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ALL THE YOUNG

DUDES
LIBRO DOS
AÑO 5-7

MsKingBean89
i
~QUINTO AÑO~

ii
73
Plata
Hey, hey mama said the way you move -
Gon' make you sweat, gon' make you groove.
Ah ah child way ya shake that thing -
Gon' make you burn, gon' make you sting.
Hey, hey baby when you walk that way -
Watch your honey drip, I can't keep away…

Lunes, 1 de Septiembre de 1975

Remus se movió incómodo mientras esperaba un momento de silencio para correr hacia la barrera
de boletos. Se alegraba de que la Matrona no hubiera venido con él este año. Alegre de haber tenido
tiempo a solas para prepararse. Grant había querido ir, pero la Matrona dijo que no y que de todos modos
no le daría el pasaje.

Habían logrado una rápida despedida encerrados dentro de un baño en St. Edmund's, uno de sus
muchos escondites. Ninguno de los dos había dicho ninguna de las cosas que querían decir, en realidad;
apenas habían hablado, pero cuando quedaban minutos, Remus prometió que intentaría escribir.

— Soy una mierda escribiendo — se quejó Grant — ¿No puedes darme el número de teléfono?

— Er… es una escuela realmente pasada de moda. No usamos mucho el teléfono. — Remus gritó.
Pensó que podría haber una cabina telefónica en Hogsmeade, o tal vez la siguiente aldea, que no era
mágica. Podría intentarlo.

Ahora, cuando apuntó a la barrera gris del boleto y comenzó a avanzar, tuvo la sensación habitual
de dejar el mundo muggle, y a todos en él, atrás por otro año. Grant no existía en este lado de la
plataforma. Grant nunca había sucedido, y Remus era el mismo Remus de siempre.

Nada ha cambiado, se dijo. Nada es diferente. La matrona no había insistido en que se cortara el
pelo esta vez, por lo que no estaba empezando el trimestre con aspecto de niño pobre. Era más alto, otra
vez, y se preguntó si alguna vez dejaría de crecer, pero aparte de estas cosas tontas y superficiales, todo
era como había sido. Como debería ser.

Nadie se daría cuenta, porque no había nada que notar, se dijo Remus con firmeza. Nada en
absoluto. Se frotó la parte de atrás de la cabeza, distraídamente, luego recordando que los dedos de Grant
habían estado allí solo unas horas antes, se secó los labios con timidez. Mierda.

— ¡¿Estás bien, idiota?! — James le dio una palmada en la espalda de la nada.

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— ¡James, de verdad! — La Sra. Potter reprendió a su hijo, de pie junto a él. Ella sonrió a Remus,
— ¡Solo mírate! ¡Has crecido algunas pulgadas! — Ella lo abrazó, — ¡Todavía estás demasiado flaco para
mi gusto! — Ella comenzó a alisarle la ropa, acribillándolo con preguntas: ¿Tenía algo de comer para el
viaje? ¿Había venido solo? ¿Quería ayuda para subir sus cosas a bordo?

Al final de este asalto maternal, Remus sonreía de oreja a oreja, relajado al saber que todo estaba,
de hecho, bien. Nada era diferente en absoluto. Abordó alegremente el tren con James y Peter, charlando
sobre sus veranos y su emoción por el año que se avecinaba. James tenía un alfiler de plata en el pecho,
adornado con una gran 'C' (Remus pudo olerlo en el segundo que James se acercó, un irritante escozor en
sus fosas nasales) había cumplido su mayor deseo y ahora era capitán de Quidditch.

Se sentaron en su compartimiento habitual y Remus sacó su libro de su bolso, acomodándose con


un suspiro de satisfacción.

Entonces Sirius entró, y el estómago de Remus cayó por el suelo.

Era casi el mismo de siempre: en cuanto a la altura, casi había alcanzado a James ahora, y tenía el
pecho más ancho. Su mandíbula se había cuadrado y tal vez su nariz se había alargado, pero tenía el
mismo cabello negro brillante, los mismos ojos deslumbrantes y pómulos altos.

Seguía siendo Sirius, pero de alguna manera era… otro. Como si Remus lo estuviera viendo con
nuevos ojos. El calor del deseo estalló en su pecho de la nada, instalándose en sus mejillas como un
intenso rubor. Apartó la mirada, rápidamente, antes de que alguien se diera cuenta.

— Caballeros — Sirius asintió amablemente, entrando en el carruaje como un príncipe.

— ¿Todo bien? — Los otros dos sonrieron y Remus murmuró.

Sirius se sentó directamente frente a Remus, con el cabello y el uniforme deliberadamente


desordenados, sin duda para beneficio de Walburga Black, y estiró las piernas, como si no esperara que
fueran tan largas como eran. Su tobillo chocó contra el de Remus, y Remus se levantó de repente,
sentándose muy erguido y metiendo sus propias piernas desgarbadas pulcramente debajo de su asiento.
Sirius le dio una mirada divertida, luego una sonrisa que provocó un fuerte tirón detrás del naval de
Remus.

Oh Dios, pensó, ¡No no no!

— Casi esperaba que no estuvieras aquí — dijo James, aliviado.

— No podrían permitir que el heredero Black no se presentara en su primer día de clases — Sirius
puso los ojos azul oscuro en blanco, levantando una ceja ingeniosa — No podrían permitir que todo el
mundo mágico supiera que hay conflictos en mi noble familia.

— ¿Cómo estás? — James preguntó con seriedad: — ¿Ellos... cómo estás?

— Bien — Sirius asintió, un poco rígido, — No quiero hablar de eso ahora. ¿Podemos fingir que
es un primer día normal?

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— Sí, está bien, amigo — asintió James, poco convencido. — Pete nos estaba hablando de
California.

— No logramos encontrar a Phil — dijo Peter. — Sus compañeros de casa dijeron que ella se
había mudado, dondequiera que miráramos. Mamá estaba... bueno, estaba realmente decepcionada, fue
una mierda.

Remus sintió una punzada de culpa. Había pasado ya mucho tiempo, pero una vez le había dicho a
Philomena que podía huir si quería: "nadie dice que tienes que usar magia". Después de su propio verano,
felizmente simple y sin magia, Remus estaba empezando a envidiar a la hermana de Peter.

El tren había salido de la estación y los edificios grises de Londres pasaban a toda velocidad, para
dar pronto paso a los exuberantes campos de codicia de los condados del campo.

— ¿Cómo estuvo tu verano, Moony? — Preguntó James, de repente, y Remus se dio cuenta de
que Peter había dejado de hablar hace algún tiempo.

— Sí, estuvo bien — Remus había practicado esto en su cabeza de camino a King's Cross. Pero no
había contado con que Sirius se viera tan… era difícil mantenerse concentrado. — Lo usual. Nada
emocionante. Um. Fútbol, deberes. Er... sí, estuvo bien. No fue bueno. Pero… bueno, bien, no estuvo mal.
Bien.

Afortunadamente, la puerta de su carruaje se abrió, deteniendo su parloteo. Lily Evans estaba de


pie en la puerta, radiante de alegría, su cabello era un halo de fuego.

— ¡Evans! — James tronó, ansioso — ¡Me encontraste!

— Como si fuera difícil, Potter — Lily puso los ojos en blanco, —Ustedes siempre están en el
mismo vagón. De todos modos, ¡No estoy aquí por ti, estoy aquí por tí! —Señaló a Remus, todavía
sonriendo.

— ¡¿Por mí?! — Remus frunció el ceño, confundido por un momento, luego se dio cuenta.
Suspiró pesadamente, deseando hundirse en su silla y desaparecer. Los otros tres merodeadores y Lily lo
miraban con distintas expresiones, todos expectantes.

— Lo tienes, ¿no? — Lily dijo con impaciencia: — Vamos, tenemos que ir a una reunión en...

— ¡Merlín! — Sirius exclamó de repente, golpeándose la frente cómicamente. — ¡¿Cómo lo


olvidamos?! Moony, eres un...

— ¡Un prefecto! — Gritó James. Remus bajó la cabeza.

— Si…

— ¡¿Y no nos lo dijiste de inmediato para que pudiéramos molestarte todo el tiempo?! — El
rostro de Sirius se había iluminado, apareciendo algo del viejo hacedor de travesuras de once años.

— Estás celoso — dijo Lily, con altivez, — Vamos Remus, ¿Dónde está tu placa?

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— ¡La insignia! — Sirius se echó a reír, — ¡Me olvidé de la placa! ¡Oh, por favor, Moony,
enséñanos la insignia!

Los hombros de Peter y James también temblaban, y Remus negó con la cabeza, tratando de
parecer desaprobador.

— Está en mi baúl.

— ¡Bueno, póntelo! — Lily dijo: — Vamos, tenemos nuestro propio vagón y todo.

— Hey Evans, soy el capitán de Quidditch, sabes.

— Sí, me dijo Marlene. — Lily dijo, sin más que mirar en la dirección de James, — ¡Ven, Remus!

— Ugh, está bien. Pero la insignia está justo en la parte inferior del baúl, la usaré mañana. —
Remus dijo, levantándose.

—Oh, no, podemos buscarlo, si quieres...?

— No, no puedo ser molestado. — Remus se encogió de hombros, sin mirarla.

— Oh, vamos — lo engatusó Sirius, levantándose y alcanzando el baúl de Remus, —Queremos


verte con tu bonita y brillante insignia...

— ¡No! — Remus espetó, mirando a Sirius - gracias a Dios todavía era fácil enojarse con él -
levantó las cejas, para que Lily no pudiera ver, y dijo muy claramente: — El plateado no es mi color.

Los ojos de Sirius se abrieron de inmediato al darse cuenta. Remus enarcó las cejas y siguió a
Lily. Miró hacia atrás a través de la puerta de vidrio justo a tiempo para ver a James quitando rápidamente
su propio pin.

***

Ser prefecto era tan malo como Remus esperaba. La carta había sido una sorpresa tanto para él
como para todos los demás: el pin se cayó de su lista habitual de lectura de Hogwarts y se le cayó en el
regazo una mañana de verano. Siseó de dolor cuando la plata le quemó los dedos y la dejó caer al suelo.
Grant la recogió.

— ¡¿Qué demonios es esto?!

— Soy un prefecto. — Dijo Remus, sin creerlo él mismo.

— ¡¿Un… un qué?! Jesús, a veces creo que te he inventado.

— No sabes ni la mitad — había gemido Remus, — Mis amigos nunca me dejarán vivir com
esto...

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— Ja! Genial — Grant sacó su lengua rosada.

Remus volvió a negar con la cabeza y decidió escribir una carta a Dumbledore sobre esto,
exigiendo que le diera el trabajo a otra persona. James estaría bien. Incluso Peter sería mejor que Remus.
Dumbledore no había respondido. Probó con McGonagall, quien respondió, simplemente diciendo que la
decisión era definitiva. Remus decidió volver a intentarlo una vez que comenzara el trimestre.

En el tren, Lily y Remus tuvieron que asistir a una reunión extremadamente tediosa con todos los
demás prefectos, encabezada por los interminablemente aburridos Head boy y girl. Después de eso, se
esperaba que 'patrullaran' los pasillos, impidiendo que cualquiera se divirtiera. Desafortunadamente, Lily
se tomó este deber muy en serio y Remus tuvo la sensación de que iba a ser un año muy largo. Aún así,
era mucho mejor que sentarse en un espacio reducido con Sirius; tendría que hacer todo lo posible para
mantenerse alejado por un tiempo, hasta que resolviera esta última revelación.

El banquete estuvo bien. Se sentía menos alegre que en años anteriores, Remus no sabía si eso era
su propia confusión o la palidez de la guerra. Había menos estudiantes de lo habitual; sólo un puñado de
primer año. Nadie lo había mencionando.

Después de la cena, Lily hizo que Remus patrullara nuevamente, y en realidad no le importó.
Esperaba que si podía mantenerse alejado el tiempo suficiente, los demás ya estarían en la cama; entonces
no tendría que verlos hasta las lecciones de la mañana siguiente, si James y Sirius se iban temprano para la
práctica de Quidditch.

— Todavía no estás usando tu pin — dijo Lily, mientras caminaban a lo largo del pasillo del
cuarto piso.

— Sí, lo siento — bostezó Remus — Lo encontraré mañana, lo prometo.

— Entonces, ¿Cómo estuvo el verano?

— ¡Sí, genial! — Remus sonrió más ampliamente de lo que pretendía. Lily le devolvió la sonrisa,
luciendo genuinamente complacida.

— ¡Oh, eso es encantador! ¿Qué hiciste?

— Um… oh nada. Un montón de tarea.

— Bicho raro. — Lily le dio un codazo, riendo, — Incluso a mí no me gusta tanto la tarea.

***

Tenía razón, cuando regresó a la sala común, todos se habían acostado y la habitación de los
merodeadores estaba oscura y silenciosa. Entró silenciosamente al baño, se cepilló los dientes y se puso el
pijama, luego se arrastró hasta la cama y corrió las cortinas. Se sintió como si por fin pudiera relajarse
correctamente, cuando escuchó a Sirius levantarse de la cama. Ahora conocía a cada uno de sus
compañeros de habitación por sus pasos. Antes le gustaba saberlo, ahora se sentía como una especie de
tortura peculiar, mientras Sirius se acercaba y siseaba;

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— ¿Moony? Psst... Oi, ¡Ni siquiera tú te duermes tan fácilmente!

Remus gimió, se arrastró hasta el borde de la cama y abrió las cortinas.

— ¿¿Qué??

— Oh, vamos, ¿Por qué nos estás evitando? ¿Es por lo de ser prefecto? Sabes que solo estamos
bromeando, ¡Relájate! Aquí, tengo algo para ti. — Abrió su mano. En la oscuridad, Remus se inclinó y vio
su pin de prefecto rojo y plateado. Él frunció el ceño.

— ¿Esto es una broma?

— ¡No, tómalo! Confía en mí, Remus. — Sirius captó su mirada y la mente de Remus se quedó
completamente en blanco. Aceptó el pin, esperó y no sintió... nada. Parpadeó y miró hacia abajo.

— ¡¿Qué?!

— Lo transformé. — sonrió Sirius, luciendo emocionado. Sus dientes brillaron en la oscuridad. —


Ahora es de hojalata. Hice lo mismo con el de James. Creo que puedo hacer que Mary pellizque a Evans
también, y lo haré. Pasarás mucho tiempo con ella, así que también podría...

— Gracias…

— No seas tonto — Sirius negó con la cabeza, todavía sonriendo, ojos suaves. — Cualquier cosa
por nuestro Moony. Buenas noches. — Se volvió y se arrastró de regreso a su propia cama.

Remus se dejó caer sobre sus almohadas, exhalando pesadamente, todavía agarrando el pin con
tanta fuerza que le marcó la palma. Se echó las mantas sobre la cabeza y deseó que su corazón dejara de
latir con fuerza. Oh Dios, pensó apesadumbrado, me gusta Sirius Black.

(Song: Black Dog - Led Zeppelin)

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Dolor
Remus se quedó dormido a la mañana siguiente y se habría perdido el desayuno si Peter no
hubiera gritado su nombre unas cien veces antes de irse. Cuando la puerta se cerró de golpe, Remus rodó
sobre su espalda y miró un rayo de luz que entraba por sus cortinas. Había dormido mal, y se había
resignado a dormir mal todas las noches hasta que consiguiera sacar esa ridícula cosa de Sirius de su
sistema.

Lo primero que debía hacer era dejar de pensar en eso , se dijo con severidad, saltando de la cama
y dirigiéndose directamente a la ducha. Tan fría como pudiera soportarla. James y Sirius debieron de
haberse ido temprano para el Quidditch. Un recuerdo de Sirius con su túnica escarlata afloró; cabello
recogido, rostro reluciente, ese brillo enérgico y competitivo en sus ojos. Remus gimió y giró la perilla de
la ducha completamente hacia abajo de tibia a helada.

Se obligó a pensar en otra cosa: hechizos, Aritmancia o Historia... sí, descubrió que enumerar los
nombres de los generales involucrados en cada lado de la revuelta del Gran Goblin de 1642 parecía
calmarlo un poco. Le daba algo en lo que concentrarse de todos modos. No puedes tener pensamientos
lujuriosos con nombres como 'Krebshunk' y 'Frip the Disembowler' corriendo por tu cabeza.

Se vistió y se dirigió a desayunar. Su primera lección era Transfiguración, y nunca podías llegar
tarde a McGonagall. En el Gran Comedor, Peter estaba sentado en la mesa de Ravenclaw con Desdemona,
y claramente se estaban volviendo a reencontrar después de un largo verano separados. Remus suspiró un
poco, interiormente, recordando cómo se sentía eso. Era incluso peor ver a otras parejas besuquearse
cuando sabías lo que te estabas perdiendo.

Sirius y James estaban en la mesa de Gryffindor, ambos vestidos con su uniforme escolar, pero
decididamente agotados por la práctica. Sus lenguajes corporales estaban muy fuera de lugar; Sirius estaba
alejado de James, con la nariz en el aire, James se veía furtivo y molesto - si Remus no lo supiera mejor,
habría pensado que estaban en medio de una pelea.

Mientras se sentaba frente a sus dos amigos, descubrió que su primera impresión había sido
correcta. Estaban sentados en un silencio sepulcral, y estaba claro que Sirius estaba siendo muy terco por
algo.

— Buenas — Remus dijo, tentativamente, alcanzando una tostada y mermelada.

— Buenos días, su prefectura — respondió Sirius, con una media sonrisa. Estaba vertiendo
cucharada tras cucharada de azúcar morena en su papilla.

— Hola, Moony — dijo James, mirándolo brevemente antes de volverse hacia Sirius. Parecía
agotado, estresado. No le sentaba bien. — Sirius — Dijo, muy en serio.

Sirius lo ignoró.

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— Sirius. — Repitió James, más fuerte.

— Ahora no, Potter. Estoy ocupado.

— Estás jugando con tu desayuno. — James arrugó la nariz, — Y por favor no comas eso, me
duelen los dientes de solo mirarlo.

Remus pensó que se veía bien, en realidad. Le gustaban las cosas muy dulces, especialmente
cuando estaba de mal humor. Se guardó esta opinión para sí mismo. Mejor no involucrarse, en lo que
respecta a James y Sirius.

Sirius terminó de verter su última cucharadita de azúcar, la removió vigorosamente, hasta que la
mezcla tomó la textura y el color de la arena. Cogió una cucharada colmada, luego, haciendo contacto
visual con James todo el tiempo, se la metió en la boca y masticó. Remus podía escuchar los granos de
azúcar crujiendo entre sus dientes. James negó con la cabeza

— No tienes que ser así, yo no soy Regulus. — Dijo, de mal humor.

Sirius le frunció el ceño y luego se puso de pie.

— Tengo que ir a la biblioteca. — Dijo, con la boca todavía llena de papilla demasiado dulce. —
Nos vemos en Transformaciones.

James suspiró, pesadamente, viendo a Sirius irse. Remus exhaló un pequeño suspiro de alivio,
pero se sintió inmediatamente culpable por ello. Obviamente, algo andaba mal con su amigo, y debería
estar tan preocupado como James.

— ¿Qué pasa? — Preguntó, esperando sonar tranquilo y cariñoso.

— ¿Lo ves cojeando? — Dijo James, todavía mirando a Sirius salir del pasillo. Remus miró. Tenía
el mismo caminar arrogante de siempre, su cabello ondeando y sus hombros hacia atrás - pero... sí, Remus
pensó que James tenía razón. Parecía un poco inestable en sus pies.

— ¿Ha ocurrido algo en la práctica? — Remus frunció el ceño.

— No. — James negó con la cabeza — Ha estado así desde ayer.

Remus pensó, escaneando sus recuerdos - Sirius había estado sentado la mayor parte del tiempo
que Remus lo había visto, e incluso entonces, Remus no había estado exactamente mirando con gran
detalle. De hecho, había estado intentando hacer todo lo contrario. Su culpa adquirió una nueva
dimensión.

— ¿Crees que su madre hizo algo? — Preguntó, con el estómago revuelto.

— Sé que ha hecho algo. — James respondió con fiereza. Ahora estaba mirando la mesa de
Slytherin. — Trató de esconderlo en los vestuarios, pero lo pillé en las duchas y... Merlín, Moony, si
vieras...

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— ¿Qué?

James negó con la cabeza, como si deseara poder borrar la imagen.

— Ella lo ha masacrado.

Un escalofrío recorrió a Remus que fue diez veces más efectivo que una ducha fría. De repente,
tenía once años de nuevo y estaba de vuelta en el vestuario de Quidditch después de que él y Sirius habían
estrellado sus escobas. Sirius, de once años, le susurró "Tengo cicatrices..." y se levantó la pernera del
pantalón para mostrar las largas y rectas marcas plateadas. En ese momento, Remus solo había pensado en
lo diferentes que eran de sus propias cicatrices, lo limpias y uniformes, como si hubieran sido hechas con
una cuchilla de afeitar. Más tarde, Sirius describió las cicatrices como una técnica disciplinaria, pero
nunca más lo volvieron a discutir.

— ¿Está bien? — Remus preguntó, tembloroso, ya no quería su tostada.

— Él dice que lo está. — James respondió: — Pero no lo hará... no hablará de eso, ni dirá nada. Uf, no
debería haber mencionado a Regulus así. Es tan malditamente terco.

— ¿Qué podemos hacer? — Remus se preocupó — No puede volver allí, no está bien. ¿Puede tu
familia hacer algo?

— Lo intentaron, el verano pasado — dijo James, con tristeza, — pero nada efectivo. Si puedo
conseguir que vaya con alguien; Dumbledore, o incluso Madame Pomfrey, si pudieran ver lo que hace esa
vieja perra... tal vez podamos sacarlo.

— Aunque no lo hará. — Remus suspiró. Sirius nunca mostraría una debilidad como esa.

— ¿Puedes intentarlo, Moony? — James preguntó, desesperado: — No me habla, pero a veces tú


puedes... persuadirlo.

— ¡¿Yo?!

— Sí, ya sabes, creo que te escucha, a veces. Siempre quiere impresionarte.

Oh, ¿Por qué James tenía que decir algo así?

Fueron a Transfiguración y encontraron a Sirius ya allí, ignorándolos cuidadosamente. Fue la


misma historia por el resto del día, incluso a la hora del almuerzo, Sirius entabló una conversación con
Mary y Marlene antes de que James o Remus pudieran hablar. Los mantuvo entretenidos con tontas
impresiones de Peter y Desdemona, de modo que estaban histéricas de la risa. James se sentó junto a él,
con el rostro sombrío, su expresión no parpadeó ni una vez.

No pudieron atrapar a Sirius solo hasta mucho después de la cena. Peter estaba una vez más
visiblemente ausente, y Remus descubrió que él y Lily estaban fuera de la rotación para patrullar esa
noche.

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Atraparon a Sirius saliendo del baño, y James se paró frente a la puerta, para que no pudiera
escapar a la sala común. Remus decidió optar por el enfoque directo.

— Escuché que tuviste un verano de mierda. — Dijo, mirando a Sirius a los ojos. Era más fácil si
estaba preparado para ello. Sirius resopló;

— ¿Qué ha estado diciendo James?

— Que estás herido, pero que eres demasiado imbécil para admitirlo.

— No estoy herido. — Sirius gruñó, disgustado. — Se está curando.

— ¡Esta mañana estabas sangrando! — James dijo, enfadado, claramente desconcertado.

— ¡¿Qué?! — Remus dijo, alarmado — Dios, Sirius, tienes que ir a Madam Pomfrey!

— ¡¿Y que toda la escuela sepa cómo le gusta divertirse mi madre?! No, gracias.

— Sí, porque Madame Pomfrey le cuenta a toda la escuela todo... — dijo Remus, levantando una
ceja sarcástica. — Déjame ver.

— ¡No! ¡Godric, eres peor que Potter!

—Vamos, te he mostrado las mías. — Remus captó su mirada de nuevo y la sostuvo.

Vio a Sirius calculando, sopesando los beneficios y luego cediendo lentamente.

— No quiero que James vea. — Dijo, mirando hacia abajo, avergonzado.

Remus se volvió y miró a James, cuyos hombros se hundieron un poco por la decepción. Aún así,
estoico como siempre, asintió y salió rápidamente de la habitación. Remus se sentía muy vulnerable,
ahora, al estar solo con Sirius. Dejó a un lado todos los pensamientos egoístas y trató de concentrarse en
ayudar a su mejor amigo.

— Vamos — asintió a Sirius — Veamos, de una víctima a otra. — Lo había querido decir como
una broma oscura, pero se dio cuenta de inmediato de que había sido incorrecto decirlo. Se maldijo a sí
mismo y resolvió callarse a menos que tuviera algo útil que decir.

Sirius se sentó en la cama más cercana, que resultó ser la de Remus, y se subió la pernera del
pantalón. Remus tuvo que contener un jadeo de horror. James había usado exactamente la palabra
correcta: masacrado. Estas marcas no estaban limpias y ordenadas, como habían sido las cicatrices
anteriores. Eran viciosas, cruzadas, variando en profundidad y severidad. Toda la parte posterior de sus
pantorrillas parecía como si alguien las hubiera cortado con el bisturí de un cirujano.

— ¿Lazo? — Preguntó Remus, tratando de mantener su rostro en blanco. Sirius se estremeció


levemente ante la palabra, pero asintió. — Perra. — Dijo Remus. Sirius se rió.

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— Sigue hasta arriba. — Él dijo.

— Mierda. — Remus respiró. Retrocedió, luego fue a su mesita de noche para hurgar —Tengo
algo que evitará que te duela.

— No me...

— No mientas — ordenó Remus, sacando su frasco de esencia de murtlap, — conozco el dolor.

Sirius aceptó eso. Remus regresó y le entregó el frasco. Sirius lo miró, luego a Remus, expectante.

— Tú lo frotas. — Dijo Remus, agitó el frasco, impaciente —Vamos, no lo estoy haciendo por ti,
no soy tu elfo doméstico.

Pensó que lo había estado haciendo bastante bien, pero todo se derrumbaría si tenía que tocar a
Sirius, incluso en un lugar tan inocente como sus pantorrillas. Sirius sonrió y tomó la esencia de murtlap.
Sacó una porción generosa con sus dedos largos y se untó un poco en la pierna. Remus vio por la
expresión de su rostro que había funcionado de inmediato; sus rasgos se relajaron, algo de la agudeza
abandonó sus ojos. Debía de haber estado realmente adolorido.

— ¡Maldita sea, eres increíble, Moony! — Dijo Sirius, animándose mientras continuaba aplicando
la esencia. Remus se sonrojó y se encogió de hombros.

— Es simplemente mágico, no como si lo hubiera descubierto.

— Sí, pero aún así... — Sirius se puso de pie ahora, y comenzó a desabrocharse los pantalones
para poder cubrir el resto de los cortes. Remus prácticamente saltó hacia atrás y corrió hacia la puerta,
balbuceando.

— Yo um... te daré un poco de privacidad... tengo que irme de todos modos... tarea... — su voz
era mucho más alta de lo que quería que fuera.

Prácticamente corrió escaleras abajo y chocó directamente con James.

— ¡¿Está bien?!

— Sí, sí... le di algo para eso. Sólo dale un minuto, creo que bajará.

— Brillante, gracias Remus.

— No le hablé de ir con un maestro ni con nadie...

— Sí, pero ahora nos está hablando — sonrió James. — En serio, gracias, Moony, ¡Eres una
leyenda! Te lo devolveremos... se supone que no debo decir nada todavía, pero... bueno, ¡Te prometo que
lo haremos!

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Con eso, James le dio una palmada en el hombro, luego corrió escaleras arriba para ver a Sirius.
Remus se hundió en un sillón cercano y decidió reevaluar algunas cosas. Tenía que escapar, en caso de
que volvieran a bajar. Salió de la sala común y se dirigió a la biblioteca, donde pasó el resto de la velada
estudiando minuciosamente las rebeliones de los goblins. Después de todo, eran los Owls este año y no
podía permitir que su libido* arruinara todo por lo que había estado trabajando.

Era casi el toque de queda cuando se sintió listo para irse. Le picaban los ojos y le dolía la espalda,
y estaba de mal humor, pero al menos ya no pensaba en Sirius. Bueno. No realmente.

Dejó la biblioteca y caminó rápidamente por los pasillos oscuros de la Torre de Gryffindor. Estaba
al menos a mitad de camino cuando escuchó una especie de ruido extraño, como un gemido, al final del
pasillo de Encantamientos. Suspirando para sí mismo, fue a investigar. Lily dejaría sus tripas como ligas si
no lo hiciera. Era tal y como sospechaba. Dos Slytherin habían acorralado a un Ravenclaw de primer año
y lo estaban atormentando. Lo tenían en una maldición vinculante - Remus había estado en esa posición
muchas veces.

— Expelliarmus — gritó, y las dos varitas de Slytherin volaron a sus manos. Se volvieron, uno de
cabello oscuro, otro rubio. Barty Crouch y Regulus Black. — Oh, ustedes dos... — Remus bostezó,
apoyándose casualmente contra la pared.

El Ravenclaw se escabulló, chillando un rápido "¡Gracias!" a Remus mientras se iba.

— ¡Loony Lupin! — Barty sonrió. Tenía una sonrisa horrible, como si nunca hubiera conocido la
alegría o la felicidad.

— Cuida tu lengua, Crouch — siseó Remus, luego le lanzó una maldición.

De inmediato, la lengua de Barty comenzó a hincharse, volviéndose violeta al hacerlo. Se aferró a


ella, desesperadamente, pero era uno de los encantos de congestión de James, y no podía detenerlo. —
Será mejor que vayas a la enfermería — sonrió amablemente Remus. — Enviaré sus varitas a su Jefe de
Casa, le haré saber que estabas fuera de los límites...

— ¡Cómo te atreves! — Regulus enfureció, marchando hacia Remus. Era mucho más bajo, casi de
la misma altura que Sirius, pero eso no le impidió llegar al de quinto año. El verano claramente también
había tratado mal a Regulus: estaba más pálido que nunca, sus ojos oscuros y hundidos. — ¡Sucia escoria
mestiza! Puede que seas un prefecto, pero sigues siendo un cobarde, un sucio...

— ¡¿Cobarde, eso soy?! — Remus vio rojo y dejó caer ambas varitas, y en su lugar usó sus manos
para empujar a Regulus contra la pared y agarrarlo por el cuello.

La cabeza del chico más joven golpeó la pared de ladrillos y parpadeó, mostrando un terror
genuino en su rostro. A Remus no le importaba; de hecho, era perfecto. —Puede que sea un mestizo —
siseó Remus, amenazadoramente—, ¡Pero al menos no me quedo al margen y veo cómo mi familia se
hace pedazos!

Los ojos de Regulus se agrandaron y una mirada terrible y angustiada se apoderó de él.

— Le dije que dejara de presionarla, ¡Pero no me escuchó! — susurró — No pude detenerla...

12
Disgustado, Remus lo soltó. Barty todavía se estaba ahogando, al final del pasillo.

— Eres un cobarde, Regulus Black. — Remus dijo, en voz muy baja — No lo olvides nunca.

Escupió a los pies de Regulus y se alejó.

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La Sorpresa
So inviting - so enticing to play the part
I could play the wild mutation
as a rock 'n' roll star
I could do with the money (y'know that I could...)
I'm so wiped out with things as they are (y'know that I should...)
I'd send my photograph to my honey
And I'd come on like a regular superstar.

Sábado 20 de Septiembre de 1975

Durante las siguientes tres semanas, Remus logró caer en una rutina algo más cómoda mientras
aprendía a navegar por sus nuevos sentimientos. Hubo alguna vez, donde simplemente podría haber
tratado de evitar a Sirius; retirarse y esconderse en la biblioteca, o en alguno de sus rincones. Pero había
aprendido que esto nunca funcionaba al final, especialmente cuando compartías una habitación. Y en
cualquier caso, ahora era demasiado grande para la mayoría de sus viejos huecos.

Así que simplemente trató de arreglárselas y, al intentarlo, descubrió que podía. No es que fuera
fácil, exactamente, pero tenía mucho más de qué preocuparse. Además de los deberes de prefecto, que ya
tenían a Remus de arriba y abajo por el castillo para tareas de patrulla y reuniones, era un año importante
para sus estudios.

Con la llegada de los OWL, los profesores los estaban cargando con más trabajo que nunca, y
había habido un cambio notable en el programa de estudios. En Transfiguración estaban aprendiendo a
ocultarse; en Encantamientos practicaron el desarme; Pociones se centró principalmente en identificar y
contrarrestar venenos; y Defensa Contra las Artes Oscuras parecía ser nada más que ejercicio tras ejercicio
de hechizos de ataque y defensa. Se estaban entrenando para la guerra y todos lo sabían.

Cuidado de criaturas mágicas fue un asunto sombrío. El profesor Kettleburn era un anciano
gruñón y ladrador al que le faltaba la mitad de los miembros y tenía un parche en el ojo. No traía nada
para que vieran, ni les contaba historias de sus encuentros con bestias fantásticas; prefería contar cómo
había conseguido todas sus diversas heridas, y siempre eran historias horribles.

Remus trató de darle vueltas a esto de una manera positiva, al menos sin Ferox había una
distracción menos. No había forma de que se enamorara del viejo y crujiente Kettleburn. Sirius era
suficiente con lo que lidiar para él.

Aunque se las arregló para simplemente sonreír a través de sus sentimientos la mayor parte del
tiempo, estos parecían aflorar en los momentos más inoportunos. Podía estar leyendo un libro y ahí
estaban. O completamente solo en la biblioteca, y un recuerdo aparecía, agitando sus entrañas. A menudo
lo dejaban agitado, demasiado acalorado y confundido. Si así era como James, Mary, Marlene, Peter y
todos los involucrados en el estúpido negocio de los besuqueos se habían estado sintiendo durante los
últimos dos años, entonces Remus simplemente no sabía cómo alguno de ellos había logrado hacer algo.
Parecía que su mente y su cuerpo estaban constantemente en guerra.

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No era estúpido; sabía que era algo así como una reacción tardía en lo que respecta a ese tipo de
cosas. El verano después de que él cumpliera trece años, la Matrona lo llamó a su oficina y le preguntó en
los términos más vagos posibles cuánto sabía sobre las "relaciones maritales". No estaba muy seguro de
cuánto debería saber y no quería parecer estúpido, así que dijo que lo sabía "todo". Ella asintió con la
cabeza y le dijo que le preguntara a un miembro del personal masculino si tenía alguna pregunta. Por
supuesto, nunca lo había hecho. También una vez tuvieron una charla con el vicario local sobre la santidad
del matrimonio y la naturaleza pecaminosa de 'actuar en base a impulsos básicos', pero Remus había
estado tan mortificado que había bloqueado la mayor parte de eso.

'Impulsos básicos'. No era algo de lo que se suponía que debías hablar en serio, al menos no con
otros chicos, él sabía eso. Las bromas estaban bien; al menos estaban en territorio seguro si se burlaban el
uno del otro. Pero ciertamente no podrías hacer preguntas.

Los otros merodeadores iban delante de él; algunas noches cerca de la luna llena había captado el
aroma de su lujuria, había escuchado sus silenciosos momentos dolorosos de frustración y vergüenza
mientras buscaban a tientas debajo de las sábanas en la oscuridad. Simplemente le avergonzaba. Por
supuesto, Remus lo había hecho, por supuesto que había... pero eso sólo se sentía como mantenimiento,
sin más significado de lo que le atribuía a cepillarse los dientes.

Sin embargo, desde el verano pasado, las cosas en ese departamento habían cambiado. Se
volvieron más urgentes. Como si haber besado a Grant lo hubiera activado de alguna manera; desató una
gran avalancha de... sentimientos. Remus rara vez pensaba en otra cosa, estaba constantemente nervioso.
Por una vez, estaba agradecido por las onduladas túnicas negras que debían usar en Hogwarts, pero
incluso entonces a menudo se encontraba teniendo que permanecer sentado más tiempo que todos los
demás a veces, tratando de tener pensamientos neutrales. Una vez tuvo que cubrirse el regazo con un libro
particularmente pesado, simplemente porque McGonagall dijo 'trabajo de varita' demasiadas veces.

Se sintió cambiado por dentro; estaba presente en todo momento, ya fuera solo o en compañía. Y
Sirius. ¿Por qué tenía que ser Sirius?

Ok, sabía por qué. Era la forma en que su delgada camisa blanca de la escuela le colgaba de la
espalda, la forma en que su cabello caía sobre sus ojos de modo que tenía que empujarlo hacia atrás, a
pesar de que nunca jamás se lo metía detrás de la oreja. Sus manos. Sus jodidos ojos...

Habían sido tres semanas muy difíciles.

Remus estaba agradecido de que esta primera luna llena del trimestre hubiera caído en un fin de
semana. Significaba que podía dormir y descansar tranquilamente esperando el anochecer, en lugar de
sentarse durante horas en lecciones, con los huesos doloridos en los duros asientos de madera. El sábado
también fue el día de práctica de Quidditch (de hecho, desde que James se había convertido en capitán, la
práctica de Quidditch era casi todos los días), dejando a Remus completa y felizmente tranquilo.

Había dormido la mayor parte de la mañana, luego bajó las escaleras para almorzar, antes de
regresar a la tranquilidad de su dormitorio vacío. Leyó su libro por un tiempo, pero sintiéndose con dolor
de cabeza e inquieto pronto se rindió. Deseaba que la luna se diera prisa y viniera, para poder acabar de
una vez. Esperarla era la peor parte. Cerró los ojos, se estiró, luego decidió que estaba harto de acostarse.
Se bajó de la cama y fue a sentarse en el alféizar de la ventana con un paquete de cigarrillos. El último que
tenía del verano, que Grant le había dado como regalo de despedida.

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Grant. Si Grant estuviera ahí, en Hogwarts, ¿Remus sentiría lo mismo por Sirius? Probablemente,
suspiró para sí mismo. Y Grant era tan astuto en ese tipo de cosas que lo resolvería de inmediato. Quizás
tuviera algún consejo. Si tan solo pudiera llamarlo, o incluso escribir una carta, pero solo se le permitía
enviarle búhos a la Matrona, ¡¿y si ella la leía?! Remus deseaba tener los espejos compactos que tenían
James y Sirius. Aunque no tenía ni idea de cómo diablos se los explicaría a Grant.

Terminó su primer cigarrillo y comenzó con otro. Era reconfortante. La marihuana era mejor;
había fumado un poco después de su última luna llena, pero no había visto a nadie en Hogwarts
fumándolo. De todos modos, se había agotado el set de fumar, ya que ya no abastecía. Las distracciones
del verano pasado le habían costado en más de un sentido.

Se acercaba la noche y el estómago de Remus comenzó a rugir. Trataba de comer ligero en lunas
llenas, anticipándose al dolor que a veces lo enfermaba. Los días posteriores, estaría hambriento y podría
manejar fácilmente tres o cuatro platos por comida. Estaba a punto de levantarse y bajar cuando se abrió la
puerta.

Peter, James y Sirius entraron con miradas curiosas en sus rostros. James se veía muy serio y
bastante cauteloso, como si tuviera que dar una noticia y no estuviera seguro de cómo se lo tomaría
Remus. Sin embargo, Remus sabía que no podía ser una mala noticia, porque Sirius sonreía de oreja a
oreja, mostrando cada uno de sus perfectos dientes blancos como perlas. Peter se retorcía las manos, como
de costumbre, pero él también tenía una pequeña sonrisa maliciosa, la mirada que tenía cuando estaban en
medio de una broma particularmente tortuosa.

— Oh Dios — dijo Remus, antes de que James pudiera hablar — ¿Y ahora qué? ¿Por qué no están
en Quidditch?

— ¡Hoy no hay Quidditch! — Dijo Sirius, todavía sonriendo como un loco. La energía que
emanaba de él era eléctrica, ardiente; claramente, estaba extremadamente emocionado por algo.

— ¿Dónde han estado entonces? — Preguntó Remus, eligiendo mirar a James, en cambio, para
mantener su tono de voz.

— ¡Hemos estado practicando algo más! — Peter estalló, mordiéndose el labio inferior.

Remus se reclinó en el alféizar de la ventana y miró a James de nuevo, levantando una ceja
interrogante. James tragó, la manzana de Adán se balanceó, luego se aclaró la garganta.

— Moony — dijo — Tal vez recuerdes que tuvimos una idea, en tercer año...

— Tienen ideas todo el tiempo, Potter, sé específico — dijo Remus, irritado, encendiendo su
tercer cigarrillo. Le dolían los hombros y el cuello. No estaba de humor para juegos en luna llena, ya
deberían saberlo.

— El... para ayudarte con el... sé que dijiste que no deberíamos, um... — James se pasó la mano
por el cabello — Pero ya habíamos llegado tan lejos con eso, y... um... mira, lo siento, lo sentimos...
pero...

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— ¡Escúpelo! — Remus suspiró, exhalando humo. James pareció aterrorizado. Miró a Sirius,
luego miró a sus pies y murmuró:

— Nos hemos convertido en animagos...

— ¡¿Qué?!

— ¡Oh, por el amor de Merlín! — Sirius dijo, dando un paso adelante — ¡Mira, Remus!

Y con eso, Sirius se transformó rápidamente en un perro negro muy grande, y Remus se cayó del
alféizar de la ventana en estado de shock.

(Song: Star - David Bowie)

17
76
Moony & Co
El perro - Sirius el perro - ladró dos veces y movió la cola juguetonamente mientras Remus se
levantaba del suelo. Miró a James y Peter, que sonreían tímidamente. Miró al perro de nuevo, que se
transformó de nuevo en Sirius, parado frente a él con la misma sonrisa loca.

— Lo hiciste. — Remus dijo, sin tono — No puedo creer que lo hicieras. — Se sentó de nuevo,
sintiéndose un poco inestable.

— ¿Estás enojado con nosotros? — Preguntó James, sus ojos enormes y serios.

— ¿Pueden hacerlo todos?

Peter y James se miraron y luego asintieron. Remus respiró, su pecho apretado. —


Háganlo entonces — susurró — Muéstrenme.

De inmediato, James y Peter se transformaron en un enorme y majestuoso ciervo y en una gorda


rata marrón. Las astas de James rasparon el techo bajo de la habitación, por lo que tuvo que inclinar
ligeramente la cabeza. Sirius se rió.

— No podemos elegir en qué nos convertimos — explicó. — De lo contrario, Peter


probablemente habría elegido otra cosa...

— ¡Oi! — Peter dijo, transformándose de nuevo: — Las ratas son criaturas muy inteligentes, lo
busqué.

— Es una pena que tú no lo seas. — Sirius respondió.

— No todo el mundo quiere ser un gran chucho baboso — James se transformó también y le dio
un puñetazo a Sirius en el hombro.

— Está bien, Bambi, cálmate — Sirius sonrió, alborotando el cabello de Peter — Solo nos
estamos riendo, ¿No es así, amigo?

Peter le devolvió la sonrisa. Se veía bastante feliz. Todos se veían así. Remus todavía estaba sin
palabras. Los miraba a todos como si fueran extraños. ¿Realmente habían hecho esto, una de las magias
más difíciles, que requería de habilidad, concentración y, sobre todo, paciencia, solo por él?

— ¿Remus? — Preguntó James, viéndose serio de nuevo — Estás enojado, ¿no?

— Yo... — Remus frunció el ceño, luego negó con la cabeza — No, no, no estoy enojado... Yo
solo... —Se frotó la parte posterior de la cabeza, cerrando los ojos — Sabía que lo harían de todos modos,
los conozco. Lo intentarían, al menos. Nunca me escuchan.

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— Lo sentimos. — James dijo, desamparado. Incluso Sirius había dejado de brincar.

— ¡No, no lo sientas! — Remus dijo, rápidamente, abriendo los ojos, — Lo que han hecho es
asombroso... ustedes son increíbles. Yo solo... no sé qué decir.

Se maldijo a sí mismo por no poder agradecerles adecuadamente, por sentir todo con tanta fuerza,
por no poder expresarlo con palabras. ¿Cuál era el punto de toda esa lectura si no le daba las palabras
cuando las necesitabas?

Volvió a levantar la vista para encontrar a Sirius mirándolo - su sonrisa era más tranquila ahora, y
la luz del entendimiento brillaba en sus ojos. El corazón de Remus dio un vuelco.

— Gracias. — Dijo, en voz baja, solo a Sirius.

— ¡Cualquier cosa por nuestro Moony! — Sirius sonrió de nuevo, y de repente todo volvió a la
normalidad, y el dormitorio era solo su dormitorio, y estas personas increíbles eran solo sus amigos. —
Vamos — dijo Sirius alegremente, dirigiéndose a todos ellos — Bajemos a cenar. ¡Tenemos una larga
noche por delante!

— ¡¿Esta noche?! — Remus dijo, sorprendido — ¿Quieren probarlo esta noche?

Por supuesto, pensó, es por eso que eligieron el último momento para revelarse.

— No hay momento como el presente — sonrió James.

— ¿No debes de querer pasar otra noche solo en esa horrible casa cuando no tienes que hacerlo,
sabes Remus? — Peter dijo con seriedad.

Remus pensó en esto mientras seguía a los demás por las muchas escaleras y pasillos hacia el
Gran Comedor. No le gustaba estar solo, justo antes de la luna o inmediatamente después. Supuso que al
lobo tampoco le gustaba estar solo, a juzgar por el dolor que le causaba. Pero siempre lo había hecho solo.
Nunca antes había sido una pregunta.

No habló en absoluto durante la cena, mordisqueando su plato con indiferencia. Sirius le dio un
codazo de vez en cuando, y Remus le lanzó una sonrisa, pero luego volvía a jugar con sus patatas asadas.

— Remus, no estás comiendo — dijo Marlene, preocupada — Eso es no es propio de ti.

— Mm — respondió, bajando el tenedor — No me siento bien. Creo que iré a la enfermería.

— Oh no, ¿otra vez? — Marlene inclinó la cabeza con simpatía — Pobrecito.

Remus se encogió de hombros y se levantó para irse. Los merodeadores también se levantaron y
lo siguieron.

— ¿Cómo van a hacerlo? — Preguntó, mientras caminaba, sin atreverse a mirar a ninguno de
ellos.

19
— Pete es pequeño, puede hacernos entrar — dijo James, con entusiasmo — Entonces usaremos
la capa, es muy fácil encajar ahora que podemos cambiar.

— Está bien — asintió Remus, resolviéndolo — Está bien, si pueden colarse detrás de Pomfrey...
ella pone un hechizo de bloqueo en la puerta, de lo contrario.

— Genial — asintió Peter con entusiasmo — ¡Lo haremos, Remus, lo haremos!

Fuera de la enfermería, se volvió y los miró a todos. Ayudaba a ser alto, en momentos como este.

— Saben que podría matarlos a todos.

Lo miraron sin vacilar. Sirius enderezó su espalda,

— No lo harás.

Remus suspiró.

— Okay. Nos vemos en una hora más o menos. — Y con eso entró en la enfermería, sin mirar
atrás. El corazón le martilleaba en el pecho, en parte por la emoción, en parte por el terror.

Era peligroso; era tan, tan peligroso que le dolía la cabeza. Pero les había dicho 'no' una vez antes,
y este había sido el resultado. Solo podía esperar que fueran lo suficientemente rápidos e inteligentes
como para escapar, si las cosas salían mal. Y si no podían escapar... esperaba que al menos uno de ellos
fuera lo suficientemente valiente como para hacer lo necesario para asegurarse de que los tres
sobrevivieran, incluso si eso significaba que él no lo haría.

***

— ¿Estarás bien, querido? — Madame Pomfrey preguntó, mirándolo con ojos preocupados. — Sé
que la primera noche es mala...

— Está bien, de verdad. — Remus dijo, sentándose en su catre, como siempre. — No se preocupe
por mí, la veré por la mañana.

— Al amanecer — prometió la medibruja. Ella le dio un rápido beso en la frente antes de salir
apresuradamente de la habitación. Remus respiró profundamente y miró a su alrededor.

— ¿Están ahí? — Respiró en la habitación vacía.

James apareció de repente, quitando la capa. Sirius y Peter lo siguieron rápidamente,


transformándose de sus formas animagas a humanos.

— No creo que nunca me acostumbre a eso — Remus parpadeó. Se mordió el labio nerviosamente
y trató de sonreír, haciendo un gesto hacia la lúgubre habitación — Bienvenidos a la Casa de los Gritos...

20
— Moony — dijo James, luciendo profundamente preocupado mientras observaba los alrededores
— Es horrible.

— Está bien. Es mejor que una jaula.

— Esto es una jaula — dijo Sirius, sonando feroz.

— ¿Cuándo sucederá? — Peter preguntó, de repente, de pie detrás de los otros dos.

Remus rodó sus hombros con cuidado para ver cómo avanzaba el dolor.

— En no mucho — dijo rotundamente — quince minutos, tal vez.

Hubo silencio por un momento. Cuando Remus pudo sentir que su sangre comenzaba a hervir, y
ese revelador hormigueo en sus músculos, de repente entró en pánico, — Nadie lo ha visto nunca antes. —
Dijo, mirándolos a todos con impotencia: — No creo... es muy, muy feo.

— Está bien, Remus — dijo James con dulzura — Sabemos qué esperar

— Yo podría gritar... Yo voy a gritar.

— Está bien. — Sirius prometió.

— ¿Tienes sus varitas?

— Sí — todos las retiraron para mostrárselas.

— Bien — asintió, mirando las tablas del suelo. Le dolía la espalda, podía sentir cada vértebra
presionando contra la piel. — Si ataco... si no pueden controlarme... van a tener que... — titubeó. Estaba
empezando. —Cambien — gritó, acurrucándose en la cama, de cara a la pared — ¡Rápido!

Sus terminaciones nerviosas se incendiaron y comenzó la transformación. Duele, su mente


balbuceaba, como un niño lloriqueando, duele duele duele... empezó a perder la cabeza en la agonía,
consciente de que alguien estaba gritando, hasta que ya no era Remus, y los gritos eran largos y oscuros
aullidos de angustia.

Finalmente se dio la vuelta, su cuerpo nuevo, fuerte y poderoso... olfateó. Conocía este lugar, su
prisión. Quería ser libre, quería salir y correr y cazar y matar... tenía tanta hambre, estaba tan inquieto.
Estaba a punto de aullar de nuevo, correr hacia las ventanas o arañar la puerta. Olió el aire. No estaba solo.

El lobo volvió sus ojos hacia los tres animales encerrados con él. Gruñó, saltó de la cama.
Chasqueó las mandíbulas y se mantuvo erguido, levantando la cola para mostrar dominio. El negro gruñó,
olfateando al lobo. Dio un paso adelante y el lobo gruñó, aún inseguro. El negro se tendió a los pies del
lobo. Se dio la vuelta y mostró su vientre. Amigo. El lobo, sabiendo que ahora ese era el líder, dejó de
gruñir. Reconoció el olor de ellos; Sabía que no tenían intención de hacer daño.

Esta era su manada, y ya no estaba solo.

21
***

Remus se despertó asfixiado y farfullando cuando regresó a su cuerpo. Estaba oscuro y


polvoriento, como siempre, y sus huesos todavía estaban doloridos y cansados, y su cabeza todavía
palpitaba. Pero no había sangre; al menos no podía olerla, no podía saborearla, y el dolor pasaba
rápidamente, como agua por un desagüe.

— ¿Moony? — La voz de Sirius interrumpió, familiar y reconfortante. — Aquí.

Remus se sintió caliente de vergüenza cuando Sirius le entregó una manta para cubrirse.

— Gracias — gruñó, envolviéndose. Entrecerró los ojos cuando su visión se despejó, las formas
de sus tres amigos nadaron lentamente a la vista — ¿Todos están bien?

— Bien — Sirius sonrió — ¡Mejor que bien! ¡Si funcionó, Moony!

— Aquí, vamos — James se agachó y ayudó a Remus a ponerse de pie, luego lo apoyó en la
pequeña cama. Remus todavía se sentía débil, como siempre, pero eso era todo. Sin cortes, sin rasguños,
no se había lastimado en absoluto.

Se apretó más el cuerpo con la manta y miró a sus tres mejores amigos, las personas que más
quería en el mundo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y miró hacia abajo, rápidamente, avergonzado.

— ¿Estás bien? — Preguntó Sirius, sonando preocupado — ¿Todavía duele?

— No — Remus negó con la cabeza, sonriendo — Solo estoy siendo tonto. — Se secó los ojos y
volvió a mirarlos. James lucía tan majestuoso y orgulloso como siempre, sus lentes ligeramente torcidos,
ojeras oscuras bajo sus ojos, pero sonriendo de todos modos. Peter estaba sonrojado, sonrojado por la
emoción, y Sirius estaba absolutamente perfecto, brillando como si le acabaran de entregar la copa de
Quidditch. Remus se sintió muy frágil y patético, todo flaco y desnudo en la cama junto a estos héroes. —
¿Fue malo? — Preguntó, nervioso — ¿La transformación?

— Fue bastante horrible. — James dijo, honestamente. Los demás asintieron.

— Eres tan valiente, Remus. — Peter estalló.

— Pero después — dijo Sirius, ansioso por recordar — Después fue increíble, no estabas seguro al
principio, pero luego yo...

— Me sometiste. — Remus dijo: — Lo recuerdo.

— ¿Pensé que no podías recordar nada de lo que pasaba? — Preguntó James, ladeando la cabeza.

— No puedo, por lo general — Remus frunció el ceño, — Pero anoche fue diferente... lo recuerdo
todo. Yo no era yo, exactamente, pero yo tampoco era yo. ¿Tiene sentido?

— No — se rió Sirius. Remus también se rió.

22
—Será mejor que se metan bajo la capa. Madame Pomfrey está en camino. ¿Podría, eh... alguien
pasarme mi ropa?

Sirius fue el último en esconderse debajo de la capa, estaba vivo de alegría y siguió
transformándose de un lado a otro, incapaz de quedarse quieto. Cuando absolutamente tenían que irse,
apretó el hombro de Remus suavemente, una última vez.

— ¿No te lo dije, Moony? ¡¿No te lo dije?! — Susurró febrilmente.

— Lo hiciste — Remus sonrió, débilmente. Bajó la voz, para que nadie más pudiera escucharlo, y
miró a Sirius con atención — ¿Fue aterrador? ¿Yo era aterrador? — No tenía idea de cómo se veía en
forma de lobo.

La expresión de Sirius no parpadeó.

— No. — Dijo con firmeza. — Eras hermoso.

23
77
Hermoso
— ¡Asombroso! — Ella repetía: — Completamente increíble...

Remus la engañó con una loca teoría de que estaba "madurando", y que eso debía de explicarlo.
No parecía convencida, pero la dulce enfermera estaba tan contenta de encontrarlo ileso que no hizo
ninguna pregunta al respecto. Lo mantuvo en la enfermería para dormir hasta el domingo, pero al
mediodía se sintió tan alerta y enérgico como cuando la luna estaba menguando.

— No tengo ninguna razón para tenerte aquí — sonrió Madame Pomfrey, todavía sin creerlo. —
No creo en abarrotar mi sala de pacientes sanos.

Remus prácticamente saltó de regreso a la torre de Gryffindor, subiendo las escaleras de dos en
dos. No le sorprendió encontrar a los merodeadores todavía en la cama, aunque James y Peter daban
señales de vida.

— ¿Estás bien, Moony? — James sonrió adormilado, apartando las cortinas de su cama al oír el
sonido de la puerta del dormitorio.

— Estoy bien — susurró Remus, no queriendo despertar a Sirius. Él odiaba que le interrumpieran
su sueño en el mejor de los casos, y hoy Remus realmente sentía que Sirius se merecía dormir un poco.
Además, el 'eras hermoso' había estado sonando en los oídos de Remus todo el día, y aún no estaba seguro
de cómo le haría para poder hablar con Sirius de nuevo.

— ¿Pomfrey dijo algo?

— No, ella no termina de entender que hizo diferente. Nos salimos con la nuestra.

— ¡Excelente! — James bostezó — Tendremos que conseguir algunas pastillas de 'pimienta' o


algo para la próxima vez, es lunes.

— No tienen que hacerlo todos los meses...

— Cállate, Moony —gritó Peter, aturdido— haremos lo que queramos.

Remus sonrió para sí mismo, recogió sus libros y bajó sigilosamente a la sala común para no
molestarlos más.

— ¡Remus! — Marlene gritó: — Gracias a Dios, estoy tan atascada en esta estúpida pregunta de
Historia...

— ¿Cuál elegiste? — Remus se sentó en un escritorio con las chicas. — ¿Rebelión goblin?

24
— Levantamiento de trolls. — Marlene suspiró con tristeza. — Pensé que sería más fácil.

— Mmm — respondió Remus, revisando sus notas para ver qué tenía sobre el levantamiento de
los trolls. Él mismo encontraba a los trolls bastante aburridos, pero obedientemente había anotado todo lo
que había dicho el profesor Binns. A pesar de que Sirius había estado pasándole notas durante toda la
lección.

Hermoso. Hermoso. ¿Qué significaba eso? Era algo bueno, obviamente. Una palabra que solo
podía ser positiva. Pero Sirius la había dicho. Peor aún, la había dicho sobre la forma lobo de Remus.
Entonces así, podría significar muchas cosas: Remus había creado una lista corta en su cabeza.

Por ejemplo, "eras hermoso" podría significar:

1. Eras hermoso la noche anterior, como un lobo, pero no eres hermoso esta mañana como un ser
humano.

2. Estabas hermosa anoche porque yo era un perro, y los perros están en una buena posición para
juzgar la belleza canina.

3. Te dije que eras hermoso, aunque no es cierto, porque no quiero herir tus sentimientos.

4. Creo que eres hermoso todo el tiempo y me gustaría mucho besarte.

Remus estaba dispuesto a admitir que la opción 4 era la menos probable. Finalmente encontró las
notas y se las pasó a Marlene.

— Miralas y avísame si te quedas atascada. Algunas son un poco confusas, pero tengo algunos
buenos trucos para recordar las fechas clave.

— ¡Eres un salvavidas, Remus! — Marlene dijo efusivamente, luciendo aliviada.

— Al menos has terminado tu ensayo de Transfiguraciones — Mary frunció el ceño, luciendo tan
agotada como Marlene. — Estoy tan atrasado que voy a estar despierta toda la noche.

— ¿Necesitas ayuda? — Preguntó Remus, buscando su propia tarea de Transformaciones, que


solo necesitaba una rápida revisión antes de que estuviera lista para entregar.

— Oh, no gracias... — Mary se sonrojó, mirando hacia abajo — Umm... Sirius prometió ayudar,
en realidad. Ya sabes, porque es realmente bueno en Transformaciones.

Marlene se rió.

— Y le pidió que fuera a Hogsmeade con él...

— Oh, ¿verdad? — Preguntó Remus, sintiendo su boca repentinamente muy seca.

25
— Sí — sonrió Mary, luciendo muy complacida consigo misma. Remus no podía culparla.
Suertuda. — Sé que lo dejé antes — dijo Mary, en voz baja — pero entonces éramos solo niños. Es por lo
tanto ahora más maduro.

Lily soltó un bufido sarcástico, pero no levantó la vista de su propio trabajo. Remus solo sonrió y
asintió, mirando su libro de texto de Encantamientos. Ahora no estaba de humor para la tarea. Marlene y
Mary continuaron riendo y susurrando sobre Sirius.

Remus se dijo así mismo con enojo que no era justo que se sintiera de ese modo, no era justo para
Mary y no era justo para Sirius. De hecho, era increíblemente egoísta. Sirius no lo había despreciado, ni se
había propuesto a lastimarlo deliberadamente. Todo lo contrario, Sirius había hecho todo lo posible para
que Remus se sintiera seguro y cómodo en su propia piel. Era horriblemente ingrato por parte de Remus
enojarse por una cosa tan estúpida como esta.

Realmente, no era de su incumbencia con quien Sirius fuera a Hogsmeade. El propio Remus
nunca había tenido ningún interés en Mary Macdonald, por lo que la sensación de malestar en su
estómago estaba completamente fuera de lugar. Y a sus amigos se les permitía tener novias, si querían.
Era normal. Sirius se merecía un poco de normalidad, después del verano que había tenido.

Pensó en ello toda la noche y hasta el día siguiente. Acerca de Mary, Sirius y 'eras hermoso'...
¿Sirius le diría a Mary que ella era hermosa? Ella era hermosa, sería una declaración justa - no sólo eran
sus curvas suaves y ojos color chocolate, sino además las salpicaduras de pecas en su nariz, su piel marrón
suave- que nunca había sido poroso, como el de cualquier otro adolescente en su año, y que brillaba como
el caoba. Su risa, su humor, su ingenio rápido. Ella era una buena pareja para Sirius.

La cuestión era, decidió Remus, que si un chico le decía a una chica que era hermosa, realmente
no podía haber dudas sobre cuáles eran sus intenciones. Los chicos diciéndole a otros chicos que eran
hermosos era algo un poco más fuera de foco, especialmente cuando ninguna de las partes tenía toda la
información.

Después de todo, Remus se repitió a sí mismo, Sirius no tenía idea de lo que él había estado
haciendo durante todo el verano. Por lo que Sirius sabía, por lo que cualquiera en Hogwarts sabía, Remus
estaba tan interesado en las chicas como cualquier otro chico de su edad. Por lo tanto, podría leerse
fácilmente como un cumplido completamente platónico e inocuo. Por otro lado, una pequeña y aduladora
voz susurraba que Sirius siempre había conocido a Remus mejor que él mismo. Siempre había sido capaz
de descifrarlo: el problema de la lectura, la licantropía, ¿Por qué no esto también? ¿Era tan terrible tener
esperanza?

***

Sábado 4 de Octubre de 1975

Después de una semana de noches inquietas, Remus estaba desesperado por tener a alguien con
quien hablar. Y esta vez realmente no había nadie con quien pudiera hablar. Todos conocían matices
ligeramente diferentes de Remus, basados en los secretos que conocían. Los merodeadores sabían que era
un hombre lobo, pero solo Sirius sabía de sus problemas con la lectura. Lily sabía de la lectura, pero no
del problema del hombre lobo. Mary y Marlene eran las que menos sabían de todo eso, y a él le gustaba
que fuera así.

26
Solo había una persona en todo el mundo que conocía su nuevo secreto, y era casi imposible
ponerse en contacto con esa persona. Sin embargo, Remus era más que un hombre lobo con problemas de
lectura y un enamoramiento gigantesco por su mejor amigo. Sobre todas las cosas, era un merodeador; y
nada era imposible para un merodeador.

El año pasado, Mary le había dicho que había una vieja cabina telefónica muggle en las afueras de
Hogsmeade que todavía estaba en servicio. Todo lo que tenía que hacer era llegar sin que nadie le
preguntara adónde iba, y asegurarse de que Grant estuviera esperando al otro lado, en Essex.

La primera parte fue fácil: Sirius y Peter estarían ocupados el próximo fin de semana de
Hogsmeade con sus respectivas citas. James, a pesar de que ya había invitado a salir a Lily varias veces
este trimestre, estaría perdido, pero era mucho menos entrometido que Sirius. Remus pensó que podría
alejarse de él sin mucho esfuerzo.

Llevar un mensaje a St. Edmund era mucho más difícil, y al final Remus se conformó con
mandarle una lechuza a la Matrona. Le escribió una nota rápida en la que le explicaba que no volvería por
Navidad; esto era completamente redundante, ya que hasta ahora no había pasado una Navidad en St.
Edmund desde que tenía once años, pero servía para sus propósitos. Adjuntó un segundo sobre, dirigido a
Grant Chapman, con una nota aún más breve en el interior:

Sábado 4 de Octubre. Cabina telefónica en la estación más próxima. 12 pm.

Después de eso, Remus solo tenía que esperar lo mejor.

Llegó el fin de semana de Hogsmeade, y Remus había olvidado un poco que, como prefecto, tenía
ciertos deberes que realizar, lo que lo retrasó mucho. Él y Lily tuvieron que marcar todos los nombres de
los estudiantes de tercer año de su lista de estudiantes que tenían los permisos correctos y luego llevarlos a
todos al pueblo.

Afortunadamente, James pronto se aburrió de seguir a Remus, llevando a una larga fila de
excitados chicos de trece años, y desapareció para ver los últimos suministros de Quidditch. Al final,
Remus no llegó a Hogsmeade hasta las doce y media, así que cuando Lily finalmente estuvo satisfecha de
que habían pastoreado cada tercer año, tuvo que correr tan rápido como pudo hasta las afueras de la
ciudad, rezando para que nadie lo notara.

Hogsmeade era el único pueblo en millas y millas a la redonda, y solo había un camino que
conducía dentro y fuera de él. Remus sospechaba que rara vez se usaba este camino, ya que los magos
tenían muchos otros medios de transporte. La alta cabina roja del teléfono se veía muy extraña; sola,
rodeada de exuberantes y verdes laderas escocesas. Remus agradeció a su estrella de la suerte que
estuviera desocupado; le había preocupado que llegara y encontrara a algún estudiante nacido de muggles
ya allí, atado a la línea. Pero no, estaba bastante solo. Abrió la puerta y entró, marcando el número lo más
rápido posible.

Solo sonó dos veces, antes de que una voz entrecortada respondiera al otro lado.

—Hjhfrd... — parecía decir.

— Hola... hola, ¿puedes oírme? — Remus dijo, en voz alta en el receptor.

27
— Que hay, Remus — respondió la voz de Grant, ligeramente metálica, pero mucho más clara y
tan descarada y alegre como siempre. Remus se sintió cómodo por primera vez en semanas. — Mm, he
estado esperando una hora en esta maldita cabina.

— Lo siento — dijo Remus — Me tomó más tiempo de lo que pensaba escapar. ¿Recibiste mi
mensaje, entonces?

— Lo hice. Muy halagador, debo decir. Me extrañas, ¿Verdad?

— Por supuesto. — Remus dijo, rápidamente - y se dio cuenta de que lo decía en serio. Sirius
había sido una distracción de proporciones épicas, pero tenía que admitir que se había sentido un poco
solo sin Grant cerca. — ¿Cómo estás?

— Igual que siempre. ¿Qué tal la escuela?

— Bien, bien…

— ¿Qué pasa?

— Um... quería preguntarte algo.

— Ve a por ello.

— Bueno... ya sabes ese día cuando estábamos... um, a principios de verano, cuando estábamos
sentados afuera, y tú... tú...

— ¿Te besé en la boca?

Remus sintió que se sonrojaba mucho contra el frío receptor de plástico.

— Si. Er... bueno, quería preguntar. Um. ¿Cómo lo... sabías?

— Oh Dios — Grant suspiró profundamente — ¿Quién es?

— ¿Qué es lo que quie...

— Te gusta alguien, ¿Cierto? ¿Algún chico elegante de la escuela? Y quieres que te diga qué
señales debes buscar para ver si él también gusta de ti.

Remus parpadeó. Eso era exactamente lo que quería. —Bueno —dijo Grant— lamento
defraudarte, viejo pato, pero no tengo nada para ti. Nueve de cada diez veces no les agrada, así que no te
hagas ilusiones. Ocho de cada diez veces te darán una paliza si lo intentas. Espero que no esté en el equipo
de rugby, o lo que sea que hagan.

— No. Yo no creo que lo haría... no lo haría... es mi amigo. — Remus terminó, sin convicción.

— ¿Alguna vez ha hecho algo para hacerte pensar que es uno de los nuestros?

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Uno de los nuestros.

— Erm... no exactamente.

— ¿Tienes novia? ¿O es una escuela solo para niños? Siempre quise ir a uno de esas

— Hay chicas — suspiró Remus. — Y sí, él es... bueno, en realidad ha salido con una chica hoy.

— Ah, bueno, no parece que tengas suerte, amigo. Quiero decir, él podría ir en ambos sentidos,
pero para ser honesto, no sé qué tan probable es eso.

— Sí — suspiró Remus. Me llamó hermoso, quería decir. ¿Seguramente no podría ser tan cruel
como para decir algo así y no decirlo en serio?

A través del silencio que siguió, Grant se rió suavemente al otro lado del teléfono.

— Oh Remus, amor. Él es realmente increíble, no?

— No sé qué hacer. — Remus respondió, cerrando los ojos y recostándose desesperadamente


contra la cabina.

— No hay nada que puedas hacer. No durará para siempre, no te preocupes. Seguirás adelante,
solo cuídate.

— Gracias.

— En cualquier momento. Regresas el próximo verano, ¿no?

— Sí.

— ¿Navidad?

— Probablemente no.

— Una pena. Es una mierda estar solo. Tuve que jugar al fútbol ayer.

— Pensé que odiabas el fútbol.

— No, sólo te dije eso así te agradaría.

Remus se rió.

Aunque la llamada telefónica no le había dado a Remus nada que no supiera, se sintió mucho
mejor después. Se dirigió de regreso a Hogsmeade con un salto en su paso, esperando hacer una visita a
Honeyduke's antes de encontrarse con sus amigos en las Tres Escobas. Grant tenía toda la razón, por
supuesto que Sirius estaba prohibido. Eventualmente, los sentimientos de Remus hacia él se enfriarían.

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Esta nueva perspectiva positiva no duró mucho. Remus apenas había puesto un pie en
Hogsmeade, cuando apareció Severus Snape, escabulléndose de un callejón entre dos cabañas.

— Lupin. — Dijo con frialdad. Se veía preocupantemente calmado y sereno, sus ojos negros y
brillantes fijos en Remus.

A los quince, Snape se veía aún más incómodo que a los once. La adolescencia lo había
devastado; sus extremidades se habían vuelto desgarbadas, su nariz aún más enganchada, y tenía un caso
terrible de acné, lo que le recordó a Remus la broma de los polvos picantes del primer año.

— ¿Estás bien, Snivellus? — Remus bufó, pasando junto a él, — Buscando comida en los
contenedores de otras personas, ¿verdad?

Severus caminó a su lado, sonriendo.

— ¿Qué estabas haciendo, dejando Hogsmeade?

— No es de tu incumbencia, idiota.

— Estuviste fuera por casi una hora.

— ¡¿Me seguiste?!

Estás tramando algo.

— Piérdete o te castigo.

— Es una completa broma que te hayan nombrado prefecto. — Severus dijo, de la nada. Snape no
había sido nombrado prefecto de Slytherin. — Aunque supongo que eres el mejor de ciertos males.

— Mira, no vas a hacerme enojar. — Remus dijo, con los dientes apretados. Caminaría más
rápido si pudiera, pero su cadera rota estaba jugando de nuevo. — Te diría que regreses con tus amigos,
pero sé que no tienes ninguno.

— Sé de ti — siseó Snape — Mocoso de un hogar para niños.

— Este mocoso del hogar de niños te golpeó en Aritmancia el año pasado. E Historia.

— Descubriré que estás haciendo.

— Bueno, buena suerte. — Remus sabía que había hecho un buen trabajo al ocultar sus huellas,
incluso si Severus descubría que había hecho una llamada telefónica, ¿Qué importaba? — Realmente no
sé qué es lo que te tiene tan nervioso, Snivellus. ¿No hay suficientes primeros años para maldecir o algo
así?

— Hay algo que no está bien en ti. — Snape dijo, retrocediendo ahora cuando una pandilla de
sexto año se acercó — Lily no me cree, pero lo resolveré. Así que cuida tu espalda, Loony Lupin.

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Remus lo maldijo y marchó hacia Honeyduke's, esperando que pareciera que no le importaba
tanto como lo hacía.

78
Wishin' and Hopin'
— Él quiere una fiesta, obviamente. — Dijo James, mientras caminaban entre lecciones una tarde.

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— ¿En nuestro dormitorio? — Preguntó Remus, luchando con su ridículamente pesada mochila.

— Sala común, creo. Quiere que todos se involucren.

— Por supuesto — Remus sonrió con cariño. Volvió a mover su bolso.

— ¿Quieres que levite eso por ti? Levité a Pete todo el camino hasta Adivinación, ayer.

— ¿Es así como consiguió ese moretón? — Remus arqueó una ceja.

— No es mi culpa que Sirius cerrara la trampilla demasiado pronto. De todos modos, esto de la
fiesta de cumpleaños, creo que él quiere que sea como la tuya el año pasado.

— Oh no — Remus negó con la cabeza — No lo llevaré de regreso desde Hogsmeade en ese


estado otra vez.

— No, todavía quiere hacerlo en la sala común. Solo... quiero decir que quiere alcohol. Son sus
dieciséis...

— Bueno, tampoco voy a sujetarle el pelo hacia atrás cuando empiece a vomitar. — Remus dijo
con firmeza.

James alborotó su cabello mientras un grupo de chicas pasaba, todas mirándolo. A veces, Remus
se alegraba de no tener interés en el sexo opuesto, porque de lo contrario caminar con el capitán de
Quidditch podría llegar a ser algo insoportable. No es de extrañar que a Peter le gustara tanto alardear de
Desdemona.

La saga de Sirius y Mary se encontraba actualmente en niveles tolerables. No había sucedido nada
durante la visita a Hogsmeade, por lo que Remus sabía, ya que Mary seguramente se lo habría dicho si
hubiera hecho algo. Aparentemente, ella quería 'probar' si él podía ser un caballero antes de que ella
aceptara ser su novia.

— ¡Un caballero! — Sirius se burló, cuando los merodeadores estaban solos — ¡Hablo cinco
idiomas! ¡Tengo un lema familiar! ¡Puedo bailar el maldito vals! ¡Tengo doce juegos de túnicas! ¿Qué
más quiere ella?

— Ahora conoces mi dolor. — James suspiró en respuesta.

— Ella quiere que la respetes — trató de explicar Peter.

— ¡La respeto! — Sirius dijo piadosamente: — Tiene las mejores tetas del año. Eso es muy
respetable.

Remus enterró la cabeza entre las manos para ocultar el hecho de que estaba sonriendo, porque
seguramente Sirius nunca tendría una novia con esa actitud.

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— Entonces — dijo James, ahora que las chicas habían pasado y estaban casi en el Gran
Comedor, — ¿Es una buena idea? ¿Gran fiesta, mucho ruido, mucho alcohol, muchas chicas?

— ¡Oh, sí, suena genial! — Remus respondió, a medias.

— Aww, sé que eres tímido, Moony, pero lo juro, le gustas a muchas chicas. Solo necesitas saber
cómo hablar con ellas.

Remus pensó que era un poco arrogante, viniendo de James '¡Oye, Evans!' Potter, pero no dijo
nada. — De todos modos — continuó James, sonriendo mientras entraban al pasillo. — Puedes ser el JD,
conoces toda la música.

— El DJ — corrigió Remus.

— Lo que sea. ¿Estás bien, Wormtail? — James le dio un codazo a Peter, que estaba sentado con
su novia en la mesa de Ravenclaw. Ella frunció el ceño a James.

— ¿Por qué has empezado a llamarlo así? ¡Es un apodo terrible!

— No — sonrió Remus — le queda completamente.

Peter movió dos dedos hacia ambos y regresó a su almuerzo. Todos habían estado jugando con los
apodos, en parte porque querían terminar el mapa para Navidad y necesitaban sus alias, en parte porque a
James y Sirius simplemente les gustaba la idea de tener nombres en clave. Habían hecho un juego de
nunca llamarse el uno al otro por el mismo nombre dos veces, pero después de probar 'roedor', 'bigotes',
'scabbers' y 'come-queso', 'Wormtail' terminó pegándose a Peter.

Remus amaba cada minuto, ahora sabían cómo se sentía. Aunque tenía que admitirlo, se había
encariñado bastante con 'Moony'.

Se sentaron a la mesa de Gryffindor. Sirius y Mary ya estaban allí, charlando animadamente.

— Fido — asintió James, mientras se sentaba.

— Rudolph. — Sirius respondió, con un asentimiento idéntico.

— ¿Dónde han estado ustedes dos? — Mary preguntó: — ¿No tenías hora libre?

— Biblioteca. — Remus dijo, alcanzando el cucharón de sopa, parándose para levantar la tapa de
la humeante sopera entre ellos. Tomate: su favorito. — Ustedes dos están actuando como si no tuviéramos
Owls esperándonos.

— Haré mi revisión en Navidad — Mary se encogió de hombros, — No estoy tan preocupada.


Estoy más nervioso por las entrevistas de carrera.

— ¿Entrevistas de carrera? — Remus se sentó, alarmado.

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— Lily me estaba diciendo — explicó Mary — que después de los Owls tenemos que ir y tener
una reunión con McGonagall sobre qué hacer después de que termine la escuela. No tengo idea de lo que
diré, si esta guerra continúa, ni siquiera podré conseguir un trabajo como nacida de muggles.

— Lo harás — dijo James con fiereza — Vamos a ganar

— Bueno, aun así — Mary se encogió de hombros — no sé qué quiero hacer cuando terminemos.
El único trabajo de mago del que sé algo es enseñar, y definitivamente no quiero hacer eso.

Una lechuza apareció en algún lugar por encima de ellos, aterrizando junto al plato de Sirius. Puso
los ojos en blanco: era un búho de la familia Black.

— Al menos no es un vociferador. — James dijo, alegremente, untando con mantequilla su


panecillo. Sirius abrió el sobre blanco y Remus vio sus ojos azules parpadear a través del texto. Se puso de
pie, mirando hacia la mesa de Slytherin. Mary, Remus y James también se volvieron a mirar. Regulus
estaba mirando a su hermano. Sirius hizo contacto visual con él, levantó la carta y su varita, y dijo:

— Incendio.

Mary gritó cuando el trozo de pergamino estalló en llamas entre los dedos de Sirius. Sirius volvió
a sentarse, satisfecho.

— ¿Malas noticias, entonces? — Preguntó James, volviendo a su almuerzo.

— Una citación para pasar mi cumpleaños con mi querido hermano.

— Bien. ¿Eso es tan malo? — Preguntó James.

— Sí. — Remus dijo con severidad. No había olvidado los feroces cortes en la parte posterior de
las piernas de Sirius.

— ¿Por qué hiciste eso? — Una voz detrás de ellos habló. Regulus en realidad había dejado la
mesa de Slytherin para enfrentarse a su hermano. Sirius lo ignoró, en cambio continuó comiendo su
comida. — Sirius. — Regulus dijo, más fuerte esta vez, — ¿Por qué quemaste esa carta?

— Vamos, Mary — dijo Sirius, levantándose de nuevo, evitando con cuidado el contacto visual
— Vamos, tenemos Encantamientos después, ¿no?

— No era de mamá — dijo Regulus, sus ojos estaban demasiado brillantes y sus mejillas se
volvieron anormalmente rosadas — Lo escribí yo mismo, quería verte.

Pero Sirius no quería nada de eso, y ya se había alejado de la mesa, Mary en su brazo.

— ¿Puedo hablar con él, si quieres? — James se volvió hacia Regulus.

El hermano Black menor parpadeó un par de veces y luego miró a James. Remus podía ver sus
largas pestañas brillando con lágrimas de ira.

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— Vete a la mierda, Potter, nadie te preguntó. Si está contento con su novia sangre sucia, entonces
está bien. ¡No me importa! — Y con eso, Regulus dio su propio volante, regresando con sus amigos al
otro lado del pasillo.

James suspiró, pesadamente, jugando con su sopa.

— Tienen un estilo realmente dramático los Black.

***

Jueves 30 de Octubre de 1975

El cumpleaños de Sirius caía desafortunadamente un lunes ese año, por lo que decidieron celebrar
la fiesta el sábado anterior. Esto no fue mucho después de la segunda luna llena que los merodeadores
pasaban juntos en la Casa de los Gritos, que había sido tan exitosa como la última, si no más, porque todos
estaban mucho más preparados.

Remus había logrado conseguir dos botellas de whisky de fuego de un séptimo año que una vez le
había comprado cigarrillos. James pagó, por supuesto. El resto de los Gryffindors estaban bastante
acostumbrados a las fiestas de merodeadores ahora, y aquellos que no estaban interesados estaban
armados con encantamientos silenciadores para sus dormitorios. Lily no pensó que esto fuera razonable.

— ¡De verdad, Remus, no podemos interrumpir a toda la casa solo porque es el cumpleaños de
Sirius!

— ¿Por qué no? — Remus bostezó. Era tarde y estaban patrullando de nuevo el cuarto piso. — Lo
hicimos el año pasado. Y el año anterior a ese.

— El año pasado coincidió con una victoria de Quidditch. — Lily dijo: — Esa fue una celebración
de la casa.

— Bueno, esto también.

— No, esta es una celebración de Sirius.

— Sí. Todo el mundo ama a Sirius.

— Hmph.

Era cierto, Lily era potencialmente la única Gryffindor que al menos no encontraba graciosos a
James y Sirius. A todos los demás les encantaba la idea de una fiesta. — Deberías ponerle fin — ella dijo.

— ¡¿Por qué yo?!

— Porque eres un prefecto, Remus. ¿Por qué crees que te dieron esa placa?

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— Créame, no tengo ni idea. — Bostezó de nuevo. Le picaban los ojos por el cansancio, — ¿Ya
hemos hecho lo suficiente? — Se quejó — No he visto a ningún estudiante en mucho tiempo.

— Oh, supongo que tienes razón — dijo Lily, captando su bostezo. — Solo comprobaré el baño
de chicas que está aquí, luego regresamos.

— Mm. — Remus se apoyó contra la pared y esperó mientras Lily entraba a investigar. Ella era
muy minuciosa. A ella claramente le encantaba ser prefecta tanto como a James le encantaba ser capitán
de Quidditch.

Remus definitivamente no estaba disfrutando de la responsabilidad. Como si no tuviera suficiente


que hacer, con los Owls en el horizonte, sin mencionar las lunas llenas, una guerra y estar en guardia para
parar varios ataques de Slytherin. Que hablando de...

— ¿Vagando fuera de los baños de chicas? — Una voz se deslizó detrás de él. Remus se giró para
ver a Snape doblar la esquina. — ¿Esperando que Myrtle llorona salga contigo si lo pides amablemente?

Remus gimió y puso los ojos en blanco.

— Oh, lárgate, ¿Quieres? Realmente te daré detención esta vez; estás fuera de los límites.

— Solo inténtalo. — Severus entrecerró los ojos.

— Vuelve a tu dormitorio.

— Oblígame.

Remus había estado haciendo todo lo posible para mantener su temperamento bajo control este
año - y lo había estado haciendo bastante bien, aparte de ese pequeño altercado con Regulus. Pero Snape
parecía muy interesado en hacer una excepción. Desde su encuentro en Hogsmeade, Remus había notado
que el estudiante de Slytherin lo miraba; apareciendo desde detrás de las esquinas o siguiéndolo a las
aulas. Esta era la última de una serie de emboscadas recientes, y los nervios de Remus se estaban
agotando.

Afortunadamente para Severus, en ese mismo momento Lily completó su inspección y salió de los
baños.

— ¡Sev! — Dijo, sonando medio sorprendida, medio preocupada. Sus ojos brillaron entre Snape y
Remus — ¿Qué está pasando?

— Solo le estaba diciendo a Snivellus que está a punto de ser castigado por estar fuera de los
límites... — dijo Remus con aire de suficiencia. Sabía que Lily era una de las únicas personas que le
importaban a Snape, y que lo último que quería era quedar mal frente a ella.

— ¡No le llames así! — Ella frunció. — Realmente deberías estar en tu propia sala común a esta
hora de la noche — le dijo Lily a Severus con reproche.

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— Quería asegurarme de que estuvieras bien — dijo Severus, suavemente — No es seguro
deambular por el castillo con delincuentes.

— Cuida tu boca, Snape — Remus sacó su varita.

— ¿Cuidarme de qué, amante muggle?

— Eres una babosa, asqueroso...

— ¡Basta, tanto tú como tú! — Lily gritó, sacando su propia varita — ¡O los convertiré a los dos
en ratones y pueden arriesgarse a estar con la Sra. Norris!

Ambos la miraron, estupefactos. — Muy bien — dijo, incorporándose a su altura máxima. —


Ahora, Severus, vuelve a las mazmorras. Remus, cállate y ven conmigo.

Con eso, se marchó furiosa, las trenzas rebotando detrás de ella como dos látigos de cobre.

Remus tuvo que caminar muy rápido para alcanzarla y estaba jadeando cuando llegaron a la parte
superior de la segunda escalera.

— Yo no lo empecé, ya sabes — le dijo — El viejo Snivellus me ha estado siguiendo todo el año,


el maldito despreciable.

— ¡No quiero escucharlo! — Ella espetó: — Ya ni siquiera me importa quién lo empezó, tú o él,
creo que todos son unos horribles matones.

— ¡Lily!

— ¡Lo digo en serio, Remus, te maldeciré!

Chicas. Remus pensó, de mal humor, mientras la dejaba seguir adelante, frotándose la pobre
cadera. Locas. Hasta la última de ellas.

***

Well you can bump and grind


If it’s good for your mind
You can twist and shout
Let it all hang out
But you won’t fool the children of the revolution...

Sábado 1 de Noviembre de 1975

Los Slytherin podrían tener carreras de alto perfil por delante. Los Ravenclaw probablemente
podrían mantener la cabeza más fría en una emergencia. Y si querías algo bien hecho, entonces podías
contar con un Hufflepuff. Pero la Torre de Gryffindor siempre organizaba las mejores fiestas.

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Se había corrido la voz, y un flujo constante de estudiantes de Hufflepuff y Ravenclaw entraba a
hurtadillas por el agujero del retrato, que se suponía que estaba a cargo de Peter, que se había
emborrachado muy rápido y aparentemente era extremadamente hospitalario después de unos whiskies de
fuego. A las diez en punto, la sala común estaba abarrotada, bañada en un rojo y dorado deslumbrante,
llena de charla, risas y música.

Remus había comenzado a cargo del tocadiscos y había implementado un sistema, basado en la
forma en que funcionaba una máquina de discos muggle usando una simple combinación de hechizo de
levitación / locomotor. Sin embargo, las cosas se salieron rápidamente de control y al final abandonó su
puesto para pasar un buen rato. Sirius, que ya estaba tomando su tercer o cuarto whisky, estaba pasando el
mejor momento de su vida; siendo el centro de atención y estando rodeado de chicas.

Las chicas de Gryffindor habían estado leyendo una copia de Marie Claire toda la tarde, y Remus
notó que todas estaban vestidas de manera muy diferente para la fiesta de este año: sus faldas se habían
vuelto más cortas, los colores menos conservadores y el maquillaje era otra cosa.

Mary había realizado un hechizo en sus pestañas lo que las hizo largas y gruesas, como alas de
murciélago. Se veía absolutamente deslumbrante con una minifalda azul real y una blusa blanca con
mangas acampanadas largas, con un corte bajo para acentuar lo que Sirius llamaba 'las mejores tetas del
año'. Marlene también estaba muy llamativa, su cabello rubio peinado por una vez, en lugar de su habitual
cola de caballo práctica, con volantes blancos y un top con estampado de cachemira flotante. E incluso
después del arrebato de Lily la otra noche, ella estaba ahí sonriendo y charlando con todos los demás,
vistiendo un vestido de crochet verde esmeralda.

— Creo que esta noche podría ser la noche, ya sabes — dijo James arrastrando las palabras,
colapsando en el asiento junto a Remus como un saco de patatas.

— ¿Oh si? — Remus reflexionó conversacionalmente, — ¿Y qué te hace pensar eso, Prancer? (Se
estaban quedando sin renos de Santa Claus; iban a tener que conformarse con uno eventualmente).

— ¡Mírala! — James dijo efusivamente — Ella obviamente está tratando de llamar mi atención.

— ¿Cómo?

— ¡Mírala!

— Oh, sí — Remus palmeó la rodilla de su amigo con indulgencia — Sí, definitivamente lo veo.
Ella está loca por ti, amigo.

— Sólo necesito averiguar cómo impresionarla... — James bebió los restos de su whisky. Remus
no sabía cuántos llevaba, pero no era su trabajo cuidar a nadie.

— Podrías intentar hablar con ella sobre encantamientos — sugirió Remus — estabas luchando
con ese encantamiento de desaparición la semana pasada, y ella lo hizo en el primer intento.

James lo miró como si estuviera loco.

— No, se me ocurrirá algo. Algo que realmente la sorprenda.

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Se levantó y se alejó antes de que Remus pudiera intentar decirle que Lily Evans probablemente
no quería ser 'cautivada'. Y de todos modos, en ese momento estaba distraído por Sirius, que había
comenzado a bailar con Mary hasta los últimos compases de la canción de T.Rex a todo volumen. Sirius
solía bromear diciendo que el único tipo de baile que conocía era el de salón, pero aquí había evidencia de
que eso había sido una mentira. Remus apartó la mirada rápidamente, sonrojándose.

— ¿Bebes, Remus? — Marlene ahora aterrizó a su lado, tomando el lugar de James. Ella agarró
una botella de algo verdoso.

— ¿Qué demonios es eso?

— Witches Brew — sonrió, vertiéndola en su taza. Bebió un sorbo del líquido verde fluorescente:
era muy dulce, con un ligero sabor a manzana. Definitivamente alcohólico.

— Eso me va a poner muy enfermo — sonrió.

— Uf, míralo — suspiró Marlene, mirando a Sirius bailar —¡¿Podrían esos jeans ser más
ajustados?

Remus murmuró algo en su taza, tomando otro trago. — Definitivamente va a salir con él de
nuevo — dijo Marlene — Mary siempre obtiene lo que Mary quiere.

— ¿Pensé que te gustaba James?

— Mm, bueno, los dos son bastante hermosos, para ser honesta. Me balanceo hacia adelante y
hacia atrás. Pero Potter está tan enamorado de Lily que no parece que valga la pena. Además, estoy en el
equipo de Quidditch, ¿no? Nunca oiría el final si fuera tras el capitán.

— Hay otros chicos — dijo Remus.

— No como Sirius. — Ella apoyó la cabeza en su hombro, atónita.

Terminó su bebida de una vez y le permitió que le sirviera un poco más. Le estaba empezando a
gustar, fuera lo que fuera, a Remus siempre le habían gustado las cosas dulces. La canción de T.Rex
finalmente terminó, y el siguiente álbum salió de su funda y revoloteó en el tocadiscos.

Wishin' and hopin' and thinkin' and prayin'


Plannin' and dreamin' each night of his charms...
That won't get you into his arms…

— Oh, Dios — gimió Remus, — ¡¿Quién puso a Dusty Springfield en la pila?!

— ¡Amo esta! — Marlene se sentó, sonriendo.

Efectivamente, el alegre disco pop tuvo un efecto asombroso en todas las demás chicas de la
fiesta, ya que todas comenzaron a bailar al ritmo de la melodía, cantando en voz alta. Remus consideró
tomarse ese momento para subir las escaleras por un cigarro descarado, pero Marlene lo puso de pie.

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— Vamos, cariño, vamos a bailar — le echó los brazos alrededor del cuello. — Fingiré que eres
un extraño alto y guapo, y puedes fingir que soy Raquel Welch o algo así.

Show him that you care just for him


Do the things he likes to do
Wear your hair just for him, 'cause
You won't get him
Thinkin' and a-prayin', wishin' and a-hopin'...

Remus era inestable en sus pies en el mejor de los casos, pero después de mezclar bebidas toda la
noche, y con Marlene colgando de él, riendo y balanceándolo, eso era todo lo que podía hacer para
mantenerse de pie y con vida.

— ¡Sí, Moony! — Sirius se apiñó, mientras él y Mary se acercaban a ellos — ¡Nunca supe que
sabías bailar!

— Oh, sí, soy el próximo Fred Astaire — Remus levantó una ceja irónica, sosteniendo la mano de
Marlene sobre su cabeza mientras ella giraba, luego luchó por recuperar el equilibrio.

— Son una pareja tan dulce — dijo Mary, inclinándose hacia Sirius. Remus negó con la cabeza,
resoplando de risa.

So if you're thinkin' of how great true love is

All you gotta do is hold him and kiss him and squeeze him and love him…

— ¡Oye, Evans! — James había resurgido, aparentemente listo para ejecutar su plan. Toda la
habitación se volvió para mirarlo, de pie sobre una de las mesas de estudio con su escoba en alto.

— Oh no... — Remus respiró.

— ¡Oh si! — Sirius vitoreó.

— ¡POTTER! — Lily Evans gritó: — ¡Bájate de allí, te harás daño!

— ¡Mira esto! — James lloró, alegremente, emocionado por la atención. Saltó sobre su escoba y
se elevó a un ritmo asombroso.

— Nunca se ha caído antes — dijo Marlene, insegura, mientras James comenzaba el primero de
una serie de bucles e inmersiones, cada uno más inestable que el anterior.

— ¿Alguna vez ha estado borracho antes? — Mary respondió.

— ¡Él está bien! — Sirius se rió. Todos vieron como James volaba alrededor y por debajo de las
vigas, cada vez más rápido, hasta que a Remus le dolía el cuello y estaba en peligro de sufrir un tirón.

Evidentemente, Lily también había tenido suficiente.

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— ¡Petrificus Totalus! — Ordenó, apuntando con su varita a James. Se detuvo de inmediato,
congelándose en el aire, pero Lily era increíblemente hábil y cambió sin problemas a un hechizo de
levitación, bajándolo lentamente al suelo. Ella lo dejó en la alfombra y se paró sobre él, con las manos en
las caderas.

Él parpadeó hacia ella, incapaz de hablar, pero lleno de pura adoración.

— Idiota. — Ella dijo. — ¡Diez puntos de Gryffindor y una semana de detención! — Y con eso,
lo dejó en la alfombra y regresó con sus amigos.

Remus despetrificó a James y lo ayudó a levantarse, entregándole otro whisky. La música se había
vuelto más lenta ahora, sonaba como Fairport Convention.

— Mala suerte, amigo — dijo, tratando de sonar comprensivo.

— ¿Qué quieres decir? — James le devolvió la sonrisa, un poco aturdido pero no peor por el
desgaste — ¿No viste cómo me miró?

— Er... sí...

— Enamorado. — Murmuró, tambaleándose ligeramente hacia atrás, hasta que Remus lo guió a
un sillón. — Totalmente enamorado.

— Bebe tu bebida, James.

— Salud Moony, eres el mejor.

— Mmm — respondió Remus, viendo a Mary rodear el cuello de Sirius con sus brazos y apoyar la
cabeza contra su pecho mientras bailaban lentamente. — Soy el mejor.

(Songs: Children of the Revolution - T. Rex, Wishin’ and Hopin’ - Dusty Springfield)

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Luna Celosa
Jueves 18 de Diciembre de 1975

— Me gustaría ese ensayo para Enero... sí, señor Pettigrew, además del que trata sobre las trampas
de la maldición Gemino. — McGonagall le dio una leve sonrisa que fue todo menos comprensiva.

Peter se veía bastante terrible, pero toda la clase se sentía igual. Su carga de trabajo se había
vuelto tan enorme en el período previo a la Navidad que Sirius había tenido que realizar un hechizo de
encogimiento en sus libros, notas y papeles solo para caberlos bajo su cama. Remus sintió que esto era
solo una solución a corto plazo - si Sirius realmente sacaba todo y lo organizaba por una vez, no tendría
problemas para colocarlo todo ordenadamente en los estantes asignados. Remus, que nunca había tenido
suficientes cosas para hacer un lío con ellas, odiaba el desorden. Algunas noches pensaba que el estado de
la cama de Sirius lo distraía más que el chico durmiendo en ella.

Marlene había estado particularmente angustiada cuando salieron del salón de clases para
Pociones.

— No puedo resolver la parte de la duplicación, ¡Es tan confuso!

— Hay una manera fácil de pronunciar bien — dijo Remus, luchando con su pesado bolso de
nuevo. Sus hombros estaban muy adoloridos esta semana mientras se acercaba la luna. — Puedo mostrarte
antes de que nos vayamos para Navidad si quieres.

— ¡Oh, sí, por favor! — Marlene asintió con gratitud — Haces que todo sea fácil de entender.
¿Esta noche?

— No, no puedo esta noche — dijo suavemente — ¿El viernes?

— Oh, está bien… aunque tendré que hacer todo mi equipaje esta noche. Todavía tengo regalos
que envolver para mamá y Danny.

Este año, Remus había envuelto cuidadosamente cada uno de sus regalos de Navidad en el
momento en que los compró, demasiado emocionado para esperar. Ahora estaba ansioso por pasar dos
semanas ininterrumpidas en los Potter con Peter y James.

Sirius había sido convocado a casa en un vociferador al principio del trimestre. Remus estaba en
conflicto con esto; por supuesto, estaba profundamente preocupado por su amigo, quien seguramente lo
pasaría fatal. Pero por otro lado, dos semanas sin Sirius tomando todo el aire de la habitación sería un
alivio bienvenido para Remus, cuya fuerza de voluntad estaba comenzando a fallar.

Por ejemplo, justo ahora, mientras estaba afuera de la entrada de la mazmorra charlando con
Marlene, estaba tomando cada gramo de su energía no mirar directamente por encima de su hombro,
donde Mary y Sirius estaban encerrados en un abrazo muy apasionado, que estaba al borde de obsceno.

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Habían estado así desde el cumpleaños de Sirius; cada momento en la compañía del otro parecía
ser una lucha de lenguas, para gran disgusto de James.

— Evans, ¿No puedes detenerlos? — Preguntó, apoyado contra la pared, apagado. — Quiero a mi
amigo de vuelta.

— No hay nada en las reglas sobre las demostraciones de afecto, Potter — dijo Lily, haciendo una
mueca — ¿No crees que lo he comprobado?

Afortunadamente, en ese momento, Slughorn abrió la puerta de su salón de clases y Remus se


apresuró a entrar. Él y Lily compartían un escritorio al frente de la habitación, así que al menos no tenía
que ver a Sirius y Mary mirándose durante toda la lección. La única gracia salvadora era que al menos
Sirius no hablaba de ella cuando ella no estaba allí, como lo hacía Peter con Desdemona o James con Lily.
Remus había comenzado a esperar las últimas noches en su dormitorio, cuando podía fingir que nada
había cambiado.

Pociones era aburrido, como siempre. Remus tenía planes de dejar el tema tan pronto como
pudiera después de que terminaran con los Owls - pasaría con suerte, en todo caso, y solo gracias a Lily.

Slughorn les dio otra tarea para Enero.

— A este paso estaré escribiendo ensayos durante la cena de Navidad — suspiró Lily mientras
guardaban sus cosas. — No puedo esperar a que terminen los búhos, ¿tú?

— Supongo que tendremos que empezar a trabajar en los EXTASIS una vez que estén terminados
— respondió Remus con pesimismo. — Y Dirk Cresswell me dijo que no obtendremos nuestros
resultados de OWL hasta el final del verano.

— ¡¿Qué?! Oh no, eso va a arruinar mis vacaciones. Papá quiere llevarnos a todos a Cornualles en
la caravana y tenía muchas ganas de hacerlo.

Remus asintió con gravedad. Aunque todavía no era Navidad, él también había estado esperando
las vacaciones de verano. Dos meses largos, cálidos y sencillos con Grant sonaban como una absoluta
felicidad. Le había escrito a Grant una tarjeta de Navidad, pero no había decidido si enviarla o no. No
había nada interesante en el interior, solo un saludo festivo estándar, pero se mostró tímido al respecto.
Grant podría pensar que es una tontería. Remus lo había estado llevando en su mochila durante una
semana.

— Entonces, ¿Qué vas a hacer esta noche? — Preguntó Lily, mientras salían del salón de clases de
camino a almorzar.

— ¿Hmm? Nada.

— Escuché que le dijiste a Marlene que estabas ocupada, y no estamos en la rotación para
patrullar esta noche...

— Oh, eh… es otra cosa. Detención.

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— Remus, nunca te detienen — se rió Lily — Vamos, ¿Qué es? ¿Una broma? ¿Un amor secreto?

Remus le dio una sonrisa misteriosa, que esperaba fuera parecida a la de Sirius y James.

— No me hagas preguntas y no te diré mentiras.

— Solo trata de no infringir ninguna ley — le devolvió la sonrisa, dándole un codazo gentilmente.

Remus gruñó, como si nunca consideraría tal cosa. Realmente, eran James, Sirius y Peter quienes
violaban la ley. Él era solo un inocente hombre lobo espectador.

— Evans, Moony. — James se unió a ellos cuando llegaron al Gran Comedor. — ¿Puedo unirme
a ustedes para almorzar, ya que son las únicas dos personas en mi vida que actualmente no se besan?

— Oi, ¿Qué soy yo, niebla escocesa? — Marlene le dio un codazo mientras se sentaban.

— Mis disculpas, McKinnon — James se inclinó amablemente, — te agradezco por mantener tu


decoro. A diferencia de algunos que podría mencionar. — Hizo una bola con la servilleta y se la tiró a la
cabeza de Sirius. — ¡Pájaros del amor! ¡Consigan una maldita habitación, estamos tratando de comer!

No tuvo ningún efecto.

— Es bastante valiente por su parte, besuquearse con él por todo el castillo así. — Marlene
reflexionó: — O valiente por la parte de él, no estoy segura. De cualquier manera, un sangre pura y un
nacido de muggles, haciendo alarde de su relación...

— ¿Que se supone que significa eso? — Lily dijo, erizándose como un gato enojado — Mary es
tan buena como Sirius Black. El estado de sangre no tiene nada que ver con eso.

— Bueno, obviamente lo sé. Marlene dijo, a la defensiva: — Pero... bueno, velo tú misma. — Ella
miró hacia la mesa de Slytherin.

Varios Slytherins, Regulus entre ellos, estaban observando la excesiva demostración de afecto que
tenía lugar en la mesa de Gryffindor. Como nacida de muggles, Mary había sido un objetivo durante la
mayor parte de su trayectoria escolar, pero estaba claro que la desaprobación había aumentado desde que
comenzó a salir con el heredero de una de las familias de sangre pura más antiguas de Gran Bretaña.

Era profundamente desconcertante, la forma en que todos miraban así; ojos entrecerrados y puños
cerrados. Todos excepto Snape, que estaba mirando a Remus.

— Maldita sea — Murmuró James. — Un montón de raros.

— Estoy preocupado por ella. — Marlene se mordió el labio. — Si la acorralan en los pasillos y
Sirius no está allí...

— La cuidaremos. — James dijo, galantemente. Miró a Remus y Lily — ¿Verdad?

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— Por supuesto — Remus asintió de inmediato.

— Er... sí — dijo Lily, más lentamente. Tenía una expresión divertida en su rostro, cuando James
la miró a los ojos. Como si hubiera visto algo que la sorprendió. — Obviamente. A todos nos importa
Mary, no dejaremos que le pase nada.

***

— Él llegará tarde. — Remus gruñó, envolviendo sus brazos alrededor de sí mismo y caminando.
— Está besándose con MacDonald, no vendrá

— Él estará aquí, Moony, dale un minuto.

— ¡No tengo un minuto! — Remus espetó. Tenía los nervios en carne viva, no tenía la paciencia
para ser cortés. — Necesito ir a ver a Madame Pomfrey ahora.

— Ok, bueno, vete, te seguiremos — dijo James — Si Black no aparece, entonces Pete y yo
iremos solos. Seguirá funcionando, soy lo suficientemente grande para controlarte.

A Remus no le gustó la idea de eso, pero estaba de muy mal humor. Estaba a punto de salir
corriendo de la habitación cuando la puerta se abrió, casi golpeándolo en la cara.

— ¡Vaya, lo siento, llego tarde! — Dijo Sirius. Su cabello estaba fuera de lugar y sus mejillas
estaban rosadas. Remus lo miró con disgusto.

— Tengo que irme. — Dijo, con los dientes apretados.

— Sí, lo sé, lo siento mucho, Moony. — Sirius probó una sonrisa encantadora. — Solo estaba con
Mary y...

— ¡No tengo tiempo para esto! — Remus se fue de inmediato, marchando resueltamente por las escaleras.
En cualquier momento del mes, en cualquier momento, excepto la luna llena, y Remus podía mantener
todos los platos girando; su deseo por Sirius, sus celos por Mary, su soledad por alguien con quien hablar.
Justo ahora todo era demasiado.

Apenas habló con Madam Pomfrey durante todo el camino hasta la casa, y una vez que estuvieron a mitad
de camino se dio cuenta de que podía oler a sus amigos, los tres, siguiéndolos bajo la capa de
invisibilidad. Esforzándose por deshacerse de su temperamento y parecer tranquilo, volvió a enfocar sus
pensamientos en la Navidad con los Potter; el aroma de clavo y naranja, las grosellas espesas y jugosas en
el pastel de frutas de la Sra. Potter, glaseado real blanco aterciopelado, el calor de la chimenea. Se sintió
mucho mejor cuando Madame Pomfrey lo encerró.

— Lo siento mucho, Moony — dijo una voz, momentos antes de que Sirius, James y Peter aparecieran
como si salieran de la nada. Sirius dio un paso adelante con sentimiento de culpabilidad — No lo volveré
a hacer.

— Está bien — Remus se encogió de hombros, escuchando el clic en sus articulaciones mientras
lo hacía. — Lo hiciste a tiempo. Todo está bien.

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— Te diré qué — Sirius les sonrió a todos — besarse es realmente delicioso, una vez que lo
dominas.

James y Peter se rieron. Remus sonrió tan cortésmente como pudo. Deseaba desesperadamente
poder decirles toda la verdad: que no era el mojigato e inexperto chico que pensaban que era; que en
realidad sabía exactamente lo divertido que era ser besado durante horas, la intimidad imposible de tener a
alguien a quien aferrarse. Más que eso, sabía cómo se sentía cuando se había ido.

— ¿Dónde cree que estás ahora? — James le preguntó a Sirius

—Detención, obviamente. Tengo que mantener mi personalidad de chico malo.

— Por supuesto que sí, Snuffles.

— Oh, vete, Buckeroo.

Remus cerró los ojos mientras el dolor recorría su cuerpo. Se mordió el labio y rodó hacia atrás en
la cama,

—Mejor cambien — les dijo a sus amigos — Nos vemos en un rato.

***

Viernes 19 de Diciembre de 1975

— Maldita sea, Moony, realmente no soy fan de eso. — Sirius decía suavemente, guiando a
Remus de regreso a su cama.

— Mm, tampoco es mi parte favorita. — Remus respondió, haciendo una mueca contra la luz de
la mañana. — Lo siento, debe ser una mierda verlo.

Se había vuelto a dislocar un hombro. ¿Qué pasaría cuando terminara la escuela y Madame
Pomfrey no pudiera arreglarlo más? ¿Tendría que ir a un hospital? ¿Había hospitales mágicos?

— Aunque estuvo bien — decía James, en algún otro lugar de la habitación — Estás confiando
cada vez más en nosotros.

— Sí — coincidió Sirius — creo que en el año nuevo podemos intentar dejar este lugar...

— ¿Qué?

—Empezar a explorar, hay acres y acres de bosque por explorar, Moony. Te lo mereces.

—Hmm. — Remus no podía pensar con claridad, estaba demasiado cansado, demasiado dolorido.

— Hasta luego — susurró James, justo cuando Remus se quedaba dormido.

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Cuando despertó, ya estaba en una cama de hospital, su brazo estaba reparado y se sentía en forma
como un violín. Es más, era el último día de clases y mañana abordaría el Expreso de Hogwarts de regreso
a Londres y luego a los Potter. Sonrió para sí mismo. No recordaba haber sido tan feliz en mucho tiempo.
¿Cuándo se había despertado de la luna llena sin una nueva cicatriz? ¿Cuándo había tenido una Navidad
que esperar con una familia amorosa? Incluso podría llegar a probar la vieja escoba de James, si alguien lo
sobornara con un poco de chocolate.

— Buenas tardes, Sr. Lupin — llamó Madam Pomfrey. Debía de tener algún tipo de sexto sentido;
ella siempre sabía cuando estaba despierto.

— Buenas tardes — respondió con un leve graznido. Él y Sirius habían estado aullando juntos,
recordó. Había sido algo encantador, como cantar.

— ¡Otra muy buena noche! — La medibruja se acercó a su cama, — Te traeré algo del almuerzo,
pero luego eres libre de irte. Feliz Navidad, querido.

— Feliz Navidad — le sonrió. Dejaría su regalo en la cama, era demasiado tímido para
entregárselo en persona.

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Fue la noche antes de Navidad
Sábado 20 de Diciembre de 1975

— Literalmente los maldeciré a ambos con un hechizo de bloqueo de labios si planean hacer eso
hasta Londres. — Dijo Lily, levantando su varita hacia Sirius y Mary. Su cara inexpresiva era muy difícil
de leer y la pareja se desenredó rápidamente. Mary le sacó la lengua con descaro.

— ¡Tú también, Wormy! — James levantó su propia varita, sonriéndole a Lily como un lunático.

Peter y Desdemona también se separaron, sonriendo tímidamente.

El carruaje estaba extremadamente apretado. Remus estaba aplastado contra la ventana junto a
James, con Sirius y Mary junto a la puerta. En la fila de asientos opuesta, Lily y Marlene estaban
apretadas junto a Peter y Desdemona.

— Solo nos estamos despidiendo — sonrió Mary, apoyando su cabeza en el hombro de Sirius.

— Son solo dos semanas y pueden escribirse. — Lily respondió, inteligentemente.

— Eh... en realidad, mejor si ninguno de ustedes me escribe. — Dijo Sirius. — No es probable


que reciba las cartas de todos modos, y a menos que quieran que mi querida madre las lea...

— ¿Tienes el espejo, sin embargo? — James dijo, en serio: — ¿Todavía puedes ponerte en
contacto con nosotros si lo necesitas?

— Sí, por supuesto. — Sirius le sonrió, tranquilizador, palmeando el bolsillo de su chaqueta.

Remus miró por la ventana, presionando su frente contra el vidrio frío. El tren avanzó lentamente
hacia Londres. Pasaron junto a la cabina telefónica que había usado para llamar a Grant y sintió una
punzada de culpa por no haber vuelto a llamar desde entonces. Había estado tan ocupado con todo lo
demás al final que ni siquiera había enviado la tarjeta de Navidad. Se suponía que Grant estaría estudiando
en la secundaria moderna local, pero a los dieciséis años podía irse cuando quisiera. Remus trató de
convencerlo durante el verano de que terminara su CSE, o que incluso tal vez tomara un GCE si podía,
pero Grant se había reído de él, como si la educación fuera una de las excentricidades peculiares de
Remus.

La matrona solía conseguir los aprendizajes de los chicos de St. Edmund a aquellos que mostraban
aptitudes para el trabajo manual, pero Remus no recordaba que Grant mencionara alguna vez las cosas en
las que era bueno, solo las cosas con las que luchaba, como Matemáticas y Literatura. Y Remus no podría
decirle a Grant ninguno de sus mejores materias, ¿verdad? Los chicos que no conseguían el aprendizaje
tenían que encontrar su propio camino una vez que cumplieran los dieciocho. Remus no estaba seguro...

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— ¡Oye, Moony, despierta, despierta! — Sirius ladró, sacando a Remus de su ensueño, — La
señora del carrito está aquí, no quiero perderte tu almuerzo, ¿verdad?

— Oh, gracias — Remus se volvió hacia el ruidoso y cálido vagón, donde James estaba
comprando al menos doce empanadas además de todos los dulces que podía llegar a manejar.

— ¡Nunca nos acabaremos todo esto! — Lily lo regañó, sonriendo levemente.

— Claramente nunca has visto comer a Moony — le guiñó un ojo James.

— ¡Oooh, desearía tener tu metabolismo, Remus! — Dijo Desdemona. — Mi madre siempre me


dice que debería empezar a hacer dieta.

— No hay nada de malo en tener curvas — dijo Mary, dando un gran mordisco a su propia
empanada. — ¡Les da algo a lo que agarrarse!

Todas las chicas rieron, incluso Lily, que se sonrojó mucho. Remus deseaba que el viaje terminara
pronto.

Por supuesto, en el momento en el que el tren se detuvo en King's Cross, sintió un horrible giro en
sus entrañas cuando Sirius se quedó en silencio, su rostro pálido y contraído. Las chicas y Peter se
apresuraron a recoger sus cosas, ansiosos por encontrarse con sus familias en la plataforma. Remus y
James iban deliberadamente lento, esperando hasta que Mary finalmente dejara el vagón, y luego
ayudaron a Sirius con sus propias maletas.

— Regístrate todas las noches, ¿Sí? — James agarró el hombro de su mejor amigo — Si no tengo
noticias tuyas, enviaré ayuda.

Sirius sonrió agradecido.

— Estaré bien. Nada que no haya hecho antes.

— ¡Por favor ten cuidado! — Remus estalló — Mantén la cabeza baja, no seas tan... tan... tú!

Sirius se rió.

— Buen consejo, Moony.

Remus bajó la mirada, sonriendo tímidamente. Quería abrazarlo, pero ya era demasiado tarde.
Regulus estaba de pie en la puerta abierta, con los brazos cruzados.

— ¿Listo?

Sirius asintió y no se dio la vuelta. James y Remus vieron a los hermanos irse. Ahora tenían casi la
misma altura. Regulus tenía una complexión más delgada, tal vez, pero por detrás parecían ser gemelos.

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— Él estará bien. — Dijo James, y Remus instintivamente supo que se estaba tranquilizando a sí
mismo, más que cualquier otra cosa. Después de un momento, James volvió a la normalidad. Agarró el asa
de su maleta (y la de Remus también, sin decir una palabra) y exhaló — Vamos, Moony, ¡A festejar
Navidad!

***

Miércoles 24 de Diciembre de 1975

Tampoco nevó durante la Navidad de 1975, afortunadamente tampoco llovió, lo que significaba
(para James, de todos modos) que las condiciones eran perfectas para mucha práctica de Quidditch.
Remus cedió e hizo lo que se le ordenó. Les quitaba a Sirius de la mente. Remus nunca iba a ser un gran
atleta al volar, pero después de los primeros tres días en el aire, al menos ya no le aterrorizaba caer.
Incluso logró que una Quaffle pase más allá de Peter una vez.

Entre ejercicios, los chicos disfrutaron de todos los adornos festivos que Remus había llegado a
esperar de una típica Navidad Potter; oropel, luces, papel de envolver, estar hasta altas horas de la noche
comiendo pasteles de té con mantequilla, cenas abundantes y mañanas luminosas. El señor y la señora
Potter estaban tan encantadores como siempre, aunque era evidente que su continua participación en el
movimiento de resistencia de Dumbledore estaba pasando factura.

El Sr. Potter no se unió a ellos afuera tanto pues se encerró en su estudio. Cuando salía, se movía
rígidamente, con la espalda doblada; ya no era el vivaz hacedor de travesuras que había sido hace sólo tres
cortos años. La Sra. Potter, que seguía siendo todo lo que una madre debería ser, tenía más cabello
plateado de lo que Remus recordaba, y ojeras bajo los ojos. Ella todavía tenía una sonrisa para sus chicos,
casa vez que llegaban del frío.

— James, ve a buscar a tu padre, es hora de cenar, ¿Has hablado con Sirius hoy? Envíale nuestro
amor, quieres querido? Remus! Te ves congelado, ve y párate junto al fuego un poco y calientate... He
puesto una chuleta extra para ti, así que asegúrate de comértela. No sé cómo ustedes, muchachos, siguen
creciendo de la forma en que lo hacen... Hola, Peter, ¿Te quedas a tomar el té? Asegúrate de que tu madre
sepa...

Hablaban con Sirius tanto como les era posible. Todas las noches, Remus y James se arrodillaban
en la cama de James con el espejo abierto entre ellos y esperaban a que apareciera su amigo. Siempre era
un inmenso alivio cuando lo hacía, con sus malvados ojos azules y una sonrisa descarada, prometiéndoles
que estaba bien.

— Reg está siendo un completo idiota, como siempre, y mi madre es un eterno placer, pero nada
fuera de lo común.

El problema era, pensó Remus, frunciendo los labios, que ni él ni James entendían realmente lo
que significaba "común" en la casa Black. Entonces, no había forma de saber cuánto peligro corría Sirius.

— No puedo decir mucho — susurraba Sirius, después de sus breves actualizaciones —


Cualquiera podría estar escuchando. Los malditos retratos son espías aquí. — Parecía cansado.

— Desearía que pudiéramos ir a buscarlo. — James diría, desesperado.

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— Yo también. — Remus asintió con la cabeza. Todas las noches eran lo mismo.

La última noche que escucharon de Sirius fue la noche antes de la víspera de Navidad (¿Era la
víspera de la víspera de Navidad? Remus se encontró pensando infantilmente. Algo que Grant podría
llegar a decir, para hacer reír a Remus). La ironía de todo fue que, la noche del 23 de Diciembre de 1975,
Sirius estaba de muy buen humor. De hecho, Remus podría ir tan lejos como para decir que sonaba
positivo. Optimista.

— Están bien hoy, de hecho — sonrió a través del espejo compacto. — En realidad, están algo...
agradables. Amistosos. Papá me sonrió. No sé si papá me ha sonreído alguna vez. Siguen hablando de
dejar atrás nuestros problemas como familia...

— Eso es bueno — James le devolvió la sonrisa, alentando — Tal vez la guerra les haya hecho
entrar en razón

— Cena tradicional de Nochebuena mañana por la noche — dijo Sirius — Todos los Black en un
solo lugar: pura alegría. Debería de poder escaparme para nuestro horario habitual, pero no te rías de mi
estúpida túnica, ¿De acuerdo?

James y Remus sonrieron y prometieron no reír. Se fueron a la cama esa noche sintiéndose
tranquilos; esperando sus propios planes de Nochebuena.

Estos planes, por supuesto, implicaban más práctica de Quidditch, pero afortunadamente solo una
hora. Luego, la Sra. Potter los llamó y les pidió que trajeran la linda porcelana del ático, junto con el gran
mantel de Navidad.

— Con todo lo que está pasando, estoy tan atrasada este año… — murmuró, revolviendo un tazón
de carne picada lista para pasteles. Remus notó que sus uñas estaban mordidas hasta la punta.

— ¿Tenemos mucha gente viniendo este año, mamá? — Preguntó James, mientras descargaba con
cuidado la caja de platos y tazones de porcelana, y se los entregaba a Remus para que los enjuagara
rápidamente bajo el grifo.

— Mm... Bueno, Darius, por supuesto, siempre se presentará para una cena caliente si hay alguna
en oferta.

Remus frunció el ceño, pero no dijo nada. La Sra. Potter continuó, — Invité a los Bones y
Tonks… pero todos parecen querer quedarse en sus casas este año. Los Pettigrew habrán terminado, me
imagino. Quizás algunas personas del ministerio, los amigos de tu padre...

— ¿Dumbledore?

— No, querido, estará ocupado.

Remus se alegró de esto. Dumbledore había estado muy serio estos días, y su nombre siempre
parecía ser pronunciado con una sensación de pavor. Él traía malas noticias. Los Potter eran personas tan
agradables, ¿Por qué no podían invitar a maestros agradables, como el profesor Flitwick o incluso el
profesor Ferox? Aunque, reflexionó Remus, mientras limpiaba un gran plato de servir, probablemente

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ahora era simplemente el viejo Sr. Ferox. O Leo, ya que ese era su nombre de pila, según Mary. Leo
Ferox. Sirius Black. Quizás a Remus le encantaban los nombres geniales.

Después de la cena, James y Remus se reunieron en la cama de James una vez más a su hora
habitual para su cita con Sirius. Pero cuando James abrió el espejo, no apareció nada, solo sus propios
reflejos.

— Tenía esa cena — dijo Remus, aunque no se sentía bien. — Podría llegar tarde.

Así fue que esperaron. Después de media hora, la mayor parte de la cual la pasaron en un ansioso
silencio, James trató de hablar en voz baja en el espejo.

— ¿Sirius? — Llamó: — ¿Estás ahí?

Nada.

— No me gusta. — Dijo James. Remus no supo qué decir. — Vamos — James se levantó — Le
diré a papá.

El Sr. Potter frunció el ceño cuando escuchó, pero no fue de mucha ayuda.

— No podemos sacar conclusiones apresuradas, James. Ayer dijiste que todo estaba bien.

— Si pero…

— He estado en banquetes familiares Black antes — dijo el Sr. Potter, pensativo — Llegan tarde,
especialmente si Orion está presidiendo. Al hombre le gusta escucharse a sí mismo hablar. No es muy
diferente a Sirius.

— Esperaremos un poco más — dijo la Sra. Potter, alisando el cabello de su hijo con amor —
Vamos a tomar un poco de té, ¿eh? Ven y siéntense junto al fuego.

Lo hicieron. Gully, el elfo doméstico, entró con una bandeja del té, cargada con una olla humeante
y un plato de galletas también, pero ni James ni Remus estaban de humor para comer. La hora se hacía
cada vez más tarde: los Potter tenían un reloj de pie en el pasillo y Remus podía escucharlo marcando sin
piedad. El espejo compacto estaba abierto en el regazo de James, reflejando solo el parpadeante naranja de
la chimenea.

Incluso los padres de James parecían nerviosos ahora. El Sr. Potter se levantó un par de veces y se
paseó. La Sra. Potter seguía moviéndose por la habitación; enderezando los adornos de la repisa de la
chimenea o reorganizando los regalos empaquetados con colores brillantes debajo del árbol.

A las once en punto, un búho llegó chillando desde la noche negra hacia la ventana de la sala, y
fue solo el pensamiento rápido de la Sra. Potter y el veloz trabajo de la varita lo que le impidió romper el
vidrio. Era un enorme y majestuoso búho real, el mismo tipo que usaban los Black. Gimió, agitado y
claramente exhausto por su viaje. James le arrancó la nota de la pierna y la abrió. Sus ojos se abrieron y
dejó escapar un extraño ruido estrangulado. Remus se levantó de un salto para leer por encima del
hombro.

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Está en problemas. Por favor ayuda. RAB

— Effie, envía a buscar a Dumbledore ahora mismo. — Dijo el Sr. Potter, uniéndose a Remus al
lado de James.

Remus comenzó a temblar. Nunca había conocido un terror como ese. Quería gritar, patear,
golpear algo. James era el mismo, podía decirse, pero se había puesto blanco como una hoja, leyendo la
nota una y otra vez.

— Tenemos que ir — dijo James, con la voz rota — Tenemos que ir a buscarlo ahora.

— Lo haremos — dijo el Sr. Potter — Solo mantén la calma.

Remus se rió. Fue enormemente inapropiado, pero nadie pareció darse cuenta. Mantén la calma.

No hubo tiempo para nada más. La chimenea crepitó ruidosamente y luego se encendió con un
verde esmeralda brillante. El Sr. Potter rodeó a ambos chicos con sus brazos y los apartó bruscamente. Un
caos de ruidos y gritos resonaba por el conducto de la chimenea de otra chimenea, en otra casa. El cuerpo
de Sirius Black salió de las llamas y cayó sobre la alfombra a sus pies.

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Imperdonable
Remus, James y el Sr. Potter corrieron hacia adelante a la vez. Remus cayó de rodillas, alcanzando
a Sirius primero. Estaba acostado boca abajo, el cabello negro caía como sangre sobre la alfombra roja.
Remus ni siquiera pensó, simplemente le dio la vuelta. Su rostro estaba pálido, sus ojos estaban cerrados,
pero estaba vivo. Sí, Remus podía escuchar el corazón de Sirius, latiendo fuerte detrás de sus costillas.
Podía oler el hedor del miedo, mezclado con adrenalina.

— ¡¿Sirius?! — James también estaba allí, presionando su cabeza contra el pecho de Sirius para
escuchar.

— Está vivo. — Remus dijo, su voz sonando extraña. Todavía agarraba los hombros de Sirius, por
donde lo había girado, no podía soltarlo, sus manos apretando la fina túnica de terciopelo.

— ¡Effie! — El Sr. Potter estaba gritando — ¡Rápido! — Se inclinó sobre Sirius — Apártense,
chicos, denle un poco de aire...

— Mmm. — Sirius se movió, levemente, sus pestañas revolotearon, pero nada más.

— ¿Que está mal con él? — Remus preguntó a la habitación, desesperado. El señor Potter lo
estaba guiando fuera de ahí, tenía que dejarlo ir. Se arrastró hacia atrás, como un cangrejo, cuando la Sra.
Potter entró corriendo. Sabía que sus piernas no se sostendrían, no todavía.

Euphemia Potter estuvo en la alfombra en segundos, colocando la cabeza de Sirius en su regazo.


Él debió haber hecho otro ruido, porque ella comenzó a susurrarle cosas dulces y pequeñas;

— Shhh ahora, amor, estoy aquí, estás a salvo, shhh...

Remus sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas, levantó las piernas por debajo de la barbilla y
las rodeó con los brazos. ¿Que estaba pasando? Miró a James, sentado frente a él en el suelo de la sala,
igual de sorprendido, igual de asustado. Hubo un *crack* distante afuera, y el Sr. Potter salió de la
habitación, regresando momentos después con Dumbledore. Parecía traer el frío con él; Remus sintió el
escalofrío asentarse en sus huesos a pesar del fuego que seguía ardiendo.

— Moody está afuera — le dijo el anciano al padre de James — Hechizos protectores, todo en su
arsenal. Nadie más vendrá aquí esta noche.

Bien. Pensó Remus. Bien. Enciérranos a todos aquí, no dejes que nadie se acerque a él nunca más.

— ¿Cómo está Sirius, Effie? — Dumbledore se paró junto a la Sra. Potter, que todavía acunaba a
Sirius. Estaba realizando algún tipo de magia, sus ojos cerrados, la varita recorriendo el cuerpo del chico
inconsciente, sus labios se movían rápidamente sin hacer ningún sonido. Finalmente miró hacia arriba,
más conmocionada de lo que Remus la había visto nunca, con una furia ardiente en sus ojos.

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— Él vivirá. — Ella dijo. — Necesita descansar.

— ¿Acaso fue…? — El señor Potter parecía nervioso. La Sra. Potter volvió a cerrar los ojos y
asintió.

— Cruciatus.

James se cubrió la cara con las manos. Remus simplemente se sintió vacío, como si todo lo que
alguna vez había tenido algún sentido para él hubiera sido exprimido. La maldición de la tortura.

— Niños. — El Sr. Potter dijo de repente, bruscamente, mirando a James, luego a Remus — Sé
que quieren quedarse, pero necesitamos que se vayan a la cama, ahora mismo. No hay nada que puedan
hacer por Sirius en este momento.

— ¡Pero papá! — James se sobresaltó y se puso de pie temblorosamente. También había lágrimas
en sus ojos.

— ¡James! — Dijo la Sra. Potter, desde el suelo. — No. Cama.

Ella no gritó, pero todos los hombres de la habitación parecieron encogerse un poco. No se podía
plantear el desobedecerla.

Remus no estaba seguro de cómo se levantó, si Dumbledore lo ayudó o si lo hizo él mismo.


Tampoco estaba seguro de cómo salió de la habitación en la que estaba Sirius. Parecía que horas después
estaba parado en el rellano del primer piso, con James. Gully estaba encendiendo velas por toda la casa,
moviéndose en silencio. Los retratos a lo largo de las escaleras estaban durmiendo. James mantuvo abierta
la puerta de su dormitorio y Remus entró sin decir una palabra.

Se acostaron en la cama, uno al lado del otro, sobre las mantas todavía con la ropa. Habían estado
sentados en la misma cama sólo dos o tres horas antes, esperando que Sirius les dijera que estaba bien. En
la oscuridad, James y Remus se recobraron, dándose el tiempo que necesitaban.

James rompió el silencio, por supuesto.

— Él está aquí ahora. — Dijo sin tono. — Él está aquí ahora, y mamá nunca lo dejará regresar, lo
sé.

Remus asintió, porque no había palabras. No sabía si James lo había visto; ambos estaban mirando
hacia arriba. Su mente estaba corriendo, y dijo lo primero que se sintió como un pensamiento coherente

— ¿Es eso lo que pasa? ¿Con esa maldición?

— No lo sé. Nunca lo he visto.

— No, por supuesto.

— Mamá solía ser curandera. Si alguien puede ayudarlo...

55
— Y Dumbledore está aquí.

— Sí, exacto.

— Si él... — la voz de Remus se quebró y dejó de hablar.

— Lo sé, amigo. — James susurró.

No volvieron a hablar hasta la mañana.

***

El día de Navidad de 1975

Remus no podía creer que se hubiera quedado dormido. Se maldijo a sí mismo por ser tan
irreflexivo, tan egoísta. No tienes ningún derecho sobre él, se dijo a sí mismo enojado mientras se sentaba,
saliendo de la enorme y cómoda cama con dosel de James, no tienes derecho a llamarte su amigo en
absoluto, si ni siquiera puedes permanecer despierto cuando él... ni siquiera sabía cómo estaba Sirius.

Dejó a James todavía durmiendo y fue al baño. Era de mañana; las cortinas habían sido corridas,
presumiblemente por Gully, y la luz del día de invierno inundaba el hueco de la escalera. La casa estaba
muy tranquila, nadie más estaba despierto todavía. No se percibía el olor habitual de la cocción del
desayuno o del té en la placa. Después de ir al baño y darse un lavado rápido, Remus se quedó incómodo
en el pasillo.

No quería volver a la habitación de James; eso parecía un poco extraño, especialmente cuando
tenía sus propias cosas en una de las habitaciones de invitados. Sirius estaba en la habitación al final del
pasillo, Remus podía olerlo. La Sra. Potter también estaba allí. No sabía dónde estaba el Sr. Potter.

— Maestro Lupin — una voz chillona lo sobresaltó desde las escaleras. Era Gully, sus grandes
ojos marrones llenos de inocente preocupación — ¿Quiere desayunar, Maestro Lupin?

Remus negó con la cabeza.

— No, gracias.

— Esto es algo terrible. Algo terrible y muy malo. — La pequeña criatura marchita sacudió la
cabeza con tristeza, las orejas se mecieron como un cachorro lamentable.

— Sí. Terrible. — Remus se sentó en las escaleras, contento de tener alguien con quien hablar.

— Le dije a mi ama y a mi amo que debemos tener cuidado; tenemos que proteger a los nuestros.
Gully piensa que deberíamos escondernos, Gully sabe que muchas familias se esconden ahora. — La
frente de Gully se arrugó, como si estuviera tratando de recordar algo exactamente correcto — Pero mi
ama me dice, 'Gully, nosotros somos responsables. Somos una familia buena, afortunada y tenemos
muchas cosas buenas'. La señora me dice que tenemos que cuidar de todos los que podamos. Ella dice que
si no lo hacemos, no tendremos nada que valga la pena proteger en absoluto.

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— No hice un buen trabajo en proteger a Sirius. — Remus rascó la alfombra con enojo con la
punta del pie.

— No — Gully volvió a negar con su gran cabeza redonda — Siempre, en la guerra, hay gente
que sale herida.

Remus se mordió el labio. Detrás de ellos, se abrió una puerta.

— ¿Gully? — La débil voz de la Sra. Potter llegó — ¿Quieres venir a sentarte con Sirius mientras
yo... Oh, hola, Remus, querido.

Había estado despierta toda la noche, eso estaba claro, pero todavía tenía una sonrisa para él.

— ¿Está bien? — Remus se puso de pie.

— No hay daño duradero — gruñó, su sonrisa menguando levemente — No en el exterior, de


todos modos. Todavía está durmiendo, solo una pequeña dosis de poción. ¿Te gustaría sentarse con él?
Necesito descansar un poco antes de que Monty llegue a casa.

— Sí, sí, por supuesto — Remus comenzó a avanzar, ansioso por ayudar de cualquier forma que
pudiera. Cruzó rápidamente el rellano y entró en la habitación.

— Envía a Gully a que me despierte tan pronto como abra los ojos — dijo Euphemia, palmeando
suavemente su hombro — Dumbledore querrá hablar con él. Quería hacerlo anoche, pero no lo dejé. Pobre
cordero.

— ¿Estaba consciente, entonces? ¿Anoche?

— Sí. Durante un rato —suspiró Euphemia, profundamente, vacía por el cansancio— pero no
estaba en condiciones de ser interrogado.

Remus asintió tontamente.

Cerró la puerta detrás de ella. La habitación estaba oscura, pero eso estaba bien. Remus podía ver
en la oscuridad; a menudo le gustaba.

La figura que yacía en la cama no podía ser su amigo, Sirius Black. Porque Sirius Black nunca
dormía así; mirando hacia arriba, con las manos a los costados, las sábanas cuidadosamente colocadas
sobre su pecho. Sirius dormía como un perro; todas las sábanas desparramadas y los miembros sueltos,
boca abajo, con los brazos abiertos.

Remus se acercó con cautela. ¿Era así, se preguntó, la mañana después de la luna llena? ¿Era así
como se sentía al ver a tu amigo destrozado? Era insoportable. Se sentó en el asiento junto a la cama, un
sillón morado mullido con un libro abierto en un brazo. Imperdonables: cuidar a las víctimas de
maldiciones y maleficios. Remus cerró el libro, preguntándose si la Sra. Potter había necesitado
consultarlo muchas veces antes. Había un pañuelo debajo, húmedo de lágrimas; Remus podía oler la sal.
Debía de haber sido difícil para ella, como sanadora y como madre. ¿Había mirado a este chico de cabello
negro y había visto a James? ¿Se había preguntado qué clase de padre haría tal cosa?

57
Se sentó en silencio, escuchando la respiración de Sirius. Estúpidamente, pensó en Grant, quien no
podía ser de ninguna ayuda, excepto que probablemente habría abrazado a Remus, y Remus sentía que un
abrazo era lo único que quería en el mundo, en ese momento. Las campanas de la iglesia resonaron colina
arriba desde el pueblo. Era el día de Navidad.

***

James entró y se unió a él, después de una hora más o menos. Trajo té y Remus lo aceptó
agradecido. James levantó las cejas oscuras a Remus, en forma de cuestionario, y Remus negó con la
cabeza, no. James se sentó en el brazo de la silla y no hablaron.

Pasó otra hora antes de que Sirius se moviera. Un movimiento silencioso, luego un parpadeo en
sus rasgos, antes de que sus ojos se abrieran, pesados por el sueño. Le tomó un momento concentrarse, la
habitación todavía estaba muy lúgubre. Cuando finalmente captó las formas de James y Remus, frunció el
ceño y luego esbozó una sonrisa.

— Maldita sea — dijo con voz ronca — ¿Quién murió?

James se rió

— Idiota

— Imbécil — Sirius respondió.

— Estúpido.

— Oi — Sirius se incorporó sobre sus codos — Sé amable, soy un inválido, ¿Sabes?

— Te diré qué — sonrió James — Realmente sabes cómo hacer una entrada.

— Está en mi sangre noble. — Sirius sonrió, luego vaciló, sus ojos repentinamente afligidos.
Todos se quedaron callados de nuevo. — Lo siento — murmuró, mirando hacia abajo.

— ¿Té?

— Por favor.

— ¡Gully! — James llamó al elfo doméstico, que estaba encantado de servir.

— Entonces — preguntó Sirius, el color volviendo lentamente a sus mejillas — ¿Ustedes dos han
estado vigilando junto a la cama por mí?

— En realidad, es mamá quien estuvo despierta toda la noche.

— Oh, sí... — El rostro de Sirius se volvió distante, cerrado. — Le agradeceré, obviamente.


Disculpa por aparecer así...

58
— No seas estúpido — James negó con la cabeza — Ella haría cualquier cosa por ti. Ella te ama.

Los ojos de Sirius se llenaron de lágrimas y miró hacia otro lado. Afortunadamente, Gully
reapareció en ese momento con una bandeja de té cargada de tazas, platillos, tostadas, muffins, salchichas,
huevos (revueltos, fritos y hervidos), salmón ahumado, arenques ahumados y hasta cereales.

Ninguno de ellos comió mucho. Remus estaba hambriento, muerto de hambre, en realidad, pero
todo sabía a plástico, así que al final se bebió taza tras taza de té hirviendo, sin leche, sin azúcar. Todavía
no estaba enojado; la ira era su respuesta habitual a la sensación de impotencia, tristeza o dolor, pero
sentía que podría llegar más tarde. Justo ahora, solo quería ser lo que Sirius necesitaba.

— Oh — dijo, de repente — Se suponía que tenía que buscar a tu mamá, James, tan pronto como
Sirius se despertara.

— Déjala dormir — dijo Sirius, descansando sobre sus almohadas.

— No, ella quería que lo hiciera, para poder buscar a Dumbledore.

— ¿Para qué? — Preguntó James, perplejo. — Todo está bien, ahora.

— Quería hacer algunas preguntas...

— ¡No! — Dijo Sirius.

James y Remus se volvieron para mirar a Sirius, quien había vuelto a palidecer, sus ojos grandes y
asustados. — Por favor — dijo — todavía no, solo… déjenme tener Navidad, ¿De acuerdo? No quiero
hablar de ello.

— Ok amigo, está bien... — dijo James, suavemente, inclinándose para palmear el hombro de
Sirius. — No la despertaremos. Puedes fingir estar dormido, si quieres. Todo lo que quieras.

— Gracias. — Sirius se relajó de nuevo. — Lo siento.

— Pff. — James voló su cabello hacia arriba de su frente. — Es Navidad, ¿No?

59
82
Consecuencias
Nadie estaba enojado por haber tratado de proteger a Sirius. La Sra. Potter se levantó de su propia
cama cuando el Sr. Potter regresó de dondequiera que había estado, y ambos estuvieron de acuerdo en que
Dumbledore seguramente llegaría por su propia voluntad, eventualmente, y cualquier cosa que quisiera
preguntarle a Sirius podía esperar hasta entonces.

Rescataron el resto de la mañana lo mejor que pudieron. El Sr. Potter se ofreció alegremente a
aparecer todos los regalos en la habitación de Sirius, pero Sirius no lo quiso.

— ¡Mis piernas funcionan bien! — Insistió: — ¡Quiero bajar y ver el árbol!

Entonces, todos se levantaron y se vistieron o se cambiaron, luego volvieron a reunirse media hora
más tarde en la sala de estar. Remus no pudo evitar mirar el parche de alfombra donde había visto caer el
cuerpo de Sirius menos de doce horas antes. El dolor fue agudo y alarmante. Tenía que mirar al actual
Sirius consciente; envuelto en mantas con otra taza de té en el sofá frente a él, solo para sentirse normal de
nuevo.

El desenvolver los regalos todavía se sentía tan alegre y natural como siempre. Libre para todos,
sin orden, simplemente rasgaron el papel de envolver hasta quedar rodeados por él, tiras de escombros de
colores brillantes. No importaba lo que alguien obtuviera, solo el recuerdo de haber recibido algo lindo esa
horrible mañana. Los Potter, por supuesto, tenían mucho listo para Sirius y Remus, y le prometieron a
Sirius aún más por venir.

— Te conseguiremos algunas fotos bonitas para alegrar tu habitación — dijo la Sra. Potter —
¿Qué equipo de Quidditch apoyas, cariño? ¿O quizás una de esas estrellas de rock que les gustan a los
niños?

Sirius la miró como si acabara de recibir el regalo más maravilloso de su vida. Quizás lo había
hecho.

— La mayoría de mis cosas están en Hogwarts — dijo. — Solo hay ropa en casa... — Parecía un
poco avergonzado, y Remus sabía que también estaba pensando en los carteles groseros que había pegado
permanentemente en las paredes de su habitación. Podías estar seguro de que no estaría haciendo eso en su
nueva habitación en los Potter.

— Bueno, puedes tomar prestadas algunas de las cosas de James por un tiempo. Quizás vayamos
de compras en el nuevo año.

Se sentaron para tener un tranquilo almuerzo de Navidad. Evidentemente, alguien había


desinvitado a los invitados que se habían planeado, lo cual para Remus fue una bendición. Ya estaba muy
delgado por demasiada preocupación y no había dormido lo suficiente; no necesitaba a Darius Barebones
en la mezcla. Pensó en los Pettigrew y se preguntó si Peter estaba preocupado o si se sentía excluido.

60
Gully estaba a punto de encender el pudín de Navidad cuando el *crack* de la aparición sonó
fuera de la puerta principal. Dumbledore. Sirius dio un salto y pareció como si quisiera levantarse de la
mesa, pero se quedó quieto. El señor Potter les sonrió a todos para tranquilizarlos y se dirigió a la puerta.

Todos escucharon atentamente.

— ¡Albus! Feliz Navidad.

— Fleamont. ¿Supongo que Sirius ha descansado?

— Sí, estábamos a punto de tener...

— Le pedí que me contactara tan pronto como se despertara.

— Entra, Dumbledore. Únase a nosotros para un poco de pudín.

Dumbledore entró en la habitación. Llevaba una túnica sombría de un marrón marrón oscuro,
como sangre seca. Parecía como si su noche hubiera sido tan larga como la de ellos. Lo siguió un hombre
fornido que se parecía a un bulldog bastante canoso. Tenía una masa de cabello grisáceo rojizo y unos ojos
oscuros y malvados que se movían furtivamente por la habitación, como si buscaran problemas.

— Albus, Alastor — la Sra. Potter se levantó, agitando su varita. En la mesa del comedor
aparecieron dos sillas más, así como pequeños platos, tenedores, servilletas y copas. — ¿No se unirían a
nosotros para el pudín?

— Ahora no, Effie — gruñó el hombre fornido, Alastor — De servicio.

Ella le dio una mirada, no muy diferente a la mirada que le había dado a James anoche. Se aclaró
la garganta y se sentó, rápidamente. Remus sonrió. Tenía que averiguar exactamente cómo lo hacía. Las
madres tenían su propia magia, al parecer. Dumbledore tomó su lugar con más decoro. Su expresión,
como siempre, estaba inmóvil como un estanque e imposible de leer. Estaba mirando a Sirius.

Ahí estaba, Remus sintió que se acomodaba a su alrededor como un viejo amigo. Rabia. El deseo
de lanzarse sobre la mesa y sacudir a Dumbledore hasta dejarlo sin sentido era tan fuerte y tan tangible,
que se encontró agarrado al asiento de su silla.

El extraño, Alastor, se volvió para mirarlo. Remus se sintió escaneado por esos ojos oscuros y
perspicaces. Oh. Él sabía que Remus era un hombre lobo. Remus no estaba segura de cómo él sabía que
Alastor sabía, pero lo hacía. No haba duda. Remus levantó la barbilla y lo miró a los ojos. Alastor sonrió,
levemente, como si esto hubiera confirmado algo que había esperado, luego se volvió hacia Dumbledore.

— Sirius — dijo su director, en voz baja — ¿Cómo estás?

— Bien. — Sirius asintió, mirando el gran pudín oscuro en el centro de la mesa. Gully chasqueó
los dedos y se encendió, la llama azul brillando como un extraño vapor mágico.

— Me gustaría discutir contigo los eventos de anoche — presionó Dumbledore — Sé que no es


agradable, y tal vez quieras olvidarlo, pero cualquier cosa que me digas puede ser útil, ¿Entiendes?

61
— Si. Bien. — Sirius asintió, la expresión no cambió.

La llama se apagó y Gully volvió a chasquear los dedos. El pudín se dividió cuidadosamente en
ocho porciones. Era rico, húmedo y empalagoso, la fruta y el brandy se les pegaba a la garganta.
Comieron en silencio por un momento, antes de que el Sr. Potter sintiera que tenía que hablar.

— ¿No has visto a tu familia hoy, Moody?

Alastor negó con la cabeza.

— El trabajo es lo primero. Estaré aquí todo el tiempo que me necesites.

— Estamos muy agradecidos. — Dijo la Sra. Potter, la amabilidad regresando a su tono.

— Alastor es un Auror — explicó el Sr. Potter a los chicos. Remus vio la luz del reconocimiento
en los ojos de James y Sirius, e hizo una nota mental para preguntar más tarde. Si tenía que adivinar,
asumia que se refería a algún tipo de guardaespaldas mago. Pensó en Charles Bronson en Death Wish e
imaginó a Alastor Moody con una pistola.

Una vez que se comió el pudín, todos regresaron a la sala de estar. Sirius se sentó en el sofá, con
James y Remus a cada lado. Se habían sentado en la misma formación la Navidad pasada, cuando
Dumbledore había llegado para anunciar la muerte de los Fraser. Remus no había pensado en los Fraser
desde entonces, no realmente, solo como parte del cada vez más oscuro telón de fondo de una guerra de la
que preferiría no preocuparse. Tenía muchas cosas más para distraerse.

Una de estas distracciones estaba sentada a su lado, ahora mismo. Sus rodillas chocaban juntas de
vez en cuando; Sirius no se quedaba quieto. Remus trató de no retroceder, en caso de que fuera mal
interpretado.

— Espero que esto no tarde mucho. — Dumbledore sonrió, agradablemente, como si esto no fuera
más que una charla amistosa. — Sirius, solo necesitamos saber cualquier cosa que puedas recordar sobre
los eventos que te llevaron a llegar aquí a las once y cuarto de anoche.

— ¿Era ese el momento? — Sirius parpadeó — Pensé que era más tarde.

Dumbledore cruzó las manos en su regazo y sonrió.

— En tu propio tiempo, por favor.

— Er... — Sirius se aclaró la garganta y miró a James, quien le sonrió de una manera fraternal.
Sirius miró a Dumbledore de nuevo — Pensé que estaría bien. Realmente nunca me llevé tan bien con mi
familia .. ya que estoy en Gryffindor, usted sabe. Pero estaban… pensé que estaría bien. Todos los años
tenemos una cena familiar en Nochebuena, toda la familia.

— ¿Quién estuvo ahí? — Preguntó Moody. Estaba tomando notas, una pluma flotaba a la altura
del pecho, garabateando rápidamente en un trozo de pergamino flotante.

62
— Todos los Black — Sirius lo miró — Y los Lestrange. Los Malfoy, Narcissa y su marido, de
todos modos. Andrómeda no, obviamente. Los… los Goyle llegaron más tarde. Y los Nott. Los Crabbes.
Barty Crouch estaba de visita, es amigo de mi hermano.

— ¡¿Crouch?! — Moody parecía sorprendido. Dumbledore volvió a sonreír, inclinando la cabeza.

— Ese sería Bartimus Junior, por supuesto.

— Sí — asintió Sirius. — Pequeño idiota.

— Casi toda la banda, ¿eh Albus? — Murmuró Moody.

— Casi. Por favor, Sirius, continúa.

— Así que… sí, todo fue realmente normal. Normal para nosotros. Cena, baile. Cosas snob.
Ellos… — Hizo una pausa, luciendo avergonzado — Brindaron por Voldemort. Sin embargo, no me uní,
profesor, ¡Lo juro! Fue una especie de broma, ni siquiera sé qué tan serios eran sobre eso. Papá estaba un
poco borracho.

La expresión de Dumbledore no cambió. Sirius estaba mirando sus pies ahora, y siguió hablando,
cada vez más rápido.

— Se suponía que tenía que hablar con James a las ocho, así que traté de escabullirme. Pero mi
prima, Bellatrix, me atrapó y me arrinconó en la biblioteca. Ella dijo que como yo era casi mayor de edad,
era hora de que comenzara a tomar mi papel de heredero más en serio, dejar a mis amigos atrás y crecer.
Le dije que… bueno, no fui muy amable. Llamó a mis padres, Reg también entró. Y Crouch.

> No estaba preocupado, porque... bueno, todos saben que Bella está un poco loca, así que pensé
que simplemente le dirían que se mantuviera al margen. Pero no lo hicieron; se pusieron del lado de ella.
Papá dijo... dijo que quería que yo lo enorgulleciera por una vez. Le dije que lo estaba intentando, pero.
Pero...

Sirius hizo una pausa para respirar. El silencio fue una agonía. Él continuó.

— De todas formas. Querían que jurara lealtad a Voldemort. Pensé que estaban bromeando.
Estaban diciendo todas estas cosas locas, sobre los nacidos de muggles y los traidores de sangre, y... luego
Bellatrix me mostró su brazo, tiene este tatuaje — miró hacia arriba, como si se diera cuenta de que esta
información era útil — Es la marca oscura, señor, el cráneo y la serpiente. Dijo que había elegido un
bando y que era hora de que yo escogiera el mío. Dije que no. Lo dije tantas veces. — Cerró los ojos y
volvió a mirar hacia abajo.

— ¿Y te lastimaron, por eso? — Dumbledore preguntó: — ¿Intentaron persuadirte?

— Sí.

— ¿Bellatrix hizo eso?

— No.

63
— ¿Tu madre? ¿Tu padre?

La respiración de Sirius era muy superficial, pero siguió adelante. El asintió.

— Se turnaron.

La Sra. Potter se puso de pie, de repente, y salió de la habitación. Remus no la culpó. Su impulso
de golpear algo estaba alcanzando niveles críticos.

— ¿Pero lograste escapar? — Dumbledore empujó, suavemente.

Sirius asintió de nuevo.

— Después de un tiempo, debí dejar de decir que no, porque… bueno, me dolía demasiado, no
podía decir nada. Debían de necesitar que yo aceptara, porque me dejaron allí, me encerraron en la
biblioteca. Pero hay una chimenea y polvo flú ahí. No sé, tal vez querían que me fuera. — Ahora sonaba
muy cansado. Pero la historia había sido contada y hubo un aire general de alivio.

— Gracias, Sirius. — Dijo Dumbledore, muy suavemente. — Esto ha sido de gran ayuda. No
interrumpiré más tu Navidad. — Se puso de pie, suavemente, y miró al Sr. Potter — Supongo que su
oferta de albergar a Sirius hasta que sea mayor de edad sigue en pie.

— Igual a cuando tenía doce años. — Dijo el Sr. Potter, enderezando su espalda. Era una cabeza
más bajo que Dumbledore, pero en ese momento, Fleamont Potter era el hombre más alto de la habitación.

— Excelente. — Dumbledore asintió. — Los veré en Enero chicos, entonces.

— ¡Espere! — Sirius se levantó de un salto — Profesor, ¿Qué pasa con mi hermano?

— ¿Crees que Regulus está en peligro?

— Er… no creo que le hagan daño. Es bueno haciendo lo que le dicen, solo quiere complacer a
nuestros padres. Pero lo harán unirse a Voldemort, lo marcarán, tendrá dieciséis el año que viene y...

— ¿Regulus quiere irse?

— Yo... no. No como lo hice yo.

— Entonces no podemos forzarlo. No corre ningún peligro inmediato. Lo siento, Sirius.

Sirius bajó la cabeza y volvió a sentarse. Dumbledore se fue, en silencio, estrechando la mano del
Sr. Potter. Moody también se fue, regresando a su puesto fuera de la puerta principal de Potter. Remus lo
miró a través de la ventana. Qué hombre tan extraño.

— Señor Potter —dijo Sirius, con una cortesía antinatural— ¿Podría pedirme prestado un
pergamino? Me gustaría escribirle a Andrómeda.

64
— Por supuesto, muchacho. — El Sr. Potter asintió. Condujo a Sirius y James a su estudio.

Remus se quedó quieto, sintiendo que en realidad no lo necesitaban en ese momento. Los Potter
estaban allí para apoyar a Sirius; podían hacer lo que fuera necesario. Él, Remus, solo era realmente útil
cuando Sirius necesitaba algo de sentido común (verbalmente, por supuesto), o cuando una broma
necesitaba ser resuelta. Y habría mucho tiempo para esas cosas, una vez que esta tormenta en particular
hubiera pasado.

Una vez más, Remus deseó poder hablar con Grant. Definitivamente había una cabina telefónica
en la ciudad; si quisiera, Remus podría llamar a St. Edmund's, y Matrona probablemente le entregaría el
teléfono; ella no era un carcelero. Pero Moody sí lo era. Y a Remus no le gustaba mucho la idea de
explicar por qué le apetecía un viaje al pueblo el día de Navidad.

Cerró los ojos y trató de imaginar qué diría Grant. ¡Maldita sea! Probablemente.

***

Se acostaron temprano esa noche. No había nada más que hacer, James ni siquiera sugirió
practicar vuelo. Jugaron algunas partidas de ajedrez a medias, pero todo el mundo bostezó tanto que al
final era ridículo intentar permanecer despiertos. Se amontonaron en la cama de James, incluso Remus.
Trató de maniobrar para que James terminara en el medio, pero Sirius se arrastró sobre ellos y se dejó caer
entre sus dos amigos.

— Acércate, Moony —sonrió con un codo afilado en las costillas.

Remus se mantuvo lo más cerca posible del borde. Tocar a Sirius debajo de las sábanas, incluso
con el dedo del pie, era absolutamente impensable. Esto es extraño, pensó. Los amigos no comparten la
cama. Incluso los mejores amigos. Esto es tan raro...

Trató de dormir. James comenzó a roncar y la respiración de Sirius se estabilizó. Remus se relajó.
Definitivamente podía imaginar lo que Grant diría a esto. ''Yo sabía que los muchachos del internado de la
escuela era todos maricones!'' Remus no pudo evitar reír levemente, en voz baja. Sirius se dio la vuelta
para mirarlo, los ojos abiertos, completamente despierto.

— ¿De qué te estás riendo, Moony?

— ¡Nada! — Remus susurró en respuesta, avergonzado. — Simplemente no estoy acostumbrado a


compartir la cama.

— Sí, los ronquidos de James son bastante malos.

Y es extraño, ¿verdad? Remus quería decir, ¿No crees que somos raros?

— Mm. — Fue todo lo que dijo.

— No puedo dormir. — Sirius suspiró.

— ¿Podría traer a la mamá de James? Ella podría tener más pociones.

65
— No quiero más poción. — Sirius sonaba cansado y malhumorado, como un niño. Remus se
alegró. Eso lo hacía más fácil de tratar.

— Bien. Entonces cierra los ojos. — Él instruyó.

— Sigo pensando en eso.

— Oh. Lo siento.

— No, no así, solo quiero decir... es extraño, pero mientras lo hacían, antes de que dejara de
pensar, estaba pensando en tí.

— ¡¿En mi?!

— Sí. Estaba pensando; al menos ahora sé cómo se siente Moony. Cuando estábamos
investigando todas esas cosas para ayudarte en la luna llena, había una descripción en uno de los registros,
escrita por una bruja que tenía licantropía. Dijo que el dolor de la transformación era similar a la
maldición cruciatus.

— Oh. Nunca escuché eso. No creo que pueda ser, creo que el cruciatus debe ser mucho peor.

— Tal vez. — Sirius estuvo de acuerdo. — Pero ayudó, un poco. Pensé: si Moony puede hacerlo,
yo también puedo.

Remus no tuvo una respuesta adecuada.

— Vete a dormir, Sirius.

— Está bien. Buenas noches.

— Buenas noches.

Esperó a que Sirius se durmiera - correctamente, esta vez - y luego se levantó con cuidado y
volvió a su propia cama.

66
83
Enero
Throw me a line, I'm sinking fast
Clutching at straws - can't make it
Havana sound we're trying,
Hard edge, the hipster jiving
Last picture shows down the drive-in
You're so sheer - you're so chic;
Teenage rebel of the week

Domingo 4 de Enero de 1976

El resto de las vacaciones de Navidad transcurrió de forma inestable, en blanco y negro. Los
Potter organizaron una pequeña reunión para la víspera de Año Nuevo, pero asistieron muy pocas
personas. Muchos de su círculo cercano ahora estaban trabajando para Dumbledore, explicó la señora
Potter, y estaban ocupados con el esfuerzo que llevaba la guerra. Sea lo que sea eso. Sus amigos
periféricos les habían dado la espalda a los Potter ("somos traidores de sangre", declaró James con
orgullo) o simplemente estaban demasiado asustados para asociarse con ellos.

Moody no se enteró de que la Sra. Potter llevó a Sirius al Callejón Diagon, pero él necesitaba
zapatos para comenzar el nuevo trimestre, así que todos bajaron al pueblo una tarde. Allí, Sirius se había
enamorado locamente de un par de nuevos Doc Martens negros, con cordones de color amarillo brillante.
Remus estaba bastante celoso; su propio par habían sido imitaciones del mercado y se había arruinado
hacía mucho tiempo.

En su camino de regreso de la ciudad, se habían cruzado con un par de punks, algo muy extraño
en ese pequeño pueblo rural, pero Remus supuso que había adolescentes en todas partes. Uno de ellos
tenía una hilera de pesados aros de plata en el cartílago de una oreja. El otro tenía el pelo verde.

La Sra. Potter les había prohibido que se tiñeran el cabello, pero la noche antes de que comenzaran
las clases, Remus había cedido después de horas de súplicas de parte de Sirius, y lo ayudó a perforar uno
de sus lóbulos con su alfiler de prefecto y una papa. Había sangrado mucho, pero Sirius estaba
emocionado.

Así se presentó ante Remus la mañana en que partían hacia Londres: se había despeinado el
cabello para darle volumen, se lo había volteado sobre un hombro para lucir su nuevo pendiente de oro,
estaba de pie con las piernas abiertas como un guitarrista, las manos en los bolsillos, y con grandes botas
negras bovver.

— Perspicacia muggle — le sonrió a Remus, poniendo un cigarrillo entre sus dientes — ¿Cómo
me veo?

— Como un idiota. — Dijo James.

67
— Como una estrella de rock. — Remus dijo, gimiendo por dentro. Estaba condenado.

Había pensado (esperaba, en realidad) que el trauma de Sirius pudiera haber enfriado el
considerable ardor de Remus hacia su mejor amigo. Que podría haber provocado que se diera cuenta de
que - la amistad era todo lo que sería todo lo que podría tener de él - que debería enfocar sus energías en
ser solo ser un maldito buen amigo. Pero no. Sirius era un semidiós, y Remus no podía hacer nada más
que adorarlo. Estúpido, idiota enamorado, se dijo a sí mismo.

De todos modos, Remus estaba contento de regresar a Hogwarts, donde las líneas estaban muy
claramente trazadas y había exámenes en los que concentrarse.

Sirius se volvió hacia King's Cross. Los muggles no le miraron ni la mitad, pero los magos, o, más
exactamente, las brujas, se quedaron mirándolo. Mary se acercó a él en la plataforma con un par de botas
de gamuza turquesa con un tacón que la elevó a su altura.

— ¡Hola precioso! — Ella gorjeó, luego lo abrazó ferozmente, y Remus captó la expresión de su
rostro por encima del hombro. Parecía complacido.

Debe ser agradable, después de un momento difícil, tener a alguien en tus brazos así.
Especialmente alguien tan emocionalmente abierta como Mary. Remus permitió que su propio dolor
aumentara, y que luego disminuyera, lentamente, concentrándose en sonreír y escuchar a Marlene contarle
todo sobre su Navidad.

Una vez a bordo, se metieron en su vagón habitual, y Remus estaría eternamente agradecido con
Lily, quien le sugirió que se uniera a ella para patrullar los pasillos del tren unas cuantas veces.

— Parecía que te necesitaba un poco de aire — le sonrió.

— Sí, gracias. Muy caluroso allí.

— ¿Cansado de la Navidad con los merodeadores, entonces?

— Puedes decir eso de nuevo.

— Pobre Remus. — Ella enlazó su brazo con el de él, apoyándose ligeramente contra él. Se sintió
agradable, como un pequeño abrazo. Tenía un cuerpo pequeño y suave. Quizás esa era la atracción de las
chicas.

— Escuché sobre Sirius — dijo, muy tranquilamente. — ¿Está bien?

— Sí — asintió Remus — Eso creo. ¿Cómo supiste?

— Er… Sev me lo dijo, en realidad. No le creí, pero basándome en la nueva apariencia de Sirius...

— Mierda. ¿Cómo lo sabe?

Lily se encogió de hombros.

68
— ¿Todos lo saben?

— Solo que lo han echado. Y desheredado. Nadie sabe por qué. — Ella lo estaba mirando y él se
dio cuenta de que quería que le dijera por qué.

— Es complicado. — Dijo: — No creo que quiera que todos sepan.

— Eres un buen amigo. — Ella le dio una palmada en el brazo.

Sí, pensó con amargura. Soy un gran amigo. Todo en lo que pienso es en Sirius. La seguridad de
Sirius. La felicidad de Sirius. Las manos de Sirius, el cuello de Sirius, la boca de Sirius, Sirius tirándome
sobre la cama y... Detente. No. No es el momento. Joder.

— ¡Oi! — Lily estaba gritando, de repente, señalando hacia el largo pasillo del tren en
movimiento — Si ese eres tú, Crouch, tendré tus tripas por ligas...

Barty Crouch. El estómago de Remus se revolvió. Había estado allí, en Nochebuena. El pequeño
asqueroso. El rubio de catorce años estaba atormentando a algunas niñas de primer año, levitando sus
mochilas sobre sus cabezas. Lily, siempre intrépida, se acercó, amenazando con detención, pérdida de
puntos, incluso algunos maleficios. Él se burló de ella, pero dejó caer las cosas.

— Barty, ¿Qué estás... oh? — La puerta del compartimento más cercano se abrió y apareció
Regulus Black. Sus ojos se entrecerraron a Lily — ¿Qué quieres, Evans?

— No hay necesidad de ser tan grosero — dijo ella. Levantó una ceja a Crouch —No te metas en
problemas, o estaré hablando con Slughorn. Ya estás cerca del límite y lo sabes. Vamos, Remus — ella
miró a Lupin, quien todavía estaba un poco atrás, esperando evitar cumplir con su deber.

La cabeza de Regulus se echó hacia atrás, miró a Remus y toda la arrogancia se desvaneció.
Parecía mucho más joven.

— Lupin. — Dijo con rigidez.

Remus solo asintió. Regulus abrió la boca una o dos veces. Obviamente, quería preguntar. Remus
quería golpearlo. Pero no frente a Lily. Recordó la desesperada preocupación de Sirius por su hermano y
lo vio reflejado en los ojos de Regulus.

— Él está bien. — Remus espetó.

Regulus parpadeó, luego asintió con la cabeza, después volvió a entrar en su coche y cerró la
puerta. Barty se rascó la cabeza en estado de shock, luciendo muy confundido.

***

Jueves 15 de Enero de 1976

69
A medida que el segundo trimestre se acercaba en pleno apogeo, Remus se dio cuenta de que no
tenía que preocuparse tanto. Ni siquiera tenía que tratar de evitar a Sirius. Los OWL estaban a la vuelta de
la esquina, programados para comienzos de Mayo, y si los estudiantes de quinto año pensaban que su
carga de trabajo había sido pesada durante el primer trimestre, se encontraban con una sorpresa muy dura.

Remus combatió este estrés adicional pasando todas las horas libres que tenía en la biblioteca o en
la sala común perfeccionando hechizos prácticos. A la tercera semana, descubrió que de alguna manera se
había convertido en el líder no elegido de una especie de club de tareas y repaso: un grupo de estudiantes
de quinto año, e incluso algunos estudiantes más jóvenes, habían comenzado a acudir a él en busca de
sugerencias o consejos sobre su propio trabajo.

— ¡Lupin! ¿Qué es esa cosa rápida que haces con los hechizos de locomotora? Sigo haciéndolo
mal...

— Remus, Remus, ¿es 'Apar-E-cium' o 'A-PAR-ecium’?

— Oye, Lupin, ¿Puedes mostrarme cómo hiciste esa línea de tiempo, de nuevo? Siempre me
olvido…

Remus fingió que encontraba todo el asunto como una enorme imposición, pero estaba
secretamente emocionado. Era bueno en algo. Los merodeadores, cuando los vio, pensaron que era muy
gracioso y empezaron a llamarlo "profesor".

Un estudiante en particular había comenzado a unirse a él para las sesiones de estudio regulares:
un Gryffindor de cuarto año llamado Christopher Barley. Era callado y estudioso, con ojos oscuros serios
y dedos largos y delgados. Era tímido, pero cuando Remus lo saludó él le dio una sonrisa increíble,
iluminándose desde adentro.

Remus se dio cuenta después de la tercera o cuarta vez que se topó con Christopher en algún lugar
del castillo "por casualidad", que el chico más joven estaba enamorado de él. Estoy mejorando en esto,
pensó, sintiéndose culpable. El sentimiento, lamentablemente, no era en absoluto mutuo. Remus se sintió
halagado, por supuesto, era difícil no estarlo, pero no podía evocar ningún sentimiento más allá de la
simpatía por Christopher. Ninguno de los dos era lo suficientemente valiente como para decir nada, lo cual
estaba bien.

Además de esto, Remus tenía sus deberes de prefecto, que parecían multiplicarse cada semana.
Después de que un prefecto de Hufflepuff (y nacido de muggles) fuera hechizado antes de Navidad
mientras estaba en una patrulla nocturna, y no lo encontraran hasta la mañana, los jefes de cada casa
exigieron que los prefectos patrullaran en parejas en todo momento.

Estas patrullas se habían convertido en una farsa nocturna para Remus, ya que pasaba la mayor
parte del tiempo tratando de alejar a Lily de donde los otros tres merodeadores estaban fuera de la cama,
trabajando en algún plan nefasto u otro. Eso funcionó... la mayor parte del tiempo.

El problema era que desde Navidad, James y Sirius se habían vuelto más atrevidos que nunca.
Armados con el mapa del merodeador y la capa de invisibilidad, navegaron por el castillo como un par de
piratas, saqueando y arrasando. Varias veces, Remus volvería de patrullar y no los encontraba en sus
camas - sólo para que los dos chicos volvieran una hora más tarde, riéndose y bramando, diciéndole que
casi habían sido capturados esta vez, casi.

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El Quidditch también los mantenía ocupados y separados de Remus. El partido con Slytherin
había sido el primer juego del año y resultó en un empate, lo que significaba que ambas casas ahora
competían sin piedad por la copa. Con James ahora al timón, el equipo de Gryffindor practicaba con el
doble de frecuencia cada semana, y Potter sacaba a Sirius todas las mañanas al amanecer para trotar.

De hecho, entre el deseo de estudiar de Remus, su grupo de discípulos y sus deberes de prefecto,
su escaso tiempo libre casi nunca parecía coincidir con el de sus amigos. Apenas los veía a la hora de
comer o antes de acostarse, a excepción de Peter, cuya única actividad extracurricular era su novia.

Así que fue una sorpresa una noche a mediados de Enero cuando Remus se topó con Sirius. Era
una patrulla de rutina, la última de la semana de Remus y Lily. La luna llena debía llegar en dos días, y
Remus había manipulado astutamente la rotación de los prefectos para evitar esas noches. Se había
ofrecido a hacerse cargo de la rotación de su casa, de hecho, y el resto de los prefectos de Gryffindor
obviamente se sintieron aliviados. Todos eran buenos en su trabajo, por supuesto, con un fuerte sentido de
la justicia y la equidad, combinado con el coraje de hacer lo correcto, pero pocos Gryffindors podrían
molestarse con la administración. Remus aprovechó esta oportunidad, y hasta ahora le había servido bien.

— Vamos — dijo Lily, mientras bajaban el tramo de escaleras de la torre de Astronomía -


generalmente un punto de acceso para la actividad después del toque de queda, esta noche estaba desierto
— Los ingredientes principales en una bebida relajante, enumeralos.

— Err... — Remus bufó, cuando su cadera hizo clic en el último escalón. Estaba contento de tener
mucha energía poco antes de la luna — Moscas crisopas, rocío de un campo de tréboles, agua de mar y...
um...

— ¡Oh, vamos, Remus! — Lily suspiró, exasperada — ¡Esto es cosa de cuarto año!

— Lo sé, pero nunca puedo... espera, ¿Escuchaste eso?

— ¿Qué?

— ¡Sh!

Estaba seguro de haber oído un suspiro o un grito ahogado, y ahora, en el perfecto silencio, era
consciente de que podía oír dos latidos más cerca, palpitando con fuerza. Y el aroma de algo más, algo
emocionante y embriagador. Arrancó el tapiz más cercano, levantando su varita.

— ¡Lumos!

— ¡Mierda!

— ¡Mary! — Lily jadeó.

— ¡Moony! — Dijo Sirius.

— ¡¿Qué están haciendo ustedes dos?! — Dijo Lily, adoptando inmediatamente su voz autoritaria,
que Remus pensó que era inquietantemente parecida a la de McGonagall.

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— ¿No puedes adivinar, Evans? — Sirius le guiñó un ojo. Sus brazos todavía estaban envueltos
protectoramente alrededor de la cintura de Mary, su cabello había caído hacia adelante desordenadamente
y su boca estaba más roja de lo habitual. La blusa de Mary estaba desabotonada casi hasta el ombligo, y se
apresuraba a intentar cubrirse.

— Deberíamos castigarlos a ambos — Lily arqueó una ceja a su amiga.

— Oh, sé amable, Lily — la engatusó Mary con una suave sonrisa en los labios — Todo el mundo
lo hace, solo un poco de diversión.

— Bueno... ya que esta es la primera vez — Lily cedió — Vamos, ahora nos dirigimos de regreso
a la Torre.

— ¿Cinco minutos más? — Preguntó Sirius, descaradamente, para horror de Lily. Mary se rió y lo
abofeteó en broma.

— ¡Chico malo! — Ella se rió, abrochándose la camisa. — Vamos, no es como si nada más fuese
a pasar esta noche.

Los cuatro caminaron juntos de regreso a la sala común de Gryffindor, las chicas riendo y
susurrando juntas, ocasionalmente lanzando miradas furtivas hacia Sirius, antes de estallar en risas de
nuevo. Sirius jugó con esto, caminando con una arrogancia exagerada, metiendo su largo cabello detrás de
una oreja y guiñándoles un ojo cuando miraban. Trató de captar la atención de Remus un par de veces,
como para dejarle entrar en la broma, pero Remus siguió mirando hacia adelante y no dijo nada.

— ¿Estás bien, Moony? — Preguntó Sirius, cuando ambos estaban en sus camas y aún no habían
hablado. Ahora sonaba un poco preocupado. Bien, pensó Remus.

— Sí. — Remus respondió, rodando y cerrando los ojos.

(Song: Virginia Plain - Roxy Music)

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Sentimientos heridos
Lunes 18 de Enero de 1976

Remus Lupin no tenía absolutamente ningún interés en el Bosque Prohibido en ningún otro
momento del mes. Cuidado de criaturas mágicas le había brindado un respeto saludable por las bestias que
vivían allí, y estaba inclinado a darles un amplio margen para ellos.

El lobo claramente sentía lo contrario. James y Sirius, o mejor dicho, Prongs y Padfoot, como se
los conocía ahora, tuvieron muy pocos problemas para sacar al hombre lobo de la cabaña y llevarlo a la
oscuridad aterciopelada verde del bosque. Los recuerdos de Remus de las lunas llenas eran mucho mejores
de lo que habían sido nunca, pero aún no eran del todo humanos y, por lo tanto, menos completos.
Recordó aromas, formas, ruidos e incluso sabores, a veces.

— No podemos evitar que persigas conejos si quieres perseguir conejos — James se encogió de
hombros, cuando Remus se despertó esa mañana angustiado por la sangre en su lengua. — Parecías muy
feliz por eso en ese momento.

— Fue muy divertido — intervino Sirius, lamiendo sus propios labios.

— ¡Me estabas animando! — Remus acusó, poniéndose los pantalones debajo de la manta. —
¡Deberías saberlo mejor, tienes autocontrol!

— Sí — Sirius se encogió de hombros, — Pero cuando soy un perro, soy un perro. Es lo que
hacemos.

Eso era Sirius en todo momento. Diviértete y no te hagas responsable.

— No te preocupes, Moony — bostezó James — nunca dejaríamos que lastimes a una persona. Y
si te divertiste, lo prometo.

No necesitaba que James le dijera eso. Por mucho que el humano Remus prefiriera mantenerse
distante y separarse de esos instintos más bajos que representaba el lobo, no podía esperar a la próxima
luna.

— Será mejor que se vayan — respondió con un bostezo — fíjense si pueden dormir un poco
antes del desayuno.

— Sí, está bien — James asintió adormilado — Nos vemos, Moony.

— Adiós Prongs.

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'Prongs' había sido un golpe de genialidad una tarde, cuando Peter había olvidado la palabra para
'astas'. Todos se habían reído tanto que el nombre se había quedado. Remus no estaba seguro de dónde
había venido 'Padfoot'. Probablemente una broma privada entre James y Sirius. De todos modos, tenía
sentido, y se habían adaptado cómodamente a sus nuevos nombres, sellándolos en el mapa del
merodeador.

Madame Pomfrey le dio un vistazo cuando llegó, luego lo envió a su habitación.

— Ya ni siquiera necesito la camilla — se maravilló — Y tienes un buen color en tus mejillas.


Descansa esta mañana, pero si te sientes con ganas, también puedes asistir a las lecciones de la tarde.

Se sentía terrible por mentirle sobre el motivo de su milagrosa recuperación, pero no podía
evitarlo.

Remus logró dormir el resto de la mañana y se despertó un poco temprano para el almuerzo. Bajó
a la sala común para sentarse junto a una ventana abierta y fumar mientras repasaba sus notas de Historia
de la tarde. Considerando todas las cosas, pensó para sí mismo, aparte del problema de Sirius, la vida iba
bastante bien.

Sirius se había disculpado por el incidente de la Torre de Astronomía; Remus sospechaba que esto
era el resultado de una conferencia con James.

— Lo siento, Moony, debería haber consultado contigo, o haber usado el mapa o algo así, sé que
odias todas esas cosas de chicas, y sé que has hecho mucho para mantenernos fuera de problemas este
año...

Remus había hecho un gran espectáculo al reflexionar sobre esta disculpa y luego perdonar a su
amigo, porque cualquier otra cosa habría sido muy sospechosa. Se sintió mortificado cuando incluso Mary
vino a ofrecer sus propias disculpas y farfulló que no le había importado lo más mínimo.

Mary le agradaba. No quería sentirse así con ella; nada de eso era culpa suya, exactamente. Y,
como James solía decir, Sirius se merecía un poco de diversión, considerando el año que estaba teniendo.

— ¡Hola, Remus! — Una vocecita interrumpió sus pensamientos. se dio cuenta de que aún no
había echado un vistazo a sus notas, y su cigarrillo se había quemado hasta el final, sin fumar.

— Hola, Christopher — asintió Remus, frunciendo el ceño mientras se quitaba las cenizas de la
manga. — ¿Estás bien?

— Sí — el chico más joven sonrió y saltó para unirse a él en el asiento de la ventana. Era más
pequeño que Remus, pero también lo eran todos. — ¿Qué piensas hacer?

— Historia. — Remus dijo, entre dientes mientras encendía otro cigarrillo.

— ¡Genial! — Christopher sonrió. Remus arqueó una ceja, pero no dijo nada. — No te molestaré,
entonces. — Christopher dijo, esperanzado. — Si estás ocupado.

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— ¿Qué pasa? — Preguntó Remus, sin querer herir sus sentimientos. Había suficientes
sentimientos heridos en el mundo y se negó a ser responsable de los de nadie más que de los suyos.

— Um, bueno, nada en realidad. Es un fin de semana de Hogsmeade, este fin de semana.

— Sí, lo sé — Remus se movió incómodo en el asiento. ¡¿Seguro que Christopher no sería tan
torpe como para invitarlo a salir?! Tenía que cortarlo de raíz de una vez, — Yo er... voy con mis amigos,
ya sabes.

— Correcto. Er... James Potter y Sirius Black y ese otro...

— Mm.

Podía decir que Christopher, como la mayoría de los Gryffindor más jóvenes, se tambaleaba entre
el asombro y el miedo en lo que respecta a los merodeadores. Simplemente eran tan atrevidos y tan
exitosos que resultaba intimidante.

— Bueno, estaba pensando, eso es todo. — Christopher se aclaró la garganta — Sabes cómo
estábamos hablando de ese nuevo libro de Aritmancia, pensé que podríamos ver si algún lugar lo tiene
aún.

— Lo siento, Christopher — dijo Remus, lo más gentilmente posible — realmente estoy


ocupado... eh... ¿Tal vez en otro momento?

— Okay. Sí, por supuesto…

Christopher parecía abatido. Remus se sintió mal, pero ¿Qué más podía hacer? y realmente tenía
planes, no con los merodeadores, en realidad; tenía otra llamada telefónica planeada con Grant. Después
del incidente con Sirius y Mary, Remus había escrito apresuradamente una solicitud para hablar con Grant
y se la envió a la Matrona a primera hora de la mañana siguiente. Ahora se arrepintía apenas luego de
haberse calmado un poco, pero aún estaba deseando hablar con Grant si podía.

— ¡Hola Moony! — Sirius cruzó la sala común saltando por el agujero del retrato por el que
acababa de entrar. Se apoyó contra la pared junto a Remus y Christopher, sonriendo con esa sonrisa de
Sirius Black.

— Hola Padfoot — Remus le devolvió la sonrisa - esperaba no mirar a Sirius de la forma en que
Christopher lo miraba a él. Eso sería vergonzoso.

— Entonces, haz una apuesta para mí y Prongs — comenzó Sirius, ignorando por completo a
Christopher, quien se levantó y murmuró un adiós antes de salir apresuradamente. Sirius no perdió tiempo
en arrojarse al espacio vacío en el asiento de la ventana — ¿Cuántos escarbatos necesitaríamos para
encontrar la diadema perdida de Rowena Ravenclaw?

— ¿Qué diablos es una diadema? — Remus sonrió.

— Como una corona. — Sirius agarró el cigarrillo recién encendido de Remus y se lo llevó a los
labios. Remus tuvo que luchar para no gemir ante la vista. Simplemente sacó un tercer cigarrillo.

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— ¿Por qué — dijo, inhalando profundamente, — James y tú querrían una corona?

— No sé — Sirius se encogió de hombros — Encontrar un tesoro parece una persecución del tipo
de los merodeador. Oye, ¿Qué quería ese chico?

— Christopher.

— Ah, ¿Está en tu club de fans?

— Grupo de estudio.

— Pff. ¿Qué queria él?

— Me estaba invitando a salir — respondió Remus secamente, mirando por la ventana.


Aparentemente no lo suficientemente secamente, cuando miró a Sirius, su boca estaba abierta. Oh Dios,
los labios de Sirius. — Bromeo, Canuto — dijo Remus, con una sonrisa. Había perfeccionado las sonrisas
sarcásticas.

Sirius resopló.

— Buena esa, Moony. Pensé que hablabas en serio allí.

Remus consideró decir 'no, tu eres Sirius', pero esa broma se había estado agotando desde el
primer año, y solo le haría ganar un puñetazo en el brazo. Se conformó con un encogimiento de hombros y
otro tirón de cigarrillo.

— Pero si te apetece salir con alguien — dijo Sirius, astutamente — ¿A quién prefieres? ¿Lily o
Marlene?

— Cállate. — Remus puso los ojos en blanco.

—Tienes razón —continuó Sirius en tono de conversación— Lily está tomada - quiero decir, ella
no sabe que ha sido tomada, por supuesto... ¡Así que Marlene será! ¿Hogsmeade el sábado?

— ¿Me estás invitando a salir en nombre de Marlene?

— Tal vez.

— No.

— Puedo hacer que ella misma te invite a salir, si quieres, pensé que me dirías que sí a mí.

Yo te diría que sí a ti. Remus pensó, patéticamente.

— Marlene no está interesada en mí. — Él dijo. Esto, había decidido, era mejor que decir 'No
estoy interesado en ella', porque, por supuesto, eso solo invitaría a la pregunta '¿Por qué no?'

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— Por supuesto que lo está, ustedes son amigos, ¿No es así? De todas formas, tienes que venir, lo
estamos haciendo para apoyar a James.

— Ahora James está involucrado. — Remus apagó su cigarrillo y se puso de pie, metiendo sus
notas de Historia en su bolso. obviamente no los iba a leer ya. — ¿Almuerzo? — Él dijo.

— Sí. — Sirius asintió, tiró su propio cigarrillo por la ventana y se puso de pie. Se dirigieron al
agujero del retrato. — Sí, James está involucrado — continuó Sirius, mientras se dirigían al Gran
Comedor. — Todos necesitamos estar allí, e idealmente juntos, para que pueda invitar a Evans a salir.

— James invita a Lily a salir una vez a la semana.

— Eso es cierto — asintió Sirius, — pero esta vez va a entrar con un plan de juego.

— ¿Oh?

Tiene una canción y todo.

— ¡¿James escribe canciones?! — La máscara de Remus cayó por un momento con genuina
sorpresa.

— Bueno — Sirius se humedeció los labios — Puede que le haya echado una mano... de cualquier
forma, todos necesitamos tener citas, para plantar la idea en su mente. Como esas cosas de la psicología
muggle.

— Por mucho que me encantaría ver a James hacer un idiota de sí mismo en nombre del amor
verdadero — se rió Remus — Estoy ocupado el sábado.

— ¿Haciendo qué?

— No es asunto tuyo.

— Mira, Moony — suspiró Sirius, — Por eso las chicas no pueden tener suficiente de ti, eres tan
misterioso.

Remus no estaba seguro de si Sirius estaba haciendo una broma cruel, así que la dejó ahí.
Caminaron en silencio durante un rato. — ¿Oye, Moony? — Sirius comenzó de nuevo.

— ¿Si?

— ¿Te gusta Mary?

— ¡¿Qué?!

Se habían detenido justo afuera del comedor, y Remus se dio la vuelta para enfrentar a Sirius en
estado de shock. Sirius parecía avergonzado, jugueteó con su pendiente

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— Bueno, has estado un poco… fuera de si desde que empezamos a salir. Y apenas te he visto
desde el, eh... el fiasco del tapiz.

Remus resopló.

— No. No me gusta Mary.

— Está bien — Sirius le sonrió. — ¿Entonces serás la cita de Marlene?

— Todavía ocupado, lo siento.

***

Sábado 31 de Enero de 1976

Recordando que la última vez que había intentado tener una llamada telefónica privada lo habían
seguido, Remus pidió prestada la capa de James para su viaje a Hogsmeade. El bueno de James, siempre
puedes confiar en que no hará muchas preguntas. Especialmente cuando estaba distraído con sus nervios
por invitar a salir a Lily.

— Sí, claro Moony, claro… — murmuró, mirándose en el espejo, — Está debajo de la cama. Oye,
¿Dirías que mi cabello necesita recortarse? ¿Parece un poco desordenado?

— Se ve desordenado — dijo Remus, desde debajo de la cama — Pero un corte no ayudará. No te


preocupes, las chicas piensan que es encantador.

— ¿Si? Si, tienes razón…

— La has invitado a salir antes — dijo Remus, emergiendo con la capa y sacudiendo el polvo de
su túnica — ¿Cómo puedes estar nervioso?

— Porque estoy jodidamente loco por ella. — James respondió, sin perder el ritmo. — Sabes...
cuando simplemente no puedes sacarla de tu mente, y en tu cabeza es genial, y todo va de la manera que
quieres, pero luego está ahí, frente a ti, y ... bueno, todo se va a la mierda, porque ella es mucho más
espectacular en la vida real, ¿Entiendes?

— Sí — Murmuró Remus, tocando la tela de la capa de invisibilidad mientras Sirius salía del
baño.

En el pueblo, Remus le deseó buena suerte a James antes de desaparecer en el baño de los
caballeros en las Tres Escobas, se arrojó la capa y luego caminó directamente hacia afuera. Esta vez pudo
llegar a la vieja cabina de teléfono muggle en el momento exacto y emocionado marcó el número.

— Oi oi, feliz año nuevo y todo eso — la voz de Grant resonó por el cable. Remus sonrió.

— ¡Feliz año nuevo! Tenía una tarjeta para ti, pero nunca te la envié. Lo siento.

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— Siempre que recuerdes mi cumpleaños.

— ¡Oh! Er, ok, ¿Cuándo es?

Grant ladró de risa.

— Estoy bromeando contigo, idiota. Tampoco te envié ninguna tarjeta.

— ¡Oh!

— Todavía te tomas todo demasiado en serio, entonces.

— Sí — se rió Remus — supongo. ¿Cómo estás?

— Para la mierda. — Grant respondió, su voz sonó levemente alta mientras inhalaba - Remus
supuso que estaba fumando. — Malditamente terrible, en realidad. Pero no te preocupes. Mi problema.

— No, dime, continúa. Podría ser capaz de ayudar.

— Solo matrona. No te preocupes. Oye, ¿Cómo van las cosas con tu elegante amante? ¿Ya lo
superaste?

— No. — Remus suspiró — Estoy peor, en todo caso.

— Sí, pensé que pasaría.

— ¡Dijiste que no duraría!

— Mentí para hacerte sentir mejor.

Remus no pudo evitar reír. Gracias a Dios por Grant.

— Siento que me estoy volviendo loco. — Dijo, susurrando en el teléfono los secretos que no
había podido decir en voz alta. — Siento que voy a hacer algo loco. Él es tan…

— Ten cuidado. — Grant advirtió: — Recuerda lo que dije.

— Sí — suspiró Remus de nuevo. — Entonces, ¿Cómo estuvo tu Navidad?

— Mierda. Se suponía que debía ir a casa de mi abuela, pero el abuelo lo canceló en el último
minuto. No quería que su nieto afeminado se mostrara delante de los vecinos. La próxima vez que lo vea,
usaré un vestido.

— Lo siento, Grant. — Remus dijo en voz baja, sintiéndose aún peor por no haber enviado la
tarjeta.

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— Aww calla — respondió Grant, y Remus se dio cuenta de que estaba sonriendo — Como dije,
no es tu problema. Aunque, puede que no esté aquí mucho más tiempo. Estoy er... probablemente voy a
seguir adelante. No he ido exactamente a la escuela...

— ¡¿Dónde vas a ir?!

— No sé. Creo que he terminado ya con los hogares. Podría ir a Londres, tengo algunos amigos
allí.

— ¿Cómo te encontraré?

— Bendito seas — Grant dijo: — Olvidé lo dulce que eras. ¿Podrías darme tu dirección y haré
todo lo posible por escribir?

