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Geomorfología del Campo de Dunas de Concón.

Dr. Herman Manríquez Tirado.

La formación de dunas en los litorales

Tradicionalmente considerábamos a la costa, como una línea en la que se


ponen en contacto el océano con el continente. Sin embargo, una visión más
completa y moderna, considera al litoral como una franja en la que se
encuentran la litósfera, la atmósfera y la hidrósfera, cada una interactuando
permanentemente con las otras y en medio de las cuales se inserta el ser
humano. Es así como en los litorales participan las acciones y fuerzas
continentales, meteorológicas, marinas y antrópicas, logrando conformar una
variada gama de formas y procesos. Una de estas formas, muy característica
de los ambientes litorales debido a que generalmente ellos favorecen su
formación, son las dunas.

Las dunas son formas de acumulación de sedimentos movilizados por el viento,


que se encuentran favorecidas en su desarrollo en los ambientes litorales,
debido a que estos enfrentan los vientos, que se mueven por el mar, sin mediar
obstáculo alguno hasta que llegan al continente, en donde son fuertemente
alterados en su desplazamiento.

Sin embargo, el viento, -y por extensión el clima- no es el único responsable en


la formación de las dunas, la existencia de arena, vegetación, un espacio
adecuado para su instalación y la topografía y orientación de la costa,
contribuyen a que las dunas constituyan ambientes originales no solamente
desde el punto de vista florístico, ecológico o turístico sino también
geomorfológico.

Origen de las arenas


Las arenas son rocas sedimentarias de pequeño tamaño, es decir, rocas que
han sido desgastadas en un lugar, transportadas y posteriormente acumuladas
en otro. No todas las arenas tienen las mismas dimensiones, por lo tanto el
tamaño o granulometría de los granos es variable permitiendo agruparlos en
categorías (Tabla 1)

Categorías Granulométricas
Arena muy gruesa 2,00 – 1,00 mm
Arena gruesa 1,00 – 0,50 mm
Arena media 0,50 – 0,25 mm
Arena fina 0,25 – 0,125 mm
Arena muy fina 0,125 – 0,06 mm
Tabla 1: Clasificación de las arenas de acuerdo al tamaño de los granos

Las dunas se forman a partir de las arenas que se desplazan desde la playa
debido al viento, las que pueden llegar a ella desde varios lugares. Uno de los
principales agentes que explican la presencia de las arenas en las playas es la
deriva litoral, una lenta corriente de agua paralela al borde costero, formada
porque las olas llegan inclinadas respecto de la orientación de la línea de costa,
la que transporta las arenas desde la desembocadura de un curso de agua,
que se constituye en la principal fuente de abastecimiento de arenas a las
playas (Castro, 1985). Los promontorios rocosos obstaculizan la deriva litoral, y
con ello el tránsito de los sedimentos, determinando áreas de fuerte
sedimentación de dunas (Fuenzalida, 1956). Las olas al reventar contra costas
rocosas o acantiladas las desgastan generando partículas pequeñas que luego
sirven de abastecimiento a la playa. Vientos desde el interior del continente
pueden llevar arenas a la orilla del mar, o por otro lado ellas pueden ser
aportadas por las olas desde la plataforma continental. (Figura 1)

Figura 1: Presupuesto sedimentario, origen de las arenas que llegan versus las arenas que se
van desde una playa.

Influencia del clima: la importancia del viento


El comportamiento de la arenas en cuanto a la formación de dunas es diferente
según el tipo climático. En los climas cálidos y secos se favorece la deflación,
es decir la capacidad del viento para movilizar partículas, de los granos desde
la playa, a pesar de que los aportes de arena son reducidos por las condiciones
aridez y la escasez de ríos o esteros que las lleven al mar. Por otro lado, en los
climas húmedos y lluviosos se favorece el desarrollo de la vegetación, que
tiene un importante papel en la formación y estabilización de las dunas. Sin
embargo la humedad facilita la cohesión de los granos de arena impidiendo al
viento cumplir su papel como agente de transporte (Castro, 1985) y por lo tanto
reduciendo sus posibilidades de formar dunas.

