
destino del núcleo de obreros industriales era otro problema, ya que el cierre de industrias,
el ascenso a tareas administrativas, y el abandono de ciudades por la falta de comida, había
reducido el número de obreros de 3,6 millones en 1917, a 1,5 millones en 1920.
Por otro lado, originariamente los bolcheviques contaban con que el proletariado europeo
apoyara la revolución, pero la esperada ola revolucionaria, nunca sucedió, lo cual llevo a
Lenin a decidir que ante la falta de apoyo externo era necesario que los bolcheviques
obtuvieran el respaldo del campesinado ruso.
El primer paso para remplazar la economía del comunismo de guerra fue finalizar las
requisas de productos a los campesinos y sustituirlas por un “impuesto en especie” lo cual
dejaba a los campesinos con un excedente comerciable, y se reinstauró el comercio privado
legal a pequeña escala, en un intento por aplastar el mercado negro. La nueva política
económica, se conoce como NEP, fue una respuesta improvisada y desesperada, pero que
dio muy buenos resultados en poco tiempo. En lo industrial, se abandonó el plan de
industrialización nacional total, y se permitió al sector privado continuar, se invitó a
inversores extranjeros, y se redujo el presupuesto del gobierno central, al tiempo que se
buscaban aumentar los ingresos. Desde el punto de vista comunista, el NEP fue un
retroceso.
La disciplina de la retirada: El NEP fue una retirada estratégica, cuyo propósito final era la
restauración de una destrozada economía, dando a su vez concesiones al campesinado, la
intelligentsia y la pequeña burguesía, para darles tranquilidad, relajar los controles sobre la
vida económica, cultural y social, y una sustitución de la coerción por la conciliación. Sin
embargo, en lo referido a la política, los demás partidos debían (y fueron) muy restringidos,
y todos los partidos que no fueran del gobernante partido comunista (nuevo nombre del
partido bolchevique), fueron proscriptos. De forma simultánea, la disciplina al interior del
partido se estaba reexaminando; todos los bolcheviques aceptaban el principio del
centralismo democrático (los afiliados del partido podían discutir libremente cualquier idea,
pero una vez que se tomaba una decisión, todos debían seguirla). Para 1917, dentro del
partido bolchevique, sin embargo, ya se habían generado dentro de la dirigencia distintas
facciones por temas políticos, y en contrariedad con el principio del centralismo
democrático, muchas de estas divisiones continuaban después de perder la votación final.
Tenían una versión propia de la política parlamentaria, donde los partidos eran remplazados
por facciones.
Lenin se propuso destruir a las facciones y el faccionalismo dentro del partido, para lo cual
llevo a cabo tácticas facciosas y hasta conspirativas. En una jugada sorpresa, Lenin
presento al congreso una resolución de “la unidad partidaria”, que ordenaba la disolución de
las facciones existentes y la prohibición de toda faccionalizacion al interior del partido.
Aunque se dijo era solamente temporal, ocurrió que esto no fue así. Por otro lado, una de
las cláusulas secretas de esta resolución, era la posibilidad de expulsar a cualquiera de los
integrantes considerado culpable de faccionalismo.
El problema de la burocracia: Como revolucionarios que eran, los bolcheviques estaban en
contra de la burocracia, por lo que se llamaban a sí mismos, “cuadros” y “órganos” del poder
soviético. Pero el propósito de los bolcheviques era hacer un cambio en la sociedad, no solo
gobernarla, y esto requería de una maquinaria burocrática, ya que, por otro lado,
rechazaban la idea de que la sociedad fuera capaz por sí misma de autogobernarse, o de
transformarse de forma espontánea. La antigua burocracia gubernamental, ahora bajo el
control de los soviets, empleaba aun a muchos de los funcionarios y expertos propios de la
era zarista. Pese a no gustarles, los necesitaban de forma temporal hasta que el partido
hubiera logrado entrenar a suficientes expertos.
Sin embargo, esta visión de aceptación momentánea de colaboración, aceptada por la
mayoría de los dirigentes del partido, era a su vez rechazada por la mayoría de los demás
comunistas, que tenían poca idea del tipo de experiencia necesaria para los cargos más
altos del gobierno.
Cuando los comunistas decían que no querían una burocracia, lo que decían era que no
querían una maquinaria administrativa que no pudiera o quisiera responder a ordenes
revolucionarias, al tiempo que, si querían, contar con una estructura administrativa que si
les respondiera. Por otro lado, la mayoría de los comunistas creía que estos órganos,
debían estar formados por ex obreros.
En 1921, la clase obrera industrial estaba en ruinas, pero para 1924, la reactivación
económica había allanado algunas de las dificultades, y la clase obrera comenzaba a
recuperarse. Para 1927, el partido comunista tenía más de un millón de reclutas entre
afiliados plenos y aspirantes.
La lucha por el liderazgo: Lenin murió en 1924, pero desde 1921, con una salud deteriorada
ya había comenzado a apartarse de la política. Su sucesión política desde entonces se dio
por medio del politburó del partido, principal sede del poder. Entre sus 7 integrantes se
encontraban Trotsky y Stalin. Al morir acordaron ninguna aspirar a dirigir, y gobernar en
conjunto. Por su parte Lenin había caracterizado a los dos más destacados para dirigir a
Stalin y Trotsky, aunque el primero no debía de hacerlo.