— Yo... no puedo. — Remus sintió un desgarro horrible en el interior. — Lo siento mucho,


desearía poder, de verdad... mi escuela no es realmente una escuela normal, y ... bueno, no es realmente
posible.

— Bien. Entonces eso es todo. — Grant respondió.

***

Remus regresó al pueblo con el corazón apesadumbrado. Toda esa obsesión por Sirius había
quedado en nada, y ahora estaba en riesgo de perder a alguien tan importante. Alguien a quien realmente
le gustaba también. Aparentemente Remus solo estaba interesado en personas que no podía tener.
Buscaría hechizos de localización lo antes posible, decidió. No iba a perder de vista a Grant de esa
manera.

Al entrar en las Tres Escobas, se animó levemente al ver a Snape sentado en un rincón, solo,
mirando por la habitación. Remus volvió directamente al baño de caballeros, se quitó la capa y luego
salió, asegurándose de llamar la atención de Severus. El chico de Slytherin casi se cae del taburete de la
barra por la sorpresa. Remus sonrió mientras se acercaba para unirse a sus amigos.

Todos estaban allí: Peter y Desdemona, Sirius y Mary, Marlene, James y Lily. Lily se veía muy
rosada en el rostro, pero muy engreída, y James estaba mirando el fondo de su vaso vacío. Estaba
empapado y olía enfermizamente dulce. Evidentemente, la serenata no había ido bien.

— ¡Moony! — Sirius retumbó, tentadoramente —¡Te perdiste toda la diversión!

— Sí, lo siento — Remus sonrió cortésmente a todos, sacando su propia silla. Sirius le indicó a la
linda camarera que le trajera otra cerveza de mantequilla. — Er... — Remus miró a James, luego a Lily. —
¿Cómo están... todos?

Peter soltó una risita extraña y aguda, luego se tapó la boca con la mano. Sirius arqueó una ceja.

— Oh, muy bien, Moony, muy bien... Solo estaba diciendo, ha pasado un tiempo desde que los
merodeadores hicieron una broma adecuada.

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— Pusiste bombas fétidas debajo de la alfombra en la sala común de Slytherin la semana pasada.
— Dijo Lily.

— Y ayer volteaste las lentes de todos los telescopios de la Torre de Astronomía. — Dijo
Marlene.

— Y dijiste que mañana estabas planeando... — Mary comenzó, pero Sirius puso los ojos en
blanco,

— Sí, sí, pero esas cosas son un juego de niños. — Dijo, decididamente. — Además, solo
estábamos James y yo jugando. Una broma de merodeador adecuada nos necesita a los cuatro.

— Remus no quiere unirse a tus tontas bromas — dijo Lily.

— Sí quiero. — Remus respondió, en parte porque estaba de mal humor y se sentía con ganas de
dar la contra, en parte por solidaridad con el pobre James, que todavía tenía cerveza de mantequilla
goteando por la punta de la nariz.

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Bombas de estiércol y armarios de escobas
She's like a live bombshell,
Like a flash out of hell!
And when she's shaking her - ooh!
Everyone fell
at her feet
And that's neat
and she took me complete-ly
By surprise with her ultrasonic eyes
That were flashing like hysterical danger signs!
That said 'beware where you tread',
Or you'll go out of your head!
Look out!
She's a hell raiser, star chaser, trailblazer
Natural born raver, yeah, yeah, yeah, yeah, yeah
She's a hell raiser, star chaser, trailblazer
Natural born raver, yeah, yeah, yeah
Look out!

Lunes 23 de Febrero de 1976

Para empezar, era una broma bastante simple: unas buenas bombas de estiércol a la antigua. Pero
el buen humor de Sirius ante la perspectiva de que los cuatro merodeadores volvieran a trabajar juntos
significaba que la idea seguía creciendo y expandiéndose, hasta que de alguna manera involucró
cuatrocientas bombas de estiércol, un hechizo de demora en el tiempo, y los cuatro levantándose de la
cama después del toque de queda.

Lo habían pospuesto lo suficiente. Incluso si Remus accedía a renunciar a su tarea por una noche,
tenían que reunir los materiales (no preguntó de dónde sacaron cuatrocientas bombas de estiércol. Era
mejor no saberlo), y luego lidiar con la práctica de Quidditch y las rondas de patrulla de prefectos. Luego
estaba la luna llena. En total, la primera noche que todos estuvieron disponibles terminó siendo a fines de
Febrero.

— ¡Ha pasado un tiempo! — James sonrió mientras desaparecía bajo la capa.

La habilidad de Peter para convertirse en rata fue increíblemente útil, especialmente cuando podía
encogerse y descansar sobre el hombro de James bajo la capa de invisibilidad. Desafortunadamente, a
pesar de lo altos que eran ahora, tres todavía eran demasiados para caber correctamente.

— Ustedes dos usen la capa — suspiró Remus, quitándose después de intentar agacharse lo
suficiente para no mostrar sus tobillos — Solo mostraré mi pin de prefecto si alguien me pregunta qué
estoy haciendo.

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— Sin embargo, le quita toda la diversión. — Sirius se quejó, ligeramente amortiguado bajo la
tela.

— Estoy seguro de que encontrarás la manera de divertirte — dijo Remus. — Vamos entonces.

Salieron del dormitorio y bajaron las escaleras para salir de la Torre de Gryffindor. Remus tuvo
que caminar despacio para que los demás pudieran seguir su ritmo, pero estaba ansioso por terminar todo
de una vez. Era una buena idea y todo, pero les tomaría la mayor parte de la noche si querían que todas sus
bases estuvieran cubiertas, y él tenía un comienzo del día temprano los martes.

— ¡Hola, Remus!

Tan pronto como doblaron en una esquina, se encontraron con Christopher. Esto se estaba
volviendo ridículo. Dondequiera que mirara, si Snape no lo estaba viendo, entonces Christopher lo estaba.
Remus se armó de valor y sonrió ampliamente, profundamente consciente de que los tres merodeadores
estaban detrás de él, invisibles.

— Hola Christopher, ¿Cómo te va?

— ¡Nada mal! — El niño respondió encantado: — Estaba yendo a la sala común, ¿Te apetece
jugar al ajedrez?

— Er... lo siento, estoy de patrulla. — Remus tocó su placa de metal.

— Correcto. ¿Dónde está Lily, entonces?

— En el baño. — Dijo, rápidamente. — Solo la estoy esperando.

— ¡Esperaré contigo! — Christopher sonrió. Remus luchó contra el impulso de darse una palmada
en la frente con incredulidad.

— Oh no — se rió, tratando de mantener su tono amigable — No, vete a la sala común... es casi el
toque de queda, ¡No quiero tener que castigarte!

— Oh, bien entonces. — Christopher asintió. Remus casi nunca lo decepcionaba — ¿Te veré
luego quizás? Olvidé decirte que estoy muy emocionado con tu fiesta.

— ¡¿Mi qué?!

Hubo un leve gemido de molestia justo detrás de Remus. Afortunadamente, Christopher no


pareció escucharlo.

— ¡Tu fiesta de cumpleaños! No puedo esperar, no pude ir a la fiesta de Sirius Black en


Noviembre, tenía un ensayo de Pociones pendiente, ¡Pero este año me aseguraré de sacar todo del camino
primero!

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— Asombroso — respondió Remus, dándole un pulgar hacia arriba. ¡Solo vete, por el amor de
Dios! — Entonces te veo allí.

Christopher rebotó yéndose, bastante feliz. Remus sonrió y se volvió hacia los chicos invisibles
por encima del hombro.

— Mi fiesta, ¿eh?

— ¡Se suponía que iba a ser una sorpresa! — James susurró.

— ¿Quién es ese pequeño idiota, de todos modos? — Preguntó Sirius.

— Déjalo en paz — gruñó Remus, — Es simplemente amable.

— Un profesor tan benévolo. — James rió. — Pronto él te traerá manzanas

— Bueno, entonces uno de ustedes debería decirle que prefiero el chocolate — respondió Remus,
alegremente, mientras avanzaban por el pasillo.

Distribuyeron las bombas de estiércol lo más rápido que pudieron, y Remus realizó el
encantamiento de retardo de tiempo, algo con lo que había estado jugando durante un tiempo. La clave era
asegurarse de que las bombas de estiércol se esparcieran por igual por todo el castillo, para causar el caos
máximo.

— He espaciado los tiempos de espera a intervalos de una hora — explicó Remus en voz baja —
creo que a Filch le debería tomar alrededor de una hora limpiar el primer lote, así que tan pronto como
haya terminado, el segundo lote se prenderá... luego el tercero.

— Nunca más nos burlaremos de ti, Moony — prometió Sirius. — Maldita leyenda.

— Sí, siempre y cuando nadie sepa que fui yo. — Él se rió — Tengo que pensar en mi reputación.

— Oh, sí, no podemos permitir que el pequeño Christopher descubra que su héroe es un chico
malo, ¿verdad?

Remus le dio un fuerte codazo en el costado.

— Date prisa — dijo Peter, ahora humano, retorciéndose las manos — Prometí que intentaría
darle las buenas noches a Dezzie antes del toque de queda... ¿Podemos hacer el piso de Ravenclaw ahora?

— Ah, el amor de los jóvenes — James se rió entre dientes — Dándole a tu novia un beso de
buenas noches mientras tus amigos tapan sus puntos de salida...

— Ella piensa que es gracioso — Peter se encogió de hombros, ligeramente rosado.

— Oi, Pete, ¿Qué tan lejos has llegado con Desdemona, de todos modos? — Sirius preguntó
bruscamente.

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Peter parpadeó salvajemente un par de veces. No estaba acostumbrado a que Sirius se dirigiera así,
quien últimamente le había estado haciendo todo tipo de preguntas desde que comenzó su relación con
Mary. Remus tuvo la idea de que Sirius lo veía todo como una extensión de la competencia de besuqueo.

— Err... ¿Qué quieres decir?

— Sabes — continuó Sirius, haciendo malabares con algunas bombas de estiércol sin cuidado —
sobre la ropa o debajo de la ropa, por encima de la cintura o por debajo de la...

— ¡Nada como eso! — Peter estaba rojo brillante ahora. — Y... de todos modos, no es asunto
tuyo.

— Oh, vamos, te diré lo lejos que he llegado con MacDonald.

— No quiero saber...

— Ella me dejó sentir su...

— ¡Ok, terminado! — Remus dijo, en voz alta. — ¡Próxima parada, Ravenclaw!

Les tomó casi una hora más y ya había pasado el toque de queda cuando terminaron todo.

— En retrospectiva — bostezó James — Deberíamos haber comenzado a colocarlos más lejos de


la sala común y haber trabajado en nuestro camino de regreso.

Remus asintió adormilado.

— ¡Aunque lo hicimos! — Sirius vitoreó. — ¡Los merodeadores han vuelto!

— Nunca nos fuimos a ningún lado — murmuró Peter. Todavía estaba molesto por haber sido
puesto en un aprieto antes.

Estaban a mitad de camino cuando Remus captó el olor de la Sra. Norris. Hizo callar a los demás
y Peter se transformó rápidamente en una rata, más por nerviosismo que por otra cosa. James estaba
levantando la capa para cubrirlos a todos, cuando apareció el gato, maullando con desdén hacia ellos.
Sirius, todavía lleno de energía, le guiñó un ojo a James,

— ¡Mira esto! — y se convertió en perro. Ladró tres veces y la señora Norris dio media vuelta y
echó a correr. Sirius se volvió, riendo histéricamente.

— ¡¿Quién está ahí?! — La voz de Filch hizo eco en la misma esquina.

— ¡Lo has hecho ahora! — Remus gimió — ¡Idiota!

— ¡Corran! — Dijo James, y se dirigió a toda velocidad hacia la sala común, Peter chillando
detrás de él. Remus trató de mantener el ritmo, pero su cadera no se lo permitió y pronto se quedó sin
aliento. Sirius se quedó atrás con él, para su disgusto.

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— ¡Vamos! — Jadeó, agitando una mano hacia Sirius — Puede que no me meta en problemas,
pero tú lo harás, no te detengas...

— Tonterías, Moony — dijo Sirius, mirando rápidamente a su alrededor. Su rostro se iluminó —


¡Aquí! — Sirius agarró a Remus por la muñeca y tiró de él hacia un armario de escobas cercano, cerrando
la puerta lo más silenciosamente posible.

— Perfecto. — Remus siseó, molesto, apartando su mano — Ahora, si nos atrapan, sabrán que
estábamos tramando algo.

— Oh, relájate, ¿quieres? — Sirius replicó — Lo peor que tendremos es detención. Solías recibir
muchas detenciones, solías ser divertido.

— Bueno, lo siento si mi idea de diversión no implica pasar toda la noche atrapado en un armario
contigo! — Remus susurró en respuesta, acaloradamente. Estaba oscuro y sabía que Sirius no podía verlo
tan bien como Remus podía ver a Sirius.

— ¡Lumos! — Sirius susurró, encendiendo la punta de su varita y hurgando en su bolsillo. No


había mucho espacio, y siguió empujándose contra la cadera de Remus.

— ¿¡Qué estas haciendo ahora!? — Remus espetó, tratando de alejarse tanto como fuera posible.
¿Por qué no pudo haber terminado atrapado con James? ¿O Peter? Peter habría sido perfecto.

— Calma tus tetas — gruñó Sirius — Tengo el mapa... espera... ¡ajá! — Sacó el pergamino en
blanco de su bolsillo trasero y lo golpeó con su varita — Juro solemnemente que mis intenciones no son
buenas...

Nada.

Sirius se aclaró la garganta, — Ejem. Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas...
Moony, está roto.

— O eso es solo un trozo de pergamino viejo y alguien más tiene el mapa. — Sugirió Remus.

— ¡Potter! Lo mataré, maldita sea.

— No, está bien. — Remus dijo, pensando rápidamente — Si James lo tiene, entonces puede
encontrarnos. O al menos él sabe dónde estamos.

— Oh, sí, supongo que tienes razón. ¿Crees que deberíamos esperar, entonces?

— Bueno, ya que nos has puesto en una esquina, no creo que tengamos otra opción.

Sirius suspiró pesadamente. Remus sintió su aliento contra su clavícula. Intentó apartarse de
nuevo, sintiendo un alarmante ajuste en sus pantalones.

— Godric — resopló Sirius — ¿Cuál es tu problema?

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— ¡¿Qué?! — Remus reaccionó sorprendido.

— Has estado arrastrando los talones con esta broma durante años, evitándonos a mí y a James
desde Navidad...

— ¡He estado revisando y has tenido Quidditch! Ya no tenemos doce años, no podemos pasar
todo el tiempo juntos.

— Parece que pasas mucho tiempo con Evans.

— Somos prefectos juntos, ella me ayuda con Pociones.

— ¿Y el estado de ánimo?

— ¿Qué estado de ánimo?

— ¡El tuyo! Has estado de mal humor todo el año.

Remus estaba bastante molesto de que le dijeran que ha estado de "mal humor" por la reina del
drama residente de Gryffindor, pero se mordió la lengua. No era bueno meterse en una pelea, no cuando
estabas tan cerca que sus rodillas chocaban juntas.

— No es nada. Estrés por los exámenes.

— No te creo. — Sirius dijo, desafiante. Su varita se había apagado, pero estaba mirando
directamente a Remus. Tal vez pudiera ver en la oscuridad. Los perros podrían, ¿no? Sus ojos ardían como
filamentos. — Algo está mal, Moony, dime.

— Nada está mal. Déjalo en paz, ¿quieres?

— Okay. — Sirius respondió, su voz más suave ahora, menos agresiva. — Está bien, pero me
gustaría que me lo dijeras. Solías contarme tus secretos.

— Mira, este no es el momento. — Remus susurró, cerrando los ojos y volviendo la cabeza. —
Estamos a punto de ser atrapados fuera de la cama y probablemente nos castiguen durante un mes.
Tenemos que estar callados.

Sintió que Sirius asentía y no dijeron nada más.

Podría pensar en una excusa, pensó Remus, para el estado de ánimo. Si el estrés por los exámenes
no funcionaba, tal vez entonces mencione la guerra. Los merodeadores realmente no lo habían discutido
en detalle, y estaba en la mente de Remus, así que esperaba que fuera más creíble. Pero no quería
recordárselo a Sirius, después de todo lo que ya había pasado. Él había considerado mencionar su
problema Snape - pero le afectaba igualmente debido a la reacción de Sirius a eso. Últimamente se había
metido en suficientes problemas y Remus no quería que nadie fuera tras Severus por su cuenta. Se
ocuparía de eso él mismo.

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Algunas noches, cuando no podía dormir, Remus incluso había reflexionado sobre la posibilidad
de afirmar que estaba enamorado de Mary. Estaba seguro de que Sirius sería comprensivo y parecía una
salida fácil. O bien podría fingir que Grant era una niña y contárselo todo. Había decidido no hacerlo, y se
sintió culpable por siquiera haber tenido la idea. Era deshonesto en el mejor de los casos e irrespetuoso en
el peor, incluso si Grant nunca se enteraba.

No había nada que hacer salvo esperar a que pasara.

Dios, hacía calor, estando aplastado en un armario como ese. Remus hizo todo lo que pudo para
mantener su espalda presionada contra la pared. Apenas había espacio; si Sirius se adelantara una pulgada,
se tocarían, y si, por horror de los horrores, entraran en contacto en cualquier lugar debajo de la cintura,
Sirius descubriría que Remus estaba rígido como una vara.

Era una tortura.

— ¿Moony? — Sirius susurró, tan silenciosamente que Remus pensó que podría haberlo
imaginado. Pero él estaba mirándolo con una expresión extraña en su rostro — ¿Estás...?

De repente, afortunadamente, la puerta se abrió, para revelar a James sonriéndoles, Wormtail en


su hombro.

— ¿Divirtiéndose, muchachos?

Remus podría haberlo besado.

— Nuestro héroe — sonrió débilmente.

(Song: Hellraiser - The Sweet)

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Dulces dieciséis
Martes 9 de Marzo de 1976

Fue un milagro de proporciones épicas que ninguno de ellos fuera atrapado, y aún más milagroso
fue que su broma se desarrollara sin problemas al día siguiente, lo que resultó en una mañana libre de
lecciones mientras Filch lidiaba con el terrible hedor. El resto de las clases se llevaron a cabo al aire libre
en los terrenos bajo el sol de principios de primavera, lo que, en lo que respecta a los merodeadores, fue
una victoria.

Además, Sirius apenas pudo contener su alegría cuando todos regresaron a sus salas comunes esa
noche para encontrar un aviso pegado al tablero de corcho recordando a los estudiantes que los perros no
estaban en la lista aprobada de mascotas en Hogwarts. Esto causó una gran confusión entre el resto de la
población estudiantil, por supuesto.

— ¡Nunca he visto un perro! ¿Quién tiene un perro?

— ¡Si uno de los Slytherin tiene un perro, entonces quiero traer a mi conejo de casa!

— Creo que he visto uno en los jardines, en realidad, ¿Tal vez sea uno callejero?

No hace falta decir que Sirius y James estaban en su elemento.

— ¡Lo olfatearé! — Sirius anunció.

— ¡Apuesto a que está justo debajo de nuestras narices! — James rió.

— ¡Podría estar más cerca de lo que pensamos!

Remus también se rió, tratando de disimular su malestar. Sirius hasta ahora no había dicho nada
sobre la media hora en el armario de escobas. Remus solo podía asumir que:

a) Sirius no había encontrado nada fuera de lo común, y de hecho Remus una vez más estaba
pensando demasiado (probablemente), o;

b) Sirius ahora sabía todo sobre Remus, sus deseos más oscuros y sus secretos más profundos, y
prefería no abordarlo porque todo era demasiado vergonzoso (menos probable, pero más aterrador).

En cualquier caso, Remus se dedicó a sus tareas escolares, a sus deberes de prefecto y, en general,
a ser un estudiante modelo. Esto al menos le aseguró a él estar fuera del camino de Sirius, Sirius
evidentemente había decidido hacer todo lo contrario.

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Por supuesto, nunca había sido exactamente el mejor en seguir las reglas. Pero incluso James
admitió que este año Sirius parecía estar intentando algún tipo de récord. Estaba en detención casi todas
las noches, rara vez completaba su tarea (a pesar de que podía hacerlo con un brazo atado a la espalda, si
quería) y dividía el resto de su tiempo entre hacer travesuras y ver hasta dónde podía llegar su lengua por
la garganta de Mary MacDonald. No es que a Mary pareciera importarle mucho.

Eso estaba bien. Así era como debería ser.

Sin embargo, no era fácil. Más allá de que era un gran alivio estar lejos de la única persona con la
que no podía ser sensato, Remus también encontraba muy angustiante estar lejos de la única persona con
la que no podía ser sensato. Marlene y Lily eran encantadoras, amables, divertidas, inteligentes y
generosas. Pero eran un pobre sustituto de los merodeadores.

Incluso intentó pasar un poco más de tiempo hablando con Christopher, haciéndole preguntas
sobre su hogar o la música que le gustaba. Fue peor de lo que esperaba. Christopher era un mago sangre
pura, que no sabía nada de música muggle, y no parecía estar tan interesado en escucharla. Además de
eso, se había dado cuenta de su error al estropear la sorpresa de cumpleaños de Remus y no dejaba de
disculparse, lo cual era increíblemente molesto.

Remus ya le había prometido a James que actuaría sorprendido cuando la fiesta se revelara en su
honor. Había tratado de convencerlos a todos de que no lo hicieran, por supuesto, pero había estado
pidiendo moderación desde el primer año y sabía que probablemente no lo conseguiría.

— ¡No hagas un escándalo por mi parte! — Dijo, en la cena de la mañana anterior — Lily se
volverá loca...

— Incorrecto — dijo James con aire de suficiencia — ¡Lily envió la mitad de las invitaciones!

— ¿Invitaciones?

— Sí, hemos tenido muchos interesados. De hecho, hemos considerado ponerle un precio a la
entrada. — Sirius explicó, sus ojos brillando a través de la mesa.

Remus miró su comida, rápidamente. Había decidido no volver a hacer contacto visual con Sirius
nunca más. No sería fácil, pero era la única forma; de esto estaba convencido.

— Tu pequeña pandilla de la biblioteca quería venir — continuó James — Y no todos son


Gryffindors, así que tuvimos que abrirla a otras casas... luego está este grupo extraño de séptimo año que
dijo que eres una 'leyenda total '- No tengo idea de qué se trata, ¿Tienes una doble vida secreta o algo así,
Moony?

Remus se encogió de hombros. Todavía tenía algunos estudiantes pidiendo cigarrillos, aunque ya
no los vendía. Sin embargo, por lo general no le importaba prestar maricones, siempre y cuando
finalmente se los reembolsaran.

— Bueno, de todos modos — James se subió las gafas por la nariz — Simplemente tienes
demasiados fans, Moony, y no podemos defraudarlos a todos en poco tiempo, ¿verdad?

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— Bien. Sin embargo, nada de beber. — Remus suspiró. — Es una noche de escuela.

***

Miércoles 10 de Marzo de 1976

Llovió, la mañana del cumpleaños de Remus, pero no podía importarle menos. Se despertó con
una pila de regalos de los Potter: todo tipo de cosas hermosas como dulces y un pastel de cumpleaños
horneado en casa, además de una agenda encuadernada en cuero fino y una pluma a juego. Había tarjetas
de todo el mundo, incluida una del profesor Ferox, que hizo que Remus se sonrojara de arriba abajo.

En el desayuno, los merodeadores dirigieron a casi toda la escuela en una interpretación de 'feliz
cumpleaños' que terminó con cinco coros antes de que Remus intentara gatear debajo de la mesa para
escapar. Los Slytherin fruncieron el ceño, con cara de piedra, y en un ataque de alegría de vivir de
cumpleaños, Remus le sacó la lengua a Snape.

Los merodeadores luego apilaron su plato con una rebanada de pan tostado por cada aderezo
disponible y entregaron sus propios regalos. Sirius y James estaban en sus túnicas de quidditch listos para
una práctica matutina antes de las lecciones.

— ¿Tenemos que hacerlo, Potter? — Marlene gimió, mirando hacia el techo encantado que era
gris y lloviznaba.

— Sí, si queremos ese trofeo — James afirmó, sirviéndole otra taza de café. — Y de nuevo,
después de la última campana, antes del... ya sabes qué. — Le guiñó un ojo a Marlene de manera tan
elaborada que Remus casi se echa a reír.

— Sutil, Potter. — Marlene enarcó una ceja.

— Bien, tengo que llegar a la biblioteca — dijo Mary alegremente, levantándose del regazo de
Sirius — Tengo que devolver ese libro de Adivinación antes de que Pince llame para que me cuelguen,
tiren y descuarticen.

— ¿Nos vemos después del segundo entrenamiento de Quidditch? — Preguntó Sirius, todavía
sosteniendo a Mary por las caderas.

— No — negó con la cabeza, los rizos rebotando — Estoy realmente atrasada en Historia, pensé
en pasar por una de las clases de Remus.

— Sesiones de estudio. — Remus corrigió, rápidamente, con cuidado de no mirar a la pareja por
mucho tiempo.

— Lo que usted diga, profesor Lupin — le sonrió con descaro.

— Eh — Sirius tiró de ella para reclamar su atención — ¿Pensé que te ibas a sentar en las gradas
de Quidditch y hacer tu tarea?

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— Bueno, dije que podría — Mary se liberó — Pero está helado hoy, y Remus es muy bueno para
explicar...

— Bien — Sirius dijo, enojado, sacudiendo su cabello y cruzando los brazos. — Haz lo que
quieras, no me importa.

— Oye, no empiece conmigo, Sr. Black. — Mary frunció el ceño — Perderás, te lo prometo.

Sirius no miró hacia arriba. Mary puso una mano en su cadera, — ¿Entonces un beso de
despedida?

Sirius no se movió. El rostro de Mary se ensombreció. — Bien — Ella espetó, con un pequeño
golpe de su pie. — Te veré cuando se me de la gana — Y se marchó.

Todos los demás en la mesa miraron a su alrededor con torpeza, y ahora Remus no era el único
que evitaba la mirada de Sirius. Afortunadamente, Sirius estaba, por una vez, en sintonía con los
sentimientos de los demás y se puso de pie.

— Nos vemos en el campo. — Le murmuró a James mientras salía de la habitación, con las
túnicas rojas moviéndose detrás de él.

— Bien. — Marlene dijo: — No puedo esperar a escuchar sobre eso durante las próximas dos
semanas. Espero que se recuperen pronto.

Todos en la mesa estuvieron de acuerdo.

***

— La cosa es —le dijo Mary a Remus más tarde esa noche, mientras se pintaba las uñas de un
rojo oscuro y malvado— Sirius y yo tenemos personalidades tan fuertes, ¿sabes? En Witch Weekly, dicen
que eso significa que nuestra relación es muy apasionada.

— Mm. — Respondió Remus, tratando de desconectarse mientras empezaba a trazar líneas para
su carta de Astronomía.

— Y, obviamente, la pasión es realmente buena, en una relación — continuó, soplándose las uñas.
— Quiero decir... es realmente buena, ese lado de las cosas. — Sonrió para sí misma, de esa manera
horrible, engreída, satisfecha y feliz que siempre hacía cuando hablaba de Sirius. — Pero él necesita
aprender que yo tengo mi propia vida, ¿sabes? Quiero decir, ¡Son los setenta!

— Sí, genial. — Remus asintió, sin mirar hacia arriba.

— ¿Remus? — Christopher apareció a su lado — ¿Estás haciendo un mapa de estrellas? ¿Puedo


ver?

— Realmente no soy tan bueno en Astronomía, Chris — respondió Remus, tratando de


concentrarse en sus líneas — Es mejor que leas el libro de texto.

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— ¡Oh no, apuesto a que eres genial!

— Realmente no soy-

— ¿Remus? — Mary dijo, inclinándose sobre el escritorio, moviendo su regla y untando la más
pequeña mancha de esmalte de uñas rojo en su pergamino — ¿Me estás escuchando? Pregunté si sabías
por qué Sirius...

— ¡Lupin, Lupin! — Un tercer año salió corriendo del agujero del retrato — Perdí tus notas sobre
unicornios, lo siento mucho, pero...

— Hola Lupin, ¿Puedo quemar un cigarro? — Apareció un sexto año.

Remus arrugó la cara. Un dolor sordo había comenzado detrás de sus ojos.

— ¡¿Pueden todos, por favor, estar callados ?! — Dijo, mucho más bruscamente de lo que
pretendía. Miró hacia arriba y vio a todos mirándolo, con los ojos ligeramente abiertos. — Eh... me duele
la cabeza, voy a acostarme. — Él se levantó.

— ¡Oooh! — Mary dijo, poniéndose de pie también: — ¡No puedes! Lo siento, Remus, pero los
chicos están ahí arriba planeando... eh... quiero decir haciendo... eh... quiero decir... —Se mordió el
labio— Se suponía que debía mantenerte aquí abajo...

Remus respiró hondo.

— Okay. Entonces iré a la enfermería.

Rechazó todas las ofertas para escoltarlo, apresurándose lo más rápido posible, el cráneo
palpitando enfermizamente a cada paso. No era bueno, tendría que empezar a ser descortés con la gente,
por el bien de su propia cordura, al menos. ¿Desde cuándo se había convertido en el mejor amigo de
todos, de cualquier forma? ¿No era el mismo mocoso escuálido y mezquino que siempre había sido?

El fresco silencio de la enfermería era tan reconfortante que Remus podría haberse echado a llorar.
Por mucho que se sintiera como en casa en el cálido resplandor rojo de la sala común de Gryffindor, era
en los grises suaves y tranquilos de la enfermería donde Remus recordó por primera vez sentirse
verdaderamente en paz en Hogwarts. Se quedó allí disfrutando por un momento, con los ojos cerrados. Si
pudiera quedarse ahí toda la noche...

— Hola, Remus querido — sonrió Madam Pomfrey, saliendo de su oficina — ¿Todo bien?

— Yo er...

Oh no. Realmente iba a llorar. Tragó con impotencia y se llevó el puño a la frente.

— ¿Remus? — La enfermera se acercó un poco más rápido, frunciendo el ceño con preocupación.
Ella todavía era un poco más alta que él, pero estaban cara a cara, más o menos.

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— Lo siento — jadeó, su voz tensa y extraña mientras luchaba por contener las lágrimas —
tengo... tengo un dolor de cabeza.

— Siéntate — dijo Madame Pomfrey suavemente, señalando el sillón más cercano, junto a una
cama desocupada. — Tengo una cosa para eso.

Ella llamó a un pequeño frasco de peltre de su oficina. Voló a su palma y ella lo descorchó y se lo
dio. — Toma dos buenos tragos de eso, no te preocupes, es agradable y dulce. — Sus ojos brillaron un
poco.

Remus bebió la poción y sintió que toda la tensión y el dolor abandonaban su cuello y cabeza a la
vez, como si el agua fluyera de nuevo.

— Gracias — agachó la cabeza, su voz todavía era espesa. — Lo siento. Una reacción exagerada.

— Querido Remus — dijo Madame Pomfrey — Te conozco desde hace cinco años, y ni una sola
vez has reaccionado exageradamente. ¿Estás seguro de que estás bien?

— Sí, mejor ahora, gracias.

— ¿Quiero decir en general? — Ella presionó: — Escuché que has estado quemando la vela en
ambos extremos, haciendo largas horas en la biblioteca, y tienes tus deberes de prefecto, y tu... bueno, tu
salud.

— Estoy bien — Remus se frotó los ojos con fiereza. — Honestamente. Solo... quizás solo
cansado. Me iré a la cama ahora.

— Feliz cumpleaños, Remus — dijo la medibruja, mientras se levantaba para irse.

— Gracias — Él asintió cortésmente. Pero luego hizo algo muy extraño. Ella se acercó y lo
abrazó. Muy apretado y no por mucho tiempo. Fue encantador.

— Cuídate. — Dijo ella mientras se marchaba.

Regresó lentamente y deseó tener una capa de invisibilidad para ello. Podía hacerlo sin que
Severus lo siguiera, o sin tener que romper una pelea de maleficios entre dos de primer año muy ineptos.
Cuando finalmente llegó al hueco del retrato de la Torre de Gryffindor, realmente le apetecía una noche de
sueño temprano. Pero, por supuesto, los merodeadores tenían otros planes.

— ¡FELIZ CUMPLEAÑOS REMUS! — Toda la sala común explotó tan pronto como apareció.

Habían hecho un trabajo increíble. Había serpentinas colgando de cada viga, retrato y riel para
cuadros, y confeti generosamente esparcido sobre todo lo demás. Los estudiantes y amigos de Remus de
todas las casas y grupos de año le devolvieron la sonrisa, una bandada de hadas reales revoloteaban sobre
sus cabezas. Las mesas estaban repletas de bocadillos, tartas, empanadas y pasteles, así como un tazón
enorme de ponche de aspecto muy sospechoso.

Sonrió lo más ampliamente que pudo al entrar en la habitación.

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— ¡Oh Dios mío! — Dijo, esperando estar haciendo una buena cara de 'sorprendido' — ¡Están
locos!

Se rieron y lo llevaron con entusiasmo a la habitación, donde se encontró rodeado de vítores,


palmaditas en la espalda y deseos de cumpleaños. El tocadiscos comenzó a sonar y la fiesta de
cumpleaños número dieciséis de Remus comenzó en serio.

— Creo que esto es más grande que la fiesta de Sirius — dijo James, entregándole a Remus una
taza del ponche de aspecto violáceo — No le digas que dije eso.

— No sé por qué toda esta gente está aquí... — respondió Remus, mirando a su alrededor
asombrado. Todos de cada una de sus clases; su grupo de estudio, algunas personas con las que solo había
hablado unas pocas veces antes.

— Porque eres Moony, obviamente. El rostro aceptable de los merodeadores. — James le dio un
codazo. — Vaya, mira a Evans...

Lily se veía preciosa, con una minifalda de color granate oscuro y sandalias de cuña alta. Estaba
bailando con Marlene y Mary en un pequeño grupo de tres, riendo y levantando las manos por encima de
la cabeza.

— Por favor, dime que alguien ha confiscado tu escoba esta noche. — Remus le dijo a James,
quien se rió afablemente.

— No te preocupes, no estoy planeando estar borracho de nuevo en el corto plazo. Voy a intentar
jugar duro de conseguir esta noche.

— Ella lo agradecerá. — Remus respondió.

Escaneó la habitación en busca de Sirius, que parecía haber desaparecido. Allí estaba Peter,
acurrucado en un sillón con Desdemona. Por allá estaba Christopher, teniendo una conversación muy seria
con una chica de tercer año de Ravenclaw, ocasionalmente levantando la vista para sonreírle a Remus. El
resto del equipo de Quidditch de Gryffindor estaba acurrucado alrededor de la chimenea, desafiándose
entre sí a tomar shots cada vez más fuertes. Nada de Sirius.

James debió haberlo visto mirar.

— Está deprimido en alguna parte, por Mary. — Explicó: — Le dije que si no se animaba de una
puta vez, entonces que no viniera aquí a molestar a todos los demás. Le he llevado algunos tragos, pero no
está funcionando.

— Correcto. ¿Todavía no se han reconciliado, entonces? — Remus miró a Mary, aún bailando,
que había llamado la atención de casi todos los chicos de la habitación.

— No lo parece. Pensé que tal vez el amor duro ayudaría, pero no soy tan bueno como tú. Así que
está de mal humor. Pero no le hagas caso, Moony, ¡Disfruta de tu fiesta!

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Lo intentó. El pastel que la Sra. Potter había enviado era glorioso: chocolate rico y pesado con
glaseado blanco y cientos y miles de varios colores. Las velas estaban encantadas para arder toda la noche
sin gotear cera, y solo se apagaron por unos momentos después de que Remus las sopló. Él no bailaba,
aunque Marlene y Lily trataron de arrastrarlo hasta la pista un par de veces, pero si se balanceó, dando las
gracias a la gente por venir, y teniendo charlas bastantes agradables con los de séptimo año sobre los
EXTASIS que debería tomar.

— Deberías ser profesor. — Uno de ellos dijo, lo que Remus pensó que era muy amable, pero
completamente loco.

Debía de estar cerca de la medianoche cuando se palpó el bolsillo trasero en busca de su paquete
de cigarrillos y descubrió que faltaban. Suspirando, consideró dejarlo, pero ya había bebido suficiente, y
realmente quería fumar más que nada. Todavía había una caja en el fondo de su baúl, si Sirius no la
hubiera pellizcado. Decidió ir a buscar.

A mitad de las escaleras, se topó con James de nuevo.

— Lo siento, Moony — dijo el chico de cabello negro, luciendo un poco borracho y un poco
molesto. — Él está bajando, ahora.

Remus miró por encima del hombro de James para ver a un Sirius de rostro hosco siguiéndolo por
las escaleras.

— No te vas a la cama, ¿verdad? — Preguntó James.

— No — Remus negó con la cabeza, casi se queda mudo — Cigarrillos.

— Sucio hábito. — James dijo con una sonrisa torcida. Miró por encima del hombro — Vamos,
Black.

— Solo un segundo — dijo Sirius, mirando a Remus — Solo quiero decirle feliz cumpleaños a
Moony.

— Bien, pero date prisa. — James dijo, arrastrando las palabras — Remus, dile que se trague su
estúpido y sangriento orgullo y que baje allí y besuquee a Mary, ¿eh?

— Ok, Prongs.

James empujó la puerta para abrirla, y durante unos segundos la luz y el ruido invadieron la
escalera, antes de volverse a silenciar mientras cerraba la puerta detrás de él. Sirius y Remus estaban
solos.

— Feliz cumpleaños, Moony. — Dijo Sirius, bajando unos escalones para estar al nivel de Remus.

— Salud — sonrió Remus, tan casualmente como pudo. — ¿Eh... estás bien?

— Sí, bien. — Dijo Sirius, aunque claramente era una mentira. Estaba jugando con una copa
vacía. — Lo siento si arruiné tu fiesta.

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— No lo hiciste. Ha sido genial.

— Que bueno.

Silencio. Sirius miró hacia abajo, luego a Remus de nuevo. — James reconoce que tengo que ser
yo quien haga las paces con Mary.

— Probablemente sea una buena idea.

— ¿Eso crees?

— ¿Bueno sí? — Remus estaba confundido. — Tú… um. Te gusta Mary, creo.

Sirius se encogió de hombros, mirando a Remus de nuevo, sus ojos azul oscuro, salpicado de plata
afilada y helada. Sus labios estaban brillantes y rojos por la bebida, y tenía esa mirada un poco petulante
que tenía cuando no estaba sonriendo. Remus casi quería apartar la mirada, era tan hermoso. No podía
estar bien, eso de estar mirándose el uno al otro así. Posiblemente no podría terminar bien.

— Me gusta Mary. — Dijo Sirius, inclinándose un poco hacia adelante. Remus podía sentir su
aliento en su piel.

— Ve y bésala entonces, tu tonto idiota. — Remus dijo, apresuradamente, tratando de retroceder


pero chocando contra la pared detrás de él. Realmente era una escalera tan estúpidamente
estrecha, como el armario de las escobas de nuevo.

— Lo haré — dijo Sirius, mordiéndose un poco el labio. Oh Dios, pensó Remus. — Lo haré, en
un minuto.

Remus tragó.

— ¿Alguna vez has besado a alguien, Remus?

— No, sabes que no lo he hecho. — La mentira llegó fácilmente ahora.

Sirius asintió con la cabeza, mirándolo de nuevo, con esa mirada directa y conocedora.

—Realmente no da tanto miedo como crees. — Dijo Sirius.

Remus no pudo soportarlo.

Puede que nunca sepa lo que le sucedió en ese momento. Todo era demasiado y agarró la nuca del
otro chico y tiró de él hacia adelante, presionando sus labios con fuerza contra los de Sirius. Fue aterrador
y asombroso. Más aún cuando Sirius comenzó a devolverle el beso, abriendo los labios y permitiendo que
Remus deslizara su lengua dentro. Todo fue a la vez sorprendente, increíble y familiar. No podía pensar,
como si todos los transmisores de su cerebro hubieran tenido un cortocircuito a la vez, burbujeando y
estallando; enviando chispas. Sí, era el único pensamiento coherente que tenía; si si si si.

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Volvieron a sus sentidos simultáneamente, ambos alejándose. Remus retiró su mano, Sirius lo
miró con los ojos muy abiertos. Remus miró hacia otro lado primero.

— Será mejor que… — Sirius se dirigió hacia la sala común.

— Sí, solo estaba... — Remus retrocedió y subió las escaleras.

Sirius desapareció hacia la fiesta y Remus exhaló profundamente, sintiendo que podría hundirse
en el suelo. Se pasó los dedos por el pelo y se secó la boca. Se frotó los ojos y luchó contra el impulso de
golpear la pared. ¡¿A qué había estado jugando?! Sirius pensaría que estaba completamente loco, o algo
peor. Nunca antes había hecho algo así. Quizás estaba loco.

Tenía que pedir perdón. Tenía que hacer las cosas bien, antes de que Sirius se lo dijera a James,
antes de que todos lo supieran.

Remus se enderezó la camisa y bajó las escaleras, esperando alcanzar a Sirius para disculparse,
para explicarse de alguna manera. Volvió a entrar en la sala común, todavía vibrante de luz y música, y
vio algo que lo hizo detenerse. Se echó hacia atrás, incapaz de apartar la mirada.

Sirius estaba besando a Mary.

La hizo empujar contra la repisa de la chimenea de mármol, y parecía como si se estuviera


empujando contra él con la misma ferocidad, sus cuerpos apretados juntos, las cabezas balanceándose. Sus
brazos estaban alrededor de su cuello, sus delgados dedos oscuros se enroscaban en su cabello. Todos
vitorearon y ulularon alegremente.

Remus giró sobre sus talones y marchó directamente hacia la torre. Ignoró a James y Peter, que
estaban planeando ir a las cocinas a por más suministros. Simplemente negó con la cabeza, en silencio, y
siguió subiendo las escaleras hasta su dormitorio. Corrió las cortinas alrededor de su cama y se acostó,
sintiéndose extraño.

Se cubrió la cara con los brazos y pensó en los dos juntos. Pensó en los ojos de Sirius y la curva de
las caderas de Mary hasta que cayó en un sueño intermitente.

98
87
La mañana siguiente
- Hola, Grant.

- Qué onda, Remus.

- ¿Cómo estás?

- ¿Cómo estoy? ¿Cómo estás tú, idiota? eres el que tiene una conversación imaginaria conmigo.

- Sí, lo siento por eso.

- Bueno, no estoy ocupado. Ni siquiera soy real.

- Sí eres real, solo que no puedo hablar contigo en la vida real. Ni siquiera sé dónde estás.

- No hay nada que pueda hacer al respecto. ¿Qué pasa?

- Besé a Sirius.

- Maldita sea.

- ¿Qué tengo que hacer?

- ¿Cómo podría saberlo? ¿No te dije que no lo hicieras?

- Si, pero. Me devolvió el beso. Por un minuto, al menos.

- ¿Seguro que no te lo estás imaginando?

- Si...

Remus se rindió en ese momento. Había estado despierto en la cama desde al menos las cinco de
la mañana, alternativamente estando preso del pánico y lleno de alegría. Tenía que estar loco. Mental.
Chiflado. Lunático. Perdido. Había pensado que hablar con otra persona podría ayudar, pero ¿Con quién
podrías hablar tan temprano en la mañana? Especialmente cuando se trataba de un secreto que podría
hacer que te expulsaran, por lo que Remus sabía.

Incapaz de encontrar una solución hablando con una persona imaginaria (o al menos una versión
imaginaria de una persona real), regresó a su diversión anterior, algo menos constructiva, tratando de
revivir los tres minutos en la escalera con Sirius anoche sin revivir la parte donde ambos huían el uno del
otro.

99
¿Se arrepentía? Era demasiado pronto para saberlo. Por un lado, Remus bien podría haber
arruinado la mejor amistad que había tenido, o que jamás habría tenido. Por otro lado, había sido un beso
jodidamente bueno.

En la limitada experiencia de Remus, pensó que probablemente tenía sentido que solo porque
realmente te gustara alguien, no significaba que cuando finalmente lo besaras sería tan bueno como lo
habías imaginado. Y Remus sabía que a veces tenía una imaginación muy vívida, pero Sirius era Sirius.
Había sido todo menos decepcionante. De hecho, había sido perfecto.

Siempre y cuando fingieras que la última parte no había sucedido.

Ahogando un gemido, se regañó a sí mismo y trató de pensar racionalmente. Abórdalo como un


ensayo, pensó. Expone todos los hechos y luego presenta tu argumento.

Entonces, los hechos:

a. Remus Lupin había besado a Sirius Black en los labios.

b. Sirius Black no había lanzado un puñetazo de inmediato.

c. Sirius Black había devuelto el beso a Remus Lupin (a pesar de lo que el imaginario Grant
digiera)

d. Sirius Black también había besado a Mary MacDonald, inmediatamente después, y con
considerable vigor.

e. Sirius Black no se había ido a acostar. En absoluto.

Mierda. Malditos sean todos.

Remus se levantó de la cama, no era bueno estar ahí tumbado dando vueltas y vueltas. Tenía que
salir de la torre. La cama de Sirius estaba vacía a su izquierda. Si no estaba allí, lo más probable es que
estuviera en la sala común. Para estar seguro, Remus tomó la capa de James.

Era bueno para estar callado y moverse sin hacer ruido, pero no tenía por qué preocuparse. Sirius
estaba muerto para el mundo: yacía en el sofá, la cabeza echada hacia atrás, la línea perfecta de su
mandíbula expuesta. Mary estaba acurrucada contra su pecho, una colcha de retazos arrojada sobre ellos
dos. Remus pasó apresuradamente, queriendo alejarse lo más posible.

El baño del prefecto era probablemente una de las partes más extrañas del castillo. Remus había
pensado que los estudiantes mayores se estaban burlando de él cuando le dieron la contraseña en el tren en
Septiembre. Fue una vez, y solo una vez, en el primer trimestre, pero no podía dejar de pensar en lo que
sería quitarse toda la ropa en una habitación tan grande y abierta. ¿Y si entraba alguien?

Sin embargo, esa mañana en particular era el único lugar en el que estaba seguro de que no lo
encontrarían, incluso si los merodeadores decidieran usar el mapa; no podían venir a buscarlo sin la
contraseña.

100
Llegó al cuarto piso y susurró "absolutamente limpio" en la entrada antes de entrar. No había
nadie allí; era demasiado temprano. A menudo se había preguntado si existía algún tipo de mecanismo
para evitar que alguien más entrara mientras uno estaba en el baño; hasta ahora no había visto evidencia
de esto y decidió ir a lo seguro.

Remus se quitó los bóxers y la camisa, abrió el agua y echó muchas burbujas en la bañera del
tamaño de una piscina olímpica antes de deslizarse, todavía en ropa interior. El baño era una de las
habitaciones más hermosas del castillo, reconoció Remus. Todo era mármol blanco limpio y grifos
dorados relucientes. Las vidrieras mostraban una serie de hermosas y relucientes criaturas marinas. Un
encantador olor a mandarina se elevaba de las grandes nubes blancas de espuma, y Remus finalmente
comenzó a relajarse.

Nunca había aprendido a nadar; a los chicos de St. Edmund se les ofrecían lecciones gratis en las
piscinas locales, pero la Matrona no lo dejaba ir. No le había importado, no quería que los otros chicos
vieran sus cicatrices. Pero ahora que era mayor, pensó que le gustaría aprender. Sirius había hablado una
vez de unas vacaciones familiares en el sur de Francia, donde el mar era lo suficientemente cálido para
nadar. Remus no podía imaginar eso. El único mar que había visto en su vida estaba en Southend, y una
vez en Margate. Hacía mucho frío, y era de un sucio color gris verdoso. No el azul cristalino que Sirius
había descrito.

Aún así, Remus podía flotar. Se acostó de espaldas y miró hacia el techo de la cámara.

- ¿Divirtiéndote?

- No, realmente.

- Entonces, si él te devolvió el beso y luego salió corriendo y besó a Mary, ¿Dónde deja eso las
cosas?

- No lo sé, ¿recuerdas? ¡Eso es lo que se supone que debes ayudarme a descubrir!

- Está bien, está bien, calma tus tetas.

- Nunca dices eso. Sirius dice eso.

- Mira, estoy haciendo mi mejor esfuerzo. Te lo dije, ni siquiera soy real.

- Tal vez soy un terrible besador.

- Tal vez.

- El verdadero Grant es mucho mejor que tú, ¿sabes?

- Sí, bueno, ¿De quién es la culpa? Eres tú el que habla consigo mismo, loco. Encuentra a alguien
real con quien hablar.

Remus suspiró, frunciendo el ceño. ¿Podría ser un mal besador y no saberlo? Probablemente. No
tenía suficiente experiencia para saberlo. No se había sentido mal, había sentido que encajaban.

101
Me devolvió el beso.

Remus sabía, en el fondo, que no tenía nada que ver con cómo lo había hecho. Era el simple hecho
de que lo hubiera hecho.

Lo sabía, pero aún no estaba listo para abordarlo. Ni siquiera con una persona imaginaria. Si era
completamente sincero, Remus sabía que Sirius tenía todo el derecho a huir, a estar sorprendido,
confundido o incluso asustado. Y había una especie de lógica loca de Sirius Black detrás de eso de
besuquearse con la primera (y verdadera) chica que pudo encontrar, justo después de algo así.

Una vez más, Remus se enfrentó a la imagen de Sirius presionando a Mary contra la repisa de la
chimenea, esas manos en su cintura que habían estado en su cintura, momentos antes... y pateó,
involuntariamente, olvidándose de mantenerse a flote.

Soltando chisporroteos y asfixiándose mientras se hundía, Remus se arrastró de regreso a la


superficie y salió tosiendo, con espuma de color naranja por todas partes.

— Remus, ¿Eres tú? — La voz de una chica resonó por el suelo del baño.

Luchó por quitarse el pelo de la cara, parpadeó y sólo distinguió la silueta borrosa de Lily Evans
con una bata rosa acolchada. Se frotó los ojos con fuerza, sus pies encontraron el suelo y se atragantó.

— Hola, Lily.

— Cristo, ¿Estás bien? ¡Pensé que tendría que sumergirme y salvarte!

— Perdí el equilibrio.

— No puedo creer que me ganaras en un baño, pensé que sería la primera en levantarme. Tengo
un dolor de cabeza asqueroso. — Lily se frotó la frente con expresión de dolor.

— Sí, ese golpe fue bastante fuerte — respondió Remus, aunque se sentía bien. — Estaba
saliendo... eh... ¿Te importaría darte la vuelta?

— ¡Oh, ok, lo siento! — Lily sonrió, dándole la espalda.

Remus se hizo a un lado y se levantó del agua tibia con cierta desgana. Se sintió tonto y
afeminado, pidiéndole que no mirara; a James o Sirius probablemente no les importaría en absoluto.
Agarrando una toalla, se la envolvió a sí mismo, sobre sus hombros, en lugar de alrededor de su cintura.
Eso tampoco era exactamente varonil, pero no necesitaba que Evans le preguntara sobre sus cicatrices
además de todo lo demás.

— Okay. — Dijo, apresurándose a entrar en un cubículo cambiante.

Escuchó a Lily abrir los grifos de nuevo, y un dulce olor a lavanda llenó la habitación mientras se
secaba y se ponía el uniforme.

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— Entonces, ¿A dónde desapareciste anoche? — Lily llamó, por encima del ruido del agua
corriendo — Debemos haber seguido hasta las dos por lo menos. Potter estaba tan enojado.

— Puede que me haya puesto un poco borracho — respondió Remus — Me fui a la cama a
medianoche.

— De papel — Lily bromeó. Escuchó el sonido de los grifos y un suave chapoteo cuando ella se
metió en la bañera. — Aún así — continuó — Al menos Sirius y Mary se reconciliaron, ¿eh?

— Sí, fue una suerte. — Él respondió, uniformemente, saliendo de su puesto.

Lily se balanceaba en el otro extremo de la piscina, su cabello rojo recogido en la parte superior de
su cabeza, rodeada por un mar de espuma púrpura. Ella le sonrió.

— Biblioteca. — Dijo, sintiéndose incómodo y mojado, completamente vestido en el cálido y


húmedo baño.

— Por supuesto — se rió — ¿Dónde más? Oh, ¿Viste ese aviso en la sala común?

— No — negó con la cabeza. No había mirado a nada más que a Sirius en la sala común.

— Se han publicado las reuniones de carrera con McGonagall, a mediados de Abril.

— Oh bien — Remus sintió que sus extremidades se volvían pesadas — Gracias.

Fue un alivio estar fuera del baño caliente, y en lugar de ir a la biblioteca, Remus decidió salir un
rato. A los invernaderos y de regreso, tal vez. A veces habían algunos Hufflepuff repartiendo marihuana, y
aunque era un día escolar y ni siquiera había desayunado todavía, eso parecía una muy buena idea.

- Todo esto es culpa tuya, lo sabes.

- ¿Cómo es eso posible?

- Si no me hubieras besado el verano pasado, todavía sería..

- ¿Inconsciente? ¿Indiferente?

- Normal.

- Eso es una maldita mentira y lo sabes. Querer tener sexo es lo único normal en ti.

- Bastante cierto.

- Estás contento de que te haya besado. Te encantó.

- ...Si.

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- Solo estás molesto porque Sirius no reaccionó como tú.

- ...Si...

- La pregunta es: ¿Por qué demonios esperarías que Sirius actuara como tú?]

De hecho; ¿Por qué?

Este era el primer consejo útil que Grant (el imaginario) había dicho, y Remus se aferró a él.
Sirius necesitaba hacer lo que fuera que Sirius necesitara hacer. Remus no tenía que decidirlo. Se felicitó
por ser muy maduro en todo este asunto. Después de todo, pensó, al menos ya está hecho. Al menos sabes
cómo es. ¿Podría sobrevivir para siempre, se preguntó, con un beso?

Afortunadamente, había tres Hufflepuffs sentados en el césped detrás de los invernaderos, dos
chicas y un chico. Le sonrieron de esa manera amistosa y estúpida que le decía que habían comenzado
temprano, y en tomos lentos y suaves lo felicitaron por la excelente fiesta. Se sentó con ellos hasta que no
pudo ignorar más sus punzadas de hambre, y se tambaleó de regreso al castillo mareado para desayunar.

— ¡Aquí está él! — Gritó James, mientras Remus ocupaba su lugar en la mesa.

Peter, que tenía la cabeza entre las manos y parecía un poco verde alrededor de las branquias,
gimió.

— No tan fuerte, Prongs, te lo ruego.

— Oh, come tus huevos, te sentirás mejor. — James sonrió. Remus amontonó su propio plato con
dos huevos fritos, dos salchichas, un montón de frijoles horneados, tres rebanadas de pan tostado, dos
pedazos de tomate frito y tres lonchas de tocino. Ahora se sentía muy tranquilo y cómodo. Podía decirse a
sí mismo que había sido el baño. Pero, obviamente no lo había sido.

— No puedo decir si tienes resaca, o es simplemente ese increíble metabolismo tuyo. — Marlene
hizo una mueca ante su plato.

— Un poco de los dos. — Remus se encogió de hombros, acomodándose.

— Y algo más — James movió el dedo — ¿Ya has estado en los invernaderos, Moony? ¿Es así
como quieres entrar en tu decimoséptimo año?

— Sí. — Remus dijo, con la boca llena.

Sirius estaba allí, por supuesto, pero aún no había dicho nada. Apoyaba la cabeza adormilado
sobre un codo, mientras tomaba una taza grande de té con leche. Remus lo miró fijamente, deseando que
mirara hacia arriba, pero no lo hizo. Mary no estaba a la vista.

— McDonald's está siendo débil — explicó Marlene — haciéndose la enferma, a pesar de que
todos la vieron beber una botella entera de Witches Brew ella sola.

104
— ¿Ella hizo eso? — Remus dijo: — Wow, impresionante, probablemente se merezca una
siesta. — Lo decía sinceramente.

— Sin embargo, todos nos sentimos mal — dijo Marlene — Evans estuvo vomitando durante al
menos una hora antes de acostarse.

— ¡¿Está ella bien?! — Preguntó James, escandalizado.

— Sí, la vi esta mañana en el baño de prefectos. — Remus dijo, tragando su bocado. — Ella está
bien.

— En el baño, ¿eh? — James arqueó una ceja. — Tienes que dejar de ser mujeriego, Remus,
danos una oportunidad al resto de nosotros.

— Oh, sí, ese soy yo — resopló Remus — El Casanova de la Torre de Gryffindor...

Solo lo había dicho para hacer reír a James, pero la cabeza de Sirius finalmente se levantó de
golpe y sus ojos se posaron en Remus. Había un pequeño, casi imperceptible ceño fruncido, que lo hacía
ver confundido. Miró a Remus como si fuera un encantamiento que aún no había aprendido a pronunciar.
Remus lo miró, fijamente, permitiendo este escrutinio - le permitiría cualquier cosa a Sirius. Otro
momento y se acabó. Sirius miró hacia otro lado, sin decir nada.

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Punto muerto
So messed up, I want you here
In my room, I want you here
Now we're gonna be face-to-face
And I'll lay right down in my favourite place
And now I want to be your dog
Now I want to be your dog
Now I want to be your dog
Well, come on…

Martes 16 de Marzo de 1976

Para cuando llegó la próxima luna llena, quedó claro que Remus y Sirius habían llegado a un
punto muerto. Remus había intentado ser indirecto, llamar la atención de Sirius durante las comidas o las
raras noches en las que estaban todos juntos. Trató de quedarse atrás en el dormitorio para ver si Sirius se
quedaba atrás también. Pero no tuvo suerte. Los ojos de Sirius nunca se encontraron con los suyos, y
siempre era el primero en salir de una habitación con Remus en ella.

Aparte de tenderle una emboscada a Sirius en algún lugar (lo que se negó a hacer), Remus se
estaba quedando sin opciones. La petición de otra llamada telefónica con Grant fue respondida, con una
nota en el sobre con la letra pulcra y brutalmente clara de la Matrona. 'Destinatario ya no conocido en esta
dirección'.

Estaba completamente solo.

Una vez, Remus pensó que estaba cerca de atrapar a Sirius. Iban a dejar Encantamientos, y James
se había detenido para hablar con el profesor Flitwick, Peter se había ido al baño, por lo que Remus y
Sirius se encontraron esperando solos en un corredor concurrido. Aprovechó la oportunidad y dijo en voz
baja:

— Mira, lo de la otra noche...

— Sí, estábamos todos tan borrachos, ¿verdad? — Sirius se rió, fuerte, lo suficientemente fuerte como
para que la gente se volviera y mirara. — De la cabeza. ¡Apenas puedo recordar la mitad!

— Er... sí, claro. — Remus se retiró.

Era una completa mentira, ambos lo sabían. Pero fue uno de esos casos horribles en los que se
suponía que ninguno de los dos debía reconocer la mentira; solo seguir pisando sobre ella. No podías
empujar a Sirius más lejos de lo que él estaba dispuesto a ir. Y claramente no estaba dispuesto a ir… allí.

106
Luego, por supuesto, estaba Mary. Si Sirius quisiera a Remus de la misma manera que Remus
quería Sirius, entonces seguramente habría terminado con lo de Mary. Pero no, Remus iba a tener que
aceptar el hecho de que no había tal cosa como 'lo de Mary'; era la relación de su mejor amigo, y no iría a
ningún lado a corto plazo. Ella estaba en cualquier parte donde él estaba, y la mayoría de las veces en su
regazo.

Durante este tiempo, Remus coqueteó brevemente con la idea de la legeremancia. Ser capaz de
leer la mente de Sirius era muy atractivo. Pronto se rindió, encontrándolo mucho más difícil que cualquier
otra cosa que hubiera intentado. Además, con su programa de revisión ahora en pleno apogeo, tenía muy
poco espacio en su cabeza para nuevos hechizos.

Ahora, en la noche de luna llena, Remus se sentó solo en la Casa de los Gritos, esperando a que
llegaran sus amigos y sin saber si serían dos o tres. En realidad, se estaba volviendo un poco paranoico,
pero eso no era culpa de Sirius. En un intento de escapismo, Remus había estado pasando más y más
tiempo en los invernaderos, espaciando y llenándose de un adormecido humo verde. No era ideal. Mejor
que beber, supuso. Mejor que recibir detenciones por travesuras estúpidas.

Había fumado ese día en particular para calmar sus nervios alrededor de la luna y para ver si tenía
algún efecto sobre los dolores de transformación. Aunque Dios sólo sabía cómo sería un hombre lobo
drogado.

Un dolor agudo le quemó los omóplatos y jadeó de sorpresa. Bueno, así fue como terminaba el
experimento.

— Buenas noches, Moony — se abrió la puerta y James asomó la cabeza.

— Está empezando — Remus apretó la mandíbula — Date prisa, entra.

James se transformó rápidamente y fue seguido a la habitación por una gorda rata marrón y un
gran perro negro. Remus cerró los ojos, aliviado.

La noche de luna llena no fue diferente a cualquier otra que habían tenido hasta ahora. Como
animales, eran menos conscientes, o quizás simplemente se preocupaban menos por sus problemas más...
humanos. El lobo sólo quería correr y cazar, revolcarse en la maleza y perseguir al perro negro y pelear
con el otro que era grande.

A la mañana siguiente, se sintió renovado y vigorizado, o al menos lo habría hecho si no fuera por
la agonía aplastante de volver a su forma humana. Algunas cosas nunca cambiaban. Los merodeadores
salieron sigilosamente, solo veinte minutos antes de que Madame Pomfrey apareciera para llevar a Remus
de regreso a la escuela. En la enfermería, ella le dio su habitual poción de sueño profundo y él no abrió los
ojos hasta mucho después del mediodía. Esto siempre iba a ser un problema, se había dado cuenta
últimamente. No importa cuánto mejoraran sus transformaciones mensuales, todavía seguía perdiendo
mucho tiempo.

Ya lo había comprobado y descubrió que la luna llena de Mayo no coincidía con ningún examen.
Esto le pareció muy extraño, hasta que se dio cuenta de que debió haber sido organizado de esta manera,
por Dumbledore o McGonagall. Lo encontró un poco embarazoso. ¿No sabían que había asistido a clases
antes con la sangre hirviendo y los músculos doloridos? ¿Que había terminado sus ensayos después de
estar despierto durante dos días, con la cabeza palpitante y tan cansado que solo le quedaba adrenalina

107
como combustible? Y todavía había vencido a la mitad de la clase. Podía hacerlo. Solo tenían que dejarlo.
¿Cómo conseguiría un trabajo después de la escuela si no se le veía manteniendo el ritmo?

Cuando Remus abrió los ojos alrededor de las cuatro en punto, estaba muy sorprendido de ver a
Sirius allí. Solo.

— Buenos días — sonrió, suavemente, un rastro de ansiedad todavía se aferraba a sus rasgos. Eso
podría no ser por Remus - Sirius a menudo estaba ansioso, esos días. Si Snape era la sombra malévola de
Remus, Regulus era la de Sirius. Parecía que incluso si dejabas a la familia Black en todo menos en el
nombre, nunca estabas realmente libre del sentido de obligación. O la culpa. Ese podría ser el caso de
todas las familias, reflexionó Remus. El no podría saberlo.

— Buenos días — asintió en respuesta, levantándose. — Buena noche, ¿no?

— Sí, genial — asintió Sirius, ansioso por un territorio familiar. — No puedo creer que hayamos
encontrado esa cascada, Prongs cree que hay una cueva detrás. Le dije que si lo había, probablemente un
troll viviera allí. Les gustan las cuevas, ¿no?

— Les gustan, sí.

No era incómodo, exactamente. Charlaban así todo el tiempo. Pero por lo general no tenían
problemas para mantener una conversación. Todo lo contrario, de hecho. Sirius estaba mirando al techo,
cuando de repente dijo:

— Estamos bien, ¿No es así, Moony? — Su voz era pequeña.

— Por supuesto — Remus dijo, apresuradamente.

— Porque tú... Tú, James, Pete. Son mis mejores amigos.

— Sí. Eres mi mejor amigo. Todos ustedes lo son.

— Bien. — Sirius pareció aliviado y Remus se alegró de haber dicho lo correcto. Pero su rostro
pareció volverse preocupado de nuevo. — Está... está Mary, ahora también.

— Mary. — Repitió Remus.

— Sí, dije que iría a verla. Pete llegará dentro de un rato.

— No, esta bien. Una vez que Madame Pomfrey regrese, probablemente me dejará salir. Te... veré
esta noche?

— Sí, por supuesto — Sirius sonrió, luciendo más cómodo que en semanas. Ahora nos
entendemos. — Nos vemos en la cena, amigo. — Dijo esta última palabra con un tono demasiado jocoso
que no era propio de él. Remus se sorprendió de que no lo golpeara en el brazo ni le hiciera un nudo en el
pelo.

108
***

Miércoles 14 de Abril de 1976

El mes siguiente transcurrió entre una nube de plumas, libros y pergaminos. Remus no podía estar
seguro de si él y Sirius todavía estaban en un punto muerto, porque simplemente no tenía tiempo para
preocuparse por eso. Cuando se veían, en las lecciones, en los pasillos o dándose las buenas noches antes
de acostarse, todo parecía perfectamente bien.

El grupo de estudio de Remus había duplicado su tamaño, hasta que tuvo que dividirlos por
diferentes temas para cada día de la semana. La mayoría de las sesiones consistía en revisar artículos
escritos de años anteriores, compartir sus respuestas y señalar extractos clave de sus diversos libros de
texto. Remus sintió que estaba aprendiendo tanto como enseñaba, y realmente lo estaba disfrutando.

— ¿Por qué no estás en Ravenclaw? — Preguntó Christopher, un día, mientras ayudaba a Remus
a ordenar el aula en desuso donde habían estado practicando la levitación. Había sido un desastre.

— Mi papá lo fue, en realidad — Remus sonrió suavemente. Eso no dolió tanto como antes. Había
otras cosas, más importantes. — Y el sombrero lo mencionó en mi selección, pero... no fue así.

— Parece que hubieras estado mejor allí. — Dijo Christopher, reparando un tintero roto y
limpiando el charco negro debajo.

— Tal vez — Remus se encogió de hombros — Si me hubieras conocido, entonces no pensarías


lo mismo.

Terminaron el trabajo y Remus miró el reloj. — Mierda, tengo que irme... lo siento, Chris,
¿Estarás bien para volver a la Torre?

— Privilegio de sangre pura — dijo Christopher, haciendo una mueca — No me molestan. ¿A


dónde vas?

— Er... es privado. Lo siento. ¡Gracias por la ayuda!

Tuvo que correr, al final, para llegar a tiempo a la enfermería. Madame Pomfrey lo regañó a la
ligera.

— ¡No hay ejercicio físico en lunas llenas! — Ella dijo, abrochándose la capa: — Te vas a poner
nervioso, y hemos tenido un año tan bueno.

— Estaré bien — agitó una mano, con demasiada naturalidad. Tal vez debería hacer que Prongs lo
rascara un poco, para que ella no sospechara. Sin embargo, de ninguna manera Prongs lo haría.

Comenzaron a caminar juntos hacia los terrenos, un viaje tan familiar que ahora podían hacerlo
mientras dormían. — Ahora podría hacer esto por mi cuenta — dijo en tono de conversación — sé cómo
funciona todo lo suficientemente bien. Entonces, solo necesitarías traerme por las mañanas.

109
— Lo siento, querido — negó con la cabeza — Órdenes de Dumbledore. Debo asegurarme de que
esté a salvo fuera del terreno a tiempo.

— Oh. Por supuesto. — Trató de no parecer ingrato. Por supuesto, eso era una preocupación, que
pudiera olvidarlo o llegar tarde. ¿Y qué? Sería mucho peor que esto, pensó, una vez que cumpliera los
diecisiete y tuviera que registrarse en el ministerio.

Dentro de la cabaña, Madame Pomfrey gritó:

— ¡¿Qué pasa?! — Remus sacó su varita.

— Oh, nada — se agarró el pecho — yo... vi una rata. Cosas horribles. Lo siento, querido,
desearía que pudiéramos encontrar un lugar mejor para ti...

— Oh, está bien... nos vemos en la mañana.

Cuando la puerta se cerró, se dio la vuelta, — ¿Pete? ¿Eras tú?

—... Lo siento, Moony — la voz de Peter llegó desde arriba. — Se suponía que debía estar
haciendo guardia...

Bajó las escaleras, seguido por Sirius y James, que estaban bostezando y parecían recién
despertados.

— ¡¿Qué están haciendo ustedes dos aquí?! — Remus preguntó, sorprendido — ¡¿Qué hay del
partido?!

— Hemos estado durmiendo desde la campana final — explicó James — Entonces tendremos otra
hora o dos de siesta por la mañana... y la hora del almuerzo, si podemos hacerlo.

— Estás loco. — Remus negó con la cabeza — Los dos — Miró a Sirius, para comprobar si
todavía estaban jugando al juego del contacto visual.

— Cualquier cosa por nuestro Moony. — Dijo Sirius, sosteniendo su mirada por unos buenos
segundos antes de dejarla caer, mirando hacia otro lado y frotando su brazo. Esto satisfizo a Remus,
aunque sabía que debería sentirse culpable. No sabía por qué se complacía tanto en ver a Sirius retorcerse.

— Llegamos temprano — dijo Peter, sentándose en el pequeño catre de Remus — ¿No es así,
Remus?

— Sí, eso creo — se estiró un poco, para sentir sus diversos dolores y punzadas — Sí, estoy muy
lejos.

— Oh, bien, ¿Puedo volver a dormirme? — Sirius bostezó. Él y James se habían acomodado en el
suelo, y Sirius descansaba su cabeza en el hombro de James. Vete a la mierda, James, pensó Remus, antes
de detenerse. Se apoyó contra la pared, tímidamente.

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— Oye, ¿Cuándo es tu cita con McGonagall? — Preguntó James, encogiéndose de hombros para
sacudir a Sirius.

— Err… Creo que seré el primero que hará el próximo viernes. ¿Por qué?

— ¿Qué vas a decir?

— ¿Decir?

— Sobre las carreras, idiota.

— Oh, claro — Sirius reprimió otro bostezo, sus ojos llorosos por el cansancio. — Ugh, no sé. No
me apetece mucho la idea de un trabajo. Mi padre quería que me metiera en política, así que supongo
que... eso no.

— Mi mamá dice que es un mal momento para unirse al ministerio — dijo Peter, pensativo. —
Pero Dezzie cree que es el mejor momento: cuando termine la guerra, estaremos en la planta baja para
reconstruir.

— Bueno, esa es una forma de verlo. — Sirius arqueó una ceja. Le dio un codazo a James: —
Continúa, cuéntanos cuáles son tus planes.

— ¿Hm? — James lo miró inocentemente.

— Oh, vamos a Potter, no me digas que no lo tienes todo dispuesto delante de ti. ¿Puddlemere?
¿Holyhead? ¿The Cannons? ¿Quién ha mostrado más interés hasta ahora?

— En realidad — James levantó la cabeza de una manera muy digna — Si deseas saberlo, todos
han preguntado, según McGonagall. Pero los voy a rechazar, por ahora, de todos modos.

— ¿Oh si? ¿Vas a tener un año sabático y vivir de tus elegantes millones?

— No, idiota. Voy a pelear.

Hubo una extraña pausa. Sirius parecía profundamente preocupado. Remus lo rompió.

— ¿Tú qué, amigo?

— Bueno — James parecía extrañamente nervioso por esto — La guerra no terminará a menos
que la gente la pelee. Mamá y papá están trabajando muy duro y ... bueno, no podría ser ningún tipo de
hijo, si no ayudara, ¿verdad? Dumbledore necesita tanta gente como pueda. Además — se rió,
temblorosamente — si Wormy quiere un trabajo en el ministerio, será mejor que nos aseguremos de que el
ministerio siga en pie, ¿verdad?

— Entonces... cuando hables con McGonagall, dirás...

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— ¿Que el Quidditch puede esperar? ¿Qué quiero hacer todo lo posible para asegurarme de que el
mundo mágico sea seguro para todos, no solo para los sangre pura? Sí, prácticamente. — James terminó,
simplemente, mirándose las manos.

Silencio de nuevo. Finalmente, Sirius murmuró,

— Entonces eso es lo que diré también

— Amigo, no tienes que...

— ¿Qué más voy a hacer? ¿Retirarme con la herencia de mi tío y dejar que tú te diviertas? No te
hagas.

— ¡Yo también! — Peter dijo de repente, ansioso por ser incluído — ¡Puedo ayudar!

— Por supuesto que puedes — dijo James — eres un merodeador, esa es básicamente la mejor
calificación que puedes tener.

— ¿Qué hay de ti, Moony? — Peter parloteó, emocionado y con los ojos brillantes.

— Voy a… mmph — Demasiado tarde, aquí viene, — Mierda, ¡Cambien! ¡Rápido!

Todos saltaron listos para tomar sus formas animales.

Lo último que Remus vio claramente fue a sus tres amigos, parados juntos, pensando en su futuro.

(Song: I Wanna Be Your Dog - The Stooges)

112
89
La semana anterior
Viernes 23 de Abril de 1976

— Buenas tardes, Sr. Lupin — la profesora McGonagall sonrió mientras entraba a su oficina.

— Buenas tardes, profesora. — Él respondió cortésmente, sentándose en la silla frente a su


escritorio.

— ¿Todo listo para sus exámenes?

— Er... eso creo.

— Tengo toda la fe en ti — sonrió. La sonrisa de McGonagall se daba solo cuando sentía que la
situación la merecía. Por esta razón, Remus le devolvió la sonrisa.

La bruja de mediana edad miró un montón de pergaminos alisados ante ella. Notas de sus otros
profesores, tal vez. Se aclaró la garganta, miró hacia arriba y volvió a sonreír — Has recibido resultados
consistentemente fuertes durante tu tiempo en Hogwarts.

— No todo el tiempo — murmuró, pensando en esos meses desperdiciados en el primer año.

— Eres es un prefecto — continuó McGonagall — un joven considerado generalmente bien


educado. Pareces sobresalir en tus trabajos de Encantamientos e Historia, y he oído que incluso has
reunido a algunos de tus propios alumnos.

— Simplemente no me importa ayudar — explicó, avergonzado. — Si la gente se atasca.

— Una cualidad admirable, señor Lupin.

— Er... gracias.

— Entonces — dijo ella, enérgicamente — Con todas estas cosas buenas en mente, ¿Ha pensado
en una carrera a seguir una vez que haya completado su educación?

Se dio cuenta de que estaba nervioso. Más nervioso de lo que esperaba. Se frotó las palmas de las
manos húmedas en las perneras del pantalón e intentó hacer contacto visual.

— Tendré que registrarme. Con el ministerio.

La vio fruncir los labios, pero no interrumpió.

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— Y... quiero decir, no sé mucho sobre eso, no tanto como debería, tal vez, pero... la guerra...

— ¿Qué pasa con la guerra, Lupin? — Ella chasqueó.

— Bueno... la gente, los magos, no quieren que alguien como yo, con mis problemas, tenga
trabajo, así que pensé...

— No podemos someter a los demás a las bajas expectativas que tenemos nosotros, Lupin. Has
hecho grandes cosas en Hogwarts y no tengo ninguna duda de que eres capaz de hacer cosas aún más
grandes.

— Tal vez — se encogió de hombros — pero no tendré la oportunidad a menos que... a menos que
me involucre, supongo.

— Involucrarse. — Cualquier rastro de bondad o aliento había abandonado su rostro.

— Sí.

— Señor Lupin. — La frente de McGonagall se arrugó. Parecía cansada, como si hubiera estado
trabajando en un problema difícil todo el día — Sabe que ya he hablado con el Sr. Black sobre sus propios
planes.

— Sí. — Remus no estaba seguro de qué tenía que ver eso con todo.

— Y estoy segura de que puede imaginarse exactamente cuáles son los planes del Sr. Black.

— Er... podría adivinar...

No necesitaba adivinar. Todos lo habían hablado anoche, los cuatro en la cama de James.

James siempre había sido el jefe del grupo, el líder. Su bondad innata, su confianza y su
comportamiento relajado lo habían asegurado desde su primer encuentro en el Expreso de Hogwarts. Pero
ahora, para Remus, al menos, parecía haber adquirido una nueva dimensión de sabio heroísmo en su
decisión de unirse a Dumbledore y enfrentarse a Voldemort.

Si James lo iba a hacer, entonces todos estaban bastante seguros de que era lo correcto. Sirius
había hablado extensamente, y con algo de emoción, sobre su propio deseo de vencerlos a "ellos". Remus
tenía la impresión de que Sirius no veía la guerra como política, sino como algo extremadamente personal.
Voldemort bien podría haber sido su madre o su padre. Peter siempre estaba emocionado de comenzar una
nueva aventura, y Remus tenía que admitir que estaba impresionado: Wormtail era generalmente el
primero en señalar los riesgos de tal plan. Pero James hizo que todo pareciera tan fácil; tan sencillo.

En cuanto a Remus, nunca hubo ninguna duda. No tenía otras opciones, por lo que podía ver, y era
el que menos podía perder entre todos. Los tres chicos con los que compartía habitación habían sido su
principal preocupación durante los últimos cinco años y no veía ninguna razón para que esto cambiara
cuando dejara la escuela. Y no podía negar, incluso a sí mismo, que permanecer cerca de Dumbledore
parecía la ruta más probable hacia Greyback.

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No le dijo nada de esto a McGonagall, por supuesto.

La profesora se quitó las gafas, se frotó los ojos y se tapó la cara con las manos. Ella suspiró, y el
sonido golpeó a Remus de una manera dolorosa, en la boca del estómago; la había decepcionado.

— Señor Lupin, tengo entrevistas con el señor Potter y el señor Pettigrew esta tarde. ¿Debo
asumir que escucharé las mismas cosas de ellos? ¿Ninguno de ustedes tiene ambiciones profesionales más
allá de esta terrible guerra?

Remus se encogió de hombros y se miró los pies. Ella no cambiaría de opinión.

— Habrá tiempo para eso. — Murmuró: — Después.

Ella bajó las manos, se colocó las gafas y lo miró. Sus ojos estaban enrojecidos, ligeramente
hinchados. Ella no le estaba dando su famosa 'mirada', tratando de ponerlo nervioso para que diera la
respuesta correcta. La expresión que tenía era algo completamente diferente, una que no le sentaba en
absoluto. No le gustó.

— No me convertí en profesor para esto. — Dijo, muy tranquilamente, su voz tensa.

No sabía qué responder a eso. Sintió pena, pero no quería decirlo, en caso de que ella se
abalanzara sobre esto como una vía para disuadirlo.

— Creo que Peter quiere hacer algo en el ministerio — ofreció — después.

— Bueno, eso es un comienzo, al menos — McGonagall sonrió con fuerza y reorganizó sus
papeles. — Ahora, señor Lupin, hablemos de los EXTASIS, ¿De acuerdo?

***

Jueves 14 de Mayo de 1976

Temblando, Remus se acercó a lo más alto de las gradas de quidditch. Encontró a sus amigos,
Lily, Mary, Peter y Desdemona, esperando emocionados mientras la multitud comenzaba a vitorear. Se
sentó junto a Desdémona, que vestía el pañuelo rojo y dorado de Peter.

— Hola Dezzie — Remus sonrió y saludó con la mano. — Er... ¿Tienes frío?

— Estoy tratando de mezclarme — se rió — Petey pensó que no dejarían que un Ravenclaw se
sentara aquí.

— Oh…

— ¿Deberías estar aquí, Moony? — Peter preguntó, mirando a los jugadores caminar hacia la
cancha con un par de binoculares — ¿Te sientes bien?

— Oh no, ¿Has estado enfermo otra vez, Remus? — Desdemona cloqueó con simpatía.

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— Oh, er, Remus solo estaba, er... — Peter tartamudeó, dándose cuenta de su error.

— Afuera, en los invernaderos. — Remus dijo, suavemente. — Estoy completamente drogado.

Estaba sobrio como una piedra, pero Desdemona era una chica inocente.

— Er... ok... — Ella sonrió cortésmente, pero se alejó un poco de él.

Se había escapado mientras Madame Pomfrey estaba en su oficina. Se sentía mal por ello y se
disculparía más tarde, pero tenía que ver jugar a sus amigos. Ellos harían lo mismo por él. Hoy era
Gryffindor contra Hufflepuff, y la multitud que rebuznaba enfrente estaba vestida con un glorioso amarillo
sol. Había llovido en la noche (Remus lo sabía porque se había despertado con el pelo y los pies mojados)
y el cielo era de un azul claro primaveral. Sabiendo que James vería esto como un muy buen augurio,
Remus sonrió para sí mismo y vitoreó junto con sus amigos.

Fue un buen juego, excelente, para Sirius, que estaba en una forma particularmente buena. Nunca
falló una bludger, y en un momento hizo un golpe impresionante justo a tiempo para salvar al tercer
cazador de Gryffindor, inclinándose tanto que Remus estaba seguro de que se caería al suelo.

— No va a haber otra fiesta si ganamos, ¿verdad? — Lily dijo entre los vítores cuando James
anotó su quinto gol: — No creo que podamos hacer frente a otro tan cerca de los exámenes.

— No si James tiene algo que ver con eso — dijo Remus — No querrá desperdiciar las horas que
ha estado dedicando a la biblioteca.

— ¡¿Biblioteca?!

— Sí, ha estado allí todos los días, casi — completó Peter — Revisando su maldito trasero. Está
incluso más idiota que Moony en estos días.

— No te creo. — Lily arqueó una ceja.

— Créelo. — Remus se rió — Incluso ha hecho cumplir las reglas de los dormitorios para poder
dormir lo suficiente entre exámenes. Tenemos que estar completamente en silencio después de las ocho.

Se elevó otra ovación: el sexto gol de James, el duodécimo en general para Gryffindor.

— ¡Ajá! — Peter rugió: — ¡Ahora nunca se pondrán al día!

Gryffindor ganó, por supuesto; Remus no estaba seguro de si James había perdido un juego. Tan
pronto como sonó el silbato final, todos los estudiantes de Gryffindor salieron al campo para felicitar a su
equipo. Mary estaba a la cabeza de estos, habiendo corrido unos minutos antes que los demás. Remus,
como siempre, estaba atrás.

Normalmente no le importaba, pero con la luna tan cerca detrás de él, todavía estaba bastante
dolorido y su cojera era más pronunciada de lo habitual. Probablemente sería mejor si esperaba a que
todos los demás bajaran, pensó, menos gente para notar su lucha para caminar. Madame Pomfrey había

116
sugerido una o dos veces un bastón, para cuando su cadera estaba muy mal, pero él no quiso oír hablar de
eso.

Remus había bajado casi todo el camino por los desvencijados escalones de madera y podía ver a
James y Sirius en el centro de una turba con túnicas rojas en el campo de Quidditch. James miró hacia
arriba y lo saludó con la mano, y Sirius se dio cuenta, saludando también. Remus sonrió ampliamente,
esperando que pudieran verlo, y levantó el pulgar a modo de felicitación.

Al hacerlo, algo muy afilado y caliente le picó el tobillo, justo cuando lo había levantado para
bajar otro escalón. Con un grito de sorpresa y dolor, Remus cayó hacia adelante, perdiendo el equilibrio
por completo y traqueteando por el resto de las escaleras, aterrizando en un montón en el fondo. Ouch,
pensó.

— Mierda. — Dijo, empujando hacia arriba con las doloridas manos astilladas y tratando de
ponerse de rodillas, al menos. El problema de ser tan larguirucho, pensó, era que había más de ti para ser
golpeado.

Aturdido y confundido, estaba agradecido de que la mayoría de la multitud le diera la espalda;


debió haber caído al menos ocho escalones. Entonces lo escuchó: la risa ahogada. Se volvió, el dolor
subiendo por su costado izquierdo mientras lo hacía, y vio tres caras escondidas debajo del andamio de
madera. Eran Mulciber, Barty Crouch y Snape.

— ¡Oopsie dupsie! —Crouch se rió entre dientes, mostrando hileras de afilados dientes blancos,
un poco demasiado pequeños para su boca. — ¡Pobre Lupin! — Estaba jugando con algo pequeño y
metálico.

— Imbéciles — Remus murmuró, enderezándose, levantando su cuerpo lo más rápido posible.


Buscó a tientas en el bolsillo del pantalón su varita, rezando para que no se hubiera roto. No, estaba bien.
La sacó y señaló entre los huecos de los escalones. Todavía le dolía el tobillo, un dolor punzante y
ardiente. — ¿Qué hiciste?

— No nos culpes por tu torpeza, Loony Lupin. — Snape dijo con frialdad, dando un paso atrás
hacia las sombras. — Y quítame esa varita de la cara, antes de que te denuncie por hechizar a estudiantes
desarmados.

— ¡Desarmados mi trasero! — Remus gruñó, todavía apuntando su varita — ¡Expelliamus!

Pero nada pasó. Realmente estaban desarmados.

— ¿Qué les dije, señores? — Snape se burló de sus compinches — Loony Lupin está
peligrosamente loco. Con énfasis en lo de peligroso...

Crouch estaba fuera de sí ahora, riendo como un loco mientras lanzaba la pequeña ficha de metal
entre sus manos, como un extraño acto de malabarismo. ¿Era una sickle? No, Remus podía olerlo ahora,
incluso cuando se alejaban. Debía de ser un pin de prefecto. Uno de plata.

— ¡Oi! — Gritó, de repente, pero ellos solo se rieron y siguieron caminando.

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Para cuando James y Sirius, que habían visto a Remus tropezar, pero no mucho más, lo
alcanzaron, los tres Slytherin se habían ido.

— Maldita sea, ¿estás bien Moony? — Preguntó James, ayudándolo a enderezarse, ofreciéndole
un brazo.

— Bien, sí… debí de haber tropezado. Estúpidas piernas largas, ¿eh? — Remus trató de sonreír.
Sirius estaba allí, y se negó a mencionar ningún tipo de ataque de Slytherin con Sirius alrededor. Estaba
demasiado inestable; demasiado imprudente en estos días. La picazón caliente y furiosa en su tobillo lo
estaba volviendo loco.

Esperaba que la esencia de murtlap también ayudara a eso. Maldito Snape. ¿Por qué había hecho
eso? Ninguno de los tres que lo habían atacado eran prefectos, así que, ¿De dónde sacaron la placa? Y más
específicamente, ¿Por qué la maldita insignia?

Las chicas habían llegado a la escena ahora, y estaban haciendo un escándalo, diciéndole a Remus
que se sentara y respirara profundamente, preguntando si esto o aquello dolía. No era bueno decir que
nada dolía, después de que se había caído de cabeza por un tramo de escaleras, y no era bueno decir que
todo dolía, pero que lo había pasado mucho peor. Todo el tiempo su mente seguía volviendo al pinchazo
en su tobillo, y la palabra que Severus había usado; peligroso. ¿Qué sabía él? ¿O qué creía que sabía?

— Remus, de verdad estás terriblemente pálido — decía Lily.

Marlene le puso una mano en la frente y él la apartó irritado.

— Estoy bien. — Él dijo.

— Está bien, denle un poco de aire, ¡Por el amor de Merlín! — Sirius, que hasta ahora no había
dicho nada en absoluto, estalló de repente, empujándolos a todos fuera del camino.

Remus miró hacia arriba, entrecerrando los ojos a través de algunos mechones de cabello suelto,
para ver a Sirius con su rostro decidido. Puso sus manos en sus caderas, en una muy buena imitación de
James delegando trabajos para una broma — Ustedes van a los vestuarios, o al gran salón o donde se
supone que deben estar. Moony, vamos, volvamos al castillo, pasaremos por la enfermería. Prongs,
recuperarás mi escoba.

Remus casi abrió la boca para protestar, no podía ir a la enfermería, de la cual solo había escapado
unas horas antes. Madame Pomfrey nunca lo dejaría irse una vez que viera el lío en el que se había metido
en contra de sus órdenes. Pero Sirius le estaba ofreciendo una salida, así que la tomó.

Aceptó la oferta del brazo de Sirius y se levantó rígidamente. Ouch, pensó de nuevo. Se había
lastimado gravemente una rodilla y su cadera estaba peor que nunca. Se tambaleó un poco, pero Sirius le
permitió inclinarse hacia él. Todavía estaba en su túnica de quidditch carmesí, adornada con oro, aunque
se había quitado el casco, su
pelo se soltaba de la cola de caballo. Olía levemente a sudor, aire fresco y hierba.

— ¡Yo también iré! — Mary gorjeó, levantándose. Se estaba tomando muy en serio su posición
como reina consorte de Gryffindor.

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— No, está bien — dijo Sirius, firme pero amablemente — No necesitamos un gran alboroto,
¿Verdad, Moony? Vamos.

Le dio a Mary un rápido beso en la mejilla antes de llevar a Remus por los últimos escalones y
salir del campo de Quidditch de regreso al castillo.

Remus se apartó, tan pronto como pensó que podía caminar sin ayuda, y Sirius lo dejó, pero
mantuvo un ritmo constante, por lo que les tomaría mucho tiempo regresar.

— No tenemos que ir a ver a Pomfrey si crees que estás bien. — Dijo rápidamente: — Pensé que
te gustaría alejarte de ese lote.

— Si... gracias — asintió Remus, cauteloso.

— Sé que odias que la gente se preocupe por ti.

— Sí.

— ¿Moony? ¿Cómo caíste realmente? Nunca te caes, incluso después de la luna.

— Oh, no sé. No estaba mirando hacia donde iba.

Sirius pareció aceptar esto por ahora, y siguieron caminando. Debió haberles tardado casi media
hora en llegar hasta la Torre de Gryffindor. A veces Remus deseaba ser un Hufflepuff aunque solo fuera
por motivos de accesibilidad. Finalmente allí, Remus se derrumbó en su cama, dolorido y completamente
exhausto. Odiaba estar así frente a Sirius. No quería mostrar ningún signo de debilidad.

— Solo voy a darme una ducha, ¿Está bien? — Sirius dijo en voz baja. Remus asintió y cerró los
ojos.

Una vez que la puerta del baño se cerró con un clic, buscó a tientas en su mesita de noche la
esencia de murtlap. Necesitaría más, después de la próxima luna, aunque este frasco había durado más que
cualquier otro que hubiera tenido, gracias a los merodeadores. Levantó la pernera del pantalón y encontró
el pinchazo. Bastardos. Tenía un color rojo furioso y estaba ligeramente elevado, como la picadura de un
mosquito. La piel alrededor del pinchazo se estaba volviendo violeta como un moretón. La esencia de
murtlap no ayudó en absoluto. Definitivamente plata, entonces.

Remus se acostó e intentó ignorar el dolor, permitiendo que sus músculos se relajaran y el sueño
se hiciera cargo. Todavía estaba acostado en este estado adormecido y ligeramente febril cuando Sirius
salió del baño, una bocanada de vapor bochornoso y una leve loción para después del afeitado.

— ¿Duermes? — Susurró, tan suavemente.

— Casi — murmuró Remus, abriendo un poco los ojos.

Sirius corrió las cortinas cerrándolas, atenuando la luz de la habitación. Se paró junto a la cama de
Remus. Cogió el frasco de esencia de murtlap.

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— ¿Para qué es esto? ¿Cortes?

— No…

— Moony, por favor dime qué pasó. Obviamente no fue un accidente. — Sirius frunció el ceño —
¿No confías en mí?

— Por supuesto, confío en ti — Remus frunció el ceño — Yo solo… mira, no necesito que salgas
en busca de venganza, ¿De acuerdo? Es estúpido y se acabará pronto.

— ¿Quién?

— Tres Slytherin. Me hicieron tropezar, tiraron de mi pie por las escaleras, eso es todo. Imbéciles
cobardes. — Mejor no mencionar la plata.

— ¿Qué Slytherins? — La voz de Sirius era dura.

— No Regulus. — Remus respondió, apresuradamente — Snape, obviamente. Mulciber y Crouch.


Sirius... — dijo, tan severamente como pudo — Estoy bien, ¿De acuerdo? Por favor, no lo empeores.

— No lo haré. — Dijo Sirius, aunque sonaba inseguro. Se quedaron callados un rato. Remus
volvió a cerrar los ojos, sus párpados pesados. — ¿Te dejo dormir? — Preguntó Sirius, su voz suave de
nuevo.

— Sí, gracias — murmuró Remus, relajándose de nuevo.

— Yo también estoy hecho polvo — dijo Sirius, a la ligera, con una media risa — Después de ese
partido. Estoy algo celoso de ti por tener una excusa. Casi desearía poder acostarme aquí contigo y no
volver a levantarme hasta mañana.

Remus volvió a abrir los ojos para comprobar el rostro de Sirius, pero estaba mirando hacia otro
lado. — Sin embargo, será mejor que baje para el banquete. No me puedo perder el discurso de victoria de
James.

— No te acerques a los Slytherin — dijo Remus — ¿Lo prometes?

— Lo prometo. — Sirius asintió.

Dejó la habitación poco después de eso, y Remus se durmió sintiéndose satisfecho de que no
importaba cuánto odiara Sirius a Slytherin, nunca haría algo tan imprudente como para que Remus no
pudiera perdonarlo.

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OWLs
When I see you walking down the street
I step on your hands and I mangle your feet.
You’re not the kinda person that I even wanna meet
Oh baby, you’re so vicious!

Jueves 3 de Junio de 1976

Los Owls eran tan terroríficos y satisfactorios como Remus había anticipado. Trató de fingir que
no eran más que los exámenes habituales de fin de año, pero esto era casi imposible cuando todos los
demás parecían haber perdido la cabeza por ello. James se convirtió en un verdadero recluso, escondido en
la biblioteca o detrás de las cortinas de su cama memorizando obsesivamente hechos y fechas que había
pasado el resto del año ignorando. Peter ocasionalmente se ponía muy pálido y miraba, temblando, al
vacío. Marlene había empezado a tenderle una emboscada a Remus en varios intervalos a lo largo del día,
exigiendo que la interrogara sobre esto o aquello.

Solo Sirius parecía tranquilo al respecto, lo cual era típico. Cuando incluso James lo dejó fuera, se
entretuvo distrayendo a Mary. Lo cual tenía el beneficio adicional de distraer a Remus, lo cual era
horrible, pero soportable.

— ¡Vayan a buscar un armario de escobas como todos los demás! — Gritó Marlene, al borde de la
histeria, lanzando una zapatilla a la pareja. Estaban enrollados juntos en el sofá frente a la chimenea.

— Sin embargo, no hay ningún lugar adonde ir — suspiró Mary a Remus, en la biblioteca el día
antes de que comenzaran los búhos. — Sirius no me deja entrar a tu dormitorio, y los chicos no pueden
entrar al nuestro... y no me atrevo a quedar atrapada en un armario en alguna parte, no con este castillo
lleno de aspirantes a Mortífagos.

— ¿Qué? — Remus finalmente prestó atención — ¿Alguien ha tratado de lastimarte, Mary?

— Oh, todo el tiempo — se encogió de hombros, con una sonrisa cansada — ya estoy
acostumbrada. Al menos ser la única niña negra en mi escuela primaria me preparó para algo.

— Eso es horrible, Mary, lo siento. — Remus apretó su mano, sintiéndose realmente terrible.
Mary era una chica muy dura, lo sabía, podía salirse con la suya diciendo casi cualquier cosa a su
alrededor. Puede que te insulte un poco, pero te perdonará rápidamente después y nunca te lo reprochará.
De cualquier forma; esto era algo completamente diferente, y obviamente estaba teniendo un efecto en
ella.

— Eres tan dulce, Remus — sonrió amablemente, apretando su mano también. — Pero no te
preocupes por mí. Tengo a Sirius.

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— Mm. — Remus soltó su mano, regresando a su trabajo antes de preguntar casualmente — ¿Qué
dice al respecto?

— Oh, ya sabes, que me defenderá hasta la muerte, que nada de lo que hagan se interpondrá entre
nosotros... para ser honesta, creo que tiene un poco de complejo de caballero blanco.

— Bueno. — Remus cerró su libro y la miró — No eres una damisela en apuros.

El rostro de Mary se abrió en una hermosa sonrisa. Ella realmente era muy hermosa.

— Gracias, Remus, sabía que podía contar contigo para apoyar el argumento de la liberación de
las mujeres. Bien, ¿Podemos repasar el artículo de Defensa Contra las Artes Oscuras de nuevo? El
profesor Droskie insinuó que habría algo sobre los hombres lobo o los vampiros...

Remus nunca sabría si fue el aumento de los ataques contra los nacidos de muggles, y por lo tanto
Mary, lo que causó el incidente que tuvo lugar después del examen escrito de DCAO. Se enorgulleció, una
o dos veces, de que podría haber tenido algo que ver con la tenaz persecución de Remus por parte de
Severus, a pesar de que Sirius había prometido no tomar represalias. Más tarde le gustaba pensar que
James y Sirius habían actuado movidos por una especie de justa indignación; que esta era una oportunidad
para demostrar que habían elegido un bando.

En realidad, probablemente fue una mezcla de razones; ninguna de ellas noble - la presión elevada
de los Owls, combinada con el alivio de haber terminado un examen. Crecientes tensiones que habían
estado hirviendo todo el año, de hecho, durante varios años, entre Gryffindor y Slytherin, Severus Snape
simplemente siendo un capullo molesto... James queriendo impresionar a Lily, la despiadada agresión de
Sirius hacia cualquiera que insinuara lealtad al "otro lado".

En resumen, nadie estaba del siendo el mismo ese día y hacía calor; estos dos factores por sí solos
podrían haber sido suficientes para llevar una situación al punto de ebullición. El hecho de que Sirius
estuviera interpretando al aristócrata aburrido, y que James estuviera ansioso por complacerlo no era nada
nuevo, y podría explicarse más tarde como un comportamiento desagradable de los adolescentes. Además,
aquellos que conocían a Sirius, y lo que había sufrido, estaban inclinados a complacerlo; Permitirle darse
aires, y James era particularmente indulgente.

El nivel de crueldad era ciertamente nuevo y no podía explicarse tan fácilmente.

Desafortunadamente, a medida que pasaban los años, Remus veía más y más esta crueldad, no
siempre de sus amigos, pero ciertamente de personas que pensaba que eran "buenas". A Remus siempre le
parecería que este era el día en que la guerra realmente comenzaba, en lo que respectaba a los
merodeadores.

Remus no se consideraba inocente, por supuesto. Él podría haber intervenido. Dejó su libro de
Transformaciones cuando Lily se involucró, pero había asumido que ella cerraría todo, regañaría a James
y seguiría adelante. Ciertamente no había esperado que Snape dijera lo que había dicho, o que James
hiciera lo que hizo a continuación.

Parte de él también lo había disfrutado. A una parte de él le gustaba ver a Snape humillado y
atormentado, sin Mulciber alrededor para respaldarlo. Fue horrible ver a Lily tan insultada, por supuesto, y

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cuando James realmente comenzó a hacerlo, Remus tuvo que morderse el labio para evitar gritar y reír
junto con los demás. Debería haberlo detenido. Debería haberse enfrentado a sus amigos, tomar el control
y ser el mejor hombre. Simplemente no tenía ganas.

Si su intervención habría mejorado o empeorado la situación, o los eventos que siguieron, Remus
nunca lo sabría. Pero deseaba haberlo intentado.

***

— Has desperdiciado cualquier posibilidad de estar con ella ahora, amigo. — Sirius se rió,
mientras Lily salía furiosa del comedor más tarde ese día, al ver a James en la mesa.

— Bien. — Dijo James, frunciendo el ceño. — ¿Sabes qué? He perdido mucho maldito tiempo
suspirando por ella, y si así es como se siente...

— ¿No es así como siempre se sintió? — Preguntó Peter, sirviendo su salsa con tristeza. Otra
víctima del altercado con Snape: Peter y Desdemona aparentemente habían tenido una disputa ardiente al
respecto. Ella pensó que era intimidación; no podía ver qué había hecho mal Snape.

— Cállate, Pettigrew — Sirius puso los ojos en blanco. Se dirigió a James: — Olvídate de ella,
Prongs, ella siempre ha estado bien sola.

—Oye —Mary le dio una palmada en el muslo— Lily es mi amiga, si no te importa. Aunque,
James, creo que será mejor que la dejes en paz un rato. Ella está realmente molesta.

— ¿De verdad? — Preguntó Remus, sintiéndose culpable. Debería haberlo detenido.

— ¡Por supuesto! — Mary respondió, cortando cuidadosamente sus patatas asadas: — No me


preguntes por qué, pero Snivellus ha sido su mejor amigo desde que eran niños. He intentado decirle lo
enorme imbécil que es él, pero en realidad no le llega. Ella siente lástima por él, creo. Está locamente
enamorado de ella, por supuesto.

— Eurgh, a ella no le gusta él, ¿verdad? — James parecía escandalizado.

— No — Mary se encogió de hombros — pero son amigos de todos modos. O al menos lo eran.
Ella no le está hablando a él ahora.

Remus hizo una nota mental para comprobar si Lily estaba bien, en caso de que ella siguiera
todavía hablando con él. Su último estallido definitivamente se había sentido como un ataque a todos los
merodeadores, no solo a James.

***

Viernes 12 de Junio de 1976

El examen escrito de Transformaciones fue la semana siguiente, y Remus estaba demasiado


preparado, en todo sentido. Tenía un deseo ardiente de vencer a James, si no podía vencer a Sirius en eso.

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Pensó que probablemente podría superarlos en la teoría si no podía en la práctica. El exámen duró tres
horas y exigió una gran concentración.

Remus solo miró hacia arriba dos veces, ambas para ver cómo estaba Sirius. La primera vez,
estaba trabajando en su ensayo, moviendo la pluma suavemente, como si patinara sobre el pergamino, en
lugar de garabatear como James o Peter. La segunda vez, estaba recostado en su silla, tratando de llamar la
atención de James. Remus suspiró. Era mucho más difícil concentrarse tan cerca de la luna. Se sentía más
animal de lo habitual.

Realmente estaba esperando la luna próxima, por mucho que supiera que era una tontería. Sería el
último del año escolar, y los cuatro lo habían estado planeando en silencio durante la última semana. Los
exámenes estarían terminados y serían prácticamente invencibles, con lo que parecía el mundo entero a
sus pies. James juró que había vislumbrado un unicornio la última vez, y habían estado leyendo sobre
cómo localizarlos. Remus no estaba seguro de lo que podría hacer el lobo, enfrentado a un unicornio, pero
no había evidencia de que atacaría. Los centauros eran algo completamente diferente: los centauros
aterrorizaban al lobo.

Cuando terminó el examen, se les pidió a los estudiantes que se apoyaran contra las paredes del
Gran Comedor mientras McGonagall reunía mágicamente todos los papeles alfabéticamente (en el uso
más elegante de accio que Remus había visto) y reinstalaba las mesas de la casa listas para la cena. Al otro
lado del pasillo, Snape miraba a James con furia.

— No sé qué más quiere — dijo James — Tenemos detención, ¿no?

— ¿Te vio un profesor? — Preguntó Mary, mientras se dirigían a sus asientos habituales para
cenar.

— Nah, la maldita Evans. — Sirius gimió.

— Mi querida amiga Lily. — Mary dijo, con firmeza.

— Lo que sea. — Sirius gruñó. — Será mejor que no lo alargue hasta mañana por la noche.

— ¿Por qué? — Preguntó Mary, sonriendo mientras la cena aparecía en los platos vacíos ante
ellos. Spaghetti a la boloñesa. — ¿Me llevarás a algún lugar agradable, por una vez?

— Creo que el retrete de chicas del sexto piso es agradable. — Sirius respondió sarcásticamente.
— De todos modos, no. Tengo algo más. Negocio de merodeadores.

— Oh, sí, por supuesto — suspiró Mary, como si estuviera siendo terriblemente maltratada —
Olvidé que tengo que compartir a mi novio con sus novios.

James y Peter rieron disimuladamente, pero Sirius se erizó como un gato.

— Joder — escupió, mirándola como puñales desde el otro lado de la mesa — ¿Por qué tienes que
decir una mierda así? Vaca rencorosa.

— Snob sangre pura. — Ella regresó, dulcemente, girando espaguetis en su tenedor.

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— Por favor — dijo Remus, luchando contra un dolor de cabeza — Peter y Desdemona están
discutiendo esta semana. Les tocará su turno la semana que viene.

Eso hizo reír a todos y ayudó a calmar la atmósfera. Remus estaba satisfecho de sí mismo.
Realmente estaba entendiendo todo el asunto de las relaciones, sin tener que estar en una.

Cuando terminó la cena, todo estaba bien de nuevo, y cuando James se levantó para ir a la
detención, Sirius le dijo que lo alcanzaría más tarde.

— Quiero asegurarme de que Mary regrese a la torre bien — explicó.

— No tienes que hacerlo — dijo — No voy a ir sola, Remus también vendrá, ¿No es así Remus?

— Sí — asintió, subiendo su mochila al hombro — finalmente voy a leer algo con un argumento,
ahora los exámenes han terminado.

— Llevas una vida tan emocionante, Moony — sonrió Sirius. Agarró la mano de Mary — Aún
así, prefiero ir contigo. Así no me preocupo.

— ¿Cómo puedes ser tan idiota un minuto y luego tan dulce al siguiente? — Mary suspiró y lo
besó.

Remus miró hacia otro lado, cortésmente. Esa era en gran medida la cuestión, con Sirius, pensó.
Eso era exactamente en lo que se estaba metiendo con él.

— Está bien, pero no tardes mucho — dijo James — La detención es con Filch. Evans es una
sádica, lo juro.

— No tomará más de quince minutos. — Le aseguró Sirius, y se pusieron en marcha, los tres,
Remus caminando un poco atrás en todo el camino.

— Oh por el amor de Dios. — Mary dijo en voz alta, cuando llegaron al agujero del retrato, y
Remus miró a su alrededor para ver qué era el atraco. ¡Ah! Por supuesto. Snape de nuevo.
Reflexivamente, Remus tomó su varita. — Mira, ella no está interesada en hablar contigo, ¡Así que vete!
— Espetó Mary, todavía sosteniendo la mano de Sirius.

— Black — dijo Severus — Dile a tu perra muggle que se calle.

— ¡¿Como me llamaste?! — Mary chilló, mientras Sirius sacaba su propia varita y la levantaba.

Este es el momento, pensó Remus para sí mismo, este es el momento de ser un prefecto. Este es el
momento de ser valiente. Sirius acababa de abrir la boca cuando Remus dio un paso adelante, de pie entre
los dos chicos de cabello oscuro.

— ¡Detente ahora mismo! — Dijo, con su voz más peligrosa — Snape, vuelve a tu propia sala
común, o te castigo. Black, solo... cálmate, ¿De acuerdo?

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Sirius tenía la cara roja y no bajó la varita. Snape arqueó una ceja,

— Escúchalo, Black, incluso Loony Lupin sabe que no podrías vencerme en un duelo.

— Eso no es lo que dije — siseó Remus — Cállate y piérdete.

— ¿Debería conseguir a alguien? — Preguntó Mary, mirando nerviosamente el rostro de Sirius.

— No, está bien... solo entra. — Remus dijo, mirándola gatear por el agujero del retrato. Se volvió
hacia Sirius — Vamos, tienes detención ahora, vamos...

— No te ves bien, Loony Lupin. — Severus dijo, de repente. Remus se volvió, confundido. ¡¿Qué
demonios quería ahora?! — Se acerca a tu época del mes, ¿verdad?

La implicación fue clara. Remus se quedó sin habla, sorprendido. Se quedó boquiabierto,
encontrando su voz.

— ¡Tú... no sabes de lo que estás hablando!

Snape sonrió, obviamente emocionado de haber provocado tal reacción. Miró a Sirius, ahora.

— Ustedes saben, por supuesto. ¿Tú y Potter y ese pequeño roedor, Pettigrew? ¿Saben lo que es?
Siempre me pregunté por qué tres purasangre querrían perder el tiempo con escoria inmunda como él,
pero ahora lo veo, es tu pequeño proyecto favorito, ¿No es así, Black?

— ¡Confringo!

— ¡Expelliarmus!

Remus y Sirius gritaron sus encantamientos al mismo tiempo, pero Remus fue más rápido y tenía
la varita de Sirius en su mano antes de que pudiera causar más daño. Se volvió hacia Snape ahora.

— No sé lo que crees que sabes — dijo, muy bajo, de pie sobre el chico de Slytherin, apuntando
dos varitas directamente a su rostro — Pero sea lo que sea, estás equivocado. Ahora regresa a las
mazmorras antes de que llame a McGonagall.

Snape, que había palidecido un poco, asintió minúsculo antes de rodear a los dos Gryffindors y
escabullirse por el pasillo. Remus no le quitó las varitas hasta que definitivamente se fue, y no le dio la
espalda a Sirius hasta el último momento. Sirius lo arrebató y lo miró.

— ¡¿Por qué hiciste eso?!

— ¡Sirius! ¡¿Quieres otra detención?!

— ¡¿No escuchaste las cosas que dijo sobre Mary?! ¡¿Las cosas que dijo sobre ti?!

126
— Por supuesto lo hice. — Remus se cruzó de brazos con frialdad. — Y es un completo idiota.
Un completo idiota a quien humillaste ayer y a quien me prometiste que no perseguirías.

— Si pero...

— Lo prometiste, Sirius. — Remus lo miró fijamente. Vio la mirada en los ojos de Sirius, se
acababa de dar cuenta de que estaban completamente solos y muy cerca. Dio un paso atrás,
inteligentemente.

— Sé lo que dije — respondió, su voz todavía llena de rabia — ¡Pero no permitiré que esparza
rumores sobre ti! Se merece probar su propia maldita medicina.

— Sirius — gimió Remus — Por favor, solo… solo ve a tu detención y cálmate, ¿De acuerdo? Te
veré más tarde.

Años más tarde, Remus recordaría esa conversación con el beneficio de la retrospectiva y se
regañaría a sí mismo por dejar las cosas así. Pero aún no eran los hombres en los que se convertirían, y por
mucho que a Remus le gustara pensar que era maduro e intuitivo, estaba a punto de descubrir que todavía
no sabía nada sobre Sirius.

Además, no tenía paciencia. Se acercaba la luna.

(Song: Vicious - Lou Reed)

127
91
La semana después
Anyone who ever had a heart
Wouldn’t turn around and break it
And anyone who ever played a part
Wouldn’t turn around and hate it.

Domingo 13 de Junio de 1976

Todo duele, fue el primer pensamiento de Remus al despertar. El siguiente pensamiento fue -
¿Dónde están ellos? Nadie había venido. Hacía calor, demasiado calor para Junio, y su corazón no paraba
de latir con los restos de la frustración del lobo. Se puso de pie y se tambaleó hasta la cama, chorreando
sangre.

Se suponía que sería su último hurra, pensó miserablemente. Se suponía que debían perseguir
unicornios. ¿Qué ha pasado?

De inmediato comenzó a preocuparse: algo terrible debe haber ocurrido, algo realmente terrible,
para que ninguno de los merodeadores viniera en absoluto. Cualquiera de ellos por su cuenta podría haber
podido venir a sentarse con él, al menos, simplemente para hacerle compañía. Incluso Wormtail.

— Buenos días, querido — Madam Pomfrey entró rápidamente en la habitación. Estaba más
nerviosa que de costumbre, podía olerlo en ella. Algo había sucedido. Solo que no podía preguntar qué,
¿verdad? — Oh, pobrecito, ha sido una noche dura con todo alrededor, ¿eh? — Ella comenzó a curar sus
heridas más apremiantes.

— ¿Qué quieres decir con 'todo alrededor'? — Preguntó, tratando de no sonar demasiado ansioso.

— Oh... nada, cariño, nada de qué preocuparse en absoluto.

En la enfermería, habría intentado mantenerse despierto, pero Madame Pomfrey se paró sobre él
para asegurarse de que terminara su somnífero, y estaba inconsciente como una luz.

— ¿Remus?... psst... ¿Estás despierto?

Remus abrió los ojos, adormilado e irritado, para ver la imagen borrosa de James flotando a la
vista. Solo la cabeza de James.

— ¿Prongs? — Él croó.

— Shh — murmuró James, apenas moviendo sus labios — Pomfrey no deja que nadie te vea, tuvo
que colarme debajo de la capa. ¿Estás bien?

128
— En realidad no — ya podía sentir las nuevas cicatrices, sin moverse. — ¿Qué pasó? No
vinieron.

Su amigo tenía una expresión desconocida. Desconocida para las facciones de James, de todos
modos. ¿Era vergüenza?

— Lo siento mucho, Moony.

— ¡¿Por qué?! ¿Qué pasó? — Remus preguntó de nuevo, su voz se endureció. — No puedo
recordar nada.

— Fue... Godric, no sé cómo decírtelo.

— Inténtalo.

¿Dónde estaba Sirius? ¡¿Por qué no estaba ahí?! Remus quería gritar.

— Mira, por favor no te enfades demasiado con él, ¿De acuerdo? Es un idiota, un maldito idiota
estúpido, pero no creo que se haya dado cuenta, no creo que quisiera decir...

¡Ah! Remus se dio cuenta demasiado rápido.

— James. ¿Qué hizo Sirius?

James nunca había sido deshonesto desde que Remus lo conocía. Y sin embargo, a medida que la
historia se derramaba de él, todavía estaba templada con pequeñas mentiras piadosas, si estaban destinadas
a proteger a Remus o Sirius, no estaba claro. Sirius no había estado pensando; había sido imprudente; no
había querido hacer ningún daño.

Pero había causado mucho daño, quisiera o no, y podría haber sido responsable de mucho más.

— Él... le dijo a Snape. — Dijo Remus, tratando de controlar la situación, sintiendo una horrible,
enferma y punzante sensación que comenzaba en su estómago y se arrastraba hacia arriba.

— No... No exactamente — James parpadeó, humedeciendo sus labios — Le dijo cómo


funcionaba el sauce, y Snape... ya sabes cómo es Snape.

— Sé cómo es Sirius.

James asintió, como si aceptara que eso era lo suficientemente justo.

— Nadie resultó herido. Sirius lo embotelló en el último minuto y me dijo, me las arreglé para
evitar que Sniv, Snape, se acercara demasiado, pero...

— Él me vió. — Remus pensó que podría estar enfermo. Hubo un terrible rugido dentro de sus
oídos, como si estuviera cayendo en un pozo oscuro, un cañón desesperado. Cerró los ojos. — ¿Puedes
irte, por favor, James?

129
— Y hubiéramos venido, Pete y yo, lo hubiéramos hecho, pero Snape fue con Dumbledore, y
estabas tan enojado...

— ¡James! Quiero que te vayas. — Siseó, cerrando los ojos.

— Pero Moony...

— Por favor.

—...De acuerdo amigo. Okay. Pero volveré.

Remus no dijo nada, ni siquiera volvió a abrir los ojos hasta que escuchó el susurro de la cortina y
supo que estaba solo. Finalmente, Madame Pomfrey asomó la cabeza por la esquina.

— Hola, querido — dijo en voz baja — tengo otra poción para dormir aquí... ahora sé que no la
quieres, pero...

— Dámelo aquí — extendió un brazo dolorido a la vez. Cualquier cosa para que todo
desapareciera. Cualquier cosa que significara que no tendría que pensar más.

Debería haber visto venir algo como esto incluso si James no lo hubiera hecho. Sirius había estado
en caída libre desde Navidad, solo era cuestión de ver a quién aplastaría cuando finalmente aterrizara.

***

Lunes 14 de Junio de 1976

Remus Lupin nunca, jamás perdonaría a Sirius Black.

Fue una decisión que tomó casi en el mismo instante en que se despertó por segunda vez después
de esa terrible luna. El peso de todo aquello se derrumbó sobre él y sintió una rabia tan pura que ardió
como una fiebre. Así es como se siente la traición.

No había estado tan enojado en mucho tiempo. Al final de su cuarto año, Remus silenciosamente
había tomado una decisión para bajar sus defensas, suavizarse y relajarse, al menos alrededor de sus
amigos. Mantener a todos a distancia, mantener a todos un poco temerosos de ti, había resultado
demasiado agotador para mantener el ritmo durante mucho tiempo.

Pero ahora. Ahora, Remus lo encontró realmente muy fácil. Apenas habló con Madame Pomfrey,
excepto para exigir que se le permitiera pasar unas cuantas noches más en la enfermería.

— De verdad, Remus, el descanso es importante, pero quedarse en cama todo el día no es


saludable. Necesitas ejercicio.

— No me siento bien. — Repetía, desde debajo de las mantas. Era infantil, pero ella lo dejó ser
infantil. Ella sabía lo que había sucedido. Ella sentía pena por él. La enfermera hizo una reverencia y lo
inscribió para otra noche.

130
Dumbledore fue el peor. El portador de malas noticias, como siempre, había llegado la noche
después de que sucediera, para ofrecer su propia perspectiva inútil sobre la situación. Remus se sentó en la
cama, con los brazos cruzados, inquebrantable e inmóvil.

— El Sr. Snape se ha calmado considerablemente, estarás contento de escuchar. — Dumbledore


dijo: — Ciertamente tuvo un susto, pero lo han persuadido de actuar en el mejor interés de su escuela y
sus compañeros.

Remus resopló ante esto. Dumbledore no reaccionó.

— Entonces, no hay daño. Su amigo, el Sr. Black...

— No es mi amigo. — Remus dijo, sin mirar a Dumbledore. Miró hacia adelante.

— Remus...

— ¿Está expulsado?

— No. — Dumbledore dijo, en voz baja — Lo que hizo Sirius fue increíblemente tonto,
increíblemente peligroso. Pero fue un error. No tengo ninguna duda de que está verdaderamente
arrepentido. Ha aprendido una valiosa lección aquí.

— Oh, brillante. — Remus resopló de nuevo, apretando sus brazos como si fueran lo único que lo
mantuviera unido — Siempre y cuando el heredero Black haya aprendido una buena lección moral.
Siempre que haya beneficiado su desarrollo personal.

— Remus...

— Mientras todos podamos mirar hacia atrás y pensar, ¡Qué excelente parábola! ¡Gracias a Dios
que ahora todos sabemos exactamente lo que sucede cuando envías a tu enemigo tras un maldito monstruo
mortal!

— ¡Remus!

Se detuvo, su rostro estaba caliente, y finalmente miró a Dumbledore. Fríos ojos azules
nomeolvides le devolvieron la mirada. Remus recordó su primer encuentro. Él también había sido grosero
entonces y estaba enojado. — Tienes todo el derecho a sentir lo que estás sintiendo. — Dijo Dumbledore,
calmado como siempre. — Y ten la seguridad de que Sirius será castigado.

Remus quería murmurar algo sarcástico sobre la efectividad de las detenciones cuando se trataba
de Sirius Black. No lo hizo. Dumbledore continuó. — Te advertiré ahora, como lo hice una vez antes,
cuando una broma infantil se salió de control. La pasión es una cualidad importante, pero todos debemos
aprender a ejercer el control.

— Un poco tarde para eso.

— Alguien cercano a ti te ha decepcionado horriblemente, y lo siento mucho. Pero no puedes


dejar que este incidente...

131
— Las personas cercanas a mí me han estado decepcionando desde que tenía cinco años. —
Remus dijo, amargamente — Estoy acostumbrado. De todos modos — se encorvó en su cama, deseando
que Dumbledore se fuera y lo dejara en paz— no éramos tan cercanos.

— Eso es una lástima. — Respondió Dumbledore. Él se paró. — Porque todos nos necesitaremos
unos a otros más que nunca, lo suficientemente pronto. Perdona y olvida, Remus.

Remus no se despidió, simplemente se dio la vuelta y trató de dormir.

***

Madame Pomfrey no le dejaba quedarse tres noches seguidas. En su lugar, fue directamente a la
profesora McGonagall. Llamó dos veces a la puerta y luego irrumpió directamente.

— ¡Remus! ¿Estás bien?

— Envíame de vuelta.

— ¿Disculpa? — Su jefa de casa se levantó de donde ella había estado sentada detrás de su
escritorio.

— Envíame de vuelta. — Repitió, con los puños cerrados — A St. Edmund. Los exámenes
terminaron, no necesito estar aquí.

— Remus, el trimestre no ha terminado. A menos que no se encuentre bien, no puedo enviarlo a


ninguna parte.

— Entonces, ¿Soy un prisionero?

— Por supuesto que no, chico tonto. Siéntate.

Pensó en negarse, o incluso en salir corriendo de nuevo. Pero ella era tan severa, y algo inculcado
a una edad temprana lo obligó a obedecer las voces elevadas de las mujeres mayores. Ella también se
sentó, el color de su rostro disminuyó. Ella agitó su varita y apareció una tetera, junto con dos tazas y
platillos — ¿Té, Sr. Lupin?

— No, gracias.

— Bien, ahora — dijo ella, sirviéndole una taza de todos modos — encuentro que la mayoría de
las conversaciones desagradables se pueden hacer más fáciles con los refrigerios adecuados. Sírvase una
galleta. — Señaló con la cabeza un plato que no había estado allí un momento antes.

— Estoy bien. Solo quiero irme. — Dijo, su voz tan tranquila como pudo mantenerla.

— Sí, eso ha quedado claro. — Ella tomó un sorbo de té — Pero no voy a enviarte de regreso a St.
Edmund's.

132
— Entonces, dígale a Madame Pomfrey que me deje dormir en la enfermería.

— No haré tal cosa. Tienes una cama perfecta en la Torre de Gryffindor.

— No puedo ir allí.

— Nosotros, los Gryffindors no huimos de nuestros problemas, Sr. Lupin.

— Sí, pero los Slytherins si huyen de los hombres lobo. — Él escupió. La miró, viéndola con una
mirada que pensó que casi había perfeccionado, ahora — Me habrían arrestado. Enviado a Azkaban, o, o...
¡O abandonado! Ni siquiera sabría que he hecho algo, ¡Y todo es culpa suya!

Oh no, tenía que detenerse ahí. Corría un grave peligro de romper a llorar, y eso no podía suceder.
Remus no iba a llorar bajo ninguna circunstancia por esto.

McGonagall fue amable y esperó a que se recuperara. Respiró brevemente, dejando que sus rizos
cayeran frente a su rostro antes de que finalmente pudiera mirarla a los ojos nuevamente. — No puedo
dormir en una habitación con la persona que hizo eso.

— Eso es perfectamente razonable. — Ella dijo, gentilmente.

Parpadeó.

— ¿Qué?

— No soy completamente desalmada, Sr. Lupin — sonrió, — Créame, sé cómo debe sentirse, al
menos puedo imaginarlo. Y puedo decirle, yo misma he tenido serias palabras con el Sr. Black: él está
fuera del equipo de Quidditch, detención por el resto del año, cien puntos perdidos... Pero no podemos
hacer ningún cambio drástico en sus arreglos para dormir, no si queremos que nadie haga preguntas.

Algo le hizo clic. Durante los últimos días, Remus había colocado su dolor en el centro del
universo. Había olvidado que nadie más en la escuela sabía nada.

— Oh. — Fue todo lo que pudo reunir.

— Lo siento, Remus — dijo McGonagall. — Es una crueldad horrenda. Pero hay que soportarlo.

— Eso me recuerda. — Buscó en su bolsillo la placa de prefecto. Había roto el hechizo de


transfiguración y lo había envuelto en papel de seda, pero todavía se sentía caliente en su mano. Lo puso
sobre el escritorio. — Tómelo devuelta. Deselo a... no sé, deselo a James. Ya no puedo hacerlo

— Remus — McGonagall sonaba triste ahora, suplicando — No dejes que esto te detenga. Habla
con tus amigos.

Se encogió de hombros.

— ¿Puedo irme?

133
***

Fue a la biblioteca. ¿A dónde más? Sería bastante sencillo para los merodeadores encontrarlo si
quisieran, tenían el mapa además. No había ningún lugar donde esconderse, excepto quizás la Casa de los
Gritos, y Remus estaría condenado si alguna vez pasaba más tiempo allí de lo absolutamente necesario.

Afortunadamente, todos los demás parecían estar afuera disfrutando del sol de principios del
verano, dejando la biblioteca prácticamente vacía. Él leyó, o intentó hacerlo, de todos modos. No era fácil
concentrarse cuando su propio cerebro seguía interrumpiendo.

-Nunca debiste de besuquearte con él.

-Mira, lárgate, no estoy de humor.

-¡Oh, encantador! Tú eres el que sigue intentando charlar.

-Quiero hablar con Grant, no contigo. Eres un sustituto de mierda.

-Bueno, tienes que preguntarte qué dice eso sobre ti, no crees? Encuentra a alguien real con quien
charlar, si estás tan interesado.

-... ¿Qué tiene que ver con el beso?

-Ooooh, es un 'beso' ahora, ¿verdad? besuquearse es lo suficientemente bueno para Grant, pero
para el gran y glorioso Sirius Black es 'besar' ¡lah-dee-dah!

-Se útil o déjame en paz.

-Te dije, o el verdadero Grant te lo dijo, que no lo beses. Pensaste que te libraste fácil cuando él
decidió ignorarlo, pero ahora lo estás pagando.

-Estás diciendo que yo hice esto.

-Es lo que parece.

-Eso no es muy amable.

-¿Se suponía que debía serlo?

-Extraño a Grant.

-Mala suerte.

Finalmente, empezó a oscurecer. Se perdió la cena; de todos modos, no creía que pudiera
decidirse a comer frente a los merodeadores. Solo esperó. Solo faltaban dos semanas para que terminara el
período. Podía evitarlos todo ese tiempo; lo había hecho antes. Quédate en la biblioteca, levántate
temprano, vete a la cama tarde. Pan comido.

134
Fue expulsado de la biblioteca a las nueve en punto y, a estas alturas, hambriento, tomó un desvío
hacia las cocinas. Los elfos domésticos estaban encantados de servir, preparando un plato de sándwiches,
patatas fritas y dulces, suficiente para alimentar a todo un aula. Remus se devoró todo y podría haber
pedido un segundo plato. Pero era hora de morder la bala.

Caminó despacio, como si eso pudiera ayudar, y Lily lo abordó durante la patrulla de prefecto.

— Hola — sonrió — ¿Te sientes mejor?

— Sí, mucho. — El asintió. — ¿Cómo estás?

Ella miró hacia abajo, jugueteando con su cabello.

— Oh, ya sabes. Bien. Sev ha dejado de acechar fuera de la sala común ahora, al menos.

— Perdón por todo eso...

— No fue tu culpa — agitó una mano — Realmente pensé que... oh, es estúpido, pero pensé que
tal vez algún día, él cambiaría de opinión acerca de todas esas tonterías de sangre pura, y cuando lo
hiciera, yo todavía estaría allí. Como si todo lo que tuviera que hacer era seguir siendo su amiga, y todo
saldría bien. Estúpido. — Ella sacudió su cabeza.

— No es tan estúpido. — Él respondió, porque parecía algo agradable de decir.

— Sí, bueno. Podría haberme ahorrado muchos dolores de cabeza — se encogió de hombros,
estoicamente. — ¿Qué estás haciendo deambulando, de todos modos? ¡Vete a la cama, no te has sentido
bien!

Él le sonrió, no había sonreído durante años. Estaba a punto de dar media vuelta y seguir adelante,
cuando algo le hizo cambiar de opinión. Se inclinó y rodeó a Lily con sus brazos, apretándola. Ella le
devolvió el abrazo, lo que solo hizo que él se agarrara con más fuerza, hasta que él la levantó y ella chilló,
riendo.

— ¡Dios, eres más fuerte de lo que pareces, Lupin!

— Lo siento. — Él se sonrojó y la dejó en el suelo.

— No, fue agradable — le sonrió, palmeando su hombro — ¿Estás bien?

— Sí.

No se sintió bien al entrar en la sala común. Afortunadamente, todo estaba muy tranquilo.
Algunos estudiantes todavía tenían exámenes, otros volvían después de un largo día bajo el sol. Los
merodeadores no estaban allí, pero habían estado recientemente.

Remus sabía exactamente lo que iba a hacer. Había encajado en su lugar en la biblioteca, mientras
reflexionaba sobre el primer enfrentamiento como una obra de teatro que tenía que ensayar.

135
Subió las escaleras. Era una tontería, lo sabía, pero desde su cumpleaños, se había demorado, solo
un segundo, en ese escalón de la escalera, cada vez que se acostaba o bajaba a desayunar. Este castillo
guardaba recuerdos: el mapa del merodeador le había enseñado mucho. Y ese paso había guardado el
recuerdo más dulce de Remus. Pasó por encima de ella ahora, resuelto.

Empujó la puerta para abrirla con algo de fuerza, sobresaltando a los tres chicos que estaban
adentro. Estaban sentados en sus camas. Peter estaba en pijama, luciendo abatido; Remus solo podía
asumir que eso significaba que no había ningún cambio con Desdemona. James estaba medio desnudo,
traqueteando en su mesilla de noche en busca de algo. Sirius estaba reclinado, claramente a punto de hacer
un comentario sarcástico. Cuando Remus entró, se sentó derecho.

Remus caminó directamente a su propia cama y recogió su pijama. No habló, sino que fue directo
al baño, que cerró con llave y luego lanzó un hechizo de silencio. No quería escucharlos. No estaba seguro
de cómo reaccionaría.

Se lavó. Se cepilló sus dientes. Se puso sus cosas de noche. Remus era más que consciente de que
perdía algo de su autoridad cuando se vestía con un pantalón holgado de pijama azul y blanco y una
camisa gris, pero tenía bastantes cicatrices nuevas y no quería andar mostrando de más. Tomó un respiro
profundo. Salió, cruzando rápidamente hacia su cama.

— Moony, yo... — comenzó Sirius.

Remus lo ignoró y se volvió hacia James.

— Gracias por detener a Severus, James. — Dijo sin emoción. — Nos salvaste la vida a ambos.

— Er... — comenzó James, pero Remus se había subido a la cama y había cerrado las cortinas con
un movimiento rápido.

Bueno. Pensó para sí mismo. Entonces eso es todo.

(Song: Sweet Jane - The Velvet Underground)

136
92
Cierre
Martes 30 de Junio de 1976

— Lo siento — dijo Sirius Black, con ojos grandes y ansiosos, de pie detrás de Remus mientras se
cepillaba los dientes.

— Lo siento — murmuró Sirius Black, sobre la mesa del desayuno, antes de que Mary llegara.

— ¡Lo siento! — Rogó Sirius Black, mientras Remus se alejaba de nuevo.

— Lo siento... — susurró Sirius Black, mientras Remus cerraba las cortinas de su cama todas las
noches.

¿Y? Mejor déjalo sufrir, dijo la parte más cruel de Remus, la parte que más había sido herida.
Volvió la cabeza, se alejó, cerró puertas y apretó los ojos. 'Lo siento' no es lo suficientemente bueno, dijo,
con cada acción. No sé que puede ser suficiente, en realidad.

James y Peter miraron, con cautela, por el rabillo del ojo. Sabían que no debían involucrarse,
aunque James indudablemente se llevó la peor parte de la angustia de Sirius; las reuniones nocturnas
habían regresado con fuerza.

Las chicas notaron que algo andaba mal, pero no estaban seguras de qué: Lily pensó que estaba
nervioso por volver a St. Edmund's, Marlene pensó que estaba preocupado por los resultados de los
OWLs. Remus estuvo de acuerdo con ambas ideas con gratitud. Después de todo, estaba haciendo todo lo
posible para actuar con la mayor normalidad posible. Se unía a los merodeadores para comer, se sentaba
en su lugar habitual, leía sus libros, jugaba al ajedrez con Peter, gobstones con James. Por las noches,
subía las escaleras para irse a la cama.

Pero no le hablaba a Sirius. Durante las dos semanas restantes de Junio, Remus no dijo ni una
palabra en su dirección. Ni siquiera lo miró, si podía evitarlo.

Tenía la sensación, después de la primera semana, de que quizás James no aprobaba


completamente esto. Potter estaba furioso en nombre de Remus, por supuesto, al menos en los hechos del
asunto, pero James podía ser muy ciego cuando se trataba de los defectos menos excusables de Sirius.
James lo habría perdonado después de la primera disculpa.

Quizás Remus era un hombre más débil. Pero ya no sería débil. Necesitaba volver a ser quien
realmente era. Todos podemos aprender nuestra lección. Remus había intentado ser suave y abierto, como
todos sus amigos ricos y bien educados, ¿A dónde lo había llevado? Se había enamorado de su mejor
amigo y casi se mataba. Estaba avergonzado de sí mismo, actuando como un lunático por Sirius de esa
manera. Lunático... Luna. Sirius lo encontraría divertido.

Así que también empezó a evitar a James y Peter.

137
Dejó de ir a clases, eso fue lo primero. No había muchas a las que ir, por supuesto, con los últimos
exámenes teniendo lugar y toda la escuela en modo de vacaciones de verano. Aún así, tenía las clases
introductorias de NEWT escritas a lápiz en su horario en casi todas las materias excepto Pociones - no
podía esperar para deshacerse de Pociones.

Los invernaderos eran un buen lugar para esconderse. Remus descubrió a finales de año que había
gastado casi todo su dinero cuidadosamente ahorrado en cigarrillos y marihuana. Se dijo a sí mismo que
estaba bien. Se dijo a sí mismo que no necesitaría dinero para encontrar y destruir a Greyback, solo el
aroma correcto y una luna llena. No es que pensara mucho en Greyback. Trató de no pensar en nada
durante demasiado tiempo; la ira dio paso a un entumecimiento con el que parecía más fácil vivir.

Cuando no podía estar afuera, iba a la biblioteca y fingía leer. Los estudiantes de su grupo de
estudio pasaban por allí de vez en cuando, pero él siempre encontraba una razón para irse lo antes posible.

— ¡Hola, Remus! — Christopher apareció de entre las pilas una tarde — ¡Me alegro de haberte
atrapado! ¿Puedes recomendarme una lectura de verano? ¡Haré mis Owls el próximo año!

— ¿Qué? — Remus frunció el ceño, aturdido. Solo había estado cabeceando y estaba molesto por
haber sido despertado. Últimamente dormía mucho, pero nunca parecía sentirse renovado. — Oh, Dios, no
lo sé. Te envían una lista de libros.

— ¡Sí, pero pensé que podrías tener algunos buenos consejos! — Christopher continuó,
implacablemente alegre. —— Especialmente en Historia, ¿Sobre qué hiciste tu ensayo final?

— Um... La rebelión de los duendes. — se movió, tratando de sentarse sobre sus codos.

— ¡Cool! Oye, ¿Tal vez podría escribirte durante el verano? Podemos intercambiar notas y...

— Mira, Christopher, no te lo tomes a mal, pero ¿Podrías irte a la mierda?

Se sentiría culpable por ello más tarde, pero al menos la molestia desapareció.

Los merodeadores nunca intentaron encontrarlo, por lo que él sabía; había tomado el mapa en la
primera oportunidad que tuvo y lo mantuvo en su bolsillo en todo momento. Esto tenía el beneficio
adicional de ayudarlo a mantenerse alejado de Snape. Lo único que Remus quería evitar más que su rabia
hacia Sirius era su terror absoluto ante la idea de encontrarse con Severus.

Snape había odiado a Remus antes de todo esto, era demasiado cercano con Lily, era amigo de
James, había sido responsable de inventar al menos la mitad de las bromas sobre Slytherin. Desde el
incidente, esta obsesión parecía haberse profundizado. Seguía susurrando a la hora de la comida, mirando
a Remus todo el tiempo, con una nueva clase de odio que Remus podía ver que corría y corría. Si Sirius
había aprendido una lección de esa horrible noche, entonces Remus estaba seguro de que Snape no.

Sirius estaba demasiado interesado. Se disculpó una y otra vez; nunca trató de explicarse, lo cual
era bueno, porque si lo hubiera hecho; si hubiera dado una excusa, Remus no creía que pudiera
controlarse. Ya se necesitaba cada gramo de valor para no saltar sobre la mesa, o el dormitorio, o la sala
común y temblar y golpear y gritar a Sirius - bastardo, bastardo, bastardo.

138
A las disculpas le podía hacer frente. Ruido de fondo. No mordía el anzuelo. No es que no tuviera
cosas que decir; no es que no repitiera el mismo monólogo una y otra vez, editando y perfeccionando cada
palabra hasta que no era más que una gran corriente de derrota miserable, dando vueltas en su cabeza,
alimentando su estado de ánimo.

Lo siento no es lo suficientemente bueno. Tu sentimiento de culpa no es lo suficientemente bueno.


Necesito que tú también lo sientas. Yo confiaba en tí. Te confié hasta el último secreto, te ofrecí cada
parte de mí. ¿Qué más tengo ahora? Podría matarte. Podría machacarte los dientes para que te ahogues con
ellos, podría envolver mis manos alrededor de tu garganta y apretar, podría hacerte pedazos, podría,
podría, podría besarte, maldito bastardo.

En sus sueños, Remus decía estas cosas y más. Y siempre, en sus sueños, Sirius le devolvía la
mirada con tranquila contrición, mientras se quitaba la ropa y tiraba de Remus hacia él. Parecía que la
traición no era suficiente para matar el deseo, aunque facilitaba ocultarlo. Para cuando terminó ese
miserable trimestre de verano, la única persona que Remus despreciaba más que Sirius era él mismo, por
seguir amándolo de todos modos.

***

— Hola — dijo Lily, suavemente, asomando la cabeza por la puerta del carruaje. — Me
preguntaba a dónde habías ido.

Remus gruñó, un pequeño ruido que no era ni amistoso ni grosero. Lily entró. — ¿Qué estás
haciendo aquí, solo?

Remus se encogió de hombros, chupando su cigarrillo como si lo mantuviera con vida. Se encorvó
en su asiento mientras ella ocupaba el lugar opuesto.

— Hay demasiada gente allí. — Dijo, a modo de explicación.

— Sé cómo te sientes. — Ella respondió. — ... McGonagall me dijo que has dejado de ser
prefecto.

— Sí. — Terminó su cigarrillo. Encendió otro.

— Que pena. Eras bueno en eso.

— Mentirosa — sonrió. Su rostro también se iluminó

— Sí, está bien, eras una basura. Pero te echaré de menos en mis rondas.

Dejó que esto flotara en el aire por un momento, antes de fruncir el ceño nuevamente. — ¿Remus?
Lo que sea que esté pasando contigo y los otros chicos, espero que mejore. Pareces sentirte muy
miserable.

— Estoy bien.

— Black está fuera del equipo de quidditch.

139
— ¿Lo está?

— ¿Qué fue lo que hizo?

— Déjalo, Evans, vete.

— Sabes, puedes hablar conmigo, sé cómo se siente ser decepcionado por un amigo...

— ¿Cómo está Snivellus? — Remus gruñó. Deseó poder decirle que no era culpa de ella, que no
podía evitar actuar como un idiota, que si no actuaba de esta manera, entonces no estaba realmente seguro
de cómo actuar.

— Él está... bueno, todavía no me hablo con él, como ya sabes. Sin embargo, sigue intentándolo.
Él... um... tenía algunas historias bastante locas, en realidad... sobre ti...

Remus la miró, finalmente. Parecía nerviosa, con las manos retorcidas en su regazo. En realidad,
parecía un poco asustada de él. — ¡No las creo! — Dijo ella, de repente.

— ¿No lo haces? — Arqueó una ceja. Debería haber sabido que esto iba a suceder.

— Es decir, sólo porque eres... bueno, si tienes un montón de cicatrices... lo siento... y te enfermas
mucho, pero eso no quiere decir... Realmente no había pensado en ello, tal vez es solo una extraña
coincidencia, Sev siempre ha sido un poco paranoico... y...

Podría haberla visto retorcerse así durante años, enredándose en disculpas y preguntas no
formuladas. Pero para qué molestarse. Él también podía ser imprudente.

— Lily — Dijo, suavemente, apagando su último cigarrillo. — No se lo puedes decir a nadie.

Ella dejó de parlotear y lo miró fijamente. Vio sus grandes ojos verdes abrirse aún más, la mirada
de sorpresa en su rostro era tan cómica que podía llorar. Su respiración se entrecortó, luego asintió con la
cabeza, decidida y bastante seria.

— No lo haré. — Ella dijo. — Lo prometo.

140
93
Verano 1976: Londres
Just a perfect day
Problems all left alone
Weekenders, on our own;
It’s such fun.
Just a perfect day
You made me forget myself
I thought I was someone else
Someone good.

Miércoles 11 de Agosto de 1976

St. Edmund's fue menos soportable de lo habitual ese verano. Remus estaba enojado casi todo el
tiempo. Hacía demasiado calor y extrañaba Hogwarts y a sus amigos, sobre todo extrañaba a Sirius,
incluso si todavía odiaba. Era un desastre enorme. Echaba de menos a Grant también; Grant, que podría
haberlo hecho todo un poco más manejable, o al menos podría ofrecerle a Remus algo de escapismo.

Pero, como le había dicho una conversación insatisfactoria con otro chico de St. Eddy llamado
Mike, Grant se había ido de St. Edmund poco después de Navidad. Al parecer, vivía en un piso en Mile
End, aunque Remus no tenía mucha más información que esa... aun que había dicho que Remus podía ir
en cualquier momento.

Al menos no me voy a perder las licencias ni me voy a enojar más de lo común esta vez, pensó,
mientras planeaba su escape. A medida que avanzaban sus rebeliones de verano, esta era quizás la más
saludable.

Esperó hasta que pasó la segunda luna llena del verano, el diez de Agosto. El día once, esperó a
que Madame Pomfrey viniera y le diera el visto bueno, y luego se fue. Estaba dolorido y extremadamente
cansado, pero en ese momento sintió que no tenía otra opción. Hizo una pequeña maleta, sin llevar libros
ni tarea ni su varita ni nada en absoluto que le recordara a Hogwarts. Sería un muggle durante unos días;
¿Por qué no?

Todo lo que Remus tenía que hacer era salir al jardín y gatear a través de la cerca en la parte de
atrás, tal como lo había estado haciendo durante años para llegar a la ciudad. Desde allí, simplemente
podía caminar hasta el metro más cercano.

La estación de metro Theydon Bois estaba a unas cinco millas de distancia, pero llegó fácilmente
en menos de dos horas, incluso con su cadera rota. No podía pagar un boleto, pero no fue difícil traspasar
las barreras detrás de un grupo de hombres con trajes de negocios de camino al trabajo.

141
Consiguió un asiento en el tren y fingió estar dormido para que el inspector de billetes no lo
molestara, escuchando el estruendo retumbante del tren mientras el vagón zumbaba a lo largo de las vías,
como una gran lombriz de tierra abriéndose camino hacia el centro de Londres.

La emoción palpitó en el pecho de Remus cuando llegó a Mile End, donde se apresuró a salir del
vagón hacia la estación de baldosas verdes y blancas con poca luz.

Mile End había sido alcanzado por una bomba alemana durante la guerra y aún no se había
recuperado del impacto. Era un desastre, todo sucio y con una extensa calle principal, llena de escombros
y periódicos, niños jugando en la calle, ruido por todas partes. El sombrío anonimato le sentaba bien a
Remus. ¿Quién vendría a buscarlo aquí? ¿Quién lo encontraría?

Vagó un poco, sin saber qué hacer a continuación. La información que le habían dado era solo el
nombre del edificio, no la dirección. Pero después de preguntar en un quiosco y de seguir literalmente su
nariz, lo encontró.

Resultó que Grant en realidad no tenía un piso, no en el sentido de que fuera el propietario, o
incluso que lo alquilara. Por lo que Remus podía decir, era un departamento, compartido con varios otros
hombres y mujeres jóvenes. Grant tampoco esperaba que Remus realmente fuera.

— ¡Maldita sea! — Exclamó, cuando una de las chicas finalmente lo llevó a la puerta — ¡¿Qué
estás haciendo aquí?!

Remus se sintió muy tonto. No estaba seguro de qué tipo de bienvenida le hubiera gustado, pero
no era esa.

— Dijiste que podía visitarte...

— Sí, lo siento — Grant lo agarró del hombro y tiró de él hacia adentro — Lo siento, solo estoy
un poco ingobernable, dame un minuto.

Condujo a Remus a lo que parecía ser una cocina. Olía vagamente a curry y a humedad. Había
burbujas en el papel pintado y agujeros en el suelo de linóleo amarillo. Grant encendió un hervidor
eléctrico. —Una de las chicas nos presta un generador —explicó—. Es mecánica o algo así. ¿Té?

Remus asintió. El té solía ayudar.

Grant se veía diferente. Apenas un año mayor que la última vez que Remus lo había visto, tenía el
rostro más delgado. Había perdido algo del brillo en sus ojos y su cabello rubio era aún más largo; todavía
rizado, pero necesita urgentemente un lavado. También parecía haberse roto un diente en algún momento,
y un hematoma del color de la miel vieja estropeaba su mejilla izquierda. Aun así, todavía tenía la misma
sonrisa amistosa. Le entregó a Remus una taza humeante y le sonrió.

— Te ves... bueno, como una mierda — dijo, bebiendo de su propia taza. — ¿Has estado
durmiendo mal?

— Oh, no — Remus negó con la cabeza — Acabo de salir del metro, vengo de St Edmund's.

142
— Oh, sí, ¿cómo está la Matrona? Te echó, ¿verdad? Me echó a mí, la vieja ramera.

— Nada de eso — dijo Remus — Yo sólo... pensé en visitar. Ver cómo estabas.

— ¿Mike te dijo dónde estaba?

— Sí... entonces, ¿Quién es Mike? — Remus le sonrió tímidamente desde detrás de su taza de té.

— Oh, ya sabes — sonrió Grant — Solo una compañía, para mí. No podía suspirar por ti todo el
año, ¿Verdad, chico elegante?

— Es realmente musculoso.

— ¿Lo es? — Grant pareció levemente divertido — Nunca me di cuenta. Realmente no hablamos
mucho.

Remus resopló ante esto, y se sintió bien. Grant lo hacía sentir tan normal; nunca podría bromear
cómodamente sobre ese tipo de cosas con los merodeadores, incluso cuando todos estaban hablando y
demás.

El departamento estaba más limpio de lo que parecía al principio, pero aún estaba en muy mal
estado. Había seis de ellos viviendo allí, entre dos dormitorios y una sala de estar, que era visible a través
de una puerta con cuentas al otro lado del pasillo. Aparentemente, uno de los chicos incluso dormía en el
baño porque, de todos modos, ninguna de las tuberías estaba conectada; el único grifo que funcionaba era
el de la cocina.

— Hay un retrete en el patio — explicó Grant — A veces podemos entrar para usar las duchas en
el club de box de al lado.

— Eh— otro joven se había despertado de su lugar en el sofá — Haznos una taza, Grant querido.
¿Quién es éste? — Estaba sin camisa, era de piel oscura y hermoso. Tenía la misma mirada distante que
Grant tenía ahora.

— Un amigo mío del hogar de los niños — dijo Grant — Remus Lupin.

— Ese no puede ser tu nombre. — El extraño lo miró boquiabierto.

— Ciertamente lo es — respondió Grant en nombre de Remus — Va a una escuela elegante y


todo, no? Remus, este es Adz.

— Caray — Adz miró a Remus, luego de nuevo a Grant — ¿Es uno de los nuestros?

Grant le entregó a Adz una tercera taza de té y examinó a Remus, mirándolo de arriba abajo con
apreciación. Él asintió con la cabeza, muy levemente. Remus no estaba seguro de lo que eso significaba,
pero tenía una idea. Reprimió un bostezo. Grant cacareaba con simpatía.

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— Pareces muerto de pie. — Él dijo. — Tuviste una de tus noches, ¿verdad? Ve y acuéstate si
quieres, los echaré a todos del dormitorio, nadie te molestará.

Remus asintió agradecido y fue conducido a una habitación oscura y lúgubre.

— Eh, idiotas holgazanes, se levantan. Mi amigo aquí necesita una siesta.

Remus murmuró una disculpa avergonzada a los cuatro jóvenes que se pusieron de pie y salieron
de la habitación. Las camas parecían ser utilizadas de forma rotatoria y nadie parecía molesto por esta
intrusión. Uno de los chicos incluso le guiñó un ojo a Remus.

Tres tristes colchones individuales yacían en el suelo, cubiertos de mantas y almohadas viejas.
Olía vagamente a moho y fuertemente a cuerpos sin lavar. Se había utilizado cartón para tapar las
ventanas rotas. Remus se alegró de que fuera verano; podría haber estado helando, de lo contrario. A pesar
de todo, durmió tranquilamente, sintiendo que finalmente había tomado algo de control sobre su situación.

Grant lo despertó unas horas más tarde. Se veía un poco mejor, como si hubiera tenido una buena
comida, al menos. El estómago de Remus rugió.

— Despierta, despierta — gorjeó Grant, sosteniendo otra taza de té. Remus se sentó y se frotó los
ojos. Algo del dolor que le quedaba de la luna llena todavía estaba allí, pero se sentía mejor. Debía de ser
mediodía, a juzgar por los brillantes rayos de luz que entraban por los huecos del cartón.

— Gracias — dijo con voz ronca, sorbiendo el té, moviéndose para que Grant pudiera sentarse a
su lado.

Se sentaron en un agradable silencio durante un rato, con la espalda contra la pared y las piernas
extendidas frente a ellos.

— Entonces —dijo Grant finalmente, una vez que juzgó que Remus estaba lo suficientemente
despierto y la mitad del té estaba bebido. — ¿Quieres decirme por qué estás aquí?

Remus se encogió de hombros.

— Solo de visita. Estoy harto de ese lugar.

— Sí, bueno, conozco ese sentimiento. — Grant suspiró — ¿No debes de volver a la escuela en
unas semanas?

— Sí. Tal vez. — Sabía que tenía que hacerlo. No había ningún otro lugar adonde ir.

— Harto de ese lugar también, ¿eh? — Grant le dio un codazo, bromeando suavemente. —
Continúa, cuéntanos qué pasó. ¿Te rompieron el corazón?

Remus lo miró, sorprendido. Grant se rió entre dientes — Sí, eso pensaba. ¿Quién es entonces?

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— No es… — Remus tartamudeó — No es eso, es complicado. Mi amigo simplemente... me
decepcionó.

— Sí, siempre lo hacen — asintió Grant sabiamente. — Apuesto a que son los peores por eso,
colegiales de escuela pública, ¿eh? Especialmente con nosotros los campesinos.

— ¡No fue así en absoluto!

— Sí, sí. — Hizo un gesto con la mano desdeñosa — Dite a ti mismo que eres diferente si quieres.
Mantente alejado de los toffs, si quiere mi consejo, solo somos un poco de diversión para ellos. Quédate
con los de tu propia especie.

— No se trata de clases. — Remus dijo, enojado. Grant lo miró con simpatía, como si fuera
mucho mayor y más sabio.

— Echa un vistazo Remus — dijo, señalando la habitación húmeda en la que estaban — Somos
británicos. Siempre se trata sobre las clases.

Remus miró su taza de té grisácea descascarada. Grant probablemente tenía razón. ¿De qué más se
trataba esta estúpida guerra si no? Sintió que debería decir algo más, algo ingenioso o inteligente. Se
quedó mirando el té y se sintió triste. Podría perderse si hablaba. Grant dejó su taza en el suelo de madera
y tocó la mano de Remus.

— Vas a estar bien. Deja de doler después de un tiempo.

— Yo…

No, no era bueno, Remus lo había perdido. Inhaló unas cuantas veces, esforzándose más que
nunca por no llorar, pero las lágrimas vinieron y estaba demasiado cansado. Grant lo rodeó con un brazo y
Remus se apoyó en su hombro, sollozando suavemente, hipando de vez en cuando, como un niño
pequeño. Grant le besó la cabeza, suavemente, y le susurró en el pelo: — No es ninguna vergüenza — lo
que solo lo hizo llorar más fuerte.

Quizás fue algo bueno. Una vez que finalmente se calmó, sintió que había tenido un buen sueño.
Se secó la nariz con la manga y se enderezó, buscando algo más de qué hablar.

— ¿Son todos aquí... um... ya sabes...? — Preguntó tímidamente.

— ¿Quee? Sí, la mayoría de nosotros. Ningún otro lugar adonde ir. Los polis no nos molestan si
los dejamos en paz.

— ¿Policía? ¡Pero no es un crimen!

— Lo es s para alguien de tu edad. — Grant enarcó una ceja. — La edad de consentimiento es


veintiuno para nosotros los desviados.

— Oh, claro, sí. Pero yo no... quiero decir que no iba a...

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Grant se rió y alborotó el cabello de Remus.

— ¿Te quedarás a pasar la noche? Muchos de nosotros nos vamos a un pub del Soho. Es lo
suficientemente seguro.

— ¿Puedo quedarme, entonces? ¿Sólo un rato?

— No veo por qué no. Ven, vamos a darte de comer. — Se puso de pie, luciendo más flaco que
nunca con sus delgados jeans de desagüe. Le ofreció una mano a Remus y lo levantó también.

El almuerzo consistió en tostadas de frijoles horneados; el pan estaba un poco mohoso, pero
rasparon los trozos más verdes. Después, se sentaron en la sala de estar con algunos de los compañeros de
casa de Grant y fumaron marihuana con Bob Dylan tocando de fondo. Todo se sentía claramente muggle,
y Remus se alegró de eso. Era tan simple: nadie lo conocía excepto Grant, que apenas lo conocía bien.
Podría ser muy fácil desaparecer si quisieras, pensó Remus para sí mismo.

Después de darle algunas caladas profundas a el porro, Remus se encontró tendido en la alfombra
beige ligeramente húmeda, mirando hacia el techo manchado de tabaco. Grant colocó suavemente un cojín
debajo de su cabeza. Estaba siendo tan amable, como un hermano mayor, a pesar de que tenían
prácticamente la misma edad y de que solo un año antes habían estado uno encima del otro. Remus estaba
siendo completamente honesto consigo mismo, había venido preparado para más de lo mismo, pero estaba
eternamente agradecido de que Grant ni siquiera insinuara en esa dirección.

— El maldito perro sigue ladrando — dijo alguien en el fondo, sacando a Remus lentamente de su
estado de ensueño.

— ¿Qué es, un callejero? — Alguien más preguntó.

— No sé. Pero es malditamente enorme. Una horrible cosa negra.

— ¿Dijiste que hay un perro negro afuera? — Remus se sentó, lentamente, con una sensación de
hundimiento en el estómago. Seguramente no podría ser.

— Sí — respondió Adz, de pie junto a la ventana.

Remus se puso de pie y se acercó a él. Efectivamente, allí estaba. Dio un paso atrás rápidamente
detrás de la cortina, para que Sirius no lo viera. ¿Qué tan lejos podían ver los perros?

— Yo um... necesito el baño, sólo un minuto. — Remus murmuró, saliendo del piso rápidamente.
Se apresuró a bajar las escaleras y tomar la puerta del patio, donde se detuvo en el umbral, mirando al
enorme perro negro que seguía ladrando en la ventana.

— Hola, Sirius. — Dijo en voz baja. El perro se volvió y se quedó callado de inmediato. —
¿James está contigo?

— Hola, Moony — James salió de detrás de algunos contenedores — Un lugar encantador el que
tienes aquí.

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— Mira, no estoy de humor. — Remus se cruzó de brazos. Se sintió un poco mareado por la
droga. — ¿Qué quieres?

Sirius no se había transformado de nuevo, sino que estaba allí sentado, mirándolo. Mejor. Eso
hacía más fácil para Remus el ignorarlo. En cambio, se dirigió a James.

— ¿Qué quisiste decir con 'qué queremos'? — James levantó una ceja — ¡Estábamos preocupados
por ti! Tu Matrona llamó a la policía muggle y dijo que te habías escapado, de alguna manera Dumbledore
se enteró y se puso en contacto con mis padres. Creo que pensaron que vendrías a nuestra casa. Sirius
estaba seguro que habías ido a Londres, siguió tu olor prácticamente desde el hogar de niños.

— ¿Estuvieron en St Edmund?

— Sí.

Remus se encogió ante eso, avergonzado. Nunca había querido que sus amigos supieran cómo era
el lugar donde vivía. Suspiró y extendió los brazos, como si se presentara para una inspección.

— Bueno, me has encontrado. — Él dijo. — Como puedes ver, estoy perfectamente bien. Ahora
vete. Y dile a tu perro que deje de ladrar. — No pudo evitar deslizar una desagradable púa hacia
Sirius. Su deseo de hacerle daño no había desaparecido, aparentemente. Padfoot gimió levemente
y agachó la cabeza. James lo ignoró, enfocándose en Remus.

— Tu no estás perfectamente bien. No siquiera te importa el hecho de que pareces estar tirado en
un departamento muggle, o el hecho de que la policía muggle te está buscando. Tenemos que llevarte de
vuelta, ahora mismo. Dumbledore solo puede detener al ministerio diciéndoles que has ido a caminar
durante veinticuatro horas, nos dijo. Entonces sino te buscarán también los Aurores.

— ¿¿Qué? ¿¿Por qué?? — De repente Remus se dio cuenta de exactamente por qué. No era solo
un adolescente fugitivo, como Grant y sus amigos. Era una criatura peligrosa suelta. De repente se sintió
muy, muy cansado. — Joder. — Murmuró, mirando hacia abajo.

— Ven a casa con nosotros, Remus. — James extendió una mano — Papá dijo que puedes
quedarte el resto del verano.

— No le he perdonado. — Remus dijo, ferozmente, mirando a James porque no podía mirar a


Sirius. James parecía tan cansado como Remus se sentía.

— Lo sé, amigo. Está bien, él lo entiende.

Eso lo enojó aún más, no quería que Sirius 'lo entendiera'. Quería... bueno, no sabía lo que quería,
¿Que rogara de rodillas? Padfoot estaba haciendo un buen trabajo con eso.

Él suspiró.

— Mira, tengo un amigo aquí, déjame ir y decirle que me voy.

Arriba, llamó a Grant desde el pasillo. No le gustaba darle un gran adiós delante de todos.

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— ¿Estás bien, Remus, amigo? — Grant dijo desde lo alto de las escaleras, mirando hacia abajo a
James y al perro, Sirius, esperando en el pasillo.

— Sí bien. Mira, me voy a ir... me tengo que ir.

— ¿Es un amigo? — Grant miró a James con recelo. — ¿Vas a estar a salvo?

— Sí, es un amigo de la escuela. Está bien. ¿Puedo llamarte, tal vez? — No tenía idea de cómo se
pondría en contacto con ese departamento muggle desde el mundo mágico.

— Puedes volver en cualquier momento.

— Gracias. En serio, Grant, gracias por todo. Eres... eres increíble.

— No me hagas sonrojar — Grant envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo delgado, mirando
hacia sus pies. — No es nada no harías por mí.

— Correcto. — Remus asintió. Grant miró hacia las escaleras de nuevo.

— ¿Ese perro le pertenece o algo así? Debería tener un bozal.

— Sí, probablemente — asintió Remus, esperando que Sirius pudiera escucharlo.

— No es peligroso, ¿verdad? Malditos perros, los odio.

— Es bastante dócil, no te preocupes. Estaré en contacto, ¿De acuerdo? — Remus se mordió el


labio, mirando hacia atrás a través de la puerta abierta hacia el atestado departamento — ¿Estarás bien...
aquí?

Grant se encogió de hombros y sonrió.

— No te preocupes por mí, cariño. Siempre aterrizo de pie.

Remus dio un paso adelante, poniendo una mano en el hombro de Grant para empujarlo
suavemente hacia atrás hacia la sombra de la escalera, para que no pudieran ser vistos por James y Sirius,
o a través de la puerta. Lo abrazó con fuerza. Grant le devolvió el abrazo, de una manera tan hermosa. Se
apartaron y compartieron un beso breve y amistoso, antes de sonreír tímidamente y separarse.

— ¿Qué es lo que tienes? — Grant alborotó el cabello de Remus — No te alejes mucho tiempo.

— Nos vemos. — Remus asintió.

(Song: Perfect Day - Lou Reed)

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94
Verano 1976: Los Potter
Cogieron el autobús noctámbulo de regreso a los Potter. Fue la primera experiencia de Remus con
ese extraño transporte de magos, pero estaba tan confundido por la falta de sueño y los restos de la hierba
que se encontró dormido en el cómodo sillón púrpura. Sirius seguía siendo un perro durante todo el
tiempo, pero Remus se negó a darle puntos extra por eso.

James lo sacudió para despertarlo una vez que llegaron, ya era tarde. Remus se detuvo frente a la
puerta principal y miró a James con nerviosismo.

— ¿Estará Dumbledore allí?

— Creo que se ha ido — dijo James, para tranquilizarlo — Er... Moody podría haber pasado,
aunque...

— ¿Por mi?

— Er... está viendo a papá... mira, no quería decir nada en el autobús, pero ha sido un verano
malo, ya sabes, por parte de la guerra. Estamos perdiendo.

— ¡¿Perdiendo?!

— Sí... hablaremos de ello dentro... padfoot. — James chasqueó los dedos hacia el perro negro. Al
instante, Sirius se transformó de nuevo en sí mismo. Remus apartó la mirada de inmediato. Todavía seguía
siendo hermoso. Bastardo, bastardo.

Dentro, la Sra. Potter vino corriendo.

— ¡Remus! — Ella levantó sus brazos para tirar de él en un abrazo.

— ¡Eufemia! — Una voz ladró desde la sala de estar.

— Oh... por el amor de Dios. — Murmuró la Sra. Potter. Dio un paso atrás y miró a Remus a los
ojos — ¿Qué te regalamos Monty y yo para la Navidad de 1973?

— Un juego de ajedrez —dijo Remus rápidamente, mirando la puerta por la que había llegado la
voz de Moody.

— ¡Es él! — Gritó Effie, extendiendo los brazos una vez más y abrazándolo con tanta fuerza
como le permitía la diferencia de altura. — ¡Estábamos todos tan preocupados por ti, querido!

— Estoy bien. — Remus dijo, avergonzado.

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— Pensamos que habías sido… oh, bueno, no soporto pensar en eso. La gente está
desapareciendo... marcas oscuras... yo realmente no... — se veía muy pálida y descolorida, como si
hubiera tenido muchas malas noticias últimamente. Remus se sintió terrible por aumentar sus problemas.
— No importa — dijo ella, enérgicamente, sonriendo de nuevo — ¿Algo para comer? ¿O te gustaría
lavarte primero? Albus envió tus cosas, están en tu habitación habitual.

— ¡¿Mis... mis cosas?!

— Desde el Hogar, querido. Dumbledore los envió a primera hora esta mañana...

Todo había sucedido tan rápido. ¿Era esto realmente necesario? Moody apareció de la sala de
estar. Miró a Remus de arriba abajo con un ojo; el otro, parecía haberse lesionado recientemente; estaba
cubierto por un parche de cuero grueso. El efecto lo hizo lucir aún más canoso y aterrador que nunca.

— Lupin. — Él asintió con la cabeza — Una palabra.

— No, Alastor — la Sra. Potter pareció haber sorprendido a todos, cuando se volvió y se colocó
entre Remus y Moody — Él acaba de llegar, y mírenlo - claramente está exhausto. Esto puede esperar
hasta mañana.

— Effie, esto es una cuestión del ministerio...

— Oh, me importa un bledo — dijo ella, y lo calló con un movimiento de su dedo — Solo tiene
dieciséis años, no es mayor de edad y está a mi cuidado. Remus — se dio la vuelta, su voz amable de
nuevo— simplemente ve a arriba, ¿eh? Haré que Gully envíe algo de comida, pero no bajes hasta que
estés listo.

Remus parpadeó asombrado. ¿Podría ser que un adulto realmente quisiera dejarlo en paz? Este
tenía que ser el primero. Tenía un nuevo respeto por Euphemia Potter.

— Gracias — murmuró, evitando la mirada feroz de Moody y pasando junto a ellos, ignorando a
James y Sirius, dirigiéndose directamente a las escaleras, subiéndolas tan rápido como su torpe cadera se
lo permitía.

Todas sus cosas habían sido ordenadas cuidadosamente en cajones y armarios de su dormitorio;
como si viviera allí. Se preguntó cómo sería tener un lugar como este al que llamar hogar: un lugar con un
dormitorio privado, un elfo doméstico y una madre. Sacó su varita de su baúl y la sostuvo por un rato, solo
para sentirla.

Que día. Remus se sintió terrible por dejar a Grant, después de haber sido tan hospitalario con lo
poco que había tenido. Había tres dormitorios vacíos en la casa de los Potter. Grant compartiría un
colchón en el suelo esta noche.

Se sentó en la cama y deseó que no fuera tan cómodo. Podía volver a dormir fácilmente, pero
también tenía hambre y no quería perderse lo que ofrecía Gully. Como por arte de magia, hubo un suave
golpe en la puerta.

— Adelante.

150
James asomó la cabeza,

— Hola ... me ofrecí a traer la bandeja, ¿Espero que no te importe?

Remus hizo un gesto de que no le importaba. James se veía incómodo — ¿Puedo entrar?

— Okay.

— ¿Puede... puede padfoot?

— No.

— Okay.

James desapareció y Remus lo escuchó susurrar: 'Dale un poco de tiempo, ¿eh?' antes de
reaparecer y entrar en la habitación con una bandeja llena de lo que parecían sándwiches de jamón.

— Mamá sugirió sopa — explicó, sentándose en la cama — pero dije que querrías algo con
mucha carne.

— Gracias — asintió Remus, agarrando uno de los panecillos y metiéndoselo en la boca. Al


menos así no tenía que hablar.

— ¿Cómo te sientes? — Preguntó James, con los ojos llenos de preocupación.

Remus asintió, con la boca llena, para indicar que se sentía perfectamente bien. James asintió en
respuesta. Así será ahora, pensó Remus con tristeza, sin Sirius para traducir entre nosotros.

James y Remus eran muy buenos amigos, mejores amigos. Habían estado solos juntos antes;
Tenían conversaciones privadas y confidencias compartidas. Pero de alguna manera no era lo mismo.
Sirius siempre había sido el denominador común, que los entendía a los dos, uniendo la brecha, de alguna
manera.

— Mira — dijo James — Dime que te deje en paz si quieres, y te dejaré descansar, pero... necesito
decirte algo, es importante.

— ¿Se trata de Moody? — Preguntó Remus, tragando.

— Sí. — James dijo: — Sí... querrá decírtelo, pero papá y yo pensamos que primero debería
provenir de un amigo.

— Él está aquí por asuntos del ministerio, parece — dijo Remus, con cuidado, queriendo entender
todo para que James no tuviera que explicarlo — Es un auror, así que... ¿Ha habido un ataque?

— Sí — parecía que James estaba luchando por mantener el contacto visual, pero fue valiente e
hizo lo que tenía que hacer. — En realidad ha habido algunos, este verano. Y algunas personas

151
desaparecidas, personas de nuestro lado. Entonces... hubo otro ataque, anoche, Remus. — Puso énfasis en
esto. Anoche. Noche de luna llena.

— Un hombre lobo. — Remus respiró.

James asintió, su boca era una línea recta y sombría. Remus dejó el sándwich. Su estómago gruñó
en protesta, pero ese era solo el lobo, queriendo más de lo que merecía, como siempre. Tendría que morir
de hambre.

— Estuve en St Edmund's — dijo Remus, desesperado — Todo el tiempo, encerrado, Madame


Pomfrey me vio, no pude haber salido, mira... — Se levantó la camisa apresuradamente, para mostrarle a
James los largos y crudos cortes que tenía en las costillas.

James hizo una mueca y miró hacia otro lado. Remus recordó que James rara vez había visto sus
cicatrices. Era Sirius, que siempre había estado tan fascinado.

— Lo sé — dijo James, una vez que Remus se había reemplazado la camisa — Y mamá y papá
también lo saben - Dumbledore le explicó todo, le dijo a Moody que no había manera de que tuvieras nada
que ver con eso. Pero él querrá hablar contigo de todos modos.

— ¿El ataque... alguien resultó herido?

— Sí. Algunas muertes. Algunos muggles y una familia de magos.

— Mierda.

— ¿Estás bien?

— Honestamente, no tengo una respuesta para ti, Prongs.

— Correcto. Lo siento.

— ¿Cómo ha estado tu verano? — Preguntó Remus, desesperado por postergar más malas
noticias. — ¿Bueno?

— Sí, no estuvo mal. Bueno, la guerra ha sido... pero ya sabes, muchos vuelos. Mary también
estuvo aquí un rato para ver a Sirius... — James se detuvo en seco — Lo siento

— ¿Cómo está Mary?

— Ah bien. Tú conoces a Mary. Él... él la envió a casa esta mañana, después de que supimos que
estabas desaparecido. Fue su idea ir a buscarte, hizo casi todo, incluso le gritó a Dumbledore, no podía
creerlo.

— Okay. — Remus dijo con frialdad. James frunció el ceño.

— Moony, él realmente lo siente.

152
— Eso veo.

— Estaba hecho un desastre, cuando escuchó que estabas desaparecido, y sobre los ataques, pensó
todo tipo de locuras, que habías sido secuestrado, atacado o algo así. ¿No puedes... no puedes al menos
hablar con él? Se siente miserable.

— No me importa cómo se sienta. — Remus mintió. — No quiero hablar con él.

— Es un idiota — dijo James — soy el primero en admitirlo. No piensa, sólo hace lo que se le
viene a la cabeza. Pero... bueno, tienes que recordar, su familia, la forma en que lo trataron, las cosas que
pasaron en Navidad...

— Sé lo que pasó en Navidad. — Remus espetó. — Yo también estaba allí, James.

— Sí, lo sé, pero...

— Y sentí pena por él entonces, de verdad. Sentí pena por él cuando éramos niños, y cada vez que
lo lastimaban, y cuando lo echaban; He pasado mucho tiempo sintiendo tan mal por él. Pero esto... esto.
— Él se detuvo. Las lágrimas lo arruinarían todo. Sin lágrimas.

James estaba muy callado.

— Te dejaré descansar. — Dijo, finalmente, levantándose para irse.

***

Jueves 12 de Agosto de 1976

Remus no salió de la habitación por el resto de la tarde, excepto una vez para usar el baño. No era
mejor que estar en St. Edmund, pensó con autocompasión. Mejor comida, obviamente, magia y
tranquilidad, pero… bueno, todavía se pasaba todo el tiempo tratando de evitar a todos, ¿No?

Moody todavía estaba en la casa, podía olerlo. Moody tenía un olor extraño, una combinación de
magia muy fuerte y poderosa, pesada y metálica como el hierro, además de algo más: brasas de carbón o
madera carbonizada. No se iría hasta que hablara con Remus, así que Remus se quedó quieto.

El olor de Sirius era demasiado familiar, más fuerte en la casa, que ahora llamaba hogar,
impregnando cada habitación. No había estado deprimido y solo durante todo el verano, sin importar lo
que dijera James, Sirius tenía a los Potter, Mary y su mejor amigo, todos diciéndole lo maravilloso y
bueno que él era. Pobre niño rico. Probablemente no había extrañado a Remus en absoluto.

Excepto... James había dicho...

No. Remus endureció su determinación. Sirius tenía que pagar, incluso si solo fuera con el
silencio de Remus.

153
Al día siguiente, bajó a desayunar, más por cortesía con sus anfitriones que por otra cosa. Hizo
todo lo posible por sonreír a la madre de James y agradecerle mientras ella le servía un plato de avena,
pero frunció el ceño cuando Sirius empujó el tarro de miel hacia él. Lo ignoró y, por primera vez en su
vida, se comió su avena sin azúcar. Sabía a mierda.

— Iremos al Callejón Diagon hoy, creo — dijo la Sra. Potter, mientras la tetera hervía. — Sus
cartas llegaron esta mañana. Remus… lo siento mucho, pero tendrás que quedarte aquí, querido. Recogeré
tus cosas.

— Consigo mis libros de segunda mano — dijo Remus, sonrojándose — del suministro en
Hogwarts. No tengo dinero.

— Oh. Bueno, no me importa, ya estoy ordenando lo de James y Sirius.

— ¡Le devolveré el dinero! — Sirius intervino ansiosamente — Tan pronto como tenga diecisiete,
lo prometo.

— Lo sé, querido — la Sra. Potter palmeó cariñosamente el brazo de Sirius.

— No puedo devolverle el dinero. — Remus dijo, hablando con la Sra. Potter, pero mirando a
Sirius, apretando los dientes. — Incluso cuando tenga diecisiete. No tengo herencia.

Sirius bajó los ojos, cabizbajo.

— ¿Por qué no puede venir Remus, mamá? — James saltó rápidamente. — Nunca ha ido antes.

— Me temo que no es muy seguro, amor — suspiró la Sra. Potter — Dumbledore y Moody están
de acuerdo... después del ataque.

Remus dejó caer su cabeza entre sus manos. Vio su vida desmoronarse ante sus ojos, siempre sería
así. Lugares a los que no podía ir, cosas que no podía pagar, amigos con los que no podía hablar. Cuando
termine la guerra, seguirás siendo un hombre lobo gay con problemas de ira. Esa voz desagradable
regresó.

— Espera — dijo James, de repente — ¡¿Llegaron nuestras cartas?!

Remus miró hacia arriba, confundido. La Sra. Potter sonreía con picardía, sus ojos brillaban.

— Dios mío — dijo, sacando tres sobres gruesos de su delantal — si te tomó tanto tiempo
recordarlo, entonces estoy muy preocupada por los resultados de tus Owls... — Le entregó a cada uno de
los chicos sus cartas, y ellos las abrieron.

Remus miró fijamente la lista de cartas en el pergamino. Extrañamente, lo que más lo sorprendió
fue su 'Aceptable' en Pociones. Definitivamente era obra de Lily Evans. Historia de la Magia;
Extraordinario. Cuidado de las criaturas mágicas; Extraordinario. Encantamientos; Extraordinario… y el
resto; Supera las expectativas. Una oleada de excitación comenzó en su estómago. Estos eran muy buenos
resultados.

154
— ¡Sí, Moony, que belleza! — James vitoreó, leyendo por encima del hombro.

— ¿C-cómo te fue? — Remus preguntó, tímidamente. James le entregó su papel - había obtenido
casi por completo 'Supera las expectativas' y dos Extraordinarios - uno en Defensa Contra las Artes
Oscuras y el otro en Transfiguración.

— ¡Ve y muéstrale a tu padre! — Dijo la Sra. Potter, después de besar alegremente a su hijo. El
señor Potter aún no había salido de su estudio, por lo que Remus podía decir. James también le llevó un
plato de tostadas.

Sirius estaba mirando a Remus al otro lado de la mesa, mordiéndose el labio.

— ¿Lo hiciste bien, entonces? — Preguntó, tentativamente. Remus asintió secamente.

— Estoy bastante feliz, sí. — Quería desesperadamente saber cómo le había ido a Sirius, sobre
todo para saber si lo había hecho mejor en Historia de la Magia. Afortunadamente, no necesitó preguntar.
Sirius deslizó su pergamino sobre la mesa. Remus estiró el cuello para mirarlo.

Habían logrado exactamente el mismo número de OWL, en diferentes temas. Las calificaciones
'Extraordinarias' de Sirius habían llegado en Transfiguración, Defensa Contra las Artes Oscuras y,
increíblemente, Estudios Muggles. Remus trató de no sonreír ante esto. En cambio, miró a Sirius con
frialdad y dijo:

— Te gané en la Historia.

***

La Sra. Potter y los chicos se fueron poco después del desayuno, y Remus se quedó solo. Salió al
jardín y se sentó en el borde del muro bajo del patio, contemplando los acres de tierra verde abierta. Sacó
sus cigarrillos. Solo quedaban tres. Tal vez podría ir a la ciudad más tarde y comprar algo; tenía un poco
de cambio en el bolsillo trasero. Estaba demasiado alto para robar estos días.

— Lupin.

Remus esperaba que sus hombros no se hubieran endurecido demasiado visiblemente ante el
sonido de esa voz ronca. Se volvió, lentamente.

— ¿Está bien, Moody? — Se alegró de tener el cigarrillo. Algo para esconderse detrás.

— ¿Puedo unirme a ti?

Remus se encogió de hombros. Moody se sentó en la pared a su lado. — Hermoso día.

— Sí, increíble...

— ¿Sin duda el chico Potter ha derramado las noticias sobre el ataque del hombre lobo?

155
Remus asintió, apreciando la franqueza de Alastor. Terminemos con esto.

— Sí. — Exhaló, lentamente, formando un anillo de humo. — ¿Qué querías preguntarme? Sabes
que estaba encerrado.

— He hablado con Albus y Poppy, ambos confirmaron tu paradero.

— Sip — Remus dijo, sarcásticamente. Moody le dio una mirada severa con su ojo todavía
funcional.

— Sin embargo, tenemos sospechosos. Uno en particular, alguien de quien quizás hayas oído
hablar.

Remus se quedó helado, sus manos comenzaron a temblar. Fingió que estaba arrojando cenizas.

— ¿Greyback? — Preguntó, su voz incolora.

— Greyback. — Moody confirmó. Remus apagó el cigarrillo y se agarró a la pared con ambas
manos, como si fuera a caer.

— No sabía que él estaba… no había oído hablar de él atacando a nadie en mucho tiempo. Pensé
que estaba en el extranjero, en algún lugar.

— ¿Has estado investigando, verdad? — Moody dijo, con una nota de desafío en su voz: —No
puedo decir que te culpe, muchacho. Querría saber todo lo que pueda. Entonces, ¿No ha intentado ponerse
en contacto contigo?

— ¡No! — Remus se sorprendió. ¡¿Por qué en la tierra lo haría?!

— Si has investigado correctamente, y Dumbledore dice que eres inteligente, ¿Sabrás que
Greyback tiene una inclinación particular por los niños?

— Mm. — Remus tuvo que evitar tocar la antigua cicatriz en su costado, esas marcas de dientes
de hace once años.

— ¿Nunca te preguntaste por qué?

— Es un monstruo. — Remus dijo con firmeza. Buscó a tientas su paquete de cigarrillos;


necesitaba otro, para mantenerse estable. Lo que no daría por un porro.

— Lo es —asintió Moody— pero tiene un motivo, por loco que parezca. Tenemos razones para
creer que le gusta convertir a los niños jóvenes, para que pueda presentarse cuando sean lo
suficientemente mayores y fuertes para unirse a él.

— ¿Unirse a él?

156
— En su mente, él es tu padre. — Moody dijo, como si no fuera nada: — Él querrá que... tomes el
oficio familiar, por así decirlo.

— Eso es asqueroso. — Remus se puso de pie, prácticamente gritando.

— Lo es. — Moody respondió, imperturbable. — Pero debes estar consciente. Greyback no se ha


visto en Gran Bretaña desde la última persona a la que se convirtió. — Aquí, le dio a Remus una mirada
muy aguda. — Pero una familia mágica fue asesinada anoche, todos excepto su hijo menor, que fue
mordido, pero sobrevivió.Se había dejado una marca oscura sobre la casa.

Definitivamente estaba trabajando con Voldemort, entonces. Genial.

— ¿Es por eso que no puedo ir al Callejón Diagon?

— Es mejor si te mantienes alejado de las áreas pobladas por magos por un tiempo. Hasta que lo
atrapemos.

— ¿Hogwarts?

— Hogwarts está a salvo — dijo Moody — pero no Hogsmeade. Le voy a pedir a Dumbledore
que te mantenga alejado.

— Oh. Okay.

— Y no más de eso de huir.

— Eso no fue... se trataba de otra cosa. — Remus suspiró. Entonces pensó en algo. — ¿Qué le
pasó al niño? El que fue mordido. — Se llevó el cigarrillo a los labios y lo chupó, pero se dio cuenta de
que no lo había encendido. Moody chasqueó los dedos y se encendió de inmediato.

— En San Mungo. — Dijo el auror. — Está en tratamiento. Estará bien.

— Oh, ¿lo estará? — Remus podría haberse reído. Volvió a mirar a través de los campos. Era un
hermoso día. — Hasta la próxima luna, supongo.

— Las personas adecuadas llegaron a tiempo. Haremos lo que podamos.

Las personas adecuadas. Remus se preguntó si las "personas adecuadas" habían sido responsables
de que lo llevaran a St. Edmund's. — Tenemos un amigo en común. — Moody dijo, de la nada.

— ¿Hm? — Remus le frunció el ceño.

— Leo Ferox. Buen hombre.

— Oh, cierto... ¿Cómo lo conoce?

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— Estábamos juntos en la escuela. Nuestros caminos se cruzaron en el trabajo, a veces, y por
supuesto trabajando con Dumbledore. Escuché que tú y tus amigos están planeando unirse, ¿No es así?

Remus tenía la impresión de que Moody sabía la respuesta a esto, y solo quería que Remus lo
confirmara él mismo.

— Sí. — El asintió. — Sé que no soy James, o... pero no soy malo en los duelos, y si puedo
ayudar, quiero.

— Si eres como tu padre, serás más que una ayuda.

Remus asintió con tristeza. ¿Cómo se suponía que iba a saber si se parecía en algo a su padre?
Qué estupidez decir eso.

— No sé sobre eso. — Dijo con amargura: — Tengo algunas limitaciones que mi padre no tenía.

— Podrías verlo de esa manera — Moody ladeó la cabeza. — O podrías verlo de otra manera.
¿Cuántos hombres lobo crees que tenemos de nuestro lado?

Remus frunció el ceño, como si Moody le hubiera insultado. ¿Es por eso que Dumbledore lo
mantuvo tan cerca? ¿Es por eso que no alertó al ministerio tan pronto como se reportó la desaparición de
Remus? No sabía si eso era mejor o peor. Al menos alguien pensaba que era útil.

158
95
Verano 1976: Charlas de paz
No era fácil para Remus mantener a Sirius a distancia mientras se quedaba con los Potter. La casa
era lo suficientemente grande, pero eso no importaba mucho en una casa familiar; algo que Remus recién
estaba aprendiendo. La Sra. Potter le dio a Remus su espacio durante los primeros días, pero después de
eso quedó claro que no tenía idea de la brecha entre los merodeadores y esperaba que los tres chicos
pasaran todo el tiempo juntos como de costumbre.

Por mucho que se sintieran incómodos con este arreglo, por sus propias razones, ninguno quería
decepcionar o preocupar a Euphemia. Así que se alcanzó una tregua incómoda, y Remus pasó la mayor
parte de su tiempo leyendo su libro, sentado lo suficientemente cerca de James y Sirius para que no
pareciera sospechoso.

Grant había dicho que no siempre dolería, y aunque no había tenido todos los hechos de la
situación, Remus estaba empezando a creerle. Todavía se sentía muy enojado con Sirius, pero le dolía
menos, ya que las últimas semanas del verano se desvanecieron en una inundación de sol y cielos azules.
Pudo, al menos, ser cortés, y Sirius parecía agradecido. En cualquier caso, había dejado de intentar
acorralar a Remus en una conversación cada cinco minutos.

Además, después de su conversación con Moody, Remus tenía otras cosas ocupando su mente.
Durante años, había estado trabajando bajo la suposición de que Greyback no lo conocía, que tendría el
elemento sorpresa en su esquina. Pero ahora parecía que Greyback también lo estaba buscando. No les
diría esto a los merodeadores, no hasta que supiera más. No sirve de nada preocuparlos; si Moody decía
que Hogwarts era un lugar seguro, Remus se inclinaba a creerle por ahora. Los Potter claramente
confiaban en él, y eso tendría que ser suficiente. Además de todo eso; conocía a Ferox.

Remus también había pensado en Ferox. Una vez más, su antiguo profesor parecía la opción más
segura a la hora de hacer preguntas. Comprendió la necesidad de Remus de saber más, incluso si no sabía
exactamente por qué. Y Remus no quería molestar al Sr. Potter, no cuando parecía tener el peso del
mundo sobre sus hombros. Enviaría una lechuza a Ferox tan pronto como regresara a la escuela, y tan
pronto como el polvo se hubiera asentado sobre esta reciente revelación.

Mientras tanto, Peter venía todos los días y salían en sus escobas, o se quedaban holgazaneando en
el césped, fumando, escuchando el tocadiscos de Sirius y tomando el sol. A Remus se le puso todo el
cuerpo de un cálido marrón avellana, lo que lo hizo lucir más saludable que nunca, y su cabello se
decoloró un tono más claro.

En el penúltimo día de las vacaciones, estaban haciendo exactamente eso: hacía demasiado calor
para moverse, y los cuatro estaban acostados de espaldas cocinandose ante el sol. Remus se había
posicionado un poco más lejos de los demás, solo para mostrarle a Sirius que no estaba libre de
problemas. (También porque Sirius tenía la molesta costumbre de quitarse la camisa y Remus intentaba no
mirarlo demasiado).

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— Entonces, dímelo otra vez — Peter bostezó hacia el sol, con los brazos detrás de la cabeza —
¿Cómo era el autobús noctámbulo? Siempre quise tomarlo.

— Sueñas en grande, Petey. — Sirius arrastró las palabras.

— No fue tan bueno — respondió James — No puedo esperar hasta que todos podamos aparecer,
las lecciones comienzan en Enero.

— Seguro voy a apestar. — Peter dijo con tristeza: — Dezzie ha estado leyendo los libros de
teoría, no puedo entenderlo.

— Bueno, es mejor que depender de ese estúpido autobús. — James se quitó las gafas y se frotó
los ojos. — Está bien para lugares mágicos, pero el conductor se perdía en el camino a St Edmund's.

El estómago de Remus dio un vuelco. Realmente odiaba la idea de que James y Sirius hubieran
estado allí. Sentía como si hubieran visto una parte privada de él que hubiera preferido mantener oculta.
Como la primera vez que se había transformado frente a ellos.