Las dunas se forman a partir de la arena que mueve el viento desde la playa
hacia el interior, ya sea por suspensión (flotando en el aire), por reptación
(rodando por la superficie) o bien por saltación (Bagnold, 1941).
La deflación, que es la capacidad que posee el viento de mover la arena,
depende entre varios factores de la velocidad del flujo de aire, de la pendiente y
rugosidad de la playa, de la granulometría de los granos y del contenido de
humedad de la arena. A modo de ejemplo, una arena seca de 0,2 a 0,3 mm
inicia su movimiento con un viento de velocidad de 5 a 6 m/s, (viento grado 4
en la escala de Beaufort). Por otro lado, estudios realizados en las costas
francesas demostraron que con un viento de 7 m/s se desplazan 10 kg de
arena por metro lineal de playa por hora los que aumentan a más de 100 kg de
arena con un viento de 12 m/s durante el mismo tiempo (Paskoff, 1994).

El rol de la vegetación
Las dunas constituyen un hábitat muy repulsivo para la instalación de
vegetación, ellas sostienen un ambiente caracterizado por un sustrato de arena
suelta, seca, inestable y con escasos nutrientes (Ramírez, 1992). Por otro lado,
las plantas deben soportar un ambiente salino, con una arena que se calienta
mucho y que además deben resistir el golpeteo de los granos que por saltación
impactan sobre sus hojas y tallos.

Desde el punto de vista de la geomorfología, la vegetación tiene una gran


importancia en la formación y en la fijación de las dunas de los litorales (Castro,
1985; Paskoff, 1994) en este sentido, la vegetación aumenta la rugosidad de la
superficie, disminuyendo la velocidad del flujo de aire, obligando con ello a
depositar la arena, conformándose la primera duna existente atrás de la playa
conocida como anteduna. Estas plantas son las psammofilas que necesitan y
están muy bien adaptadas a un sustrato dunario.

La vegetación se desarrolla, desde la playa y hacia el interior del continente


disponiéndose en franjas contiguas y paralelas a la línea de costa, desde una
etapa pionera a una clímax (Ramírez, 1992), en la cual los aportes de materia
orgánica contribuyen a formar un horizonte de suelo y con ello estabilizar
definitivamente las dunas mediante un mecanismo natural.

Generaciones de dunas litorales


Los medios costeros tal como hoy los conocemos son el resultado de una
compleja evolución e interacción de varios factores que han actuado y
continúan actuando en forma simultánea y permanentemente, durante varios
cientos o incluso miles de años: el clima, el balance sedimentario (arenas que
llegan respecto de las que se van en la playa), los procesos costeros (olas y
corrientes), el nivel relativo del mar y las actividades humanas. El estudio de las
evidencias geomorfológicas, sedimentológicas, estratigráficas, paleontológicas
y arqueológicas en las costas, además de dataciones absolutas de fauna fósil y
sedimentos, mediante métodos como el C14 (Carbono 14) o la
termoluminiscencia, ha permitido proponer una secuencia cronológica de
hechos que describen la evolución de las costas y dunas. Las diferentes
generaciones dunarias que son posibles de reconocer en el litoral, son debidas
a las variaciones climáticas y sobre todo a los cambios del nivel de los océanos
por causas eustáticas (Fuenzalida, 1956; Paskoff, 1994), es decir, cambios en
el volumen del agua del mar, motivado principalmente por el congelamiento y/o
fusión durante los periodos glaciales o interglaciales, que han permitido dejar al
descubierto o bien cubrir grandes espacios desde donde se produce la
deflación de las arenas.