Por su parte, Stalin, una vez que gano la crucial batalla de 1923-1924, paso a consolidar su
ventaja de forma sistemática. De una forma u otra, había dos posturas, la de Stalin, y la de
las nacientes facciones (prohibidas, y que al ser descubiertos eran exiliados, encarcelados,
etc.) que se quejaban de la burocratización del partido, y el asesinato de Stalin de la
tradición democrática interna del partido.
Construyendo el socialismo en un país: Desde el poder, los bolcheviques resumieron sus
objetivos como la “construcción del socialismo”. Se quería desarrollar y modernizar, instalar
fábricas, ferrocarriles, máquinas y nuevas tecnologías. Ampliar la educación, y calificar a los
obreros e ingenieros. Sin embargo, tras el censo de 1926, los resultados fueron que la
población rusa estaba menos urbanizada que en 1897, producto de los desastres de la
guerra civil. En ese sentido la introducción del NEP en 1921, fue entender, que era
necesario el apoyo momentáneo de los pequeños capitalistas. En las ciudades se permitió
revivir el comercio y la industria privada en pequeña escala, y en el campo los campesinos
podían hacer lo que quisieran con su tierra, siendo preferible un capitalismo rural a pequeña
escala, que uno de cultivo de subsistencia.
Sin embargo, la actitud fue ambivalente hacia el sector privado: Los necesitaban para
restaurar la economía, pero al ser al fin y al cabo capitalismo, repugnaba a la mayor parte
de los afiliados al partido. Por otro lado, respecto al campesinado, la intención final del
gobierno era la colectivización a gran escala, pero eso era posible en el largo plazo, en el
corto se debía aceptar la continuación del pequeño burgués rural. Ahora bien, era la ciudad
y no el campo, donde los bolcheviques veían la clave del desarrollo económico, y cuando
hablaban de “construir el socialismo” lo que tenían en mente era la industrialización.
El financiamiento de la industrialización era un problema serio, y Stalin la llevo a cabo, al no
querer pedir préstamos a occidente mediante una mayor explotación del campesinado, pero
lo cual se hizo recién cuando a partir de 1927, la recuperación económica producida por el
NEP, y la recuperación del tamaño del proletariado industrial, hizo que el anuncio de nuevas
medidas no llevara al colapso al régimen. Así, menos de una década después de anunciar
el NEP, este comenzó a desintegrarse e inicio una nueva fase de transformación
económica, con el primer plan quinquenal de industrialización y colectivización de la
agricultura campesina.
3- La revolución de Stalin:
El programa industrializador del primer plan quinquenal (1929-1932), fue una revolución
desde arriba. Bajo esta, se introdujo una discursiva donde el país parecía estar en guerra,
fue en causa del “esfuerzo bélico” de la industrialización, que se llevó a cabo el primer plan
quinquenal. Bajo este, se reintrodujo el racionamiento en las ciudades, y había además un
temor relativamente alto a un conflicto militar real.
En el invierno de 1927-1928, la conducción del partido se dividió respecto a las políticas
relacionadas al campesinado, con Stalin de un lado y la “oposición de derecha” por otro. A
pesar de la buena cosecha en otoño de 1927, la comercialización de los granos fue menor a
la esperada, debido al bajo precio que el estado pagaba por este. En el contexto del
programa de industrialización, era vital un constante y alto suministro de granos, y que este
además se mantuviese barato, para aumentar así los fondos disponibles para el primer plan
quinquenal. Stalin llego entonces a la conclusión de que los Kulaks (algo así como
burgueses rurales, ponele) acumulaban el grano a escondidas para tener de rehén al
estado. La solución era a corto plazo, la coerción y el combate contra estos especuladores
agrícolas, y a largo plazo la colectivización. Esa política de coerción antes que conciliación
se puso en marcha en primavera de 1828, dando una mejora temporal en el suministro de
grano, y un marcado ascenso en las tensiones entre ambos sectores. En ese marco, una
oposición de derecha comenzaba a aglutinarse contra Stalin, quienes buscaban mantener
las políticas del NEP.
Las principales bases del poder de la derecha, eran la organización del partido de Moscú,
encabezada por Uglanov, y el consejo central de sindicatos dirigida por Tomsky. El primero
cayo en otoño de 1928 en manos de stalinistas, y el segundo unos meses después.
Aislados y sin poder real, fueron llevados a juicio en 1929. Al final, la derecha proponía un
programa moderado, de poco conflicto, pero en un partido muy belicoso.
El programa industrializador: Para Stalin, un veloz desarrollo de la industria pesada era un
requisito previo para la fuerza nacional y el poderío militar. En ese sentido, el primer plan
quinquenal, se concentró en el desarrollo del hierro, el acero, tractores (para el agro, pero
también por su fácil conversión en tanques), herramientas y maquinarias. Simultáneamente
una gran parte de la agricultura se colectivizo, y la economía mixta del NEP desaparecía
con rapidez. Para los bolcheviques de 1929, esto fue todo un hito en el camino al
socialismo.