— No puedo creer que me haya perdido eso también. — Peter suspiró. — ¿Habían muchos
muggles? ¿Cómo era?

— Vamos Pete — dijo James — Es de la casa de Moony de la que estás hablando.

— Está bien. — Dijo Remus.

— Apuesto a que es genial vivir con muchas otras personas de tu edad — dijo James de manera
alentadora. Era el mayor dolor de James; haber crecido como hijo único.

— Es... — Remus buscó la palabra correcta. — Hay mucho ruido. ¿Entraste?

— Padfoot lo hizo, se arrastró debajo de un agujero en la cerca trasera.

— Sin embargo, no entré en el edificio. — Sirius dijo, rodando sobre hacia el frente. Los
músculos de su espalda se movieron suavemente bajo su piel y Remus tuvo que luchar para no morderse
el labio. — Una perra empezó a tirarme piedras.

— Matrona. — Confirmó Remus.

— Debía de ser ella — Sirius asintió, obviamente complacido por la atención — Si trata a la gente
de la forma en que trata a los perros, entonces no te culpo por huir.

— No se trataba realmente de ella. — Remus dijo, intencionadamente.

— Es una suerte que Prongs y Padfoot te encontraran, ¿Eh Moony? — Peter sonrió, felizmente
ignorante — ¡De lo contrario, estarías perdido en el Londres muggle!

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— No estaba perdido. — Remus dijo, con frialdad, dejando su libro finalmente. — Yo estaba con
un amigo.

— Pero James dijo...

— Dije que estaba en un departamento, Pete, no que estaba solo. Estaba con este tipo muggle, lo
siento Remus, he olvidado su nombre...

— No nos dijo su nombre. — Dijo Sirius, de la nada. Remus se sentó y lo miró con los ojos
entrecerrados. Sirius lo estaba mirando de una manera extraña, pero eso solo hizo que Remus se erizara.

— No. — Él respondió: — No lo hice. — Él se puso de pie. — Voy a entrar, hace demasiado


calor.

James, que parecía haber comprendido que la conversación había dado un giro desagradable,
también se levantó.

— Sí, tienes razón, Moony. ¿Entramos todos un rato? Y de paso tomamos algo y hacemos lo que
mamá nos dijo. Volverá pronto.

La Sra. Potter se había ido por la tarde a hacer un recado y el Sr. Potter estaba en el trabajo. Gully
estaba en alguna parte de la casa, por supuesto, pero nunca hacía notar su presencia a menos que lo
llamaran. Los chicos estaban bastante solos.

— Me iré a casa si van a hacer las tareas del hogar — se quejó Peter, luchando por ponerse de pie
— Puedo hacer las tareas del hogar en el mía.

— Anímate Wormy — James le dio una palmada en el hombro sudoroso — Hay tartas dulces en
la cocina, puedes tomar la de mermelada si quieres.

Los cuatro caminaron de regreso por el césped quebradizo hacia la casa, deteniéndose en el
cobertizo para que Sirius y James pudieran guardar sus escobas primero. Pete fue directamente a por su
tarta, y Remus se quedó en el patio, entre todos, sintiéndose muy molesto y agitado. Se sentó en la pared
baja de ladrillos de nuevo y escuchó las alegres bromas de Sirius y James desde el interior del cobertizo.

— Debería pulir el mango de nuevo antes de empacarlo...

— Maldita sea Prongs, ya lo pules dos veces al día.

— Se llama cuidar tu equipo, Black.

— Yo lo llamo frustración sexual.

— ¡Vete a la mierda!

Hubo una pelea, y Remus pudo escuchar las risotadas de Sirius mientras los dos chicos luchaban.
— ¡Espera a que regresemos a la escuela y pueda maldecirte! — James se rió.

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— ¡No te atrevas, algunos de nosotros usamos nuestros equipos!

— ¡Eres un idiota! Debería... oh mierda, cuidado...

— ¡Ah! — Sirius gritó — ¡Idiota! Eso dolió.

Ambos se tambalearon hacia la luz del día, Sirius agarrando su mano.

— ¿Qué hiciste? — Preguntó James, mirando por encima. Palideció, al ver la mano de Sirius, y
retrocedió — Lo siento amigo, sabes cómo soy con la sangre...

— Eurgh, también está sangrando...

— ¡Oye, aléjate de mí!

— ¿Qué debo hacer? ¿Esperar a que llegue tu mamá a casa?

— No hay otra opción, no sé ningún hechizo de curación...

— Ay, me duele mucho...

— Oh, por el amor de Dios — Remus se puso de pie, entrecerrando los ojos. — Déjame ver.

Sirius y James se volvieron para mirarlo. Los ojos de Sirius se posaron en James, luego de nuevo
en Remus, antes de que se acercara con la mano extendida. El corte era muy profundo, la sangre corría en
riachuelos por las largas muñecas blancas de Sirius.

Remus tragó saliva — Tienes que limpiar eso, se infectará... espera, tengo algunas cosas en mi
baúl.

Condujo a Sirius a través de la cocina, subió al baño del primer piso y abrió el grifo de agua fría.
Tenía algo de alcohol en su baúl que le sobraba de St Edmund's, donde a menudo tenía que cuidar de sus
propios rasguños cuando Madame Pomfrey no estaba cerca. Se lo había llevado, junto con unas bolas de
algodón y una gasa.

— Ven acá. — Dijo, sentándose en el borde de la bañera y señalando a Sirius que se sentara en el
asiento del inodoro cerrado. Obedeció, todavía tendiendo la mano con cautela.

Estaba mucho más fresco en el baño, y estaba tranquilizadoramente estéril, como en la enfermería.
Remus encontró eso muy relajante. Sirius estaba plácido y dócil, confiando completamente en Remus con
ojos atentos, como una mascota.

— ¿Qué es eso? — Preguntó mientras Remus vertía un poco de desinfectante en el algodón.

— Alcohol — Dijo: — Limpiará la herida.

— ¿Es algo muggle?

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— Estoy seguro de que funcionará igual — Remus arqueó una ceja. Tomó la muñeca de Sirius,
agarrándola con más fuerza de lo que realmente necesitaba. Su piel estaba caliente por el sol. Remus podía
sentir su pulso. — Va a doler. — Dijo, mientras presionaba. Sirius se estremeció, y Remus recordó el
tiempo después de Navidad que habían pasado en el baño de los Potter, perforando la oreja de Sirius.

— ¿¿Dolerá?? — Sirius entró en pánico en el último minuto, mientras Remus estaba listo con el
alfiler.

— Bueno, lo hemos adormecido un poco, pero sí, probablemente. — Remus dijo, con total
naturalidad. — No seas una niña.

— ¡Sé amable conmigo, Moony!

Ambos se habían reído y Remus lo había sacudido con cariño;

— Quédate quieto, cobarde.

Terminó de limpiar la herida y luego la envolvió en una gasa, pegándola con cuidado.

— Probablemente palpite un poco. — Él explicó. — Debe ser apretado. Detiene el sangrado así.

— Gracias, Moony.

— En cualquier momento. — Remus fue a levantarse, colocando ambas manos sobre la fría
porcelana de la bañera. Sirius de repente extendió la mano y tocó su brazo.

— Lo siento.

— Lo sé. — Remus respondió. — Ya lo has dicho.

— Lo que hice… — Sirius se humedeció los labios con nerviosismo, todavía agarrando el brazo
de Remus como si eso fuera lo único que lo mantuviera en su lugar.

— No. — Remus frunció el ceño, su determinación se debilitó.

— Pero deberíamos hablar...

— No podemos. — Remus dijo, simplemente. — No puedo, de todos modos. No hay palabras


para lo que me hiciste.

— No. — Sirius bajó la cabeza. — Tienes razón. — Lo soltó, pero Remus no se alejó, aunque
sabía que debía hacerlo. Sirius se pasó la mano ilesa por el cabello con frustración. — Soy un idiota. — Él
dijo.

Remus no refutó esto. Sirius continuó. — Fue un año realmente bueno, ¿No es así, quinto año?
Pasando las lunas juntos y las fiestas... y entonces causé todo esto.

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— Bueno. — Remus cedió. — Yo también cometí algunos errores. Hice cosas... las cosas fueron
diferentes, después de mi cumpleaños.

— ¿Qué? ¡Moony, no! — Los ojos de Sirius se agrandaron. Se veía tan serio y sincero que Remus
quería perdonarlo todo en un instante. — Sé que yo no... no hiciste nada malo. Eso, lo que pasó en tu
cumpleaños, fue...

Remus contuvo la respiración mientras Sirius buscaba la palabra. —... fue realmente valiente. —
Sirius terminó.

Remus parpadeó. ¡¿Valiente?! ¿Qué diablos se suponía que significaba eso? Sirius vio su reacción
y trató de ocultar sus huellas.

— Solo quiero decir que no deberías preocuparte por eso. No... eso no cambió nada, ¿De acuerdo?

— Okay. — Remus miró hacia abajo, luego, sintiéndose más valiente, miró hacia arriba de nuevo.
— Nunca hablamos de eso.

— Eres mi mejor amigo, Remus.

— Sirius, por favor...

— Y sé lo que hice. No hay palabras, no, así que me callaré y ... haré acciones, en su lugar, ¿De
acuerdo? Probaré que lo siento todos los días. Lo juro, nunca volveré a hacer otra cosa estúpida sin volver
a pensar.

Remus le dio una pequeña sonrisa.

— Si claro.

Sirius también sonrió, luciendo aliviado.

— Sí, está bien, quizás es un poco ambicioso. Nunca haré nada para lastimar a ninguno de mis
amigos, nunca más, ¿Qué tal?

Remus respiró profundamente. El perdón sería un gran alivio.

— Es un comienzo.

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~SEXTO AÑO~

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96
Septiembre
Miércoles 1 de Septiembre de 1976

— Este es el año, muchachos. Este es el año en que finalmente sucede. Seis años de espera
valieron la pena.

— No puedes estar hablando de lo que creo que estás hablando — Remus arqueó una ceja hacia la
parte superior de su libro.

— Oh, sí — James estaba radiante como un borracho — Lily Evans definitivamente se dará
cuenta de que está loca por mí. Puedo sentirlo.

— ¿De cualquier forma, estás seguro? — Sirius sonrió —Has tenido estos sentimientos antes.

— Los he tenido — James asintió con respeto — Tienes razón, Padfoot. Pero algo es diferente
esta vez. Prácticamente puedo saborearlo. El amor está realmente en el aire.

— O la lujuria — murmuró Remus, pasando la página — Probablemente solo estás captando las
locas hormonas que salen de estos idiotas. — Asintió con la cabeza a Sirius y Peter, quienes miraban por
la ventana del tren, buscando a sus respectivas novias.

— ¿A quién llamas idiota, Moony? — Sirius replicó: — No puedo evitar enloquecer a las mujeres
con mi encanto.

— SIRIUS MALDITO BLACK, ¡PODRÍA MATARTE! — El chillido furioso de Mary podría


haber roto un cristal. Sirius prácticamente saltó medio metro de su asiento.

Remus asintió satisfecho.

— Locas sí, no con tu encanto, de todos modos.

James se rió a carcajadas, casi ahogándose con los Bertie Botts de todos los sabores que había
estado masticando.

Nadie estaba más feliz con la reconciliación de Remus y Sirius que James. No dijo nada
directamente, pero tan pronto como reconoció que sus dos mejores amigos ya no se mantenían a distancia,
sonreía de oreja a oreja, volviendo a su estado travieso habitual. Y por lo tanto, volviendo a suspirar por
Lily Evans.

Lily entró en el vagón justo en este punto, detrás de Mary que había irrumpido como un torbellino.
Lily le sonrió a Remus y tomó el asiento libre a su lado, él le devolvió la sonrisa y se acomodaron para ver
el programa.

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— ¡¿Qué he hecho?! — Sirius preguntó, ofendido.

— ¡¿Realmente no lo sabes, verdad?! — Mary estaba de pie con las manos en las caderas, una
expresión de disgusto en su rostro. Se veía espectacular cuando estaba enojada, sus aros de oro
tintineaban, sus ojos con montura de kohl estaban muy abiertos y ardientes. — ¡¿Callejón diagón?! — Ella
golpeó con el pie.

Los ojos de Sirius se agrandaron.

— Idiota.

— ¡Vete a la mierda, Black! — Mary se volvió y salió furiosa. Sirius se apresuró a seguirla por el
pasillo, justo cuando el tren comenzaba a moverse.

— ¡Oye, Mary, espera! ¡Lo siento...!

Remus se volvió hacia Lily.

— ¿Qué hizo él?

— Olvidó su cumpleaños — sonrió Lily — Aparentemente tenían un plan para encontrarse en el


Callejón Diagon y ella lo esperó dos horas...

— Oh, mierda — James se golpeó la frente — Se suponía que debía recordarle...

— Son tan malos tanto uno como el otro — resopló Lily. — Godric salve a las chicas lo
suficientemente estúpidas como para casarse con cualquiera de ustedes.

— ¿Alguien ha visto a Desdemona? — Peter preguntó distraídamente. Lily negó con la cabeza y
los chicos se encogieron de hombros. Peter se levantó — Los veré mucho más tarde... — y salió del
vagón.

— Maldita sea. — James dijo: — ¿Qué pasó con los merodeadores?

— Oye, estoy aquí — dijo Remus, volviendo a su libro.

— ¡Mi único amigo verdadero! — James sonrió — Nunca me dejarás por una chica, ¿verdad,
Moony?

— No hay posibilidad — respondió Remus, pasando la página de nuevo.

— Espera — gritó Lily, agarrando el hombro de Remus — ¡¿Por eso te llaman Moony?!

Remus le dio una sonrisa de reojo y asintió muy levemente. Lily parecía asombrada.

— ¡No puedo creer que no lo entendí antes!

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— Espera — James frunció el ceño — ¿Entender qué? Es solo una broma, ¿verdad, Remus? Algo
estúpido que se nos ocurrió cuando éramos niños, no es la gran cosa ni nada...

— Prongs — Remus negó con la cabeza, riendo — Está bien; ella sabe.

Los ojos color avellana de James se agrandaron y los miró a ambos. Lily soltó una risita, sus ojos
se burlaron y Remus de repente vio exactamente por qué volvía loco a James.

— Eres un idiota, Potter. Pero al menos puedes guardar un secreto.

— Bueno, por supuesto — James enderezó la espalda e hinchó el pecho — Todos haríamos
cualquier cosa por Moony.

Remus estaba realmente muy conmovido por eso, y tuvo que levantar su libro para esconder su
rostro. Esperaba que Lily supiera que James estaba siendo bastante honesto, y que no solo presumía por su
aprobación. La puerta del compartimento se abrió y entró Marlene. Se había cortado el pelo hasta los
hombros durante el verano, como Mia Farrow. Le quedaba bien. Ella sonrió y asintió con la cabeza a sus
amigos, sentándose junto a James.

— Sirius y Mary están teniendo un buen partido de gritos, es una locura. — Miró a Lily, luego a
James, después a Remus — ¿Qué me he perdido?

***

Mary perdonó a Sirius cuando llegaron a Hogwarts, con la promesa de que la llevaría un día a
Hogsmeade para compensarlo. Remus estaba complacido, podía decir eso honestamente, de verdad, sin
amargura. Sentía que Sirius había trazado una línea sobre su beso, de vuelta en el baño de los Potter, y le
correspondía a él, Remus, honrar y respetar esa línea.

A Sirius le gustaba Mary. Remus tendría que superarlo, eso era todo. Y sí, está bien, a veces
Remus fantaseaba con besar el hueco de la clavícula de Sirius, con trazar una línea desde la boca de su
garganta hasta su naval, ¡¿Y qué?! Ese era puramente problema de Remus. Tendría que enfocar su
atención en otros lugares. Quizás Christopher se había vuelto deslumbrantemente atractivo durante el
verano.

El banquete y la selección fueron tan magníficos y tranquilizadores como siempre. Los amigos
charlaron sobre sus nuevos horarios (Lily estaba extremadamente decepcionada al descubrir que Remus
había elegido dejar Pociones, pero él prometió seguir dándole una oportunidad para vencerlo en
Encantamientos), sus veranos (evitando con tacto el cumpleaños de Mary) y la inminente presión de los
NEWT. Todo felizmente normal, pensó Remus para sí mismo mientras terminaban sus budines y se
levantaban, bostezando, listos para la cama.

— Estoy hecho polvo — dijo James, estirándose — esta noche temprano, ¿eh, Marlene? Practica
a primera...

— Oh no, no lo harás, Potter, vienes conmigo. — Lily dijo con severidad. Parpadeó, como si no
pudiera creer su suerte. Ella frunció el ceño — Tenemos que llevar a los de primer año a la cama, ¿Ya te
has olvidado de que eres prefecto?

168
— Oh, mierda, sí, me refiero a que idiota, quiero decir... ¡Ups!

Lily gruñó, levantándose.

— También trabajaremos en tu lenguaje. Venga. — Ella miró a los demás — 'Corazón de león' es
la contraseña.

Le dieron las gracias y siguieron adelante, dejando a James atrás, confundido pero agradecido.

Sirius se dejó caer en el sofá más grande y cómodo de la sala común, ocupando suficiente espacio
para tres personas. Mary se unió a él con una sonrisa indulgente, colocando sus pequeños pies sobre sus
piernas. Peter y Marlene comenzaron una partida de ajedrez en la alfombra frente al fuego y Remus tomó
su libro. Todo era como debía ser, sonrió pacíficamente.

Un capítulo después, Sirius evidentemente se aburrió.

— ¿Cuándo será nuestra primera fiesta, entonces? — Preguntó a la sala general.

— Nuestro primer partido es en Noviembre — dijo Marlene desde el suelo, con los ojos en el
juego. No podías apartar la mirada ni por un momento cuando jugabas contra Peter, nadie sabía cómo lo
hacía. — Puedes organizar la fiesta de la victoria si quieres, Black.

— Eso está lejos. — Mary ronroneó — ¿Halloween? Cerca de tu cumpleaños. Podemos hacerla
después del banquete.

El estómago de Remus rugió ante la mención de un festín. Dejó su libro

— Me pregunto si hay tiempo para bajar a las cocinas...

— No es posible que tengas hambre — Sirius arqueó una ceja — ¡Comiste tres raciones de pudín!

— Probablemente tengas razón. — Remus suspiró y se recostó en el sillón. Se movió de lado,


colgando sus largas piernas sobre el extremo, se quitó las zapatillas de tenis sucias y volvió a su libro. Era
Dickens - The Pickwick Papers - era divertido, pero seco, por lo que tenías que concentrarte realmente
para encontrar las partes divertidas. Desafortunadamente, un estómago lleno, un día largo y una cálida
chimenea no favorecían la concentración, y Remus pronto se quedó dormido.

Debió de haber pasado solo media hora, cuando Remus se despertó con el sonido de una risa
estridente.

— ¡Quédate quieto Potter!

— ¡Lo estoy intentando!

Remus parpadeó un par de veces, confundido y atontado. Miró a su alrededor para encontrar a
Peter y Marlene rodando sobre la alfombra de la chimenea riendo, Mary parada junto a Lily cerca del
agujero del retrato, donde James parecía estar realizando un complicado y vigoroso baile irlandés. Remus

169
sonrió adormilado y se enderezó, su espalda le dolía por dormir todo doblado. Giró a la izquierda, solo
para hacer estallar el cartílago de su cuello, y sorprendió a Sirius mirándolo con una sonrisa suave e
inconsciente. Remus enarcó una ceja, lo que pareció romper el hechizo, y Sirius parpadeó, luego miró
hacia otro lado, rápidamente.

— ¿Qué pasó? — Mary preguntaba, con las manos en las caderas.

— El tonto idiota se estaba luciendo, como de costumbre. Su maleficio golpeó una armadura y
salió por la culata. — Lily estaba medio riendo, medio tratando de arrinconar a James el tiempo suficiente
para realizar el contra hechizo.

— ¿A quién estabas tratando de hechizar? — Sirius se puso de pie ahora, cruzando la habitación.

— Al maldito de Mulciber — dijo James, con un ceño cómico en el rostro mientras sus piernas
volaban con energía debajo de él.

— Petrificus Totalus — dijo Sirius, con un bostezo. James se quedó inmóvil y cayó al suelo rígido
como una tabla.

— ¡Black! — Lily suspiró.

— ¡¿Qué?! — Sirius sonrió — ¡Solo estaba tratando de ayudar!

Remus rió, todavía estirándose. Probablemente era hora de irse a la cama. Se levantó lentamente,
mientras Sirius, Mary y Lily estaban de pie junto a James, discutiendo sobre qué hechizo romper primero,
el que lo hacía bailar o el que lo tenía petrificado, Sirius estaba a favor de simplemente levitarlo hasta la
cama como estaba.

Justo cuando Remus se dirigía en dirección al dormitorio de los chicos, vio a Christopher. El chico
de quinto año bajaba las escaleras, con una insignia de prefecto plateado brillante prendida con orgullo en
su pecho. Desafortunadamente, Christopher no se había vuelto increíblemente guapo durante el verano, de
hecho, todo lo contrario. Era obvio que había estado en un lugar muy caluroso y soleado durante el
verano, y su pálida piel inglesa estaba chamuscada de un rojo brillante y se le estaba pelando
grotescamente en la nariz.

Se miraron el uno al otro por un momento, antes de que Christopher le mirara los pies y luego se
alejara sin decir una palabra. Remus sintió la punzada de la culpa. Tendría que disculparse, en algún
momento.

***

Miércoles 8 de Septiembre de 1976

— Con sus OWL ahora detrás de ustedes, y sus EXTASIS a más de un año de distancia, no caigan
en la trampa de creer que este será un año fácil. Su sexto año sienta las bases para sus exámenes más
avanzados, y el trabajo que hagan será fundamental para determinar las oportunidades disponibles para
ustedes una vez que dejen la escuela...

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Remus luchó por no bostezar. Podría haberse sentido nervioso, preocupado, impulsado a actuar, y
lo había estado. La primera vez que escuchó ese discurso. Estaban a la mitad de su primera semana de
sexto año y hasta ahora todos los maestros habían realizado alguna variación del mismo discurso. Esta
mañana, el profesor Flitwick estaba dando la conferencia y, por lo tanto, se hizo un poco más interesante
debido a su vocecita chillona.

Remus miró por la ventana. Esta noche era luna llena y estaba inquieto. Tenía una sensación
horrible al respecto, así como las habituales punzadas tempranas y oleadas de adrenalina. Era la primera
luna llena que pasaría con los merodeadores desde aquella terrible noche de Junio. Era la primera luna
llena después del ataque del hombre lobo en Agosto, desde que se había escapado de St. Edmund's.

Los asesinatos le pesaban mucho. La familia se llamaba Munday, ambos padres habían nacido de
muggles. Había aparecido en los periódicos, y Remus leyó todo lo que pudo mientras estaba en los Potter.
Había buscado por todas partes la mención de Greyback, una imagen, una descripción, cualquier cosa. Si
este... hombre estaba detrás de él, entonces necesitaba estar armado con información. Pero no había nada.
La prensa no publicaba no mucho más de lo que Moody ya le había dicho.

La carta a Ferox estaba escrita desde hacia ya una semana. Estaba quemando un agujero en el
bolsillo trasero de Remus. Había estado esperando tener la oportunidad de escabullirse a la lechucería por
su cuenta.

Estimado profesor Ferox,

[Sabía que Ferox ya no era profesor, pero no sabía cómo llamarlo y no se atrevía a dirigirse a él
con algo tan familiar como 'Leo'.]

Espero que esté bien escribirle. Tenía algunas preguntas y no podía pensar en nadie más que
pudiera saberlo. Hablé con Alastor Moody mientras me quedaba con los Potter este verano y me dijo que
usted está bien. Espero que no esté en ningún lugar demasiado peligroso.

Moody me dijo que la familia Munday fue asesinada por Greyback. Dijo que Greyback podría
intentar encontrarme y hacer que me uniera a él. Espero que sepa que nunca me uniría a ese lado. Sin
embargo, quiero estar preparado si viene a por mí. ¿Puede decirme algo útil? Ni siquiera sé cómo es.

Lamento molestarlo con esto, pero es la única persona a la que puedo preguntarle, porque
conocía a mi papá y me conoce a mí.

Gracias,

Remus J. Lupin.

Sabía que se suponía que debías terminar las letras con "tuyo sinceramente" o "tuyo fielmente", o
algo así, pero parecía tan tonto y formal. Le preocupaba que Ferox pensara que se estaba esforzando
demasiado por parecer un adulto.

— ¿Moony? ¡Despierta, despierta! — Sirius sacudió su hombro.

171
— ¡¿Qué?! — Remus miró hacia arriba, parpadeando, aturdido. Sirius estaba de pie junto a él, y
todos los demás estaban empacando sus cosas.

— La lección terminó, tonto. ¿A dónde te fuiste?

— Solo... estoy distraído — respondió Remus. Se puso de pie y recogió su propio surtido de
plumas y pergamino colocándola en la parte trasera de su libro, levantándose.

El rostro de Sirius se suavizó. Se inclinó y dijo muy bajo.

— ¿Es por esta noche? ¿Estás nervioso?

Remus dio una especie de medio encogimiento de hombros, y una media sonrisa tranquilizadora.

— No más de lo habitual.

— Tenemos una hora libre ahora — dijo Sirius, alegremente - estaba disfrutando mucho su
horario EXTASIS, habiendo abandonado cuatro asignaturas. — ¿Quieres visitar los invernaderos?

— No — Remus sonrió — Está bien. De hecho... tengo que ir a la lechucería. Tengo una carta que
mandar.

— ¿Oh si? Iré contigo, James tiene otra reunión de prefecto perfecto. Te juro que nunca fuiste a
tantas reuniones.

— No, en cierto modo dejé todo en manos de Evans, para ser honesto — sonrió Remus — Por
supuesto, yo no estaba tratando de impresionarla.

Sirius se rió.

— Estás demasiado en lo correcto... al menos tu sí sabes cuáles son tus prioridades, Moony. ¿Para
quién es la carta?

— Er... ¿te importa no preguntar? — Remus miró hacia abajo, mientras salían del aula, caminando
con un paso un poco más largo de lo habitual para que Sirius tuviera que caminar más rápido para
mantenerse al día. Era un truco barato, pero ser alto tenía que haber algunos beneficios.

— Oh, por supuesto, amigo — Sirius asintió respetuosamente, — No me hagas caso, solo estoy
aburrido, sabes.

Últimamente había sido extremadamente dócil, casi ansioso de proporcionarle a Remus cualquier
concesión que solicitara. Remus pensó que probablemente podría salirse con la suya besándose con Mary
en la mesa de la cena de Gryffindor con la bendición de Sirius, como estaban las cosas.

Caminaron rápidamente hasta la lechucería, con la luna encerando, los niveles de energía de
Remus estaban por el techo, y luego subieron en fila india por la estrecha escalera de caracol final.

172
La lechucería era un lugar hermoso, para los estándares de cualquiera (siempre que ignoraras el
olor a mierda de pájaro) con la mejor vista que cualquier otro lugar del castillo. Era un espacio luminoso y
aireado con vigas altas, llena de los suaves sonidos de los búhos posados. Sirius se mantuvo
obedientemente a una distancia respetable mientras Remus seleccionaba el búho de aspecto más robusto
(no tenía idea de dónde estaba Ferox, o qué tan lejos estaba, y quería un pájaro que estuviera a la altura del
trabajo), adjuntó su carta y la lanzó a través de la enorme ventana.

Sirius estaba asomado por la ventana del lado opuesto, mirando hacia el bosque prohibido.

— ¿Qué tan lejos crees que llegamos el año pasado? — Preguntó: — Un par de millas, al menos...

— Al menos — estuvo de acuerdo Remus, uniéndose a él en el alféizar de la ventana.

— ¿Crees que podríamos llegar a esas montañas? Apuesto a que hay cuevas. Cuando era pequeño,
me gustaba bastante la idea de vivir en una cueva. Reggie y yo íbamos a huir de casa y convertirnos en
habitantes de las cavernas.

— Raro — Remus negó con la cabeza. — Estaría helado.

— Sí, bueno, no piensas en esas cosas cuando tienes siete años, ¿verdad?

— Supongo. En realidad, nunca pensé en huir, para ser honesto. Muchos chicos lo hacían, pero la
policía normalmente los traía de regreso. La Matrona solía decir que si uno de nosotros desaparecía, no le
importaba realmente, todavía le seguían pagando al final de la semana.

— Moony, eso es...

Remus se rió y se alejó.

— Vamos, salgamos de aquí, tengo hambre.

Comenzaron un descenso un poco más lento por la escalera de caracol, pero tuvieron que
detenerse a la mitad cuando escucharon pasos que se acercaban. El estómago de Remus se hundió cuando
vio que era Christopher. Se había recuperado un poco de la quemadura de sol, pero todavía tenía un poco
de brillo en las mejillas y la nariz. Se congeló cuando vio a Sirius, con Remus detrás de él.

Los dos chicos se pegaron a la pared lo mejor que pudieron para dejarlo pasar.

— Hola, Chris — Remus sonrió cortésmente.

— Hola. — Christopher respondió, sin hacer contacto visual. ¡Ah! Definitivamente todavía estaba
molesto por la forma en que Remus le había hablado al final del último trimestre. Remus había estado
preocupado por eso, pero supuso que se merecía un poco de frialdad. El pin de plata brillaba en la túnica
de Chris y Remus trató de no hacer una mueca. Podía sentirlo en sus dientes, una sensación de vértigo y
náuseas.

— Felicitaciones por ser prefecto — dijo, tratando de sonar amigable y alentador.

173
— Si gracias. — Christopher asintió. todavía no levantaba la vista, exactamente, pero miró el
espacio sobre el hombro izquierdo de Remus y sonrió débilmente al pasar.

La proximidad a la plata era extremadamente desagradable, y la cabeza de Remus daba vueltas,


mareándolo. Cuando Christopher los pasó a ambos, Remus se tambaleó hacia adelante y tuvo que agarrar
el hombro de Sirius para mantener el equilibrio. Tuvo que concentrarse en su respiración para evitar
desmayarse por completo hasta que Christopher llegó a la lechucería y apenas notó que Sirius le había
pasado un fuerte brazo por la espalda para apoyarse.

Cuando abrió los ojos, y el mareo había pasado, Remus pensó que debían de haber sido solo unos
segundos que se habían quedado así, abrazados el uno al otro en las sombras de la escalera. Debes dejar de
quedarte atrapado en espacios reducidos con él, la parte lógica del cerebro de Remus lo regañó. Se dio
cuenta de que había estado agarrando el hombro de Sirius con mucha fuerza, y lo soltó rápidamente,
alejándose y ajustándose la túnica.

— Lo siento — dijo —me tomó por sorpresa.

— Está bien — Sirius sonrió, girando y bajando las escaleras de nuevo, — Otra razón para odiar a
los prefectos, ¿eh?

174
97
Octubre
Sábado 9 de Octubre de 1976

— Ugh — Remus se puso de pie tambaleándose cuando la transformación se terminó y su cuerpo


volvió a su forma humana.

— ¿Eso no pareció tan malo? — James dijo, acabando de transformarse.

— Depende de lo que quieras decir con malo — Remus hizo una mueca, poniéndose los
pantalones rápidamente.

James miró hacia otro lado, cortésmente para preservar su modestia, y Sirius, todavía siendo un
perro, se acercó con la camisa de Remus en su boca, ofreciéndola con la cabeza ladeada. — Gracias,
Padfoot — sonrió Remus. Quería darle una palmadita en la cabeza al perro. Debía de recordar que se
trataba de Sirius.

— Gracias a Merlín que es sábado — bostezó James, tomando asiento en el sofá roto. Se hundió
tristemente debajo de él, los resortes jadearon.

— Sí, si Madame Pomfrey me deja salir de la enfermería, probablemente me iré directamente a la


cama de todos modos — respondió Remus, reprimiendo su propio bostezo y recostándose en su cama.

— Tienes suerte —dijo Peter, apareciendo como de la nada, en un rincón lejano de la


habitación— Se supone que llevaré a Dezzie a Hogsmeade a las once. Prongs, ¿No tienes que llevar a los
de tercer año hacia abajo?

— No — James bostezó de nuevo, ruidosamente — Ahora que Evans sabe sobre el pequeño
problema peludo de Remus, en realidad me está dando un respiro. Ese chico de quinto año con
quemaduras de sol lo está haciendo en mi lugar.

— Evans no sabe nada más, ¿verdad? — Sirius finalmente reapareció, uniéndose a James en el
sofá.

James negó con la cabeza, recostándose en el sofá y cerrando los ojos. — Oi — Sirius le dio un
codazo — Tenemos que irnos, pronto, no duermas.

— Pueden irse si quieren —murmuró Remus— descansen un poco. Gracias por venir y todo eso...

— ¿Vienes a Hogsmeade, Moony? — Preguntó Sirius, levantando a James — ¿Tres escobas?

— No puedo — Remus negó con la cabeza — ¿No te lo dije? Me revocaron el permiso. Después
de los ataques...

175
— ¡¿Qué?! — Sirius parecía indignado — ¡No pueden castigarte por algo que otro bastardo ha
hecho!

— ¡Shhh! — Remus agitó su mano, frunciendo el ceño. Madame Pomfrey podría estar bajando
por el túnel y, además, le dolía la cabeza. —No es para castigarme, es por mi seguridad. Ahora piérdanse,
todos ustedes.

Se fueron justo a tiempo, Madame Pomfrey entró a la casa solo unos minutos después. Ella le dio
una rápida mirada y, satisfecha, acompañó a Remus de regreso al castillo. Ella le recetó unas horas de
sueño en la enfermería, lo que aceptó con mucho gusto. Con todos sus amigos en Hogsmeade, no había
mucho que perderse.

Se despertó aproximadamente a la hora del almuerzo, el estómago retumbaba como de costumbre.


Madame Pomfrey evidentemente había anticipado esto; había un plato de embutidos y pan en su mesita de
noche, junto con un cuenco de fruta y una gran copa de jugo de calabaza, que escurrió primero.

Remus estaba tan hambriento, de hecho, que no se dio cuenta de la carta apoyada en el frutero
entre dos manzanas hasta que se estaba terminando su segundo sándwich. Cuando vio que estaba dirigido
a él en una letra familiar que había visto de sus cientos de ensayos devueltos de Cuidado de criaturas
mágicas, casi tira su plato de la cama en su afán de abrirlo.

Querido Remus,

Es un placer saber de ti, no me molesta lo más mínimo.

No puedo revelar mi ubicación en este momento, pero ten la seguridad de que estoy tan seguro
como me es posible. Me alegra saber que estás bien, Dumbledore me contó los resultados de tu OWL.
Estoy increíblemente orgulloso de ti, Remus, sé que debes de haber trabajado muy duro. Sigue así y te
prometo que nada podrá detenerte.

Es perfectamente natural que desees saber más sobre Greyback. Ojalá tuviera más que contarte.
Me temo que nunca he trabajado en ningún caso relacionado con hombres lobo para el ministerio, y si
quieres mi opinión, nadie ha hecho ninguna investigación útil sobre la licantropía desde tu padre, y como
sabes, estaba terriblemente equivocado acerca de un montón de cosas.

Sé que Greyback era un mago peligroso antes de que lo mordieran, y es uno de los hombres más
crueles de los que he oído hablar, salvo el mismo Voldemort. El consejo que lo liberó en contra de los
deseos de tu padre creía que era un vagabundo muggle; yo entendería que esto significa que se viste
pobremente y es un hábil manipulador.

Lo siento, no puedo darte más que esto. Sin embargo, quiero enfatizar que lo más importante que
sabemos sobre Greyback es que es peligroso. Si tienes la más mínima sospecha de que él sabe dónde
estás, debes contactar a Dumbledore de inmediato. Solo se puede confiar en Dumbledore.

Mucha suerte con tus EXTASIS.

Ferox.

176
Remus leyó esto dos veces, luego leyó el primer párrafo una vez más, solo por la emoción que le
causaba. 'Estoy increíblemente orgulloso de ti, Remus'. ¡Qué cosa tan maravillosa! Por supuesto, no había
información sólida allí. Nada que Remus no hubiera considerado ya, por supuesto que Greyback debía de
parecer un vagabundo; esa era la mejor manera de evitar llamar la atención sobre ti mismo. Y Remus era
la última persona que necesitaba escuchar lo peligroso que era este hombre. La carta se sintió preciosa, de
todos modos. Solo los merodeadores le habían escrito antes.

— Buenas tardes querido — Madam Pomfrey salió de detrás del biombo. Tenía un sexto sentido
para saber cuándo estaba despierto.

— Hola — le sonrió, las alentadoras palabras de Ferox todavía estaban en su mente.

— Estás de buen humor — le devolvió la sonrisa — aunque no te culpo, ¡casi una noche perfecta!
Eres libre de irte tan pronto como quieras.

— Gracias — Sacó las piernas de la cama a la vez, luego miró hacia arriba, rápidamente — Er...
¿Señora Pomfrey? ¿Puedo preguntarte algo?

— Por supuesto, Remus — respondió ella, ocupándose de quitar la cama ahora que la había
dejado. Lo hizo con un movimiento de su varita, era una de las magias más elegantes y perfectas que
Remus había visto jamás.

— Me gustaría aprender sobre hechizos curativos. Solo cosas básicas, no soy bueno en pociones,
en realidad, lo dejé.

— Mm, lamento escuchar eso — respondió ella, ordenando su cama ahora — Hacer pociones es
una habilidad útil.

— Bien, pero solo quiero poder arreglarme después de la luna llena, una vez que termine la
escuela, ya sabe...

Madame Pomfrey detuvo lo que estaba haciendo y se sentó en la cama para mirarlo. Cuando él era
un niño, estaban cara a cara cuando ella se sentaba. Ahora tenía que mirar hacia arriba cuando él se alzaba
sobre ella, y él pensó por primera vez en lo pequeña que era. Nunca había olvidado la mañana en que ella
lo meció en sus brazos, y lo seguro que lo hizo sentir entonces. Probablemente podría recogerla ahora, si
quisiera, y de alguna manera ella todavía le daba esa misma sensación de seguridad.

— Está bien, Remus — dijo, después de examinarlo — Yo enseño a una pequeña selección de
estudiantes los conceptos básicos de la curación los martes por la noche. Puedes unirte, si lo deseas, pues
no hay ningún requisito.

— ¡No sabía que hacía eso!

Ella sonrió con cariño, se levantó de nuevo y reanudó su trabajo.

— Es para preparar a los estudiantes que deseen comenzar su formación como sanadores una vez
que abandonen Hogwarts. Solo puedo suponer que la curación no es la carrera que elegiste cuando
hablaste con la profesora McGonagall el año pasado.

177
— Oh, sí, claro... — Se frotó la nuca, un poco avergonzado. Nunca había pensado en la curación,
en gran parte porque pensaba que probablemente implicaba muchas pociones, pero también porque estaba
bastante seguro de que nadie querría contratar a un hombre lobo para cuidar a las personas vulnerables.

La sala común estaba casi vacía, era un agradable día soleado de otoño y un fin de semana de
Hogsmeade. Remus entró al dormitorio con bastante ruido, permitiendo que la puerta se cerrara de golpe.
James se sentó en la cama, sorprendido.

— ¡Maldita sea!

— ¡Oh, lo siento! — Remus se encogió — ¡Pensé que estabas en Hogsmeade!

— Íbamos a ir — Sirius se dio la vuelta en su propia cama, bostezando — Pero nuestras camas se
veían tan cómodas...

— Maldita sea, no quería dormir tanto. — James se levantó y se estiró. — También iba a ir a darle
a Rosmerta un poco de dinero para el whisky de fuego de Halloween.

— No te preocupes, le pedí a Peter que lo hiciera. — Sirius respondió, acostado de espaldas, sin
hacer ninguna señal de que planeara levantarse. — ¿Es la hora del almuerzo?

— Sí — sonrió Remus, complacido de tener a sus amigos por una tarde que había esperado que
fuera muy aburrida y solitaria. — ¿Bajamos?

— Déjame ducharme primero — asintió James, caminando adormilado hacia el baño. — Uf, y
realmente debería comenzar ese ensayo de Defensa Contra las Artes Oscuras sobre los patronus, ¿Alguno
de ustedes lo ha hecho?

— En eso estoy — dijo Remus, hojeando su propia pila de tareas — Puedes echar un vistazo si
quieres, pero apuesto a que lo sabes mejor que yo de todos modos.

— Apenas tuve tiempo para la lectura — gritó James desde el interior del baño. Nunca cerraba la
puerta y lo trataba en todos los sentidos como si fuera un vestuario de Quidditch — Con el juego llegando
y estas patrullas de prefectos, no es que me queje de eso... aunque los patronus se ven muy bien, quería ser
el primero en hacerlo eso.

Remus no respondió a esto, pero pensó que James probablemente sería el primero en lanzar un
patronus. No solo porque era el mejor del año en DCAO, sino que, según los libros que Remus había leído
hasta ahora, parecía que necesitabas poder evocar un pensamiento feliz en muy poco tiempo. James
parecía el que tenía más probabilidades de hacer esto. Remus pensó que probablemente él también podría
manejarlo, pero tal vez no tan rápido. Hizo una nota mental para pensar un poco más antes de la lección
práctica.

— Así que, hemos conseguido las bebidas — estaba diciendo Sirius, en voz alta, para que James
pudiera oírlos por encima del agua — La comida es fácil, y será justo después del banquete, de todos
modos, así que nadie tendrá hambre, excepto Moony.

178
— Púdrete — Remus dijo alegremente, acomodándose en su propia cama, todavía tratando de
pensar en pensamientos felices.

— Decoración... — Sirius continuó, sonriendo — Bueno, le pedí a Avni de Hufflepuff que hiciera
algo creativo con calabazas, así que veremos cómo va... entonces todo lo que necesitamos es la música. Lo
harás de nuevo, ¿No es así, Moony?

Remus se encogió de hombros.

— Podría, pero la última vez todos pusieron lo que querían de todos modos. — No quería admitir
que no estaba particularmente ansioso por la fiesta de Halloween. No es que no le encantara ponerse ebrio
com whisky de fuego y ver a James hacer un tonto de sí mismo en la pista de baile. Pero no podía
deshacerse del recuerdo de la última fiesta en la sala común de Gryffindor y de cómo había terminado
para él.

— Está bien — Sirius lo tranquilizó — Solo intenta poner el lugar más animado en las primeras
pistas. Er... ¿Algo con lo que puedan bailar, esta vez?

Remus sonrió y arqueó una ceja.

— Puedes bailar al ritmo de Pink Floyd, si te esfuerzas lo suficiente.

— Sé que tienes estándares, pero er... ¿Mary ha preguntado si podrías poner un poco de ABBA,
tal vez? — Sirius preguntó esto con una leve mueca de dolor, como si le causara dolor físico.

— Oh, Jesús — Remus se dejó caer en su cama, dramáticamente, echándose un brazo sobre su
rostro — Ahórrame el sufrimiento.

Sirius se rió, lo que hizo que incluso ABBA pareciera que valía la pena.

— ¡Mierda! ¡Mary! — James gritó desde el baño.

Sirius frunció el ceño.

— ¿Qué? — Él gritó en respuesta.

James salió corriendo del baño, empapado y goteando sobre las tablas del piso, con una toalla
alrededor de su cintura.

— ¡Mary! — Dijo, de nuevo — ¡Se suponía que ibas a invitarla a un día en Hogsmeade, para
compensar lo de su cumpleaños!

— Oh, que hijo de puta — Sirius se golpeó la cabeza, molesto — ¡¿Cómo es que sigo
olvidándome?!

— No es tu culpa, amigo — dijo James agarrando otra toalla para secar su cabello, poniéndolo
más desordenado en el proceso. — Has estado ocupado.

179
Remus pensó que esto era extremadamente caritativo por parte de James, y en realidad era un
poco mentira, siendo honesto. Sirius era el menos ocupado de los merodeadores, apenas se molestaba con
la tarea, no estaba en el equipo de Quidditch, no hacía nada extracurricular y estaba tomando menos
materias incluso que Peter. Aparte de las detenciones y un compromiso dedicado a las bromas pesadas,
Mary era la única otra preocupación real de Sirius.

— Ah, bueno, ella me perdonará. — Sirius suspiró — La sacaré la próxima vez y me volveré loco
el día de San Valentín.

— Eso es meses — le recordó Remus.

Sirius se encogió de hombros. James negó con la cabeza, se puso las gafas y buscó ropa en su
tocador.

— Es tu funeral, amigo — dijo — vas a perder a esa chica si no tienes cuidado.

El corazón de Remus dio un vuelco.

180
98
Halloween
Martes 26 de Octubre de 1976

El embarque en el Expreso de Hogwarts en Septiembre.

Escuchar a Bowie

Escuchar a T-Rex

Navidad con los Potter

Ganar una partida de ajedrez

Comenzar un nuevo libro

Terminar un libro

La voz de Grant en el teléfono

Una broma perfectamente ejecutada

Vencer a Sirius en Historia

Vencer a Sirius en cualquier cosa

Correr por el bosque a toda máquina con Padfoot

La sonrisa de Sirius Black

Besar a Sirius...

— ¡Uf, concéntrate! — Remus murmuró enojado para sí mismo mientras caminaba por los
pasillos hacia la enfermería. Un grupo de Slytherins de primer año que pasaban por su lado saltaron ante
su arrebato y luego se escabulleron, susurrando. Oh, genial, pensó Remus, apuesto a que Snape ya les
contó todo sobre Loony Lupin. Hablar conmigo mismo ayudará mucho...

Iba de camino a su primera sesión de estudio con Madame Pomfrey y los estudiantes que se
estaban preparando para ser sanadores, y estaba usando su tiempo libre para enumerar todos sus recuerdos
más felices. Solo un recuerdo en particular seguía interrumpiendo. Si mi patronus es un perro negro, se
dijo a sí mismo, tendré que dejar Hogwarts para siempre y no volver a mostrar mi rostro.

181
— ¡Hola, Remus! ¿Qué estás haciendo aquí?

Había llegado a la enfermería y se había encontrado a Marlene esperando afuera, sonriéndole,


apretando un gran libro de texto contra su pecho.

— Hola — le devolvió la sonrisa — estoy aquí para las lecciones de sanación.

— ¡Oh wow! ¡No tenía idea de que quisieras ser sanador! — Ella sonrió.

— Er... bueno, sí, quiero decir... solo estoy un poco interesado en eso... ¿y tú?

— ¡Oh, sí, es todo lo que siempre quise ser! — Dijo con orgullo.

Remus trató de no parecer demasiado desconcertado. Eso se sentía como el tipo de cosas que
debería saber sobre tus amigos, pero claro, Marlene siempre había sido un poco más reservada que Lily o
Mary.

En secreto, Remus siempre había sentido un cariño especial por Marlene. Ella era callada y
tímida, como él, menos abrasiva que Mary y menos mandona que Lily. Recordó una vez que, en un
momento de confusión a la edad de trece años, haber decidido gustar de ella. Eso lo avergonzaba ahora,
pero tenía la sensación de que si se lo decía, ella vería el humor en ello. En realidad, ahora que lo pensaba,
Marlene tenía la bondad inherente y la actitud sensata que probablemente convenía para ser un sanador.

Además de eso, durante la lección de Madame Pomfrey, Marlene fue claramente la estudiante
destacada. Parecía conocer la mitad de los hechizos y la medibruja le dijo con aprobación que tenía un don
natural. Marlene se sonrojó de orgullo ante esto, y Remus se dio cuenta de que era la primera vez que la
había visto con tanta confianza. Siempre había parecido insegura de sí misma antes.

— ¡Caray, debería empezar a recibir lecciones de ti! — Dijo, cuando salieron de la enfermería
más tarde esa noche.

— Oh, cállate — sonrió tímidamente — Serás mi competencia una vez que hayas tenido la
oportunidad de ponerte al día.

— Lo dudo — le dio un codazo. — ¿No quieres ser una golpeadora profesional, entonces?

— ¡Ja, no hay chances! — Ella se rió — Deberías ver el estado en el que se encuentra mi
hermano, y solo ha sido profesional durante unos años. Sin embargo, no me importaría ser la sanadora de
los Cannons. O al equipo para el que Potter sea reclutado, entonces todavía podré verlos a todos después
de que termine la escuela.

— ¡Nos veremos de todos modos! — Remus dijo: — No puedes deshacerte de nosotros tan
fácilmente.

— Eres una dulzura, Remus — le dio un codazo. — Oye, estoy deseando que llegue la fiesta,
¿Son ciertos los rumores?

— Er...

182
.***

El Halloween de 1976 caería un domingo y, debido a la naturaleza de la noche, los estudiantes de


Hogwarts tenían el lunes libre. Esto, en la mente de Sirius, no podría haber sido más perfecto.

Las fiestas de los merodeadores se habían vuelto legendarias y había rumores por todo el castillo
especulando sobre lo que exactamente los cuatro chicos podrían tener reservado. Se mencionó una gran
cantidad de alcohol, posibles fuegos artificiales: Remus escuchó a un Hufflepuff que juró a ciegas que
habían pasado de contrabando a una banda real, con instrumentos y todo.

— ¿Qué piensan? — James se rió — ¿Que los tengo escondidos debajo de mi cama?... eh...
aunque podrían tener razón sobre los fuegos artificiales...

— ¡James! — Remus gimió — ¡Eres prefecto!

— Exactamente por eso — sonrió, hinchando el pecho — tengo la autoridad para aprobar
cualquier celebración que me plazca.

Remus había incitado tentativamente a Lily con esta declaración, no queriendo meter a James en
problemas, pero tampoco queriendo verla humillada.

— Mira, Remus, después de seis años estoy aprendiendo a ir con la corriente con cualquier cosa
que ustedes tramen — dijo, sin levantar la vista de sus tablas de aritmancia — Si Potter y Black quieren
una fiesta, pues encontrarán una manera de hacerla... sólo voy a repasar algunos hechizos de extinción y a
asegurarme de que nadie resulte herido. Además — y ella miró hacia arriba, ahora — Creo que todos
necesitan un poco de ánimo. Por la guerra, ya sabes...

Entonces eso era todo. Si Lily Evans estaba de acuerdo con una fiesta, Remus supuso que él
también tendría que estarlo. Además, también era en parte para celebrar el cumpleaños de Sirius, que caía
el miércoles siguiente. Y tenías que tener una crueldad sobrehumana para privar a Sirius Black de una
celebración de cumpleaños.

Este era un punto doloroso para Mary, quien había sido olvidada dos veces y estaba perdiendo la
paciencia rápidamente con su novio voluble y fácil de distraer. El problema era que parecía pensar que
Remus era la mejor persona para desahogarse.

— No soy idiota — suspiró, unos días después de perdonar a Sirius por su último desaire (no
después de haber encantado todas las copas en la mesa del comedor de Gryffindor para arrojar
repentinamente su contenido a su cara) —Yo sabía como era antes de que empezáramos a salir, y mi tía
siempre me dice 'no puedes cambiar a un hombre...'

— Mm. — Remus respondió, esperando que eso sonara cariñoso y comprensivo. Evidentemente
si resultó, porque Mary siguió hablando.

— Y, ya sabes, me gusta el hecho de que él no sigue las reglas y que no le importe lo que piensen
los demás. Ojalá le importara lo que pienso...

— Estoy seguro de que si le importa. — Murmuró Remus.

183
— Sin embargo, no lo demuestra... y, en realidad, no es el único chico guapo en Hogwarts. —
Dijo esto con una mirada irónica en su rostro, mientras un alto Ravenclaw de séptimo año pasaba junto a
ellos. Roman Rotherhide. Remus había escuchado a muchas chicas susurrar sobre él. Tenía el cabello
rubio rizado tan largo como el de Sirius y ojos castaños oscuros.

Mary se pasó la lengua por los labios y siguió con los ojos al chico mayor mientras salía de la
biblioteca. Remus cerró su libro de golpe.

— ¿Nos vamos?

***

Domingo 31 de Octubre de 1976

La tarde de la fiesta, Remus estaba acostado en su cama con las cortinas corridas, escuchando a
Diamond Dogs por enésima vez, tratando de evitar todas las tonterías que sucedían abajo. Las chicas
parecían haber unido fuerzas y habían convertido la sala común de Gryffindor, por lo general cómoda y
ligeramente desgastada, en un cruce entre una venta ambulante y el mostrador de cosméticos Boots.
Prácticamente podía oler el perfume desde su cama y le picaba la nariz.

Se estaban "preparando", le habían dicho Mary y Marlene, aunque Remus no podía ver lo que eso
significaba exactamente, excepto que parecía involucrar muchos espejos, muchas risas y una cantidad
impía de laca para el cabello.

James estaba probando nuevos golpeadores para el equipo de quidditch, y Remus asumió que
Sirius estaba con él. Peter estaba ayudando a Dezzie a 'elegir un vestido' para la fiesta (aunque Remus
sospechaba que esto era solo una historia para encubrir algo; un vistazo al mapa de los merodeadores le
dijo que Peter Pettigrew y Desdemona Lewis estaban solos en el baño de prefectos).

Solo y exiliado de la sala común, Remus había considerado la biblioteca, pero Christopher estaba
allí, y parecía estar sentado cerca de la entrada (un error de novato: tenías mucha mejor luz cerca de la
parte de atrás por las ventanas), lo que significaba que Remus tendría que saludarlo, y Christopher
respondería fríamente, encogiéndose de hombros, y claro, eventualmente Remus tendría que arreglar todo
eso, pero ahora no estaba de buen humor, ¿De acuerdo?

Sintiendo mucha pena por sí mismo, se reclinó en la cama y levantó su varita, levitando
perezosamente el disco de su sobre y por encima de la aguja. Había sacado el tocadiscos de su lugar
habitual en el estante de Sirius y lo había dejado en el extremo de la cama, esperando que con las cortinas
de la cama corridas pudiera tocarlo lo suficientemente fuerte como para ahogar la charla aguda que
provenía de las escaleras.

'In the year of the scavenger, the season of the bitch


Sashay on the boardwalk, scurry to the ditch
Just another future song for lonely little kids...'

— Oh, hola. — Sirius asomó la cabeza a través de las cortinas. Remus se sentó.

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— Hola — respondió incómodo, y un poco avergonzado, como si lo hubieran sorprendido
haciendo algo que no debería hacer — ¿Quieres tu tocadiscos devuelta?

— No — Sirius agitó una mano. Abrió más las cortinas y, para horror de Remus, se metió al
interior y se subió a la cama. Se sentó de espaldas al lado de Remus y escuchó el disco con él.

Estuvieron en silencio durante un largo rato, ambos mirando el dosel rojo sobre ellos. Remus
seguía diciéndose a sí mismo que Sirius se estaba comportando perfectamente con normalidad. Él
holgazaneaba en la cama de James todo el tiempo; no significaba nada.

Finalmente, para su alivio, Sirius habló.

— Rompí con Mary.

¡Ah! Así que eso se trataba. Remus arqueó las cejas.

— ¿De verdad? Lo siento, amigo.

Sintió a Sirius encogerse de hombros a su lado.

— No, está bien. No es como si estuviese enamorado de ella o algo así.

— Hay muchos más peces en el mar.

— Sí — se rió Sirius. Ambos se quedaron callados de nuevo. La voz fina y aguda de Bowie
resonó entre ellos. La primera canción terminó y comenzó el atronador oleaje de Sweet Thing — Amo
esta canción. — Comentó Sirius. Remus murmuró un "yo también".

‘If you want it, boys, get it here thing,


Cuz hope, boys, is a cheap thing, cheap thing’

— Lo hicimos. — Dijo Sirius, de repente. — Mary y yo.

— Lo hicieron... oh. ¿Cuándo?

— Durante el verano. Una o dos veces desde que volvimos a Hogwarts.

— Correcto. ¿Es eso... quiero decir, no es por eso que te dejó no?

— ¡No! — Sirius le frunció el ceño — Gracias por el voto de confianza, pero no creo que fuera
tan terrible. Solo nos separamos, eso es todo.

—... ¿Cómo estuvo?

— ¿El rompimiento?

— ¡No!... ¿Cómo estuvo...?!

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Sirius sonrió enigmáticamente.

— Oh sí... estuvo bien. Excelente. No como imaginaba, pero... sí, bien.

— Bueno... bien, entonces.

— Ella es realmente hermosa. Mary.

— Sí, lo es.

'Then let it be; it's all I ever wanted


It's a street with a deal, and a taste
It's got claws, it's got me, it's got you…’

— ¿Recuerdas cuando éramos niños y estábamos convencidos de que Bowie era un mago? —
Dijo Sirius.

Remus sonrió con cariño al recordarlo.

— Sí, todavía creo que lo es.

— Un día, cuando todos vivamos en Londres, iremos a buscarlo y entonces podremos preguntarle.

Remus se echó a reír.

— ¡¿Qué?! — Sirius le devolvió la sonrisa.

— ¡No puedes solo conocer a alguien como Bowie!

— No veo por qué no. Podríamos ir a uno de sus conciertos o averiguar dónde vive. Ten algo de
imaginación, Lupin, una vez que seamos mayores de edad podremos hacer cualquier cosa.

Rebel Rebel comenzó a continuación. Prácticamente era el tema principal de Sirius ahora.

— Cualquier cosa. — Remus sonrió. — Tú ya crees que puedes hacer cualquier cosa ahora.

— ¿Me llamas arrogante? — Sirius entrecerró los ojos y se sentó. Él le estaba sonriendo. Remus
le devolvió la sonrisa.

— ¿Vas a negarlo? — Él respondió: — Tu ego es tan grande que tiene su propia órbita.

— ¡Qué cruel!

— Tu ego es tan grande — continuó Remus, astutamente — ¡Qué cuando lo hacías con Mary
probablemente cerrabas los ojos y te imaginabas a ti mismo!

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— ¡Me hieres, Lupin! — Sirius tomó una almohada y comenzó a golpearlo con ella. Remus le dio
un rodillazo en la espinilla, rodando para tratar de detener el ataque de Sirius, pero Sirius fue más rápido.
Riendo, se subió encima de Remus, obligándolo a bajar, sosteniendo sus muñecas sobre su cabeza. —
¡Ajá! — Él vitoreó triunfante. — ¡Ahora discúlpate!

— No. — Remus arqueó una ceja y luchó por liberarse. Sirius estaba sentado a horcajadas sobre él
ahora, y se apoyó por encima de los movimientos de Remus, empujando hacia abajo.

— ¡No puedes escapar! — Sirius dijo: — ¡Te tengo, Moony!

Sus ojos se encontraron y todo fue diferente. Remus se dio cuenta de la falta de espacio entre
ellos, cada forma y ángulo del cuerpo de Sirius que tocaba el suyo. Tiró hacia arriba, deliberadamente,
probando, y Sirius empujó hacia abajo.

— Sirius — susurró Remus, tentativamente, escuchando el tono de su propia voz. — ¿Qué


estamos haciendo?

— Sh — Sirius negó con la cabeza. — Sh... — dijo Sirius de nuevo, inclinándose hacia adelante
ahora, soltando las muñecas de Remus — Solo esto... solo... — su rostro estaba enterrado en la almohada
junto a ellos, Remus podía escuchar su respiración acelerarse sobre el estribillo inicial de Rock ' n 'Roll
with me.

'You always were the one that knew…'

— Está bien — susurró Remus. Entonces, haremos esto.

Si esto era lo que quería Sirius, Remus no iba a hacer más preguntas; de todos modos, no creía que
le quedara suficiente sangre en el cerebro para formular un pensamiento; le dolía, se esforzaba por el
deseo, y Sirius lo presionaba, golpeando las partes de Remus que más se preocupaban por la presión.
Empujó su mano entre ellos, toqueteó los botones de sus jeans. Sirius se puso ligeramente tenso, pero lo
permitió todo, dejando que Remus hiciera el trabajo. Dejando que Remus lo tocara.

Se sintió momentáneamente tímido con respecto a su cuerpo, qué huesudo debe parecer su cuerpo;
qué torpes lucen sus manos. Pero pronto no quedó espacio para la timidez, Sirius siguió moviéndose y
Remus se perdió, completamente perdido en la extraña familiaridad de otra persona, y el hermoso olor del
cabello de Sirius.

Terminó casi tan rápido como había comenzado. Todo lo que necesitó fue el ángulo recto contra la
cadera de Sirius y Remus jadeó, temblando, viendo estrellas, y un segundo después Sirius dejó escapar un
grito ahogado en las sábanas.

En los tranquilos momentos que siguieron, permanecieron tendidos sin aliento y tensos. Entonces
Sirius se incorporó y se bajó, rodando sobre su espalda. No dijeron nada mientras se subían los pantalones
y se arreglaban la ropa. Remus se negó a ser el primero en hablar.

— Me dejé llevar un poco. — Dijo Sirius, aclarándose la garganta.

Remus parpadeó.

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— Bien... — Tragó, secamente.

— Lo siento.

— ¿Qué? No, está bien.

Sirius se veía incómodo - Remus nunca lo había visto tan fuera de lugar antes.

— Voy a bañarme. No falta mucho para la fiesta.

— Correcto. — Remus asintió de nuevo, mirando a Sirius salir con cuidado de la cama y volver a
través de las cortinas. Se detuvo y se volvió rápidamente, luciendo un poco asustado.

— ¿No le dirás a nadie?

Remus resopló y negó con la cabeza.

— Como si fuera a hacerlo.

Sirius asintió y cerró la cortina detrás de él.

Remus se dejó caer en la cama, su mente aún se ponía al día. Si no estuviera tan confundido,
estaría furioso.

(Songs: Diamond Dogs, Sweet Thing, & Rock ‘n’ Roll with Me - David Bowie)

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Fiestas y pústulas
He's in love with rock'n'roll, woah
He's in love with gettin' stoned, woah
He's in love with Janie Jones, woah
He don't like his boring job, no
And he knows what he like to do
He knows he's gonna have fun with you
You lucky lady!

Domingo 31 de Octubre de 1976

La fiesta de Halloween de Hogwarts de 1976 fue tan terrible que la primera orden que se le
ocurrió a Remus inmediatamente después de lo ocurrido fue; emborracharse lo más humanamente posible.

No es que era terrible por ninguna razón interna, por supuesto. La comida era deliciosa, como de
costumbre: un glorioso cerdo asado dorado con rodajas de manzana cubierta de un flan amarillo pegajoso
para el pudín. La fiesta era terrible solo para Remus. Sirius no estaba siendo grosero, ni frío, ni siquiera
estaba tratando de evitar a Remus. Era exactamente su terrible dedicación a la normalidad lo que lo hacía
tan horrible. Él sonrió. Él rió. Bromeó. Llamó a Remus 'Moony' sin un rastro de vergüenza. Remus no
tuvo más remedio que seguir su ejemplo; después de todo, había prometido no decir nada.

Eso sí, de igual forma no tenía la menor idea de cómo decirle a alguien algo así.

— Oye, James, ¿Sirius alguna vez se ha metido en la cama contigo y luego terminaron tocándote
un poco?

Oh Dios, ¿Y si en verdad lo hubieran hecho? También estaba Lily, por supuesto, la persona más
comprensiva que Remus conocía después de James, aunque la idea de hablar con una chica sobre ese tipo
de cosas era mortificante. Mary era la persona con más experiencia sexual que conocía Remus, aunque
absolutamente, al cien por cien, no podía hablar con ella sobre Sirius.

No es que ella se hubiera molestado. Cuando la fiesta estaba en pleno apogeo (Remus bebió tres
tragos de whisky tan pronto como se presentó la oportunidad), Mary descendió del dormitorio de las
chicas vestida para matar con un vestido rojo muy ajustado, lo que hizo que incluso Remus se quedara
mirándola durante unos segundos. Roman Rotherhide de Ravenclaw fue el primero en ofrecerle una
bebida, y los dos pasaron el resto de la velada completamente absortos el uno en el otro, de una forma u
otra.

Remus pasó un rato junto al tocadiscos, poniendo deliberadamente los discos más abrasivos y
menos bailables que pudo encontrar. We Will Fall de The Stooges, seguida rápidamente por Sister Ray, y
luego un poco de Captain Beefheart por si acaso. Finalmente, fue dominado por un grupo de chicas de
cuarto año, que se aliaron contra él agarrando discos de David Cassidy y Bay City Rollers. Después de
eso, se dedicó a la ponchera.

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Sirius se estaba divirtiendo, obviamente. Él y James eran anfitriones sociables, como siempre,
haciendo de las suyas como los buenos herederos de sangre pura que eran. La sala común siguió
llenándose a medida que llegaban estudiantes de todo el castillo, y se puso tan caluroso que Remus
terminó tomando una botella de Witches Brew que había llenado con whisky, y sentándose solo junto a la
ventana abierta, fumando.

Marlene se acercó en algún momento, para ver si estaba bien, y para preguntarle si Sirius estaba
saliendo con alguien más, ahora que él y Mary habían terminado. Remus frunció el ceño ante la mirada
esperanzada en sus ojos y le dijo que a él le importaba una mierda. Ella frunció el ceño, pero lo dejó solo
después de eso.

Alrededor de las nueve en punto, las cosas se pusieron muy confusas. Lo último que recordó fue la
perfecta interpretación de Peter y Desdemona de Paradise by the Dashboard Light (obvio que a Peter le
gusta Meatloaf, entre toda la música muggle del mundo). Remus recordaba vagamente sonreír como un
estúpido mientras los dos se lanzaban por la habitación, rojos y sudando pero pasándose el mejor
momento de sus vidas, cantando a dúo a todo pulmón.

You gotta do what you can


And let mother nature do the rest
Ain't no doubt about it
We were doubly blessed
'Cause we were barely seventeen
And we were barely dressed...

Lo siguiente que supo Remus fue que estaba en el baño del dormitorio, inclinado sobre la taza del
inodoro, ahogándose con las tripas. Debió de haber llegado un poco tarde, porque su camisa y pantalón
estaban mojados y apestaban. La habitación daba vueltas y sacudidas, y terminó tumbandose sobre las
suaves baldosas frías, mientras los barrotes de Rebel Rebel subían por las escaleras.

— ¡Oye, Moony! Despierta, despierta, amigo —la voz de James resonó en su cabeza palpitante
unas horas más tarde.

— Gnuuughh

— Maldita sea — suspiró James — ¡Scourgify! Vamos, arriba, es el turno de Padfoot de vomitar...

Remus parpadeó ante la luz brillante y trató de ponerse de pie. El baño era pequeño para empezar,
solo había espacio para un lavabo, inodoro y bañera. En realidad, no había lugar para tres chicos
larguiruchos de dieciséis años, dos de los cuales estaban tan borrachos que apenas podían ponerse de pie.
Remus retrocedió hacia el fregadero mientras Sirius se arrojaba a la taza del inodoro, vomitando
ruidosamente. Por suerte, llevaba el pelo recogido.

Remus parpadeó de nuevo, mirándolo atónito por un rato, antes de que James lo levantara
suavemente por el codo.

— Vamos Moony, viejo amigo, hora de dormir, ¿eh?

— Mm. — Murmuró, sintiéndose infantil e indefenso. Permitió que James lo llevara fuera del
baño hacia su cama. Ugh. Las sábanas todavía estaban arrugadas y el tocadiscos de Sirius todavía estaba

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precariamente posado a los pies. James lo movió mientras Remus trepaba bajo las sábanas, todavía en
jeans y calcetines.

— Pfft, se suponía que tú eras el responsable — resopló James, jocosamente, mientras corría las
cortinas de la cama. — Que descanses, Moony.

— Jaaaaames... — se quejó Sirius desde el baño. James hizo una mueca y Remus cerró los ojos.

La resaca del día siguiente fue tan horrenda que Remus pensó que probablemente nunca volvería a
beber.

***

Miércoles 10 de Noviembre de 1976

La semana siguiente a la fiesta, Remus se ponía completamente nervioso cuando Sirius estaba
cerca. Nunca estaban solos juntos, y era difícil saber si esto había sido diseñado por Sirius o si era solo
consecuencia de estar en un internado. Ciertamente, Remus no hizo ningún esfuerzo por atraparlo solo,
¡¿Quién sabía lo que podría pasar?!

Había muchas explicaciones, de esto estaba seguro. Solo tenía que pensarlo. Quizás Sirius estaba
dispuesto a hacerlo, después de todo, ambos eran adolescentes. Remus había estado disponible y no había
opuesto resistencia. Quizás este era el tipo de cosas que los chicos ricos hacían en los internado. Encontrar
un poco de rugosidad para frotar. Incluso podría ser que saliera un poco del lado canino de Sirius.

La peor parte era que a Remus en realidad no le importaba cuál era la razón de eso. Solo quería
que volviera a suceder. Tan culpable como sabía que debería sentirse, pasaba todas las noches acostado en
su cama y deseando, deseando que Sirius viniera arrastrándose. O que él, Remus, tuviera el coraje de
levantarse e irse con Sirius. Pero el coraje nunca llegó, y después de una semana (que incluía el
cumpleaños de Sirius, un fin de semana en Hogsmeade, una noche de fogatas y una luna llena) Remus
simplemente tuvo que dejar de pensar eso.

Como de costumbre cuando se ve enfrentado a una crisis, Remus elaboró una casi confiable lista
para ayudar a equilibrar sus pensamientos. Esta se titulaba: Razones para olvidar la situación de Sirius.

1. Sirius claramente quería fingir que nunca había sucedido. Un buen amigo debería de respetar
sus deseos.

2. Remus quería ser un buen amigo porque, después de todo, perder a un amigo era
potencialmente mucho peor que no volver a tocar a Sirius nunca más. ¿No es así?

3. Sirius estaba seguro de su profunda y duradera atracción por las chicas. Todas las chicas. Cada
una de ellas.

Este último punto era el más destacado. Un factor que contribuyó con la borrachera que Remus
tuvo en la fiesta de Halloween, ya que Sirius había tenido serios y obstinados intentos de coquetear con
todas las chicas de la habitación mayores de quince años. Intentos extremadamente exitosos. Para cuando

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llegó el próximo fin de semana, era de conocimiento común que Sirius ahora estaba viendo casualmente a
Avni Chaudry, una Hufflepuff que había encantado a las calabazas para que brillaran en la oscuridad.

Esta era una situación familiar, a estas alturas, y Remus estaba al menos contento de que ya no era
un prefecto, y no corría el riesgo de toparse con Sirius y Avni besándose en la torre de Astronomía. Sin
embargo, empezó a evitar los invernaderos.

La vida avanzaba pesadamente. El grupo de estudio de Remus se volvió a agrupar lentamente,


acercándose a él uno por uno en la sala común o en la biblioteca, para preguntar cortésmente si el asiento
de al lado estaba ocupado y luego, una vez que confirmada su disponibilidad, se instalaban y preguntaban
si le importaría simplemente comprobar algo para ellos, o dar su opinión sobre algún punto u otro. A
Remus no le importaba. Era una buena distracción y, al menos, mucho más saludable que la droga.
Christopher no se unió, pero Remus supuso que podría estar ocupado con sus Owls.

La tercera luna llena del año fue tan buena como las dos anteriores; James juró que había visto un
unicornio, de verdad, esta vez. Y las lecciones con Madame Pomfrey se convirtieron en un deleite
inesperado, hasta el punto en que Remus ahora era competente para curar pequeñas abrasiones y
moretones. No más TCP para él.

Así que en realidad, se dijo a sí mismo repetidamente, él, Remus John Lupin, no tenía ninguna
razón para estar infeliz. Todo era como debería ser, incluso James y Lily se llevaban bien, no se lanzaban
ningún maleficio o hechizo. El vacío estaba solo dentro de él, su vida exterior estaba más plena que nunca.

A la luz de todo esto, se sorprendió bastante al recibir una carta una tarde tranquila en la
biblioteca. En realidad, "recibir una carta" podría ser una exageración. Un avión de papel lo apuñaló en la
parte posterior de la cabeza, mientras intentaba concentrarse en convertir una ecuación aritmética de
Agrippan a la forma caldea. Siseó de dolor y lo agarró, mirando a su alrededor. Estaba solo, pero sabía
exactamente quién tenía la culpa. Los encantamientos locomotores de James eran legendarios. Lo
desdobló, lo alisó y empezó a leer.

¡Los merodeadores se reúnen! Hemos permanecido inactivos demasiado tiempo.

Esta noche. Medianoche. Tapiz del jardín. Travesuras.

No pudo evitar sonreír. No habían hecho una broma adecuada en años.

***

Jueves 11 de Noviembre de 1976

Medianoche

— ¿Quién eres?

— Soy yo.

— Oh, hola Moony, entonces encontraste la capa. ¿Sirius está contigo?

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— ¡Pensé que estaba contigo!

— No, tenía que patrullar.

— ¿Qué pasa con Wormtail?

— Está aquí, en mi hombro. No encajamos de otra manera.

— Ustedes dos están haciendo mucho ruido.

— ¡Padfoot!

— Prongs.

— ¿Cómo llegaste aquí sin la capa?

— Caminé, cobarde.

— Que suerte que Filch no te vio.

— Nací con suerte.

El 'tapiz del jardín' estaba en la planta baja, a solo unos metros de la entrada a las mazmorras. A
partir de eso, Remus había supuesto que la broma estaría dirigida a Slytherin. No estaba equivocado.
James tenía una caja de madera muy grande con él, que estaba impulsando junto con su encanto de
locomoción patentado.

— Algunos de los bubotubérculos se cruzaron accidentalmente con algunos hongos bejín —


susurró, mientras bajaban las escaleras hacia las mazmorras. — La profesora Sprout me pidió que los
arrojara al montón de abono, pero pensé que eso sería un desperdicio...

— ¿Dónde los vamos a poner? — Sirius susurró en respuesta, emocionado.

— Bueno, no sé la contraseña de Slytherin de este año, ¿Alguno de ustedes?

Todos negaron con la cabeza, excepto Peter, quien, todavía posado en el hombro de James, soltó
un chillido que sonó negativamente. James suspiró, solo ligeramente decepcionado — Entonces supongo
que probablemente podríamos dejarlos esparcidos un poco... están a punto de esporar, supongo...

Una vez que llegaron a los lúgubres niveles inferiores del castillo, que parecían cuevas, Peter se
transformó de nuevo en sí mismo y James dejó la caja en el suelo. Levantó la tapa para presentar su
tesoro; al menos cien hongos grandes, amarillentos, que latían suavemente.

— Eugh. — Dijo Peter.

— Sí — sonrió James, sacando uno con cuidado de la caja. Era del tamaño de una pelota de tenis
— No las aprietes, están llenas de pus y listas para explotar.

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— Esto va a ser excelente. — Sirius sonrió, extendiendo la mano y agarrando dos.

Rápidamente y de manera eficiente comenzaron a irse lejos del extraño hongo con granos: detrás
de los tapices, sobre las puertas, debajo de las alfombras y dentro de las armaduras. Los híbridos de
hongo-bubotubérculos estaban palpitando desagradablemente en sus manos, y Remus pensó que James
tenía razón; estaban listos para partir en cualquier momento, dejando las mazmorras cubiertas de pus
amarillo maloliente.

Estaban quizá a medio terminar con la caja, cuando a Remus se le aguzaron las orejas, tuvo la
extraña sensación de que lo estaban observando. Girando alrededor, vio los brillantes ojos amarillos de la
Sra. Norris, mirando a la vuelta de la esquina con esa mirada engreída y rencorosa en su cara aplastada.

— Mierda — susurró — ¡Rápido, miren!

— ¡Oh, mierda! — James dijo: — Ustedes tres, tomen la capa y cúbranse, yo...

— ¿Quién está ahí? — La voz de Filch ladró.

— ¡Rápido! — James siseó y comenzó a correr en la dirección opuesta.

Peter, Sirius y Remus se miraron, antes de decidirse telepáticamente a esconderse en la puerta


abierta más cercana, que resultó ser el baño de chicas.

— Ese jodido gato me lo ha metido — murmuró Sirius — desde que me convertí en animago.

— ¡Imagínate conmigo! — Peter respondió con irritación, retorciéndose las manos. Remus había
arrastrado la caja de hongos detrás de ellos y estaba buscando desesperadamente un lugar para esconderlo.

— ¡Empújalo delante de la puerta! — dijo Sirius.

— No creo que eso...

— ¡Locomotor!

— ¡No!

Sirius no era tan bueno en este hechizo como James. Siempre ponía un poco de fuerza detrás de
eso. Remus hizo todo lo que pudo para agacharse y cubrirse la cabeza, mientras la caja de delicadas bolas
de bubotubérculos se estrellaba con fuerza contra la puerta del baño, provocando hasta la última pústula
con un repugnante chirrido.

Peter desapareció por completo, encogiéndose hasta el tamaño de una rata en el último momento y
corriendo por el desagüe más cercano en busca de refugio. Sirius, siempre confiado en sus habilidades,
simplemente se quedó parado allí luciendo estúpido mientras galones y galones de pus explotaban en su
rostro, cubriendo todo el baño en el proceso.

A veces era muy fácil no idolatrar a Sirius Black.

194
100
Límites
I can’t help from crying
Oh no, boy, you ain’t done nothing wrong
You just make me feel so good it hurts me
Cuz I’ve been without you so long
And now I got a good kinda hurt
I got a good kinda hurt
Oh boy, you make me, you really make me come alive

Viernes 12 de Noviembre de 1976

Fueron atrapados, por supuesto, solo Sirius y Remus. El pensamiento rápido de Peter lo había
sacado de allí, y James había corrido lo suficientemente rápido justo a tiempo. Quería decirle a
McGonagall que todo había sido idea suya, pero Sirius no se lo permitió.

Su jefa de casa les dio una de las peores reprimendas que habían tenido en años, agravada por el
hecho de que ella estaba vestida con su camisón de tartán, muy enojada, lo cual no era divertido en lo más
mínimo, sino extremadamente aterrador. Se quedaron en su oficina, con la cabeza gacha, chorreando pus
hasta que ella los envió a la cama. Veinte puntos de la casa perdidos y detención hasta Navidad. Ah, que
bien.

— Ambos tienen una hora libre antes del almuerzo de mañana — dijo, recordándoles antes de irse
— espero que ambos se presenten en las mazmorras para limpiar su desorden. Sin magia.

Sirius estaba furioso, y después de lavarse se fue a la cama sin decir una palabra más. Pete se
sentó en el borde de su propia cama, luciendo pálido y preocupado.

— ¡Lo siento mucho! — Le susurró a Remus, desesperado — Entré en pánico, a veces


simplemente pierdo el control cuando tengo miedo...

— Está bien — respondió Remus, cansado — Es sólo detención.

— De todos modos — dijo James desde su cama — No encontraron ninguno de los hongos que
escondimos, todavía...

James tenía toda la razón, y en un giro sublime del destino, los hongos llenos de pus explotaron
temprano a la mañana siguiente, justo cuando la mayoría de los estudiantes de Slytherin se dirigían de las
mazmorras al Gran Comedor para desayunar. Así que al menos la noche no había sido una completa
pérdida de tiempo.

— ¿Fueron ustedes dos? — Lily miró a Remus, asombrada, cuando él le dijo por qué no podía
encontrarse con ella en la biblioteca antes del almuerzo — ¡No Black y Potter, Black y tú!

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— No tienes que actuar tan sorprendida — frunció el ceño — soy capaz de ser tan idiota como
cualquier otra persona.

— No, pero pensé que tú y Sirius estaban distanciados.

— ¡¿Por qué piensas eso?!

— Oh, algo que dijo Mary, supongo...

— ¿Qué dijo Mary? — Remus sintió una llamarada de calor subir por su cuello. ¿Sirius le había
dicho algo a Mary? ¿Algún estúpido desliz se le escapó mientras estaban coqueteando juntos?

— No lo sé — Lily pareció un poco sorprendida —Pregúntale, realmente no puedo recordar, creo


que dijo algo acerca de que ustedes dos no hablaban. De todos modos, ¿Podrías intentar no destruir más
baños este año? Gryffindor ya tiene los puntos más bajos de la casa, y ni siquiera es Navidad.

Los ataques sorpresa del corredor le habían costado veinte puntos de la casa a Gryffindor, y una
noche extra de detención para Remus y Sirius. James se sentía terriblemente culpable, pero el sentido de la
caballerosidad y el honor de Sirius se interponía en el camino, y todavía no le dejaba confesar.

Por supuesto, fue una historia muy diferente más tarde ese día, cuando él y Remus estaban
parados afuera del baño bloqueado, esperando que Filch llegara con cubos y trapeadores.

— Maldito Wormtail, todo esto es culpa suya.

— No, no es así. — Remus bostezó, apoyándose contra la pared. No había dormido lo suficiente.

— ¡El pequeño imbécil se escapó como la alimaña que es!

— Oye, se amable — Remus frunció el ceño — Solo lo hizo porque alguien se emocionó
demasiado y explotó todos esos hongos.

— Estaba pensando rápido — Sirius levantó la barbilla, desafiante.

— No estabas pensando en absoluto.

— ¡Bueno, tú no estabas haciendo nada!

— ¡Estaba tratando de ocultarlos! ¡Si hubiéramos escondido la caja y nos hubiéramos metido
debajo de la capa, nadie se habría metido en problemas!

— ¡Bueno, no dijiste eso en ese momento! — Sirius espetó.

— ¡No me diste la oportunidad!

— Aún así no debió huir. — cruzó los brazos, apoyándose contra la pared opuesta.

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Cansado y gruñón, Remus respondió:

— James también se escapó. No te veo enojado con él.

Sirius lo miró furiosamente. ¿Cómo se atrevía alguien a hablar en contra de James Potter en
presencia de Sirius Black? Remus puso los ojos en blanco y miró al techo hasta que llegó Filch.

Argus Filch era uno de los adultos más desagradables que Remus había conocido. A Matrona le
hubiera gustado. Filch, un hombre amargado, rencoroso y raro que se encontraba en el lado feo de la edad
media, era un cuidador y un escurridizo, que parecía odiar a los estudiantes más de lo que cualquier otra
persona que trabajara en esa escuela. Esto se mostró evidente cuando se le permitió administrar
detenciones.

Dejó caer dos grandes cubos de madera a sus pies con una sonrisa maliciosa en el rostro y abrió la
puerta. Durante la noche, el pus pareció haberse secado y dejado una gruesa costra amarillenta sobre la
mayoría de las superficies que había golpeado. Remus arrugó la nariz. Filch les entregó trapeadores y
cepillos para fregar.

— Volveré para verlos en dos horas. — Dijo: — Deberían de haber terminado para entonces. Sin
varitas y sin chistes. — Se burló mientras los dejaba.

Remus miró a Sirius, quien obviamente todavía estaba molesto con él. Enderezó la espalda

— Comenzaré por allí — asintió con la cabeza hacia el otro extremo del baño — Ve allí. —
Indicó el extremo opuesto.

— Bien. — Remus se encogió de hombros, levantó su balde y lo llenó en el fregadero. Sí, de


hecho, estaba más que bien, estaba perfecto. Se mantendrían de su lado y acabarían con esta estupidez.

Sirius seguía sin hablarle y le dio la espalda, trabajando en silencio. Remus siguió su ejemplo. Dos
podían jugar en ese juego. Sirius se lo estaba poniendo mucho más fácil.

Remus nunca lo admitiría, pero no le importaba limpiar, en realidad lo encontraba bastante


satisfactorio. A pesar de lo repugnante que parecía el pus, se desprendió fácilmente del azulejo blanco con
un poco de agua y jabón, por lo que el trabajo no era demasiado agotador físicamente, hasta que llegó el
momento de limpiar las paredes. Esto fue más difícil solo por todos los estiramientos y alargamientos que
lo cansaron e hicieron que le dolieran los hombros.

Además, el pus del bubotubérculo no era en realidad pus, según el libro de texto de Herbología
que Remus había leído rápidamente antes de irse para limpiarlo, desde ese lado en realidad no era sucio ni
tóxico. De hecho, tenía varias propiedades curativas y, si bien esta suciedad era de una cepa cruzada
accidental, probablemente no podría hacer más daño que el jugo de calabaza.

El pequeño baño estaba inquietantemente silencioso, con los dos chicos trabajando en silencio y
solo el sonido ocasional de ellos llenando sus baldes o limpiando el piso. A Remus tampoco le importaba
la atmósfera fría, en realidad lo ayudaba a concentrarse. Sabía desde hacía mucho tiempo que sus
sentimientos por Sirius rara vez se interponían en su capacidad para irritarse con Sirius.

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Cuando terminó la primera hora, habían logrado eliminar todo rastro del desastre, y todo lo que
quedaba por hacer era un enjuague final. Remus llenó su balde unas cuantas veces más y aprovechó la
oportunidad para lavarse las manos y la cara, que estaban sudadas por el esfuerzo. Sirius se unió a él en el
fregadero, pero no hablaron.

— Casi terminamos — intentó Remus, tentativamente.

Sirius resopló, molesto.

— No gracias a Wormt-

— ¡Para ya con lo de Wormtail! ¿Quieres? — Remus dijo, exasperado — ¡Madura!

Sirius frunció el ceño y no dijo nada. También se lavó las manos y la cara. Remus trató de no
mirarlo. Se volvió hacia su propia pared y comenzó a exprimir agua clara a través de ella, limpiando lo
que quedaba de la espuma de jabón.

Una sombra apareció en su hombro y se preparó para más discusiones.

— Te faltó un poco — Sirius resopló, gruñón, empujando a Remus de un codazo para apartarlo y
restregándolo él mismo. Ofendido, Remus frunció el ceño.

— Pensé que cada uno se quedaría de su lado.

— Sí, también pensé que podía confiar en que harías un trabajo decente.

— ¡Lo haría sino te tuviera respirando en mi cuello todo el tiempo!

— Eres tan sensible — espetó Sirius.

— No, tú solo estás actuando como un idiota. — Remus le dio un codazo, más fuerte de lo que
realmente pretendía.

Sirius lo empujó contra la pared, y Remus resbaló, agarrando a Sirius para estabilizarse. Furioso,
lo empujó hacia atrás. — Imbécil — Él dijo.

Sirius lo besó.

Sirius besaba como nadie más; lánguido, firme y sin prisas. Remus respondió instantáneamente,
con sus manos apretando la tela de la camisa de Sirius, queriendo pasar sus dedos por el cabello del otro
chico. Pero Sirius se separó antes de que pudiera, retrocediendo, luciendo horrorizado consigo mismo. Sus
labios estaban rosados y brillantes, ligeramente separados. Remus tuvo que apartar la mirada.

— Remus, yo… mierda, lo siento. No sé por qué me sigue pasando.

— Está bien. — Remus dijo, sin mirarlo a los ojos.

198
— Sabes que no soy un...

— Sí — dijo Remus — Sí, por supuesto. Yo tampoco. — Lo dijo rápido y sin pensar. Lo dijo para
evitar que Sirius dijera esa palabra.

Se quedaron callados un poco más. El corazón de Remus estaba acelerado, apenas podía pensar
con claridad. Extendió la mano, agarrando la fina tela blanca de la camisa de Sirius entre sus dedos y
tirándola ligeramente, finalmente se encontró con los ojos de Sirius.

— Nadie se va a enterar — dijo Remus en voz baja, haciéndose eco de algo que le habían dicho
una vez.

Sirius le devolvió la mirada, sus ojos ardían.

— ¿No dirás nada?

Remus negó con la cabeza mientras Sirius se acercaba un poco más. Remus continuó, más
valiente ahora.

— No lo haré. Nosotros... no tenemos que parar. A menos que quieras...

Sirius lo besó, lleno de nuevo en la boca. Ambos sabían que habían cruzado una línea, pero no se
podía evitar ahora, y era tan, tan placentero, y sus cuerpos estaban duros el uno contra el otro, las manos
jugueteando con las hebillas de los cinturones, como si hubieran sabido todo el tiempo que esto iba a
suceder.

Una vez que terminó, se aferraron el uno al otro durante largos y exhaustos segundos. Entonces
Sirius se retiró con cuidado, retrocediendo. Remus anhelaba acercarlo a él de nuevo, no detenerse nunca.
Tocó el cabello de Sirius una última vez, fingiendo empujarlo hacia su lugar. Se miraron a los ojos,
audaces y sin vergüenza durante unos breves segundos.

— Eres adorable. — Sirius dijo, tan suavemente.

Remus solo pudo devolverle la sonrisa gentilmente, no sabía qué decir. La habitación se había
enfriado. — Vamos — Sirius comenzó a abrocharse los pantalones, mirando hacia otro lado, finalmente
— Será mejor que terminemos esta limpieza.

Remus asintió, todavía en silencio, incapaz de hacer mucho más que recostarse contra la pared
mientras veía a Sirius lavarse las manos de nuevo y recoger su trapeador. La vista de él alejándose era
demasiado familiar y Remus estalló.

— No debes... no te escapes, esta vez.

Sirius miró hacia atrás, un poco sorprendido, y un poco de algo más.

— No me iré a ninguna parte, Moony. — Habló gentilmente.

199
— Oh, está bien. Bien entonces.

— Me sentí mal por eso. La última vez. Lo siento. — Ahora estaba al otro lado de la habitación, y
tal vez era eso lo que facilitaba la conversación. — Pero pensé que estarías enojado o algo así. No sé...

— No, no lo estaba.

— Seguimos siendo amigos, ¿no?

— ¡Por supuesto! Siempre seremos amigos, Padfoot.

Remus estaba haciendo una promesa, aunque su cerebro estaba demasiado nublado para
reconocerlo realmente en ese momento.

Sirius había reconocido, aunque tímidamente, que lo que fuera que sucedía entre los dos
probablemente volvería a suceder. Había asumido el papel de siempre: impulsivo, expectante e
irresponsable. Por su parte, Remus tomó su propio papel, el que sería el responsable. Guardaría los
secretos; aceptaría lo que se le daba; él sería responsable. Si esas son las cosas que necesita, decidió
Remus, entonces esas son las cosas que puedo darle. No era nada en absoluto.

Valiente, Sirius lo había llamado una vez, en otro baño, no hacía mucho. Remus no sabía entonces
si realmente lo era o no, pero le había gustado cómo sonó en ese momento, y le gustaba aún más ahora.
Ahora, con el sabor de Sirius todavía en sus labios, y los ecos de placer aún asentados en su cuerpo.

Mientras observaba a Sirius terminar la parte baja de la pared del fondo, tirar el agua por el
desagüe con su trapeador, y mirar hacia arriba para sonreír, de vez en cuando, Remus se dio cuenta de que
lo que había estado esperando todo este tiempo era que Sirius fuera valiente. Lo que se le ocurrió, ahora,
con la claridad de un rayo, fue que él, Remus, podía ser valiente por ambos.

(Song: Good Kind of Hurt - The Pleasure Seekers)

200
101
Nueva normalidad
Oh shadow love was quick and clean, life's a well-thumbed machine
I saw you watching from the stairs, you're everyone that ever cared
Oh lordy, oh lordy, you know I need some loving
I’m movin’, touch me!
John, I'm only dancing
She turns me on, but I'm only dancing
She turns me on, don't get me wrong
I'm only dancing...

Mediados de Diciembre de 1976

Después de eso, sucedió a menudo. Él nunca lo iniciaba; no necesitaba hacerlo. Sirius se le


acercaba. Remus se encontraría a sí mismo en un salón de clases vacío, o en su baño compartido - una o
dos veces Sirius incluso se deslizó silenciosamente en la cama de Remus, lanzando un hechizo de silencio
antes de forzar sus hombros hacia abajo y pasar sus manos sobre el cuerpo de Remus, temblando de deseo.
Sin embargo, nunca bajo las sábanas, eso sería gay. Sirius salía corriendo tan pronto como terminaba.

Casi siempre sucedía con prisa. Remus sabía que esto era en parte por la vergüenza. Pero también
sabía que era porque ambos lo necesitaban desesperadamente, cuando estaban juntos, sus cuerpos
vibraban con el deseo mutuo.

No siempre era igual. A veces eran confiados y audaces, otras veces eran tímidos y uno de ellos
necesitaba el aliento del otro. A veces ni siquiera se trataba sobre venirse, y simplemente se limitaban a
besarse, o al menos, a la idea de besar de Sirius, que era brutal, feroz e ingrata. Los labios de Remus se
sintieron chamuscados, quemados en carne viva, durante días y días.

Después no hablaban de ello, pero, si el tiempo lo permitía, se sentaron separados el uno del otro e
invariablemente compartían un cigarrillo, en silencio hasta que estuvieran listos para volver a caer
lentamente en sus bromas habituales. Remus sentía en esos momentos que Sirius probablemente hubiera
preferido estar con otra persona. Una novia o, peor aún, James.

No soy el que él quiere, se dijo Remus, lastimosamente, solo soy el que está aquí. La peor parte
era que sabía que eso era suficiente para él. Si Sirius solo se le acercaba en la oscuridad y el silencio, que
así fuera. Era mejor que prescindir de él. Cómo si alguien como yo pudiera tener a alguien como él.

Tenía que compartir, por supuesto. Ya fuera el deseo de Sirius ocultar lo que estaba pasando, o
simplemente su incapacidad de mantenerse comprometido con una persona, la cosa era que después de
Avni hubieron otras. Un desfile de muchachas bonitas, brillantes y alegres; Florence, Daisy, Tessa y
Eunice. Remus no pensaba que ninguna de estas citas fuera seria, y al menos al principio, no le reprochaba
a Sirius su diversión. Nunca pedí ser nada más, se dijo.

Y a Remus le gustaba que fuera privado. Nunca había sido alguien a quien le gustara la atención,
y pensó que incluso si era un hecho que lo que fuera que él y Sirius estuvieran haciendo no era diferente

201
de lo que Sirius hacía con cualquiera de las chicas con las que se había apegado, entonces Remus
probablemente seguiría prefiriendo que James y Peter no lo supieran. Tal vez podría hablarles de Grant,
algún día, eventualmente, pero no de Sirius. Era demasiado complicado.

Le gustaba saber que él y Sirius podían estar en una habitación llena de gente, y nadie tenía ni idea
de lo que habían estado haciendo la noche anterior, o incluso dos horas antes. Le gustaba salirse con la
suya. Le gustaba ver a Sirius con una chica, y pensar no importa, luego me pertenece.

Después de todo, se le permitió ser feliz. Se le permitió tener algo para sí mismo, especialmente
porque, en otras áreas de la vida de Remus, las puertas se estaban cerrando y se le estaban yendo cosas.

Hubo otro ataque de hombre lobo durante la luna de Diciembre, que cayó a principios de mes de
ese año. Los testigos describieron a más de una criatura: trabajaban como una manada. El ministerio fue
puesto en alerta máxima y toda la escuela estaba hablando de ello. Los merodeadores no lo mencionaron
cerca de Remus, ni siquiera Sirius. No podía culparlos; les habría mordido la cabeza si alguien hubiera
intentado simpatizar o ser amables al respecto.

Aún así, tuvo que aguantar a todos los demás; todos los demás estudiantes de la escuela que
habían empezado a usar joyas de plata o hablar sobre la mejor manera de defenderse del ataque de un
lobo.

— ¡Deberían encerrarlos a todos! — Escuchó a un quinto año decirle a cualquiera que quisiera
escuchar en el comedor una noche. — ¡Mantenerlos encerrados, lejos de la gente normal!

— ¿Por qué no pueden etiquetarlos? — Avni susurró, la tarde siguiente, cuando ella, Sirius,
Remus, Peter y Lily estaban viendo al equipo de Quidditch de Gryffindor practicar. — Quiero decir, ya
hay un registro, y pueden rastrear magos menores de edad, ¡¿Por qué no rastrear animales peligrosos?! No
tiene sentido.

— No son animales — siseó Lily con los dientes apretados — Son personas.

Remus mantuvo sus ojos en el campo. Sirius también.

— ¡Dile eso a los Mundays! — Avni respondió, enderezando su falda y dándole a Lily una mirada
superior — Dile eso a esta última pobre familia — Se acercó más a Sirius en el banco, abrazando su
brazo. — Sirius, cariño, tengo frío...

— Entra, entonces. — Él gruñó, sacudiéndola sin dejar de mirar a James, gritando algo a su
guardián.

— ¿Disculpa? — Avni frunció el ceño.

— Me escuchaste. — Sirius respondió, despreocupado — Lárgate.

Ninguno de ellos vio mucho a Avni después de eso.

Pero eso no impidió que otras personas hablaran. Remus tuvo que disolver su grupo de estudio
temprano porque todos querían saber si podía recomendar algún buen libro sobre 'híbridos' y defensa

202
contra criaturas oscuras. Al final, todo lo que pudo hacer fue decirles que hablaran con el maestro de
DCAO, y si no querían ayuda con el trabajo escolar real, lo mejor sería dejarlo en paz.

Lily encontró a Remus trabajando hasta tarde esa noche en la sala común tratando de ponerse al
día con el trabajo que se había perdido mientras estuvo en la enfermería después de la luna. Él estaba
exhausto, dolorido y extremadamente idiota, pero ella se acercó y se sentó a su lado de todos modos,
apoyando una cabeza en su hombro y un brazo alrededor de su espalda. Olía bien y le dio un suave
apretón, suspirando suavemente contra su clavícula. Ella no habló, pero Remus siempre estaría agradecido
por eso.

A mediados de Diciembre, las cosas empeoraron. Remus recibió dos cartas.

Querido Remus,

Espero que tu sexto año vaya bien. Odio ser portador de malas noticias, pero como ya sabrás,
hubo un ataque durante la luna llena de anoche.

[Remus puso los ojos en blanco ante esto. ¿Por qué los adultos siempre pensaban que los
adolescentes no leían las noticias? ¡¿Especialmente cuando estaban en medio de una guerra que los
afectaba directamente?!]

No tengo ninguna duda de que la profesora McGonagall hablará contigo pronto, pero pensé en
ponerme en contacto contigo. He estado hablando con Alastor Moody, que está preocupado por tu
seguridad. Me dice que te quedas con los Potter todos los años en Navidad. Los Potter son gente
excelente, y sé que James es un amigo cercano, pero, Remus, no se puede confiar en ellos para protegerte.
Harían todo lo que pudieran, de esto no tengo ninguna duda, pero mi sensación es que si Greyback
intenta rastrearte, entonces el único lugar donde no podría encontrarte sería Hogwarts.

No te estoy diciendo qué hacer, por supuesto. Pero te ruego que consideres tu propia seguridad y
la seguridad de quienes te rodean.

Los mejores deseos,

L. Ferox

Bueno, Ferox le estaba diciendo claramente qué hacer, incluso si solo estaba pasando
instrucciones de Moody. El corazón de Remus se hundió cuando terminó de leer esta carta, pero lo peor
estaba por venir:

Señor Lupin,

Nos ha llamado la atención que en su decimoséptimo cumpleaños el próximo año, será mayor de
edad según la definición de su sociedad.

Si bien la ley del Reino Unido establece que todavía es un niño, se nos ha informado que sus
circunstancias anulan esta legislación.

203
A partir del 10 de marzo de 1977, ya no estará bajo el cuidado del Reformatorio de St Edmund's
Boys. Cualquier artículo o activo financiero que se mantenga en fideicomiso para usted le será devuelto a
más tardar treinta días hábiles después de esta fecha. No debería ser necesario que regrese a las
instalaciones.

Le deseamos lo mejor en sus proyectos futuros.

Sinceramente,

Sra. J. Orwell.

Mierda. Remus leyó esta carta solo una vez, luego la metió en el fondo de su baúl. No podía
pensar en eso ahora.

Les contó a los merodeadores sobre la primera carta, omitiendo los detalles de Greyback, por
supuesto. El tenía que hacerlo; No había otra forma de explicarles por qué no podía ir a Londres en
Navidad. Más tiempo para la tarea, se dijo. Puede que no sea el único estudiante que se quede; los de
séptimo año con los EXTASIS por venir podrían quedarse para aprovechar la sala común vacía.
Probablemente podría disfrutar de una agradable Navidad en la biblioteca, si quisiera. Además, una cena
de Navidad en Hogwarts no era nada para despreciar.

— No es jodidamente justo. — James despotricó cuando lo escuchó: — ¡No eres un peligro para
nadie, la luna llena no es hasta el año nuevo!

— Sin embargo, es por lo de la manada — respondió Remus, aflojándose la corbata y dejándose


caer en la cama. Había sido un día muy largo de lecciones y tenía por lo menos tres horas de tarea por
delante. — Les preocupa que me capturen o que me una o algo.

— Pensé que le agradabas a Ferox — Sirius frunció el ceño, dejando caer su mochila
descuidadamente en el medio de la habitación — Debería saber que nunca te unirías a ellos.

— Él lo sabe — dijo Remus — pero cree que podrían obligarme o... bueno, ninguno de nosotros
sabe realmente lo que podría pasar si me encuentro con otro...

James, Peter y Sirius intercambiaron una mirada incómoda. Remus se quitó el suéter escolar que
le picaba, para darles un momento para pensarlo. Cuando reapareció, su cabello burbujeaba con estática,
les dio su mayor sonrisa.

— Está bien, de todos modos, realmente no me importa. Será genial tener algo de paz y
tranquilidad; Espero con ansias unas vacaciones navideñas sin ustedes.

James se rió entre dientes y negó con la cabeza. Agarró su bolsa de lona marrón de Quidditch.

— Ninguno de nosotros te cree, Moony. Bien, tengo práctica, luego una hora para la tarea, luego
patrullar con Evans. — Cualquiera más podría haber desgranado esta lista de obligaciones con un aire
cansado de martirio. Pero James parecía estar teniendo el mejor día de su vida. — ¿Te apetece, Black?

204
— No, estás bien, Prongs — Sirius negó con la cabeza. No había dejado de mirar a Remus desde
que se desabotonó la camisa de la escuela. — Continúa, voy a adelantar la tarea de Encantamientos...

— Sí, claro — sonrió James — ¿Quién es esta noche, Florence otra vez? Nos vemos. — Bajó las
escaleras con estrépito, silbando una melodía alegre.

Sirius se volvió hacia Peter.

— Puedes ir a verlo, Pete, si te apetece.

— No — Peter negó con la cabeza. Se veía preocupantemente cómodo sentado en su cama,


apoyado en la cabecera con sus notas de Encantamientos esparcidas ante él.

— Oh, cierto, probablemente estás viendo a Dezzie?

— No — negó con la cabeza, lamiendo el extremo de la punta de su pluma — Ella tiene patrulla
esta noche. Y ella dice que debemos tomarnos en serio nuestros estudios ahora que somos estudiantes
EXTASIS... ¿Puedo hacer mi tarea con ustedes dos?

Remus y Sirius se miraron el uno al otro. Sirius arqueó una ceja. Remus se encogió de hombros.
Sirius se levantó.

— Te diré una cosa: me olvidé de devolver ese libro a la biblioteca. Mejor vete y ... oh, Moony, ya
que estoy en eso, ¿No había otro libro que me dijiste que debería...?

— ¡Oh, claro, sí! — Remus también se levantó de un salto, luchando por ponerse un jersey de lana
limpio — Eh... es un título complicado, será mejor que te ayude a encontrarlo.

— Oh, entonces, ¿Quieres reubicarte en la biblioteca? — Peter preguntó, finalmente levantando la


vista de sus notas.

— No tiene sentido — dijo Sirius, mientras ambos corrían hacia la puerta — No tomará mucho...

— ¿No tomará mucho tiempo? — Remus murmuró en las escaleras.

— ¡Tenía que decir algo!

Pasaron por la sala común sin interferencias, pero una vez que estuvieron afuera en los pasillos,
estaban un poco perdidos.

— ¿Qué hay del piso donde está el baño de chicas...? — Comenzó Sirius.

— No. — Remus espetó.

— Bien. Er... El aula de Encantamientos está libre, creo. Los viernes, Flitwick termina temprano y
no hay clubes.

205
— ¡¿Cómo sabes eso?!

— Oh, cállate y sígueme — sonrió Sirius.

Colocaron un hechizo de alarma básico en la puerta y empujaron un escritorio frente a ella por si
acaso, pero los viernes por la tarde eran normalmente bastante seguros; todos querían fingir que las aulas
no existían.

Después, se volvieron a vestir, se peinaron y se sentaron en el escritorio de Flitwick a fumar.

— Vamos a tener que ir a la biblioteca ahora. — Dijo Remus, soplando una cadena de anillos.

— No — Sirius negó con la cabeza — Solo diremos que no lo tenían.

— Bueno, eso estaría bien, excepto que en realidad estaba planeando hacer mi ensayo de
Encantamientos esta noche...

Sirius rodó sus hermosos ojos y agitó su hermoso cabello. Remus luchó contra el impulso de
suspirar.

El aula estaba en el mismo lado del castillo que el campo de quidditch. Podían escuchar el débil
pero estridente sonido del silbido del capitán; de James en algún lugar detrás de ellos. Sirius exhaló humo
con nostalgia. Remus se preguntó cuánto extrañaba jugar quidditch. Se preguntó si debería preguntar, o si
eso sería demasiado.

— Moony, ¿definitivamente no vienes para Navidad?

— Sí. Debo confiar en Ferox. Él me conoce, conocía a mi papá.

— ¿Conocía a tu papá? Nunca nos lo dijiste.

— No tengo que contartelo todo — Remus dio un tic irritado, chupando fuerte su cigarrillo. —
Trabajó con él, tuvimos algunas charlas al respecto, eso es todo.

— Bueno, si confías en él entonces.

— Lo hago. — Remus estaba consciente de su tono, pero no hizo nada para moderarlo.

— ¡Okay! Solo iba a decir… — Sirius tragó saliva — Bueno, quiero decir, yo también podría
quedarme. Durante Navidad. En Hogwarts. Si te parece bien.

— Oh. — Remus frunció el ceño, lo tomó desprevenido y se volvió para mirar a Sirius. —
¿Quieres?

— No deberías estar solo, James tiene a su familia, y a Pete, si se desespera mucho.

— Sí, pero ¿no te esperan? ¿Los padres de James? Están locos por tí.

206
Vio la sonrisa de Sirius ante eso, un destello brillante de júbilo, que hizo que el corazón de Remus
latiera más rápido.

— Pueden tener una Navidad en familia, por una vez, sin que yo me entrometa. Vamos, Moony,
¿No quieres compartir la sala común conmigo? Me callaré y te dejaré estudiar si eso es lo que realmente
quieres.

Le dio una sonrisa tímida y Remus apagó su cigarrillo, se inclinó y lo besó con fuerza. Realmente
todavía no se había acostumbrado a poder hacer eso.

— Como si quisiera eso — Dijo, alejándose, deleitándose con el cálido rubor en las mejillas de
Sirius.

(Song: John I’m Only Dancing - David Bowie)

207
102
Tartas de carne picada
Miércoles 15 de Diciembre de 1976

— Ok, probablemente no tendré tiempo para otra reunión de estas hasta el próximo trimestre — le
dijo Remus a su grupo de estudio, mirando el reloj de pie cercano. Eran casi las nueve de la noche. Miró a
los rostros ansiosos y tuvo que volver a mirar sus papeles; eran desconcertante, ellos ahí en frente
exigiendo tanta atención — Pero estoy aquí casi todas las noches de todos modos, así que si alguno tiene
alguna pregunta rápida puedo ayudarlos...

— Gracias, Lupin — coreó el grupo mientras comenzaban a levantarse y disolverse.

— Feliz Navidad — asintió, mientras se dispersaban a sus propios rincones de la sala común, o
bien a la cama.

A él mismo le apetecía dormir temprano. Era la última semana del trimestre y prácticamente había
completado todo su trabajo, a menos que sus profesores se sintieran lo suficientemente crueles como para
asignar más en los últimos días antes de Navidad. Bostezó y se estiró, recostándose en su silla con los ojos
cerrados.

— Ejem. — Alguien que todavía estaba sentado a la mesa se aclaró la garganta con torpeza.
Remus abrió los ojos, avergonzado, y se inclinó hacia adelante en su silla.

— Oh, lo siento, pensé que todos se habían ido.

— Lo siento — respondió Christopher, agarrando un libro — Sólo quería decir... Feliz Navidad.

Remus sintió una torpe torcedura de alivio y culpa en su abdomen. Pobre Christopher.

— Gracias, Feliz Navidad para ti también. ¿Grandes planes para navidad?

El chico más joven se encogió de hombros.

— Solo estar con mi familia. ¿Tú?

— Me quedaré aquí.

— Oh. ¿No solo imagino?

— Um... Sirius Black también se queda.

— Por supuesto. Escuché sobre sus problemas con su familia.

208
— Mm. — Remus no quería hablar de Sirius con Christopher en absoluto, mucho menos de la
familia Black. Christopher también era sangre pura, y probablemente sabía más de lo que Sirius quisiera.

— Bueno — Christopher se puso de pie — Nos vemos en Enero, supongo.

— ¡Espera! — Remus dijo, rápidamente, extendiendo la mano pero sin tocarlo. Christopher se
puso de pie, pero miró a Remus con ojos esperanzados, Remus miró hacia abajo — Lamento la forma en
que te hablé antes del verano. Yo fui un completo idiota.

Christopher no discutió esto. Pero sonrió.

— Está bien. Espero que no fuera por algo que yo... hice.

— ¡No! — Remus negó con la cabeza con vehemencia. Deseó que Christopher se sentara. — No,
te lo prometo, solo era yo el que estaba de mal humor. Tenía muchas cosas en la cabeza pero no debería de
haberla tomado contigo.

— Okay. Bueno... gracias por decirlo.

Remus sonrió, sintiéndose un poco mejor. Christopher se mordió el labio y luego dijo: —
Entonces… ¿Te apetece una visita a Hogsmeade en el año nuevo? La librería tiene una oferta de Enero, o
podríamos comprar una cerveza de mantequilla.

— Lo siento, Chris, no puedo. — Remus se sintió horrible al ver caer la cara de Christopher.

— Correcto. Probablemente irás con Potter y Black y... ¿Cuál es su nombre?

— Peter. Pero no voy con ellos en realidad, no puedo ir a Hogsmeade, lo tengo prohibido.

— Oh. ¿De verdad?

— De verdad — Remus asintió, seriamente, agradecido de no tener que mentir.

— ¿Es por la misma razón por la que no eres prefecto?

—...Sí. — Ok, eso era mentira, pero ¿A quién le afectaba?

— Wow, esta bién. — Christopher arqueó las cejas y Remus no estaba seguro de si estaba
impresionado o algo preocupado.

— ¡Moonyyyyy! — La voz de Sirius gimió por las escaleras desde los dormitorios de los chicos
— James me está lanzando bolas de nieve, ¡Dile que pare!

Remus se rió y comenzó a levantarse.

— ¿Bolas de nieve? — Christopher dijo con ironía: — ¿En tu habitación?

209
— Abren la ventana y la raspan del techo.

— ¡Ayúdanos, Moony! — Peter gritó: — ¡Necesitamos refuerzos!

— No puedo creer que seas amigo de ese grupo — dijo Christopher, con una pizca de indignación
— Son tan inmaduros.

— Yo también lo soy — Remus se encogió de hombros, arremangándose y levantándose — ¡Ya


voy, muchachos! — Gritó con toda su voz, marchando hacia la escalera.

***

Domingo 19 de Diciembre de 1976

Ese año el invierno fue muy frío y la nieve comenzó a caer antes de tiempo sobre el castillo. Los
merodeadores usaron esto para su propio beneficio. James perfeccionó un hechizo que permitió que las
armaduras que se alineaban en la mayoría de los pasillos de las aulas escupieran bolas de nieve de sus
visores a varios intervalos. A Remus le gustaba el frío, o tal vez simplemente le gustaba abrigarse y
sentarse junto al fuego. En el invierno, al menos, nadie le preguntaba por qué usaba mangas largas todo el
tiempo.

Y estaba emocionado, tal vez más emocionado que nunca por las vacaciones de Navidad. Le
encantaba ver a los Potter, le encantaba su casa y su pueblo, y ser testigo de una familia adecuada una vez
al año. Pero estar a solas con Sirius durante una semana entera; eso era algo que nunca hubiera imaginado
que sucediera, ni siquiera dos meses antes.

Caminaron con James y Peter hasta el borde del terreno, hasta donde Remus podía llegar.

— ¿Estás seguro? — James preguntó por última vez: — Ferox nunca dijo que no se te permitiera,
y a mamá y papá, sinceramente, no les importaría en absoluto...

— El año que viene, con suerte — Remus se encogió de hombros — Puede que todo haya
terminado para entonces. Y no podría vivir conmigo mismo si algo le sucediera a tu familia por mi culpa.

— ¿Black? ¿De verdad vas a decir que no a los pasteles de carne picada de mamá?

— Ah, pero no lo estoy haciendo, mi querido Prongs — Sirius sonrió desde detrás de su bufanda
roja y dorada — Ella me envió algunos por adelantado, a primera hora de esta mañana. Tengo una lata
entera llena.

— Arruinaste mis planes, otra vez — sonrió James. Abrazó a Sirius, y luego a Remus, quien
estaba sorprendido por eso. No podía recordar si alguna vez se habían abrazado antes.

— Vamos, sube al tren, ¿eh? — Sirius le dio un puñetazo en el hombro — Tendrás a Evans solo
para ti...

James le guiñó un ojo, luego se apresuró a alejarse, Pete corriendo detrás de él, saludando a
Remus y Sirius. Los dos muchachos se quedaron atrás un rato más, mirando a los estudiantes con capas

210
negras caminar penosamente por la nieve blanca y pura, todos hablando alegremente sobre sus planes para
las vacaciones, los regalos que esperaban con ansias y su entusiasmo por ver a sus familias.

— ¡Nos vemos, Remus! — Christopher le sonrió, con las mejillas rosadas mientras pasaba —
¡Que tengas una buena navidad!

— Tú también — asintió Remus, sonriendo de vuelta. Se sentía mucho mejor, ahora que las cosas
se habían aclarado.

— Ese niño otra vez. — Sirius murmuró: — ¡¿Quién es?!

— Ya te lo dije antes, es de quinto año. Está en mi grupo de estudio.

— Correcto. Se ve como alguien... genial.

— Él está bien. — Remus sonrió para sí mismo, esperando que Sirius no se diera cuenta.

Una voz desagradable vino detrás de ellos.

— ¿Qué pasa, Potter también te echó?

Remus tomó su varita mientras se giraban, y medio esperaba ver a Snape. Se sorprendió al
descubrir que Regulus Black estaba allí de pie en la nieve, con la cara contraída por el frío.

— No. — Sirius respondió con vehemencia: — Me quedaré aquí este año.

— ¿Por qué? — Regulus preguntó, sin rodeos. Miró a su hermano con los ojos entrecerrados,
como si esperara el remate.

— No es asunto tuyo, ese el porqué. Ahora corre, pequeño Reggie, estoy seguro de que mamá está
esperándote.

Regulus hizo una mueca y levantó una ceja, como para mostrar que no mordía el anzuelo de
Sirius. Remus lo odiaba, y apretó los puños, lo que Regulus vio o sintió, porque le dio a Remus una
mirada aguda, y Remus supo que estaba recordando su último altercado en Enero. El chico más joven se
armó visiblemente, luego habló directamente con Remus.

— ¿Ya no eres prefecto, Loony Lupin? ¿Me pregunto por qué? ¿Algo que ver con el delincuente
de mi hermano, quizás? Seguramente ese grasiento mestizo de Severus no estaba diciendo la verdad...?

Remus podría haberlo golpeado, si no estuviera ocupado impidiendo que Sirius hiciera lo mismo.
Lucharon juntos en la nieve, Sirius gruñendo.

— Retira eso, pequeño mocoso...

Afortunadamente, Remus era más fuerte. Regulus se alejó, riendo, hacia Hogsmeade y el tren.

211
— Puedo maldecirlo desde aquí. — Sirius gruñó, una vez que Remus lo dejó ir.

— Preferiría que no lo hicieras — respondió Remus. Se volvió hacia el castillo cubierto de nieve
— Mira — animó — Lo tenemos prácticamente para nosotros.

— Sí — dijo Sirius, distraído, todavía disparando miradas hacia atrás a los pasos de su hermano
— Vamos, entremos. Se me están congelando las bolas.

Su mal humor duró hasta la hora del almuerzo, cuando bajaron al Gran Comedor.

— Caray. — Dijo Sirius, mientras entraban a la habitación. Estaba casi completamente vacío, con
solo tres estudiantes, un Slytherin de séptimo año y dos de Ravenclaw de sexto, sentados en la misma
mesa, en la cabecera de la sala.

— Creo que es la guerra — susurró Remus, mientras se acercaban a la mesa — Los padres
quieren que sus hijos estén en casa esta Navidad.

— Solo tú y yo, entonces, Moony — Sirius sonrió — Los huérfanos de la torre de Gryffindor.

A pesar de la pequeña fiesta, el salón estaba decorado en plata y oro, con serpentinas relucientes
que colgaban como cabello de ángel de cada viga, un árbol deslumbrante que parecía brillar en distintos
lugares por sus ramas y una bandada de alegres petirrojos encantados para rodear la habitación y silbar
melodías navideñas familiares. Remus pensó que Flitwick realmente se había superado a sí mismo este
año.

Sirius se sentó a su lado, en lugar de frente a él, como de costumbre. No conversaron mucho con
el resto del grupo; los dos Ravenclaw se estaban interrogando obsesivamente sobre Aritmancia, y el
Slytherin estaba enfrascado en una conversación con el profesor Slughorn.

— ¿Recuerdas el primer año? — Sirius dijo, cuando apareció la comida - los elfos domésticos
claramente no iban a romper la tradición de Navidad — Em ese entonces también estábamos tú y yo para
Navidad.

— Sí — Remus sonrió ante su tarta Shepherd's , animado por el recuerdo. Había pasado todas las
Navidades con Sirius desde que tenía once años. — Electric Warrior.

— Tendremos que escucharlo más tarde.

Ellos definitivamente lo hicieron. Se tumbaron en la alfombra frente a la chimenea y se acostaron


de espaldas, reproduciendo el álbum a todo volumen. Sirius puso Monolith dos veces porque sabía que era
el favorito de Remus, y Remus toleró tres repeticiones de Jeepster por el bien de Sirius.

You slide so good,


With bones so fair,
You’ve got the universe reclining in your hair,
Cuz you’re my babe…

212
Lleno, cálido y contento, Remus se quedó dormido en silencio con el sonido de la bonita voz de
Marc Bolan y su vibrante guitarra. Se despertó un poco más tarde, con dolor de espalda. Giró la cabeza y
descubrió que estaba solo en la alfombra, y el disco había dejado de sonar. Se sentó rígidamente, y miró a
su alrededor buscando a Sirius, quien estaba sentado un poco lejos, acurrucado en un sillón, susurrando en
su espejo compacto.

Remus se relajó, apoyándose en los codos y miró todo con delicadeza durante un rato, la luz del
fuego iluminaba los rasgos de Sirius con un brillo fino, suavizando sus ángulos más agudos haciéndolos
ver como un suave mármol griego. Era tan dolorosamente hermoso. Obviamente todos sabían eso, la
belleza de Sirius no era solo para Remus, pero a veces se sentía como si lo fuera. No tenía nada que ver
con querer a Sirius, entonces, era algo mucho más. Volvía loco a Remus.

Finalmente, Sirius le susurró un adiós al espejo y lo cerró de golpe. Le sonrió a Remus y se


desplegó lentamente, estirando sus largas extremidades por los costados del sillón. Remus lo miró,
inmóvil.

— ¿Cómo está James?

— Bien — respondió Sirius, esa mirada creciendo en sus ojos que Remus había llegado a
reconocer como una señal de que algo maravilloso estaba por suceder. Sirius se levantó de la silla y se
acercó a Remus. — Me extraña, obviamente.

— Obviamente — dijo Remus, repitiendo sin escuchar, solo mirando el acercamiento de Sirius. Se
elevó sobre él, la luz del fuego ahora brillaba a través de él como una bengala, rayas de oro parpadeando
en sus pupilas. Cayó de rodillas a horcajadas sobre el cuerpo todavía boca abajo de Remus, y se inclinó
hacia adelante, no demasiado; no tan lejos solo lo suficiente para que Remus tuviera que estirarse un poco
para cerrar ese espacio extra entre ellos. No le importaba. Siempre valía la pena el esfuerzo.

Estaban acostumbrados el uno al otro ahora - Remus había pensado que había sido bueno al
principio, la primera vez - pero después de un mes de exploración secreta habían desarrollado un
conocimiento íntimo que Remus no sabía que podrías tener con otra persona. Se sentía tan sintonizado con
los diversos movimientos y reacciones del cuerpo de Sirius como con el suyo. Conocía el idioma en cada
jadeo, o apretamiento, el código en sus besos, o las formas que Sirius trazaba en su propia piel llena de
cicatrices.

Sin embargo, hacía que el momento en que se separaran fuera aún más difícil. Sirius se quedaría
callado al principio, y Remus solo escucharía su respiración, el tirón en su pecho, los suspiros de
abrumadora calma. Y lo esperaría.

La risa, la sonrisa descarada, la palmada en el muslo que le decía a Remus que todo había
terminado, y volvían a la normalidad.

— ¿Te apetece un pastel de carne picada? ¡Estoy hambriento!

Allí estaba. Sirius se levantó de un salto, agarró sus jeans y se los puso, antes de agitar su varita.

— Accio lata de biscuit — la gran lata azul bajó volando las escaleras y se abalanzó sobre Sirius
con tanta fuerza que casi lo derriba. — Oof.

213
— Tu varita es demasiado amplia — dijo Remus, abrochándose los pantalones y poniéndose una
camiseta. Hacía demasiado calor para un jersey.

Sirius le arrojó un pastel de carne picada, sentándose en el sillón, luego se frotó la rodilla,
haciendo una mueca.

— Me duele la rodilla.

— Deberías ver mi espalda. — Remus respondió, como si estuvieran discutiendo sobre el clima.
Se acomodó en el sofá frente a Sirius.

Comieron sus pasteles en silencio. Cuando terminó, Sirius lamió la fruta pegajosa de sus dedos y
se sacudió las migas de su torso.

— ¿No te vas a volver a poner la camisa? — Preguntó Remus, doblando la lata de su pastel en
ordenadas porciones triangulares.

— Nah. No hay nadie aquí.

— Sí, pero aún así... — Remus hizo un gesto infructuoso. Sirius sonrió.

— Mojigato.

Remus se rió, lanzando la lata doblada hacia él.

— Ramera.

(Song: Jeepster - T. Rex)

214
103
Doce noches
I borrowed your time, and I’m sorry I called, but the thought just occurred
That we’re nobody's children at all.
After all.

Jueves 20 de Diciembre de 1976

Sirius cantaba en la ducha. Remus no estaba seguro de si esto era algo nuevo, o si lo había estado
haciendo durante años y Remus simplemente no se había dado cuenta, por lo general trataba de evitar los
momentos en los que Sirius estaba en la ducha. De todos modos, mientras Remus se vestía, lo escuchó y
sonrió. No tenía mala voz, en realidad, nada especial, pero afinaba al menos. En ese momento estaba
obsesionado con The Doors y había perfeccionado una imitación del profundo grito americano de Jim
Morrison:

— C’mon, c’mon, c’mon now TOUCH ME BAAABE — gritó sobre los silbidos de los grifos.
Podría haber sido entrañable, incluso seductor, si no lo hubiese estropeado cantando la parte de las
trompetas — ¡BA-DAH Ba-daah...!

Salió del baño envuelto en una nube de vapor, su piel enrojecida, su camisa húmeda por su
cabello. — ¿Qué? — Le arqueó una ceja a Remus — ¿Sin aplausos?

Remus puso los ojos en blanco y abrió la puerta del dormitorio.

— Date prisa, me muero de hambre...

Se sentía raro salir del aislamiento de la torre de Gryffindor, donde ya se habían sentido como en
casa, y entrar al resto del castillo, donde todo era igual. Llegaron temprano para desayunar, y los dos
Ravenclaw, una chica y un chico, se sentaron más cerca de ellos esta vez.

— ¿No es ridículo que sirvan tanta comida cuando solo hay cinco estudiantes? — La chica, que
tenía grandes gafas de ojo de gato y un par de pecas, comentó: — Parece un desperdicio...

Los platos frente a ellos se habían llenado de huevos fritos, tocino, salchichas, morcilla, frijoles
horneados, tomates fritos y tostadas, sin mencionar cereales, gachas y jugos de frutas.

— Nah — respondió Sirius, mirando a Remus llenar su plato — Claramente nunca has visto a
Moony comer.

— Cállate. — Remus respondió, su boca ya llena.

Aún así, los Ravenclaw observaron, fascinados, hasta que Remus se sintió demasiado
avergonzado como para seguir comiendo. Afortunadamente, en ese momento llegó una distracción en
forma de búhos matutinos. Uno aterrizó frente a Remus. Tres frente a Sirius.

215
— Eres popular. — El chico de Ravenclaw se inclinó. Era delgado y pequeño, con la nariz
puntiaguda.

— No lo animes. — Dijo Remus. Su propio paquete era suave y estaba envuelto en papel de color
lavanda. Era de Lily, no tenía ninguna duda. Sirius tenía cinco o seis sobres de colores brillantes, ninguno
rojo, notó Remus con alivio. No habían vociferadores de Walpurga este año.

— Vamos a patinar sobre hielo antes del almuerzo — la chica de Ravenclaw sonrió, alegremente
— El lago está congelado. ¿Quieren venir?

— Suena bien — asintió Sirius, arrojando a un lado su correo sin abrir. Remus lo recogió antes de
dejar la mesa del desayuno y se lo llevó a la habitación.

— ¿Son todas estas tarjetas de Navidad? — Preguntó, hojeando.

— Oh, sí, eso creo. — Sirius se encogió de hombros, abrió su armario y rebuscó en el fondo, sacó
calzones y zapatos viejos que ya no usaba.

— ¿De quiénes son?

— Personas.

Remus frunció el ceño, luego vio algo en la mesita de noche de Sirius. Otro montón de cartas sin
abrir. Empezó a abrirlos. Sirius claramente no estaba interesado.

'Querido Sirius, espero que tengas una maravillosa Navidad, muchos besos, Imelda'.

Hm.

'Al chico al que le pertenece mi corazón, Feliz Navidad. Todo mi amor, S.'

***

'Querido Sirius, por favor reúnete conmigo en Hogsmeade bajo el muérdago para un beso... ¿y tal
vez más? Emmeline.'

'Mi príncipe de pelo negro, no puedo descansar hasta que esté en tus brazos...'

— Sirius.

— ¿Qué? — Fue su respuesta amortiguada. Ahora estaba medio enterrado en la parte de atrás de
su armario, sobre sus manos y rodillas.

— Estas cartas son todas de chicas...

— ¡Ajá! — Finalmente reapareció, apoyándose en los tobillos, sosteniendo un par de patines de


hielo en alto — Sabía que había traído un par en primer año.

216
— ¿Acaso crees que tus pies no han crecido desde que tenías once años?

— Tienen un encantamiento de estiramiento dentro de ellos — explicó Sirius, sacudiéndolos —


Se hacen más grandes para adaptarse a mí. ¡Solo lo mejor para los Black!

— Ingenioso. Estas cartas, sin embargo...

— Oh, ¿Qué con ellas? ¿Para qué las abriste? Debes tener cuidado. Una de esas cartas me tiró
perfume. Perfume. — Hizo una mueca.

— ¿Has estado con todas estas chicas...?

— De verdad, Moony, me siento halagado. Así como estoy seguro de lo legendaria que es mi
resistencia, no. Son solo chicas. Me envían tonterías todo el tiempo.

— ¿Todo el tiempo?

— Oh, vamos, ¿Qué? ¿Estás celoso? — Sirius despeinó el cabello de Remus — Son solo cartas.

— Supongo...

— Ahora, vamos a conseguirte unos patines...

— No quiero nada, me romperé el cuello.

— Estarás bien, te mostraré cómo hacerlo.

Remus recogió la pila de nuevo y la hojeó.

— Deben de haber veinte aquí, en total...

— Mira, Remus, ¿Por qué no te encontramos una novia a tí? Así entonces no estarías tan
interesado en mi vida amorosa.

— ¡¿Qué?! — Remus miró a Sirius. Estaba siendo bastante honesto, con una expresión de leve
preocupación en su rostro. El corazón de Remus se hundió. ¿De verdad?

— Sí, creo que le gustas a la pecosa de Ravenclaw. ¡O Marlene! ¿Qué hay de Marlene? Ella es
bonita, agradable. Le gustas.

— Ella se ofreció a besarme una vez — dijo Remus, pero negó con la cabeza. — Aunque fue en
broma, Marlene no está interesada en mí. No necesito una novia.

— No lo rechaces hasta que lo hayas probado — le guiñó un ojo Sirius — Bien, veamos qué
podemos hacer con estos patines...

217
Patinar sobre hielo era ligeramente mejor que volar una escoba, pero no mucho. El lago estaba
completamente congelado, pero Remus no podía evitar pensar en la idea de que podría romperse en
cualquier momento, y siguió palmeando su bolsillo para comprobar si podía alcanzar su varita. Sirius,
obvio, era naturalmente bueno. También lo era el chico de Ravenclaw, Arnold, y los dos pronto
empezaron a correr de un lado a otro a lo largo del hielo. Remus los miró, nervioso, tratando de no
tambalearse.

— Aquí — la chica pecosa, Tina, se deslizó hacia él, sonriendo amablemente — Pon tus manos
sobre mis hombros si quieres, y sigue mis pies.

Lo hizo, agradecido, de pie detrás de ella mientras ella lo arrastraba constantemente en un


pequeño círculo. Pensó que se estaba acostumbrando.

— Me pregunto si el calamar está bien... — dijo, después de haber estado un poco callado por un
tiempo.

— Uf, nunca pensé en eso. ¿Hibernará, crees? — Tina miró hacia el hielo con cierto interés: —
No creo que haya leído nada sobre el calamar.

— Yo tampoco. — Remus respondió, soltándole los hombros e intentando hacer unos metros sin
ayuda. — Al profesor Ferox le gustaba, sin embargo, lo vi alimentándolo una vez.

— ¿De verdad? — Ella lo miró, seria y curiosa — ¿Qué le dio de comer?

Remus se encogió de hombros.

— Ni idea. Algo de aspecto desagradable.

— Echo de menos a Ferox — suspiró — Él realmente le daba vida a sus lecciones. Terminé
abandonando Cuidado de criaturas mágicas. En cambio, tomé un curso adicional en Finanzas Goblin.

— Oh, eso suena... eh... interesante.

— Lo es — asintió ella, sin un rastro de ironía — ¿Puedo prestarte un libro, si quieres?

— Er... gracias...

Después del almuerzo, Remus y Sirius regresaron a la torre. Remus notó que la pila de cartas
había desaparecido, pero no lo mencionó. Encendió el fuego del dormitorio pequeño y buscó un jersey
más grueso para ponerse.

— ¿Todavía tienes frio? — Preguntó Sirius, bostezando.

— Estoy congelado — Remus respondió, poniéndose un segundo par de calcetines y levantando


las manos hacia el fuego.

218
— Deberías haberte movido un poco más, hace que la sangre bombee. Aún así — su tono cambió;
se volvió astuta y burlona — ¿Tuviste una buena charla con pecas?

— Tina. Está interesada en las Finanzas Goblin.

— Excelente, puedes casarte con alguien rico.

Remus le arrojó una zapatilla.

— ¡Eh! — Sirius ladró de risa — Solo estoy tratando de ayudarte a salir un poco, Moony, deberías
tener otros intereses fuera de ese maldito grupo de estudio.

— Creo que, en todo caso, tendría que estudiar más si comienzo a salir con Tina. Lo cual no voy a
hacer. — Remus sopló en sus manos ahuecadas y luego las acercó al fuego de nuevo. El frío pareció
filtrarse y asentarse allí.

Se volvió para mirar a Sirius, que estaba apoyado en su cabecera, mirándolo. Sus labios se
curvaron en una sonrisa malvada.

— La cama está caliente...

***

Viernes 21 de Diciembre de 1976

— Maldito Regulus.

— Fue hace dos días, supéralo.

— Es un idiota.

— Lo sé. ¡Un poco a la izquierda!

— No puedo ir más a la izquierda, no hay espacio.

— ¡Cuidado! No ahí...

— Vaya. De todos modos, deberías haberme dejado golpearlo.

— No ibas a pegarle, te ibas a romper un nudillo. No puedes golpear.

— ¡Sí puedo!

— No, no puedes. Mira, ¿Puedes concentrarte? Sigues perdiendo todo el tiempo.

— He golpeado a un montón de gente, oops, lo siento...

219
— Has jugado-peleado con James. No es lo mismo.

— Ah, y tú sabes cómo golpear, ¿No es así, Moony?

— Sí, yo sí sé, en realidad... ¡Ajá, gané!

— No es justo. ¿No podemos acercarnos?

— No, eso es hacer trampa.

— Oh bien, me olvidé de que eras tan estricto con las reglas, prefecto Lupin...

Remus se cruzó de brazos y dejó que Sirius despotricara. Había ganado en forma justa y
equitativa. Habían estado jugando este nuevo juego durante aproximadamente dos horas y Remus era, por
mucho, el mejor de los dos. Nunca había vencido a Sirius en nada en el primer intento. Era un sentimiento
excelente, y lo iba a disfrutar por completo.

El juego consistía en levitar varios elementos que habían encontrado en la sala común (gobstones,
ranas de chocolate, plumas, pantuflas) y dispararlos a gran velocidad a través de las 'porterías', construidas
cortando agujeros de varios tamaños con las sábanas de Peter y James, que tenían colgadas a través de la
sala común, dividiéndola. (Remus había tenido ciertas reservas sobre cortar las sábanas de sus amigos por
aburrimiento. Pero Sirius había razonado que no podían hacer agujeros en sus propias sábanas, que si
estaban en uso).

La mejor parte era que nunca tenían que ordenar. Una vez que habían pasado todo por las metas,
todo lo que tenían que hacer era caminar entre las sábanas y comenzar de nuevo en el otro lado.
Comenzaron a hacer eso ahora, cruzando a la mitad de la habitación con la chimenea en ella. Era
acogedor.

— Me pregunto si así es como se siente acampar — dijo Remus, pensativo.

— Nunca lo he hecho — Sirius respondió. — James piensa que es divertido que nuestra familia
nunca lo haya hecho.

— Siempre quise hacerlo. — Reflexionó Remus, comenzando a levitar una bola de cristal que
alguien había dejado rodar descuidadamente debajo del sofá. — Pero me gustaba la idea de hacerlo en
cualquier lugar que no fuera St. Edmund.

Frunció el ceño ligeramente, sorprendiéndose a sí mismo. ¿Por qué había mencionado a St.
Edmund? Nunca hablaba de eso frente a nadie en Hogwarts. Sirius no parecía desconcertado.

— Sí, no te culpo. — dijo, luego, mirando la bola de cristal flotante: — Vas a romper eso.

— No, no lo voy a hacer, estoy apuntando al gran sofá. — Remus demostró, tirando hacia atrás su
varita y luego moviéndola, enviando la bola de cristal a través del agujero más pequeño, aterrizando con
un silencioso 'golpe' en el otro lado. Remus le sonrió a Sirius, quien negó con la cabeza con incredulidad.

— Da miedo lo bueno que eres en esto. Si te subes a una escoba, serías un buen cazador.

220
— No, gracias. Vas tú.

Sirius seleccionó un gobstone. Eran más fáciles de levitar, pero mucho más difíciles de apuntar.
Era terrible para comprender sus propios límites.

— ¿Jugabas ese juego muggle, en St Edmund's? — Sirius preguntó, casualmente, disparando el


gobstone con demasiada fuerza y perdiendo el equilibrio por completo, enviándola por encima.

— Falta. — Remus dijo: — ¿Qué juego muggle?

— Ese dónde todos corren y dan patadas. Los vimos jugarlo cuando... eh, durante el verano.

— Oh. Fútbol. No, nunca me gustó. Ya tenía demasiados moretones.

— Sí, lo siento, no lo pensé. Por supuesto. — Sirius se quedó un poco callado después de eso.
Remus lo conocía lo suficientemente bien como para reconocer que se estaba preparando para algo, una
pregunta o una declaración. Mientras tanto, Remus empezó a disparar púas como dardos a través de cada
agujero de las sábanas. Finalmente, Sirius había reunido todo el coraje que necesitaba, o había preparado
las palabras. — ¿Es realmente horrible vivir allí?

Remus bajó su varita. Nunca se había quejado de St. Edmund's, ni delante de los merodeadores ni
de nadie, excepto con Grant, porque Grant sabía como era. Estaba a punto de decir 'No, está bien, la
verdad', y encogerse de hombros, pero algo lo detuvo. Eso era una mentira, y no había necesidad de
mentir, ahora mismo.

— No es... no es horrible, pero es... ruidoso. Siempre tienes que cuidarte la espalda y nadie se
preocupa mucho por ti. Tienen que asegurarse de que no te mueras, te arresten, estés hambriento o lo que
sea, pero en realidad no les importa.

Ya no estaba de humor para jugar. Buscó en su bolsillo trasero y sacó sus cigarrillos, encendió uno
con la punta de su varita, luego arrojó la caja a Sirius. Sirius se limitó a sujetarlo, pasando el pulgar por un
trozo de papel de aluminio suelto que sobresalía de la unión de la bisagra.

— Sé cómo se siente — murmuró. Eso fue todo lo que dijo, y fue suficiente, en ese momento.
Rápidamente miró hacia arriba y sonrió — ¡Mira lo que puedo hacer!

Sacó un cigarrillo del paquete y se lo puso entre los labios. Una mirada de concentración brilló en
sus ojos por un momento, luego chasqueó los dedos y el cigarrillo se encendió solo. Su sonrisa se
ensanchó alrededor del cigarro y miró a Remus en busca de elogios.

— Vaya — Remus sonrió — Que inteligente.

***

Sábado 22 de Diciembre de 1976

— ¿Qué estás haciendo?

221
— ¿Qué te parece? — Remus respondió con severidad, por encima de su libro de texto. Había
pasado unas tranquilas horas solo en la cama, hasta que Sirius entró oliendo a nieve y chocolate caliente.
Había ido a patinar sobre hielo de nuevo, y Remus le dijo que se quedaría, buscando algo de tranquilidad.

— ¡¿No vas a estudiar en Navidad?! — Sirius se dejó caer a su lado en la cama, luciendo
escandalizado.

— No es Navidad, ni siquiera es Nochebuena, es solo un día normal. Y me gusta leer, muchas


gracias. — Remus se alejó de él, rodando hacia atrás y levantando el libro sobre su cabeza para leer.

— ¿Cómo han cambiado los tiempos, eh Moony? — Sirius se rió entre dientes, quitándose los
calcetines y el grueso jersey de lana.

Era uno que los Potter le habían comprado - este año la ropa de Sirius había sido mucho más
práctica y cómoda que antes - casi nada especialmente confeccionado o finamente cortado ahora. Todavía
era muy obviamente un aristócrata, nacido y criado, eso era claro en su porte, en cada frase enunciada que
decía. Pero estaba más feliz, y eso se notaba también. — Recuerdo a un niño que odiaba la lectura y la
tarea, y ...

— Mm, y yo recuerdo a alguien a quien le encantaba, y que era el primero en todas las materias...
— Remus se volvió hacia él, finalmente. — ¿Qué pasó, no le gusta la competencia?

— Pff. Podría vencerlos a todos ustedes, si quisiera. — Esto no era un alarde. Sirius siempre había
sido excepcional cuando se trataba de magia intuitiva, e intensamente diligente en la investigación, cuando
le convenía.

— ¿Por qué no lo haces entonces?

— Prefiero hacer otras cosas — se encogió de hombros.

La conversación había llegado a un callejón sin salida, eso casi nunca sucedía con Sirius, a menos
que mencionaras a su familia. Y esto ciertamente tenía algo que ver con los Black, o al menos Sirius
pensaba eso. Querían que estuviera en Slytherin, así que terminó en Gryffindor. Querían que fuera un
buen heredero sangre pura, por lo que se hizo amigo de los Potter y se escapó. Querían que obtuviera las
mejores calificaciones en sus exámenes para demostrar que los sangre pura eran mejores que los demás,
por lo que usaba sus talentos exclusivamente de manera que los molestara.

Remus volvió a su libro. Dos líneas más abajo, Sirius dio un largo suspiro.

— Estoy aburrido.

— Ve a jugar al ajedrez con el dúo dinámico. — Remus respondió, releyendo la segunda línea.

— Ugh, no estoy tan aburrido. Pasé toda la mañana con ellos. Están bien, pero Merlín, todo es tan
literal.

— Entonces habla con James.

222
— Tiene visitas familiares o algo así. Hablaremos después de cenar. De todos modos, no estoy de
humor para hablar.

Remus dejó su libro.

— ¿Oh?

— Sin embargo, no quiero molestarte. — Sirius dijo, inocentemente, acercándose.

— Puedo leer después.

***

Domingo 23 de Diciembre de 1976

— Entonces, ¿Me muestras cómo lanzar un puñetazo?

— ¡¿En serio?! — Remus suspiró.

— Ciertamente soy serio. — El otro chico movió las cejas. Remus gimió. — Oh, vamos — Sirius
se rió de su rostro — ¡Muéstrame! Enséñeme algo, profesor Lupin.

Estaban holgazaneando en pijama, en la sala común. Los elfos domésticos todavía limpiaban la
torre de Gryffindor todas las noches, pero las divertidas criaturas habían tenido el sentido común de dejar
las sábanas por dónde pasaban los 'goles', incluso si ordenaban todos los proyectiles. El efecto fue el de
una extraña pantalla que bloqueaba las ventanas del otro lado, a excepción de cinco charcos de luz solar
invernal que entraban a raudales por los agujeros recortados.

— Está bien, pero necesitas algo para golpear con lo que no te lastimes.

Terminaron encontrando un trozo de pared vacío y realizaron un hechizo suavizante en él. Sirius
se quedó allí, ansioso, esperando instrucciones. — Haz un puño. — Dijo Remus. — No, está bien, no así...
sí, pon tu pulgar ahí, a menos que quieras que se rompa. Ok, ahora lo quieres a la altura de los hombros...
sí, entonces... er...

Remus eventualmente recurrió a hacer demostraciones varias veces en la pared, antes de


reposicionar físicamente los brazos de Sirius con el fin de obtener el ángulo correcto — Piernas separadas,
no te inclines tanto hacia adelante... ok, inténtalo ahora...

Les tomó unos veinte minutos, pero al final Remus consideró a Sirius al menos lo suficientemente
competente como para darle a alguien un ojo morado.

— ¿Dónde aprendiste esto? — Sirius jadeó, eufórico con su éxito.

— St. Edmund's.

— Oh, sí... — Agachó la cabeza.

223
— No, no por eso — Remus negó con la cabeza rápidamente, dándose cuenta de que Sirius
probablemente se lo estaba imaginando enfrentándose a un grupo de muggles enormes y duros. —
Algunos de los chicos mayores me enseñaron, hace unos veranos. Todos eran un poco rudos, les gustaba
dar peleas, pero fueron amables conmigo.

— Ah — los ojos de Sirius brillaron con la luz del entendimiento — ¿Fue el mismo año en el que
comenzaste tu incursión en el crimen organizado?

— ¡¿Mi qué?! Oh, sí, los cigarros. Sí, ese verano.

— Nunca olvidaré cuando entraste al el tren con esas botas.

— Ugh, no me lo recuerdes — Remus se cubrió los ojos con las manos. Se encogía de la
vergüenza cada vez que recordaba la forma en que había actuado — Era tan desagradable.

— No lo creo. De todos modos, tenías una buena razón. — Sirius se frotó los nudillos. Se veían
rojos de golpear la pared tantas veces, y Remus luchó contra el impulso de tomar la mano de Sirius y besar
cada dedo. — ¿Tú, erm.. alguna vez supiste más sobre Greyback? — Sirius preguntó, tentativamente,
sacando a Remus de su aturdimiento.

— Sí, algunas cosas. — No quería callarse, pero lo hizo de todos modos, sentándose de nuevo y
cogiendo un periódico, solo para tener algo que sostener.

— Moony, sé que odias hablar de él. De eso.

— No, está bien. — No estaba engañando a nadie.

— No crees que... los ataques de los últimos meses...

Remus lo miró, solo para comprobar su expresión. Parecía ansioso, pero no asustado. Al menos,
no de Remus.

— Sí — confirmó con un breve asentimiento — era él. Moody me lo dijo.

— Mierda.

— Sí. Mierda.

— ¿No crees que vendrá a por ti?

— No veo por qué lo haría. — La mentira descarada debería haberlo sorprendido, o al menos
causado una punzada de culpa. Pero esto estaba justificado, se dijo Remus, esto era para proteger a sus
amigos. Tocó la cicatriz de su costado sobre la parte superior de su pijama. La tela era fina, y si la
presionaba ligeramente podía sentir los hoyuelos y arrugas en su carne hechos por esos terribles dientes.
— No es como si él pudiera hacerme otra cosa ahora. Lo peor ya pasó.

— Moony.

224
No era una pregunta ni una demanda, y ambos dejaron que flotara en el aire.

***

Lunes 24 de Diciembre de 1976

— ¿Tenemos hierba? — Preguntó Sirius mientras regresaban del desayuno en Nochebuena.


Habían esquivado otro torneo de ajedrez con los Ravenclaw. En realidad, a Remus no le importaba la idea,
pero Sirius había decidido que eran intensamente aburridos y que no debían ser tolerados.

— Cuando dices "tenemos" — respondió Remus secamente — ¿Te refieres a mí?

— Bien, ¿Tienes hierba?

— No.

— Pero sabes dónde hay.

— Tal vez.

— Ese es mi pequeño delincuente. Vamos, enséñame.

Remus suspiró.

— Tendríamos que ir afuera, a los invernaderos - y probablemente fumarlo allí también, no quiero
que los elfos domésticos huelan. Hace demasiado frío, prefiero no hacerlo.

— Vamos, Moony. ¡No has salido en mucho tiempo!

— Lo sé, lo hago a propósito.

— Vamos — Sirius lo estaba arrastrando por la manga ahora, y como no había mucho más que
hacer, y le apetecía un porro, Remus lo permitió. Convocaron sus capas y abandonaron el castillo,
corriendo a través de la fina capa de nieve hasta los invernaderos. Por debajo de ellos, enterrados en una
caja de hojalata, Remus desenterró los capullos ilícitos, envueltos en rollos de papel marrón. Tendría que
devolverle el dinero a quien le perteneciera, si se enteraban, por supuesto.

Los invernaderos mismos no tenían nieve en los techos; estaban lo suficientemente calientes por
dentro.

— ¿Podríamos entrar allí? — Sirius sugirió, temblando.

— ¿Estás loco? Spout viene aquí dos veces al día para controlar las mandrágoras. Tiene que ser en
otro lugar.

— ¿La casa de los gritos?

225
— Que se joda esa casa. — Remus gruñó, sin pensar. Sirius lo miró, sorprendido, y negó con la
cabeza, disculpándose — Odio ese lugar. Por favor ¿Puede ser en otro lugar?

— Ok, lo siento... er... oh, ¡Ya sé! — Agarró a Remus por la muñeca esta vez, su mano sin
guantes todavía estaba milagrosamente caliente.

Remus averiguó a dónde iban antes de llegar allí, y en realidad era algo brillante. Se estaban
acercando a la estatua de la bruja tuerta y jorobada, cuando el estudiante de séptimo año de Slytherin
dobló en una esquina en el otro extremo del pasillo. Se detuvieron quietos, probablemente luciendo
extremadamente culpables.

— ¿Qué están haciendo ustedes dos? — Preguntó, inclinando la cabeza, sopesándolos.

— Solo estamos paseando. — Sirius respondió, con altivez — El Castillo es de todos.

— Lo que sea. — El Slytherin puso los ojos en blanco, aburrido. Siguió caminando junto a ellos,
barriendo sus túnicas. Remus sacó el mapa, tan pronto como se perdió de vista, y observó el pequeño
punto con su nombre seguir hacia la biblioteca. Perseus Flint.

— Bleugh — Sirius hizo una mueca cuando lo vio — Creo que es un pariente...

Entraron en el pasaje secreto, lanzaron un hechizo iluminador y se enrollaron las capas para poder
sentarse cómodamente en el suelo de piedra.

— Debería haber traído el tocadiscos — dijo Sirius — Podríamos estar bastante cómodos aquí, no
sé por qué nunca pensé en este lugar antes.

— Tú y tus fantasías de cavernas — le bromeó Remus, exponiendo toda su parafernalia. Le


gustaba rodar, era un proceso agradable. — No vamos a pasar el resto de las vacaciones de Navidad aquí.

Sin embargo, pasaron las siguientes horas allí, con las mentes a la deriva, murmurando bromas
estúpidas o tarareando canciones que apenas recordaban. A la hora del almuerzo estaban hambrientos y se
rieron tontamente todo el camino hasta el Gran Comedor. Sirius tenía los ojos rojos, estaba pálido, con
una sonrisa tonta y Remus sabía que no estaba mucho mejor. Estaba agradecido de que Dumbledore no
estuviera allí; los vería en un instante.

Fueron disputados en una partida de ajedrez después del almuerzo, una vez que la mesa había sido
despejada, y Sirius se volvió muy competitivo en su intento de vencer a Tina, quien debía de ser la actual
campeona de Ravenclaw. Remus estaba teniendo dificultades para concentrarse él mismo, y finalmente
apoyó la cabeza en la mesa y cayó en un sueño profundo.

Lo despertaron con un codazo aproximadamente una hora después.

— Estás roncando, Moony. — Sirius se rió entre dientes.

— ¿Estás bien? — Preguntó Tina, con su rostro inquisitivo mirando a través del tablero de
ajedrez. Parecía que había ganado.

226
— ¿Hmm? Oh, sí... — trató de sentarse erguido, sintiendo una punzada en la espalda mientras lo
hacía. — Lo siento, no debí de haber dormido lo suficiente anoche.

— Te ves bastante pálido — continuó. Sus ojos lo recorrieron analíticamente — ¿Quizás deberías
irte a la cama un rato? Sirius dijo que estuviste ocupado toda la mañana con Herbología, así que no me
sorprende que estés cansado.

Sirius se rió compulsivamente, y Remus le dio un fuerte codazo en las costillas.

— Sí, iré a acostarme, gracias.

Regresó a la torre lentamente, al principio en caso de que Sirius decidiera seguirlo, y luego porque
le dolía la cadera por dormir en una posición estúpida. Tenía la cabeza más despejada y decidió tomar un
baño caliente, para ver si eso ayudaba en algo. Se llevó su libro de texto de Aritmancia al baño con él, con
la esperanza de que no volviera a quedarse dormido.

Solo había estado en el agua durante diez minutos cuando la voz de Sirius irrumpió en el
dormitorio.

— ¿Moony?

— Estoy en el baño. — Él volvió a llamar. La puerta se abrió, Remus gruñó — No dije que
pudieras entrar...

— Nada que no haya visto. — Sirius respondió, maliciosamente. Remus parpadeó - ¿Sirius estaba
realmente comentando sobre el reciente giro que había tomado su relación, o era solo otro comentario
improvisado? Quizás hablaba así con James en el baño. Remus no se sorprendería. Sirius se inclinó
casualmente contra el fregadero — James me dio la contraseña para los baños de prefectos, si prefieres ir
allí...?

— Estoy bien aquí, gracias.

— Okay. Tuve una idea.

— ¿Implica fumar marihuana en un túnel?

— Sí.

— Brillante.

— Pero no solo eso, me apetece una excursión.

— ¿Ah sí? — Remus sonrió, cerró los ojos y se echó hacia atrás. Aquí vamos...

— ¿Cómo suena Hog's Head?

Remus abrió los ojos.

227
— Suena completamente loco.

— ¡Excelente! — Sirius sonrió — Entonces iremos después de la cena.

Remus hizo intentos poco entusiastas por hacer que Sirius cambiara de opinión, pero cuando se
había elaborado un plan, generalmente estaba escrito en piedra. Sobre todo si se trataba de romper las
reglas de la escuela.

— No se me permite entrar a Hogsmeade...

— Moony, es Nochebuena.

Así que fueron. Después de compartir un largo porro en el túnel (en la entrada de Honeyduke,
obviamente, a Remus no le apetecía estar drogado durante la larga caminata a través del pasaje), entraron
sigilosamente en la tienda de dulces (guardándose algunas ranas de chocolate en el camino) y hacia la
calle principal oscura y vacía.

Las Tres Escobas era el único lugar que parecía acogedor, pero Sirius pensó que Rosmerta podría
decirle a McGonagall si los veía allí.

— Lo que sería una tontería total — resopló — Tengo diecisiete años, debería poder hacer lo que
quiera.

La Cabeza de Puerco no era tan atractiva como las Tres Escobas, pero aún tenía una especie de
atmósfera acogedora. La clientela era reservada, acurrucada en grupos hablando entre ellos, y el barman
hosco, pero le sirvió a Sirius y Remus sin cuestionar, y pudieron encontrar una mesa y taburetes sin
mucho problema. Había un olor extraño flotando en el lugar, algo que a Remus le gustaba mucho, pero
que no podía ubicar. Le provocaba una extraña especie de deseo que intentó ahogar en whisky.

Bebieron mucho, y rápidamente, atrapados en la sobreexcitación del otro.

— No he bebido nada desde Halloween. — Remus dijo, atrevidamente.

— Uf, estaba tan mal esa noche — se rió Sirius — ni siquiera recuerdo la mitad.

— Yo sí —Remus se erizó. Sirius captó su mirada y la sonrisa desapareció de su rostro. Frunció el


ceño y miró su copa medio vacía.

— Por supuesto que recuerdo esa parte, Remus.

Se sintió un poco culpable después de eso. Una pequeña parte de él todavía quería castigar a Sirius
por el daño que le había causado, incluso si, en general, quería olvidarlo todo y simplemente ser feliz.
Afortunadamente, el alcohol era la solución ideal para este problema en particular. Al menos, eso pensaba
Remus. Él sonrió ampliamente

— La primera vez que me emborraché — apuró su vaso — Fue ese verano que me compré las
botas y todas esas cosas; me puse tan mal que pensé que iba a morir.

228
— Me emborraché en un banquete familiar cuando tenía trece años — reflexionó Sirius,
ordenando dos tazas más con un chasquido de dedos — pero no tanto como me emborraché para tu
cumpleaños ese año... aún así, era lo mismo para Madre, y sacó su varita...

Hizo una pausa, e imitó un movimiento con su propia varita en mano, e imitó aguda y
precisamente igual la voz de su madre — Un heredero Black debe mostrar un comportamiento adecuado
en todo momento — Slash, Slash.

Remus hizo una mueca, pensando en las pantorrillas de Sirius. Sirius lo miró de reojo, en medio
de una barra — Lo siento — dijo, cruzando los brazos cuando llegaron los whiskies — No es gracioso, no
sé por qué actúo como si lo fuera.

— Estás fuera de ahí, ahora — dijo Remus, en serio — No tienes que volver nunca.

— Sí — dijo Sirius, encorvado en su asiento — Ahora es todo problema de Reg. Fulano


desagradable, ¿Sabes cuántas veces asumí la culpa por él? Cuántas veces me paré entre... él solía ser un
pequeño llorón, pero mamá odia los llantos, dice que hace a los hombres maricones, los hace... bueno, lo
que sea, algunas tonterías, pero de todos modos, Reg lloraba, y yo hacía algo peor para distraerla, y luego
ella haría lo suyo — Slash, slash. Sus ojos brillaban y sus mejillas estaban rosadas — Sabes, si alguno de
nosotros hubiera aprendido a no sentirse mal, entonces tal vez... pero supongo que Reg aprendió, al final,
maldito de corazón frío.

Tomó un gran trago. — Lo siento, no debería quejarme. Especialmente contigo. Sabes todo sobre
mi maldita falta de autocontrol.

Remus tardó un momento o dos en darse cuenta de que Sirius estaba hablando del incidente de
Snape. No quería hablar de eso, la conversación era lo suficientemente melancólica, y sabía lo que sucedía
cuando dejabas que la bebida te deprimiera.

— Está bien — murmuró — Probablemente sea algo bueno, de todos modos. Casi nunca lloro,
creo que perdí la habilidad en algún momento. Tal vez soy como Reg.

— Tú no eres como Reg. — Sirius dijo, con vehemencia, apretando la rodilla de Remus. Remus le
sonrió, atónito, y Sirius retiró la mano rápidamente, mirando furtivamente a su alrededor en caso de que el
gesto hubiera sido notado.

— ¿Puedes oler eso? — Preguntó Remus, sintiéndose muy borracho ahora. Se estiró como un
gato. Era tan familiar, tan profundo y fascinante, como una presa, o ... no, estaba fuera de su alcance.

— ¿A cerveza rancia? ¿Sudor? — Sugirió Sirius, riéndose.

— No, es un animal o algo...

— Lo siento, amigo — se encogió de hombros — podría convertirme en un perro y oler, pero creo
que estoy demasiado borracho para recordar cómo volver a ser humano...

Salieron del pub poco después. El olor había infectado a Remus, inquebrantable y
abrumadoramente deseable, se sentía más que borracho, casi como un lobo. Transfirió este sentimiento a

229
Sirius y lo empujó contra la pared en la oscuridad de un callejón, besándolo ferozmente, presionando sus
caderas contra él. Finalmente, Sirius tuvo que alejarlo, usando más fuerza de lo normal.

— Oye — susurró — Aquí no, alguien verá...

Se arrastraron el uno al otro de regreso a Honeyduke, a través de la puerta y al sótano, con lo que Remus
habría estado más que feliz, pero Sirius no volvería a tocarlo hasta que estuvieran dentro del oscuro y
húmedo túnel. No habían estado juntos así después de beber, y ninguno de ellos estaba lo suficientemente
consiente como para encender sus varitas, así que estaba completamente oscuro, pero Remus estaba
caliente por el whisky y Sirius estaba tan ansioso como él ahora que estaban solos, fue igual a como había
sido antes, solo que mejor, más urgente, fluido y desordenado, y Remus sintió una oleada de coraje, antes
de alejarse y caer de rodillas, sosteniendo a Sirius en su lugar... y fue angustiante, pero Dios, valió la pena
escuchar ese jadeo de sorpresa.

— ¿Qué estás...? ¡Oh!

***

El día de Navidad de 1976

Como era de esperar, ambos chicos se despertaron el día de Navidad con resaca.

— Dime que hay una cura, Moony — se lamentó Sirius desde su cama — Tú eres el que está
tomando lecciones de curación...

— Tú eres el que está tomando Pociones — se quejó Remus desde debajo de la almohada. — El
dolor es cosa de pociones, yo solo veo cortes y abrasiones.

— Inútil.

— Cállate.

Pero no sirvió de nada, ahora estaban despierto y ninguno de los dos podían hacer algo al respecto.
Salió de sus sábanas, la cabeza golpeándole al doble de ritmo mientras cojeaba por la habitación hacia el
baño. — Ducha fría — murmuró en la cama de Sirius — luego desayuno. Huevos fritos, créeme.

No podían afrontar la apertura de los regalos y los dejaron, en lugar de eso, tropezaron hasta el
Gran comedor para ir comer, sin peinarse o hacer mucho esfuerzo por lucir bien en absoluto. Dumbledore
estaba allí y les sonrió con benevolencia mientras tomaban asiento en la mesa.

— ¡Feliz Navidad a todos! — Gritó, alegremente, aparentemente ajeno a la mueca de dolor de


Sirius y Remus.

El desayuno mejoró un poco las cosas, al menos les tranquilizó el estómago y regresaron con
entusiasmo a la torre después para abrir los regalos. Remus recibió la variedad habitual de plumas,
chocolates, libros y prendas de punto como de costumbre, y estuvo muy contento de recibirlos. Nada de la
Matrona este año; supuso que ella había decidido cortar los lazos antes de tiempo, ya que después de su

230
decimoséptimo cumpleaños no se esperaba que regresara a St. Edmund. Reprimió ese pensamiento con un
cigarrillo.

James se puso en contacto poco después de eso, a través de los espejos compactos, y ambos le
desearon una feliz Navidad.

— ¿Están bien ustedes dos? — Frunció el ceño a través del cristal — Se ven un poco enfermos.

— Resaca — gruñó Sirius.

— Celos. — James respondió.

— Bicho raro. — dijo Remus.

Después, tomó una siesta, aún agotado por la noche anterior, y se despertó a tiempo para el
almuerzo, por lo que, en opinión de Remus, era básicamente un perfecto día de Navidad.

***

Día de Boxing, 1976

— ¿Por qué se llama el día de boxing, de todos modos?

— Nadie lo sabe — bostezó Remus sobre su papilla — Es uno de los grandes misterios de la vida.

— Debe ser una cosa muggle. Le preguntaré a mi profesor de Estudios Muggles.

— ¿Tomas Estudios Muggles? — El Slytherin, Flint, lo estaba mirando desde la mesa.

Sirius le lanzó dos dedos*, luego le dio la espalda, ignorándolo. Remus siguió comiendo, el azúcar
morena derritiéndose en su lengua. Sus rodillas se tocaban debajo de la mesa y era glorioso.

De repente, las lechuzas llegaron, chillando en el pasillo con una urgencia inusual. También
hubieron más de lo habitual. Remus se dio cuenta de que Dumbledore y McGonagall no estaban en el
desayuno. Tina, sentada enfrente, tomó su correo primero y lo abrió.

— Es de mamá... — sus ojos se abrieron y se levantó de la mesa de inmediato, saliendo


apresuradamente del pasillo. Flint hizo lo mismo, luego Arnold.

— ¿Qué esta pasando? — Preguntó Remus, mientras Flitwick suspiró profundamente, sacudiendo
la cabeza. Les pasó a los dos muchachos restantes un ejemplar de El Profeta. Se inclinaron juntos para
leerlo.

'MUGGLES ATACADOS EN CRISIS DE NAVIDAD', gritaba el titular.

231
'Anoche, mientras miles dormían seguros en sus camas la noche de Navidad, más de cien muggles
en toda Gran Bretaña fueron atacados en sus hogares. La oficina del Auror confirmó esta mañana que los
ataques eran de naturaleza mágica y tenían la intención de causar daño.

Los ataques tuvieron lugar en varios lugares, aparentemente dirigidos a familias con vínculos con
el mundo mágico, aquellas con parientes mágicos o una historia de relaciones mágicas muggle. Las
ofensas van desde maleficios menores hasta, en algunos casos, el uso de maldiciones imperdonables.
Actualmente no hay sospechosos. Se espera que el ministro de Magia haga una declaración más tarde hoy.
'

La profesora McGonagall llegó mientras estaban leyendo, con Flint, Tina y Arnold por detrás.
Tina parecía como si hubiera estado llorando. Flint frunció el ceño miserablemente.

— Todos han escuchado las noticias. — Dijo la profesora, su voz más fina de lo habitual; tenso y
cansado. — Si sus padres han solicitado que regreses a casa, haremos los arreglos necesarios para
asegurarnos de que lleguen a salvo.

— ¿Hay algo que podamos hacer, profesora? — Sirius se puso de pie, frunciendo el ceño. Flint
puso los ojos en blanco.

— No, señor Black, gracias. Simplemente mantenga la calma y continúe con normalidad.

— Por favor, profesor Flitwick — sollozó Tina — necesito irme a casa ahora, es mi tía... —
Arnold le pasó el brazo por el hombro y le susurró algo reconfortante.

— Vamos, Moony — murmuró Sirius — Veamos si James sabe algo...

— ¡No sé nada! — James dijo, casi tan pronto como abrió el espejo para responder a su llamado.
— Papá se fue al ministerio con Moody, me dejaron leer el periódico, pero no hay nada más. Sin embargo,
todo el mundo sabe quién lo hizo: los mortífagos.

Sirius asintió con gravedad.

— ¿Voldemort? — Remus preguntó: — ¿Tiene tantos seguidores? Más de cien, decía el


periódico, en todo el país, en una noche...

— Deben de ser más de lo que nadie pensó. — Dijo James.

— Bueno — Sirius se sentó, su boca en una línea sombría — Mi familia sola representaría al
menos veinte.

— No son tu familia — dijo James, con fuerza. Él y Sirius se miraron fijamente durante un rato, y
Remus se apartó, un poco, sintiéndose intrusivo. El temperamento de Sirius estaba aumentando, Remus no
necesitaba sentidos mejorados para resolver eso.

— Si Reg fue uno de ellos, yo...

232
— ¡Black! — James entre dientes — Nadie sabe quiénes fueron. Cálmate, ¿Ok? Moony, ¿Estás
ahí?

— Sí — Remus arrastró los pies hacia la vista del espejo. James lo miró.

— No dejes que sea un idiota con esto, ¿Está bien?

— ¿Qué quieres que yo haga? — Remus preguntó, desconcertado. Las crisis familiares de Sirius
solían ser el trabajo de James. El papel de Remus era diferente.

— ¡Solo distráelo!

Remus personalmente no pensó que eso sonara como la mejor idea. No solucionaría el problema,
y James casi definitivamente no aprobaría las técnicas de distracción de Remus. Sirius habló con James un
poco más y Remus los dejó. Pensó con nostalgia en el último porro, sentado en su mesita de noche en el
piso de arriba. Probablemente no sea apropiado eso ahora.

***

Jueves 27 de Diciembre de 1976

Arnold, Tina y Flint se fueron a casa el día de San Esteban, así que después de eso solo estaban
ellos dos (y los maestros, por supuesto, pero parecían estar en una conferencia interminable, la cara de
McGonagall cada vez se volvía más y más cansada). Remus la vio.

Sirius se enfurruñó. No quería salir, no quería quedarse adentro. No quería fumar, beber, comer o
jugar. Solo quería estat angustiado. Remus habría estado bastante contento de dejarlo, si tan solo no
afectara tanto a toda la atmósfera del castillo.

Probó la idea de distracción de James.

— ¿Quieres jugar al juego?

— No, soy pésimo.

— Sí, pero yo no lo soy.

— Entonces juega tú. — Se encorvó en su silla con los brazos cruzados. Remus suspiró.

— ¿Quieres salir en tu escoba? Iré contigo y todo.

— No tengo mi escoba aquí.

— Podemos tomar algunas prestados del cobertizo. A Hooch no le importará.

— No, no me gusta usar las escobas de otras personas.

233
— Snob.

Ninguna respuesta.

— ¿Ajedrez?

— Aburrido.

— ¿Deberes?

Eso fue recibido con una mirada oscura.

— ¿Quieres una mamada?

— ¡Maldita sea, Moony!

— ¡¿Qué?! Me estoy quedando sin opciones, Jesús. Solo trato de animarte.

— No quiero animarme.

— Sí, eso está claro. — Jugueteó con un hilo suelto en su manga — ¿Quieres ir a los Potter?

Sirius miró hacia arriba,

— ¿Qué?

— No me importa — dijo Remus, honestamente. — Si necesitas verlos. Si... necesitas a James.

Por un momento, Remus no estaba seguro de qué iba a hacer Sirius. Pareció considerar la idea y
Remus deseó no haberlo sugerido. Pero él sacudió su cabeza.

— No. — Él dijo: — ¿Qué tipo de amigo sería si te dejara aquí solo?

Eso hizo que Remus se recuperara. Tiró del hilo de su manga, rompiéndolo.

— Bueno, no estás siendo un muy buen amigo en este momento, para ser honesto. Sé que estás de
mal humor, pero...

— No estoy de mal humor. — Sirius escupió, enojado — Estoy cabreado. Mira, no sabes lo que es
tener una familia haciendo Merlín sabe qué: gente con la que estoy relacionado, Moony.

— Oh Dios, corta el maldito rollo, ¿Quieres? — Remus gimió, levantándose para avivar el fuego.
Lo siento James, pensó, no soy tú . — Pobre Sirius Black, el niño rico mimado con la familia malvada.

— Eh, ¿Qué te pasa?

234
— Bueno, lo siento, pero hemos tenido seis años de esto, ahora. No, no sé cómo es, porque no
tengo familia, y mucho menos una malvada. ¿Sabes lo que tengo? Una manada de malditos hombres lobo,
esperando a que llegue a la mayoría de edad para finalmente poder venir hacia mi y obligarme a unirme a
todos los demás monstruos.

— Moony...

— Tengo un maldito asesino de niños brutal asesino en masa por ahí esperándome. Y no mucho
más, para serte honesto. No tengo a los Potter, ni a un tío, ni siquiera tengo un futuro. Así que, si no te
importa, prefiero no sentarme aquí escuchando cómo te quejas de lo difícil que lo tienes.

Solo había decidido a la mitad de su discurso que iba a salir furioso, pero esperaba que no se viera
de esa manera. No se había permitido enojarse tanto en mucho tiempo y, como siempre, había sido Sirius
quien lo había sacado al exterior. Fue a la biblioteca, porque no había ningún otro lugar, y porque Sirius
casi definitivamente buscaría allí primero. Era extraño caminar por los pasillos vacíos y las escaleras.
Podía oír los retratos susurrando al pasar y no le gustaba.

Cuando llegó a la biblioteca, se dio cuenta de que no tenía planeado un próximo paso. Había
dejado toda su tarea en el dormitorio, por lo que no podía revisar sus notas. Él podría convocarlos, supuso,
pero eso de alguna manera le quitaba todo el sentido a su salida furiosa.

Remus simplemente fue al estante más cercano y sacó un libro al azar, sentándose en la silla más
cómoda que pudo encontrar con él. Era de pociones. Vaya suerte. Por primera vez en unos años, Remus
usó Letiuncula Magna para leer. Era más fácil, y su cabeza estaba demasiado desordenada como para
concentrarse mucho. Aún así, lo calmó.

— Remus.

Cerró los ojos y respiró antes de mirar hacia arriba.

— Siento haber gritado, Padfoot.

— Siento haber estado quejándome — Sirius se encogió de hombros.

— Bueno, está bien estar enojado a veces. Es normal. — Remus sonrió y dejó el libro. Se levantó
y caminó hacia la entrada de la biblioteca, donde estaba Sirius, con las manos en los bolsillos, como un
niño pequeño. — Yo fui un idiota, sin embargo, no debería haber dicho esas cosas.

— Ah, eran verdad. Soy un mocoso rico mimado.

— Sí — sonrió Remus, alborotando su cabello perfecto — Aunque no me importa.

— Podemos hacer una de esas cosas que querías hacer ahora. ¿Si todavía quieres...?

— ¿Cúal? ¿Ajedrez?

— Oh, sí — Sirius arqueó una ceja — Definitivamente ajedrez.

235
***

Viernes 28 de Diciembre de 1976

— ¿Quieres hablar acerca de ello? — Preguntó Sirius, a última hora de la tarde. Finalmente había
permitido que Sirius continuara con su tarea, y estaba jugando al solitario con una baraja de cartas que
había encontrado. Remus nunca había visto a Sirius ocupado en una actividad tan tranquila antes, y seguía
mirándolo a escondidas.

— ¿Hm? — Levantó la vista de su tarea de Herbología, fingiendo que estaba completamente


absorto en la identificación de los pétalos.

— ¿Quieres hablar acerca de ello? — Sirius repitió, sin dejar de mirar sus cartas — ¿Sobre lo de
Greyback?

—Oh eso. — La garganta de Remus se secó. — No, no lo sé. Sin embargo, gracias.

— Si estás seguro... — dijo Sirius, levantando una tarjeta y colocándola en otra pila. — Solo
porque dijiste que no pensabas que él estuviera detrás de ti, pero ayer dijiste...

— Si lo sé. — Remus dijo, sintiendo que se le aceleraba el pulso. — Es sólo que... no quiero
pensar en eso ahora. ¿Okay?

— Ok entonces. — Sirius miró hacia arriba y sonrió.

Remus le devolvió la sonrisa y sintió tal oleada de amor por Sirius Black que lo mareó.

***

Sábado 29 de Diciembre de 1976

— ¡Falta! — Remus vitoreó, alegremente, mientras los entrenadores de Peter pasaban por encima
de la línea de gol.

— Carajo. — Sirius suspiró. — Sabía que era un poco ambicioso.

— Deberíamos dejar esto — dijo Remus, reajustando las sábanas colgantes — Imagina jugar esto
con más gente.

— Evans nos obligaría a eliminarlo.

— Apuesto a que sólo después de que ella lo haya probado.

— Te gusta ella, ¿no?

Remus le dio una mirada penetrante.

236
— Otra vez esto no...

— ¡¿Qué?! — Sirius sonrió, levitando una manzana del frutero que los elfos habían dejado fuera.

— Estás obsesionado con encontrarme una novia.

— No lo estoy. Simplemente no quiero que te pierdas nada de eso. — Sirius metió la manzana por
el agujero más grande y golpeó el aire — ¡Sí!

— Cinco puntos. — Remus respondió, secamente — Aún tienes veinte menos. — Se aclaró la
garganta — Y no me estoy perdiendo nada.

— Sé que crees que no lo estás, Moony, pero solo digo...

— Bueno, no digas nada.

— No te enojes conmigo.

— No me enojo — Remus disparó un tintero a las sábanas con tanta fuerza que falló y salpicó la
tela blanca con una mancha azul brillante.

— Pareces bastante enojado. — Sirius bajó su propia varita y se volvió hacia Remus. Remus no lo
miró.

— No quiero una novia, ¿Cuántas veces lo tengo que decir?

— Sé que dices eso, pero... no puedo evitar pensar que debe haber una razón detrás de eso... creo
que sé por qué. — Sirius se movió, torpemente, y Remus lo miró, de reojo, su corazón latía con fuerza en
su pecho. Debería haber esperado esto, eventualmente. — Es por lo de ser un hombre lobo, ¿No? — dijo
Sirius.

Remus abrió la boca y luego la volvió a cerrar. ¿De verdad? ¿En serio? Se sentó con la cabeza
entre las manos y trató de no reír. Sirius confundió esto con otra cosa, y dijo, gentilmente — Te preocupa
que una chica se entere, ¿verdad? Pero, quiero decir, Evans lo sabe, y ella está bien al respecto, así que no
veo por qué no encontrarías a otra persona... y tus cicatrices no son tan malas como crees.

— ¿Oh enserio? — Remus resopló.

— Sí — asintió Sirius, alentadoramente — Son geniales. Y tú... quiero decir, ya sabes, eres
bastante guapo. Eres alto y um...

Remus lo miró con curiosidad. Sirius Black se sonrojó.

Jesucristo, pensó Remus, ¿En qué nos hemos metido?

***

237
Domingo 30 de Diciembre de 1976

— ¿Hasta dónde crees que han ido Pete y Desdemona?

— Ugh, ¿Por qué estás pensando en eso? — Remus arrugó la nariz en la oscuridad.

— No lo sé — respondió Sirius puedo dormir.

Remus rodó sobre su costado y miró al otro lado del dormitorio, donde Sirius yacía en su cama.
Podía distinguir claramente su silueta pálida, estaba acostado de espaldas, mirando hacia el dosel, con los
brazos detrás de la cabeza.

— ¿No estás cansado? — Preguntó Remus. Ambos habían estado en su cama, solo una hora antes.
Sintió profundamente la ausencia, pero no había nada que hacer al respecto.

— Supongo que no. Sigo pensando en mañana.

— ¿Mañana?

— Último día del año.

— Sí. — También sería su último día a solas. Todo el mundo debía regresar el primero de Enero,
y la burbuja en la que habían vivido durante los últimos once días estallaría. — ¿Haciendo resoluciones?
— preguntó Remus, bostezando.

— Realmente no. Solo las cosas habituales. — Sonaba triste. — Cosas que debería dejar de hacer.

— Bueno. — Remus pensó rápidamente — ¿Por qué no piensas en las cosas que quieres hacer?

— ¿Cómo qué?

— Oh, no sé — Remus reprimió otro bostezo — ¿Cómo siempre estás hablando de ir a Londres?
Londres muggle. Bueno, quiero decir, no solo una caminata poco fiable en Mile End.

— ¡Oh si! — Sirius dijo, animándose — Deberíamos hacer eso, en el verano. ¿Podemos ir a
Carnaby Street?

— No veo por qué no.

— Quiero aprender a tocar la guitarra.

— Por supuesto que sí...

— Ir a acampar.

— Mmm.

238
— Y ver a Bowie en un concierto.

Remus sonrió, suavemente, escuchando los sueños de Sirius mientras se quedaba dormido.

***

Lunes 31 de Diciembre de 1976

— ¿Conoces algún hechizo de costura? — Remus preguntó, pensativo, tomando una taza de té en
su sillón favorito y mirando las sábanas que tendrían que bajar hoy.

— ¿Por qué habría de saber hechizos de coser? — Preguntó Sirius desde el suelo. Estaba sentado
sobre un caldero con un libro a su lado, tratando de crear sus propios fuegos artificiales para celebrar la
Nochevieja.

— Estaba pensando en las sábanas...

— Pff — Sirius agitó una mano — Ni siquiera se darán cuenta.

— También deberíamos arreglar esa bola de cristal que rompimos.

— Nah.

— Y probablemente debería buscar esas piezas de ajedrez que... em... se perdieron — Hace dos
días habían disparado accidentalmente un juego completo por la ventana. Habían convocado a la mayoría
de las piezas, pero la reina y dos caballeros todavía estaban en los arbustos en algún lugar debajo.

— Mira, todos sabían que solo íbamos a estar nosotros dos aquí por Navidad — respondió Sirius,
agitando su varita con cuidado sobre el caldero — Era su responsabilidad encerrar todo lo que no
quisieran que se perdiera por la ventana.

— ¿Y la cama de Peter?

— Ha dejado de hacer ese ruido extraño.

— Sí, pero todavía se ríe cuando te sientas en él.

— Descubrirá cómo solucionarlo o conseguirá que Desdemona le ayude. Te preocupas


demasiado.

*EXPLOSIÓN*

El contenido del caldero explotó en la cara de Sirius, tirándolo hacia atrás y llenando la habitación
con una columna de humo verde lima. Remus corrió hacia la ventana, tosiendo, tratando de no reírse de la
expresión de sorpresa de Sirius, el rostro ennegrecido por el hollín.

— Te dije que deberíamos preguntarle a Flitwick.

239
El polvo se asentó y ahora toda la habitación estaba cubierta con una fina película verde. Remus
arqueó una ceja. Sirius sonrió.

— ¿Dejamos esto en manos de los elfos domésticos? Tengo que ducharme.

Fue con Flitwick, al final, y el pequeño profesor de Encantamientos estaba encantado de impartir
algunos consejos sobre cómo crear los fuegos artificiales perfectos, sin pociones o calderos sucios. — Sin
embargo, me hizo prometer que no le diría a McGonagall que él me enseñó — se rió Sirius — Realmente
ha subido en mi estimación, el viejo Flitters.

— No puedo creer que fueras sin mí. Soy el mejor en Encantamientos. — murmuró Remus,
mientras salía por la ventana de su habitación para sentarse en el borde junto a Sirius.

— ¡Estabas durmiendo! — Sirius le dio un codazo jovialmente.

— Igual. — Remus refunfuñó, cruzando los brazos para protegerse del frío. Sus piernas colgaban
precariamente sobre el borde, pero él no tenía tanto miedo a las alturas como antes. Gracias al implacable
entrenamiento de James con la escoba. Solo había tomado una siesta antes para asegurarse de poder
quedarse despierto hasta la medianoche, que ahora estaba a solo unos minutos.

Estaba muy tranquilo, afuera, y aparte del ocasional ruido de animales que se elevaba desde el
Bosque Prohibido, o el suave ulular de los búhos en la lechucería, podrían haber estado completamente
solos en el mundo. Estaban contentos de sentarse en este silencio, mientras los últimos momentos de 1976
se desvanecían bajo un cielo helado de invierno. Remus sintió una profunda sensación de satisfacción y
alegría. Era agridulce. Tenía muchas ganas de volver a ver a James, Peter y a las chicas. Estaba deseando
que llegara el trimestre de primavera. Pero aun así, tan pronto como el Expreso de Hogwarts llegara a la
estación a la tarde siguiente, todo lo que él y Sirius habían compartido durante las últimas doce noches
tendría que ser ordenado y encerrado hasta que fuera seguro volver a salir a la superficie.

Sirius levantó su reloj de bolsillo, uno que había recibido de los Potter por su decimoséptimo
cumpleaños. Lo levantó para que Remus pudiera verlo también. Cinco segundos para el final. Sirius le
sonrió y le apretó la rodilla.

— ¿Listo? — levantó su varita.

Remus le devolvió la sonrisa y asintió.

— Listo.

(Song: After All - David Bowie)

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104
Mala luna ascendente
Gather 'round all you people
Watch me while you can
Been trawling too long, I've been losing out strong
For the strength of another man

I've been hasty, wasty standing on the backstep


Waiting for the phone to ring
But this semi-acoustic love affair
Is driving me to the brink

I'm just looking for a friend


I'm just looking for a friend
You don't have to be a big wheel, you don't have to be the end
I'm just looking for, looking for a friend

Martes 1 de Enero de 1977

— ¡Aquí vienen! — Sirius estaba prácticamente brincando junto a Remus mientras veían los
carruajes sin caballos acercándose a las puertas del castillo.

— Gracias a Dios. — Remus bromeó: — Por fin una conversación inteligente.

— Oh, cállate, me amas en realidad. — Sirius le dio una patada en la espinilla.

Lo hago, pensó Remus, lastimosamente, realmente lo hago. Pero, por supuesto, eso no era lo que
había querido decir Sirius.

James desembarcó de los carruajes tirados misteriosamente como un soldado que regresa de la
guerra. Él y Sirius se sonrieron el uno al otro, hasta que Remus pensó que eran ellos dos los que se
besaban a escondidas, no Sirius y Remus. Lily y Peter bajaron del carruaje detrás, y Remus la abrazó y
asintió con la cabeza.

— ¿Buena Navidad? — Lily preguntó: — ¡Gracias por los chocolates!

— Gracias por los guantes — respondió agitándolos para mostrarle — Realmente me mantienen
calentito.

— Sí, gracias por los guantes, Evans — James agitó sus propias manos cubiertas de lana.

Lily se sonrojó profundamente y murmuró algo sobre no querer dejar a nadie fuera.

241
Antes, Remus y Sirius habían caminado solos a través de un castillo de pasillos vacíos resonando
y silenciados con los susurros de los retratos y los espeluznantes fantasmas a la deriva. Pero cuando
regresaron todos juntos, fue como si la escuela se transformara en un instante. Las losas vibraron con la
charla de amigos reunidos, cada arco y columna se llenó de estudiantes vestidos de negro. Remus sintió
que estaba despertando de un sueño extraño y silencioso.

Fue increíble lo rápido que todo volvió a la normalidad: Peter y Desdemona comenzaron una
pelea casi de inmediato, Lily maldijo a James a la mitad de la cena, Mary tenía historias de su novio más
reciente, y Marlene puso los ojos en blanco ante esto. Sirius solo tenía ojos para James, por supuesto, pero
Remus estaba muy consciente de las miradas que estaba recibiendo de otros lugares: todas las tarjetas de
Navidad sin respuesta estaban volviendo de casa listas para explotar.

— Entonces, ¿Qué hicieron ustedes dos? — James preguntó, con la boca llena de rosbif — No me
dijiste mucho cuando hablamos...

Sirius y Remus se miraron el uno al otro solo por un momento, el tiempo suficiente para que
Remus notara la chispa de pánico en Sirius y sonriera a James.

— Pasé la mayor parte del tiempo tratando de mantener a Padfoot fuera de problemas,
obviamente.

James y Peter se rieron, y eso era todo lo que necesitaba. Sirius se recostó, los hombros se
hundieron y Remus lo miró por debajo de sus pestañas. Esto no iba a funcionar. Todo era demasiado
imposible.

La noche anterior, justo antes de quedarse dormido, Remus había tomado una decisión. Tenía que
hablar con Sirius. La ironía no pasó desapercibida para él, que después de días y días de nada más que
hablar, la solución pareciera ser hablar más. Pero esta vez haría que Sirius escuchara.

Solo necesitaba una oportunidad, que aceptó no sería fácil de conseguir. Una oportunidad, y un
poco más de tiempo. Todavía no era lo suficientemente valiente. Justo ahora, cada canción que escuchaba
le recordaba a Sirius; cada frase sensiblera en cada novela. Quizás no estaba listo para dejarlo todo.

Sirius ciertamente no lo estaba. Remus había intentado interrogarlo, después de que todos habían
regresado por unos días, y Sirius había aceptado una invitación a Hogsmeade por parte de Emmeline
Vance.

— ¿No crees que deberíamos parar? ¿No te resulta un poco confuso?

— ¿Por qué sería confuso? No es lo mismo. — Sirius arqueó las cejas con genuina sorpresa.

— Oh. — Remus dijo, en voz baja. Se alegró de que estuvieran en un armario, que estaba oscuro
— Oh, ¿no lo es?

— Bueno no. Ella es una chica. Tú eres Moony.

— ¿Qué significa eso?

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— Solo significa... ya sabes. Tú y yo... no somos... y ella... eh... oh, por el amor de Dios — se
irritó y dejó de explicar: — No veo ninguna razón para detener esto, ¿De acuerdo? Es divertido, ¿no?

— Sí. — Remus suspiró.

— Mira, si alguien te invita a salir, está bien, obviamente.

— Correcto. — Remus asintió — Eso es muy amable de tu parte.

— Oh, vamos, no seas así... — Sirius comenzó a besar su cuello, y Remus no estaba en posición
de discutir, después de eso.

Realmente había tenido muchas oportunidades. Era tan débil como Sirius, cuando todo estaba
dicho y hecho.