En un mismo sector de la costa es frecuente encontrar diferentes generaciones


de dunas. Las que se encuentran más cercanas a la playa, son las dunas
actuales o vivas, son dunas móviles muy variadas en cuanto a las formas y
sus arenas casi no presentan indicios de alteración, por lo que tienen un
aspecto claro. Más hacia el interior, y vecinas a las dunas vivas, se encuentran
las dunas holocénicas (10.000 años Ap), generalmente estabilizadas con una
cubierta vegetal de pastos y gramíneas bajas; las arenas presentan una
coloración gris. Más alejadas aún, se encuentran las dunas pleistocénicas
(10.000 a 1,8 millones de años Ap). Bajo climas húmedos estas dunas están
totalmente fijadas por una vegetación generalmente arbustiva o arbórea, han
perdido totalmente su modelado original característico, presentando un aspecto
de colinas y depresiones que han permitido la evolución de suelos en
superficie. Los climas áridos permiten la permanencia de fragmentos
bioclásticos: restos de conchas reducidos al tamaño de arenas; en estos
ambientes, las dunas pleistocénicas pueden lapidificarse (endurecerse),
pudiendo mantener su forma original.

Tipos de dunas litorales


En las costas se pueden encontrar varios tipos de dunas, las que asociadas y
dependiendo de la cantidad de arena y la presencia de vegetación, pueden
presentar distintos grados de complejidad

Las dunas más elementales corresponden a pequeñas acumulaciones de


arena formadas a partir de obstáculos, generalmente vegetación, a partir de la
parte alta de la playa, son conocidas como nebkas (Figura 2). Su existencia
puede llegar a ser muy breve pues son comúnmente destruidas por el mismo
viento o bien arrasadas por el oleaje.

Figura 2: Nebkas

La coalescencia de nebkas, en una posición paralela a la línea de costa y su


posterior aumento de altura por acumulación de arena debido a la vegetación,
da origen a la anteduna (Figura 3), que constituye una franja, constituida por
montículos, que varía entre 50 y 200 metros de ancho en la parte alta de la
playa, su aspecto morfológico depende de la vegetación que la coloniza
(Castro, 1984-85). Esta duna tiene una gran importancia en términos del
balance sedimentario de las playas (arenas que llegan versus arenas que se
van), pues se producen intercambios estacionales con ella, en este sentido el
oleaje invernal, con mayor poder geomorfológico la erosiona y el viento estival
la reconstruye. Es por este motivo que se transforma en una eficaz protección
para los terrenos, principalmente agrícolas o urbanos que se encuentran tras
ella. Las principales especies que se encuentran asociadas a esta duna es la
Ambrossia chamissonis, planta introducida desde América del norte (Kohler,
1970) y la nativa suculenta Carpobrotus chilensis, también llamada
vulgarmente doca. La anteduna se aprecia muy bien en la playa de Ritoque,
constituyendo una banda paralela muy definida a la línea de la costa.

Figura 3: Anteduna

Una tercera categoría son las llamadas dunas libres. Debido a la ausencia de
vegetación, estas dunas se mueven y desplazan pudiendo sepultar terrenos
productivos. Se alimentan de la arena que no puede retener la vegetación de la
anteduna, encontrándoseles separadas de ella por un espacio plano que sirve
de tránsito a la arena, conocido como depresión interdunaria. Existen dos tipos
de dunas libres. Los barjanes (Figura 4), son dunas con forma de media luna,
en la que sus cuernos se orientan en la dirección del flujo de viento
predominante, presentan una ladera suave a barlovento (5-10º) y un frente
abrupto a sotavento (30-33º). Son dunas muy rápidas que pueden avanzar
incluso algunas decenas de metros por año.

Figura 4: Barjanes o dunas en forma de media luna


La coalescencia de barjanes genera estructuras complejas pudiendo adoptar
alineamientos paralelos y sinuosos cuando hay grandes aportes de arena,
asemejándose a un verdadero oleaje o mar de arena, que se conocen como
dunas transversales (Figura 5), en razón a la posición que mantienen frente a
los vientos dominantes y que pueden alejarse incluso muchos kilómetros de la
línea costera.