Colectivización: En 1928 las granjas colectivas solo eran el 1,2% de la superficie sembrada,
en 1929 tras la eliminación del mercado libre de granos, la imposición de cuotas de
suministro, y los ataques a los kulaks, sumado al compromiso del partido por la
colectivización total del agro, llevaron a que los funcionarios del campo forzaran
enfrentamientos con los kulaks. Para 1931, el 62% de los hogares aldeanos había sido
colectivizado, y para 1937, el 93%. El estado recaudó todo lo que pudo de estas granjas, y
dejaba a las zonas rurales, en grandes hambrunas a lo largo de 1932 y 1933.

FIGUES

El autor trata sobre la transformación de la estructura de la sociedad a partir del plan


quinquenal (NEP 1 y 2), de la estructura política.
En 1930, Moscú creció a un ritmo trepidante. La ciudad era el centro del poder, la riqueza y
el progreso de la Unión Soviética. La propaganda la retrataba como la prueba viviente de
esa vida mejor que llegaría con el socialismo. Stalin se interesó personalmente en la
«construcción socialista» de su capital. En 1935, firmó un ambicioso Plan Maestro para la
Reconstrucción de Moscú, el Moscú de Stalin era una civilización utópica construida sobre
los huesos de los esclavos. Abrió la primera línea de metro, en 1935, las estaciones de
metro estaban construidas como palacios.
El nuevo énfasis puesto en la construcción de viviendas particulares supuso un cambio
fundamental en la política urbanística del régimen. Durante la década de 1920, cuando las
políticas eran dictadas por el sueño utópico de construir nuevas formas de colectivismo, los
bolcheviques habían creado las «casas comunales» (doma kommuny), enormes bloques
comunitarios con hileras de dormitorios para varios miles de familias obreras, con cocinas,
baños y lavaderos compartidos, lo que liberaría a las mujeres de las cargas domésticas y
enseñaría a los vecinos a organizarse para vivir colectivamente. Los constructivistas de la
Unión de Arquitectos Contemporáneos habían estado a la vanguardia de esta campaña del
régimen para obliterar la esfera privada obligando a la gente a vivir en comunidad. El
cambio de política tuvo seguramente que ver con el advenimiento de una nueva élite política
e industrial, cuya lealtad al estalinismo quedaba garantizada por sus enormes donaciones
materiales. El Plan Quinquenal había generado una excepcional demanda de nuevos
técnicos, funcionarios y administradores en todas las ramas de la economía. El primer Plan
Quinquenal marcó el auge de las Escuelas de Aprendices Fabriles (FZU), dedicadas a la
capacitación de obreros, por lo general campesinos recién llegados del campo, para
abastecer las crecientes filas de los trabajadores industriales y los puestos administrativos
de la economía. Stalin necesitaba apoyo fiable. La Gran Ruptura había provocado un caos
social y un descontento que minaba su liderazgo. Los archivos del Partido y de los Soviets
están llenos de cartas y solicitudes de innumerables trabajadores y campesinos que se
quejaban de las desgracias del Plan Quinquenal. Escribían al gobierno soviético, para
quejarse de las injusticias de la colectivización y las requisas desmedidas del grano de los
campesinos, acerca de los problemas en las fábricas, de la corrupción de los empleados y
funcionarios soviéticos y de la escasez de vivienda y de víveres en los comercios. Hubo
levantamientos y huelgas en todo el territorio. En el interior del Partido, no había oposición
formal a la línea de Stalin. En 1932, estos sentimientos comenzaron a cristalizar alrededor
de dos grupos informales. Uno de ellos se formó alrededor de los antiguos seguidores de
Trotski, de la Izquierda Opositora, en la década de 1920, quienes celebraron varias
reuniones en las que se habló de sacar a Stalin del poder. El otro grupo estaba compuesto
de elementos remanentes de la más moderada Derecha Opositora, conducidos por
partidarios de la NEP. Mediante esta purga de los antiguos y el reclutamiento de los nuevos,
la naturaleza del Partido fue evolucionando gradualmente a lo largo de la década de 1930.
Mientras que los antiguos bolcheviques perdían terreno, una nueva clase de burócratas iba
emergiendo de las huestes y filas de la industria, en su mayoría trabajadores ascendidos a
cargos administrativos (vidvizhentsi), eran hijos (y muy ocasionalmente hijas) del
campesinado y el proletariado capacitados. Esta cohorte de funcionarios se convirtió en la
columna vertebral del régimen estalinista,componían la gran mayoría de los estamentos
más altos del Partido.