Además, era solo un secreto, como Sirius había dicho una vez, mucho antes de que todo se
complicara; 'No eres Moony si no tienes un secreto'. Podía tener secretos. Excepto que se estaba volviendo
más difícil, especialmente alrededor de la luna llena, cuando sus nervios estaban más delgados y cada
emoción ardía justo debajo de su superficie. Luego, cuando veía a Sirius con una chica u otra, observaría
como ella recogía pelusas de su jersey de la escuela o le enderezaba la corbata o le rodeaba la cintura con
los brazos y querría hacerla pedazos.

A veces pensaba que debía ser tan obvio que seguramente todos lo sabían. ¿Seguramente James lo
sabía? Remus estaría sentado con ellos, o caminando junto a ellos, o desayunando, y sus ojos se fijarían en
los de Sirius, y ¿Cómo nadie más podía sentirlo?

Le hizo sentirse culpable. Remus se preguntó si le estaba mintiendo a Sirius incluso más de lo que
Sirius se estaba mintiendo a sí mismo. Remus estaba siendo deshonesto sobre lo que quería, sobre cuánto
significaba todo para él, y al final pudo ver que estaba confundiendo a Sirius aún más. Lo mejor era
exponer todo y luego lidiar con las consecuencias.

Sin embargo, todavía no. Quizás después de la luna llena.

***

Jueves 6 de Enero de 1977

Remus se despertó afuera. Esto era algo muy malo. El cielo de arriba era celeste y estaba lleno de
nubes. Había árboles, ramas negras y torcidas. La brisa era fresca sobre su piel y la hojarasca suave y
abultada debajo de él. No estaba bien, pero era más agradable que lo habitual. Parpadeó contra la luz de la
mañana y miró a su alrededor para ver a sus tres amigos mirándolo con cautela. Sirius se quitó la capa
rápidamente y se la entregó a Remus.

— Aquí, hace frío...

— ¿Qué pasó? ¿Por qué no estamos de vuelta en la casa? — Remus frunció el ceño, cubriéndose
con la capa. Se dio cuenta de que James estaba jadeando con fuerza y sosteniendo su brazo de una manera
extraña — ¿Te lastimé, Prongs?

243
— No a propósito — James negó con la cabeza, obviamente ansioso por mantener la calma de
Remus — Estabas... seguías tratando de alejarte de nosotros, eso es todo. No pudimos conseguir que nos
siguieras como de costumbre, ni siquiera Padfoot.

— Recuerdo... — Remus frunció el ceño y se puso de pie — ¿Estábamos cazando?

— Lo estabas. — Sirius dijo, mirándolo de manera extraña — Había algo a lo que realmente
querías llegar. En Hogsmeade.

— ¿En Hogsmeade...? — Todo volvió como un mal sueño. Ese olor. Lo había olido por primera
vez en Nochebuena en Hog's Head, e incluso entonces supo lo que era. ¿Cómo pudo ser tan estúpido? —
¿Estás seguro de que no estás herido? — Remus preguntó, de nuevo, mirando a James.

James asintió con fervor, su cabello desordenado meciéndose con la brisa de la mañana.

— Vamos — señaló con la cabeza — Tenemos que llevarte de vuelta a la casa antes de que llegue
Madame Pomfrey...

Los siguió, pisando con cautela sobre el suelo pedregoso del bosque con los pies descalzos.

— No estamos muy lejos — dijo Sirius, caminando lentamente a su lado — Logramos... guiarte
en la dirección correcta... pero seguiste tratando de esquivarnos.

— Todos tienen que volver al castillo — dijo Remus, incapaz de mirarlos a los ojos — Creo...
creo que algo pudo haber pasado anoche.

— No pasó nada, Moony — dijo Peter — honestamente, no te perdimos de vista ni una vez.

— Eso es bueno — asintió Remus. La casa estaba a la vista ahora — Pero aún así deben irse.
Créanme.

Afortunadamente, lo hicieron; todos todavía conmovidos por lo que sea que había ocurrido justo
antes de que Remus regresara a su cuerpo humano. Remus entró en la casa, se vistió y se sentó en silencio
en la cama a esperar a Madam Pomfrey. Ella no vino. En cambio, fue McGonagall quien abrió la
trampilla, casi una hora después del amanecer.

— Señor Lupin — dijo, de la manera enérgica habitual que solía utilizar cuando se aproximaba
una detención.

— ¿Dónde está Madame Pomfrey? — Preguntó, sintiendo mucho frío de repente.

— Ella está en otros asuntos esta mañana, en Hogsmeade — dijo la profesora, su rostro marcado
por la preocupación — Ella me pidió que lo atendiera. ¿Estás lastimado?

— No, estoy bien. ¿Qué pasó en Hogsmeade?

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— Vamos, Lupin — dijo su maestra, volviéndose rápidamente hacia el túnel — Si estás lo
bastante bien, entonces deberíamos regresar al castillo lo más rápido posible.

— Por favor — tuvo que caminar rápido para seguirle el ritmo, lo cual no era fácil cuando sus
huesos todavía estaban volviendo a sus posiciones habituales — Por favor, profesora, ¿Qué pasó en
Hogsmeade?

— Me temo que no puedo...

— Era un hombre lobo, ¿No? ¿Un ataque?

— Remus. — Ella se volvió y lo miró. Estaban al mismo nivel de los ojos, en estos días, y todavía
estaba creciendo. — ¿Cómo lo sabes? — Preguntó ella bruscamente.

— Podía olerlo, a el otro. Sabía que estaban cerca. ¡No fui yo! Lo juro.

— No, lo sabríamos si te hubieras escapado. — Ella parecía muy segura de eso, así que él no se
opuso.

— ¿Fue malo?

—... Sí.

— ¿Alguien está muerto?

— Me temo que sí. Ahora realmente no puedo hablar de eso, así que vamos a llevarte de regreso
al castillo, ¿De acuerdo? Sé que Poppy por lo general te mantiene en la enfermería durante un día o dos
para descansar, pero ¿Crees que podrías ir a tus lecciones como siempre hoy? Creo que sería mejor evitar
cualquier sospecha.

— Por supuesto.

— Puedes venir a verme si se siente mal en cualquier momento.

— Estaré bien. — Su voz era baja y vacía. Nunca había conocido a otro. Ahora sabía que había
uno cerca.

— Remus — dijo McGonagall, dándole una mirada severa — Esto no fue tu culpa. Esto no fue
culpa de nadie. ¿Lo entiendes?"ñ

— Sí, profesora. — Era mejor decirles a los adultos lo que querían escuchar, la mayor parte del
tiempo. Quizás podría escribirle a Ferox, o incluso a Moody. Remus quería desesperadamente hablar con
Sirius en privado, pero supuso que tendría que esperar un poco.

Ahora lo sabía todo. Había habido otro hombre lobo en Hogsmeade durante la Navidad, y había
estado esperando a la luna llena. Tenían que estar del lado de Voldemort, del lado de Greyback, porque,
en la opinión de Remus al menos, tendrías que estar loco o ser malvado o ambos para colocarte cerca de

245
otras personas durante la luna llena. ¿Debería haberle dicho a alguien que había reconocido el olor la
víspera de Navidad? ¿Podría haber salvado una vida? No estaba seguro y no quería meterse en problemas
por escabullirse.

La sala del desayuno estaba repleta de noticias; los búhos volaban de un lado a otro. Lily se sentó
deliberadamente junto a Remus y le apretó la mano debajo de la mesa. Él le devolvió el apretón,
agradecido, y pensó en lo fácil que sería enamorarse de ella si él fuera ese tipo de hombre.

— Es horrible — dijo Marlene, entre lágrimas, leyendo el periódico por encima del hombro de
Mary. — Esa pobre mujer, asesinada en su cama...

Había sido una pareja joven que se había mudado a Hogsmeade en Noviembre. Ambos mágicos,
pero ella nacida de muggles. Ella estaba muerta, su esposo mordido y aparentemente en San Mungo. La
foto de su boda adornaba la portada del Profeta y hacía que Remus se sintiera enfermo de solo verlo.

— ¿Sigue suelto? — Preguntó Remus, manteniendo la mano que no sostenía la de Lily mirando al
suelo debajo de la mesa, para que nadie pudiera verlo temblar.

— Parece — confirmó Mary, todavía absorta en el artículo — Nadie pudo atraparlo. Esta noche
no es luna llena, así que todos estamos a salvo durante al menos un mes más, supongo... ese es el
problema con los hombres lobo, si no los atrapas en la luna llena, ¿Cómo se supone que los atraparás?

— Debe haber una prueba, o algo — Marlene frunció el ceño — Un encantamiento revelador.

— Sí — respondió Mary, pensativa — Tal vez... pero luego podrías terminar encontrando el
equivocado...

— Bueno, parece que todos están del lado de ya sabes quién de todos modos, así que no creo que
importe...

— Hablemos de otra cosa. — Lily dijo en voz alta.

— Sí — asintió James — Tenemos Defensa contra las artes oscuras ahora, ¿Alguien ha tenido
suerte con su patronus?

Solo James lo había hecho, hasta ahora. Media hora después, la clase se quedó boquiabierta y
observó a James sacar un espectacular ciervo plateado, que galopaba fantasmalmente por la sala. El
profesor aplaudió e invitó a todos los demás a intentarlo, con diferentes niveles de éxito. Lily consiguió
una brizna de algo, pero aún no estaba claro qué era. Peter no tuvo suerte en absoluto y (para sorpresa de
nadie) Sirius lanzó algo claramente con forma de perro, pero sin el brillo sólido de la creación de James.

Remus ni siquiera sintió que su varita se estremeciera. No debería haberse sorprendido: en una
mañana como esa era imposible precisar un pensamiento feliz durante mucho tiempo, además de que
estaba exhausto por la luna llena.

— Lo lograrás, Moony — lo animó Sirius, dándole una palmadita torpe en la espalda mientras
salían del salón de clases. — Siempre lo haces.

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Remus asintió, preguntándose cuál era el pensamiento feliz de Sirius. Remus había estado usando
varios recuerdos de su Navidad juntos, aunque con malos resultados.

— Mi mente está en otra parte, para serte honesto — dijo en voz baja, de modo que solo Sirius
pudiera escucharlo.

— Por supuesto — respondió Sirius, con la misma tranquilidad — Eso es de esperar.

— Lo sabía. — Remus susurró, rápidamente, mientras los últimos estudiantes abandonaban el


salón. Sirius se detuvo, mirándolo con esa horrible mirada que había tenido esa mañana. Remus lo agarró
del brazo — Quiero decir, no exactamente, no sabía que eso pasaría, pero...

Sirius cerró la puerta detrás del último estudiante y susurró un hechizo silenciador.

— ¿Pero qué?

— ¿Recuerdas cuando fuimos a Hog's Head? — Remus dijo, rápidamente, y todavía susurrando
porque no parecía poder levantar la voz. Sirius asintió con la cabeza — Olí algo.

— Pensé que solo estabas borracho...

— Sí — asintió Remus — Creo que tal vez lo estaba un poco, o pensé que lo estaba... um... bueno,
es que tú... porque quería... — se aclaró la garganta — De todos modos, definitivamente era otro. Un
hombre lobo. Creo que era una mujer.

— Greyback no, entonces. — Sirius dijo, con una mirada de inmenso alivio.

— No. — Dijo Remus.

— Bueno, gracias a Godric por eso. — Sirius agarró el hombro de Remus. Su cara reflejó
preocupación de nuevo con una rapidez increíble — Pero Moony, si tú podías olerlos... ¿Crees que ellos
podían...?

— No lo sé. Creo que sí.

— Ok. Ok, bueno, no vinieron a por ti, así que... Todo estará bien. — Todavía sostenía a Remus
por el hombro, manteniéndolo en su lugar, como un ancla. Lo necesitaba desesperadamente, pensó Remus.
Cada instinto en él le decía que corriera.

Remus pensó por un momento que Sirius iba a besarlo, pero tenían otra lección a la que ir, y el
maestro de DCAO había regresado, llamando a la puerta de su propia clase con confusión. Sirius parecía
decepcionado (o al menos, Remus pensó que sí, podría haber sido una ilusión) y le dio un apretón final
antes de separarse

— ¡No le digas a James! — Remus dijo, apresuradamente, mientras abrían la puerta — Por favor,
no se lo digas a nadie.

247
— Está bien, Moony — Sirius asintió lentamente — Lo que quieras.

(Song: Looking for a Friend - David Bowie)

248
105
Derramando secretos
Viernes 14 de Enero de 1977

Remus dio vueltas y vueltas debajo de las sábanas, incapaz de quedarse quieto. Su cama en
Hogwarts estaba calificada como una de las más cómodas en las que había dormido, en segundo lugar
estaba la que usaba en casa de los Potter. Rara vez había tenido problemas para dormir en ella. Pero las
últimas noches había estado casi completamente sin dormir.

No podía dejar de pensar en el hombre lobo de Hogsmeade, en la pobre mujer muerta y en el


hombre que se despertaría en San Mungo para descubrir que toda su vida había sido destruida. Remus se
había sentido afligido desde que tenía memoria, la idea de que este hombre se viera obligado a
transformarse por primera vez, probablemente solo, probablemente todavía afligido. Era insoportable.
Sentía una sensación de culpa horrible e inamovible.

Por lo que entonces, Remus no podía dormía. Había estado recurriendo a la lectura la mayor parte
de la noche, hasta que ya no podía mantener los ojos abiertos. Esta noche, ni siquiera podía concentrarse
en un libro.

Rodó sobre la cama para quedar de frente y ver si eso ayudaba. No. Su rostro quedaba aplastado
en la almohada de esa manera. Rodó de costado, pero eso hacía que le doliera la cadera. El otro lado le
ponía la oreja demasiado caliente. Gimió irritado en voz baja.

— Oi, Moony — susurró Sirius, mientras las cortinas se abrían — ¿Qué pasa? — Se arrastró al
interior en silencio, con un rápido lumos y un hechizo de silencio. Se arrodilló al final de la cama, mirando
a Remus.

— Lo siento, ¿te desperté? — Remus entrecerró los ojos ante el brillo innecesario.

— Sí, pero está bien. — Sirius se movió y se dejó caer junto a Remus.

— Oh — Remus torció la boca, avergonzado — Mira, no estoy de humor para...

— ¡Oh, no, yo tampoco! Quiero decir... bueno, en realidad, ahora que lo mencionas... pero no, no
vine por eso.

— Correcto.

— ¿Entonces, qué hay de nuevo?

— No puedo dormir.

— Puedo ver. ¿Quieres un cigarrillo?

249
— No tengo.

— Está bien, tengo algunos de Emmeline. Bien, ¿Vamos abajo? Es tarde, no habrá nadie y Prongs
nos dará una paliza si fumamos aquí.

— Ok. — Remus fingió irse de mala gana. En secreto, estaba encantado de que:

1. Sirius estuviera preocupado por él y que;

2. Sirius quisiera pasar tiempo a solas con él sin despertar a James.

El hecho de que los cigarrillos ofrecidos vinieran de la novia actual de Sirius era un hecho que
Remus estaba dispuesto a pasar por alto por ahora. Abajo, se sentaron junto a la ventana, en el pequeño
sofá de dos plazas. Ambos levantaron sus rodillas y se sentaron uno frente al otro, de modo que si Remus
se estiraba solo un poco sus dedos de los pies se tocarían.

— Entonces — dijo Sirius, encendiendo un cigarrillo en silencio y luego pasándoselo a Remus,


antes de encender el suyo. Probablemente era algo que impresionaba a las chicas. También impresionaba a
Remus, pero no lo iba a demostrar. — ¿Cuál es el plan?

— ¿Plan? — Remus frunció el ceño.

— ¡¿Has estado despierto toda la noche durante los últimas tres días y no tienes un plan?! ¿Estás
seguro de que eres Moony?

— Quiero volver a The Hog's Head. — Remus dijo, rápidamente.

Sirius dejó que sus ojos parpadearan, pero asimiló esta noticia lentamente. Exhaló humo, mirando
por la ventana oscura a la luna menguante sobre ellos antes de regresar con Remus para hablar.

— Correcto. Ok, creo que puedo entender por qué. — Dio una fuerte calada a su cigarrillo —
¿Siendo invisible?

— No. — Remus negó con la cabeza, tomando breves y nerviosos tirones en su cigarrillo — No,
si están allí, si ella está allí, entonces quiero conocerla.

— Remus. No.

— ¿Por qué no? — Remus respondió con vehemencia. Estaba listo para una pelea, si Sirius quería
una. Eso se sentiría bien; eso sería algo.

— ¡¿Porque es peligroso?! ¿Porque nunca los has conocido antes y no sabes cómo son, excepto
que asesinaron a una mujer la otra noche? ¿Porque aún no tienes diecisiete años y si tienes que defenderte
con magia te pueden echar de la escuela?

Sirius lo estaba mirando mientras decía todo esto, incrédulo. Remus parpadeó sorprendido. Apagó
su cigarrillo y se puso de pie, usando su altura contra Sirius.

250
— No puedes decirme qué hacer. Simplemente no te metas en mi camino.

— ¡No seas así! Mira, entiendo cómo te sientes...

— Ajá.

— Está bien, no entiendo — Sirius negó con la cabeza con impaciencia — ¡Pero quiero que estés
a salvo!

— Lo estaré, faltan siglos hasta la próxima luna llena, ella no tendrá ninguna ventaja sobre mí.

— ¿No crees que esto es exactamente lo que quiere Greyback?

— ¿Qué estas diciendo? — Remus gruñó. — ¿Qué estoy siendo estúpido?

— No, no es estúpido, solo... imprudente.

— ¿Sirius Black, sermoneándome sobre la imprudencia? Que irónico, ja.

— Eh. — Sirius se puso de pie ahora, enojado.

Sí, aquí vamos, dijo algo en Remus, adelante, pruébame.

— Bueno, es muy lindo de tu parte decirme que no me ponga en peligro. — Remus continuó,
sabiendo que estaba siendo cruel — ¡Ya que no estuviste tan preocupado por mi seguridad el año pasado!

El rostro de Sirius decayó, miró hacia la alfombra y Remus vio lo que había hecho.

— Eso... eso no es justo, Moony. — Sirius dijo en voz baja.

La vida no es justa, quería decir Remus, pero sabía lo infantil y petulante que sonaría. Este no era
un argumento que alguno de los dos fuera a ganar, y estaba cansado, tan agotado de preocuparse, pensar,
imaginar y no dormir.

— Tengo que encontrarme con ellos. — Dijo finalmente. — Creo que me volveré loco de lo
contrario. Creo que ya me estoy volviendo loco.

— Okay. — Sirius se recuperó y se pasó la mano por el cabello. — Ok, ¿Qué pasa con Ferox, has
intentado hablar con él?

— Pensé en eso. Intentará detenerme. Moody también. Fue su idea no dejarme ir a Hogsmeade en
primer lugar.

— Está bien… está bien, vamos a ir, ¿De acuerdo? Juntos. Le diremos a James y ...

— No quiero que nadie más lo sepa. — Remus dijo, ferozmente — Es privado.

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— Merlín, Moony, no lo estás poniendo fácil...

— ¡No es fácil! Es jodidamente difícil, ¿Sabes? ¡Pero tengo que hacerlo!

— ¡Okay! — Sirius levantó ambas manos en un gesto de paz.

Estamos peleando, pensó Remus, estamos peleando y él es el que está tratando de calmarme a mí.
Eso le hizo sentir un poco mareado y se sentó en el sofá más cercano. Se inclinó hacia adelante con la
cabeza entre las manos.

— Lo siento — dijo en voz baja — sé que estoy siendo un... todo es tan...

— Entiendo, Moony. — Sirius se sentó a su lado. — Estoy tratando de ayudarte.

— No puedes ayudarme — dijo Remus — tengo que hacer esto por mi cuenta, no puedo arriesgar
a nadie más, tengo que ser yo, tengo que... — Remus comenzó a hablar, y todo salió en un revoltijo de
balbuceos privados de sueño. — Si puedo conocerla, entonces tal vez… tengo que conocer a Greyback,
algún día. Solo sé que tengo que hacerlo. Y yo quiero... no unirme a él, ni nada de eso, solo... conocerlo. Y
entender. Por qué hizo lo que hizo y por qué... por qué me hizo quien soy.

Las lágrimas habían brotado de la nada y se cubrió la cara, avergonzado. Sirius estaba callado a su
lado.

— Moony... — puso una mano fría y tentativa sobre el hombro de Remus, suavemente, como si
Remus pudiera girarse y golpearlo como un animal salvaje — Él no te hizo quien eres.

— Él me hizo lo que soy. — Oh Dios, ahora estaba sollozando. Deseó no haber comenzado toda
esta conversación, ojalá hubiera enviado a Sirius de regreso a la cama.

La última vez que había llorado había sido una situación similar: había estado sentado junto a un
chico que amaba, diciendo algo que le dolía decir. Grant lo había abrazado y le había hecho sentir que
todo estaría bien. Remus sabía que no tenía derecho a esperar lo mismo de Sirius.

Cuando los hombros de Remus comenzaron a temblar por la emoción, Sirius se movió levemente,
pero no fue a ninguna parte. Remus lo escuchó hacer un pequeño ruido extraño, que podría haber sido
comprensivo o simplemente confundido, pero se acercó, deslizó su mano hacia abajo en la de Remus y
apretó sus dedos. Patéticamente, Remus le devolvió el apretón mientras lloraba enojado por Greyback, y
la pobre mujer asesinada, y la terrible injusticia de todo.

***

Sábado 15 de Enero de 1977

Remus se despertó al amanecer, todavía acurrucado en el sofá, cubierto con una manta de lana del
tocador guardado en la esquina de la sala común. Frunció el ceño contra la luz del sol, parpadeando
confundido mientras recordaba lentamente dónde estaba. Sirius todavía estaba allí, en el otro extremo,
sentado con la cabeza colgando hacia atrás en el sueño, la boca abierta. Por supuesto que Sirius no
roncaba.

252
Remus deseaba poder mirarlo un poco más en la tenue luz del amanecer, pero había estado
aplastado toda la noche y necesitaba estirarse desesperadamente. Se movió con cuidado, sus miembros
rígidos crujieron como las ramas de un tejo antiguo. Sirius se movió, tosió levemente y abrió los ojos.

— Buenos días — gruñó, enderezándose. — ¿Que hora es?

— Casi las siete. — Remus respondió, después de una rápida mirada al reloj de abuelo.

— James estará listo para el quidditch en un minuto.

— Sí...

— ¿Estás bien?

Remus puso sus pies descalzos sobre la alfombra y se frotó los alfileres y agujas de su pierna
izquierda.

— Dormí, al menos. — Respondió. — Perdón por lo de anoche.

— Pff. — Sirius agitó su mano, bostezando — No fue nada. He tenido crisis mucho peores.

— ¿Qué estáis haciendo aquí abajo a esta hora? — James bajó corriendo las escaleras, escoba en
mano. Los miró a ambos, miró sus pijamas y la manta de Remus. — ¿Durmieron aquí?

— Teníamos que hacerlo — respondió Sirius, estirándose — Cualquier cosa para evitar tus
ronquidos.

James sonrió, sacudiendo la cabeza.

— Raros. ¿No te apetece unirte a mí para dar una vuelta rápida al campo antes de la práctica,
Padfoot?

— No — volvió a bostezar Sirius — Me voy a la cama. Es sábado, Potter, estás loco.

— Es sábado de Hogsmeade, más tarde, no te quedes dormido. — James advirtió: — Lo siento,


Moony. — Él le dio una mirada de disculpa.

— Está bien — respondió Remus — Vayan a divertirse. Tengo tarea. Obviamente. La sala común
estará agradable y silenciosa.

— ¿Los veo a ambos para el desayuno, entonces? — Preguntó James, ya a medio camino de la
habitación, ansioso por ser el primero en entrar al campo.

La sala común comenzaría a llenarse, pronto: el equipo de quidditch de Gryffindor primero, luego
algunos de los estudiantes más entusiastas que buscaban sacar sus tareas antes del viaje a la aldea
programado para más tarde. Remus miró a Sirius.

253
— ¿De verdad vas a volver a la cama?

Sirius arqueó una ceja.

— Sí. ¿Quieres venir?

Por primera vez en días, Remus se rió.

***

— Hola Remus, ¿Puedo sentarme aquí?

Remus miró hacia arriba con un pequeño ceño fruncido que tenía más que ver con una compleja
tabla de Astronomía que con ser interrumpido. Sonrió tan pronto como vio quién era y asintió.

— Por supuesto, Chris, toma asiento. — Señaló las cinco sillas vacías en la mesa que estaba
usando. Christopher se sentó a solo un asiento de Remus. — ¿No te gustó Hogsmeade?

— Oh, bueno, sabía que no podías ir, y estoy atrasado en algunas cosas, así que... — Christopher
parecía un poco nervioso. Se sentó con sus cuadernos y el pergamino en su regazo, mirando a Remus
furtivamente.

— Er... ¿Querías hacer tu tarea? — Remus instó, vagamente divertido.

— ¡Si! Lo siento… — Christopher rápidamente comenzó a esparcir sus notas, torpemente,


sonrojándose ferozmente.

— ¿Estás bien, Chris?

— Mm hmm, sí...

— Okay. Bueno, estoy haciendo lo de Astronomía y realmente hice un gran lío. Eres bastante
bueno con las estrellas y esas cosas, ¿No?

— Sí. Quiero decir, no brillante. Pero estoy bien, sí, eh... ¿Quieres que mire?

— Gracias — Remus se deslizó sobre su gráfico.

— Oh, claro, puedo ver dónde te has equivocado, estás unos grados fuera... — Christopher sacó su
brújula y comenzó a trazar una nueva trayectoria para Venus. Remus estuvo bastante feliz de dejarlo
seguir adelante y comenzó a hojear su agenda. Tenía tarea de Historia que hacer, pero había planeado
perversamente guardarla para el final como regalo. Probablemente podría decirle eso a Christopher para
aligerar el estado de ánimo; también era el tipo de cosas que hacía Chris. Sirius solo movía la cabeza con
desconcierto y lo llamaba idiota.

Estaba a punto de decir algo cuando Christopher se le adelantó.

254
— Empecé a leer algunos libros muggles. — Dijo apresuradamente, como si hubiera estado
preparándose para ello durante un tiempo. — Durante la Navidad.

— ¿Ah sí? — Remus sonrió cortésmente. Le había estado diciendo a Christopher durante años
que se estaba limitando al no leer libros de autores no mágicos. — ¿Cómo te fue?

— ¡Bien! Ha sido genial. Lo que más me gusta es la poesía... — Era una declaración bastante
inocua, pero parecía que Christopher estaba contando su secreto más oscuro. Sus mejillas estaban ahora
carmesí, y no estaba mirando a Remus cuando habló. — Eh... me gusta mucho Oscar Wilde.

— ¿Oh? — Remus respondió, con firmeza, preguntándose a dónde iba esto.

Pensó que tenía una idea bastante clara de a qué se refería Christopher, en realidad, pero
necesitaba ganar tiempo mientras averiguaba cómo reaccionar. Seguramente no iban a hablar de esto aquí
y ahora, a las tres de la tarde de un sábado en una sala común solo medio vacía. Habían algunos de primer
año jugando gobstones en la alfombra, ¡Por el amor de Dios!

— Sí, y... y Christopher Isherwood. — Chris continuó valientemente. Si que era valiente, decidió
Remus. Quizás eso fue la cosa más valiente que jamás había presenciado.

— Bien, sí... — Se aclaró la garganta, deseando saber la forma correcta de responder. — Puede
que también te guste Truman Capote.

Christopher lo miró, medio ansioso, medio asustado.

— Ellos son er... ¿Son tu tipo de escritores también, entonces? — Christopher se estaba
mordiendo el labio con mucha fuerza ahora, Remus estaba preocupado de que se mordiera la piel.

— Um... sí.

En realidad, no sabía cómo se sentía al respecto. Había tenido un indicio, más que un indicio,
sobre Christopher durante bastante tiempo. Pero no esperaba esto en un millón de años. Christopher
pareció increíblemente aliviado y se inclinó.

— ¿Hace cuánto tiempo que lo sabes? — Él susurró.

Remus se inclinó hacia atrás, presa del pánico sobre quién podría estar escuchando. Miró a su
alrededor rápidamente y luego se frotó la nuca.

— Cristo. — Respiró — Realmente necesito un cigarrillo. ¿Quieres dar un paseo?

Ese era, quizás, el peor momento posible para hablar de eso. Pero no era culpa de Christopher.
Christopher no sabía sobre la situación del hombre lobo, o Greyback, o la actitud absurda de Sirius hacia
su sexualidad, o incluso que los merodeadores estaban planeando ir a la guerra en solo un año. Christopher
solo sabía una cosa y Remus sabía que necesitaba un amigo.

255
Fueron a la Torre de Astronomía, sabiendo que probablemente estaría vacía; todas las parejas
estaban en Hogsmeade hoy. Se sentaron afuera, con la espalda contra el parapeto. Remus fumaba y
Christopher retorcía sus manos en su regazo.

— ¿Hace cuánto que lo sabes? — Preguntó de nuevo.

— Desde que tenía quince años. — Remus respondió. — El verano anterior a este, ¿Tú?

— Um… creo que siempre tuve una idea. Pero. Sí, tal vez hace unos meses.

— Vas a estar bien, sabes. — Remus dijo, esperando que sonara creíble. No era exactamente una
mentira, pero no estaba seguro.

— ¿Lo saben los otros merodeadores? ¿Acerca de tí?

Remus se estremeció, recordando el calor de la piel de Sirius contra él desde temprano esa
mañana. Cómo había tomado su mano mientras lloraba. Cómo había salido temprano del desayuno para
encontrarse con Emmeline. Sacudió la cabeza.

— Nah. Aún no.

— Ninguno de mis amigos lo sabe. Eres la única persona a la que se lo he contado.

Remus no sabía qué decir al respecto. No todo el mundo tenía un Grant, supuso. Medio rió,
medio suspiró.

— Lo siento, Chris. Ojalá tuviera un consejo o algo así, pero solo estoy siguiendo adelante.

— Está bien. Es bueno saber que hay alguien más... ¿Es así con los muggles?

— ¿Hm? Oh, bueno... quiero decir, hay muggles que son homosexuales, sí. Obviamente, Oscar
Wilde y esos. Solían enviarte a la cárcel antes, pero ahora está bien. Bien. No está bien. No es... quiero
decir, es mejor no ser maricón, supongo. ¿Qué pasa con los magos?

— Lo mismo — respondió Christopher, con tristeza — Mejor no serlo.

Se quedaron callados un rato. Remus encendió otro cigarrillo. Se estaba convirtiendo en un


hábito espantoso; luchó por subir más las escaleras sin jadear.

— ¿Remus? — Dijo Christopher.

— ¿Si?

— Me alegro... er, me alegro de que si había alguien más que... supiera... entonces me alegro
de que seas tú.

Dios. Remus pensó, ¿Por qué tenía que ser tan dulce?

256
***

Con todo, había sido un sábado muy ajetreado. Y aún no ha terminado, se dijo Remus mientras
yacía en la oscuridad, lo más quieto posible, esperando que la respiración de sus amigos se estabilizara,
para decirle que estaban todos dormidos. Se estaba quedando quieto y callado para intentar engañar a
Sirius, no podía permitirse una interrupción esta noche. Tenía lugares a los que ir.

Sí, Ok; le había dicho a Sirius que no iría a The Hog's Head. O al menos, que no iría sin él. Pero,
se justificó Remus, esto era demasiado importante y tenía que ir solo. No podía ser responsable de poner
en peligro a más personas de las que ya habían estado. Y, de hecho, pensó, de mal humor, mientras
comenzaba a salir sigilosamente de la habitación, con la capa de James metida debajo de su túnica, ¿Quién
era Sirius para exigir algo de Remus? Que se besaran el uno al otro de vez en cuando claramente no
significaba que tuvieran ningún derecho especial el uno sobre el otro. Sirius no podía hacer todo a su
manera.

Se cubrió con la capa de invisibilidad en la oscuridad de la escalera y luego se escabulló


silenciosamente a través de la sala común medio vacía y salió del agujero del retrato. Tenía el mapa, tenía
su varita, y nada más.

Antes de lo que esperaba, Remus se encontró ya fuera de la estatua de la bruja jorobada, y luego
estaba en el túnel, caminando a una velocidad que rara vez lograba. No necesitaba encender su varita,
como solía hacer cuando los demás estaban con él. Simplemente siguió avanzando a través del aire frío, el
olor a chocolate se hacía más fuerte a cada minuto y nunca había sido menos apetitoso.

En Honeyduke's, pudo llegar al frente de la tienda sin problemas, aunque tenía una horquilla que
le había pedido a Mary por si acaso. Y de repente, él estaba allí; parado solo en Hogsmeade. Siguió
adelante, era la única opción. Ya podía olerla, todavía estaba allí o lo había estado recientemente. El
corazón de Remus comenzó a latir con fuerza. Estaba más asustado de lo que nunca había estado en su
vida, más asustado que el año pasado cuando se despertó para descubrir lo que Sirius había hecho.

Fuera de The Hog's Head finalmente se detuvo para respirar. El olor era muy fuerte ahora. La luz
brillaba a través de las sucias ventanas del pub y Remus pudo ver que no había mucha gente adentro,
aunque había algunos clientes. Se quitó la capa y respiró el aire frío de Enero.

Hubo movimiento detrás de él; un ruido como un grito de alegría.

— ¡Ahí estás! ¿Quién es un chico bueno, entonces?

257
106
Una larga noche
Ella no era lo que esperaba. Bueno, no sabía qué esperar, pero ciertamente no eso. Tenía un
cuerpo pequeño, aun que tenía el porte de alguien mucho más alto. Sus afilados rasgos angulosos se veían
mucho más severos debido a su cabeza rapada y sus enormes ojos gris niebla que se enfocaron en él con
un destello de depredador. Tenía la boca ancha y su labio se había partido en algún momento y había
sanado mal. Ella también tenía cicatrices; tantas como él, pero casi invisibles bajo un complejo encaje de
pequeños tatuajes circulares, que giraban en espiral a través de su piel curtida por la intemperie en
secuencias imposibles de rastrear.

— Remus Lupin — dijo, en voz baja y grave. Tenía una sonrisa horrible y amenazante. Ella
mostró todos sus dientes, que estaban en mal estado, descoloridos y desiguales. — Te he estado
esperando, querido.

Sacó su varita de inmediato, adoptando una postura de duelo.

— ¡Tira eso! — Ella gruñó, levantando una mano - sus uñas eran largas, amarillas y con forma de
garras, llenas de suciedad.

Su varita cayó al suelo y él jadeó sorprendido. Remus estaba congelado en el lugar. Ella estaba a
solo unos metros de distancia, y su varita estaba al alcance, pero no podía mover un músculo. Ella se rió,
su aliento rígido y blanco en el aire invernal — Te vi aquí en Nochebuena — dijo. Señaló el callejón
oscuro, — Te vi allí, con el humano. Los seguí a los dos.

— ¿Qué quieres? — Preguntó, firmemente, mirándola hacia abajo. Era repulsiva, impura; su capa
era de piel de animal enmarañada y pesada, plagada de piojos y otras alimañas. Apestaba a bosque,
podredumbre y sangre. A pesar de esto, algo lo atrajo, algo familiar, seguro y acogedor. Manada, le dijo el
lobo, en forma de gruñido bajo algún lugar de su interior. Manada.

— Nosotros te queremos a ti, hermano. — Dijo, dando un paso adelante.

Ella bajó la mano y él sintió una especie de relajación en los músculos y retrocedió
automáticamente.

— ¿Nosotros? — Preguntó, encontrando coraje ahora que podía moverse de nuevo. Él agarró su
varita y ella se lo permitió.

— Nosotros. — Dijo, dando un paso adelante de nuevo. Caminaba con un pie delante del otro,
como un animal. Sus pies estaban descalzos sobre los adoquines, negros de suciedad.

— ¿Quiénes son 'nosotros'? — Preguntó, mirando hacia atrás, rápidamente. Casi estaba en la
puerta. Si retrocedía lo suficiente, sería visible desde el interior de las ventanas del pub.

— Tu familia, Remus Lupin.

258
— ¿Ah sí? — Preguntó, todavía distraído por su avance hacia el pub. Tenía que acercarse a la
gente. — Bueno — intentó sonreír — si somos familia, será mejor que te invite a una copa...

— Apestas a terror humano, Remus Lupin. — Dijo, inclinando la cabeza hacia un lado.

— Lo siento — dijo, encogiéndose de hombros. — ¿Quieres beber o no?

— Si tú quieres.

— Genial... — abrió la puerta con cierto alivio y entró en el mugriento pub. Jamás se había
sentido realmente "seguro" en The Hog's Head, pero nunca se había sentido tan feliz de estar rodeado de
otros magos; oscuros o no. Quizá hubieran cinco o seis personas, incluido el viejo barman de barba
blanca. Algunos clientes levantaron la vista por debajo de sus capuchas cuando entraron los dos hombres
lobo, pero si tenían alguna idea sobre la situación, no dieron señales de ello.

Se sentó en una mesa, sin apartar los ojos de Remus por un momento. No pidió bebidas,
simplemente se sentó frente a ella. Colocó ambas manos sobre la mesa, sintiendo que esta era la opción
más segura; esperando que ella se diera cuenta de que no estaba planeando atacar.

— Entonces. Sabes mi nombre. ¿Cuál es el tuyo? — No sabía de dónde había venido esa actitud
arrogante, si era una locura momentánea o simplemente el resultado de su propia estupidez, pero lo
mantenía a salvo por ahora.

— Livia.

— ¿Livia...?

— No necesitamos otros nombres. Pertenecemos a la manada.

— Claro. Ok. Entonces ... ¿Te envió la manada?

— Me envió mi padre.

— Greyback.

Ella no respondió, solo siguió mirándolo con sus ojos extraños y violentos. Ella no pertenecía al
interior, pensó. La cola de su capa estaba cubierta de barro y la suciedad manchaba las partes visibles de
su piel. De cerca, pudo ver que sus tatuajes no eran simplemente círculos, eran fases lunares. —
¿Greyback es realmente tu padre? — Preguntó Remus, manteniendo su voz baja.

— Él es nuestro padre. — Ella dijo.

— Pidan algo o váyanse. — El hombre alto y anciano del bar apareció a su lado. Remus lo miró,
deseando saber cómo transmitir sus pensamientos.

— Er... Una cerveza de mantequilla, por favor.

259
Livia no dijo nada, y el barman no la cuestionó, solo chasqueó los dedos y apareció la botella. Se
alejó arrastrando los pies, de vuelta detrás de la barra. Remus limpió el borde de la botella con cautela y
tomó un sorbo. Era demasiado chicloso y no estaba suficientemente frío. — Está bien — le dijo a Livia de
nuevo, — Estás en la manada de Greyback. Eso eh... ¿Debe ser agradable? ¿Acaso tú... -

— Yo te llamé, Remus Lupin. — Livia interrumpió, recostándose en su silla. Remus estaba


convencido de que aún no la había visto parpadear. — Te escuché llamarme, cantaste hermoso.

— Quieres decir en la luna...

— Esperé todo lo que pude, pero la caza era demasiado buena y tenía hambre… — sus ojos
brillaron intensamente, como si el recuerdo aún estuviera muy fresco — ¿Por qué no viniste a mí? No te
encerraron; Seguí tu olor durante días.

— No soy un asesino. — Él dijo. — Yo no cazo.

Ella rió.

— Que locura. ¿Qué te han hecho, pobre hermano? Mi padre me dijo que habías sufrido a manos
del humano, pero no sabía cuánto.

— Yo no sufro. — Remus respondió, indignado. — He tenido suerte. Ellos me cuidan.

— Pobre chico — dijo con tristeza — no lo sabes. Pero, por supuesto, eso no es culpa tuya.
'¿Cómo podrían ver algo más que las sombras si nunca se les permitió mover la cabeza?'

— ¿Platón? — Remus se sentó, curioso — ¿Greyback te permite estudiar filosofía muggle?

— Mi padre no me pone limitaciones. Mi padre desea que sea libre, fuerte y sabia.

— Y una asesina.

— Los lobos no pueden asesinar. Tú lo sabes, Remus Lupin.

— Pero no somos lobos, ¿verdad? — Él susurró. — No todo el tiempo.

— Somos lo que somos. — respondió. Ella estaba disfrutando esto, podía decirlo. — Puedes
ponerte ese uniforme y agitar tu tonta varita, pero sabes que tienes más en común conmigo que con nadie
más en ese castillo. — Se lamió los labios — He venido a llevarte a casa, Remus Lupin.

— ¿Por qué ahora?

— Es el momento adecuado — ladeó la cabeza — mi padre prefiere esperar hasta que seamos
mayores de edad, para que lleguemos a él con una verdadera comprensión de nuestro lugar en el mundo;
el lugar que la inmundicia humana nos ha impuesto. Pero el tiempo es corto para todos nosotros, estos
días.

260
— No voy a ir contigo. — Él dijo. — Pertenezco aquí. Soy un mago.

Ella se rió de nuevo, una risa gutural y profunda que resonó en su pecho y habló de largos
inviernos fríos en entornos duros e implacables.

— Un mago — escupió con pesar. — ¡Pensar que una bestia magnífica como tú aspira a ser una
criatura así! No conoces la mitad del poder que tienes, Remus Lupin. Tampoco Dumbledore.

— Todavía no voy a ir a ninguna parte.

— Padre sospechaba que sería difícil. Está muy ansioso por conocerte.

Eso envió un escalofrío por la espalda de Remus. Ella sonrió de nuevo, leyéndolo como un libro.
Remus tragó, secamente, ignorando la cerveza de mantequilla ahora.

— Me gustaría conocerlo. — Respondió él con rigidez.

— Con el tiempo — asintió con la cabeza — una vez que hayas llegado a comprender tu lugar.

— ¿Cómo es él? — Remus apenas respiró la pregunta. Los ojos de Livia brillaron y tuvo la
impresión de que ella no podía verlo; estaba imaginando algo maravilloso.

— Es magnífico.

— ¡¿Piensas eso…?! — Remus apenas pudo ocultar la emoción de su voz — ¿Lo llamas tu padre,
después de lo que te hizo?

— Él me elevó. — Ella siseó, sus ojos se enfocaron de nuevo, las cejas fruncieron el ceño — Él
me dio el mejor regalo. Y te lo dio a ti, Remus Lupin. Tu padre te está llamando para ir a casa.

— Y para eso estás aquí, ¿verdad? — La miró de arriba abajo. Ella se encogió de hombros.

— Mi padre esperaba que yo fuera la indicada para persuadirte. En Nochebuena supe que estaba
equivocado, no sabíamos que tus deseos estaban en otra parte. — Ella se lamió los labios de nuevo, sus
ojos recorriéndolo — Esto no será un problema, debería decírtelo. La manada no discrimina. Encontrarás
a alguien de tu gusto.

— No voy a ir. — El Repitió. — Puedes decirle eso. Y quiero que te vayas antes de la próxima
luna.

— No te hagas ilusiones, mi querido hermano — ella arqueó una ceja — Estoy aquí por petición
de mi padre. Vine a hablar contigo y nada más.

— ¡Asesinaste a una mujer!

261
— Los lobos no pueden asesinar, Remus Lupin. Te esperé. Cuando no viniste, seguí mi
naturaleza. No es fácil, lo sé. Aprender que el mundo no es lo que parece es muy doloroso. Pero
aprenderás. Y vendrás a nosotros.

Marcó un ritmo en la mesa empapada de cerveza con sus asquerosas uñas, y una vez más Remus
se encontró congelado en su lugar. Ella sonrió y le pasó una garra ennegrecida por el brazo, lentamente.
Era espantoso, vil, repugnante, le ponía la piel de gallina, pero no podía escapar.

— Te atraparán, así — susurró — Te enjaularán, te encadenarán y atarán hasta que estés medio
loco de hambre. Serás golpeado y traicionado. Estarás solo y vivirás con miedo. Esta es una promesa,
Remus Lupin.

Su corazón martilleaba contra su caja torácica, estaba mareado de terror, pero aún no podía
moverse, ni hablar ni reaccionar. Ella le clavó las uñas en el brazo y él no pudo gritar, pero las lágrimas de
dolor brotaron de sus ojos cuando gotas de sangre oscura burbujearon a través de su piel rota. — Y
vendrás a nosotros, arrastrándote, derrotado, y tu padre te recibirá con los brazos abiertos y el amor de la
manada. Nunca volverás a sentirte solo.

*Crack*

Alguien apareció en el pub y llamó la atención de Livia. Remus no podía girar la cabeza para ver,
pero ella lo hizo, todavía agarrando el brazo de Remus con todas sus fuerzas, su rostro se volvió amargo y
enojado.

— ¡Argentum creo! — Gritó una voz ronca, y Livia chilló, soltando a Remus y cubriéndose la
cara mientras las cadenas de plata brotaban del encantamiento, enroscándose alrededor de su cuello y
brazos. Gimiendo de dolor, le siseó a Remus.

— ¡Te veré pronto, hermano!— Antes de desaparecer, con un *Crack* abrasador.

Las cadenas de plata cayeron al suelo cubierto de serrín como una serpiente reluciente, y Remus
se desplomó hacia adelante, finalmente libre. Se apartó de su salvador y vomitó, su brazo palpitaba y la
plata hacía que su cabeza diera vueltas.

— Finito. — Dijo la misma voz ronca, haciendo que las cadenas (y el vómito) desaparecieran en
un instante — Lo siento, Remus.

Leo Ferox se sentó en el asiento de enfrente, donde Livia había estado solo unos segundos antes.
Remus lo miró parpadeando con los ojos llorosos, sacudió la cabeza y se secó la boca rápidamente.

— Está bien... — gruñó, sintiéndose débil y sacudido hasta la médula. — Gracias.

— ¿Estás bien? — Preguntó Ferox, sus ojos azules llenos de preocupación paternal.

— Creo que sí, es solo la plata... — Remus asintió, agarrándose del brazo y tomando un trago
rápido de cerveza de mantequilla para aclarar el sabor amargo de su boca. — Sí, eso — Asintió de nuevo.

262
— Bien. — El rostro de Ferox se volvió severo. Se inclinó sobre la mesa y le dio una palmada a
Remus en la parte posterior de la cabeza. Remus gritó y se agachó, más por el shock que por el dolor.
Miró a Ferox, herido. Su antiguo maestro le devolvió la mirada — ¡Entonces puedes decirme qué
demonios crees que estás haciendo!

— Yo estaba... ella era...

— Sé exactamente lo que ella es. La hemos estado rastreando durante semanas.

— ¿Quiénes?

—Moody y yo —dijo Ferox con impaciencia, como si ese no fuera el punto—, ¿No te dije lo
peligroso que era Greyback? ¡¿No fui claro?!

— Fuiste claro. — Remus frunció el ceño. — Pero puedo tomar mis propias decisiones.

— Obviamente. — Ferox gruñó.

El barman alto, de barba blanca, apareció junto al hombro de Ferox, con un vaso de whisky de
fuego. Ferox lo aceptó y lo bebió de una. —Gracias, Aberforth — asintió con la cabeza al camarero, quien
asintió y se alejó arrastrando los pies de nuevo. Ferox negó con la cabeza, todavía enojado — Tienes
suerte de que te haya visto. ¡Tienes suerte de que él supiera lo suficiente como para ponerse en contacto
con Moody antes de contactar a alguien más!

— ¿Por qué, quién es él? — Remus se volvió para mirar.

— No importa. — Ferox espetó, llamando la atención de Remus. — Pero tienes mucha suerte.

— ¡Bien bien! — Remus miró sus manos. Su brazo había dejado de sangrar, pero le dolía de
manera muy desagradable. Quién sabía qué tipo de suciedad tenía debajo de las uñas. — Lo siento.

— ¡Lo siento no es suficiente, Remus! — Ferox suspiró profundamente. — ¡Fuiste estúpido y


descuidado, y te podrían haber matado! ¿Sabes lo que quieren? ¡¿Sabes por qué te estaban esperando?!

— Sí. — Él respondió, groseramente, cruzando los brazos, con cuidado de no golpear al que le
dolía — Ella me lo dijo.

Ferox resopló, furioso.

— ¡Quieren convertirte en uno de ellos!

— ¡Ya soy uno de ellos! — Remus gritó, levantándose tan rápido que su taburete voló hacia atrás,
repiqueteando en el sucio piso del pub y atrayendo la atención de todos. A Remus no le importaba. Se
dirigió a la puerta. Ferox lo siguió afuera. Remus caminó más rápido, dirigiéndose a Honeyduke's — Tú
no eres mi papá. ¡Ya ni siquiera eres mi maestro, así que lárgate y déjame en paz!

263
Su terror se había convertido en rabia rápidamente, su cabeza todavía palpitaba por la plata y por
haber sido abofeteado (como hacía la maldita Matrona, los malditos adultos son todos iguales), su brazo
dolía y picaba más que nunca. Y Remus no era rápido en sus pies en el mejor de los casos. Ferox lo
alcanzó fácilmente. Agarró su hombro.

— ¡Oi! Mira, tal vez fui un poco duro, pero... ¡Jesucristo, Lupin! Nos diste a todos un gran susto.

Remus se detuvo en eso.

— ¿A todos?

Ferox suspiró de nuevo.

— Vamos. Será mejor que te lleve de regreso al castillo. Hay algunas personas esperándote.

Antes de que comenzaran a caminar de regreso, Ferox lanzó un patronus, un pájaro enorme de
patas largas, para enviar un mensaje a Hogwarts de que ambos estaban a salvo.

— Dumbledore lo sabe, entonces. — Remus suspiró.

— Me temo que sí.

— Y McGonagall, supongo.

— Tendrás muchos castigos, Remus, no te mentiré.

Remus resopló y miró a Ferox correctamente por primera vez. En realidad, no tuvo que mirar
hacia arriba. En los dos años transcurridos desde la última vez que se vieron, Remus se había puesto a su
altura. Estaban cara a cara. Ferox todavía tenía el cabello dorado, era bastante guapo y estaba curtido por
el clima, pero ya no era el héroe que Remus adoraba a los trece años. Era solo un hombre, un soldado en
una guerra, como todos ellos.

— Lo siento mucho. — Remus dijo: — Sabía que era estúpido, ni siquiera puedo explicarme.

— Ah, no tienes que hacerlo, muchacho — Ferox le dio una palmada en el hombro — Es natural,
sabiendo lo que sabes de él.

— Nunca había conocido a otro... hombre lobo... antes. — Él dijo. — ¿Son todos así?

Ferox lo miró de reojo.

— ¿Qué piensas?

Remus pensó en esto mientras caminaban, y finalmente negó con la cabeza.

— No, supongo que no pueden ser todos así. — Suspiró — Hay gente buena y mala. Magos
buenos y malos. ¿Por qué los monstruos deberían ser diferentes?

264
— Remus, mi viejo amigo, si pudieras hacer que todos los demás entendieran eso, entonces no
habría ninguna guerra.

***

Fue llevado directamente a la oficina de Dumbledore. Remus nunca había estado dentro antes, y
estaba casi tan ansioso como lo estaba antes de conocer a Livia. Era una habitación ventilada de techos
altos con retratos que cubrían las paredes y armarios llenos de extrañas curiosidades. Terriblemente,
Dumbledore estaba solo, sentado en su escritorio, escribiendo en un largo pergamino. Remus se quedó en
silencio durante al menos cinco minutos.

— Señor Lupin. — El director dijo, finalmente. — Parece que siempre nos encontramos en las
condiciones más desagradables.

— Sí. Supongo que sí. — Remus asintió. Había tenido una noche muy mala como para
preocuparse por lo que Dumbledore fuera a decirle. Dije que lucharía por tu maldita causa, viejo, ¿Qué
más quieres?

Dumbledore observó su indiferencia con atención.

— Has hecho algo muy peligroso esta noche.

— Sí — levantó el brazo vendado.

— Sabes que no es a eso a lo que me refiero.

— Lo sé. — Remus respondió, bajando la cabeza, tratando de parecer arrepentido. Si no hubiera


tenido la oportunidad de calmarse con Ferox, entonces podría tener mucho más que decir. Solo pudo
pensar; Lo sé, profesor, sé que no se está refiriendo a ningún daño corporal que pueda haber tenido. Esa es
claramente la menor de sus preocupaciones, considerando que me he estado destrozando a mí mismo
durante ocho años antes de que alguien decidiera intervenir.

Dumbledore, por supuesto, no sabía sobre el secreto de los merodeadores. Bien pudo haber sabido
sobre los esfuerzos de Madame Pomfrey para ayudar a Remus, pero si lo sabía, no mostró interés alguno.

Así que Remus se calló y aceptó su castigo, esperando que eventualmente Dumbledore lo liberara
y pudiera volver a la cama. Hubo una conferencia sobre responsabilidad y madurez. Un severo
recordatorio de que la guerra es más grande que él y que sus propios motivos personales no importaban.
'Todos tenemos que hacer sacrificios...' (Sí, Remus se burló, interiormente, algunos más que otros,
presumiblemente).

— ¿Entiendes, Remus?

— Sí, director.

Después de eso, tuvo que darle a Dumbledore un relato detallado de todo lo que él y Livia habían
discutido. No era mucho, Remus no pudo evitar sentirse un poco decepcionado por lo poco que había
aprendido él mismo. Sin embargo, Dumbledore parecía complacido, Dumbledore siempre parecía ser una

265
cosa u otra. Varios de los relojes en una de las vitrinas comenzaron a sonar, y Remus se dio cuenta de que
eran las tres de la mañana. Reprimió un bostezo.

— Sí — asintió Dumbledore, como si Remus acabara de hacer un punto muy interesante —


Quizás eso sea suficiente por esta noche. Puede irse a la cama, señor Lupin.

Remus asintió adormilado y se puso de pie, frotándose la cadera que estaba rígida por estar
sentado en los duros asientos de madera toda la noche.

— ¿Profesor? — Preguntó, justo antes de irse. Dumbledore había vuelto a escribir cartas y no
había hecho ninguna señal de haber escuchado al chico, así que Remus continuó de todos modos — Livia
dijo que no sabía ni la mitad del poder que tenía. Y podía hacer magia sin varita y magia sin palabras, y…

— Sus talentos no eran nada fuera de lo común, Sr. Lupin — respondió Dumbledore, sin mirar
hacia arriba — Claramente ha estudiado las artes oscuras y puede ser particularmente talentosa. No te
preocupes.

— Ok entonces. — Remus respondió, aún más decepcionado. — ¿Está er... el profesor Ferox
todavía está aquí?

— El señor Ferox se quedará en Hogsmeade unos días más. Buenas noches, Remus.

— Um... buenas noches, director.

La profesora McGonagall lo estaba esperando fuera de la oficina. Parecía furiosa, pero no dijo
nada.

— Estoy segura de que ya has tenido suficientes reprimendas por una noche. — Dijo ella con
rigidez.

— Oh — suspiró Remus — Puedo tomar un poco más, si eso la hace sentir mejor.

Ella enarcó una ceja, hizo una reverencia, pero siguió caminando. Cuando llegaron al agujero del
retrato, ella se detuvo y dijo:

— Dos meses de detención, todas las noches excepto lunas llenas. Y diles a esos chicos que se
vayan a la cama de inmediato.

Se arrastró hasta la sala común y encontró a James, Sirius y Peter allí, esperando en pijama. James
caminaba junto a la chimenea, Peter estaba tratando de no quedarse dormido, apoyándose en su codo, y
Sirius, que había estado sentado muy erguido en un sillón, se puso de pie de un salto en el momento en
que vio a Remus.

— ¡¿A qué crees que estás jugando?! — Gritó, cruzando la habitación a grandes zancadas: —
¡Huyendo por tu cuenta!

— Por favor, no lo hagas, Padfoot, estoy hecho polvo... — Remus suspiró, haciendo una mueca.
Le estaba dando dolor de cabeza. Solo quería irse a dormir, suficiente charla por esta noche.

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— ¿Tienes alguna idea de lo que fue descubrir que te escapaste? — Sirius gritó. Remus le arqueó
una ceja.

Sirius parpadeó y dio un paso atrás, un poco, mirando hacia abajo. — Para todos nosotros, quiero
decir.

— Puedo imaginarlo. — Remus dijo: — Y lo siento, pero por favor, ¿Puedo irme a la cama?
Puedes retarme por la mañana.

— Sí, cálmate, Black. — James se acercó y puso una mano sobre el hombro de Sirius. Sirius se
encogió de hombros, agitado. James suspiró, quitándose las gafas. — Es tarde, estamos todos cansados.
¿Seguro que estás bien, Moony?

— Estoy bien. — Remus asintió, sintiéndose muy, muy agradecido con James Potter.

267
107
Negociaciones
Domingo 15 de Enero de 1977

Durmió hasta lo más tarde posible la mañana siguiente, intentando posponer la gran confrontación
que le esperaba. No podía hablar con ellos, todavía no, no hasta que su cabeza estuviera despejada.
Tendrían tantas preguntas, algunas que no podía responder, otras que no quería. Se duchó más tiempo de
lo habitual; algo de Livia parecía haberse adherido a él, y abrió el grifo caliente para poder quemarlo. Las
marcas de garras que había dejado ya se estaban curando, pero todavía picaban bajo el jersey de lana
áspero de Remus.

Limpio y vestido, Remus fue a su baúl y buscó un trozo de pergamino, antes de garabatear una
nota sin más:

Si todavía estás en el pueblo, me gustaría volver a hablar contigo.

Lo dobló a toda prisa, se lo metió en el bolsillo y se dirigió hacia la lechucería. Los merodeadores
estaban todos en la sala común, en el mismo estado en el que estaban la noche anterior. Remus los miró,
presa del pánico, luego inclinó la cabeza y siguió caminando.

— Moony, espera… — Lo siguieron, los tres, a través del agujero del retrato. No importaba, no
podían discutirlo abiertamente, él lo sabía y ellos lo sabían.

— Voy a la lechucería. — Dijo, marchando adelante.

— ¿No quieres desayunar? — Preguntó Peter.

— Después.

— Moony, ¿podemos hablar de lo que pasó anoche? — Preguntó James, sonando todavía muy
cansado. Remus supuso que había estado soportando la peor parte de la frustración de Sirius. Bueno; tenía
que dejar que alguien más se hiciera cargo de eso por un tiempo.

— Aquí no.

Desafortunadamente, todos lo siguieron hasta la lechucería, que resultó estar completamente


vacía, excepto por las lechuzas, por supuesto, la mayoría de las cuales dormían.

— ¿A quién le estás escribiendo? — Sirius preguntó de inmediato. Remus cerró los ojos, suspiró y
volvió a atar su nota a la lechuza más cercana.

— Ferox. Mi antiguo profesor.

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— ¡¿Por qué?!

Remus soltó la cuerda que estaba usando y dio una sacudida cuando tuvo que doblarse para
recogerla. Continuó explicando, con calma.

— Está en Hogsmeade. Lo vi anoche, pero quiero volver a verlo.

— ¿Qué estaba haciendo en...

Remus gruñó de nuevo, buscando a tientas su tercer intento de atar la nota a la pata del búho
agitado. Sirius estaba demasiado cerca, inclinado sobre él, exigiendo respuestas, y Remus apenas podía
concentrarse.

— Está trabajando con Moody, y lo convocaron allí para traerme de regreso...

— ¿Quién lo convocó?

— ¡Joder, dame un minuto, ¿quieres? — Remus espetó.

Sirius retrocedió, luciendo como si le gustaría mucho decir algo más, pero se estaba mordiendo la
lengua. James volvió a tocar su hombro. Remus los ignoró a ambos y ató la carta al pájaro, tal vez un poco
demasiado apretado, porque lo picoteó enojado antes de volar hacia el pueblo. Podría quedarse allí, tal
vez, no tardaría mucho. Pero su estómago gruñó. Se volvió para mirar a sus amigos.

— Okay. ¿Desayuno?

— ¿Vas a decirnos...

— Sí, Padfoot, está bien. Vamos... Busquemos unas tostadas y salgamos a caminar o algo, ¿de
acuerdo?

Eso fue lo que hicieron, entonces. Remus untó con mantequilla al menos cinco rebanadas de pan
tostado en el Gran Comedor, las envolvió en servilletas y las metió en los bolsillos de su túnica. Los otros
tres merodeadores lo siguieron, observando con cautela como si aún no estuvieran muy seguros de qué
hacer con él.

— Correcto. — Dijo, una vez que estuvieron afuera — Todos deben callarse y dejarme contarlo,
¿De acuerdo? Sin interrupciones.

Asintieron solemnemente mientras caminaban. Vio a Sirius fruncir los labios. Le debe ser difícil,
pensó Remus con rencor. Pero puede escucharme a mí, por una vez. Entonces, habló.

Lo encontró mucho más fácil que contárselo a Dumbledore, al menos sabía con certeza que los
merodeadores estaban de su lado. Trató de explicar todo con el menor contexto emocional posible. Sabía
que había un hombre lobo cerca. Fue a buscarlo, y conoció a Livia, luego intervino Ferox.

269
— Moody me habló el verano pasado — explicó finalmente — me dijo algo y me hizo... me hizo
pensar en lo útil que puedo ser, eso es todo. Tengo que dejar de ver mi pequeño problema peludo como…
bueno, como un problema. Si vamos a la guerra con criaturas oscuras, entonces, como criatura oscura,
debería ser...

— No eres una criatura oscura. — James dijo, de repente — Eres nuestro Moony.

Remus se encogió de hombros. No habría puesto dinero en apostar en que James sería el primero
en interrumpir, pero ahora estaba bastante contento de que lo hubiera hecho. Hizo una pausa; no había
nada más que contar. James todavía lo miraba, con un pequeño pliegue entre las cejas. Se subió las gafas
por la nariz, claramente pensando muy profundamente. Peter, por supuesto, parecía ansioso. Se miraba los
pies y se frotaba las manos. Remus no miró a Sirius. En su lugar, buscó sus cigarrillos.

— Entonces — dijo James, después de tragar — Ella se ha ido, ¿verdad? ¿El hombre lobo?

— Livia — dijo Remus, con un cigarrillo entre los dientes — Sí, creo que Ferox la asustó.

— Joder, seguro. —asintió James, mucho más cómodo hablando de acción— y apuesto a que con
Moody en el caso no volverá pronto, ¿eh? Entonces, ¿Estás en muchos problemas? ¿Con Dumbledore?

— No lo creo. — Remus suspiró. Se frotó la cadera adolorida — Creo que Dumbledore estaba
más preocupado de que yo hubiera arruinado mi puesto como espía, y no tanto en si rompí o no las reglas.

— Él no querría verte herido. Cualquiera de nosotros. — James dijo, sinceramente. Observó la


postura incómoda de Remus — Vamos, hay un banco más abajo, puedes terminar tu tostada.

Avanzaron lentamente hacia el borde del lago, donde había unos bancos de piedra. Hacía
demasiado frío para que alguien más pudiera salir a esta hora un domingo, y Remus observó cómo la
niebla del final de la mañana se deslizaba por la oscura superficie del agua mientras masticaba los restos
de sus tostadas. Sirius no había hablado todavía, desde lo de la lechuza, y Remus estaba tratando de no
darse cuenta. Sirius se sentía traicionado - Remus estaba seguro de eso tanto como lo estaba de su propio
nombre. Traicionado, incluso si realmente no tenía derecho a sentirse así. "No se trata de tí." Remus quiso
sisear al triste y silencioso Sirius.

— No puedo creer que todos estuvimos durmiendo durante la noche más emocionante del año, eh.
— James le dio un codazo a Remus, tratando de darle un poco de ligereza a la atmósfera por lo demás
bastante sombría.

— No fue tan emocionante — Remus le devolvió la sonrisa, dándole lo que quería — Yo fuu una
mierda. Si Ferox no hubiera llegado... no sé.

— ¿Crees que ella podría haber desaparecido contigo? — Preguntó Peter, todavía retorciéndose
sus manitas regordetas.

— No sé. — Remus respondió: — Creo… tengo la impresión, de todos modos, que ella necesitaba
que yo estuviera de acuerdo. Como si tuviera que ser yo quien tomara la decisión; de lo contrario, supongo
que todos podrían unirse y atraparme.

270
— ¡Bien entonces! — James dijo, dándose una palmada triunfal en el muslo: —No hay problema,
¿verdad? Bueno, quiero decir, no hay duda.

— No, claro que no. — Remus dijo rápidamente: — Nunca me uniría a Greyback.

— Bien entonces. — Repitió James, satisfecho.

Remus miró sus manos, todavía grasientas por la tostada. Se las secó en las perneras del pantalón.
Por supuesto que no. Por supuesto que nunca lo haría. Excepto. — ¿Moony? — Dijo James, sintiendo el
extraño silencio.

— Nunca me uniría a él. — Remus dijo, con cuidado. — Y Livia era... era horrible, pero —
Respiró — No todo lo que dijo estaba mal.

— ¿Que se supone que significa eso? — Estalló Sirius. Remus seguía sin mirarlo, cada vez más
ansioso.

— Solo eso... bueno, los magos nos tratan injustamente, y... y... Uf, ustedes no lo entenderían.

Sirius se levantó de un salto, como si hubiera estado a punto de romperse. Miró a Remus como si
estuviera a punto de empezar a gritarle. Luego se alejó, a un ritmo imposible.

— ¡Black! — James se puso de pie — ¡Hey!

— Está bien. — Remus agitó una mano — Lo siento, no debería haber dicho nada, no puedo
explicarlo correctamente.

— Ha estado tan malhumorado últimamente. — James resopló, todavía viendo al otro chico
alejarse.

— Ve tras él, si quieres — dijo Remus. — Honestamente, eres el mejor para calmarlo cuando está
así. Wormy y yo te encontraremos más tarde, ¿no?

— Ok... — dijo James, ya moviéndose — ¡Gracias, Moony!

— Esos dos son tan raros a veces. — Dijo Peter, mirando a James ponerse al día. — Juro que
nunca sé de qué están hablando los demás. Todo es la guerra esto y la guerra aquello...

— Sí, es algo doloroso, no? — Remus respondió. Lo había dicho con sarcasmo, pero el pobre
Peter nunca había sido muy rápido en asimilarlo.

— Sí, sabes a lo que me refiero, ¿No es así, Moony? Solo pienso... solo tenemos dieciséis años,
¿Mo podemos pensar en otra cosa que no sea hacer 'lo correcto' todo el tiempo? Solíamos divertirnos.

Remus solo escuchaba a medias. Se estiró y volvió a frotarse la cadera para ver si se movía por él.

— Creo que podría volver a la cama, Pete. O la biblioteca. ¿Por qué no vas a ver a Dezzie?

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— ¿Qué? ¡¿No lo sabías?! — Peter lo miró con incredulidad mientras ayudaba a Remus a ponerse
de pie.

— ¿Saber qué? — Preguntó Remus, arqueando la espalda de nuevo por si acaso.

— Ella me dejó.

— Oh, mierda. — Remus parpadeó — ¡Lo siento, amigo! ¿Eso también fue anoche?

— La semana pasada. — Peter dijo, con una frialdad inusual en su voz.

— ¡Lo siento! — Remus dijo de nuevo avergonzado. No creía que realmente hubiera hablado
mucho con Peter en semanas, había estado tan absorto en Sirius, y la manada de lobos, y Sirius, y
Christopher… decidió hacerlo mucho mejor con todos sus amigos. Después de todo, tan pronto como
cumpliera los diecisiete, serían todo lo que tenía. — Realmente lo siento, Wormtail. — Dijo amablemente:
— ¿Entonces quieres jugar al ajedrez?

***

Lunes 16 de Enero de 1977

Remus realmente lamentó escuchar lo de Peter y Dezzie. Ella nunca había sido realmente parte de
su grupo, pero era una chica lo suficientemente agradable, y había hecho feliz a Peter, le había dado algo
que James y Sirius no tenían, y eso era especial en sí mismo. La ruptura aparentemente se había debido
simplemente a un cambio de actitud. Se veían desde los catorce años, ya a los dieciséis parecía que
Desdémona deseaba abrir un poco las alas.

— ¿Podría cambiar de opinión? — Remus sugirió a un Peter apesadumbrado, ya por su tercer


juego de ajedrez.

— Lo dudo — resopló Peter. — Supongo que está enamorada de ese tipo Roman Rotherhide.
Idiota. Caballero a F3.

— ¿Pensé que Mary estaba saliendo con él?

— Mary sale con todo el mundo — Peter se rió con malicia. — Ella es como la versión femenina
de Padfoot.

La respuesta de Ferox llegó más tarde ese domingo por la noche.

Remus,

Me temo que no puedo invitarte a Hogsmeade, pero puedo quedar contigo para cenar el lunes por
la noche en el castillo. Te veré fuera del Gran Comedor a las 6 de la tarde.

Eso estaba bien. Lo suficientemente bien: podía preguntar lo que necesitaba preguntar en
cualquier lugar. Remus fue a sus lecciones como de costumbre el lunes y les dijo a los merodeadores a la

272
hora del almuerzo. Sirius le estaba hablando de nuevo, pero no correctamente. Por cada pequeño paso
hacia adelante, él y Remus parecían retroceder tres pasos enormes.

— Voy a tomar el té con Ferox esta noche — explicó. — Así que no te veré hasta más tarde.

Sabía que James tenía práctica de Quidditch, que Peter estaría viendo, ahora que no tenía novia.
Sirius se sentó más derecho.

— ¿Deberíamos ir nosotros también?

— ¿Por qué? — Preguntó Remus, mirándolo con una mirada fría. Sirius se encogió de hombros y
volvió a mirar su sopa.

Para cuando dieron las seis en punto, Remus prácticamente estaba paseando por los pasillos. No
quería parecer demasiado ansioso, así que esperó en la parte superior del rellano antes de bajar la escalera
principal apenas un minuto después de la hora. Esto resultó ser una especie de error. Para cuando llegó
allí, Mary había encontrado a Ferox había entablado una conversación.

— ¡Remus! — Ella sonrió mientras él descendía — ¡Mira quién está aquí!

— Es por el Sr. Lupin que estoy aquí, para verlo. — Ferox sonrió fácilmente, estrechando la mano
de Remus. Todo se sintió muy maduro.

— Estoy tratando de convencerlo de que regrese y nos enseñe otra vez — explicó Mary
alegremente — Lo extrañamos, ¿No es así, Remus?

— Er... sí, por supuesto. — Remus asintió. Mary le sonrió y le tocó el antebrazo, inclinándose
hacia él de una manera muy familiar. No podía recordar si ella había hecho eso antes.

— ¿Puede esperar aquí? — Le preguntó a Ferox, sin dejar de tocar a Remus — Marlene bajará en
un minuto, le encantaría verlo...

— Me temo que tenemos que seguir adelante — dijo Ferox, amablemente — Quizás en otro
momento, señorita MacDonald. Remus, ¿Vamos?

Remus siguió a Ferox por las escaleras, en lugar de hacia el pasillo, dejando a Mary al final. —
Pensé que nos vendría bien un poco de privacidad — murmuró Ferox — el profesor Kettleburn ha tenido
la amabilidad de prestarme mi antiguo despacho.

Remus solo había estado en la oficina de Cuidado de Criaturas Mágicas una vez desde que Ferox
se había ido, para solicitar una extensión en un ensayo después de la luna llena. Kettleburn era una especie
de hombre espartano, que había optado por no decorar en absoluto, pero que tenía montones de papeles
esparcidos por todo el lugar. Ferox lo arregló cuidadosamente con un movimiento de su varita, antes de
convocar bebidas y dos platos para la cena. La comida apareció igual que en el Gran Salón: jamón, huevo
y patatas fritas esta noche.

273
— Mi favorito — dijo Ferox, señalando a Remus que comenzara a comer. Se acurrucaron en
silencio durante unos minutos, y Remus disfrutó de la novedad de compartir la cena con un amigo, en
lugar de cientos de otras personas.

— Entonces. — Dijo, limpiando lo último de su yema de huevo con un papa frita — Quería hablar
sobre Livia.

— Mírate — Ferox asintió con la cabeza, — Hace dos años apenas pude conseguir que me dijeras
dos palabras sobre tí.

Remus se encogió de hombros.

— Supongo que ya no hay tiempo para ser tímido. Hay una guerra en marcha.

— Mira si no sabré. — Ferox suspiró. — Está bien, continúa muchacho.

— Okay. — Remus respiró hondo. — No quiero unirme a ella, a ellos, a Greyback. No quiero ser
parte de su... su manada, ni nada de eso.

Ferox asintió, pero no dijo nada. Remus, envalentonado, continuó — Pero… creo que podría
encontrarlos fácilmente. Creo que ellos podrían encontrarme. Y todavía me quieren. Eso es lo que quiere
Dumbledore, ¿no? Una puerta trasera para los hombres lobo. Yo puedo hacer eso. Sé que lo que hice fue
estúpido, y no lo volveré a hacer, no mientras esté en Hogwarts, no hasta que tenga al menos la edad.
Pero… ahora la conozco, ahora sé cómo son, no tengo miedo. Yo puedo hacerlo.

— Veo. ¿Dumbledore ha dicho...?

— No, pero no soy estúpido. — Remus dijo, con desdén: — No me ha pedido que haga nada,
porque nunca pregunta. Solo se asegura de que sepas lo que quiere. Pero hay cosas que yo quiero,
también.

— ¿Y qué son esas cosas?

— No voy a firmar el registro, en mi cumpleaños. — Remus dijo, con firmeza. — No me voy a


exponer al ministerio. Lo he investigado; si lo hago, tengo que informarles durante tres días al mes. Me
encerrarán, supongo que no está muy claro por la información que publicaron. No puedo mantener un
trabajo así. Si Dumbledore necesita un espía, también necesita que yo sea imposible de rastrear.

— Ya veo — dijo Ferox de nuevo — Pero...

— No he terminado. — Remus espetó. — Después. Si ganamos. Quiero amnistía para los


hombres lobo. Incluso la manada de Greyback. No a Greyback, obviamente, sino a sus seguidores.

— Remus, eso es completamente...

— No, no lo es. — Remus se cruzó de brazos. — No lo sabes. Livia puede ser una chiflada, pero
no se equivoca. La elección entre la libertad bajo Greyback o el encarcelamiento bajo el ministerio es una
decisión fácil de hacer.

274
Ferox lo miró durante mucho tiempo. Remus bebió su jugo de calabaza, tenía la garganta muy
seca. Su corazón latía tan rápido que pensó que Ferox debía poder escucharlo.

— Estas no son necesariamente cosas que Dumbledore puede hacer — dijo Ferox, lentamente.

— Mierda. — Remus dejó su copa, un poco demasiado dura sobre el escritorio.

— Puedo llevárselo. — Ferox suspiró, sonando derrotado — Pero no puedo hacer promesas.

— Bueno —respondió Remus con frialdad— tendré diecisiete en dos meses. Así que ahí está la
fecha límite.

— Caray. — Ferox se rascó la cabeza. Sonaba impresionado, en lugar de enojado — Me recuerdas


a Lyall, ahora mismo. ¿Qué pasó con el niño gruñón que siempre se mete en líos?

— Todavía soy gruñón. — Remus dijo simplemente: — Creo que Lyall probablemente también lo
era. No es que crea que Dumbledore puede resolver todos mis problemas. Pero quería poner todas mis
cartas sobre la mesa.

— Lo suficientemente justo. — Ferox asintió. — Todo vale en el amor y la guerra, ¿eh?

— Yo no sabría sobre eso. — Remus respondió.

Sus platos desaparecieron, de repente, y luego reaparecieron, llevando dos grandes trozos de
pastel de chocolate cubiertos con fruta en ellos. Se los comieron en silencio, ambos absortos en sus
pensamientos, ocasionalmente lanzándose miradas el uno al otro.

— ¿Cómo te va con Moody? — Remus preguntó, casualmente. —Supongo que probablemente no


me puedes decir nada.

— Supones bien — asintió Ferox. — Aunque Moody está bien. Totalmente loco, pero me alegro
de que esté de nuestro lado.

— ¿Y Aquiles?

— Aquiles está bien. — Ferox sonrió. — Se está quedando con un amigo mío. Hablando de eso,
¿Cuánto tiempo llevan de novios, eh, Lupin?

— ¡¿Cómo?! — Remus lo miró con los ojos muy abiertos. Ferox se rió.

— ¿Con la señorita MacDonald, ahí abajo? Te habría emparejado mejor con Marlene, pero
supongo que el corazón quiere lo que quiere, ¿eh?

— ¡Oh! — Remus se relajó — No, Mary es solo una amiga.

— Hm — dijo Ferox, obviamente sin creerle del todo. — ¿Qué provocó este cambio de
personalidad, entonces?

275
— ¿Por qué tiene que ser sobre una chica? Dos años es un largo tiempo. — Remus dijo, molesto.
— No es que haya cambiado de repente. Mira, dije por primera vez que ayudaría a Dumbledore a pelear
cuando tenía catorce años. — Trató de explicar. — Y luego el año pasado, James Potter nos dijo a todos
que tenía previsto unirse, tan pronto como saliera de la escuela, y todos dijimos que también lo haríamos,
y yo... Sí iba a hacerlo, ya sabes, pero sólo porque James y Sirius querían. En realidad, nunca tuve una
razón.

— Todos vamos a sufrir, si ya sabes quién gana. — Dijo Ferox.

— Sí, supongo. — Remus asintió diplomáticamente. — Yo sé eso. Pero quise decir... bueno,
nunca antes había tenido mucho interés en eso. Ahora que conocí a Livia, no creo que nada vaya a ser tan
bueno para mí después de que termine la escuela, sin importar quién esté en el poder. Quiero algo a lo que
aspirar. Si vivo.

— No deberías compararte con ellos, Remus. Con la manada.

— Realmente no puedo evitarlo, ¿verdad? Todos los demás lo harán. ¿Conoce a mi amigo Sirius
Black?

— No muy bien — respondió Ferox — Los Potter lo acogieron, ¿no? Pensé que era un poco
extraño, conociendo a su familia.

— ¡Exactamente! — Remus dijo triunfalmente: —Sirius es mi mejor amigo y un Gryffindor, y los


Potter lo aman, pero para todos los demás sigue siendo un Black. Pasará el resto de su vida tratando de no
serlo, sin importar cuántas cosas buenas haga. Porque las personas nunca olvidan cosas así, piensan que lo
que eres te convierte en quién eres. Es lo mismo para mí.

Remus ahora estaba luchando por seguir explicando. Ferox parecía completamente perdido.
Suspiró, profundamente — Siento que tenga decirte esto. Eres la única persona que conozco que tiene
algún peso con Dumbledore en quien confío. Y que confía en mí.

Ferox lo miró de nuevo, con expresión firme.

— Lo intentaré, Remus. Estás pidiendo mucho.

Remus frunció el ceño. Pensó en Livia: sus pies descalzos, su ropa andrajosa; su terrible tos y la
mirada hundida en sus ojos. No era una forma de vivir.

Podría estar pidiendo mucho. Pero Remus nunca antes había pedido nada en su vida. Esperaba que
Dumbledore recordara eso.

(Song. You can't always get what you want-The Rolling Stones)

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108
Mary, Mary
Mary, Mary, where you goin' to?
Mary, Mary, can I go too?
This one thing I will vow ya,
I'd rather die than to live without ya,
Mary, Mary, where you goin' to?

Viernes 5 de Febrero de 1977

El resto de Enero pareció pasar como un borrón y Remus solo trató de volver a la normalidad. La
luna llena aterrizó a principios de mes, y Remus amenazó con dejar a los merodeadores fuera de la casa si
no prometían quedarse dentro esta vez. Con el tiempo, sabía que se debilitaría y permitiría que
comenzaran a dejarlo salir de nuevo, pero sintió que debían ir a lo seguro, al menos por un tiempo.

La repentina distancia entre Remus y Sirius fue dolorosa, y se hizo aún más difícil por el hecho de
que su relación (sí así podía llamarse) había sido un secreto todo el tiempo. Remus recurrió a su táctica
habitual, enterrándose en sus estudios, mientras Sirius se concentraba en Emmeline. Remus sabía que él
estaba de mal humor. Y por una vez, no lo culpó. Toda esta desastrosa situación solo le demostró a Remus
que tenían que ponerle fin a lo que estaban haciendo tan pronto como pudieran. Se les estaba volviendo
imposible seguir siendo amigos, y necesitaban ser amigos antes que nada.

El problema era que Sirius no había acudido a él desde la noche que habían dormido en la sala
común. Remus estaba aterrorizado de que esto significara que ya había terminado, que Sirius se había
dado cuenta por sí mismo y simplemente había decidido detenerse. Y Remus no lo permitiría. No podía
terminar sin que ninguno de los dos dijera nada al respecto. ¿O no?

Tú tomaste mi mano. Quería decirle. Me viste llorar.

El día después de la luna llena de Febrero, Remus yacía en su habitual cama de la enfermería,
reflexionando sobre estas cosas. Tenía un corte en el brazo y Madame Pomfrey le había dicho que
practicara sus hechizos curativos. Era muy básico, pero estaba tan cansado después de su transformación.

— Tienes que intentarlo, querido — dijo la medibruja, sin simpatía — Querías poder cuidarte
después de las lunas, así que tendrás que aprender a encontrar la fuerza.

Pinchó el corte, que ya se estaba curando solo de todos modos, haciendo otro intento a medias por
arreglarlo. Nada. Las marcas que Livia había dejado ahora estaban apagadas a un rosa pálido, y Madame
Pomfrey pensó que probablemente desaparecerían con el tiempo, ya que no eran heridas intrínsecamente
mágicas.

— Puedes irte — le dijo, ahora, desde su oficina. — Si te vas a quedar ahí sentado deprimido... Ve
a ver a tus amigos.

277
Remus no se molestó en decirle que eran sus amigos, o más bien, un amigo en particular, por lo
que estaba deprimido. Pero él nunca lo pensaba dos veces cuando ella le daba permiso para que irse, así
que se levantó y se vistió rápidamente, saliendo apresuradamente de la enfermería.

— ¡Nos vemos el martes! — bramó al salir.

Se fue después del almuerzo, y solo quedaba una lección ese día; Cuidado de las criaturas
mágicas, para la que Remus no estaba de humor. De todos modos, estaba por delante del resto de la clase
y nadie lo extrañaría. Se inclinó a lo largo de los pasillos sin rumbo fijo durante un rato, todavía pensando
en Sirius y Emmeline, y en cómo iba a... - espera un momento.

Se detuvo y frunció el ceño, mirando el retrato más cercano. Algo estaba muy mal, lo sabía. La
pintura mostraba a un mago anciano con cabello ralo y una pequeña perilla pulcra mirando a través de un
gran telescopio dorado. Por alguna razón, llevaba una enorme peluca rizada de color rojo brillante. No
parecía molestarle, simplemente seguía ajustando la vista de su artilugio, murmurando en voz baja para sí
mismo. Remus resopló y miró la siguiente foto.

Éste contenía un grupo de bonitas y un poco exuberantes jóvenes pastoras que atendian a su
rebaño, todas tenían pelucas de color rojo brillante también. Lo mismo con el siguiente retrato: una bruja
que llevaba una cesta de frutas desbordante, rizos escarlata llamativos rebotando en su cabeza. Y el
siguiente, un monje de aspecto siniestro, cuya peluca roja en realidad estaba encima de su capucha.
Ninguno de los sujetos de las pinturas parecía perturbado en absoluto, mientras Remus seguía el rastro de
las extrañas pelucas hasta el entrepiso del tercer piso.

— ¡Padfoot! — Remus jadeó, cuando encontró al culpable.

Sirius estaba tranquilo, con las manos en los bolsillos, charlando casualmente con una pintura de
una ninfa del mar risueña en un gran marco dorado. Cuando vio a Remus, soltó un grito y se sumergió en
las olas.

— Aw, Moony, ¿por qué la asustaste? — Sirius gruñó — Estaba a punto de lanzarle el hechizo.

— ¡Esto es brillante! — Remus sonrió, señalando todas las pinturas que había pasado — ¿Cómo
es que nunca me dijiste que lo ibas a hacer? ¿James está involucrado?

— Sí, está tomando el ala este — asintió Sirius, pasando a la siguiente pintura. — Se nos ocurrió
mientras íbamos a la cama esta mañana. Lo siento, pensé que todavía estabas durmiendo.

— Madame Pomfrey, me dejó irme...

— Correcto. Probablemente querrás ir a la biblioteca o algo así. Ya casi he terminado aquí, no es


necesario que te quedes.

— No yo--

— ¡Oh, mierda!

278
El gran reloj de pie en el gran salón había comenzado a sonar: todas las puertas de las aulas
estaban a punto de abrirse de golpe y los estudiantes salían en tropel para su próxima lección. — ¡Sabrán
que somos nosotros! — Sirius dijo: — ¡Rápido! — Sacó la capa de invisibilidad de James de su túnica y
la levantó como una tienda.

Remus se apresuró a meterse debajo, agachándose un poco para compensar la diferencia de altura.
Ambos retrocedieron contra la pared y esperaron. Las puertas comenzaron a abrirse de golpe, una a la vez,
y torrentes de estudiantes llenaron el espacio previamente silencioso. Invisible y atrapado, Remus se dio
cuenta de que esta era la mejor oportunidad que había tenido en días.

— Oi — susurró, directamente al oído de Sirius. Sintió que el otro chico se tensaba. — ¿Sigues
enojado conmigo?

— ¿A qué te...

— Me estás evitando.

— No, no es así. — Sirius retrocedió, de repente, cuando una niña de tercer año se acercó
demasiado. Retrocedió directamente hacia el pecho de Remus, de modo que sus cuerpos ahora se tocaban,
prácticamente. — James dijo que te diera espacio. — Murmuró: — Y me dejaste fuera de la misión Hog’s
Head, incluso después de que dijieramos que iríamos juntos.

— ¡No era una misión! — Remus susurró, luchando por mantener la voz baja. La gente estaba
notando los retratos destrozados ahora, señalando y riendo a su alrededor. — ¡Y nunca accedí a ir juntos!

— ¡Bueno, ahora sabes porqué pensé que querías tu espacio! — Sirius respondió. Se dio la vuelta
para poder susurrarle también al oído a Remus. Todavía se tocaban en algunos lugares, tratando de no
hacerlo en otros.

— ¿Lo siento, Ok? — Remus respondió: — ¡No pensé que te lo tomarías tan a pecho!

— ¡No me lo estoy tomando tan a pecho! — Sirius farfulló, mortalmente ofendido — Me haces
sonar como...

— ¿Como qué? — Remus desafió.

Podía sentir que Sirius comenzaba a alejarse, así que lo besó. A la mierda. Afortunadamente,
Sirius le devolvió el beso, mientras los pasillos se vaciaban una vez más, y el ruido se apagaba lentamente.
Ambos chicos ocultos a plena vista bajo la capa, completamente ajenos a los demás.

Finalmente, Sirius se apartó y Remus lo permitió.

— Así que ahora te gusto de nuevo. — Sirius refunfuñó. — No puedo seguir el ritmo contigo.

— ¿De qué estás hablando? ¡Me estabas evitando!

— ¡Pensé que querías que lo hiciera!

279
— Bueno... sí, está bien, si quería, pero no hasta que al menos hubiéramos hablado.

— Realmente no veo de qué hay que hablar — Sirius se quitó la capa. Su cabello volvió a caer
suavemente en su lugar, mientras que el de Remus estaba lleno de estática hasta que lo alisó. — O vamos
a hacer... ya sabes qué, o no.

Dios, me encanta discutir contigo, pensó Remus, sintiendo el calor ardiendo en su cuello, el deseo
por Sirius a punto de quemarlo, podría discutir contigo para siempre.

— ¡¿Entonces?! — Dijo Sirius, alejándose de Remus, sacándolo de su lujuriosa bruma. — ¿Qué


decides?

— Bueno, es un poco injusto preguntarme eso ahora mismo...

Sirius se mordió el labio inferior y arqueó una ceja. Remus casi muere.

— Vamos, entonces. — Sirius hizo un gesto con la cabeza, moviéndose hacia la escalera más
cercana — No voy a ir a Adivinación, el dormitorio está vacío...

***

Jueves 10 de Febrero de 1977

Que desastre. Al final de la semana siguiente, básicamente volvieron al principio. Sin hablar, solo
tocar. Sirius salía públicamente con Emmeline, y por la noche se metía en la cama de Remus, siempre que
la costa estuviera despejada, por supuesto. Sirius no era nada si no discreto, al menos en este caso. Por el
contrario, Remus estaba encontrando ser discreto más difícil que nunca.

Hace unos meses habría estado bien. Él había estado bien. Solo era otro secreto para agregar a la
lista, otra parte de sí mismo que no debía dejar que los demás vieran. Pero habían pasado muchas cosas
desde entonces. Lily sabía que era un hombre lobo, por ejemplo, eso había sido un alivio sorprendente.
Compartir el secreto con ella había sido algo bueno; estaba bastante seguro. Luego estaba Christopher,
quién fue tan valiente al mostrarle su alma, y todo lo que Remus pudo ofrecerle eran verdades a la mitad.

Cuando llegaba el momento, Remus podía enfrentarse a un asesino vicioso en un callejón oscuro;
podría hacerle demandas al propio Dumbledore. Pero no podía decirle que no a Sirius. Un verdadero y
maldito desastre.

En un momento de absoluta debilidad, Remus incluso se encontró casi confesándole todo a James.
Estaban en la biblioteca, buscando algún oscuro libro de texto de Defensa Contra las Artes Oscuras,
cuando Potter mencionó el Día de San Valentín, que se avecinaba.

— Voy a invitar a Evans a Hogsmeade este fin de semana, obviamente — dijo alegremente —
Ella dirá que no, por el bien de la tradición, pero la estoy conquistando, puedo sentirlo.

— Mm. — Remus suspiró, pasando su dedo por los flexibles lomos de cuero de los textos
antiguos. No era que él quería celebrar el Día de San Valentín - que era un día tonto, femenino, y con el
cual no quería tener nada que ver - pero le molestaba que todos los demás quisieran hacer cosas.

280
— Y Wormtail invitó a salir a Dorcas Meadowes. — James se rió, agachándose para mirar un
estante inferior — ¿Puedes creer eso? A veces creo que tiene más agallas que cualquiera de nosotros.

— ¿Quién es Dorcas Meadowes?

— La conoces, ¿no? Es una Hufflepuff, de nuestro año.

Remus se encogió de hombros.

— Supongo que Sirius llevará a Emmeline a Hogsmeade. — Él dijo.

— Sí, eso espero. — James respondió, sacando un libro y abriéndolo para revisar el índice. — O a
otra de sus muchas admiradores, si ella lo deja antes.

— Hmph.

— ¿Qué?

— Nada. — Remus negó con la cabeza, tomando un libro al azar y fingiendo leerlo.

— No estarás juzgándolo, ¿verdad, Moony? — James lo engatusó, sonriendo.

— ¡No claro que no! — Remus luchó por mantener la cara seria — Padfoot puede hacer lo que
quiera. Pero... no crees que él es... No sé, no es demasiado? todas estas chicas. Como si estuviera
presumiendo.

— No son muchas chicas, ha estado con Emmeline desde Diciembre, ¿no?

— Enero. — Remus respondió, maliciosamente. — Estuvo soltero en Navidad.

— Bien, entonces. Está bien. Solo está coqueteando con el resto. Siempre le ha gustado la
atención.

— Sí, pero...

— Mira, solo necesitas dejar que Sirius sea Sirius. A veces es un poco idiota, pero la ha pasado
mal. Déjalo disfrutar si quiere. — James se puso de pie y lo miró de reojo, evaluándolo. — Sabes, Moony,
tampoco te mataría divertirte un poco.

— Ajá. — Remus resopló.

— ¡Oh, amigo! — James se inclinó sobre su hombro para leer el libro que Remus había abierto —
¡Bien hecho, lo has encontrado!

Divertirme un poco, pensó. Entonces, Remus podría culpar a James por lo que sucedió después,
claro.

281
***

Sábado 12 de Febrero de 1977

Ella había estado coqueteando con él durante años; Remus sabía bastante bien cómo era el
coqueteo, a estas alturas. En la forma en que sonreía, la cabeza inclinada hacia abajo. La forma en que ella
había comenzado a presionar una mano en su pecho cuando él la hacía reír (lo que definitivamente
también parecía suceder más de lo habitual). Ese lindo y pequeño meneo que hacen las chicas cuando se
arreglan las medias. Finalmente, se encontraron solos en la sala común ese fin de semana de Hogsmeade
justo antes del Día de San Valentín, con la tarea terminada, sentados aplastados en el sofá, y ella solo le
preguntó. Que era más de lo que Sirius había hecho nunca.

Remus y Mary siempre habían sido buenos amigos; a él le gustaba mucho. Su naturaleza alegre y
despreocupada siempre había atraído a su propio lado más sombrío; su confianza a su introversión. Él
había ignorado el coqueteo por completo, encontrándolo ligeramente halagador, pero por lo demás poco
interesante, hasta que decidió quedarse en el castillo con él en lugar de ir a Hogsmeade.

— ¿Cómo es que no estás en una cita, de todos modos? — Preguntó Remus, mientras firmaban las
últimas notas para sus ensayos de Historia.

— Quería pasar tiempo contigo — le sonrió, sentándose de nuevo en el sofá, con su muslo
tocando el de él. — No puedo dejarte aquí solo.

— Apuesto a que no soy tan divertido como Roman Rotherhide — se rió Remus, aún sin creer en
la dirección que iba. Su mano estaba en su rodilla. ¿La iba a dejar ahí? Oh, maldición, no, ella no estaba...

— Bueno, ¿Cómo podría saber? — dijo, su voz baja, inclinándose hacia él ahora mientras sus
largos dedos se movían lentamente hacia arriba — Me gustaría juzgarlo por mí misma... — parpadeó
lentamente y se inclinó, besándolo suavemente en los labios. Estaba congelado en su lugar. Ella sonrió
descaradamente — ¿Y bien? ¿Te apetece?

Ella era muy linda. Él no era tan cerca con ella como lo era con Lily, así que, razonó; ¿Dónde
estaba el daño? Lo que sea que estuviera pasando con Sirius claramente no significaba que ninguno de los
dos pudiera estar con otra persona. Y si Sirius podía hacerlo, él también. Era justo.

La condujo arriba.

— Eres adorable — susurró ella, acostada en su cama, con los ojos oscuros. Él pasó su mano por
su suave muslo. Entre sus piernas ella estaba resbaladiza como aceite tibio.

Después, no estaba seguro de qué hacer con eso. Ciertamente no era nada de lo que quejarse - ella
era hermosa, y el calor de la sangre de ella a su alrededor era definitivamente muy emocionante. Pero no
era lo mismo que esas oscuras noches furtivas con Sirius; no tenía nada de la rica complejidad, el seguro
entendimiento. Los suaves senos gelatinosos de Mary no sustituían al firme agarre de Sirius. Sus dulces
suspiros jadeantes no lo despertaron de la misma manera que los cálidos y ásperos gemidos de Sirius.

Con todo ya dicho y hecho, y aunque Remus estaba ciertamente contento de haber tenido la
experiencia, no creía que fuera algo que estuviera muy interesado en repetir.

282
***

Domingo 13 de Febrero de 1977

Solo un día después del experimento de Mary, Sirius regresó. Era media tarde, pero James y Peter
estaban en la biblioteca estudiando para un próximo examen de Estudios Muggles. Comenzó como
siempre, en silencio y con una necesidad no verbal y desesperada. Sirius agarraba y tiraba de la ropa de
Remus, luego se dio la vuelta y pareció detenerse. Olió la almohada.

— ¿Acaso es…? Esto huele a… — inhaló de nuevo. — ¿El perfume de Mary?

— Sí — respondió Remus, incómodo. Se acababa de quitar la camisa y ya se sentía expuesto, sin


estar seguro de si se iban a detener por completo o simplemente estaban conversando de forma casual. —
Ella estuvo aquí. Ayer.

— Oh. Correcto. ¿Tú y ella?

— Bueno… fue algo de una sola vez. ¿Eso está... bien?

— Sí — los ojos de Sirius se nublaron un poco, como si su mente estuviera trabajando muy
rápido. — Sí, por supuesto. ¡Bien por ti, amigo!

— Sé que ustedes dos estuvieron... pero fue hace mucho tiempo, y ahora estás con Emmeline, así
que...

— ¡Por supuesto! Estoy contento por ti, sinceramente, ¡Mary es genial!

—Si, ella lo es.

Hubo unos momentos de silencio y Remus consideró volver a ponerse la camisa. Pero entonces
Sirius se inclinó, su expresión cambió, como una tormenta finalizada. Tocó la cicatriz que comenzaba en
la clavícula de Remus, arrastró su dedo hacia abajo a lo largo de su camino desigual hasta su naval. Remus
se estremeció.

— ¿Entonces, cómo estuvo?

— ¿Q-qué? — Remus solo quería cerrar los ojos, relajarse bajo los largos dedos de Sirius.

— El sexo. — Dijo Sirius.

Los ojos de Remus se abrieron, confundidos. ¡¿Quería saber?!

— Estuvo bien. Ella es, um... tan suave, ya sabes. Quiero decir, ya sabes...

— Sí — dijo Sirius en su cuello, medio encima de él ahora, su mano trabajando en el cinturón de


Remus.

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Después se sentaron uno al lado del otro y todo lo que Remus quería hacer era apoyar la cabeza en
el pecho ardiente de Sirius, cerrar los ojos y simplemente quedarse así. Pero no lo hizo. Miró a su amigo,
que ya estaba encendiendo un cigarrillo, con la piel todavía rosada y brillante, y pensó para sí mismo, con
pesar: esto nunca será suficiente.

(Song: Mary - The Monkees)

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Heniokhos
Viernes 4 de Marzo de 1977

— Me voy a volver loca. — Marlene dijo, una noche, cuando la biblioteca estaba cerrando. Se
apretó los ojos con los dedos, exhausta. Su cabello estaba revuelto en su cabeza como un diente de león
por pasarse las manos por él tan a menudo. — Pensé que los Owls habían sido la gran cosa...

— Eso rima — cantó Mary, alegremente, enrollando pulcramente su pergamino.

— Que útil, gracias, MacDonald. — Marlene puso los ojos en blanco.

— Decidiste quedarte con Pociones. — Mary le dio un ligero golpe en la cabeza a su amiga con su
ensayo enrollado.

— Es un requisito para la universidad de formación de sanadores. — Marlene suspiró. — Ojalá no


tuviera que hacerlo.

— No sé por qué todos lo odian tanto — bostezó Lily, colocando su bolso en su hombro —
Pociones es divertido, es lógico.

— Oh, cállate, Evans. — Mary y Marlene dijeron al unísono.

Remus se rió y puso un cariñoso brazo alrededor de la pelirroja.

— Pobre Lily — dijo, en simpatía — Tan incomprendida en tu búsqueda de conocimiento.

Ella también se rió y todos salieron juntos de la biblioteca. Habían estado allí todas las noches de
la semana, excepto cuando Lily tenía deberes de prefecto o Marlene tenía quidditch; luego eran solo
Remus y Mary. Lo cual estaba, sorprendentemente, bien: Mary había hecho algunos chistes sobre su breve
relación, pero no había mencionado que quisiera hacerlo de nuevo, y parecía estar viendo a Roman
Rotherhide una vez más. Remus se sintió aliviado. Una aventura secreta era suficiente.

Era temprano para revisar, pero los cuatro habían decidido volver a convocar a su grupo de
estudio este año para pasar la primera etapa de sus EXTASIS. Todavía faltaba más de un año para los
exámenes finales, pero en opinión de Remus y Lily, no había tal cosa como estar demasiado preparado,
particularmente con los exámenes del año de fundación que debían presentarse en Junio.

— Estoy destrozada. — dijo Mary, mientras se acercaban al retrato de la dama gorda (el profesor
Flitwick le había quitado la peluca solo unos días antes; al parecer, se había encariñado mucho con ella).
— ¿Día libre mañana?

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— Si quieres. — dijo Remus, captando su bostezo — dije que haría un gran grupo de estudio el
domingo, así que me alegraría estar libre el resto de los días.

— No sé cómo lo haces, Lupin — Mary negó con la cabeza con incredulidad. — Eso es perfecto,
sin embargo, dejas libre el sábado por la noche.

— Tienes otra cita con Roman, ¿verdad? Preguntó Marlene, sonando un poco molesta.

— Sí, Marlene — Mary puso los ojos en blanco — A pesar de tu aparente desaprobación...

— ¡Creo que deberías ir más despacio, eso es todo! — Marlene espetó, pasando sus dedos por su
cabello de nuevo.

— Bueno, como hemos discutido antes, no es de tu incumbencia con quién salgo, ¿verdad? —
Dijo Mary, arqueando una ceja a su amiga. Marlene se había puesto de un tono rosado inusual y estaba
mirando al suelo. Remus miró a ambas chicas con sorpresa. Nunca los había visto hablar así antes, por lo
general eran las mejores amigas.

— Vamos, estamos todos cansados. — dijo Lily, caminando hacia adelante — Blatherskite — se
dirigió a la dama gorda, que se hizo a un lado para que todos pudieran entrar.

— ¡Evans! — El grito de James los recibió incluso antes de que estuvieran a mitad de camino.

— Sí, sí, buenas noches, Potter. — suspiró Lily, sacudiendo la cabeza. Remus captó su pequeña
sonrisa, aunque trató de cubrirla detrás de su largo cabello.

— ¡Y Moony! — James continuó: — ¿Dónde has estado?

— Haciendo el amor furiosamente con todas nosotras, obviamente. — dijo Mary, inexpresiva,
empujando a Sirius a un lado para sentarse más cerca de la chimenea.

— Es cierto — sonrió Lily, sentada en la alfombra de la chimenea — Es un semental.

— ¡Nos tomó a las tres satisfacerlo! — Marlene dijo, luciendo un poco más feliz.

— Oh, Dios mío, por favor, cállense... — Remus gimió, tomando asiento en su sillón habitual. —
Estábamos en la biblioteca, como si no lo supieras.

— Ah, por supuesto — James le guiñó un ojo. — No digas más, Casanovam

— Brr. — Mary levantó las manos hacia el fuego — Este castillo se está congelando.

— Escocia está helada. — Sirius respondió, monótonamente. Levitó un avión de papel


perezosamente por la habitación, encorvado en su silla.

— Es sólo Marzo — dijo Lily, alegremente — comenzará a hacer calor muy pronto. No puedo
esperar al verano.

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— No, entonces tendré demasiado calor — suspiró Mary — Nuestro piso es ridículamente
caluroso, incluso si abres todas las ventanas. Pero supongamos que puedo hacer magia este año, ¿Puedo
hacerlo si mi familia es muggles?

— Oh, yo si lo hago — dijo Lily, mordiéndose el labio — ¿Se supone que no podemos hacerlo?

— ¿Por qué no vienes y te quedas conmigo, Mary? — Marlene dijo: — Hay más espacio en
nuestra casa, está más fresco.

— Bueno, no me importaría unas vacaciones. — reflexionó Mary, todavía frotándose las manos.
— No he tenido una desde que papá perdió su trabajo. Solíamos ir a la playa todos los años. Margate o
Skegness.

— Oh, fui a Cornualles el año pasado — dijo Lily — Fue encantador, acampamos cerca de la
playa.

— Campamentos, otra vez... — Sirius refunfuñó. — No hagas que Potter empiece...

— Evans, ¿te he dicho alguna vez cuánto me encanta acampar? — James dijo, sonriendo
locamente desde su posición en la repisa de la chimenea. Estaba jugando con su snitch dorada, lanzándola
de palma en palma — Es uno de mis mayores placeres en la vida.

— Estoy hablando de acampar estilo muggle, Potter — dijo Lily, alisando su falda sobre sus
rodillas tímidamente — En tiendas de campaña muggle, sin amuletos de extensión elegantes...

— No puede ser tan diferente. — respondió James, sin inmutarse — Estos dos ni siquiera han ido
a acampar. — asintió con la cabeza a Remus y Sirius.

— Hicimos algo parecido, en Navidad. — dijo Remus, lanzando una mirada audaz a Sirius, quien
le dio una lenta sonrisa cómplice.

— ¡Oye! — James dijo, de repente, lanzando la snitch en el aire y luego extendiendo la mano para
arrebatársela — ¡Todos deberíamos ir a acampar!

— ¿Qué? — Sirius dijo, sentándose.

— ¡Este verano! — James asintió con la cabeza, emocionado — Es nuestro último verano antes de
que todos tengamos que ser adultos, y todos seremos mayores de edad, ¡Deberíamos hacerlo!

— ¿Todos nosotros? — Preguntó Marlene, mirando a Mary.

— Todos nosotros — confirmó James. — ¿Qué piensas, Evans?

— Bueno... — Lily lo miró — Tiendas de campaña separadas para los chicos y las chicas
¿verdad?

— Pfft, no eres divertida. — Mary sonrió. Lily la pateó del suelo y continuó:

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— Está bien, Potter, con una condición...

— ¡Cualquier cosa!

— Tiendas de campaña muggles.

— Oh.

***

Sábado 5 de Marzo de 1977

"Si tiene diecisiete años de edad, o cumplirá diecisiete antes del 31 de Agosto de 1977, es elegible
para un curso de doce semanas de lecciones de aparición con un instructor de apariciones del Ministerio
de Magia, a partir del lunes 4 de Abril de 1977.

Por favor, firme a continuación si desea participar.

Costo: 12 galeones."

Remus miró fijamente el aviso clavado en el tablero de anuncios de Gryffindor y suspiró.

— Te prestaré el dinero. — Sirius dijo, en su hombro.

— Preferiría que no lo hicieras.

— Remus, soy ridículamente rico.

— Soy bastante consciente de eso. — Gritó, irritado. Volvió a mirar el tablero. Remus había
querido aprender a aparecer durante casi todo su tiempo en Hogwarts. — Okay. — Él asintió con la
cabeza — Pero te lo devolveré. Realmente lo haré.

— Lo sé — Sirius le dio un codazo con la cadera, juguetonamente. Vas a ganar más dinero que
cualquiera de nosotros, un día, gran idiota.

— Ajá — Remus resopló. — No es probable, a menos que Dumbledore actúe bien.

— ¿Dumbledore? ¿Qué tiene que ver él con nada?

Remus miró a su alrededor, furtivamente. La sala común no estaba ocupada, pero tampoco estaba
vacía.

— No puedo decirte aquí. — Dijo:— ¿Arriba?

Sirius ladeó la cabeza, con una expresión fingida e inocente que hizo que Remus se echara a reír.

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— No por eso. Despeja tu mente un poco, Black.

Subieron al dormitorio. Estaba agradable y tranquilo allí. Peter estaba cumpliendo una detención
en algún lugar con Filch y James estaba patrullando.

— ¿Entonces? — Sirius fue directo a la cama de Remus, sentándose con las piernas cruzadas y
alerta — ¿Qué está pasando con Dumbledore?

Remus se sentó frente a él, no demasiado cerca.

— Yo… ¿Recuerdas que tuve esa cena con Ferox? Después de conocer a Livia.

— ...Sí, por supuesto. — Sirius se puso serio de inmediato. No lo habían hablado desde que se
habían reconciliado.

— Ok, bueno, no te enojes conmigo, pero… le hice algunas demandas. A Dumbledore.

Sirius lo miró fijamente, sin comprender. Remus continuó, tragando saliva con dificultad. —Le
dije que si quieren que los ayude, si quieren que sea como un emisario de los hombres lobo, o lo que sea,
entonces quería algo a cambio. Protección, para los demás en la manada de Greyback, en primer lugar.

Sirius abrió la boca, luego, aparentemente pensándolo mejor, la cerró de nuevo y esperó. Remus
continuó, observándolo atentamente en busca de cualquier signo de enojo o desaprobación — Y he pedido
que no me obliguen a firmar el registro, en mi cumpleaños.

— Bueno, eso es razonable, al menos — suspiró Sirius. — Pero, Moony... la otra cosa...

— Lo sé — asintió Remus — son asesinos, algunos de ellos. Yo sé eso. Pero son... no creo que
conozcan de otra manera de vivir. Creo que si queremos mostrarles que hay otras opciones, mejores
formas de vivir, entonces... eso tiene que empezar con amabilidad.

— Amabilidad. — Repitió Sirius.

— No, perdón — dijo Remus, rápidamente — No estoy diciendo que deban quedar
completamente impunes, pero… quiero decir, tienes que admitir, el ministerio ha manejado el tema de la
licantropía bastante mal, hasta ahora. Cuando ganemos esta guerra, existe la posibilidad de mejorar las
cosas. Para todos los magos. Incluso los híbridos.

Sirius lo estaba mirando, con el ceño ligeramente fruncido. Sus ojos azul profundo se enfocaron
intensamente, como si estuviera buscando algo en el rostro de Remus. Luego asintió levemente.

— Esto es realmente importante para ti, ¿no?

— Sí. — Remus dijo, sin perder el ritmo.

— Tendrás que convencer a mucha gente.

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Remus asintió.

— Lo sé.

— Aunque te ayudaremos. — Dijo Sirius, sin romper el contacto visual. — Yo, Peter y James,
Evans también, probablemente, esa chica te adora.

— No podría pedirles que...

— No es necesario — Sirius negó con la cabeza. Se inclinó hacia adelante y besó a Remus tan, tan
suavemente en los labios, apenas como un susurro. — Cualquier cosa por nuestro Moony.

Más tarde ese día, Remus se dirigía al salón de clases de Flitwick; el amable profesor de
Encantamientos le había permitido usarlo para sus sesiones de tutoría, siempre que todo estuviera
ordenado después. Tenía un mapa de la costa sur en su bolso, y esperaba llegar lo suficientemente
temprano para tener la oportunidad de estudiarlo. Si todos se iban a ir de vacaciones ese verano, entonces
alguien tendría que organizarlo.

La primera luna llena del verano caería el primero de Julio, y Remus esperaba quedarse una noche
más en Hogwarts para eso. Ya le había preguntado a James si podía quedarse con los Potter durante la
semana siguiente, y James, por supuesto, había aceptado con entusiasmo. Luego harían el viaje al
campamento, y luego… Remus no tenía ni idea de cuál sería su próximo movimiento. De regreso a Mile
End, tal vez; si Grant todavía estaba allí. No podía quedarse en casa de los Potter para siempre; no una vez
que cumpliera diecisiete.

— ¡Hola Remus! — Christopher lo saludó con la mano, ya esperando fuera del aula. El corazón
de Remus se hundió, levemente. Por supuesto que Christopher llegaría temprano. Nunca se perdía la
oportunidad de atrapar a Remus solo.

— Buenos días, Chris — sonrió cortésmente. — ¿Entramos?

Encantaron los escritorios en forma de herradura, de modo que hubiera suficiente espacio para
demostraciones prácticas, luego se sentaron y sacaron sus libros.

— ¿Qué vas a hacer después? — Christopher preguntó, muy entusiasmado.

— Almorzar. — Remus dijo, suavemente, suavizando su mapa y localizando Cornwall. — Luego


tengo detención, me temo. Hasta tarde. — Era luna llena, aunque seguía castigado. McGonagall nunca se
retractaba de un castigo.

— Es una pena. — suspiró Christopher. — Siempre estás en detención, últimamente.

— Sí — se rió Remus — No soy tan bueno como parece.

Christopher se rió con torpeza. Tenía buenas intenciones, pero Remus tenía la impresión de que
rara vez se sentía cómodo con el humor al estilo merodeador. Le costaba acostumbrarme.

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— ¿Has leído esto? — Christopher empujó un libro sobre el escritorio, cubriendo la playa que
Remus había estado inspeccionando. Suspiró y lo miró. "El auriga".

— Nop — Remus negó con la cabeza, recogiéndola y leyendo la contratapa.

"Después de una lesión en Dunkerque, Laurie Odell es enviado a un hospital de veteranos para
convalecer. Allí se hace amigo de Andrew, un objetor de conciencia que actúa como asistente. Pero
cuando Ralph, un mentor de sus días escolares, reaparece en su vida, Laurie se ve obligado a elegir entre
los dulces ideales de la inocencia y los distintos placeres de la experiencia."

Oh, pensó Remus. Es ese tipo de libro.

— Es un libro muggle. — Christopher explicó emocionado: — Es realmente bueno. ¡Puedes


tomarlo prestado, me encantaría saber qué piensas!

— Sí, intentaré leerlo, gracias. — Remus asintió, escondiéndolo rápidamente en el fondo de su


bolso antes de que alguien más entrara.

En ese momento, alguien llamó a la puerta. Ambos chicos se dieron la vuelta para ver a Emmeline
Vance asomar la cabeza por la puerta. Era una chica inmensamente hermosa, con una caída de rizos
dorados y grandes ojos verde manzana. Era de Ravenclaw, estaba en su séptimo año, y anteriormente
había salido con Roman Rotherhide. Ella sonrió, interviniendo.

— Hola, Remus. — dijo, con su voz suave y juvenil. Trató de devolverle la cortesía, pero sabía
que sonaba frío.

— Hola Emmeline. No te esperaba.

— Oh, no, no estoy aquí por tu pequeño club de estudio — sonrió de nuevo, arrugando la nariz de
una manera que podría haber parecido lindo o entrañable para cualquiera que no fuera Remus y
Christopher. — Esperaba que Sirius estuviera aquí.

— No está aquí.

— ¡No, ya veo eso! — Ella se echó a reír, guturalmente, pasando su cabello por encima de un
hombro. — Pero dijo que me encontraría en la torre de Astronomía hace media hora...

Remus simplemente se encogió de hombros hacia ella, con el rostro en blanco. Ella gruñó. —
Bueno, si lo ves, ¿le dirás que se reúna conmigo esta noche, después del toque de queda?

— Está ocupado esta noche.

— ¡¿Haciendo qué?! Uf, no va a volver a salir con esa chica, MacDonald, ¿verdad?

— Nunca sabes con Sirius — dijo Remus, cruelmente, tratando de no sonreír.

— Bien. ¡Dile que si no tiene cuidado me perderá!

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— Oh, definitivamente lo haré.

Cerró la puerta y Remus resopló, sacudiendo la cabeza.

— ¿Sabes dónde está, no? — Christopher preguntó, con un pequeño ceño fruncido.

— No — respondió Remus — Pero podría adivinar. Probablemente está con James en alguna
parte.

— Esos dos. — Christopher suspiró. —A veces son divertidos, pero causan muchos problemas.
No tengo ni idea de cómo demonios Potter se las arregló para convertirse en prefecto. Y Black, él es tan...

— ¡¿Es tan qué?! — Remus dijo bruscamente.

Christopher parpadeó, sorprendido.

— ¡Sé que es tu amigo! Lo siento, solo quería decir que... a veces es un idiota arrogante.

— Sí — asintió Remus, relajándose. Pensó en la promesa de Sirius, hecha hace poco más de una
hora en la cama de Remus. Si otras personas no podían ver a ese Sirius, entonces era su pérdida. ¿Quiénes
eran Emmeline y Christopher dentro de todo?

No eran merodeadores; no eran importantes.

— No te equivocas. — Remus se encogió de hombros. — Bien, ¿Por dónde quieres empezar?

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Diecisiete
Jueves 10 de Marzo de 1977

— ¡FELIZ CUMPLEAÑOS, REMU! — Tres adolescentes desgarbados, ruidosos y muy


emocionados saltaron a la cama de Remus al amanecer. No era igual a cuando tenían once años. Por un
lado, las piernas de Remus eran mucho más largas; por otro, todos eran mucho más pesados.

— Quítense, idiotas — se quejó Remus — ¿Qué hora es?

— El tiempo es irrelevante — dijo James, con un sombrero de fiesta puntiagudo de colores


brillantes — Es tu cumpleaños.

— ¡Tu decimoséptimo cumpleaños! — Sirius agregó, usando un sombrero de fiesta de lunares en


un ángulo desenfadado en su cabeza.

— ¡Eres mayor de edad! — Peter dijo, arremetiendo contra Remus con un cuarto sombrero,
rompiendo el elástico debajo de su barbilla.

Remus los miró a todos, con cara de piedra. — Van a hacer que me ponga esto todo el día, ¿no?

Los tres asintieron con la cabeza, al unísono perfecto, las serpentinas de sus gorros cónicos se
balanceaban y destellaban en la tenue luz de la mañana.

— Es impermeable al agua — explicó Sirius alegremente — Así que incluso puedes ducharte con
él. — Le guiñó un ojo y Remus esperaba no haberse sonrojarse. Sirius había estado en su cama solo unas
horas antes, por una razón muy diferente, y Remus estaba encontrando las rápidas transiciones cada vez
más difíciles de manejar.

Solo media hora después, Remus se había duchado (con el sombrero todavía firmemente en la
cabeza), y se propuso a abrir unas cincuenta tarjetas de cumpleaños deseándole muchas felicidades
escritas ("¡No pensé que conociera a cincuenta personas!"). Luego comió una generosa porción del pastel
de chocolate que la Sra. Potter le había enviado.

— Y recibirás tu regalo adecuado más tarde. — dijo James, crípticamente — En la fiesta.

— Ustedes están locos — dijo Remus, mientras entraban en fila en la sala común — No deberían
tomarse todas estas molestias.

— Cállate, Moony. — Peter dijo, de buen humor.

— ¡Feliz cumpleaños Remus! — Las chicas corearon en el comedor. Todas llevaban sombreros de
fiesta también, aparentemente gracias a la persuasión de Lily.

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— Buena esa, Evans. — James le guiñó un ojo, asintiendo con el codo con astucia — Sabía que la
nueva tú no nos decepcionaría.

— Oh, lárgate, Potter — le devolvió el codazo, luciendo muy complacida y un poco sonrojada.

La interpretación habitual de tres rondas de "Feliz cumpleaños" acompañó el desayuno de


cumpleaños de Remus, y ya estaba tan acostumbrado que incluso se puso de pie e hizo una tímida
reverencia una vez que finalmente terminaron. Luego llegaron los búhos.

Había una tarjeta de Ferox, lo cual era inesperado: Remus no estaba seguro de si todavía se
seguían hablando después de su última reunión. También había una nota de Dumbledore.
Rompió rápidamente el sello rojo cereza debajo de la mesa y lo leyó lo más rápido posible.

"Señor Lupin,

Felices muchas vueltas al sol a tí en este día. Entiendo que tenemos algunas cosas que
discutir. Preséntese en la oficina del director a las 4 pm esta tarde.

Sinceramente,
Albus Dumbledore. "

— Aquí vamos. — Suspiró en voz baja. Sirius, que tenía la molesta costumbre de leer por encima
del hombro, se inclinó.

— ¿Quieres que alguien te acompañe?

Remus negó con la cabeza, pero le sonrió a Sirius, tratando de ser amable.

— Nah. Gracias por ofrecerte, pero creo que es mejor si lo hago solo.

Sirius asintió, luciendo preocupado de todos modos.

El día pasó lentamente, el encuentro con Dumbledore acechaba al final como una araña
malévola. Remus trató de imaginarse el escenario en su cabeza, ideando un guión, o al
menos algo coherente que decir en defensa de sus salvajes demandas. No se le ocurrió nada, y a las 3:45
pm de esa tarde se encontró caminando hacia la oficina del director muy lentamente.

Había estado loco incluso por sugerir esas cosas en primer lugar. Nadie más necesitaba una razón
para ayudar en el esfuerzo de guerra; James nunca pediría algo. Pero entonces, supuso Remus, no había
nada que James quisiera que Dumbledore pudiera darle. A menos que Dumbledore tuviera la clave del
amor eterno de Lily Evans.

Encontró la escalera ya abierta, y ascendió con la misma lentitud, recordando sólo en el último
momento que debía arrancarse el sombrero de fiesta de la cabeza.

— Buenas tardes, Sr. Lupin. Feliz cumpleaños.

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Dumbledore estaba sentado en su escritorio, como de costumbre. Esta vez no estaba escribiendo
cartas; estaba esperando pacientemente, con una sonrisa benigna en su rostro.

— Gracias — respondió Remus, con cautela, sentándose en la silla de enfrente. Pensó por un
momento antes de decir — ¿Le importaría llamarme Remus?

— Como desees — asintió Dumbledore. Parecía estar de buen humor. — ¿Cómo se siente al
llegar a la mayoría de edad?

— Estoy bien.

— Tengo algunas cosas para ti, enviadas por la Sra. Orwell.

— ¡¿Matrona?!

— En efecto. — Dumbledore señaló una caja de zapatos, que parecía haber aparecido en el gran
escritorio de caoba en el aire. — Creo que hay algunos artículos allí que le pertenecen, que se mantuvieron
en fideicomiso en St Edmund's.

— Oh, wow... — Remus tocó la tapa de la caja, tentativamente, pero no la abrió. Quería estar solo
para eso.

— También está el asunto de tu herencia.

— ¡¿Mi qué?!

— Tu padre dejó un testamento. Dejó algunas provisiones para tu madre y el resto para ti. No era
un hombre rico, debería decirte, pero sin embargo, su bóveda en Gringott's ahora te pertenece. —
Dumbledore sacó una llave de su bolsillo y la pasó por el escritorio.

Remus lo sostuvo en su mano y pensó en Lyall, quien no había estado en su mente en algunos
meses.

— Gracias. — Dijo, recordando sus modales.

— Y hay otros asuntos legales, como bien sabes. — Dumbledore juntó sus manos frente a él,
dedos largos y delgados entrelazados. Estaba esperando una respuesta.

— El registro. — Dijo Remus.

— El registro. — El director estuvo de acuerdo. Sacó un trozo de pergamino y lo empujó sobre el


escritorio también. Era un formulario.

"Ministerio de Magia: Declaración de Infección: Licantropía."

Remus se sintió mareado. Había una línea de puntos en la parte inferior, esperando su firma. Se
sentó sobre sus manos y miró a Dumbledore.

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— ¿Qué quiere que haga con él?

— Leo Ferox me hizo creer que ya tenías una muy buena idea de qué hacer con él, Remus. —
Respondió el anciano con ojos serios. — Eres un adulto, lo dejo en tus manos.

Remus recogió el pergamino de inmediato, lo levantó a la altura de sus ojos y lo rasgó en


dos. Dumbledore sonrió de nuevo. — Admirablemente hecho.

— Sin embargo, Ferox le dijo algo más. — Dijo Remus, tratando de mantener el contacto visual
pero encontrándolo extremadamente difícil. Dumbledore no era como nadie más, olía tan fuertemente a
magia como cualquier otra bruja o mago, pero nada más. No tenía ninguna cualidad única.

— Él me dijo, sí. Creo que, tal vez, puedas anticipar mi respuesta.

Remus sintió que algo se desinflaba dentro de él, dejando espacio para la ira que se avecinaba.

— Así que es un no. — Dijo rotundamente.

Dumbledore inclinó la cabeza, gentilmente — No completamente. Una solicitud de paciencia, tal


vez.

— Con todo el respeto — Remus escuchó la dureza en su propia voz, y lo sorprendió, pero siguió,
sintiéndose más valiente — No hay tiempo para la paciencia.

— Nunca lo hay, cuando uno es joven. — Dumbledore respondió, suavemente. — Remus, sé


cómo te deben parecer las cosas, créeme.

— No la viste. Están sufriendo. Ahora mismo.

— Mucha gente está sufriendo, Remus. Has pasado muy poco tiempo en el mundo mágico
todavía...

— ¡¿Y de quién es la culpa?! — Remus murmuró ferozmente. Dumbledore le dio una mirada
silenciosa.

— Pero una vez que lo hayas hecho, verás, y comprenderás por qué ciertas actitudes están muy
lejos de cambiar. Lo que estás pidiendo... -

— ¿Qué hay de lo que usted está pidiendo? — Remus gritó, incandescente — A Ferox, y Moody
y los Potter y ...

— ¡Estoy pidiendo un enorme acto de fe! — Dumbledore dijo en voz muy alta, no gritó; no se
podía llamar gritos en absoluto, pero ya no era amable. — De mucha gente. Y seguiré pidiendo eso, hasta
que se gane la guerra. Ese debe ser nuestro enfoque, por ahora.

— Quiero ganar la guerra — dijo Remus, todavía tratando de controlar su volumen — Tanto
como cualquiera. Pero también quiero algo que valga la pena ganar.

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— A su tiempo. Cuando tengamos los recursos. Cuando tengamos la fuerza para pelear otra
batalla.

— Quiero una promesa.

— Estoy al tanto. — Dijo Dumbledore, su voz cambiando casi imperceptiblemente, con un


profundo ceño en su frente. — No puedo darte una.

— Bien. — Remus se puso de pie. — Entonces yo le prometo que no me voy a dar por vencido.

Estaba furioso y Dumbledore tuvo el descaro de sonreírle.

— No esperaría menos del hijo de Lyall Lupin.

Remus quería gritar: que te jodan, pero decidió que como ya había sido repudiado de una
institución hoy, probablemente era mejor evitar cualquier riesgo de expulsión. Agarró la caja de zapatos,
se volvió y salió.

Remus estaba prácticamente ciego de rabia mientras bajaba por la escalera de caracol desde la
oficina de Dumbledore, con la caja de zapatos bajo el brazo, la cabeza inclinada, de modo que se tropezó
directamente con Sirius que lo esperaba al final.

— ¡Woah! — Dijo Sirius, empujando ambas manos contra el pecho de Remus en un intento de
frenarlo — ¿Qué pasa, Moony?

— ¿Qué estás haciendo aquí? — Remus gruñó.

— Solo esperándote, sé que no querías compañía, solo pensé...

— ¡Nunca escuches! — Remus despotricó, empujándolo. Sirius lo agarró del brazo y no lo soltó,
permitiendo que Remus lo arrastrara a medias por el pasillo.

— Lo sé, soy terrible — estaba diciendo, trotando ligeramente para seguir el ritmo de los pasos
más largos de Remus — Nunca hagas lo que me dicen, ¿verdad? Sigue gritándome, me lo merezco, oye,
¿Quieres pegarme?

Remus se detuvo y lo miró, Sirius estaba con una sonrisa voluble en su rostro. Esa sonrisa de
Sirius Black.

— No. No quiero golpearte.

— Oh bien. ¿Quieres golpear una pared?

— No. — Remus siguió caminando, un poco más lento.

— ¿Quieres drogarte?

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— No.

— ¿Estar borracho?

— ...Tal vez.

— ¡Perfecto! — Dijo Sirius. ahora caminaban a paso regular, hacia el comedor — Porque creo
que eso es lo que la mitad de la escuela tiene en mente después de la cena. ¿Qué hay en la caja?

— Es... — Remus lo sostuvo con ambas manos, ahora. No era muy pesado, no podía haber
mucho. Podía sentir hojas de papel deslizándose por el interior. — Solo algunas cosas, creo que mi papá
me las dejó. No lo abriré hasta más tarde.

Sirius se encogió de hombros, fácilmente — Lo suficientemente justo.

...

La amabilidad general de Sirius continuó durante la cena - salchichas y puré con salsa de cebolla -
hasta el postre, cuando apareció Emmeline. Remus había estado a medio camino de estar de buen humor
cuando ella apareció en su mesa y se apretó contra el regazo de Sirius. Ella lo besó, de lleno en la boca,
durante mucho tiempo.

— Feliz cumpleaños, Remus — sonrió cortésmente, una vez que terminaron.

Él asintió en respuesta y dejó la cuchara. Ella no pareció darse cuenta. — Estoy tan emocionada
con la fiesta. — Ella dijo, en general, a la mesa.

— Debería ser buena. — dijo James, jovialmente — Los cumpleaños de Moony siempre lo son.

— ¿Por qué todos te llaman Moony? — Preguntó Emmeline, mirando a Remus. Él le frunció el
ceño.

— No todo el mundo. Solo mis amigos.

Parpadeó y frunció el ceño, las arrugas de su frente estropearon su belleza solo


momentáneamente. Sirius apretó su cintura.

— Oye, Em, ¿Por qué no nos vemos más tarde? Tenemos algunas cosas que hacer para
prepararnos.

— Está bien — sonrió de nuevo — Recuerda tu promesa... — le besó de nuevo.

— ¿Promesa? — Remus preguntó, arriba en su habitación, quince minutos después. James y Peter
estaban supervisando las decoraciones en la sala común, y Sirius había inventado una excusa para no
ayudar. — ¿Qué le prometiste?

— Oh, solo que la acompañaría de regreso a su sala común después de la fiesta.

298
Remus levantó una ceja — ¿A través de la Torre de Astronomía?

Sirius se rió, desabotonándose la camisa para cambiarse — Tal vez. ¿Por qué?

— Nada. — Remus se sentó en su cama. La caja de zapatos todavía estaba sin abrir, en su mesita
de noche. Hoy no iba a mirarla. Quizás ni siquiera mañana.

— ¿Qué hay de Mary y tú? — Preguntó Sirius, seleccionando una camisa negra limpia de su
desordenada cómoda — ¿Esa cosa terminó ya, o qué?

— Sí. — Remus asintió, mirándolo. Es ahora, pensó, ahora cuando le dices. — Fue sólo una
especie de experimento… ¿Sabes a qué me refiero?

— ¿Hm? — Sirius murmuró, más concentrado en abrocharse la camisa. — ¿Qué, no estuvo bien?

— Estuvo bien. No tan bueno como… — tragó saliva y lo dijo rápido — No tan bueno como
cuando solo somos tú y yo.

Sirius levantó la vista de sus botones, mirando a Remus al otro lado de la habitación. Remus
estaba agradecido por la distancia. La expresión de Sirius era difícil de leer, así que Remus siguió
adelante. — ¿Es así para ti?

Sirius regresó a su tocador, buscando jeans ahora. Se volvió de espaldas, y dijo en voz baja.

— Sí.

— ¿Perdón? — Remus dijo, alzando la voz.

Sirius suspiró, pero no se dio la vuelta. Cerró el cajón, aparentemente decidiendo que los jeans que
tenía servirían.
— Dije que sí. Es mejor contigo.

— Correcto. — Remus estaba tan sorprendido por esta respuesta que no pudo pensar en nada más
que decir. Desafortunadamente, esto le dio a Sirius la oportunidad de hablar. Se volvió, pasando su largo
cabello hacia atrás sobre su cabeza, casualmente.

— Supongo que es porque nos conocemos muy bien, ¿eh? ¡Bien, será mejor que vaya abajo y
ayude antes de que Prongs venga detrás de mí con una maldición de piernas de gelatina! Enviaremos a
Peter a buscarte cuando esté todo listo.

Con eso, Sirius desapareció por las escaleras.

***

Cuatro horas después, Remus estaba realmente ebrio. No ebrio, borracho. Quebrado. Pasado.
Paralítico. No recordaba cuánto había bebido y no le importaba. Iba a pasar un buen rato incluso si eso lo
mataba. Que se joda Dumbledore. Que se jodan Greyback, Ferox, Livia, Emmeline y el maldito de Sirius

299
Black. La fiesta estaba en pleno apogeo, todos ahora llevaban un brillante sombrero puntiagudo de
cumpleaños, saltando al son de la música a todo volumen. A Remus ni siquiera le habían importado las
pistas de música disco.

Se tambaleó hasta su sillón y se hundió en él con otra botella más de algo encantador y fuerte. Se
sentía muy caliente y con mucho sueño. Con pereza, él dejó que su mirada se desviara hacia Sirius,
charlando cerca del tocadisco, sus caderas se movían hacia delante de una forma tan... Remus se permitió
mirar por un momento. Tenía derecho. Su primer beso había sido hace exactamente un año atrás. Era un
pequeño y tonto aniversario, considerando todo lo que había pasado en el medio, pero Remus sintió un
pequeño ronroneo de satisfacción de todos modos. Maldito idiota.

— Él y Emmeline han estado juntos un tiempo. — Lily le dijo a Remus, acercándose a sentarse en
el apoyabrazos. Sus ojos estaban muy abiertos y desenfocados, tenía una sonrisa fácil.

Remus tomó cuidadosamente el control de sus rasgos faciales y le sonrió como si no le importara
nada en el mundo.

— Suenas sorprendida.

— Bueno, lo estoy un poco. No lo veía como el tipo de chico que quiere estar solo con una chica
común.

Remus se encogió de hombros, porque no podía hablar sin decir demasiado. Lily continuó,
independientemente de esto. — Y ... sé que suena horrible, y sé que él es tu amigo, así que solo dime que
me calle, pero yo pensé... ya sabes, que solo salía con ella para molestar a su familia.

— ¿A qué te refieres? — Preguntó Remus, tomando un largo trago de su whisky de fuego.

—Oh, ya sabes —balbuceó Lily, tal vez incluso más borracha que él— Todo el mundo sabe que
Black está en una cruzada extraña contra su madre... nunca sale con chicas de sangre pura. Primero
fue Mary… — comenzó a contar las conquistas de Sirius con sus dedos — ella es nacida de muggles…
Evangelina, Florence, Avni… ahora Emmeline.

— Podría ser solo una coincidencia. — Remus estaba preocupado de no poder controlar su tono
de voz por mucho más tiempo; se estaba volviendo agudo y nervioso.

— Pfff. — Lily rió, derramando un poco de su propia bebida. — Sssssirius Black nunca
hace nada por casualidad. Essssstá todo calculado, por él. — Se rió entre dientes, llevándose la copa a los
labios — Se follaría a un vampiro si hubiera uno en Hogwarts.

Remus se puso de pie muy de repente, los nudillos crujiendo. Lily casi se cae del brazo del sofá
asustada — ¿Qué pasa? — Preguntó ella, confundida, mirándolo con lágrimas en los ojos.

— Estoy... voy a vomitar. — Remus dijo, dándose cuenta de que realmente estaba apunto de
hacerlo. Salió corriendo y subió las escaleras lo más rápido que pudo y tropezó en el baño justo a tiempo,
vomitando en la taza del inodoro.

300
Se balanceó sobre sus tobillos, sudando y con frío. Había bebido demasiado, ahora solo quería
acostarse y dormir y no pensar en nada. Remus se cepilló los dientes y se lavó la cara con agua fría. Se
sintió menos mareado, pero no más sobrio. Se puso los pantalones del pijama y abrió la puerta.

Sirius estaba de pie del otro lado, apoyado en el poste de la cama, con las manos en los
bolsillos. Él se veía tan bien. Sus ojos se encontraron y se sostuvieron. Sirius rompió el contacto primero.

— Vine para comprobar que estás bien.

Remus cerró la puerta detrás de él, dando un paso adelante.

— Lo estoy — respondió con cautela — Solo un poco demasiado ebrio, eso es todo. Me voy a la
cama.

— Mira, sobre las cosas que dije — comenzó Sirius. Remus se preparó, no estaba seguro de lo que
vendría. — Lo siento mucho. — Sirius dijo, impotente. — Ni siquiera sé por qué lo siento, pero... solo...
Perdón ¿De acuerdo?

Puso una mano en el hombro de Remus, aparentemente en un gesto de disculpa. Estaba caliente en
la piel desnuda de Remus, pero no se encogió de hombros. Solo esperaba que finalmente pudieran
separarse y él pudiera irse a la cama. Sirius volvería abajo a la fiesta. Pero en cambio, Sirius lo
besó. Sintiéndose como un tonto, Remus le devolvió el beso, hambriento, con sabor a pasta de dientes y
whisky.

Sirius lo empujó hacia adelante, tropezando levemente, y se apoyó pesadamente en Remus,


agarrando sus hombros ahora. Remus se apartó, recordando de repente que estaba mal.

— Estas borracho. — Él dijo.

— Sí — dijo Sirius, sonriendo — Tú también.

— Sí — estuvo de acuerdo Remus. Se echó hacia atrás, dejando a Sirius equilibrarse solo. Se frotó
la nuca. — No creo que debamos... creo que te arrepentirás.

— ¿Desde cuándo te importa? — Sirius ronroneó, inclinándose de nuevo. Remus dio un paso
atrás, bruscamente, presionando su mano contra el pecho de Sirius para mantenerlo a raya.

— No, Sirius. ¿Qué pasa con Emmeline?

Sirius negó con la cabeza mareado, frunciendo el ceño.

— ¡Que le den Emmeline! — Él gruñó. Remus puso los ojos en blanco.

— Pero ya le das tú, ¿No es así, Black? Ese es el problema.

— Entonces... — Sirius habló lentamente, con la mente empañada por la bebida — Tenemos que
detener nuestra... cosa, ¿solo por ella?

301
— ¡¿Nuestra cosa?! Dios, Sirius, eres increíble.

— ¡¿Qué?!

— Siiiiiiiriuuuuuuuus... — La voz borracha de Emmeline hizo eco en las escaleras — ¿Dónde


estás?

Ambos se volvieron, mirando hacia las sombras.

— Será mejor que vayas con ella. — Remus dijo, caminando hacia su cama. Sirius lo siguió como
un cachorro perdido, tirando de la cintura de la parte inferior de su pijama con necesidad.

— Vamos, solo...

— ¡No!

— Siiiiriuuuuuuus... ¡Voy a buscarte!

Remus lo apartó una última vez.

— ¡Adelante, no la quiero aquí!

Sirius lo miró fijamente por un rato más, la bebida aún nublaba sus reacciones, volviéndolo lento
y estúpido.

— Está bien, pero volveré... podemos hablar...

— No. — Remus dijo de nuevo. — Ya hablamos. Se acabó. Buenas noches, Sirius.

(Song: Edge of seventeen-Stevie Nicks)

302
111
Separación
Remus se despertó a la mañana siguiente con resaca y una enorme sensación de alivio. Había
tenido que estar borracho para hacerlo, pero estaba hecho. No más celos, no más preocupaciones, no más
preguntas ansiosas. La clave ahora, decidió, era mantener la distancia y construir barreras.

Para cuando terminó de ducharse la mañana siguiente a su decimoséptimo cumpleaños, Remus


tenía un plan de acción. Él cerraría la puerta a cualquiera que fuera su relación con Sirius. Estaba bien si él
quería ver lo que había sucedido en Navidad como un buen recuerdo, o si se sentía un poco más solo, o un
poco menos completo, pero esto era completamente necesario, tanto para su salud como para su cordura.

Sirius no era el mundo entero, por mucho que pudiera parecerlo a veces.

Remus pudo comprobar esto casi de inmediato. Al salir del baño, se topó con James, que parecía
no haber tocado una gota de licor la noche anterior, a pesar de haber bebido tanto como todos los demás.
Esa exasperante buena fortuna de Potter aparentemente también se aplicaba a las resacas.

— ¡Buenos días, Moony! — Él sonrió, con las mejillas sonrosadas en su túnica de Quidditch. Hoy
no era un día de práctica, pero ¿Por qué eso debería detener a James? Levantó su escoba — ¿Te apetece
dar una vuelta por el campo? — Esta era una vieja broma, siempre preguntaba y Remus siempre hacía una
mueca.

Remus miró las dos camas hechas, y las dos con las cortinas aún cerradas, donde
(presumiblemente) Peter y Sirius todavía estaban profundamente dormidos.

— Sí. — Dijo Remus. — Vamos, pues.

— ¡¿Eh?! — James se detuvo en seco.

Remus asintió casualmente.

— Iré contigo. Debería mejorar volando, podría ser útil cuando terminemos la escuela. Tengo tu
vieja escoba en alguna parte, déjame buscarla...

Todo fue gracias a James, que después de su sorpresa inicial, estaba a favor de la idea, e incluso se
mordió la lengua cuando vio el estado de la escoba descuidada y polvorienta de Remus. Simplemente se
ofreció a pulirla, luego llevó a Remus al campo de quidditch parloteando sobre ejercicios simples y
básicos para "aumentar tu confianza".

Y no fue terrible. James era un maestro muy paciente, y Remus se sentía en buenas manos: el
chico de gafas ni siquiera se rió después de la tercera vez que se cayó. Después, Remus sintió que incluso
entendía un poco mejor a James. Era una sensación asombrosa, caminar de regreso al desayuno,
sintiéndose hambriento, dolorido y lleno de energía. Este primer experimento había ido tan bien, que de

303
hecho, Remus decidió que diría que sí a cualquier cosa que sus amigos le pidieran de ahora en adelante.
De esta manera, se mantendría ocupado hasta que Sirius volviera a ser lo que había sido antes.

En el desayuno fueron recibidos por una hilera de Gryffindors de ojos rojos y rostro enfermizo,
todos apoyados adormilados sobre sus codos, Mary y Marlene sentadas espalda con espalda, apoyándose
mutuamente.

— Cristo — Mary entrecerró los ojos a James y Remus — ¡¿No habrán estado haciendo
ejercicio?! Malditos locos.

— ¿Fuiste, Moony? — Sirius miró hacia arriba, haciendo una mueca y frotándose el cuello
aparentemente adolorido.

Remus solo dio un pequeño encogimiento de hombros, luego desvió la mirada. Sirius no intentó
hablar con él de nuevo.

Estaban a la mitad de la comida: Remus, como siempre, comía la mitad de su peso corporal en pan
frito, huevos, frijoles horneados y tocino; todos los demás recogiendo su propio plato con expresiones
levemente nauseabundas o tomando una taza grande de café negro, cuando Lily se enderezó, con los ojos
muy abiertos de repente, como electrificada.

— ¡Oh, mierda! — dijo, luego pateó a James debajo de la mesa — ¡Potter! — Ella siseó —
¡Nunca le dimos a Remus su regalo!

James le sonrió y Remus arqueó una ceja.

— ¿James y tú me hicieron un regalo? ¿Juntos?

— Todos lo hicimos — se rió James — Y no hay necesidad de golpearme, Evans, lo tengo aquí.
— sacó una caja de cuero marrón de su túnica. Era del tamaño de su mano, suave y de aspecto caro, con
un borde dorado en relieve. Parecía el tipo de cosas en las que las chicas guardaban sus joyas más caras.

— ¿Todos ustedes...? — Remus aceptó la caja, con curiosidad. — Espero que no hayan gastado
demasiado, saben que no puedo...

— Oh, cierra la boca, Moony — bostezó Peter, pinchando su papilla aturdido — Hicimos una
colecta para tu regalo, casi todos en Gryffindor querían aportar.

— No solo los de Gryffindor — sonrió Marlene — ¡Casi todos a los que les preguntamos, incluso
algunos profesores!

Remus solo estaba mirando la caja, ahora, porque sabía que probablemente se había puesto rojo.
Una burbuja caliente y enfermiza de emoción le quemaba la garganta, así que tragó saliva, lo que no
ayudó.

— ¡Ábrelo, Remus! — Escuchó la voz de Lily. Sacó la tapa y la caja se abrió de un salto con un
movimiento agradablemente limpio. El interior era de terciopelo azul medianoche, y entre los pliegues
estaba el tesoro más hermoso que Remus había visto en su vida.

304
Era un reloj de bolsillo dorado, con una cadena larga y fina, pulido a un alto brillo de modo que
prácticamente brillaba. El estuche estaba decorado con intrincados remolinos y patrones en forma de
enredadera que rodeaban un escudo en el centro que había sido grabado en una elaborada escritura con sus
iniciales: R. J. L.

Lo abrió de golpe con un ligero toque, y vio en el interior que la esfera del reloj era de nácar, y
brillaba magníficamente bajo las manecillas doradas que marcaban un tictac tranquilizador. La otra mitad
parecía contener una brújula.

— ¿Pensé que no funcionaban en Hogwarts? — El murmuro

— ¡Es especial! — Mary dijo con entusiasmo: —No apunta hacia el norte, o hacia donde lo hacen
los normales. Si dices el nombre de alguien que amas, ¡Te indicará su dirección!

— ¡Pruébalo, Moony! — James lo animó.

Remus miró a sus amigos, nervioso, luego rápidamente se llevó el reloj a la boca y susurró:

— Lily Evans.

De inmediato, la aguja giró en su lugar, apuntando directamente a través de la mesa. Lily sonrió
tímidamente. James lo pateó debajo de la mesa.

— Maldito mujeriego.

— Todos ustedes son increíbles. — Remus dijo, esperando no sonar demasiado ahogado. —
Increíbles.

Durante la primera semana, el nuevo régimen de Remus pareció bastante efectivo. Ciertamente lo
mantuvo ocupado. Dijo que sí a todo; feliz de dejar de hacer lo que estaba haciendo en un minuto para
ayudar a un estudiante más joven con su tarea, o convocar una sesión de estudio en grupo cuando la clase
de EXTASIS de Cuidado de Criaturas Mágicas entró en pánico por las esfinges. Acompañó a Lily en las
patrullas, discutió de literatura con Chris, habló de tácticas de Quidditch con Marlene y jugó interminables
partidas de ajedrez con Peter (y perdió todo el tiempo). Él era el ángel de la torre de Gryffindor.

Porque Sirius no era lo único que Remus estaba ignorando.

La vieja caja de zapatos que Dumbledore le había dado estaba todavía debajo de su cama,
acumulando polvo y sin abrir, como probablemente lo había estado haciendo durante muchos años, tal vez
en algún estante de la oficina de la Matrona. ¿Por qué estaba todo en una caja de zapatos? Remus se
preguntó, mientras daba vueltas en su cama todas las noches. Algo tan mundano, tan de todos los días.
Hizo que todo lo que había dentro pareciera aún más aterrador. Podía confiar en que la Matrona había
simplemente había sido práctica y sin corazón. Ni siquiera era de una buena zapatería, como Clarks o
Johnson's. Era una marca económica, como todo lo que había recibido en St Edmund's.

La caja podría contener muchas cosas; y no es que Remus no tuviera curiosidad. No era como si
no intentara imaginar lo que había allí. Escrituras de una casa en la que pudiera ir a vivir, eso sería

305
bastante brillante. Quizás algo de dinero antiguo. Fotografías. Una carta de su padre, una explicación,
podría contener respuestas a preguntas que ni siquiera habría podido formular.

Pero no la abrió. Sabía que una vez que abriera la caja, todo el misterio desaparecería y se
quedaría con algo decepcionante. Porque no podía haber nada dentro que pudiera satisfacerlo de verdad.

Entonces, mantenerse ocupado ayudó; asegurándose de agotarse todos los días para quedarse
dormido todas las noches, incluso cuando los otros chicos se quedaban despiertos charlando, tramando
bromas. Pero el mismo Sirius también ayudó. Por algún increíble giro del destino, parecía estar dando
espacio a Remus.

Si Sirius era capaz o no de recordar las duras palabras de Remus la noche de la fiesta,
simplemente no lo dijo. Pero, al menos no trató de encontrarlo solo, ni lo trató con ningún tipo de
resentimiento o desdén. Remus supuso que Sirius había;

1. Estado demasiado borracho como para recordar algo, o;

2. Había entendido lo que Remus le había dicho y había decidido dejarlo solo.

Para Remus, con los exámenes en el horizonte, la opción 2 era de lejos la más preferible, así que
decidió creer en eso.

Su separación fue tan suave y tan completa, que pronto incluso Remus tuvo dificultades para creer
que alguna vez habían sido tan cercanos. Seguramente, para todos los demás, debía parecer que nada había
cambiado en absoluto. Sirius seguía siendo Sirius: extrovertido, amante de las chicas, descarado, rebelde,
devastador. Y Remus era solo Remus: un merodeador secundario silencioso, reservado, estudioso y
sufrido durante la mayor parte del tiempo.

Con Marzo ya acercándose a su fin, y con la fiesta de cumpleaños a semanas detrás de ellos, solo
hubo un momento en el que la situación casi llegó a mencionarse, pero se desinfló la oportunidad
rápidamente, con la ayuda de un sector inesperado.

Era un viernes por la tarde y Remus estaba organizando un taller de introducción al duelo.
Christopher estaba allí - Christopher nunca estaba muy lejos de él estos días - pero la mayoría de la clase
eran principiantes y mucho más jóvenes. Estaban captando algunos hechizos básicos de desarme y
distracción, cuando la puerta del aula de Encantamientos se abrió, pero nadie entró. Todos se volvieron
para mirar y murmuraron "Peeves" antes de volver a sus posiciones de ataque. Remus sabía mejor quién
era.

Siguió el olor por la habitación y observó que la puerta abierta de la oficina de Flitwick se movía
muy levemente, como si alguien hubiera rozado la manija al entrar. Flitwick confiaba en Remus y dejaba
su oficina abierta en caso de que necesitaran algún equipo del interior; tenía varios colchones grandes que
eran buenos para los duelos, así como un kit de curación de emergencia allí. Remus se aclaró la garganta.

— ¡Eso estuvo bien! Sigue practicando, recuerda enunciar bien y en voz alta, para mí… vuelvo
enseguida.

Se deslizó por los bordes de la habitación mientras decía esto, luego entró en la oficina.

306
— Sirius — siseó Remus — Fuera, esto no es...

— ¡Me estoy escondiendo de Filch! ¡Ten piedad, Moony! — Sirius se echó hacia atrás la capa de
invisibilidad, una sonrisa familiar en su rostro. El tipo de sonrisa que solía hacer que consiguiera cualquier
cosa que quisiera. Remus se erizó.

— ¡Tienes la capa, escóndete en otro lugar! Ya casi termino aquí, de todos modos, se irán en un
minuto.

— Bueno, entonces no es la gran cosa, ¿verdad? Me quedaré hasta que se hayan ido todos.
¡Incluso podría aprender algo!

— ¿Remus? ¿Está todo bien ahí? — Un golpe en la puerta. Christopher.

— ¡Sí, lo siento! — Remus le dio a Sirius una última mirada furiosa, antes de salir. Sirius sonrió y
desapareció de nuevo. Remus dejó la puerta abierta, sabiendo que Sirius se aburriría y saldría de la
oficina. Remus se lo imaginó apoyado casualmente contra la pared, observando con una sonrisa irónica.

Remus continuó enseñando lo mejor que pudo, tratando de ignorar la distracción. Se sintió
horriblemente expuesto, siendo observado así, sabiendo que Sirius estaba tan cerca. Cuando la clase
finalmente terminó, Remus los acompañó a todos afuera, diciendo que el salón sería necesario para algo
más. Todos se fueron, charlando con entusiasmo sobre el fin de semana que se avecinaba. Todos excepto
Christopher.

— Te ayudaré a limpiar — dijo, con entusiasmo, mientras los últimos estudiantes se filtraban,
gritando adiós a Remus mientras se iban.

Christopher y Remus hicieron un breve trabajo para reorganizar el aula de Encantamientos,


devolviéndola a su orden habitual. Podía sentir a Sirius mirándolos todo el tiempo, los pelos de la nuca
erizados.

— ¿Leíste el libro? — Christopher preguntó: — ¿El auriga?

Remus hizo una mueca, pero asintió.

— Sí, está bueno.

Realmente era bueno. Difícil de leer, en algunos puntos, y preocupantemente identificable. Pero
también le produjo cierto alivio.

— ¡Oh, me alegro que te haya gustado! — Dijo Christopher. Remus podía imaginar a Sirius
haciendo una mueca hacia Chris, emocionado por un libro. — ¿Y el final?

— Oh, sí, estuvo bien. Me gustó.

— ¿De verdad? — Christopher arrugó la nariz, — A mí no. Me hubiese gustado que Laurie se
hubiese quedado con Andrew, ¿no?

307
Por supuesto, Christopher se identificaba con Andrew: dulce, estudioso y casto.

— Me gustaba Ralph. — Remus se encogió de hombros. — Incluso si no era perfecto, era más...
no sé. ¿Emocionante?

Remus había pensado que Ralph sonaba jodidamente sexy, en realidad, pero había estado
imaginando a Sirius todo el tiempo, lo que podría haber tenido mucho que ver con eso. Esperaba
sinceramente que si Sirius estaba escuchando a escondidas, y por supuesto que lo estaba haciendo, era
Sirius después de todo, no entendiera una palabra de lo que decía Christopher.

— Pensé que te gustaría más. — dijo Christopher, con una nota de tristeza. Ahora estaba de pie
junto a Remus, con su bolso sobre un hombro, listo para partir. Sólo vete, suplicó Remus, interiormente.
— Me recordó un poco a tu amigo, Sirius Black.

— ¡¿Oh?! — Eso llamó su atención. Y la de Sirius también, Remus prácticamente podía sentir
que se enderezaba.

— Sí — Christopher sonrió tímidamente — Lo siento, pero es bastante obvio que tienes algo por
él.

Remus simplemente parpadeó, se quedó mudo. Christopher se rió suavemente — Es una pérdida
de tiempo, Remus, ¿No puedes ver eso? Sí, es... hermoso, y todo, pero claramente está loco por las chicas.
Deberías... quiero decir, te mereces a alguien que se preocupe por ti tanto como tú te preocupas por él.

— Christopher, yo no-

Christopher lo interrumpió con un beso, se acercó y besó a Remus, como si fuera así de fácil. El
primer instinto de Remus fue alejarlo; esto no se parecía en nada a lo que había querido. Afortunadamente,
tan solo fue un breve roce de labios.

— Oh, Chris... — Remus suspiró — Yo... eres un buen amigo, y ...

Oh, mierda. No debería haber dicho 'amigo'. Amigo era la peor palabra posible. Prácticamente
podía ver cómo se rompía el corazón de Christopher. Pero solo por un momento, antes de que ese rígido
labio superior bien sangre pura se hiciera cargo. Sacudió la cabeza y dio un paso atrás.

— Está bien. Honestamente. Prefiero que seamos amigos a no serlos, si eso es todo lo que
podemos ser.

Remus sintió dolor.

— Vamos — sonrió Christopher, como si nada hubiera pasado. — Hay bistec y pastel de riñón
esta noche, tu favorito.

Salieron del salón de clases, solo ellos dos, y Remus cerró la puerta silenciosamente detrás de él,
para evitar sospechas.

(Song: The Stranger - Billy Joel)

308
112
Apariciones
Sirius no se presentó a cenar. Emmeline se acercó y le preguntó a James dónde estaba, pero James
solo se encogió de hombros.

— Lo siento — dijo — estábamos en una misión antes, pero le perdí la pista luego. Espero que
Filch no lo haya atrapado...

— ¿Y por qué Filch estaría buscando a Sirius? — Preguntó Lily, bajando su cuchillo y dándole a
James una mirada muy directa.

— Er... estoy seguro de que no lo sé. — James dijo rápidamente, mirando su puré de papa como si
fuera la cosa más fascinante del mundo. Veinte minutos después, los prefectos fueron convocados a una
reunión de emergencia para discutir un problema en el quinto piso: aparentemente, todas las armaduras
habían comenzado a cantar ópera.

A todos los estudiantes se les ordenó ir a sus salas comunes por el resto de la noche, y cuando
Peter, Remus, Marlene y Mary llegaron a la torre, encontraron a Sirius allí, sentado frente a la chimenea,
fumando. ¿De dónde saca los cigarrillos? Remus se preguntó. Suele preguntarme a mí. Sirius Black no era
del tipo que se compraba sus propios cigarrillos; era un prestatario profesional.

— ¿Estás bien, Black? — Mary preguntó alegremente.

— Sí, bien. — Sirius gruñó, sin dejar de mirar el fuego.

— ¿No tenías hambre? — Ella preguntó.

— Nop. — Inhaló y resopló, como un dragón inquieto.

— Ah — Mary enarcó una ceja con complicidad y miró a los demás — Ya veo, estás de mal
humor.

Él no respondió a esto. Remus a menudo olvidaba lo bien que Mary conocía a Sirius. Admiraba la
forma despreocupada y sensata con la que ella lo trataba; su propio instinto era a menudo mimar y ceder.
Debería tomar nota de los métodos de Mary, pensó.

Cuando Christopher regresó de la reunión de prefectos, Remus se pegó a él como pegamento


durante el mayor tiempo posible. En parte porque sabía que lo había lastimado y quería mostrarle que
nada había cambiado. En parte porque sabía que Sirius no se acercaría a ellos mientras estuvieran juntos.
Se sentaron en el asiento de la ventana al fondo de la habitación, lo más alejados de la chimenea. Era el
mismo lugar donde Sirius se había sentado con Remus solo unos meses atrás, donde discutieron y luego se
reconciliaron. Pero no estaba pensando en eso. Estaba escuchando el resumen de Christopher del informe
del prefectos.

309
—… Y todo el mundo sabe que Potter probablemente tuvo algo que ver con eso, pero obviamente
no hay pruebas porque es básicamente un vándalo profesional, y todos lo aman, así que se sale con la
suya. Incluso Lily Evans se ha rendido, ya no lo critica como solía hacerlo.

— ¿Oh enserio? — Remus fingió interés, mirando el respaldo del sillón de Sirius.

— Sí — asintió Christopher — Ella se ha vuelto muy suave con él. Incluso le pregunté qué
pensaba que se debería hacer para castigar a los bromistas, ¡Y se rió tontamente! Ella dijo que en realidad
era bastante divertido, y que como nadie había salido lastimado, ¡Debería alegrarme un poco! Realmente
la admiraba antes, sabes.

— Tal vez deberías animarte — suspiró Remus — Suena como si hubiese sido gracioso. Dios
sabe que a todos nos vendría bien reírnos un poco.

— Se supone que los prefectos deben respetar todas las reglas — respondió Christopher, con un
eco de McGonagall en su voz — no solo las aburridas. De todos modos, si así es como te sientes, no sé
por qué me molesto.

Empezó a levantarse.

— Chris — Remus lo miró — Vamos, no seas así. Te interrogaré sobre Runas si quieres.

— No tengo ganas. — Christopher respondió con brusquedad: — Me voy a la cama. — Se alejó


hacia los dormitorios. Remus suspiró de nuevo y se frotó los ojos. Le daría unos minutos y luego subiría él
mismo. Había sido un día difícil.

Pero, por supuesto, no había terminado. Tan pronto como Remus se cepilló los dientes y se puso
su pijama, Sirius aprovechó su oportunidad. Estaba de pie en medio del dormitorio con el rostro como un
trueno, los brazos cruzados. Remus se sintió un poco en desventaja, con su pijama puesto y sus pies
descalzos, pero trató de permanecer estoico y asintió.

— Hola, Sirius. Solo me voy a la cama. — Trató de caminar hacia su lado de la habitación, pero
Sirius lo bloqueó.

— Realmente me hiciste enojar, ¿Sabes? — Dijo, furioso.

— ¿Perdón? — Remus se tambaleó hacia atrás, frunciendo el ceño. Sirius continuó, prácticamente
despotricando.

— Si estabas tratando de ponerme celoso, entonces creo que es muy bajo de tu parte, Remus.

Remus puso los ojos en blanco, lo que sabía que irritaría aún más a Sirius.

— Oh, por supuesto. — Dijo sarcásticamente: — Todo se trata de ti, ¿No? ¡Por el amor de Dios,
se suponía que ni siquiera debías estar allí! ¡¿Por qué no te fuiste con el resto del grupo?!

— ¡Pensé que querrías ir a cenar juntos! ¿Cómo se suponía que iba a saber que has estado
teniendo citas secretas con ese... ese...

310
— No he estado teniendo 'citas secretas' con nadie más que tú, idiota. — Remus escupió — Y ya
me has hecho arrepentirme de eso. Christopher es mi amigo, y de cualquier manera no es asunto tuyo, ¡Así
que no te metas tu nariz en lo que no te concierne!

— ¡Bien! — Sirius gritó — ¡Si eso es lo que quieres!

— Eso es lo que dije ¿No?

Remus estaba furioso, tan furioso que sabía que si se quedaba mucho más tiempo diría algo de lo
que se arrepintiera después. A ambos les gustaba tener la última palabra en una discusión, era una de las
únicas cosas que tenían en común. Como no tenía adónde ir, empujó a Sirius hacia su cama y cerró las
cortinas con tanta fuerza que casi arrancó los anillos del marco.

Unos momentos después, escuchó los pasos enojados de Sirius bajando las escaleras. Bueno,
pensó Remus. Si no recibió el mensaje antes, ahora sí.

***

Lunes 4 de Abril de 1977

Inconvenientemente, la primera lección de Aparición del año cayó en la luna llena de Abril.
Remus ya estaba intensamente nervioso - todo tembloroso y sudoroso - por estas lecciones; y ahora tenía
que agregarle a eso el desafío que generalmente tenía para mantener su magia bajo control en los días
anteriores a la luna, y estaba seguro de que esa combinación era una receta perfecta para el desastre.

— ¡Podría terminar en el otro lado del país! — Le dijo en voz baja a Lily mientras hacían cola
fuera del Gran Comedor.

— No puedes — le aseguró. — Le pregunté a la profesora McGonagall; solo han levantado las


medidas contra las apariciones en el pasillo, así que no creo que puedas salir de él.

— ¿De verdad? Ok, eso es bueno. — Él asintió con la cabeza, tratando de calmarse. Había sido
infinitamente útil tener a Lily consciente de su pequeño problema peludo. Ella era mucho mejor con el
sentido común que James o Sirius.

— De todos modos — susurró — Deberías dejar de actuar como si fuera algo malo, ser extra
fuerte a veces. Pensé que era una ventaja, especialmente para alguien tan inteligente como tú.

Eso le sorprendió de una manera divertida. Nadie le había sugerido antes que intentara ser positivo
sobre su problema. Bueno, excepto Livia. "No conoces ni la mitad del poder que tienes, Remus Lupin."

Dentro del pasillo, la profesora McGonagall presentó a los ansiosos alumnos de sexto y séptimo
año al alto y delgado funcionario del ministerio que estaba allí para enseñarles sobre aparición. Remus,
por supuesto, había leído un poco sobre el tema, y ya sabía sobre las 'tres d', pero había esperado que
hubiera más que eso.

Después de muy poca instrucción, en opinión de Remus, a los estudiantes se les dio aros de
madera, en los que se les pidió simplemente "probar". Atrapó la mirada de Mary, mientras llevaban sus

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aros a un espacio libre. Ella puso una cara de ojos saltones y él se rió, con lo que se ganó una mirada
severa del instructor. Sin querer causar una mala impresión, Remus volvió a enfocar su atención en el aro.

Era muy difícil concentrarse, cuando todos los que te rodeaban giraban en el lugar, tropezando y
tropezando, como cachorros entrenados para dar una vuelta. Aún así, Remus cerró los ojos y lo intentó.

Deliberación. Es mejor no tomarlo demasiado rápido; como volar una escoba. Lento y constante
gana la carrera.

Determinación. Realmente, realmente quería vencer a Sirius.

Destino. El aro ni siquiera estaba tan lejos. Se había apartado aún más aquella vez con el Sr.
Potter.

Remus trató de recordar cómo se había sentido. La magia, empujándolo hacia adelante - no, más
como... más como seguir un canal, como el agua girando por el desagüe de una bañera; si presionabas las
yemas de los dedos contra los agujeros, podías sentir la aspiradora succionando… era una sensación
parecida.

— ¡MIERDA! — Se escuchó un grito, causando un lapso en la concentración de Remus. Abrió


los ojos a tiempo para ver a James y Sirius sentados aturdidos en el suelo, mirándose confundidos,
frotándose la cabeza. Oh no, pensó Remus, ¿Ya lo hicieron?

— Idiotas. — Mary se rió. Todos los demás se reían también, y Sirius se veía extremadamente
molesto, mientras se ponía de pie y se quitaba el polvo de la túnica con un digno resoplido.

— ¿Qué pasó? — Preguntó Remus.

— Ambos saltaron al mismo tiempo y se golpearon. — Ella resopló. — Malditos bobos. No siento
nada, ¿Y tú?

Remus negó con la cabeza. Cerró los ojos de nuevo y se concentró lo más fuerte que pudo,
sintiendo lo que fuera que lo empujara hacia el camino correcto. Pensó que lo tenía, intentó girar, pero no
llegó a ninguna parte. Al menos no se cayó.

Algo no estaba bien. Esto era como la cosa estúpida del patronus otra vez (todavía no había
logrado uno; era uno de los únicos que no lo había hecho. Incluso Peter había sacado un poco de plata.) El
único truco para eso era tener un pensamiento feliz - y Remus aceptó que los pensamientos felices no eran
su fuerte. Sin embargo, esto requería determinación. ¿Y no estaba él decidido?

En ese momento, el instructor de apariciones autorizado por el ministerio pasó flotando, y Remus
percibió un poco de su magia. Era peculiar y fuerte: como un zumbido. Le recordó la forma en que el
viejo televisor de la sala de recreación de St. Edmund's acumulaba una borrosidad de estática en la
pantalla. Cuando era niño, Remus había levantado las manos con asombro y acariciado la extraña energía
de otro mundo, como si pudiera absorberla.

Hubo un chasquido en la mente de Remus, como hielo al romperse. ¡Eso era todo! Remus relajó
su cuerpo. No tenía que buscar el canal correcto ni tratar de sentirlo, ya podía sentirlo. La habitación

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estaba llena de magia, espesa, como el hierro, frío y caliente contra sus dientes. Siempre pudo sentirla,
simplemente aprendió a desconectarse de ella con los años. Eso era más difícil de hacer en luna llena, pero
en este escenario, eso podría no ser una desventaja, como Lily había dicho...

Cerró los ojos, respiró y se movió; se sintió como solo el más leve movimiento, un movimiento de
varita o el arqueamiento de una ceja. Dejó que la magia hiciera todo el trabajo, y cuando abrió los ojos con
un grito ahogado, estaba dentro del aro.

— ¡Bravo! — El instructor estaba juntando sus delgadas manos delicadamente, silenciosamente.

— ¡Genial, Moony! — James llamó al otro lado de la habitación, un gran moretón en forma de
huevo creciendo en su frente.

— ¡Bien hecho, Remus! — Las chicas vitorearon.

Remus miró sus pies, avergonzado, pero emocionado.

***

Viernes 15 de Abril de 1977

A mediados de Abril, parecía no haber límites para la nueva confianza de Remus. Él era cauteloso
al respecto, por supuesto, no se lo dijo a nadie (¡Te lo imaginas!) En caso de que pudieran pensar que era
arrogante, o peor aún, peligroso. Pero sabía que algo había cambiado. Durante muchos años, Remus había
considerado su licantropía, y los sentimientos y sentidos incontrolables que surgían de ella, como una
limitación de su magia. Si algo había entendido estás últimas semanas, es que eso era incorrecto.

Quizás este malentendido se debía simplemente al hecho de que se habían realizado muy pocos
estudios sobre los hombres lobo en el mundo mágico. O quizás Livia tenía razón: Remus había sido
instruido por las personas equivocadas todo este tiempo.

Ahora, en privado, realizaba varios experimentos, desde hechizos simples y básicos, hasta
transfiguraciones y transmutaciones mucho más complejas. Todos eran mucho más fáciles cuando se
relajaba, cuando aprovechaba la magia que ya estaba allí en el espacio a su alrededor. Antes, lanzar un
hechizo se había sentido como sacar agua de un pozo dentro de él, un cubo pesado en un cabrestante.
Después del descubrimiento de la aparición, se sintió como si hubiera estado parado en un lago todo el
tiempo, y todo lo que necesitaba hacer era beber. Incluso había comenzado a dar pasos hacia la magia sin
palabras.

Mientras tanto, tenía exámenes para los que prepararse, y aunque su nueva fuerza sin duda sería
útil en sus exámenes prácticos, Remus aún tenía que completar varios y severos trabajos. Esa tarde en
particular, había convencido a James (y por extensión, a Peter) para que revisaran junto con él. Era un
brillante día de primavera y los últimos escalofríos del invierno habían pasado lo suficiente como para que
todos estuvieran de acuerdo en que sería agradable sentarse afuera para variar.

Estaban tirados en el césped, con los libros abiertos, James leyendo con la lengua entre los dientes
y una pluma detrás de la oreja, Peter tomando notas a medias sobre los hinkypunks.

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— No es justo — se quejó — No son los EXTASIS ni los Owls este año, ¿Por qué tenemos que
tener exámenes?

— No querrás perder ventaja, Wormy — respondió James, todavía absorto en su libro. — Piense
en esto como una práctica para los EXTASIS.

— Mejor no. — Peter hizo una mueca. — Moony, ¿Tienes notas sobre...

— Martes, jueves y domingos. — Remus dijo, rápidamente, sin levantar la vista de su ensayo de
DCAO.

— ¿Qué? — Peter se rascó la cabeza.

— Martes, jueves y domingos. — Repitió Remus. — Esos son los días en que realizo mis grupos
de estudio y esos son los días en que ayudo a otras personas con su trabajo. Necesito el resto del tiempo
para ponerme al día con mis propias cosas.

— Oh, pero soy tu mejor amigo — se quejó Peter — ¿Por favor, Moony?

— Deberías pasar menos tiempo besuqueándote con Dorcas, y más tiempo organizando tus notas.
— Remus sonrió. Era muy fácil ser piadoso cuando no se te permitía besarte con la gente que querías
besar. Hablando de...

— ¿Están bien, muchachos? — Sirius cruzó tranquilamente el césped hacia ellos, Emmeline
trotando detrás de él. James miró hacia arriba y sonrió, Peter se movió para hacer un espacio.

— ¿Dónde has estado? — James preguntó: — Nunca te veo últimamente.

— No es mi culpa que te hayas convertido en uno de ellos, prefecto Potter. — Sirius respondió
con frialdad: — He tenido detención.

— Has estado en detención más tiempo del que yo me paso haciendo cosas de prefecto —
respondió James, ya no leyendo su libro, ahora de nuevo en modo merodeador. Él asintió con la cabeza a
Emmeline, quien se sentó remilgadamente al lado de Sirius, alisando su falda — ¿Todo bien, Em?

— Hola James — le devolvió la sonrisa — Peter, Remus. ¿Están todos revisando?

— Desafortunadamente — gruñó Peter. — Aunque Moony no me está ayudando.

— Oh, puedes ayudarte a tí mismo por una vez — espetó Remus, ya no bromeando ligeramente.

— Creo que es una buena idea. — dijo Emmeline, de manera alentadora — Sacarse eso del
camino antes de Hogsmeade este fin de semana. Creo que es responsable, ¿Verdad, Sirius?

— Supongo.

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— Hablando de eso — continuó, ignorando su comentario — ¿Qué te apetece hacer en
Hogsmeade? ¿Me reuniré contigo allí o me recogerás fuera de mi sala común?

— Ugh, no sé. ¿Por qué todo tiene que ser la gran cosa?

Peter, a pesar de su anterior desesperación, de repente quedó fascinado por sus notas de DCAO,
con la cabeza inclinada sobre el pergamino.

— A otros chicos no les importa hacer planes para salir con sus novias — dijo Emmeline, su voz
sonaba aguda. Esto era claramente un terreno antiguo para ellos.

Al igual que Peter, James y Remus comenzaron a concentrarse en sus libros y notas como si sus
vidas dependieran de ello. Sirius y Emmeline siguieron discutiendo a pesar de todo.

— No soy como los otros chicos — gruñó Sirius — Pensé que te gustaba eso.

— Eso pensaba. — Ella respondió.

— ¿Y qué? ¿Soy un novio terrible porque no quiero perseguirte como un idiota?

— ¡Eso no es lo que estoy diciendo y lo sabes!

— Entonces deja de quejarte.

— No me estoy que....

— Suena a que sí. Lloriqueos, lloriqueos y más lloriqueos.

Emmeline abrió y cerró la boca un par de veces, claramente queriendo responder algo, pero sin
querer que sonara como un lloriqueo. Finalmente, se sentó en silencio, mirando al suelo. Sus ojos se veían
un poco más brillantes que de costumbre, y Remus finalmente sintió que se ablandaba hacia ella. Pobre
chica.

— Oh Merlín, no te pongas idiota. — Sirius se quejó de su silencio. — Si estás enojada entonces


tengamos una pelea, si estás de buen humor entonces nos podemos besuquear - pero por favor, no te
pongas idiota.

— Uf, y esas son las únicas dos opciones contigo, ¿No es así, Sirius? — Emmeline espetó,
poniéndose de pie y cruzando los brazos sobre su pecho.

— Sí. — Respondió, sonriendo con esa sonrisa de Sirius Black.

— ¡Oh! — Levantó las manos y se marchó furiosa, de regreso al castillo.

Una vez que se fue, solo quedó el incómodo silencio. James se aclaró la garganta.

— No estuviste bien, Pads. — Dijo sobre su libro de texto. — Ella está molesta ahora.

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— Ella siempre está molesta — se quejó Sirius — ¿Qué hay de mis sentimientos?

— No estoy convencido de que tengas alguno. — Dijo James, sin perder el ritmo. — ¿Qué
piensas, Moony?

Remus levantó la vista de su propio libro, esperando verse acosado y desinteresado, como si no
hubiera estado prestando mucha atención.

— ¿Hm?

— ¿Padfoot tiene sentimientos?

Sirius captó su mirada. Remus enderezó la espalda y miró hacia otro lado.

— Definitivamente no.

Sirius se puso de pie sin decir una palabra y se fue.

— ¿Sirius? ¡Eh! — James se puso de pie, pero Sirius no miró hacia atrás. James se rascó la cabeza
y se sentó incómodo. Estuvo pensativo por un momento antes de mirar a Remus. — Moony... ¿Algo pasó
entre ustedes dos?

Remus lo fulminó con la mirada.

— ¡Pregúntale a él!

— Ya lo hice. No me dice nada.

—… ¿De verdad? — Remus estaba realmente sorprendido. Había estado medio seguro de que
Sirius le había contado hasta el último detalle. Realmente debía estar muy avergonzado.

— De verdad. — James lo estaba mirando muy intensamente ahora — ¿Qué está pasando?

— Yo... me acosté con Mary. — Al menos era cierto. Peter soltó un jadeo extraño a su lado, pero
Remus lo ignoró. — Se enteró, eso es todo.

— ¡¿Tú qué?! — Las cejas de James se alzaron con desenmascarada sorpresa. Rápidamente
reorganizó sus rasgos, aclarándose la garganta — Oh, bien por ti, amigo. No tenía ni idea de que tú y
ella...

— Sólo fue cosa de una vez. — Remus dijo, rápidamente.

— Okay. Bien, bien. ¿Por qué Sirius está de mal humor por eso? Terminó con Mary hace mucho
tiempo.

— Sí. — Remus respondió con tristeza. Suspiró: —Oh, está bien, Pete, puedes tomar prestadas
mis notas. ¿En qué parte estás estancado?

316
113
La caja
Los puestos de Quidditch los domingos eran uno de los únicos lugares donde se les garantizaba
algo de paz y tranquilidad en Hogwarts. Remus había estado yendo allí todas las semanas desde su
cumpleaños para ver el final de las sesiones de entrenamiento espartano de James, y para tener una lección
de vuelo propia después.

Esta mañana, sin embargo, mientras entraba cojeando a las gradas, descubrió que no estaba solo.

— Hola, Lily — Remus sonrió, sorprendido — ¿Qué estás haciendo aquí?

Lily se dio la vuelta y lo miró parpadeando, con la boca abierta en una pequeña "O" rosa, como si
no hubiera esperado a nadie más. Sus ojos se lanzaron al campo, luego de vuelta a Remus nerviosamente,
y le dio una sonrisa tímida.

— ¡Hola! Eh... solo estoy viendo a Marls practicar. Apoyo moral y todo eso.

— Correcto. ¿Te importa si me uno a ti?

Ella sonrió y movió su bolso, como para hacerle espacio, aunque las gradas estaban
completamente vacías. Se sentaron en silencio y observaron la práctica durante un rato. James estaba
entrenando a los cazadores y al portero, por lo que solo la mitad del equipo estaba allí hoy. Remus
recordaba vagamente la iniciativa de las 'sesiones de enfoque' de James, que había sido un alivio para el
resto del equipo de Gryffindor, ya que significaba que en realidad no tenían que practicar todos los días,
incluso si James lo hacía.

— Er... ¿Lily? — Remus dijo, después de un rato — ¿Sabes que Marlene no tiene práctica hoy,
no?

Ella miró sus rodillas, su cabello caía en una sábana cobriza frente a su cara.

— Sí. — Ella susurró.

— ¿Entonces estás aquí para ver a...?

— No me hagas decirlo, Remus. — sonaba derrotada. Levantó la cabeza y se puso el pelo detrás
de la oreja: — Vamos, pues, ríete.

— ¡¿Qué?! — Remus se estaba divirtiendo. Prefecta Lily Evans, toda desenfocada. A Sirius le
encantaría.

— Búrlate de mí, ríete de mí, dime que soy una completa idiota... — suspiró, mirando el campo
— ya lo sé.

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— No creo que seas una idiota solo porque te gusta James. — Remus se rió, dándole un codazo
jovialmente — Pero... quiero decir, es un poco divertido, después de todo este tiempo.

— Uf, lo sé. — Ella gimió — No puedo creerlo.

— ¿Él lo sabe?

— ¡No! — Ella lo miró con incredulidad — ¡Absolutamente no, moriría!

— ¡¿Por qué?! — Remus se rió de nuevo — ¿No crees honestamente que él te rechazará? ¡Ha
estado esperando exactamente esto durante cinco años!

— ¡Justamente! — Dijo, gesticulando salvajemente con las manos, extendiendo los dedos en una
muestra de exasperación. — Él lo ha querido desde siempre, y yo solo lo he querido por… eh… bueno, tal
vez hace bastante, en realidad… pero ni por asomo tanto tiempo. Si se lo digo ahora... él es tan intenso.
Podría romperle el corazón.

Se mordió el labio sin dejar de verlo volar, hacer sonar su silbato y señalar enfáticamente los aros
de la portería.

— Podrías. — Remus estuvo de acuerdo — Pero creo que James Potter consideraría un honor que
le rompieras el corazón.

Ella resopló.

— Remus, honestamente, suenas tan mal como él. No soy la... No sé, la perfecta 'chica de los
sueños' que va a entrar en su vida y hacer que todas las tonterías sean maravillosas. No es un cuento de
hadas. No soy un cuento de hadas. Realmente soy muy molesta. Soy un desastre por las mañanas -
pregúntale a Mary - y odio perder en las discusiones, y grito cuando me enojo, y me gotea la nariz cuando
lloro. No sé nada acerca de Quidditch y realmente no quiero aprender sobre eso tampoco.

— ¿Entonces? — Remus sonrió. — Estoy bastante seguro de que él sabe la mayor parte de eso. Si
no lo hace, no creo que le duela saberlo. De todos modos, no es que James sea perfecto. He olido sus
calcetines.

Lily rió.

— Gracias, Remus.

— ¿Vas a decirle?

Ella arrugó su nariz pecosa.

— Nah. Primero quiero pensarlo un poco más.

— ¿Solo vas a mirarlo montando su escoba durante horas y horas?

318
Ella lo empujó, riendo.

— ¡Y qué si quiero! Es agradable a la vista, ¿Qué puedo decir? — Sacó la lengua y volvió a
quedarse boquiabierta. Remus sonrió y sacó a relucir el único consejo real que tenía.

— No lo dejes estar por mucho tiempo. Se vuelve más difícil, cuanto más esperas.

Lily lo miró con curiosidad y Remus se arrepintió instantáneamente de haber dicho algo.

— ¿Oh si? — Ella dijo: — Pareces muy sabio en el arte del amor, de repente.

— No. — Él se rió, esperaba que de manera convincente: — Solo leo mucho.

***

“I could have given you all of my heart,


But there’s someone who’s torn it apart.
And he’s taken nearly all that I have got,
But if you want I’ll try to love again…”

— Black, la próxima vez que decidas romperle el corazón a alguien, ¿Podrías hacerlo fuera del
período de exámenes? — Lily gimió cuando Sirius entró en la sala común y en cada radio, tocadiscos y
gramófono en un radio de veinte metros comenzó a sonar la voz de PP Arnold golpeada por la tragedia.

“Baby I’ll try to love again, but I know…


The first cut is the deepest…”

— ¿Qué quieres que haga al respecto? — Sirius rabió, asaltando la habitación, tratando de
silenciar a todos los oradores a la vista.

Había sido un melodrama doloroso y prolongado, pero Emmeline y Sirius finalmente se habían
separado. Y aparentemente nadie trataba a Emmeline Vance de esa manera, así que en represalia, ella le
había puesto un maleficio muy avanzado, lo que significaba que cada vez que entraba en una habitación
empezaban a sonar canciones de ruptura. Por lo general, esto se limitaba a los reproductores de música,
pero ocasionalmente, cuando no había nada más, los retratos también habían comenzado a estallar en
canciones.

— ¡Solo discúlpate con ella y levanta el maldito hechizo! — Lily respondió.

“Cuz when it comes to being lucky, he’s cursed,


when it comes to lovin’ me, he’s worst…”

— ¡No tengo nada de qué disculparme! — Escupió con fuerza — ¡Silencio! ¡Silencio silencio,
SILENCIO!

La música finalmente se detuvo. Quién sabe por cuánto tiempo. Remus no se involucró, solo
podía empeorar las cosas, y Sirius había estado de mal humor toda la semana.

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— Tengo que darle crédito a la chica — reflexionó Mary. — Ella es muy creativa. — Estaba
sentada a horcajadas sobre Marlene, que yacía de frente en la alfombra, Mary trenzando su largo cabello
rubio. Cada vez que llegaba al final, lo desenredaba todo, lo peinaba suavemente y comenzaba de nuevo.
A veces, Remus pensaba que jamás entendería a las chicas. Aun así, Marlene, que por lo general odiaba
que la molestaran, parecía disfrutarlo bastante, se veía muy tranquila.

— Oh, sí, adelante, ponte de su lado. Malditas mujeres. — Sirius se tiró en el sillón frente a Lily y
se encorvó en él, mirando el fuego. — ¿Alguien tiene un cigarro?

Remus tenía, pero no dijo nada.

— No me sorprende que te haya dejado — sonrió Mary — Eres un idiota miserable estos días. Me
tienes cansada. — Ella le guiñó un ojo en broma y él frunció el ceño.

— Me amas, realmente. — murmuró.

— Hablemos de otra cosa. — Marlene dijo, desde el suelo. — No de exámenes ni de malditas


relaciones. Potter, ¿Qué pasó con el viaje de campamento?

— Todo ordenado, solo tienen que presentarse. — sonrió James — Con sus tiendas de dormir,
obviamente.

— Papá dice que puedo tomar prestados los de la familia, siempre que yo los cuide — dijo Lily —
Dos de dos camas.

— Acogedor. — Sirius dijo, sarcásticamente — Siendo que vamos siete.

— Ocho. — dijo Peter — James dijo que podía llevar a Dorcas.

Remus gimió interiormente ante eso. No es que no le agradara Dorcas; Dorcas estaba bien. Pero
había estado esperando unas vacaciones de verano con todos sus amigos más cercanos, no con conocidos.
Gracias a Dios que Mary no traía a su último novio. Sin embargo, con Mary, la rotación iba demasiado
rápido para hacer planes a largo plazo.

— Bueno, en realidad esperaba que ustedes, muchachos, trajeran su propia tienda. — Lily
respondió, dándole a Sirius una mirada gélida.

— Mamá dijo en su última carta que hay una tienda de suministros para acampar muggle en
nuestro pueblo — dijo James, rápidamente, siempre el pacificador — Así que todos iremos a buscar los
nuestros tan pronto como estemos en casa. Definitivamente vienes para quedarte este verano, ¿verdad
Moony?

— ¿Si todavía está bien? — Remus preguntó, ansioso. Todavía no tenía un plan b. Quizás James
le dejaría quedarse con una de las tiendas después. Uf, qué pensamiento tan deprimente.

— Por supuesto — James sonrió magnánimamente, frotándose las manos — Este verano va a ser
genial.

320
— ¿Cómo vamos a llegar a Cornualles? — Preguntó Marlene. — ¿Apareciendo?

— Si todos hemos pasado, sí.

Miraron a Peter con sentimiento de culpa. Todavía no había logrado llegar a ninguna parte sin
separarse, todavía.

— Realmente lo estoy intentando — dijo, avergonzado. — ¿Podría tomar el autobús noctámbulo?

— Estaremos bien — dijo James, alegremente. — Lo prometo. El mejor verano de todos.

***

Mother
You had me
But I never had you
I wanted you
You didn’t want me.

Viernes 24 de Junio de 1977

Y realmente, pensó Remus para sí mismo, mientras dejaba su último examen de la materia de
Cuidado de criaturas mágicas, la parte escrita, gracias a Dios por el eterno optimismo de James. Era una
de las únicas cosas que los mantenía en marcha, en estos días.

Los exámenes eran los mismos de siempre, más fáciles, tal vez, al menos cuando se trataba de
magia práctica. Afortunadamente, nadie esperaba un patronus este año. Sin embargo, había algo
tranquilizador en el calendario, los plazos y los ejercicios cronometrados. Todo tenía sentido común y no
fomentaba demasiado el pensamiento independiente. Remus siempre estaba agradecido por la oportunidad
de apagar su cerebro. Especialmente porque se había fijado una fecha límite muy personal.

Una vez que terminara su examen final (y hoy era el día), abriría la caja de zapatos. Había estado
debajo de su cama durante la mayor parte de los tres meses. Ni siquiera lo había mirado. Cualquier cosa
que hubiera en él sería perturbador, lo sabía. Incluso si no eran más que algunas notas aburridas de la
Matrona, trabajos viejos de la escuela o algo así, sabía que solo pensar en todo el problema de St. Edmund
lo hundiría eventualmente. Se dijo a sí mismo que era muy sensato y maduro; necesitaba tener la cabeza
despejada para los exámenes.

Pero ya eran finales de Junio y no le quedaba nada por hacer. Por supuesto, siempre había algo
que hacer: los EXTASIS comenzarían en serio el próximo año; debería tener una ventaja. Había un rumor
de una fiesta de fin de año y él podría comenzar a prepararse para eso. Él también debería ponerse al día
con sus lecturas para las clases de sanación de Madame Pomfrey; estaba lamentablemente atrasado en los
moretones.