Figura 5: Dunas transversales

Más allá del ámbito de las dunas libres, la vegetación se transforma en un


elemento que obstaculiza el tránsito de la arena, se habla de entonces de las
dunas entrabadas. Cuando la vegetación entorpece el desplazamiento de las
dunas móviles transversales, se forman frecuentemente dunas parabólicas
(Figura 6). Son dunas que presentan el aspecto de una parábola, pero abiertas
a barlovento, con dos brazos laterales paralelos al flujo del viento, que dejan
entre ellos una parte central deprimida, y un frente móvil de desplazamiento de
pendiente suave hacia la depresión (10-20º) y una pendiente abrupta hacia el
exterior (30-33º).

Figura 6: Dunas parabólicas

En ocasiones, cuando la alimentación de la arena es insuficiente, el viento


puede borrar el frente de la duna parabólica transformándose entonces en
dunas longitudinales (Figura 7) que aparecen como alineamientos paralelos
vegetados y separados entre si por profundos pasillos. Estas dunas pueden
extenderse incluso hasta varios cientos de metros tierra adentro.
Figura 7: Dunas longitudinales

Las dunas litorales en Chile


Ya en el año 1900, el alemán Federico Albert, Doctor en Ciencias Naturales,
estimó una superficie de 244.150 ha de dunas en Chile (Cogollor, 1975).
Posteriormente, en el año 1966, el Instituto de Recursos Naturales, IREN,
elaboró un inventario de las dunas cuantificando una superficie total de 131.000
ha, de las cuales 74.428 ha correspondían a dunas litorales vivas (IREN, 1966).
Este inventario, realizado mediante fotointerpretación entre los 29ºS y 42ºS, no
consideró aquellos terrenos dunarios que en ese año tenían un uso agrícola o
urbano, por lo que se concluye que la superficie de dunas es aún mayor.
(Castro, 1984-85)

La visión tradicional respecto de la existencia de dunas en Chile, ha sido la de


considerarlas como un agente invasor del medio, las “...que abundan en
nuestras costas y que en su avance hacia el interior, cubren enormes
superficies ocasionando graves daños a la economía nacional” (Llodrá, J.M., en
Gormaz, 1974). Es por ello que los estudios relacionados con las dunas tenían
como fin determinar los métodos más efectivos para frenar su avance en
aquellos casos en que efectivamante constituían una amenaza para cultivos
agrícolas o incluso localidades pobladas y su posterior utilización con fines
silvícolas (Gormaz, 1974; Cogollor, 1975; Vita et al, 1979). Ejemplo de esto
último es lo que aconteció con el pueblo de Chanco a principios del siglo
pasado, en el que Federico Albert logró detener la invasión de las arenas que
amenazaban con sepultarlo. Hoy este lugar está inserto en el Sistema Nacional
de Areas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE) bajo el cuidado de la
Corporación Nacional Forestal.

Las dunas de Concón

Al sur del río Aconcagua, entre punta Concón y Montemar, se encuentra el


campo de dunas de Concón (32º56’S, 71º32’O). Se les considera una forma
relicta pues están localizadas sobre una terraza litoral elevada que imposibilita
su alimentación en arena desde una playa. Es por ello que en términos
geomorfológicos se les conoce como “dunas colgadas”.

Geomorfología
Las dunas colgadas de Concón se encuentran sobre una terraza marina que se
extiende sobre el nivel del mar entre unos 25 m y 80 m (Castro & Andrade,
1990). Esta terraza finaliza en un acantilado muerto frente al océano, separado
de él por una terraza rocosa baja (Paskoff et al. 2002) sobre la cual revientan
las olas. (Figura 8)
Figura 8: Las dunas colgadas de Concón, fotografía y perfil geomorfológico

Las terrazas litorales son espacios amplios aplanados e inclinados en dirección


al mar, elaborados por la erosión marina. La acción conjunta de los cambios del
nivel del mar durante los periodos glaciales e interglaciales (cambios
glacioeustáticos), que provocaron el descenso del nivel de los océanos entre –
120 m y el nivel actual, y los movimientos tectónicos de solevantamiento del
borde costero de Chile Central, permitieron al océano labrar una serie de
escalones o terrazas separados unos de otros por antiguos acantilados
muertos. (Andrade & Castro, 1989; Paskoff, 1970). Es sobre uno de estos
niveles o terrazas donde se encuentran las dunas colgadas de Concón.