La revolución traicionada (1936), donde traza las líneas principales de su teoría de un
«termidor soviético», Trotski apuntó contra la vasta «pirámide administrativa» de burócratas,
que no compartía los instintos democráticos o el culto espartano de los antiguos
bolcheviques. Les interesaba sobre todo el confort doméstico y se aferraban a las
costumbres de la familia patriarcal, y en sus gustos culturales eran conservadores, por más
que políticamente abrazaran el comunismo como ideal. Su mayor aspiración era defender el
sistema soviético, del que obtenían los recursos materiales de su bienestar y su posición en
la sociedad. Durante el Segundo Plan Quinquenal (1933-1937), el gobierno incrementó la
inversión en industrias de consumo, dedicadas a impulsar la construcción de ciudades y
fábricas. La promoción de la cultura consumista soviética fue un retroceso ideológico
enorme respecto del ascetismo revolucionario de los bolcheviques durante la primera
década de la Revolución, o incluso durante el período del Primer Plan Quinquenal, cuando
los comunistas llamaban a sacrificar la propia felicidad en aras de los objetivos del Partido.
Los líderes del Soviet ahora transmitían el mensaje contrario: consumismo y comunismo
eran compatibles. El socialismo, argumentaba Stalin en 1934, «no significa pobreza y
privación, sino la eliminación de la pobreza y la privación, y la organización de una vida rica
y culta para todos los integrantes de la sociedad». Un signo aún más acentuado de este
retroceso de la cultura ascética de la Revolución fue la importancia que empezó a darse en
el Partido al aspecto personal y la etiqueta. Para los bolcheviques de la primera hora, el
cuidado personal era antisocialista y desdeñable. Pero a partir de la década de 1930 el
Partido declaró que los buenos modales y la buena presencia eran de rigor para el joven
comunista. Se puso también un nuevo énfasis en la diversión y el entretenimiento. El
eslogan del Segundo plan quinquenal servía para sostener a los leales servidores del
Estado, y su lealtad era recompensada con mayores salarios, acceso especial a bienes de
consumo y títulos y honores soviéticos. A partir de mediados de la década de 1930, el
Partido adoptó una postura más liberal respecto de la familia y el hogar familiar. Para
muchas de esas familias, la década de 1930 fue el tiempo en que ganaron por primera vez
su propio espacio doméstico y su autonomía. El papel de los padres se veía ahora
fortalecido como una figura de autoridad que apuntalaba los principios morales del régimen
soviético en el interior del hogar. Para la gran mayoría de la población soviética, la década
de 1930 fueron años de escasez material, e incluso para la nueva burocracia, con acceso a
comercios especiales, la provisión de productos y víveres nunca era abundante. Existía una
correlación exacta entre la adjudicación de bienes materiales y el poder o la posición en la
jerarquía sociopolítica. Por debajo de la élite soviética, nadie tenía demasiadas posesiones,
la mayoría de la gente sólo tenía lo puesto, y los alimentos apenas alcanzaban para todo el
mundo. El mercado negro florecía al margen de los planes económicos. El tipo de vivienda
más común en las ciudades soviéticas era el apartamento comunal (kommunalka), en el
que varias familias convivían en un mismo apartamento, compartiendo cocina, baño y
letrina. De los apartamentos comunales como instituciones sociales con reglas y
responsabilidades específicas hacia el Estado: control de la normativa sanitaria, recolección
de impuestos, aplicación de la ley, e información a la policía acerca de la vida privada de los
ocupantes. Se suponía que los «mayores» debían ser elegidos por los habitantes de la
casa, pero lo más común era que se eligieran a sí mismos y luego fueran aceptados por sus
vecinos, ya fuese gracias a su fuerte personalidad o al lugar que ocupaban en la sociedad.
En un sistema social basado en el principio de igualdad en la pobreza, si una persona tenía
más que los demás de un determinado artículo, se presuponía que era en detrimento de la
provisión de los otros. Toda señal de ventaja material podía disparar una reacción agresiva
de cualquiera de los otros residentes, quienes naturalmente sospechaban que esos
productos habían sido obtenidos gracias al blat. La falta de privacidad era la mayor causa
de tensión.
Los ciudadanos soviéticos no tardaron en protestar contra la escasez y la inestabilidad de
los precios. Se persuadió a millones de personas para que creyeran que las desventuras y
penurias de su vida cotidiana eran un sacrificio necesario para construir una sociedad
comunista. El trabajo esforzado de hoy tendría su recompensa en el futuro, cuando la
«buena vida» soviética llegara a todos. El Plan Quinquenal tuvo un papel crucial en esta
proyección utópica. El Plan tenía como objetivo adelantar la llegada de ese futuro socialista
acelerando el ritmo de toda la economía, el objetivo era vencer al tiempo. El trabajo estaba
estructurado para ajustarse a los objetivos del Plan Quinquenal. El Partido enseñaba a sus
seguidores que estaban envueltos en una batalla a vida o muerte contra los «elementos
capitalistas» internos y externos, que tendría su fin con la victoria final de la utopía
comunista. La llegada al poder de Hitler en 1933 fue un punto de inflexión crucial en esta
lucha. Se la consideró como la reivindicación de la teoría de Stalin, que afirmaba que cuanto
más se acercara la Unión Soviética al comunismo, mayor sería la resistencia de sus
enemigos. El Partido endureció su posición, obligando a los escépticos a dejar de lado sus
dudas y a unirse contra el fascismo. Las purgas del Partido se intensificaron.