Primero almorzó. Las experiencias desagradables generalmente se afrontaban mejor con el


estómago lleno. Había exámenes programados esa tarde para Estudios Muggles y Adivinación, los cuales
estaban tomando James y Sirius.

321
— Moony, ¿Para qué sirven los globos aerostáticos? Todavía no lo entiendo… — suplicó James,
luciendo muy agotado.

— Estarás bien — dijo Lily, sirviéndose un poco de jugo de calabaza — Los Estudios Muggles
deberían ser fáciles para ti, después de la Transformación avanzada.

— Wow, gracias Evans — sonrió James. Todos miraron a Lily, quien se sonrojó y volvió a comer.

— Todavía no he visto nada en la bola de cristal. — Peter suspiró profundamente.

— Dile que ves a el Grim. — dijo Sirius, alegremente — Eso es lo que yo le digo.

— ¿Por qué el Grim?

— Solo tengo la sensación de que podría ver uno, mañana por la tarde, alrededor de las dos en
punto. — Sirius sonrió. James y Peter empezaron a reír, para gran confusión de las chicas.

Remus merodeó fuera del Gran Comedor todo el tiempo que pudo con sus amigos, hasta que todos
tuvieron que presentarse para el examen. Posponerlo unos minutos no haría daño...

Pero finalmente, llegó el momento de enfrentar la música. Después de todo, cuanto antes lo
hiciera, más tiempo tendría para estar solo y procesarlo. Incluso si no era nada; incluso si solo tuviera que
hacer frente a otra decepción. Tenía un buen libro a mano y acceso completo a la colección de discos de
Sirius, por lo que la tarde no tenía que ser completamente desagradable.

Corrió las cortinas alrededor de su cama, a pesar de que estaba solo en el dormitorio. Sopló el
polvo de la tapa de cartón y le hizo toser.

— Scourgify. — se atragantó, apuntando su varita hacia sus sábanas para deshacerse de la


desagradable materia gris. No hay vuelta atrás ahora. Tan rápido como arrancar una curita, levantó la tapa.

Al principio, todo parecía completamente inofensivo. Todo el interior era plano: papeles,
presumiblemente, clasificados en impecables sobres marrones de distintos tamaños y edades.

Sus papeles de admisión a St Edmund's. "Remus John Lupin, 5 años 3 meses, fecha de llegada
12/07/1965." Informes escritos por sus maestros de escuela primaria: todas las notas eran bajas. 'Muestra
muy poca aptitud para el mundo académico’, decía una, 'Incapaz de aprender. Puede adaptarse al trabajo
no calificado.' Malditas perras.

Su certificado de nacimiento. Era muggle, supuso que su madre no había sido admitida en San
Mungo. Remus se enteró de que había nacido en casa, en Bristol, de todos los lugares. El nombre de su
madre era Hope, y su padre figuraba como "Desempleado". Remus trabajó en todo esto con impasible
paciencia, como un archivero examinando documentos relacionados con alguna historia antigua, no con su
propia vida. Pero luego vinieron las fotografías.

Eran en blanco y negro. Muggles; inmóviles. Una de un bebé regordete vestido con un tejido de
punto blanco, con botones en forma de conejitos. Remus supuso que era él, no había nada escrito en la
parte de atrás, solo el sello de Boots. Había otra, que debió de haber sido tomada cuando llegó a St.

322
Edmund's. En él, pudo reconocer algunos rasgos: la mirada oscura y cautelosa, la boca en una mueca
determinada. Estaba mirando hacia arriba, presumiblemente a quienquiera que estuviera tomando la foto,
y parecía asustado.

La última foto era la peor. Pertenecía a una familia que no recordaba.

Allí estaba Lyall, alto, delgado y desgarbado, con el pelo revuelto y unas gafas pequeñas con
montura metálica. Estaba sonriendo, Remus nunca se lo imaginó sonriendo. Sentada en un sillón floral a
su lado había una mujer pequeña y de aspecto muy joven. Tenía el pelo rubio platino inmaculado en una
verdadera colmena de los sesenta, y llevaba un pulcro camisero que mostraba su bonita figura. Su nariz
era un poco larga y puntiaguda, pero tenía una cara bonita. En su regazo había un niño pequeño, riendo
tontamente, con la cara llena de alegría. Ella lo estaba mirando, tenía la boca abierta, ¿Qué había estado
diciendo?

Remus la dejó, sintiéndose mareado. Se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración
durante mucho tiempo y exhaló. Quedaba un sobre. La letra que tenía no era de la Matrona. Sin embargo,
no estaba sellado, así que tal vez lo había leído antes. Tal vez por eso no se lo había dado. Armándose de
valor una vez más, Remus sacó una carta, cuidadosamente doblada en tercios. Estaba escrita en un bonito
papel de notas con un diseño floral en los bordes. La letra también era bonita.

"Mi querido chico:

Sé que no tengo derecho a dejarte esta carta. Pueden pasar algunos años antes de que la recibas,
si es que la recibes. Espero que lo hagas, y espero que cuando lo hagas, tengas la edad suficiente. Aún
así, no espero tu perdón.

No sé qué decirte. ¿Cómo puedo explicarte? Eras mi hermoso y precioso niño desde el momento
en que naciste. No, desde el momento en que sentí que te movías dentro de mí. Tu padre y yo nos
queríamos mucho, y tenerte triplicó nuestra felicidad mil veces. Eras amado, mi pequeño Remus, rezo
para que no lo hayas olvidado. Pero eres muy joven y me dicen que a veces olvidar es lo más bondadoso.

Cuando ocurrió el accidente, le prometí que haría todo lo posible para volver a arreglarlo. Tuve
la estúpida idea de que solo amarte sería suficiente.

Luego, cuando Lyall nos dejó a los dos, lo intenté por ti. Lo juro que lo intenté. Pero nunca fui
una chica muy inteligente, y nunca tan fuerte o práctica como tu padre. Necesitabas tanto y yo tenía tan
poco. No tuve familia una vez que me casé con él, ya ves, me dijeron que tomara una decisión. Mis padres
no lo aprobaron, e incluso después de que él se fue, supe que no te aprobarían.

No puedo decir cuánto lo siento por dejarte ir. En mi corazón sé que es lo más seguro y lo mejor
para ti, al final. Sé que nunca te olvidaré y sé que siempre anhelaré verte de nuevo. Rezo para que cuando
llegue el momento, no sea difícil para ti encontrarme.

Todo mi amor,

Hope Jenkins."

323
Remus volvió a guardar la carta en el sobre y cerró la caja. Arrojó la caja debajo de la cama. Se
metió debajo de sus gruesas mantas y se acurrucó sintiéndose pequeño, como solía hacer en St. Edmund's.
Sintió como si se hubiera abierto un agujero dentro de él, un gran vacío. Las lágrimas asomaron a sus ojos
y, como estaba solo, las dejó salir.

***

Sábado 2 de Julio de 1977

Nunca había pensado mucho en su madre. Al menos, no desde que había estado en Hogwarts, que
parecía tan lleno de Lyall y todos sus logros y errores. Obviamente, habría sido mejor tener una madre que
no, pero no estaba seguro de lo que se había estado perdiendo todo ese tiempo. La Matrona no había sido
muy maternal, pero no le pagaban por amar a los niños que cuidaba.

Esta ventana a la vida de Hope, a su propia vida, era aterradora para Remus, y deseaba no haber
leído nunca la estúpida carta. Aún así, la leyó más de una vez. La leyó todas las noches, durante el resto
del trimestre, como si leer la palabra "amado" pudiera hacerlo sentir así. No pudo.

Los merodeadores se quedaron dos noches más en Hogwarts, por el bien de Remus. La primera
luna llena del verano cayó el 1 de Julio, y era más conveniente (no mencionar que era más seguro para los
Potter) si Remus la pasaba en la Casa de los Gritos. Bueno, se suponía que debía estar en la Casa de los
Gritos, pero, por supuesto, Wormtail, Padfoot y Prongs tenían otras ideas. Libres de exámenes y
emocionados por el verano, tuvieron una de las mejores noches de luna llena que habían tenido en mucho
tiempo.

Aún así, Madame Pomfrey insistió en el curso habitual de cuidados posteriores, y noqueó a Remus
con una fuerte corriente para dormir para asegurarse de que descansara hasta la mañana siguiente.

— Viajar en polvos flu puede provocar náuseas en el mejor de los casos — advirtió — Más vale
prevenir que curar.

Tenían que viajar esa noche, usando la chimenea en la oficina de McGonagall. Remus se despertó
poco después del almuerzo y descubrió que no estaba solo.

— Hola, Moony — dijo Sirius, en voz baja, sentándose en la silla junto a su cama. Sus ojos
estaban oscuros, parecía como si hubiera estado dormitando también.

— Hola — repitió Remus, sentándose, estirándose — Deberías estar en la cama, te ves hecho
polvo.

— Cállate, me veo precioso — respondió Sirius, bostezando. — De todos modos, James está
destrozando la habitación tratando de empacar, no podía dormir. ¿Hambriento?

— Siempre.

— Bien, se supone que debo asegurarme de que comas — señaló un plato que estaba en la mesita
de noche, lleno de frutas y sándwiches. Remus tomó una manzana y la mordió, hambriento.

324
Ninguno de los dos dijo mucho durante un rato, pero Sirius se comió unas uvas. Desde Marzo,
habían perfeccionado el arte de entablar una pequeña charla con el menor detalle o contacto visual posible.
Podrías llamarlo amistad, si no supieras lo que había sucedido antes.

— Me siento un poco mal. — Sirius dijo, de la nada, mirando sus cordones.

— ¿Hm?

— Me siento un poco mal por la forma en que te hablé, hace un tiempo. Sobre tu amigo er...
¿Christopher?

— Sí. — Remus terminó su corazón de manzana, por el tallo, que dejó, y luego tomó un
sándwich. Queso y encurtidos. — Fuiste un poco grosero, pero está bien. No lo he pensado mucho.

— Oh eso es bueno. — Sirius asintió. Miró a Remus, luego rápidamente desvió su mirada por la
ventana. — Pensé que tal vez... pensé que él podría ser la razón por la que decidiste parar.

Remus no necesitaba preguntar a qué se refería. Sirius estaba siendo muy claro.

— No. — Dijo Remus, eligiendo sus palabras con cuidado. — No tenía nada que ver con él. Te lo
dije, es mi amigo, eso es todo.

Sirius asintió con valentía.

— Sí, te creo. Lo hago.

Aún no entendía, se dio cuenta Remus con tristeza. Todavía no sabía por qué no podían seguir
como estaban. Chico estúpido, hermoso e imposible.

— Mira, Sirius — dijo, todavía cauteloso — yo sólo... he tenido un año de mierda, para serte
honesto. Quizás estoy teniendo una vida de mierda, no lo sé. En este momento están sucediendo muchas
cosas que realmente no puedo controlar. Así que, a mi modo de ver... si algo me está haciendo sentir
miserable y yo lo puedo controlar, entonces...

— Correcto. Lo entiendo.

— ¿Si?

— Nunca querría hacerte sentir miserable, Moony.

Eso no es lo que quise decir. Remus pensó: Eso no es lo que quería decir. Pero no tenía energía
para más. No tenía los recursos. Tendría que bastar, al menos hasta que todo dejara de ser tan crudo.

— ¿Son esas voces las que escucho? — Madame Pomfrey rodeó la cortina de la enfermería,
alegre y con las mejillas sonrosadas — ¡Bueno! Te ves mucho mejor. ¿Esperando el verano, chicos?

(Song: First cut is the deepest' - Cat Stevens)

325
114
Verano 1977: Parte uno
Television man is crazy, saying we’re juvenile delinquent wrecks,
Oh man! I need TV, when I got T.Rex!

Remus se sintió extrañamente desatado, llegando a la casa de los Potter con todas sus posesiones
terrenales, trasladándolas a una habitación temporal. Iba a tener que contarle a alguien lo que había
sucedido, y pronto. Si pudiera conseguir al Sr. Potter por su cuenta, tal vez… pero los padres de James
estaban más ocupados que nunca este año, entrando y saliendo de la casa para hacer mandados o teniendo
reuniones secretas a las que los chicos no tenían permitido asistir.

— Pero todos somos mayores de edad — protestó James.

— Sin embargo, sigues siendo mi pequeño — la Sra. Potter besó su cabeza, con condescendencia,
mientras limpiaba los platos del desayuno.

James parecía muy insultado por ser tratado como un bebé, pero los ojos de Remus se llenaron de
lágrimas y tuvo que disculparse.

Tuvieron una semana para prepararse para el viaje de campamento, y el primer día partieron hacia
el pueblo para comprar una carpa. Remus nunca había acampado en su vida, pero aun así se encontraba
mejor equipado que James, Sirius o Peter, quienes a su vez estaban distraídos, aterrorizados y fascinados
por cada artículo de la tienda. Le tocó a Remus hablar con el comerciante sobre cosas aburridas como
sábanas, clavijas y aparejos. Al final, se conformó con dos sensatas tiendas de campaña para dos personas
cada una de color marrón y naranja, ignorando la súplica de Sirius de que considerara un número
psicodélico azul y verde.

Al día siguiente, Remus tuvo que comprobar que todos tuvieran ropa muggle apropiada, ya que
estarían teniendo un campamento muggle, luego recibieron un curso intensivo de cocina de Gully, el elfo
doméstico.

— ¿Las chicas no pueden cocinar? — James gimió, mientras el mal olor a huevos quemados
llenaba el aire. La señora Potter, que había estado observando con diversión, se acercó y le dio una ligera
palmada en la cabeza.

— Que clase de hombre he criado. — dijo — Si no puedes preparar el desayuno de una señorita,
no esperes que pase la noche contigo.

— ¡Urgh, mamá! — James frunció el ceño, asqueado, mientras Sirius y Remus se inclinaban para
reír.

Ocuparon el resto del tiempo para planear todas las cosas que harían con sus vacaciones llenas de
libertad, además de ver una maratón en el cine local (había una película de Bond y Airport ‘77, que era el
favorito personal de Remus) y, por supuesto, volar en sus escobas. Sirius estaba muy impresionado por la

326
reciente mejora de Remus, y de hecho lograron organizar un juego de Quidditch a muy pequeña escala
(sin la Snitch, y con Peter como portero).

No había ni rastro de Moody este verano. El Sr. Potter explicó durante la cena una noche que las
medidas de seguridad en su casa habían aumentado, y Moody estaba de regreso en la oficina de Aurores,
manejando las cosas allí. Remus se sintió aliviado: había unido a Moody y Ferox en su mente, los había
confundido a todos con el encuentro con Livia y la cruel determinación de Dumbledore. Con todo,
después del año que había tenido, Remus estaba ansioso por pasar unas semanas lejos de alguien mayor
que él.

Se decidió que todos se aparecerían en Cornualles, excepto Peter, que había fallado en la prueba.
La Sra. Potter se había ofrecido amablemente a llevarlo como acompañante, antes de desaparecer de
regreso a casa, pero Peter insistió en tomar el autobús noctámbulo. De esta manera, decidió, podría
recoger a Dorcas en el camino.

La noche antes de que se dispusieran a irse, James, Sirius y Remus se apretujaron en la cabina de
teléfono roja al final de la calle Potter para coordinar con lo que Sirius llamaba "el contingente femenino".

— ¿Puedo presionar los botones, Moony? — Preguntó James, pasando sus dedos por el teclado
plateado.

— ¿En qué parte hablas? — Dijo Sirius, sosteniendo el auricular a la altura de sus ojos para
inspeccionarlo.

— Oh, por el amor de Dios, ustedes dos, cálmense... — Remus marcó el número de la casa de
Lily, arrebatando el auricular de plástico negro. Sonó un rato, y esperaba que Lily contestara el teléfono y
no uno de sus padres.

— Buenas noches, familia Evans. — Respondió una mujer joven.

— ¿Lily?

— ¿Quién está hablando, por favor?

— Er... Remus Lupin.

Hubo una risa de resoplido muy grosera, luego la persona al otro lado gritó lejos del receptor;

— ¡LILY! ¡Es para TÍ!

Remus esperó, cambiando de un pie a otro, Sirius y James lo miraban ansiosos.

— Gracias, Pet — dijo la voz de Lily en el otro extremo.

— No tardes mucho, estoy esperando a que llame Vernon.

— ¿Hola? — La voz de Lily llegó más fuerte, directamente al teléfono.

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— Hola Lily, soy Remus.

— ¡Hola Remus! Lo siento, era mi hermana. ¿Están todos listos?

— Sí, eso supongo. Pete ya se fue, creo. ¿Qué hay de ustedes?

— Mary y Marlene llegaron justo antes del té. Acordamos a la una de la tarde, ¿no?

— Sí, a la una en punto, en las afueras del campamento. Le pedí a James un mapa.

— Oh bien. Creo que mamá me va a prestar la A a la Z.

— Genial.

James estaba tirando de la manga de Remus. Suspiró — ¿Er, Lily? James y Sirius nunca antes
habían usado un teléfono, ¿Puedes hablar con ellos un minuto para que me dejen en paz?

Lily se rió.

— Vamos, pues, Pet se enojará.

Remus se reclinó contra los paneles de vidrio y vio a James y Sirius pelear por el teléfono,
turnándose para gritarle algo a Lily y luego presionar el auricular en sus oídos y escuchar con asombro. La
noche comenzó a caer a su alrededor, y si alguien hubiera pasado por su lado, habría visto a tres
muchachos del pueblo jugando en una cabina telefónica, sin ninguna otra preocupación en el mundo.

***

Sábado 9 de Julio de 1977

La primera vez que Remus se apareció fuera de Hogwarts podría haber sido un poco mejor, pero
al menos no terminó en un árbol, como lo hizo James. Terminó, de hecho, a un kilómetro al sur del
campamento, en la playa.

Había estado antes en una playa, en viajes de verano en St Edmund's, tres veces a Margate, una
vez a Southend. No podía decir que hubiera disfrutado particularmente de estas salidas, o al menos no las
disfrutó más de lo que hubiera disfrutado estar sentado en el jardín trasero de St. Edmund's. Eran lugares
concurridos y ruidosos, llenos de niños que lloraban y perros que ladraban, extraños olores azucarados y
atracciones de feria de colores brillantes.

Esta playa estaba casi desierta, excepto por algunos niños, que se veían como puntos en la
distancia, en realidad, y que volaban una cometa rosa y azul. El día era bastante cálido, el cielo era azul y
la arena suave y amarilla. Sabía que debía empezar a caminar hacia el campamento para encontrar a los
demás, pero en cambio se sentó unos minutos, solo para mirar. El mar no era verde o azul brillante, como
en los libros ilustrados, era más una especie de gris concreto. Seguía siendo bonito, brillando bajo el sol
del mediodía. A una distancia muy lejana, Remus casi podía distinguir una forma larga y oscura en el
horizonte. ¿Era eso Francia? Podía ser. Podía fingir que lo era.

328
Remus no había podido relajarse en los Potter. Allí se había sentido como un visitante; alguien
que no pertenecía. No sabía donde él realmente pertenecía. Ahora que tenía diecisiete años, podía ir a
donde quisiera. ¿Sería bueno vivir aquí, en Cornualles? Recientemente había descubierto que había nacido
en Bristol y se preguntaba cómo sería allí; también estaba junto al mar. Remus nunca pensó que viviría en
otro lugar que no fuera Londres. Una vez, pensó que probablemente nunca dejaría Essex.

Finalmente, se sintió demasiado culpable y tuvo que ir a buscar a los demás. La caminata fue
estimulante, y después de un año de estar confinado a Hogwarts, era emocionante poder ir solo a algún
lugar. El campamento en sí estaba a medio camino de la playa, en un largo tramo de césped plano y
cuidadosamente recortado. Algunas familias ya habían montado tiendas de campaña, y las madres y los
padres estaban sentados fuera de ellas en sus sillas, empapándose del raro sol de verano inglés con tazas
de té y periódicos a la espera.

Mary, Marlene, James y Sirius estaban sentados en un banco de picnic fuera de un edificio de
oficinas que no era más grande que una choza de ladrillos. Mary y Marlene se levantaron de un salto
cuando lo vieron.

— ¡Pensamos que te habíamos perdido!

— Me pasé un poco — explicó — Aterricé en la playa, no en el agua, por suerte.

— Todos nos divertimos un poco — se rió Mary, y cada uno relató los lugares extraños en los que
habían terminado. Excepto Lily, que había llegado precisamente al lugar al que se había propuesto. Ella
estaba dentro de la oficina, reservando los lugares.

Con eso hecho, el grupo se dispuso a encontrar el lugar perfecto para montar sus carpas. James y
Sirius decidieron que esto debía ser lo más cerca posible de la playa. Luego estaba la cuestión de erigir las
tiendas de campaña, que era infinitamente fascinante para los dos chicos sangre pura.

Lily se hizo cargo, canalizando su personalidad de prefecta, leyendo direcciones y gritando


órdenes.

— No, no ese gancho, dije el de la esquina... ¡Maldita sea, Black, usa el mazo, no tu bota! Vamos,
apúrate dale, no tenemos todo el día...

— Vaya, Evans — sonrió James, de pie con los brazos en alto, sosteniendo uno de los postes en su
lugar mientras Mary y Marlene intentaban pasar la lona por encima de él — ¿Alguna vez has considerado
ser entrenadora de Quidditch? Serías increíble.

— Por favor, no — gritó Marlene, amortiguada bajo la pesada tela. — Dejaré el equipo si tengo
que aguantar a los dos soplando el silbato.

Tomó casi dos horas, pero fue una gran cantidad de diversión, y todos estaban muy contentos con
ellos mismos una vez que las cuatro tiendas de campaña estuvieron en una fila ordenada, frente al mar.

— Bien hecho, muchachos. — sonrió Lily, sentándose con las piernas cruzadas en la hierba y
esperando a que la tetera hirviera — Y con nada de magia. Podrían pasar por muggles.

329
Peter y Dorcas llegaron poco después de eso, luciendo muy arrugados y cansados por su largo
viaje en el autobús noctámbulo.

— Se detuvo en Guernsey dos veces antes de que partiéramos hacia el sur… — explicó Dorcas,
luciendo vagamente perturbada. Peter aceptó una taza de té y se sentó en silencio, bostezando.

Una vez que se despertaron un poco, Mary decidió que era hora de ir a la playa. Para entonces
eran alrededor de las tres, pero todavía hacía mucho calor y les quedaban horas de luz. Las chicas
desaparecieron en sus tiendas de campaña para ponerse trajes de baño. Sirius y James habían estado tan
emocionados por la perspectiva de los bañadores muggles que los habían estado usando todo el día de
todos modos, y Remus, todavía en jeans y mangas largas, no planeaba quitarse la ropa bajo ninguna
circunstancia.

Se quitó las zapatillas y los calcetines cuando llegaron a la arena, pero ignoró las súplicas de los
otros para que se uniera a ellos en el mar. Era lo suficientemente feliz con tan solo sentarse en la orilla a
disfrutar del cálido sol en su espalda y a escuchar los gritos de las gaviotas. Las chicas chillaron también,
mientras sumergían los dedos de los pies en el agua helada, e hicieron un juego de correr de un lado a otro
con la marea, desafiándose mutuamente a entrar. James fue derribado por una ola cuando no estaba
mirando, demasiado ocupado mirando las largas piernas desnudas de Lily. Eso sí, Remus la atrapó
lanzándole algunas miradas anhelantes también. Esos músculos eran bastante difíciles de ignorar.

Sirius, como de costumbre, estaba en una liga diferente. Salió a zancadas hacia las olas como si
estuvieran tan tibias como el agua de una ducha, y tan pronto como estuvo metido hasta la cintura, se
sumergió, elegante y altivo como un pez. Nadó largas y lánguidas brazadas y regresó luciendo más feliz
de lo que Remus lo había visto en mucho tiempo.

Luego, envueltas en toallas, las chicas les mostraron a los chicos sangre pura cómo construir un
castillo de arena sin ningún tipo de magia, y James y Peter se interesaron mucho en la creación de un
complicado sistema de riego para asegurarse de que el foso estuviera debidamente abastecido en todo
momento.

De vuelta en las tiendas, cocinaron la cena; afortunadamente, Marlene y Dorcas se ofrecieron a


supervisar esto, friendo tocino en un pequeño quemador de gas que el padre de Lily les había prestado.
James y Lily se fueron a la tienda, aparentemente por leche, y regresaron con una caja de sidra.

— ¿Bebidas muggles también? — Exclamó Sirius.

— Estamos teniendo una experiencia completa, aparentemente. — se rió James. Lily rió, luego se
sonrojó y miró hacia otro lado.

Remus ya podía ver hacia dónde se dirigía la noche y se sentó lo más lejos posible de Sirius. Ya
habían acordado que Sirius y James compartirían una tienda, con Peter y Remus en la otra, así que al
menos no habría incomodidad allí. Solo tenía que vigilar su forma de beber.

Mary había encendido un fuego usando magia mientras Lily no estaba ("Nadie se lo diga, ¿De
acuerdo? No voy a quedarme aquí congelada mientras Potter y Black se pelean por frotar palos"), y
Marlene había traído una radio inalámbrica, por lo que una vez que se pasaron las latas de sidra, la escena
se convirtió en algo realmente muy acogedor.

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— ¿Cuánto tiempo han estado saliendo? — Dorcas preguntó a James y Lily. Se apartaron de un
salto y se miraron con aire de culpabilidad.

— ¡No estamos saliendo! — Lily chilló, moviéndose para sentarse junto a Remus, como para
probarlo. Mary y Marlene intercambiaron una mirada, y Sirius lanzó una mirada confusa a James.

— ¡Oh, lo siento! — Dorcas sonrió, ajena — Solo pensé que... pero Sirius y Mary, ustedes solían
salir, ¿No?

— Lamentablemente. — chilló Mary, riendo. Sirius le sacó la lengua.

Marlene, que había estado leyendo una guía que había comprado en el centro de información para
visitantes, se aclaró la garganta en voz alta.

— Hay un castillo en ruinas no muy lejos de aquí, ¿Podríamos ir mañana? — Lo que rápidamente
cambió el tema a los planes para el resto de la semana. Las vacaciones de campamento parecían implicar
caminar mucho, se dio cuenta Remus. Esperaba que su cadera estuviera a la altura.

Unas cuantas latas y todos estaban con caras bobas. La bebida era plana y clara, lo que Remus
sabía que era una señal peligrosa cuando se trataba de sidra. Todos tendrían dolores de cabeza
desgarradores por la mañana si no tenían cuidado. Sin embargo, no lo mencionó: todos estaban tan felices,
¿Por qué arruinarlo preocupándose por las consecuencias?

Dorcas estaba recostada sobre el pecho de Peter, usándolo como sillón, tarareando suavemente
con la música. Él estaba tratando de meter la mano debajo de su camisa y pensaba que estaba siendo
discreto. Mary y Marlene se susurraban entre sí, estallando en risitas de vez en cuando. James y Sirius
estaban tirando piedras al fuego, obviamente era una especie de competencia, pero Remus no podía
entender cuáles se suponía que eran las reglas.

Una melodía familiar comenzó a sonar en la radio: Mott the Hoople. Tenía algunos años ya, pero
había sido una de las canciones favoritas en las fiestas de Gryffindor.

"Billy rapped all night about his suicide,


How he’d kick it in the head when he was twenty-five,
Speed jive, don’t wanna stay alive, when you’re twenty five…”

— ¡Sube el volumen! — Mary le dio un codazo a Marlene, quien movió su varita hacia la radio,
perezosamente, luego abrió otra lata. Todos se callaron para escuchar, asintiendo con la cabeza y
golpeando suavemente con los pies la hierba. Cuando llegó el coro, todas las chicas cantaron de esa
manera suave y en voz baja en la que las chicas eran tan buenas.

“All the young dudes, carry the news…”

Cuando terminó la canción, vitorearon borrachos, riendo entre ellos.

— Los amo mucho — dijo Marlene arrastrando las palabras — Todos ustedes son mis mejores
amigos.

331
— Lo mismo para tí, McKinnon — Sirius sonrió a través de las llamas, levantando su lata.

— ¡Shhh! — Ella meneó un dedo borracho hacia él, atónita — Conozco tu juego, Black. Te haré
saber que no eres mi tipo.

Todos se rieron de eso, incluso Sirius.

— ¿Cuándo vas a encontrar una chica agradable, hm Remus? — Dijo Lily, pensativa, apretándose
contra él en busca de calor y apoyando la cabeza en su hombro.

Él sonrió débilmente y la rodeó con un brazo cariñoso.

— Sí, te mereces un poco de diversión, Moony — le guiñó un ojo James.

Remus evitó la repentina mirada de Sirius tomando otro trago de su lata.

— Me divierto mucho con ustedes. — Él dijo.

— ¿Alguna vez has tenido novia, Remus? — Preguntó Dorcas. Ella no quiso decir nada con eso;
ella no los conocía muy bien. Pero hubo un silencio incómodo de todos modos. O quizás Remus fue el
único que se dio cuenta. Miró a Mary con timidez y sonrió.

— No. — dijo.

— Aww — dijo Dorcas, muy borracha — ¿Cómo puede ser?

De repente, Remus se dio cuenta. Marlene tenía razón: amaba a estas personas, a cada una de
ellas. ¿Qué sentido tenía guardarles secretos? Esto no dependía de Sirius, no dependía de nadie más que de
él. Inspiró y volvió a mirar el fuego.

— Soy gay. — Él dijo.

Peter se atragantó con su bebida. Por el rabillo del ojo, Remus vio que James se pasaba las manos
por el cabello y se sentaba más recto. Vio que la boca de Mary se abría y oyó que Marlene soltaba un hipo
de sorpresa. No se atrevió a mirar a Sirius. Se le revolvió el estómago y se preparó para levantarse,
alejarse y aparecer en algún otro lugar. En cualquier otro sitio.

Pero entonces Lily levantó la cabeza. Ella lo besó en la mejilla y lo abrazó con más fuerza, antes
de volver a sentarse contra su hombro.

— Aún así te mereces un poco de diversión. — Dijo ella con decisión.

(Song: All the Young Dudes - Mott the Hoople)

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115
Verano 1977: Parte dos
Sweet handsome friend, I can tell you truly
That I've never been without desire
Since it pleased you that I have you as my lover;
Nor did a time ever arrive, sweet handsome friend,
When I didn't want to see you often;
Nor did I ever feel regret,
Nor did it ever come to pass, if you went off angry,
That I felt joy until you had come back;
nor [ever].
- Tibors de Sarenom

Dos horas despues...

Peter y Dorcas se estaban besando, rodando hacia atrás sobre la hierba. Todos estaban borrachos,
pero probablemente ellos eran los más borrachos.

— ¡Váyanse a una tienda, si van a hacer eso! — James les arrojó una lata de sidra vacía.

— ¿Te importa, Moony? — Peter salió a la superficie, rojo en la cara y con los ojos nublados —
¿Si vamos a la nuestra? Puedes acostarte con Prongs y Padfoot, ¿no?

— Oh, no te preocupes — Remus agitó una mano — Encontraré algún lugar. — Sirius todavía no
lo había mirado, y tenía la sensación de que después de las revelaciones de la noche no sería
particularmente bienvenido.

Peter y Dorcas desaparecieron, se oyeron unas risitas ahogadas dentro de la tienda, luego el
silencio fantasmal y hueco de un hechizo silenciador.

—Puedes compartir con nosotras si quieres, Remus — Mary dijo, levantándose para irse a su
propia tienda. Lily asintió.

— Sí, nuestra carpa es mucho más grande, ven con nosotras.

— Gracias chicas — sonrió, realmente estaba agradecido. — Vayan ustedes, todavía no estoy
cansado. Creo que simplemente iré a caminar.

Se levantó, con los miembros rígidos y doloridos, y se dirigió al mar. Ahora el lugar estaba bien
oscuro, lejos del fuego, pero Remus siempre había podido ver en la oscuridad. La marea estaba alta y más
fuerte que nunca. Soplaba una brisa fría. Buscó un cigarrillo en su bolsillo trasero. Lo encendió e inhaló
profundamente, cerrando los ojos, sintiendo que ahora realmente podía pensar.

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Se alegraba de haberlo dicho, sin importar la reacción, pero aún consideraba irse. Ok, ninguno de
las ellos quería patearle la cabeza, pero quién sabe cómo actuarían todos en la fría luz de la mañana,
severos y sobrios. ¿Era mejor o peor que ser un hombre lobo?

Aún podría aparecerse, si quisiera; ir a buscar a Grant, tal vez. Remus sintió una oleada de culpa.
No había pensado en Grant en un tiempo, tal vez en todo el año. El chico había sido muy amable con él; lo
había acogido, y había estado dispuesto a alojarlo indefinidamente. También le había dado a Remus un
excelente consejo, si tan solo Remus lo hubiera tomado. "Mantente alejado de los chicos elegantes."

— ¿Estás bien, Moony? — James se le acercó. Remus se volvió. Sirius estaba con él, luciendo
avergonzado. Parecía como si James lo hubiera arrastrado contra su voluntad. Remus no se sorprendió.

— Estoy bien, — asintió. Le ofreció a James un cigarrillo. James negó con la cabeza.

— Solo... quería ver si estabas bien.

— Bien, gracias.

— Claro.

— Perdón si hice las cosas incómodas.

— ¡No lo hiciste! — Dijo James, un poco demasiado ansioso, como si hubiera estado esperando
que Remus lo mencionara primero. Sirius hizo una mueca, pero solo Remus se dio cuenta. —
Honestamente, amigo, nos alegra que nos lo hayas dicho, de verdad.

Remus solo asintió y miró hacia el mar, dando otra calada a su cigarrillo. Detrás de él, escuchó a
James empujar a Sirius, obviamente tratando de que dijera algo tranquilizador y amistoso, pero fue en
vano.

James habló de nuevo: — No te escapes, ¿de acuerdo, Moony?

Remus se volvió, arqueando una ceja. James estaba sonriendo. — Sí, sabemos cómo eres.
Quédate, ¿ok? Todo está bien. Incluso a Pete no le molestó tanto.

— Pete — resopló Remus — está demasiado ocupado tratando de terminar lo que empezó.

— No puedo culparlo. — James rió. Tocó el hombro de Remus — ¿Quieres hablar sobre eso?

Remus negó con la cabeza, mirando hacia abajo. Apagó su cigarrillo e inmediatamente encendió
otro. Sirius quería uno, podía decirlo. Pero Remus se sentía beligerante y, a menos que Black lo pidiera,
como un ser humano normal, no iba a conseguirlo.

— Gracias, James. — Remus dijo, deliberadamente, exhalando humo — Eres un verdadero


amigo.

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— Aún somos los merodeadores. — James sonrió, cansado. Bostezó. — Creo que me voy a
acostar. ¿Vienes?

— Voy a fumar otro, después de este. — Remus levantó su segundo cigarrillo.

— Yo también quiero uno. — Sirius dijo, con brusquedad. James asintió con la cabeza,
reprimiendo otro bostezo y se alejó.

— No vuelvan apestando a humo de cigarrillos, ustedes dos. — Lanzó sobre su hombro, mientras
caminaba hacia la fogata en el césped.

Remus volvió su mirada al mar, pero le entregó la caja a Sirius. Le oyó sacar un cigarrillo,
encenderlo, e inhalar. Lo esperó.

—... ¿Por qué dijiste eso? — Dijo Sirius.

Remus cerró los ojos y sonrió suavemente. No quería una pelea, pero estaba listo para una,
siempre estaba listo.

— Porque quería. Solo quería que saber qué pensaban, de una forma u otra.

— Es como si... te hubieras lanzado y cambiado todo a mi alrededor. — No sonaba como si lo


estuviera acusando. Sonaba herido.

— No quise hacerlo. — Dijo Remus.

— ¿Esperabas que yo también dijera algo?

— No, no esperaba nada. — Remus espetó. — En realidad, no tenía nada que ver contigo.

— Bien, bien. — Sirius levantó las manos en señal de rendición, todavía luciendo incómodo. —
Tan solo... pensé que podrías haberme dicho a mí en primer lugar, eso es todo. Dada la... situación.

Esto tomó a Remus completamente desprevenido, y finalmente miró a Sirius.

— ¡¿Quieres decir que no lo sabías ya?! ¡¿Cómo podías no saberlo?!

— Dijiste que no lo eras. — Sirius se encogió de hombros. — Como yo dije que no lo era. Pensé
que ambos estábamos en la misma página, eso es todo.

Remus encontró que su ira regresaba. Típico de Sirius, nunca piensa en nada más que en su propia
gratificación personal, sin considerar ni una sola vez que alguien más podía llegar a tener sentimientos o
pensamientos.

— Obviamente no lo estábamos. — Dijo con frialdad. — De todos modos, no veo como te afecta
ahora. Si eso es todo lo que te preocupa, no lo pienses mucho. Estás a salvó conmigo. — Remus dijo,

335
impasible. — No voy a contarle a nadie sobre nosotros y dudo que alguien sospeche de ti, teniendo en
cuenta tu considerable historial con las chicas. No veo por qué te importa tanto lo que le digo a la gente.

— Me importa. —Protestó Sirius.

Remus cerró los ojos. Hace unos meses, eso habría sonado maravilloso. Pero Dios, estaba tan
cansado.

— ¡¿Remus?! — Sirius sonaba medio molesto, medio asustado — yo puedo preocuparme por ti y
no... ya sabes, no gritarlo a los cuatro vientos.

— Querer salir conmigo no es lo mismo que preocuparse por mí.

— ¡Remus! Maldita sea, solo porque yo no... no he llegado a donde tú estás, todavía. No significa
que no tenga los mismos... uf, carajo. — Sirius maldijo por su propia falta de articulación.

— ¿Y todas las chicas? — Remus gruñó.

— Eso es... eso es diferente.

— Okay. — Remus suspiró, su voz vacía. Estaba dispuesto a dejarlo ahí. Sirius no lo estaba.

— No lo entiendes.

Remus no dijo nada. No veía qué tenía que entender. Solo tenía que ser el más fuerte de los dos.

Sirius continuó, una mano en el brazo de Remus. — Cuando pienso en mí con ellas, puedo...
verlo, ¿sabes? Sé cómo saldrá todo. Sé lo que se supone que debo hacer. Cuando pienso en nosotros... ya
sabes, nosotros en verdad. Tan solo... no puedo ver cómo termina. Intenté no pensar en eso mucho. Así
que, sí, sé que he sido un idiota, pude haber manejado las cosas mucho mejor, pero te juro, no quería que
terminara así. — Su respiración era superficial ahora, Remus podía escuchar su ritmo cardíaco
aumentando por segundo — No quería que terminara en absoluto, para serte honesto.

Remus asintió. Apartó la mano de Sirius, suavemente, mirando al mar. Sabía que Sirius lo estaba
observando, pero seguía mirando hacia adelante.

— Mira, Sirius, no quiero ser cruel contigo. Yo sí entiendo todo eso que dijiste. — Realmente lo
hacía, ¿No lo había repasado todo en su propia cabeza? — Sé que no es fácil para ti.

Sirius soltó un suspiro aliviado ante eso, pareció relajarse un poco. Quizás estaban llegando a
algún lado por una vez.

Remus continuó — Pero… es fácil para mí. Soy gay, ¿si? Sé que cuando empezamos dije que no
lo era... bueno, no debería haber dicho eso, porque si lo soy. Y no estoy diciendo que tú también seas gay,
o que tengas que serlo, ni nada, pero no podía seguir con eso sin que tú... Solo, no sé... sin que tú lo
entendieras.

336
Sirius lo estaba mirando muy de cerca mientras decía esto, pensando mucho. Remus sabía cómo
se veía cuando pensaba; cuando estaba resolviendo un problema. No se veía travieso, descarado o
sarcástico, era solo una mirada profundamente solemne y seria. En realidad, era muy sexy, pero Remus
trató de ignorar esa parte.

Finalmente, después de pensar, Sirius asintió brevemente.

— Ok entonces. — Dijo, simplemente.

— ¡¿Qué?! — Remus frunció el ceño.

— Joder, ya lo entendí. Mensaje recibido. — Sirius apagó su cigarrillo en la arena mojada.

— ¿Y qué? — Remus se quedó boquiabierto — ¿Dejamos las cosas como están?

Sirius se rascó detrás de la oreja, mirando hacia abajo, un gesto extraño y tímido.

— Preferiría que no.

— Preferirías que no. — Remus repitió, estupefacto.

— No. Quiero decir, si quieres que vaya diciéndole a todos los que conozco sobre eso, lo siento,
pero no todos tenemos tantas bolas como tú. Necesito más tiempo. Pero... podría intentarlo.

— Podrías intentarlo. — Este no era para nada el resultado que Remus se había imaginado cuando
comenzó la conversación. — ¿Qué quieres... ?

Sirius lo interrumpió, colocando una palma en la mejilla de Remus para girarla hacia él, y
besándolo suavemente en los labios.

— Quiero decir que lo intentaré. — Dijo, mientras se alejaba. — Te extraño, Moony.

Oh, no puede ir y decir algo así… Remus lo agarró y y lo tiró hacia él. Era como el agua después
de una sequía, un refugio en una tormenta: eran el punto quieto del mundo que cambia y todos los demás
clichés estúpidos y descuidados que se te ocurran. Se besaron durante mucho tiempo, y cuando se
separaron prácticamente estaban jadeando del alivio.

— ¿No más chicas? — Preguntó Remus, todavía sosteniendo a Sirius en su lugar, como si fuera a
huir.

— No más chicas. — Sirius estuvo de acuerdo. — Veamos primero cómo resulta esto.

— Oh, encantador. — Remus lo soltó, satisfecho.

— Cállate. — Sirius le dio un codazo con el hombro, con las manos dentro de los bolsillos. —
Vamos, volvamos a la tienda, ¿eh? Me estoy congelando.

337
Caminaron hacia las tiendas y hacia el fuego moribundo de espaldas al viento.

— Creo que estoy borracho — dijo Remus, tembloroso. Se sentía todo conmovido. — Tomo
malas decisiones cuando estoy borracho.

Sirius se rió y apretó su hombro rápidamente.

— Lo sé. Te prometo que esta no es una de ellas.

— Ok. Q— Confío en tí...

Desafortunadamente, encontraron que ninguna de las carpas estaba disponible. La tienda que
Remus había estado compartiendo con Pete estaba bien y verdaderamente ocupada, por los sonidos de la
misma. Sirius hizo una mueca y lanzó un nuevo hechizo silenciador sobre el que flaqueaba.

— Aficionados. — Él murmuró.

También lanzó un hechizo silenciador sobre la tienda de James y Sirius. Mary asomó la cabeza
por la siguiente, riendo.

— ¡Son James y Lily!

— ¡¿En serio?! — Sirius se quedó boquiabierto. — Maldita sea. Quiero decir... wow, como que
quiero entrar y estrechar su mano.

— Tengo la sensación de que sus manos están ocupadas. — Remus arqueó una ceja.

— ¿Quieres entrar conmigo, Remus? — Mary preguntó, achispada.

— ¿Qué hay de Sirius?

— Oh, claro… ugh bien, me quedaré con Marls. Buenas noches, muchachos. — Se arrastró por la
hierba hasta la tienda de Marlene.

Sirius y Remus se miraron el uno al otro por unos momentos, antes de que Sirius entrara primero.
La tienda de las chicas era mucho más cómoda que la de ellos, llena de mantas y almohadas y un colchón.

— Sabía que deberíamos haber hecho que las nacidas de muggles nos arreglaran nuestras tiendas.
— Sirius refunfuñó, mientras se acomodaba. El colchón era viejo y se hundía un poco en el medio,
enrollándolos de una manera casi cómica. Al final, la única forma de sentirse cómodo era acurrucándose
como cucharas.

— ¿Está bien si hago esto? — Preguntó Remus, mientras pasaba un brazo alrededor de la cintura
de Sirius.

— Por supuesto. — Sirius respondió.

338
— Podríamos dormir...

— Sonoro Quiescis.

— Ah, está bien...

Bien. Ha pasado un tiempo.

Después, Remus se sintió más despierto de lo que nunca se había sentido en su vida. Su cerebro
estaba lleno de preguntas, declaraciones, pensamientos, palabras. Se sentía como si hubiese salido de su
escondite, como si se hubiese quitado un disfraz que había usado demasiado tiempo. Quería mostrarle
cada parte de sí mismo a Sirius; quería que Sirius lo viera.

— ¿Sirius?

— ¿Mmhh?

— Hay algo más que necesito decirte.

— Oh Merlín — gruñó Sirius, rodando sobre su espalda, adormilado — ¿Y ahora qué?

— Soy un... bueno, no tengo hogar.

— ¡¿Qué?! — Sirius abrió los ojos y se dio la vuelta de inmediato — ¿Qué?

— Desde que cumplí diecisiete. Ya sabes, soy mayor de edad ahora, así que...

— ¿Así que te echaron?

Remus asintió, contento de compartir el problema.

— Sí, así que una vez que Hogwarts termine el próximo verano, no tendré a dónde ir...

— Bastardos. — Sirius dijo enojado. Miró a Remus muy seriamente — Puedes quedarte conmigo
y con James, en los Potter. No les importará, sé que no. Luego, cuando termine la escuela, encontraremos
nuestro propio lugar.

— ¡¿Nosotros?! — Remus arqueó las cejas.

— ¡Sí! — Sirius respondió, feliz, cruzando los brazos detrás de la cabeza. — Será como en la
escuela, tú, yo, James y Pete, todos juntos.

— Oh — Remus se dio cuenta de lo que había querido decir. — Sí, suena genial. Tengo un poco
de dinero que Lyall me dejó.

— Pff. — Sirius respondió: — Tengo suficiente dinero para todos nosotros, no te preocupes por
eso.

339
— Está bien — dijo Remus. — No me preocuparé.

— Vete a dormir — dijo Sirius — o estarás hecho polvo mañana.

— Está bien — repitió Remus, cerrando los ojos.

(Yellow - Coldplay)

340
116
Verano 1977: Parte tres
Remus se despertó y se estiró bajo la lona brillante, Sirius respiraba suavemente a su lado. Tenía
un poco de calor y estaba pegajoso, pero no se habría movido por nada. Tumbado pacíficamente bajo las
mantas, aún podía saborear la sal en la piel de Sirius, sentir los latidos de su corazón. En el fondo del saco
de dormir, sus pies estaban enredados.

Sirius se movió, frunciendo el ceño antes de abrir los ojos.

— Buen día.

— Buenas.

— Joder, tengo la boca seca.

— Sí, yo también —convino Remus, pasándose la lengua por los dientes. Toda esa sidra todavía
ahí. — ¿Podría ir a buscar un poco de agua de la bomba si quieres?

— Sí, vamos los dos. ¿Crees que alguien más esté despierto?

Remus escuchó con atención, luego negó con la cabeza. Esperaba que Sirius no estuviera
preocupado por ser atrapados, seguramente nadie podría cuestionar el por qué de que compartieran una
tienda de campaña. ¿Qué más podrían haber hecho? Probablemente era un poco temprano para comenzar
a interrogar a Sirius, por lo que Remus se mordió la lengua mientras se vestían en silencio y rápidamente,
buscando en el fondo de la bolsa de dormir su ropa, que parecía haberse desparramado en la noche.

Trepando y parpadeando con fuerza contra la brillante luz del día, Remus pensó que todo parecía
verse diferente. Era lo mismo; pero no exactamente como lo recordaba antes. Más realista; sólido y
anclado.

Se alejaron tranquilamente en dirección a la bomba de agua con sus cantimploras, y mientras


caminaban, se pusieron en marcha, y Remus sintió como si su corazón fuera a estallar de alegría.
Estúpido, realmente, una cosa tan pequeña. El campamento era encantador y pacífico, gorriones corriendo
entre los árboles en lo alto, y los campistas ocasionales asomando sus cabeza y dándoles un cortés 'buenos
días' a los chicos cuando pasaban.

La bomba de agua estaba junto al bloque de la ducha, y ambos se agacharon para lavarse la cara
rápidamente, antes de llenar sus cantimploras, así como las otras que habían traído.

— La tienda de ahí vende pasteles — dijo Sirius, pensativo, asintiendo en dirección a una pequeña
cabaña de madera con un toldo de rayas azules y blancas — ¿Conseguimos algo para el desayuno, y
regresamos al campamento como héroes?

341
— Buena idea — sonrió Remus, tímidamente.

Compraron demasiados pasteles de Cornualles, pero estaban recién salidos del horno, hojaldrados,
mantecosos y calientes, y Sirius no tenía control de sus impulsos.

De vuelta en las tiendas, nadie se había movido todavía, aparentemente, así que Remus y Sirius
decidieron tomar su desayuno en la playa. Se sentaron en una duna de arena, uno al lado del otro,
masticando pacíficamente y lamiendo la grasa de sus dedos después.

— Podría acostumbrarme a esto — dijo Sirius con una sonrisa, frotando sus manos en sus jeans,
suspirando felizmente ante la vista. La arena había sido limpiada durante la noche por la marea. Todo era
perfecto e inmaculado. — Nunca antes había tenido unas vacaciones adecuadas.

— Yo tampoco.

Remus se secó las manos en los pantalones de pana y picoteó inquieto la hierba.

— Oi — dijo Sirius — ¿Qué pasa Moony? Dijimos que nada de preocupaciones.

— Lo siento.

— ¿Qué pasa?

— Me estaba preguntando algo. Es estúpido, no te preocupes.

Se quedaron callados de nuevo. Remus se movió un poco más. Él suspiró. — ¿Por qué yo? —
Preguntó en voz baja.

— ¿Hm?

—… ¿Por qué yo, en primer lugar? ¿Por qué no James, o… literalmente cualquier otra persona?
¿Es solo porque… es porque te dejo? ¿Soy el camino con menor resistencia?

— Obviamente no. — Sirius se burló, frunciendo el ceño. — ¿Qué quieres decir con por qué no
James? No me gusta James.

— Tú... oh.

— Creo que al menos podemos admitir que nos gustamos. — Sirius levantó una ceja, tocando la
cadera de Remus a través de la fina tela de su camiseta. Remus asintió.

— Sí. Solo pensé que... No sé.

— Nunca nos tocamos mucho.

— ¿Qué?

342
— Antes de que tuviéramos sexo. — Sirius dijo, con total naturalidad. — Solía luchar con James
todo el tiempo, y solíamos compartir la cama a veces y todo. Pero no contigo. Te mantuviste separado.
Nada de tocarnos.

— Yo era tímido.

— Me dio curiosidad, supongo. Una Navidad, ¿Recuerdas cuando Andrómeda llegó a los Potter?
Estaba muy nervioso, convencido de que mi madre vendría a buscarme cada cinco minutos, saltaba cada
vez que se abría la puerta.

— Lo recuerdo. — Remus dijo, suavemente. — Tercer año.

— Bueno, tocaron la puerta y yo estaba moviendome, estábamos en el rellano, creo. Y tú como


que me apretaste el hombro y ... bueno, se sintió realmente bien. Significaba más, porque eras tú. Sentí
que tú... no sé, como que me elegiste a mí o algo así. No pude sacarte de mi cabeza durante semanas.

— ¡Teníamos catorce!

— ¿Y qué?

— Mary y tú empezaron a salir poco después de eso.

— Sí, y mira cómo resultó. — Sirius soltó una carcajada. Remus también se rió, a su pesar. —
Entonces, en tu cumpleaños — dijo Sirius, su voz vacilaba un poco, como si fuera algo difícil de hablar
para él. — Tú... tú me besaste.

— Lo hice. — Remus respondió con firmeza. — Lo siento.

— No me lo esperaba, fue tan de la nada. Había estado pensando en ti, antes de eso, pero
realmente no sabía… no sabía que estaba pensando en eso. Entonces pensé... que tal vez había sido mi
culpa, como si ge hubiera emitido algún mensaje, como si te hubiera engañado para hacerlo o algo así.

— ¡¿Qué?! ¡No! Créeme, tenía muchas ganas de besarte.

— Oh. Bueno. Porque me sentí tan mal por eso, ya sabes, fue tu primer beso, y yo fui y lo arruiné
todo.

— Er... — Remus suspiró — Mira, si vamos a ser honestos, es mejor que lo sepas, ese no fue mi
primer beso.

— ¡¿Qué?!

— Sí… el verano anterior, conocí a alguien. Nunca le conté a ninguno de ustedes. Yo no... no
quería que supieras que era gay.

— Ese chico. — Sirius dijo, de repente — En el departamento muggle, en Mile End.

343
— Su nombre es Grant. — Remus explicó.

— Bueno, lo odio.

Remus se rió.

— Está bien, es tan amable que ni siquiera le importará.

— Lo odio aún más.

— Debería intentar verlo este verano. Ha sido tan bueno conmigo, ni siquiera sabes la mitad de lo
que ha hecho.

— Iré contigo, si quieres.

—... Gracias, eso es lindo.

— Moony — dijo Sirius, en voz baja.

— ¿Mm?

— Lo siento mucho por todo.

— Está bien.

— No lo está.

— Lo está.

— No lo...

— ¡Sirius! Por el amor de Dios, ni siquiera puedes disculparte sin comenzar una pelea. Te lo estoy
diciendo, está bien. Estaba siendo injusto. Creo... creo que te estaba pidiendo algo que ni siquiera yo
mismo entiendo bien. Lealtad o amor o lo que sea.

— Te amo, Moony. Los amo a todos ustedes; tú, James, Peter.

— Sí — suspiró Remus. Cerró los ojos, como para restablecer la conversación. Cuando los abrió
de nuevo, Sirius parecía ansioso. Remus sonrió tranquilizadoramente — ¿Esperas con ansias el séptimo
año?

— No sé. Se ve un poco aterrador, ¿no?

— ¿Te refieres a la guerra?

344
— La guerra. — Sirius estuvo de acuerdo — Otras cosas también. Es el año anterior a nuestro
futuro como adultos.

Remus se rió suavemente.

— Creo que nunca vas a madurar, Padfoot.

— He sido tan egoísta. — Sirius se había puesto melancólico de nuevo.

— Dije que está bien.

— Sin embargo, no lo está. — arrugó levemente el ceño mientras buscaba las palabras que
necesitaba. Remus contuvo la respiración, sin estar seguro de lo que venía, pero sabiendo de alguna
manera que necesitaba escucharlo. — Tienes tantos secretos, y debe ser una mierda, mantener todo eso
guardado. — comenzó Sirius, ganando impulso cuanto más hablaba — Y lo empeoré todo, solo te di más
cosas para ocultar...

Me encantaba guardar tu secreto, quería decirle Remus, guardaría mil más por ti. Sabía que esta
línea de pensamiento solo podía empeorar las cosas, así que no dijo nada. Sirius se arriesgó a estirar la
mano, agarrando la mano de Remus y sosteniéndola. Remus le devolvió el apretón.

— No es que me avergüence de tí, o de esto, es… un millón de otras cosas. Ojalá pudiera decirles
a todos, desearía estar listo. Lo estaré, Moony, lo prometo.

Sirius lo miró, lleno de súplicas. Remus lo perdonó de todo corazón. Ya no era difícil mirarlo a los
ojos.

— James parecía... bastante bien conmigo siendo gay. — Remus apuntó, en voz baja. Se sintió un
poco deshonesto al mencionar a James: James le pertenecía a Sirius, no era asunto de Remus interferir.

— Por supuesto que lo estaba, el hermoso bastardo — resopló Sirius — Es un maldito príncipe
entre los hombres, ¿No? Lo sé. Sé que probablemente estará bien, incluso con esto —agarró los dedos de
Remus— pero... es mi mejor amigo, y no quiero que eso cambie todavía. No me gustaría estar a solas con
él y que él se preguntara... Incluso si no estuviera pensando en eso, estaría ahí la cosa.

— Está bien — dijo Remus. Estaba de acuerdo con todo, sabía que era estúpido hacer eso. Pero
era tan fácil ahora.

— ¡Buenos días, muchachos! — Mary gritó desde el campamento, Sirius retiró su mano
rápidamente, dándole a Remus una mirada de disculpa — ¡Gracias por los pasteles!

Ambos se dieron la vuelta y la saludaron. Sirius se levantó, extendiendo un brazo para ayudar a
Remus a ponerse de pie.

— Vamos — dijo, con los ojos centelleantes — No puedo esperar a arrancarle la mierda a Prongs
por finalmente poder subir de nivel.

— ¡No delante de Lily! — Remus advirtió: — Ella podría maldecir tus dientes.

345
— Bueno, no puedo permitirme eso, estoy muy apegado a mi dentadura.

— ¿Sirius?

— ¿Remus?

— Esto no es solo por el verano, ¿verdad?

Sirius lo miró y sonrió.

— Joder, espero que no.

Afortunadamente, nadie estaba muy interesado en lo que fuera que Sirius y Remus habían estado
haciendo la noche anterior, porque la noche de todos los demás había sido igual de agitada. Peter le dio
una mirada un poco cautelosa, pero eso podría haber sido por la resaca. Mary sonreía a todo el mundo
como un gato que había recibido crema, mordisqueando su pastel y tratando de llamar la atención de Lily.

Marlene estaba envuelta en mantas, luciendo muy verde alrededor de su cuello y soltando algún
quejido ocasional.

— ¿Estás bien, Marls? — Remus preguntó, gentilmente.

— Mmmmph.

— Pobrecita, mi amor — dijo Mary, acariciando suavemente la cabeza rubia de su amiga —


Tomaste demasiado de la Old Rosie, ¿no? Aún así, podría ser peor. Dorcas aún no ha vuelto del retrete.

James y Lily estaban sentados uno al lado del otro, pero no demasiado cerca. Lily se había
recogido el pelo en una coleta y estaba conscientemente mirando al suelo, comiendo su pastel con una
especie de tranquila resignación. James parecía absolutamente satisfecho, pero estaba tratando de no
mostrarlo demasiado.

— Así que... — Mary sonrió ampliamente, mirando a todos a su alrededor — Nos quedaremos
con los nuevos arreglos para dormir el resto de la semana, entonces, ¿De acuerdo?

— Por mí si. — Sirius dijo, casualmente.

— Igual — asintió Peter, con la boca llena de carne picada.

Marlene levantó un pulgar silencioso, mareada. James y Lily se miraron, luego apartaron la
mirada.

Una vez que todos terminaron de comer, las chicas organizaron una expedición al bloque de la
ducha. Los chicos las siguieron, toallas bajo los brazos y Sirius se burló de James sin piedad.

— No, vete, no te voy a contar nada. — James rió.

346
— Esto es puramente académico — reprendió Sirius — Va a ser un asunto de interés histórico, las
generaciones futuras necesitarán saber qué hazañas milagrosas tuviste que realizar para finalmente
convencer a Evans de...

— ¡Solo hablamos!

— Oh, ¿Entonces el hechizo silenciador era para... ?

James se puso de un rojo brillante y desapareció dentro de una ducha. Sirius se rió triunfante.

— ¿Nadie quiere saber sobre lo que hicimos Dorcas y yo? — Peter preguntó, inocentemente.

***

Las ruinas del castillo estaban a unos cinco kilómetros a pie, lo que nadie parecía pensar que
estaba demasiado lejos. Marlene se había animado un poco después de ducharse y comer, y todos
decidieron que el aire fresco era probablemente la mejor cura para la resaca. Cerraron la cremallera de sus
tiendas, metieron objetos de valor en las mochilas, junto con algunos pasteles sobrantes y botellas de agua,
y partieron alrededor de las once.

Siguieron un sendero a lo largo de la costa, que se curvaba y se inclinaba gradualmente hacia un


acantilado. La vista en la cima era impresionante, pero Remus estaba luchando por disfrutarla mucho - sus
ojos se humedecieron y sus piernas ardían por el esfuerzo de trepar cuesta arriba. Sirius, Marlene y Mary
habían corrido hasta la cima; Marlene llegó primero a pesar de sus náuseas. James sorprendió a Remus
disminuyendo la velocidad para igualar su propio gateo.

— ¿Todo bien, Moony? — Preguntó alegremente.

— Brillante —jadeó Remus, sin estar seguro de si estaba siendo sarcástico o simplemente sonaba
como un terrible mentiroso.

— No tenemos prisa, tómatelo con calma.

— Hmmph.

— Padfoot no fue un idiota anoche, ¿Verdad? ¿Sobre todo... eh... sobre las cosas que nos dijiste?

Remus negó con la cabeza, concentrándose en respirar y en el horrible chasquido que comenzaba
a ocurrir en su cadera cada vez que daba un paso adelante.

— Bien —asintió James, aliviado— solo me preocupaba que pudiera serlo, ya sabes cómo era su
familia sobre ese tipo de cosas. Para serte honesto, lo pensé dos veces acerca de dejarlo solo contigo, pero
pensé que le darías un golpe si te molestaba.

— Todo está bien — Remus jadeó — No te preocupes.

347
— Bueno. — James dijo de nuevo y se detuvo, porque Remus lo había hecho. Solo por un
momento.

Los otros seis ya habían coronado la colina y desaparecían por el otro lado. Solo habían estado
caminando durante veinte minutos, pensó Remus con gravedad. Se preguntó si podría aparecer más
adelante, pero la parte de "deliberación" sería difícil, sin un mapa o sin haber visto el lugar antes. Estaba
avergonzado de que James se quedara con él, pero al menos no era una de las chicas.

— Lo siento — dijo, secándose el sudor de la frente — Por lo general, no es tan malo tan lejos de
la luna.

— Está bien — James se encogió de hombros — Estamos de vacaciones, no en una maratón.

— ¿No quieres ponerte al día con Lily? Estaré bien.

— Estoy dándole un poco de espacio. Creo que está avergonzada.

— Sin embargo, a ella realmente le gustas — dijo Remus de manera alentadora.

— Lo sé — sonrió James, adquiriendo esa mirada tonta y soñadora mientras miraba por encima
del acantilado — No puedo creer mi maldita suerte. — Se aclaró la garganta — Pero solo hablamos, ¿De
acuerdo? Hasta ahí llega la línea, no le digas nada a Black.

Remus rió, enderezándose.

— No lo haré. — Comenzaron a caminar de nuevo, con paso firme. El sol estaba llegando a su
punto más alto, brillando sobre ellos de modo que tenían que entrecerrar los ojos o mirar sus pies.

— Hablamos de ti, en realidad — dijo James. — Bueno, Lily lo hizo. Yo escuché.

— ¿Oh?

— Sí, ¡Nada horrible, lo prometo! Creo que probablemente era solo la sidra y ambos estábamos
divagando sobre cómo eras un buen amigo, y luego ella dijo algo sobre ser valiente y dar a conocer tus
sentimientos y vivir honestamente, o... oh, no sé, estaba demasiado ocupado estando sorprendido de que
incluso me hablara.

Remus le sonrió a James y quiso abrazarlo en nombre de Lily.

Llegaron al castillo dos horas más tarde, media hora más tarde que el resto del grupo, que los
había estado esperado.

— Lo siento — dijo Sirius, una vez que estuvieron fuera del alcance del oído de los demás — No
me di cuenta.

— Estoy bien — sonrió Remus, tratando de ocultar su agotamiento — tenía a Prongs.

348
— Hay un autobús local que pasa por el campamento, lo comprobé — dijo Sirius, galantemente
— ¿Podemos tomarlo, si quieres?

— Estoy bien.

El castillo era una ruina, una hermosa piedra gris bajo el sol de verano, proyectada contra el mar
resplandeciente, cientos de pies más abajo. Remus apenas podía creer que alguien hubiera vivido
realmente allí: las estrechas escaleras de caracol se habían derrumbado y no conducían a ninguna parte, la
hierba alta y los dientes de león de color amarillo brillante habían invadido lo que alguna vez pudo haber
sido un gran salón de banquetes. Había flechas en las paredes restantes y grafitis tallados en los parapetos,
donde sin duda algún soldado aburrido había esperado una vez, hace mil años. Quizás no había sido
mucho mayor que ellos. La guerra nunca cambiaba.

James, Peter y Sirius comenzaron una pelea de espadas muy entusiasta con algunos palos perdidos
que habían encontrado, mientras Remus se sentaba a enrollar cigarrillos en un montón de piedras,
mirándolos.

— Te sentirías mucho más en forma si no llenaras tus pulmones con esa mierda — dijo Marlene.

— Estoy aquí para pasar un buen rato, no para estar mucho tiempo, Marls — respondió
secamente, lamiendo la tira adhesiva de su papel y pegándola con cuidado.

Hizo cuatro o cinco, solo para pasar el tiempo, metiéndolos cuidadosamente en una vieja caja de
cerillas que había guardado para ese propósito. Observó a Sirius, jugando al caballero contra el dragón de
Peter, y se rió cuando James capturaba a Lily, aparentemente ahora una princesa, levantándola sin
esfuerzo sobre su hombro y corriendo hacia las puertas del castillo. Ella se rió y golpeó juguetonamente
sus ataques contra su espalda, y cuando él la bajó se veía tan feliz en sus brazos.

Eventualmente, algunos de los otros turistas comenzaron a molestarse un poco con los ocho
adolescentes haciendo tonterías, por lo que decidieron que era hora de volver a la playa y pasar el resto de
la tarde refrescándose en el mar.

Lily y James lideraron el grupo esta vez, de la mano, charlando alegremente como si hubieran sido
así de íntimos durante años. Una punzada de envidia recorrió a Remus. No es que quisiera tomar la mano
de Sirius. Por un lado, hacía demasiado calor, por otro, no podías mantener a Sirius quieto el tiempo
suficiente.

— Ustedes sigan adelante — dijo Sirius — Moony y yo nos tomaremos un momento para fumar.

Marlene gruñó una vez más, pero se apresuró a alcanzar a los demás.

Remus y Sirius se sentaron en una pared de piedra un rato, fumando.

— Hay un pub ahí abajo — Sirius asintió con la cabeza más arriba en el carril. — Lo vi en el
camino, tiene un jardín. ¿Quieres ir y perder algo de tiempo?

— Sí — dijo Remus, sorprendido. Eso sonaba ideal. — ¿Pero no quieres ponerte al día con
James?

349
— James ya no me ama — suspiró Sirius, dramáticamente, sosteniendo su muñeca contra su
frente como una anciana a punto de desmayarse — Su corazón ha sido reclamado por otra.

Remus se rió, luego se atrevió a decir:

—Oh bien. Me tienes a mí.

— Te tengo a tí. — Sirius asintió con una sonrisa, saltando de la pared. — Vamos, entonces.
Podría matar por una pinta.

El pub era una pequeña cabaña encalada con contraventanas de color amarillo mostaza, un techo
de tejas rojas y una ordenada hilera de geranios rojos plantados en macetas afuera. El interior estaba
oscuro, mohoso y cavernoso; Remus tuvo que esconderse bajo el techo bajo. Los rudos trabajadores que
estaban apoyados en la barra se volvieron para mirar mientras entraban, y por un momento Remus se
preguntó si había sido una mala idea después de todo.

Aun así, Sirius pidió dos pintas de cerveza y las llevaron al jardín, sentándose en una mesa debajo
de un árbol para que les diera sombra. Mientras salían, el hosco camarero y los locales hostiles volvieron a
sus propias bebidas, obviamente decidiendo ignorar a los dos chicos. Remus estaba seguro de haber
escuchado a uno de ellos murmurar 'malditos niños ricos', lo que tomó como un desaire personal, aunque
por supuesto podría haber sido mucho peor. Aún así, estaban solos en el jardín y tenían la privacidad que
habían estado buscando.

Sirius era impermeable a las actitudes de los demás, tal vez no se daba cuenta; tal vez
simplemente no creía que valiera la pena preocuparse por los muggles.

— Es genial aquí — dijo, bebiendo de un trago su cerveza tibia y brumosa — ¿Crees que
podríamos vivir aquí, cuando todo haya terminado?"

— Me gusta Londres — respondió Remus — Es a lo que estoy acostumbrado.

— Recuerda que prometiste que podríamos ir a Carnaby Street — dijo Sirius, jugando con la caja
de cerillas de Remus — Este verano. Te estoy obligando a ir.

— ¿Cuándo dije eso?

— Navidad.

— Correcto. Ok, vamos.

— No puedo creer que lo hayas olvidado.

— Bueno, también pasaste la mitad de la Navidad tratando de convencerme de que consiguiera


una novia, así que...

— Uggh — gruñó Sirius, aparentemente avergonzado — Lo siento. Pensé que podría ayudarme a
sentirme menos apegado a ti. Suena un poco loco ahora que lo pienso...

350
— Ahora suena loco — Remus lo pateó suavemente debajo de la mesa.

— Los procesos de pensamiento lógico no son mi fuerte, Sr. Moony — Sirius se rió, con un giro
aristocrático de su cabeza — Deberías hacer las paces con eso si vamos a... um... si vamos a...

— Empezar a salir... — Remus instó, suavemente. Sirius le dio una sonrisa de disculpa.

— Salir, sí. — El aceptó. —Lo siento.

— Llegarás. — dijo Remus, casualmente, tragando su pinta.

Y con eso, se rompió el hielo y empezaron a hablar. Y hablar y hablar. Era así de fácil; después de
meses sin comunicarse, parecía que las puertas se habían abierto de par en par. Descubrieron que una vez
que habían comenzado, no podían detenerse. Remus relataría alguna suposición que había hecho; alguna
creencia que había tenido sobre una interacción hace mucho tiempo, y lo que había pensado que
significaba en ese momento. Y Sirius sacudía la cabeza con ojos muy abiertos y serios y decía;

— Pero Moony, no fue así en absoluto.

Cuando se trataba de premios de bronce, Remus descubrió que gran parte de su miseria era culpa
suya; que la mayor parte del tiempo Sirius nunca había querido hacer daño, y muchas veces ni siquiera
sabía que le estaba causando dolor a Remus - era solo su propia idea chapucera de lo que estaba pasando.
Incluso hablaron de Mary.

— Realmente me gustó — dijo — creo que eso fue lo que me desconcertó, al principio. Ya sabes,
no era como si las chicas no lo estuvieran haciendo nada por mí en ese departamento... y ella era tan
segura.

— Pensé que solo estabas con ella porque no querías estar conmigo.

— No. — Sirius dijo con firmeza: —Ese es un pensamiento horrible. Fue por ella, no por ti. — Lo
miró — Lo siento.

— Ja, no lo sientas. Eso me hace sentir mejor, en realidad.

— De todos modos — Sirius sonrió — ¿Qué hay de Mary y tú?

— Oh Dios — Remus enterró su rostro entre sus manos — No lo menciones. Estoy tan
avergonzado.

— Está bien. Me gustó. — Sirius arqueó una ceja, dándole a Remus una mirada tan sensual que
probablemente lo arrestarían en algunas partes del país.

— Me di cuenta. — Él se sonrojó — ¿No te ayudó a sentirte menos apegado, entonces?

— Aparentemente no.

351
— No podía creer que no te importara eso. Y sin embargo, cuando te enteraste de Chris...

Sirius se enderezó, luciendo molesto.

— Él. — Gruñó.

— No hay nada entre nosotros. Sólo somos amigos.

— Y... este otro tipo... ¿Grant? ¿Era tu...? — Sirius se movió, obviamente incómodo mientras
luchaba por correr la voz — ¿Tu novio?

— En realidad no. — respondió Remus, fácilmente — Es difícil de explicar. Es... un amigo. Me


preocupo por él tanto como lo hago por tí, James, Peter y las chicas.

— Más secretos, Remus. — Sirius se pasó las manos por el pelo, frustrado. — No puedo seguirte
la pista, no sé cómo lo haces. ¿Puedes dejar de esconder cosas? ¿De mí, al menos?

— No lo sé. — Remus dijo, en voz baja: — Será difícil.

— Pero puedes intentarlo. — Sirius sonrió. Remus se rió entre dientes y asintió.

Terminaron sus bebidas y decidieron regresar al campamento.

— Te enseñaré a nadar. — Ofreció Sirius.

— Vete a la mierda, ¿Quieres? — Remus resopló.

— ¿Hay algo más que hayas estado manteniendo en secreto, eh, Remu? — Sirius le dio un
codazo, mientras deambulaban lentamente cuesta abajo. Era mucho más fácil el camino de regreso, pero
de todos modos iban muy despacio.

— Nop — se rió Remus. Se sentía ligero como el aire, era como estar en lo alto; no teniendo nada
que esconder — Gay, analfabeto, vagabundo, hombre lobo… — los tachó en sus dedos — Creo que eso es
todo. Oh, y mi madre.

— ¡¿Tu madre?!

— Recibí una carta, en esa caja de cosas deprimentes de Dumbledore. Fotos y una carta, una
disculpa.

— Oh, cielos, ok. Que era lo que...

— No, no quiero hablar de eso todavía. Lo siento.

— Bien — Sirius se encogió de hombros — Digamos que podemos hablar de cualquier cosa,
excepto de nuestras madres.

352
— Perfecto. — Remus asintió.

(A sunday kinda of love - Etta James)

353
117
Verano 1977: Parte cuatro
El resto de la semana en Cornualles transcurrió en completa felicidad, en lo que a Remus y Sirius
se refería. Pasaron largos días de calor en la playa y las laderas, vagando por pintorescos pueblos,
explorando cuevas y emborrachándose en los jardines de los pubs. Cenaron exclusivamente pasteles,
pescado y patatas fritas y helado, y por las noches, oh, las noches eran lo mejor de todo.

Durante el día, si los demás estaban cerca, lanzarían una pelota de un lado a otro por la arena, o
Remus consentiría en meterse un poco en el mar - los jeans remangados y la camisa de manga larga
todavía firmemente puesta. Si fueran solo ellos dos, entonces podría remangarse hasta los codos,
exponiendo viejas cicatrices, y Sirius se convertiría en Padfoot y perseguiría palos o su propia cola. Y a
menudo llegaban a estar solos, porque todos los demás parecían querer seguir escapándose.

Lily y James eran los peores: cuando no estaban discutiendo, se estaban besando; libre y
extensamente.

— ¡Se supone que son prefectos! — Mary les gritó, después de la tercera noche, encontrándolos
prácticamente horizontales frente a la fogata.

— ¡Oh, como si no te hubiera atrapado cientos de veces mientras patrullaba! — Lily se rió, sin
embargo se levantó y se arregló su ropa. — Y a Black, para que pueda dejar de mirarnos de esa manera
tan obscena.

— ¿Qué? — Sirius parpadeó, inocentemente.

Estaba sosteniendo el cuenco de la vajilla mientras volvía de las duchas. Remus había estado
bastante sorprendido por eso - Sirius se había ofrecido de voluntario para lavar los platos todas las noches
hasta ahora ("Me gusta bastante hacerlo, a la manera muggle", le había confiado en secreto, "Madre solía
hacernos hacer el trabajo del elfo doméstico como un castigo a veces, pero me parece relajante, para serte
honesto").

— No me metas en tus sórdidas escapadas — estaba diciendo Sirius, mojigato, dejando el cuenco.
— He sido un perfecto caballero durante todas las vacaciones.

— No me convence eso de que no te hayas escapado con una chica muggle en el pueblo. — Dijo
Marlene. Estaba tumbada sobre una toalla en ropa interior, tomando el sol. Su cuerpo era muy largo y muy
pálido.

— ¿Cómo te atreves? — Sirius le dio un golpecito con el paño de cocina húmedo, haciéndola
gritar y arrugarse — Me he metido en la cama temprano todas las noches, ¿No es así, Moony?

Remus se atragantó con las galletas que había estado mordisqueando y tuvo que ser golpeado en la
espalda por James un par de veces antes de recuperarse. Pagarás por eso más tarde, Black, miró a Sirius
con los ojos llorosos.

354
Una vez que James se calmó sobre el 'Evento de Lily Evans' (como lo llamaba Sirius, a sus
espaldas) lo suficiente como para pensar con claridad, se sorprendió de que Sirius y Remus ahora
estuvieran compartiendo una tienda de campaña, y sospechó que algo pasaba, pero no acertó sobre lo que
realmente pasaba.

— ¿No van a empezar a pelear de nuevo, ustedes dos? Sabes que siempre comienzan a molestarse
el uno al otro cuando están juntos...

— Tienes razón, Prong. — dijo Sirius, alegremente — Tu duerme con Moony y yo compartiré la
tienda con Evans.

Eso puso fin a esa línea de preguntas, pero no a la repentina sobreprotección hacia Remus por
parte de James. Era agradable, ciertamente nada de qué quejarse, pero un poco incómodo. Remus nunca
había tenido ningún tipo de figura de hermano mayor, a menos que contaras a Ste o Craig, quienes le
habían enseñado a robar y a beber y a como lanzar un buen golpe, pero James ahora parecía decidido a
hacer lo mejor que pudiera, todo torpe y bondadoso. A mitad de la semana, Remus estaba un poco
sorprendido de que nadie hubiera mencionado la confesión que había hecho la primera noche. No es que
quisiera que alguien hiciera un escándalo, o dijera algo malicioso o fuera de lugar, pero… aún así. ¿Nada
en absoluto? Se lo mencionó a Sirius en un momento de silencio, y él se rió.

— Bueno, si Prongs les dio a todos los demás aquel maldito discurso, entonces no me sorprende.

— ¿Discurso?

— Sí, me llevó a un lado y me dijo que si comenzaba a tratarte de manera diferente me golpearía.
Probablemente no les dijo eso a las chicas, tal vez Lily lo hizo. — Sirius se estiró, como un perro,
acostado de frente.

Estaban descansando en la playa, solos, en una tranquila franja de arena que hasta ahora nadie más
había descubierto. Sirius estaba en bañador y Remus estaba aprovechando la oportunidad para mirarlo
todo lo que quisiera, y tan descaradamente como quisiera. De vez en cuando juntaba un puñado de sedosa
arena amarilla y la vertía sobre la piel de Sirius, solo para ver los granos deslizarse como agua sobre los
músculos de su espalda.

— Me estás tomando el pelo. — Remus dijo, perezosamente, sin creerle a Sirius.

— Ojalá. Lo juro, fue tan difícil no reírse en su cara y simplemente decirle todo. — Se dio la
vuelta, cepillando la arena descuidadamente — Tendré que ir a lavarme en un minuto, si sigues haciendo
eso.

— Esa es la idea — sonrió Remus. Sirius en el mar era su nuevo objeto favorito para mirar.

Remus todavía no le creía del todo, hasta el último día de las vacaciones. Todos estaban tratando
de empacar las carpas, que no parecían querer volver a caber en las bolsas en las que habían llegado, y
Remus había terminado tomando el control, porque Peter, Sirius y James no parecían entender el concepto
de instrucciones. Las chicas habían deconstruido su propio campamento en menos de una hora, y se estaba
poniendo un poco vergonzoso.

355
— Bien, esa clavija tiene que salir primero, y hay una especie de manta superior que necesitamos
quitar, de lo contrario todo se enreda... — dijo Remus, rascándose la cabeza. James y Sirius hicieron esto
con éxito y comenzaron a doblar el lienzo marrón.

— ¿Qué haríamos sin tí, Moony? — se rió James.

— Sí — dijo Peter desde el suelo, donde estaba recogiendo clavijas — ¿Quién hubiera pensado
que serías bueno en todas estas cosas?

— Bueno, yo siempre he sido el más sensato. — murmuró Remus, sin prestarle mucha atención,
leyendo los siguientes pasos del folleto. Luego se dio cuenta de que se había quedado todo en silencio.
James estaba de pie junto a Peter.

— ¿Qué quieres decir con 'estas cosas'?

Peter miró hacia arriba, confundido, y se frotó las manos.

— Ya sabes, cosas de actividades al aire libre, cosas de chicos. No quise decir que...

— Pete. Una palabra. — James dijo, su voz extrañamente dura y plana; canalizando a Euphemia
Potter en un estado de ánimo severo. Se marchó hacia la playa, Peter lo seguía nerviosamente, todavía
retorciéndose las manos.

— Cosas de chico. — Sirius murmuró, aunque también se veía ansioso y pálido.

— ¡¿Qué fue lo que pasó?! — Preguntó Remus, yendo a recoger las clavijas que Peter había
dejado.

Sirius negó con la cabeza y no volvió a hablar hasta que Peter y James regresaron, Peter luciendo
muy conmocionado. Remus deseaba poder decir algo, pero sentía que eso solo podría empeorar el
problema.

Cuando llegó el momento de decir adiós, nadie quería irse. Remus se encontró mirando con
tristeza los cuatro cuadrados amarillos de hierba donde habían estado sus tiendas, mientras James y Lily se
abrazaban el uno al otro, despidiéndose.

— ¿Vas a volver a Essex, Remus? — Mary preguntó alegremente.

— Me voy a quedar con los Potter por un tiempo. — Remus respondió, tratando de animarse.

— ¡Suertudo! — Mary dijo: — Tengo que volver a Croydon. Marlene me invitó a quedarme en su
casa, pero mamá dice que no me ve lo suficiente.

— Eso es lindo. — sonrió Remus — Es lindo que te extrañen.

Peter y Dorcas salieron primero, dirigiéndose hacia la carretera principal para encontrar un lugar
apartado para tomar el autobús noctámbulo. Remus los saludó agitando la mano, y todo parecía estar bien,

356
pero esa podría haber sido la presencia de James. Las chicas se aparecieron, una vez que Lily finalmente
soltó a James, prometiendo visitarlos antes de que terminara el verano, prometiendo escribir, y haciendo
que James prometiera telefonear. Abrazó a Remus y luego, quizá sólo en un momento de ciega felicidad, a
Sirius también.

James, Remus y Sirius se aparecieron de regreso a la casa de los Potter con algo más de éxito que
la primera vez. Remus terminó en el jardín trasero, de alguna manera, Sirius en algún lugar de la aldea,
pero la Sra. Potter estaba encantada de verlos a todos, y decidió que todos necesitaban tener una comida
adecuada, de una vez.

— ¿Deberíamos ponernos en contacto con tu Matrona, Remus? — El Sr. Potter preguntó,


casualmente durante la cena — No vas a hacer otro acto de desaparición, ¿Verdad? No puedo dejar que la
policía muggle me llame otra vez.

— Oh, er, no, yo... um... — Remus tartamudeó sobre sus papas hervidas - ¿Qué podía decir para
que no preguntaran más? ¿Qué le comprara un poco más de tiempo? Sirius lo pateó debajo de la mesa y le
dio una mirada. "Adelante, Moony" dijo; "di la verdad". Remus miró al Sr. Potter — En realidad, ahora
que tengo diecisiete años, no hay lugar para mí en St. Edmund's.

— Oh bien — la Sra. Potter sonrió benignamente — ¡Te tenemos todo el verano entonces,
maravilloso!

Tan fácil como eso.

— Te lo dije — susurró Sirius, mientras se deslizaba en la cama de Remus, después de la


medianoche. — A los Potter les encanta acoger perros callejeros.

— ¿Deberías estar aquí? — Remus le susurró ansiosamente: — ¿Qué hay de James?

— Está roncando sin parar, podía oírlo a través de la pared.

Remus no presionó más, después de todo, quería a Sirius allí. Le parecía gracioso, estar solo en
una gran cama de dos plazas después de pasar una semana aplastado en una tienda de campaña. Tener otro
cuerpo cerca era reconfortante. Tener el cuerpo de Sirius cerca era incluso mejor.

— Bien hecho por contárselos. — Sirius dijo, en voz baja, sosteniendo la mano de Remus debajo
de las mantas. Lo hacía a menudo, y solo en la cama, en la oscuridad. A Remus no le importaba.

— Sí, parece que le estoy contando todo a todos esta semana. — se rió Remus.

— No hay nada de malo en pedir ayuda, Moony. A la gente le gusta ayudar a sus amigos.

— Lo sé. — Remus besó la parte superior de la cabeza de Sirius, uno de los muchos privilegios
que ahora se le permitían. A Sirius le gustaba dormir escondido bajo las mantas, como una criatura en
hibernación. Le hacía parecer más pequeño de lo que era y hacía que Remus se sintiera protector. Otra
cosa que estaba bien sentir ahora. — ¿Sirius?

— ¿Mm?

357
— Lo que dijo Colagusano, ¿Realmente te molestó?

Sintió a Sirius tensarse contra él e instantáneamente deseó no haberlo mencionado. Trató de


ocultar su gestos — Solo... ya sabes, Pete, a veces es un poco idiota, pero es solo grosero, no malicioso. Se
acostumbrará. Se acostumbrará a mí. La próxima vez que necesite hacer su tarea, no le importará
demasiado.

— He escuchado cosas así antes, eso es todo. — Sirius dijo, muy bajo, por lo que Remus, quien
generalmente tenía una audición perfecta, mejor que perfecta, tuvo que escuchar con atención. — Sobre
ser un hombre. Ya sabes, ese tipo de cosas.

— ¿De tu madre?

Sirius no habló, pero su cabeza se movió levemente y Remus lo tomó como un asentimiento.

No vamos a hablar de madres. Remus tuvo que recordarse a sí mismo. Simplemente apretó la
mano de Sirius y dijo lo único que se le ocurrió.

— Bueno, entonces, sabes que todo eso es una estupidez.

***

Sábado 30 de Julio de 1977

James Potter no era tan inteligente como Remus le había dado crédito. Llevaban quince días desde
su regreso de Cornualles. James había telefoneado a Lily desde la cabina al final de la calle exactamente
catorce veces. Y exactamente catorce veces, Remus había tenido que acompañar a James a la cabina
telefónica, poner las monedas en la ranura, marcar el número por él y mostrarle cómo colgar, al final.

Las llamadas telefónicas duraban alrededor de una hora, por lo general, dejando a Sirius y Remus
sentados afuera en la pared de ladrillos, fumando. De vez en cuando caminaban por la calle principal, pero
sobre todo esperaban a que James terminara.

— Maldito idiota. — Remus suspiró, mientras salía de la cabina por decimocuarta vez. — ¿Qué
tan difícil es recordar unos simples pasos? Tomó estudios Muggles, ¿No explican estas cosas?

— Aww, se emociona demasiado como para recordar algo. — Sirius se rió. — Ten algo de
simpatía por el tonto enamorado.

— No. Seré un malhumorado y miserable por siempre. — Remus refunfuñó, buscando a tientas su
encendedor.

— Oh bien, me encanta cuando te pones todo malo y gruñón.

— Vete a la mierda.

358
— Mm, oooh sí, ahora dime que soy un estúpido idiota, eso realmente me calienta... — bromeó
Sirius, con el cigarrillo entre los dientes y las brasas brillando en sus ojos. Remus lo empujó de tal modo
que se cayó de la pared, riendo.

— Tú eres un estúpido idiota.

— Solo por tí. — Sirius apagó su cigarrillo. Hubo un ruido sordo y oscuro a lo lejos, y todo el
rostro de Sirius se iluminó. Agarró el brazo de Remus — ¡Mira! Aquí viene, ¡Justo a tiempo!

Remus puso los ojos en blanco. Sirius tenía otra razón para complacer a James. Todas las tardes,
mientras esperaban a que los tortolitos terminaran su llamada telefónica, sucedía algo milagroso, a los ojos
de Sirius, de todos modos. Una motocicleta atravesaba el pueblo, probablemente algún viejo hippie de
camino a casa después de estar en su aburrido trabajo, pensó Remus con petulancia.

Era un Triumph Bonneville T120 (Remus odiaba que él supiera esto, pero después de que lo
vieron la primera vez, Sirius los había arrastrado al quiosco para comprar todas las revistas de
motociclistas que pudo encontrar, hasta que identificaron el modelo), con un tanque rojo cereza, cada
centímetro de cromo pulido hasta un plateado reluciente. Sirius estaba locamente enamorado, Remus
estaba locamente celoso.

Una vez que la motocicleta pasó, Sirius dio un suspiro de satisfacción, luego se reposo en la pared
y miró a Remus por un rato. Hacía mucho eso ahora. Remus tuvo que aprender a no preocuparse
demasiado; el ser examinado. Sirius ladeó la cabeza — ¿Es la luna? ¿Te pone de mal humor?

— Probablemente. — Remus se encogió de hombros. — Generalmente me inquieta.

— Sí, me di cuenta, anoche. — Sirius le guiñó un ojo.

— Oh, Dios mío, cállate, eres un desagradable.

Sirius sonrió y asomó su afilada lengua rosada.

Remus estaba nervioso por la luna. Sería la primer luna llena que no pasaría ni en Hogwarts ni en
St Edmund. (Aunque presumiblemente había pasado otra luna llena fuera de ahí, una vez, hace mucho
tiempo, con su madre.) El Sr. Potter lo había llevado a un lado, después de que se acordó que Remus se
quedaría por el resto del verano, y explicó su plan de acción.

No es que le importara mucho a Remus; una habitación cerrada era una habitación cerrada. Esta
vez era el ático, y Moody se había ofrecido a hacer guardia afuera, asegurándose de que la familia
estuviera a salvo. El Sr. y la Sra. Potter (sin mencionar a James y Sirius) le habían asegurado
repetidamente a Remus que no estaban preocupados en lo más mínimo, y que él tampoco debería
preocuparse. Pero por supuesto que estaba preocupado, claramente.

Sirius quería ir con él, también James, pero James al menos tenía suficiente sentido común para
darse cuenta de que no sería posible. Nadie iba a conseguir pasar más allá de Moody, que tenía un ojo
nuevo, espeluznante, azul eléctrico y horriblemente encantado.

359
— He enfrentado a algunos hombres lobo antes — dijo con brusquedad, mientras Remus subía
por la escalera hasta el ático — Siempre obtuve un buen resultado, bajas mínimas.

Esto no hizo que Remus se sintiera mejor, pero no estaba seguro de si debía hacerlo.

Fue una mala noche. Quizás fue la presencia de Moody. Quizás al lobo no le gustaban las alturas.
Tal vez pudo oler a sus compañeros de juego habituales, Prongs y Padfoot, y se sintió solo. Quizás el lobo
odiaba a Remus, quién sabía. De cualquier manera, cuando se despertó se dio cuenta de que había
destrozado la habitación; había rasgado las persianas y rayado las tablas del suelo. Al final, el lobo se
había mordido las patas por la frustración.

Manos sangrando, toda la piel raspada, Remus yacía en la oscuridad, su corazón latía con fuerza,
esperando que el dolor se calmara o que alguien viniera a ayudarlo; lo que ocurra primero.

La Sra. Potter lo curó e hizo un buen trabajo, pero aún así le costó sostener su varita durante unos
días, mientras la piel volvía a crecer. Tampoco podía sostener el mango de una escoba, así que solo podía
mirar mientras Peter, Sirius y James practicaban, como en los viejos tiempos.

Remus encontró otras formas de mantenerse ocupado. Había encontrado una copia de la guía
telefónica y había pasado más tiempo del que probablemente era saludable buscando a todos los "Jenkins"
de Bristol. Habían muchos de ellos, pero ninguno decía Hope. Estaba desesperanzado. No importa, trataba
de decirse a sí mismo. Había estado bien durante doce años sin ella.

— Cuéntame un secreto. — susurraba Sirius, a altas horas de la noche; todas las noches, venía a
ver a Remus. — Dime algo que nadie sepa.

Y Remus le diría algo, porque eso hacía feliz a Sirius, y ese era un propósito muy valioso para él,
de hecho, se estaba dando cuenta Remus, que hacer feliz a Sirius podría llegar a ser lo único que valía la
pena hacer, por el resto de su vida.

— Yo fui quien le dijo a Philomena Pettigrew que se fuera a Estados Unidos.

— ¡No lo hiciste!

— Sí, en el baño la víspera de Navidad.

— Bastardo escurridizo. ¿Cómo conseguiste que todas las chicas cayeran para hablar contigo, eh?
¿Cuál es tu secreto?

— Tal vez confían en mí porque saben que no estoy tratando de salir con ellas.

— Un pensamiento intrigante. Cuéntame otro secreto.

— Um... no sé, te lo he dicho todo. — Todo lo que no te haría daño, añadió en silencio.

— No lo has hecho. — dijo Sirius, sus labios ahora contra los de Remus, mientras se arrastraba
sobre él, las manos deslizándose por debajo de la camisa de dormir de Remus. Pasó su lengua por el labio
inferior de Remus. — Voy a saber todo sobre ti, algún día, lo prometo.

360
Remus lo besó profundamente, creyendo cada palabra.

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Verano 1977: Parte cinco
1977 and we are going mad
It's 1977 and we've seen too many ads
1977 and we're gonna show them all
Apathy's a drag.

Lunes 29 de Agosto de 1977

Remus se despertó de su segunda luna llena un poco mejor que la última, pero era incapaz de
moverse. Moody lo había atado a la cama (mantenida en el ático específicamente para este propósito)
usando algún tipo de magia avanzada. No le dolía, pero era bastante humillante, tener que estar allí
tumbado y esperar a que lo liberaran, sin ropa. Sirius se había opuesto con vehemencia a la idea, pero a
Remus no le dolía y era mejor que la otra alternativa. A Remus no le importaba cómo se sentía el lobo al
respecto.

— Hizo mucho ruido — dijo Moody, mientras lo soltaba — pero era de esperar.

— ¿Qué hacen los demás? — Preguntó Remus, poniéndose los jeans rápidamente, deseando que
Moody se fuera, o al menos le diera la espalda — ¿Los hombres lobo que conoce en el ministerio?

— O manejan esto en casa de esta manera, con un Auror que chequea todo antes y después, o se
registran en las celdas de detención del ministerio. Te conseguiré un folleto, si quieres.

— No, gracias.

Remus tuvo la clara impresión de que Moody no aprobaba la decisión de Remus de no registrarse.

En la planta baja, en su habitación normal, la Sra. Potter le había dejado un juego de túnicas en la
cama, no las túnicas del uniforme, sino normales, de todos los días. Del tipo que James y Sirius usaban
fuera de la escuela. Esperaba que fueran de segunda mano; no sabía cómo les pagaría si empezaban a
comprarle ropa.

— Son para salir. — explicó James, cuando Remus preguntó al respecto — ¡Iremos al Callejón
Diagon hoy!

Con el primer día de clases no muy lejos, se había acordado que los chicos se quedarían en el
Callejón Diagon durante los últimos días de las vacaciones de verano. El Sr. y la Sra. Potter se irían por
unas semanas, por negocios para Dumbledore, aparentemente, aunque ni lo confirmaron ni lo negaron.
Incluso Moody no podía discutir con Remus yendo al Callejón Diagon esta vez.

— Los Aurores nos estamos escondiendo, estos días, estamos en cubierto, ni siquiera lo sabrías.

— Y yo tengo diecisiete. — dijo Remus, secamente — Así que soy libre de ir a donde quiera.

362
— Basta. — dijo Euphemia, cansada.

Sus cartas de Hogwarts habían llegado la semana anterior, y para sorpresa de todos, James fue
nombrado Head Boy, como lo evidenciaba un nuevo pin de oro dentro de su sobre.

— ¡Maldita sea! — James jadeó.

— ¡¿Qué diablos?! — Sirius frunció el ceño.

— ¡Lenguaje! — La Sra. Potter los regañó a ambos.

Ella había estado muy orgullosa, por supuesto, pero James solo estaba interesado en contárselo a
Lily, y se apresuró a enviarle una búho de inmediato; en menos de media hora, se enteraron de que la
habían nombrado Head Girl.

— ¡Es el destino! — James declaró: — ¡El destino!

Usaron polvo Flu para llegar a Caldero Chorreante, un pub de magos hogareño y antiguo que
funcionaba también como un lugar para quedarse a dormir además de ser usado para reuniones y ser un
centro comunitario en general, por lo que Remus podía decir. James había reservado dos habitaciones
dobles, y después de ser recibido por el tabernero jorobado de aspecto extraño, los cuatro merodeadores
subieron sus baúles escolares por las escaleras para instalarse. Remus estaba compartiendo con Peter,
porque ni Remus ni Sirius pudieron inventar una excusa para compartir juntos. Las habitaciones eran
contiguas, lo cual era una pequeña comodidad, aunque no tanto.

El Callejón Diagon no era como Hogsmeade, como Remus había pensado que podría llegar a ser;
estaba más abarrotado, y mucho más bullicioso y ruidoso. Era el equivalente mágico de la cosmopolita.
Las calles estaban llenas de estudiantes y todas las tiendas estaban llenas de gente.

Gringotts era el primer puerto de escala para todos, y Remus siguió a James y Sirius por la orilla
palaciega, atónito por la completa extrañeza de todo. Remus nunca antes había estado en un banco
muggle, pero nada podría haberlo preparado para Gringotts; duendes y pasadizos secretos y montañas y
montañas de oro. James y Sirius se movieron como miembros VIP, aunque probablemente lo eran. Los
duendes se arrastraron a sus pies, lo que Remus encontró tremendamente desagradable, pero en realidad
no pudo decir nada. Deseó que Lily estuviera allí, o Marlene y Mary, alguien con los pies en la tierra.

Remus descubrió que le habían dejado poco menos de cuatrocientos galeones en la bóveda que
una vez perteneció a Lyall Lupin. Esto sonó como una cantidad enorme para Remus, hasta que vio la
mirada de lástima en el rostro de Sirius. Silenciosamente sacó lo suficiente para sus libros y algunas
túnicas nuevas, así como un poco de dinero en efectivo para convertirlo en dinero muggle.

Remus se sentía tan destrozado después de la luna llena, y el polvo flu y el banco, que una vez que
hubo retirado su dinero, tuvo que volver a la habitación del Caldero Chorreante para colapsar en la cama.
Los demás le prometieron que dejarían las compras para el día siguiente y que pasarían el resto de la tarde
mirando escobas y suministros de quidditch. Remus estaba demasiado cansado como para que le
importara y se desplomó en su pequeña cama individual, estando muerto para el mundo durante al menos
quince horas. Ni siquiera se despertó cuando los demás entraron ruidosamente a la medianoche, oliendo
fuertemente a whisky, haciéndose callar en voz alta y riendo.

363
Al día siguiente, llegó Lily y sus compras escolares comenzaron en serio. Remus y ella tenían
mentes igualmente metódicas cuando se trataba de completar las tareas, y conversaron en privado sobre un
plan de acción, antes de dar órdenes a los otros tres chicos por el resto de la mañana. Remus deseaba
poder tener más tiempo en Flourish y Blotts, pero como habían dejado para lo último los libros (siendo
estos los elementos más pesados de la lista), James, Sirius y Peter estaban seriamente decayendo en este
punto, y estaban al borde de realizar alguna especie de motín si no se iban para conseguir

Entonces; volvieron al Caldero Chorreante para tirar sus compras y almorzar "¡Por el amor de
Dios, James, no puedes tomar un helado sin antes haber comido algo de verdad, eso es ridículo!", luego a
Florean Fortescue's, donde Sirius trató de comprarle a Remus una cucharada de cada sabor "Vamos,
Moony, tiene sentido, nunca los has probado antes; ¡¿Cómo sabrás cuál es tu favorito?!"

Una vez que todo esto se hubo completado, Remus encontró su energía casi completamente
agotada una vez más, y eran solo las dos de la tarde. Consideró tomar una siesta rápida, pero era su última
noche en Londres y tenía una cosa que realmente necesitaba hacer antes de irse.

Le tomó un poco de tiempo tener un momento de tranquilidad para sí mismo, pero en el baño para
caballeros de Florean Fortescue's, Remus aprovechó la oportunidad para sacar su reloj de bolsillo. Lo
abrió, el mecanismo funcionando tan satisfactoriamente como lo había hecho la primera vez que lo usó, y
susurró, "Grant Chapman", en la mitad de la brújula.

Esperaba que la flecha comenzara a apuntar al Este, pero para su alarma, comenzó a girar
incontrolablemente alrededor y alrededor, cada vez más rápido. La brújula no venía con instrucciones,
pero Remus tenía la sensación de que algo que había sabido todo el tiempo finalmente estaba siendo
confirmado. Grant no estaba a salvo. Grant necesitaba ayuda.

***

I live off you!


And you live off me!
And the whole world lives off of everybody
See we gotta be exploited!
See we gotta be exploited!
By somebody by somebody by somebody…

Remus se apresuró a regresar a la mesita fuera de la sala, donde sus cuatro amigos estaban
sentados, haciendo mucho ruido estridente por algo que Peter acababa de hacer con su batido.

— Oye, Moony — Sirius sonrió mientras Remus se acercaba — Todos estos quieren ir a hacer
turismo, pero suena aburrido, ¿Quieres que nos escapemos a la calle Carnaby, por fin?

— ¡Sí, genial! — Remus dijo, forzando una sonrisa. Le abrió los ojos a Sirius, esperando que
entendiera el mensaje. Afortunadamente, Sirius era muy hábil para seguir señales secretas y se acercó de
inmediato.

— ¿Qué pasa? — Él susurró: — Te ves un poco fuera de lugar.

364
— Tengo que ir a buscar a Grant. — Remus dijo, agitado. — ¡Mira! — Le mostró a Sirius el giro
loco de la brújula.

— ¿Ahora mismo? — Sirius frunció el ceño — Pero íbamos a...

— Ahora. — Dijo Remus. — No puedo explicarlo, solo tengo que hacerlo, sé que tengo que
hacerlo. ¿Podrías decirles algo a James y Peter? No sé qué, pero solo si preguntan.

— ¿Qué? ¡No! Voy contigo.

— Sirius…

— Remus. — Sirius se burló de su tono severo y arqueó una ceja.

Remus suspiró. Esta era probablemente una de esas cosas en las que se suponía que debía incluir a
Sirius. Se tragó su temperamento y cedió.

— Está bien.

— ¿Les diremos a los demás adónde vamos?

— No. No discutas conmigo sobre esto. — No quería que nadie más supiera sobre Grant.

Sirius, aparentemente reconociendo que Remus solo llegaría hasta cierto punto, asintió y no
presionó su suerte. Les dijeron a los demás que iban a la calle Carnaby, a mirar las tiendas, pagaron y se
marcharon apresuradamente, sin mirar atrás.

Primero tuvieron que ir a cambiarse y ponerse ropa muggle, y una vez que dejaron el Callejón
Diagon se dirigieron a la estación de Charing Cross y tomaron dos trenes hasta llegar a Mile End, que
Remus pensó que probablemente era el mejor punto de partida. Cuando llegaron eran casi las cuatro de la
tarde.

Remus no estaba seguro de si era porque no había ido en mucho o simplemente era cierta
retrospectiva lo que hacía que el destartalado edificio de viviendas pareciera mucho menos acogedor que
el verano pasado. El olor a humedad era más fuerte, parte del linóleo parecía haber sido rasgado, dejando
al descubierto baldosas color crema sucias y agrietadas. Era un día cálido, pero todavía hacía frío por
dentro. Adz, el chico que Remus había conocido el año anterior, era el único del grupo original que aún
vivía allí.

— ¿Grant? — Se rascó la cabeza, luciendo aturdido — Sí, creo que se fue para el Oeste, cuando
se puso demasiado difícil estar aquí. A Hammersmiff, tal vez. Van a derribar este lugar la semana que
viene, me voy a Brixton.

— ¡¿Hammersmith?! — Remus dijo: — ¡Eso está a el otro lado de la ciudad!

— Sí, creo que hizo algunos amigos. Grant siempre es bueno para hacer amigos, cuando le
conviene.

365
Dijo eso un poco bruscamente, a Remus no le gustó, y automáticamente se hizo más alto,
cuadrando los hombros. Adz lo miró de arriba abajo con irritación y espetó: — Mira, si no quiere que lo
encuentren, entonces no lo harás.

Así que volvieron a la línea Central y cruzaron la ciudad. Al pasar por Tottenham Court Road,
Remus se sintió culpable por arruinar el día de Sirius en el Londres muggle, y en secreto prometió
compensarlo cuando tuviera la próxima oportunidad. Aun así, Sirius se lo estaba pasando
sorprendentemente bien; tan cautivado por las escaleras mecánicas y las barreras de entrada como Remus
había estado por Gringotts.

Se bajaron en Notting Hill, luego caminaron, sin embargo Remus no tenía ni idea de hacia dónde
se dirigía, solo seguía a su nariz y a la brújula, que ahora giraba de manera menos errática y parecía estar
tratando de dirigirse en una vaga dirección.

— Es asombroso — dijo Sirius, mirando las casas mientras caminaban, mirando por los
escaparates y deteniéndose para ver pasar los autobuses de dos pisos. — He vivido en Londres la mayor
parte de mi vida, y nunca lo había visto de esta forma.

— Me alegro de que te estés divirtiendo — dijo Remus, distraído. Ahora estaban en Shepherd's
Bush, estaba bastante seguro. Eran más de las seis de la tarde y estaba reduciendo la velocidad. Le dolía la
cadera de traquetear en el subsuelo; le dolían las espinillas por caminar y le dolía la espalda a causa del
terrible hechizo de atar de Moody.

— Vamos a sentarnos un minuto, ¿de acuerdo? — Preguntó Sirius, con una mirada de profunda
preocupación. — Mira, hay un parque allí.

Era Shepherd's Bush green, al menos Remus sabía dónde estaban. Consintió en descansar solo por
un corto tiempo; estaba preocupado de que una vez que se sentara le sería imposible levantarse de nuevo.

— Entonces te llevaré. — Dijo Sirius.

— Jodete, ¿quieres? — Remus resopló, apoyando los codos en las rodillas e inclinándose hacia
adelante. Sacó la brújula para comprobarla una vez más. — ¡Uf, se está volviendl loca de nuevo! — Él
gimió — Pensé que estabamos llegando a algún lado...

— Puede ser porque estás agitado — sugirió Sirius, delicadamente. — Er... ya sabes, porque se
alimenta de tu emoción hacia la persona que estás buscando. Entonces, tal vez si tú...

— ¿Me estás diciendo que me calme? — Remus frunció el ceño.

— Podría ayudar. — Sirius respondió, uniformemente. — ¿Qué tal si me dices algo sobre Grant?
¿Algo agradable?

— Si crees que eso ayudará... — No tenían tiempo para esto, Grant lo necesitaba ahora mismo...
Pero en este punto, Remus estaba dispuesto a intentar cualquier cosa. Incluso si fuera solo una estratagema
de Sirius para obtener más información. — Er… su nombre es Grant Chapman. Lo conocí en St.
Edmund's en 1975. Le gustaba la misma música que a mí, es amigable, eh...

366
— ¿Qué aspecto tiene?

— Lo has visto.

— No correctamente, yo era un perro. De todos modos, el punto es que pienses en él.

— No hago nada más que pensar en él. — Remus espetó. Cerró los ojos y respiró. — Cabello
rubio. Rizos. Er... creo que tiene ojos... ¿Azules? Sí, azules. Tiene un diente frontal torcido. La última vez
que lo vi estaba más delgado… — Una oleada de ansiedad subió a su garganta. — Er... — balbuceó.

— Continúa — lo animó Sirius — ¿Les gusta la misma música? Entonces, ¿Bowie? T-rex.

— Sí, y le gusta, um... Deep Purple.

— Genial, está bien, ¿Así es como se hicieron amigos?

— Sí — asintió Remus, sintiéndose un poco mejor, concentrándose en lo positivo — Él era el


único en St Eddy's que no era un completo maníaco, o un criminal - quiero decir, tenía algunos cargos,
pero no como… no era nada grave. Entonces un día, eh… bueno, él solo me besó, y así fue como supe…
— Remus miró a Sirius rápidamente para comprobar si estaba bien seguir adelante. La sonrisa de Sirius se
había tensado un poco, pero asintió de nuevo. — Ha sido un buen amigo, aparte de eso. — explicó Remus
— Él nunca me hace sentir mal conmigo mismo. Nunca me hace sentir extraño o diferente.

— Suena como un gran amigo. — Sirius dijo cortésmente.

— Si. Y haría cualquier cosa por mí. Es por eso que necesito... — Miró la brújula y vio que ahora
apuntaba hacia el Oeste, un poco temblorosa, pero lo suficientemente clara para Remus.

Se levantaron y la siguieron. Ya eran más de las siete, no habían comido desde el almuerzo y el
sol comenzaba a ponerse. Lily, James y Peter sin duda se estarían preguntando dónde estaban. Sirius no se
quejó, solo se quedó callado y siguió mientras Remus murmuraba para sí mismo, siguiendo la pequeña
flecha dorada en su palma y oliendo el aire espeso de Londres.

Shepherd's Bush no era mucho más agradable que Mile End y parecía tener una animada vida
nocturna. Los pubs y clubes se llenaban a su alrededor de adolescentes y jóvenes de todas las subculturas;
chicos de discoteca en satén brillante y lentejuelas, skinheads mugrientos con tirantes y botas, rockeros de
la vieja escuela con pelo desgreñado y punks con chaquetas tachonadas y rostros llenos de metal.
Finalmente, cuando se acercaban a Latimer Road, Remus se detuvo.

— Ahí. — Dijo, señalando al otro lado hacia una oscura calle donde había un edificio con
ventanas oscurecidas y escalones que conducían a un sótano. La música fuerte golpeaba en la calle; fuera
quien fuera la banda, tenían poca consideración por sus instrumentos, y menos aún por los tímpanos del
público. — Está ahí. — Remus dijo con firmeza. La brújula lo confirmó, apuntando hacia adelante.

El sótano parecía un poco más animado de con lo que Remus se sentía cómodo. Además de la
"música", los gritos fuertes y los jadeos resonaban desde el interior, acentos del extremo este, rabia
adolescente. Punks flacos de dientes amarillos estaban afuera en manadas, cabello verde puntiagudo y
pesadas cadenas de bicicletas. Remus se sentía horriblemente vulnerable con sus gastados pantalones de

367
pana marrón y su enorme camisa de abuelo, pero Sirius estaba aún más fuera de lugar, con su largo
cabello hippie y su inconfundiblemente y bien educada postura.

— ¿Deberíamos entrar? — Preguntó Sirius, sin rastro de nervios.

— Um. — Dijo Remus. Estaba a punto de sugerir el ir solo, cuando intervino el destino.

— Quítate de mi camino maldito maricón — gritó un tipo que s veía como un gorila a un joven,
que salía tambaleándose a la calle, con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos. Tenía un desordenado
cabello rubio sucio y un aroma que Remus conocería en cualquier parte de la tierra.

— ¡Grant! — Remus corrió hacia él, cruzando la calle corriendo sin siquiera mirar.

Grant no lo escuchó y avanzó lentamente por la calle, encorvado. Había algo mal en la forma en
que caminaba; su andar se torcía y tambaleaba. Apestaba a ginebra barato, incluso a unos metros de
distancia. Los punks lo miraban lascivamente, gritando obscenidades viles para ahuyentarlo. Grant se
volvió y le devolvió la burla, levantando dos dedos y gorjeando incoherentemente.

— ¡Grant! — Remus dijo de nuevo, alcanzándolo, bajo una farola amarilla. Grant finalmente se
detuvo y se volvió, entrecerrando los ojos. La pared detrás de él había sido pintada con spray con varios
lemas disparates;

'CÓMETE A LOS RICOS',

'BUZZ KIDS AND THE GIRL NEXT DOOR/ NO QUIEREN JUGAR EN TU GUERRA FRÍA',

'QUE SE JODA EL SERVICIO NACIONAL'.

— Jesucristo. ¿Qué haces aquí? — Grant se tambaleó y se tambaleó, borracho, se apoyó contra
una pared y se agarró un costado de su cuerpo, como si algo le doliera allí.

— ¡He estado buscándote! — Remus se acercó a él, tratando de ver su rostro, oscurecido por las
sombras.

— Claro, obviamente... Maldita sea, ¿Cómo te las arreglas para hacerlo? — Grant negó con la
cabeza.

No se veía bien. Se veía terrible. Estaba delgado; más delgado de lo que debería estar, más
delgado de lo que realmente era saludable. Su cabello estaba lacio y parecía que no lo habían lavado en un
tiempo, y tenía un mosaico de moretones en un lado de su cara, que desaparecia debajo de su camiseta,
morado y feo.

— ¿Qué te pasó?

— Un maldito punk me pasó, ¿No? — Grant se echó a reír, un horrible sonido ahogado, luego se
tambaleó de nuevo y se sentó en la acera. — Lo siento amigo, estoy un poco mareado. — Él intentó
vomitar un par de veces, pero no surgió nada, así que escupió.

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Remus se acuclilló a su lado, con las manos temblorosas.

— ¿Quién te hizo esto? ¡¿Ocurrió allí dentro?! — Se inclinó, tratando de ver adecuadamente el
pobre rostro maltrecho de Grant.

Definitivamente era Grant, pero estaba tan cambiado, casi irreconocible. Lejos estaba los suaves
azules y brillantes ojos y la sonrisa descarada que Remus recordaba. Habían sido reemplazados por
desagües negros rotos, ojos cetrinos atormentados, piercings de aspecto desagradable en su nariz, cejas,
labios que definitivamente estaban infectados.

— Aléjate — dijo Grant, salvajemente, borracho. No habría golpeado a Remus, y no habría dolido
si lo hubiera hecho, pero Sirius saltó hacia adelante en un instante.

— Oi, retrocede, amigo.

Grant parpadeó y miró a Sirius, levantando una mano para protegerse los ojos del brillo de las
farolas. Frunció el ceño, luego se burló.

— ¿¡Y quién carajos eres tú!? Vete a la mierda, estoy hablando con mi amigo. — Se volvió hacia
Remus — ¿Te apetece una pinta? — Y trató de ponerse de pie. Remus lo ayudó, agarrándolo firmemente
por debajo del codo.

— No creo que necesites beber más... ¿Qué tal una cena?

Un destello de sobriedad regresó a los rasgos de Grant.

— ¿Tienes efectivo?

— Sí, por supuesto — asintió Remus, tratando de guiarlo lejos de la horrible calle en la que
estaban — Vamos, te invito a cenar, ¿Qué te gustaría?

— Oh, ya sabes, soy fácil de complacer — se rió Grant, apoyándose pesadamente contra él, pero
al menos dejándose llevar.

Sirius lo siguió, luciendo muy incómodo. Grant ni siquiera se dio cuenta hasta que llegaron a un
café, camino arriba. Recuperado un poco más para entonces, todavía estaba apoyado en Remus, y Remus
podía escuchar un extraño tirón en su respiración que le decía que Grant estaba sufriendo.

— ¿Aquí? — Remus se volvió hacia Sirius, cuestionando. Sirius miró la ventana iluminada, las
sillas de plástico baratas en el interior, con una leve mirada de desdén, pero se encogió de hombros.

— Probablemente es lo mejor que encontraremos por aquí.

— ¡Tú otra vez! — Grant refunfuñó: — Pensé que te había dicho que te fueras.

— Grant. — dijo Remus con suavidad — Este es Sirius, mi amigo de la escuela.

369
Grant lo miró dos veces, entrecerrando los ojos (o el ojo, de todos modos, solo uno de ellos se
abría correctamente)

— Vaya, joder. — Murmuró, todavía tambaleándose: — Si que es increíble.

Sirius parecía avergonzado, así que Remus condujo a Grant al café para que se sentara, pidiendo
tres tazas de té, un pastel, y papas fritas. Pollo y champiñones.

— No quiero ningún problema contigo. — Dijo el hombre corpulento detrás del mostrador,
mientras dejaba las tazas de té grisáceo. — Conozco a los de tu tipo.

— Váyase viejo sucio — dijo Grant — Apuesto a que pagarías por uno de esos si pudieras.

— ¡¿Qué te dije?!

— Mira — Remus se puso de pie, rápidamente — Está recuperando la sobriedad, lo mantendré


callado, lo juro. Pagaré por adelantado, estará bien una vez que coma...

El hombre grande lo miró apreciativamente, sus ojos se dirigieron rápidamente a Sirius, todavía
sentado, luego a Grant, luego de nuevo a Remus.

— ¿Qué eres, un cristiano haciendo servicio comunitario?

— Algo así. — Remus asintió, tratando de parecer religioso. O como sea que fuera el aspecto
religioso. De todos modos, satisfizo al dueño de la cafetería, que regresó pesadamente detrás de su
mostrador, presumiblemente para calentar su comida.

— Caray — se rió Grant mientras tomaba el té — Te vuelves más elegante cada año, Remus,
viejo amigo.

— Por favor, deja de intentar pelear con todos durante cinco minutos, ¿Puedes?

Grant sopló una frambuesa y luego se rió.

Cuando llegó la comida, Grant la comió como si no hubiera comido en semanas. Remus esperaba
que eso no fuera cierto, pero a juzgar por el estado de su cuerpo huesudo, las cosas no se veían bien. El
pastel y las papas fritas fueron demolidos en minutos, y Remus pidió una tarta de horneado para después,
así como un poco más de té.

— ¿Dónde estás viviendo? — Preguntó, esperando sonar amable y no acusador. — ¿Qué estabas
haciendo en ese club?

— Emborracharme. — Grant murmuró. Estaba más tranquilo ahora que había comido, más lento y
más dócil.

— Bueno, ya lo estás. Y esos moretones...

370
Grant miró hacia arriba, de repente, directamente a Remus. Estaba sobrio como una piedra, sus
ojos agudos y abiertos, como si el rostro de Remus fuera un espejo y se estuviera viendo a sí mismo por
primera vez. Tocó con sus sucios dedos el lado estropeado de su mejilla.

— Tuve un altercado hace unos días. — Dijo: — Pero a la mierda, mañana me voy a Brighton.
Estoy harto del maldito Londres. Harto del maldito y miserable Londres. Todo el mundo quiere atacarte,
golpearte, de cualquier forma que puedan. ¿Sabes a qué me refiero?

— Sí — suspiró Remus. Se sintió tan impotente. Quería mirar a Sirius en busca de tranquilidad,
pero de alguna manera le parecía irrespetuoso hacia Grant.

— ¿Cómo vas en la escuela, niño rico? — Grant preguntó, sorbiendo su té como un constructor.

— Oh... bien, ya sabes. Bien. ¿Qué hay en Brighton? ¿Algún lugar para vivir? ¿Un trabajo?
¿Como vas a llegar allá?

— Tengo amigos. — Grant se encogió de hombros y luego hizo una mueca. Se había roto una
costilla, se dio cuenta Remus, y se regañó por no haberlo notado antes.

— ¿Necesitas ir a un hospital? ¿Cuánto tiempo llevas así?

— No hay hospitales — refunfuñó Grant, acurrucándose en su asiento protectoramente, — Ellos


piensan que soy un idiota. Probablemente parezca uno, ¿No es así?

— Fui a Mile End, vi a Adz.

— Ese capullo. Puede irse a la mierda. Mira, prestame diez dólares, ¿Quieres? Estoy bien ahora,
dame tu dirección y te lo devolveré.

— No si sólo te vas a emborrachar.

— ¡Oye, señor todo grande y poderoso! Te haré saber que me merezco un buen trago. Tengo el
corazón roto. Tú recuerdas cómo se siente, ¿No?

Le dio a Sirius una mirada menos que sutil. Sirius, para su crédito, no reaccionó, pero miró
fijamente el azucarero. Alguien había apagado su cigarrillo en el azucarero.

— Lo siento mucho, Grant. — Remus dijo, sinceramente — Mira... ¿Dónde estás durmiendo en
este momento?

— Camino arriba.

— ¿Es seguro allí?

— Perdí mi llave.

371
Bueno, pensó Remus para sí mismo. Al menos hay un candado. Había estado a medio camino de
decidir pasar de contrabando a Grant de regreso al Callejón Diagon y enfrentar las consecuencias cuando
los atraparon.

Pidieron más té y Grant comió un poco más. Una vez que hubo terminado, se había vuelto
agradablemente suave y somnoliento; borracho con el estómago lleno. Sirius y Remus lo ayudaron a
regresar a su habitación, en una antigua terraza eduardiana que parecía haber sido abandonada durante
años. Aún así, el interior estaba ajetreado y era más acogedor que el edificio de Mile End. Una mujer
joven se asomó en la habitación de al lado, el rostro mohoso y pecoso en desacuerdo con su Mohawk
verde gunge.

— ¿Grant? Dios, ¿Estás borracho de nuevo? Te dije que el vodka no es un maldito analgésico, ¡Ve
a un maldito médico! — Ella miró a Remus — ¿Quién eres tú?

— Un amigo, solo estoy tratando de asegurarme de que esté bien...

— Él estará bien, siempre se pone así.

Sirius realizó un hechizo de desbloqueo silencioso en la puerta de Grant y Remus medio llevó a
Grant adentro, colocándolo tan cuidadosamente como pudo sobre el único colchón en el piso. Era una
habitación pequeña, con una pequeña ventana redonda. Sin amueblar, había una pila de revistas en una
esquina con una lámpara en la parte superior, una mochila llena de ropa, un espejo que se estaba oxidando
en los bordes y lo que parecía una pequeña estación de lavado: una pastilla de jabón, un cepillo de dientes
y un cuenco vacío.

Grant se acurrucó en el colchón y comenzó a roncar suavemente. Remus se arrodilló a su lado,


frunciendo el ceño. La chica punk estaba de pie en la puerta, con los brazos cruzados, mirando a Sirius de
arriba abajo.

— Dijo que iba a ir a Brighton mañana — le dijo Remus — ¿Es eso cierto?

— Si reunió el dinero para el pasaje del tren, si — se encogió de hombros — dijo que lo robaron
la semana pasada. Estaba viendo a este tipo realmente rudo. Lo trató como una mierda, pobrecito.

— Él tendrá el dinero. — Remus dijo con firmeza. — ¿Te asegurarás de que vaya? ¿Será seguro?

— No soy su tutora. — se encogió de hombros, retrocediendo — Tengo suficientes problemas.

— Encantadora. — Sirius dijo con una ceja levantada mientras ella desaparecía por su habitación.

— Cierra la puerta — dijo Remus, sacando su varita. Quería arreglar todo lo que pudiera mientras
Grant todavía dormía. Repasó su lista de hechizos de curación; solo los había hecho en él mismo, hasta
ahora, pero nada había salido muy mal...

— ¡¿Qué demonios estás haciendo?! — Sirius se acercó, mientras Remus apuntaba su varita al
pecho de Grant. — ¿Qué pasa con el estatuto secreto?

— Al diablo con eso — gruñó Remus — no puedo dejarlo así.

372
Sirius dio un paso atrás y vio como Remus hacía todo lo posible para curar las costillas de Grant.
Luego aclararó los moretones y el ojo ennegrecido. Después se echó hacia atrás, con la mente acelerada.
Se volvió hacia Sirius — Bien, creo que tengo que quedarme aquí esta noche. — Dijo: — Podría dejarle
algo de dinero, pero... creo que es mejor si me aseguro de que llegue a Brighton mañana, si eso es lo que
todavía quiere hacer, cuando esté sobrio.

— Bien. — Sirius asintió con la cabeza — Tenemos que llegar a King's Cross, sin embargo...

— Sí, llegaré a tiempo. Puedo aparecer desde Victoria.

— Okay. — Sirius asintió de nuevo. Se sentó, apoyado contra la pared opuesta. Se quitó la
chaqueta y la dobló debajo de él.

— ¿Qué estás haciendo? — Remus preguntó: — Tienes que volver al Callejón Diagon.

— No, no tengo que hacerlo. — Sirius se encogió de hombros. — Me puedo quedar.

— Pero James...

— Oh, claro, sí, espera... — Sirius metió la mano en su bolsillo y sacó el espejo compacto. Remus
lo miró con envidia. Deseó tener uno. Se lo daría a Grant y nunca más lo perdería. — Oye, Potter, ¿Estás
ahí? ¿Prongs? — Sirius estaba hablando por el dispositivo — Hola… mira, Moony y yo vamos a ir a un
concierto por aquí, llegaremos tarde… no le digas a nadie, ¿De acuerdo? Nos vemos mañana... sí... sí... no,
lo prometo. Okay. Adiós. — Lo cerró de golpe y miró a Remus — Ya, listo.

— No tenías que hacer eso. Si te preocupa dejarme aquí con él, en realidad solo me aseguro de
que esté bien.

— Y me aseguro de que estés bien, Remus. — Sirius respondió con frialdad. — No te voy a dejar
pasar toda la noche solo en este lugar. Vamos, pongámonos cómodos. Hay mucho piso para acomodarse...

La culpa de Remus se elevó aún más entonces, cuando Sirius le dio una sonrisa brillante y
extendió un brazo hacia él. Su última noche antes de la escuela, la iba a pasar en el piso de una casa de
transición muggle, y ni siquiera se estaba quejando de eso. Remus se sentó también y se agachó para
sentarse bajo el brazo de Sirius. Al menos ahora estaban juntos. Sirius le besó la cabeza y ambos miraron a
Grant, durmiendo como un niño.

— Lo siento. — Remus dijo, exhausto — Él no es… No quiero que pienses que normalmente
actúa de esta manera. Obviamente la ha pasado mal.

— ¿Qué fue lo que le sucedió? — Sirius preguntó, muy tranquilamente — ¿Qué pasó para que él
terminara aquí, así?

— Lo echaron de St. Edmund's, hace dos años — bostezó Remus, sus ojos se volvieron pesados.
— No tenía ningún otro lugar adonde ir… no puede conseguir un trabajo porque no hizo sus exámenes en
la escuela. Y supongo que no tiene una casa adecuada.

— ¿Remus?

373
— ¿Mm?

— Esto no te pasará a ti, ¿Verdad? Porque nos tienes a nosotros.

— Sí — murmuró adormilado, solo prestando atención a medias — Te tengo a tí, Padfoot. No te


preocupes por mí.

(Songs: Paper Bag & I Live Off You - X-ray Spex)

374
~SEPTIMO AÑO~

375
119
De regreso a la escuela
Por un horrible momento, justo cuando se despertó, Remus olvidó dónde estaba. Aspiró el aire
viciado, el leve olor a periódico podrido, sudor y orina. Observó el suelo duro, que había exacerbado sus
diversos dolores y molestias durante la noche. Luego abrió los ojos y vio a Grant, acostado en el colchón
de enfrente, mirándolo fijamente. Se veía un poco mejor.

— Buenas. — Grant articuló.

— Buenos días — respondió Remus, moviéndose contra Sirius, que todavía estaba profundamente
dormido, con la cabeza contra la pared. Se apartó con cuidado y le susurró a Grant: — No te preocupes,
duerme como un muerto. Lo despertaré en un momento.

— No puedo recordar mucho de anoche. — Grant susurró, acostado de costado, con la cabeza
apoyada en una almohada que parecía sucia y manchada. — Perdón si fui un idiota. Creo que he sido un
poco idiota estos días.

— Estabas bien — Remus negó con la cabeza — Solo un poco... triste, tal vez.

Grant parecía afligido, por lo que Remus se movió para levantarse.

— ¿El baño? — Preguntó.

— Está abajo. Te mostraré. — Grant se incorporó con cautela y luego pareció asombrado. —
Vaya —dijo, dándose unas palmaditas en el costado— Después de todo, debió de haber sido solo un
moretón. Sabía que no necesitaba ningún médico.

Remus frunció los labios y siguió a Grant. La planta baja ya estaba llena de actividad, a pesar de la
madrugada. La casa parecía una especie de comunidad, llena de diferentes tipos de personas. Había una
letrina en el jardín trasero (más como un patio que se había convertido en una especie de jardín) y una
ducha al aire libre. Remus imaginaba que no debía de ser muy divertido bañarse en el invierno.

Aún así, la gente era amigable y todos saludaron a los dos chicos cuando pasaron, lo que Remus
comentó.

— ¿Todo el mundo parece agradable?

— Están bien. — respondió Grant desde el interior del baño — Sólo me voy a quedar unos días.
Me iré tan pronto como pueda.

— ¿Para Brighton? Mencionaste eso anoche...

376
— Oh, ¿Lo hice? Sí, ese era el plan... — Grant salió de la letrina, luciendo avergonzado — Quizás
el próximo mes, sin embargo

— ¿Qué tienes ahí? ¿Amigos?

Grant asintió.

— Sí, uno de los agradables muchachos del departamento de Mile End. También tengo una prima
ahí, la última Chapman que no me odia. Ella es dueña de un pub, dijo que me contrataría si podía
arreglarme por una vez y pagar el pasaje del tren. — Suspiró, pesadamente, lavándose las manos, luego la
cara en un balde de agua sacado de un gran bote de agua verde que estaba junto a la puerta trasera. — Se
supone que debo 'probarme a mí mismo' o algo así.

— Eso no suena muy... — ¿Qué quería decir Remus? ¿Familiar? ¿Amable? Grant claramente
había experimentado muy poco de ambos.

— Nah, ella está siendo bastante justa. — respondió Grant, palpando sus bolsillos y no
encontrando nada. Remus le entregó su propia lata de cigarros y su encendedor. Grant asintió con
apreciación y continuó explicando mientras encendía uno: — La he defraudado un par de veces antes.
Sobre todo si mi abuelo estaba involucrado, sabes que no lo soporto.

Remus asintió, tratando de parecer comprensivo. Grant tenía una enorme familia católica e
irlandesa, le había dicho una vez, pero las relaciones entre ellos a menudo eran tensas, sobre todo en lo
que respecta a su abuelo patriarcal.

— No me malinterpretes — estaba diciendo Grant — Realmente iba a ir, esta vez, iba a… pero las
cosas simplemente salieron mal de nuevo. Muchas cosas han salido mal, para ser honesto.

Remus quería abrazarlo, pero se veía tan delgado, tan nervioso y espinoso que le dio miedo.

— ¿Cuánto cuesta el pasaje? — Preguntó, hurgando en sus bolsillos: — Tengo un poco de dinero,
que me dejó mi papá, puedes tener el pasaje, te llevaré a la estación hoy.

— No pude hacer eso. — Grant levantó las manos.

— No para quedártelo, obviamente. — dijo Remus rápidamente — Me deberás dinero. Mira,


tengo un año más de escuela, luego iré a buscarte. Ya estarás trabajando en el bar de tu prima, ¿Verdad?
Entonces puedes devolverme el dinero, ¿Cuánto? ¿Diez?

— Cuatro libras. — Grant suspiró. — Tenía cuatro libras la semana pasada, pero... las perdí. No
las usé en bebida, lo juro

— ¡¿Cuatro libras?! Puedo prestarte eso. Está bien.

— ¡¿En serio?! — Grant lo miró fijamente, parpadeando.

— Por supuesto — Remus asintió, frunciendo levemente el ceño — ¿Por qué no? Tú harías lo
mismo por mí

377
— Yo... — Grant negó con la cabeza, luego presionó la palma de su mano en un ojo, como
abrumado por la emoción. — Gracias, Remus. Eres un buen amigo.

— Tú harías lo mismo por mí — repitió Remus.

Se le ocurrió por primera vez que él y Grant tenían en realidad la misma edad. Grant siempre
había sido tan conocedor, tan astuto y protector, que Remus lo había considerado mayor; mas maduro.
Pero solo tenía diecisiete años y la vida había sido tan cruel con Grant como con Remus. Quizás incluso
más cruel, porque después de todo, Remus sabía en su corazón que nunca estaría sin hogar; nunca podría
estar solo mientras los merodeadores estuvieran allí. Necesitaba aprender a dejar de poner a la gente en
pedestales; dejar de esperar tanto de todo el mundo.

Entonces dio un paso adelante y abrazó al otro chico, preocupándose de no quemarse con el
cigarrillo.

— ¿Cuándo te volviste tan alto, de todos modos? — Grant se rió, amortiguado bajo el brazo de
Remus.

— No empieces — se rió Remus, retrocediendo — Sirius se burla de mí todo el tiempo.

— Sirius. — Grant sacudió la cabeza con asombro — Sirius y Remus. Maldita sea. ¿Es él? ¿El
chico elegante que te rompió el corazón?

— Er… sí. Sin embargo, ahora está bien.

— Eso espero, Remus, amigo.

***

Hubo tiempo para que Grant empacara sus escasas posesiones, y para que Sirius y Remus lo
llevaran a desayunar a un pequeño café en la estación Victoria.

— Vas a hacerme engordar — le dijo a Remus, mientras se mofaba de su segundo tocino.

— No hay posibilidad — dijo Remus, dándole un empujón en las costillas.

Sirius había estado callado toda la mañana, pero nunca funcionaba bien luego de una mala noche
de sueño. Se veía solo un poco arrugado, su cabello un poco menos brillante de lo habitual, sus ojos un
poco nublados. Remus podía decir que todavía estaba fascinado por las vistas y los sonidos del Londres
muggle, solo que, por supuesto, no podía explicarle eso a Grant.

Grant miró a Sirius con una cautela similar. Se disculpó por su comportamiento de la noche
anterior y trató de explicar que lo habían pillado en una "mala noche". Parecía más dócil frente a Sirius,
menos descarado, tal vez percibiéndolo como un superior social y, por lo tanto, ligeramente peligroso.
Remus recordaba muy bien lo extraños que habían sido Potter y Black para él, una vez.

— Ustedes dos tienen un tren que tomar también, ¿eh? — Grant dijo, sus ojos se dirigieron
rápidamente a Sirius, luego a Remus, y después de nuevo a Sirius.

378
— Sí, pero tenemos tiempo. — Dijo Remus. — Aquí, quiero darte esto... — le entregó a Grant un
trozo de papel que tenía la dirección de los Potter — Es donde vivo cuando no estoy en la escuela. ¿Me
enviarás una carta cuando estés instalado? ¿Una postal? Júralo.

— Sí, está bien — asintió Grant, guardándolo — Te lo advierto, mi letra es una mierda y no puedo
deletrear ni siquiera por dinero.

— No me importa eso. Solo quiero saber dónde estás, la próxima vez. ¿Necesitas sellos? debería
haber comprado sellos...

— Puedo conseguir sellos — Grant tocó su brazo — Ya has hecho suficiente. Honestamente.

Se abrazaron de nuevo en la plataforma. Grant estrechó la mano de Sirius, lo cual fue extraño,
pero cortés de su parte.

— Iré a visitarte, tal vez en Navidad, o el próximo verano. — dijo Remus.

— Ya lo creo, no puedo deshacerme de ti, ¿verdad? — Grant sonrió. Su primera sonrisa genuina
hasta ahora, hizo que Remus se sintiera algo más tranquilo. — Somos como imanes, tú y yo, ¿eh? Siempre
volvemos a juntarnos.

Esto golpeó a Remus de tal manera que tuvo que abrazar a Grant de nuevo, hasta que el otro chico
se rió y lo empujó — Está bien, está bien, tengo que tomar un tren, sabes...

Y, por supuesto, también Remus y Sirius. Tan pronto como Grant desapareció por las puertas del
tren, corrieron hacia los baños de caballeros para aparecer en King's Cross. Dentro del cubículo, Sirius
finalmente habló. Tocó el brazo de Remus, donde Grant lo había hecho solo unos minutos antes.

— Pareces exhausto. Déjame hacerlo, puedes acompañarme.

— ¿De verdad? — Remus podría haber dicho que no estaba más cansado que Sirius, quien había
aguantado tanto como él, pero eso habría sido una mentira. Incluso estaba demasiado cansado para
discutir.

— De verdad. — Sirius asintió, tomando su brazo.

— Gracias por quedarte conmigo. Gracias por ayudarlo.

— No seas tonto. — Sirius le dio una pequeña sonrisa. — Él obviamente... te ama.

— Él... — Pero Remus no tuvo oportunidad de terminar su pensamiento; estaba girando por el
espacio, el ruido y el color se volvieron borrosos cuando él y Sirius dejaron Victoria y aterrizaron, con
bastante gracia, en las afueras de King's Cross.

No tuvieron más remedio que correr hacia el andén, y encontraron a James colgando de la puerta
del tren saludando frenéticamente.

379
— ¡Maldita sea! ¿Dónde han estado ustedes dos?

— ¡Lenguaje! — La cara de Lily se asomó por la siguiente ventana, mientras decía: — ¡Ahora
eres Head Boy, deberías estar dando ejemplo!

— ¡Estoy dando el ejemplo, regañando a estos idiotas! — James replicó mientras Sirius y Remus
subían al tren justo cuando sonaba el silbato del guardia.

— ¡Lenguaje! — Lily dijo de nuevo: — Honestamente, James, realmente necesitas empezar a


madurar este año, eres mayor de edad, necesitas empezar a actuar...

— ¡¿No es ella brillante?! — James sonrió a Remus, quien ahora estaba sentado en el piso del
carruaje, recuperando el aliento. Sirius estaba inclinado, con las manos en las rodillas, luciendo
sorprendentemente para nada como él; la cara roja, el pelo por todas partes. James los miró a ambos,
cruzando los brazos, las insignias doradas de Head Boy y de Capitán de Quidditch brillaban en su túnica
oscura. — Entonces, ¿Dónde estaban?

— Te lo dije. Un concierto. — Sirius bufó.

— ¿Cuál banda?

— No los conoces. Banda muggle.

— ¿Por qué no regresaron anoche? ¡¿Dónde durmieron?!

Sirius le lanzó una mirada nerviosa a Remus, y Remus pudo ver que estaba a punto de derramarlo
todo. Se puso de pie rápidamente

— No dormimos. Estuvimos despiertos toda la noche. Desayunamos y luego vinimos


directamente aquí.

Sirius lo miró con asombro antes de asentir. James negó con la cabeza.

— Es una locura lo que hicieron. Además de haber sido peligroso. En serio, muchachos, no
vuelvan a hacer eso.

— No lo haremos. — Sirius murmuró, mirándose los pies.

Lily apareció en el pasillo, con las manos en las caderas, luciendo hermosa y aterradora.

— Potter. — Ella dijo: — Tenemos que dirigir la reunión.

— ¡Estás en lo correcto! — James sonrió, olvidándose por completo de sus dos amigos sin aliento,
siguiendo a la pelirroja hacia el vagón de prefectos. — ¡Hasta luego, chicos! — Saludó distraídamente.

— Eres un mentiroso realmente bueno — le dijo Sirius a Remus. Tal vez era la falta de sueño o el
dolor en su cadera, pero esta declaración frotó a Remus de la manera equivocada.

380
— ¡¿Qué se supone que significa eso?! — Él chasqueó.

— Nada. — Sirius miró hacia abajo de nuevo. — Vamos, busquemos a Pete.

Peter estaba sentado con Mary, Marlene y Dorcas en el vagón del que Lily acababa de salir.
Parecía un poco superado en número, ya que las chicas estaban intercambiando tips de hechizos para
fortalecer las uñas.

— ¡Pensamos que perderían el tren! — Dijo Marlene, cuando Remus y Sirius entraron.

— Ya me conoces, McKinnon — Sirius le dio su sonrisa más encantadora — Me gusta hacer una
entrada.

— Y ahora estás arrastrando al pobre Remus contigo — se rió Mary — Ven y siéntate aquí,
Lupin, te protegeré de ese delincuente. — Se movió en su asiento para hacer espacio junto a la ventana.
Remus tomó el espacio agradecido.

— ¿Dónde estaban? — Peter preguntó: — Me dejaron solo con Lily y James. Bien podría haber
sido un fantasma.

— Concierto. Nos quedamos hasta tarde. No dormimos. — Sirius agitó una mano, bostezando. Se
sentó frente a Remus y se cruzó de brazos, apoyándose con cansancio contra la ventana.

El tren comenzó a moverse y Remus cerró los ojos, porque estaba agotado, pero también porque
de esa manera no tenía que responder más preguntas sobre dónde había estado. Las chicas comenzaron a
hablar más tranquilamente y finalmente se quedó dormido.

Cuando se despertó, ya estaban en Escocia, las oscuras colinas ondulantes pasaban silbando, un
poco de lluvia golpeaba las ventanas.

Sirius estaba acurrucado en el asiento frente a él, completamente escondido bajo las capas de
todos los demás. Remus podía escucharlo respirar cada noche; profundamente dormido.

Mary estaba deslizando la puerta para abrirla mientras Remus se desperezaba, saludándola
adormilado. Ella sonrió y le devolvió el saludo, pero se veía seria. Marlene frunció el ceño

— ¿Qué pasa?

— Acabo de ver a Lily — susurró Mary — Algo pasó en el vagón de prefectos — miró a Sirius,
todavía solo un bulto debajo de las capas, y bajó la voz aún más por lo que Remus y Marlene tuvieron que
inclinarse — James y Regulus se pelearon. Ambos están bien, pero se puso bastante desagradable, por lo
que parece... Regulus estaba diciendo algunas cosas realmente locas, Lily estaba realmente conmocionada.

— Él es uno de ellos — susurró Marlene, luciendo ansiosa — La familia Black son fuertes
partidarios de tú-sabes-quién, todos lo saben.

— Sh. — Remus dijo, rápidamente — No sabemos qué fue lo que pasó. Podría ser cualquier otra
cosa.

381
Las chicas se quedaron en silencio después de eso, pero intercambiaron miradas preocupadas entre
sí y Remus se dio cuenta de que pensaban que estaba siendo ingenuo.

Se reclinó y miró por la ventana por un rato, escuchando los latidos relajados de Sirius y
preocupándose por Grant y deseando más que nada que lo peor ya estuviera detrás de ellos.

(Losing My Religion - R.E.M)

382
120
Truenos
Ni Remus ni Peter, quién también había estado en el vagón, le dijeron algo a Sirius sobre la
información de Mary. Peter probablemente guardó silencio porque no estaba seguro de cuán valiosa era la
información. Remus se quedó callado porque era un cobarde, y si alguien tenía que dar malas noticias,
preferiría que James las diera.

Y efectivamente, James apareció para encontrarse con todos ellos en la plataforma del tren con un
ojo muy rojo y un uniforme escolar arrugado.

— ¿Qué te pasó? — Sirius bostezó, ajeno.

— Te cuento más tarde. — James murmuró, antes de trotar para unirse a Lily y guiar a los de
primer año en la dirección correcta.

Seguía lloviendo levemente, el cielo ya había oscurecido. Remus estaba muy contento de no tener
que cruzar el lago. Aún así, fue algo agridulce, subirse a los carruajes sin caballos por última vez con
Sirius, Mary y Marlene (Peter había decidido seguir a su amada y entrar en otro carruaje con Dorcas y sus
amigos). Mientras entraban al patio del castillo, Remus miró hacia la imponente piedra y se preguntó si
este sería su último recuerdo de llegada a Hogwarts. Quizás todos regresarían para una fiesta de reunión
en diez años. Ese era un pensamiento agradable, aunque 1987 parecía completamente imposible en ese
momento.

Remus trató de prestar mucha atención a la ceremonia de selección, la línea nerviosa de los
pequeños de primer año, el viejo sombrero maltrecho, el semblante severo pero afectuoso de McGonagall.
Trató de grabar cada momento en su memoria, pero no fue fácil; había tantas distracciones.

Primero, estaba el ojo de James, que todavía no había explicado. Luego estaba Regulus, que
estaba notoriamente ausente. Snape, ceñudo como siempre, sus ojos nunca dejaron la parte de atrás de la
cabeza de Lily Evans. Christopher, que seguía tratando de llamar la atención de Remus, y Sirius, que no
estaba al tanto de todo lo demás, y simplemente estaba emocionado de estar de regreso en Hogwarts; su
verdadero hogar. Remus estaba tratando de disfrutar del buen humor de Sirius sin parecer demasiado
como si estuviera mirando. Era una verdadera pieza de arte.

Justo cuando Dumbledore anunció que la cena estaba servida, las puertas al fondo del pasillo se
abrieron. Todas las cabezas se volvieron para ver, excepto Remus, que solo necesitaba ver morir la sonrisa
en el rostro de Sirius para saber quién era.

Regulus no se apresuró a ir a su asiento, como probablemente habría hecho Remus, avergonzado


de llamar la atención. No, Regulus era un Black de pies a cabeza y caminaba con su porte real habitual,
lentamente y con determinación, con la cabeza en alto. No había evidencia de que James hubiera hecho
algún daño, pero Remus pensó que Reg se veía incluso más pálido de lo normal y con los ojos oscuros
como si no hubiera dormido mucho últimamente. Un sexto año de Slytherin hizo un gran espectáculo al

383
hacerle espacio, como si fuera un invitado de honor, en lugar de su compañero de escuela. Incluso la
atención de Snape se desvió momentáneamente, mientras se inclinaba para estrechar la mano de Regulus.

Todo esto tomó solo unos momentos, pero dejó una marca indeleble en los de séptimo año de
Gryffindor, ya que todos miraron a Sirius con cautela.

— Amigo. — dijo James, muy tranquilamente — necesito decirte algo más tarde. En privado. —
Miró a Remus y Peter mientras decía esto, para que supieran que estaban incluídos en esto.

Sirius solo asintió y mantuvo la cabeza gacha durante el resto de la comida, solo picoteando su
comida. A Remus le dolía el corazón, pero no había nada que pudiera hacer. Su sensación de separación se
vio exacerbada sin darse cuenta por Lily y James, que seguían apretándose las manos debajo de la mesa.
Remus no sabía cuándo él y Sirius tendrían una oportunidad para estar solos.

Después de la cena, fue una espera casi insoportable el tener que esperar a que Lily y James
terminaran con sus nuevos deberes como Head Boy y Girl. Remus asentía en su sillón, sin poder
concentrarse en su texto NEWT de Cuidado de criaturas mágicas, los párpados cada vez más pesados.

— Psst, Moony — James lo despertó, finalmente, con una suave sacudida — Vamos, todos vamos
a arriba.

Remus parpadeó, mirando a su alrededor con sorpresa: la sala común estaba casi vacía.

Arriba, en su dormitorio, todos sus baúles habían llegado, sus camas estaban hechas y sus pijamas
dispuestos. La lluvia seguía golpeando los cristales de las ventanas y Remus podía oler una tormenta en su
camino: la electricidad y la presión hacían que el aire se sintiera denso y demasiado cerca.

Sirius caminaba de un lado a otro, y aunque una ventana estaba abierta, la habitación apestaba a
cigarrillos fumados sin parar. Se había duchado en algún momento, y su cabello todavía estaba húmedo en
las puntas, goteando sobre la camiseta granate que usaba para la cama. Peter acababa de salir del baño, ya
en pijama y oliendo levemente a pasta de dientes.

— No me despertaste. — Remus dijo neutralmente a Sirius. Sirius se encogió de hombros,


descuidadamente, sentándose en su cama.

— Te veías muy cómodo. Pensé que probablemente te vendría bien dormir un poco. — Se volvió
hacia James. — ¿Y bien?

— Se trata de Regulus — dijo James, sin andarse con rodeos.

— ¿Él te hizo eso? — Sirius asintió con la cabeza al ahora muy prominente ojo morado de James.

— Sí. — James asintió. Parecía enojado, una extraña emoción en James. — Sí, intercambiamos
algunas palabras en el vagón de los prefectos...

— Palabras.

384
— Sí — la mandíbula de James estaba tensa, y la parte posterior de su cuello estaba enrojecida.
Flexionó los puños — Parece que Regulus y algunos de sus compañeros no soportan el hecho de que
Evans sea Head Girl.

— Oh, no — dijo Peter, dándose cuenta de lo que había sucedido — James, él no...

— Él fue el que habló. — Dijo James.

— Pero tú no. — Dijo Sirius. Seguía sentado en la cama, con los hombros caídos.

— ¡Prongs! — Remus suspiró, impaciente — ¡¿No lo atacaste primero, no?! Sabes que eso es
exactamente lo que todos ellos quieren de nuestro lado. Deberías haberlo ignorado.

— No me lo puso muy fácil. — Espetó James, todavía nervioso. — De todos modos, no te


molestes, ya tuve un sermón de Lily.

Remus se preguntó qué le había dicho ella, no podía imaginar que se hubiera tomado muy bien el
que James haya hecho de caballero blanco. Pero, Mary había dicho que ella estaba muy conmovida. — No
le hice daño, de todos modos — continuó James. Había comenzado a caminar por la habitación, ahora que
Sirius se había detenido. — Solo quería callarlo, iba a usar el hechizo de silencio, o tal vez scourgify, ya
sabes, pero la pequeña comadreja lo esquivó y trató de que me pegara a mí, así que usé el hechizo de
piernas de gelatina. Fue entonces cuando Mulciber se lanzó hacia mí y Evans nos petrificó a los tres. Solo
por unos minutos. Aún así, le dí a Regulus, así que por eso tuvo que ir a la enfermería, todo quedó escrito.

— ¿Estás en problemas? — Preguntó Peter, mordiéndose las uñas.

— No — James agitó una mano — Muchos testigos dijeron que Reg provocó todo, y al final fue
Gryffindor contra Slytherin, así que McGonagall y Slughorn acordaron darnos otra oportunidad de 'ser
civilizados'. — Hizo una mueca ante esto.

— ¿Pero Reg está bien? — Sirius preguntó en voz baja.

— Sí, bien. — James asintió. Dejó de moverse y se rascó la cabeza, torpemente — Hay algo más,
sin embargo...

Sirius miró hacia arriba. Sus brazos estaban cruzados sobre su cuerpo, pero no de una manera
desafiante, más como de forma protectora.

— ¿Qué?

— Regulus. Cuando Lily lo petrificó, se cayó y tuvimos que levantarlo y dejarlo en un asiento. Se
había remangado para batirse en duelo, y cuando lo estaba moviendo, vi... vi... en su brazo...

— ¿Prongs? — Sirius estaba mirando a su amigo con tal ardor en sus ojos que sus pupilas eran
llamas gemelas - parecía desesperado, como si quisiera que James no lo dijera.

— Él tiene la marca.

385
Peter hizo un ruido y se sentó con fuerza en su cama. Remus se mordió el labio y se quedó quieto,
porque no podía pensar en nada más que hacer que no pareciera sospechoso.

Sirius tragó - Remus pudo ver la manzana de Adán moviéndose - luego miró hacia abajo, luego de
nuevo a James. Ahora parecía desafiante. Se encogió de hombros de nuevo, lo que probablemente tenía la
intención de ser casual, excepto que todavía estaba abrazándose a sí mismo, por lo que parecía petulante.
Se echó el pelo hacia atrás.

— Bien, entonces. — Dijo: — Ya sabemos cómo pasó mi familia el verano, entonces. Bien. Está
bien. Ha elegido su lado. Yo elegí el mío. — Él asintió con la cabeza, como si estuviera de acuerdo
consigo mismo. — Bien. — El Repitió.

— Padfoot. — James se acercó a su amigo — Estoy enojado con Reg, ¿de acuerdo? Yo no... no
tiene nada que ver contigo, todo el mundo sabe que no eres uno de ellos.

— Lo sé. — Dijo Sirius, casi con violencia. — Está bien. — Apretó sus manos con más fuerza
sobre sus brazos y Remus se sintió mareado con la necesidad de correr y envolver sus propios brazos
alrededor de él. — ¿Evans está bien?

— Sí, ella está bien. — James dijo: — Quiero decir, creo que estaba herida, pero… bueno, ella es
más dura que yo. Es mejor bajo presión.

— ¿Quieres que le hable? A Reg, quiero decir.

— Yo lo dejaría, amigo. — James negó con la cabeza. — McGonagall y Slughorn lo saben todo
ahora, solo lo empeorarás.

— ¿Todo? — Sirius miró hacia arriba de nuevo. El borde de sus ojos estaba rojo, pero eso podría
ser solo cansancio.

— No todo — admitió James — No sobre la marca, quería dejar eso en tus manos...

—...Okay. — Sirius miró hacia abajo de nuevo. Todos estuvieron en silencio durante mucho
tiempo, antes de que James lo intentara de nuevo, heroicamente.

— ¿Quieres hablar acerca de ello?

— No. — Sirius respondió. — Solo quiero ir a la cama.

— Sí, buena idea. — Dijo James, pasando sus dedos por su cabello.

James estaba haciendo lo que siempre hacía: hacerse cargo, evaluar y manejar lo de Sirius, pero
obviamente el viento estaba fuera de sus velas. No estaba seguro de qué hacer. Remus deseaba poder
decirle telepáticamente; sabía exactamente que hacer. Pero era una mala idea. No había necesidad de
agregar sus propias tonterías a la pila. Simplemente tendría que esperar.

Todos se prepararon para irse a la cama en silencio, desempacaron algunas cosas, reclamaron su
espacio en la encimera del baño, volvieron a instalarse en la cómoda y familiar habitación en la que habían

386
compartido toda una infancia. Remus se dio una ducha rápida para quitarse el olor a Londres de encima,
luego se cepilló los dientes y se vistió para ir a la cama.

Cuando volvió a abrir la puerta, encontró las cortinas corridas alrededor de todas las camas
excepto la suya. Los ronquidos leves provenían de Peter, pero James y Sirius aún estaban despiertos. Si
Remus se concentraba mucho, incluso podía sentir cómo estaban acostados (James de espaldas, lanzando
su snitch dorada de la suerte hacia arriba y hacia abajo, Sirius estaba acurrucado de costado), y cuán
relajados estaban (para nada). Sin embargo, eso se sentía como una invasión de la privacidad, así que trató
de deslizarse lo más silenciosamente posible hasta su propia cama con dosel, esperando un descanso
adecuado por fin.

No tuvo tanta suerte.

— Remus. — La cabeza de Sirius apareció detrás de las cortinas. Remus volvió la cabeza.

— Sirius. — Él susurró en respuesta.

Sirius corrió la cortina y, después de una rápida mirada a las otras camas, Remus se subió tan
silenciosamente como pudo. Por dentro estaba oscuro como la boca de un lobo, pero aún podía ver el
cálido contorno de Sirius, arrodillado ante él. Sacudió su varita.

— Sonoro Quiescis.

— James aún no está dormido — advirtió Remus — ¿Estás seguro de que quieres hablar
conmigo...?

— Sí — respondió Sirius — Por favor, quédate, solo por un rato. — Extendió la mano y tomó la
mano de Remus, apretándola. Remus cedió y finalmente puso sus brazos alrededor de Sirius, acercándolo
más. Sintió un inmenso alivio.

— Siento mucho lo de Reg.

— ¡Ni siquiera es mayor de edad!

— Lo sé.

Se separaron y se sentaron con las piernas cruzadas, uno frente al otro. La cabeza de Sirius estaba
inclinada, su cabello cubría su rostro. Probablemente recordaba lo bien que podía ver Remus en la
oscuridad.

— No puedo creer... sé que es estúpido, debería haber sabido desde el principio que lo haría,
pero... no sé, supongo que solo esperaba que él...

— No es estúpido. — Dijo Remus. — Y no sabemos si se unió voluntariamente. Recuerda lo que


te hicieron cuando querían que te unieras a él.

Sirius se estremeció, pero no se apartó.

387
— Sí. — Murmuró. — Dudo que haya llegado tan lejos con Reg. Siempre fue... siempre lo quiso
más que a mí. Lo tenía todo; la aprobación de nuestros padres, el respeto que recibes de los sangre pura
solo por ser un Black. Nos gusta ser populares y poderosos. Solo... tiene sentido. Por eso somos todos
Slytherins.

— No eres un Slytherin.

— No, no lo soy. — Sirius exhaló, tembloroso — Solía pensar...

— ¿Qué?

— Solía pensar… que tal vez no me clasificaron en Gryffindor porque soy valiente o caballeroso,
como lo es James. Tal vez simplemente no fui bienvenido en Slytherin porque no tengo la ambición que se
necesita.

— ¡¿Ambición?! — Remus lo miró fijamente — Sirius, lo que Reg está haciendo, no es… no es
nada de lo que estar orgulloso. Es un cobarde; está haciendo exactamente las cosas para las que fue
educado, sin pensar, sin cuestionar.

— Sí, pero…

— Y eres la persona más valiente que conozco.

— Moony...

— De verdad. — Remus dijo esto con tanta seriedad que detuvo a Sirius en seco.

— Gracias. — Sirius sonrió. Se inclinó hacia adelante de nuevo, tirando de la tela de la parte
inferior del pijama de Remus y oliendo levemente. — Pensé que guardar silencio acerca de ti y de mí sería
lo más difícil de este año — dijo — Me olvidé de la estúpida guerra.

— Sí. — Remus no estaba seguro de cómo responder. También deseaba poder olvidarse de la
guerra. Sirius lo miró, sintiendo su malestar.

— Todavía es difícil. — Dijo: — Mantener esto en silencio — sus dedos seguían jugando con los
puños de la pernera del pantalón de Remus. — Siento que estamos muy separados, cuando los demás
están cerca.

— Estamos bastante cerca ahora — ofreció Remus, con la esperanza de animarlo un poco.
Funcionó. Sirius tomó esto como una invitación y finalmente lo miró a los ojos, sonriendo. Se inclinó y
cuando sus labios se encontraron, Remus se obligó a sí mismo a olvidarse de todo lo demás, solo por un
momento.

Después, se encontraron gateando bajo las mantas en busca de calor, sueño y cariño.

— No debería ponerme demasiado cómodo — bostezó Remus — Será mejor que vuelva a mi
cama.

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— Todavía no — susurró Sirius, tímidamente.

— Okay. — Sin embargo, sus ojos estaban muy pesados. Corría peligro de quedarse dormido.

— ¿Remus?

— Mm.

— Dime un secreto. — Los dedos de Sirius se curvaron alrededor de los suyos.

— Um. No sé.

— Vamos. Algo bueno. Alegre.

— Er... — Quizás ahora era el momento adecuado. No le gustaba hablar de la familia Black, pero
después de todo, no se trataba de Regulus o Walburga. — Podría contarte algo que hice en mi segundo
año, si no te enojas...

— ¿Qué hiciste?

— Prométeme que no te enojarás. Es un poco... bueno, recuerda que tenía trece años y solo quería
ayudar.

— ¡Merlín, Moony, solo dímelo!

— Narcissa — dijo — yo um… le di la idea de usar el juramento inquebrantable. Ya sabes, para


salir del compromiso.

El compromiso, no tu compromiso, porque todavía era demasiado doloroso.

Sirius estaba callado. Remus se mordió el labio y volvió la cabeza sobre la almohada para ver el
rostro de Sirius. — Realmente lamento haber interferido... Pero tú me diste ese hechizo de lectura, y eras
tan... Solo pensé que eras tan increíble, inteligente y valiente, quería hacer algo para ayudarte por una vez.

— ¿Pero no querías decírmelo?

— Yo, er... no, no quería. Al principio no quería presumir de ello. Luego... no sé... había pasado
tanto tiempo, simplemente parecía no valer la pena.

— ¡Moony! — Sirius exhaló de nuevo, exasperado esta vez. — ¡Honestamente, tú y tus secretos!

— ¡Perdón!

— No me pidas perdón. — Sirius se rió entre dientes, bostezando de nuevo y moviéndose


ligeramente para ponerse cómodo — Supongo que yo pregunté. Y... eso fue jodidamente impresionante.
No podría haberlo hecho a los trece años.

389
— Bueno, no lo hiciste. — Remus sonrió.

— ¿Entonces fuiste y hablaste con mi prima?

— Sí. Ella era aterradora.

— Todavía lo es. — Sirius resopló. — Todos ellos lo son.

— No lo pienses ahora — lo reprendió Remus — O tendré que animarte de nuevo, y no puedo


pensar en más secretos esta noche.

— Hay otras formas... — respondió Sirius, astutamente. Remus se rió, esperando que el hechizo
silenciador aún estuviera seguro.

— Prostituta.

(Your song - Elton John)

121
Compra de plumas
Viernes, 9 de Septiembre de 1977

390
— Siete años. Siete años en esta escuela. Y no he aprendido nada. — Dijo Remus, mientras
buscaba frenéticamente el pasaje correcto en sus libros de Historia.

Había doce de ellos abiertos, actualmente, y no podía recordar cuál tenía el mejor argumento en
contra para la Ley de Reubicación de Pixies de 1382. Siete de los libros estaban abiertos sobre el escritorio
frente a él, ocupando casi todo el espacio. Cinco más flotaban en el aire, a la altura de sus ojos, de modo
que así pudiera comprobar las referencias a medida que avanzaba.

— Si tú no has aprendido nada, ¿Qué posibilidades tenemos el resto de nosotros? — Christopher


sonrió pacíficamente desde su lugar en el suelo. Estaba sentado con las piernas cruzadas, libros sobre la
alfombra frente a él.

— No he aprendido nada útil. — Remus respondió, impaciente, todavía buscando.

— ¿Y cuál sería tu definición de útil?

— Cualquier cosa que me ayude a aprobar mis EXTASIS.

— Oh, sí, porque te fue tan mal en los Owls... — Christopher bromeó sarcásticamente.

— Los EXTASIS son completamente diferentes. — Remus respondió, finalmente localizando el


pasaje que necesitaba, ahora perdiendo su pluma. — Son asquerosamente agotadores... — Encontró su
pluma (detrás de la oreja, lo suficientemente vergonzoso), pero ahora... — Mierda.

— ¿Qué? — Christopher miró hacia arriba.

— Perdí mi tintero...

— Deberías conseguirte una de esas pluma autoentintadas. Podemos buscar algunas en


Hogsmeade, el próximo fin de semana si te apetece.

— Sí, por qué no... — Remus continuó levantando libros.

— Aquí, tengo un lápiz, si es sólo para tomar notas... — Christopher se arrastró debajo del
escritorio ahora para encontrar su mochila. Remus se sintió un poco culpable entonces, por ocupar todo el
espacio.

— Lo siento. — Dijo, alejándose de la locura por un momento: — Está bien. Todo estará bien una
vez que tengamos el grupo de estudio en funcionamiento de nuevo...

— ¿Hablas contigo mismo, Moony? — James y Sirius aparecieron con túnicas de Quidditch
(Sirius todavía estaba oficialmente fuera del equipo, pero nada le impedía usar el campo en los días libres,
y al menos lo mantenía distraído).

— Por las bolas de Merlín. — Dijo Sirius, mirando el escritorio de Remus. — ¿No puedes tener
tanta tarea después de la primera semana, verdad?

391
— Estoy leyendo sobre mi tema. — Remus respondió, sintiéndose irritable de nuevo.

— Aquí tienes, Remus. — reapareció Christopher de debajo de la mesa, blandiendo un lápiz.

— ¡Gracias! — Remus lo tomó y comenzó a garabatear en su pergamino.

—Oh, hola Black — asintió Christopher cortésmente, agachando la cabeza.

Remus miró hacia arriba, en medio de un garabato. Sirius miraba a Christopher con una especie de
aburrido desdén.

— Hola. — El asintió. Miró a Remus — ¿Tendrán un grupo de estudio hoy?

—No, hoy solo estamos teniendo una sesión de estudio normal — explicó Remus. — Pero le
estaba diciendo a Chris que deberíamos concertar una reunión pronto, si la gente todavía quiere hacerlo.

— ¡Por supuesto que quieren! — Christopher dijo con entusiasmo: — La mitad del grupo superó
los Owls el año pasado.

— Sí — dijo Sirius, de la nada. Parecía pensativo, lo cual era peligroso. — Sí, podría unirme este
año. ¿Qué piensas, Prongs?

James levantó la vista del sofá, donde estaba limpiando su escoba.

— ¡Amigo, ya estoy bastante ocupado! Lo siento, Remus.

Remus se encogió de hombros. Miró a Sirius.

— Odiarías estar en un grupo de estudio.

— Bueno, nunca lo sabré a menos que lo intente, ¿verdad? Y siempre dices que este es un año
muy importante.

— Mm, he estado diciendo eso durante los últimos tres años, en realidad...

— ¡Y finalmente lo estoy asimilando! — Sirius sonrió. Esa sonrisa de Sirius Black. Incluso con
todo entre ellos ahora, era completamente desarmador. — Además — continuó Sirius, mirando a
Christopher ahora — podría ser capaz de impartir algo de mi sabiduría.

Remus no lo discutió más. Había aprendido la lección: no le podías decir nada a Sirius; sólo tenía
que dejar que lo resolviera por sí mismo. Y sí, probablemente quería unirse al grupo de estudio porque
Christopher estaba en él. Pero después de todo; Sirius había tomado la decisión de mantener la relación en
silencio; Sirius estaba eligiendo fingir que realmente quería hacer la tarea. Remus simplemente lo
aceptaría.

Mientras tanto, Remus sintió como si estuviera cojeando durante la primera mitad del trimestre.
No se había sentido tan abrumado por su plan de estudios desde su primer año. Todo parecía diez veces

392
más complicado que el año anterior, y los requisitos del ensayo eran al menos veinticinco centímetros más
largos. De repente se sintió muy culpable por pasar todo el verano relajándose y complaciéndose a sí
mismo, dejando que el tiempo se le escapara de las manos.

Incluso habiendo dejado Pociones, Astronomía y Herbología, todavía tenía Aritmancia, Historia,
Encantamientos, Transfiguraciones, Defensa Contra las Artes Oscuras y Cuidado de Criaturas Mágicas;
todo lo cual parecía haber alcanzado nuevas medidas de complejidad a medida que el último año se
disponía en pleno apogeo. Sin mencionar las lecciones adicionales que estaba tomando con Madame
Pomfrey.

No por primera vez, Remus estaba extremadamente contento de no ser más un prefecto, ya que se
encontraba pasando casi todo su tiempo escondido en las entrañas de la biblioteca, escudriñando textos
antiguos con polvo en el cabello. Se quedaba ahí durante sus lecciones gratuitas, la mitad de su hora del
almuerzo, y la mayoría de las veces todavía estaba allí hasta que Madame Pince lo echaba.

Al final, estaba encantado de reunirse nuevamente con su grupo de estudio, solo para tener un
poco de compañía humana.

— ¡Aquí estás! — Christopher se reunió con él fuera del aula de Encantamientos después de las
lecciones un jueves. El profesor Flitwick había tenido la amabilidad de entregar su salón de clases un año
más.

("¡No tengo ninguna duda de que algún día tendrás tu propio salón de clases, joven Lupin!", Gritó
alegremente el pequeño maestro. Remus se sonrojó y no hizo ningún comentario. Un día su secreto saldría
a la luz; todos sabrían por qué no era apto para enseñar, ni siquiera para estar en una escuela, ¿Y luego
qué?)

— Aquí estoy — respondió Remus a Chris con una sonrisa — ¿Me estabas buscando?

— No particularmente, simplemente no te he visto mucho durante la semana pasada. Ni siquiera


en la sala común.

— He estado leyendo durante una hora por las noches — dijo Remus — ... pero solo una vez que
la biblioteca está cerrada. — Y antes de que Sirius bajara bostezando a la una diciéndole que se fuera a la
cama.

— Admirable dedicación. — asintió Christopher cuando entraron en la habitación y comenzaron a


reorganizarla a su gusto. — Pero no te esfuerces demasiado, ¿De acuerdo? ¡Intenta disfrutar un poco tu
último año!

— Disfruto estudiando. — Remus dijo, con firmeza, desempacando sus libros. Esto no era
exactamente una mentira, pero sabía que sonaba a la defensiva.

La verdad era; sabía que estaba trabajando más duro de lo necesario y durante más horas. Pero era
mejor que estar despierto toda la noche preocupándose por los otros problemas que lo atormentaban.
Todavía no había tenido noticias de Grant, aunque eso podría ser solo por los vagos del puesto de correo
muggle. Todavía no le había prestado atención a su madre, aunque sabía que realmente debería hacerlo.

393
Hubieron tres informes de ataques de hombres lobo durante el verano y se realizó un arresto. Llegado el
momento, los EXTASIS eran lo único que Remus pensaba que podía afrontar en ese momento.

Y en realidad no creía que nadie lo hubiera extrañado, exactamente; después de todo, ellos
también estaban muy ocupados. Lily y James tenían una gran cantidad de nuevas responsabilidades,
además de sus EXTASIS. Lily estaba tomando Pociones Avanzadas, James tenía Quidditch. Peter y
Dorcas iban y venían, pero parecía mantenerlo a él bastante ocupado, y Marlene estaba trabajando más
duro que nunca este año antes de los exámenes de ingreso a la academia de sanadores. Mary, por supuesto,
tenía un nuevo novio, lo que la mantenía ocupada.

— Necesitas un descanso. — Christopher estaba diciendo, tomando su propio asiento junto a


Remus, como su segundo al mando. — Eso es todo lo que estoy diciendo.

— Está bien. — asintió Remus, como si realmente lo estuviera asimilando.

Estaba bien para Christopher; era un sangre pura. Incluso si no trabajara tan duro como lo hacía,
probablemente había un cómodo trabajo en el ministerio esperándolo una vez que terminara la escuela.
Aún que Remus trabajara todas las horas del día y sacara una O en cada EXTASIS, todavía no veía mucho
futuro más allá de un trabajo de medio tiempo y dependiendo de la ayuda de sus amigos. Eso es si
Greyback no lo atrapaba primero, o si el ministerio no lo encerraba.

Los otros estudiantes empezaron a llegar, para que dejaran de hablar de ello. Era un grupo más
pequeño que el año pasado, pero todavía una buena docena. No se podía esperar que todos aparecieran
durante la primera semana. Sirius vino, para sorpresa de Remus y deleite de las chicas.

— ¡Siéntate aquí, Sirius! — Martha Eriksson, una Hufflepuff de quinto año, lo saludó.

Sirius sonrió cortésmente y asintió, colocándose directamente frente a Remus en la herradura de


escritorios. Remus asintió con la cabeza y trató de no mantener el contacto visual por mucho tiempo antes
de aclararse la garganta suavemente y dirigirse a la habitación.

— Hola a todos — sonrió, mirando a su alrededor — Encantado de verlos a todos de regreso. Er.
¿Empezamos eligiendo un tema? ¿Alguien tiene problemas con algo?

Los de quinto año estaban pasando un mal momento con Astronomía, y Christopher se ofreció
como voluntario para guiarlos a través de las teorías de Eudoxo sobre los movimientos planetarios. Tres
de los de sexto año estaban atascados en un ensayo de Historia y los de segundo año querían ayuda con
Transfiguración.

— Está bien — dijo Remus a los de sexto año — si pueden esperar un poco, primero haré que
estos dos hagan lo de Transformaciones...

— Puedo hacer eso — dijo Sirius, de repente.

— ¿De verdad? — Remus parpadeó y levantó una ceja con escepticismo.

— De verdad. — Sirius respondió con frialdad: — Soy mejor en Transformaciones que tú, de
todos modos.

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— Oh, bien entonces…

Los dos de segundo año parecían muy complacidos de tener a Sirius Black, cuya reputación como
rebelde escolar y galán general lo precedía, prestándoles atención, aunque Martha Eriksson parecía un
poco molesta.

La sesión, reservada para dos horas, fue muy bien, en opinión de Remus. Trató de no flotar
demasiado sobre Sirius, aunque había muchas risas y ruido provenientes de esa esquina de la habitación.
Al final, todos parecían haber logrado lo que querían lograr, y Sirius incluso se quedó atrás para ayudar a
ordenar la habitación.

— ¿Estarás bien aquí? — Christopher le preguntó a Remus: — Se supone que debo estar
patrullando con Lily.

— Estaremos bien. — Dijo Sirius, con lo que probablemente pensó que era una sonrisa muy
dulce, pero estaba al borde de la manía.

— Bien. — Christopher le dio una mirada altiva, antes de regresar a Remus — ¿Nos vemos el
sábado para comprar las plumas?

— Genial, sí, nos vemos en la sala común después del desayuno. — Remus asintió, ayudando a
Sirius a colocar un escritorio en su lugar.

— ¡Nos vemos!

Tan pronto como la puerta se cerró, Sirius dejó de hacer lo que estaba haciendo y puso sus manos
en sus caderas, frunciendo el ceño.

— ¡¿Vas a ir a Hogsmeade con él?!

— Dije que lo haría. — Remus frunció el ceño, desconcertado — Necesito una nueva pluma.
¿Cuál es el problema? Puedo encontrarme con ustedes después de comprar las plumas, ¿No?

— Pero pensé que tú y yo estaríamos... Apenas te he visto esta semana.

— No estaríamos solos, James y Peter estarían allí también. No es como si te estuviera quitando
algo.

— Lily y James se irán solos. Y Peter y Dorcas también, probablemente. — Sirius estaba en
peligro real de hacer pucheros, ahora. Remus sabía que debería tratar de evitar enfurruñarse, si podía.

— Puedes unirte a Christopher y a mí, si quieres. — Él dijo. Sirius hizo una mueca.

— Para comprar plumas.

— Necesitas plumas también. La única razón por la que no tengo ninguna es porque siempre estás
tomando las mías.

395
— Pero Moony...

— No estás celoso, ¿verdad?

— Por supuesto que no. — Sirius negó con la cabeza y regresó a los escritorios, usando su varita
para poner todo en orden. Suspiró, pesadamente —
Iré a comprar plumas, entonces.

Remus sintió una punzada de culpa.

— Veré si puedo deshacerme de Chris después. ¿O podríamos encontrar a los demás e ir a tomar
una copa?

— No voy a ir a Madame Puddifoot. — Sirius dijo sombríamente, una pizca de humor regresando
a su rostro. Remus sonrió y le dio una palmada en el hombro.

— Gracias a Dios. Sino dejarías de gustarme.

— Como si pudieras. — Sirius lo tomó de la muñeca y lo acercó más, besándolo con fuerza en los
labios.

Oh, pensó Remus, no hemos hecho esto en un tiempo. Entonces se sintió realmente culpable.
Quizás Sirius tenía razón: había estado tan absorto en todo lo demás que había descuidado la única cosa
que podría haberlo hecho todo un poco más soportable.

Se separaron y Sirius miró hacia la puerta, lamiendo sus labios.

— ¿Tienes que salir corriendo a la biblioteca o a alguna parte?

Remus negó con la cabeza. Sirius sonrió. — Bien. Coloportus.

La cerradura de la puerta se cerró con un clic.

***

Sábado, 17 de Septiembre de 1977

— ¿Has encantado tus malditas cortinas para cerrarlas, idiota?— La voz de James despertó a
Remus y a Sirius el sábado de Hogsmeade.

Remus se incorporó de golpe, con los ojos muy abiertos. Se quedó mirando las cortinas, que
temblaron cuando James intentó entrar. Sirius tomó un enfoque más casual, rodando lentamente y
gimiendo.

— Lárgate, Potter.

— ¡Te perderás el desayuno!

396
— Bajaré en un momento.

— ¡Hogsmeade hoy, no te olvides! Sala común a las diez en punto.

— ¡Vete a la mierda, Prongs!

— Encantador. — James murmuró, pero las cortinas dejaron de temblar, y unos momentos
después se pudo escuchar sus pasos alejarse, desapareciendo por las escaleras.

Remus exhaló. Apretó una mano contra su pecho, sintiendo que su corazón latía con fuerza y
deseó que se calmara.

— Cristo. — Respiró.

— ¿Te pusiste nervioso, Moony? — Sirius sonrió, rodando sobre su espalda y estirando sus brazos
sobre su cabeza.

— Realmente necesito dejar de quedarme dormido aquí.

— Todo está bien. El encanto aguantó, ¿no?

— Tú y James tienen problemas para respetar ciertos límites. — Remus apartó las pesadas
sábanas.

— Probablemente. ¡Oye, no te vayas! — Sirius se acercó a su brazo.

— ¡El desayuno! — Insistió Remus, buscando su ropa interior.

Se lavaron, se vistieron y se apresuraron a bajar al Gran Comedor, justo a tiempo para las últimas
tostadas y unas cuantas cucharadas de avena.

— Lo espero de Black, pero no es propio de tí el perderte el desayuno, Remus — comentó Lily,


echando un vistazo a su copia de El Profeta.

— Me quedé despierto hasta tarde leyendo. — Dijo Remus. — Puedo levantarme tarde un sábado,
si quiero...

— No estaba diciendo que no puedes. — Ella gruñó, como si él estuviera siendo demasiado
sensible. Bajó el periódico. — Estuve patrullando con Christopher Barley ayer por la noche. Él mencionó
que hoy iban a ir a Hogsmeade juntos...

— ¿Mmph? — Remus la miró sin vergüenza, la boca llena de tostadas y miel.

¿Qué demonios pasaba? Todos lo miraban, de repente, con diversos grados de divertida
curiosidad. El tragó. — Sí. Solo para Scrivenshaft's, necesito una nueva pluma.

— Te llevas bastante bien con él, ¿no? — Lily preguntó, inocentemente.

397
— Hacemos el grupo de estudio juntos...

— ¿Él te pidió ir, Remus? — Mary se unió.

— ¿Qué tiene que ver eso con lo de hoy?

— Oh, vamos — sonrió —Chris definitivamente es... ya sabes; 'de esa manera'. Es muy
afeminado.

— ¿Lo es? — Remus preguntó, incómodo. — No me había dado cuenta. Solo vamos a comprar
plumas, nada más.

— Pero si le gustas...

— Merlín, déjenlo en paz, ¿Quieren? — Sirius dijo, con vehemencia, mirando a ambas chicas —
El hecho de que Christopher sea… lo que sea, no significa que Moony automáticamente tenga que salir
con él. No está tan desesperado.

— Eh — dijo Remus, aliviado por la interrupción — ¡¿Quién dijo que estoy desesperado?!

— Exactamente. — Sirius asintió — ¿Ves? No está interesado.

— Oh, pero Chris es realmente agradable — dijo Lily — solo pienso que harían una buena pareja.
Intereses similares y todo eso.

— Quizás Moony no quiera salir con alguien similar a él. — Intervino Sirius, dejando su taza de
café un poco más fuerte de lo necesario.

Remus subrepticiamente puso una mano en su rodilla debajo de la mesa, esperando calmarlo.
Sirius lo miró y luego miró su plato. Afortunadamente, recibió el mensaje.

— No puedes dejar que esas cosas te molesten. — Remus susurró en el camino de regreso a la
sala común, tan pronto como los demás estuvieron fuera del alcance del oído.

— Te deberían molestar a tí. — Sirius respondió, todavía herido.

— Sí, pero debes aprender a ser más sutil si vamos a...

— Oh, volvemos a esto otra vez. — Sirius suspiró profundamente — Lo siento, no soy tan bueno
en toda esta mierda de tener secretos como tú.

— ¡¿Qué?! — Remus lo miró fijamente. Sirius metió las manos en los bolsillos y murmuró:

— Nada. — Aceleró, alcanzando a James y dejando que Remus caminara solo.

— ¿Todo está bien?— Lily disminuyó la velocidad, mientras James y Sirius comenzaban a charlar
animadamente delante de ellos.

398
— Sí — Remus respondió.

Ahora estaba de mal humor. ¿Quién se creía Sirius que era, quejándose de lo difícil que era
guardar secretos, cuando fue su idea mantener la relación en silencio en primer lugar? Debería irse con
Chris e ignorar a Sirius por el resto del día, eso le mostraría.

— ¿Qué dijo? — Preguntaba Lily.

— ¿Hm?

— Sirius — Lily asintió con la cabeza hacia los dos chicos de cabello negro en el frente — ¿Está
siendo un idiota? Porque le daré permiso a James para golpearlo, si está actuando de manera extraña
acerca de que eres...

— Oh, no, nada de eso — Remus agitó una mano y forzó una sonrisa — Era algo más. Cosas
estúpidas, no te preocupes.

Christopher estaba esperando en la sala común, con una sonrisa tímida en su rostro. Remus le
devolvió la sonrisa y corrió hacia él. — ¿Listo?— Preguntó alegremente.

— Sí — asintió Chris, emocionado — También tengo una lista de libros que quiero buscar, ¿Si te
parece bien? Quiero decir, si tienes tiempo, antes de que tengas que encontrarte con tus amigos...

— Tú también eres mi amigo, Chris. — Remus dijo, esperando que Sirius escuchara.

Era un día agradable, soleado para ser finales de Septiembre, con sólo un leve frío en el aire, lo
que significó que cuando los estudiantes caminaron hasta el pueblo, la mayoría de ellos estuvieron lo
suficientemente calientes como para quitarse sus pesadas capas. Remus mantuvo la suya puesta, porque
rara vez se quitaba las capas, pero Chris se encogió de hombros una vez que llegaron a la primera fila de
tiendas.

— ¡Ooooh, mira! — Un agudo silbido de lobo sonó detrás de ellos. Ambos se dieron la vuelta
para ver a Barty Crouch y Regulus Black no muy lejos, ambos riéndose burlonamente.

— Ingnóralos. — Chris le murmuró a Remus: — Están en mi clase de Pociones, son unos idiotas.

— Vamos — dijo Remus — Veamos tu lista...

Pasaron juntos un par de horas agradables sin que nadie los molestara. Remus compró una de las
elegantes plumas autoentintadas, así como una ordinaria como respaldo. Luego fueron a la librería y
Christopher compró tanto que tuvo que realizar un hechizo de ingravidez en la bolsa solo para llevarlo
todo de regreso.

— Mi baúl ya está casi lleno — se rió — Con todos los libros muggle que traje conmigo ¿Has
leído 'Otras voces, otras salas'?

— No, no leí mucho este verano...

399
Todo iba bastante bien, hasta que decidieron dirigirse a las Tres Escobas como última parada.
Remus casi tenía ganas de perdonar a Sirius, ya que se había calmado, aunque estaba un poco preocupado
por ver a los demás con Christopher.

— Lily dijo que le habías contado que íbamos a venir a Hogsmeade... — dijo, casualmente.
Christopher frunció el ceño.

— Sí, creo que solo surgió en la conversación.

— Sabes que es una de mis mejores amigas — dijo Remus, esperando que no sonara demasiado
como si estuviera acusando a Chris de algo — Así que... ella sabe que soy gay...

— Mm, ella sabe que yo también. — Dijo Christopher. — O supongo que lo hace. La mayoría de
la gente lo descubrió antes que yo, creo. Sin embargo, Lily es una chica muy agradable.

— Sí, claro — asintió Remus. — La cosa es que creo que ella pensó que esto era… um… ya
sabes, como si esto fuera una cita en Hogsmeade. Por lo que... solo... si vemos a mis amigos, ellos podrían
actuar un poco graciosos.

— Oh — dijo Chris, luciendo confundido — Er… ¿Ok? ¿Preferirías que no fuéramos al pub, en
caso de que estén allí?

— ¡No! — Remus dijo, rápidamente - sabía que estaba haciendo un desastre al intentar explicarse
— Solo quise decir...

— ¡Aquí vienen! — Esa mala voz los interrumpió de nuevo. Acababan de doblar una esquina y
encontraron su camino bloqueado por los dos Slytherin de sexto año.

— Oh, piérdete, ¿Quieres? — Remus suspiró, impaciente. — Ve y encuentra a alguien más a


quien molestar.

— Cuidado, Loony Lupin — se rió Regulus — ¡Chrissy chico, eres tú, el chico que le gusta
chupar penes!

Chris se puso rojo brillante y se miró los pies. En un ataque de rabia, Remus retiró su varita y
adoptó una postura de duelo.

— ¡Vete a la mierda, Black! — Gritó: — ¡O le diré a tu mami que todavía juegas Quidditch!

Regulus frunció el ceño y sacó su propia varita.

—Sí — agregó otra voz — ¡Y les diré a todos tus espeluznantes compañeros cómo mojaste la
cama hasta los diez años! — Sirius apareció junto al hombro de Remus. Remus se rió.

— ¿Es eso cierto?

— Sip.

400
— ¡Cállate! — Regulus estalló, enojado. No se ponía rojo cuando se estaba avergonzado, solo se
ponía un poco más pálido. — ¡Flagrante!

— ¡Protego! — Sirius gritó, desviando la maldición justo a tiempo.

— ¡Solo espera! — Regulus gruñó, retrocediendo.

— ¿Qué vas a hacer, darme detención? — Sirius se rió — Estoy temblando en mis botas. Corre,
hermanito.

Regulus apretó los puños.

— ¡No eres hermano mío! — Escupió, mientras se volvía y se alejaba, Barty lo seguía, luciendo
molesto porque no se había divertido.

— Por mí está bien. — Sirius dijo, en voz baja. Se volvió hacia Remus y Chris — ¿Tres escobas?

(Close - Nick Jonas)

122
La mente maestra
No pudo haber sido una coincidencia que Sirius hubiera aparecido en el momento exacto, pero
Remus estaba tan aliviado en ese momento que no mencionó el tema. Sirius estaba siendo tan amigable

401
con Chris, y Remus no quería iniciar ningún tipo de discusión. Lo que fuera que había sucedido esa
mañana claramente había sido una casualidad; todo estaba bien, todos estaban felices.

-No puedo creer que todavía se le permita ser prefecto-. Lily dijo, ferozmente, cuando escuchó lo
que había sucedido con Regulus. -Ha estado peor que nunca este año, y no me hagas empezar con el chico
Crouch, me da escalofríos-. Se estremeció visiblemente y James le rodeó los hombros con un brazo
galante.

Christopher se encogió de hombros, nervioso,

-Está bien, puedo manejar a esos dos idiotas-.

No habían mencionado lo que Regulus había dicho realmente durante su recuento, a petición de
Chris. Aún así, parecía un poco abrumado, sentado con los cuatro merodeadores y la head girl en Las tres
escobas. El propio círculo social de Christopher era bastante pequeño y, en general, mucho más tranquilo.

-Debería darles una lección-, dijo Sirius, señalando a Rosmerta para otra ronda de cerveza de
mantequilla.

-Otro-, suspiró Remus, en voz baja.

-¿Qué tipo de cosas estas pensando, Canuto?- James se inclinó, emocionado.

-Necesitaría pensar mucho -. Dijo Sirius, acariciando su barbilla pensativamente, como un viejo
profesor.

-No hemos hecho una broma en años-, intervino Peter, con los ojos brillantes, -No desde... eh...-

-Los Bubotuber-Puffballs-. Dijo Remus, sorbiendo su bebida.

-Es mejor si te cubres los oídos, Christopher-, advirtió Lily con ironía, -No hay forma de
detenerlos una vez que están en modo de planificación-.

Remus le sacó la lengua. Era bastante cierto; ya estaba empezando a sentir esas mariposas
familiares en su estómago que siempre hacía cuando los merodeadores se embarcaban en una nueva
misión.