Los acantilados son quiebres verticales del terreno, elaborados por la acción
erosiva del mar, y que pueden encontrarse o no en contacto con el oleaje
actual. En el primer caso son acantilados vivos que evolucionan retrocediendo
paralelamente a la línea de costa. A los segundos se les denomina acantilados
muertos; estos últimos se encuentran a menudo poblados con vegetación, y
comúnmente con una pendiente menor a la vertical: son formas estabilizadas.

Un corte estratigráfico de terreno, a un costado de la avenida Borgoño, que une


Concón y Reñaca, muestra el acantilado muerto elaborado en rocas plutónicas
paleozoicas, sobre ellas un depósito de rodados marinos y más arriba las
arenas de las dunas de Concón (Figura 9).
Figura 9: Corte estratigráfico en el acantilado muerto de la Av. Borgoño

Considerando el campo de dunas en su conjunto, se distinguen dos


generaciones de dunas (Figura 10) (Andrade & Castro, 1989; Castro &
Andrade, 1990). Una primera generación corresponde a las dunas libres
holocénicas (Paskoff et al. 2002). Se localizan sobre el borde del acantilado
muerto enfrentando al mar extendiéndose desde punta Concón hasta el sector
denominado Las Dunas. Este sector corresponde a lo que se ha denominado el
paisaje moderno (Araya-Vergara, 1997), sobre las cuales se presentan
evidencias tanto de fenómenos de reactivación antrópica reciente como de
reactivación antigua.

Frente a la Roca Oceánica estas dunas adoptan alineamientos transversales a


la dirección del viento dominante del suroeste, las que alternan con
depresiones tipo embudo. Se encuentran totalmente desvegetalizadas y llegan
hasta unos 120 m sobre el nivel del mar. Las laderas de barlovento son poco
inclinadas, sin embargo las laderas de sotavento, que miran hacia el interior,
tienen pendientes que alcanzan los 35º. En la punta Concón se encuentran las
dunas longitudinales, denominadas así en razón a su posición respecto de la
dirección del viento eficaz. Alineadas de suroeste a noroeste, estas dunas sin
vegetación, se presentan como crestas paralelas separadas por corredores de
deflación (Paskoff et al. 2002).

En estas dunas holocénicas también se encuentra un sector estabilizado,


correspondiente a dunas que han perdido su aspecto original. Se presentan
muy bien sobre el acantilado, al sur de “Las Dunas”. Están cubiertas con un
matorral bajo y abierto, además de algunas gramíneas. Las arenas se
encuentran débilmente alteradas y poseen un suelo incipiente. Corresponden al
denominado paisaje antiguo (Araya-Vergara, 1997).

Figura 10: Mapa geomorfológico de las dunas Colgadas de Concón (Castro & Andrade, 1990.
modificado)
Una segunda generación de dunas más antiguas, de probable edad
pleistocénica, se encuentran estabilizadas con vegetación hacia el interior, al
este de la avenida Reñaca – Concón, poniéndose en contacto con terrazas
marinas más altas en el área. Estas dunas han perdido su originalidad, por lo
que no muestran formas nítidas Araya-Vergara indica que corresponden a
arenas de aspersión eólica que presentan suelos relativamente evolucionados,
que ha indicado pertenecientes al paisaje muy antiguo (Araya-Vergara, 1997).

El examen de las arenas

El estudio de las arenas posibilita caracterizar las dunas en cuanto a datos


objetivos que permiten realizar comparaciones entre ellas, así se menciona la
granulometría (tamaños de las arenas), morfoscopía (forma de los granos:
esféricos a angulosos, que es un indicador del desgaste debido a su
transporte), calcimetría (contenido de carbonato de calcio, y por lo tanto de
material bioclástico en las arenas) petrografía (qué minerales los constituyen y
con ello conocer datos respecto del origen del sedimento).