FULLBROCK: ALEMANIA 1918-1945


En noviembre de 1918 se proclamó en Alemania una república parlamentaria, la república
de Weimar, basada en un sistema político progresista, pero que se vería obstaculizada por
un duro acuerdo de paz, y por una economía inestable. Por otra parte, una gran parte de
alemanes rechazaba la democracia como forma de gobierno, y finalizo cuando Hitler fue
nombrado canciller. Es en la república de Weimar donde se deben buscar las causas
inmediatas para la subida de Hitler al poder.
La república de Weimar, sus orígenes y primeros años: En el verano de 1918, estaba claro
que Alemania había perdido la guerra, la clase media baja se veía más amenazada que
antes, y los grandes capitalistas ahora eran más fuertes; también había aumentado el poder
de la clase obrera organizada, que a costa de no parar la producción había visto como
ganaba concesiones por parte del estado. A medida que el fin de la guerra se acercaba,
crecía la tensión interna. Para finales de septiembre los lideres militares consideraron
oportuno ceder el poder a un gobierno civil y en octubre de 1918, el príncipe Max Von
Baden fue nombrado canciller, al tiempo que se introducían una serie de reformas
constitucionales, entre las que se cuentan la abolición del sufragio estamental. Estas
reformas hechas en pos de mantener el orden para un eventual regreso autoritario, se
verían sin embargo desbordadas por acontecimientos más radicales. Así en noviembre de
1918 el emperador se vio obligado a abdicar, y Guillermo III se instaló en Holanda.
El paso del imperio a la república, no logro introducir cambios radicales en la estructura
socioeconómica alemana, ni reformó los estamentos clave: El ejército, la burocracia, la
magistratura y las clases dirigentes educativas y religiosas, quienes conservaron sus
posiciones de poder e influencia. Cuando se cedió el poder, el nuevo canciller proclamó una
república la cual se debía enfrentar a la desmovilización militar, la firma de un armisticio, la
reconstrucción económica y la provisión de alimentos, así como también la redacción de
una nueva constitución.
Dos compromisos cruciales se alcanzaron rápidamente, por un lado se ganó el apoyo del
ejército, el nuevo gobierno adoptó un curso moderado y suprimía a los movimientos
radicales, por otro lado, se logró que el líder sindical y el líder industrial cerrasen un trato
que consolidaba la posición de los sindicato en favor de los obreros.
Las primeras tensiones se vieron cuando en el congreso de diciembre, donde la mayor
parte de los delegados apoyaba al SPD (Partido socialdemócrata), y sus planes para
convocar a una asamblea nacional constituyente, una minoría, criticaba su negación a
emprender el cambio socioeconómico, antes del constitucional. Al final, el USPD (Partido
socialdemócrata independiente) rompió sus relaciones con el gobierno, dejándolo a este
compuesto por miembros de su partido, y el primero termino por volverse el KPD, el nuevo
partido comunista de Alemania.
La constitución que entró en vigor el 11 de agosto de 1919 parecía muy progresista, donde
los presidentes se elegían por voto directo cada 7 años, y tenían un poder considerable
para gobernar, elegir al canciller, disolver el parlamento y llamar a nuevas elecciones. Era
un sistema de representación proporcional, con sufragio universal. Cuando en el verano de
1919, se hicieron públicos los duros términos del tratado de paz de Versalles, el gabinete
entero scheidemann renuncio.
Si bien el acuerdo de paz fue duro y exagerado por los contemporáneos, viéndolo como una
“puñalada por la espalda”, y culpando a los enemigos internos (socialistas y judíos) por la
derrota, más que por una derrota exterior.
Muchos de los problemas económicos alemanes se originan en los métodos por los que se
financio la guerra (préstamos y bonos en lugar de aumentos de impuestos), y las raíces de
la inflación ya estaban presentes antes de que la cuestión de las reparaciones la
agudizaran. Sin embargo, esta última se vio muy alimentada por la “política de
cumplimiento”, concebida para demostrar que Alemania no podía cumplir con el pago de las
reparaciones.
Por su parte, los franceses utilizaron el retraso en las entregas de carbón y madera, como
pretexto para “supervisar” la producción en la zona del Ruhr, e ingresar en ella con unos
100.000 soldados, a lo que los alemanes respondieron con una política oficial de resistencia
pasiva, negándose a cooperar con la ocupación, e interrumpiendo también la producción, lo
cual daño más a la economía alemana que a la francesa. La única solución aparente para
Alemania era la impresión de más billetes, lo cual hacia crecer aún más la inflación. El
resultado de esto fue a su vez una cada vez mayor pérdida de confianza en la república,
además de una ola de huelgas y disturbios.
Entre agosto y noviembre de 1923, el gobierno de Stresemann logro controlar la situación,
combinando una reforma monetaria, con la finalización de la resistencia pasiva en el Ruhr,
lo que acabó con la crisis económica inmediata.
Al mismo tiempo, un grupo nacionalista, entre los que se encontraba Hitler quería hacer una
toma del poder, pero perdieron el apoyo de los socios más poderosos, y entre otros, Hitler
recibió una sentencia de 5 años, de los cuales solo cumplió algunos meses. En su tiempo
reflexionó, y se decidió a hacer una toma del poder por la vía legal, para conseguir luego
fines antiparlamentarios.