-No lastimarían a nadie... ¿verdad?- Chris miró ansiosamente a Sirius y James, quienes estaban
haciendo su comunicación telepática, sonriéndose el uno al otro como locos y moviendo las cejas.

-¡¿Por qué nos estás mirando?!- Sirius le guiñó un ojo, - Moony es el peligroso-.

-Cómo te atreves.- Remus respondió, sonriendo, -Todos saben que ustedes tres me llevan por mal
camino. De todos modos, es séptimo año y hemos hecho todo lo que hay que hacer -.

-¡Ten algo de imaginación!- James dijo: -No puedo creer que esté escuchando esto del chico que
una vez literalmente cambió el tiempo solo para reírse-.

402
-¡¿Ese eras tú?!- Chris gritó, luciendo ofendido. Remus gruñó,

-No hice nada 'literalmente'. Jugamos con los relojes -.

-Cuando tenías once años-, dijo Sirius, -Tú solo organizaste e implementaste un ataque de pólvora
a gran escala contra los chicos de Slytherin-.

-Semillas de rosa mosqueta-. Remus corrigió.

-¡Y!- Peter agregó, saltando con entusiasmo: -Tú fuiste quien perfeccionó el hechizo de expansión
del jabón cuando volamos todos los inodoros en segundo año-.

-Ok, sí, ayudé con eso ... ¡fue un esfuerzo de equipo!-

-Remus, ¿no fuiste tú quien inventó ese hechizo de intercambio de palabras para evitar que los
Slytherin usaran insultos?- Preguntó Lily, sonriéndole dulcemente, con la lengua entre los dientes.

-¡Oh, me gustó ese!- Chris se animó un poco.

-Yo no lo inventé -. Remus dijo: -Yo solo... eh... hice la investigación-.

-Ver.- James le dijo a Christopher. -Moony es nuestro cerebro criminal. Sin él, no seríamos las
leyendas que somos hoy -.

Christopher miró a Remus, evidentemente viéndolo bajo una luz completamente nueva. Remus
suspiró pesadamente.

-Los odio a todos.-

-¿Eso significa que nos ayudarás con otra broma?-

-...Si.-

-¡Yo también ayudaré!- Chris dijo, de repente, luciendo más feliz de lo que se había sentido en
horas.

-Oh, por el amor de Dios-. Lily gimió. -Supongo que será mejor que alguien los vigile mucho,
aunque solo sea por salud y seguridad ... Estoy dentro-.

-Excelente.- James sonrió.

Remus les sonrió a todos, tratando de ignorar la sensación de ansiedad que crecía en su pecho.

***

Lunes 3 de octubre de 1977

403
Querido Remus,

Lo siento, no escribí antes, he estado muy ocupado. Lo siento también por mi mala escritura.
Estoy en el pub de mi tía Val en Hove y es muy agradable. Ella me deja trabajar aquí y quedarme en su
habitación libre, pero me mudaré por mi cuenta cuando tenga algo de dinero ahorrado. Espero que
vengas a verme cuando puedas. Puedes llamarme al número de la parte inferior si lo desea.

Espero que la escuela esté bien. Espero que Syri Sirus Siry, tu amiga del pelo largo, te esté
cuidando tan bien como tú me cuidaste a mí.

Con mucho amor, Grant Chapman.

PD: Escuchaste que Marc Bolan murió? Fue un accidente automovilístico. Pensé en ti cuando lo
escuche y espere que no estuvieras demasiado triste.

Remus sostuvo la carta, escrita en un trozo de papel rayado estrecho arrancado de un cuaderno de
ejercicios, y suspiró aliviado. Lo dobló cuidadosamente y se lo guardó en el bolsillo, sonriendo para sí
mismo. Grant estaba a salvo. Grant estaba a salvo.

-¿De quién era eso?- Preguntó James, captando la sonrisa de Remus.

-Un amigo de St. Edmund's-, respondió Remus con facilidad. Sirius miró hacia arriba y Remus
asintió levemente. Sirius también sonrió. Remus se aclaró la garganta y regresó a su desayuno, -Marc
Bolan murió-.

-¡Oh no!- Mary, Lily y Sirius dijeron al unísono.

-¿Quién es...-, comenzó James,

-El cantante de T.Rex-.

-¡Oh si! ¿No era esa la banda muggle con la que estaban obsesionados en el primer año?

Mary hizo una mueca, poniendo los ojos en blanco.

-Sangre pura-.

-Oye-. Dijo Sirius, empujándola con el codo.- Sin embargo, son noticias realmente malas. Hey, yo
sé lo que debemos hac--

-No.- Lily dijo, de repente: -¡Conozco esa mirada, Black!-

-¿Qué?- Pintó sobre, su expresión más inocente. Lily no se dejó engañar.

- No hay fiestas-.

-Oh, vamos, Evans, es para---

404
-Te diré lo que le dije a James-. Ella negó con la cabeza, -Los cumpleaños están bien, pero no
durante los exámenes, ¡y no tan temprano en el año!-

-¡¿Prongs?!- Sirius miró a su amigo. James parecía incómodo,

-Lo siento, amigo, estuve de acuerdo con eso... ya sabes, Head Boy y todo...-

-¡Traición!- Sirius lo señaló dramáticamente, -¡Traición! ¡Traición!-

-Está bien, cálmate...- Lily se puso de pie. -Te dejaré tener tu cumpleaños, ¿no? Deja a James en
paz -.

-¿Largo?- James la miró.

-Pociones-. Ella respondió: -Quiero llegar temprano para preguntarle algo a Slughorn-.

-Te acompañaré.- James también se puso de pie, ansioso. Sirius frunció el ceño, pero James no se
dio cuenta. Tomó la mano de Lily, y sin apartar la mirada de ella, -¿Nos vemos en un momento, Pads
(canuto)? Y nos vemos en el almuerzo, Moony... -

-Nos vemos,- asintió Remus, buscando más tostadas.

Sirius se quedó mirando a la pareja mientras salían del pasillo, con las cabezas inclinadas cerca
mientras charlaban alegremente.

-¿Puedes creerlo?-

-¿Qué?- Remus untó con mantequilla su tostada y reflexionó sobre los méritos de la miel contra la
mermelada.

-¡Prongs no quiere una fiesta!-

-Bueno, es bastante temprano en el año...-

-Esta vez el año pasado él hubiera estado totalmente de acuerdo. Es ella.-

-Dios mío-, se rió Mary, -sé lo que le pasa, señor Black-.

-No hay nada malo en mí, soy el mismo de siempre, es...-

-¡Exactamente!- Ella arqueó una ceja hacia él, - Nunca cambias. Estás celoso.-

-No.- Sirius cruzó los brazos y se encorvó en su asiento. Sus piernas se estiraron debajo de la mesa
y chocaron contra las de Remus. -Como si tuviera celos de él -.

-No de James,- Mary puso los ojos en blanco, -Estás celoso de Lily. Ella se llevó a tu mejor amigo
y ahora te sientes descuidado, ¿verdad?

405
Sirius se quedó muy callado. Miró hacia abajo y luego volvió a mirar a Mary.

- No. - Dijo, muy ferozmente, levantándose. -Voy a Pociones-. Murmuró, alejándose de la mesa
del desayuno. Mary suspiró profundamente, al igual que las chicas cuando pensaban que los chicos eran
particularmente densos.

-Honestamente.- Ella gruñó. -Estás de acuerdo conmigo, ¿no es así, Remus?-

Remus se encogió de hombros. Solo quería desayunar en paz. Mary también le hizo una mueca. -
Chicos -. Dijo exasperada: -Tullidos emocionales, todos ustedes. Bien, tengo una libre esta mañana, ire a
la biblioteca. ¿Tu?-

-Sí, pero tenía algo más que quería hacer-.

-Como quieras-, sonrió, levantándose y saliendo también.

Finalmente solo, la mente de Remus comenzó a trabajar, el comienzo de una idea formándose. No
estaba exactamente en desacuerdo con Lily: las fiestas eran una distracción enorme y no eran justas para
todos los demás. Pero al mismo tiempo, odiaba ver sofocada la emoción de Sirius; particularmente por
James, quien siempre había sido una fuerza totalmente positiva en su vida.

No pudo evitar sentir que él, Remus, debería ser capaz de hacer algo para animar a Sirius.
Después de todo, había hecho cosas más locas antes. Pero qué hacer...

Para distraerse, volvió a leer la carta de Grant cuando terminó de comer y luego escribió una
respuesta rápida.

Estimado Grant,

Gracias por su carta. Me alegro mucho de que todo vaya bien con tu tía.

Me encantaría ir a verte en Navidad, si no entonces, tal vez durante el verano. Intentaré llamar
tan pronto como pueda, con suerte el primer fin de semana de noviembre.

¡Mierda de noticias sobre Bolan! Gracias por decírmelo, no tenemos noticias aquí.

Hablar pronto,

Remus

Se lo enviaría a los Potter a primera hora. Sin embargo, no había resuelto el problema de Sirius.
Remus tenía un sentido tan fuerte que necesitaba hacer algo , un gesto. No es exactamente romántico,
pero... dramático. Quería hacer algo por sí mismo, algo que hiciera que Sirius se sintiera orgulloso de él.
Esto no era un secreto, se dijo Remus; no en el sentido habitual. Fue una sorpresa. Un presente. ¡ ¿ Pero
qué ?!

406
Justo cuando Remus se estaba levantando para salir del pasillo, Emmeline Vance pasó flotando en
una bruma de dulce perfume y cabello rubio. Algo hizo clic en el cerebro de Remus y él trotó para
alcanzarla.

-¡Oye! ¡Hola, Emmeline! Te puedo pedir un favor...?-

***

Viernes 7 de octubre de 1977

Le había tomado toda la semana entre las lecciones y la tarea, pero Remus finalmente lo había
resuelto a tiempo para el viernes por la mañana. Fue un poco loco, por eso no se lo había dicho a nadie.
Podrían pensar que era un poco extraño, ir tan lejos solo para animar a Sirius. Pero parecía tan valioso en
ese momento; haciendo feliz a Sirius.

Las instrucciones de Emmeline habían sido relativamente claras, pero Remus había hecho algunos
de sus propios ajustes por si acaso. Él le había pagado con lo último de su tabaco y le había jurado guardar
el secreto, aunque ella había dicho que no lo diría de todos modos porque le gustaba mucho la idea;
también amaba a Marc Bolan. Los días siguientes los pasó haciendo trabajos preliminares en la biblioteca,
escondido en su escritorio favorito cerca de una de las ventanas traseras, donde había buena luz.

El viernes por la mañana, se despertó temprano, incluso antes que James, tomó prestada la capa de
invisibilidad y se aseguró de que todo estuviera en su lugar. Hizo una nota mental para mejorar en el
establecimiento de hechizos de tiempo mientras bostezaba en su camino por los pasillos, tocando cada
retrato, estatua y armadura con su varita.

Para cuando todos los demás comenzaban a despertar, Remus había terminado y dormía en un
sillón de la sala común.

-¡Buenos días, Moony!- James lo despertó alegremente, con el equipo completo de Quidditch,
escoba en mano.

-Mm buenos días...-

-¡Nos vemos en Encantamientos!- Llamó mientras salía por el agujero del retrato. Remus se sentó
derecho y escuchó con atención.

Silencio... pasos... James silbando... luego... ¡sí! La gorda comenzó a cantar en falsete agudo;

- Cabalga como un pájaro en el cielo.

Cabalga como si fueras un pájaro

Vuela todo como un águila en un rayo de sol

Cabalga como si fueras un pájaro... -

407
-¡¿Qué diablos?!- Exclamó James.

Remus sonrió y golpeó el aire. Funcionó.

El resto de la mañana fue un caos delicioso. Todos los retratos del castillo habían comenzado a
cantar -Ride a White Swan-, una repetición, y no solo los retratos. Cada radio, gramófono, tocadiscos,
estatua, cualquier cosa que pudiera hacer ruido ahora sonaba a todo volumen con el mayor éxito de Marc
Bolan.

La mejor parte fue que la mayoría de los estudiantes nacidos de muggles también estaban
cantando, ya que era una canción muy pegadiza.

El escándalo fue tan malo al final, que McGonagall anunció que las lecciones se cancelarían por el
día mientras los maestros resolvían cómo detener el canto; Remus había agregado una medida de
seguridad que significaba que 'Silencio' solo resultaba en un aumento de volumen.

Sirius estaba emocionado, por supuesto.

-¿Quién crees que lo hizo?- Peter preguntó, emocionado en la mesa del desayuno.

Al fondo, unas niñas de sexto año cantaban junto con el diminuto barítono de la armadura;

- Use un sombrero alto como un druida en los viejos tiempos

Use un sombrero alto y una bata tatuada

Monta un cisne blanco como la gente de Beltane

Usa tu cabello largo, nena, no puedes equivocarte... -

-No necesito pensar, lo sé -. Sirius dijo con aire de suficiencia.

Remus sonrió. Mary se inclinó ansiosamente,

-¡¿OMS?!-

-¡Prongs, obviamente!- Sirius dijo: -Probablemente tratando de compensarme por la fiesta-.

El estómago de Remus se hundió. Idiota.

—Vaya —dijo Mary—, ¿James? ¿Por sí mismo?- Ella parecía escéptica. La buena Mary.

-Increíble, ¿verdad?- Sirius seguía diciendo: -¡Ni siquiera pensé que Prongs conocía ninguna
canción de T-Rex!-

-Mm.- Remus dijo, irritado, -Es gracioso, eso-.

408
-¿Qué pasa con usted?- Mary le dio un codazo, -¡Pensé que te gustaba T-rex!-

-Me gusta.- Remus respondió con los labios apretados. Él se paró. -Si se cancelan las lecciones,
supongo que iré a ponerme al día con algunas tareas-.

Sirius miró hacia arriba, confundido.

-Pensé que íbamos a... eh... ¿jugar al ajedrez?- Remus se encogió de hombros.

-No estoy de humor.- Se fue rápidamente, antes de que su enojo se volviera demasiado obvio.

Fue a la biblioteca, por supuesto (era el único lugar tranquilo en el castillo) pero no podía
concentrarse en nada, además, alguien se había atrevido a sentarse en su asiento favorito. Solo tenían dos
años de segundo año, y también Gryffindors; si quería jugar la carta de merodeador, fácilmente podría
hacer que se movieran. Pero estaba de humor para sufrir en silencio, así que eligió un escritorio menor.

Alguien había tallado algo en la madera, quién sabe cuánto tiempo atrás, todo en este maldito
castillo era tan antiguo. Era un poema, unas pocas líneas de idiotez adolescente.

Nunca beses a tu amante en la puerta del jardín

El amor es ciego, ¡pero tus vecinos no!

Remus resopló, a su pesar. Estúpido. Ni siquiera rima correctamente.

-¿Estás bien, Moody?-

Remus miró hacia arriba para ver a Sirius caminando hacia él, moviéndose suavemente entre los
grandes escritorios de estudio. Un grupo de chicas sentadas detrás de Remus rió ruidosamente. Remus se
encorvó aún más en su asiento, cruzando los brazos.

-Estoy ocupado.- Gruñó, abriendo el libro más cercano a una página al azar.

-Mm, lo ves-. Sirius agarró una silla, la giró y se sentó a horcajadas, cruzó los brazos a lo largo del
respaldo y apoyó la barbilla en ellos, mirando a Remus de esa manera molesta, con esa sonrisa molesta.

-Vete.- Dijo Remus, mirando su libro.

-Moony.- Sirius sonrió, -Fuiste tú, ¿no?-

Remus se encogió de hombros. Sirius resopló, -Idiota, ¿por qué no me lo dijiste?-

-No tenía ganas-.

-Okay...-

-No se.-

409
-¿Podría ser que estás completamente loco, además de ser un idiota de mal humor?-

-Largarte.- Remus estaba empezando a sonreír. Odiaba que Sirius siempre pudiera hacer eso.
Sirius dio un pequeño suspiro.

-Sabes, Moony, si insistes en ser tan reservado todo el tiempo, ocurrirán malentendidos...-

-Lo sé.- Remus se sintió incómodo. No estaba acostumbrado a que Sirius fuera el lógico. -Lo
siento.- Sus hombros se hundieron y miró hacia abajo con nerviosismo. -¿Te gusto?-

-¡Por supuesto que me gusta idiota!- Sirius exclamó, golpeando su mano en el escritorio. -Es
increíble, Remus. Gracias. Yo... -Sirius se sonrojó levemente,- Realmente me encanta. -

-¿de verdad?- Remus lo miró.

-Verdaderamente. Siempre amé tu magia. Es tan... tú -.

-Cállate.- Remus sintió que se sonrojaba. Era incluso más difícil no sonreír, cada músculo de su
rostro estaba conspirando contra él.

Pateó el pie de Sirius debajo de la mesa. Sirius le devolvió la patada.

(Song: Ride a White Swan - T. Rex)

410
123
El caer de la oscuridad
Viernes 4 de noviembre de 1977 - 2:00 AM. Torre de Gryffindor.

— Creo que hay algo en la idea del cambio de color. — James arrastraba las palabras, usando su
copa para gesticular salvajemente. Afortunadamente, estaba vacía y no derramó nada.

— No, es demasiado obvio — Sirius negó con la cabeza, tan borracho como James, pero
manejándose notablemente bien, por una vez.

— Además — Lily bostezó, desde donde estaba sentada en el suelo, asintiendo con la cabeza
contra la rodilla de James. — ¿Qué cambiamos? ¿El color de sus capas?

— ¡Todo su dormitorio! — Sugirió Mary, la única que seguía bailando, pasando sus brazos
lentamente sobre su cabeza y moviendo sus caderas al ritmo de una sensual Nina Simone. — ¡Cambio de
imagen completo! ¡Rosa brillante!

— ¿Por qué rosa, sin embargo? — Sirius dijo: — A algunas personas les puede gustar el rosa.

— ¡Ja, habla por tí, Black! — Marlene le hizo una mueca. Estaba sentada boca abajo en un sillón,
sus piernas colgando sobre el respaldar, el largo cabello rubio tocando el suelo. Sus ojos estaban fijos en
Mary que se movía frente a la chimenea.

Eran los últimos en pie después de la fiesta de cumpleaños número dieciocho de Sirius, que había
sido tan ruidosa y exagerada como de costumbre. El único que quedaba y que no era de séptimo año era
Christopher, que parecía estar luchando por mantener los ojos abiertos, pero se mantuvo valientemente,
tomando notas para la broma contra los Slytherin en la que estaban intercambiando ideas.

— Sin embargo, ¿Cómo podríamos conseguir sus capas? — Peter preguntó, jugueteando con la
etiqueta de su botella de cerveza — Tuvimos el mismo problema en el primer año, ¿Recuerdan? Con el
polvo que pica.

— Oh, sí — asintió James — Así es, fue más fácil colarse en su sala común que averiguar cómo
los elfos domésticos organizaban la ropa...

— ¿Cómo se metieron? — Marlene preguntó, frunciendo el ceño — No pueden haber


perfeccionado un hechizo de invisibilidad a la edad de once años...

— No nos hagas preguntas y no te diremos mentiras, McKinnon. — Sirius le guiñó un ojo.


También estaba viendo a Mary bailar, con los ojos brillantes de intoxicación. — De todos modos, hemos
decidido no hacerlo.

— Tú decidiste. — James corrigió.

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— ¡Es mi cumpleaños!

— Ya pasó, ya no lo es. — Peter le arrojó un cojín. Sirius tiró uno hacia atrás, luego James lanzó
otro, y pronto todos estaban borrachos tirando cojines de un lado a otro, riendo tontamente.

— Bien — se rió Marlene, después de desviar uno grande y redondo de terciopelo — Me voy a la
cama. — Colocó las manos sobre la alfombra y se movió hacia adelante con cuidado. Se sacudió los jeans
mientras se levantaba, un poco temblorosa en sus pies, luego se dirigió al dormitorio de chicas.

— ¡No! — Mary la agarró por la cintura — ¡No te vayas, Marls, baila conmigo!

Marlene se rió levemente, pero Remus captó un extraño destello de molestia en el rostro
generalmente plácido de Marlene mientras se soltaba suavemente de Mary y retrocedía.

— Estoy segura de que alguno de los chicos te complacerá. — Ella dijo, brevemente — ¡Buenas
noches a todos!

— ¡Adiós! — Ellos respondieron a coro. Remus se preguntó vagamente qué estaba pasando entre
las dos mejores amigas, pero estaba demasiado borracho y somnoliento para pensar mucho en ello.

— Creo que yo también subiré. — Christopher ya estaba de pie, como si hubiera estado esperando
que alguien más admitiera la derrota para no ser el primero. — ¡Pero no decidan nada sin mí!

— Realmente no creo que nadie vaya a formular un plan esta noche. — Lily bostezó de nuevo. —
Nos vemos mañana, Chris.

— Buenas noches. — El chico más joven los saludó a todos a su manera torpe y alegre.

— Si nadie quiere bailar conmigo... — suspiró Mary, moviéndose para apagar el tocadiscos —
supongo que será mejor que también tenga mi sueño de belleza.

— Y yo —Peter se levantó, echándose hacia atrás los restos de su bebida.

— Y yo... — Lily se estaba levantando, cuando James la sentó en su regazo y la abrazó.

— No te vayas todavía...

— Mmm... — Ella se acurrucó en él, adormilada, y se convirtieron en una unidad, acurrucados en


el gran sillón de cuero. Remus parpadeó y se maravilló una vez más de como todos se habían burlado de
James durante años acerca de su certeza de que él y Lily estaban hechos el uno para el otro. Es curioso
cómo funcionan las cosas.

— Absolutamente obsceno. — Sirius gruñó, haciendo una mueca a la pareja. — Bueno, si esa es
la forma en que va seguir la fiesta, seguiré el ejemplo de Wormtail... ¿Vienes, Moony?

— Sí. — Remus se levantó del sofá que habían estado compartiendo (manteniendo una distancia
cortés y discreta, como lo habían hecho toda la noche).

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Siguieron a Peter y descubrieron que estaba encerrado en el baño, cepillándose los dientes
ruidosamente y haciendo gárgaras. Remus estaba exhausto y se sentó en el borde de su cama para esperar,
bostezando y frotándose los ojos.

— ¿Buen cumpleaños? — Le preguntó a Sirius.

— Brillante. — Sirius le devolvió la sonrisa.

— Que bien.

—... Si esperamos hasta que Pete se duerma...

— Mala idea, Padfoot, especialmente si James no ha regresado todavía. De todos modos, estoy
hecho polvo. — Bostezó de nuevo, como para probar su punto — En otro momento. — Eso era una
pequeña mentira piadosa. Después de demasiados casi accidentes, Remus había estado tratando de limitar
la cantidad de tiempo que pasaba en la cama de Sirius. Hacerlo se veía tan furtivo y deshonesto.

— Otro momento. — Sirius suspiró. — Solo... es mi cumpleaños, y apenas te he visto.

— ¡He estado aquí todo el día! — Esto era cierto, por supuesto, pero era cierto para todos los
merodeadores y Lily.

— Sabes a lo que me refiero. — Sirius negó con la cabeza, impaciente.

Remus lo sabía, pero no tenía una respuesta que complaciera a Sirius. Este mismo problema
seguía surgiendo y, francamente, Remus se estaba cansando de eso. Especialmente porque no había forma
posible de resolverlo hasta que Sirius finalmente se decidiera. Cansado y volviéndose más irritable a cada
segundo, Remus se levantó y comenzó a cambiarse rápidamente a su pijama.

Sirius se puso de pie y se acercó a él, cruzando el rayo de luz de la luna que atravesaba las
antiguas tablas del suelo. — No me estás evitando, ¿verdad? — Preguntó.

— ¡No! — Remus murmuró: — Estoy ocupado. Tengo muchas cosas que hacer. — Eso ya lo
había dicho una vez, lo había dicho mil veces.

— Okay. — Sirius dijo, lentamente. — Solo, ya sabes. Lily y James también están ocupados, pero
todavía parecen encontrar tiempo para...

— Sin embargo, no somos Lily y James, ¿No es así? — Remus enarcó una ceja. Honestamente.

Sirius parecía herido.

— No pero...

— Esa fue tu decisión. — Dijo Remus, abrochándose la camisa de dormir. — ¿Qué fue lo que
dijiste? No 'gritarlo por todos los cielos'. Pensé que lo querías de esta manera.

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— Yo... — Sirius parecía perdido.

Remus puso los ojos en blanco, exasperado.

— Dijiste que necesitabas tiempo. Te lo estoy dando. Pero no puedes seguir quejándote.

Sirius se retiró. Remus sabía que había ganado, pero no había alegría en la victoria.

Afortunadamente, Peter eligió ese momento para salir del baño. Se dirigió directamente a su cama,
con la cabeza gacha, agitando una mano perezosa hacia ellos.

— Buenas noches, muchachos...

— ¡Buenas noches Pete! — Ambos respondieron alegremente.

***

Sábado 26 de Noviembre de 1977

Podrían superar pequeñas peleas como esa en esos días, podrían despertarse a la mañana siguiente
y ambos estar listos para limpiar la pizarra. Al menos hasta la próxima. Al final, su deseo mutuo, su
afecto, y sobre todo su amistad, parecía lo suficientemente fuerte como para vencer cualquier otro
problema. Era una forma de estar que Remus más tarde se daría cuenta que estaban dando bastante por
sentado.

Además de esto, estaba la guerra, lo que podía haber explicado bastante. Todo el mundo estaba un
poco melodramático y los nervios estaban en carne viva. Los titulares no estaban ayudando:

"MINISTERIO REBASA TRES CASAS EN BUSCA DE ARTEFACTOS PROHIBIDOS."

"TERCER ATAQUE DE VAMPIROS EN DOS SEMANAS."

"EL MINISTRO JENKINS DA UN PASO ANTE LAS DESAPARICIONES."

"REVELACIÓN DE INDICIOS QUE INDICAN QUE EL MINISTERIO ESTÁ


'PELIGROSAMENTE MANEJANDO' LOS REGISTRO DE HOMBRE LOBOS."

Y esos solo eran los periódicos de esta semana. Algo estaba pasando con los Slytherin también,
más que las habituales tonterías clasistas. Durante el verano, o quizás antes de eso, parecía haberse
formado una nueva jerarquía, creando divisiones obvias en la casa más controvertida de Hogwarts.

Regulus Black siempre había tenido cierta influencia, por supuesto. El heredero de la familia de
sangre pura más noble, exclusiva y rica había sido popular entre su ambicioso grupo de compañeros desde
su primer día de clases. A su vez, se había rodeado de una facción de estudiantes sangre pura que parecían
volverse más desagradables año tras año. A excepción de Barty Crouch Jr, quizás, quien había sido
increíblemente desagradable incluso cuando era un niño.

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Ahora en su sexto año, Regulus no hizo nada para disipar los rumores de que no solo era un
mortífago, sino que estaba en comunicación regular con el mismo Lord Voldemort. De hecho, Regulus
parecía disfrutar más bien de sus poderes aumentados, que (según Christopher, que compartía varias
clases con él) incluso algunos de los profesores estaban observando. Se mantuvo a sí mismo de manera
diferente. Caminaba con la espalda recta, la barbilla levantada, una sonrisa permanente fijada en su pálido
rostro. Remus apenas podía reconocer al chico nervioso y preocupado al que Sirius había llamado una vez
"Reggie".

Regulus no era estúpido. Nunca había tenido una detención, en todo su tiempo en la escuela, y era
tan brillante como su hermano mayor cuando se trataba de sus lecciones. Aun así, parecían ocurrirle cosas
desagradables a todos los que lo rodeaban. Un Hufflepuff de cuarto año que (se rumoreaba) tiró un tintero
en el escritorio de Regulus mientras estudiaba en la biblioteca fue encontrado dos días después encerrado
en un armario de escobas en las mazmorras, blanco como una sábana y completamente mudo. Lo habían
enviado a casa para que se recuperara y no se lo había vuelto a ver desde entonces.

La práctica del equipo de Quidditch de Ravenclaw se retrasó media hora una tarde debido a una
confusión con las rotaciones, lo que significó que la práctica del equipo de Slytherin tuvo que retrasarse
para el día siguiente. La próxima vez que los Ravenclaw se reunieron, tuvieron que cancelar su práctica
por completo, así como posponer un próximo partido con Gryffindor, porque nadie podía tocar sus
escobas sin recibir cientos de pequeñas astillas, que solo Madam Pomfrey podía quitar.

Y las palabras '¡Sangres sucias salgan!' habían sido talladas mágicamente en la pizarra del aula de
Estudios Muggles, por lo que las lecciones tuvieron que moverse mientras los profesores investigaban.

Por supuesto, nadie interrogó a Regulus y, como no hubo testigos de ninguno de estos crímenes,
no se pudo hacer nada. Sin embargo, todo el mundo sabía, todo el mundo que tenía algún interés en la
guerra. La creciente crueldad y prevalencia de tales ataques había arrojado una sombra sobre el castillo
que todos los estudiantes sentían ahora, si no lo habían hecho en años anteriores.

Podría haber sido esa la razón por la que tanta gente quería ayudar a los merodeadores a planificar
su próxima broma. Aunque eso también tuvo mucho que ver con Christopher.

— ¿Le dijiste a todo el mundo? — Remus suspiró, exasperado, mientras un tercer año se
escabullía de la sala de estudio, sonrojado y sonriendo después de ofrecer sus servicios a la causa
('¡Exploro cosas todo el tiempo en Pociones!', Había explicado sin rastro de ironía. Remus le había
asegurado que James y Sirius estarían encantados de escucharlo).

— Solo se lo mencioné a un amigo... — respondió Christopher con timidez. — Sabes, mucha


gente se ha metido para ir por los Slytherin, y siempre es una buena idea tener una amplia gama de
experiencia...

— Los merodeadores no subcontratan sus bromas. — Remus resopló con altivez mientras
regresaban a la torre.

— No es una subcontratación — respondió Christopher — Es… er... una colaboración.

— ¡Nosotros tampoco colaboramos!

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— ¿Por qué no? ¿No es eso por lo que se supone que debemos luchar? ¿Inclusión?

— Inclusión, sí. Igualdad, sí. ¿Cooperativas de planificación de bromas? No.

Christopher soltó una carcajada. Remus sonrió. Christopher tenía una risa torpe y rebuznante,
como la de un burro. Era bastante glorioso presenciarla.

— Entonces — Christopher jadeó, recuperando el aliento y secándose los ojos — ¿Cuáles son tus
planes navideños? ¿Te quedarse aquí de nuevo?

— Mm, tal vez… o quizá vaya a lo de los Potter. Todo depende de si James lo va a pasar con la
familia de Lily.

— Oh, Merlín, no digas más —Christopher hizo una mueca— Creo que prefería cuando se
odiaban. Las reuniones de prefectos son tan aburridas ahora, se pasan todo el tiempo hablando entre ellos.
Lo suficiente como para darte dolor de muelas.

— Creo que es lindo — dijo Remus. — James ha estado loco por Lily desde segundo año, si
finalmente puede decirle lo increíble que es a ella en lugar de a nosotros, entonces mucho mejor.

— Sí, supongo que tienes razón. Ojalá todos fuéramos tan suertudos. — Christopher suspiró.

Se quedaron en silencio un poco después de eso, simplemente caminando juntos. Al girar en la


siguiente esquina, Remus se dio cuenta de que no se habían cruzado con nadie en un tiempo. Si, bien, era
sábado, pero no era fin de semana de Hogsmeade, y el clima estaba demasiado malo como para que
alguien pudiera estar afuera.

Finalmente, un primer año llegó corriendo hacia ellos a través de un arco que conducía al ala este.
Sus ojos eran grandes y asustados, miró a los dos chicos mayores.

— ¡Oh! — chilló — ¡No vayan allí, es horrible! — y pasó corriendo junto a ellos,
presumiblemente de regreso a su casa.

Chris y Remus se miraron el uno al otro. Chris se humedeció los labios, luego cuadró ligeramente
los hombros y apretó la boca.

— Soy un prefecto... así que mejor...

— Te acompaño. — Remus le dio una palmada en el hombro. Christopher asintió con la cabeza,
luciendo muy aliviado. Remus deseaba que James estuviera allí, o Sirius.

Caminaron uno al lado del otro a través del arco y se encontraron envueltos en una oscuridad total.
Era media tarde, y Remus sabía que normalmente había ventanas en este pasillo, e incluso de noche nunca
estaba tan oscuro. Algo andaba muy mal.

— Lumos. — susurraron ambos, encendiendo las puntas de sus varitas, y sosteniéndolas,


proyectaron rayos de luz blanca a través de las losas grises, los tapices rojo sangre, las brillantes
armaduras. Parecía vacío. Christopher dio un paso valiente por delante de Remus, aclarándose la garganta.

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— ¿Hola? ¿Hay alguien aquí? — Él llamó.

Sin respuesta, silencio absoluto. Christopher se dio la vuelta para mirar a Remus, entrecerrando
los ojos y llevándose un brazo a los ojos contra el brillo de la luz de la varita de Remus — ¿Quizás
deberías ir por un maestro?

— Vuelve conmigo, entonces — dijo Remus.

— Yo…

Hubo un ruido. Un squelch repugnante, viscoso, desagradable, justo delante de Christopher.


Ambos se dieron la vuelta y apuntaron sus luces hacia él, pero solo encontraron una esquina vacía. El
corazón de Christopher latía con fuerza, apestaba a adrenalina y terror. — Hay algo aquí… — susurró,
con miedo.

— Vamos — dijo Remus — Vamos a buscar ayuda...

— Creo que está ahí... — Christopher caminó hacia adelante de nuevo, y Remus lo perdió de vista
y tuvo que ir por el olfato. Esto fue particularmente desconcertante: Remus nunca se había encontrado con
una oscuridad tan negra que no pudiera ver a través de ella.

— ¿Chris...? — Se inclinó hacia adelante, proyectando su luz.

— Lo encontré… es… ¡No! ¡Oh Merlín, no! ¡No! — Christopher comenzó a gritar en algún lugar
más arriba del pasillo.

Sin pensarlo, Remus corrió hacia adelante, siguiendo los terribles lamentos.

— ¡Chris!

Casi tropezó con él. Christopher estaba acurrucado en el suelo, tapándose la cabeza con las manos,
meciéndose y sollozando. — ¿Qué…? — Preguntó Remus, temblando ahora, cuando Christopher lo
señaló. Remus usó su varita para seguir el brazo tembloroso de su amigo, finalmente arrojando luz sobre
su torturador. Remus casi gritó también.

Un cadáver, un cadáver horrible, podrido y tambaleante que avanzaba a trompicones hacia ellos a
través de la aterciopelada oscuridad. Se desplomó hacia adelante con una pesada inclinación, alcanzando a
Christopher. Los ojos estaban intactos, amarillos y rojos, a la vez vacíos y hambrientos. Todavía tenía la
mayor parte de su piel; una grotesca paleta de gris jaspeado y morado profundo. Gimió, un crujido
espantoso a través de sus torcidos dientes amarillos.

Remus levantó su varita y se paró frente a Chris. Estaba a punto de dispararle un hechizo de
retroceso, lo único en lo que pudo pensar en poco tiempo, cuando fijó sus ojos hambrientos en él. En un
segundo, desapareció.

Remus parpadeó, jadeando, y de repente el pasillo se llenó de una luz pálida y lechosa, mientras la
luna llena se elevaba ante él. El grito murió en su garganta, y se apoderó de él con horror, ¡¿Cómo era

417
posible?! ¡Faltaba una semana para la luna! Tenía que correr, tenía que alejarse de Christopher, pero…
espera un minuto.

— ¡Sé lo que eres! — El terror de Remus se convirtió en júbilo, mientras levantaba su varita una
vez más y gritaba con confianza; — ¡Riddikulus!

La luna comenzó a expandirse y transformarse una vez más, esta vez en una enorme pelota de
playa blanca, que comenzó a rebotar y saltar en las paredes, antes de estallar en una nube de burbujas de
jabón. Remus se rió, tan fuerte como pudo dadas las circunstancias, y el boggart se retiró. Aprovechó su
oportunidad y agarró a Christopher, todavía acurrucado, con los ojos cerrados con fuerza, por debajo del
brazo, arrastrándolo hacia el arco lo más rápido que pudo.

Salieron por el otro lado jadeando y parpadeando con fuerza a la luz. Christopher estaba agarrando
la túnica de Remus con fuerza, su respiración era pesada y su rostro estaba ceniciento.

— Mierda. — Remus murmuró, sintiéndose bastante tembloroso él mismo.

— ¡¿E-e-eso era un boggart?! — Christopher tartamudeó.

— Sí, sí, lo era... nunca había visto uno antes, ¿Tú?

Chris negó con la cabeza. Remus le dio unas palmaditas en las manos, deseando que lo soltara.

— Oye, está bien. No era real, ¿Sabes? Vamos, tenemos que decírselo a alguien, antes de que
alguien más se encuentre...

— Yo iré. — Chris dijo, recuperando algo de su coraje — Me iré ahora… ¿Está bien si esperas
aquí? ¿En caso de que venga alguien?

— Por supuesto. — Remus asintió con la cabeza — Nadie va a pasar. — Él sonrió, tratando de
restarle importancia, pero Christopher todavía estaba demasiado conmovido. Asintió sombríamente y se
puso en marcha, todavía agarrando su varita.

Solo, Remus metió la mano en los profundos bolsillos de su túnica y sacó el mapa del
merodeador. Lo había tenido en él por un tiempo, por la preocupación de que James pudiera echar un
vistazo algún día y preguntarse el por qué él y Sirius compartían el baño con tanta frecuencia. — Juro
solemnemente que mis intenciones no son buenas. — susurró, dando golpecitos en el pergamino.

El mapa cobró vida de inmediato y la tinta se extendió como enredaderas por la página. Remus se
lo acercó a los ojos y buscó frenéticamente el pasillo con el boggart. Allí estaba, y allí estaba él, 'Remus
Lupin', claramente marcado en un extremo.

Siguió la longitud con su dedo, estaba completamente vacío; aparentemente los boggarts no
aparecían, tal vez no había suficiente sustancia. Llegó al final, había un segundo arco al otro lado, recordó,
cubierto por un tapiz. Allí esperaban tres personas, muy quietas. Barty Crouch Jr, Garrick Mulciber y...
Remus sintió un nudo en el estómago, aunque no estaba tan sorprendido. Allí estaba; la prueba en blanco
y negro. Regulus Black.

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124
Navidad (Parte uno)
En un miserable giro del destino, la luna llena de Diciembre de 1977 cayó el día de Navidad.
Todos los merodeadores acordaron quedarse en Hogwarts mientras duraba, con un plan para viajar de
regreso a la casa de los Potter en el Boxing Day. Lily les hizo prometer a todos que se encontrarían lo
antes posible en el Callejón Diagon.

— Es el único lugar al que mis padres me dejarán ir sola. — le explicó a Remus — Yo también
quería ir a los Potter, pero son muy protectores y aún no conocen a James.

— ¿Por qué no invitas a James a la tuya? — Sugirió Remus. Lily se mordió el labio y se encogió
de hombros.

— Es un poco complicado. Quizás para las vacaciones de Pascua.

Fue una Navidad triste, la verdad. James extrañaba a Lily, Peter obviamente deseaba estar en casa,
no atrapado en la escuela, Sirius estaba ansioso y nervioso cada vez que él y Remus estaban en la misma
habitación con alguien más, y el propio Remus estaba de mal humor e irritable, esperando que la luna por
fin llegara.

Tampoco hicieron nada muy navideño, aparte de ir a almorzar con los otros estudiantes que se
habían quedado. Le habían prometido a la Sra. Potter no intercambiar regalos hasta que pudieran estar
todos juntos.

— Me siento fatal. — Remus suspiró, mientras se enrollaba su bufanda alrededor de su cuello,


listo para comenzar a dirigirse hacia la casa antes que sus amigos. — Ustedes deberían estar en casa.
Podría haberme quedado solo o haber usado tu ático de nuevo, Prongs.

— No seas tonto — James negó con la cabeza con valentía — Sé lo mal que la pasas, en el ático,
atado así. La casa es el mejor lugar, al menos todos podemos correr un poco.

Y tenía razón, por supuesto. Todos necesitaban una buena carrera. Por la mañana, Remus se
despertó y miró los rostros rosados y sonrientes de sus amigos, y supo que todos se sentían mucho mejor
por eso.

No podían irse de inmediato, por supuesto, Madame Pomfrey no lo permitiría. A Remus se le


recetó su habitual mañana de sueño, y esperaba que los otros merodeadores hubieran aprovechado la
oportunidad para hacer lo mismo.

Cuando se despertó en la enfermería, Sirius estaba sentado en la silla junto a él, sonriendo, con
dos maletas a sus pies.

— ¡Listo cuando tu lo estés! — Dijo alegremente, y Remus sintió una punzada de culpa de nuevo.
Sirius necesitaba llegar a casa de los Potter tanto como James.

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— ¿Has empacado por mí? — Remus se sentó, parpadeando — Caray.

— Por supuesto que no lo he hecho — resopló Sirius — Prongs lo hizo. Sin embargo, me aseguré
de que guardara el libro en tu mesita de noche.

Remus abrió la boca para hablar, pero Sirius levantó una mano — Y el que está debajo de tu
almohada. No te preocupes, Moony, nada se me escapa.

— Gracias — sonrió Remus. — Déjame vestirme, entonces...

— ¿Seguro que estás bien para ir por polvos flú? — Preguntó Sirius, mientras Remus salía de la
cama, sus pies descalzos aterrizaban en las frías losas. Se sentía un poco débil y mareado, pero no peor de
lo habitual. El asintió.

— Sí. Me aparecí una vez después de la luna llena, ¿Recuerdas?

— Okay. Pero deberías decirme, si no te sientes capaz.

— Puedo hacerlo. Pásame mis jeans, ¿Quieres?

Sirius obedeció. Remus se vistió, lentamente, revisando su cuerpo con cada estiramiento y giro,
asegurándose de que todo estuviera funcionando como debía. Estaba hambriento, pero estaba dispuesto a
esperar a que la Sra. Potter cocinara. — ¿Dónde están los otros? — Preguntó Remus, inclinándose ahora
para atarse los cordones de los zapatos.

— Sala común. — respondió Sirius. Levantó su espejo compacto plateado — Debo avisar a
Prongs cuando estemos de camino a la oficina de McGonagall, ellos nos encontrarán.

— Excelente. — Remus asintió. Se detuvo un momento, volvió a sentirse mareado. Fingió estar
simplemente estar estirando.

— ¿Moony?

— ¿Mmm...? — Remus comenzó su segundo zapato, concentrándose muy duro.

— Voy a decirle a Prongs, en Navidad.

— ¡¿Qué?! — Se enderezó tan repentinamente que tuvo que agarrar el brazo de Sirius para evitar
tambalearse. Le dio vueltas la cabeza y parpadeó un par de veces mientras recuperaba el equilibrio. — Le
dirás... ¿A Prongs?

— Sí. — Sirius se veía muy pálido, sus ojos grandes — ¿Si te parece bien? Creo que será lo
mejor.

— Por supuesto. Sí. Quiero decir. Guau. ¿Por qué ahora?

Sirius se encogió de hombros.

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— Debe suceder, eso. Además, estoy loco por tí.

El rostro de Remus se encendió y desvió la mirada. Le dio un codazo a Sirius con el suyo.

— Cállate.

— Nunca. — Sirius le sacó la lengua. — ¿Entonces está bien?

— Sí. Por supuesto que lo está. ¿Me dejarás saber... cuándo?

— Seguro. Quiero elegir el momento adecuado.

— Okay.

— Iré a buscar a Pomfrey ahora, ¿De acuerdo?

— Gracias. — Y con eso, Sirius se levantó de un salto y desapareció detrás de la cortina. Remus
se quedó quieto durante unos minutos, aturdido. Bien. La gente siempre puede sorprenderte.

***

La tarde del Boxing Day en los Potter fue un cambio de ritmo bienvenido. Euphemia quería saber
todo sobre Lily, y Fleamont quería saber cómo estaba funcionando la nueva formación de quidditch de
Gryffindor. Esto llevó a una discusión muy larga y complicada entre Peter, Sirius, James y su padre, ya
que se quejaban del pobre nuevo cazador, Eriksson o algo así, y se preocupaban por si este sería o no el
final de la racha ganadora de seis años de Gryffindor.

Al final, Remus y Euphemia los abandonaron y fueron a la cocina para ayudar a Gully a fregar. La
Sra. Potter acercó un asiento para Remus junto al fregadero y dijo:

— Simplemente siéntate ahí, mi amor, puedes secar. No quiero que estés de pie toda la noche, o
nunca te levantarás mañana. Y parece que los chicos tienen mucho planeado.

Trabajaron en un agradable silencio durante un rato, Remus practicó varios hechizos de secado
antes de darse por vencido y usar un paño de cocina. Quizás nunca sería bueno para los encantamientos
domésticos.

— La práctica lo es todo. — sonrió Euphemia. Su rostro era suave en el centelleo de las luces de
colores, y aunque parecía cansada y mayor de lo que Remus la recordaba, se veía contenta y hogareña. Tal
como debería verse una madre, en su mente.

— ¿Señora Potter?

— ¿Si cariño?

— Conoció a mi papá, ¿Mo?

421
— ¿Lyall? Un poco, pero no muy bien. Monty lo conoció mejor, se cruzaron en el Ministerio una
o dos veces... y creo que a ambos les gustaba tomarse unas pintas de viernes por la noche en el Caldero
Chorreante. — chasqueó la lengua con indulgencia.

— ¿Qué hay de Hope?

Euphemia dejó el plato que estaba a punto de entregar y lo miró. Tragó — ¿Hope Lupin? Mi
madre. Ella era muggle.

— Si, lo sé querido. Solo la vi una vez.

— Pero la conoció. — Miró a la madre de James, asombrado. ¿Por qué nunca se le había ocurrido
antes? Se quitó las caléndulas de color amarillo brillante y se sentó en la silla junto a él.

— Solo nos presentaron. Las dos estábamos embarazadas, en ese momento, esa es la única razón
por la que la recuerdo. Era mucho más joven que yo y, como dices, muggle. Nos movíamos en círculos
diferentes, supongo. Lyall era un hombre muy reservado.

— ¡¿Cómo era ella?! — Remus preguntó, desesperado — ¿Ella era... agradable?

— Oh, Remus — Euphemia se acercó y tomó su mano, que estaba fría por los platos, y se sentía
un poco demasiado familiar. Sin embargo, no quería molestarla, así que la dejó hacerlo. — Ella era muy
amable, por lo que recuerdo. Una cosita tan chiquita, cabello rubio y una sonrisa encantadora. Muy
pequeña, recuerdo haber pensado, aunque al lado de Lyall, todos parecían pequeños. No me acuerdo cuál
fue la ocasión, pero ambas estábamos enormes, recuerdo que me dijo que estaba esperando para Marzo.
Le dije que se pusiera en contacto si necesitaba algo, pero me temo que nunca lo hizo. Quizás ella no sabía
cómo hacerlo.

Remus miró hacia abajo. Si hubiera sobrevivido ileso a su infancia, quizás con el tiempo su madre
podría haber hecho más amigos. Tal vez se hubiera hecho amiga de la Sra. Potter, y tal vez todos hubieran
pasado juntos las Navidades.

— Me dieron una carta — dijo Remus, lentamente. — Cuando cumplí diecisiete. Ella la escribió,
Hope, antes de dejarme. Dijo que... dijo que podría intentar encontrarla.

— ¿Es eso algo que te gustaría?

— No lo sé. Quizás ella ha cambiado de opinión.

— Remus. — Euphemia dijo, muy ferozmente — Puedo jurarte que no lo ha hecho. Si quieres
buscar a tu madre, entonces solo dime. Monty puede hacerlo en un santiamén.

Remus miró hacia arriba, finalmente, y sonrió.

— Gracias.

Se fue a la cama temprano, y Sirius lo despertó, arrastrándose bajo las sábanas. La casa se había
vuelto silenciosa y estaba muy oscuro.

422
— Lo siento — susurró Sirius, oliendo levemente a brandy, y todo cálido mientras envolvía sus
brazos alrededor de Remus — No quería despertarte.

— Sí, ya lo hiciste. — Remus murmuró adormilado. — ¿Todavía no se lo has dicho a Prongs?

— No — Sirius negó con la cabeza contra el brazo de Remus, enterrando su rostro bajo el edredón
— Pensé hacerlo mañana. Después del Callejón Diagon, antes de la cena.

— Okay. — Remus suspiró, cerró los ojos y volvió a dormirse. Justo antes de quedarse dormido,
susurró: — Será mejor que pongas una alarma o algo, para que puedas volver a tu propia cama, antes... —
Pero no sirvió de nada. Sirius se había quedado profundamente dormido.

***

Martes 27 de Diciembre de 1977

— ¡VAMOS VAMOS! ¡DE PRISA! — James estaba gritando escaleras arriba mientras Remus
buscaba su gorro de lana.

— ¡Cálmate loco, ya casi estamos listos! — Sirius gritó desde el rellano, donde estaba
reorganizando su atuendo en el espejo de cuerpo entero.

— ¡No griten en la casa, muchachos! — Euphemia llamó desde la cocina.

— No puedo encontrarlo. ¿Lo empacaste? — Remus bufó, colgando del marco de su puerta.

— Te lo dije, dejé que Prongs hiciera las maletas. ¡OI, PRONGS! ¡HAS OLVIDADO EL
GORRO DE MOONY, BASTARDO!

— ¡TE PEDÍ QUE ME AYUDARAS! — James gritó de vuelta — ¡Dijiste que lo tenía todo bajo
control!

— ¡ASUMÍ QUE ASÍ ERA!

— ¡LO SIENTO, MOONY!

— ¡ESTÁ BIEN, PRONGS! — Remus se unió, un poco avergonzado. — Me iré sin el gorro. —
Dijo: — No hace tanto frío.

— Toma el mío — Sirius se encogió de hombros, volviendo a sacudir la cabeza, todavía


mirándose en el espejo — No quiero ensuciar mi cabello, de todos modos. Accio gorro.

El gorro de lana rojo de Sirius, adornado con un león de Gryffindor, salió disparado del basurero
al que llamaba dormitorio, y Remus lo agarró del aire y se lo colocó en la cabeza.

— Okay. ¡Vámonos!

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— ¡Finalmente! — James se reunió con ellos al pie de las escaleras, donde había estado esperando
durante una buena media hora.

— ¿Dónde está Wormtail?

— Le envié un búho, aparentemente no le apetece. El miserable.

— Sí, bueno, por una vez, no lo culpo por no querer ir a Londres en un día de invierno solo para
ver a Evans y a tí besuqueándose. — Bromeó Sirius.

— ¡Eso no es todo lo que hacemos! — Las orejas de James se pusieron rojas. — De todos modos,
si eso es cierto, ¿Por qué van a venir Moony y tú?

— Quiero algunos libros nuevos y él es un voyeur. — Remus se encogió de hombros. — Vamos,


vámonos, ¿Bien?

Remus se acordó de mantener los ojos y la boca cerrados esta vez. Le gustaba pensar que podía
llegar a la chimenea del Caldero Chorreante con cierta dignidad, incluso si se tropezaba con la rejilla de
hierro fundido. Afortunadamente, tropezó directamente en los brazos de Lily, ya que ella había estado
esperando ansiosamente su llegada.

— ¡Oof! — Ella gritó, tambaleándose pero casi manteniéndose erguida. — ¡Hola, Remus!

— Hola — se rió, recuperando el equilibrio — ¡Mi heroína!

— Es demasiado tarde, Prongs. — dijo Sirius, sacudiéndose a sí mismo, mientras caminaba


limpiamente sobre la rejilla. — Ya la has perdido por un hombre mejor.

— Era inevitable, supongo. — James sonrió, siguiéndolo. Lily soltó a Remus inmediatamente y se
arrojó sobre James, quien parecía estar bastante emocionado.

Se las arreglaron para encontrar una mesa para sentarse en el pub lleno de gente y pidieron cuatro
cervezas de mantequilla.

— Está muy lleno, ¿no? — Dijo Remus, alzando la voz por encima del estruendo mientras se
abría paso entre la multitud de compradores con las bebidas.

— Ofertas. — dijo Lily con indiferencia — Oxford Street es igual de lleno, estuve allí con mamá
esta mañana.

— ¿Alguien aquí que conozcamos? — Preguntó Sirius, levantando la cabeza para mirar los
rostros.

— Um... no realmente... Oh, er, vi a Frank, antes - ¿Recuerdas a Frank Longbottom? Fue Head
Boy en nuestro primer año. — Dijo Lily, antes de agachar la cabeza y concentrarse en su bebida, y la
mano de James, que estaba en su cadera y serpenteaba lentamente debajo de su jersey de lana verde.

424
Una vez que terminaron sus bebidas, todos estaban ansiosos por salir del ruidoso y cálido pub para
tomar algo de aire fresco. La calle, sin embargo, estaba igualmente de abarrotada. A Remus le pareció que
toda la población de magos de Gran Bretaña debía estar hacinada en estas pocas calles tortuosas, toda
envuelta en pesadas túnicas de invierno, cargando bolsas, cestas y cajas, deseándose alegremente una Feliz
Navidad o irrumpiendo groseramente entre el ajetreo y el bullicio para llegar a la tienda que querían.

— ¡Traten de permanecer juntos! — James lanzó por encima del hombro a Sirius y Remus, antes
de desaparecer rápidamente entre la multitud con Lily.

— Vamos a hacer nuestras compras y encontrarlos más tarde. — resopló Sirius. — ¿Dijiste que
querías libros?

— Sí — asintió Remus, distraído. — ¿Puedes oler eso?

— ¿Oler qué? — Preguntó Sirius, tirando de la capa de Remus en dirección a Flourish & Blott's.
Remus lo siguió, pero olfateó el aire de nuevo. El problema era que era muy difícil describir un olor,
incluso para Sirius, cuyos propios atributos caninos a veces aparecían incluso cuando estaba en forma
humana.

— No sé. — Dijo, sin convicción — Simplemente huele diferente que la última vez. La magia.
Probablemente sean todas estas personas.

— ¿Puedes oler la magia?

— Oh. Sí, puedo.

— Demonios.

La librería estaba loca, pero a Remus no le importaba. Se habría contentado con vagar por los
estantes todo el día, fila por fila, revisando y leyendo anuncios publicitarios y acariciando portadas. Estaba
teniendo la mejor tarde que había tenido en mucho tiempo, hasta que lo interrumpieron.

— Bien, bien. Mira quién es. — Remus miró hacia arriba y vio a Snape parado a solo unos metros
de distancia. Apestaba a plata, así que Remus se quedó atrás.

— ¿Qué quieres, Snivellus? — Bromeó, fingiendo no estar preocupado, volviendo al libro que
estaba mirando.

— Tú y tu pequeña banda de delincuentes podrán pensar que son los dueños de la escuela, Loony
Lupin — Severus gruñó — Pero no tienes ningún derecho sobre el Callejón Diagon. Puedo comprar donde
quiera.

— Bien. Entonces lárgate y compra algo. — Remus se encogió de hombros y se dio la vuelta.
Estaba empezando a sentirse enfermo, y quería que Snape y lo que fuera que estaba escondiendo debajo
de su túnica desapareciera.

425
— Estás en mi camino. — Snape entrecerró sus fríos ojos negros. Comenzó a avanzar hacia
Remus, alcanzando por encima de su hombro un libro sobre pociones. Las manos de Remus comenzaron a
temblar, así que dejó su libro y se alejó, metiendo las manos en los bolsillos. ¿Dónde estaba Sirius?

— ¿Te sientes bien, Loony? — Snape sonrió maliciosamente.

— ¿Qué estás haciendo con tanta plata sobre ti, monstruo? — Remus se atragantó, recostándose
en la biblioteca detrás de él, sus ojos llorosos.

— Uno nunca está lo suficientemente seguro. — Snape ronroneó. — Hay de todo por aquí.

— ¿Todo bien, Snivellus? — La voz de Sirius vino justo detrás de ellos. Remus suspiró aliviado
cuando Snape se tambaleó hacia atrás, luciendo como si lo hubieran pillado robando. Sirius salió de detrás
de la estantería, con los brazos cruzados — ¿Te perdiste de camino al Callejón Knockturn, verdad? ¿O tal
vez solo estás en la ciudad para tu lavado anual de cabello?

— Vete a la mierda, Black.

— Oh, por favor, después de ti — Sirius hizo una amplia reverencia, permitiendo que Severus se
alejara, murmurando oscuramente para sí mismo. Remus se rió entre dientes, débilmente.

— Gracias — dijo.

— ¿Estás bien?

Hm. Mejor no preocuparle por la plata. Probablemente Snape estaba siendo igual de repugnante
que siempre.

— Bien. — Remus sonrió. — Vamos, a buscar a los demás, ¿Okay?

— ¿No quieres comprar tus libros?

— No — Remus negó con la cabeza — Solo quería tomar nota de los nombres, ver si Pince los
ordenará en la biblioteca de la escuela por mí. Gratis, de esa manera.

— Lo suficientemente justo. Vámonos entonces, es una locura aquí.

Tuvieron que empujar la mayor parte de su camino hacia afuera, y una vez que salieron, Remus
necesitó un respiro y tuvo que apoyarse contra la pared en el callejón al lado de la tienda.

— ¿Estás seguro de que estás bien? — Preguntó Sirius, tirando de un mechón de su largo cabello,
ansiosamente.

— ¡Bien! — Remus respiró, asintiendo de nuevo. La sensación enfermiza estaba desapareciendo,


ahora, solo necesitaba un minuto. — Solo la luna, probablemente. Aún estoy cansado.

— ¿Qué quería Snivellus?

426
— Oh, las mismas tonterías de siempre — Remus arrugó la cara — No creo que tuviera la
intención de encontrarse conmigo. ¿Qué es el callejón Knockturn?

— Allí — Sirius asintió al otro lado de la calle hacia otro callejón, un poco más ancho que en el
que estaban, lo que claramente conducía a más tiendas. — Es donde se juntan los delincuentes. Magos
oscuros, banshees disfrazadas, vampiros. Esa clase de cosas.

— Oh. — Y hombres lobo. Remus lo supo al instante. Había un olor muy leve, ahora sabía qué
buscar. Alguien que había estado allí recientemente. No Livia.

— El padre de James me estaba diciendo que están planeando una redada en algunas de las tiendas
de allí en el Año Nuevo, creen que están almacenando suministros ilegales. Te apuesto lo que sea a que es
a donde Snivellus se escapó.

Remus miró fijamente al callejón Knockturn durante un rato, mientras recuperaba el aliento.
Cualquiera que fuera el extraño olor nuevo, venía de allí. Había olido algo parecido antes; de Moody.
Magia oscura: quemada alrededor de los bordes, carne carbonizada. Se estremeció.

— ¿Vamos a ver a Suministros de Quidditch de calidad? — Sugirió: — Si James está en algún


lado, seguro es allí.

— ¡Bien pensado! — Sirius asintió — Vámonos entonces.

Dejaron el sombrío callejón detrás y salieron al brillante sol invernal. Este año no había nevado,
pero todavía hacía mucho frío y el cielo estaba despejado, lo que hacía que el aire estuviera fresco y lleno
de energía. Mientras cruzaban la calle, pasando lentamente entre las manadas de brujas comprando con
sus hijos, los magos que se detenían para pasar la hora del día y los elfos domésticos que hacían recados
para sus amos, la energía pareció cambiar ligeramente. Hizo que los pelos del cuello de Remus se
erizaran, como la llegada de un depredador. Se tensó y miró a su alrededor. Vio a Lily y James mirando la
última escoba que había salido en la ventana de Suministros de Quidditch de calidad. Estaba a punto de
volverse y llamar la atención de Sirius, cuando sucedió.

*EXPLOSIÓN*

El frente de El Caldero Chorreante explotó en una columna de humo espeso, rojo sangre, ladrillos,
madera y vidrio volando hacia la calle. Apenas hubo un microsegundo de silencio atónito antes de que
comenzaran los gritos, gemidos de dolor, terror y conmoción. El caos a su alrededor pareció expandirse y
contraerse, como una ola rompiendo.

Crack, crack, crack, la gente se aparecía a su alrededor; muchos se iban, pero algunos también
llegaban. Estos fueron los que hicieron que algo en lo más profundo de Remus quisiera empezar a gruñir.

*EXPLOSIÓN*

Otra tienda, más arriba en la calle también explotó, luego otra, y...

— ¡Abajo! — Sirius tiró de cuerpo entero a Remus al suelo, y ambos se cubrieron la cara mientras
los Suministros de Quidditch de calidad se convertían en humo.

427
125
Navidad (Parte dos)
El suelo tembló y Remus cerró los ojos con fuerza, boca abajo sobre los adoquines. Todo después
de ese momento, ver las cabezas de Lily y James girar, antes de que el edificio frente a ellos explotara,
todo después de eso tenía tan poco sentido. Todo pasó demasiado lento o demasiado rápido, y Remus
descubrió que no reaccionaba de la forma habitual: estaba débil, asustado, su comprensión confusa. Se
sintió aturdido.

Levantaron la cabeza, él y Sirius, mucho tiempo después de que todo se calmara, cuando la gente
a su alrededor ya estaba de pie y gritaba o lloraba. Definitivamente alguien estaba llorando, una mujer.
Ella parecía ser la más ruidosa de todos. Y alguien se estaba riendo también, una carcajada fina y afilada
en la distancia, pura alegría.

El Callejón Diagon había sido bombardeado. Las tiendas que habían sido destruidas eran como
dientes rotos en unas fauces abiertas; extrañas manchas azules del cielo donde debería haber algo más. Era
difícil ver mucho más allá del nivel del suelo, pero entrecerraron los ojos a través del polvo que se
asentaba más abajo en la calle hacia Gringotts, de donde parecía provenir la mayor parte del ruido.

— ¡Ustedes dos! — Siseó una mujer, acercándose a ellos por detrás, hurgando entre los
escombros, con la varita levantada. — ¡Detrás de mí! — Ella se adelantó. Su túnica era de color granate
oscuro, un uniforme de auror.

— ¡James! — Sirius se atragantó, su voz extraña y estrangulada por el terror. Se puso de pie con
dificultad, su túnica toda polvorienta y su cabello lleno de hollín. Medio corrió, medio tropezó, hacia el
agujero en el cielo donde había estado la tienda de suministros de quidditch, minutos antes.

— Sirius no... — Remus tosió, débilmente, siguiéndolo, sintiéndose estúpido y pesado.

— ¿¡James!? — Sirius estaba gritando, pero mucha gente gritaba.

— ¡Sirius! — Remus tosió de nuevo, tratando de mantenerse al día, pero se había lastimado la
cadera al caer al suelo, sus oídos aún zumbaban, y sus ojos estaban empezando a ponerse borrosos
mientras se limpiaba las lágrimas con sus polvorientas muñecas. — Sirius...

— ¡FUERA SANGRES SUCIAS!

Remus cayó de rodillas, tapándose los oídos, y no fue el único. La voz parecía estar justo detrás de
él, dentro de su cabeza, estaba en todas partes. La multitud quedó en silencio, finalmente, mientras todos
miraban a su alrededor, parpadeando, buscando al dueño de la horrible e insidiosa voz.

Lo que sea que estuviera pasando, estaba pasando más lejos, Remus podía oler la magia ahora, y
ver rayos de luz disparando a través de la nube de polvo que rodeaba a Gringotts. Podía oler a Moody y...
¿Ferox? Quizás él. Y a los mortífagos. A algunos los reconoció, a otros no, pero estaban allí, y había

428
muchos. ¿Dónde estaba Sirius? Las ruinas de la tienda que había estado frente a ellos seguían sangrando
humo, y Sirius se había metido directamente en ellas, el idiota.

Apretando los dientes y sin un poco de dolor, Remus se puso de pie de nuevo. Tenía que
encontrarlos.

Los gritos de la batalla se hacían más fuertes, más desesperados; la mujer que le había ordenado a
él ya Sirius que regresaran se había unido, y la conciencia de Remus le dijo que debía ir a ayudar. Pero
James, Lily y Sirius...

— ¡Morsmorde! — La misma voz habló, cerca y lejos.

El humo que llenaba la calle parecía retorcerse y oscurecerse, expandiéndose y arremolinándose


hacia arriba para formar una enorme serpiente entrelazada con una calavera negra de ojos huecos y gritos.

— ¡Es él! — Un hombre cerca de Remus gritó: — ¡Ya sabes quién!

— ¡Silencio! — Alguien más lo hechizó para que se callara. Una quietud extraña, más destellos:
azul, verde, amarillo, rojo y luego...

Crack, crack, crack, ¡Se estaban escapando!

Por primera vez, Remus pensó en sacar su varita, buscando a tientas en su túnica prestada.
Mientras lo hacía, sus dedos rozaron algo más, suave y pesado. Sus dedos se cerraron alrededor de su reloj
de bolsillo y lo arrancó, abriéndolo rápidamente y diciendo en voz alta:

— Sirius Black.

La aguja ni siquiera se bamboleó, sino que apuntó hacia adelante inmediatamente, y Remus la
siguió hacia las ruinas de la tienda. — ¡¿Sirius?! ¡¿Sirius?!

— ¡Moony! — Una mano lo agarró del hombro y se dio la vuelta desesperadamente.

— ¡James!

James lo abrazó, ferozmente, y Remus ni siquiera pensó en lo inusual que era, estaba tan, tan
agradecido y aliviado que le devolvió el abrazo. Lily apareció junto a su hombro, con el rostro pálido, el
cabello cayéndose de la cola de caballo, la ropa manchada de ceniza. Había un corte justo debajo de la
línea del cabello, sangre oscura rezumaba por su ceja izquierda. Y Sirius también. Gracias a Dios, gracias
a Dios, gracias a Dios.

— Te perdí. — Remus dijo, con voz ronca, una vez que James lo dejó ir. Uno de los cristales de
sus gafas estaba roto.

— Lo siento. — Dijo Sirius, sonando igual de horrible.

429
— Será mejor que vayamos y ayudemos — dijo James, sacudiendo ambos hombros — La batalla
está...

— Terminada. — Dijo Remus. — Huyeron. Desaparecidos, la mayoría. ¿Cómo pudieron ustedes


dos...? —Miró a Lily y James, todavía sin creer lo que veía.

— Frank. — Dijo Lily, sonando mucho más pequeña de lo que Remus la había escuchado. James
la rodeó con un brazo. — Frank es un auror. Él usó una maldición de retroceso en nosotros, justo antes de
que la tienda fuera atacada, luego lanzó un protego, creo. Yo no... yo no sabía qué hacer. — Sus ojos se
llenaron de lágrimas y James la rodeó con el otro brazo, envolviéndola por completo.

— Yo tampoco. — Remus dijo, como si fuera a ayudar. — Ni siquiera saqué mi varita.

Sin embargo, Sirius estaba agarrando la suya. Tenía un aspecto terrible; feroz como un demonio,
ojos llenos de odio.

— Me voy de todos modos. Es posible que todavía necesiten ayuda. — Él dijo.

Remus lo agarró por los hombros, sorprendiéndose incluso a sí mismo con su fuerza.

— No. Te. Atrevas. — Gruñó, mirando a Sirius a los ojos. Entonces, algo claramente canino pasó
entre ellos, y Remus casi pensó que realmente iban a pelear, y que sería una especie de alivio si lo
hicieran. Pero, por supuesto, intervino James.

— Moony tiene razón — dijo — deberíamos...

*Crack*

— ¡Chicos!

— ¡Papá!

Fleamont Potter había llegado justo al lado de James. Agarró a su hijo, luego a Sirius, luego a
Remus - quien se había recuperado lo suficiente ahora para encontrar los abrazos un poco incómodos - y
luego miró con horror lo que quedaba del Callejón Diagon. Sus pobladas cejas se fruncieron y se dirigió a
su hijo:

— ¿Están todos bien? Tu madre quiere que vuelvas a la casa inmediatamente, la han llamado en
San Mungo, de lo contrario estaría aquí.

— ¿No deberíamos quedarnos y ayudar? — Preguntó James, luciendo preocupado, todavía


sosteniendo a Lily con fuerza contra su pecho. Qué maldito héroe, pensó Remus. Todavía tenía a Sirius
por los hombros, agarrándolo con fuerza porque no podía abrazarlo.

Fleamont miró a James y pareció crecer unos centímetros de orgullo. Él sonrió.

430
—No, hijo, todo está en sus manos. Moody está acá y Dumbledore está en camino. Solo los quiero
a todos en casa y a salvo, antes que nada...

— ¡Nadie debe irse! — Un hombre estaba gritando, abriéndose paso entre la multitud y los
escombros con paso autoritario. — No hasta que hayan sido interrogados por... oh, hola Monty. No sabía
que estabas aquí.

— Amos. — el Sr. Potter asintió al funcionario del ministerio. — Llegué aquí tan pronto como
pude. Me voy a llevar a los niños a casa, estaban de compras juntos.

— ¿Así es? — El funcionario, Amos, se acercó a mirarlos a todos. — ¿Nombres?

— Amos, ¿Es esto realmente nece...

— ¿Nombres? — Repitió, en un tono más duro.

— Bueno, ya conoces a James, lo conoces desde que tenía cinco años, por el amor de Dios... —
Fleamont gruñó — ¿Y esta es la señorita Evans, supongo? — Miró a Lily, que había dejado de llorar, pero
aún parecía muy asustada.

— Sí. — Ella chilló. — Lily Evans.

— ¿Evans? — Amos parecía pensativo. Sacó un pergamino de su bolsillo — Evans, Evans...


¿Nombres de los padres?

— No los conoce. — Dijo, sus ojos moviéndose rápidamente entre James y el oficial — Soy
nacida de muggles.

Amos volvió a mirarla por encima de su nariz, luego miró a James con una ruda arqueada de ceja.

— Ya veo. Muy bien. Y ustedes dos... ¡Oh! Ajá. ¡Yo sé quién eres! ¡Eres el heredero de los Black!

— Era. — Murmuró Sirius. Se liberó de Remus y se metió las manos en los bolsillos, adoptando
una actitud hosca e irritable que siempre aparecía cuando se mencionaba a su familia. Remus deseaba
poder decirle que no hiciera eso. No lo hacía parecer menos culpable.

— Él también viene a casa con nosotros. — Fleamont dijo rápidamente. — Sirius ha estado
viviendo con nosotros durante más de un año y ...

— Ven, ven, Monty — dijo Amos — ¿El heredero de los Black? No soy estúpido y tú tampoco.
Tendrá que ser interrogado.

— Absolutamente no. — Fleamont levantó la voz. Remus nunca lo había escuchado gritar antes,
era incluso más aterrador que una marca oscura. — ¡Aún son estudiantes, por Dios santo!

— Muchos estudiantes están de su lado también, por lo que escuché. — Amos dijo: — Muchos
Black, también.

431
— No me interesa eso. Puedes hablar con Dumbledore si es necesario, pero yo soy responsable de
estos chicos y los llevaré a todos a casa ahora mismo.

— ¿Qué hay contigo? — Amos de repente se volvió hacia Remus, quien parpadeó. A veces
olvidaba que los Potter lo incluían en sus responsabilidades.

— R-Remus. — Dijo, tratando de ser valiente, pero fracasando miserablemente. ¿Y si este hombre
sabía algo? ¿Y si sabía que era un hombre lobo? — Lupin.

— Hmph. — Amos tomó nota, pero no hizo más preguntas. — Todos deben esperar aquí mientras
hablo con Dumbledore. — Dijo pomposamente.

— Por un demonio que lo haremos. — Fleamont resopló — Si quieres ir e interrumpir a Albus


Dumbledore mientras ayuda en la investigación de un ataque terrorista por el bien de algunos adolescentes
asustados, entonces...

— ¡Amos! — Alguien - ¿Era realmente Frank? - gritó desde la distancia — ¿Dónde diablos estás,
te necesitamos aquí... es Leo!

El oficial se volvió, bruscamente, y con una mirada final a regañadientes a Sirius, corrió hacia la
voz. El señor Potter entró en acción sin correr riesgos.

— Rápido, muchachos, ¿Están todos bien para aparecer? Señorita Evans, probablemente sea
mejor que venga con nosotros por ahora.

Lily asintió y James la besó, antes de que ambos desaparecieran juntos, tomados de la mano.
Fleamont asintió con la cabeza a Sirius y Remus, antes de desaparecer con un fuerte crack. Remus miró a
Sirius. Sirius también lo miró, todavía enojado, todavía lleno de un ardiente deseo de venganza.

— Oh no. — Remus dijo, con firmeza, luego, apenas pensando en ello, agarró el codo de Sirius,
con fuerza, y se preparó para aparecer con él.

Sirius luchó contra él, en la mitad del viaje, el estúpido idiota podría fácilmente haberlos hecho
sufrir una despartición, mientras se esforzaba contra el hechizo de Remus, queriendo solo quedarse donde
estaba la pelea. Pero Remus era más fuerte - el aire estaba lleno de chisporroteos y rugientes restos de
magia, y Remus bebió de ella, dominando a Sirius con el peso de su propia determinación.

Llegaron al porche delantero de los Potter con tanta fuerza que sus cabezas chocaron y se
separaron, jadeando, sintiéndose quemados.

— ¡Maldita sea, Moony! — Sirius jadeó, frotándose el codo donde Remus lo había agarrado.

— Tenía que... detenerte... idiota... — Remus se inclinó hacia adelante, con las manos en las
rodillas. Se sentía completamente agotado, pero zumbando con eso; los nervios encendidos con estática.

James abrió la puerta,

— Entren — dijo — Rápido.

432
Sirius empujó a Remus sin mirarlo.

Lily se quedó una hora más o menos, bebiendo taza tras taza de té, mientras Gully salía y volvía
de la cocina, retorciéndose las manitas arrugadas y sacudiendo la cabeza con tristeza. El Sr. Potter se
disculpó profusamente con Lily, y esperaba que se volvieran a encontrar pronto en mejores circunstancias,
antes de encerrarse en su estudio. Después de eso, se sentaron en silencio la mayor parte del tiempo; con
solo el arrebato ocasional de James o Sirius.

— ¡Snape! — Sirius despotricó, caminando de un lado a otro — Lo vimos en la librería, amenazó


a Moony, ¡Debió de estar metido en todo esto!

— No lo sabes. — Lily dijo, temblorosa, mirando el patrón de su taza de té.

— ¡¿Alguien vio a alguno de ellos?!

— No. — James negó con la cabeza. — Estaba demasiado ocupado tratando de ponerme a
cubierto.

— No. — Lily negó con la cabeza.

— No... — dijo Remus. Sirius lo miró.

— Moony. Oliste algo. Me lo dijiste, ¿Recuerdas? Sabes quién...

— Remus, ¿Puedes oler a la gente? — Lily miró hacia arriba, medio sorprendida, medio curiosa.
— ¿Cómo... aromas?

— No es… es solo… es una cosa de lobos. Instinto. Pero no olí nada. Yo no... — Remus deseaba
que el suelo se lo tragara.

Él podría decirles. Pero no quería decírselo a Sirius de esta manera; no mientras estaban furiosos
el uno con el otro, y asustados, y Lily y James estaban sentados allí mismo.

— Moony. — Dijo Sirius, en una voz muy baja y oscura que ninguno de ellos había escuchado
antes. — Dime. ¿A quién?

Remus miró a James, desesperadamente pidiendo ayuda, pero él solo estaba mirándolo devuelta,
esperando. Lily también, con la boca ligeramente abierta. Miró a Sirius de nuevo y trató de mantener su
mirada.

— Creo que Regulus estaba allí. Pero había mucha gente donde estábamos, Sirius...

Sirius levantó las manos y salió de la habitación en completo silencio. Lily dio un suspiro muy
cansado.

— James —dijo ella— creo que será mejor que me vaya a casa. Mamá y papá se preguntarán
dónde estoy.

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James insistió en volver a aparecer con Lily y luego regresar solo. Remus deseó que no se hubiera
ido. No quería quedarse solo. Solo, todo volvía a su mente, tan vívido como en una pantalla de cine. El
ruido, el humo, el terror absoluto. Y la vergüenza. No había actuado. Su primera oportunidad de
demostrarle a Dumbledore, a Moody e incluso a Snivellus, que estaba en el lado correcto y dispuesto a
luchar por él. Pero nunca había esperado que fuera así. Nunca había considerado que llegado el momento,
estando en un campo de batalla con las únicas personas que ama en el mundo, todo lo que él quería hacer
era encontrarlos y huir.

Cuando James regresó, encontró a Remus paseando, pisando el mismo tramo de alfombra en el
que Sirius había estado antes.

— ¿Estás bien, Moony? — Preguntó, nervioso, dando pasos lentos hacia adelante, con los brazos
en alto, como si Remus fuera una bestia indómita.

— Yo no hice nada. — Remus murmuró, todavía caminando. — Yo solo… no podía moverme.


No podía pensar.

— Remus... — James siguió hablando en ese tono firme y amistoso. Era más reconfortante de lo
que Remus quería admitir. — Nadie podría pensar. Fue horrible; fue la cosa más aterradora que jamás me
haya pasado.

Remus se detuvo en seco y miró a James. Esbozó una media sonrisa y se encogió de hombros: —
Ninguno de nosotros sabía qué hacer.

— Sirius sabía. — desafío Remus. — Él fue el que se levantó. Quería ayudar...

— Sirius nunca piensa, Moony, lo sabes.

— Oye, fíjate de quién hablas, Potter. — Sirius apareció de repente en la puerta, con los brazos
cruzados. Sus ojos estaban un poco rosados, pero ya no parecía enojado. Remus le sonrió, esperanzado, a
espaldas de James. Sirius le devolvió la sonrisa de forma tranquilizadora.

— Iba a decir — se rió James — Que eso es lo que te hace tan valiente, idiota. Solo quieres
apresurarte y ayudar, incluso si es la peor idea del mundo.

— Sí, está bien, no fue una buena idea. — Dijo Sirius, sentándose en el sofá, junto a James.

— Al menos hiciste algo. — Remus dijo: — Al menos te levantaste.

— Tú también te levantaste, Remus. — Sirius dijo, suavemente.

— ¡Después de que tú lo hiciste! — Remus replicó — Fue patético, estaba… ¡¿Cómo vamos a
ganar esta guerra si voy a ser así?! Si voy a tener demasiado miedo como para...

— Yo también estaba asustado. — Sirius dijo, mirando hacia arriba. — No estoy tan loco. Estaba
asustado hasta la mierda, quiero decir... Maldita sea.

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— No. — Dijo James, pasando su mano por su cabello, todavía arenoso por los escombros. — Me
tomó tanto tiempo darme cuenta de lo que había sucedidó, y todo en lo que podía pensar era en llevar a
Lily a un lugar seguro. Solo pensaba en hacer cualquier cosa para asegurarme de que estuviera a salvo.

— Ahí está entonces. — Dijo Sirius con firmeza. — Así es como ganamos la guerra.

***

La Sra. Potter no regresó de San Mungo en toda la noche, pero Fleamont salió de su oficina para
decirles a los chicos que había hablado con ella y que ella estaba bien, antes de pedirle a Gully que le
hiciera un sándwich y cerrar la puerta nuevamente.

Peter se acercó, pálido y agitando - había oído la noticia, al parecer, tenía un primo que trabaja
para el Diario El Profeta. Sin embargo, no había información útil. Aún no había un recuento de muertos,
todavía no finalizaba. Peter se quedó a cenar, pero James fue con el único que realmente pudo mantener
una conversación adecuada, y finalmente Peter se fue. Cuando Remus anunció que quería acostarse
temprano, los otros dos se encogieron de hombros y acordaron subir también.

Después de ducharse y lavarse el polvo y el humo de su cabello, se cepilló los dientes en el frío y
silencioso baño y trató de no pensar en lo extraño que se sentía estar haciendo cosas tan normales en un
día tan anormal. Podía escuchar a Sirius y James murmurar en voz baja en la habitación de al lado, tonos
solemnes y tensos. Decidió dejarlos solos.

Horas después, Remus lamentaba seriamente esa decisión. No podía dormir. Esperó y esperó a
que llegara Sirius, hasta que se dio cuenta de que aún debía de estar con James y que tal vez no vendría en
absoluto. Remus se acostó de espaldas y trató de evitar que sus pensamientos se volvieran demasiado
ruidosos. Esta era la guerra, seguía pensando. Esto es lo que acordó hacer. Se lo había prometido a
Dumbledore. Se lo había prometido a sus amigos.

Finalmente, en la madrugada, cuando estaba enfermo de cansancio y los primeros rayos rosados
del amanecer se asomaban por las cortinas, su puerta se abrió. Sirius se arrastró por la habitación con el
sigilo de un gato.

— ¿Remus? — Susurró desde los pies de la cama. Remus se dio la vuelta.

— Estoy aquí.

Sirius prácticamente voló hacia él, deslizándose bajo las mantas y enterrando su cabeza bajo el
edredón. Se aferraron el uno al otro y todo se estabilizó. Remus sintió que al fin estaba tranquilo. En un
momento, Sirius se movió levemente y susurró:

— Dime un secreto. ¿Uno lindo?

Remus hizo una pausa. Besó el cabello de Sirius.

— También estoy loco por ti.

(To die for - Sam Smith)

435
126
Navidad (Parte tres)
Lunes 2 de Enero de 1978

La siguiente semana y media fue una de las más oscuras que Remus podía recordar. Cuando la
Sra. Potter finalmente llegó a casa el día después del ataque, estaba pálida y demacrada, y abrazó a su
familia con tanta fuerza, como si hubiera pensado que nunca los volvería a ver.

— Unos cincuenta muertos, escuché por ahí. — Dijo ella solemnemente. — Sin embargo, yo
estaba principalmente en triaje. Cientos de heridos.

— ¿Alguno... alguno de los nuestros? — Preguntó el señor Potter. Parecía como si no hubiera
dormido en horas, en realidad, por lo que Remus sabía, no se había acostado en absoluto.

Euphemia asintió y cerró los ojos.

— Más tarde. — Dijo, echando un vistazo a los chicos. James pareció indignado.

— Podemos escuchar. — Él dijo. — ¡Todos somos mayores de edad! ¡Estuvimos allí cuando
sucedió!

— ¡Sí, sé que estuviste allí! — La Sra. Potter gritó, su voz estridente. La boca de James se cerró
de golpe y miró hacia abajo, avergonzado. La Sra. Potter se levantó. — Voy a acostarme.

Salió de la habitación y los hombres se sentaron en silencio.

— Papá, lo siento. — Murmuró James.

— Está bien, hijo. — Fleamont se quitó las gafas y se frotó el puente de la nariz. — Todos
estamos enojados. Su madre y yo necesitamos que ustedes, muchachos, escuchen y hagan lo que se les
dice hasta que sea hora de volver a la escuela, ¿Entienden?

Todos asintieron, a regañadientes, y Remus vio que los músculos de la mandíbula de Sirius se
tensaron. Era una muestra de su respeto por el Sr. Potter el que no protestara. — Ahora — continuó
Fleamont — esta casa estará muy ocupada durante los próximos días, y verán a muchas personas muy
importantes haciendo un trabajo muy importante. No hagan demasiadas preguntas y no se preocupen
mucho.

— ¿No podemos ayudar? — James preguntó con seriedad.

— Sí. — Fleamont asintió. — Siendo amables anfitriones y cuidando de tu madre.

— Sí papá. — James suspiró, mirando hacia abajo de nuevo, obviamente decepcionado.

436
— James... — Fleamont comenzó, acercándose para tocar el brazo de su hijo.

Remus y Sirius tomaron eso como una señal para limpiar la mesa, y esperaron en la cocina,
ayudando a Gully a lavar los platos a medias.

— No veo por qué tanto alboroto. — Sirius refunfuñó, hundido hasta el codo en espuma de jabón.
— Si supieran la mitad de las cosas de las que somos capaces, podemos ayudar.

— Tendremos nuestra oportunidad. — Remus respondió, mirando por la ventana mientras secaba
los platos. El jardín estaba muy oscuro y una neblina helada flotaba en el aire, lo que dificultaba ver
mucho más allá de la pared del patio. Podía distinguir los aros de Quidditch de James en el césped y la
tenue luna menguante. No le gustaba no poder ver muy lejos, le inquietaba.

— Es fácil para tí decirlo. — Sirius todavía se quejaba — Ya te has probado a tí mismo.

— ¡¿Qué?! — Remus lo miró, confundido, siendo momentáneamente distraído de la ventana.

— Con esa mujer que conociste el año pasado. Ya te has enfrentado al enemigo y le has
demostrado a Dumbledore que puede confiar en tí.

— No creo que lo haya explicado correctamente, si eso es lo que piensas... — dijo Remus. —
Livia no... no se trataba de la guerra.

— Dumbledore cree que sí. Moody también. Hablan de los hombres lobo todo el tiempo, lo útil
que será tratar de convencer a las criaturas oscuras de que no se unan a tú sabes quién.

— ¿Podemos hablar de algo más?

— Bien.

No hablaron de nada. Lavaron los platos en completo silencio. Remus miró por la ventana hacia la
oscuridad de los terrenos de Potter y buscó… algo.

Finalmente, entró James, justo cuando terminaban de guardar lo último de la porcelana.

— ¿Estás bien, amigo? — Sirius preguntó jovialmente.

— Sí — James se encogió de hombros, luciendo de alguna manera más sabio; más grande. —
Solo cosas de padres, ya saben.

Sirius y Remus se miraron el uno al otro, y Remus supo que ambos estaban experimentando la
misma amarga envidia. ¿Qué significaba tener un padre como Fleamont Potter? ¿Tener uno en absoluto?

— Le dije a Lily que la llamaría, si ustedes dos quieren ir dar un paseo por el pueblo pueden venir.

— Por qué no. — Dijo Sirius, dejando el trapo de cocina sobre el grifo.

437
— Oh, Moony, ¿Papá dijo que te diera esto...? — James le entregó un pequeño rollo de papel.
Remus lo abrió rápidamente, mirando el pulcro nombre y la dirección escritos allí. James ladeó la cabeza,
curioso.

— ¿Qué es?

— Oh nada. Es sobre un libro del que le había preguntado. — Remus se lo guardó en el bolsillo.
— Vamos. Las llamadas son más baratas después de las seis.

James finalmente aprendió a usar la cabina sin ayuda, así que no había nada que Remus pudiera
hacer más que apoyarse contra la pared junto a Sirius, esperando. Enrolló algunos cigarrillos para pasar el
tiempo; se había cortado las puntas de sus guantes en Noviembre para ese explícito propósito.

— No me refería a ti. — Sirius dijo en voz baja. — Cuando dije criaturas oscuras.

— Sé que no lo hiciste. — Remus lamió el rizla y luego lo alisó. Le entregó el cigarrillo terminado
a Sirius, quien lo tomó y se lo puso detrás de la oreja. Remus comenzó otro.

— Tienes que enseñarme a hacer eso algún día. — Sirius murmuró, mirándolo con aprecio. —
Apuesto a que podríamos encontrar un hechizo para hacerlo al instante.

— Probablemente — suspiró Remus, alineando el tabaco. — Pero me gusta hacerlo de esta


manera.

— Si tú lo dices.

Se quedaron callados de nuevo. Remus terminó su segundo cigarro y lo sostuvo entre su pulgar e
índice, preguntándose si debía fumarlo o no. A la Sra. Potter no le gustaba el olor a humo en ellos, y
odiaba aumentar sus problemas. Pero por otro lado, realmente podría fumar uno para calmar sus nervios.
A Sirius también le vendría bien uno, ya que el constante golpeteo de su pierna afirmaba lo ansioso que
estaba. Además de que se estaba mordiendo las uñas.

Remus encendió el cigarrillo con un chasquido de dedos e inhaló. Sirius hizo lo mismo. Su pierna
se detuvo.

— Si lo soy, de cualquier forma. — Remus dijo, exhalando.

— ¿Qué?

— Una criatura oscura, como dijiste.

— Moony, no...

— Sí — asintió Remus, mirando los campos frente a ellos y a la autopista detrás de estos. — Por
eso, cuando hablaste sobre tu deseo de probarte a ti mismo, yo sí entendí lo que querías decir. La gente
confía en los hombres lobo tanto como en los hijos deshonrados de magos oscuros.

438
— Lo sé. No quise actuar como si...

— ¿Como si fueras el único que fuera a perder algo en esta guerra?

— Sí, así. Lo siento. No quise actuar de esa forma.

— Lo sé. — sonrió Remus, mirándolo finalmente. — Siento lo de Regulus.

— Bueno. — Sirius raspó sus pies en la grava — Me imaginaba eso. Por supuesto que iba a estar
ahí.

— Voy a trabajar muy duro en esta broma contra Slytherin cuando regresemos a la escuela. Será
mi mejor trabajo.

Sirius se rió, un sonido honesto y abandonado, echando la cabeza hacia atrás.

— Godric, Moony. — Él sonrió ampliamente — Cuando dices cosas como esas, me dan ganas de
besarte la cara.

— Ja — resopló Remus. Él lanzó una mirada a James, dentro de la caja del teléfono rojo,
farfullaba con una enorme sonrisa en su rostro — Quizá no ahora...

Sirius lució triste de nuevo.

— Voy a decirle, pero no ahora con todo lo que está pasando ¿Sabes?

— Entiendo. — Remus asintió. Realmente lo hacía. No quería que Sirius lo supiera, pero la idea
de que James finalmente se enterara de ellos era mucho más aterradora de lo que había pensado. ¿Por qué
impactar a todos de nuevo?

— ¿Remus? Si te pregunto algo, ¿Me dirás la verdad?

— Claro. — Su estómago se apretó involuntariamente, pero se armó de valor.

— ¿Sobre qué erq la nota del padre de James? No era el título de un libro, ¿verdad?

— No. — Remus estuvo de acuerdo — No lo era. — Metió la mano en el bolsillo y lo sacó,


tocando el pergamino suave y grueso por un momento antes de entregárselo a Sirius.

Sirius lo desdobló rápidamente y miró hacia abajo.

— ¿Hope Jenkins? — Él leyó, con una arruga en su frente — ¿Qué significa eso?

— Es un nombre. — Remus dijo, rápidamente — El nombre de mi madre. Y su dirección.

— ¡Oh! — Sirius respiró, volviéndolo a leer, todavía frunciendo el ceño. — Tu madre. — Dijo la
palabra como si nunca hubiera considerado la posibilidad de que Remus tuviera tal cosa.

439
— Sí — Remus tomó el pergamino de vuelta y lo guardó en su bolsillo. — Sé que dijimos que
hablaríamos de cualquier cosa menos de madres, pero, bueno... Dumbledore me dio una carta que ella me
había escrito, después de la muerte de Lyall. Dijo que podría intentar encontrarla cuando fuera mayor de
edad, así que... supongo que el señor Potter la encontró.

— ¿Qué vas a hacer con eso? ¿Le escribirás?

— Sí, creo que lo haré.

Sirius movió su mano sobre la pared, rozando sutilmente los dedos de Remus.

— Bueno, espero que la encuentres.

***

El Señor Potter tenía razón: durante los días siguientes, la casa estuvo más ocupada de lo que
Remus la había visto desde la fiesta de Navidad del 73. Excepto, por supuesto, que había mucho menos
alegría. Estas eran las personas más cercanas a Dumbledore, muchos de ellos trabajaban para el
ministerio, pero todos le eran leales antes que nada. Eran la primera línea de batallas en la guerra.

Algunos de ellos eran rostros familiares: Moody, por supuesto, que por lo general se tomaba el
tiempo para hacer un gesto brusco con la cabeza a los tres adolescentes que ahora pasaban sus días
mirando a los recién llegados por la chimenea. Luego estaba el mismo Frank Longbottom, tan agradable y
afable como lo recordaba Remus. La mayoría de las veces venía con su novia, Alice, la joven que les
había dicho a Sirius y a Remus que se ocultaran el día del ataque.

Los gemelos Prewett fueron otra sorpresa: James y Sirius se tiraban uno encima de otro en sus
intentos de alcanzarlos y compartir así cada acto nefasto que habían cometido en Hogwarts desde la
partida de los chicos mayores. Ambos se habían vuelto muy guapos, de hombros anchos y más ásperos
después de unas pocas aventuras, pero aún tenían el mismo temperamento agradable y el mismo sentido
del humor perverso. A menudo traían a su hermana pelirroja y a su marido igualmente pelirrojo.

Todos estos invitados solo se detenían para charlar unos momentos con James, Remus y Sirius,
antes de desaparecer en el estudio del Sr. Potter, o para salir al jardín para aparecerse (aparentemente
Moody había colocado un hechizo sobre la casa de los Potter que no solo la hacía imposible de encontrar,
pero imposible de ubicar en cualquier tipo de aparición). Como consecuencia, la sala de estar y el
vestíbulo de entrada empezaron a parecerse mucho a la plataforma 9 ¾.

Por la noche, la Sra. Potter volvía a casa, luciendo agotada y decidida. Todavía tenía una sonrisa
para todos y siempre estaba lista para recibir a quien estuviera en la casa para cenar. Ella era
completamente espectacular.

La noche antes de que se esperara que los chicos regresaran a Hogwarts, Moody, Frank y Alice se
unieron a ellos para cenar: estofado de carne con albóndigas. Estaban teniendo una noche muy agradable,
Frank y Remus estaban teniendo una discusión muy intensa sobre los encantos defensivos, y Alice y los
chicos (incluído Fleamont) estaban discutiendo sobre qué equipo de Quidditch iba a ganar la liga.

A la izquierda de Remus, Moody se inclinó para dirigirse a la Sra. Potter y susurró:

440
— Escuché que Ferox saldrá, ¿Mañana, no?

— ¡¿Saldrá?! — Remus se dio la vuelta, cortando a Frank en la mitad de la charla — ¿Saldrá de


dónde?

Moody arqueó una ceja, haciendo que su misterioso ojo mágico se hinchara grotescamente.

— Tienes un maldito buen oído, muchacho. Serías un buen auror.

Remus negó con la cabeza con impaciencia.

— ¿El profesor Ferox?

— Sí, querido —explicó Euphemia con calma — Leo Ferox resultó herido en el ataque al Callejón
Diagon. Ahora está estable y se quedará con su abuela por un tiempo para recuperarse por completo. Lo
siento, olvidé por completo que había enseñado en Hogwarts, ¿lo conocías bien?

— Algo así como. Era mi maestro favorito — dijo Remus, con el estómago revuelto. — ¿Él
está… qué pasó? ¿Estaba en una de las tiendas?

— Él estaba en combate, en la batalla, con nosotros — dijo Frank — Él estaba en el meollo de la


cuestión, no puedes culpar a su técnica pues estaba lanzando hechizos mejor que nadie, pero todos
tenemos mala suerte a veces.

— ¿Pero estará bien? — Remus dejó su tenedor ahora, no iba a comer más.

— Con el descanso adecuado. — La Sra. Potter asintió con la cabeza, sonriendo débilmente.

Todo el terror que Remus había estado tratando de ignorar durante los últimos días regresó. Se
agarró al asiento de su silla, miró su plato y pensó en Ferox, inconsciente entre los escombros. Un hombre
bueno y fuerte como ese, derribado. Remus sintió una punzada de ira en sus entrañas, se sentía desafiante,
agudizó su concentración. Iba a hacerlo mejor, sin importar lo que hiciera falta. Iba a ser más rápido; más
valiente. La próxima vez que llegara la batalla, estaría listo.

(Hey Jude - The Beatles)

441
127
Responsabilidades
Lunes 9 de Enero de 1978

Remus escribió tres cartas en su última noche antes de la escuela en las vacaciones de Navidad.
Dos necesitarían una estampilla muggle, y debían de ser colocadas en el buzón rojo del Correo "Royal" al
final de la calle antes de partir hacia King's Cross. La tercera podía esperar hasta que llegara a Hogwarts
dónde usaría una de las lechuzas de la escuela.

La primera era para Hope:

"Estimada Sra. Jenkins,

Mi nombre es Remus Lupin. Mi padre era Lyall Lupin y creo que soy su hijo.

Ahora tengo diecisiete años. Recibí una carta escrita por usted en 1965. Espero que no le importe
que le escriba. Si desea responderme, me gustaría mucho.

Suyo sinceramente,

Remus John Lupin."

(Pensó que sería mejor firmar con su nombre completo, aunque se sorprendería mucho si hubiera
otro Remus Lupin viviendo en Gran Bretaña. También pensó que era mejor hacer la carta breve y directa.
Ella lo agradecería, quizá, si es que optaba por ignorar la carta).

La segunda carta era para Grant.

"Querido Grant,

Espero que hayas tenido una linda Navidad. Me hubiese gustado ir a visitarte, pero me quedé con
la familia de mi amigo y es difícil irse de ahí.

Espero que estés bien. ¿Cómo vas con el trabajo? ¿Has ahorrado ya para un departamento? Yo
tendré que empezar a pensar en eso pronto. Este es mi último año escolar. En Junio saldré al mundo real.
Espero poder verte entonces.

Por favor, escríbeme tan pronto como puedas, quiero saber cómo estás.

Tuyo, Remus."

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(No quería poner 'tuyo sinceramente', porque parecía tonto y demasiado formal. No quería poner
'con amor', porque eso parecía muy extremo. Así que al final, 'tuyo', parecía el forma más sencilla y
honesta de terminar la carta).

— Entonces, ¿Solo queda envíar la carta de Ferox? — Preguntó Sirius, mientras tomaban asiento
en su vagón habitual en el Expreso de Hogwarts. Estaban completamente solos: Peter había ido en busca
de Dorcas, quien aparentemente le había escrito una carta muy ardiente durante las vacaciones de
Navidad, mientras que James y Lily se habían dirigido directamente al vagón de los prefectos.

— Solo la de Ferox. — Remus asintió, palmeando su bolsillo. Sirius se sentó en el mismo banco
que él, reclinándose y estirando las piernas en el regazo de Remus, con los brazos cruzados detrás de la
cabeza. Remus resopló con indulgencia, — Claro, ponte cómodo, no pasa nada.

— Gracias, lo haré. — Sirius sonrió con malicia. — Entonces. — Dijo: — ¿Por cuál carta estás
más ansioso de recibir una respuesta?

— ¿Qué respuesta tengo más ganas de recibir? — Remus arqueó una ceja secamente — ¿Quieres
decir entre mi ex-maestro herido en batalla, mi jóven ex-novio delincuente o la madre que me abandonó?

— Bueno, cuando lo dices así. — chasqueó la lengua Sirius. — Honestamente, la cantidad de


cosas que te guardas.

— ¿Preferirías que estuviera lloriqueando todo el tiempo? — Remus suspiró, abriendo el libro que
había traído para el viaje encima de las piernas de Sirius.

— No — reflexionó Sirius, mirando pensativamente al techo del vagón. — Pero, quiero decir. Si
no me tuvieras a mí para hablar sobre estas cosas, me preocuparía que tu cabeza explotara.

— No explotaría, muchas gracias. — Remus se golpeó la rodilla ligeramente con el libro de


bolsillo de pingüino cubierto de naranja. — Eres tan dramático. Me las arreglaba perfectamente bien antes
de que decidieras involucrarte.

— ¡¿Cómo?!

— Bueno. — Remus se mordió el labio — Yo er... pensarás que es estúpido.

— ¿Qué cosa?

— Yo... hago listas, en mi cabeza. Ventajas y desventajas. Y a veces tengo conversaciones


imaginarias, ya sabes, para ayudarme a resolver un problema...

— Maldita sea, Moony — Sirius se sentó, farfullando. —Estás completamente loco.

Remus se rió.

— Sí, ok. Quizás esté un poco lunático.

443
Sirius deslizó sus pies del regazo de Remus y se acercó a él en el asiento.

— ¿Alguna vez has tenido una conversación imaginaria conmigo?

— ¡No! — Remus respondió, cerrando los ojos al sentir el aliento de Sirius en su cuello. — Solo
tengo conversaciones imaginarias con personas sensatas.

— Bueno, tal vez ahí es donde te equivocas... — Sirius comenzó a besar a Remus, muy
ligeramente detrás de el lóbulo de su oreja. Remus se retorció, el libro cayó al suelo del carruaje.

De repente, la puerta comenzó a abrirse con un traqueteo y se escucharon risas en el pasillo. Sirius
y Remus se separaron justo cuando Marlene y otra chica tropezaron dentro.

— ¡Oh! — Los ojos de Marlene se abrieron con sorpresa, sus mejillas se pusieron rosadas —
Pensé que este vagón estaba vacío...

— Nop — Sirius se inclinó hacia atrás, luciendo divertido. Miraba a Marlene con un brillo muy
perverso en sus ojos. Le guiñó un ojo a la chica que venía detrás de ella, una alta y morena de sexto año
que Remus pensó que reconocía vagamente. — Patel. — Sirius asintió.

Oh Dios, pensó Remus para sí mismo, ¡¿ Podría Sirius tener viejas conquistas que ni siquiera él
conocía?!

— Remus, ¿Conoces a Yasmin? — Marlene preguntó, tomando asiento frente a él — Ella es la


nueva guardiana del equipo.

— Oh, cierto, hola. — Remus asintió con la cabeza, haciendo un gesto incómodo.

— ¿Y Mary? — Sirius estaba levantando una ceja hacia Marlene, como si supiera algo. Remus
estaba confundido y un poco nervioso.

— No está. — Yasmin respondió con una sonrisa similar.

— Ella está hablando con uno de los prefectos de Ravenclaw — dijo Marlene, rápidamente —
¡No es como si la estuviéramos evitando deliberadamente o algo así! — Marlene parecía estar… ¡¿Se
había sonrojando?! ¿Por qué todo el mundo estaba actuando de manera tan extraña? Remus se movió en
su asiento, notando la extraña atmósfera.

— Hm. — Sirius dijo, todavía sonriendo a Marlene con aire de suficiencia — ¿Qué estaban
haciendo ustedes dos, entonces?

Yasmin hizo una mueca y lo miró fijamente a los ojos con una sonrisa irónica.

— Nada. ¿Qué estaban haciendo ustedes dos? — Ella arqueó una ceja sugerente y Remus casi se
levantó de un salto por la sorpresa. ¡¿Ella lo sabía?! Pero entonces, ¿Quién diablos era Yasmin?

— ¡Nada! — Sirius se sentó derecho.

444
— Bien, pues. — Marlene se encogió de hombros, su rostro se aclaró mientras se recostaba en su
asiento, luciendo como si acabara de ganar una partida de ajedrez particularmente gratificante. — Lo
dejaremos así, entonces, ¿De acuerdo?

— Bien. — Sirius también se reclinó, cruzando los brazos. Yasmin se rió y Remus solo se rascó la
cabeza.

— ¿Qué vamos a dejar dónde? — Le preguntó a Sirius, más tarde esa noche. Se dirigían
lentamente hacia la lechucería antes del toque de queda. Había comido mucho en la cena y ahora se estaba
arrepintiendo un poco.

— Moony, de verdad. — Sirius se rió — ¿Alguien tan observador como tú no ha notado nada
diferente en Marlene últimamente?

— No sé de qué estás hablando. — Jadeó, luchando como siempre con la escalera de caracol.

Remus no quería admitir que si era observador, era solo porque observaba a Sirius. Por lo general,
consideraba a las chicas como un completo misterio y rara vez tenía idea de lo que estaba pasando con
ellas a menos que se lo dijeran explícitamente. Lily y Mary hacían esto con más frecuencia que Marlene,
que siempre había sido tan reservada como él.

— Oh, por favor, Moony — Sirius se rió — ¿Marlene y Yaz? No me digas que no las viste,
estaban una encima de la otra antes de darse cuenta de que el vagón no estaba vacío.

Remus se detuvo, en parte porque necesitaba un momento para recuperar el aliento, en parte
porque no podía creer lo que estaba diciendo Sirius.

— ¿Quieres decir que Marlene es...?

— Sí.

— Y Yasmin...

— Sí.

— Maldita sea.

— Sí. — Los ojos de Sirius brillaban con picardía. — ¡No puedo creer que no lo sabías!

— Bueno. — Remus bufó. Ahora estaban casi en la cima. — Estoy bastante impresionado de que
tú lo sepas. Dado que aparentemente no tenías idea de que yo lo era, después de haber estado teniendo
sexo conmigo durante un año.

— No fue un año entero. — Sirius respondió, a la defensiva, llegando a la cima y mirando


furtivamente a su alrededor, antes de continuar hacia la habitación vacía.

445
Remus entró detrás de él y buscó una lechuza apropiada. No sería un viaje largo, pensó. Creía
recordar que Ferox le había dicho que su abuela vivía en Liverpool. Había sido una carta difícil de
escribir, pero necesaria, considerando que la última vez que se separaron fue en términos difíciles.
Simplemente esperaba que Ferox estuviera bien y agregó algunos detalles intrascendentes sobre su
preparación para los EXTASIS.

— Entonces, si Marlene sabe... — dijo Remus, pensativo, atando la carta a la pata de su lechuza.

— Sí, lo sé. James es el siguiente. — Sirius suspiró.

— No quiero seguir sacando el tema... — dijo Remus, en tono de disculpa, dejando a la lechuza en
libertad para que saliera volando por la ventana más cercana. La vio irse.

— No, prometí que lo haría. — Sirius levantó las manos. — De todos modos, este semestre va a
ser una pesadilla con los EXTASIS y la guerra... prefiero no tener que andar preocupándome por nada
más.

— ¿Estás nervioso?

— Estoy que me cago de los nervios.

— Encantador. — Remus puso los ojos en blanco — ¿Puedo ayudar en algo?

— No si me vas a sugerir que tenga una conversación imaginaria con Prongs...

— No veo por qué no — Remus se encogió de hombros. — Prongs es fácil de imaginar. Es bueno,
y predecible.

— Mm, a diferencia de algunos. — Sirius murmuró. — De todos modos, no es lo que dirá lo que
me preocupa. Sé lo que dirá. Será como cuando tú, cuando... um...

—...Salí del closet... — Remus instó, amablemente. Sirius asintió con timidez.

— Sé que él será igual de amable. Estoy más preocupado por las cosas que no dice...

— Bueno. — Remus dijo, alejándose de la ventana — No hay nada que puedas hacer al respecto
con eso.

— ¡¿Black?! Bla-aaack? ¡Oye, Padfoot! — El bolsillo de Sirius comenzó a gritarle. Sirius sonrió,
sacando su espejo compacto y abriéndolo,

— Hablando del diablo...

— ¿Dónde estás, idiota? — La voz de James retumbó en el espejo.

— En la lechucería.

446
— ¿Moony está contigo?

— Sí.

— Dumbledore lo llama.

— ¡¿Ahora mismo?! — Sirius miró a Remus, cuyo estómago se hundió. Eso nunca era algo
bueno.

***

Una hora después.

Remus no se sorprendió al encontrar a los tres merodeadores (y a Lily, quien a este punto podría
tener su propio apodo y acceso al mapa, de todos modos) esperando afuera de la oficina de Dumbledore
por él. Estaba agradecido, estaba en tal estado que si hubiese tenido que caminar solo de regreso a la torre
probablemente se hubiera perdido.

— ¿Y bien? — Preguntó Sirius, ansioso como siempre por ser el primero en saberlo.

— Um. — Dijo Remus.

— Vamos — dijo Lily, tomando su brazo suavemente — No tienes que decirnos, solo queremos
saber que estás bien.

— Por supuesto que tiene que decírnoslo. — Sirius frunció el ceño. Remus le dio una mirada de
advertencia.

— ¿Podemos ir a un lugar un poco más privado? No a la sala común...

— ¿El dormitorio? — Peter sugirió.

— Sí. — Remus asintió.

No les hablaría hasta que llegaran allí, y utilizó el tiempo para averiguar exactamente cómo iba a
explicar sin herir al menos los sentimientos de Sirius, o el orgullo de James. Dumbledore no había dicho
que no podía contárselo a nadie. Solo le dijo que debía de tener cuidado con a quién se lo decía. Por su
seguridad y la de ellos, había advertido el anciano siniestramente. Remus todavía tenía serias dudas sobre
si Dumbledore estaba tan preocupado por su seguridad, personalmente, pero mantuvo la boca cerrada.
Debía de tener cuidado con lo que decía, dada la posición en la que se encontraba.

Finalmente, todos se amontonaron en el dormitorio de los merodeadores, incluso Lily, lo cual era
un poco extraño, especialmente cuando se sentó en la cama de James, como si lo hubiera hecho cientos de
veces antes. Remus se sentó en la tapa de su baúl. Ni siquiera había tenido tiempo de desempacar, todavía.

— ¡¿Entonces?! — Sirius preguntó de nuevo, impaciente, apoyado en el poste de la cama — ¿Qué


quería Dumbledore?

447
— Me dio una tarea. — Remus miró fijamente la alfombra gastada mientras decía esto, sin mirar a
nadie a los ojos. Él mismo todavía no podía creerlo.

— ¡¿Él qué?! — James sorprendió a Remus hablando primero. — ¿Él te dio... no a ninguno de
nosotros?

— James — dijo Lily bruscamente, tocando el brazo de su novio — Es obvio que es algo para lo
que Remus es más adecuado.

— Hombres lobo. — Dijo Sirius. Remus miró hacia arriba y lo miró a los ojos. Parecía
desanimado, por lo que Remus sonrió.

— Sí. Lo he hecho antes, ¿Mo es así?

— Lo has... — Lily comenzó, luego sacudió la cabeza, como si lo pensara mejor. — ¿Qué
necesita de ti? ¿Por qué ahora?

— Creen que hay uno en Hogsmeade — explicó Remus, lentamente — Los centauros le dijeron, o
algo así. — (Esos detalles le eran confusos, porque mientras Dumbledore le había estado explicando,
Remus había estado intentando con todas sus fuerzas no vomitar de los nervios) — Dumbledore quiere
que um... que 'dé a conocer mi presencia', la próxima vez que esté en la pueblo. A ver si... eh... toma el
cebo.

— ¿El cebo? — Sirius prácticamente gritó.

—...Es simplemente una expresión. — Remus respondió.

— No una muy buena. — dijo Peter, nervioso, mordiéndose las uñas.

— Lo siento. — Remus se encogió de hombros. — No se preocupen por mí. Si es un hombre


lobo, y es uno de los de Greyback, entonces no creo que esté en peligro. Quiere que me una a él,
¿Recuerdan?

— Sí, recuerdo haber recibido mi propia invitación para unirme a ese lado. — Sirius dijo, con un
escalofrío. Remus deseó que no hubiese mencionado eso. La última imagen que necesitaba en su cabeza
en este momento era el cuerpo inconsciente de Sirius cayendo de la chimenea de los Potter en esa horrible
noche.

— No va a ser así. — Dijo con rigidez. — No va a pasar nada en absoluto, puede que ni siquiera
esté aquí por mí. Y salí bien, la última vez, ¿No?

— ¡Solo porque apareció Ferox! — Sirius había olvidado que no estaban solos, se estaba
preparando para una buena pelea.

— Lo sé, pero soy mayor de edad ahora... sabré qué esperar. — Remus trató de mantener su
propia voz tranquila, esperando que le recordara a Sirius que debía mantenerse a sí mismo bajo control.

— ¡Es tan peligroso, Remus! — Lily comenzó.

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— ¡Ya lo sé, pero no me dieron exactamente otra opción! — Él chasqueó. Ella bajó la cabeza y
frunció los labios. No había querido levantarle la voz, pero tendría que sentirse mal por eso más tarde.
Ahora era demasiado pedir.

— ¿Cuándo? — Preguntó Sirius, más tranquilo que antes.

— El próximo fin de semana de Hogsmeade.

— Eso es en dos semanas. — James dijo: — Después de la próxima luna...

— Obviamente, van a aumentar la seguridad en el pueblo. — Dijo Remus. — Después de la


última vez.

— Está bien, voy a necesitar que me expliquen algunas cosas, aquí... — dijo Lily, con una
profunda arruga en la frente.

— James, ¿Puedes hacerlo? — Remus suplicó: — Creo que solo quiero ir a la cama...

— Sí, por supuesto. — James asintió y entró en acción de inmediato. — Podemos hablar de esto
mañana, cuando todos hayan dormido un poco.

— Gracias. — Remus sonrió débilmente, levantándose, pensando en ir a cepillarse los dientes,


deseando estar solo en el baño por unos minutos para recuperarse.

— ¿Moony? — James dijo rápidamente, mientras los demás se levantaban: — No quise decir que
no debieras de tener una tarea, o que no puedes hacerla, ni nada...

— Lo sé — asintió Remus, dándole una palmada en el hombro. — Créeme, si tú o Sirius pudieran


hacerlo, yo no sería la primera elección de Dumbledore. Supongo que tuve suerte, ¿eh?

Dentro del baño, ya encerrado, apretó la espalda contra la puerta y trató de regular su respiración.
Ahora que sus amigos lo sabían, todo se volvió mucho más real para él. El pensamiento que lo había
estado carcomiendo desde que Dumbledore describió la tarea por primera vez finalmente lo asimiló.
Nunca pensaste que te preguntaría esto. Remus se reprendió a sí mismo; nunca creíste que serías útil. Ten
cuidado con lo que deseas, Loony Lupin.

Mareado y tembloroso, presionó la oreja contra la puerta del baño. Todos habían salido de la
habitación. Todos menos uno. Abrió la puerta de un tirón sin pensarlo dos veces, y se paró cara a cara con
Sirius.

— ¿Estás bien? — Preguntó Sirius, sus fríos ojos azules llenos de preocupación. Remus negó con
la cabeza.

— No.

Sirius extendió su mano y Remus se aferró a él.

449
128
Preparación
Strange it is to be beside you, many years and tables turned
You'd probably not believe me if told you all I've learned
And it is very very weird, indeed
To hear words like "forever" plead
Those ships run through my mind I cannot cheat
It's like looking in the teacher's face complete
I can say nothing to you but repeat
what I heard;
That love is just a four letter word.

Martes 9 de Enero de 1978

— Bien, Moony — James entró en el gran salón a la mañana siguiente con una pila de libros que
apenas podía ver. Los arrojó a todos sobre la mesa del desayuno frente a Remus, interrumpiendo la papilla
que había estado comiendo. Por alguna razón, no tenía mucho apetito.

— ¿Qué son estos? — Se acercó para recoger el libro más cercano. Hechizos defensivos
avanzados.

— Potter — Lily enderezó la espalda, mirando por encima de la pila con una mirada de
desconcierto — ¡¿Has estado en la biblioteca?! ¡¿Toda la mañana?! ¡¿En lugar de estar volando?!

— ¡Necesitamos preparar a Moony, Lily!

— Pero... ¡Siempre dices que las mañanas eran sagradas para ti! — Dijo Sirius.

— ¡Sí, dijiste que tenías que rendirle homenaje a los dioses del campo de Quidditch! — Peter
sonrió.

— Puedo pasar por alto una mañana. — James dijo con desdén.

— ¡Prongs! — Remus tomó su mano y le dijo dramáticamente: — Estoy conmovido.

— Cállate — James retiró la mano, las orejas se volvieron de un rojo brillante. — Todos pueden
dejar de burlarse de mí ya. ¿Soy el único que se toma esto en serio?

— ¡Oye! — Sirius sonrió. Remus y Peter gimieron anticipándose a lo que se avecinaba — Yo


siempre soy Sirius.

Peter y Remus se cubrieron los ojos por la vergüenza, pero debía de ser la primera vez que Lily
escuchaba ese chiste porque soltó una carcajada tan repentinamente que el té se le salió por la nariz. Eso
fue lo más divertido que incluso los merodeadores habían visto en mucho tiempo, y todos estuvieron

450
histéricos durante unos buenos cinco minutos: cada vez que alguno de ellos lograba detenerse, Lily
resoplaba de nuevo o James movía las cejas y ellos se sentían indefensos, y volvían a la risas una vez más.

Cuando finalmente se calmaron, Remus abrió el primer libro con entusiasmo y decidió que iba a
comer su papilla después de todo.

Fueron a sus lecciones con un nuevo sentido de propósito, y James sugirió que se reunieran todos
en la biblioteca después de la última campana para comenzar a trabajar en la preparación de Remus para
lo que fuera que le esperaba. Hicieron esto todos los días durante toda una semana, ocupando al menos
seis escritorios, detrás de algunas estanterías en una esquina, donde podían tener total privacidad, los
juntaron a todos y cubrieron el asunto en libros de texto sobre teoría de batalla, técnicas de duelo,
encantamientos defensivos y maldiciones. Peter incluso hizo un letrero amenazante que decía "Consejo de
guerra de los merodeadores: No molestar." Funcionó a las mil maravillas (posiblemente porque Lily lo
había encantado, literalmente) y significaba que podían dejar su trabajo allí y volver a él cuando quisieran.

Remus abandonó sus grupos de estudio, le pidió a Christopher que se hiciera cargo, James delegó
a Marlene para que se hiciera cargo de dos de sus sesiones de quidditch e incluso Lily dejó de ir a las
reuniones del Slug Club esa semana. (Aunque trató de irrumpir en el estudio de Slughorn para conseguir
un poco de Felix Felicis para Remus, pero no tuvo suerte y casi la atrapan). En resumen, los cinco
dedicaron el mayor tiempo posible a trabajar por la misma causa; preparar a Remus para su misión.

Él había estado bromeando con James antes, pero Remus estaba realmente conmovido, solo que
apenas había tiempo para pensar en eso, ya que todos se apresuraron en estudiar más duro que cualquiera
de ellos antes. Remus agradeció a sus estrellas de la suerte que James fuera tan bueno en Defensa contra
las artes oscuras; nunca habían tenido un maestro que se quedara más de un año en esa materia, por lo que
el conocimiento de Remus era irregular. Los esfuerzos combinados de James y Lily lo ayudaron a cubrir
más terreno en una semana del que había tenido desde sus Owls.

— Eres bueno con los encantos, y eso ya es la mitad de la batalla. — James dijo,
apreciativamente, mientras estaban parados en la sala común vacía una noche — El resto es realmente
pensamiento rápido y determinación.

— Y sabemos que puedes hacer eso. — Lily lo animó, ordenando el desorden que habían hecho al
intentar congelar los cojines del sofá en el aire.

— No será como en el Callejón Diagon — le aseguró Sirius, dándole una palmada en la espalda
— Porque sabrás lo que viene. Tienes tiempo para prepararte.

— Es más fácil decirlo que hacerlo... — Remus se mordió el labio. — Estoy bien, la mayor parte
del tiempo, aquí, con ustedes, pero si realmente me tuviera que defender... y todavía no puedo hacer un
patronus.

— No te preocupes por eso, ahora, concéntrese en las cosas más simples. — James aconsejó,
frotándose la barbilla — El patronus vendrá, no es como si no fueras lo suficientemente fuerte; te apareces
como si no fuera nada.

— Eso es fácil. — Remus suspiró. — Eso es solo pensar. Los patronus se sienten.

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— ¿Podría alguien bajarme ahora? — Peter gritó desde arriba de sus cabezas, donde había
quedado paralizado en el aire.

***

"Querido Remus,

Gracias por escribirme. Mi Navidad fue buena. Nunca había comido pavo antes, estaba delicioso.

Aún no tengo un departamento pero lo estoy intentando. Todavía me estoy quedando con mi tía
como verás en la dirección, pero me gusta estar aquí. Me gusta el mar y por fin puedo aprender a nadar.

He estado viendo a un chico de por aquí, pero no es tan inteligente como tú. Aunque tiene un
cuerpo lindo.

Te extraño mucho.

Tu Grant. xxx"

***

"Querido Remus,

Gracias por tu carta, me alegró mucho saber de tí

Me gustaría comenzar asegurándote que estoy bastante bien después de los eventos en el Callejón
Diagon durante la Navidad. Lamenté escuchar que tú y tus amigos también estuvieron allí; esperaba que
la guerra hubiera terminado mucho antes de que estuvieran listos para dejar la escuela.

Me quedaré con mi abuela por un tiempo más, pero espero poder volver al trabajo a más tardar
en Pascua. No tengo ninguna duda de que comprenderá por qué no puedo decirte más que eso.

Mucha suerte con los EXTASIS.

L. Ferox."

***

Domingo 15 de Enero de 1978

Para el fin de semana siguiente, definitivamente habían alcanzado su ritmo, y Remus se sentía más
seguro que nunca, siempre y cuando no pensara demasiado en la increíble habilidad de Livia con la magia
sin varita. Trató de convencerse a sí mismo de que estaba demasiado preparado, de cualquier modo,
Dumbledore simplemente le había pedido que mostrara su rostro en Hogsmeade, para ver si este otro lobo
(si es que había otro lobo) lo olfateaba. Puede que no tuviera que usar nada de lo que James le había
enseñado.

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Sí, claro - habló esa voz desagradable en la parte posterior de su cabeza; siempre a altas horas de
la noche, cuando todos los demás dormían y él estaba solo - como si alguna vez hubieras tenido tanta
suerte.

Pasaron todo el sábado en la biblioteca, los cinco, pero el domingo Lily tuvo que mediar en una
disputa de prefectos y Peter tenía detención por la tarde por no llevar el uniforme, por lo que durante una
buena parte del día fueron solo Remus, James y Sirius trabajando en su pequeño y tranquilo rincón de
estudio.

Sirius y James estaban en la lista negra de la sección restringida, así que Remus entró solo y
volvió con el libro más grande sobre maldiciones que pudo encontrar.

— Hay algunos estudiantes de segundo año al otro lado del pasillo apostando sobre si realmente
estamos atrasados en estudiar para los EXTASIS o simplemente planeando la broma más increíble que
Hogwarts haya visto. — Dijo, colocando el enorme tomo encima de tres más.

— Estoy muy orgulloso de nuestro legado, ¿Usted también, señor Prongs? — Sirius sonrió sobre
el libro del que estaba tomando notas.

— Bastante, señor Padfoot, bastante. — James respondió, escaneando un glosario. — ¡Ajá! —


Agarró un libro triunfalmente y comenzó a pasar páginas.

Sirius miró hacia arriba.

— ¿Encontraste algo bueno?

— Quizás... — murmuró James, leyendo rápido.

Remus comenzó a mirar el contenido de los libros de maldiciones. Los títulos de los capítulos eran
realmente horribles y esperaba que nunca tuviera que usar nada de esto.

— Bien, ahora — dijo James — Mira esto. — Había terminado de leer y dio la vuelta al libro para
mostrarles a Remus y Sirius, que estaban al otro lado de la mesa. — Realmente creo que este tipo de cosas
juega con tus puntos fuertes, Moony. Es todo sobre la intuición, y tiene mucho impacto,
como cuando haces bromas.

Sirius y Remus se pusieron de pie para leer el libro, inclinándose hacia adelante en el escritorio.
Los hombros de Remus todavía estaban tan doloridos por la última luna; los días sin dolor entre lunas
parecían acortarse a medida que envejecía; sus tendones se sentían como una cuerda dura y anudada
rozando el hueso. Se estiró para frotar un lugar particularmente dolorido mientras leía, presionando con las
yemas de los dedos y respirando levemente por el dolor.

Sirius se acercó y, tal vez sin pensarlo, extendió la mano para frotar el punto afectado con sus
propios dedos largos. Era mucho mejor en eso que Remus, quien sintió una oleada de alivio cuando Sirius
trazó pequeños y relajantes círculos en su músculo. Suspiró, cansado.

Remus fue el primero en terminar de leer y miró a James. Sin embargo, el joven de anteojos no
estaba mirando el texto. Los estaba mirando a ellos, al otro lado de la mesa. Específicamente a el punto

453
donde la mano de Sirius tocaba el cuello de Remus. La boca de James se había abierto ligeramente y había
una pregunta en sus ojos.

Remus se movió para alertar a Sirius, quien finalmente miró a su amigo. Al ver de inmediato lo
que había hecho, simplemente le devolvió la mirada, quieto por un momento. Remus medio esperaba que
se alejara y retirara la mano. Pero no lo hizo. En cambio, Sirius envolvió su brazo alrededor de los
hombros de Remus y lo apretó, muy deliberadamente, mientras sostenía la mirada de James.

James cerró la boca, los miró a ambos de nuevo y asintió sin decir palabra. Remus se enderezó,
dejando caer el brazo de Sirius.

Tenía que dejarlos solos, eso era obvio. Se aclaró la garganta.

— Er. Estoy seguro de que he leído un libro que profundiza más que este. Creo que tengo una
copia en el piso de arriba, eh… solo voy a ir buscarla… ¿Nos vemos en una hora o así, tal vez?

Sirius y James asintieron, todavía mirándose el uno al otro. Remus se fue rápidamente, contento
de que la biblioteca estuviera casi vacía. Sintió calor y frío por todas partes, un sentimiento similar a la
culpa, aunque sabía que no debería sentirse así. A medio camino hacia la la torre, se topó con Lily.

— Hola, Moony — sonrió — ¿Has visto a Potter?

— Biblioteca —dijo Remus— pero yo... no iría su fuera tú. Él y Sirius están charlando.

— Oh, puedo interrumpir una charla... — comenzó. Remus le tocó el brazo rápidamente.

— Lily, no. — Se mordió el labio — Lo siento, pero realmente creo que deberías darles un poco
de tiempo. Sirius realmente lo necesita, ¿De acuerdo?

— ¡¿Qué ha pasado?! — Lily parecía sorprendida por su seriedad.

Remus suspiró pesadamente. Bueno, ella estaba a punto de averiguarlo, de todos modos, y era
tanto suyo para decirlo como de Sirius.

— Um... ven conmigo, ¿Vamos a afuera?

— Está bien... — Lily lo siguió, luciendo curiosa y preocupada al mismo tiempo, una pequeña
arruga formándose en su frente pecosa.

Afuera, bajo el sol fresco del invierno, todo parecía un poco más alegre. Remus se armó de valor,
con el estómago revuelto. Tenía que seguir recordándose a sí mismo que había estado deseando esto; el
tenerlo todo a la vista. Solo que ahora, parecía absolutamente aterrador. Caminaron hacia el lago. Remus
miró a través de la superficie, entrecerrando los ojos contra los fragmentos reflejados de luz deslumbrante.

— ¿Remus? — Lily preguntó: — ¡Me estás poniendo nerviosa!

— ¡Lo siento! — Parpadeó — Eh... se trata sobre Sirius y yo.

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— ¿Tú y Sirius? Oh no, ¿Qué han hecho? Solo ustedes dos podrían meterse en problemas durante
la primera semana de regreso.

— ¡No, no es nada de eso! — Remus se rió, a su pesar. Se frotó la parte de atrás de la cabeza,
buscando las palabras correctas: — Mira, ¿Sabes cómo siempre me dices que debería... encontrar a
alguien?

— Sí... — Lily frunció el ceño de nuevo, buscando su rostro.

Remus arqueó las cejas, esperando a que ella llegara. Le tomó más tiempo de lo que esperaba,
pero sus ojos se abrieron de repente. — ¡Oh Dios mío!

Se tapó la boca con las manos y se sentó de repente en el banco de piedra cercano. Remus se sentó
a su lado, lentamente, con las articulaciones rígidas. — ¡¿Sirius?! — Ella dijo.

— Sirius. — El asintió.

— Oh Dios mío.

— Sí... lo siento.

— No, Remus, no te disculpes, yo solo... wow, está bien, dame un minuto.

Se lo dio, esperando pacientemente, mirando al lago. No la miró, porque no importaba. Lily


estaría bien, Lily lo tomaría con calma.

— ¿Y él siente lo mismo? ¿Estás seguro, Remus?

— No podría estar más seguro. — Remus sonrió, de repente era muy fácil sonreír. Se apartó la
capa y el cuello de su jersey de forma encubierta, para mostrarle el moretón rojizo que la boca de Sirius
había dejado allí unas noches antes.

— ¡Oh Dios mío! — Dijo de nuevo. Lo cubrió, sonrojándose, pero aún sonriendo. — ¿Lo sabe
James?

— Se está enterando ahora mismo. Por eso quería que les dieras un poco de espacio.

— Sí, no, por supuesto. — Ella asintió con la cabeza — Entiendo.

— He querido decírtelo durante años.

— ¿Años? Cuánto tiempo han estado…?

— Desde el verano. Bueno. Se puso serio durante el verano. Pero... estábamos um... bueno,
pasaron algunas cosas durante un tiempo antes de eso. Desde que Sirius rompió con Mary.

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— Maldita sea. — Ella sacudió su cabeza otra vez. — ¿Y qué? ¿Sirius es tu novio? ¿Estás
enamorado de él?

— Woah — Remus parpadeó, alejándose arrastrando los pies — ¡Quiero decir, es algo estable!
Digamos, um... digamos que ya lo saben todos, eso es suficiente por ahora.

Lily le dirigió una mirada muy larga y apreciativa. Luego asintió.

— De acuerdo entonces.

Remus arqueó las cejas.

— ¡¿De acuerdo entonces?!

— Sin embargo, dijiste que es serio. Él no está solo...um... ¿No está solamente jugando, no?

— No. Definitivamente no. Sé que es inesperado...

Lily negó con la cabeza y lo miró con ojos grandes y serios.

— ¿Estás feliz?

— Sí. — Sin dudarlo.

— De acuerdo entonces. — Dijo, enérgicamente, volviendo a su ser sensible. Ella se inclinó y


besó su mejilla. — Mira, no tomé adivinación, porque es una mierda, pero estoy bastante segura de que
pronto nos esperan tiempos terribles.

— Dios mío, cada día suenas más como James, es ridículo. — Remus resopló. Ella le dio una
palmada en la rodilla, ligeramente.

— ¡Escúchame! Va a ser duro. Y está sucediendo más rápido de lo que pensé. Va a ser aterrador,
todo el tiempo, durante mucho tiempo. Pero si podemos seguir siendo felices juntos y hacernos felices el
uno al otro... entonces mejor. Brillante. Si Sirius es para ti y tú eres para él, entonces genial.

— Jesús, Evans. — Remus enterró su rostro en su cabello, atrayéndola en un gran abrazo.

***

Lily y Remus esperaron otra media hora más o menos antes de regresar a la biblioteca, donde
encontraron que todos los libros habían sido sacados, y James y Sirius se habían ido. Remus no tenía el
mapa encima, pero afortunadamente Lily conocía a James y se dirigieron directamente al campo de
Quidditch.

Efectivamente, dos figuras familiares corrían por el aire entre los postes de la portería en sus
escobas. James estaba ganando, pero no por mucho - Remus podía decir por la postura de Sirius que

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estaba empujando tan fuerte como podía - no lo había visto concentrarse así en volar desde que lo
expulsaron del equipo.

Lily y Remus se sentaron amistosamente en las gradas inferiores y esperaron, ensayando algunos
hechizos básicos de defensa.

— Así que la última vez que estuve con otro lobo... — estaba diciendo Remus.

— Todavía no puedo creer que eso haya pasado... — Lily negó con la cabeza, asombrada.

— Ferox apareció y le disparó unas cadenas de plata, así que se apareció bastante rápido. Podría
intentarlo, pero apenas soy bueno en la transfiguración, ¿U si la plata sale mal y me atrapa?

— Puede que haya una poción que te ayude con tu problema con la plata. — Lily mordió la pluma
— Le preguntaré a Slughorn. Pero, de lo contrario, puede que no valga la pena correr el riesgo.

— Sí, tienes razón...

Pum, pum. Dos pares de botas pesadas aterrizaron ante ellos. James y Sirius estaban jadeando y
sudando, ambos agarrando sus escobas. Lily hizo girar su cabello alrededor de su dedo e inclinó la cabeza,
y Remus luchó por no hacer lo mismo.

— ¿Están bien, muchachos? — Ella rompió el hielo. Ellos asintieron.

— Necesitaba un descanso. — Sirius explicó, en tono de disculpa. — Cambio de escenario.

Remus miró a James, nervioso.

— ¿Todo bien, Prongs? — Preguntó, logrando mantener el temblor fuera de su voz.

James miró a Sirius, luego a Remus. Sacudió la cabeza, miró hacia abajo y extendió un brazo,
tirando a Remus para que se pusiera de pie.

— Ven aquí, idiota — gritó, envolviéndolo en un abrazo de oso.

(Song: Love is Just a Four Letter Word - Bob Dylan, performed by Joan Baez)

457
128 (Parte dos)
Padfoot and Prongs, 1978
Sirius

Remus salió de la biblioteca, y por unos momentos Sirius sintió que el pánico se apoderaba de sus
entrañas. Espera, quería decir, no me obligues a hacer esto solo.

Pero sabía que era lo mejor, en el fondo. James lo agradecería más. Y, después de todo, Remus ya
había hecho su parte.

—Muffliato—, dijo Sirius rápidamente - estaban en una parte relativamente privada de la


biblioteca, pero más vale prevenir que lamentar. Se metió el pelo detrás de una oreja y se rió
nerviosamente.

James seguía mirando. Sirius se aclaró la garganta, necesitando romper el hielo.

— Eh... así que sí... es exactamente lo que crees que es.

— Tú... — dijo James, sus cejas se fruncieron juntas, luego se suavizaron, como si no estuviera
seguro de que expresión se adaptaba mejor a la situación.

Sirius se humedeció los labios, buscando algo que decir. Eso fue muy frustrante, él y James
siempre supieron cómo hablarse. Podían compartir cualquier cosa, siempre había sido así. Se valiente, se
dijo a sí mismo, Lunático sería valiente. Moony no lo pensaría dos veces. Y de todos modos, James no se
enfadaría. Después de todo, había sido tan amable con Remus. Pero aun así no dijo nada.

—Quería decírtelo—, dijo Sirius con cuidado. —Era solo... er. Encontrar el momento adecuado,
¿sabes?

— Pasamos todos los momentos de vigilia juntos, Padfoot—. James dijo, todavía luciendo sin
aliento por esta revelación.

Oh cielos, pensó Sirius ansiosamente. Está molesto. Mierda.

—Sí—, asintió Sirius, frotándose la nuca. Se sentía inquieto y demasiado acalorado. Tiró de la
corbata de la escuela. —Lo sé. —

—Bien. Supongo que no había momento, de lo contrario me habría dado cuenta —. James dijo,
impasible.

—Lo estábamos escondiendo—. Sirius dijo, rápidamente. No quería que James pensara que era un
mal amigo, o negligente, o cualquiera de esas tonterías. Si alguien tenía la culpa, era él, Sirius. Tal vez
Moony también, un poco, pero si alguien se echaría la soga al cuello, debería ser Sirius.

—Pads...— James decía ahora, todavía frunciendo el ceño, —No quiero ser grosero ni nada,
pero... ¿qué diablos crees que estás haciendo?

— ¿Qué? — Sirius lo miró, desconcertado. Esperaba algunas respuestas diferentes, pero no eso.

—Es Moony. ¡Nuestro mejor amigo, Moony!

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— ¡Lo sé!

— ¡Remus Lupin!

— ¡Sé su nombre! —Sirius espetó, enojándose ahora. No podía ver a lo que se refería el otro
chico, y se sentía muy injusto que James lo intentara así, cuando solo estaba tratando de ser honesto.

— ¡Hemos pasado siete años tratando de que él confíe en nosotros!— James continuó,
gesticulando salvajemente con las manos como si no estuvieran de acuerdo en una jugada de Quidditch,
— ¡Literalmente acaba de empezar a contarnos algo sobre sí mismo, y vas a fastidiarlo todo porque no
puedes controlarte!

— ¡Eh!— Sirius gruñó, apretando los dientes y apretando los puños. — ¡Eso no es lo que es!

James se burló, poniendo los ojos en blanco.

— ¡Vamos, Sirius, sé cómo eres! Estás dentro, hasta que te aburres. Mira, nunca dije nada cuando
era Mary, ella puede cuidarse sola. O Emmeline, a pesar de que eras un bastardo para ella. O Avni, o
Florence, o cualquier otra persona a la que hayas ido, pero esto es demasiado, incluso para ti, Black.

—Si esto es porque ambos somos...

—Me importa una mierda eso—, James agitó una mano con desdén, —Sabes que no me importa
ese tipo de cosas. ¡Lo que me importa es que actúes como si pudieras tener a cualquiera, en cualquier
momento, sin consecuencias!

—No ha sido tan fácil, créeme—. Sirius respondió secamente.

— ¡No te creo! Si pudieras pensar con tu cerebro en lugar de tu pene por una vez.

—Vete a la mierda, no necesito esta mierda—. Sirius respondió, —Obviamente no estás


interesado en escuchar.

—Es Moony—. James dijo de nuevo, como si Sirius fuera de primer año particularmente estúpido
luchando con un hechizo muy simple.

—Bueno, pensé que parecía familiar—. Sirius dijo, exasperado. — ¡No puedo creer que estés
siendo tan idiota con esto!

— ¡Estoy tratando de hacerte entrar en razón! Sé que siempre has estado un poco... bueno, ya
sabes. Marchas al ritmo de tu propio tambor, o lo que sea, pero Remus no... no es solo alguien a quien
puedes probar un poco y ver si encaja. El nos necesita. Ahora más que nunca.

Oh, pensó Sirius con un ruido sordo. Eso es todo. Se miraron el uno al otro un poco más, los ojos
marrones calientes se encontraron con un azul helado. Sirius cedió primero, porque siempre lo hacía
cuando era James.

—Prongs, sé cómo se ve, sé lo que debes pensar... pero te juro que no es así. Simplemente
sucedió... y quería decirte, lo hice, te lo iba a decir en Navidad...

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— ¡¿Navidad?!— Las cejas de James se levantaron, — ¡¿Navidad sangrienta?! Ha estado
sucediendo desde...

—El verano pasado. —Sirius dijo rápidamente, ansioso por decir la verdad ahora que todo había
salido. —Quiero decir... algunas cosas antes de entonces, pero más o menos—. Esperaba no estar
sonrojado. Todavía estaba avergonzado de la forma en que se había comportado el año pasado.

Los ojos de James se agrandaron y la mirada de indignación moral no se disipó. Sacudió la


cabeza.

— ¡No te entiendo! Después de todo lo que ha pasado...


— ¡Mira, tenía alguna opción en el asunto! Estás actuando como si él no pudiera tomar decisiones
por sí mismo, cuando sabes muy bien que nadie obliga a Moony a hacer nada, el imbécil testarudo.

James no tuvo una respuesta a eso, pero Sirius pudo ver en su rostro que le había dado una pausa.
Al ver una oportunidad, siguió adelante: —No es todo culpa mía. Merlín, pensé que lo entenderías. O al
menos he sido un poco menos crítico: he tenido que escucharte hablando de Evans durante los últimos
cinco años, y no me quejo.

James sonrió, a su pesar.

—Sí, lo haces

Sirius le devolvió la sonrisa y se encogió de hombros.

—Ok, lo hago. Pero no eres el único al que se le permite enamorarte.

—Espera, — James miró hacia arriba de nuevo, frunciendo el ceño, — ¿Enamorado? ¡¿Estás
enamorado de Moony?!

—Eso fue solo un ejemplo—, dijo Sirius apresuradamente, retrocediendo. Maldito, ¿cómo se
había escapado eso? —Solo quise decir... eh... no hemos hablado exactamente de eso... de todos modos,
ese no es mi punto.

La boca de James se había vuelto a abrir, pero al menos había dejado de fruncir el ceño.

—Mira—, dijo Sirius, inclinándose hacia adelante en el escritorio, —sé que te preocupas por él.
Todos lo hacemos. Yo lo hago. No es como fue con todas esas chicas, es... más. Es mejor. Me hace mejor,
me comprende.

—Merlín. —James se sentó abruptamente, mirando el libro frente a él. Sacudió la cabeza, todavía
frunciendo el ceño. Pero ya no parecía enojado.

Sirius esperó, sin saber qué más podía decir.

—Lo siento. — Lo intentó de nuevo. —No sé qué más decirte. Pero no te estoy pidiendo permiso,
solo te lo hago saber. Así es como es.

James se paso las manos por el pelo y volvió a negar con la cabeza. Suspiró profundamente.

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—Toda esta lectura—. Él dijo. —Necesito un descanso.

—Si. —Sirius asintió, ansioso por un cambio de tema.

— ¿Campo de Quidditch? —James finalmente lo miró a los ojos. Sirius sonrió, aliviado.

—Adelante, entonces.
Empacaron sus cosas rápidamente y abandonaron el castillo. Afuera, las cosas se sintieron un
poco mejor. Sirius comenzó a relajarse. Se preguntó dónde estaría Moony. No podía esperar para hablar
con él; para celebrar la superación de este último obstáculo. Él y James se pusieron su equipo de vuelo en
un agradable silencio. James no era como Remus; no tenías que seguir insistiendo y persuadiéndote para
obtener una respuesta, o te decía lo que pensaba o podías asumir que todo estaba bien.

James estaba listo antes que él, y esperó en la entrada del bloque de cambio sosteniendo ambas
escobas. Sirius vino a su encuentro. Era un día perfecto y despejado, el cielo estaba azul y había un
pequeño pellizco en el aire para mantener sus sentidos agudos.

Sirius aceptó su escoba de manos de James e inhaló el aire fresco. Miró a James. Una vez que
estuvieran en el aire, todo habría terminado; toda esta incomodidad, toda la incomodidad. Solo una cosa
más que necesitaba decir.

— ¿Cornamenta?

— ¿Sí, Canuto?

— ¿Todas esas cosas que dijiste sobre Moony? — Sirius miró a su mejor amigo detrás de su
cabello, — ¿Sobre cómo acaba de empezar a confiar en nosotros, y cómo nos necesita? Eso sigue siendo
cierto. Es por eso que realmente necesito que te acostumbres a esto, ¿de acuerdo Potter? Tienes que
demostrarle que todo es igual.

James lo miró durante mucho tiempo, sus ojos castaños oscuros quietos e interminables. El
asintió.

—Si lo sé. Voy a. Lo juro.

461
129
Instinto
— ¡Le dijiste! — Remus besó a Sirius tan pronto como estuvieron solos.

— Bueno, él se dio cuenta... — dijo Sirius, riendo, mientras lo empujaban hacia atrás en su
habitación. Lily y James tenían que encabezar una reunión de prefectos y Peter todavía estaba en
detención. Remus había arrastrado a Sirius arriba lo más rápido que pudo, olvidando todos los dolores y
molestias.

— Pero le dijiste. — Insistió Remus, pasando su lengua por el cuello de Sirius, desde la clavícula
hasta el lóbulo de la oreja. Sirius se estremeció y la parte de atrás de sus rodillas golpeó el marco de la
cama. Remus le dio un empujón que fue mitad urgente, mitad juguetón, y volvieron a juntarse.

— Merlín —jadeó Sirius, mientras Remus continuaba con su asalto, subiéndose encima de él, un
lado de la rodilla en el éter de las caderas de Sirius— si hubiera sabido que así es como responderías, le
habría dicho a Prongs mucho antes...

— Cállate. — Remus lo besó con fuerza en los labios, con las manos en el cinturón de Sirius.
Sirius obedeció.

Remus también estaba un poco sorprendido. ¿Quién hubiera pensado que las confesiones eran tan
excitantes? Si no tenía cuidado, le diría sobre esto a todos los que conocía.

— Entonces — dijo, media hora después, sentado junto a la ventana en calzoncillos, encendiendo
un cigarrillo. Sirius yacía en la cama, quieto, vagamente aturdido y mirándolo. — ¿Salió bien?

— ¡¿Hm?! — Sirius parpadeó muy lentamente, como si sus párpados estuvieran pesados. Remus
sonrió, exhalando humo, tratando de apuntar a través de la rendija de la ventana.

— James. ¡¿Qué fue lo que dijo?!

— Creo que lo primero que dijo fue: 'A qué diablos estás jugando', pero mejoró a partir de eso. —
Sirius resopló.

— ¿Hizo muchas preguntas?

— Algo así. Nada que no esperara, supongo. ¿Qué pasa con Evans?

— Dijo 'Oh Dios mío' unas cien veces, pero se recuperó bastante rápido.

— Prongs también. Excepto que el idiota no se lo dirá a Wormtail por nosotros, dice que nosotros
tenemos que hacerlo.

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— Bien. Es justo. — Remus volvió a chupar su cigarrillo, luego echó humo a la habitación,
viendo cómo llenaba el espacio entre ellos. — ¿Qué preguntas hizo?

Sirius cerró los ojos, inhalando.

— Nada escandaloso. Cuánto tiempo, cuándo empezó, por qué no le dije... ese tipo de cosas.

— ¿Qué le dijiste?

— Dije la verdad. ¿Puedes armar un cigarro?

Remus ya lo había hecho. Se lo tendió. Sirius rodó sobre su estómago y estiró su largo brazo
pálido a través del humo para tomarlo, lo colocó entre sus labios fruncidos y chasqueó los dedos. Chupó,
luego rodó hacia atrás, exhalando con un suspiro.

— ¿Cómo te sientes? — Preguntó Remus, incapaz de apartar los ojos. Todavía parecía un milagro
increíble. Sirius Black, desnudo, en su maldita cama.

— ¿Ahora mismo? Me siento de maravilla. — Sirius le guiñó un ojo con malicia. — ¿Acerca de
Prongs? Bien, sí, bien creo. — Se estiró, la mano desapareció debajo de una de las almohadas. — ¿Qué es
esto?

— ¡Oh! — Remus se sonrojó, saltando desde la ventana — Recibí algunas cartas. Ferox está bien.
Y, erm...

— Grant. — Los labios de Sirius se curvaron cuando tomó la postal que Grant le había enviado
desde Brighton. Tenía una foto en color del muelle en el frente, el mar se veía azul y el sol brillaba.
Remus estaba tan contento de haberlo enviado allí. Era agradable imaginarse a Grant en un lugar alegre y
luminoso como ese. Sirius siguió fumando mientras lo leía. — ¿Está saliendo con alguien con un buen
cuerpo pero te extraña?

Remus saltó sobre la cama y le arrebató la tarjeta, levantándola para que Sirius no pudiera
alcanzarla.

— Está viendo a alguien con un buen cuerpo y me extraña. Son dos declaraciones separadas.

— Bien. — Sirius cruzó los brazos, recostándose de nuevo, jadeando rígido — Espero que le
escribas sobre mi hermoso cuerpo también.

— Por supuesto. — Remus se rió, recostándose a su lado. Miraron juntas las cortinas de la cama
de terciopelo rojo. — No estás realmente celoso, ¿verdad? — Remus preguntó, tentativamente.

— Pfft, no. — Sirius lo empujó suavemente con el codo. — Curioso, tal vez...

— ¿Acerca de...?

— ¿Qué piensas? ¡Tú y él! Nunca me has contado ningún detalle...

463
— Teníamos quince años, no hay ningún detalle. Solo nos besuqueábamos. — Remus gruñó —
Honestamente, que pregunta.

— James hizo la misma pregunta, sobre nosotros.

— ¡Él jamás lo haría!

— Bueno, no lo hizo, pero sé que quería preguntar.

— No, no quería, solo estás siendo vanidoso. — Remus se inclinó para apagar su cigarrillo en la
taza de té fría en su mesita de noche. Sirius lo agarró por la cadera y tiró de él. Remus cerró los ojos y se
dejó arrastrar.

— Gracias a Godric que tengo el mapa, habría ido a la biblioteca de no ser... ¡POR LAS BOLAS
DE MERLIN! — La puerta se abrió de golpe y Peter se quedó boquiabierto en el umbral, tapándose los
ojos con las manos.

Remus saltó de la cama como si Sirius estuviera en llamas, y comenzó a buscar sus pantalones en
el suelo, gritando:

— ¡Pete, lo siento, lo siento Pete! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!

— ¡¿Qué diablos?! — Peter gritó en respuesta, todavía tapándose los ojos.

Sirius tiró del edredón hacia arriba, mirándolos a ambos, luego se echó a reír.

—Wormy, tenemos algo que decirte.

***

Viernes 20 de Enero de 1978

Peter tardó un poco en acostumbrarse, pero luego todos se acostumbraron, en realidad, incluso
Remus y Sirius. Seguían olvidando que los merodeadores sabían, y se habían acostumbrado tanto a
evitarse conscientemente el uno al otro que eran extrañamente tímidos como para mostrar algún tipo de
afecto frente a los demás. Por supuesto, Remus seguía recordándose a sí mismo, de todos modos era mejor
mantener un perfil bajo; todavía tenían que preocuparse por el resto de la escuela.

—Aunque podrías decírselo a Christopher. — Dijo Sirius, mientras salían de la biblioteca por
última vez antes del viaje a Hogsmeade. Era casi medianoche y Madame Pince los había tenido que echar;
no los iba a dejar quedarse más tiempo, incluso si Lily y James habían mostrado sus insignias de Head
Girl y Boy.

— Oh, ahora recuerdas su nombre — bostezó Remus, apretando los libros contra su pecho, en
realidad solo para tener algo a lo que agarrarse.

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— Solo digo — Sirius atrapó el bostezo y se tapó la boca, pero continuó hablando — Él ya sabe la
mitad de eso, no hay problema con decirle el resto. No es justo dejar que siga suspirando por ti cuando no
hay ninguna posibilidad de...

— Sirius Black, ¿Estás celoso? — Lily se rió entre dientes por el cansancio excesivo.

— No. — Sirius resopló, nariz en el aire — No quiero ningún malentendido.

— Bueno, si sobrevivo mañana, lo pensaré. — Remus bostezó de nuevo.

Eso hizo que todos se quedaran callados y se arrepintió de haberlo dicho. Regresaron a la sala
común en solemne silencio. La torre de Gryffindor estaba en paz y casi vacía - unos pocos estudiantes de
segundo año que estaban ahí después de su toque de queda huyeron a sus dormitorios tan pronto como
vieron a James y Lily, y los merodeadores tomaron sus asientos habituales junto a la chimenea. Remus se
acomodó en su sillón e inmediatamente volvió al libro que había estado leyendo antes de que Pince lo
interrumpiera tan groseramente.

Sirius movió su varita hacia la tetera que colgaba sobre la chimenea y Lily convocó algunas tazas
de té limpias del armario, pero nadie habló hasta que el agua estuvo hirviendo y el té preparándose en su
tetera.

— Moony — dijo Sirius, suavemente — Deja el libro, ¿eh? Ya hemos hecho mucho.

— No siento que sea suficiente. — Remus respondió, sintiéndose irritable y con picazón. — Sé
que me estoy perdiendo de algo.

Todos seguían mirándolo, y a estas alturas él no sabía si era porque estaban asombrados (o
repugnados) por todo el asunto de Sirius, o si estaban convencidos de que estaba a punto de huir y unirse a
los hombres lobo.

— Sabes un montón. — James dijo, ahora sirviendo el té y entregándole un platillo a Remus —


Honestamente, ya sabes lo suficiente como para realizar cualquier examen de Defensa Contra las Artes
Oscuras. Bien podrías dormir el resto del año.

— Esto no es un examen. — Remus espetó. La taza y el platillo temblaron en sus manos, así que
lo dejó en el brazo de la silla. Tenía la sensación de que Sirius se había dado cuenta de eso, pero con
suerte nadie más.

— Pero Moony —Peter sorbió ruidosamente su propio té— ya has hecho esto antes. El año
pasado.

— Exactamente — asintió James, alentadoramente.

Remus suspiró y no dijo más. Cuál era el punto; quejarse no lo llevaría a ninguna parte. Bebió un
sorbo de té, deseando que su mano se mantuviera firme. Este era potencialmente el peor momento del mes
para una misión, no pudo evitar pensar. A solo cuatro noches de la luna llena y su magia se sentía más
fuerte de lo habitual, pero también menos predecible. Estaba inquieto, su piel se erizaba, sus sentidos

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desnudos y su humor caliente. Sabía que se estaba olvidando de algo. Solo lo sabía, Un oscuro
presentimiento que le dijo que todas las maldiciones del mundo no serían suficientes.

Se puso de pie, bruscamente, golpeando la taza de té del sillón. Sirius fue rápido y lo detuvo en el
aire con un movimiento de su varita. Remus ignoró esto.

— Me voy a la cama. — Dijo, haciendo crujir los nudillos.

— Está bien, Moony — James asintió alegremente. Miró a Lily — Creo que nos quedaremos aquí
un rato más.

Peter miró a Sirius y luego a Remus con una expresión de leve terror. Remus gruñó.

— Está bien, Wormtail, realmente me voy a dormir. Los veo mañana.

No durmió. Su cerebro no se lo permitió. Odiaba a Dumbledore, y odiaba a Greyback, odiaba la


guerra, y a medida que las horas se hacían más y más pequeñas, también odiaba a Peter.

Sin embargo, no odiaba al otro hombre lobo; el que no era Greyback. Del mismo modo que no
había odiado a Livia, aunque ella lo asustaba. Cuanto más pensaba Remus en lo que le esperaba, menos
seguro estaba de su preparación.

Sí, ahora conocía más maldiciones y maleficios que Regulus y Severus juntos (probablemente),
pero cuanto más pensaba en su encuentro con Livia, menos útiles le parecían estas cosas. ¿No lo había
dicho ella misma? "Puedes ponerte ese uniforme y agitar tu tonta varita, pero sabes que tienes más en
común conmigo que con nadie en ese castillo". Sabía que ella era más fuerte que él; ella podría lastimarlo
si quisiera, pero no lo había hecho, en realidad no. En cambio, recordó la lástima que había sentido,
inmediatamente después de su encuentro. Recordó el deseo de ayudarla y sus conversaciones con Ferox y
Dumbledore.

Cuando amaneció, Remus yacía completamente despierto, pensando a un millón de millas por
hora, su corazón martilleaba y su estómago hervía con excitada anticipación. Si tenía que ir a la guerra,
estaba bien. Pero esta era su batalla, y sería en sus términos.

***

It was an April morning when they told us we should go


As I turned to you, you smiled at me
How could we say no?
Oh, the fun to have
To live the dreams we always had
Oh, the songs to sing
When we at last return again
Slipping off a glancing kiss
To those who claim they know
Below the streets that steam and hiss
The devil's in his hole

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Sábado 21 de Enero de 1978

El desayuno de esa mañana fue un asunto desolador. Remus tenía un hambre voraz, pero nadie
más parecía estar comiendo. Sirius estaba tomando café solo, y ya lo estaba poniendo nervioso; seguía
balanceándose de arriba y abajo en su asiento. Mary y Marlene eran las únicas que actuaban normales, o
algo así, porque ninguna de las dos sabía sobre su tarea.

— ¿Tres escobas, más tarde? — Mary preguntó alegremente.

Lily y James asintieron con la cabeza, tratando de sonreír, y solo lograron parecer un poco
trastornados. Estaban tomados de la mano debajo de la mesa de nuevo, y Remus estaba tratando de no
pensar en eso, en lugar de eso, tomó el plato de tocino para otra porción.

— ¿Puedo llevar a Yaz? — Marlene le estaba preguntando a Mary. Mary arqueó una ceja,

— Quiero decir, supongo que...

— Excelente. — Marlene sonrió. La boca de Mary se torció, pero no dijo nada.

El camino hacia Hogsmeade pareció más largo que nunca. Afortunadamente, Lily y James tenían
obligaciones que cumplir, así que al menos no seguirían a Remus, solo lo esperarían. Desafortunadamente,
Sirius tenía suficiente energía nerviosa para tres personas, y Remus podía sentirlo saliendo de él en
oleadas.

— ¿A dónde iremos? — Murmuró, lo suficientemente bajo como para que solo Peter y Remus
pudieran hacerlo aquí.

— A todas partes, supongo.

— ¿Ayudaría si yo fuera Padfoot?

— Si quieres.

— ¿Debo cambiar yo también? — Preguntó Peter.

— Si quieres.

Remus era incapaz de despertar más interés que ese. Estaba demasiado ocupado tratando de
averiguar si Hogsmeade olía realmente diferente o no, o si era porque generalmente trataba de ignorar los
aromas siendo humano.

Se metieron en un callejón de tiendas y Peter y Sirius se transformaron detrás de unos


contenedores. Colagusano se arrastró hasta la palma de Remus y lo sentó en su hombro. El peso era un
pequeño consuelo, incluso si sus bigotes le hacían cosquillas en el cuello a Remus. Es bueno tener a
Padfoot también, grande, negro y emocionado, trotando junto a él como un fiel compañero. Si. Era mucho
mejor cuando tus amigos no eran humanos, en opinión de Remus. Al menos, ahora mismo.

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Ellos caminaron. Remus evitó deliberadamente la calle principal, en lugar de eso, deambuló por la
parte trasera de las casas. ¿Cuántas personas vivían en Hogsmeade? ¿Cuántos estaban potencialmente en
peligro, sin siquiera saberlo? Trató de oler el aire y fue como ejercitar un músculo que había dejado
atrofiar.

Algunos aromas llegaban más fuertes que otros. Padfoot, obviamente, y Wormtail. Los desechos
domésticos de los cubos de basura, el abono de los jardines traseros y la magia: ese fuerte sabor a hierro
que se posaba en su lengua como melaza cuando estaba tan cerca de la luna. Olió a otros estudiantes, a el
dulce y enfermizo aroma de Honeyduke's y a el reconfortante olor a pergamino que emana de
Scrivenshaft's.

El bosque. Podía oler el bosque, si realmente lo intentaba. Cerró los ojos brevemente e inhaló.
Verde, exuberante, denso, lleno de vida... y magia. Al principio le pareció un indulgente capricho, tan solo
la idea de que le gustaba bastante el olor y quería acercarse. Pero cuanto más caminaban y cuanto más se
acercaban, más importante se sentía. Remus tenía la impresión de que algo lo había estado atrayendo en
esa dirección desde hacía ya algún tiempo.

El Bosque Prohibido se cernía sobre el pequeña pueblo, millas y millas de oscuridad y peligro,
contra un telón de fondo de montañas cubiertas de nieve de color gris azulado. Por primera vez (como
humano, al menos) Remus sintió la necesidad de entrar, de explorar.

Padfoot gimió a su lado cuando dejaron Hogsmeade y la calle detrás de ellos. Se preguntó si Sirius
también podría olerlo, pero era imposible sacarle algún tipo de pensamiento cuando estaba en forma de
perro. Remus trató de desconectar su mente racional por un momento. ¿Había algo allí en absoluto, o
simplemente estaba pensando demasiado?

La magia en el bosque no era la misma que en Hogwarts; no era humana, no tenía ese olor
metálico a pólvora que Remus había llegado a asociar con la mayoría de los magos y brujas que conocía.
Era más orgánico; menos precisa; un embriagador olor a tierra y descomposición. Había poder ahí dentro.
Sabía eso instintivamente: un enorme y vertiginoso poder de movimiento de tierra. Le había parecido
aterrador, una vez. Pero cuanto más se acercaba Remus, más seguro estaba; el poder era suyo, si lo quería.
Todo lo que tenía que hacer era dejarlo entrar. Otro olor se reveló, un animal; sangre. Remus sintió que su
lobo interior se movía, y su deseo de entrar en el bosque se hizo casi imposible de resistir.

Padfoot ladró con fuerza y corrió frente a él. El gran perro negro se volvió hacia Remus,
levantando sus pelos y emitiendo un gruñido bajo. Remus parpadeó, volviendo a sí mismo. Wormtail
chillaba y temblaba en su hombro; tal vez lo había estado haciendo durante unos minutos, ahora.

— Sirius. — Remus frunció el ceño. — Muévete.

Padfoot siguió gruñendo. Wormtail soltó otro chillido, antes de meterse en la túnica de Remus, en
su bolsillo izquierdo. Remus se sintió acalorado y enojado, como si le hubieran arrebatado algo que
quería. Algo que necesitaba. Hizo un movimiento hacia adelante y Sirius se transformó de nuevo en sí
mismo.

— ¡¿A dónde vas?! — Dijo, todavía bloqueando el camino de Remus. — ¿No puedes olerlo?

Remus dejó de intentar pasar y llamó la atención de Sirius.

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— ¿Tú puedes? — Susurró, sin creerlo del todo.

— Hay algo malo ahí. Debe ser el otro lobo.

— Lo es. — Remus asintió con entusiasmo. ¡¿No era eso obvio?!

— Sin embargo, no puedo estar seguro. — Sirius frunció el ceño.

— Si puedo. — Remus respondió. — Déjame pasar.

Sirius se movió de nuevo, bloqueándolo.

— No. — Él dijo. — Has hecho lo que dijiste que harías. Sabemos que está ahí. Regresemos,
ahora.

— Yo... — Remus miró por encima del hombro de Sirius, hacia la oscuridad invernal más allá.
Quería esto tan desesperadamente. Más de lo que alguna vez había deseado algo; excepto, tal vez, a el
chico parado frente a él. — Tengo que ir. — Terminó. Era una explicación insuficiente, pero era todo lo
que tenía.

— ¡Aquí están! ¿Dónde está Pete?

El punto muerto de Sirius y Remus fue interrumpido por el alegre grito de James. Ambos se
volvieron para verlo caminando hacia ellos desde el pueblo, Lily a su lado. — ¿Qué están haciendo fuera
del pueblo? Pensé que se suponía que estabas dejando tu olor por toda la ciudad o algo así.

— Sí, vamos a volver ahora. — Dijo Sirius, lo que a Remus le pareció bastante descarado, por no
mencionar presuntuoso.

— Ustedes vayan. — Dijo Remus. — Yo no

— ¿Tú no qué? — Lily preguntó, confundida. — ¿Dónde está Peter?

Remus podía sentir el peso cálido del cuerpecito peludo de Wormtail en su bolsillo, pero no dijo
nada. James había estado agonizando durante meses sobre cuando decirle a su novia todo el asunto de ser
animago, y ahora definitivamente no era el momento adecuado.

— No voy a volver con ustedes. Tengo que entrar allí. — Señaló el bosque, consciente de lo loco
que sonaba.

— ¡¿Tú qué?! — James parecía preocupado. Sus ojos se dirigieron a Sirius automáticamente, lo
que solo molestó a Remus aún más. Sirius no era su guardián, por el amor de Dios.

— El lobo está ahí. — Sirius explicó — Y Moony se ha vuelto completamente loco y ha decidido
que tiene que entrar y enfrentarlo ahora mismo.

La cabeza de Remus se volvió hacia Sirius, indignado y traicionado.

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— ¡No me he vuelto loco, idiota! — Dijo con fiereza. ¿Cómo podía explicar que esto era
exactamente lo que tenía que pasar? Que lo sabía, en lo más profundo de su médula; en su mismo núcleo.
— Vuelvan o esperen aquí. No lo entienden.

— Ayúdanos a entender, Remus — Lily se adelantó, gentilmente, — Esto no es propio de ti, ir


detrás de una pelea...

Remus casi se rió en su cara. ¿Nadie recordaba quién era él? ¿Qué era él?

— No voy a pelear con nadie. — Él dijo. — Solo quiero hablar con ellos. Eso es lo que se supone
que debo hacer.

Todos lo miraban sin estar convencidos. Su ira estalló de nuevo, y tuvo un pensamiento muy
desagradable: podría superarlos fácilmente, si quisiera. La magia del bosque le era más que suficiente; lo
hacía sentirse más fuerte. Podría obligar a sus amigos a permanecer en su lugar, y ni siquiera lo cansaría,
probablemente ni siquiera necesitaría su varita. Esta idea ardía con tanta intensidad que lo asustó.

Volvió a mirar a Lily, negándose a mirar a Sirius o James — Estábamos equivocados, esto no es
una batalla. Y no soy un arma contra los hombres lobo — trató de explicar Soy un... no sé, una forma de
entrar a la manda. Necesitan saber que no quiero hacerles ningún daño

— Pero Remus, si están del lado de tú sabes quién...

— ¡Ellos no lo están! — Él chasqueó. — No todos ellos.

Lily parecía insegura, y Sirius prácticamente estaba haciendo un agujero en la parte posterior de la
cabeza de Remus con su indignación. Remus se pasó las manos por el cabello. No iban a entender. ¿Cómo
podrían? Apenas él podía. — Miren. — Él dijo. — Esto es importante y necesito que todos confíen en mí.

No fue una solicitud ni fue recibida como tal. James y Lily se miraron el uno al otro, luego a
Sirius. James asintió.

— Está bien, Moony.

Sirius hizo un ruido de protesta, pero Remus estaba demasiado ido ahora para importarle. Lo
compensaría más tarde, cuando pudiera pensar con claridad; cuando cada instinto en él no le dijiera que
corriera hacia el bosque a toda velocidad.

— Okay. — Él asintió en respuesta. — Quédense aquí. —Sintió un tirón en el estómago cuando la


magia se hizo cargo; nunca estaría seguro de si lo había hecho a propósito o no, y en ese momento
simplemente no le importaba.

Se volvió y empezó a caminar hacia el bosque, rápidamente, sus largas piernas dando grandes
zancadas, sus amigos detrás de él, inmóviles, incapaces de seguirlo.

(Song: Achilles Last Stand - Led Zeppelin)

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130
Castor
Era más fácil no pensar, al menos durante los siguientes minutos. Remus no disminuyó la
velocidad ni se cansó tan rápido como de costumbre, incluso su cadera había dejado de doler. A pesar de
la culpa persistente que tenía que mantener a raya en su cabeza, no se había sentido tan bien en meses. El
aroma se hizo más fuerte a medida que el bosque se hacía más espeso y una sombra de oscuridad caía,
proyectando extrañas sombras que parecían moverse en las esquinas de los ojos de Remus.

No pensó. Era demasiado tarde para pensar; ya se había ido demasiado lejos.

"Maldita sea" una voz en su cabeza apareció de la nada "Cuando haces algo, realmente lo haces,
¿No es así, cariño?"

Grant. Remus no quería hacer esto ahora. "Cállate" le ordenó a su cerebro.

"¡Oh, encantador!" La voz de Grant se rió "Aquí estoy, tratando de ayudar ¿No trato siempre de
ayudar yo?"

"No necesito tu ayuda."

"Si no la necesitaras, no estaría aquí." La voz de Grant respondió. " Podría ser otra persona, si así
lo quieres. Hay muchas personas sensatas para elegir. Tengo a Ferox aquí, ¿Quieres charlar con él? O
Lily, aunque es un poco llorona, si me preguntas... ¿Dumbledore? No, es un poco idiota. Oh, ¿Qué hay de
tu chico elegante? ¿Eh, 'Moony'?'

"Cierra la boca." Remus repitió, caminando más rápido, respirando más fuerte.

"Sí" la voz de Grant asintió, astutamente "Puedo ver por qué no quieres hablar con él, después de
lo que acabas de hacer."

"Tenía que hacerlo." Insistió Remus. "Ninguno de ustedes lo entiende."

"Bueno, ahora menos, loco."

Remus ignoró la voz. No tenía tiempo para esto; tendría que lidiar con las consecuencias más
tarde. Sabía que no había vuelta atrás ahora, no realmente.

"Espero que te gusten los bosques" Remus, susurraba Grant, ahora "Porque nadie te querrá de
vuelta en la civilización después de este lío."

"Cállate, cállate, cállate." Remus rabiaba dentro de su cabeza, como un lunático; como alguien
trastornado. Quizás había sido un error ir solo. Tal vez realmente se había vuelto loco, y sus amigos solo
estaban tratando de mantenerlo a salvo...

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No. Volvió a captar el aroma, y le revolvió tanto las entrañas que sintió como si lo impulsara; se
arrastró hacia adelante, incapaz de resistir. Era un sentimiento que solo había asociado con la
transformación antes, y no tenía más control sobre él en su forma humana que el lobo. Era él, el otro lobo,
en alguna parte. Remus tenía que encontrarlo, o de lo contrario… bueno, no estaba seguro, pero ni siquiera
valía la pena considerarlo.

Algo se movió, justo adelante, y Remus se quedó paralizado. Los diferentes aromas del bosque
comenzaron a acumularse, tuvo que concentrarse para identificar y categorizar cada uno.
Había magia. Y había algo diferente… no era el lobo; era una mujer, o algo femenino, al menos, y no
lobuno en absoluto.

Caminó hacia allí, confundido. Estaba muy cerca, pero no podía ver nada. Se encontró con una
arboleda de abedules plateados, árboles delgados, fantasmales y blancos con corteza parecida al papel que
brillaba en la oscuridad del bosque. El olor era fuerte, pero no significaba nada. había perdido el rastro del
lobo.

Impaciente, Remus sacó su varita y lanzó un hechizo revelador.

— Aparecium. — Su varita pareció saltar en su mano, la fuerza de la magia era tan fuerte.

Un lamento angustiado llenó el aire, y el árbol más cercano a Remus ya no era un árbol, sino una
mujer joven. Una dríada. Era hermosa, a su manera. Delgada y alta como los árboles que cuidaba, su piel
brillaba tan blanca como la corteza de plata y su cabello crujía con frágiles hojas invernales. Ella se volvió
hacia él, mostrando unos dientes afilados y amarillos, y él se tambaleó hacia atrás, sorprendido y
asombrado.

— Vete, cosa desagradable. — Ella siseó, entrecerrando los ojos. Eran del color de las nuevas
hojas de primavera, extraordinariamente brillantes y feroces. — Me ocupé del otro, me ocuparé de ti
también.

— ¡¿Cuál otro?!

— La otra media-bestia. — Ella frunció el ceño. La dríada era al menos una cabeza más alta que
él y avanzaba a un ritmo constante, con las raíces desplegándose desde las plantas de sus pies y
serpenteando hacia él. A pesar de lo espantosa y temible que era, Remus tenía que mantenerse
concentrado en su objetivo.

— Lo estoy buscando a él, al otro. No quiero hacerte daño a tí, ni a tus... er ... árboles.

— Los magos no pertenecen aquí. — Ella continuó frunciendo el ceño — Incluso magos medio
bestias. Vete.

— Me iré, tan pronto como haya...

— Criaturas desagradables, crueles, malvadas, repugnantes, antinaturales, no pertenecen aquí, son


demasiado peligrosos...

— No es luna llena — insistió — ¡No me voy a transformar, lo juro!

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— No es por el lobo. — Ella dijo con voz áspera, muy cerca de él ahora, hiedra y ortigas
serpenteando hacia él, cubriendo sus zapatos. — Los magos. El lobo es bienvenido. Los lobos son parte de
la naturaleza.

— Oh... — Remus no respondió a eso, y las enredaderas ahora le hacían cosquillas en los tobillos,
picando a medida que se apretaban. Aún tenía su varita. Aún tenía todas las maldiciones que había estado
practicando en las últimas dos semanas. Pero ahora que había llegado el momento de usarlos, la
conciencia de Remus se pinchó.

La dríada solo estaba haciendo lo que se suponía que debía hacer; cuidar de sus árboles.

— ¡Por favor! — Remus dijo, levantando sus manos, esperando que pareciera deferente — Te
prometo que no te haré daño a ti, ni a nadie, solo necesito encontrar al otro... a el otro lobo. ¡Entonces me
iré, de verdad lo haré!

— Mentiroso, falsas son tus palabras, sucio...

— ¡Lo juro!

— ¿Y el pequeño?

— ¿¡Qué!? ¡¿Quién?!

De cerca, pudo ver que su cara no era suave, como la piel humana, sino finamente arrugada y
agrietada, como la corteza; un negro carbón resaltaba debajo de la fina capa externa del tejido. Lanzó otro
gemido áspero y levantó la mano. Remus se estremeció, pero ella no lo tocó, en cambio, hubo un violento
temblor dentro del bolsillo de su túnica, y Wormtail salió volando, cayendo al suelo cubierto de mantillo
con una suave 'palmada'. Mierda. Pensó Remus. ¡Maldito Peter!

La dríada volvió a levantar el brazo y Peter se transformó en su forma humana, temblando y


encogido en el suelo.

— ¡Por favor, por favor no me lastimes! — Él gimió, cubriéndose la cara. Remus se paró frente a
él, rápidamente. De todas las personas para tener a su lado en una situación como esta, y el que estaba era
Peter.

— ¡Mentiroso! — La dríada siseó de nuevo triunfalmente, con el pelo frondoso erizado — Magos
sucios y engañosos...

Ahora estaba levantando ambos brazos, y sus ojos se habían oscurecido al color de las agujas de
pino. Remus ahora estaba completamente seguro de que ella les haría daño; estaba mostrando cada uno de
sus pequeños dientes puntiagudos. No podía desarmarla, no tenía varita. Ni siquiera estaba seguro de si los
hechizos defensivos habituales funcionarían con ella. Remus terminó por decidir el usar una maldición de
retroceso para ganar algo de tiempo, cuando...

— ¡Cc-confringo! — Peter chilló detrás de él, apuntando con su pequeña varita rechoncha sobre el
hombro de Remus.

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Oh Dios mío… pensó Remus, mientras se agachaba, reflexivamente. Afortunadamente, Peter
estaba tan asustado, o simplemente era un inepto, que la maldición explosiva no tuvo su efecto devastador
habitual. Aun así, fue suficiente para causar serios daños a los árboles detrás de la dríada, prendiendo
fuego a algunas hojas. Ella gritó, un chillido doloroso y desgarrador, y se volvió inmediatamente para
atender las ramas humeantes. Peter y Remus se arriesgaron y corrieron, las enredaderas se partían mientras
arrancaban los pies del suelo.

Peter siguió a Remus, pero ninguno de ellos era un corredor especialmente rápido, y cuando
juzgaron que era seguro detenerse, ambos estaban jadeando pesadamente.

— Maldita sea... demonios... Pete... — Remus jadeó inclinándose hacia adelante, con un brazo
contra un roble para apoyarse.

— ¡No sabía qué hacer! — Peter respondió, con el rostro enrojecido y el cabello pálido pegado a
la frente. — Regresemos, Remus, por favor… — Miró a su alrededor, ansioso. Estaban aún más en el
bosque ahora, y aparte de su propia respiración dificultosa, todi estaba mortalmente silencioso.

Aún así, Remus negó con la cabeza, enderezándose.

— No. — Dijo: — Tengo que encontrarlo. Ella lo lastimó.

— ¿Y qué? — Peter respondió, indignado: — ¡Se supone que no debemos estar aquí!

— Mira, lamento que te hayas visto envuelto en esto — Remus frunció el ceño con impaciencia.
Ahora que no estaban en peligro inmediato, su deseo de cazar al otro lobo había regresado. Podía oler la
sangre; Él estaba seguro de ello. — Pero tengo que hacerlo. Puedes volver, si quieres, ir a buscar a los
demás.

Peter miró detrás de él, luego volvió a mirar a Remus, sus ojos grandes y brillantes.

— ¿Por mi cuenta? — El temblor en su voz era palpable, y Remus repentinamente quería que se
fuera más que nada en el mundo, en caso de que el terror lo dominara.

— Te daré mi reloj para que no te pierdas. — Ofreció Remus.

— No. — Peter apretó los labios — Iré contigo.

Los latidos del corazón de Peter eran casi ensordecedores y Remus estaba empezando a sentir
lástima por él.

— Está bien — susurró. — Si pasa algo, puedes transformarte de nuevo e ir y decírselo a los
demás, ¿Bien? Reconocerás mejor el camino, como rata.

— No te dejaré, Remus — susurró Peter, tembloroso — Puedo ser valiente, sé que puedo.

Remus le apretó el hombro.

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— Bien. Por aquí. Mantente lo más callado que puedas.

La dríada no había ido tras ellos, gracias a Dios. Remus no podía recordar todo sobre los
guardianes de los árboles, pero estaba bastante seguro de que no podían abandonar sus arboledas. ¿O
quizás eran las náyades? No recordaba la diferencia.

Pero ahora no importaba, había captado el aroma correctamente. Un delicioso sabor a hierro que
hizo que su estómago gruñera vergonzosamente. Aún faltaban días para la luna llena, pero eso no parecía
importarle al lobo dentro de Remus, que estaba escalando las paredes de su prisión, aullando por la
libertad.

— Está cerca. — Remus le susurró a Peter, mientras avanzaban a través de un espeso matorral,
probablemente anunciando su llegada a todas las criaturas cercanas.

Había otro latido de un corazón, no muy lejos, y también sonaba asustado. Unos pasos más y
Remus pudo escuchar una respiración dificultosa; como la de alguien que había estado luchando por
bastante tiempo y estaba comenzando a cansarse. Se acercaron aún más, y casi podía oler el sudor, y la
rabia, de esta lucha. Era una mezcla tan fuerte de emociones y energía, que Remus se perdió
momentáneamente en la niebla, demasiado abrumado para ver en una dirección clara. Luego cambió, se
detuvo, de repente. Una voz áspera sonó, rompiendo la tranquilidad del bosque, sacando a los pájaros de
sus nidos;

— ¡Remus Lupin!

Peter soltó un agudo chillido de terror, antes de saltar con un pie en el aire, transformándose en
una rata y girando su cola, alejándose de Remus. No importa. Remus se puso más alto.

— Estoy aquí. — Susurró, de vuelta.

— Ven a mí.

Esa sensación de tirón regresó al pecho de Remus, y lo siguió, dejándose llevar hacia adelante,
hasta un pequeño claro de árboles. En su centro había un nudo antiguo, nudoso y crujiente, y atado al
tronco había un hombre joven. La dríada lo tenía atado en su lugar con millas de cruel y retorcida zarza.
Las espinas cortaban su gastada capa de cuero y perforaban la piel de su cuello. Tenía los brazos a los
lados y, a pesar de los obvios intentos de liberarse, los tallos marrones y fibrosos se mantuvieron firmes.

Sin embargo, ahora no estaba luchando. Solo estaba mirando a Remus, la cabeza inclinada hacia
adelante, los ojos oscuros e inescrutables. Llevaba la cabeza rapada, como la de Livia, y su ropa estaba
gastada y raída, pero ahí terminaba el parecido. Era alto; tan alto como Remus, y tal vez solo unos años
mayor. Su piel era tan oscura como el cuero curtido, sus rasgos hermosos y llamativos. Sonrió,
lentamente, mostrando filas de dientes blancos y rectos.

— Remus Lupin. Libérame.

— ¿Quién eres tú? — Remus se contuvo, agarrando su varita dentro de su bolsillo.

— Soy Castor. Libérame. Soy tu hermano.

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Remus ladeó la cabeza. Este hombre estaba atrapado. Totalmente a merced de Remus. Sintió que
su valor volvía.

— Mi hermano, ¿No es así? ¿Greyback te envió?

— Sí.

— Bueno. — Remus se apoyó en el árbol más cercano y se cruzó de brazos — Vas a tener que
darme una razón decente para que te libere entonces, ¿No?

Castor rugió, furioso, luchando contra sus ataduras una vez más, rasgándose la ropa y clavándose
las espinas más profundamente en su cuello. Era claramente muy fuerte, con una constitución ancha,
bíceps gruesos flexionados contra las enredaderas.

— Oh, cariño — dijo Remus en tono de conversación — No creo que puedas irte sin mi ayuda.

Más tarde se preguntaría de dónde había venido esta ridícula sensación de arrogancia. Después de
todo, la situación en la que Remus se encontraba ahora era tan peligrosa como en la que estuvo durante el
ataque al Callejón Diagon, que había vuelto su mente al revés. Quizás era el bosque y el poder que podía
sentir atravesándolo. Quizás era la voz de Grant, que aún resonaba en sus oídos. Quizás era simplemente
la familiaridad de la situación. Remus se había enfrentado a los matones que pensaban que sabían cómo
era desde que tenía seis años. — ¿Entonces? — Dijo, sonriendo — ¿Quieres hablar?

— Me enviaron a hablar contigo.

— ¿De verdad? ¿Solo hablar?

— Solo hablar. Libérame.

— Mm. — Remus jugaba con la punta de su varita, pensativo, como si no le importara nada en el
mundo. — Mira, se me hace difícil creerte, Castor, amigo mío. Siendo que la última vez que Greyback
envió a alguien para 'simplemente hablar' conmigo, una mujer inocente terminó muerta.

— Mi padre reconoce su error al enviar a Livia. — Dijo el hombre lobo con seriedad. Se había
calmado un poco, ahora, y claramente estaba mirando a Remus para ver a dónde iba. — Así que esta vez
él me ha enviado a mí.

— Yo también puedo ver el por qué de eso, sabes — reflexionó Remus — Él piensa que un tipo
guapo podría... er... despertar mi interés, ¿verdad?

Castor seguía mirándolo, entrecerrando los ojos. Remus se encogió de hombros y continuó —
Quiero decir, me siento halagado, Castor, no me malinterpretes, estoy seguro de que eres adorable, pero
todavía no estoy interesado. Y tengo que decir que hasta ahora no estoy muy impresionado. ¿No eres tan
bueno con la magia como tu amiga Livia, entonces? Ella se habría aparecido enseguida, sin problemas.

— ¡Es por esa perra del árbol! — Castor gruñó, luchando de nuevo — Lo que sea que haya hecho,
estas enredaderas... no puedo usar magia...

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— ¡Oh, ya veo! — Remus asintió — Bueno, debo recordar agradecerle, la próxima vez que la vea.

— Livia me habló de ti —dijo Castor— dijo que eres la mascota de Dumbledore, sin dientes. No
haría daño ni a una mosca, ni siquiera perseguirías a un conejo en luna llena.

— No soy la mascota de nadie. — Remus respondió, apretando la mandíbula. — Y tú tampoco


deberías serlo. ¿Qué tiene de bueno Greyback, eh? ¿Qué creen que les va a pasar cuando derrotemos a
Voldemort?

— Lo mismo que siempre les pasa a los de nuestra especie. — Castor respondió, dándole a Remus
una mirada de lástima — Seremos cazados y oprimidos.

— ¿No quieres cambiar eso? — Imploró Remus, dando un paso adelante. — ¿No tienes una
familia en el mundo real? ¿No quieres una familia, algún día?

— Somos una manada. Lo somos todo.

Remus suspiró.

— No lo entiendes. Te está mintiendo. Sé que hay una manera de mejorar las cosas, de cambiar
realmente la forma en que nos tratan, pero no puede ser así, ¿No lo ves?

Castor se burló de él con desdén.

— Tal como dijo Livia. Sin dientes. Le dije al padre que no estabas listo. Le dije que era
demasiado pronto.

— ¿Demasiado pronto para qué?

— Para la gran noche, por supuesto — Castor estaba sonriendo de nuevo, una sonrisa siniestra que
hizo que Remus se sintiera mareado. El hombre lobo continuó, reconociendo la incertidumbre de Remus
— En la noche de la próxima luna llena, la manada estará de cacería. Será una caza que el mundo no ha
visto desde la Edad Media.

— ¿Porqué me estás diciendo esto? — Había un temblor en la voz de Remus ahora, por mucho
que intentara disimularlo — Sabes que voy a ir directamente a Dumbledore.

Castor se echó a reír, un sonido hueco y sin aliento proveniente de lo profundo de su pecho.

— Perfecto.

*Crack*

Remus hizo una mueca cuando el aire a su alrededor brilló levemente, y se tambaleó hacia atrás de
la figura que había aparecido entre ellos en el claro. Ella siseó en voz baja, sus ojos acerados se movieron
rápidamente de Remus a Castor. Livia.

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— ¡Hermana! — Castor gruñó, esforzándose por liberarse una vez más — ¡Libérame!

— Le has fallado a nuestro padre. — Ella respondió. — Te espera un castigo.

— ¡No! — Castor protestó: — Fue la dríada, no pude...

Livia levantó una mano y Castor se quedó en silencio, incapaz de moverse o hacer ruido. El
interior de Remus se congeló cuando ella se volvió hacia él.

— Hola, mi amor. ¿Estás listo?

Remus sacó su varita y la apuntó hacia ella, asumiendo una postura de duelo y enraizándose en el
suelo. Ella no lo atraparía esta vez. Esta vez sabía qué esperar.

— No me voy a ninguna parte, Livia.

— No hay tiempo para esto, la luna se acerca. — Ella bromeó, caminando hacia él, tan andrajosa,
sucia y salvaje como él la recordaba. — Suelta ese tonto palo. — Levantó una mano y la giró en el aire,
como si estuviera girando el pomo de una puerta. Remus sintió la fuerza de eso, separando sus dedos, su
varita ardiendo en su mano, pero esta vez, no la dejó caer. Apretó los dientes y reunió hasta la última gota
de magia del bosque que lo rodeaba.

— No.

— Remus Lupin. — Ella gruñó: — Vendrás con nosotros.

Ahora levantó ambos brazos y movió los dedos, de modo que se abrieron en abanico desde sus
palmas. Los árboles que rodeaban a Remus se iluminaron en un instante, desde el tronco hasta las ramas,
ardientes columnas de fuego rugiendo a su alrededor. Estaba aterrorizado, pero no cedió.

— No. — Repitió, dando un paso atrás, lentamente. Correría, si tenía que hacerlo, dejaría que las
dríadas se ocuparan de ellos, incluso los centauros, llegado el caso. Uno no aparece en un bosque como
este y empieza a quemar todo como si nada.

Entonces, Livia chasqueó los dedos e inmediatamente Castor se liberó de su esclavitud, jadeando
y gruñendo. Se unió a su compañera de manada, y ahora eran dos, sus ojos brillando como brasas,
reflejando las llamas que los rodeaban.

— Ha llegado el momento, Remus Lupin — dijeron, al unísono, mientras el humo negro


comenzaba a llenar el aire, el olor a savia y pino burbujeaba a su alrededor.

— No. — Dijo de nuevo, aunque ahora no veía salida. — ¡Mordeo!— Gritó, apuntando con su
varita hacia ellos, mientras retrocedía. Castor retrocedió, gruñendo, pero Livia se rió con ganas y volvió a
agitar la mano, desechando la maldición como si no fuera más que una telaraña.

Esto era todo. Iban a llevárselo, Dios sabe dónde, y a convertirlo en uno de ellos. Nunca volvería a
ver a sus amigos, nunca volvería a ver a Sirius. Había sido un idiota, obligándolos a quedarse atrás. Ahora
no quedaba nadie para protegerlo.