Para el caso de las dunas colgadas de Concón, se cuenta con los análisis
efectuados por Paskoff et al. (2002) sobre dos muestras de arena. Se concluye
la dominancia de arena fina, muy bien clasificada y sin carbonato de calcio. El
examen morfométrico sobre los granos de cuarzo indica un desgaste débil,
producto de un breve transporte. Petrográficamente, predominan las arenas
feldespáticas, con componentes líticos (andesitas) y monominerales (cuarzo y
plagioclasa principalmente). Se deduce un origen local producto de la erosión
de las rocas de la Cordillera de la Costa, su evacuación al mar por los esteros
de Viña del Mar y Reñaca y su posterior transporte hacia el norte por la deriva
litoral, acumulándose en antiguas playas hoy inexistentes y luego movilizadas
por el viento hasta su actual posición.

Formación, edad, evolución: formas y procesos actuales

La formación y evolución geomorfológica de las dunas de concón debe ser


comprendida a partir del análisis de los hechos observados y de las relaciones
entre los elementos existentes.

Como ya se ha indicado, las dunas colgadas de Concón se encuentran sin


alimentación actual, pues no están asociadas a la existencia de una playa
cercana que las abastezca en arena, es por ello que su formación obedece a
condiciones paleogeográficas distintas de las que existen hoy en día.

En primer término, estas dunas se encuentran sobre una terraza marina


elevada por lo que su instalación es posterior a la elaboración de esta
plataforma. Esta terraza, presente en muchos lugares de la costa de Chile
centro-norte, fue labrada por la transgresión marina de la última época
interglacial que finalizó hace unos 125.000 años atrás (Paskoff, 1999).

En segundo lugar, las dunas colgadas presentan una alteración débil de las
arenas que contrastan con las arenas de las dunas más antiguas que se
encuentran más al interior, que se presentan más alteradas y con el desarrollo
de paleosuelos rojos, características que se explican por los efectos de las
épocas pluviales del pleistoceno. La última época pluvial que ocurrió en la
costa de Chile central se desarrolló entre los 28.000 y 12.000 años AP
(Heusser, 1989), ello significa que las dunas colgadas de Concón se formaron
en un periodo en el que predominaron condiciones climáticas áridas que
favorecieron una importante actividad eólica.

Entre 10.000 y 7.000 años AP, el nivel del mar se encontraba unos 120 m más
abajo que su posición actual, dejando al descubierto anchas playas que
facilitaron la acción deflatoria del viento, permitiendo a las arenas formar un
campo de dunas libres, escalar el acantilado, e instalarse y desarrollarse sobre
la terraza. Posteriormente entre 6.000 y 4.000 años AP, el nivel del mar subió
alcanzando la base del acantilado, cubriendo las playas y con ello
deteniéndose la alimentación arenosa de las dunas que se encontraban sobre
la terraza, las que se transformaron en colgadas y relictas. Finalmente el nivel
del mar bajó ligeramente hasta ocupar su actual posición, dejando al
descubierto una plataforma rocosa angosta y baja sobre la que se forman
pequeñas playas incapaces de alimentar en arenas a las dunas (Figura 11)
Figura 11: Origen de las dunas colgadas de Concón

Las dunas y el ser humano

Diversos han sido los usos o actividades que el hombre ha realizado sobre los
sitemas dunarios, desde el punto de vista de la geomorfología, encontramos
tres aspectos interesantes

La reactivación de dunas naturalmente estabilizadas


Los procesos pedogenéticos que se desarrollan en las generaciones de dunas
más antiguas favorecen el crecimiento de la vegetación la que a su vez
contribuye al engrosamiento de los delgados e incipientes suelos dunarios,
terminando finalmente por estabilizar las formas cuando ellos logran constituir
una cubierta más o menos continua, como en el caso de las dunas
pleistocénicas, al oeste de la avenida Concón-Reñaca, o bien los que se
observan al oeste de la playa de Ritoque (32º50’S, 71º31ºO).