El periodo de estabilización aparente: Hacia 1924, la sensación era que muchos de los
problemas iniciales de la república se habían solucionado. En este periodo Streseman, fue
nombrado ministro de asuntos exteriores, hasta su muerte en 1929, tiempo en el cual logro
varios objetivos. Consiguió regularizar las relaciones con sus vecinos occidentales, recuperó
posición en el sistema internacional ingresando a la liga de las naciones en 1926, se declaró
la neutralidad con Rusia, consiguió una refinanciación de las reparaciones con la ayuda de
Estados Unidos para su pago con préstamos internacionales. En 1925, las tropas francesas
abandonaron el Ruhr, y en 1927 se retiró la comisión encargada de vigilar el desarme
alemán.

A pesar de todo, a partir de 1923, los empresarios comenzaron a ver como podían liberarse
del estado intervencionista, y en muchos sentidos benefactor de los sindicatos. Fue así
como comenzaron a planear un ataque contra la república. Además, el país tenía el
problema de su dependencia de los préstamos internacionales para sobrevivir, por lo que su
posición era muy frágil. Pese a la aparente estabilización que se había logrado, la cantidad
de personas realmente comprometidas con el nuevo sistema político, eran pocas.
Cuando en 1925, el mariscal de campo Hindenburg llego al poder como nuevo presidente,
comenzó a buscar la manera en que virar el gobierno hacia la derecha autoritaria. Producto
de las características proporcionales de la política de Weimar, más el alto número de
pequeños partidos que no se ponían de acuerdo, el sistema termino por perder la poca
credibilidad que tenía.
La caída de la democracia de Weimar: La caída de esta, se vio muy afectada por la crisis
económica del 30, producto de la dependencia a los préstamos de corto plazo de Estados
Unidos, tras su inmediato retiro estos perdieron toda financiación. Aumentó rápidamente el
desempleo, superando los 6 millones hacia 1933.
La principal y mayor consecuencia, fue la caída del gobierno de Müller, y en marzo de 1930
se abandonó todo intento democrático, nombrándose al primer gabinete presidencial, sin
acuerdo con el parlamento, y volviéndose habitual el uso de los estados de emergencia,
mientras se reducían las sesiones parlamentarias. A esto se le suma los ataques al sistema
por parte de la antigua elite, y el surgimiento de un partido de masas, dirigido por Hitler,
quien había conseguido en 1932, 230 escaños, sumados a los 89 del KPD, representaban
una mayoría antiparlamentaria que no negociaría con el gobierno de Von Papen. Sin
embargo, cuando la crisis comenzó a pasar, y los nazis a perder votos, fue que cayó la
democracia de Weimar, y Hitler fue nombrado canciller alemán el 30 de enero de 1933.
La ideología de Hitler era abiertamente antidemocrática, y su discurso amplio podía
adaptarse fácilmente a muchos escenarios políticos.
La consolidación del poder de Hitler: Sin embargo, Hitler aun debía consolidar su poder,
llamando a elecciones el 5 de marzo de 1933, y aun sin conseguir la mayoría absoluta en
las urnas, sino que gano el 43,9 % de los votos, mientras la izquierda tenía más del 30%, y
los centro y liberales unidos un 18%. A pesar de no llegar a los 2/3 necesarios para hacer
un cambio constitucional, logro el apoyo de los partidos del centro y los de derecha, para
acabar con la democracia, además se aseguró de se aprobará la ley de plenos poderes,
ganando así el poder de aprobar cualquier ley que este quisiera. En la administración se
hizo una purga de judíos y de opositores. En mayo se disolvieron los sindicatos, los cuales
se convirtieron en el “frente laboral nazi”, y el 30 de enero de 1934, se abolió la cámara alta
del parlamento, y se acabó con el sistema federal. Cuando murió el presidente Hindenburg,
unió ambos cargos, nombrándose así Furher y hacerse con el cargo de mando de las
fuerzas armadas. También se asesinó a dirigentes de la SA y otras enemistades.
Al tiempo que se tomaban medidas en pos de la sumisión de los alemanes, también
buscaba ganarse su apoyo. Siendo los fines básicos de la política económica nazi, la
autarquía, y la preparación para la guerra. El desempleo se logró reducir, hasta la escasez
de mano de obra, y se llevaron a cabo proyectos para fomentar el sentimiento de
pertenencia a la comunidad nacional (la belleza del trabajo o a la fuerza por la alegría).
A nivel de la opinión popular, si bien no se puede negar la existencia de muchos nazis muy
convencidos, había también muchos que se unieron a las organizaciones nazis, por motivos
de conveniencia. La gente vivía por lo general a un nivel muy cotidiano, aceptado o
quejándose de políticas particulares, peros sin desarrollar una imagen en su conjunto.
Había un área de interés restringida. Por otro lado, los protestantes eran a veces de
resistencia, aunque en apoyo de las medidas anticomunistas y de los objetivos
conservadores-nacionalistas del régimen, mientras los católicos fueron muy de a poco
desarrollando una mayor resistencia, producto de las injerencias del régimen hacia su
religión.