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"Estás tú." Remus no reconoció esta voz. No era de Grant, ni de nadie con quien hubiera 'hablado'
antes. Pero quizás eso era mejor. Había un hechizo que no había considerado, simplemente porque nunca
lo había dominado correctamente. Pero ahora estaba en una situación desesperada y tenía más poder que
nunca a su disposición.

Mientras las brasas brillantes y las hojas ardientes llovían sobre los tres, Remus reunió todos sus
recursos; su fuerza, su furor y todo el gozo de su corazón. Tendría que estar listo para correr, tan pronto
como se pronunciara el encantamiento. Si fallaba, no tendría tiempo para escapar.

Respiró con cuidado y, justo antes de lanzar el hechizo, recordó los ojos de Sirius, la boca de
Sirius y la sonrisa de Sirius. "Estoy loco por tí".

— ¡Expecto Patronum! — Prácticamente lo gritó, extendiendo su brazo, dirigiendo su varita


mientras un enorme animal plateado estallaba, saltando hacia Livia y Castor, con las enormes mandíbulas
abiertas, las garras desnudas. En una fracción de segundo antes de que comenzara a correr, Remus vio que
ambos se tapaban los ojos y se volvían para correr en la dirección opuesta mientras la gran bestia se
lanzaba hacia ellos.

Pero no había tiempo para quedarse y disfrutar de su éxito, así que no lo hizo. Corrió de nuevo,
hacia el borde del bosque; de regreso a Hogsmeade, al mundo mágico, y a sus amigos. Remus corrió tan
fuerte que le ardían las piernas y el dolor en la cadera era como una lanza en el costado, pero no se detuvo,
los pulmones estaban llenos de humo de leña y los ojos llorosos, simplemente siguió adelante hasta que
los árboles comenzaron a ralear, y la luz se hizo más fuerte.

***

Peter y Sirius todavía estaban allí. Sirius caminaba erráticamente de un lado a otro por el sendero.
Peter estaba sentado en el suelo con las rodillas dobladas, mirando el bosque. Parecía como si hubiera
estado llorando.

Remus se tambaleó hacia la luz del día y se sintió listo para colapsar allí mismo. Peter se puso de
pie, secándose los ojos con incredulidad, y Sirius corrió hacia él, y luego se detuvo, de repente, y fue
derribado, como si hubiera chocado contra una pared. Furioso, soltó un gruñido enojado. Remus permitió
que uno de los nudos dentro de él se desenmarañara y la barrera fue levantada. Cojeó hacia sus dos
amigos, jadeando.

— Lo siento. — Murmuró.

Para su sorpresa, Sirius le rodeó el cuello con los brazos y lo abrazó con fuerza. Los latidos de su
corazón vibraron contra los de Remus, y él le devolvió el abrazo, exhausto y agradecido.

— No podíamos ir a ayudarte. — Sirius dijo, su voz ronca y hueca — Lo que sea que hiciste... no
pudimos seguirte.

— Lo siento. — Remus dijo de nuevo.

— ¡Lo siento mucho, Remus! — Peter de repente estalló, sus ojos se llenaron de lágrimas de
nuevo — ¡Lo siento mucho!

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— Está bien. — Remus extendió un brazo para palmear su hombro, ya que Sirius no lo dejaba ir
todavía. Finalmente, Remus volvió a sus sentidos y suavemente se desenredó — Tengo que ver a
Dumbledore, ahora mismo. ¿Dónde están los otros?

— Tenían que volver — explicó Sirius — por el toque de queda. Dijeron que se lo dirían a
McGonagall.

— Bien. — Remus asintió. — Vamos, tenemos que irnos, ahora. — Comenzó a cojear hacia el
pueblo.

— Moony, ¿Estás bien? — Sirius corrió a su lado, con un brazo debajo de su hombro como
apoyo.

— Solo estoy cansado — dijo Remus.

— Estás cubierto de... ¿Eso es hollín?

— Había fuego...

— Wormtail dijo que algo te estaba convocando.

— No puedo... no puedo explicarlo, aún, por favor no me preguntes.

— Bien. — Había un tono frío en la voz de Sirius que a Remus no le gustó, pero siguió
ayudándolo, y siguió adelante, así que tendría que ser ignorado por ahora. Una cosa a la vez.

McGonagall los estaba esperando en las puertas de la escuela, con los brazos cruzados, profundas
arrugas en la frente.

— ¡Profesora! — Remus farfulló, todavía tosiendo humo — Lamento que nos pasáramos el toque
de queda, pero necesito ir a ver al director ya mismo...

— Sí, por supuesto, Lupin, ven conmigo. — McGonagall asintió rápidamente y le quitó el brazo a
Sirius. Miró a Sirius y Peter. — Ustedes dos vayan a la torre y no digan nada. Nada de discutir.
¿Entendido?

Los dos jóvenes estaban tan sorprendidos por estas duras instrucciones que ambos asintieron y se
fueron, inmediatamente, Sirius le lanzó una mirada a Remus.

Le dijo a Dumbledore casi todo. Le habló del aroma, la dríada y de Castor. Sobre el incendio y
sobre los planes que Greyback tenía para su manada, y Livia. No mencionó la barrera que de alguna
manera había conjurado, para mantener alejados a sus amigos. Tampoco le explicó que sabía lo peligroso
que había sido, o que había ignorado cada gramo de buen sentido que tenía para perseguir a Castor.

No obstante, Dumbledore parecía muy complacido.

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— Todo lo que me has dicho es inmensamente útil, Remus. — Dijo el anciano, sonriendo a través
de su escritorio a Remus con ojos brillando con orgullo, por primera vez desde que Remus tenía memoria.
— Fuiste muy valiente y cumpliste tu tarea admirablemente.

— ¿Yo mmm.. Lo hice? ¿Incluso si fui al bosque prohibido?

— Seguiste a tu presa. Y no veo que te haya ocurrido algún daño ¿No es así? Eres claramente un
mago formidable, como tu padre.

Remus sintió una pequeña punzada de placer por eso, que lo tranquilizó más.

— Este ataque, sin embargo... la cacería que están planeando...

— Deja que la Orden se haga cargo de eso. — Dumbledore negó con la cabeza, colocó las manos
sobre su escritorio y se puso de pie. — Has hecho bastante, más de lo que nadie podría esperar de un mago
de diecisiete años.

— Sí, pero si puedo...

— Siento haberte pedido esto, Remus. — Dumbledore rodeó su escritorio y colocó una mano
amigablemente en su hombro. — Espero no tener que volverte a pedirte esto.

— Estoy de su lado. — Remus respondió, sintiendo que debería reiterar esto. — Haré lo que tenga
que hacerse.

Los ojos de Dumbledore brillaron con triunfo, y su agarre se apretó sobre el hombro de Remus.

***

El fuego había sido apagado por las náyades, según McGonagall, quien lo acompañó desde la
oficina de Dumbledore a la enfermería. No había rastro de Livia o Castor, y suponían que se habían
aparecido.

Madame Pomfrey lo regañó, limpió el hollín de su cara y le administró una poción analgésica.
Para ese momento ya estaba respirando normalmente y, perversamente, le apetecía fumar un cigarrillo,
aunque no le dijo eso. Le trajeron comida allí, porque ya se había perdido la cena, y comió una cena
agradable y tranquila en la pequeña y acogedora oficina de Madame Pomfrey.

Afortunadamente, se le permitió caminar de regreso a la torre de Gryffindor solo. Todos sus


amigos estaban esperando, no en su lugar habitual junto al fuego, sino en un rincón más tranquilo, cerca
de una de las ventanas del fondo. Todos hablaban en voz baja y seria, y sus cabezas se volvieron de
inmediato para mirarlo cuando apareció por el agujero del retrato.

Se acercó, un poco mareado por la bebida que había tomado, y le dejaron un espacio para que se
sentara en un asiento junto a la ventana, aplastado entre Lily y Sirius, quien rápidamente apretó su mano,
antes de soltarla. Todos lo miraron y esperaron a que hablara, y así lo hizo.

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Les dijo todo lo que pudo, y algunas cosas que no le había dicho a Dumbledore. Afortunadamente,
Peter ya había cubierto lo de la dríada y, al parecer, los merodeadores habían pasado gran parte de la
velada explicandole el secreto de los animagos a Lily. Aun así, se cubrió la boca con horror cuando
Remus habló sobre el encuentro con Castor, los increíbles poderes de Livia y el fuego... Sirius
prácticamente estaba temblando de rabia a su lado, pero se mordió la lengua todo el tiempo y dejó que
Remus terminara.

— Maldita sea. — James dijo, una vez que se contó la historia. — Bien hecho con en el patronus,
amigo.

— Gracias — Remus se sonrojó ligeramente. Puedes confiar en James para encontrar algo digno
de elogio en todo eso.

— ¿Viste lo que era?

— No. — dijo rápidamente: — Pasó demasiado rápido.

No mucho después, todos se fueron a la cama, uno a la vez, cada uno de ellos con la cara puesta
en una máscara determinada. Remus se dio cuenta de que no era el único que había tenido un día muy
difícil. Se dio una ducha rápida para quitarse lo último del bosque y se cepilló los dientes sin mirarse al
espejo, demasiado asustado de lo que pudiera ver allí. Sirius todavía no había intentado hablar con él o
confrontarlo sobre la terrible traición en el borde del bosque, pero Remus estaba seguro de que eso estaba
por llegar, y aunque sabía que sería difícil, esperaba aclarar las cosas.

Durante horas, estuvo acostado en la cama, esperando y esperando. Sirius siempre venía a él, en
una noche como esta; si algo pasaba. Sirius siempre sabía cuando Remus necesitaba hablar; incluso
cuando Remus no quería, Sirius podía sacárselo y arreglarlo todo de nuevo. Remus esperó durante mucho
tiempo. Vamos, pensó para sí mismo, te necesito, ¿Dónde estás?

"Él no lee las mentes, cariño." La voz alegre de Grant se abrió paso una vez más.

"Sin embargo, él me conoce."

"¿Oh sí? ¿Alguna vez le dijiste?"

Remus se negó a responder, porque ya no era necesario. Resolver problemas en su cabeza usando
juegos de rol imaginarios le era suficiente. Pero eso es lo que había hecho cuando se sentía solo. Cuando
pensaba que no tenía a nadie más a quien acudir. Se dio cuenta con una sensación de vergüenza enfermiza
de lo estúpido que había sido. Sin perder un momento más, se deslizó fuera de la cama y cruzó el piso.
Abrió las cortinas de la cama de Sirius y susurró a la oscuridad:

— ¿Sirius?

— ¿Qué? — Sirius también estaba acostado de espaldas, con las manos cruzadas sobre su cintura
como una efigie de lápida. Su frialdad hizo que Remus se estremeciera, pero se tragó su orgullo.

— Te necesito.

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Sirius volvió la cabeza de inmediato. Suspiró y retiró las mantas.

— Entra.

Remus se apresuró a entrar, ansioso. Se acostaron uno al lado del otro, de lado, mirándose
mutuamente.

— ¿Me odias? — Preguntó Remus.

— No. — Sirius respondió, la voz aún vacía.

— Lo siento mucho. Quería protegerlos a todos.

— Lo sé. Eso es lo que dijo James. — La voz de Sirius se había derretido ligeramente, y ahora era
más petulante que enojada.

— Pero no es excusa — continuó Remus. — Yo solo… yo no era yo mismo. ¿Lo entiendes?

Sirius se encogió de hombros, moviendo las sábanas de la cama para que se deslizaran por su
hombro, exponiendo su clavícula. Remus trató de no distraerse demasiado con eso, y se humedeció los
labios, volviendo a mirar a Sirius a los ojos.

— Te lo contaré todo. — Él dijo.

— Ya lo hiciste. — Sirius respondió, irritablemente.

— No todo. — Remus respondió: — Hay cosas que no quiero que todos sepan. Pero, quiero que
tú sepas. ¿Si eso está bien?

Sirius lo miró como si no pudiera creer lo que oía. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro, que
obviamente estaba tratando de reprimir.

— Continúa, entonces.

Así lo hizo. Le contó todos los sentimientos que había tenido: la irresistible atracción hacia el
bosque, el fuerte poder de la magia natural, la terrible culpa. Cuando dejó de hablar, se dio cuenta de que
Sirius se había acercado a él y estaba acariciando su brazo, suavemente, de un lado a otro para consolarlo.

— ¿Qué te hizo pensar en usar un patronus?

Remus resopló, levemente.

— Es estúpido. Una voz en mi cabeza.

— Ah.

— Pero no como las voces normales. Por lo general, son de alguien que conozco.

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— Quizás esta vez solo eras tú.

Remus pensó en esto. Le hacía sentirse raro. Sirius todavía lo estaba mirando, todavía acariciando
su brazo. Remus recordó algo más.

— Es un lobo. Mi patronus. No quería que los demás supieran, no quiero que piensen...

— Ellos nunca pensarían mal de ti, Moony, te conocen demasiado bien.

— ¿Me conocen, sin embargo? Después de hoy… me siento tan estúpido. Estaba tan atrapado que
no sabía qué hacer. Solo seguí yendo hacia lo profundo, cada vez más.

— Pero al final hiciste lo correcto. — Sirius dijo, firmemente, agarrándolo ahora — Eso es todo lo
que importa. — Se inclinó hacia adelante y besó a Remus suavemente en los labios, un gesto
tranquilizador. — Regresaste a nosotros.

— Yo... — Remus miró hacia abajo, bajando la voz a apenas un susurro. Volvió a mirar a Sirius y
se encontró con esos perfectos ojos azules. — Volví a tí.

Sirius lo besó de nuevo, con más fuerza, y no se detuvo durante mucho tiempo.

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Interludio
You look so self-possessed
I won't disturb your rest
It's lovely when you're sleeping
But wide awake is best.

Wake up and make love with me


Wake up and make love
Wake up and make love with me
I don't want to make you
I'll let the fancy take you
And you'll wake up and make love

Martes 24 de Enero de 1978

07:50 a.m

James los despertó el martes por la mañana, gritando a través de las cortinas.

— ¡Oye, Padfoot, levántate! Son casi las ocho, maldito holgazán.

— Tengo un día de estudio libre, imbécil, lárgate. — Sirius gimió en respuesta, enterrando su
cabeza debajo de la almohada.

— ¡Te perderás el desayuno!

—Urrgh.

— Bien, muérete de hambre entonces. —James respondió. Luego dijo — ¿Has visto a Moony? Su
cama está vacía, ¿Crees que se fue solo?

— Err... — Sirius levantó la almohada de su rostro y miró a Remus, levantando una ceja en
pregunta.

Remus le devolvió la mirada con pánico. Si, bien, James lo sabía, pero hasta ahora se las habían
arreglado para evitar que tuviera encuentros reales con su relación. Remus había sido muy específico al
respecto; no quería que lo miraran boquiabierto. Quería demostrar que todo estaba igual que antes, y eso
significaba que lo que pasaba entre él y Sirius en privado debería mantenerse… bueno, en privado. Había
sido meticuloso a la hora de compartir la cama, asegurándose de levantarse temprano y volver a su propia
cama, o bien arrugar las sábanas y dirigirse directamente a la ducha. Pero hoy había luna llena y estaba
más lento de lo habitual.

— Probablemente haya ido a desayunar, amigo. — Sirius respondió. Se encogió de hombros hacia
Remus.

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— Sí, tal vez... — James estuvo de acuerdo — Oh, espera, revisaré el mapa, ¡Lo dejó en su mesita
de noche!

Remus se golpeó la cabeza, asombrado por su propia estupidez.

— ¡Estoy aquí, James! — Gritó, rápidamente, sintiendo que se ponía rojo de vergüenza.

— ¡Oh! — Oyeron que James se detuvo, justo afuera de las cortinas de la cama — Oh... eh, claro,
por supuesto, lo siento, yo... eh... no pensé... — Sus pasos retrocedieron rápidamente, hacia la puerta —
Lo siento muchachos... eh... nos vemos más tarde, ¿eh? — La puerta se cerró de golpe.

Sirius resopló de risa mientras Remus se arrastraba bajo las sábanas como si pudiera escapar de la
vergüenza allí.

— Oh, vamos — se rió Sirius, tratando de tirar las sábanas hacia atrás — No fue tan malo...

— Fue horrible. — Remus respondió, enterrándose aún más — ¡Nunca más podré mirarlo a los
ojos!

Sirius también se arrastró bajo las sábanas, persiguiéndolo.

— No es como si hubiésemos estado haciendo algo, ¡Todavía tienes el pijama puesto!

— ¡Prongs no sabe eso! — Remus replicó, sentándose con las piernas cruzadas, frente a Sirius.
Era como si ahora estuvieran bajo su propia tienda de campaña, y le recordaba a Remus el campamento.
Ese era un recuerdo tan agradable, que se sintió un poco más tranquilo después de recordarlo. Eso era aún
mejor; Sirius siempre sostenía su mano cuando estaban escondidos así, y extendió la mano ahora, jugando
con los dedos largos y llenos de cicatrices de Remus como si fueran un tesoro precioso.

— No veo por qué tanto alboroto — reflexionó Sirius, entrelazando sus suaves dedos blancos
entre los de Remus, luego extendiéndolos, para después moverlos, como si fuera un juego. — Estoy
seguro de que puede asumir que hacemos... ciertas cosas.

— ¡Ves! ¡Tú tampoco puedes decirlo!

— Bueno. Yo soy un caballero. — Sirius sonrió, mirándolo ahora. Incluso en la oscuridad, Remus
podía sentir los ojos de Sirius arder. Él también se estaba mordiendo el labio. Remus dio un pequeño
suspiro y Sirius arqueó una ceja. — Al menos ahora sabemos que tenemos la habitación para nosotros
solos...— colocó una mano en cada una de las rodillas de Remus y se inclinó.

Remus lo besó, pero lo apartó.

— De ninguna manera, si no bajamos allí ahora mismo, James definitivamente va a pensar que
estamos...

— ¿Follando?

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—...teniendo relaciones... íntimas. —Dijo Remus, piadosamente.

Sirius se echó a reír de nuevo y rodó sobre la cama.

— ¡Oh Moony! Me matas. ¿Qué pasó con ese pequeño y rudo gamberro que solía conocer?

— Un chico elegante le enseñó a leer. — Remus respondió secamente, echando hacia atrás las
mantas y limpiando la estática de sus rizos. — Correcto. Ducha rápida, y luego bajamos. — Saltó de la
cama, haciendo una mueca de dolor ante la brillante luz del sol que llenaba el dormitorio.

— ¡Me gusta como suena eso! — Sirius llamó desde la cama mientras Remus cruzaba el piso. En
la puerta del baño se volvió y le dio a Sirius su mirada más fulminante.

— Bajamos, por las escaleras. Pervertido.

***

08:30 a.m

James no pudo mirar a ninguno de los dos a los ojos, claramente y para diversión de Sirius. Peter
también tenía la cabeza gacha, metiéndose papilla en la boca en silencio, y por un horrible momento
Remus se preguntó si le había dicho a James exactamente lo que había visto en su habitación, solo unos
pocos días antes. Remus estaba seguro de que eso era demasiado para él.

Se distrajo escuchando a Mary hablar, lo que siempre era fácil de hacer. En estos días, salía con un
chico del equipo de Quidditch de Hufflepuff y, al mismo tiempo, ensalzaba sus virtudes y se lamentaba de
las desventajas de salir con un atleta. Remus no pudo evitar pensar que Mary no estaba contando nada
nuevo, ya que, por supuesto, Lily (y, si Sirius tenía razón) y Marlene también salían con jugadores de
Quidditch.

— Quiero decir, obviamente está en forma. Algo así como... al nivel de Adonis. — Dijo
efusivamente, soñadora — Y ni hablemos de su resistencia.

Marlene puso los ojos en blanco, y James miró fijamente su taza de té mientras Lily reía detrás de
sus manos. Mary estaba gloriosamente inconsciente, en su elemento. — ¡Pero luego tiene el descaro de
quejarse porque su muslo roza con su maldita escoba! — Ella se rió.

Las orejas de James se habían puesto de un rojo brillante, y Sirius estaba tratando de llamar su
atención, con una sonrisa maníaca en su rostro.

Mary continuó; — Le dije que si pensaba que eso era incómodo, que intentara sangrar cinco veces
al mes por su vagina.

Peter prácticamente se atragantó con su avena, Lily se cubrió la cara y Marlene golpeó la mesa
con la mano.

— ¡Maldita sea, Mary! ¡¿Tienes que decirlo?!

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— ¿Qué? — Mary se sentó, parpadeando, como si la mantequilla no se derritiera en su lengua
malvada.

— Bueno, estás siendo un poco gráfica, durante el desayuno… —dijo Lily, diplomáticamente.

— Todos somos adultos, ¿No? — Mary arqueó una ceja — Somos lo suficientemente maduros
como para hablar de sexo.

— ¡Bien, será mejor que me vaya! — James se puso de pie de un salto, inusualmente torpe,
sacudiendo la mesa mientras lo hacía. Lily lo miró, sorprendida.

— ¿A dónde vas?

— ¡Pociones!

— No tenemos Pociones hasta dentro de quince minutos... Ok, espera, iré contigo. — Se levantó,
sin dejar de mirar a su novio de forma extraña, y se fueron juntos.

— No sabía que James era tan mojigato. — Comentó Mary.

— Oh, no es por tí, MacDonald. — Sirius explicó, estirando sus brazos sobre su cabeza y
despeinando su largo cabello — Prongsie-boy acaba de tener una pequeña sorpresa esta mañana... ¡Ay!

Remus lo había pateado con fuerza debajo de la mesa. Marlene los miró a ambos, sorbiendo su té
con una mirada cómplice. Afortunadamente, en ese momento, las lechuzas de correos se abalanzaron
hacia el Gran Comedor, y una gran lechuza tiró dos cartas frente al plato de Remus. Las agarró a las dos,
ansioso.

Una era una postal de Grant, enviada a través de los Potter, con una caricatura lasciva en la parte
delantera, que mostraba a un hombre en la orilla del mar sosteniendo una enorme barra roja de piedra de
Brighton contra su entrepierna. La parte de atrás decía "Vi esto y pensé en ti. ¡Estaré viendo deptos la
próxima semana! Todo el amor."

Remus sonrió ante esto y se lo entregó a Sirius, quien frunció el ceño cómicamente. La segunda
carta era del profesor Ferox, con una lista de recomendaciones de libros que Remus había solicitado sobre
la historia del sistema de clasificación de criaturas mágicas. Habían estado escribiéndose de un lado a otro
desde Navidad; Parecía ser que Ferox estaba aburrido durante su recuperación, encontrándose como un
cabo suelto.

Sirius vio a Remus terminar de leer la carta.

— ¿Algo sobre...? — Preguntó, dándole una mirada significativa. Remus negó con la cabeza.
Nada de su madre. Sirius trató de mostrarle una sonrisa de alegría — Aún hay tiempo, ¿Eh?

Remus simplemente se encogió de hombros.

— Voy a la biblioteca, a ver si puedo encontrar alguno de estos libros antes de Historia de la
magia. — Levantó la lista de Ferox. — Hasta luego, chicas. — Saludó con la cabeza a Mary y Marlene.

488
— ¿Nos vemos en la enfermería esta noche? — Marlene preguntó, esperanzada.

Ah, recordó Remus, era martes. No había estado asistiendo a las lecciones de curación en las que
Madame Pomfrey lo había incluído amablemente durante algunas semanas, había estado demasiado
ocupado memorizando maldiciones. Realmente no quería ir esta noche, era luna llena, pero miró a
Marlene y se sintió culpable.

— ¡Por supuesto! — El asintió. — ¡Hasta entonces!

Sirius saltó felizmente junto a Remus mientras se dirigía a la biblioteca, trabajando mentalmente
en su horario del día. Afortunadamente, solo tenía tres clases, pero había prometido ponerse al día con
Christopher en algún momento, y quería responderles a Grant y Ferox, además tenía un ensayo de
Aritmancia pendiente...

— ¿Moooooony? ¡Tierra llamando al planeta Moony...! — Sirius interrumpió sus pensamientos.

— ¿Hm?

— Ya pasamos por delante de la biblioteca, si es ahí a donde te diriges...

— ¡Oh! Mierda. — Remus giró 180 grados y comenzó a retroceder, Sirius todavía lo seguía.

— ¿Algo que quieras decirme?

— Oh nada. Solo estaba pensando.

— ¿No te estarás preocupado, verdad? ¿Acerca de esta noche?

— Mm, un poco. — Entraron en la biblioteca y tuvieron que guardar silencio al pasar junto al
escritorio de Madame Pince.

De hecho, había estado tratando de no pensar en la luna que se avecinaba; después de todo,
Dumbledore había dicho que no lo hiciera. Había dicho que la Orden se estaba ocupando de eso, y Remus
solo podía esperar que eso significara que Alastor Moody estaba en el caso, lo que lo hizo sentir un poco
mejor. Aún así, la advertencia de Castor había estado sonando en sus oídos desde el sábado y le era
imposible de olvidarse de eso.

— No creo que debamos dejar la casa esta noche. — Remus susurró. — Si pasa algo...

— No pasará nada, Dumbledore está lidiando con eso. — Respondió Sirius, apoyándose en la
biblioteca más cercana casualmente, mientras Remus buscaba los textos que quería. Remus tuvo que
contenerse para no gruñir. James y Sirius tenían tanta fe en Dumbledore que a menudo se preguntaba si se
estaba perdiendo algo. Pero claro, Remus confiaba en muy pocas personas mayores de dieciocho años;
con buena razón.

— Lo sé. — Dijo con calma: — Pero me gustaría que respetaras mis deseos, si es que puedes.

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— Oye, no seas así — lo reprendió Sirius, gentilmente — Por supuesto que lo haremos. Cualquier
cosa por nuestro Moony.

Remus encontró tres de los libros de la lista de Ferox, lo que lo animó un poco. Luego se dirigió a
Madame Pince y luego comenzó a meterlos en su bolso.

— Me los llevaré — ofreció Sirius, extendiendo sus manos — No querrás estar cargándolos todo
el día, voy a regresar al dormitorio de todos modos.

— Oh, gracias. — Remus se los entregó. — ¿Vas a empezar con ese ensayo de Aritmancia?

— No si puedo evitarlo. — Sirius hizo una mueca. — ¿Nos vemos en el almuerzo? Estás libre esta
tarde, ¿No?

— Eh… sí, pero se supone que debo verme con Christopher… luego está ese ensayo que tú no
estás haciendo... y la clase de sanación. Y realmente quiero escribirle a Ferox hoy, si puedo, creo que le
gusta recibir cartas, ya que no se le permite salir mucho.

— Merlín, Remus — Sirius estaba negando con la cabeza — ¡Tienes que estar en la casa a las
seis!

— Estoy consciente. — respondió Remus, sin pensarlo, ajustando su mochila. Realmente le


vendría bien otro hechizo de reparación; a menos que las sostuviera bien, las costuras comenzaban a
partirse.

— ¡¿Y planeas comer?! — Sirius continuó.

— ¿Cuándo he olvidado una comida? — Remus sacó la lengua. — De todos modos, tengo que
correr, Historia. ¡Nos vemos en el almuerzo!

***

1:50 p.m.

A pesar de sus promesas, Remus llegó extremadamente tarde a el almuerzo, todos ya se habían ido
excepto Sirius, que lo había estado esperado.

— ¡Lo siento! — Remus jadeó cuando llegó a la mesa, un poco sin aliento por correr. Se sentó —
Me quedé atrás para hablar con Kettleburn, luego recordé que había olvidado mis notas en el salón del
profesor Binns. La Historia fue un maldito desperdicio de tiempo, ya tengo todo cubierto con mis lecturas,
y ¡Oh, gracias!

Sirius le había empujado un plato de salchicha y puré a través de la mesa. Remus se dedicó a
comer y hablar lo más rápido que pudo; solo tenían diez minutos antes de que terminara el almuerzo,
luego el coro de la escuela requería del Gran Comedor para sus sesiones de práctica semanales. — De
todos modos, todo salió muy bien al final, usé el tiempo para escribir mi carta a Ferox y una nota para
Grant, así que al menos eso está hecho, ¿Qué es eso?

490
Sirius había deslizado un pedazo de pergamino sobre la mesa ahora. Remus apuró su vaso de jugo
de calabaza y lo miró. — ¿Aritmancia?

— Tu ensayo — dijo Sirius, casualmente — Terminé el mío, como un buen chico, así que pensé
en hacer el tuyo también.

— ¿Tú qué? — Remus lo miró dos veces. Sirius era ridículamente bueno con la pluma y había
imitado perfectamente su propia letra de araña. — ¡No te creo!

— ¿Cuántas veces lo has hecho por Wormy? O James, dado el caso, todavía tiene un palo en el
culo por esta mañana, por cierto, no me habla sobre de eso, de todos modos, ahora que esto está hecho, y
las cartas también, ¡Estás libre por la tarde!

— Muchas gracias, Padfoot, honestamente, esto es brillante... pero prometí ver a Christopher y ...

— Nop. — Sirius sonreía como el gato al que le dieron la crema. — Recién lo vi. Le dije que no
estabas bien, y que no podías verlo.

— ¡Sirius!

— Bueno, no estás bien. — Sirius respondió, inocentemente. — Todavía queda lo de esta noche,
deberías descansar.

— Estaré bien una vez que haya comido. — Remus respondió brevemente, con los ojos fijos en su
comida, limpiando lo último de la salsa con su puré de papa. Lamería el plato si fuera lo suficientemente
descarado; las lunas llenas lo hacían hambriento. Cuando terminó, miró hacia arriba y encontró a Sirius
mirándolo, con los ojos grandes llenos de remordimiento de cachorro.

— ¿Estás enojado conmigo?

— No. — Remus se limpió la boca con la manga y apartó el plato a tiempo para que desapareciera
en las cocinas. — Pero no puedes reorganizar mi vida así solo para salirte con la tuya...

— ¡No quise decirlo así! — Sirius se sentó, luciendo sorprendido — Yo solo… tú siempre tienes
tantas cosas por hacer, y es una locura. Quiero decir, es asombroso, porque eres increíble y puedes
manejarlo, pero no tienes que hacerlo siempre.

— Está bien... — Remus frunció el ceño, levantándose. No estaba seguro exactamente de lo que
estaba diciendo Sirius. Siempre había tratado de mantenerse ocupado. Le gustaba estar ocupado y ser útil
para la gente.

— Y habías escrito tantas notas para ese ensayo que prácticamente se escribió solo. — Sirius
continuó, mientras dejaban el Gran Comedor y comenzaban a dirigirse hacia la torre de Gryffindor. — Y
podemos ir a buscar a Christopher si quieres, probablemente esté en la biblioteca...

— Sirius... — Remus suspiró con cariño.

— Adelante, yo enviaré las cartas y te veré para cenar temprano...

491
— Sirius... — Comprobó que la costa estaba despejada, todos estaban en sus lecciones, y Peeves
no estaba. Un pasillo vacío era algo raro en Hogwarts.

— ¡Oh, mierda! — Sirius se dio una palmada en la frente — No puedo ir a cenar temprano, tengo
esta detención con Filch. Aunque solo por una hora, saldré a tiempo para...

— ¡Sirius!

— ¡¿Qué?! — Finalmente dejó de hablar a tiempo para que Remus lo pillara desprevenido con un
rápido beso en los labios.

— Cállate idiota. — Sonrió — Prefiero mucho más pasar la tarde contigo que estudiando con
Christopher.

— Oh. — Sirius se sonrojó, luciendo muy complacido.

***

2:15 p.m.

Menos de veinte minutos después, y Remus estaba completamente feliz, acostado de espaldas con
el tocadiscos a sus pies y la cabeza de Sirius apoyada contra su cadera sana. Bowie estaba sonando;
cantaba y tocaba sus ocho cuerdas, y los dos chicos lo escuchaban mientras compartían un porro que
Sirius le había quitado a un Ravenclaw a principios de esa semana.

— ¿El lobo también queda drogado? — Preguntó Sirius, alcanzando su turno. Remus negó con la
cabeza, inhalando profundamente y pasando el porro.

— Se pone más hambriento, probablemente. — Respondió él con voz alta.

— Hmm. — Sirius murmuró.

Remus exhaló y cerró los ojos, recostándose sobre la pila de cojines. Era como hundirse en una
melaza tibia. Dejó que sus pensamientos divagaran.

— ¿Puedo preguntarte algo? — Murmuró.

— Adelante, Moony.

— ¿De qué estaba hablando Mary esta mañana?

— ¿Sobre lo de la resistencia del guardián de Hufflepuff? Creo que estaba bromeando, para ser
honesto contigo.

— Eso no — Remus se rió entre dientes — La cosa sobre que sangra... Que ella sangra... um...
¿Qué quiso decir?

492
Sirius giró la cabeza en el regazo de Remus para mirarlo, con el ceño fruncido.

— Ella estaba hablando de... ya sabes, de su 'época del mes'... — Él arqueó las cejas, intentando
hacer entender a Remus.

— ¿Qué es eso? — Remus le devolvió el ceño fruncido, sin darse cuenta.

— ¿Remus... en serio?

— ¿Qué?

— ¡Ya sabes! Las chicas son diferentes a los chicos...

— Bueno, ya sé eso. — Remus se erizó, sintiéndose a la defensiva ahora.

— Ok, bien, entonces las chicas tienen esta cosa todos los meses... — comenzó a explicar Sirius.
Remus estaba completamente horrorizado cuando terminó.

— Eso es lo más repugnante que he escuchado. — Dijo rotundamente.

— Es natural. — Sirius se encogió de hombros. — Haré que Lily te lo explique, probablemente lo


dije mal. Maldita sea, tienes casi dieciocho años, ¿Cómo no lo sabías?

— Oh, sí, búrlate del chico del hogar de niños. — Remus dijo: — ¡Crecí en un reformatorio para
chicos! ¡¿Cómo se supone que voy a saber algo sobre chicas?!

— Eso explica mucho. — Sirius dijo secamente. Remus movió bruscamente su oreja. — ¡Ay!

— ¿Por qué tienes detención, de todos modos? — Preguntó Remus, recostándose de nuevo.

— Maldije a Crouch.

— De acuerdo.

— Él y mi querido hermano estaban atormentando a algunos segundos años, pero es evidente que
salió con la suya porque él es un prefecto. — Sirius murmuró oscuramente.

Nunca volvió a usar el nombre de Regulus, solo decía 'mi querido hermano', con ese acento cruel
y excesivamente gracioso, que Remus pensó que probablemente era para burlarse de la elegancia de
Regulus. Excepto (y Remus nunca diría esto en voz alta) que durante los primeros años que Remus había
conocido a Sirius, había tenido exactamente el mismo acento refinado y altivo.

— Deberías intentar ignorarlos, si puedes. — Advirtió Remus. — Sé que te molesta, pero es mejor
que te alejes de su camino. La escuela terminará pronto.

— Lo sé. — Dijo Sirius, acaparando el porro.

493
Remus lo alcanzó, agarrando su muñeca. Dios, amaba las muñecas de Sirius. Los huesos eran tan
finos, las venas como una cinta azul bajo una piel translúcida. Sus propios dedos se envolvieron
fácilmente. Lo sostuvo ahora y se llevó la mano de Sirius a la boca, chupando el extremo del porro y luego
soltándolo.

Sirius solo le sonrió. El disco se detuvo y tuvo que levantarse para darle la vuelta a la cara B.

— Supongo que no quiero que lastime a nadie. — Suspiró y volvió a sentarse.

— Ese no es tu trabajo. — Remus frunció el ceño.

— Se siente como si lo fuera. — Sirius murmuró, estirándose. — No sabes cómo era él cuando
éramos niños. No era... no es... no sé. Simplemente no quiero que haga algo de lo que se arrepienta más
adelante.

Remus pensó mucho, lo cual no era poca cosa, después de algunas bocanadas de hachís cultivado
de los Ravenclaw.

— ¿Puedo decirte algo? — Preguntó.

— ¿Un secreto? — Sirius respondió, ansioso, levantándose para sentarse a su lado.

— Er… ¿Algo así? Pero se trata de Regulus. Puede que no quieras escucharlo.

Sirius se quedó un poco callado; un poco más rígido, pero asintió.

— Dime.

— ¿Recuerdas el boggart que encontramos Chris y yo antes de Navidad?

— ¿Como podría olvidarlo? — Sirius respondió, con una nota de celos en su voz — Ojalá hubiera
estado allí, nunca he visto un boggart.

— ¿Los hombres lobo no son lo suficientemente emocionantes para ti ahora? — Remus arqueó las
cejas. — De todos modos, eh... miré el mapa, justo después de que Chris fuera a buscar a alguien, y ...
bueno, estoy bastante seguro de que fue Regulus quien puso el boggart allí. Él y Barty estaban cerca.

Remus estiró un poco el cuello para poder ver el rostro de Sirius y cómo se estaba tomando la
noticia. Su boca era una línea recta. Parecía más cansado que enojado. Sacudió la cabeza.

— Estúpido imbécil. — Él murmuró. — Es todo por ella, ya sabes. Él es un idiota por querer
complacerla, obviamente, pero de todos modos es culpa suya.

— ¿De tu madre?

Sirius asintió. Remus no supo qué decir. Habían estado de acuerdo, hace mucho tiempo, de que
podían hablar de cualquier cosa menos de madres. Y así había sido, de todos modos, del lado de Sirius.

494
Remus tampoco quería entrar en eso ahora. Todo era tan agradable y cálido, y si pudieran aguantarlo un
poco más, entonces este sería un buen recuerdo, algo que tendría dentro de él para siempre.

Se acercó y acarició la mejilla de Sirius, esa perfecta, perfecta línea en su mandíbula. Se sentó y se
dio la vuelta para mirarlo.

— Olvidémonos de toda esa mierda. — Dijo: — Es aburrido.

Sirius lo besó.

***

4:00 p.m

Remus bajó solo a cenar a las cuatro, mientras Sirius se marchaba para su detención. Era tan
temprano que Remus era el único allí, excepto Marlene, que también tenía que asistir a la clase de
curación de Madame Pomfrey.

— Me alegro que vayas — le sonrió. Marlene sonreía mucho estos días. — ¡No te he visto bien
desde Navidad!

— ¡Sí, lo siento! — Remus respondió, comenzando su segunda ración de lasaña, dos veces más
grande que la primera — He estado tan ocupado con las cosas de los EXTASIS...

— Tenía muchas ganas de hablarte sobre lo que pasó en el tren...

— ¡Oh! … Eh… — Remus la miró fijamente, con el tenedor a medio camino de su boca. Con
todo el alboroto por Castor y la luna llena, Remus había podido evitar hablar sobre su extraño encuentro
con Yasmin y Marlene en el tren. Se sintió culpable de nuevo. Obviamente, Marlene había estado
pensando mucho en eso.

— Espera — le dijo Marlene, alcanzando su varita — ¡Muffliato! — Ella murmuró.

El ruido en el pasillo a su alrededor pareció atenuarse, levemente.

— ¿Qué fue eso? — Preguntó, manteniendo la voz baja.

— Impide que la gente escuche. — Marlene explicó: — Lily nos lo enseñó. Mary lo usa para
cotillear todo el tiempo en Encantamientos.

— Wow — asintió Remus, apreciativamente.

— Así que, de todos modos — Marlene se inclinó hacia adelante sobre sus codos, ojos brillantes
— ¡Tú y Sirius! ¡¿Alguien más sabe?!

— ¡Oh! — Remus finalmente dejó su cuchillo y tenedor, aunque felizmente podría haber seguido
adelante. — Sí, en realidad. James y Peter, Lily también.

495
— ¡¿De verdad?!

— Sí. — Asintió, comprobando que definitivamente no había nadie escuchando. — Hace poco,
sin embargo. ¿Y sobre tú y Yaz?

— Nadie. — Dijo ella con firmeza.

— ¿Ni siquiera Mary?

— ¡Mucho menos ella! — Marlene dijo, con pesar. Remus decidió no preguntar más. Había
tenido suficientes revelaciones sobre Mary por un día.

— ¿Han estado saliendo hace mucho tiempo? ¿Ustedes dos? — Preguntó. — No tenía ni idea…

— Lo siento — Marlene se sonrojó, mirando hacia abajo — Yo sabía que era... diferente,
supongo, desde hace mucho tiempo, y realmente quería decírtelo, especialmente después del verano,
pero... no sé ¿Cómo lo mencionas?

— Cuéntame sobre eso. — Remus estuvo de acuerdo, con entusiasmo.

— Yaz ha sido mi novia desde poco antes de Navidad. Ella es increíble. — Marlene sonreía de
nuevo y Remus prácticamente podía sentir la alegría que irradiaba de ella. Tocó su mano, suavemente.

—Estoy muy feliz por ti.

— Gracias. — Ella le devolvió el apretón. — ¡¿Pero qué hay de ti?! Más concretamente, ¿Qué
pasa con Sirius?

— ¿Qué hay con él?

—Estoy estupefacta, de verdad. ¿Es completamente queer, o es más... AC-DC?

— Um... ya sabes, no le he preguntado. Realmente no hablamos de ese tipo de cosas.

— ¿No le has preguntado? — Ella le lanzó una extraña mirada de reojo. — ¿No te molesta? ¿Su
historia con las chicas?

— No. — Remus sintió que se calentaba bajo el cuello. Este era exactamente el tipo de cosas que
quería evitar discutir. Con cualquiera. — No es relevante.

— Está bien — Marlene se encogió de hombros, aunque no parecía convencida. — Si así les
funciona, supongo.

Él no respondió a eso, y finalmente el hechizo Muffliato desapareció y terminaron de comer, antes


de dirigirse a su clase de sanación a las 4.30 p.m.

496
Marlene planeaba contárselo a Mary, dijo, cuando fuera el momento adecuado. Remus conocía
ese argumento lo suficientemente bien, y no creía que fuera realmente su lugar el ofrecerle consejos. Era
bueno saber que alguien más sabía cómo se sentía, al menos, aunque fuera un poquito.

La clase de sanación pasó muy lentamente. Remus descubrió que todavía estaba bastante drogado,
además de bastante lleno, lo que le dio sueño. Trató de escuchar la conferencia de Madame Pomfrey sobre
hechizos de diagnóstico circulatorio, pero su mente seguía divagando, volviendo a su cama y a Sirius. La
amable enfermera asumió que estaba fuera de combate porque la luna estaba cerca y no lo reprendió como
solía hacerlo; debería haberse sentido mal por eso, pero estaba demasiado feliz soñando despierto como
para preocuparse demasiado.

***

6:30 p.m

Remus se quedó atrás en la enfermería y se sentó en silencio en la oficina de Madame Pomfrey


mientras ella ordenaba algunas cosas, antes de que los dos hicieran su viaje juntos a la Casa. Solo
quedaban otras cuatro lunas llenas más en Hogwarts, después de esta, se dio cuenta Remus. Sabía que
extrañaría a Poppy Pomfrey más de lo que podría decirle. Ella siempre sería la primera persona que alguna
vez había intentado hacerlo sentir cómodo; la primera persona que alguna vez pensó que podía ayudarle.

Ella se despidió de él y prometió volver a primera hora de la mañana, como siempre. Él puso la
misma cara valiente que había usado cuando tenía once años, y la saludó alegremente desde la cama
mientras ella cerraba la puerta. Solo, Remus miró al suelo un rato, tratando de recordar su tarde y de
reprimir el creciente temor en la boca del estómago. Se levantó y se paseó un poco, buscando algo que
hacer.

Con el tiempo, la puerta se abrió con un crujido una vez más y James asomó la cabeza por la
esquina. Miró alrededor de la habitación, antes de entrar, luciendo tan incómodo como esa mañana.

— Hola, Moony — dijo, subiéndose los anteojos por la nariz con nerviosismo cuando entró —
¿Aún no llega Wormtail?

— Creo que tenía que hacer unas líneas para McGonagall. — Dijo Remus, sentándose en la cama
de nuevo.

— Bien, bien. — James asintió. Estaba apoyado contra la pared.

Estuvieron completamente en silencio durante unos buenos tres minutos. Remus trató de no
inquietarse, pero el silencio era bastante insoportable; él y James nunca se habían sentido incómodos
antes. Incluso después de que Remus salió del closet, fue el primero en jurar que nada había cambiado.
Pero, por supuesto, ahora algo realmente había cambiado; algo que había cambiado y sesgado la dinámica.
En general, James era bueno rodando con los golpes, pero parecía que tenía un punto ciego real cuando se
trataba de Sirius Black.

— Lily quiere ser una animago, ahora. — James dijo, de repente, claramente tratando de romper
la tensión.

497
— Por supuesto que quiere. — sonrió Remus con cariño — Apuesto a que lo domina en la mitad
del tiempo del que les tomó a ustedes.

— No te equivocas. — James se rió agradecido.

Pero eso solo los llevó a un callejón sin salida, y el silencio invadió el espacio entre ellos una vez
más. Remus tragó y miró a James, quien estaba mirando sus pies. Acababa de tomar la decisión de hablar,
de hacer una broma o de preguntar sobre quidditch, cuando James levantó la vista, de repente, y llamó su
atención.

— Mira, Moony, lo siento mucho por lo de esta mañana. — Dijo, todo apresurado, como si
hubiera estado conteniendo la respiración. Remus parpadeó.

— ¡¿Lo sientes?!

— Sí, debí haberme dado cuenta… ya sabes, ustedes dos están, um, juntos. Saliendo. Como sea,
no debería haberme sorprendido tanto...

— Está bien, Prongs. — Remus dijo amablemente: — Lo siento, hemos estado tratando de no
frotar en tu cara demasiado y te juro que no sucedió nada esta mañana, solo duermo allí a veces.

— Ves, eso es lo que quiero decir; ¡No deberías tener que escabullirte! — James estalló —
¡Realmente, no es un problema! Deberías dormir donde quieras dormir.

— Oh, está bien, gracias. — Remus asintió.

— No quiero que las cosas sean raras. — James dijo, impotente.

— ¡Yo tampoco! — Insistió Remus. — Eso es lo último que quiero, Sirius piensa igual. Solo
quería mantener un perfil bajo porque... bueno, él es tu mejor amigo, y que él y yo salgamos no significa...

— ¡Nunca pensé eso! — James dijo, apresuradamente. Había cruzado la habitación ahora, su
bondad inherente asumiendo el control mientras se sentaba junto a Remus en la cama — Y tú también eres
mi mejor amigo, Remus.

Remus miró sus manos, tímidamente.

— Jesús, Potter — sonrió — ¿Por qué siempre tienes que ser tan perfecto?

— Nací así. — James se encogió de hombros, reflejando la sonrisa de Remus. — Ven aquí, idiota.
— Tiró de él para darle un abrazo. Remus se relajó, finalmente. Todo estaba bien.

En ese momento, la puerta se abrió una vez más y Sirius entró tranquilamente en la habitación,
seguido de cerca por Peter.

— ¡Eh! — Sirius ladró, señalando a James — Quita tus manos de mi hombre.

498
132
Víctimas
Aullidos. Quejidos. Aromas: animales, magia, lodo. El tenía que salir. A cazar. Con la manada.
Manada. El grande trató de detenerlo. El negro lo empujó. Pero tenía que salir. Tenía tanta hambre. Tanta
hambre...

— ¡¿Remus?! ¿Remus? ¡Despierta!

Sus ojos se abrieron de golpe cuando Sirius lo sacudió bruscamente por los hombros.

— ¿Qué?

— ¿Estás bien?

Estaba acostado de espaldas, en el polvoriento suelo de la casa. Estaba sangrando, pero no sabía
de dónde. Sirius también estaba sangrando. Remus trató de incorporarse e hizo una mueca cuando su
cabeza se sacudió y su espalda crujió.

— ¿Qué pasó? — Jadeó, con la garganta en carne viva de aullar o gritar.

— Aquí — Sirius lo ayudó a levantarse ya la cama. Sacó una copa (Remus no sabía dónde la
había sacado) y susurró: — Auguamenti — Las manos de Sirius estaban temblando cuando el agua brotó
de su varita, y se la entregó a Remus, quien bebió con avidez, derramándola por su frente. El sabía que
algo estaba mal; podía oler la sangre, el miedo y la salida del sol, pero sus pensamientos humanos
tardaban más de lo normal en volver a él; era como despertar todavía estando borracho y comenzando a
tener resaca.

— ¿Qué pasó? — preguntó de nuevo, frunciendo el ceño — ¿Estás herido?

— Está bien — Sirius negó con la cabeza. Se veía muy pálido, no su alabastro aristocrático
habitual, parecía enfermizo, preocupado, amarillento de sudor. — Me mordiste un par de veces, cuando
intentaste salir.

— ¿Acaso yo...? — Remus lo agarró, de repente, tirando de su camisa. Sirius lo empujó hacia
abajo, gentilmente, tomando algunas mantas para cubrirlo. Sacudió la cabeza.

— No, te mantuvimos aquí. No saliste, te lo prometo.

— ¿Dónde están los otros?

— Tenían que irse, Madame Pomfrey estará aquí pronto. Cuando te transformaste de vuelta fue
diferente, más difícil de lo normal, creo. No te despertabas, así que James me dejó la capa. No quería
dejarte aquí.

499
Remus se recostó, su mente corriendo. Trató de recordar, pero todo estaba revuelto. Solo sabía una
cosa con seguridad.

— Algo realmente malo sucedió.— Él susurró. Su propia voz temblaba ahora, y un terror frío se
instaló en su estómago como una enfermedad. Sirius no dijo nada. Solo le apretó la mano.

Él se puso bajo la capa tan pronto como llegó Madame Pomfrey, y ella se apresuró a entrar, con
una terrible expresión gris en su propio rostro. Se sentó, cada músculo le gritaba.

— ¡Poppy! — Él dijo con voz ronca: — ¿Qué pasó? ¡Por favor dime!

— ¿Cómo estás, primero? — Ella preguntó, acercándose a sentir su frente — Tienes la


temperatura alta.

— Me siento bien — mintió, apartando su mano con impaciencia — Hubo un ataque, ¿No?

Ella asintió sin decir palabra. Su corazón latía con fuerza — ¿Quiénes? ¿Cuántos?

— No lo sé. — Dijo ella, muy tranquilamente. Nunca antes había escuchado esa voz salir de ella.
Por un momento, ella ni siquiera lo miró a los ojos. Ella siempre lo había mirado a los ojos.

— Por favor. — Dijo de nuevo. Ella negó con la cabeza, muy levemente.

— No hay nada que pueda decirte. Aparecerá en las noticias de la mañana.

— ¡Tengo que ver a Dumbledore!

— Él no está aquí. — Se puso de pie — Ahora, ¿Puedes caminar? La profesora McGonagall dice
que debes ir a tus lecciones como de costumbre, si estás lo suficientemente bien. No queremos que nadie
se pregunte dónde estás. Te daré algo para el dolor.

Caminaron por el túnel en silencio, con Sirius detrás de ellos, aún invisible. Madame Pomfrey se
ocupó del peor de sus rasguños, principalmente uno de Padfoot, aunque afortunadamente asumió que se
los había hecho él mismo, y le dijo que continuara con su día. Tomó la poción que ella le dio, pero todavía
le dolía la cabeza y le dolía el cuerpo. Tan pronto como ella dobló por una esquina, Sirius se reveló y
deslizó un brazo alrededor de la espalda de Remus.

— ¿Por qué finges que estás bien? — Siseó, apoyando a Remus en las escaleras de regreso a su
dormitorio — ¡Apenas puedes caminar!

— Estaré bien en un minuto. — Remus respondió, apretando los dientes — Ella tiene suficiente
de qué preocuparse. Uf, jodidas escaleras.

— James dijo que le enviaría una lechuza a su padre de inmediato. — dijo Sirius, mientras
atravesaban lentamente la escalera de mármol — Si alguien sabe qué fue lo que pasó, entonces esos son
los Potter.

500
— Sí — asintió Remus, jadeando — Bien... — Pero sabía que nada estaba bien. Fuera lo que fuera
que había pasado, había pasado, y había sido tan terrible como Castor le prometió. Era el final de
cualquier posibilidad de cortesía para los hombres lobo.

De vuelta en el dormitorio, James todavía estaba esperando una respuesta de sus padres. Remus se
sentó en su cama, pesadamente, con el pecho agitado, cada parte de él doliendo, su piel en llamas.

— Podrías simplemente descansar hoy — dijo Sirius, torpemente, mirando a los demás — Lo
hacemos todo el tiempo.

Remus negó con la cabeza. Se incorporó, agarrándose al marco de la cama.

— No puedo arriesgarme. Primero tenemos Aritmancia, Snape también está en esa clase, si los
periódicos están llenos de ataques de hombres lobos y yo no estoy allí, ¿Cuánto quieres apostar a que será
el primero en comenzar a hablar? Me voy a dar una ducha, dame un minuto.

Podía escuchar a los otros tres merodeadores susurrar en voz alta a través de la puerta del baño,
pero no tenía la energía para concentrarse en nada excepto en pasar las próximas seis horas. Abrió los
grifos y dejó que el agua siseante lo ahogara.

***

ATAQUES DE HOMBRE LOBO: ¡LA COMUNIDAD MÁGICA EXIGE ACCIÓN!

Cientos de personas se vieron afectadas por una serie de brutales ataques de hombres lobo
durante la luna llena de anoche que dejó quince magos muertos y al menos cinco desaparecidos,
presuntamente secuestrados. Ninguna de las criaturas responsables ha sido identificada todavía, y la
oficina de Aurores ha aconsejado a todos que estén en alerta máxima y que consulten las pautas
publicadas del ministerio sobre la identificación y aproximación de hombres lobo, que están clasificados
como criaturas XXXXX y se consideran altamente peligrosos.

El ministro interino de magia ha sido criticado por no mantener el Registro de Hombres Lobo,
establecido por Newt Scamander en 1947. Hablando en nombre de la oposición, Abraxas Malfoy emitió
un comunicado en las primeras horas de esta mañana:

'Los ataques de anoche son una prueba más de que el ministerio necesita urgentemente una
reforma, y en nombre de las familias mágicas más antiguas y respetuosas de la ley de Gran Bretaña,
exigimos sanciones más estrictas para aquellos mitad humanos y a cualquier otro elemento indeseable y
potencialmente peligroso'.

Esta declaración ha provocado indignación en lo que los de adentro describen como un


ministerio cada vez más dividido...

— Sin nombres. — James murmuró oscuramente. — Eso no es bueno.

— ¿Están protegiendo a las familias de las víctimas? — Sugirió Sirius.

501
— ¿Desde cuándo el Profeta se ha preocupado por eso? — Lily siseó, venenosa. — ¿Desde
cuándo lo ha hecho el ministerio?

— ¡Cuidado con lo que dices! — Peter susurró, con los ojos muy abiertos: — Mi primo, que
trabaja en el Profeta, me dijo que se les están enviando pautas muy estrictas sobre lo que pueden escribir,
sobre el ministerio, la guerra, y cualquier cosa. Hay espías por todas partes vigilándolos, asegurándose de
nadie está siendo demasiado crítico.

Esto hizo que todos se quedaran en silencio, y Lily miró a su alrededor con nerviosismo, mirando
por encima del hombro. No importaba; todos en el Gran Comedor parecían estar hablando de lo mismo,
apiñados en grupos sobre periódicos, susurrando entre ellos.

— No es que estemos en desacuerdo con lo que dice el periódico, igual. — susurró Marlene,
inclinándose hacia adelante — Odio la política de Malfoy tanto como cualquier otro mestizo, pero tiene
razón sobre las fallas del registro. Los hombres lobo necesitan ser contenidos, o cosas como esta
sucederán, ¡Este el señor oscuro o no!

— ¡Eso es ridículo! — Sirius se burló — Un ataque organizado como este solo ocurre cuando hay
alguien detrás de él, esto nunca sucedería sin que Voldemort los incite.

Todos se estremecieron cuando dijo el nombre. Remus había notado que eso sucedía cada vez
más, a medida que la lista de desaparecidos crecía y la gente confiaba menos entre sí.

— Todavía son peligrosos. — Marlene respondió. — No veo por qué estamos fingiendo que no lo
son, lo dice aquí mismo. — señaló en la impresión en blanco y negro — Están clasificados como
XXXXX. Sé que es una lástima por ellos, de lo contrario, podrían haber sido perfectamente normales,
pero los hechos son los hechos.

Nadie dijo nada a eso.

Remus hizo todo lo posible por ignorarlos a todos. Estaba ocupado escribiendo una carta al
profesor Ferox, que era la única persona en la que podía pensar que había estado en peligro potencial
anoche. Livia lo conocía; la había atacado una vez, y Remus pensó que ella parecía la clase de persona que
guarda rencor. Además, escribir le daba algo con lo que distraerse de lo terrible que se sentía; dolorido y
tembloroso por todas partes. Sabía que él también se veía horrible y pensó que era mejor mantener la
cabeza gacha.

— Ella no sabe de lo que está hablando. — Lily le susurró mientras salían del Salón. — Marls
simplemente ve todo en blanco y negro. No te lo tomes como algo personal.

— No lo hago. — Remus respondió, cansado — Estoy bien, no te preocupes por mí.

Aún así, temía por Cuidado de criaturas mágicas más tarde esa mañana, cuando tendría que
sentarse junto a Marlene. Había lanzado un hechizo para cubrir sus cicatrices más nuevas y estaba
bebiendo una poción Pepper Up como si eso pudiera mantenerlo con vida, pero no podía ocultar el hecho
de que estaba completamente exhausto. Sin mencionar la culpa aplastante que sentía por los ataques.
Había sabido que iban a suceder. Le había dicho a Dumbledore, pero no había sido suficiente, debería
haber hecho más.

502
La Aritmancia no estaba tan mal; tenía a Sirius, James y Lily ahí, y formaron un grupo protector
alrededor de él, tomando sus asientos en la parte de atrás de la clase. Los ejercicios eran casi imposibles de
hacer, Remus encontró su mente extrañamente fracturada; incapaz de mantener un pensamiento por
mucho tiempo. James y Sirius cayeron en sus habituales travesuras de payasos, creando una distracción
satisfactoria cada vez que el profesor miraba a Remus. Estaba muy agradecido, especialmente porque
ambos también habían estado despiertos toda la noche.

Luego, Sirius lo acompañó a Cuidado de criaturas mágicas, ya que tenía una hora libre y Remus
no tenía energía para negarse. Los pasillos estaban demasiado ocupados para que él se arriesgara a
apoyarse en el otro chico, así que fueron lentamente.

— ¿Solo escápate? — Sirius suplicó, mirándolo luchar por el tercer tramo de escaleras — Has
mostrado tu cara, Snivellus te ha visto...

Remus se limitó a negar con la cabeza y siguió con obstinación. Cuando llegó al final, un par de
chicos de tercer año pasaron corriendo, gritándose y riéndose. Uno de ellos chocó contra Remus con su
bolso, que no habría sido nada en un buen día, pero en ese momento fue exactamente lo peor que pudo
hacer, y tiró a Remus de lado contra la barandilla. Se mordió el labio cuando el lado izquierdo de su
cuerpo golpeó la dura piedra, pero no pudo evitar dejar escapar un jadeo de dolor.

— ¡Syrtis-corpius! —Gritó Sirius, sacando su varita y disparando el maleficio a los tres chicos.
Gritaron cuando las escaleras de mármol se convirtieron en arenas movedizas debajo de ellos y
comenzaron a tragarlos. Sirius solo lo detuvo cuando sus piernas colgaban por el fondo y todos quedaron
atrapados a mitad de camino. — ¡Miren por donde van! — Dijo, amenazadoramente, antes de ayudar a
Remus a bajar los últimos escalones.

Nadie intervino, nadie lo hacía cuando se trataba de Sirius, y Remus estaba demasiado
concentrado en llegar a tiempo a su lección.

— ¿Me prometes que volverás y los liberarás? — Él preguntó, mientras se acercaban al salón de
clases: — No necesito que te den detención para variar...

— Si alguien más no los ha encontrado — Sirius se encogió de hombros. — Solo les di una
lección, cualquier prefecto habría hecho lo mismo.

Remus normalmente lo habría encontrado gracioso, pero sentía como si también estuviera
atravesando arenas movedizas, sus extremidades pesadas y lentas, todo a su alrededor brumoso y borroso.
— Entonces — estaba diciendo Sirius — Volveré aquí en una hora para buscarte.

— No necesito que me cuiden, no soy un niño. — Murmuró Remus.

— No — Sirius apretó su mano, muy rápidamente — Eres mi Moony.

Hizo una nota mental para guardar eso para más tarde, cuando estuviera solo, y pudiera disfrutar
de la idea de ser cualquier cosa de Sirius. Justo ahora se odiaba demasiado a sí mismo como para permitir
que alguien fuera amable con él.

503
Cuidado de criaturas mágicas fue peor de lo que podía haber llegado a imaginar. Su temperatura
estaba subiendo aún más por el esfuerzo, y tenía que seguir secándose el sudor de los ojos, con el cabello
pegado a la frente. A pesar de que el desayuno había sido solo una hora antes, su estómago se sentía como
una caverna vacía, gruñendo intermitentemente. Le dolía la cabeza y le fallaba la vista, pero se sentó muy
erguido, mirando fijamente la pizarra.

Se suponía que estaban viendo dragones. Tenían que identificar las diversas especies y sus
propiedades individuales. Kettleburn comenzó la lección como siempre lo hacía, con una historia
aterradora y generalmente desgarradora de un encuentro que había tenido con la criatura de la que estaban
hablando. Hoy no fue diferente, y el profesor con cicatrices de batalla estaba en su elemento hoy: había
perdido dos extremidades a causa de los dragones.

A pesar de este cuento animado, solo la mitad de la clase estaba realmente prestando atención (se
notaba por la expresión de leve horror en sus caras mientras escribían notas). La otra mitad, incluídas
Marlene y Mary, estaba ocupada leyendo el capítulo de sus libros de texto que se refería a los hombres
lobo.

— Sin embargo, hay algo un poco sexy en todo el asunto del hombre bestia. — susurró Mary a
través de Remus, quien comenzó a sentirse mareado.

— ¡Mary! — Marlene siseó, enojada — ¡Eso es completamente insensible, personas murieron!

— ¡Solo digo!

— ¡No pensarías eso, de todos modos, si conocieras a uno de verdad! Hablé con Sian Bolsh
durante el verano; se fue el año pasado para recibir entrenamiento como sanadora, y ha estado siguiendo a
un sanador en el pabellón de licantropía en San Mungo. Tienen una higiene terrible, la mayoría de ellos,
porque no pueden vivir cerca de los magos normales, y básicamente viven de limosnas y de caridad...

— Bueno, ¡Entonces lo siento por ellos! — Mary respondió bruscamente: — Eso suena horrible,
los magos son tan despiadados.

— ¡Estás siendo deliberadamente pesada! No son seguros...

— Disculpe, profesor Kettleburn — toda la clase se volvió para ver a McGonagall parada en la
puerta. El estómago de Remus dio un vuelco, ¿Había venido por él? ¿Había llegado finalmente el
ministerio por él?

La jefa de la casa de Gryffindor se veía muy seria y sostenía una carta en su mano, pero no miró a
Remus. — Lamento interrumpir. Marlene McKinnon, ¿Puede salir un momento?

Marlene frunció el ceño y se puso de pie, colocando su pluma de nuevo en el tintero. Lanzó una
mirada confusa a Mary y Remus antes de seguir a la profesora McGonagall fuera de la habitación. La
puerta se cerró y todos la miraron en silencio.

— Ella no puede estar en problemas — le susurró Mary a Remus — Es demasiado buena.

504
Remus murmuró algo, pero su hambre se había convertido en náuseas y no quería abrir la boca.
Deseó poder quitarse la capa, la habitación estaba tan cargada y calurosa; se estaba poniendo
incómodamente húmedo debajo de las axilas y en la espalda. — ¿Estás bien, cariño? — Mary preguntó, su
rostro preocupado. — Parece que vas a vomitar, ¿Son las horribles historias de Kettleburn?

— Mmmph. — Remus asintió muy levemente, los dolores disparando a su cuello mientras lo
hacía. Apoyó la frente en las manos, esperando que pareciera que estaba realmente interesado en sus
notas.

Sin embargo, Mary ya no tenía espacio para sondearlo. Un chillido horrible sonó fuera del aula,
seguido de un gemido escalofriante de absoluta desesperación. Mary se puso de pie de inmediato y salió
volando de la habitación para ver a su amiga. Remus sólo alcanzó a vislumbrar cuando la puerta se abrió y
cerró, a Marlene de rodillas, sollozando, y McGonagall inclinada sobre ella, palmeando sus hombros.

Incluso Kettleburn se quedó mudo durante unos minutos, antes de recuperar la compostura y
aclararse la garganta.

— Estamos viviendo en tiempos difíciles — dijo, bastante fuera de lugar — Los insto a todos a ser
amables entre sí, especialmente mientras se preparan para dejar Hogwarts.

La lección continuó después de eso, muy moderada, y requirió toda la concentración de Remus el
mantenerse consciente en su asiento, ahora que estaba solo en su escritorio. Unos quince minutos antes de
que terminara la clase, hubo un segundo golpe en la puerta.

— ¡Entre! — Kettleburn ladró. La puerta se abrió y Lily entró.

— Buenos días, profesor, vengo a recogerle las cosas de Marlene.

Kettleburn asintió con la cabeza y señaló el escritorio de Marlene, donde su trabajo todavía estaba
extendido, su mochila colgando del respaldo de su silla. Lily se acercó y rápidamente comenzó a juntar las
cosas. Le echó un vistazo a Remus y levantó la cabeza — Lo siento, profesor, ¿Podría pedirle a Remus
que venga conmigo? No me di cuenta de que Mary también dejó todas sus cosas...

— Por supuesto, claro. — asintió Kettleburn, distraídamente, etiquetando un diagrama de la


guarida de un dragón en el tablero. — Capítulos del dieciocho al veinticinco para la próxima lección, por
favor, señor Lupin.

— Sí, señor — gruñó Remus, recogiendo el bolso de Mary. Gracias a Dios no era pesado. Y
gracias a Dios por Lily Evans.

Tan pronto como estuvieron afuera en el pasillo, Remus se apoyó pesadamente contra la pared y
cerró los ojos.

— Oh, Remus — dijo Lily, ansiosa, llevándose una mano fría a la frente — ¡Te ves horrible!

— Estoy bien. — Murmuró, inútilmente, con los ojos aún cerrados: — Solo dame un segundo...
¿Marlene...?

505
— Ella se ha ido a casa. — Lily bajó la voz, aunque estaban bastante solas — Su hermano, Danny,
fue atacado anoche. San Mungo comenzó a tomar nombres.

La cabeza de Remus dio vueltas; abrió los ojos solo para ver manchas negras, y volvió a cerrarlos,
por si se desmayaba.

— Él está...

— Está vivo. Pero... no se ve muy bien.

La culpa era abrumadora, rugiendo en los oídos de Remus. ¿Cómo volvería a mirar a Marlene a
los ojos? —Vamos — Lily tomó su brazo y se lo puso sobre los hombros. Se ajustaba muy bien, pero él
no se atrevía a apoyarse demasiado en ella. — Te llevaré a la torre, no estás en condiciones de ir a la
escuela. Diré que me estás ayudando a empacar para Marlene.

— Alguien debería decirle a... — Estaba a punto de decir Yasmin, pero se dio cuenta de que
seguía siendo un secreto. — ... Madame Pomfrey. — Terminó, sin convicción — Marlene se perderá sus
lecciones de sanación.

— Estoy segura de que ella ya lo sabe — respondió Lily, enérgicamente — Vamos, ahora.

Ella era mucho más difícil de rechazar que Sirius.

506
133
Domingo por la tarde
Domingo 29 de Enero de 1978

— ¿Moony?

— ¿Mmm?

— Es el medio día...

— ¿Y?

— ¿No te quieres levantar?

—...no, gracias.

— ¿Puedo entrar?

—...No.

—...Ok, entonces. — Sirius comenzó a alejarse y el estómago de Remus dio un vuelco.

— Lo siento. — Dijo, lo suficientemente alto para que Sirius lo escuchara y se detuviera. Remus
finalmente salió arrastrándose de las mantas. — Te quiero aquí, pero no sé qué decir.

Podía escuchar a Sirius moviéndose inquieto, con las manos en los bolsillos, luego recorriendo su
cabello. Finalmente dijo;

— ¿No tenemos que hablar?

Remus suspiró. Él era un desastre; no se había lavado bien desde el miércoles y solo se había
levantado de la cama para ir al baño. Los otros chicos lo habían estado alimentando pasando comida a
través de la rendija de sus cortinas, y si no lo hubieran hecho, Remus no estaba seguro de si habría comido
algo. Estaba en el peor estado en el que había estado alguna vez. Pero extrañaba a Sirius.

—...Ok, bien.

Las cortinas se abrieron y Remus frunció el ceño contra la brillante luz del día, pero Sirius entró
rápidamente, cerrándolas de nuevo. Miró a Remus, pero no lo miró demasiado fuerte antes de arrastrarse a
su lado y envolverlo en sus brazos.

— Gracias — suspiró contra el cabello de Remus — por dejarme entrar.

507
— Seguro que apesto.

Sirius inhaló profundamente, haciendo cosquillas en la frente de Remus y haciéndolo retorcerse.

— No, solo hueles a Moony.

— Quítate, perro. — Remus se alejó de él.

— ¿Tienes ganas de levantarte en algún momento? Todos están preocupados. Y empezaron a


mirarme a mí, como si yo supiera qué hacer, porque todo el mundo sabe de nosotros, lo cual es extraño, y
realmente ejerce mucha presión.

Remus se rió entre dientes y se sintió extraño, pero bien. Aún así, tenía un episodio melancólico
que mantener.

— Todavía no tengo ganas de levantarme.

— Está bien, entonces tienes que dejarme esconderme aquí contigo, porque no voy a volver allí.

— Sirius.

— Remus. — Sirius frunció el ceño, exagerando sus cejas para lucir estúpido.

— Basta. — Remus se cruzó de brazos, consciente de que estaba empezando a sonar como un
niño enfurruñado.

— No me detendré. — Sirius le dio un golpe en las costillas — Vamos, sé que te sientes como una
mierda por todo esto, pero ¿Alguna vez consideraste que no es necesario acaparar toda esta miseria en tí?
¿Qué tal vez si hablas con tus amigos no todo te parecerá tan sombrío?

Remus le frunció el ceño, con los brazos todavía cruzados.

— Quizás eso funcione para ti...

— ¿Estás diciendo que esto te está funcionando?

Remus apretó los labios. Se miraron el uno al otro durante un minuto. Remus empezó a pensar que
le gustaría luchar contra Sirius ahora mismo, como hacían en lunas llenas; solo porque era una forma
divertida de expulsar energía. Entonces notó algo. Olió el aire.

— ¿Estás sangrando? Puedo oler la sangre.

— Probablemente eres tú, por lo de la luna.

— No, ya he sanado, nunca tengo heridas abiertas por más de un día.

— Maldita sea — se rió Sirius, ligeramente — ¡¿Cómo es posible que cada vez seas más genial?!

508
— Y es tu sangre, me doy cuenta.

— ¡Y otra vez! Eres básicamente un superhéroe.

— ¡Sirius!

— Está bien, está bien — se sentó, pasándose las manos por el pelo. — Me golpeaste unas cuantas
veces durante la luna, te lo dije, nos lo hicimos el uno al otro. Y no puedes convertirme cuando soy un
perro, lo hemos probado antes.

— ¡¿Pero sigues sangrando?! ¡Fue hace casi una semana! ¡Tienes que ir a Madam Pomfrey!

— ¡Oh, sí, y decir que mi novio hombre lobo me arañó mientras estaba en forma de perro como
un animago ilegal!

— Jesús. — Remus gimió, levantándose y saliendo de la cama, agarrando a Sirius por la muñeca y
tirando de él.

— ¡¿A dónde vamos?!

— ¡Necesito mejor luz!

Abrió la puerta del baño de un tirón y cerró la tapa del inodoro. — Siéntate. — Él instruyó. Sirius
obedeció, medio sonriendo.

Remus abrió el pequeño armario con espejos sobre el fregadero, sacando esencia de murtlap,
desinfectante, gasas y bolas de algodón. (Durante años de pruebas y de errores, había descubierto que una
combinación de cosas mágicas y muggles funcionaba mejor. Como con casi todo lo demás.) Sacó su varita
de la parte inferior de su pijama y se paró frente a Sirius.

— Okay. Muéstrame.

Sirius dejó caer la cabeza, ya no disfrutaba de la nueva motivación de Remus. Suspiró


profundamente y se levantó la camisa, diciendo:

— No es tan malo...

No era tan malo como Remus había temido, pero aun así se le encogió el estómago al verlo.
Habían tres franjas de color rojo oscuro a lo largo de las costillas de Sirius. Estaban empezando a sanar,
pero sabía que podía solucionarlo con bastante facilidad. Respiró hondo, miró a Sirius a los ojos y después
tomó el desinfectante. Luego su varita. Remus era bastante bueno curando cortes ahora, y las costras y el
enrojecimiento desaparecieron en un instante. Ahora eran rayas blancas.

— Lo siento mucho — dijo con tristeza. — Es una herida mágica. Tendrás una cicatriz allí por el
resto de tu vida, ahora.

Sirius miró la marca y luego hacia arriba.

509
— Está bien, Remus. — Dijo en voz baja.

***

Así fue como Remus se reincorporó al grupo, ante la incitación de Sirius, y todos fueron lo
suficientemente amables como para fingir que simplemente se había sentido mal y que no los había estado
evitando. Las noticias de los últimos días habían sido particularmente desalentadoras. Primero, el Profeta
había publicado una lista de los muertos y sus fotografías. Luego habían publicado una lista de los
"presuntos mordidos", junto con sus fotografías, lo que provocó protestas entre algunos de los
comentaristas más liberales y encendió un debate sobre el registro obligatorio para todos los hombres
lobo.

El nombre de Greyback no había sido mencionado, ni el de ningún otro hombre lobo del que
Remus estuviera al tanto. Era como si aquellos horribles crímenes simplemente hubieran sucedido aquella
noche y los asaltantes se hubieran desvanecido en el aire después. Nadie había tenido noticias de Marlene
tampoco, aunque Danny McKinnon era uno de los nombrados en los periódicos.

Le habían dado un texto completo de diez centímetros, en virtud de su fama como batidor de los
Chudley Cannons. El manager del equipo fue entrevistado y citado diciendo que, si bien aún no se le había
informado sobre los detalles de la condición de Danny, los Cannons tenían una política de 'tolerancia cero'
con 'híbridos y criaturas peligrosas', y se ocuparían de cualquier alegación de infección respectivamente.
James juró que nunca volvería a ver un juego de los Chudley Cannons, pero Remus principalmente sintió
lástima por Danny.

Intentaron dejar atrás toda esta miseria y bajaron a almorzar aquel domingo (y gracias a Dios; los
domingos estaba la comida favorita de Remus de la semana, se habría puesto aún más triste si se la
hubiera perdido), después pasaron el resto de la velada acurrucados en la sala común frente al fuego.
Remus incluso accedió a una partida de ajedrez con Peter, quien estaba emocionado.

— ¿Saben que nos deberíamos empezar a tomar en serio? — reflexionó Sirius, revisando su
colección de discos.

— ¿Los EXTASIS? — Remus preguntó, con suerte, mientras Peter capturaba a su caballero.

— ¿Solicitudes de empleo? — Lily dijo, desde el sillón, donde estaba sentada en el regazo de
James, leyendo una revista.

— ¿La copa de Quidditch? — Sugirió James.

— Por el amor de Dios — dijo Sirius — Me avergüenza llamarlos a todos ustedes merodeadores.

— ¡¿Qué?! — Los tres fruncieron el ceño, ofendidos. Peter se rió entre dientes.

— Está hablando de la gran broma sobre Slytherin. Ya saben, empezamos a planificarla antes de
Navidad.

— Wormy, chico, eres sin duda mi persona favorita. — Sirius sonrió ampliamente. Peter resopló.

510
— Cállate. — y rápidamente capturó a la reina de Remus.

— Ugh. No sé por qué me molesto, no te he ganado desde que tenía trece años. — Remus suspiró,
recostándose en la alfombra sobre sus codos. Miró a Sirius, — ¿Y bien? ¿Tienes un plan?

— Tal vez. Hagamos lo que hagamos, creo que deberíamos centrar el ataque en las mazmorras.

— No usemos palabras como 'ataque' — dijo Lily, apresuradamente — Esto es solo una broma,
¿verdad? ¿Con el sano espíritu de la inofensiva rivalidad entre casas?

— Como quieras — Sirius se encogió de hombros, medio ignorando la interjección. — De todos


modos, Moony, ¿Pensé que tu grupo de estudio estaba involucrado en esto? ¿De qué sirve que tengas
todos esos secuaces si no puedes hacer que trabajen para ti?

— ¡Dios mío, por última vez, no son mis 'secuaces'! — Remus puso los ojos en blanco. — De
todos modos, no hemos tenido un grupo de estudio adecuado todavía este trimestre. He estado un poco
ocupado.

— Bueno, como ninguno de nosotros tiene programado estar en peligro mortal durante el próximo
mes — respondió Sirius — Creo que deberíamos empezar a pensar. A todos les vendría bien una risa,
¿eh? Reúnan a las tropas, nos reuniremos en algún momento de la semana que viene.

— Siempre y cuando no coincida con el Quidditch — bostezó James — estoy ahí. Bien, me voy a
la cama, tenemos Transformación a primer hora.

Todos los demás miraron el reloj, y empezaron a bostezar. Aceptaron seguir su ejemplo. La sala
común se estaba despejando ahora, de todos modos, y eran unos de los últimos en irse.

Remus se acababa de poner el pijama, y se estaba cepillando los dientes, cuando recordó que
había dejado su libro abajo. Si bien eso generalmente no importaba, este libro en particular era 'Maurice',
de EM Forster, y aunque la portada era anodina, estaba un poco preocupado de que si alguien lo tomaba y
leía la contratapa, se preguntarían de quién era.

Suspirando, salió del baño y se apresuró a bajar, murmurando: — Voy a buscar mi libro. — a
Sirius, que era el siguiente en la cola.

Acababa de agarrar el libro y estaba a punto de volver a subir, cuando escuchó que el agujero del
retrato se abría. Se volvió para ver entrar a Mary. Llevaba un vestido plateado corto con lentejuelas y
tropezó al entrar, pero se levantó y se rió.

— ¿Todo bien? — Él la llamó.

Ella miró hacia arriba, entrecerrando los ojos un poco en la penumbra.

— Hola, sexy — sonrió, divagando un poco inestable sobre sus pies. Podrían haber sido los
tacones de diez centímetros que llevaba. O podría haber sido por el Witches Brew que Remus podía oler
flotando en ella.

511
— Hola, ¿Dónde has estado? — Caminó de regreso a los sofás, queriendo asegurarse de que ella
estaba bien antes de irse.

— Pfffff — Hizo un gesto con la mano, se derrumbó en el sillón más cercano y abrió las piernas.
Su vestido corto se le subía por los muslos, pero no parecía molesta — Solo me fui a tomar unas copas a la
sala común de Ravenclaw.

— ¿Pensé que estabas viendo a un Hufflepuff?

— Mm, él estaba allí. — Ella exhaló, sonriendo, inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Sus
párpados estaban pintadas de oro, finamente bordeados con kohl. Parecía una reina egipcia con un vestido
de fiesta. — Pero supongo que había mucha gente allí.

Ella sonaba triste. Remus se sentó en el sillón frente a ella, agarrando el libro en su regazo.

— ¿Estás bien, Mary?

— Oh. Sí, bien. — Ella abrió los ojos, lentamente, y le sonrió. No estaba tan borracha, se dio
cuenta, pero parecía cansada y profundamente infeliz. — He estado pensando, nada más. En los estúpidos
chicos. Y en la pobre Marlene.

— ¿Has tenido noticias de ella?

Mary negó con la cabeza, luego se sentó y parpadeó.

— No tienes un cigarro, ¿verdad cariño? Normalmente no fumo, pero tengo ganas ahora.

— Sí — Remus buscó en sus bolsillos su caja de cerillas, donde guardaba los cigarrillos que él
mismo había enrollado. Lo abrió — ¿Normal o divertido?

— Oooh, divertido, por favor — ronroneó, extendiendo la mano — Podría ayudarme a dormir.

— Um, sobre lo de Marlene — dijo Remus, encendiendo el suyo — Estaba pensando, eh...
¿Conoces a su amiga Yaz? ¿La has visto por ahí? No estoy seguro de si alguien le ha dicho...

— Yo lo hice. —Dijo Mary, exhalando, mirando a Remus a través del humo bajo sus pesados
párpados dorados. — Yo le dije.

— ¡Oh! — Remus parpadeó, sorprendido. — Genial, entonces.

— Mmm, pensé que era mejor que lo supiera — reflexionó Mary, tirando de un mechón de su
cabello y enrollando tímidamente alrededor de su dedo meñique. — No quería que ella pensara que Marls
se había enojado con ella.

Remus dio una rápida y fuerte calada a su cigarrillo, frunciendo el ceño ligeramente.

— ¿Qué quieres decir?

512
Mary se echó a reír, arqueándose hacia atrás en la silla, mostrando sus dientes blancos como
perlas. Dejó que el rizo de su cabello volviera a su lugar como un sacacorchos.

— Oh, vamos, Remus — negó con la cabeza — Lo sé.

— ¿Tú... ella te dijo?

— No —concedió Mary, volviéndose a sentar con un suspiro— pero no soy tonta, a pesar de los
rumores de que sí lo soy. Al menos, sé cómo funciona el amor. — Ella arqueó una ceja — No soy tan
tonta como James, por ejemplo. ¿Cuánto tiempo tardó en darse cuenta?

— Él no sabe sobre Marlene — respondió Remus — Deben mantenerse calladas durante las
prácticas de Quidditch.

— No estoy hablando de Marlene, ahora. Estoy hablando acerca de ti.

— ¡¿Yo?!

— Es un buen besador, ¿no? — Ella le guiñó un ojo. — Aun que, tu también lo eres, según
recuerdo.

— ¡¿Cómo…?!

— Mm, lo he sospechado desde hace un tiempo. Solo pequeñas cosas. Todo el tiempo que pasan
juntos. Su soltería durando más de cinco minutos. No estaba cien por ciento segura, pero me lo acabas de
confirmar.

— Por Dios.

Ella se rió de nuevo, un sonido amistoso y trino.

— Chico tonto. — Ella sonrió afectuosamente, jugando con su cabello nuevamente mientras
fumaba. Ella lo miró de nuevo, sus ojos más enfocados. Cuando habló, su voz era más seria de lo normal.
— Está bien si quieres mantenerlo en silencio. Iba a esperar, para ver si me lo decías tú mismo, como
estoy haciendo con Marls. Pero. Solo quería que lo supieras... Sé que tengo esta reputación de ser una
bocazas, pero puedo guardar un secreto, ¿De acuerdo? Especialmente por mis amigos. Y si… — Se
mordió el labio — Si hay algo más que estás manteniendo en secreto, Remus, entonces puedes confiar en
mí, ¿Bien? Nada cambiará.

Fueron casi demasiadas revelaciones para una noche. Remus dio una fuerte chupada a su
cigarrillo, y medio deseó haber optado por un porro también.

— ¿Qué estás diciendo? — Preguntó, con mucho cuidado. — ¿Crees que sabes algo... más?

— Remus. — Ella se sentó. — ¿Las cicatrices? ¿Estar enfermo cada luna llena? Tenemos la
misma clase de Cuidado de criaturas mágicas.

513
— No se lo puedes decir a nadie. — Remus dijo, su voz muy baja, a pesar de que estaban
completamente solos. — Por favor, Mary… Sirius y yo, eso es una cosa, pero esto… podrían echarme de
la escuela. ¡Me podrían arrestar!

— ¡Oye! — Mary se puso de pie rápidamente y se acercó a sentarse en el brazo de la silla — ¡No
voy a decirle! Eso es lo que estoy tratando de explicar. — Ella pasó un brazo alrededor de su hombro. —
No me importa, lo juro.

— ¿De verdad?

— Realmente. — Ella le dio un beso en la mejilla y le dio un apretón. — Así que no te tomes tan
mal lo que le pasó al hermano de Marlene, ¿eh? No tenía nada que ver contigo.

— Ella nunca me perdonaría, si supiera… — dijo Remus, tristemente. Mary le entregó lo que
quedaba del porro y él dio una calada agradecido.

— No te preocupes por eso — dijo, con ligereza — Ella se recuperará. Ella sabe quién eres
realmente. ¿Y tal vez podrías ayudarla? Incluso podrías escribirle a Danny, apuesto a que le vendría bien
un amigo.

— Eso es... — Remus estaba a punto de decir que si bien era una idea realmente agradable, era
casi imposible, considerando el hecho de que no estaba registrado, y sería una mala idea llamar la atención
sobre sí mismo.

— Mooony, ¿Dónde estás? — La voz quejumbrosa de Sirius llegó con estrépito por las escaleras,
— Puedo oler el porro desde aquí, no estás siendo sutil... ¡Oh! Hola MacDonald.

— Black — asintió Mary, todavía sentada en el brazo de la silla de Remus — Lo siento, estoy
tratando de seducir a tu novio.

— Oh, sí, me gustaría verte... espera, ¿Mi qué?

Ella simplemente le sacó la lengua. Miró a Remus — ¡¿Ahora se lo vamos a contar a todos?!

— ¡Eh! — Mary saltó del asiento — ¡Yo no soy 'todo el mundo'! Idiota arrogante. No olvides que
yo que los tuve a los dos primero.

Remus no pudo evitar reírse ante la expresión del rostro de Sirius, y se levantó de la silla,
tímidamente, todavía agarrando su libro, Maurice.

— Lo siento, subiré ahora, solo estábamos charlando. — Miró a Mary — ¿Estarás bien?

— Sí — asintió, sonriendo — Yo también me voy a la cama. ¡Buenas noches, muchachos!

— ¡Buenas noches!

514
De vuelta en el piso de arriba, en el cálido resplandor de su dormitorio, Peter roncaba suavemente
detrás de las cortinas, y James estaba sentado con las piernas cruzadas en su cama, hojeando su cuaderno
de Quidditch.

— Creí que te habíamos perdido, Moony —susurró alegremente cuando entraron los dos chicos.

— Me encontré con Mary, ha estado en una fiesta con los Ravenclaw.

— Mira, esto es lo que sucede cuando te quedas atascado con el Head Boy y la Head Girl en tu
casa — suspiró Sirius, recostándose en su propia cama — Toda la diversión pasa en otra parte.

— Oh, deja de quejarte — sonrió James, cerrando su libro — Tendremos más fiestas y lo sabes.
Ahora vete a la cama como un buen chico.

— Bien — bostezó Sirius, cayendo hacia atrás dramáticamente, de modo que desapareció a través
de las pesadas cortinas de terciopelo.

— Buenas noches — comenzó Remus, preparándose para irse a su propia cama, pero la mano de
Sirius salió disparada y agarró su muñeca.

— Moony... — susurró, suavemente, desde las sombras detrás del velo. Remus se mordió el labio
y miró a James, quien miró hacia otro lado, incómodo, y comenzó a correr las cortinas de su propia cama.
Oh bien. Joder

— Mmm... Ok... — Remus dejó que Sirius lo empujara hacia adentro.

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134
Día de los enamorados, 1978
You think I'm a lame duck
But I don't give a blue fuck
So you leave me like crazy
Drive me to be lazy.
I love you, you big dummy!
I love you you big dummy!

Lunes 13 de Febrero de 1978

— Sabes — bostezó Lily — Otros novios se tomarían la noche anterior al día de San Valentín
para planear algo agradable para sus novias, en lugar de planear atacar a otros estudiantes.

— Pensé que no lo íbamos a llamar así, Evans, ¿No es solo una broma? — le guiñó Sirius. — De
todos modos, ¿Cómo sabes lo que están haciendo otros chicos? Somos los únicos chicos que conoces, y
esto es lo que hacemos.

— Touchè — Lily le sacó la lengua desde donde estaba sentada con las piernas cruzadas en la
cama de James.

— Y, — dijo James, sentado en el suelo junto a Remus, pegando sobres rápidamente después de
que Remus los llenara — Tú no sabes si yo ya he planeado algo agradable para tí.

— ¿En qué momento? — Ella se encogió de hombros — Siempre que no estás conmigo, estás
jugando Quidditch.

— Puedo realizar varias tareas a la vez. — dijo con altivez, con un brillo travieso en los ojos.

Remus le dio a James una mirada de reojo. Tampoco podía dar cuenta del tiempo libre de James,
pero era mejor no subestimar nunca a James Potter.

— ¿Y tú, Pete? — Preguntó Mary, sentada al otro lado de James, apilando cuidadosamente los
sobres que él le entregaba y tachando nombres de la lista — ¿Grandes planes para mañana?

— No. — Peter respondió con tristeza. Estaba acostado boca abajo en su cama, completando
frenéticamente sus notas de Encantamientos para el día siguiente. Le había dejado algunas pistas a Remus
sobre copiarle, pero Remus había fingido no entenderle y, finalmente, el pobre de Wormtail dejó de
insistir y se resignó a hacer su tarea mal.

— ¿Y Dorcas? — Mary presionó.

— Me dejó.

516
— Oh, pobre amor. — Ella arrulló — Al menos no seré la única soltera.

— ¿De verdad? — Pete miró hacia arriba, esperanzado.

— Sí, dejé a ese estúpido Hufflepuff. — Mary asintió, inclinada sobre su trabajo.

— Oh, bueno, si te apetece cenar, tal vez... — comenzó Peter. Mary negó con la cabeza,

— Oh no, lo siento Pete, estoy triplemente reservada; será un milagro si ninguno de ellos choca
entre sí.

— Oh. — Peter volvió a su tarea, luciendo aún más deprimido que antes. Lily ahogó una risita,
pero Mary parecía ajena a ello.

— Anímate Pete, nosotros todavía te amamos. — Ofreció Remus, llenando su último sobre y
entregándoselo a James. — Padfoot y yo cenaremos contigo.

— Básicamente hacemos eso todas las noches. — Bromeó Sirius.

— ¿Ustedes dos no van a hacer nada, entonces? — Mary preguntó, casualmente. Se sentía como
una pregunta cargada, de todos modos, y Remus encontró difícil ignorar las miradas que sus amigos ahora
se estaban lanzando entre sí. Miró a Sirius y dijo, con mucha firmeza.

— Ni siquiera lo pienses.

El rostro de Sirius se rompió en una sonrisa.

— Creo que el día de San Valentín es la idea de Moony del infierno.

— Exactamente. — Remus asintió solemnemente. Las chicas podían quedarse con las flores y los
corazones. Él tenía muchas más cosas que hacer, muchas gracias.

— Aww, creo que es una pena — dijo Mary, tachando el apellido de su lista y estirando las
piernas sobre la alfombra, recostándose sobre los codos. — El Día de San Valentín puede ser algo lindo, si
lo haces bien.

Remus le sonrió. "Que salga bien" para Mary significaba recibir ofrendas votivas de sus diversos
acólitos; una fantasía en la que ella era Afrodita, y todos le rendirían homenaje.

— No, no me interesa. — Dijo, estirando sus propias piernas rígidas. — Es solo un día normal.

— A Sirius le gusta. — Mary dijo, astutamente: — Él siempre fue muy romántico conmigo.

— Cuando no estábamos discutiendo. — Sirius intervino. Remus lo miró y se dio cuenta de que
nunca había considerado si el otro chico estaba interesado en celebrar el día o no. Simplemente había
asumido que estaban en la misma página.

517
— De todos modos, eso era diferente. — Peter reflexionó, chupando la punta de su pluma y
manchándose el labio con tinta.

— ¿Qué era diferente? — Preguntó Mary.

— Cuando Padfoot salía contigo. Peter respondió. —Obviamente, él tenía que hacer todas esas
cosas.

— ¿Obviamente? — Lily habló. Remus se encogió. Podía ver a dónde iba esto, la pelirroja tenía el
pelo erizado; no sucedía a menudo, pero cuando sucedía siempre terminaba en un regaño. — ¿Qué quieres
decir, Peter?

Peter también lo vio venir, pero Dios lo bendiga, trató de explicarse.

— No quise ser grosero — dijo — Es solo que... bueno, no es lo mismo, ¿verdad?

— ¡Sí lo es! — Mary frunció el ceño.

James también estaba claramente molesto. Remus suspiró interiormente. Miró a Sirius, quien se
encogió de hombros. Remus le tendió la mano y Sirius saltó de la cama para tomarla, haciendo que Remus
se pusiera de pie. Remus se aclaró la garganta.

— ¿Ya terminaron de discutir sobre nuestra relación entre ustedes?

Todos miraron hacia arriba, avergonzados.

— Lo siento, Moony,

— Lo siento, Remus.

— Sigamos adelante, ¿De acuerdo? — Remus enarcó una ceja y se apoyó en el poste de la cama
con las manos en los bolsillos. Él asintió con la cabeza hacia la pila de sobres sellados, — Necesitamos
mandarlos mañana, tan pronto como sea posible. Creo que probablemente sea mejor hacerlo durante el
desayuno, para que se mezcle con el correo normal y no parezca sospechoso.

Esto fue recibido con un murmullo de acuerdo general.

— No olviden que la tinta solo se vuelve legible cuando la persona adecuada da su nombre. —
Remus continuó. Se acercó a la mesita de noche en busca de su caja de cerillas y sacó una.

— Fue una idea tan buena, no puedo creer que lo hayas descubierto tan rápido. — Dijo Mary. Ella
no sabía que el hechizo que habían usado era exactamente el mismo que el del Mapa del Merodeador, y no
iban a decírselo.

— Estás en presencia de la grandeza, MacDonald. — Dijo Sirius, tomando el cigarrillo de Remus


en el momento en que lo encendió. Remus suspiró y sacó otro.

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— Al menos abre una ventana si vas a fumar aquí — suspiró James.

— Tenemos que fumar aquí. — dijo Sirius, moviendo su varita hacia las ventanas para que se
abrieran de par en par. — Porque nuestro querido Head Boy prohibió fumar en la sala común.

— Todos los prefectos votaron sobre eso, en realidad. — Lily dijo con ironía.

— Ves, Moony — Sirius le dio un codazo con la cadera — Por eso deberías haberte quedado
como prefecto, podrías haber sido la voz de la disidencia.

— Una tragedia realmente. — Remus exhaló el humo.

— Bien, me voy a la cama, entonces. — Dijo Mary, levantándose, levantando la pila de


invitaciones y colocándolas en el baúl de James. — Estoy ansiosa de hacer esto, será bueno tener algo más
en qué pensar.

— Voy contigo. — Lily dijo, levantándose también.

— ¿Te acompaño de regreso? — James se puso de pie de un salto. Ambas chicas rieron, como si
hubiera dicho algo encantador, en lugar de algo ridículo.

— La mantendré a salvo en el arduo viaje a través de la sala común, Potter. — Bromeó Mary.

Aún así, Lily y James pasaron los siguientes cinco minutos despidiéndose, lo que implicó muchos
besos. Cuando Mary finalmente se las arregló para llevarse a su amiga, Lily estaba rosada y sonriendo.

— ¡Te amo! — Llamó mientras bajaba las escaleras.

— ¡Yo también te amo! — James respondió.

Sirius comenzó a hacer ruidos enfermizos, lo que hizo que Peter se echara a reír, pero Remus solo
vio la expresión tonta de James. No les había escuchado decir 'Te amo' antes. En realidad, no creía haber
escuchado a nadie decirlo; no a nadie que le importara, al menos. Lo había visto escrito. En los libros y en
la carta de Hope. Pero ninguna de esas cosas se había sentido tan tangible como esta. ¿Cuánto tiempo
llevaban diciéndose eso? ¿Desde cuándo sentían eso? ¿Les fue difícil difícil de decir la primera vez?
Remus pensó que debía de serlo. Como invocar un patronus.

Terminó su cigarrillo en un estado de ánimo contemplativo mientras los demás se movían a su


alrededor, terminando la tarea y cambiándose para la cama. Supuso que podría preguntarle a Sirius sobre
todo el asunto del "amor", pero no estaba seguro de querer abrir esa lata de gusanos. Estaban felices como
estaban, ¿No? Se estaba volviendo cómodo, ahora que sus amigos lo sabían. Además, después de dos años
de suspirar por él y casi un año de puros secretos, Remus quería simplemente disfrutar de lo que tenían,
sin todas esas cosas prescriptivas que pesaban sobre ellos.

Remus sabía por experiencia que era mejor resistir la tentación de alejar cosas así. Especialmente
algo tan precioso y ganado con tanto esfuerzo como lo que tenían Sirius y él. El problema era que; una vez
que comenzabas, era casi imposible recordar cómo hicieron que funcionara en primer lugar.

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Se cepilló los dientes todavía pensando, y caminó hacia la cama de Sirius para sentarse y
esperarlo.

— ¡Terminé! — Peter gritó, levantando su pluma con una floritura. — Finalmente.

— Bien hecho, Pete. — James bostezó y se metió en la cama.

— Sin embargo, no pude ayudarles mucho. — Peter dijo, mirando la pila de sobres con nostalgia.

— Está bien, esto es solo un trabajo preliminar. — Remus ofreció: — La planificación real
comienza el miércoles.

— Exactamente. — James asintió alentadoramente — De todos modos, no te sientas mal, Padfoot


tampoco ayudó.

— ¡Oi! — Sirius salió del baño en ese momento — ¡Escribí todas esas malditas cosas! ¿Dónde
estarían sin mi hermosa caligrafía? Y tampoco recuerdo haber visto a la Sra. Prongs hacer algo.

Había empezado a llamar así a Lily en privado (no se atrevería a hacerlo enfrente de ella) con
pleno conocimiento de que eso molestaba a James. El chico de cabello desordenado se dio la vuelta en la
cama, sacando su dedo del medio en dirección a Sirius. Sirius se rió entre dientes y se metió en su propia
cama. Remus también entró, todavía sumido en sus pensamientos.

— ¡Buenas noches chicos! — Llamó Sirius, cerrando las cortinas.

— ¡Buenas noches! — Peter y James repitieron.

En la oscuridad, Sirius tomó la mano de Remus y se sonrieron el uno al otro adormilados.

— Estás muy callado. — Sirius susurró. — ¿Todo está bien?

— Sí. — Remus susurró en respuesta. — Solo estaba pensando. Cosas para la broma.

— Bien.

—... ¿Sirius?

— Remus.

— ¿Conoces el día de San Valentín?

— He escuchado de él, si.

— ¿Quieres… er... las cosas que dijo Mary...?

— Sabía que eso te pondría nervioso. Prácticamente pude ver que tu cerebro comenzaba a
sobrecalentarse.

520
— Vete a la mierda. — Remus le dio una patada en la espinilla. — Solo estoy preguntando.

— A Mary le encantaban todas esas cosas: regalos, flores, tarjetas y esas cosas. Me gustaba
hacerlo por ella, porque la hacía feliz. Tú lo odiarías, así que no lo haré.

— Es tan público — dijo Remus.

— Lo sé. No te preocupes por eso.

— Ok.

— ...

— ...

— Remus.

— ¿Qué?

— ¡Deja de preocuparte!

— ¡Bien, bien, te creo!

— De todos modos, ni siquiera es algo real. — Dijo Sirius, pensativo. — El día de San Valentín.
Lo busqué.

— Es real para los muggles, ¿No? — Remus frunció el ceño. No podía decir que lo había pensado
mucho.

— Había un tipo llamado Valentine, pero no tiene nada especialmente romántico. Pero descubrí
algunas otras cosas sobre los romanos.

— ¿Por qué no puedes aplicar esta sed de conocimiento a tu trabajo escolar real?

— Ugh, no seas tan aburrido. De todos modos, ¿Bas oído hablar de la Lupercalia?

Remus sintió una sensación de hundimiento en el estómago y soltó la mano de Sirius.

— No quiero hablar de cosas de lobos en este momento.

— ¡Has oído hablar de eso! — Sirius parecía complacido.

— No. Solo sé el latín de lobo porque es mi maldito nombre.

— Oh, claro... No es lo que piensas, ¡Es un festival!

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— Ok.

— Y es realmente genial, hay sacrificios de sangre y gente corriendo desnuda, y ...

— Me voy a dormir.

— Pero te gusta la historia.

— Cállate, Padfoot, quiere irse a dormir. — James gritó desde el otro lado de la habitación. — ¡Y
yo también!

— ¡Sí! — Peter repitió.

—Métete en tus asuntos. — Sirius gritó de vuelta.

— Sonoro Quiesces. — Remus murmuró, creando una seca burbuja de silencio dentro de la cama.
Sin embargo, siguió susurrando mientras hablaba, porque era extraño hablar a un volumen normal en la
oscuridad. — Dije que no quería hablar de cosas de lobos, Dios.

— Solo estaba tratando de hacerte sentir mejor con respecto al Día de San Valentín.

— ¡No estaba mal por eso en primer lugar!

— Ok, lo siento, me equivoqué. — Sirius también estaba susurrando, pero en voz alta, obviamente
molesto. — Estuviste muy callado al respecto y quería animarte. Pensé que estabas celoso de Lily y
James.

— ¡¿Celoso?!

— Esa es la palabra equivocada. Estabas... te vi mirándolos, mientras se besaban y esas cosas,


siendo románticos y demás. Y sé que odias las demostraciones públicas de afecto, pero no sé. No es como
si tuviéramos otra opción de cualquier forma...

Remus parpadeó en la oscuridad, rodando hacia atrás para ver el rostro de Sirius.

— Te molesta ¿No es así? — Tenía que hacerlo, porque eso nunca le había molestado a Remus.
De repente, se dio cuenta sobre qué había sido todo.

— Un poco, tal vez. — Sirius respondió, honestamente. Remus buscó a tientas debajo del edredón
su mano de nuevo.

***

Martes 14 de Febrero de 1978

A la mañana siguiente, James y Sirius no se encontraban por ningún lado, Remus supuso que se
habían ido temprano para la práctica de Quidditch; era un día brillante y soleado, a pesar del frío en el

522
aire. Después de unos minutos de pensamiento profundo, Remus rebuscó en el cajón de su mesita de
noche en busca de su última rana de chocolate y la metió en su bolsillo antes de bajar las escaleras.

El resto de los Gryffindors se despertaron para descubrir que en la noche los elfos domésticos
habían decorado su sala común con guirnaldas de corazones de papel rojo y rosa, algo que parecía dividir
a todos los estudiantes.

— No es apropiado en una escuela. — Christopher refunfuñó, encontrándose con Remus y Mary


cuando salían del agujero del retrato.

— Aww, creo que es encantador. — Mary suspiró alegremente. Estaba vestida sutilmente para la
ocasión, con una cinta roja en el pelo y tachuelas de color rojo en cada lóbulo de la oreja. Christopher
negó con la cabeza, sombríamente hacia ella.

— Si fuera una festividad adecuada, como Navidad, Pascua o algo así ...

— ¿De igual forma por qué los magos celebran esas cosas? — Remus interrumpió, pensativo,
mientras avanzaban hacia el comedor. Todos los pasillos también estaban decorados con papel crepé rosa
y rojo, y parecía haber música proveniente de alguna parte: — Ninguno de los sangre pura que he
conocido es cristiano, ni siquiera sabe nada sobre Jesús, o el conejo de Pascua, o ...

— ¿El conejo de qué? — Christopher lo miraba como si estuviera enojado.

— No te molestes, Remus — se rió Mary — Lily y yo lo intentamos en primer año. Se supone que
no debemos preguntar.

El estado de ánimo de Christopher no mejoró cuando entraron al Gran Comedor, que estaba
bañado en un resplandor rosado por una colección de velas que flotaban dentro de linternas de vidrio rojo.
Se habían colocado flores frescas en jarrones en cada mesa, y sobres rosas volaban de un lado a otro sobre
las cabezas de los estudiantes: tarjetas de San Valentín en busca de su destinatario.

— Por el amor de Dios. — Christopher murmuró, tomando asiento y sirviéndose un café muy
negro.

— Es solo un día. — Dijo Remus, levantando la tetera, que también era rosa.

Tan pronto como se sentaron, una pila de sobres rosas revolotearon en el regazo de Mary,
haciéndola chillar de alegría. Remus también sonrió. Sacó sus propios sobres y susurró un encantamiento,
arrojándolos al aire para que se mezclaran con los demás que volaban sobre ellos.

— Aquí tienes, Chris — Remus arrojó uno sobre la mesa — No una tarjeta de San Valentín lo
prometo.

— Oh. Er... ¿Qué es? — Christopher sostuvo el sobre en blanco con cautela.

— Una invitación. — Remus le guiñó un ojo. — Di tu nombre, pero no lo compartas, ¿De


acuerdo?

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— Er... ok...

— ¡Buenos días! — Lily apareció, luciendo alegre como siempre, agarrando un libro sobre
Pociones avanzadas. — ¿Alguien ha visto a Potter?

— ¿Campo de Quidditch? — Remus levantó la cabeza.

— No — Lily se encogió de hombros — También pensé que estaría ahí, pero Ravenclaw reservó
el campo para esta mañana.

— Él y Padfoot se habían ido cuando me desperté. — Dijo Remus.

— Eso es exactamente lo que temía... — respondió Lily, tomando asiento.

Tan pronto como hubo azucarado su avena, un fuerte *pop* resonó sobre sus cabezas, y todos
miraron hacia arriba. Aquellos estudiantes que no se habían sumergido de inmediato para cubrirse debajo
de las mesas del desayuno comenzaron a decir "oh" y "ahh", mientras un espectáculo de fuegos artificiales
bastante espectacular comenzaba a estallar sobre sus cabezas. Los estallidos de colores tomaron la forma
de gigantescos corazones de amor relucientes, y las brasas que llovieron resultaron ser capullos de flores
rosas y blancas.

— ¡Lirios! — Mary dijo alegremente, mientras uno se acomodaba en su pila de cartas.

— ¡Oh no! — Christopher gimió:— ¡Soy alérgico! — Estornudó, antes de apuntar su varita hacia
arriba y jadear — ¡Protego! — para defenderse de las flores revoloteando.

— No lo puedo creer... — Lily se sonrojó más de lo que Remus la había visto nunca. Él sonrió.

— Me temo que tú te lo buscaste.

— ¡Hubiera sido feliz con una tarjeta! — Ella siseó, mientras los fuegos artificiales finales se
apagaban, y el último de los lirios volaba hacia el suelo como un gran copo de nieve rosa, llenando la
habitación con su encantador aroma.

— Oh, cállate, Evans — dijo Mary — Es jodidamente hermoso de su parte.

— Gracias, MacDonald — apareció James en el hombro de Lily, con Sirius.

— ¡Eres un idiota! — Lily se puso de pie y rodeó el cuello de James con los brazos, besándolo.
Sin embargo, Remus no estaba mirando esta pantalla; estaba mirando a Sirius, quien movió su varita
detrás de la espalda de James.

Las flores que se habían reunido en la mesa (aquellas que Chris no había tratado de quitar de todos
modos) comenzaron a moverse nuevamente y se juntaron frente al plato de Lily. Con otro pequeño *pop*
suave, la pila se transformó en una caja grande, adornada con aún más lirios.

— ¿Qué es eso? — Lily se giró, inclinándose para verla más de cerca.

524
— ¡Ábrela y mira! — James estaba sonriendo de oreja a oreja, claramente satisfecho de sí mismo.

Christopher estornudó de nuevo y se sonó la nariz, pero fue completamente ignorado mientras
Mary y Remus se pusieron de pie para ver mejor. Lily, todavía rosada y sonriente, levantó con cuidado la
tapa de la caja y todos se inclinaron. Sobre una almohada de terciopelo rojo, con un lazo alrededor del
cuello, había un pequeño gatito gris carbón con enormes ojos amarillos.

— ¡Ohhh! — Lily jadeó, extendiendo la mano de inmediato para recoger a la criatura que
maullaba y abrazarla — ¿En serio, Potter? ¡¿Me estás regalando un gato?! ¡Lo amo! ¿O la amo?

— Él — asintió James — escuché que su antigua familia murió la Navidad pasada, y Hagrid me
dijo que había nacido una camada en el pueblo la semana pasada, así que...

— ¡Oh, es tan dulce! — Mary se acercó para acariciar la cabeza del gatito.

— Oh, por el amor de Merlín... — Christopher se puso de pie y se llevó el pañuelo a la nariz. —
¡También soy alérgico a los gatos! Maldito y estúpido día… — con eso, se levantó y se fue furioso, más
arriba en la mesa.

— Es una pena. — Sirius sonrió, tomando su asiento vacío. — Buenos días, Moony.

— Buenos días, Padfoot. — Remus sonrió.

El resto del desayuno se la pasaron arrullando al nuevo gatito de Lily y tratando de elegir un
nombre. Remus mantuvo una cortés distancia; por si acaso. Había tenido malas experiencias con gatos en
el pasado y no le apetecía ningún rasguño nuevo hoy, por muy pequeñas que fueran sus garras.

Pronto, todos se estaban levantando para ir a sus diversas lecciones (mientras discutían sobre
quién debería cuidar al gatito esa mañana), y Sirius se puso al paso de Remus.

— ¿Te acompaño a Historia? — Él ofreció.

— Oh, no necesito ir — respondió Remus, astutamente — Es una lección para los EXTASIS.

— Pero siempre vas a tus lecciones — respondió Sirius, — Incluso a las opcionales.

— Lo sé, pero siempre te la pasas diciéndome que debería relajarme, así que... — Remus sacó su
pequeña caja de cerillas del bolsillo de su túnica y la golpeó. Sirius arqueó una ceja.

— Por mucho que me guste verte drogado, ¿Qué es lo que está provocando esta rebeldía?

— ¿Tiene que haber una razón? — Remus se encogió de hombros. Miró a su alrededor
rápidamente para comprobar que nadie estaba escuchando con demasiada atención, pero todos estaban
bastante absortos en sus diversas tarjetas y regalos. Deslizó la rana de chocolate en el bolsillo de Sirius. —
Feliz día de San Valentín, idiota.

Nunca había visto a Sirius Black sonrojarse así.

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134 (Parte 2)
Sirius, Día de San Valentín de 1978
Lunes 13 de febrero de 1978

—Salud por toda la ayuda—, dijo James, levantándose y estirándose. Habían estado inclinados
sobre libros de hechizos durante horas, y si Potter no hacía algún tipo de ejercicio al menos dos veces al
día, entonces el mundo tal como lo sabían llegaría a su fin. Probablemente.

—Bueno—, respondió Sirius, —No sería bueno que Evans se sintiera decepcionada, y sé que no
podrías haberlo hecho sin mí.

—Eres un amigo tan modesto y generoso.

—Se llama buena crianza, Potter, búscalo.

James resopló de risa, todavía estirándose. Él gimió, — ¿Campo de Quidditch?

—Sí, adelante. Sin embargo, tengo que estar de vuelta a las cinco.

— ¿Moony?

—Sí. — Sirius apretó los labios ante esto. Algo dentro de él todavía se estremeció cuando James
mencionó a Remus en ese contexto. Obviamente, fue genial que James lo supiera. Obviamente. Pero
también fue extraño y aterrador. La peor parte era que sabía que James también se sentía incómodo, y por
eso seguía sacando el tema. El idiota estaba tratando de ser un buen amigo.

— ¿Están eh... ustedes dos están haciendo algo para el Día de San Valentín? — Preguntó James.

Parecía incómodo. Quizás porque se le acababa de ocurrir preguntar, después de que Sirius había
pasado tres horas ayudándolo a perfeccionar el encantamiento floral de fuegos artificiales para Lily.

—No—. Sirius negó con la cabeza. —Odia ese tipo de cosas.

— ¿El?

—Si. ¿Recuerdas la Gran Carrera de Snogging? Remus Lupin y el romance no van de la mano.

—Simplemente asumí que su aversión a besuquearse era porque él es... um...

— ¿Queer?

—Mm. ¿Es esa la palabra correcta?

Sirius se encogió de hombros y se dirigieron al campo de Quidditch en un cómodo silencio.

526
La verdad era que Sirius no tenía idea de si era la palabra correcta o no, pero era la que usaba
Moony, así que supuso que estaba bien. Sirius ya había decidido no pensar demasiado en palabras o
definiciones específicas, porque no le gustaba la forma en que se sentía.

Probablemente por la misma razón por la que cerraba cada vez que James intentaba hablar con él
sobre su relación con Remus. Sirius recordaba claramente haberle contado a James todos los detalles
sangrientos sobre sus diversos coqueteos con las chicas: qué fue, dónde, por cuánto tiempo, qué tan duro,
qué rápido, qué tan bueno, qué tan grande, qué tan pequeño. No con Moony. De hecho, por lo que James
sabía, apenas se besaban. Sirius sintió una oleada de calor en su estómago entonces, pensando en besar a
Remus.

De todos modos, ¿qué harían exactamente el día de San Valentín? No es como si pudieran hacer
una gran exhibición pública, como solía hacer James. ¿Y cartas? ¿¿Poesía?? De ninguna manera, Remus
se reiría en su cara o moriría de vergüenza.

En secreto, Sirius pensó que Remus era demasiado genial para las cosas del Día de San Valentín.
Remus no era flores y baladas; le robaron cigarrillos y jeans rotos, era punk.

... aunque, para ser justos, le gustaba el chocolate...

—Despierta, despierta, Black—. James le dio un golpe en la nuca con el palo de su escoba.

— ¡Eh! — Sirius se frotó el cuero cabelludo, aunque en realidad no le había dolido. Se ató el
cabello hacia atrás rápidamente y siguió a su amigo al campo.

***

Más tarde esa noche, cuando las chicas estaban en su habitación, se abordó el tema del día de San
Valentín y Remus reaccionó exactamente como Sirius esperaba. Eso fue muy agradable; finalmente se
estaba acostumbrando a Moony.

De todos modos, Remus estaba planeando una broma gigante, que era la versión favorita de Sirius
de él. Fue tan directo y autoritario; ordenando a todo el mundo, con la cabeza en alto, la mirada intensa. Y
luego comenzó a fumar y eso siempre tenía a Sirius ahí, debido a sus perfectos labios sangrientos y sus
delicados dedos y sus ojos...

No podía esperar a irse a la cama, y afortunadamente las chicas se fueron rápidamente después de
eso. Prongs y Evans hicieron un gran espectáculo, como de costumbre, besándose y susurrando y como si
estuvieran separados por la eternidad, no solo por unas pocas horas de sueño. Sirius sorprendió a Remus
mirándolos, y por millonésima vez se preguntó qué estaría pensando Moony.

Para cuando Sirius estuvo listo para irse a la cama, Remus se había acercado todo callado y
pensativo, y Sirius no podía decir si solo estaba cansado, concentrado en la broma, o si era algo
completamente diferente.

527
Fuera lo que fuera, Sirius solo lo empeoró. Metió el pie en él con la cosa de Lupercalia, y no supo
por qué. Honestamente, a veces era difícil mantenerse al día. Un día Remus estuvo perfectamente
dispuesto a hablar de su locura. Otros días era completamente tabú y se apagaba ante la menor mención.

En cierto modo lo resolvieron entre ellos: estaban mejorando un poco en eso, se molestaban entre
sí hasta que entendían. De todos modos, resultó que Remus estaba realmente preocupado por todas las
tonterías del Día de San Valentín, no porque quisiera una canción y un baile, sino porque pensó que Sirius
podría hacerlo.

Esto fue tan increíblemente dulce que Sirius no podía dejar de sonreír, y tuvo que empezar a besar
a Remus solo para que no viera la sonrisa tonta de Sirius.

***

Martes 14 de febrero de 1978

En verdad, Sirius no había pensado mucho en eso. Es decir, demostraciones públicas de afecto. Al
menos, no había pensado en eso más allá de las necesidades y preferencias de Remus. A Mary le había
pasado lo mismo: le encantaba besuquearse en público, le encantaba que la atraparan y lucirse; así que a
Sirius también le había encantado. Por el contrario, a Remus siempre le había gustado esconder y guardar
secretos, y Sirius estaba aprendiendo que eso podía ser muy divertido por sí solo.

Tal vez Sirius simplemente se mostraba tranquilo con el afecto. O tal vez era demasiado
complaciente con la gente. Fue un poco molesto cuando Lily y James pasaron horas acurrucados en el
regazo del otro en la sala común, o caminaron de la mano entre lecciones, sonriéndose mutuamente,
mientras otros estudiantes tenían que esquivar su camino. Obviamente, él y Moony nunca iban a ser esa
pareja, no en público, pero era bastante agotador tener que recordar mantener las cosas platónicas fuera
del dormitorio. Después de todo, a Sirius le gustaba lucirse. Le gustaría presumir de Moony.

Lo pensó mientras él y James se colaban al comedor para preparar el regalo de Lily, temprano en
la mañana. Había dejado a Moony durmiendo, las sábanas enrolladas alrededor de su cintura, un brazo
sobre su cabeza, la cabeza inclinada hacia arriba. A la luz de la mañana, sus cicatrices eran como venas de
mármol, y Sirius quería agacharse y trazarlas con la lengua. No lo hizo. Le había hecho una promesa a
James.

— ¿Crees que habrá suficiente espacio? — Preguntó James, mientras entraban al Gran Comedor
vacío. —No quiero que nadie salga herido.

—Son fuegos artificiales florales—, bostezó Sirius, —Nadie saldrá herido a menos que sea
gravemente alérgico.

— ¡Maldita sea, ni siquiera había pensado en las alergias!

—Merlín, no me digas que vas a cambiar de opinión ahora, no después de que me sacaste de la
cama a esta hora.

528
—Yo no, yo no... Vamos, hagámoslo entonces.

Comenzaron a ocuparse, colocando los grandes detonadores en forma de bulbo que habían
construido con esmero y colocando los hechizos del gatillo para que se dispararan en el momento
adecuado.

— ¿Qué vas a hacer el resto del día? — Preguntó Sirius, sentándose en una de las mesas
balanceando sus piernas mientras veía a James preocuparse por los toques finales. —¿O crees que ese gato
es suficiente?

—Ella tiene la mayor parte del día libre y he arreglado que el baño del prefecto esté
misteriosamente cerrado por reparaciones—, sonrió James, satisfecho de sí mismo.

—Qué romántico. — Sirius arrastró las palabras.

—Lo es, en realidad—, respondió James. — ¿Tú qué tal? ¿Sigues alejándote de Moony?

— ¿Eh?

— ¿La pelea, anoche?

—Eso no fue una pelea—. Sirius sintió que sus mejillas se calentaban. Había olvidado que Prongs
había escuchado esa parte. —Nos reconciliamos, de todos modos. Hice un hechizo de silenciamiento para
que dejaras de escuchar a escondidas.

—Oh, ¿para eso fue...? — James levantó una ceja arrogante, la lengua jugando con la comisura de
su boca.

—Vete a la mierda, —lo empujó Sirius, saltando de la mesa. —Señor baño de prefectos.

—Godric, Black, ¿te estás sonrojando? ¿De verdad te estás sonrojando? — James se rió,
empujándolo hacia atrás. —Wow, Moony debe ser otra cosa.

—No puedo creerte... — Sirius negó con la cabeza, comenzando a caminar fuera del pasillo,
deseando que su rostro volviera a su color habitual. Que embarazoso.

—Oh, vamos—, se rió James, trotando ligeramente para alcanzarlo, —Sabes, estoy realmente
aliviado. Ustedes dos actúan como si la mantequilla no se derritiera, la mayor parte del tiempo, ni siquiera
los he visto besarse.

Dijo "besarse" y no "besuquear", porque James Potter era un romántico de pies a cabeza.
Probablemente llamó a follar "hacer el amor". Ja. Sirius tomó nota para recordar eso para más tarde.

— ¿Crees que es raro? — Preguntó Sirius, disminuyendo la velocidad. Realmente le vendría bien
un consejo sensato, y Prongs tendría que hacerlo si Lily no estaba cerca. —Eso no es así. Er. ¿Nos has
visto? Besando, quiero decir.

529
James se encogió de hombros. —No lo sé. Se besan, ¿no?

—Obviamente, — Sirius se sacudió el cabello.

—Bien entonces. Simplemente asumí que Moony era él tímido.

—Sí lo es. Pero ya sabes... no podemos ser tan públicos como tú y Evans.

James estuvo bastante tiempo pensando. —No—, dijo finalmente, —Eso tiene sentido. Lo siento
compañero.

—No es tu culpa. — Sirius se encogió de hombros.

—Sin embargo, deberías sentirte cómodo con nosotros—. Dijo James. —Somos tus amigos.

—Si lo sé.

—Quiero decir, cómodo dentro de lo razonable—, dijo James, apresuradamente, la sonrisa


volviendo a sus rasgos, "No sé si estoy listo para ver a mis mejores amigos haciendo... eh... bueno, si tú...
Quiero decir... lo que sea que hagan...

—Potter, ¿te estás sonrojando?

***

Los fuegos artificiales y el gatito fueron muy bien recibidos, por supuesto, pero Sirius se llevó una
sorpresa después del desayuno. Remus Lupin en realidad sugirió dejar una lección y drogarse en su lugar.
Bueno, tal vez la parte de drogarse no estaba tan fuera de lugar, pero el skiving definitivamente sí lo era.
¡Y una rana de chocolate, para empezar! Eso tenía que ser romántico, Remus regalando el último de sus
dulces.

—Prongs me va a molestar por fumar aquí—, se rió Sirius, a la mitad del primer porro.

—No—, respondió Remus, perezosamente, acostado de lado y acariciando la pierna con


pantalones de Sirius. —Simplemente agita una toalla húmeda y se deshará del olor. Eso es lo que hicieron
los muchachos de St Eddy's.

—Fresco. —Sirius respiró asombrado. Remus le dio una mirada divertida que le dijo que estaba
siendo raro. Pero no le importaba. Si pensar que Moony era genial era extraño, entonces Sirius era
extraño. Él rió de nuevo. Remus sonrió, sacudiendo la cabeza y tomando el porro.

—Ligero.

—Que desdén. Tanta crueldad—. Sirius se dejó caer en la cama y se aflojó la corbata.

—Lo amas. — Remus exhaló humo, de modo que cubrió el cuerpo de Sirius como niebla.

530
—Eh, — Sirius miró hacia abajo, frunciendo el ceño, —No hagas eso, mi uniforme va a apestar.

—Quítatelo, entonces. — Remus arqueó una ceja. Sirius lo miró,

— ¿En serio?

Remus volvió a llevarse el porro a los labios y chupó. Esos labios. Esos dedos. Esos ojos. Él
asintió con la cabeza, exhalando, — ¿A menos que pienses ir a clases hoy?

Sirius negó con la cabeza, sin palabras. Remus se sentó sobre sus rodillas y se acercó a Sirius con
sus largos brazos para apagar el porro en la taza de té viejo en la mesita de noche. Sirius cerró los ojos, ya
queriendo sentir a Remus - el peso de él, el calor de él.

Nunca había sido así con Mary o Emmeline. Nunca nadie le había hecho sentir así; como si
pudiera desmontarlo y volverlo a armar, nuevo y mejor que antes. Entonces, ¿qué pasa si Moony no era
cariñoso en público? Siempre y cuando fuera así en privado.

—Vamos, entonces—, estaba diciendo Remus ahora, con un tono más duro en su voz, —No
tenemos todo el día.

Sirius se movió rápido, Remus no tenía prisa, era solo que Sirius nunca rechazaba una orden si se
la daba de la manera correcta. Se quitó la corbata y luego se desabotonó la camisa rápidamente. Le dejó
los pantalones a Moony, porque esa era la parte favorita de Moony, y a Sirius le gustaba ver cómo sus
largos dedos trabajaban en el broche de su cinturón.

Remus estaba encima de él ahora, a horcajadas sobre su cuerpo e inclinándose hacia adelante,
besándolo con fuerza, moviendo sus caderas muy suavemente hacia adelante y hacia atrás, lo suficiente
para ser exasperante. —Moony... — Sirius dijo con voz ronca, contra sus labios, —Por favor...

Eso fue suficiente, eso siempre fue suficiente. Remus gruñó y aceleró sus movimientos,
presionando más fuerte, prácticamente mordiendo los labios de Sirius.

Sirius gimió, extasiado - ahí estaba; esa necesidad, ese poder furioso. No se avergonzaba de
admitir que la fuerza de Remus, su capacidad para desarmar y abrumar por completo, era una de sus
atracciones más poderosas. Ser querido - necesitado - por Remus era embriagador. Intentó frenéticamente
mantenerse al día con el nuevo ritmo, moviendo sus propias caderas con fervor.

—Mmph, — murmuró Remus, alejándose de repente, sus labios estaban hinchados y sus ojos
oscuros y Sirius lo alcanzó, febril de deseo.

—Vuelve...

—La Puerta— murmuró Remus, mirando de reojo, —Cortinas… Prongs...

—Se irá todo el día—, Sirius negó con la cabeza, desabrochando los botones de la camiseta de
Remus, tirando de él hacia abajo, —Lo prometo, me dijo, está bien...

—Maldito amor del día de San Valentín—, sonrió Remus, reanudando los besos.

531
Te amo, pensó Sirius, de la nada.

(Song: I Love You, You Big Dummy - The Buzzcocks)

135
La cooperativa interna de planificación de
bromas de los merodeadores.
Miércoles 15 de Febrero de 1978

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— No puedo creer que vayas a hacer la reunión aquí. — Dijo Christopher, agitado, mientras
Remus abría el aula de Encantamientos.

— La mejor forma de evitar algún castigo. Flitwick siempre me deja usarla. — Remus respondió.

— ¡Exactamente! ¡Es tan atrevido! — Christopher lo reprendió mientras entraban.

— ¡Atrevimiento es nuestro segundo nombre! — James declaró emocionado, siguiéndolos.

— Tu segundo nombre es Fleamont, idiota. — Sirius se burló. — Y este lugar es genial, nadie
sospechará nada. Sabía que tu grupo de estudio sería útil algún día, Moony.

— Muchas personas encuentran el grupo de estudio de Remus muy útil, en realidad. —


Christopher dijo con recato, cruzando los brazos y apoyándose contra la pared.

— Oh Chris, solo está bromeando — se rió Remus, dejando su mochila en el suelo. Miró su reloj
de bolsillo. — Estamos todos bien y temprano, James, ¿Tienes una agenda?

— ¿Una qué? — James se dio la vuelta desde la pizarra, donde estaba dirigiendo una tiza para
dibujar un león gigantesco con una frase que decía ' Gryffindor Manda' por debajo.

— No importa. — Remus suspiró.

— Entonces, ¿Quién más recibió una invitación? — Preguntó Christopher, sobre la parte superior
de su libro (que parecía haberse materializado de la nada - Christopher era la única otra persona que
Remus conocía que podía pasar de cero a leer en menos de tres segundos).

— Otras veinte o treinta personas, tal vez. — Remus dijo: — Cualquiera que haya expresado un
interés antes de Navidad que parezca digno de confianza.

— Fue un proceso de investigación extremadamente riguroso, en realidad. — dijo James, ahora de


pie en el escritorio de Flitwick y tratando de tocar el techo con las yemas de los dedos.

— Sí, casi que no invitamos a Wormtail. — Sirius ladró de risa desde la ventana, donde estaba
medio asomado, fumando. Remus tenía muchas ganas de ir allí y envolver sus brazos alrededor de Sirius,
robarle el cigarrillo (que probablemente era uno de los suyos de todos modos, el ladrón) y besar su cuello.
Pero los demás llegarían pronto, y esa era una línea de pensamiento completamente loca.

— ¿Por qué llaman así a Peter? — Preguntó Christopher.

— Solo un apodo. — Todos dijeron, al unísono.

Peter llegó poco después de eso, seguido por Mary, Lily y Yasmin. Los siguientes fueron los de
sexto y séptimo año del grupo de estudio de Remus, y Dorcas, quien aparentemente todavía estaba en
términos amistosos con Peter. La última conquista de Mary, un chico de Ravenclaw llamado Jonty
Simmons, que parecía que no podía creer su suerte todavía. Y finalmente, para disgusto de Remus,
Emmeline Vance entró tranquilamente (dos minutos tarde) con Roman Rotherhide.

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La habitación quedó bastante llena después de eso, y ruidosa, debido a el zumbido de la emoción.
La mayor parte del grupo sabía más o menos el por qué estaban allí, pero otros tenían curiosidad y casi
todos estaban fascinados por los merodeadores.

Sirius y James adoraron tener toda la atención, por supuesto, e inmediatamente se pusieron en el
centro del escenario.

— Ahora, todos sabemos por qué estamos aquí. — comenzó James, usando su voz de capitán de
Quidditch.

Inmediatamente, el brazo de Emmeline Vance se disparó.

— Lo siento, pero yo no sé...

Remus soltó un bufido de impaciencia y Christopher, sentado a su lado, le lanzó una mirada
extraña.

— ¡Tampoco yo!— Dorcas también levantó la mano, junto con uno o dos de sexto año del grupo
de estudio de Remus.

— ¡¿Por qué vinieron, entonces?! — Preguntó Sirius, arqueando las cejas. Un grupo de chicas
sentadas al fondo de la sala se rió. Remus hizo una nota mental. Había tratado de evitar invitar a
demasiados miembros del club de fans de Sirius Black, pero era bastante inevitable cuando eso se aplicaba
a la mitad de la escuela.

— Estamos aquí para planear una… una protesta organizada — dijo Christopher, sonrojándose un
poco, porque no estaba acostumbrado a hablar frente a mucha gente. — Contra Slytherin.

— ¡Sí! — Otro sexto año gritó: — ¡Escuché que están planeando su mayor broma hasta ahora!

— ¡Escuché que uno de ustedes sabe cómo sacar al monstruo de la cámara de los secretos!

— ¡Escuché que estaban planeando volar las mazmorras! — Un chico de Hufflepuff chilló.

— Wow, wow, wow — James levantó las manos — En realidad, es algo un poco menos
dramático...

— Bueno, si se trata de vengarse de los Slytherin por todas las tonterías que han hecho, estoy
dentro. — Emmeline dijo, con decisión, lanzando sus exuberantes rizos rubios. Remus chasqueó la lengua,
en voz alta, y Chris le lanzó otra mirada.

— De eso se trata justamente. Y es por eso exactamente que necesitamos que todos ustedes se
mantengan callados al respecto. — James dijo, entrando en su flujo, ahora. — Este es nuestro último año,
y los invitamos a todos a que nos ayuden a planificar nuestra última broma.

— ¿Eso nos convierte en merodeadores? — El chico de Hufflepuff chilló de nuevo. Hubo un


murmullo emocionado.

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— No. — Peter dijo, indignado, aunque nadie le prestó atención.

— Me gusta pensar que esto es más como una colaboración. — James dijo, pensativo.

— ¡Una cooperativa entre casas! — Sirius agregó.

Todos parecían bastante complacidos con eso. Al menos, sonaba impresionante y bastante oficial.

— Bien. — James juntó las manos y las frotó, sonriendo a todo el mundo. — Ahora que eso está
fuera del camino, ¡¿Quiénes tienen ideas?!

Se levantaron veinte manos.

— Err — dijo Lily — ¿Creo que antes de entrar en eso podría ser bueno tener algunas reglas
básicas?

— ¿Cómo cuales? — Sirius se cruzó de brazos, gruñón.

— ¿Algo como el no lastimar a nadie? Esto es para divertirnos, ¿De acuerdo? No es una venganza
por todo lo que los Slytherin han hecho. — Ahora estaba usando su voz de Head Girl, y algunas personas
bajaron las manos.

— Muy bien — dijo James, levantando sus manos amigablemente, interponiéndose entre Sirius y
Lily. — Sin intención de daño físico. Y como dije antes, no se habla de eso fuera de esta sala. La sentencia
podría ser la muerte. ¡Estoy bromeando, Evans! — Él se agachó cuando ella fue a darle una palmada en la
nuca.

Después de estos problemas iniciales, todos parecieron entrar en el espíritu de la broma. Mucha
gente tenía ideas, desde las más extremas (Lily vetó la posibilidad de convocar a una banshee para que
acechara en las mazmorras), hasta las más sutiles (Emmeline sabía de un hechizo que transfiguraría el
zapato derecho de todos en un zapato izquierdo, dijo que se lo había hecho a ella a su hermana durante el
verano y le tomó tres días darse cuenta de lo que la había estado molestando).

Con el tiempo, el tiempo se agotó, así que James les puso a todos una "tarea", y les requirió que
regresaran la semana siguiente con una idea.

— Entonces podremos decidir cuál es el mejor. — Declaró Sirius.

— ¿Quién decide? — Mary entrecerró los ojos.

— Yo, James, Pete y Moony, obviamente. — Sirius levantó la barbilla.

— ¿No podemos votar? — Preguntó uno de los de sexto año.

— Sí, eso parece más justo. — Mary asintió. — Ya que todos nos ponemos en riesgo de expulsión
por ustedes.

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— ¡¿Expulsión?! — Christopher se mordió el labio — ¿Seguro que no... Seguro que no iremos tan
lejos...?

— ¿Nos meteremos en problemas, sin embargo? — El chico hufflepuff volvió a levantar la mano.
Todos lo miraron.

— No mucho. — Sirius se encogió de hombros. — Un poco de detención nunca ha matado a


nadie.

— No, perdón, no me refiero a esos castigos. — El chico negó con la cabeza, nervioso. — Me
refiero a... ya conocen a los Slytherin. Ellos no... le dirán a los mortífagos que nos atrapen, ¿Verdad?

Sirius parecía a punto de reír, cuando se dio cuenta de que la atmósfera en la habitación había
cambiado. Algunas personas parecían muy incómodas, algunas de ellas murmuraban entre ellas. Remus
incluso podía oler una bocanada de miedo real arrastrándose en la habitación; todos parecían haberse
tensado un poco.

Por supuesto, Sirius y James no se preocupaban por ese tipo de cosas. Todo esto era parte de la
cruzada del caos en la que habían estado desde que tenían once años. Incluso Remus había sido bastante
frívolo sobre la magnitud de la broma. Pero ahora vio que significaba mucho más para los reunidos en la
sala. James, Sirius y Peter eran los únicos sangre pura presentes. A menos que contaras a Christopher, que
tenía su propia hacha para moler con los Slytherin.

James se puso de pie de nuevo, empujándose del escritorio de Flitwick y poniéndose en altura.

— Absolutamente no. Nadie en esta habitación saldrá herido por esta broma.

Algunas personas se relajaron, después de todo, James Potter, heredero de la fortuna de Sleek-ezy,
Head Boy, capitán de Quidditch y el principal creador de travesuras era alguien en quien la mayoría de la
gente confiaba. Remus confiaba en él con todo el corazón, incluso si el problema no se hubiera planteado,
habría sido una cuestión de honor para James el proteger a alguien más pequeño que él. Lily también le
estaba sonriendo, y Sirius se veía muy complacido, como si eso hubiera arreglado todo.

— Bien —Lily juntó las manos ahora, tomando la palabra de nuevo— Nos vemos la semana que
viene, supongo. Creo que será mejor que nos vayamos todos en grupos pequeños, no queremos llamar la
atención sobre nosotros...

Con eso, el aula regresó lentamente a la normalidad, otra vez eran un grupo de estudiantes
charlando con entusiasmo sobre ideas que habían tenido o maldiciones que les gustaría probar. Lily
asumió su voz de Head Girl y comenzó a dirigir a las personas fuera de la habitación en grupos de tres o
cuatro, a intervalos cortos. Los merodeadores se volvieron hacia adentro para conferenciar.

— Maldita sea. — James murmuró, para que no lo oyeran, — Eso fue intenso.

— ¿Qué esperabas? — Mary hizo una mueca, subiéndose al escritorio y balanceando las piernas.
— Esto no es solo un juego, algunas personas buscan venganza.

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— Entonces eso es lo que les daremos. — Sirius dijo, ferozmente. Tenía ese brillo en sus ojos que
le decía a Remus que sería completamente insoportable durante las próximas horas. Había un plan en
marcha, y nada podría hacer que Sirius dejara de tener ese tipo de emoción.

— Cálmate, Black — bromeó Mary — Ustedes son estudiantes, no generales.

— Por ahora. — Él respondió, sombrío.

— Está bien, chicos. — Lily se volvió hacia la habitación. Solo quedaban ellos siete. —
Volveremos en dos grupos, porque nadie va a creer que ustedes cuatro no estaban tramando algo...

Mary, James, Lily y Peter se fueron primero, dejando instrucciones sobre que Remus, Sirius y
Christopher les dieran una ventaja de diez minutos. Remus estaba un poco reacio al respecto, pero no
había forma de sacarlo a colación. No pudo evitar recordar lo que había sucedido la última vez que él y
Christopher estuvieron solos en ese salón con Sirius. Aunque, por supuesto, Christopher no sabía que
Sirius estaba allí en ese momento, y Remus nunca se lo diría.

Ordenaron los escritorios, despejaron la pizarra del león de James y luego se quedaron de pie un
poco incómodos.

— Juguemos a verdad o reto. — Sirius sonrió.

— ¿Por qué? — Remus suspiró, apoyándose en el escritorio. Aquí vamos...

— Para pasar el tiempo.

— O simplemente podríamos tener una conversación normal...

— Christopher quiere, ¿No es así, Christopher?

— Err…

— Genial, puedes ir primero. Verdad o reto, ¿Cuál quieres?

— Um. — Los ojos de Chris se movieron nerviosamente entre Remus y Sirius. — Yo no... um...
¿Verdad?

— ¡Excelente! Empezaremos fácil, si es tu primera vez jugando — Sirius asintió alentadoramente.


— Hmmm, déjame ver… ¡ah! Ok, ¿Por qué quieres involucrarte en esta broma?

— ¿Qué?

— Ya sabes. ¿Por qué viniste a aquí hoy?

— Chris ha estado involucrado desde el principio, Padfoot, lo sabes. — Remus gruñó.

— Bien, bien, entonces, ¿Qué te hizo involucrarte en primer lugar?

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— Si quieres saberlo. — Christopher dijo, con bastante frialdad: — Es por tu hermano.

Sirius, para su crédito, no se inmutó.

— Muy bien, es bastante imbécil. — El asintió. Se humedeció los labios y miró a Remus, luego de
nuevo a Chris. — ¿Seguro que no hay otra razón?

— No.

— Sigo yo. — dijo Remus, rápidamente. — Chris, puedes darme un reto. — Nunca elegía
"verdad", era demasiado peligroso.

— Umm... — Christopher se mordió el labio, todavía un poco desconcertado por todo esto. — Oh,
no sé, soy una mierda en este tipo de cosas.

— ¡Tengo uno bueno! — Sirius dijo de inmediato. Le guiñó un ojo a Remus, luego se inclinó y le
susurró al oído a Chris. Los ojos de Christopher se abrieron y se rió, tapándose la boca.

— Está bien, Remus — Chris todavía estaba sonrojado, pero ahora se estaba divirtiendo. — Vale,
tienes que dibujar algo grosero en la pizarra y dejarlo ahí.

— Te di detalles. — Sirius se quejó.

— ¡No voy a decir eso en voz alta! — Christopher se rió, poniéndose aún más rojo. Remus podía
adivinar fácilmente sobre cual era el tono de la sugerencia de Sirius. Levantó una ceja con ironía, como si
estuviera bajo presión.

— Está bien, lo haré...

Se acercó a la pizarra y tomó una tiza. Lo consideró por un momento — ¿Qué tan grosero? —
Preguntó a los otros dos, casualmente.

— Muy. — Christopher dijo, sonriendo tímidamente.

— Bueno, si esas son las reglas del juego, supongo... — Remus comenzó a dibujar, disfrutando de
la risa por encima de su hombro mientras trazaba hábilmente la primera cosa grosera que se le vino a la
cabeza.

Dio un paso atrás, como un artista admirando su trabajo. Los otros dos chicos estaban a ambos
lados de él, sonriendo con locura. — ¿Y bien? — Preguntó.

Sirius le dio una palmada en la espalda.

— Moony, viejo amigo, es el pene más grande que he visto.

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— Bueno, eso es un alivio. — Remus sonrió, olvidando que Christopher estaba allí. Él no pareció
darse cuenta, o simplemente asumió que era el típico humor de los merodeadores (que en cierto modo lo
era).

— Glorioso. — El chico más joven asintió con la cabeza, todavía muy rosado en las mejillas.

— Vamos, entonces — Remus dejó la tiza — Ya pasó bastante tuempo, podemos irnos ahora.
¿Sala común?

— ¡Oye, todavía no he tenido mi turno! — Sirius se cruzó de brazos.

— ¿Cuál es el sentido? — Remus negó con la cabeza — Siempre eliges reto, y no hay nada en lo
que pueda pensar que tú no lo pensarías dos veces antes de hacerlo.

— ¿Estás diciendo que soy el más valiente?

— El más estúpido, quizás —bromeó Remus, dándole un codazo en las costillas. — Vamos.

Salieron del aula y se dirigieron por los silenciosos pasillos de regreso a la torre de Gryffindor. Ya
era bastante tarde en la noche y el toque de queda estaba a solo un par de horas, así que estuvieron solos la
mayor parte del camino, aparte de los retratos, que disfrutaban de la paz y la tranquilidad.

— ¿Terminaste 'Maurice', Remus? — Preguntó Chris. Siempre volvía a los libros.

— Casi — respondió Remus. — Solo quedan un capítulo o dos. ¿Me prometes que tiene un final
feliz?

— Definitivamente — asintió Chris. — Te va a encantar. Estaba pensando... si estás libre el


sábado, ¿Podríamos charlar sobre eso en Las Tres Escobas? Realmente me gustaría saber lo que piensas.

— Sí, tal vez... — Remus estaba dividido entre su deseo de no decepcionar a Christopher (lo que
siempre parecía estar haciendo) y su aguda conciencia del humor muy voluble de Sirius. — No veo por
qué no.

— ¿Están hablando del libro muggle que has estado leyendo últimamente? — Sirius preguntó: —
¿Está bueno entonces?

— Sí, es bastante bueno. — Remus asintió con cautela.

— Genial. Quizás lo lea entonces. Puedo hacerlo para el sábado, leo más rápido que tú.

— ¡Tú no lees más rápido! — Remus frunció el ceño, escandalizado.

— Bueno, de todos modos, tengo más tiempo libre que tú para leer.

— Solo porque apenas te apareces a la mitad de tus lecciones. — Remus respondió.

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— Dudo que sea de tu gusto, Sirius. — Christopher habló. Ambos lo miraron. Se encogió de
hombros — ¡Bueno, es verdad! Dile de qué se trata, Remus.

— Er...

Pero ya era demasiado tarde, Sirius ya estaba hurgando en el bolso de Remus colgado a la altura
su cadera mientras caminaban, y de inmediato retiró el libro. Remus luchó contra el impulso de
arrebatárselo, solo porque había subrayado algunas partes, por el simple hecho que le gustaban mucho, y
ahora estaba avergonzado por eso.

(Creo que eres hermoso, eres la única persona hermosa que he visto en mi vida. Amo tu voz y
todo lo que tiene que ver contigo, desde tu ropa hasta la habitación en la que estás sentado. Te adoro).

Afortunadamente, Sirius no hojeó las páginas, solo miró la contraportada, frunciendo ligeramente
el ceño.

— ¿No es el de mi tío? — Preguntó.

— Sí, dijiste que podía tomarlo prestado... — Remus se frotó la nuca.

— ¿Tiene escenas sucias?

— No.

— Oh, bueno. Lo leeré de todos modos. — Sirius sacó la lengua. — Este puede ser mi reto.

— Muy valiente. — Remus tomó el libro y lo metió en su bolso.

— Pero se trata de... — Christopher frunció el ceño. Estaban casi en el agujero del retrato ahora, y
Sirius se detuvo, haciendo que los tres también se detuvieran. Sirius miró a Remus, y levantando una ceja,
asintió con la cabeza hacia Chris.

— Asume muchas cosas, este.

Remus se sorprendió al descubrir que sus propias mejillas también se estaban calentando. Se
encogió de hombros.

— No te conoce muy bien.

— ¿Oye, Christopher? — Sirius le lanzó una mirada muy malvada. — Retame a besar a Moony

— ¿Qué...? Yo... — Christopher parecía afligido, como si supiera que había una broma en alguna
parte, pero no podía entender el remate.

Sirius no perdió el tiempo. Tomó la cabeza de Remus, con brusquedad, y lo atrajo para darle un
beso. Remus cedió. Fue un poco cruel, pero difícilmente podía negarse. Fuese una prueba de su lealtad, o
simplemente algo que Sirius pensaba que era divertido, tenía que aceptarlo.

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— ¡Oh, por el amor de Merlín! — Una voz vino desde más arriba del pasillo, haciendo que Sirius
y Remus se separaran. — ¡Estoy fuera por una semana y el castillo se convierte en una orgía!

Los tres chicos se dieron la vuelta para ver a Marlene parada allí con su capa de viaje, con una
bolsa de lona a su lado. Ella les dio una sonrisa de complicidad — Que montón de homosexuales.

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Juegos mentales
Todos estaban encantados de volver a ver a Marlene, por supuesto. Sirius la condujo a través del
retrato de la dama gorda tan rápido como pudo, y prácticamente anunció su llegada a toda la sala común,
como si la hubiera conjurado de la nada.

Lily y James se apresuraron a abrazarla, luego tomaron su bolso y su capa, y la llevaron al sofá
junto a la chimenea, donde Mary la abrazó con tanta fuerza que Marlene casi chilló.

— ¡Te hemos extrañado! — Mary exclamó, finalmente dejando ir a su amiga.

— ¡Lo noté! — Marlene jadeó, con las mejillas rosadas. — ¿Se han aburrido mucho sin mí?

Remus se quedó un poco atrás. De todos modos, él y Marlene no se abrazaban mucho, así que no
pensó que se notaría. La miró con recelo y optó por sentarse en el sillón más alejado de ella, tratando de
no llamar la atención sobre sí mismo. Christopher también se había escabullido, en algún momento, tal
vez hasta su dormitorio. En el fondo de su mente, Remus esperaba que Chris no estuviera enojado con él,
pero lo archivó para otro momento. Tenía demasiado de qué preocuparse con el regreso de Marlene.

— ¿Cómo está Danny? — Mary preguntó, bajando la voz.

— Se está... recuperando. — Marlene asintió con la cabeza, sus ojos serios. — Está en casa ahora,
mamá lo está volviendo loco como siempre. Él no... no volverá a los Cannons. — Ella tragó y se miró las
manos.

— Es una maldita desgracia. — James golpeó su puño en el brazo del sofá — Si yo fuera su
manaher, yo...

— Está demasiado lastimado, de todos modos. — Marlene negó con la cabeza, secándose
rápidamente debajo de los ojos — Él habría tenido que estar fuera por el resto de la temporada de
cualquier manera; Pasarán meses antes de que vuelva a subirse a una escoba. Así que, da lo mismo.

— Todavía es una mierda. — Murmuró James.

— Sí, bueno. — Marlene miró hacia arriba, impasible. — Difícilmente puedo culparlos. Sé que yo
habría... de todos modos. No vale la pena pensar en eso.

Remus se sintió enfermo por la tensión. Todos los demás sentados en el grupo sabían lo que era,
todos menos Marlene. La culpa que había estado evitando con éxito durante una semana volvió a
apoderarse de él como una ducha fría. Había sido su responsabilidad advertir a todos del ataque. Le había
dicho a Dumbledore, pero no había sido suficiente; había fallado. Y ahora la evidencia de su fracaso
estaba sentada justo frente a él, su rostro delgado y sus ojos oscuros por la preocupación.

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Marlene se aclaró la garganta y les dedicó a todos una sonrisa valiente.

— Voy a hablar con Madame Pomfrey tan pronto como pueda; veré si ella me recomienda algo.
Los sanadores de San Mungo eran unos inútiles, estaban más preocupados por mantenerlo en cuarentena
que por ayudarlo. Casi nadie podía responder las preguntas que tenía sobre las transformaciones, el
cuidado posterior o como aliviar el dolor... era como si hubieran preferido que dejara de hablar de él;
como si quisieran fingir que él no estaba allí realmente...

Su voz se hacía más alta y más fina mientras decía esto, las lágrimas amenazaban con ahogarla. Se
aclaró la garganta de nuevo. — Quiero decir, sé lo que es, no me malinterpreten. Sé en lo que se
convertirá. ¡Pero sigue siendo mi hermano, carajo!

— Claro que lo es. — Dijo Mary, apretando la mano de Marlene. Ella le dio a Remus una mirada
y él se miró los pies. No, no había manera. Absolutamente no.

Nadie más estaba hablando, pero todos tenían la misma mirada en sus rostros. ¿Están pensando en
mí? Remus se preguntó, mareado, ¿Me culpan? ¿Se preguntan de qué soy capaz?

— De todas formas. — Marlene volvió a negar con la cabeza. — ¿Qué ha estado pasando aquí?
¿Es eso un gato, Lily?

— Regalo de San Valentín. — sonrió Lily, acariciando al gatito ronroneando en su regazo. — Su


nombre es Hieronymus.

— Pegadizo. — Marlene resopló, sonriendo. — Muy lindo, Potter, eres todo un cursi.

— Sigues en el equipo, ¿verdad? — Preguntó James, inclinándose hacia adelante — ¡¿Sigues


siendo mi golpeadora estrella?!

— Obviamente — puso los ojos en blanco — ¿He de asumir que los horarios de entrenamiento no
han cambiado...?

— A primera hora mañana por la mañana. — James sonrió.

— Y estamos planeando esta gran broma, además — comenzó Peter, con entusiasmo, pero fue
interrumpido.

— Eh, McKinnon

Todos se dieron la vuelta para ver a Yasmin parada detrás del sofá, con las manos en las caderas y
sonriendo ampliamente. Obviamente se había estado preparando para irse a la cama, su cabello estaba
desordenado en su cabeza y vestía su camisa de Holyhead Harpies de gran tamaño y un par de pantalones
holgados de pijama winceyette de hombre.

— ¿Todo bien, Patel? — Marlene respondió. Remus no podía ver su rostro pero sabía que estaba
sonriendo. Se dio la vuelta en el sofá y se puso de rodillas, y las chicas se abrazaron con fuerza.

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Uno puede hacer eso, se dio cuenta Remus, si eres una chica. A nadie le parecía extraño. Se
preguntó si Sirius estaba pensando lo mismo. Esperaba que no.

Eso prácticamente puso fin a cualquier conversación sobre hombres lobo, lo cual fue un alivio.
Remus solo esperaba poder evitarlo más tarde, cuando solo estuvieran él y Sirius. Estaba seguro de que
Sirius querría saber cómo se sentía Remus y cuáles eran sus pensamientos... y aunque sí, está bien, Remus
entendía que la comunicación era importante y bla, bla, bla... ¡¿Eso significaba que tenían que discutir
cada cosa dolorosa en detalle?!

Por el amor de Dios. Ya se estaba poniendo nervioso por eso, y ni siquiera había sucedido. Hizo
crujir su cuello y luego sus hombros, deseando relajarse. Se dio cuenta de que todavía estaba un poco
caliente por ese beso en el pasillo. No estaba seguro de si Sirius lo había hecho con ese objetivo, o si todo
era solo un espectáculo para Christopher, pero había despertado algo en Remus, y ahora se sentía como si
tuvieran… asuntos pendientes. Se movió un poco en su asiento y trató de ignorar eso también.

Mary se había movido con mucho tacto al otro extremo del sofá, y ahora estaba limando sus uñas
con indiferencia y charlando con Lily, quien estaba jugando con Hieronymus con una pluma.

Yaz se subió al respaldo del sofá para tomar su lugar, y ella y Marlene tenían sus cabezas juntas,
hablando muy rápido y en voz muy baja. Remus captó el olor bochornoso del hechizo muffliato, que era
más extraño desde el exterior que desde el interior, como si sus mismas palabras estuvieran borrosas de
alguna manera. Estaban sentadas tan cerca la una de la otra que sus muslos se tocaban, el brazo de Yaz
colgaba del respaldo del sofá justo detrás de la cabeza de Marlene, de una manera que habría hecho
levantae las cejas a varios, incluso si una de ellas fuera un chico.

James y Sirius estaban en una conversación profunda sobre el próximo partido de quidditch contra
Ravenclaw, Peter intervenía ansiosamente de vez en cuando con sus propias ideas tácticas. Remus sacó su
libro e intentó leer. Esto no era bueno; no podía concentrarse con tanta gente charlando.

La última postal de Grant estaba metida en la sobrecubierta de Maurice, y la volvió a leer. Esta
vez, la foto del frente era de tres chicas en bikini jugando en el mar. Incluso Sirius lo había encontrado
divertido. No había mucho en la parte de atrás: Grant era un hombre de pocas palabras cuando se trataba
de correspondencia escrita.

"Trabajando duro, divirtiéndome un poco. Espero que estés bien.

Con amor, Grant."

Esa palabra de nuevo. Obviamente, Grant podía decirla. O escribirla. No podía deletrear el
apellido de Remus de la misma manera dos veces, pero la palabra amor no era gran cosa. Puaj. Hace solo
media hora, Remus había estado casi completamente libre de preocupaciones; envuelto por sus amigos, y
Sirius, y la tonta idea de que todo estaría bien, si tan solo pudieran hacer una broma lo suficientemente
buena.

Pero la sombra había caído ahora, y no importaba dónde mirara, todo lo que Remus podía ver eran
problemas y sus propios fallos. Frustrado, cerró su libro de golpe en la postal, un poco demasiado fuerte.
Todos miraron hacia arriba.

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— ¿Todo bien, Moony? — Lily preguntó, gentilmente.

— Bien. Perdón. — Remus asintió. Metió la mano en los bolsillos en busca de un cigarrillo y sacó
rápidamente su caja de cerillas.

— ¡No en la sala común, por favor! — Lily cambió a modo Head Girl tan rápida como un flash.

— Bien, bien, lo siento... — Torpemente se puso de pie, con el cigarrillo apretado entre los labios.
— Iré arriba.

— Nosotras también nos vamos a la cama. — Marlene dijo, luego se sonrojó y tartamudeó
rápidamente — Quiero decir, a arriba. A dormir. Erm. Ya sabe, tenemos práctica temprano mañana...

Yaz apenas pudo mantener la cara seria mientras se despedía de todos ellos, antes de apresurarse
escaleras arriba detrás de su novia. Mary y Remus compartieron una mirada de complicidad, pero James y
Lily todavía parecían felizmente ignorantes.

— Buenas noches. — Remus asintió con la cabeza a todos, colocando su bolso en su hombro y
subiendo el tramo de escaleras opuesto a los dormitorios de los chicos.

Fue un error. Solo, no tenía nada que lo distrajera de sus propios juicios, y estos eran duros. Aún
que estaban en lo correcto, en opinión de Remus. Si la familia McKinnon no podía olvidar las
repercusiones de su falta de acción, ¿Por qué debería él tener un respiro? Y esas eran solo las personas que
sabía que había decepcionado: había familias en todo el país que ahora enfrentaban la luna llena por
primera vez. Menos mal que su padre estaba muerto y que su madre se había lavado las manos. Al menos
no podía causarles más dolor.

Se sentó en el alféizar de la ventana, dejando que el aire frío lo envolviera, fumando, pensando y
regañándose a sí mismo hasta que pensó que bien podía arrojarse fuera de él. Pero esa fue solo una
fantasía pasajera. Remus era demasiado cobarde para hacer lo que debería hacerse; eso lo sabía.

Aún así, sintió una fuerte necesidad de hacer algo. Algo drástico, algo violento. Al lobo de adentro
le hubiera gustado una buena carrera larga, pero pronto pasaría el toque de queda. Había un poco de droga
en el cajón de sus calcetines, pero eso solo lo pondría más triste. Alguien había escondido una botella de
whisky de fuego; podía olerla, pero eso probablemente era en preparación para su próximo cumpleaños, y
no podía estropearle eso a sus amigos. Tal vez pusiera un disco y se agitara un poco, pero nunca le había
gustado mucho bailar y su cadera lo estaba molestando.

Los pasos de Sirius en las escaleras interrumpieron sus pensamientos. Remus se humedeció los
labios, recordando ese beso de antes. ¡Ah! Siempre tenía esto. La máxima distracción.

Tomada la decisión, apagó el cigarrillo y se levantó, cruzando la habitación con paso decidido.
Llegó a la puerta justo cuando Sirius la empujaba para abrirla, era mejor ni siquiera darle una oportunidad.

— Hola, Moony, sólo vine a ver si...

Lo hizo callar con un beso feroz, aplastando sus labios juntos, tirando de él por las caderas para
que se apretaran con fuerza el uno contra el otro.

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— Oh, está bien... — Sirius jadeó, cuando finalmente se liberó. Cerró la puerta de una patada
detrás de él mientras Remus lo arrastraba a la cama.

Estuvo bien. Realmente muy bien. La frustrada urgencia de Remus se encontró con la ansiosa
respuesta de Sirius, y se enfrentaron entre sí, desincronizados de la mejor manera posible. Perderse en la
bebida o las drogas no era nada comparado con perderse en Sirius Black. Habían estado juntos el tiempo
suficiente como para conocer hasta donde llegaban los límites de cada uno y hasta dónde podían
empujarlos.

— Mierda. — Sirius gimió, cuando todo terminó. Las ventanas estaban empañadas y la luna
creciente había salido afuera. Remus alcanzó sus cigarrillos una vez más, todavía zumbando, su piel
caliente zumbando. — Mierda. — Sirius dijo de nuevo, de espaldas, mirando hacia arriba. Qué hermoso
desastre. — ¿Qué provocó eso?

— Solo tú. — Remus respondió, exhalando humo. — Solo tenía ganas.

— No me quejo.

Remus se recostó, fumando silenciosamente. Esto era bueno. De todos modos, esto era mejor que
cualquier otra cosa que pudiera estar haciendo. Sin embargo, todavía estaba inquieto. Un poco más
cansado, pero seguía ansioso e inquieto. Podría hacerlo de nuevo. Podría pasars toda la noche haciéndolo,
si eso hacía que su cerebro se callara. Eso le hizo mirar hacia la puerta: no habían cerrado las cortinas y,
por milagro, se salieron con la suya.

— ¿Donde están los otros?

— ¿Mm? — Los ojos de Sirius se habían cerrado a la deriva, pero se despertó con valentía — Oh,
er... Pete va por la tercer ronda de ajedrez con un segundo año que obviamente es una especie de mente
maestra malvada, Mary se fue a la cama, y Prongs y la señora se fueron al baño de los prefectos. Ellos
piensan que fueron sutiles. — Él se rió entre dientes levemente.

— Voy a lavarme los dientes. — Remus dijo, levantándose. En el baño, todo volvió a fluir y no
pudo ni siquiera mirar a sus propios ojos en el espejo.

Cuando volvió a salir, Sirius se había despertado un poco y estaba sentado en la cama. Le sonrió a
Remus.

— Oye, solo quería comprobar que estabas bien con lo de Marlene y todo eso.

— Estoy bien — asintió Remus, casualmente, volviendo a entrar a la cama y cerrando las cortinas
mientras lo hacía. — Es bueno tenerla de vuelta.

— Mm, espero que no estés preocupado por...

— ¿Tenemos que hablar de eso? — Remus se arrastró hacia él, sentándose a horcajadas sobre su
regazo. Comenzó a besar el cuello de Sirius, meciéndolo lentamente.

— Caray, ¿otra vez? — Sirius sonó sorprendido, pero no exactamente infeliz por eso.

546
— Mmm... — respondió Remus, tomando sus muñecas y sosteniéndolas con fuerza. Esas
muñecas hermosas, tan hermosas.

— Mmm... bueno, está bien, pero si estás preocupado...

— Cállate, Black. — Remus gruñó, retrocediendo y mirándolo a los ojos. Sirius lo hizo,
mordiéndose el labio. Remus sonrió. — Mucho mejor. No hables más esta noche.

***

En realidad, era un truco cruel, explotar la peculiar propensión de Sirius a seguir instrucciones
directas. Pero funcionó, y Remus recupero la paz, al menos esa noche. El día siguiente fue más difícil,
pero las lecciones y el tiempo en la biblioteca se convirtieron en una cómoda barrera entre ellos una vez
más, sin mencionar el alboroto general de amigos que los acompañaban prácticamente a todas partes.

Un hombre más sabio y valiente habría usado el tiempo para examinarse a sí mismo, para abordar
los sentimientos de culpa, vergüenza y disgusto, y tal vez hacer algunos cambios para mejorar.

Remus prefería fingir que todo estaba bien.

Y por un rato de todos modos, parecía ser que Sirius se lo iba a permitir. Todavía estaban juntos
casi todo el tiempo, y no era como si estuvieran discutiendo, de cualquier forma. Si Sirius se preguntaba
por qué la lujuria de Remus se disparaba cada vez que comenzaban a tener una conversación privada, no
dijo nada. Al final, adoptó un tacto diferente.

El fin de semana antes de la próxima luna llena, caminaron de regreso a la escuela desde
Hogsmeade, y Remus había tenido que reducir la velocidad debido a su estúpida cadera, una vez más.
Sirius y James estaban charlando más adelante, pero Christopher se quedó atrás para hacerle compañía a
Remus.

Habían estado juntos en Las Tres Escobas, pero todo el grupo también estuvo ahí, y Christopher
siempre había sido muy tímido como para hablar demasiado en esa clase de situación. Así que ahora
estaba arriesgándose.

— Me alegro que te haya gustado el libro — dijo, con las manos en los bolsillos mientras
caminaba — ¿No fue un final feliz?

— Sí, genial. — Remus resopló, frotándose la cadera para intentar ponerlo en marcha.

— Maurice, el personaje, me recordó un poco a ti.

— ¿Qué? Nah. — Empezaba a sudar por el esfuerzo, a pesar del frío aire de Febrero. Se secó la
frente, entrecerrando los ojos colina arriba. Sirius y James avanzaban a grandes zancadas, riéndose de algo
juntos. Christopher siguió su línea de ojos. Apretó los labios.

— ¿Tú y él...? — No pudo encontrar las palabras, y Remus sabía cómo era eso, así que solo dio
una respuesta directa. No había necesidad de ser tímido.

547
— Sí. Lo somos.

— Oh. — Christopher sonaba desanimado, como si todavía hubiera pensado que todo era una
broma. — ¿Cómo se siente, entonces?

— No lo sé. Bien. Genial.

— Ojalá… — sonaba muy triste, y ni siquiera terminó la oración. Después de mucho tiempo, y de
mucha más lucha por mantenerse al día, Remus tocó su hombro suavemente.

— Hay alguien para todos, Chris.

— Quizás.

— ¡Eh Moony! ¡Vamos! — Sirius estaba gritando. Ya casi estaban en la escuela, Sirius se había
detenido bajo el arco de piedra para esperar.

— Nos vemos luego, ¿De acuerdo Remus? — Christopher murmuró, apresurándose a correr un
poco. Remus siguió adelante, llegando finalmente a la puerta de la escuela. Su cadera le estaba gritando
ahora, las articulaciones ardían, el dolor subía y bajaba por su pierna. Asintió a Sirius a modo de saludo,
estaba sin aliento, y no podía ni hablar. Se apoyó contra la piedra con un brazo, esperando que a Sirius no
le importara esperar un poco más mientras se recuperaba.

— Perdón. — Jadeó, finalmente. — Odio esa maldita colina.

— ¿Estás bien? — Preguntó Sirius, dándole una mirada divertida. — Lo siento, no quise dejarte
atrás.

— Estoy bien. — Remus respondió: — Tú me conoces, solo un poco torpe. — Se enderezó, hizo
una mueca y volvió a frotarse el costado.

— ¿Es tu cadera? — Sirius tenía sus manos en sus caderas ahora, y le estaba dando una mirada de
arriba a abajo, que era bastante parecida a la que Madame Pomfrey le daba luego de la luna llena.

— Sí — Remus se encogió de hombros. — Es algo gracioso, en realidad.

— Cuando dices 'algo gracioso', ¿Quieres decir que te ha estado doliendo?

— Solo duele un poco. —Dijo Remus, indignado.

— Entonces, te duele. — Sirius arqueó una ceja. Remus odiaba esa mirada de superioridad. —
¿Cuánto tiempo te ha estado doliendo?

— Oh, no lo sé — Remus levantó las manos, exasperado. ¡¿Cuál era el punto de todo esto?! —
Desde que tenía trece años.

— ¿Estás bromeando?

548
— Sólo de vez en cuando.

— ¿Qué te ha dicho Madame Pomfrey?

— ¡Oh, por el amor de Dios, no me quejo con ella por este tipo de mierda! — Remus se dio
cuenta de que su voz se estaba volviendo más fuerte, un par de estudiantes de tercer año que pasaban se
voltearon y lo miraron, antes de salir corriendo riendo.

— Estás siendo ridículo. — Sirius se cruzó de brazos y se agitó el cabello. — Ella es una
enfermera, se supone que debe hacerte sentir mejor. ¡¿Qué harías tú si te dijera que he estado sufriendo
durante cinco años?!

— ¡No es lo mismo!

— ¿De qué estás hablando exactamente?

— De que tú no eres un maldito hombre… — Se detuvo justo a tiempo. Ambos miraron a su


alrededor furtivamente, comprobando que nadie estuviera escuchando. Remus se regañó a sí mismo.
Hacía mucho tiempo que no dejaba que su temperamento se saliera de control.

Sirius se inclinó hacia adelante, mirándolo.

— Por un demonio, Remus, no mereces sufrir. — Él murmuró.

Eso le dolió. No sabía por qué, pero a Remus lo golpeó con tanta fuerza que lo dejó sin aliento y
sus ojos picaron. Se enderezó, intentando permanecer inexpresivo esta vez. Levantó la barbilla hacia
Sirius, encontrándose con su mirada.

— No voy a seguir hablando de esto. Vamos, nos perderemos la cena. — Y comenzó a caminar
hacia adelante, mordiéndose ante la puñalada que sentía en un costado.

(After the love has gone - Earth, Wind & Fire)

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Remus el mártir
I was born with a plastic spoon in my mouth
The north side of my town faced east, and the east was facing south
And now you dare to look me in the eye
Those crocodile tears are what you cry
It's a genuine problem, you won't try
To work it out at all you just pass it by, pass it by

Substitute me for him


Substitute my coke for gin
Substitute you for my mum
At least I'll get my washing done.

Miércoles 22 de Febrero de 1978

El distanciamiento entre Remus y Sirius duró el resto del fin de semana. El domingo fue el juego
de Quidditch de Gryffindor contra Ravenclaw, por lo que se salieron con la suya para no tener que
hablarse mucho. Ambos se sentaron juntos en las gradas, vitoreando cuando era apropiado y abucheando
cada vez que los Ravenclaw anotaban.

— ¡Ah! ¡Y son otros diez puntos para Gryffindor! — El comentarista gritó a través del megáfono:
— Llevan ahora la abrumadora cantidad de sesenta puntos anotados por el capitán del equipo James
Potter, no es ninguna sorpresa; los fanáticos comienzan a preguntarse qué será de los poderosos leones el
próximo año cuando no tengan a su chico de oro de quien depender. ¡Oof, cuidado con esa Bludger,
Simms!… ¡Bien hecho! Aunque debo decir que yo me hubiera desviado a la izquierda, pero supongo que
no todos son elegidos por su destreza, a veces se trata de darles a todos una oportunidad,
independientemente de su capacidad...

— ¿Quién puso a Lockhart como comentarista? — Sirius refunfuñó. — Estúpido idiota ni siquiera
sabe algo sobre Quidditch.

— Me dijo que esta alineado para jugar para los Puddlemere — dijo Peter — y que la única razón
por la que nunca jugó para Ravenclaw fue porque su entrenador le dijo que no debería desperdiciar su don
en los juegos escolares.

— Eres tan ingenuo, Pete — Remus le dio un codazo —Yo sé más de Quidditch que idiota.

— Sí, y Moony sabe tanto sobre Quidditch como tú sabes juzgar a las personas —Sirius agregó,
su voz innecesariamente aguda.

Remus se ruborizó. Bien, si Sirius quería ser pasivo agresivo.

550
— Bueno, Padfoot — respondió con frialdad — si tanto quieres hacerlo, ve y pregúntale a
McGonagall. Creo que serías perfecto para el trabajo.

— ¿Tú... qué? — Sirius lo miró boquiabierto. Remus levantó una ceja.

— Oh, sí, eres la única persona en esta escuela que habla más mierda que Lockhart.

Mary y Lily se echaron a reír, tapándose la boca. Sirius frunció el ceño.

— Como quieras. — Él murmuró.

El juego terminó con 280 puntos para Gryffindor, pero Sirius no estaba animado.

Los partidos de Quidditch generalmente ocupaban la mayor parte del día, desde el desayuno bien
temprano en la mañana mientras escuchaban las charlas de ánimo de James, hasta la inevitable fiesta
posterior en la sala común. Sirius se quedó despierto hasta tarde, así que nadie notó que no se iban a la
cama juntos.

Para el lunes, estaban en términos un poco más civiles, o al menos, ninguno de ellos quería que
ninguno de sus amigos supiera que habían estado peleando. Remus se sumergió en su revisión para los
EXTASIS: si no estaba solo en la biblioteca, se encontraba alargando sus sesiones de estudio grupal para
que duraran una hora más de lo habitual, cada noche. Era la semana de la luna llena y estaba
completamente exhausto, pero al menos eso le facilitó conciliar el sueño.

Y también tenía que evitar a Marlene, por supuesto. Deliberadamente se saltó cada una de las
clases de curación los martes por la noche de Madame Pomfrey, por si acaso el tema de los hombres lobo
asomaba de nuevo su fea cabeza. Marlene era el tipo de chica que descarrilaría toda una lección si pensara
que se está cometiendo una injusticia en alguna parte.

Para sorpresa de Remus, Gilderoy Lockhart, el sarcástico comentarista de Ravenclaw, hizo una
aparición especial en su grupo de revisión de los miércoles. Lockhart era de sexto año, y hasta ahora no
había cruzado mucho el radar de los merodeadores. Era un poco acampanado y molesto, propenso a reírse
demasiado fuerte en el comedor, pero eso era todo lo que Remus sabía de él.

Se acercó sigilosamente a Remus, con el cabello lleno de ridículos rizos rubios. También apestaba
a loción para después del afeitado.

— Me encanta esta idea — dijo efusivamente — ¡Ayudar a otros estudiantes a alcanzar sus logros,
realmente genial!

— Er, sí, supongo. — Remus respondió, revolviendo sus papeles.

— Pensé en echarte una mano — Lockhart sonrió abiertamente — Yo mismo soy más bien un
genio, ya sabes. Encantamientos, Transformaciones, Pociones, lo que sea.

— Um. Genial. Gracias. — Remus asintió — Les dije a los de tercer año que veríamos la
legislación anti-Gigante hoy, pero puedes hablar sobre eso con Chris. — Se alejó rápidamente, dejando a
Christopher para que se ocupara de ello.

551
Ese miércoles también tenían la segunda reunión oficial de la cooperativa de planificación de
bromas, por lo que Remus y Chris se quedaron en el aula de Encantamientos después del grupo de estudio.
Chris tenía una expresión vagamente aturdida mientras se apoyaban en el escritorio de Flitwick,
esperando.

— Lo siento — ofreció Remus, encendiendo un cigarrillo mientras Lockhart se marchaba. — No


sé cómo tratar con él.

— Oh, está bien, él está en la mitad de mis clases, así que estoy acostumbrado. — Chris
respondió, todavía luciendo un poco perturbado.

— ¿Qué quería?

— Me tomó un poco darme cuenta — Christopher frunció el ceño — No dejaba de decirme lo


bueno que es en todo... pero creo que quería ayuda con Encantamientos.

Remus resopló con desdén.

La sesión de planificación de la broma fue más corta que la semana anterior; resultó que nadie
había tenido ideas decentes todavía. Unos de cuarto año de Ravenclaw habían descubierto algunas
maldiciones francamente aterradoras que todos estaban ansiosos por compartir, pero Lily intervino,
reiterando la regla de que nadie debería resultar herido.

Se separaron de nuevo para el viaje de regreso a sus salas comunes, y Remus se enfrentó a una
elección entre Marlene y Yaz o Sirius y Mary. Al final, decidió que era mejor ir con el diablo que ya
conocía, en lugar de ir por un infierno a conocer, y eligió a Sirius y Mary. Ella fue la que habló la mayor
parte del tiempo, lo cual fue un alivio, y el único momento incómodo fue cuando los chicos estuvieron
juntos en la habitación.

Remus se acercó a su propia cama y apartó el edredón.

— ¿Vas a dormir allí, entonces? — Preguntó Sirius, de la nada. Remus frunció el ceño,
volviéndose para mirarlo. No pensaba que eso era algo a debatir, apenas se hablaban, ¿Por qué diablos
dormirían juntos? ¡¿Y por qué demonios Sirius quería llamar la atención frente a los demás?!

— Sí. — Él asintió con la cabeza, volviéndose hacia atrás — Luna llena mañana. Pensé que todos
deberíamos dormir lo más posible.

— Sí, cierto. — Sirius respondió. Remus se subió y corrió las cortinas sin decir una palabra más.

— ¿Todo está bien? — James susurró, muy fuerte. Sirius gruñó en respuesta, y eso fue todo.

***

Jueves 23 de Febrero de 1978

552
Remus estuvo más nervioso que de costumbre el día de la luna llena. De todos modos había
dormido mal, pensando en los McKinnon y en Sirius y preguntándose cómo iba a hacer para arreglar
alguna de las dos cosas.

En el desayuno, notó que Marlene también había tenido una noche difícil. Sus ojos estaban
enrojecidos y su cabello estaba más desordenado que de costumbre. Yaz y Mary se sentaron a ambos
lados de ella, compitiendo por ser quien más la consolara.

— No puedo dejar de pensar en él — Marlene negó con la cabeza, mirando fijamente su tazón de
cereales. — He leído tantos libros y relatos, y todos dicen que duele mucho...

Remus dejó de comer su propio desayuno y tomó un sorbo de té, tratando de ocultar su angustia.

— Yo también he leído eso — dijo Sirius — pero estoy seguro de que mientras Danny pida la
ayuda que necesita, estará bien.

Remus trató de ignorar esto, hirviendo silenciosamente bajo su cuello.

— Mamá tuvo que llevarlo al ministerio. — Marlene continuó, miserable: — Al parecer, tienen
celdas allí. Preguntamos si habrían sanadores presentes, pero nadie me puede decir nada.

— Estoy segura de que está en el mejor lugar. — Yaz le apretó el brazo, suavemente.

Nadie estuvo de acuerdo con ella. Mary frunció los labios.

— ¡No se merece esto! — Marlene rompió a llorar: — ¡No merece estar encerrado solo! Es mi
hermano, mi querido hermano, no un... un animal.

La náusea por la culpa amenazó con abrumar a Remus, y se fue tan pronto como pudo. El resto del
día apenas pudo concentrarse en sus lecciones. Por perverso que fuera, desde que los merodeadores se
habían convertido en animagos, había esperado con ansias las lunas llenas en Hogwarts. Había pasado un
tiempo desde que temía tanto a una como esta.

Cuando llegó a la oficina de Madame Pomfrey por la noche, la encontró frunciendo el ceño a
través de un montón de cartas. Nunca antes la había visto haciendo papeleo.

— Oh, hola querido — le sonrió, cansada — ¿Nos vamos?

Él asintió con la cabeza y esperó pacientemente a que ella se pusiera la capa. Ella lo vio mirando
las cartas. — Son de ex alumnos, en su mayoría. — explicó — Aquellos que se vieron afectados por los
ataques. Algunos de ellos tienen familiares que se enfrentan a su primera luna llena, y querían saber si sé
algo útil.

— Oh.

— He podido transmitir un poco sobre el cuidado posterior, pero tú y yo sabemos la poca


información real que hay. — continuó, mientras se marchaban. Remus permaneció mudo. — Casi todos
los días he tenido aquí a la pobre señorita McKinnon. Ella es amiga tuya, ¿No es así?

553
— Sí. — La voz de Remus se quebró levemente. Madame Pomfrey le dio unas palmaditas en el
brazo, suavemente.

— Debe ser muy difícil para ti, cariño.

— Está bien.

— Sabes que siempre puedes hablar conmigo, si es necesario.

— Gracias. — Podía escuchar la voz de Sirius en la parte posterior de su cabeza, burlándose de él,
te lo dije...

Pero Sirius estaba equivocado. El dolor físico era el menor de los problemas de Remus, y algo que
estaba dispuesto a soportar, si era necesario. Le recordaba lo que le debía a la vida.

A pesar de su aprensión, la luna llena fue un alivio. Remus ni siquiera gritó por el dolor de la
transformación, simplemente dejó que lo consumiera. A pesar de la vergüenza que le daba, era bueno
convertirse en otra cosa durante unas horas; ceder el control. El lobo todavía estaba en buenos términos
con Padfoot, al menos, y pudieron jugar, correr y cazar sin que ningún problema humano se interpusiera
en su camino.

Pero no duró mucho.

***

Viernes 24 de Febrero de 1978

La rutina ya era estándar. Remus se transformaba de nuevo, los demás comprobaban si estaba
bien, luego se iban, Madame Pomfrey venía a buscarlo, pasaba la mañana bajo la influencia de una poción
para dormir, se despertaba a tiempo para almorzar y luego regresabq a su propia cama por la tarde.

Recientemente, Sirius se encargó de ir a recogerlo a la enfermería, si su horario lo permitía. (Y, en


realidad, incluso cuando su horario no se lo permitía, Sirius tomaba cualquier excusa para irse.) Por
supuesto, dada la forma en que Remus había estado actuando, no esperaba que Sirius fuera ese día.

Pero Sirius siempre estuvo lleno de sorpresas.

— Te traje una rana. — dijo, esperando pacientemente a que Remus terminara de atarse los
cordones. Le entregó una caja de ranas de chocolate, que Remus aceptó. Su temperamento se había
enfriado bastante; tal vez todo lo que necesitaba era un buen sueño.

— Gracias.

— ¿Podemos estar bien, de nuevo? — Preguntó Sirius, sonando genuinamente arrepentido. —


¿Podemos los dos admitir que dijimos algunas cosas estúpidas, pero que ya pasó?

Remus lo miró por un largo rato, haciéndolo esperar un poco. Luego sonrió.

554
— Sí, vámonos pues.

Caminaron de regreso a la torre bastante felices, aunque Remus se estaba esforzando un poco más
de lo normal, tratando de no cojear o mostrar ningún rastro de incomodidad.

— ¿Marlene está bien? — Preguntó Remus, mientras se acercaban a la sala común.

— Sí, eso creo — asintió Sirius — Recibió una carta de su madre esta mañana, diciendo que
Danny está bien. Lloró un poco, pero ahora está menos triste.

— Bien. Eso es bueno.

Pasaron por el agujero del retrato y atravesaron la sala común.

— Creo que me iré directamente a la cama un rato — dijo Remus, dirigiéndose al dormitorio. —
¿Si eso está bien?

— ¡Por supuesto! — Sirius asintió, demasiado educado, mientras subían otro tramo de escaleras.
Remus estaba luchando seriamente ahora, pero estaría condenado si dejaba que Sirius lo viera.

— ¿Estás cansado? — Preguntó Remus.

— No — dijo Sirius — Dormí toda la mañana. Peter también.

— Oh, bien. — Remus finalmente llegó a su cama y se sentó. Sin siquiera pensarlo, su mano se
dirigió a su cadera, para frotarla. Se detuvo tan pronto como se dio cuenta, pero los ojos de Sirius se
enfocaron en él de inmediato. Miró a Remus a los ojos con reproche.

— ¿Hablaste con Madame Pomfrey?

— Tuvimos una charla encantadora, gracias. — Remus se puso rígido, poniéndose en modo
defensivo — Sobre todos sus pobres ex-alumnos que tuvieron que transformarse por primera vez anoche.
Fue muy alegre.

Sirius gruñó.

— ¿Le hablaste sobre tu cadera?

— No. — Remus resopló, acostándose.

— ¡Remus, deja de ser tan terco! ¡La ves todas las semanas! Sólo díselo, quiero decir, si quieres
puedo decírselo yo.

— ¡Jesucristo, no otra vez! ¡Déjame en paz! — Remus se sentó de nuevo.

— ¡No! — Sirius replicó, con la misma crueldad — No entiendo por qué no le dices sobre eso,
estoy seguro de que ella podría ayudar.

555
— Oh, Dios mío, ¿Por qué no puedes dejarlo? Dije que no quiero molestarla con tonterías como
esta. ¡Estás haciendo un gran alboroto por nada! — Remus estaba de pie ahora, el lobo dentro de él quería
un terreno más alto; afirmando el dominio.

— ¡Solo estás evitando tus problemas otra vez! — Sirius se enfureció — ¡Siempre haces esto y es
muy agotador! Crees que estás siendo tan maduro, ¿Verdad? Manteniendo todo reprimido. ¡Es estúpido!
Solo te estás convirtiendo en un mártir, es como si quisieras ser miserable.

— ¡Oh, vete a la mierda, Black! Remus gritó en respuesta. — Es fácil para tí intentarlo, ¿No?
¡¿Por qué siempre tenemos que hablar de mi vida de mierda?! ¿Hm? ¡Señor 'cuénteme un maldito secreto'!

Sirius parpadeó, sorprendido y Remus se sintió eufórico; ahora tenía algo. Tenía a Sirius en sus
mandíbulas, y no lo soltaría hasta que probara su sangre. — ¡¿Qué hay de tí, Sirius?! ¿Cómo es que nunca
hablamos sobre tu jodida familia, sobre tu hermano mortífago y sobre todos tus locos primos? ¿Por qué no
hablamos sobre tu dolor y sobre tus cicatrices por un rato? Para que veas cómo se siente.

— Remus, ¡Maldita sea...!

— ¡No! ¡Ya sé! ¿Por qué no hablamos sobre tu madre? — Remus fue directo a matar, y fue más
efectivo de lo que esperaba. Sirius cambió por completo; su expresión se congeló, su postura se tensó,
como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.

Remus casi deseó haberlo golpeado, porque entonces al menos así Sirius podría golpearlo
también, y podrían tener una pelea justa, y eso sería todo. Pero eso no había sido justo y no podía
retractarse.

Sirius le dio una mirada de total dolor y conmoción, antes de convertirse rápidamente en ira.

— Vete a la mierda, Lupin. — Escupió, saliendo furioso.

— ¡Sí, lárgate, pues! — Remus gritó cuando la puerta se cerró de golpe.

Respiraba con dificultad y su rostro estaba muy caliente. Deseaba que Sirius volviera y le gritara
un poco más, para poder gritarle, pero se conformó con fumar todo lo que pudo y con la música de Sex
Pistols. Se podían ir todos a la mierda.

Sirius no regresó y Remus no sabía dónde estaba el mapa, por lo que no pudo buscarlo.

Finalmente, la puerta del dormitorio se abrió de nuevo, y Lily y James entraron, muy juntos y
susurrando felices:

— ¡Oh, hola Moony! — James se detuvo cuando vio a Remus meditando junto a la ventana. Se
veía un poco avergonzado — Lo siento, pensamos que todavía estarías en la enfermería.

— No. Ella me deja irme después del almuerzo, normalmente. — Remus respondió, monótono. Se
levantó — Me apartaré de tu camino.

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— ¡No, no, Remus, no lo hagas! — Lily dijo, nerviosa: — Acabamos de subir aquí para estar en
silencio.

— ¿En serio? — Remus arqueó una ceja con sarcasmo, y Lily y James se sonrojaron, mirando
hacia otro lado.

— ¿Dónde está Padfoot? — James se acercó a sentarse en su cama.

— No lo sé.

— ¿Qué?

— No lo sé. Y no me importa. — Remus sacó otro cigarrillo de su caja de cerillas y lo encendió


con la punta del último.

— ¿Están... peleados?

— Mira, no te metas, Potter. — Remus gruñó.

James retrocedió y miró a Lily, quien se encogió de hombros.

En ese mismo momento, como si hubiera sido convocada solo para romper la tensión, una lechuza
voló por la ventana abierta, sorprendiendo a los tres. Era de los Potter, y James recuperó dos cartas atadas
a su pierna. Bajó la mirada hacia una y se la tendió a Remus.

— Es para ti, Moony.

Chasqueando la lengua con irritación, Remus se levantó del alféizar y fue a arrebatársela de su
mano extendida a James. La abrió, hojeando la breve nota de la Sra. Potter, quien tan amablemente había
estado reenviando toda su correspondencia.

Esperaba otra postal de Grant, pero era un sobre perfectamente doblado. No reconoció la prolija
letra en tinta azul, pero tenía un sello muggle.

Miró la dirección del remitente, escrita en letra pequeña en la parte posterior.

Si no se ha entregado, devolver a:

Sra. Hope Jenkins, Sparrow Ward, Cardiff City Hospital, Cardiff.

(Song: Substitute - The Who)

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138
Hope
They fuck you up, your mum and dad.
They may not mean to, but they do.
They fill you with the faults they had
And add some extra, just for you.

But they were fucked up in their turn


By fools in old-style hats and coats,
Who half the time were soppy-stern
And half at one another’s throats.

Man hands on misery to man.


It deepens like a coastal shelf.
Get out as early as you can,
And don’t have any kids yourself.

Sra. Hope Jenkins.