La pérdida de la cubierta vegetal superficial, debido al patoreso, incendios,


pisoteo, ineficienes prácticas agrícolas o incluso las prácticas del 4x4, deja al
descubierto los delgados suelos pardo rojizos, característicos de las dunas
antiguas, los que expuestos a lluvias intensas y facilitado por la inclinación
natural del terreno, favorecen la erosión del suelo, la que se expresa en
cárcavas y regueras. Por otro lado, es posible esperar una reactivación de las
dunas.

El control de las dunas libres


Cuando el aporte de arena a la playa es abundante, persistente durante el
tiempo y con un viento constante en frecuencia e intensidad, las arenas pueden
avanzar rápidamente pudiendo sepultar terrenos de cultivo, caminos o incluso
casas. Es por ello que en aquellos casos considerados más cíticos se efectúan
trabajos de control de dunas. Como lo que ocurrió en el caso del pueblo de
Chanco (35º44’S, 72º32’O) en que las arenas amenazaban con sepultarlo.
Gracias a los trabajos de Federico Albert, quien logró controlar su avance, el
pueblo no fue cubierto por la arena.

Los métodos más efectivos utilizan plantas que se adaptan muy bien al
ambiente arenoso como Ammophila arenaria, Lupinus arboreus y Ginesta
hispánica y que tienen como fin por un lado detener la arena, reducir la
deflación y proporcionar materia orgánica para formación de suelo. Las
experiencias desarrolladas en Chile aconsejan limitar el aporte de arena desde
la playa creando una duna artificial que toma el aspecto de muro, la
estabilización de las dunas vivas con una vegetación herbácea y finalmente
una forestación, que asegura el control total de la arena. (Vita & Cogollor, 1980)
La protección de los espacios dunarios
Se estima que alrededor del 70% de la población mundial vive a menos de 50
km de las líneas costeras continentales. Un reflejo de esto es la tendencia
mundial de la expansión de las actividades y usos del suelo residencial,
turístico o industrial, que compiten por un litoral restringido espacialmente, y
que van paulatinamente ahogando los espacios naturales disponibles. El caso
de Concón es un modelo de ello: la urbanización avanza rápidamente sobre las
dunas.

Los ejemplos en el mundo abundan. En Francia, la Ley del Litoral considera al


borde costero como un concepto geográfico, no jurídico, resaltando el carácter
notable de los espacios costeros; en 1975 se creó el Conservatoire du Littoral,
organismo que tiene como objetivo “seguir una política de adquisición de
bienes para el resguardo del espacio litoral, el respeto de los sitios naturales y
el equilibrio ecológico”, En España, la Ley de Costas delimita un dominio
público marítimo terrestre que comprende entre otros elementos “los espacios
de depósito de materiales sueltos formados por la acción del mar o del viento
marítimo” (Paskoff & Manríquez, 1997)

En el año 1994, se promulgó en Chile la “Política Nacional de Uso del Borde


Costero del Litoral de la República” (D.S. Nº 475, 1994) que entre sus objetivos
contempla “...propender a una adecuada consideración de la realidad
geográfica de cada uno de los sectores o áreas del litoral...” sin emabargo,
“...se aplica respecto de los siguientes bienes nacionales, fiscales o de uso
público, sujetos al control, fiscalización y supervigilancia del Ministerio de
Defensa Nacional, Subsecretaría de Marina:”

a) terrenos de playa fiscales ubicados dentro de una franja de ochenta metros


de ancho, medidos desde la línea de la más alta marea de la costa del
litoral,
b) la playa,
c) las bahías, golfos, estrecho y canales interiores, y
d) el mar territorial de la República.

Si bien esta Política Nacional constituye un gran hito en el sentido de


establecer una orientación, para el uso, desarrollo y protección del borde
costero, antepone el ordenamiento jurídico al comportamiento de los elementos
del ambiente litoral, el cual no obedece a otro tipo de consideraciones que la
propia dinámica natural.