En general, el pueblo alemán en los años anteriores a la guerra vivió una mezcla de
coerción y consentimiento.
Política exterior y guerra: Los objetivos de la política exterior de Hitler eran claros: Revisar el
tratado de Versalles, incorporar a Austria, transformar a Checoslovaquia y Polonia en
estados satélites y finalmente conseguir el dominio del mundo. En general se buscó
conseguir la mayor parte de estos objetivos por la diplomacia, mientras se dedicaban
muchas energías al rearme del país.
En marzo de 1935 se anunció la existencia de una fuerza aérea alemana y de un rearme
generalizado, así como la introducción del servicio militar obligatorio. Además, Hitler
rechazaba los pactos colectivos en favor de acuerdos individuales con países concretos.
1. En marzo de 1936 se remilitarizo Renania. Ese mismo año se anunció que en 4
años debían estar preparados para la guerra, por lo que se anunció el plan cuatrienal.
Además, la guerra civil española unió a Italia y Alemania tras el Eje, a la que se agregaría
Japón en 1938.
2. En 1938 se llevó a cabo la Anschluss (anexión) de Austria, pese a la prohibición en
el tratado de Versalles de esta, y sin reacción de los demás países.
Por otra parte, la anexión de Checoslovaquia, tras tensiones mutuas, el primer ministro
británico, Chamberlain medio y se acordó la cesión de territorios a Alemania, Luego la
entrada total de las tropas alemanas se dio sin resistencias, producto de que las líneas de
fuertes habían sido dadas por el acuerdo anterior.
3. En Polonia, la reacción de las demás potencias fue mayor. El 31 de marzo los
británicos habían garantizado la independencia polaca, aunque Hitler pensó que no iban a
realmente salir a defenderla. El 23 de agosto de 1939, se firmó un pacto con Stalin para la
invasión conjunta de Polonia y su división, de corte puramente estratégico, invadiendo el
territorio polaco el 1 de septiembre de 1939, y 2 días más tarde, Gran Bretaña y Francia le
declaraban la guerra a Alemania.
4. Hacia 1940, con una Polonia derrotada, Hitler volvió su atención hacia el norte y el
oeste, primero tomo Escandinavia, y luego en mayo de 1940, derrotó a Francia y la
instauración del dócil gobierno de Vichy.
5. En la primavera de 1941 ataco Yugoslavia y Grecia.
6. Ese mismo año, atacó en el verano a la Unión Soviética, iniciando una guerra en dos
frentes que resultaría desastrosa, y daría hacia 1943, pie al contraataque ruso tras la
derrota en Stalingrado.
7. También en ese año ingreso USA a la guerra, tras el ataque japonés a Pearl Harbor,
y por la alianza de estos con Alemania, convirtiendo una guerra europea en una guerra
mundial.
8. Desde 1943, y tras derrotas en el norte de África, los ataques de la RAF sobre
Alemania, las derrotas en Italia y la destitución de Mussolini, Hitler se volvió hacia sí mismo
y se retiró cada vez más.
Holocausto. Resistencia y derrota: En un lento proceso comenzado en 1933, los judíos
habían sido identificados, estigmatizados y excluidos de la “comunidad nacional”. Con la
guerra, y la anexión de nuevas tierras con comunidades judías mucho más grandes, fue
necesario el desarrollo de nuevas técnicas de exterminio masivo. Esto llevo al desarrollo de
enormes campos de concentración y asesinato, donde de forma organizado y
burocratizada, se asesinaron a más de 6 millones de judíos, así como la casi total
aniquilación de gitanos y la muerte de numerosos opositores.

TRAVERSO:
Pregunta parcial: Analice el contexto internacional hacia el final de la II Guerra mundial, el
rol de las potencias vencedoras y el concepto de justicia política utilizado por Traverso al
hacer referencia a los juicios de Nuremberg.

Al finalizar la Segunda guerra mundial, Europa es un montón de ruinas. Millones de


muertos, pérdidas de población gigantescas. Centros urbanos arrasados por bombardeos,
red vial dañada. En 1945 Alemania no es una nación vencida y temporalmente ocupada por
fuerzas que la reconocen como Estado Beligerante. Alemania ha cesado de existir como
Estado desde el punto de vista del derecho internacional. Su estado corresponde más al de
la “debellatio”. Si el país recobra su independencia en 1949 tras el estallido de la guerra fría
no es es en virtud de un tratado de paz, sino por la voluntad de sus ocupantes de crear dos
Estados separados.
La salida de una guerra civil supone la creación de un nuevo orden por parte de los
vencedores y la aplicación de su justicia. El vencido no sobrevive como entidad institucional
política al aceptar las condiciones del vencedor, es inculpado, condenado y ejecutado por el
vencedor. El hecho de que el enjuiciamiento del enemigo satisfaga una necesidad de
justicia y aparezca como éticamente fundamentado, incluso necesario, a ojos de la opinión
internacional, no disminuye en los más mínimo su carácter eminentemente político. Lejos de
imponerse por encima de los partidos en cuestión, el derecho funciona en estas
circunstancias como un instrumento a disposición de los vencedores cuya victoria se mide
también desde el punto de vista del impacto simbólico de la justicia política. El
enjuiciamiento político sirve para consolidar y legitimar la victoria. La justicia política
apaciguar los sentimientos y desactiva el potencial explosivo. La justicia política es a la vez
una necesidad y una conveniencia.