Desde otro punto de vista, en Chile, varias de las unidades costeras del
Sistema Nacional de Areas Silvestres Protegidas del Estado, (SNASPE)
mantienen interesantes sistemas dunarios. Se destacan los barjanes de la
Reserva Nacional el Yali, al sur de la localidad de Santo Domingo, en la V
Región de Valparaíso; las dunas forestadas con especies exóticas de la
Reserva Nacional Laguna Torca, algunos kilómetros al sur de Pichilemu, en la
VI Region del Libertador General Bernardo O’Higgins. Las dunas fijadas de la
Reserva Nacional Federico Albert, contiguas a la localidad de Chanco, en la VII
Región del Maule y las dunas vivas del Parque Nacional Chiloé en la X Región
de los Lagos.

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67.
FUERZA VIENTO EN CARACTERISTICAS DEL MAR ALTURA OLAS TERMINO
NUDOS EN METROS DESCRIPTIVO
0 <1 La mar está como un espejo. -- Llana
1 1-3 Empieza a rizarse la mar, pero sin ninguna espuma. 0,1 (0,1) Llana
2 4-6 Olas pequeñas, pero más acusadas sin romper aún. 0,2 (0,3) Llana
3 7 - 10 Olas algo mayores, cuyas crestas comienzan a 0,6 (1,0) Rizada
romper, semejando algunos borreguillos dispersos.
4 11 - 16 Las olas se hacen más largas. Borreguillos 1,0 (1,5) Marejadilla
francamente numerosos.
5 17 - 21 Olas moderadas, claramente más alargadas. Gran 2,0 (2,5) Marejada
abundancia de borreguillos; eventualmente algunos
rociones.
6 22 - 27 Olas grandes comienzan a formarse. Las crestas de 3,0 (4,0) Marejada - Gruesa
espuma blanca se extienden por todas partes.
Aumentan los rociones.
7 28 - 33 La mar engruesa. La espuma blanca que proviene de 4,0 (5,5) Gruesa
las rompientes de las crestas empieza a ser arrastrada
en la dirección del viento, formando nubecillas.
8 34 - 40 Olas de altura media y mas alargadas. Del borde 5,5 (7,5) Muy Gruesa
superior de las crestas comienzan a desprenderse
rociones en forma de torbellinos. La espuma es
arrastrada en nubes blancas orientadas en la dirección
del viento.
9 41- 47 Olas gruesas; la espuma es arrastrada en nubes 7,0 (10,0) Arbolada
espesas. La mar empieza a gruñir. Los rociones
dificultan la visibilidad.
10 48 - 55 Olas muy gruesas, con grandes crestas 9 (12,5) Montañosa
empenachadas. La espuma se aglomera en grandes
bancos y se arrastra en la dirección del viento en
forma espesa. En su conjunto la superficie del mar
parece blanca. El gruñido de la mar se vuelve intenso
y empiezan a oirse golpes sordos. La visibilidad se
reduce.
11 56 - 63 Olas excepcionalmente grandes (los buques de 11,5 (16) Confusa
pequeño y mediano tonelaje pueden perderse de
vista). La mar está completamente cubierta de bancos
de espuma blanca extendida en la dirección del viento.
Se reduce aún más la visibilidad.
12 64 o más El aire está lleno de espuma de rociones. La mar está 14 (--) Confusa
completamente blanca debido a los bancos de
espuma. La visibilidad es muy reducida.
Fuente: Canadian Meteorological Center, Meteorological Service of Canada

Esta tabla está concebida para que sirva únicamente de guía a fin de indicar grosso modo las
condiciones que puede esperarse encontrar en alta mar, lejos de las costas. No debe usarse
nunca en forma inversa, es decir, para determinar el estado del mar, bien sea para
consignarla en el cuaderno de bitácora o para indicarlo.
En los mares interiores, o cerca de las costas, con viento de tierra, la altura de las olas será
menor pero las olas serán más empinadas.
Las cifras que aparecen entre paréntesis indican la altura máxima probable de las olas.

Las olas de mar de fondo no son incluidas dentro de esta clasificación por tener un proceso
de formación diferente

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