Justicia política
El proceso de Nuremberg es bastante improvisado. Los acusados son jefes nazis caídos en
poder de los vencedores. Se conviene juzgar también a los responsables capturados por las
fuerzas soviéticas. Aunque la lógica del proceso de Nuremberg se esbozaba hacía más de
dos años. En 1943 Stalin proponía ejecutar a responsables del Tercer Reich, idea
descartada por Churchill. Los soviéticos tomaron rápidamente conciencia de la importancia
de que existiera un juicio. Es esta lógica lo que lleva a la creación del Tribunal militar
internacional (TMI) de Nuremberg. La idea de confiar la organización del proceso a la
justicia de un país neutro no fue jamás siquiera considerada, puede haber sido neutral
durante esta guerra no aparecía como una virtud. El TMI es por lo tanto, instituido por los
vencedores sobre la base de reglas fijadas por ellos en el curso de la guerra. En 1919 el
tratado de Versalles preveía algo parecido, pero Alemania y Holanda se negaron. La
jurisdicción de la corte de Nuremberg alcanza tres dominios esenciales: los crímenes de
guerra (violación del derecho internacional y conspiración), crímenes contra la paz (violación
de leyes y costumbres de la guerra), crímenes contra la humanidad (deportación,
esclavización y exterminio de poblaciones civiles, implimentados sobre la base de principios
políticos, raciales o religiosos). Se debe construir un caso, qué era un crímen y qué no.
Debatían cómo juzgarlo ya que los mismos países que llevaban a cabo el juicio, había
cometido los mismos crímenes. La URSS y Francia deberían haber sido juzgados bajo
estos crímenes. El crímen que más se aplica es el crimen contra la paz, ya que no era
necesaria para juzgar y condenar los crímenes de guerra perpetrados por estos Estados a
lo largo de un conflicto cuyo estallido podría convertirse en el objeto de una condena
política, pero no de sanciones penales contra los individuos en el marco del derecho. La
noción de crímenes contra la humanidad no suscitó objeciones, pero permaneció en un
lugar marginal concebido más que nada para castigar a los responsables de una
conspiración contra la paz. El crímen de los crímenes seguía siendo la conspiración contra
la paz, de allí derivan el resto de los crímenes. Aquí, todos los argumentos de la percepción
natural, de los sentimientos humanos, de la razón y de la justicia convergen de una manera
tan elemental que justifican un veredicto de condena, frente a la cual ninguna norma
positiva, aparece como necesaria. La noción nueva de crimen contra la humanidad fue
manejada por la parte acusadora con torpeza e imprecisión. Informaciones aproximativas,
hábitos mentales, actitudes psicológicas y cálculos políticos contribuyeron a dejar en la
sombra los genocidios nazis. Los judíos no fueron tomados como grupo, sino solamente en
el marco de sus diferentes países de pertenencia. En relación con los crímenes contra la
humanidad sorprende, el contraste entre la poca atención dedicada al genocidio de los
judíos y los gitanos y la insistencia de la acusación sobre actos que aparecen como de
menor importancia no solamente en la perspectiva del conjunto de los crímenes nazis, sino
también en relación con las prácticas análogas de las fuerzas aliadas durante el conflicto.
Nuremberg fue, por lo tanto, un proceso político en el cual una puesta en escena altamente
dramática, sirvió para legitimar, incluso sacralizar a los vencedores en su condición de
nuevos amos del continente. Esta justicia es POLÍTICA dado que hay una negociación
detrás por los estados vencedores de acuerdo a la conveniencia mutua.
Más allá de la sacralización de los vencedores, Nuremberg tuvo una consecuencia
fundamental para la redefinición del orden político de posguerra. Su veredicto establecía y
castigaba responsabilidades individuales, Esto elimina la noción de culpabilidad colectiva
que pesaba todavía sobre Alemania, condición necesaria para restablecer el Estado
alemán.
En varios países, la depuración legal fue el resultado de una tensión entre la demanda de
sanción política surgida de la opinión pública y la reticencia de los magistrados a la
aplicación de una justicia retroactiva.
El paréntesis acá es la amnistía. La amnistía (no juzgar y que la persona quede sin
expediente) abarca a todos los crímenes perpetrados por razones políticas, pero deja afuera
a los altos dirigentes de la política colaboracionista, a los autores de masacres y de
servicios atroces, aunque numerosos torturadores también se verán beneficiados.Es un
pacto que sella la reconciliación e impide la venganza. La amnistía se convirtió en un
proceso de restauración y reconciliación nacional. La política nace del olvido, del esfuerzo
voluntario por sobrepasar el pasado con sus conflictos y divisiones. La dialéctica de la
amnistía y del olvido caracteriza a menudo la salida de la guerra.

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