Remus se atragantó con su cigarrillo, luego lo dejó caer, haciendo un agujero en sus pantalones.
Aullando de dolor, se levantó de un salto y se palmeó salvajemente la zona caliente del muslo.

— ¡Remus! — Lily lo miró, alarmada — ¿Estás bien?

— Sí, sí... — Cogió el cigarrillo y lo tiró por la ventana. Arrugó el pequeño sobre que tenía en la
otra mano. Se metió el papel arrugado en el bolsillo. — Solo... necesito ir a el baño.

Se apresuró a entrar en el pequeño baño. Cerró la puerta de golpe, tratando de regular un poco su
respiración. Ok. Está bien. Debería haber esperado esto. Él había sido quien le había escrito a ella, después
de todo.

Remus sacó la carta de su bolsillo y la alisó. No podría haberla abierto frente a Lily y James; la
carta podría decir cualquier cosa, y él no estaba preparado. Se mordió el labio. Quería desesperadamente
otro cigarrillo, pero acababa de tirar el último que tenía por la ventana. Típico.

Abrió el sobre lentamente, con cuidado de no romperlo, como si eso pudiera significar algo. El
papel era fino como un pañuelo y lo desdobló con cuidado. La tipografía era más reconocible ahora. Lo
sabía por la carta original, escrita hace tantos años, excepto que ahora era más larguirucha; notablemente
torcida, como si la mano hubiera estado temblando.

558
"Querido Remus,

Lamento haber tardado tanto en responderte. Me temo que no me he sentido bien y no he estado
en casa para recibir el correo.

Estoy tan feliz de saber de ti. Lamento no poder escribir algo más, querido, pero me encantaría
saber cómo te está yendo. Vuelve a escribirme en la siguiente dirección.

Con amor, mamá."

Las propias manos de Remus estaban temblando ahora. 'Con amor, mamá'. ¡¿Qué diablos
significaba eso?!

Sintió que la rabia se apoderaba de él, lista para tragarlo entero. La disputa con Sirius se convirtió
en insignificante; ahora estaba realmente furioso. Era una ira que había permanecido dormida durante
mucho tiempo, pero siempre había estado allí, en el centro de él. Una ira que no tenía dirección, u otro
propósito más que el llenarlo de una manía desquiciada. Quizás Greyback había causado eso. Quizás el
abandono de Hope lo había hecho. Ahora mismo le importaba una mierda.

Incapaz de controlarse, pateó la puerta del baño. Le dio una patada tan fuerte que astilló la
madera, rajándola.

— Mierda. — Él murmuró. — Ay. — Esperaba no haberse roto un dedo del pie.

— ¡Oh, Dios mío! ¿Remus? — La voz de Lily cantó de nuevo.

— Perdón. — Dijo, casi por instinto, mientras soltaba el pie de la puerta. La abrió.

James estaba de pie allí mismo, con los ojos muy abiertos, Lily detrás de él, como si la estuviera
protegiendo de Remus.

— ¡¿Qué mierda te pasa?! — James dijo, su voz dura. — Mira, si estás teniendo una pelea con
Padfoot, entonces resuélvelo con él, ¡Pero no empieces a destrozar nuestra habitación!

— Perdón. — Remus dijo de nuevo, sintiéndose como un niño pequeño. James nunca lo había
regañado antes; fue más aterrador de lo que esperaba.

— ¿Remus? — Lily empujó a su novio a un lado, impaciente — ¿Qué te pasa?

Sacudió la cabeza, mirando la carta en sus manos. Sus hombros se hundieron. Aún respiraba
demasiado fuerte para poder hablar. Se la entregó a ella.

Lily lo miró con curiosidad, pero le quitó el papel. Mientras lo leía, sus ojos se agrandaron y su
boca se abrió. James lo leyó por encima de su hombro, y pronto sus expresiones coincidieron. Remus
parecía no poder controlar su respiración; no estaba muy seguro de lo que estaba pasando. Su pecho se
puso muy apretado, como si todo el aire hubiera sido aspirado fuera de la habitación. De repente se sintió
muy caliente y muy mareado, y estaba viendo estrellas.

559
Tropezó, agarrándose al marco de la puerta, sosteniéndose como si de eso dependiera su vida.

— ¡¿Remus?! — La voz de Lily le llegó en un eco, como si estuviera en el fondo de un pozo


profundo. Sus suaves manos estaban sobre sus hombros ahora y lo guió hacia el suelo, lo cual fue algo
bueno, porque sus piernas habían decidido rendirse. Ella comenzó a frotarle la espalda lentamente, y a
hablarle con mucha calma — Respira profundo, Remus, ¿Me escuchas? Inhala por la boca, exhala por la
nariz, ¿De acuerdo? Conmigo; Uno, dos, tres…

No sabía qué tipo de magia era esa, pero comenzó a funcionar, y después de diez respiraciones
profundas comenzó a sentirse normal nuevamente. Su visión se aclaró, miró hacia arriba. Lily estaba
sentada a su lado en el polvoriento suelo del dormitorio. James estaba de pie junto a ellos, luciendo
preocupado. Tenía la carta.

— Gracias — dijo Remus, todavía sin aliento — Lo siento, no sé qué me pasó allí.

— A mi hermana le pasan cosas como esa todo el tiempo, cuando se pone ansiosa. — explicó
Lily. — ¿Tienes algo dulce? Normalmente come una galleta después de que lo peor ya ha pasado.

— Um... sí. — Remus buscó en su bolsillo la rana de chocolate que Sirius le había dado antes. La
desenvolvió y le cortó la cabeza rápidamente. Su boca se llenó de una rica dulzura y realmente se sintió
mucho mejor.

Trató de levantarse y James de inmediato le ofreció un brazo firme para ayudar.

— Perdón por como te trate, Moony — dijo, todavía sonando muy preocupado — fui un completo
idiota.

— No, no debí haber roto la puerta... — respondió Remus, cepillándose los pantalones con
cuidado y caminando hacia su cama para sentarse.

— Oh, eso no es nada — Lily se levantó y sacó su varita — Reparo. ¿Ves?

— ¿Me pueden devolver la carta? — Remus preguntó débilmente.

— ¡Sí, lo siento! — James se apresuró a devolvérselo. Remus la volvió a leer. Se le encogió el


estómago, pero no volvió a marearse. 'Con amor, mamá.' — No sabía que le habías enviado una carta. —
Dijo James. — No sabía que supiera dónde estaba.

— Tus padres me ayudaron. — Remus dijo, todavía releyendo. — Solo le dije a Sirius sobre eso.

— Oh, cariño — Lily se acercó a él y le apretó la mano. — ¿Vas a responderle?

Remus miró hacia arriba, viendo al frente. Tomó una decisión.

— No. Voy a verla.

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— ¡Oh! — Lily chilló — Sí, por supuesto... eh... apuesto a que McGonagall te ayudará a organizar
una cita para el fin de semana, tal vez...

— No. — Remus negó con la cabeza — Me voy ahora mismo.

— ¡¿Qué?! — Dijo James.

— He esperado lo suficiente. — Dijo Remus. — Tengo la dirección. Me voy.

— Remus, ¿No prefieres pensarlo...? — comenzó Lily.

— No. — Remus dijo, apartando su mano de ella.

Su mano rozó la quemadura del cigarrillo en su pierna. Carajo. ¿Dónde iba a conseguir otro par?
Lo mejor que podía hacer era intentar un hechizo de reparación una vez que se haya calmado un poco. Se
levantó y fue a su baúl para buscar unos pantalones limpios. No podía conocer a su madre con quemaduras
de cigarrillo en la ropa, ¿verdad?

— Nada de pensar. — Le dijo a Lily. — Está en un hospital, Dios sabe por qué, pero puede que no
tenga mucho tiempo.

Se desnudó sin siquiera pensarlo. Lily miró hacia otro lado, rápidamente, sonrojada, pero no le
importó. — Prongs — dijo — ¿Me prestas tu capa?

— Por supuesto. — James asintió sin vacilar.

— Gracias. Voy a tratar de aparecerme en Honeyduke's, supongo. No debería pasar fuera toda la
noche, creo que estaré de regreso antes del toque de queda, si puedo.

— Es un buen plan. — James asintió.

— ¡¿Cómo vas a llegar a Honeyduke's?! — Preguntó Lily, luciendo muy confundida. Remus miró
a James con curiosidad. El otro chico soltó una risa tímida y se subió las gafas por la nariz.

— Er... hay una especie de pasaje secreto...

Menos de media hora después, y ya habían pasado por la estatua de la bruja jorobada. Estaban a
punto de comenzar el viaje a Hogsmeade. Se habían vestido apresuradamente con ropa muggle, algo que
Lily había sugerido casi en el último minuto. James había querido decírselo a Sirius y Peter, pero Remus
se negó. Peter no podía aparecerse de todos modos, y Remus no tenía espacio para Sirius en su cabeza
ahora mismo. Afortunadamente, James respetó este razonamiento.

— ¡¿Cuántos secretos más tienen?! — Lily susurró, mirando a su alrededor mientras avanzaban
por el oscuro túnel.

— ¿Ella sabe sobre el mapa? — Remus preguntó, inocentemente.

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— ¡¿Qué mapa?! ¡Potter! ¿¿Qué mapa??

Realmente no estaban peleando. Era solo parte de la diversión, para Lily y James, todas sus
discusiones lo eran. Habían pasado tantos años haciéndolo que no sabían cómo parar. A Remus le gustaba.
Mantenía su mente alejada de todo lo demás.

Porque, ahora, se había calmado, y los pensamientos racionales comenzaron a aparecer. ¿A dónde
vas? ¿Por qué crees que quiere verte después de todos estos años? Serás atrapado fuera de los límites de la
escuela y serás expulsado, y arrastrarás a Lily y James contigo.

Y Sirius. Quería más que nada tener a Sirius cerca, si tan solo no estuvieran peleados. Quizás
había causado todo esto él mismo, mencionando así a la madre de Sirius. Oh Dios, ¿Y si Hope era como
Walburga?

Pero siguió adelante, porque había llegado tan lejos ya. Muy pronto llegaron a el sótano de
Honeyduke's y todos memorizaron la dirección del hospital, preparándose para aparecer ahí.

Esa parte fue fácil. Remus estaba tan lleno de emociones y adrenalina que apenas tuvo que girar la
cabeza cuando entonces comenzó a zumbar por el espacio, siguiendo la corriente de magia hacia Cardiff.
Lily y James aterrizaron momentos después, tomados de la mano.

— Esto es Gales, entonces — dijo Lily, mirando a la tranquila calle de la ciudad en la que se
encontraban. — Nunca he estado aquí antes.

— Yo tampoco. — James y Remus respondieron al unísono.

— Busquemos el hospital, vamos. — sonrió. Dejó caer la mano de James y tomó la de Remus en
su lugar, medio guiándolo hasta el final del camino.

Habían pasado sólo por una calle o dos. El edificio principal estaba adornado, de ladrillo rojo y
viejo, el resto era de un color de hormigón gris de los años 60. Tenía esa fría atmósfera institucional que a
Remus le recordaba demasiado a St. Edmund.

— ¡Bien! — Dijo Lily, alegremente, frente a un gran mapa del edificio, debajo de un cartel que
apuntaba en varias direcciones. — Está en la sala de terapia, ¿No?... así que está... por allí.

Ella partió de nuevo, y Remus estaba tan, tan contento de que ella estuviera allí, porque todo en él
le decía que huyera y nunca mirara atrás. La sala estaba en uno de los bloques de hormigón. Se detuvieron
justo afuera.

— Um… ¿Lily? ¿James? — Dijo Remus, reteniéndolos. — ¿Les molesta… no venir conmigo?
Yo solo... quiero ir solo. Perdón.

— Por supuesto. — Dijo Lily, palmeando su hombro. — Esperaremos aquí, ¿verdad James?

— Claro. — James asintió con cuidado — Moony, ¿Estás seguro de que no quieres que busque
a...

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— Él no vendrá. — Remus dijo, con absoluta certeza. — Tienes razón, estamos peleados. Fui
horrible con él, dije algunas cosas realmente espantosas. Está enojado y tiene derecho a estarlo.

— Sí, pero aún así...

— Está bien, Prongs. — Remus le aseguró — Estoy bien. Ok, voy a entrar ahora.

— ¡Buena suerte! — Lily sonrió. Asintió con tristeza y se acercó a las puertas giratorias.

Dentro del hospital habían carteles que apuntaban en todo tipo de direcciones, y Remus tuvo que
retroceder tres veces porque se la pasaba yendo el lugar incorrecto o porque terminaba tomando el
ascensor equivocado a alguna parte. Era un lugar espantoso; apestaba a enfermedad, orina y desinfectante
que enmascaraba el aroma de la sangre y la muerte. Los nervios de Remus se debilitaban a cada minutos.

Finalmente, pasó a través de un juego de puertas dobles con la palabra 'Terapia' impresa
cuidadosamente en azul y blanco. Conducía a un pasillo más tranquilo, con una estación de enfermería al
final y muchas habitaciones luminosas y abiertas con ordenadas filas de personas acostadas en camas.

Remus se acercó a la estación de enfermería, tratando de ver los nombres de los pacientes que
estaban en la pared de atrás.

— ¿A quién estás buscando, amor? — Le preguntó una enfermera regordeta con una sonrisa
agradable.

— Um. Hope Jenkins… — murmuró Remus.

— ¡Ah! Pariente, ¿verdad?

— Sí. Soy su hijo.

— ¡Oh, ella estará tan contenta! Se la pasa hablando de sus hijos todo el tiempo, la linda de Hope.
Solo sígueme, querido.

No tuvo tiempo de sorprenderse por esta última revelación de que su madre tenía 'hijos', en plural.
Sin palabras, Remus siguió a la enfermera por el chirriante corredor de linóleo verde, hasta una sala con
seis u ocho camas. Ella lo condujo hasta la ventana del fondo, donde entraba luz. — ¡Hope, amor mío,
tienes una visita! Tu chico ha venido a verte, ¿No es eso lindo?

La enfermera lo hizo pasar y él se paró a los pies de la cama, impotente. La mujer que yacía en la
cama parecía como si hubiera estado dormitando, aunque estaba apoyada en una posición medio sentada.
Ahora estaba parpadeando, desorientada, y frunció el ceño ligeramente a la enfermera.

— ¿Quién? — Habló en voz baja y ronca, todavía confundida hasta que sus ojos oscuros se
posaron en Remus. Sus cejas pálidas se alzaron. — Oh. — Ella dijo.

— Hola. — Saludó, sintiéndose estúpido.

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— Les daré un poco de privacidad — dijo la enfermera ahora, corriendo las pálidas cortinas del
hospital alrededor de la cama — ¿Quieren que les traiga una taza de té?

— No, gracias. — Ambos respondieron, todavía mirándose el uno al otro.

Era muy pequeña y muy frágil. Esquelética, incluso; sus huesos y tendones se mostraban a través
de su piel. Parecía mucho mayor de lo que Remus había imaginado; pero quizás eso era solo por su
enfermedad. Su rostro estaba hundido y tenía una característica morbosa, parecida a una calavera. Recordó
lo hermosa que se veía en la fotografía que tenía, y lo hermosa que podría ser todavía, si se encontrara
bien.

Más alerta ahora, sus ojos negros y llorosos lo miraron con un brillo casi codicioso; como si
estuviera absorbiendo cada centímetro de su desgarbado cuerpo. Se quedó quieto y la dejó.

— Oh — susurró con voz ronca. Sus ojos se llenaron de lagrimas. — Oh, te pareces a él.

Entonces esta era su madre. La miró y no sintió nada en absoluto.

Se aclaró la garganta.

— Recibí tu carta. — No sabía qué más decir. Deseó no haber ido en absoluto.

— No tenías que venir. — Ella respondió en voz baja. — No me atreví a pedírtelo. Pero yo quería
verte. He querido verte... durante años. — Cerró los ojos y las lágrimas corrieron por su delgado rostro.

Se mordió la lengua. Todo tipo de cosas repugnantes y desagradables hervían en su garganta,


queriendo ser dichas. Pero, ¿De qué le servía? Claramente estaba muriendo, podía olerlo en ella. Sus
palabras de ira no harían ninguna diferencia. Ella habló de nuevo. — ¿Estás en Hogwarts?

— Sí — asintió. — Es mi último año.

— Estaría tan complacido. Lyall. Tu padre.

Silencio de nuevo. Remus no quería mirarla por mucho tiempo. Se veía tan triste, tan débil y
enferma. — ¿Hay algo que quieras preguntarme?

Remus se encogió de hombros. Esto era más horrible de lo que podría haber imaginado. Ella se rió
suavemente

— No herirás mis sentimientos, lo sabes. Esta podría ser tu única oportunidad.

Ella tragó, mientras él todavía permanecía callado. — Está bien entonces, solo te lo diré. Lamento
lo que hice. No estoy orgullosa. Amaba a tu padre más que... bueno, lo amaba con todo mi corazón. Él era
todo para mí, desearía que lo hubieras conocido. Cuando te lastimaron y él murió… simplemente no sabía
qué hacer. Era tan joven, estaba sola. No había visto a mi propia familia en años y ni siquiera conocía a
nuestros vecinos porque Lyall dijo que teníamos que mantener las cosas en secreto.

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Ella era galesa, reconociendo ahora su acento. La forma en que pronunciaba el nombre de su
padre en dos suaves sílabas: Ly-all. Se sintió estúpido por no darse cuenta, siendo que estaba en Cardiff,
pero aún así. Nadie le había dicho nunca que ella era galesa. Supuso que no era información pertinente
para nadie más que para él.

— Mira — dijo — está bien, no tienes que darme explicaciones.

— He pensado en ti — dijo desesperada — todos los días. Mi niño, mi pobre niño.

— No. — Dijo, sintiéndose incómodo, incluso asustado. — Está bien, por favor no...

Se sentó en la silla de hospital de respaldo rígido junto a ella. No la alcanzó ni le tomó la mano,
eso se sentía como demasiado.

— Pensé que era lo mejor — lloró, las lágrimas cayeron en la almohada en la que estaba acostada
— no podría haberte cuidado, eras tan fuerte, incluso cuando si eras tan solo un pequeño. Tuve que
encerrarte, estabas tan asustado y llorabas por mí y yo no podía entrar...

Sintió como si un pesado bloque de hielo se hubiera asentado en la boca de su estómago. Solo
quería que ella dejara de hablar, no quería escuchar esto.

— Hiciste lo correcto. — Él dijo: — Lo hiciste. Hiciste todo lo que pudiste, nunca te culpé.

Eso era cierto. Había culpado a su padre una y otra vez en su cabeza, odiandolo ferozmente
durante años. Pero de alguna manera había sentido más simpatía por su madre, una muggle que quedó a la
deriva luego de la muerte de Lyall, justo como él.

— ¿Todavía... sigues siendo...? — Preguntó ella con los ojos muy abiertos. Eran del mismo
marrón verdoso que el suyo. El asintió.

— No es tan malo — mintió — Hay gente que me ayuda. Es más seguro.

Ella pareció aliviada, lo que lo hizo feliz.

— ¿Y qué tal la escuela? ¡Apuesto a que eres tan inteligente como tu padre!

— Me gusta la escuela — dijo — me va bastante bien. — No estaba seguro de qué más decir al
respecto — Además, tengo su varita. La de Lyall.

Ella sonrió, un color blanco como el papel se extendió sobre su hueco rostro, haciéndola ver como
una calavera.

— ¿Y tú… tienes a alguien? ¿En tu vida, cuidándote?

— Yo... — Pensó en Lily y James, Peter y Grant, Madame Pomfrey, Mary y Marlene, e incluso la
profesora McGonagall. Y en Sirius. — Sí, así es. Tengo amigos.

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Echó un vistazo al tocadiscos en su mesita de noche y al pequeño montón de discos en la silla. Los
Beatles, Cliff Richard, The Kinks. — ¿Son estos tuyos? — Preguntó, genuinamente curioso por primera
vez.

— Oh, sí — asintió con la cabeza — Me gusta bailar a veces. Me encanta, realmente. Lyall
siempre fue el lector entre los dos, mientras yo era feliz con tan solo una linda canción de pop. Él solía
burlarse de mí por eso.

Su acento era encantador, dulce y amistoso de arriba abajo. Se alegraba de que ella no fuera
elegante; esperaba que él no sonara demasiado común para ella.

— A mí también me gusta la música. — Dijo en voz baja. No se atrevió a levantar la voz, pero a
ella no le importó. — David Bowie, sobre todo.

— Seguro lo sacaste de mí. — dijo ella, adormilada, sin dejar de sonreír. — Mi pequeño niño
saltarín. Solías ponerte en la alfombra mientras hacía las tareas del hogar, y yo ponía mis discos y tú
saltabas de arriba a abajo y te retorcías como si estuvieras bailando. 'Love Me Do' fue la canción que
estaba en la radio cuando diste tus primeros pasos.

Ella se había puesto a llorar, luego de decir todo eso, sus ojos se habían llenado de lágrimas.

— Creo que lo recuerdo — dijo rápidamente. Era una mentira, pero la haría feliz. No quería que
ella estuviera tan triste, no por él. Sin pensarlo, extendió la mano y tomó la suya, suavemente, como si
fuera a romperse. Era una mano muy pequeña, ella era una mujer muy pequeña. — Me encantan los
Beatles — dijo — Desde siempre.

Ella sonrió. Incluso a través de las mejillas hundidas y los ojos oscuros de su enfermedad, tenía
una hermosa sonrisa. Hope apretó la mano de su hijo y le sonrió, y se sintieron cómodos así durante
bastante tiempo. Remus sintió un movimiento de algo hacia ella, algo cálido, antiguo y familiar.

Finalmente, se ofreció a ponerle música.

— Oh, el reproductor está roto. — Ella respondió.

— ¿Oh si? Déjame ver… — Remus buscó a tientas en su bolsillo su varita y le dio un toque a la
caja de madera negra. Lo hizo sin soltar su mano y ella hizo un pequeño sonido de alegría y orgullo al
verlo usar magia.

El disco empezó a girar y el sonido que salió fue claro y encantador. Era un récord de la
Convención de Fairport; Remus nunca había escuchado mucho de ellos antes; demasiados hippies para él.
Pero sonrió cuando la voz alondra de Sandy Denny comenzó a llenar la habitación. Entonces los escuchó.

Across the evening sky, all the birds are leaving


But how can they know it's time for them to go?
Before the winter fire, I will still be dreaming.
I have no thought of time.
For who knows where the time goes?
Who knows where the time goes?

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Ambos se sentaron a escuchar la música en silencio, y Remus vio que tal vez él había sacado algo
de su timidez de ella. Ella no mantenía el contacto visual por mucho tiempo y nunca lo presionó para que
hablara. Remus tenía la sensación de que podían sentarse en silencio, felices, durante horas y entenderse
tan bien como si no hubieran hecho nada más que hablar.

Al poco rato, la enfermera regresó. Ya había pasado la hora de visitas, dijo, y la Matrona estaba
metida. Remus no quería irse y Hope no quería que él se fuera.

— ¿Vas a regresar? — Suplicó, volviendo a llorar de nuevo.

— Voy a regresar. — Él prometió. — Tan pronto como pueda, lo haré.

Ella se llevó su mano a los labios. Ella estaba muy débil, pero él la dejó. Ella le besó los nudillos
llenos de cicatrices.

— Te amo, cariño.

Algo dentro de él se rompió cuando se dio cuenta de que no podía responder. No sabía cómo decir
te amo, y que significara eso realmente.

— Te veré pronto. — Prometió de nuevo, esperando que a ella no le importara demasiado.

Salió de la habitación aturdido, y fue un milagro que lograra salir del hospital. Debió haber
tardado el doble de lo que le llevó entrar.

Afuera, había oscurecido. Lily estaba sentada en un banco, con un gran perro negro a su lado. Se
puso de pie, la luz de la calle detrás de ella iluminando su cabello, se parecía al fuego; un halo de
halógeno.

— ¿Todo bien, Moony? — Preguntó ella, ojos serios.

Se encogió de hombros, sin hablar. Al instante, Lily dio un paso adelante y le rodeó la cintura con
los brazos, apoyando la cabeza contra su pecho y apretándolo. Él envolvió sus brazos alrededor de ella,
agradecido, y le devolvió el abrazo, inclinando la cabeza para inhalar el encantador olor a manzana que
salía de ella. Estaba llorando, y Sirius estaba allí, pero no le importaba, solo dejó que Lily siguiera
apretándolo, sintiendo como si lo estuviera abrazando. Podía oír a Padfoot gemir y jadear. Finalmente, se
separó, frotándose los ojos.

— Lo siento — dijo tímidamente.

— No seas tonto. — le apretó el brazo, sus propios ojos verde mar brillando. — ¿Quieres ir a
casa?

— En realidad — dijo Remus, inhalando fuertemente — quiero ponerme muy, muy borracho.

Padfoot ladró.

(Poema: This is the Verse - Philip Larkin) (Song: Who Knows Where the Time Goes - Sandy Denny)

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139
Borrachos
Better get yourself together darling
Join the human race
How in the world you gonna see
Laughing at fools like me
Who on earth d'you think you are
A superstar?
Well, right you are

Well we all shine on


Like the moon and the stars and the sun
Well we all shine on
Ev'ryone come on

— De acuerdo. Pub, entonces? — Lily dijo, usando su voz autoritaria una vez más. — Creo que es
mejor que regresemos a Hogsmeade, ¿No? No creo que nuestras chances de volver a Escocia estando
borrachos sean buenas...

— Sí, bien pensado. — asintió Remus, limpiándose la nariz con la manga, todavía llorando. —...
¿Dónde está James?

— Bueno, nos dimos cuenta de que iba a parecer muy sospechoso si faltaban el Head Boy y Head
Girl. — se rió Lily. — Así que se volvió, para cubrirnos. Él um... envió a Sirius. Ambos pensamos que...

— Está bien. — Remus asintió. Finalmente se volvió para dirigirse al perro, sentado
pacientemente a su lado. — ¿Sirius?

Se transformó de nuevo de inmediato y se quedó allí con aspecto incómodo, frotándose un brazo
con el otro.

— Hola, Moony. — Dijo en voz baja.

— Hola. — Remus asintió en respuesta, de repente muy tímido.

— ¡Oh, Remus, lo olvidé! — Lily rompió la atmósfera. Ella le entregó una pequeña caja de cartón
cuadrada. Una caja de Silk Cut — Fue idea de James — se encogió de hombros.

— Oh, me salvaron, gracias. — Remus los aceptó agradecido.

— Será mejor que vaya y me ponga en contacto con él, de hecho —continuó Lily, mirando a los
dos chicos— Black, ¿Me prestas el espejo? Iré y le diré dónde encontrarnos.

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Sirius le entregó el espejo y ella les sonrió a ambos, antes de alejarse un poco, de modo que estuvo
fuera del alcance del oído.

Remus se sentó en el banco, abrió la caja de cigarrillos con los dientes y luego sacó uno. Se lo
pasó a Sirius.

— ¿Puedes encenderlo por mí? Estoy tan nervioso que si lo hago probablemente me explote en la
cara.

Sirius chasqueó los dedos y el cilindro se encendió. Remus lo succionó apreciativamente. Sirius se
sentó a su lado.

— Moony, lo...

— Sirius...

Ambos intentaron hablar a la vez, luego se sonrieron tímidamente.

— Sirius. — Remus dijo: — Lo siento. Fui un idiota.

— Lo fuiste. — Sirius asintió con la cabeza, tomando un cigarrillo. — Pero no estabas


completamente equivocado.

— Tú tampoco. — Remus suspiró. — No sé qué es lo que está mal conmigo.

— No hay nada malo contigo, Remus. — Sirius tocó su rodilla, gentilmente, mirándolo a los ojos.
Llevaba ropa muggle, lo cual era un buen cambio, pensó Remus. Jeans negros y su chaqueta de cuero
negra. Remus sonrió.

— Te ves muy bien.

— ¿Qué hay de nuevo en eso? — Sirius sacó la lengua. Se volvió solemne de nuevo — No podía
creer lo de la carta cuando Prongs me lo contó. Me sentí como una mierda por gritarte, solo quería
asegurarme de que estuvieras bien, luego él me dijo que te habías ido...

— Lo siento — respondió Remus. — Tenía que llegar aquí de inmediato, ni siquiera lo pensé.

— Yo tampoco lo habría hecho. — Admitió Sirius. — Aunque, en realidad, no sé si me


apresuraría en a ir hasta el costado de la cama de mi madre.

Remus resopló, a medias, y ambos se quedaron callados un rato, pensando en sus madres.

— ¿Cómo es ella? — Preguntó Sirius, finalmente.

Remus consideró esto cuidadosamente antes de responder. Trató de recordar su voz, sus ojos, la
forma en que sentía su mano en la suya.

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— Es simpática. — Él dijo. — Creo que me gusta.

— Ok, ustedes dos, ¿listos? — Lily regresó, obviamente después de haberlos juzgado
convenientemente arreglados.

— Sí — respondieron ambos, sonriendo.

***

Terminaron en las Tres Escobas, los cinco; James había traído a Peter desde el castillo con él. Tres
whiskies de fuego después y Remus se sentía agradablemente cálido y suelto, sonriendo tontamente
mientras sus amigos hacían un escándalo a su favor.

Nadie le hizo preguntas, lo cual fue perfecto; solo bebieron, se rieron y hablaron como verdaderos
adolescentes por una vez.

— Este mapa es una de las mejores magias que he visto. — Lily se maravilló, después de
estudiarlo durante algún tiempo. — ¡¿Y solo lo usan para hacer bromas?!

— ¿Para qué más lo usaríamos? — Sirius arqueó una ceja.

— ¡Incluso tienen señaladas las escaleras móviles! — Lily exclamó, claramente encantada.

— Esa fue una de mis ideas. — Remus dijo, ansiosamente.

— Todo lo fue. — dijo Sirius — Todo fue idea suya, Sr. Moony.

— Sí, pero ustedes trabajaron mucho en el...

— ¿Qué van a hacer con él cuando termine año? — Preguntó Lily.

Los cuatro chicos se miraron con una nota de tristeza. El mapa ya no les sería útil si no estaban en
Hogwarts. Moony, Wormtail, Padfoot y Prongs ya no serían los principales creadores de travesuras de
Hogwarts. James se encogió de hombros.

— ¿Pasarlo, supongo? Quizás a alguien de la cooperativa.

Remus odiaba esa idea y terminó su cuarto trago.

— ¡Rosmerta! — Sirius gritó, levantando una mano — ¿Otra ronda, cariño?

— Enseguida mi amor... — respondió ella.

— Coqueto. — Remus lo empujó debajo de la mesa.

— Estoy tratando de emborracharte. — Sirius respondió, piadosamente — Como pediste.

570
— Yo ya estoy borracha — dijo Lily, parpadeando con fuerza. — No sé cómo voy a caminar de
regreso a la escuela...

— Yo te llevaré. — James dijo, valientemente, aunque claramente él mismo estaba comenzando a


tambalearse.

— No quiero que se acabe. — Peter dijo, malhumorado.

— Cálmate Wormy, no vamos a volver todavía. — Dijo Sirius, mientras Rosmerta aparecía con
una bandeja de bebidas. Remus tomó otro whisky de fuego y lo tragó de una. Le gustaba la sensación de
ardor; lo hacía sentir como si se estuviera perdiendo.

— No me refiero a esta noche. — Peter dijo, golpeando torpemente su regordete puño sobre la
mesa, — Me refiero a la escuela, me refiero a todo.

— La escuela no lo es todo. — Lily lo palmeó suavemente.

— No. — Suspiró — Pero todo va a cambiar, ¿No? No nos veremos todo el tiempo, todos
tendremos trabajos.

— Habla por tí. — Sirius se rió — Algunos de nosotros somos ricos independientemente. De
todos modos, por supuesto que nos veremos todos los días, idiota, ¡Nos vamos a mudar todos juntos!

Lily y James se miraron, de repente sobrios. Los ojos de Sirius se entrecerraron — ¿Qué?

— Amigo. — dijo James, incómodo — Er... Lily y yo hemos estado hablando de... quizás
conseguir un lugar juntos después del verano.

— Sí — asintió Sirius — Nos mudaremos todos juntos y...

— Padfoot. — Remus le tocó la rodilla — Se refiere solo a ellos dos.

— ¿Qué? ¡¿Por qué?!

— ¡No hablemos de esto ahora! — Lily dijo apresuradamente: — ¡No se ha decidido nada!

Pero todos pudieron ver que ya estaba decidido.

— ¿Qué hay de la broma, entonces? — James dijo, sin dejar de mirar a Sirius — ¿Qué vamos a
hacer si a nadie se le ocurre nada bueno?

— Se nos ocurrirá algo —dijo Remus— Hay tiempo. ¿Soy yo o la idea de la levitación masiva
está empezando a sonar genial?

— Oh, bien, estás borracho. — Sirius sonrió — ¿Cómo diablos se supone que vamos a levitar a
doscientos estudiantes? ¿Y por qué lo haríamos?

571
— Será divertido. — Remus se encogió de hombros y luego se rió. Todo parecía divertido, en ese
momento.

— Somos suficientes — dijo James — si todos se concentran, podríamos levitarlos fácilmente a


todos.

— ¡¿Y qué hacemos con ellos después?! ¡Los chistes prácticos necesitan un elemento práctico! —
Insistió Sirius. Todos los demás se echaron a reír de él. Sacudió la cabeza con desdén y tomó un trago de
su cerveza de mantequilla.

— ¿No estás bebiendo? — Remus dijo, de repente.

— Er... no. — Sirius miró hacia abajo, consciente. — Pensé que sería mejor que alguien se
mantuviera lo suficientemente bien para ser responsable de llevarlos a todos ustedes.

— Ahhh — Lily sonrió vagamente — ¡Te preocupas, Black! Eres todo un chico cursi y sensible
en realidad, ¿No?

— ¡Simplemente no quiero que expulsen a nadie antes de que podamos elevar esta broma!

— ¡Elevar! ¡Así que estás de acuerdo con la idea de la levitación! — James se rió.

— Oh, por el amor de Dios... — Sirius puso los ojos en blanco. — Voy al baño. — Se levantó y
los dejó riendo.

Remus aprovechó la oportunidad para salir a fumar un cigarrillo. Podría haber fumado en el pub,
estaba seguro de que Lily y James podrían incluso dejarlo salirse con la suya, pero quería un minuto para
sí mismo. Afuera estaba agradable y fresco, el aire se sentía limpio. Encendió el cigarrillo y comenzó a dar
caladas, envolviendo sus brazos alrededor de sí mismo para protegerse del frío. Estaba muy borracho.
Tuvo que apoyarse contra la pared solo para mantenerse de pie. Era lindo; no tenía que preocuparse por
nada, cuando estaba borracho. Nadie esperaba que se comportara.

Apoyó la cabeza contra la pared y vio la pálida luna creciente que brillaba entre las nubes. Pensó
en Livia, como solía hacer cuando veía la luna. Y en Castor. Pensó en su advertencia y en cómo había sido
tan insignificante al final. ¿Por qué había hecho eso? La mente confusa de Remus por el whisky dio con
algo, algo en lo que no había pensado antes. Pero tan pronto como estuvo allí, desapareció de nuevo.
Sacudió la cabeza, aturdido.

— ¿Estás bien? — Sirius salió y se unió a él.

— Mm. — Remus asintió, sonriendo ampliamente.

— Estás ebrio. — Sirius sonrió.

— ¡Oi! — Remus replicó, juguetonamente — Puedo aguantarme unas copas, muchas graciasss. A
diferencia de algunosss.

572
— ¿Oh si? — Sirius lo siguió, apoyándose contra la pared también. Tomó la mano de Remus y
entrelazó sus dedos.

— Sí — asintió Remus enfáticamente — ¿Recuerdas mi decimoquinto cumpleaños? Tú y Pete se


pusieron tan borrachos que vomitaron en el túnel.

— Godric, ¿Cómo podría olvidarlo? — Se rió Sirius. — Fue horrendo.

— Nahh — suspiró Remus, feliz, apretando los dedos de Sirius. — Fue tierno. Te quedaste
dormido en mi hombro y me dijiste que era magia.

— ¿Lo hice?

— Lo hiciste.

— Eso suena tierno. Debo de haber estado muy borracho. — Él se rió — No es que no crea que
seas magia, Moony.

Sin embargo, la mente de Remus se había desviado. Su cigarrillo se apagó. Lo dejó caer.

— Ojalá pudiera decir cosas así.

— ¿Qué cosas? — Sirius frunció el ceño.

— Cosas tiernas.

— Dices muchas cosas tiernas, Moony.

Remus negó con la cabeza, frunciendo el ceño. Esto no era bueno.

— Necesito otro trago.

— Ok, vamos entonces...

Dentro, Peter estaba medio dormido, apoyado en su codo, y Lily estaba sentada en el regazo de
James. Parecía estar intentando localizar sus amígdalas con la lengua.

— Maldita sea. — Sirius gimió — Tranquilos, niños.

Remus soltó una risita, terminando lo último de su whisky. Eso estaba mejor.

— ¡Mira quién habla! — Lily le sacó la lengua rosada. — ¡Marlene me dijo que los atrapó a
ustedes dos besuqueándose en el pasillo la otra noche!

— ¿Y qué si lo hizo? — Siris respondió, remilgadamente: — Era lo suficientemente privado hasta


que ella apareció.

573
— Christopher estaba allí. — intervino Remus. Lily se rió y señaló a Sirius.

— ¡Ajá! ¡Exhibicionista!

— Ella está en lo correcto. — Remus asintió con la cabeza, borracho — Lo eres. Siempre te
pillaba con Mary cuando era prefecto.

— Oh, bueno, esa era Mary, y ya sabes cómo es Mary...

— ¡Remus! — Lily dijo, todavía riendo y con el rostro bastante sonrojado ahora — ¡No vas a
creer lo que Mary me dijo sobre ti el año pasado!

— ¿Qué?

— Fue antes de que salieras del closet, y pensé que admitiría que lo había inventando ahora, pero
nos dijo a Marlene y a mí que tú y ella... ya sabes...

— ¿Hicieron el amor, de manera dulce y heterosexual? — Dijo Sirius, ahogando apenas su propia
risa ahora.

— ¡Oh! — Remus dijo: — Sí, en realidad es verdad.

— ¡¿Qué?! — Lily lo miró fijamente con la boca abierta.

— Hace siglos…

— El año pasado, en realidad. — Sirius corrigió. — Está bien, Lily, solo lo hizo para ponerme
celoso.

— Maldito arrogante. — Remus resopló.

Peter empezó a roncar. James lo miró, luego miró su reloj de bolsillo.

— Creo que será mejor que regresemos.

***

Remus insistió en terminar no solo su bebida, sino la de todos los demás antes de irse. Quería estar
bien borracho, para poder dormirse directamente, sin tener ninguno de los pensamientos intrusivos que lo
habían estado atormentando desde el regreso de Marlene. Además, aunque no se lo iba a decir a Sirius, su
cadera no le dolía tanto con todo el alcohol en la sangre.

James fue fiel a su palabra y cargó a Lily hasta llegar a Honeyduke's. Remus miró a Sirius con una
ceja arqueada. El otro chico se rió.

— Te levitaré, si quieres, pero no te cargaré.

574
— ¿Quién dice que el romance está muerto? — bostezó Peter, frotándose los ojos y caminando
junto a ellos.

Para cuando estaban bajando los escalones hacia el sótano de la tienda de dulces, Remus se sentía
mucho menos alegre por todo el asunto. Quizás los últimos whiskies habían sido una mala idea. Su cabeza
estaba empezando a palpitar dolorosamente y su visión estaba nadando. Sus extremidades se sentían
pesadas, y mientras se hundían en la oscuridad del túnel, se le antojó acurrucarse para dormir allí mismo.

— Nadie nos echará de menos — murmuró mientras Sirius lo arrastraba suavemente — Es fin de
semana mañana.

— Realmente no creo te guste despertar aquí mañana, Moony. — lo reprendió Sirius gentilmente.
— Confía en mí.

— Confío en tí. — Remus respondió, su boca llena de saliva.

Peter estaba bien. Se había transformado en una rata y se había acurrucado para dormir en el
bolsillo de Lily.

— Es tan bueno en eso — se maravilló Sirius — Yo no puedo transformarme cuando estoy


borracho.

— ¡Yo si puedo! — James dijo, emocionado, y rápidamente lo hizo, para gran espanto de Lily.

— Jesucristo. — suspiró — Nunca me voy a acostumbrar a eso.

Prongs inclinó su cabeza con astas y bajó una rodilla, permitiendo que Lily se subiera a su
espalda. Ella lo agarró por el cuello, sonriendo y gritó cuando James partió al galope por el túnel.

Remus y Sirius los miraron mientras se desvanecían en la oscuridad.

— Encantador. — Sirius bufó.

— ¿Por qué no eres un animal más útil? — Remus refunfuñó, apoyándose pesadamente contra él.

— No es como si hubiésemos podido elegir...

— Urrgh. — Remus gimió — Voy a vomitar.

— Uf, ahí, entonces... — Sirius lo agarró por los hombros y lo giró justo a tiempo.

Afortunadamente, Remus no había comido mucho ese día, pero aun así se sentía horrible. Su
estómago se contrajo dolorosamente y vomitó hasta que sus ojos se abrieron y pensó que se ahogaría. Sus
ojos estaban llenos de lágrimas cuando finalmente su cabello le cayó por su frente. Se frotó los ojos
rápidamente. Sirius le entregó una copa de agua fría.

— ¿De dónde sacaste eso? — Remus farfulló, limpiándose la boca.

575
— Lo llevo siempre durante las lunas llenas — Sirius se encogió de hombros — Encanto de
ingravidez. Seguro lo dejé en mi bolsillo y me olvidé. Eh, solo bebe un sorbo o vas a vomitar todo de
nuevo.

Remus obedeció. Se lavó la boca y escupió.

— Perdón. — Dijo débilmente: — Esto es asqueroso.

— Digamos que ya pagué por lo que hice en tu cumpleaños. — Sirius se rió — Vamos,
¿Seguimos?

Remus asintió, con una mano en el hombro de Sirius para mantenerse firme.

— No tendría que haberme puesto tan borracho. — Murmuró.

— Te lo mereces. — Sirius respondió, indiferente. — Después del día que has tenido. O mejor
dicho la semana que has tenido...

— Fui un imbécil. — Remus se estaba poniendo melancólico ahora, sintiendo lástima por sí
mismo. Sirius no iba a seguir con eso.

— Basta de eso, ya hemos hablado.

— Soy un imbécil, de igual forma.

— No. Eres adorable. — Insistió Sirius.

— No tengo sentimientos. — Remus dijo, medio sollozando.

— ¿De qué estás hablando? Por supuesto que tienes sentimientos. Mira, ya casi llegamos. Uf, esos
bastardos se han ido sin nosotros. Oye, ¿Crees que Prongs pudo volver a transformarse?

— Ella me dijo te amo. — Remus dijo, su frente en el hombro de Sirius, ahora.

— ¿Qué? ¿Quién? … oh… cierto… — Sirius se detuvo para comprobar que estaba bien. Trató de
consolarlo — Bueno, eso es bueno, ¿No? Es algo lindo.

— No lo dije de vuelta.

— Oh, Moony, eso es de esperar. ¡Eso no significa que no tienes sentimientos! Sé que piensas que
eres un monstruo pero puedo asegurarte que no lo eres.

— No pude decirlo. — Insistió Remus, su voz apagada. — No creo que pueda decírselo a nadie.
Aunque quiera.

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Sirius se quedó muy callado y muy quieto por un rato. Estaban en la entrada del túnel ahora, en
unos momentos estarían de regreso dentro del castillo. Sirius le dio a Remus un rápido abrazo, acariciando
su cabello suavemente. Se apartó y apretó su mano con fuerza.

— Está bien, Remus — susurró, aunque estaban solos. — Está bien, porque no es algo que dices.
Es algo que haces. ¿De acuerdo?

— De acuerdo. — Remus asintió, lloroso y borracho, pero algo calmado.

— Bien. — Sirius sonrió de nuevo. — Ahora, vamos a llevarte a la cama, ¿eh?

— Mm. — Remus estuvo de acuerdo. Justo cuando Sirius estaba empujando la estatua de la bruja
jorobada a un lado, Remus tocó su brazo — ¿Sirius?

— ¿Si?

— Eres mágico.

(Song: Instant Karma - John Lennon)

577
140
Ideas brillantes
Sábado 25 de Febrero de 1978

Remus no creía jamás haber odiado tanto el whisky de fuego como ahora. Cuando se despertó a la
mañana siguiente, tenía la garganta en carne viva, sus extremidades estaban pesadas y le dolía la cabeza.
Prefería pasar una luna llena que tener una resaca. Al menos después de la luna llena, todos se eran
comprensivos con él.

— Urrrgh. — Alguien más gimió desde su cama. Se oyeron pasos fuertes, alguien (quién sea) fue
corriendo al baño, cerró la puerta y comenzó a vomitar ruidosamente.

— Hermoso. — Sirius murmuró desde la almohada junto a Remus.

— ¿Está todo bien, Pete? — James gritó. Se encontró con un alarmante gorgoteo dentro del baño.
— Un poco de desayuno te ayudará — aconsejó James.

Remus escuchó los pies de James golpear el suelo. Empezó a silbar una alegre melodía. El maldito
de Potter y su perfecta inmunidad a las resacas.

El estómago de Remus gruñó. El desayuno sonaba bien, a pesar del dolor punzante detrás de sus
ojos. Sirius levantó la cabeza ante el ruido y sonrió.

— ¿Estás bien, Moony?

— Mm. — Él asintió con la cabeza, débilmente — Tengo sed. Y hambre.

— Supongo que no voy a tener mi siesta de los sábados, entonces... — Sirius suspiró
dramáticamente. Echó hacia atrás el edredón y luego las cortinas para salir.

Remus se sentó lentamente.

— ¿Y mi pijama? — Gruñó, tanteando bajo la almohada.

— Si... intenté detenerte anoche — se rió Sirius, estirándose y bostezando. — pero te la pasaste
diciendo que tenías demasiado calor. Luego arrojaste tu pijama al otro lado de la habitación y me di por
vencido.

— Perdedor. — Remus respondió, saliendo de la cama en bóxers para buscarlos. Tendría que ir a
usar el baño compartido del pasillo; No creía que Peter saliera pronto. Sus ojos ardían bajo la brillante luz
del sol de la mañana, y se inclinó, tanteando el suelo en busca de su pijama como un gibón confundido.

— Buenos días muchachos — dijo Lily, desde el borde de la cama de James.

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— ¡Mierda! — Remus dio un salto, sorprendido, y se cubrió la entrepierna con la revista de
Quidditch más cercana, luego se zambulló detrás de la cortina de su cama — ¡¿Qué demonios estás
haciendo aquí?!

— Dormí aquí. — Lily respondió, una sonrisa en su voz. — No sabía que ustedes dos compartían
cama.

— No sabía que ustedes dos compartían cama. — Sirius respondió, indignado. Le arrojó a Remus
su pijama — Ahí tienes, Moony, ponte decente.

Remus iba a matar a James. ¿A qué creía que estaba jugando, invitando a una chica al dormitorio?
¡¿Seguramente había una regla no escrita sobre eso?! ¿No consideraba ese lugar sagrado? Se puso el
pijama lo más rápido que pudo sobre la ropa interior y salió apresuradamente de la habitación.

— ¡No vi nada! — Lily lo llamó, riendo.

Cristo.

***

Gracias a Dios que era sábado. Avanzaron lentamente hacia el Gran Comedor, pero al final
incluso Peter bajó, aunque todavía estaba muy pálido y callado, y solo se sentó a sorber su té.

Remus, mientras tanto, cargó su plato hasta que no pudo ver el patrón de porcelana. Los
desayunos de fin de semana eran los mejores; huevos fritos, salchichas gruesas de Cumberland,
champiñones fritos oscuros, tocino, tostadas doradas untadas con mantequilla, frijoles horneados, tomate
frito, morcilla… iba a extrañar seriamente la comida de Hogwarts.

— ¿Por qué Remus está desayunando como si tuviera resaca? — Preguntó Mary, sirviéndose un
poco de jugo de naranja. — ¡¿Y dónde estuvieron ayer por la tarde?!

— Creo que has respondido a tu propia pregunta, MacDonald. — le guiñó Sirius.

— Se divierten solos. — Ella refunfuñó.

— No es divertido ahora. — Peter respondió, con la cabeza entre las manos: — Es malo. Es muy
malo.

— Come algo, Wormtail. — sugirió Remus, tragando su propio bocado. — Te sentirás mejor.

— Creo que tiene miedo de perder su mano... — Sirius sonrió, mientras Remus alcanzaba otra
porción de tocino.

— ¡Sí, esa era la última tostada, Moony! — James se quejó.

— Oh, por el amor de Dios, los platos se vuelven a llenar, ¿no? — Remus puso los ojos en blanco.

579
— Siempre me pregunté cómo sucede eso — reflexionó Mary, mirando cómo la parrilla para
tostadas se reponía mágicamente.

— No es tan complicado — dijo Sirius — Hechizo básico de teletransportación: los elfos


domésticos tienen mesas directamente debajo de nosotros en las cocinas; cargan la comida y luego ma
transportan a los platos correspondientes de arriba.

— Algo así como un montaplatos mágico. — Remus asintió, ahora construyéndose un sándwich
muy complejo.

— Suena complicado para mí. — Dijo Mary. — Soy inútil en la teletransportación, de todos
modos. Tuve que tomar mi prueba de aparición tres veces.

— Es más fácil con objetos inanimados — dijo Remus, ayudándose a sí mismo con salsa de
tomate — solo lo están enviando, directamente, por lo que la parte del destino no requiere tanto esfuerzo.

— Intenté usar ese hechizo para limpiar mi habitación una vez — dijo Sirius — simplemente
transporté todas las cosas desordenadas a la habitación encima de la mía. Excepto que no pude
recuperarlas después; mi madre tenía una cerradura impenetrable en el ático. Y accidentalmente transporté
mi cama, por lo que causó un poco de alboroto...

James y Remus se rieron. Peter levantó la cabeza.

— Hm. — Él dijo.

— ¿Qué? — Lily preguntó: — No vas a vomitar de nuevo, ¿verdad?

— No, solo estoy pensando...

— ¡Merlín! — Sirius bromeó — Será mejor que alguien le traiga un analgésico ..

Peter lo ignoró diligentemente, con los ojos fijos en los platos de comida.

— ¿Podríamos hacerlo a mayor escala? — Preguntó: — ¿Lo de la teletransportación?

— ¿Te refieres a llevar comida de las cocinas a nuestro dormitorio? — Remus preguntó: — No lo
sé, creo que solo los elfos domésticos pueden hacerlo. Sin embargo, sería genial.

— No — Peter frunció el ceño, sacudiendo la cabeza — Más como lo que estaba diciendo Sirius,
con camas, baúles y muebles...

— Sí, probablemente — Sirius se encogió de hombros — Supongo que así es como todo termina
en el tren al final del trimestre. Sin embargo, se necesita un poco de magia poderosa, me tomó medio día
hacer lo de mi dormitorio. Eso sí, tenía catorce años...

— Sin embargo, tenemos a mucha gente — dijo Peter, ahora mirando a James, sonriendo. —
Podríamos hacerlo.

580
— Peter — James estaba empezando a sonreír ahora también. — ¿Acaso acabas de tener tu mejor
maldita idea en siete años de bromas?

Peter le devolvió la sonrisa, luciendo más feliz de lo que Remus lo había visto en años.

— ¡Reunión de la cooperativa de emergencia! — James continuó, poniéndose de pie, emocionado


— ¡Corran la voz!

***

El problema de planificar una broma entre treinta personas en lugar de cuatro era pura logística.
Entre las prácticas de Quidditch, los clubes, la revisión de los EXTASIS y los OWL y la disponibilidad de
salas, convocar una reunión de emergencia era casi imposible. Terminó siendo aplazado al domingo, luego
al lunes, luego, para gran exasperación de James, a su horario habitual; el miércoles.

— Todavía hay mucho tiempo — tranquilizó Lily — y siempre podemos empezar a investigar
ahora, para que tengamos los hechizos adecuados listos para mostrarle al grupo.

— Supongo que tienes razón. — James murmuró, raspando sus pies en las losas mientras
caminaban de regreso a la sala común.

— Tengo algunas bombas de estiércol por ahí, si te apetece desahogarte hoy... — Sirius pasó un
brazo alrededor de James.

— ¡Sí!

— No puedo escuchar esto... — Lily se tapó los oídos y corrió para alcanzar a Mary.

En el pasillo de la dama gorda, Remus se detuvo.

— Ustedes continúen, volveré un minuto. — Se detuvo frente a la puerta de la oficina de la


profesora McGonagall.

Sirius miró hacia atrás y le dio un asentimiento de comprensión, antes de continuar con James y
Peter, discutiendo en voz alta sobre el mejor lugar para plantar las bombas de estiércol.

Remus llamó a la puerta de la oficina, tímidamente.

— Pase — dijo una voz desde dentro.

Abrió la puerta y asomó la cabeza nerviosamente antes de entrar.

— Hola, profesora. — Dijo, acercándose a su escritorio.

McGonagall estaba marcando algunos ensayos, apilados pulcramente frente a ella, una pluma roja
moviéndose suavemente sobre el pergamino mientras leía. Ella miró hacia arriba y le sonrió afablemente.

581
— Lupin, encantada de verte. Por favor tome asiento.

Se sentó con cuidado, recordando extrañamente la primera vez que había estado en su oficina y lo
alta y aterradora que le había parecido. Realmente había pensado que la odiaría, se parecía mucho a la
Matrona. Ahora podía mirarla a los ojos y sonreírle como si fuera una verdadera amiga. — ¿Cómo puedo
ayudarte? — Preguntó, mientras la pluma roja se posaba en el tintero junto a los papeles.

— Yo... yo quería pedirle un favor — dijo con cuidado. Palpó el interior de sus bolsillos y sacó la
carta de su madre. La dejó sobre el escritorio y la deslizó. — Durante Navidad, los Potter me ayudaron a
localizar a mi madre. Le escribí y ella me respondió. Está en un hospital muggle, en Gales. Me gustaría
tener permiso para ir a verla.

McGonagall solo miró la carta brevemente, antes de volver a mirarlo.

— Por supuesto. Podemos arreglar para que se vean tan pronto como desees.

— ¡¿En serio?! — Estaba asombrado de que hubiera sido tan fácil.

— En serio. — respondió ella Sr. Lupin, esto es una escuela, no una prisión. Los estudiantes
pueden visitar a miembros de su familia.

— Oh. Pues, genial. Pensé que tal vez podría ser el próximo fin de semana de Hogsmeade.

— Puede ser — abrió un cuaderno y anotó algo — Ven a verme la misma mañana de ese día y te
escribiré tu permiso.

— Gracias.

— ¿Te gustaría que alguien te acompañara?

— Er… no. Gracias, pero no. — Ahora que lo había hecho una vez, se dio cuenta de que era algo
que tenía que hacer solo. No estaba ansioso por decirle eso a Sirius, pero no podía evitarlo.

— Estoy muy feliz por ti, Remus — dijo McGonagall, sonriendo de nuevo. — Sabes que mi
puerta siempre está abierta, si necesitas a alguien con quien hablar. Aunque sé que no te faltan amigos.

— Gracias — miró hacia abajo, tímidamente.

— ¿Cómo va su revisión, Sr. Lupin?

— Bien, gracias. — Remus asintió, contento de pasar a un tema más fácil.

— Mejor que bien, por lo que he oído — continuó sonriendo — Todos tus profesores han dado
excelentes informes sobre tus logros. En la mayoría de las clases se está desempeñando muy por encima
de sus compañeros, y escuché que no solo ha estado trabajando duro para usted, sino también para ayudar
a los demás.

582
— Los grupos de estudio son algo colaborativo... — dijo Remus, incómodo.

— Sin embargo — la Profesora McGonagall negó con la cabeza — Estoy orgullosa de tenerlo en
mi casa, Sr. Lupin.

No sabía qué decir a eso, así que se miró las manos. — Señor Lupin — continuó su jefa de casa —
tengo un favor que pedirle...

— ¿Un favor? — Remus miró hacia arriba, sorprendido. ¿Qué demonios?

— Ejem, sí... — McGonagall parecía un poco avergonzada y se inclinó ligeramente — Como


estoy segura que sabes, el último partido de Quidditch del año se llevará a cabo en Abril, justo antes de los
exámenes.

— Sí, James tiene el horario publicado en nuestra habitación con una cuenta regresiva encantada
en segundos y todo.

McGonagall sonrió con cariño.

— James ha sido una gran adquisición para el equipo, ha llevado a Gryffindor a una racha récord
de victorias durante su tiempo aquí. El equipo que ha formado es de primer nivel, preparado para ganar su
sexta copa en otros tantos años... lo que me lleva a mi problema.

— Er... ¿Quiere mi ayuda con un problema de Quidditch?

— Por supuesto. Ahora, no puedo entrar en demasiados detalles, pero lamento decir que
Alexander Gordon, nuestro golpeador, regresará a casa por el resto del trimestre. Le diré a Potter el lunes,
por supuesto, se debe encontrar un reemplazo lo antes posible, por eso quería hablar contigo primero...

— ¡Profesora, soy pésimo en el Quidditch! — Remus dijo, rompiendo a sudar frío.

McGonagall lo miró con el ceño fruncido por un momento, antes de soltar una risa (muy fuera de
lugar). Ella se llevó la mano a la boca, disculpándose.

— ¡Dios mío, Lupin! No quise sugerir... aunque estoy segura de que eres bastante capaz de volar
en una escoba, no era a tí a quien tenía en mente.

— ¡Oh! — Remus exhaló, sus hombros se relajaron. — Oh Dios. Er... entonces, ¿Cómo puedo
ayudar?

— Bueno — McGonagall se puso seria una vez más. — Ya tenemos un buen golpeador en
Gryffindor. Pero como usted sabe, fue eliminado del equipo hace dos años.

— Sirius.

— Ahora, no deseo condonar su comportamiento, ni disminuir la enormidad del incidente que


ocurrió en su quinto año...

583
— No... — Remus tragó, encontrando su boca bastante seca. No le gustaba pensar en eso, nunca.
Al igual que su cadera, era un dolor que a veces salía a la superficie, pero que tenía que ignorar para seguir
adelante.

— Y me atengo al castigo que recibió — continuó su maestra — pero... bueno, solo fue eliminado
del equipo, no fue puesto bajo una prohibición permanente.

— Bien — Remus asintió con seriedad. — Él puede volver a jugar, si quiere.

— Remus, no voy a permitir esto a menos que estés de acuerdo. — Dijo McGonagall, colocando
una mano sobre el escritorio entre ellos. — Fue a tí a quien Sirius puso en peligro, y si sientes...

— No. — Remus dijo: — Quiero decir que sí, quiero decir... Puede dejarlo volver al equipo.

— ¿Estás seguro? — Ella lo miró por encima de las gafas, como si tratara de leer su expresión.

— ¡Absolutamente! — Remus forzó una sonrisa. — Por supuesto. Ya han pasado dos años.

McGonagall lo miró un poco más, luego le devolvió la sonrisa, visiblemente aliviada.


Había hecho lo correcto, entonces. Lo que ella quería.

—Gracias, Sr. Lupin — asintió, echándose hacia atrás de nuevo. — Le diré a Potter a primera
hora mañana.

— Muy bien. — Remus asintió y se levantó de su asiento. — Gracias profesora, nos vemos el
lunes.

584
141
Star Star
Podría habérselo dicho a James y Sirius de inmediato, si hubiera querido. Podría haber quedado
como el héroe, y haber disfrutado de ser el centro de atención y ser la causa de la alegría de Sirius y
James. Pero no lo hizo. Se dijo a sí mismo que era para preservar la privacidad de Alexander Gordon o
para respetar la autoridad de McGonagall. Pero la verdad era que simplemente no quería tener nada que
ver con eso.

Obviamente quería que Sirius fuera feliz. Obviamente, no quería ser un obstáculo en la felicidad
de Sirius. Y obviamente quería que Gryffindor derrotara a Slytherin en el partido final; y que entonces
James tuviera su momento de gloria. No quería ver a Sirius castigado para siempre por un error que
cometió a los dieciséis años. No quería que la traición se cerniera sobre ellos de esa manera, o que
volviera a sacarlo todo a colación. Y sin embargo, ahí estaba.

Remus había perdonado a Sirius, en el baño de los Potter hacía dos años; había absuelto a un
muchacho verdaderamente arrepentido con sangre en las manos y ojos tristes. Había sido antes de que se
entendieran, antes de tantos otros buenos recuerdos, y antes de todas las otras cosas buenas que habían
cambiado su amistad. Pero Remus no había olvidado cómo se había sentido. Sirius podría destruirlo por
completo sin siquiera quererlo. En todo caso, Remus se sentía más vulnerable ahora que a los dieciséis
años.

No, se dijo Remus a sí mismo. Había una diferencia entre la expiación y la venganza. Sirius se
había ganado esto.

El lunes por la mañana, James recibió una nota de McGonagall, pidiendo verlo antes de la práctica
de Quidditch. Se apresuró a marcharse sin siquiera terminar su desayuno, nada era más importante para él
que el partido final. Marlene y Yaz comenzaron a especular sobre lo que podría ser, Peter y Sirius se
inclinaron sobre la mesa con entusiasmo uniéndose a ellas. Remus solo esperó, sintiéndose un poco
complacido y un poco de algo más. Mientras terminaban el desayuno, la voz apagada de James comenzó a
emanar del bolsillo de la túnica de Sirius del espejo bidireccional.

— ¡Padfoot! ¡Padfoot! ¡Campo de Quidditch! ¡Ahora!

— ¿Qué crees que quiere? — Sirius se rascó la cabeza mientras se levantaban de la mesa.

— Oh, creo que te gustará. — Remus respondió, crípticamente. — Ve pues, suena emocionado.

— Sabes lo que es, ¿no? — Sirius lo miró con sospecha.

— Quizás.

— ¿No quieres que te acompañe a Cuidado de criaturas mágicas?

— Puedo ir solo. ¡Vamos! ¡Apúrate!

585
Remus no volvió a ver a James y Sirius hasta el almuerzo, y para entonces ambos tenían una
sonrisa de oreja a oreja. James tenía programado el horario de quidditch y estaba marcando días extra de
práctica para que Sirius pudiera volver a ponerse al día.

— Tenías razón — sonrió Sirius, prácticamente rebotando en su asiento cuando Remus llegó —
Me gustó.

Remus solo le devolvió la sonrisa. Era suficiente el verlo feliz; y si el amor era algo que hacías,
Remus esperaba que con esto bastara.

— ¿Por qué estás tan feliz? — Preguntó Marlene, sentándose frente a los chicos.

— Saluda a el nuevo golpeador del equipo — estalló Sirius.

James se rió, asintiendo.

— ¡Oh! — Marlene sonrió alegremente — ¡Excelente! Er... ¿Qué le pasó a Gordon?

— Tenía que irse a su casa. — James respondió: — No podemos hacer preguntas.

— Ah. Bueno, de todos modos — Marlene negó con la cabeza — Esto es fantástico, he echado de
menos tenerte cuidando mi espalda. Entonces, ¿Cómo es que McGonagall te dejó? Pensé que te había
echado por haber hecho algo indescriptible...

— Oh, sí — agregó Mary, agregando queso rallado a su sopa de puerros y papas — También
recuerdo algo así, ¿Qué fue lo que hiciste?

Sirius se resistió visiblemente a esto, sus ojos se agrandaron.

Remus frunció el ceño levemente. ¿Apenas se había dado cuenta? ¡¿Remus había estado
agonizando por las implicaciones de un evento que Sirius apenas recordaba?! Decidió rescatarlo, sin
embargo,

— Ja, no puedes esperar que Sirius recuerde cada broma estúpida que hace y que lo mete en
problemas. — Dijo alegremente.

Las chicas aceptaron esto y el almuerzo continuó, pero Remus pudo sentir los ojos de Sirius sobre
él todo el tiempo. Al parecer, se ya se había acordado. Bueno, pensó Remus, al menos ahora le tomó solo
unas horas. Si esto hubiese pasado el año pasado, habría tardado meses en darse cuenta.

Durante el resto de las lecciones de la tarde, el instinto de Remus fue el de ser evasivo; pegarse
una escapada rápida después de su última clase y quedarse en la biblioteca hasta tan tarde como pudiera,
para luego irse directamente a la cama sin hablarle.

Pero, en realidad, trató de razonar consigo mismo, ¿No era esa otra forma de castigar a Sirius?
Ciertamente así no demostraría que lo había perdonado. No olvidaba aún la última pelea que tuvo con
Sirius y cómo le había dicho que él era "malditamente agotador". De hecho, había herido mucho sus
sentimientos, en ese momento, y sabía que esto se debía a que era dolorosamente cierto.

586
Así que, mejor lo intentaría a la manera de Sirius.

— ¿Te apetece dar un paseo después de cenar? — Preguntó casualmente, tocando la caja de
fósforos donde guardaba sus cigarrillos y, a veces, algo más recreativo.

— Sí — Sirius sonrió, sorprendido — Suena bien.

Los postres aparecieron en la mesa frente a ellos. James estaba tomando notas sobre el mecanismo
de teletransportación y seguía recogiendo platos tan pronto como se vaciaban, para ver si se llenaban en el
aire o si aterrizaban en la mesa.

— Potter, si dejas caer incluso una tarta de melaza, te haré pedazos... — amenazó Lily.

***

Por la noche, les fue bastante fácil escapar. Se dirigieron hacia la torre de astronomía, ya que las
noches eran agradables ahora que el invierno finalmente estaba a punto de terminar, y nadie les diría nada
ahí por andar fumando.

Interrumpieron a un par de alumnos de quinto que andaban a tientas por los parapetos y utilizaron
su privilegio de séptimo año para sacarlos de su camino.

— Honestamente, cuando teníamos su edad, nosotros nunca… — Sirius gruñó con desaprobación.

— ¿Seguro que quieres terminar esa oración? — Remus arqueó una ceja con ironía.

Se acomodaron. Remus dobló su túnica para usarla como cojín, y se sentaron de espaldas a la
pared, prendiendo felizmente unos porros. — Estoy muy feliz por tí. — Remus comenzó, después de su
primera inhalación. — Por lo de Quidditch. Te lo mereces.

— Gracias — asintió Sirius, sonando aliviado. — Yo realmente… um. Le pregunté a James, y


dijo que McGonagall te preguntó primero si estaba bien.

— Ella lo hizo. — Remus estuvo de acuerdo, manteniendo su voz firme. — Obviamente le dije
que estaba bien. Obvio.

— Estoy muy agradecido por eso. No tenías que hacerlo, lo habría entendido.

— ¿De verdad? — Remus lo miró finalmente.

— Por supuesto — dijo Sirius, con seriedad — Merecía ser echado; Merecía ser expulsado de la
escuela por lo que hice. Tendría que haber ido a Azkaban. La saqué fácil y lo sé.

— Nunca quise que sufrieras. — Dijo Remus. — Te odié por eso, no mentiré. Pero ya te perdoné,
y no puedo seguir guardando rencor. Me lo has compensado, como dijiste que lo harías.

587
Se sintió un poco mareado después de decir todo eso. No era mucho, no, pero sabía que ambos
sentían el peso de esas palabras. Sirius siempre había tratado de entenderlo más que nadie.

— Aún así — respondió Sirius, colocando una mano sobre la de Remus — Si todavía estás
enojado por eso, está bien. Todavía me siento culpable por eso. Es lo peor que he hecho en mi vida.

— No tenemos que hablar de eso... — Remus se movió incómodo. Él realmente no quería hablar
de ello.

— Solo quería que supieras que todavía me siento responsable. No culpo a nadie más que a mí
mismo, ni siquiera a Snivellus. Ni siquiera... ni siquiera a ella.

— ¿Ella? — Remus frunció el ceño, perdido.

Sintió la pierna de Sirius ponerse rígida a su lado, vio que su mano temblaba solo por un
momento.

— Mi madre. — Dijo en voz baja. Su respiración era superficial, y habló tan bajo que Remus tuvo
que aguzar el oído para captarlo todo. — ¿Recuerdas lo que pasó esa Navidad? Fue cuando me
desheredaron...

Remus asintió. ¿Cómo podría olvidarlo? Había sido una de las peores noches de su vida y eso que
había tenido peores, más de las que debería.

Sirius continuó, mirando sus rodillas, acurrucándose contra la muralla de piedra.

— Ella me había hecho cosas antes, quiero decir, ya sabes sobre eso, los cortes y el silenciamiento
y esa vez hizo desaparecer mi cabello. Pero, y sé que esto suena raro, nunca pensé que ella haría... eso.
Ella amenazaba con repudiarme todo el tiempo, y con hacerme todo tipo de cosas. Pero antes de que
comenzaron a meterse muy en serio con Voldemort, nunca le creí realmente.

Hizo una pausa, aparentemente para respirar profundamente unas cuantas veces, luego siguió
adelante con valentía. — Siempre ha sido lo más importante, desde que era pequeño; la familia. La lealtad
familiar. Sé que echaron a Andrómeda, pero mamá sabía que todavía estábamos en contacto, y no trató de
detenerme. Así que pensé; bueno, deben de estar planeando perdonarla algún día. Tráela de vuelta al redil;
porque ella era parte de la familia. Y fue arrogante de mi parte, pero realmente pensé que nunca me
pasaría a mí.

Miró a Remus, tímidamente, como si hubiera dicho algo idiota y esperara que se burlara de él.
Remus no dijo nada, solo tomó su mano. Sirius suspiró.

— Pero luego sucedió, y ya me habían castigado tantas veces antes, que pensé que sabía qué
esperar. Pero no así. Nunca había estado tan... tan asustado. — Sus ojos brillaban ahora, y miraba enojado
hacia adelante — Odié sentirme así, y todo lo que pude pensar, mientras estaba acostado en la cama en los
Potter, era en cómo tú o James lo hubieran hecho mejor. Hubieran sido más valientes, o se las habrían
arreglado para luchar contra ellos. No me defendí, porque... porque eran mi familia.

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— Sirius... — Remus trató de sonar gentil, pero Sirius negó con la cabeza, secándose los ojos
rápidamente.

— No, está bien, no te lo digo para que sientes pena por mí, no estoy poniendo excusas. No hay
excusa. Solo estoy… no sé, tratando de explicarme. De todas formas; eso sucedió en Navidad, y luego
estuve viviendo en los Potter después de eso, así que las cosas mejoraron para mí, ¿no? Yo... estaba a
salvo, y no tenía nada de qué tener miedo. Pero todavía tenía la sensación de que ella podía atraparme.
Tuve algunas pesadillas recordando la maldición. Lo siento, sé que suena estúpido.

— ¡No suena estúpido en absoluto!

— Igual. Sentí que tenía que hacer algo y sé que no he tenido las mejores ideas siempre. Tú sabes
cómo era, iba a todos lados actuando como un idiota. James y yo solíamos animarnos el uno al otro ¿no?
Y Snape era tan fácil de molestar, porque ya es asqueroso y desagradable. Godric, es tan desagradable.
Trató de atacar a Mary, y luego él y Reg también intentaron lastimarte, ¿Recuerdas? Y siguió haciéndolo,
sin importar lo que hiciéramos. Y yo solo... no es que Snape sea como mi madre ni nada, creo que hay al
menos seis grados de maldad entre ellos, pero él me hizo sentir de la misma forma que ella me hizo sentir.
Como si no pudiera controlarlo. Solo quería asustarlo; hacerle sentir lo mismo, para que tal vez entonces
se detuviera. No es excusa. Lo siento mucho, Moony.

Remus no soltó la mano de Sirius. Algo extraño estaba sucediendo dentro de él. Algo que rara vez
había sentido fuera de la luna llena. Un deseo feroz y abrumador de proteger al chico sentado a su lado. Y
asegurarse de que no volviera a tener miedo nunca más. Atrajo a Sirius hacia él, tomando su porro y
presionando sus labios juntos.

— Estás perdonado. — Él dijo: — De verdad.

Sirius no habló, solo lo miró, agradecido y feliz, y Remus pensó que si podía mantener esa mirada
en su cabeza, nunca más le costaría hacer un patronus. — Y puedes culpar a tu madre por ello si quieres.
— Remus dijo, alejándose — Ella suena como una maldita perra.

Sirius resopló de risa y enterró su rostro en el hombro de Remus.

— Está bien — se rió entre dientes, alegremente. — Maldita sea, realmente te...

— ¡¿Quién está aquí?! — Mary llegó de puntillas por la esquina. — Oh. — Ella suspiró al verlos.
— Tenía la esperanza de que fueran Marlene y Yaz, he estado tratando de atraparlas durante mucho
tiempo y ponerle fin a todas esas escapadas.

Sirius se apoyó contra la pared, secándose los ojos rápidamente.

— ¿Todo bien, MacDonald? — sonrió, entrecerrando los ojos hacia ella.

— Ohhh, ¿Eso es lo que creo que es? — Mary vislumbró el porro en la mano de Remus —
¡Compartan!

***

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Viernes 10 de Marzo de 1978 - Poco antes de la medianoche.

— ¡Moony! ¿Dónde has estado? Van a sacar tu pastel antes de que James se emborrache de
verdad... —gritó Sirius desde las escaleras.

Remus sonrió para sí mismo, achispado. James ya se había puesto bastante mal, si le preguntaban.
Se la había pasado saltando por todos los muebles de la sala común con 'Jean Genie' de fondo durante
media hora.

— ¡Sí, en un segundo! — Remus respondió.

Estaba buscando algo para usar como jarrón y finalmente se decidió por transfigurar una vieja
bota de Wellington que debía de ser de Peter de primer año. — Aguamenti — murmuró, su varita
temblando por la sidra. Había pensado que la sidra sería una elección más inteligente que el whisky, pero
en todo caso, parecía haberlo vuelto más estúpido de lo normal.

Hundió el ramo de tulipanes en el jarrón de aspecto muy gomoso y sonrió para sí mismo.

— ¿Qué estás haciendo aquí arriba? — Sirius entró, ahora. Él también estaba borracho; había
adquirido un sombrero malva de ala ancha de algún lado y lo llevaba alegremente torcido. — ¿Flores? —
Parecía confundido.

— Er, sí. De uno de los Hufflepuff de mi grupo de estudio.

— ¡¿Quién te regaló flores?!

— Miranda O'dell. Cuarto año.

— ¡¿Pero por qué?!

— Le pedí que lo hiciera — sonrió Remus, disfrutando del juego.

Sirius alzó las manos.

— ¡Moony! ¡Estoy demasiado borracho para tus rompecabezas!

— Son para Hope — Remus sacó la lengua. — Voy a verla mañana, ¿recuerdas?

— ¡Oh si! — Sirius sonrió de nuevo, sus ojos prácticamente violetas bajo la sombra de su
sombrero púrpura ridículamente lindo. — ¿Estás ansioso por ir?

— ¿Sabes qué? Al menos no quiero vomitar, como la última vez.

— ¡Es un progreso! — Sirius abrió los brazos. El volumen de la música de la planta baja aumentó
en unos pocos decibelios, cuando el trino de la guitarra comenzó de nuevo y se escuchó la voz de James
retumbando;

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— A small Jean Genie snuck off to the city, strung out on lasers and slash-back blazers, ate all
your razors while pulling the waiters…

— A James realmente le gusta esa canción, ¿eh? — Remus sonrió, con las manos en los bolsillos,
disfrutando de estar lejos de todo por un rato.

— Después de años de intentos, Bowie finalmente logró comunicarse con él. — Sirius dijo, dando
unos tímidos pasos hacia Remus, apoyándose contra el poste de la cama de esa forma devastadoramente
casual. — ¿Estás disfrutando de tu fiesta? — Inclinó la cabeza hacia abajo mientras le preguntaba,
poniendo los ojos grandes y coquetos como los de una chica.

— Mucho — Remus asintió con la cabeza, devolviéndole la sonrisa.

— Alguien invitó a Lockhart, ese idiota.

— ¿Oh si?

— Sí, ¿Cómo es que él es así de tonto, de todos modos?

Remus simplemente se encogió de hombros, con los ojos fijos en la forma en que Sirius movía
inconscientemente sus caderas hacia adelante y hacia atrás al compás del bajo reverberando en las tablas
del suelo. Cuando dejaran la escuela, Remus le compraría cien pares de jeans negros, y eso sería todo lo
que le permitiría usar.

— ¿Quieres tu regalo? — Preguntó Sirius, de repente, captando la mirada de Remus.

— ¡Ya me has dado un regalo! — Protestó Remus. Un suministro completo de ranas de chocolate
para un año, aunque Remus estaba bastante seguro de que se los terminaría todos luego de los exámenes.

— Puedo regalarte más de una cosa. — Sirius dijo, petulantemente.

Se apartó de la cama, con las piernas separadas y agitó las manos en el aire con extravagancia
como un mago muggle. Luego, con una reverencia dramática, se quitó el sombrero de la cabeza con un
movimiento fluido, metió la mano en el interior y sacó una pequeña cosa de metal.

Se lo entregó a Remus, quien podía oler que era oro macizo. Era una caja rectangular, un poco
más grande que su palma. Tenía el mismo diseño de enredadera que tenía su reloj de bolsillo dorado, y se
sentía bien y pesado en su mano. La abrió de golpe y encontró una fila de dieciocho cigarrillos
cuidadosamente enrollados en el interior. La tapa interior también tenía un diseño, delicadamente grabado
de modo que las líneas finamente talladas brillaban cuando captaban la luz. Era un cielo nocturno
resplandeciente, con una gran luna celestial en una esquina, y Canis Major resaltado con incrustaciones de
madreperla.

— Sirius. — Remus dijo en voz baja, mirándolo.

— Para que puedas deshacerte de esa vieja caja de fósforos.

— Gracias... es hermoso.

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— ¡Oigan ustedes dos, apúrense o Wormtail va a empezar a comerse el pastel! — James gritó por
las escaleras, ignorando los intentos de Lily de callarlo.

Remus y Sirius se sonrieron y se dirigieron hacia abajo, tomados de la mano hasta el último
escalón.

La sala común estaba en un estado increíble; apenas reconocible. Luces de colores multicolores
colgaban de cada viga, los globos subían y bajaban como extrañas medusas hinchadas, las armaduras
ocasionalmente arrojaban fuegos artificiales sin llamas, y había gente en cada tramo de alfombra y
botellas en cada superficie.

"Jean Genie! Lives on his back! Jean Genie! Loves chimney stacks! He’s outrageous, he screams
and he bawls… ”

La mayoría de los juerguistas saltaban ahora por la habitación con toda la gracia y dignidad de los
niños en saltadores, liderados por James, Peter, Lily y Mary, quienes saltaban con más vigor. James se
detuvo cuando vio a Remus y levantó los brazos vitoreando.

— ¡Moonyyyyy!

— ¡Pastel! — Peter comenzó a cantar: — ¡Pastel, pastel, pastel!

Todos se unieron y la multitud se separó para que Christopher y Marlene pasaran, llevaban entre
ellos un enorme pastel rectangular, del tamaño de una funda de almohada mullida. Cuando se lo llevaron a
Remus, vio con un rubor de deleite que estaba decorado con glaseado de crema de chocolate y mantequilla
para que pareciera un gigantesco libro encuadernado en cuero.

— Mis dos cosas favoritas — se rió, ignorando el codo en sus costillas por parte de Sirius.

Apagó las velas y cortó el pastel, pidiendo el mismo deseo en ambas ocasiones. Después de eso,
James comenzó a guiar a todos en una serie de brindis; cada uno más complicado y elaborado que el
anterior, animado por Sirius y Peter. Eso significó que todos bebieron al menos dos pintas más de sidra, y
luego prepararon Mary's witches cuando la esta se acabó.

El último recuerdo de Remus de su fiesta de cumpleaños número dieciocho fue un lunático que
decidió poner Goats Head Soup, que tenía que ser su álbum menos favorito de los Rolling Stones, pero
estaba borracho y no le importaba. Los saltos y sacudidas continuaron, y la habitación se tornó calurosa,
ruidosa y sudorosa, y todos quedaron sonrojados, sonriendo. Y a Remus ni siquiera le importó cuando Lily
y James lo señalaron y se rieron de él cuando la pista final comenzó a sonar y todos gritaron a todo
pulmón;

"If I ever get back to New York, girl


Gonna make you scream all night
Yeah! You're a star fucker, star fucker, star fucker, star fucker, star!
Yeah, a star fucker, star fucker, star fucker, star fucker, star!
A star fucker, star fucker, star fucker, star fucker star!"

(Song: Jean Genie - David Bowie, Star Star - The Rolling Stones)

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Visitas al hospital
Ella amaba los tulipanes. Amaba las margaritas también. Amaba los nomeolvides, las gerberas, las
rosas y los narcisos; amaba cada flor que le llevaba. Siempre trató de llevarle algo. Las flores eran gratis,
siempre y cuando mantuviera a la profesora Sprout de su lado, además Hope no solía tener hambre cuando
él iba, por lo que el chocolate no era una opción.

Tuvieron cinco reuniones más durante la primavera de 1978, y Remus las marcaría por siempre
según las flores que le había llevado. Por las conversaciones que tenían también, por supuesto, pero las
flores parecían sujetar todo; coloreaban cada sesión con su propia personalidad.

Los tulipanes habían presidido su segunda reunión. Eran de color naranja, rosa y amarillo, con
tallos robustos de color verde oscuro y suntuosos pétalos de terciopelo. Una flor muy generosa, pensó
Remus.

Ella estaba lista para él, esta vez; se había lavado y peinado el cabello, y este resplandecía de color
rubio platino contra las mantas rosas del hospital. Ella también se había maquillado, aunque Remus se
sintió mal por darse cuenta de eso, porque sentía que no debería importarle cómo se veía.

— Le pedí a mi hermana que buscara algunas fotos — dijo Hope con entusiasmo, golpeando un
sobre de papel marrón en la cabecera de su cama, mientras Remus dejaba el extraño jarrón que había
transfigurado borracho.

— ¿De quiénes son las fotografías? — Preguntó, con cautela, colocando un asiento junto a ella.
No quería que lo cogiera desprevenido con algo demasiado doloroso.

— Algunas son de tí, de cuando eras bebé — sonrió con labios de coral brillante — Algunas son
mías y de tu padre.

— Lyall. — Remus dijo, rápidamente.

— Mías y de Lyall. — se corrigió a sí misma, por cortesía.

Hope siempre hacía todo lo posible para salvar a Remus de pasar incluso el más mínimo disgusto;
eso estuvo claro desde el principio. Lo encontró inquietante; muy pocas personas se habían preocupado
por sus sentimientos con tanta intensidad.

Cogió el sobre y lo sostuvo un momento.

— No tienes que verlas. Podemos hacerlo en otro momento. — Hope dijo, con un temblor de
miedo en su voz. No quería asustarla. Quería decirle que no se preocupara; que no iba a huir ni a
desaparecer para siempre; que quería estar allí y conocerla. Pero eso era demasiado, así que simplemente
abrió el paquete y sonrió.

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— No, quiero verlas.

Afortunadamente no habían muchas, pero se sorprendió al descubrir que más de la mitad de las
fotografías eran mágicas y las imágenes se movían en sus manos como rollos de película.

— Tuve que mantenerlas ocultas — confió Hope — a Lyall nunca le gustó el tipo de fotografía
habitual; decía que eran demasiadas planas.

— ¿Cuántos años tenía él en esta foto? — Remus le mostró una fotografía de sus padres, de pie en
el jardín trasero de alguien. Lyall vestía un traje muggle y ambos estaban entrecerrando los ojos para
protegerse del sol, pero estaban sonriendo. Tenía su brazo alrededor de la cintura de Hope.

— Oh, creo que apenas nos habíamos conocido unas semanas antes de sacarnos esa foto — dijo
Hope, tomándola de él para mirar más de cerca — ¿Habría tenido... treinta, creo?

Remus la miró de nuevo. Sabía que se parecía a Lyall, se lo habían dicho varias veces, y hasta
cierto punto estaba de acuerdo. Ambos eran desgarbados; altos y flacos con mala postura. Pero Lyall
parecía más a gusto de lo que Remus se había sentido nunca en su cuerpo, el cual era demasiado largo; sus
movimientos en la fotografía eran confiados y seguros de sí mismo.

Ella le permitió llevarse las fotos a la escuela y él se las mostró tentativamente a sus amigos.
Durante sus siete años en Hogwarts, le habían mostrado muchas fotos familiares. Peter y James tenían
cuadros enmarcados al lado de la cama o pegados en las paredes sobre sus tocadores. Lily tenía un álbum
que hojeaba cuando echaba de menos su casa, y Mary tenía una caja de zapatos llena de fotos navideñas,
de vacaciones, postales y fotos de sus primos en Jamaica. Así que era una experiencia sorprendentemente
agradable, pensó Remus, poder compartir su propia y modesta colección.

— Son ellos — dijo tímidamente, mientras se sentaban alrededor de la chimenea — Son mis
padres.

— ¡Te pareces a tu papá, Remus! — Dijo Lily, queriendo ser amable.

— ¡Vaya, mira el cabello de tu mamá! — Mary sonrió — ¡Qué pelo tan glamoroso!

— ¡Ahhh! — James tomó otra foto, agitándola ante todos — ¡Miren a Moony de bebé!

Remua sabía que era una tontería, pero incluso sintió un comienzo de orgullo al compartir a su
familia así. Prueba de que había sido normal, una vez; como sus amigos. Este es quien soy. Esto es de
dónde vengo.

Una tarde, incluso regresó al corredor de Ravenclaw para ver el trofeo de duelo con el nombre de
Lyall. Era el mismo de siempre, pero ya no le producía ese misterioso dolor de nostalgia como en segundo
año.

Christopher y Marlene pasaron por delante, mientras él lo miraba.

— ¡Oh, 'Lupin'! — Christopher dijo, sorprendido, mirando dentro del armario para leer el trofeo
— ¿Es tu papá? ¡Que genial!

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— Gracias — Remus puso sus manos en sus bolsillos, repentinamente tímido. Marlene le tocó el
hombro de manera amistosa y reconfortante. Él le sonrió agradecido. — Conocí a mi madre recientemente
— le explicó Remus a Christopher — Y eso me hizo pensar en él.

— ¿Conociste a tu mamá? Pensé que tus padres estaban muertos. — Christopher se rascó la
cabeza. Honestamente, si algo no estaba escrito en un libro entonces él no lo entendía, no del todo.

— Solo Lyall — Remus dijo, con calma, asintiendo con la cabeza hacia el trofeo.

— Entonces, si tu mamá está bien, ¿Por qué vives en un hogar para niños?

— Cállate, Chris. — Dijo Marlene, bromeando. Deslizó su brazo por el de Remus, uniéndolos —
Vamos, cariño, ya casi es la hora de la cena. — Ella comenzó a alejarlo.

— ¡No quise ser grosero! — Dijo Christopher, corriendo detrás de ellos.

— Está bien. — Remus lo tranquilizó, pensando rápidamente. — Mi mamá está en el hospital; no


ha estado lo suficientemente bien para cuidar de mí. — Era sólo una mentira a medias.

***

— ¿Cómo era él? — Remus le preguntó a Hope, la siguiente vez que la vio. Una maceta de
geranios, esta vez, de un rojo vivo y llamativo, con hermosas hojas anchas como abanicos chinos.

— ¿Lyall? — Ella preguntó.

Él asintió con la cabeza, preparado para el impacto.

— Era el hombre más inteligente que he conocido. — Hope dijo con decisión. — Nunca entendí
ni la mitad de las cosas que decía, pero a mí me encantaba escuchar, y a él le encantaba hablar.

— ¿Suena un poco... arrogante? — Remus dijo, incómodo. Hope se rió

— ¡Oh, era un arrogante, por supuesto! Él lo sabía, claro. Siempre tenía que tener razón, y quería
tener la última palabra en todo. A veces peleábamos como perros y gatos por eso. — Ella vio la mirada de
consternación de Remus, y se apresuró a aclarar — Aunque lo amaba por eso. Me encantaba lo seguro que
era; cuán confiable. Él nunca me defraudó.

Sí lo hizo. Remus pensó con amargura. Ella olvidaba cosas como esa, tal vez era por su
enfermedad o simplemente un efecto secundario de tener una vida más corta. Ella era implacablemente
optimista, incapaz de encontrar fallas en las personas que amaba.

Ella le contó cómo se habían conocido, como si fuera un cuento de hadas.

— Una tarde caminaba a casa desde el trabajo; en ese entonces era operadora de la central
telefónica. Tomé un atajo, el mismo que siempre hacía, desde la parada principal de autobuses de la
ciudad, a través de un pequeño bosque. Entonces, de la nada, este hombre vino y me atacó; pensé que era

595
un vagabundo o un prisionero fugitivo. Grité y fue Lyall quien me salvó. Bueno, lo amé desde el momento
en que me sostuvo en sus brazos; había sido mi héroe. Por supuesto, me dijo más tarde que solo había sido
un boggart, pero aún así fue muy valiente de su parte, ¿No?

Remus asintió distraídamente.

— He conocido a algunas personas que lo conocían — dijo — Me han dicho que tenía mal genio.

— ¿Qué? No. — Ella frunció el ceño — A veces se enfadaba, ¿Pero no todo lo hacemos? Él
siempre fue amable y gentil con nosotros. Odiaba la violencia.

— De acuerdo. — Remus asintió. Nunca sabía qué pensar de Lyall. Nada en él se sentía real,
porque nada de lo que Remus aprendiera podría borrar lo que había hecho.

Las conversaciones con Hope no siempre eran difíciles. A menudo eran muy agradables; hablaban
de cosas pequeñas e intrascendentes; gustos y disgustos, comidas favoritas, películas o canciones
favoritas.

Le encantaban The Beatles y Fairport Convention y, sobre todo, le gustaba Simon and Garfunkel.
Le gustaban las canciones tristes. Tarareaba 'The Only Living Boy in New York', cuando se escuchaba en
el tocadiscos, pero 'America' era su favorita, porque la hacía llorar; I’m empty and aching and I don’t
know why.

A veces se encontraba muy mal y dormitaba, perdiendo y retomando la conciencia de cuando en


cuando. Él simplemente se sentaba y leía su libro hasta que llegaba el momento de irse. Ella incluso le
pidió que le leyera, una o dos veces.

— No me importa de qué se trate, solo me gusta escuchar tu voz — sonreía bajo los párpados
pesados. A Remus le gustaban esos momentos; realmente sentía que se pertenecían el uno al otro.

— ¿Aún no le has preguntado cuál fue la causa? — Sirius le preguntó una noche, cuando
regresaba de un día en el hospital.

— ¿La causa de qué? — Remus bostezó, estirándose y colocando sus pies en el regazo de Sirius.
Pensó que podrían salirse con la suya, no era demasiado íntimo y la sala común estaba relativamente
tranquila.

— Ya sabes. La razón por la cual nunca se puso en contacto.

Remus frunció el ceño. Apoyó la cabeza en el brazo del sofá y miró al techo.

— No. — Él dijo: — No veo el sentido de preguntarle algo así.

— Me gustaría saber. — Sirius respondió, jugueteando con los cordones de las botas de Remus.

— Bien. — Remus respondió con frialdad: — Eso es lo que tú quieres.

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— Está bien... — respondió Sirius — Lo siento.

Remus sintió una punzada de culpa. Sirius había sido extremadamente delicado cada vez que
mencionaba a Hope, dejando que Remus tomara la iniciativa cuando se trataba de discutir sobre eso, así
que no era justo quejarse.

La verdad era que estaba aterrorizado. Tenía muchas ganas de saber exactamente qué había estado
haciendo Hope consigo misma durante trece años, pero sabía que ninguna respuesta lo dejaría satisfecho.
Los otros hijos que habían sido mencionados por la enfermera en su primera visita nunca aparecieron, y
ella no llevaba un anillo de bodas. No había otras fotografías alrededor de su cama de hospital y ninguna
señal de que alguien más la estuviera visitando.

Y Remus era egoísta. Le gustaba tener a Hope solo para él; y fingir que no había nadie más en el
mundo. Era la única forma en la que podían comunicarse por ahora, así que decidió; ignorar lo que las
otras personas pudieran llegar a decir y simplemente ser ellos mismos juntos.

— Es un libro grande — sonrió, despertando a la mitad de otra visita. Eran margaritas, esta vez;
flores grandes, alegres y amigables. — ¿De qué trata?

— Estoy estudiando Historia. — Explicó, cerrando con cuidado el libro, ahora que ella estaba
despierta. — Tengo mis exámenes finales próximos.

— Chico listo — murmuró, sus párpados revoloteando. — ¿Cuál es tu asignatura favorita?

— Um... Historia, supongo. — Él respondió: — Pero soy bueno en Encantamientos y me gusta


mucho Cuidado de criaturas mágicas.

— Al igual que tu padre — sonrió, cerrando los ojos. Su rostro estaba muy pálido, ese día, y él no
trató de corregirla, obviamente estaba exhausta. — Tal vez algún día salves a una chica bonita de un
boggart. — Ella rió en voz baja.

— Sí, quizás. — Respondió. Luego, porque se sentía mal por mentir — También me gusta
Transfiguración, pero mi amigo Sirius es el mejor de la clase, puede convertirse en un perro y todo.

Ella sonrió.

— Sirius es un nombre bonito.

— Sí. Sirius Black. — Dijo Remus. Se alegraba de que sus ojos estuvieran cerrados, eso facilitaba
las cosas. — Él es mi mejor amigo... Quiero decir, tengo muchos amigos, pero él es el más...
probablemente nos vayamos a vivir juntos, después, cuando terminemos la escuela.

— Eso es bueno... — se quedó dormida de nuevo. Remus se inquietó un poco, sintiéndose


ansioso, luego volvió a estudiar. Sin embargo, la despertó justo antes de tener que irse.

— ¿Te veo la próxima semana? — Ella apretó su mano con sorprendente fuerza.

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— No, lo siento — negó con la cabeza — Yo... el próximo viernes hay luna llena, así que no
podré viajar el sábado.

— Luna llena... — murmuró, tomándose unos segundos, para comprender. Cuando la niebla se
despejó, ella tenía una mirada aguda de pánico que Remus no pudo soportar.

— Aunque quizás pueda venir el domingo. Ya veré. — Se inclinó y la besó en la mejilla, muy
suavemente. Ella comenzó a llorar y él tuvo que irse. Estaba a la mitad de la sala cuando la escuchó
murmurar, muy en voz baja.

— Maldito seas, Lyall Lupin, bastardo.

(Song: America - Simon and Garfunkel)

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143
Colapso
If I seem a little jittery I can't restrain myself
I'm falling into fancy fragments
Can't contain myself
I gotta breakdown, breakdown, yeah
I gotta breakdown, breakdown, yeah

Viernes 24 de Marzo de 1978 - 03:00 A.M.

Remus rodó de nuevo. No podía dormir; sentía demasiado calor con el edredón puesto encima;
pero luego sentía demasiado frío si lo empujaba. Sus piernas seguían enredadas en las sábanas, su
almohada tenía bultos y en algún lugar de la torre de Gryffindor un grifo goteaba, lo que lo estaba
volviendo loco. Además de todo eso, simplemente no se sentía cansado.

Suspiró profundamente y se dio la vuelta de nuevo. A su lado, Sirius gimió.

— Moony, eres mi mejor amigo, y probablemente tomaría miles de maldiciones por tí, pero si me
despiertas una vez más, no me hago responsable de mis acciones. — Dijo todo esto sin abrir los ojos.

— Lo siento — susurró Remus — creo que es la luna, no puedo dormir.

— Mmmrgh.

— Perdón.

Se levantó de la cama. No servía de nada mantenerlos despiertos a los dos.

Fuera de las cortinas de la cama, en la oscuridad de la madrugada de su dormitorio, Remus se


quedó un rato junto a la ventana. Era una noche clara y la luna estaba casi llena. Solo le faltaba un pedazo;
se preguntó si alguna vez había visto una luna llena con sus propios ojos humanos. Quizás, pero
seguramente había sucedido demasiados años atrás como para recordarlo.

El bosque bajo la luna se veía oscuro, con sombras. A Remus le parecía increíble que en tan solo
unas pocas horas más él y sus amigos estarían corriendo a través de esos árboles oscuros y misteriosos
como si fuera su propio patio de recreo personal. Justo ahora, se veía aterrador; como un gran pozo negro
que podría tragarte entero.

Solo cuatro lunas más en Hogwarts. ¿Y entonces qué?

Dejó ese pensamiento a un lado para otro momento.

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Remus miró su propia cama vacía, sin entusiasmo. Las cortinas no se habían corrido durante
semanas, porque nunca dormía allí; solo la usaba para hacer la tarea. Por consecuente, estaba cubierta de
libros, plumas rotas, envoltorios de chocolate y bolas de papel arrugadas. Incluso si hubiera estado
ordenada, las sábanas parecían frías y poco atractivas a la luz de la luna. Habría vuelto a suspirar, pero no
quería hacer más ruido.

Había unas galletas en la sala común. Una lata de garibaldi de la señora Potter. Si tomaba su libro
y sus cigarrillos, podría tener unas horas agradables antes de quedarse dormido o de que fuera la hora del
desayuno. Su estómago gruñó, y esa fue la decisión que tomó. Se puso un par de calcetines gruesos (eran
de Peter, en realidad, pero nunca a él no le importaba prestar sus cosas), tomó su varita y su libro, y se
arrastró hacia la sala común, teniendo cuidado en no pisar el escalón chirriante, saltando por encima de
este.

Cuando Remus abrió la puerta de la sala común, se dio cuenta demasiado tarde de que no estaba
solo. La chimenea estaba encendida y las lámparas alrededor de los sofás brillaban cálidamente. Una
figura estaba acurrucada en el sofá de terciopelo rojo más grande, envuelta en una gruesa manta marrón,
con solo una larga trenza negra sobresaliendo en la parte superior. En el sillón, agarrando una taza de tibio
ovaltine, mirando fijamente al fuego, estaba Marlene. Ella miró hacia arriba cuando él entró, y Remus no
tuvo más remedio que sonreír afablemente y acercarse a ella.

Mientras se acercaba, pudo ver que sus ojos estaban oscuros y pesados, sus mejillas enrojecidas y
manchadas de lágrimas.

— Hola — dijo en voz baja, para no despertar a Yaz.

Ella dio una pequeña sonrisa lejana, desplegándose levemente, secándose las mejillas.

— Hola.

— ¿Estás bien? — Se paró lo suficientemente cerca. No quería saber la respuesta. Se arrepentía de


haber bajado, y deseaba con cada fibra de su ser estar de vuelta en la cama con Sirius, recibiendo una
patada en la espinilla cada vez que rodaba de su parte.

Marlene negó con la cabeza con tristeza, mirando el fuego, sus ojos llenándose de lágrimas. Había
muchos problemas familiares, estos días, no solo por parte de Marlene. Las malas noticias eran muy
comunes. Familiares en el hospital, muertos o, peor aún, desaparecidos.

— Le dije que podía ponerse en contacto conmigo a través de la chimenea, si quería hablar esta
noche. — Susurró, su voz ronca como la de una anciana. — Danny. Mañana es luna llena. Bueno, esta
noche, supongo. — Miró el reloj de pie.

— Oh, ¿En serio? — Remus asumió un aire lo más casual posible.

Marlene asintió, sin dejar de mirar el fuego.

— Tiene que ser esta noche, ya ves; mañana irá al ministerio y lo encerrarán en las celdas de allí.
Quería ir a casa a buscarlo, pero él dice que no hay nada que pueda hacer.

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— Supongo que no. — El estómago de Remus se apretó con tanta fuerza que quiso doblarse de la
culpa, ya se estaba sintiendo nervioso y ansioso. — Estará bien… — intentó, esperando sonar amable.

— Sobrevivirá. — Dijo ella con amargura. — Pero no creo que esté bien. Te quita un poco de tí,
cada vez que pasa. Los he visto en St Mungo's. Y... él me ha dicho. Cómo se siente.

— ¡¿Por qué?!

—Yo le pregunté. — Ella se encogió de hombros. — Madame Pomfrey dice que tengo una mente
curiosa, y que por eso seré una buena sanadora. Quería saber para poder ayudarlo. Pero estaba tan
deprimido del mes pasado, tan débil.

— Estoy seguro de que estar ahí para él ayuda. — Remus lo intentó.

Marlene se enjugó de nuevo los ojos con las mangas.

— Simplemente no parece suficiente. — Suspiró profundamente y su concentración pareció


regresar un poco. Ella lo miró correctamente, por el primera vez en la noche — Lo siento cariño, ¿Está
todo bien contigo? ¿Qué estás haciendo despierto?

— Oh, simplemente no podía dormir. — Levantó su libro para demostrarlo.

— Yo tampoco. Sabía que Danny probablemente no intentaría pasar y hablar, pero no pude irme a
la cama, por si acaso. Pobre Yaz hizo todo lo posible — le dio a la chica que dormía en el sofá una mirada
cariñosa. — Ella es demasiado buena incluso para la mitad de mi.

— Personalmente, no creo que nadie sea lo suficientemente bueno para tí. — Remus dijo - aunque
no era él quien hablaba, no realmente - eran las palabras de Sirius. Se había dado cuenta de que se parecía
cada vez más a Sirius y descubrió que no le importaba. De todos modos, Marlene volvió a sonreír.

— Chico encantador. — Dijo ella en voz baja. — Siéntate, ¿Quieres? Me estás poniendo nerviosa,
parado ahí.

Se sentó torpemente en el sofá frente a Yaz. Marlene se sentó, estirándose, como si le doliera la
espalda. Mientras desdoblaba las piernas debajo de ella, una pluma cayó al suelo.

—Oops — se inclinó para recogerla — iba a intentar escribirle una carta. Pero no sé qué decirle.
— Sacó el pergamino en blanco del costado del cojín del sillón.

Remus se sentó rígidamente con su libro en su regazo.

— ¿Realmente lo pusieron en una celda? ¿En el ministerio? — Preguntó, incapaz de contener su


triste curiosidad. Se puso de pie para estirarse más y asintió con la cabeza.

— Sí. Me lo dijo mamá. Él no me contó demasiado, lo que significa que debe ser malo. Mamá
dijo que es mejor que no sepa demasiado...

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— Mmm. — Remus se mantuvo con la boca cerrada, sin confiar en sí mismo. Marlene inclinó la
cabeza con simpatía.

— Lo siento mucho, Remus, ni siquiera lo pensé. Me siento muy mal quejándome por esto
contigo, dada tu situación.

— ¡¿Qué?! — Él la miró fijamente, su corazón dio un vuelco.

— Con tu madre en el hospital — respondió Marlene, bostezando, dejando la pluma y el


pergamino en la mesa de café entre ellos. — No es de extrañar que tú tampoco puedas dormir.

— Oh, sí... — Se obligó a calmarse. — Sí. Aunque está bien, lo entiendo.

— ¿Puedo sentarme contigo un rato? Puedes leer tu libro, no te molestaré. — Preguntó,


mordiéndose el labio. — Simplemente no quiero ser la única despierta.

— Sí, por supuesto.

Para su sorpresa, ella no volvió a sentarse, sino que se acercó para reunirse con él en el sofá. Se
acomodó, se puso cerca de él y se tapó con una manta hasta la barbilla. Fingió hacer lo mismo, abriendo
su libro y apoyándose casualmente en el brazo de la silla.

— ¿Estás estudiando? — Preguntó ella, apoyando la mejilla en su hombro.

— ¿Qué más sino? — Respondió. — Aritmancia avanzada.

— Oh Remus — bostezó de nuevo, su voz gruesa — Qué fascinante. — Ella se relajó un poco y
apoyó una mano en su rodilla. Le dio un apretón rápido para mayor comodidad.

— Tú me conoces — dijo en voz baja, uniéndose a su sarcasmo, — llevo una vida peligrosa.

Ella soltó una risita tranquila y cerró los ojos. Él leyó y sintió que los latidos de su corazón se
estabilizaban, que su respiración se nivelaba, y en solo unos minutos estaba profundamente dormida, un
peso muerto acurrucado contra él. No le importaba; era bastante agradable.

Remus dejó de leer después de que Marlene se durmió. Cerró suavemente su libro y se quedó
sentado meditando un rato. Podía oler la sal de sus lágrimas secándose en su piel y la ansiedad en su
sangre. Y no podía sacar a Danny de su mente, en una celda imaginaria del Ministerio de Magia,
probablemente bajo tierra, probablemente desnudo, en la oscuridad, con frío...

El dolor era un verdadero shock, si nunca lo has experimentado antes, pensó Remus. Bien podía
imaginar que la segunda luna llena era aún peor; porque sabrías lo que vendría. No es de extrañar que
Danny no quisiera hablar de eso.

Si lo que dijo Marlene era cierto, entonces su hermano no tenía a nadie más a quien preguntarle al
respecto. Nadie que le dijera que si intentaba luchar contra la transformación; que si tratabas de protegerte
contra ella, solo te dolía más. O que la esencia de murtlap era lo mejor para los cortes iniciales, pero que si
también usabas desinfectante muggle, la piel se unía mejor. Luego estaban las cosas que Remus no estaba

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seguro si alguien sabía, sobre el aroma de la magia o cómo se podía extraer magia de ella. Cómo te hacía
más fuerte, siempre que pudieras canalizarla correctamente. Cómo ser un hombre lobo significaba muchas
cosas, y no todas eran horribles.

No más cerca de dormir, Remus alcanzó el pergamino en blanco y comenzó a escribir.

***

I feel my brain like porridge coming outta my ears


And I was anticipating reverie
Taken leave of my senses and I'm in arrears
My legs buckle over, I'm living on my knees
I gotta breakdown, yeah
You gimme breakdown, yeah
I'm gonna breakdown, yeah, uh-huh

Viernes 24 de Marzo de 1978 - 5:30 P.M

— No tienes que acompañarme — espetó Remus, irritado — Sé dónde está la enfermería.

— Lo sé — respondió Sirius, alegremente, levantándose de todos modos.

James, Peter y Lily miraron su comida.

— No has terminado tu cena. — Remus frunció el ceño.

— Ni tú.

— Eso es porque no quiero vomitar encima de mí cuando me golpee la agonía paralizante. —


Remus murmuró oscuramente.

Sirius miró a sus amigos, viendo fijamente sus platos vacíos.

— Vamos, Moony, vámonos... — dijo, un poco más suavemente.

Remus metió las manos en los bolsillos de su capa y salió rápidamente del Gran Comedor, lo que
obligó a Sirius a trotar un poco para mantenerse al día. — ¡Oye! — El chico de cabello oscuro corrió tras
él.

Remus no redujo la velocidad hasta que estuvieron a medio camino de la enfermería.

— Ok, lo entiendo, estás de mal humor, muy de mal humor. — resopló Sirius.

— Siempre estoy de mal humor. — Remus gruñó. — Deberías dejar de fumar, ¿Cómo vamos a
vencer a Slytherin si te quedas sin aliento con tan solo seguirme?

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— Mira quién habla. — Sirius se enderezó. — Es la primera vez que te veo sin un cigarrillo en la
boca en semanas. De todas formas. ¿Qué te pasa?

— ¿De verdad? Realmente tienes que preguntar. — Remus aceleró de nuevo.

— Está bien, está bien — Sirius lo agarró del brazo para frenarlo — No puedes dormir y tampoco
puedes terminarte tu cena a pesar de que el pudín era un bizcocho millonario, que es tu favorito... Lo
entiendo, yo también estaría gruñón.

— No estoy 'gruñón'. — Objetó Remus.

— Sensible, entonces.

— Vete a la mierda. — Remus prácticamente gruñó. — Déjame en paz si vas a ser un idiota.

— ¡Solo intento ver las cosas en otra perspectiva!

— No lo entiendes

— ¡Hazme entender!

Ahora estaban cerca de la enfermería y todos estaban cenando, así que el pasillo estaba vacío, lo
cual fue una suerte, porque Remus no comprobó antes de perder por completo su trapo.

— ¿Hacerte entender? — Él lo deliró — Maldita sea, está bien, lo haré. Entiende que estoy
estresado, preocupado, ansioso y un montón de otras cosas... Y que tenemos los EXTASIS y que hoy es la
puta luna llena y que mi maldita madre se largó a llorar porque no puedo ir a verla mañana porque mi
maldito padre no pudo controlar su maldito temperamento y ahora soy un... y Marlene también está
llorando por su hermano, y eso ni siquiera fue mi puta culpa, pero se siente como si jodidamente lo fuera,
y la escuela casi ha terminado, y hay una guerra, y un partido de Quidditch y esta gran broma, y me duele
la cadera, y estoy cansado, ¡Y realmente, realmente quería pudín!

Se sintió tonto, una vez que terminó, pero también un poco mejor. Como si se hubiera estado
inflando un globo en su pecho todo este tiempo, y finalmente se hubiera reventado, dándole espacio para
respirar nuevamente. Se quedó allí, mirando a Sirius, esperando una reacción.

— Merlín — Dijo el retrato frente a ellos. Era una bruja de aspecto muy severo, sentada en una
silla de madera de respaldo alto. — Nunca había escuchado un lenguaje tan repugnante.

— Oh, vete a la mierda, vieja estúpida. — Sirius le disparó, en una muy buena imitación de
Remus. Miró a Remus de nuevo, y su rostro se rompió en una sonrisa — ¿Quieres sentarte un rato? Creo
que es lo máximo que has dicho de una sola vez.

Remus exhaló y le devolvió la sonrisa débilmente.

— Perdón.

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— ¿Por qué? Vamos, Madame Pomfrey debe estar preocupada — Siguieron su camino, y el aire
se despejó, y nada parecía tan sombrío ahora. Aún así, Remus odiaba que Sirius tuviera que irse; sabiendo
que la próxima vez que se vieran ninguno de los dos sería él mismo.

— Así que de la forma en que lo veo — dijo Sirius, todavía alegre, después de todo eso — Si
corro de regreso al pasillo lo más rápido que puedo, puedo conseguir lo último de pudín y envolverlo para
que lo comas. En el desayuno. ¿Algo más que pueda hacer para ayudar?

— A veces eres un idiota.

— Seh.

— En realidad, hay algo...

— Cualquier cosa.

— Er... ¿Podrías mandar esto por mí? — Remus le entregó un sobre sellado. Sirius lo tomó,
mirando hacia abajo con el ceño fruncido.

— ¿Estás seguro?

— No. Pero es lo correcto.

— Ok. Lo haré ahora mismo.

— Gracias.

— Cualquier cosa por nuestro Moon...

Remus lo calló con un beso.

***

Whatever makes me tick


It takes away my concentration
Sets my hands trembling, gives me frustration
Breakdown, yeah. I’m gonna breakdown yeah.
I hear that two is company,
For me it's plenty trouble
Though my double thoughts are clearer
Now that I am seeing double
Breakdown, yeah

Sábado 25 de Marzo de 1978

La transformación no había sido tan mala como esperaba, tal vez porque nada puede ser tan malo,
cuando de verdad esperas lo peor. Y la noche misma fue maravillosa; había corrido y corrido y corrido,

605
hasta que Prongs y Wormtail se perdieron, millas detrás de ellos, y solo quedaron el lobo y el perro,
mordiéndose juguetonamente, incitándose el uno al otro.

Por la mañana, una vez que Remus se retorció y transformó en su cuerpo humano, sintió como si
sus huesos estuvieran hechos de espaguetis cocidos, estaba tan agotado. Tropezó de regreso a la
enfermería con Madame Pomfrey, medio dormido, y estuvo agradecido de poder colapsar en su cama
favorita junto a la ventana del fondo y dormir toda la mañana. Era una bendición no estar preocupado; no
moverse inquieto o apretar la mandíbula o buscar una distracción.

A última hora de la tarde, Marlene finalmente se enteró de la carta.

El ruido de su discusión con Madame Pomfrey despertó a Remus. Se despertó de un sobresalto, el


corazón le latió más rápido ante el sonido de voces elevadas. Lo primero que vio fue a Sirius,
profundamente dormido en la silla junto a él, con los brazos cruzados sobre el pecho, la cabeza colgando,
los pies apoyados en el borde de la cama del hospital. Había un plato de al menos veinte pudines sobre la
mesita de noche.

Los ojos de Sirius se abrieron de golpe unos segundos después de Remus, y parpadeó, sorprendido
y frunció el ceño.

— ¿Es esa McKinnon?

— ¡DÉJAME VERLO POPPY!

— SEÑORITA MCKINNON, ABSOLUTAMENTE NO DEJARÉ QUE ESO...

— ¡SÉ QUE ESTÁ AQUÍ!

— ¡LLAMARÉ A LA PROFESORA MCGONAGALL!

— ¡¿REMUS?! ¡REMUS LUPIN!

— Estoy aquí, Marlene — Remus comenzó a levantarse de la cama, listo para enfrentar la
realidad. Si todo terminaba acá, aún así lo había hecho durante siete años. Todavía estaba legalmente
autorizado a realizar magia, incluso si quedaba expuesto. — ¡Está bien, Madame Pomfrey! — gritó,
mientras Marlene cruzaba la sala traqueteando, tirando hacia atrás de la cortina que lo ocultaba.

— ¡¿Es verdad?! — Su cabello voló alrededor de su rostro cuando entró furiosa, sus ojos muy
abiertos y salvajes.

Ella lo miró fijamente y Remus supo que ella realmente lo estaba viendo, por primera vez;
analizándolo. Una sanadora natural, Marlene miró la cama, y a Sirius, y las cicatrices y el cuerpo
maltrecho de Remus, y él supo que ella estaba recordando cada vez que él estaba cansado, o se perdía una
lección, o tenía un nuevo rasguño. La luz de la verdad le iluminó los ojos y estalló en lágrimas. — Maldito
bastardo.

(Song: Breakdown - The Buzzcocks)

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144
Decisiones
Her phobia is infection
She needs one to survive
It's her built-in protection
Without fear she'd give up and die

He's a germ free adolescent


Cleanliness is her obsession
Cleans her teeth ten times a day
Scrub away, scrub away, scrub away
-The S.R. way.

— ¡Maldito bastardo!

— ¡Oye! — Sirius se puso de pie de inmediato.

— Está bien — dijo Remus, sin saber a quién le estaba diciendo; si a Sirius, quien había entrado
en modo de defensa, o a Marlene, que estaba sollozando, con la cara roja y enojada.

— ¡Bastardo! — Dijo de nuevo, desafiante, frotándose los ojos.

— ¡Señorita McKinnon! — Madame Pomfrey apareció, luciendo inusualmente nerviosa — Haré


que la escolten si no puede ser cortés.

— ¡Y tú! — Marlene se volvió hacia ella — ¡Dijiste que no sabías nada al respecto! ¡Dijiste que
nunca antes habías trabajado con uno!

— No la culpes, Marlene por favor... — dijo Remus, sentándose en la cama de nuevo, sintiéndose
un poco mareado — ¡Ella solo estaba tratando de protegerme!

— ¡¿Hace cuánto?! — Marlene se dio la vuelta y lo miró de nuevo.

—...desde que tenía cinco años.

— ¡Bastardo!

— Marlene, por favor...

Arrojó un trozo de pergamino sobre la cama. Era una carta, doblada y un poco torcida por todo el
alboroto. Remus la alcanzó con manos temblorosas. Marlene se quedó allí, con cara de piedra, esperando a
que la leyera.

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La desdobló, miró hacia abajo y se esforzó al máximo. La mayor parte del tiempo no tenía ningún
problema para leer. Pero todavía estaba muy cansado y estaba tan nervioso que de repente se sintió como
si tuviera once años otra vez, las letras parecían moverse y cambiar mientras trataba de encontrarles
sentido.

— Lo siento — negó con la cabeza — Lo siento, me duele la cabeza, ¿Qué es lo que... eh...?

Sirius se la quitó y, al hacerlo, se colocó visiblemente entre Remus y Marlene. Se aclaró la


garganta, frunciendo un poco el ceño.

— Es de Danny McKinnon... maldita sea, Moony, ¿Qué has hecho?

— Por favor, solo dime lo que dice — Remus negó con la cabeza, inclinándose hacia adelante y
acunando su frente entre sus manos. Realmente le estaba dando dolor de cabeza. Marlene estaba dando
golpecitos con el pie con impaciencia, y Madame Pomfrey seguía parada ahí, obviamente insegura de si
debía o no hacer frente a toda esta situación.

Sirius escaneó la página, mucho más cómodo con toda la atención.

— Él dice que 'gracias' — Él dijo.

— ¡¿Qué?! — Remus miró hacia arriba, entrecerrando los ojos,

— Bueno, resumiendo. — respondió Sirius, todavía leyendo —... Dice que recibió una carta
cuando llegó a casa esta mañana de uno de los amigos de Marlene, que 'dice ser un hombre lobo'. Y tenía
muchos consejos útiles y que le gustaría conocerte. Dice que no se lo contará a nadie y que, de todos
modos, no tiene idea de quién eres.

— Pero yo sí. — Dijo Marlene. Ella había dejado de llorar ahora, y su voz era un poco más
tranquila, pero Remus podía sentir el calor de la emoción irradiando de ella.

— Sí. — Remus asintió con la cabeza, con el cuello rígido — Sabía que te darías cuenta.

— ¿Y enviaste la carta de todos modos? — Ella vaciló por un momento.

— Yo solo quería ayudar. — Él se encogió de hombros.

Hubo una larga pausa. A Remus le hubiera gustado acostarse, pero sintió que no sería bien
recibido.

— ¿Dumbledore lo sabe? ¿Y McGonagall? — Marlene hablaba ahora mucho más tranquila, como
si apenas pudiera creerlo.

— Sí.

— Es tan peligroso. — Ella susurró: — Podrías haber matado a alguien.

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— No. — Sirius dijo, con las manos en las caderas. — Todo ha sido perfectamente seguro, desde
el primer año, ¿No es así, Poppy? Remus nunca lastimaría a nadie.

— Remus no lo haría. — Marlene lo miró a los ojos — Pero el lobo podría.

— No lo he hecho, nunca. — Remus sintió la necesidad de confirmar eso. — Hemos hecho todo
lo posible para que sea seguro.

— ¿Estás registrado? — Ella chasqueó.

— Er... bueno, casi todo lo posible. — Él concedió.

— ¿Y tú… solo querías ayudar a Danny? No estabas tratando de... no sé, ¿Ponerlo de tu lado?

— ¡¿De qué lado estás hablando, McKinnon?! — Sirius dio un paso adelante, amenazadoramente
— Moony está de nuestro lado. Él es tu amigo.

— Pensé que lo era. — Respondió Marlene. No le tenía miedo a Sirius; ella podría vencerlo en el
campo de Quidditch cualquier día, y Madame Pomfrey estaba parada allí.

— Tuve que mantenerlo en secreto, Marlene —suplicó Remus, la tensión era demasiado
insoportable— Tenía que hacerlo, de lo contrario nunca podría haber venido a Hogwarts. Sabes lo que es
cuando hay algo... diferente en ti. Sabes cómo es la gente.

La miró a los ojos mientras decía esto, y la vio ponerse fría de miedo cuando se dio cuenta de a
qué se refería exactamente.

— ¿Cómo te atreves? — Ella dijo. — ¡¿Cómo te atreves?!

— No, no quise decir... —Levantó las manos, pero ya era demasiado tarde.

— ¡Aléjate de mi familia! — Ella espetó, antes de girar sobre sus talones y salir furiosa, de la
misma manera en que había llegado.

Remus exhaló. Realmente no sentía miedo, aunque no tenía idea de lo que planeaba hacer Marlene
a continuación. Se preguntó vagamente si podría hacer sus exámenes EXTASIS por correspondencia, o si
los Potter le permitirían quedarse en su casa sin que James o Sirius estuvieran allí. Pero su cabeza estaba
demasiado confusa para hacer un plan adecuado ahora, y pensó que preferiría dormir un poco mientras
pudiera.

Se recostó en la cama, Madame Pomfrey y Sirius lo miraron.

— Estoy bien. — Él dijo: — De verdad. Solo voy a descansar un poco.

— Voy a hablar con la profesora McGonagall de inmediato. — Madame Pomfrey dijo,


finalmente.

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— Creo —dijo Remus, adormilado, cerrando los ojos— que sería mejor que hables con Marlene,
una vez que se haya calmado. Ella respeta tu opinión. No la metas en problemas, no ha hecho nada malo.

Madame Pomfrey le dio una mirada muy suave, y luego, se acercó a alisar un poco sus sábanas,
tocando su mano suavemente antes de irse.

— "No ha hecho nada malo" — Sirius murmuró, raspando sus pies contra el piso de piedra. —
Ella está siendo una pequeña estúpida intolerante.

— No es un punto de vista poco común — suspiró Remus — es mejor que me acostumbre a eso.

— Debería ir y...

— No. — Remus dijo bruscamente: — Déjala en paz.

— Pero ella va a...

— Ella va a hablar con sus amigas, primero. — Remus dijo con firmeza. — Lily y Mary. Prefiero
que Marlene hable con ellas. Son las mejores personas para esta situación. — Bostezó.

— Maldita sea, Moony. — Sirius negó con la cabeza. — ¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo?!

— Estoy hecho polvo. — Remus respondió. Y fue lo último que dijo en horas.

***

La cosa era que, de cualquier manera que fuera, Remus no podía ver mucho futuro para sí mismo
en Hogwarts de todos modos. Estaba agradecido, obviamente, por todo lo que Dumbledore, McGonagall y
Madame Pomfrey habían hecho por él. Había amado a cada una de sus materias (excepto Pociones, tal
vez) y, sobre todo, tenía un grupo de amigos que le eran más queridos que cualquier familia. Pero las
cosas buenas seguirían siendo buenas, incluso si tenía que irse.

Podría tener más tiempo para pasar con Hope. Más tiempo para dedicar a ganar esta terrible
guerra. Remus ya no estaba aprendiendo realmente nada en la escuela que no hubiera aprendido en sus los
libros. Anhelaba la experiencia práctica; quería ser probado de verdad. No necesitaba los EXTASIS para
eso, solo una biblioteca bien surtida y suficiente valor. Remus tenía todo lo que necesitaba ahora, para
hacer lo que había querido hacer casi toda su vida.

Si Marlene lograba que lo expulsaran de la escuela, entonces Remus finalmente estaría libre para
buscar a Greyback.

La idea se había ido desvaneciendo desde que se enteró del nombre del hombre lobo. Y esa noche
que le había escrito a Danny, todo le pareció muy claro.

Era para lo que había nacido. Era casi como si hubiera heredado la tarea de Lyall.

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El torpe, insignificante y pobre Remus Lupin nunca iba a derribar a nadie tan insidiosamente
terrible y todopoderoso como Lord Voldemort. Pero el lobo en él sabía que podría tener una oportunidad
con Fenrir Greyback. Remus sabía que podría matarlo, pero estaba malditamente seguro que primero iba a
causarle daño.

No le había dicho nada a Sirius sobre esto. En cuanto empezaron a salir, Remus se sintió
profundamente avergonzado de su propio deseo de venganza; su incapacidad para dominar esa rabia
imprudente. Sirius lo miraba en busca de autocontrol; por una respuesta razonable y mesurada, y Remus
no estaba dispuesto a romper esa ilusión y arriesgarse a arruinar todo lo que funcionaba en su dinámica.

De todos modos, Remus tenía dieciocho años ahora, y muggle o mago, podía tomar decisiones por
sí mismo, sin importar cuán peligrosas fueran. Y si tenía que decepcionar a Marlene para comenzar todo,
entonces al menos había podido ayudar a su hermano de alguna manera. Una de las frases fatalistas de la
Matrona apareció en su cabeza, luego: "Ninguna buena acción queda impune". Aunque no sabía qué
buenas obras podría haber alguna vez la Matrona.

Era la hora de la cena, cuando se despertó por segunda vez en el día. Sirius ya no estaba allí, pero
el mapa del merodeador estaba escondido debajo de la almohada de Remus. Lo retiró y vio que todos los
merodeadores estaban en la sala común, Mary y Lily muy cerca. Había una tarta de pollo en un plato junto
a su cama, mantenida mágicamente caliente de alguna manera. Remus no lo había resuelto todavía, ¿Tal
vez el plato estaba hechizado?

Decidió que comería antes que cualquier otra cosa, y lo hizo en silencio, pensando a una milla por
minuto, como si su cerebro estuviera recuperando todo el tiempo que había perdido durmiendo. Buscó a
Marlene en el mapa. Ella estaba en el dormitorio de chicas, con Yaz.

No sabía si eso era bueno o malo. Todavía no habían llegado turbas enojadas blandiendo
antorchas, lo que probablemente era una buena señal. Madame Pomfrey se acercó justo cuando estaba
terminando su segunda rebanada de pudin. El caramelo espeso y viscoso era muy reconfortante.

— ¿Cómo te sientes, querido? — Preguntó ella, con profundas arrugas en el ceño.

— ¡Bien! — Dijo alegremente. Le tendió el plato — ¿Quieres un poco? No me voy a terminar


todo. — Esto era una mentira y ambos lo sabían, pero Madame Pomfrey fue lo suficientemente educada
como para estar de acuerdo con él.

— Bueno... Ya que no hay nadie más en la enfermería hoy — sonrió, sentándose en la silla a su
lado y aceptando un poco de pudin. Ella conjuró dos platillos, luego sirvió té caliente humeante con su
varita, y todo fue muy agradable, pero Remus pudo sentir que se acercaba una gran charla.

— Me iré cuando termine — dijo — No te molestaré más.

— Nunca has sido una molestia, Remus — respondió amablemente, soplando su té para enfriarlo.
— Incluso cuando eras un pequeño niño.

— Yo era un imbécil, en primer año. — Remus respondió. Ella sonrió y sacudió su cabeza,

— Para nada. Un diamante en bruto.

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— Oh. — Dijo, sintiendo que se calentaba. A cualquier otra persona le hubiera dicho que se
'callara' o 'que se fuera a la mierda', pero nunca jamás le diría una palabra grosera a Madame Pomfrey.

— Han pasado volando, estos los últimos años — suspiró — Recuerdo ese pequeño fragmento de
cosa que eras; puro ojos y codos. Te has convertido en un buen joven.

Deseaba que ella se detuviera, por agradable que fuera todo esto; no sabía qué hacer con todo eso.
— Y te mereces de todo, Remus, ¿Me escuchas? — Ella continuó: — No será fácil para ti, después de la
escuela, y sé que lo sabes.

El asintió.

— Estaré bien.

— Lo estarás. — Ella sonrió, sus ojos brillando con lágrimas — Y si alguna vez necesitas algo,
sabes dónde contactarme.

— Por supuesto.

— Conozco a Danny McKinnon, sabes — dijo, aclarándose la garganta, aquí viene, pensó Remus.
Pero ella lo había dominado astutamente con todas esas cosas bonitas, y él solo tenía que apretar los
dientes y escuchar ahora.

— ¿Sí? — Dijo, casualmente, tomando otro trozo de pastel.

— Sí, lo conocí cuando era un estudiante, aquí. Venía a la enfermería cientos de veces para que lo
arreglara: era el golpeador de Gryffindor, como Marlene. Él era un poco más extrovertido que ella.

— No lo sé — respondió Remus, secamente — Ella puede ser bastante elocuente cuando quiere.

Madame Pomfrey sonrió, a su pesar.

— No, tienes razón. Tiene esa tenacidad de los McKinnon y un agudo sentido del bien y del mal.

— Así es. — Él suspiró. Siempre le había gustado eso de Marlene; su franqueza — Y sé lo que
vas a decir: que todo no es tan simple, que hay muchos tonos grises y que no importa lo que la gente
piense de tí, lo que importa es lo que haces...

— Bueno... sí.

— Sé todo eso y está bien. Sabía todo eso cuando le escribí a Danny, incluso sabía cómo
reaccionaría Marlene. Pero al final, no me importó. Lo único que importaba era ayudarlo.

— Estoy orgullosa de tí, Remus.

Eso lo dejó perplejo. Su garganta se contrajo, y casi se atragantó tratando de tragar lo último de su
rebanada, el azúcar se convirtió en ácido mientras bajaba. Él farfulló y tosió, tomando el té para pasar la

612
comida. Madame Pomfrey se levantó sonriendo. Ella le dio una palmada en el hombro mientras se
recuperaba.

— Te dejaré seguir.

Se tomó un momento para recomponerse antes de levantarse. Sacudió las migas de las sábanas e
hizo la cama, aunque sabía que en realidad no necesitaba hacerlo. Los restos de dulces que quedaban los
envolvió en un pergamino y los deslizó con cuidado en su bolso. Puede que los necesite más tarde.

Remus casi se sorprendió de lo tranquilo que se sentía. Había una sensación de cierre en el aire; de
llegar a un final inevitable. Sabía que alguien algún día se daría cuenta, se dijo a sí mismo. Habría sido un
idiota al pensar que todos podían esconder algo tan grande para siempre. Habían hecho un buen trabajo,
pero todo había sido cuestión de suerte y habían corrido tantos riesgos. Al menos de esta manera, había
sido la elección de Remus; lo controló tanto como pudo. De esta manera, los merodeadores también
estaban a salvo. Nadie sabría lo que todos habían estado haciendo cada luna llena.

Regresó lentamente a la Torre de Gryffindor. Estaba rígido por haber dormido todo el día y estaba
agradecido por tener la oportunidad de estirar las piernas en privado. Sirius no había mencionado el
problema de la cadera por un tiempo, pero Remus lo vio fruncir los labios o fruncir el ceño cada vez que
notaba que Remus cojeaba o se frotaba el costado.

— Blatherskite — le dijo a la señora gorda, quien apenas levantó la vista de limarse las uñas para
dejarlo pasar.

Entró en la habitación y sintió seis pares de ojos fijos en él a la vez. Armándose de valor y
pegando una sonrisa descuidada, se acercó a sus amigos, sentándose en su lugar habitual, ocupando dos
sofás y un sillón.

— ¡Moony! — Sirius se levantó de donde había estado tumbado para hacer espacio — Justo iba a
ir a ver si estabas despierto.

— Estoy despierto — dijo redundantemente, tomando asiento.

— Sirius nos dijo lo que hiciste. — Peter dijo, como si no pudiera contenerse. Estaba jugando con
una pieza de ajedrez, había un juego, pero Remus no podía decir con quién estaba jugando Peter.

— Bien — asintió Remus. — Er... ¿Alguien ha hablado con Marlene?

— Nos gritó — suspiró Mary, indicándose a sí misma y a Lily. — Creo que está mayormente
herida por haber sido la última en enterarse.

— Mm.

— Sin embargo, no ha dicho mucho más. Ha estado encerrada con Yaz.

— De acuerdo.

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— Escucha, Moony —James se inclinó, ojos muy serios— hemos estado hablando, ¿Recuerdas el
quinto año? Dumbledore impidió que Snape se lo dijera a todos. Él también puede detener a Marlene, si se
trata de eso.

— Él podría. — Remus asintió, aunque no estaba tan seguro. Podría servirle mejor a Dumbledore
fuera de la escuela ahora que a los dieciséis. Especialmente considerando los contactos que Remus ya
había hecho. — Pero déjalo fuera de esto por ahora, ¿De acuerdo?

— ¡¿Por qué lo hiciste?! — Peter preguntó, todavía agarrando la pieza de ajedrez.

— Para ayudar a Danny. — Remus respondió, sorprendido. Los miró a todos. — Estaba solo,
nadie lo estaba ayudando, Marlene me lo dijo ella misma.

— Pero Remus... — dijo Lily, — Sabías cómo se sentiría al respecto. Sabías que ella no lo
entendería.

— Lo sabía. Pero fue por Danny. — Remus repitió, con firmeza.

Todos prometieron darle tiempo y ver qué decidía hacer Marlene a continuación. Lily y Mary
prometieron que harían todo lo que pudieran, esta noche en su dormitorio, le explicarían, tratarían de
convencerla. Remus les agradeció, porque sabía cuánto se preocupaban por él.

Tuvieron una velada tranquila. Remus jugó al ajedrez con Peter y perdió, luego Sirius se hizo
cargo y empataron. James y Lily se interrogaron sobre los ingredientes de ciertas pociones y Mary trabajó
sin entusiasmo en sus solicitudes de empleo.

— Cosas medio aburridas de secretaría muggle para complacer a mamá y cosas medio aburridas
cosas del ministerio de magia para complacer a McGonagall — suspiró.

Finalmente se fueron a la cama, uno por uno, y aunque Remus apenas había estado despierto
durante tres horas ese día, subió las escaleras bostezando. Sirius había sido muy paciente. No había dicho
ni una palabra todavía, y Remus sabía lo difícil que debía ser eso para él. Entonces, cuando finalmente
estuvieron en la cama, y tan solos como podrían estar en Hogwarts, se acostó en silencio sobre su espalda
y miró hacia las cortinas de terciopelo, y dejó que Sirius hablara.

— No la dejaré hacer esto. — Sirius le susurró al oído, alcanzando su mano — Hablaré con ella,
Mary y Lily hablarán con ella, y le haremos entender. McGonagall y Madame Pomfrey: querrán ayudarte,
ella las escuchará si no escucha a sus amigos. O Dumbledore. James podría echarla del equipo, cualquier
cosa. No te perderemos, Moony, has trabajado demasiado, no te pueden expulsar solo por tratar de ser
amable con ese ingrato, engreído, intolerante...

— Voy a estar bien, Padfoot. — Dijo Remus.

— ¡Exactamente! — Sirius asintió, su cabello crujiendo contra la almohada — Exactamente,


porque vamos a detenerla.

— No, quiero decir, no importa lo que pase; voy a estar bien. Si me voy dentro de tres meses o si
me tengo que ir mañana, estaré bien.

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— ¡Pero tus EXTASIS!

— Bueno, estaba deseando destruirte por completo en Historia y Encantamiento...

— Y Aritmancia, te he estado copiando todo el año.

— Y Aritmancia. — Remus se rió. — Pero… bueno, los EXTASIS no significan mucho. Aún así
no podré ingresar a ninguno de los programas de capacitación del Ministerio sin registrarme como hombre
lobo, y no voy a hacer eso, nunca. No sé si realmente quiero hacer ese tipo de trabajo. Lo que quiero es
empezar a cambiar las cosas. Por eso le escribí a Danny en primer lugar.

—... ¡¿Quieres decir que quieres que te expulsen?!

— No creo que lleguemos a eso. No creo que Marlene lo haga, incluso si está enojada. Pero ella
podría pedirme que me vaya, y si eso es lo que quiere, lo haré.

— Y te unirás a la guerra. — Sirius terminó. Su voz sonaba extraña. No mal, pero Remus sabía
que lo entendía.

— Sí, supongo que podrías ponerlo de esa manera. — Remus asintió.

— Entonces iré contigo. Tampoco necesito mis EXTASIS, soy un Black.

— No te pediría nunca que hicieras eso.

— Lo sé. Pero lo haré. Nos iremos juntos.

Remus no quería admitirlo, pero estaba silenciosamente emocionado. Quizás era la parte de
Gryffindor en él, pero dejar atrás la infancia y precipitarse de cabeza hacia lo desconocido con su mejor
amigo sonaba gloriosamente tentador. Sería el inicio de ellos; lejos de Hogwarts y de los horarios y de
todas las pequeñas disputas y rivalidades tontas que pasaban allí. Tenían mucho que ofrecer, lo sabía. ¿No
habían triunfado en todo lo que habían intentado hasta ahora? ¿No eran ellos siempre los héroes en todas
las historias? No sería nada en absoluto para ellos. Podrían terminar esta guerra y realmente comenzar sus
vidas.

— Gracias. — Se dio la vuelta para besar a Sirius. Besó sus labios y sus manos se deslizaron
debajo de su camisa y siguió besándolo, sus labios, su cuello, su mandíbula — Gracias, gracias...

(Song: Germ Free Adolescents - X-ray Spex)

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Lo que nos falta
Fueron promesas maravillosas, pero no las cosas no pasaron así. Remus no tendría la oportunidad
de hacer una misteriosa y digna salida temprana de Hogwarts, y Sirius no tendría la oportunidad de
demostrar que seguiría a su Moony a cualquier parte.

Tiempo después, luego de que la guerra terminara y todo lo demás también terminara, Remus se
preguntaría si las cosas habrían sido diferentes si él y Sirius hubieran dejado la escuela en ese momento.
Quizás podrían haberse mantenido más cercanos, o al alejarse podrían haber mantenido a otras personas
más seguras.

De todas formas. Eso no sucedió, y no servía de nada pensar en ello.

Durante años y años después, una vez que la agonía de todos aquellos funerales, obituarios,
memoriales y discursos se hubiera desvanecido, Remus se quedaría con esos recuerdos de sus últimos
meses en Hogwarts, cuando habían sido estúpidos e ingenuos e indescriptiblemente felices sin siquiera
saberlo.

Miércoles 29 de Marzo de 1978

El fin de semana pasó tranquilamente; había tarea que completar, prácticas de Quidditch a las que
asistir y una broma enormemente complicada que planear, y Marlene no hizo ningún movimiento hacia
ninguna dirección.

Sirius y James informaron que ella asistió a la práctica de Quidditch y que jugó tan bien como
siempre, pero que no les había hablado. Mary dijo que todavía estaba molesta, pero que no había decidido
si decirlo o no.

No fue hasta la semana siguiente que Marlene finalmente decidió acercarse a Remus de nuevo.
Ella lo atrapó solo, lo cual era raro en estos días.

Estaba arreglando el salón de clases de Encantamientos después de una sesión de su grupo de


estudio, justo antes de la reunión de los miércoles de la 'cooperativa de planificación de bromas'. Por lo
general, Chris lo ayudaba, pero estaba decaído debido a un resfriado y se había tomado la tarde libre.
Remus casi había querido cancelar el grupo por completo. Todo parecía tan inútil; aprender y aprender y
aprender, ¿Para qué? Para aprobar un examen, sacar una buena nota, ¿Y luego? Si Greyback no lo mataba
antes de los veinte, de igual forma no tendría empleo. Pero a todos parecía gustarle el grupo de estudio y
él odiaba defraudarlos.

Entró en la habitación oliendo a hierbas del invernadero: romero, salvia y aceite de tierra. Se
volvió e inconscientemente se apoyó contra una pared.

— Hola. — Él dijo.

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Ella se quedó quieta un rato, mirándolo en total silencio, antes de responder.

— Hola. Estoy enojada contigo.

— Lo sé. — Él asintió con la cabeza, tratando de ser comprensivo — Creo que eso es bastante
justo. Estás... um. ¿Estás listo para hablar de ello?

— No. — Disparó, cruzando los brazos. Ella lo fulminó con la mirada y él desvió la mirada, como
un suplicante pidiendo clemencia. La escuchó inquietarse un poco y suspirar con impaciencia. — Pero
Danny dice que tengo que hacerlo.

Remus evitó conscientemente sonreír, pero no pudo ignorar el alivio que sintió ante esas palabras.
Miró hacia arriba de nuevo, con cuidado.

— ¿Has hablado apropiadamente con él, entonces?

— Sí. Dijo que probó la esencia de murtlap combinada con muggle TCP, y sus heridas ahora se
está curando más rápido. Y que tenías razón sobre lo de tomar un somnífero.

— Es lo mejor que he encontrado. Para sanar. — Remus respondió, con cautela, desviando la
mirada de nuevo. Ella lo hacía sentirse tan avergonzado de sí mismo.

— Todos lo sabían excepto yo. — Dijo Marlene. Ahora estaba apoyada contra la pared opuesta; la
habitación entera estaba entre ellos, el revoltijo de sillas y escritorios. — Incluso Mary.

— Ella lo descubrió, yo no se lo dije.

— Siempre pensé que eras un poco raro porque eras gay.

Frunció un poco el ceño. ¿Era raro? No dijo nada, no podía pensar en nada que lo mejorara.

— Realmente heriste mis sentimientos, Remus. —Marlene continuó: — Me mentiste durante


años. Pensé que éramos amigos, compartí cosas contigo que no le he dicho a nadie más.

— ¡Somos amigos! — Remus protestó — Yo te considero una, de todos modos.

Suspiró profundamente. ¿Siempre sería así cuando la gente se enterara? — Mira, no podía decirte;
había demasiada gente involucrada... Madame Pomfrey, e incluso Dumbledore. Tuve que mantenerlo en
silencio por el bien de ellos también. Y... has dejado muy en claro, en el pasado, cómo te sientes sobre las
personas como yo.

— Deberías habérmelo dicho.

— ¿Qué habrías hecho? — Remus se estaba molestando ahora. — ¿Te habrías quejado? ¿Se lo
habrías dicho a todo el mundo? ¿Hacer que me expulsen?

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— Puede que no lo hubiera hecho. — Se mordió el labio y apartó la mirada. Cuanto menos segura
estaba, más enojado se ponía Remus.

— ¡Bueno, no me apetecía mucho correr el riesgo! — Dijo: — No tengo una familia, ni un hogar
real al que ir, en caso de que lo hayas olvidado. No tengo nada a mi favor fuera de esta escuela, así que
perdóname por hacer todo lo posible por quedarme aquí.

— Lo entiendo — miró hacia arriba, rápidamente, extendiendo sus manos — ... y nunca querría
causarte algún problema, pero Remus, ¿No ves lo peligroso que es...?

— ¡Tenía once años! Yo solo era un niño, y un anciano se me aparece y me dice que puedo ir a
una escuela de magia, ¡¿Qué habrías hecho tú?!

— ¡No me grites! — Ella frunció el ceño, encogiéndose un poco. — No vine a gritar.

— Perdón. — Él murmuró. — No tuve mi oportunidad el otro día.

— Lamento eso.

— Bien.

Se quedaron callados después de eso, ambos mirando al suelo, ambos moviéndose nerviosamente
con sus manos. Remus podía escuchar el corazón de Marlene latir a un ritmo constante y ansioso.

— Mira. — Dijo, manteniendo su voz baja y firme, abriendo los puños. — Si quieres que me vaya
de Hogwarts, lo haré. Mientras prometas no meter a nadie más en problemas, no voy a oponer resistencia.

— Pero tus EXTASIS...

— No valen de nada si le dices a todo el mundo lo peligroso que soy.

— Suenas como Danny.

Silencio de nuevo. Remus negó con la cabeza, cansado y exasperado. Intentó una táctica diferente.

— ¿Cómo está él ahora? La carta decía que quería conocerme.

— Él está bien. — Ella asintió con la cabeza, sus ojos un poco brillantes. — Creo que le animó
saber que alguien más estaba pasando por lo mismo.

— Sí — asintió Remus — Eso es algo que me hubiera gustado tener. James, Sirius y Pete...
siempre se han asegurado de que nunca me sienta solo. Así que sé la gran diferencia que hace.

Marlene asintió y se secó los ojos.

— Estoy enojada. — Dijo ella, cansada. — Pero no sé si estoy enojado contigo. Simplemente...
fue un gran impacto, y no estoy segura de cuántos golpes más pueda soportar estos días.

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Él se rió y realmente no supo por qué.

Ella sonrió débilmente. — No voy a decir nada. No quiero que te vayas a ningún lado. Danny
dice... dice que debemos centrarnos en nuestras similitudes, no en nuestras diferencias. Ahora más que
nunca. Lily y Mary dijeron lo mismo. Sé que tienen razón, pero es más difícil de lo que esperaba.

— No puedo soportar que me odies. — Dijo con cautela.

— No te odio.

— Odiar lo que soy es lo mismo.

— Lo estoy intentando, Remus. — Ella parpadeó para eliminar las lágrimas. — Te juro que lo
intentaré.

— Gracias. — Él asintió.

Por una fracción de segundo se sintió decepcionado; había estado tan listo para un cambio. Saber
que tendría que esperar un poco más le dolió por un momento, pero se disipó rápidamente, como una
puerta que se cierra. Eso era todo. Terminaría la escuela, le ganaría a todos en Historia (probablemente
también en Aritmancia), vería el último partido de Quidditch y se emborracharía mucho celebrando con
sus amigos. Greyback tendría que esperar.

— ¿Quieres que te ayude con todo esto? — Marlene señaló el aula desordenada. — Potter y Black
y su pandilla de malhechores estarán aquí en un minuto para planear su incursión en Slytherin...

— Sí, está bien — asintió Remus, y ambos comenzaron a mover los escritorios. La confrontación
parecía haber terminado, y por ahora ambos estaban satisfechos. Estaba contento; había sido terrible no
tener a Marlene como amiga.

Remus y Chris usualmente usaban magia para mover los muebles de la clase hacia atrás, pero
Marlene nunca había sido buena en los hechizos de locomoción, así que empezó a levantar y a empujar las
cosas. Remus no quería presumir ahora que estaban de nuevo en buenos términos algo tentativos, así que
hizo todo lo posible para quedar bien.

— Voy a hablar con Mary. — Marlene dijo, de repente, levantando una silla y empujándola
debajo de un escritorio. — Yaz quiere que lo haga. Ya se lo dije a Danny.

— Eso es bueno. — Remus sonrió, alentador. — Estoy seguro de que Mary estará bien. Ella es la
persona menos crítica que conozco.

— Sí, probablemente tengas razón. — Marlene lo miró, pensativa, mientras volvía a colocar la
mesa final en su lugar. — ¿Remus?

— ¿Hm?

— ¿Tu cojera se debe a las transformaciones?

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— ¿Estoy cojeando? — Remus se puso un poco más erguido, consciente de sí mismo.

— Algunas veces más que otras — respondió ella con total naturalidad. — Siempre pensé… que
era por el hogar de niños. Que alguien te había hecho algo.

Sacudió la cabeza.

— Cuando tenía trece años más o menos, creo que algo volvió la encajar en su lugar pero de una
manera más... irregular. — Él se encogió de hombros. — Se pone un poco rígido de vez en cuando.
Apenas me doy cuenta ahora.

— Mmm. — Ella respondió, luciendo pensativa.

—... ¡¿Cuántas veces?!

La puerta se abrió y Lily entró, luciendo furiosa, James detrás de ella, Peter y Sirius muy cerca,
ambos sonriendo. — ¡Dijimos que nada de bromas hasta el final del curso! Se supone que debemos
mantener un perfil bajo, ¡Eres Head Boy!

— Por favor, Evans — dijo James, extendiendo las manos — Eso no fue nada, apenas se puede
llamar a eso una broma, fue más una... er... — lanzó una mirada suplicante a Sirius.

— ¡Ánimo! — Dijo Sirius.

— ¡Ánimo! — James asintió con la cabeza, sonriendo.

— ¡¿Que todos los espejos de cada baño reflejen caras de trolls es dar ánimo?! — Lily se volvió
hacia ambos.

No sirvió de nada, los tres chicos se echaron a reír.

Remus se rió también; había hecho la mitad de la investigación para ese. La semana pasada se
había pasado horas buscando en libros de historias de dinastías troll en busca de retratos para obtener
todas las características correctas. Esperaba tener la oportunidad de captar algunas de las reacciones antes
de que Flitwick lograra romper el hechizo de glamour que habían usado.

— Locos. — Marlene sonrió tímidamente.

— ¡Marlene! — Lily jadeó.

Todos se volvieron para mirarla, y luego a Remus, boquiabiertos. Se propuso devolverles la


sonrisa a todos, relajar los hombros y dar una palmada.

— ¡Vamos pues! Esta broma no va a realizarse sola...

***

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Sirius todavía tenía algunas opiniones sobre Marlene, por supuesto. Remus se negó a escucharlas.
Quería que el asunto se cerrara, quería seguir adelante. Y quería conocer a Danny lo antes posible. Por
primera vez, para bien o para mal, Remus sentía que tenía un aliado ahí fuera. Alguien que era como él y
que estaba de su lado. Escribió otra carta, luego la desechó y volvió a intentarlo. Luego otra y otra vez.
Había tanto que decir que Remus no estaba seguro por dónde empezar.

— De todas formas, ¿Para qué quieres hablar con él? — Sirius bostezó una noche en la cama,
cuando Remus se rindió en otro intento de presentarse apropiadamente. — Sabes más sobre ser un hombre
lobo que él, no es como si tuviese algún conocimiento especial.

— No se trata realmente de eso. — Remus respondió con un bostezo, apagó la luz de su varita y
se acostó. Se frotó los nudillos y los dedos de la mano derecha. Algunos días sentía como si nunca dejara
de usar su pluma; siempre estaba escribiendo, y si no se la pasaba estudiando febrilmente para sus
EXTASIS, o haciendo complejos cálculos para ayudar a hacer la gran broma, o escribiendo a Grant o a
Ferox o a Danny.

— Espera hasta que termine la escuela, entonces. — Le aconsejó Sirius. — Es más seguro para los
dos.

— Hay tres lunas entre hoy y el final de clases. — Remus respondió, tratando de ponerse cómodo.
Las sábanas siempre terminaban arrugadas en la cama de Sirius, no tenía idea de cómo lo manejaba el otro
chico.

— Lo sé — respondió Sirius, indignado. — Pero no hay mucho que puedas hacer, ¿verdad?

— Supongo que no.

— Y no le debes nada.

— No. — Remus eligió sus palabras con cuidado. — Pero me debo a mí mismo hacer lo correcto,
¿No es así?

— ¿Eso fue lo que se te pasó por la cabeza? — Sirius estaba frunciendo el ceño ahora, Remus
podía decirlo.

Un aleteo en su estómago le dijo que se dirigían a una pelea, y que podía evitarlo ahora mismo
simplemente cambiando de tema.

— ¡¿Qué quieres decir con 'lo que se me pasó por la cabeza'?! — Remus espetó.

— Cuando le escribiste a Danny en primer lugar. Tienes que admitir que fue un poco imprudente.

— ¡¿Disculpa?!

— Bueno, para alguien que ha pasado siete años tratando de mantener todos los aspectos de sí
mismo completamente privados, fue un poco loco ir y envíarle una carta a un extraño...

— Al hermano de mi amiga...

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—... derramando todos tus secretos...

— ¡No todos!

—... pero si todo estaba al servicio de hacer lo correcto, entonces supongo que está bien.

— Mira, si estás enojado conmigo, entonces dilo, esta mierda sarcástica no te queda bien, Black.
— Remus rodó sobre su costado.

— No estoy enojado. — Dijo Sirius.

— Bien.

Remus sabía que ese no era el final. Esperó, prácticamente saboreando el aire.

—... Solo he estado pensando, eso es todo. — Dijo Sirius, finalmente. Remus sonrió para sí
mismo, antes de darse la vuelta, frunciendo el ceño.

— ¿Sobre qué?

— Es como si hubieras deseado irte de aquí o algo así.

— Obviamente que quería irme —siseó Remus, comenzando— ya te lo dije. No tiene sentido que
haga mis EXTASIS, y que me la pase tonteando con estúpidos exámenes, grupos y bromas, cuando están
sucediendo cosas ahí fuera, en este momento. Tuve mi oportunidad de ayudar a alguien y la aproveché.
¡¿Y qué si no me importaron las consecuencias?! Además, ¡¿Tú me llamas imprudente a mí?! ¡Pensé que
lo entenderías! ¿Qué pasó con querer vengarte de tu familia? ¿Qué pasó con querer ponerle fin?

— Si quiero... — dijo Sirius, sonando más pequeño.

— Bueno, no estás actuando como si quisieras. Pareces más preocupado por este estúpido partido
de Quidditch que hay que por la guerra. Quizás te parezcan lo mismo a ti.

— ¡Merlín! — Sirius respondió, débilmente — No te detienes hasta que hayas probado la sangre,
¿No es así?

— Debe ser el lobo en mí. — Remus dijo, brevemente.

Se dio la vuelta de nuevo y cerró los ojos.

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Superego
Oh mine eyes have seen the glory of the theories of Freud,
He has taught me all the evils that my ego must avoid.
Repression of the impulses results in paranoid
As the id goes marching on.

Sábado 1 de Abril de 1978

— ¡¡Hola!!

— Hola.

— ¡Dios, anímate un poco, solcito! ¡Después de todo el esfuerzo que tuve que hacer para
conseguir una maldita audiencia contigo!

— ¡Perdón! Estoy muy, muy feliz de saber de tí.

— Cristo, te vuelves más elegante cada día.

Remus se rió, a su pesar. El sonido hizo eco a través del receptor y le hizo pensar en la voz de
Grant viajando a lo largo del cable telefónico, desde el fondo de Inglaterra, hasta él en las Tierras Altas de
Escocia. Los muggles también eran bastante mágicos, la verdad.

— ¿Cómo estás? — Preguntó: — ¿Sigues disfrutando de la playa?

— El invierno fue jodidamente terrible. — Grant respondió, acomodándose en la conversación.


Remus podía oír el cigarrillo entre sus dientes, el chasquido de un encendedor zippo. Anhelaba ver al otro
chico, ver su rostro y observar sus expresiones. — Lluvia. Viento helado: viene del mar, hace vibrar las
ventanas peor que en St Eddy's. Eso sí, los estudiantes lo compensaron.

— ¿Estudiantes?

— De la universidad de Arte y del Brighton Poly. Obtienes montones de nuestro tipo, en las
escuelas de arte. Estuve saliendo con un ingeniero, un poeta y un pintor.

— ¿Son tres personas distintas o una persona muy inteligente? — Remus preguntó con ironía.

— Mendigo descarado. No te gustaría saberlo. — Grant se rió disimuladamente. — ¿Qué hay de


tí, de todos modos? ¿Cómo está tu querido amante?

Remus resopló burlonamente.

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— Bien.

— ¿Bien?

— Bien.

Grant exhaló con fuerza.

— Jesús, no habrán tenido otra pelea, ¿Verdad? Te diré qué, cariño, tienes que controlar esos
estados de humor que tienes.

— ¡¿Qué estados de humor?! — Remus frunció el ceño. Grant se rió.

— Eres el tipo más malhumorado que conozco, eres peor que una chica con la regla cuando algo
te cabrea. Y tienes una lengua filosa. Tengo unas costillas rotas que duelen menos que algunas de las
cosas que has dicho.

— Nunca me dijiste que...

— No, bueno, dejé que te salieras con la tuya porque es más fácil que buscar pelea. Igual, no es tu
culpa. Somos iguales, ¿no? Todos los somos, los niños institucionalizados.

— ¡¿Institucionalizados?!

Era una palabra enorme viniendo de Grant, pero se sentía grosero decir eso. Dios, pensó Remus
para sí mismo, ¿Cuándo me volví tan esnob?

— Sí, aparentemente eso es lo que somos. El poeta me dijo que estaba haciendo un curso de
psicología. Dijo que tengo miedo de quedarme con una persona demasiado tiempo porque me
abandonaron demasiado cuando era pequeño. Lo dejé después de eso, obviamente.

— He estado con Sirius durante años. — Remus respondió, a la defensiva. — Solo ha sido él.

— Igual, tienes el mismo problema. — Grant reflexionó, como si solo estuvieran conversando
sobre la hora del día: — ¿Cuándo fue la última vez que dejaste que alguien fuera amable contigo sin
decirle algo horrible como respuesta?

Remus apretó los labios.

— Yo no hago eso. — Dijo, aunque ya sabía que Grant tenía razón. Bastardo.

— Si tú lo dices. — Grant regresó, casualmente. — ¿Cómo va todo lo demás, de todos modos?

— Conocí a mi madre.

— Caray.

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— Sí. Ella es... buena.

— ¿Eso es lo que te tiene de mal humor?

— No. Quizás.

— No te culparía si lo fuera. Me vuelvo loco durante semanas después de ver a la mía. Le encanta
decirme cuánto me odia. — Siempre sonaba como si estuviera sonriendo, incluso mientras decía esto. De
alguna manera lo hizo más desagradable.

— Bueno. La mía no dijo eso. — Dijo Remus. — En realidad, ella dijo que me ama.

— Eso es bueno, entonces.

— Sí...

— No tienes que decirlo de vuelta, sabes. Ella te dejó a ti, la maldita insensible, no tiene derecho a
esperar que lo digas.

Remus retrocedió un poco ante eso, sorprendido.

— Ella tenía sus razones. De todos modos, no es que no sienta nada por ella. Es difícil de decir.
Puedes decir que tú amigo psicólogo pensaría que esto se debe a que soy un niño 'institucionalizado'.

— Supongo que sí.

— Pero tú nunca tuviste problemas. Con, eh... el afecto.

Grant se rió de nuevo, una risa alegre.

— Si crees que follar con todos los chicos que me miran de reojo no es un problema.

— Quiero decir que eres más abierto...

Remus no pudo continuar, la risa de Grant lo ahogaba todo.

— ¡Perdón! — Él jadeó — Dios, olvidé lo gracioso que eras.

— Pensé que era un malhumorado.

— Eres un hombre complicado, jodido Remus Lupin. Por eso te amo.

Remus gimió. Grant volvió a reír. — No te preocupes, no de forma gay.

Eso hizo reír a Remus, y durante unos buenos minutos esa risa fue todo lo que pasó entre ellos, a
través de millas y millas de cables telefónicos.

625
***

Remus regresó a Hogsmeade con un paso más ligero que el que había tenido una hora antes.
Simplemente hablar con alguien fuera de Hogwarts, alguien fuera de la guerra, era un maravilloso alivio.

(— Ojalá hubiera un teléfono en la escuela que pudiera usar — dijo, en tono de disculpa — Te
llamaría todo el tiempo.

— Cuando seamos unos excéntricos millonarios — reflexionó Grant — podemos pagarle a


alguien para que nos lleve un teléfono a todas partes. El ingeniero dijo que podrán hacer eso, tal vez en los
años ochenta.

— No veo cómo funcionaría eso — Remus frunció el ceño — ¿Dónde lo enchufarías?

— Tú eres el de la escuela elegante, tú dime. )

Había prometido encontrarse con los demás en Las tres Escobas después de la llamada telefónica,
que había tardado semanas en planificarse. Sirius no dijo nada cuando Remus se dirigió hacia la cabina
telefónica en las afueras de la ciudad, tal vez hace unas semanas se habría ofrecido a caminar con él, pero
todavía no estaban siendo amables entre ellos. No estaban siendo desagradables, pero no estaban felices.
Era agotador, pero ceder terreno parecía un trabajo aún más duro.

Remus se tomó un momento para sí mismo antes de entrar al pub. Fumó, apoyado contra la pared
debajo del cartel. Era un brillante día de primavera y el primer fin de semana que había tenido en años que
no estaba organizado dentro de una pulgada de su vida. Observó la concurrida calle principal, los
estudiantes felices caminando de un lado a otro con sus amigos, con las bolsas de la compra abultadas y
las caras radiantes. ¿Qué tan diferente era él de ellos? ¿Era menos?

No para sus amigos, pensó con confianza. No para Sirius.

De repente, captó un olor familiar en el viento, y buscó rápidamente entre la multitud para
encontrar a Chris, que pasaba apresuradamente.

— ¡Oye! ¡Oye, Christopher! — Remus lo llamó.

El pequeño chico se detuvo, vio quién estaba gritando, y luego se acercó, un poco de mala gana.

— Hola, Remus — asintió con la cabeza, luciendo agitado. No tenía su bolsa de libros habitual y
su ropa era más elegante de lo habitual. Olía un poco diferente también, un jabón nuevo, o ... ¡¿No podía
ser colonia?!

— Hola, no te he visto en años — le sonrió Remus.

— Sí, he estado tan ocupado... Y además estuve resfriado, ¿Recuerdas? — Christopher no lo miró
a los ojos. Estaba sonrojado; pero Christopher siempre se sonrojaba, así que Remus no le dio mucha
importancia.

— Oh, sí, ¿Te sientes mejor?

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— Sí, gracias.

— Entra, todos los demás están dentro...

— Oh… no, lo siento, Remus, um. Me voy a encontrar con alguien...

— ¡Oh! — Remus lo miró de arriba abajo de nuevo. Bueno, ahora tenía un poco más de sentido.
— ¿Quién?

— Erm. Nadie que conozcas... lo siento, pero... ¿Te importa? Voy a llegar tarde.

— ¡Por supuesto! Lo siento… —dijo Remus, un poco molesto. Christopher nunca lo había
rechazado de esa manera antes. Lo vio alejarse corriendo por la calle y doblar una esquina.

Bien.

Remus apagó su cigarrillo en la olla de geranios rojos en el umbral del pub, luego abrió la puerta y
entró. James, Lily, Mary, Peter, Marlene y Yaz estaban sentados en su reservación en el rincón más
alejado, la mesa llena de vasos vacíos.

Sonrió caminando hacia ellos, agachando la cabeza bajo las vigas negras del techo y levantando
una mano a modo de saludo.

— ¡Moony! — James sonrió y le devolvió el saludo. Peter y Mary se movieron en el lujoso


asiento de terciopelo verde para hacerle espacio.

— ¿Cómo estuvo tu llamada telefónica? — Lily preguntó alegremente.

— Bien, gracias. — Remus asintió. — ¿Qué han estado haciendo?

— Planificar la fiesta de fin de año. — Mary sonrió con entusiasmo.

— Mis padres dijeron que serán los anfitriones. — Dijo James. — Invitaremos a todo el año. O a
la mayoría de ellos, de todos modos...

— Suena genial. — Remus le devolvió la sonrisa.

Las cosas habían sido incómodas entre todos ellos, porque era dolorosamente obvio que él y Sirius
estaban peleando. Lily trató de ser práctica y actuar como si estuviera por encima de todo, pero James
estaba perpetuamente atrapado entre ellos y nunca sabía dónde mirar.

— ¡Bien, vengan y busquen...! — Sirius apareció de repente sobre el hombro de James desde la
barra, con una bandeja de pintas en sus brazos. Miró hacia arriba y vio a Remus, y la sonrisa murió en sus
labios.

Todos miraron hacia otro lado, avergonzados, y Remus sintió que algo se endurecía en su pecho.
Un torrente de mordaces frases de una sola línea apareció en su mente; cosas rencorosas y afiladas. Fue

627
necesario un enorme esfuerzo derribarlas. No quería que fuera más fácil ser cruel que amable. Se negó a
ser ese tipo de persona. St Edmund's no podía ser todo lo que él fuera a ser.

— Hola — sonrió, bajando la cabeza para que su cabello cayera sobre sus ojos y tuviera que
empujar sus rizos hacia atrás. Su cabello era un desastre, debería cortárselo.

— Hola. — Sirius dejó la bandeja con un ruido metálico. — Volveré y te traeré...

— Remus puede tener la mía. — dijo Mary, saliendo de la cabina, — Samuel de mi grupo de
Encantamientos me ha estado lanzando miradas toda la tarde... toma mi asiento, Black. — Ella lo empujó
hacia el asiento, y Sirius tomó su lugar con cautela al lado de Remus.

— ¡Hasta luego! — Mary trinó, cruzando el piso del pub hacia un grupo de chicos de Ravenclaw.

Marlene sonrió y negó con la cabeza a Yaz, quien se rió y apretó su mano sobre la mesa. El
corazón de Remus dio un vuelco y miró furtivamente a su alrededor.

Nadie más estaba mirando: su pequeña mesa estaba en un rincón incómodo de la habitación, lejos
de las ventanas y mal iluminado por luces de gas. Sin duda la privacidad era la razón por la que lo habían
elegido, Remus vio ahora que todos sus amigos tenían las mejillas sonrosadas y los ojos vidriosos por la
cerveza. Lily estaba prácticamente sentada en el regazo de James, cuya mano derecha había desaparecido
por la parte de atrás del jersey de Lily.

— ¿Cómo estuvo tu llamada? — Sirius preguntó, neutralmente, mirando su cerveza.

— Bien. — Remus respondió en voz baja — sonaba realmente bien. Contento.

— Qué lindo.

Remus tomó un profundo trago de cerveza para animarse. Peter estaba hablando de quidditch con
Marlene y Yaz, James y Lily solo tenían ojos el uno para el otro. Se volvió hacia Sirius, girando de lado
en el asiento.

— Soy un idiota. — Él dijo.

— Seh. — Sirius también bebió, todavía sin mirar realmente a Remus, aunque las esquinas de sus
labios se curvaron mientras inclinaba la cabeza hacia atrás.

El destello de piel blanca en su cuello mientras tragaba llamó la atención de Remus. Se movió en
el asiento, más cerca de Sirius.

— Lo siento. — Susurró, para que solo Sirius pudiera escucharlo.

— No puedo hablarte de nada a veces sin que quieras sacarme la cabeza. — Sirius refunfuñó. —
Te pones de mal humor y no puedo hablar contigo.

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— Lo sé... — dijo Remus, tratando de no desviarse demasiado por la forma en que la manzana de
Adán de Sirius se balanceaba, o la forma en que su pulso se agitaba en ese hueco por encima de la
clavícula, o sus hermosas y delgadas muñecas, y cómo le encantaría sostenerlas rápidamente y ...

Remus miró alrededor una vez más, por si acaso, antes de inclinarse aún más cerca, empujando el
cabello de Sirius hacia atrás con sus dedos y besando ese hermoso cuello, moviendo su lengua hacia
arriba, justo detrás del lóbulo de su oreja. Escuchó la brusca inhalación de Sirius, y la sangre corriendo tan
rápido en sus venas que sonó como burbujeante, y la propia temperatura de Remus comenzó a subir.

— Lo siento mucho. — dijo de nuevo — Fue mi culpa. Seré mejor.

— ¿Mejor? — Sirius murmuró, con la cabeza inclinada de modo que su cabello cayera sobre su
rostro.

— Mejor. Lo siento. Pierdo los estribos cuando la gente me dice qué hacer, pero voy a intentarlo.

La cabeza de Sirius se inclinó hacia él, y Remus se apartó para que pudieran mirarse a los ojos. Ya
no estaba enojado, ni estaba más cauteloso, lo cual fue un alivio.

— Supongo que no es realmente mi trabajo decirte qué hacer en primer lugar... — dijo Sirius,
cediendo tan fácilmente. No podía guardar rencor, excepto tal vez por su familia. Era demasiado bueno,
por dentro y por fuera. Remus sintió otra punzada de culpa por eso, y fortaleció su resolución. Haría todo
lo posible para cambiar; para merecer la lealtad ciega de Sirius.

— No, pero no tengo que ser tan idiota al respecto — respondió Remus, retrocediendo un poco
más y tomando su bebida. — Te lo compensaré, te lo prometo.

— ¿Oh si? — Sirius arqueó una ceja. Con todo ya perdonado, su mente claramente había vuelto a
su preocupación habitual.

— Más tarde. — Remus regresó, imperiosamente, dándole una ligera palmada en el muslo.

— Entonces, ¿Qué cuenta Grant? — Sirius se acomodó cómodamente en la esquina de la mesa.


Terminada ya la parte incómoda, su postura se volvió relajada, y apoyó una bota contra el taburete libre
más cercano, inclinándose hacia adelante sobre su rodilla.

— Oh, solo nos pusimos al día — dijo Remus, bebiendo ligeramente su cerveza — Todavía sigue
trabajando en Brighton, tiene su propio departamento; quiere conseguir un coche para los fines de semana.

— Podríamos ir allí, después de que termine la escuela. — Sirius sugirió — Si quieres. Si es que
hay tiempo para unas vacaciones.

— Tal vez — asintió Remus, bebiendo de nuevo. Ninguno sabía qué pasaría cuando terminara la
escuela; no realmente. Incluso James y Lily estaban confusos sobre los detalles.

—... así que le dije que le haría un maleficio si me preguntaba una vez más. — Yaz justo estaba
diciendo, Marlene riendo y escondiendo su rostro entre sus manos.

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— ¡Eres una maldita!

— ¡Bueno, él necesita aprender su lección!

— ¿Quién? — James y Sirius preguntaron, ninguno de los dos quería quedarse fuera de los
chismes.

— Uf, Lockhart — Yaz sacudió la cabeza con altivez, balanceando su cola de caballo.

— ¿Te está molestando mucho de nuevo? — James frunció el ceño — ¡Le dije que se mantuviera
alejado de mi equipo! Le diré a Flitwick...

— No te preocupes, recibió el mensaje esta vez — se rió Marlene — Yaz es bastante convincente.

— ¿Qué es lo que quiere? — Preguntó Sirius.

— Sigue husmeando, tratando de averiguar qué estamos haciendo. — James suspiró, sacudiendo
la cabeza. —Considera que se está quedando fuera. Es como Snape en quinto año, solo que más
consciente de su higiene.

Lily le dio un codazo en las costillas, lo que solo hizo reír a James.

— ¿Quedándose fuera de qué? — Remus frunció el ceño — Ni siquiera juega Quidditch, y es un


Ravenclaw además, perdieron el último juego.

— ¡Moony! — Sirius exclamó: — ¡¿Acabas de demostrar conocimientos sobre Quidditch?!

Todo el mundo se rió de él, y Remus se burló y bebió más cerveza.

— Considerando con quiénes comparto habitación... — Replicó él.

— De todos modos, no es el equipo de Quidditch lo que le interesa. — James negó con la cabeza,
sonriendo — Es la otra cosa. — Dijo esto de manera muy inquietante, las cejas se fruncieron y lanzó
miradas sospechosas alrededor del pub. Ah, pensó Remus; la broma.

— No me ha preguntado — dijo Remus, encogiéndose de hombros.

— Eso es porque tienes a todos engañados — respondió Marlene. — Toda la escuela de alguna
manera piensa que eres el más suave de este grupo.

Remus le sonrió con mucha dulzura.

— ¿Estás sugiriendo que no lo soy? — Él arqueó una ceja, sonriéndole.

A su lado, Sirius hizo un pequeño ruido tenso en el fondo de su garganta. Su pulso aún no se había
calmado del todo.

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— Ok — Lily se puso de pie, apurando su bebida y secándose los labios con la parte de atrás de su
manga — Tenemos dos horas antes de que tenga que empezar a llevar a los prefectos de regreso, y tengo
que ir a Scrivenshaft's antes de que cierre. ¿Potter?

— Sip, ya voy — James se bebió los restos de su propia pinta.

— Ambas necesitamos un limpiador de escobas ¿Quieres venir, Pete? — Marlene dijo,


amablemente. Wormtail se había quedado fuera de muchas cosas, últimamente; incluso Dorcas lo
ignoraba.

— ¡Genial! — Se puso de pie con entusiasmo, siguiendo a James fuera de la cabina.

— ¿Black? — Marlene miró a Sirius. — ¿No querías unos guantes nuevos?

— Los pediré por el Seminario de Quidditch. — Él respondió, sin apenas mirarla.

— Como quieras — se encogió de hombros. Hubo un poco de conmoción cuando todos juntaron
sus cosas y pagaron la cuenta, pero finalmente Remus y Sirius se quedaron solos. Remus se volvió hacia
él lentamente, tratando de parecer inocente.

— Entonces, ¿Qué te apetece hacer? ¿Caminar? ¿Honeyduke's?

— ¿Cuántas veces tenemos asegurado que el dormitorio estará vacío durante al menos dos horas?
— Sirius se humedeció los labios.

— Más como una hora y media, para cuando lleguemos...

— Entonces, comienza a moverte.

— Oye — sonrió Remus, poniéndose de pie, con las manos en los bolsillos. — Pensé haberte
dicho que no me gusta que me digan qué hacer.

Salieron del pub en fila india y Remus mantuvo la puerta abierta. Cuando Sirius pasó junto a él,
arrastrando los pies hacia los lados, se inclinó hacia adelante sutilmente y susurró:

— Entonces, tú tendrás que decirme qué hacer a mí.

Remus sonrió.

(Song: Psychotherapy - Melanie)

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Noche y día
God save the queen.
The fascist regime.
They made you a moron;
A potential H bomb.

God save the queen.


She ain’t no human being
And there’s no future
And England’s dreaming...

Viernes 28 de Abril de 1978

— Remus… Remus. Joder, despiértate.

— Vete a la mierda. — Remus refunfuñó, siendo despertado de una sacudida. — Es la mitad de la


noche.

— Estás rechinando tus dientes de nuevo. — Sirius se quejó.

— No puedo evitarlo. Vuelve a dormir.

— Entre tus dientes y los ronquidos de Prongs y Wormtail levantándose cada cinco minutos,
¿Cómo podría volver a dormirme?

— ¡Oye! — Una voz vino desde el otro lado de la habitación — ¡Tengo una vejiga nerviosa!

— ¡No deberías beber tanta agua antes de acostarte entonces! — Sirius siseó en respuesta.

— Perdón, mamá. — Peter replicó, de mal humor: — No tenía idea de que estuvieras
monitoreando mi biología.

— ¡Te tropiezas con tu ropa sucia cada vez que te levantas!

— ¡En realidad son los libros de Moony!

— ¡No son míos! — Remus llamó — ¡Son lo de la broma!

— ¡Todos ustedes, cállense! — Gritó James.

Se quedaron callados por un minuto.

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— Maldito Wormtail. — Sirius murmuró en su almohada, rodando.

— Genial, ahora necesito hacer pis... — gruñó Remus, levantándose de la cama, sus pies
descalzos golpeando las frías tablas del suelo.

No encendió la luz del baño, en un intento de quedarse medio dormido, pero no sirvió de nada.
Entre que se levantó, cruzó la habitación, orinó y se lavó las manos, Remus se encontraba completamente
despierto. Y su mandíbula le dolía, por lo que Sirius debía de tener razón sobre el rechinar de sus dientes.
Eso sucedía por la misma razón por la que Peter había estado yendo y viniendo toda la noche, y
probablemente la misma razón por la que Sirius no podía dormir. Los EXTASIS comenzaban la próxima
semana.

Remus salió del pequeño baño, y Peter se apresuró a entrar de nuevo, alcanzando el panel de
interruptores de luz en la pared y presionando el incorrecto. Remus hizo una mueca, sintiendo como si sus
retinas se hubieran reventado cuando un asombroso brillo artificial llenó la habitación.

— ¡Wormtail, eres idiota! — Sirius gruñó desde la cama. Remus había dejado las cortinas
entreabiertas y la luz atravesó el rostro de Sirius como un rayo láser.

— ¡Lo siento, lo siento! — Peter dijo, saltando de un pie a otro mientras buscaba a tientas los
interruptores en la pared — No era mi intención apretar ese...

— No puedo esperar hasta que ya no tenga que compartir una habitación contigo, pequeño roedor
— escupió Sirius, sentándose — ¡¿Nunca piensas en nadie más?!

— Cállate, imbécil — respondió Peter, sonando somnoliento y molesto — ¿Crees que me gusta
compartir habitación contigo y con Moony?

— ¡¿Qué hay de malo conmigo y Moony?! — Sirius se sentó bruscamente.

— Solo ve al baño, Peter — suspiró Remus, encendiendo la luz del baño y luego apagando la gran
luz del techo del dormitorio, de modo que se vieron envueltos en la oscuridad una vez más. Peter cerró la
puerta de golpe y la cerró con llave.

— Pequeño idiota… — se quejó Sirius para sí mismo.

— ¡Sirius! — Remus espetó, con esa voz autoritaria que siempre funcionaba — Deja de
lloriquear.

Sirius apretó los labios, quedando instantáneamente silencioso, sus ojos fijos en Remus.

— Buen chico — sonrió Remus. Se frotó la nuca y miró el reloj de la mesita de noche de Peter.
Tres y media. — Voy abajo, no podré dormir ahora. — Él dijo. — Y de paso podrás tener un poco de
tranquilidad.

Habían estado compartiendo la cama de Remus durante las últimas noches, y aunque era grande,
en realidad no estaba destinada para dos chicos casi adultos. Desafortunadamente, ya no tenían otra
opción, ya que la propia cama de Sirius había desaparecido a principios de esa semana. Habían estado

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practicando para la broma y tuvieron un pequeño inconveniente con el encantamiento principal. Sirius se
mantuvo alegremente optimista de que volvería a aparecer eventualmente, pero Remus no estaba tan
seguro.

Bajó las escaleras en silencio, con un libro bajo el brazo.

Remus amaba la sala común cuando estaba vacía; estaba llena de algunos de sus recuerdos más
felices de Hogwarts.

Se acercó y abrió el gran ventanal. Siempre estaba demasiado caliente, y siempre le gritaban por
abrir las ventanas para dejar entrar el aire frío, pero no había nadie alrededor para quejarse. Remus inhaló
el aroma del bosque y el castillo; el cielo nocturno y la nieve de las montañas; el agua suave y
aterciopelada del lago y cada brizna de hierba en el campo de Quidditch. Hogwarts. Se preguntó si alguna
vez volvería a sentirse como en casa en cualquier otro lugar.

Remus negó con la cabeza, dándose cuenta de lo tonto y sentimental que estaba siendo. Dejó las
ventanas abiertas y regresó a la habitación, se sentó en el gran sofá de terciopelo y abrió su libro. Movió
su varita hacia la tetera que colgaba sobre el fuego y esta comenzó a calentarse. Hojeó su libro mientras
preparaba su té, tratando de encontrar su lugar.

¿De dónde sacaría sus libros, después de Hogwarts? Sería bastante fácil unirse a una biblioteca
muggle, pero ¿Los magos también tenían de esas? Otra pregunta para Sirius, o tal vez para Chris, cuando
Remus lo viera. Christopher había estado muy esquivo con él desde que se encontraron en Hogsmeade.

Mientras la tetera hervía, los oídos de Remus se pincharon ante el sonido de pasos familiares que
descendían por las escaleras del dormitorio. Sonrió con una sonrisa secreta para sí mismo, y sin darse la
vuelta, simplemente convocó una segunda taza de té del gabinete, preparándose para servir.

— ¿Pensé que querías dormir? — Dijo, suavemente, mientras Sirius caminaba por la alfombra
envuelto en la manta de su cama y se sentaba en el lugar cálido que Remus había dejado en el sofá.

— Los ronquidos de Prongs me molestan. — Sirius bostezó, apretando más la manta mientras
Remus traía el té. —Maldita sea, hace mucho frío aquí.

— Cerraré la ventana...

— No, está bien. Me calentaré.

Remus se sentó con su té, murmurando; — Levio liber — en su libro, para poder leerlo con una
mano en su taza y un brazo alrededor de Sirius, quien se apoyó adormilado en su hombro. ¿Será así?
Remus se preguntó, ¿Después de Hogwarts? Noches en el sofá sin que nadie los molestara.

— ¿Qué estás leyendo? — Preguntó Sirius, mirando el pesado libro levitando justo encima del
regazo de Remus.

— Oh, algo que encontré sobre legilimancia.

— ¿Eh? — Sirius levantó la cabeza, un pequeño ceño fruncido formándose. — ¿Por qué?

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— Solo me parece interesante. — respondió Remus. —Quería leer algo fuera de mis textos
básicos de EXTASIS y pensé: leer la mente; genial. ¿Quién no querría hacerlo?

— Creo que debería ser ilegal. — Dijo Sirius, repentinamente irritable, aunque Remus no sabía
por qué. — Es una invasión a la privacidad, prácticamente un arte oscuro.

— Bueno, solo estoy leyendo sobre eso. — Remus dijo, con cuidado.

— No quise decir que tú lo harías... — suspiró Sirius, volviéndose a sentar. Al ver que había
molestado a Sirius, Remus dejó que el libro se posara y acarició su cabello, suavemente, porque a él
siempre le gustaba, incluso si pretendía que no. Sintió a Sirius relajarse contra él de nuevo, antes de decir
con una voz extraña; — Lo siento, no pretendía ponerme así. Es solo que mi madre puede hacerlo. Ella es
una Legilimente.

— Oh…

— Lo era para poder averiguar lo que estábamos haciendo, dónde estaban nuestras 'lealtades'.

— Lo siento, Padfoot. — Remus le apretó el brazo. Ese sentimiento protector volvió a él, frío y
dulce como la adrenalina.

— No lo sientas. Ya no me importa nada de ella, maldita vieja loca. Además, aprendí a desviar
eso, al final. La hizo enojar tanto. — Dejó escapar una risa hueca.

— ¿Aprendiste Oclumancia? — Remus arqueó las cejas — ¡Eso es increíble!

— No exactamente... — Sirius frunció el ceño de nuevo, pero esta vez Remus sabía que era
porque estaba pensando mucho. Se sentó, alejándose de Remus, y se inclinó para dejar su té en la mesa de
café.

— Es algo más como... simplemente aprendes a no pensar las cosas que ella quiere que tú pienses.
Empeoró cuando éramos adolescentes, ya sabes, ella estaba preocupada por los 'pensamientos impuros'.
Tojours pur. Así que simplemente... la distraía pensando en otra cosa.

— ¿Para que ella no se enterara de Mary? — Remus preguntó: — ¿O las otras chicas nacidas de
muggles?

— Um. — Sirius jugueteó con sus manos, mirando hacia otro lado — Sí, eso. Y... bueno, lo que
sea, cualquier cosa que no quisiera que ella supiera. El problema es que terminas confundiéndote. Es como
atar tus propios pensamientos. Luego es difícil desentrañarlos... y temes llegar al punto en dónde no
puedas distinguir nada.

Entonces se encontró con los ojos de Remus, y se veía tan avergonzado y arrepentido, que Remus
se dio cuenta exactamente de lo que quería decir. ¿Era por eso que todo había sido tan difícil al principio?
¿El por qué Sirius había insistido tanto en fingir que no pasaba nada entre ellos?

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Remus dejó su propio té y abrazó a Sirius con fuerza. La odiaba. Odiaba la guerra y se odiaba a sí
mismo por no poder decir las palabras adecuadas. Esta era una de esas ocasiones en las que también
podría haber importado mucho decirlo.

— Sirius... — dijo, el corazón le latía con fuerza mientras se soltaban finalmente — Lo...

— Está bien, Moony. Ya se terminó. — Sirius le sonrió con valentía.

— Lo sé, pero quiero que lo sepas, quiero decirte... realmente, realmente... yo ...

— Lo sé. — Sirius lo besó gentilmente, envolviendo sus brazos alrededor de él una vez más y
apretándolo. — Yo también.

***

Well we got no choice


All the girls and boys
Makin' all that noise
'Cause they found new toys
Well we can't salute ya can't find a flag
If that don't suit ya that's a drag.

Viernes 5 de Mayo de 1978

— Reprobé. — Marlene susurró mientras salían de la sala de exámenes, retorciéndose las manos.

— No es así. — Mary pasó el brazo por el hombro de su amiga.

— Al menos ya se acabó. — Marlene suspiró.

— No lo digas, me vas a poner muy emocional. — Mary se rió. — ¿Qué hay de tí, Lupin? — Ella
extendió la mano para unir su brazo con el de él mientras los tres caminaban por el pasillo hacia los
jardines.

— ¿Preguntas si me puse emocional? — Preguntó, levantando una ceja.

— ¿Cómo crees que te fue? — Mary aclaró: — Sé que eres un estoico.

— Bien, creo. La pregunta sobre los basiliscos me desconcertó un poco, pero creo que logré
manejarla.

— Estoico y modesto, el hombre de mis sueños. — Mary suspiró.

— Tengo que irme — dijo Marlene, mientras doblaban en una esquina — Lo siento, dije que me
encontraría con...

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— Yasmin. — Mary terminó por ella, un poco maliciosamente. Dejó salir a Marlene por debajo
del brazo. — Está bien, vete, pues.

— Tonta — Marlene asomó la lengua — Sabes que te amaré para siempre.

— Yo igual a ti — Mary arrugó la nariz. — Nos vemos en la cena.

— Adiós, Marlene — dijo Remus, cortésmente. Eran amigos otra vez, pero el ambiente todavía se
sentía extraño.

— ¡Nos vemos!

Mary mantuvo su agarre en el brazo de Remus y lo miró.

— No vas a abandonarme por un jugador de quidditch pelinegro también, ¿verdad? — Ella


preguntó: — Honestamente, es como un club en el que están todos.

— Oh, cállate — se rió — Y no. Tiene examen de Estudios Muggles ahora.

— ¡¿Entonces eres mío?!

— Todo tuyo. — El asintió. Ella sonrió y besó su mejilla. Siguieron caminando, dirigiéndose
hacia el sol.

— Creo que arruiné un poco la parte de los cockatrices — reflexionó Mary — nunca podré
tomarlos lo suficientemente en serio como para estudiarlos, quiero decir, ¡Por el amor de Dios! ¿Mitad
dragón, mitad gallina? Malditas tonterías. Aún así, creo que pasé bien.

— Estoy seguro de que lo hiciste — dijo Remus — Trabajaste duro, todos lo hicimos.

— Solía trabajar más duro cuando Ferox estaba enseñando — sonrió Mary.

— Dios, yo también — respondió Remus casualmente, haciendo que Mary se echara a reír. Le
gustaba sorprenderla; era difícil de hacer, la mayor parte del tiempo. Eso sí, se lo tomó todo con calma.
Tan pronto como doblaron la última esquina, ella se detuvo en seco, una expresión de disgusto cruzó su
rostro.

— Uf, es Rotherhide.

Remus siguió su línea de visión. Estaban justo en el arco final que conducía a los terrenos. Era un
día soleado, aunque un poco fresco, y después de un comienzo de año lluvioso, todos los estudiantes que
no estaban en lecciones o exámenes estaban afuera disfrutando del clima. Roman Rotherhide, el galán de
séptimo año de Ravenclaw, estaba holgazaneando con algunos de sus amigos justo delante. Él y Mary
habían estado saliendo de vez en cuando durante años, y a juzgar por la expresión de su rostro,
definitivamente ahora no lo estaban.

— ¿Qué ha hecho? — Preguntó Remus.

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— Nada, solo me molesta. — Ella dijo. — Algunos días, todos lo hacen.

— ¿Los chicos?

— Los magos.

— Bastante cierto. Vamos, sigamos caminando.

— ¡Bésame! — Mary se volvió hacia él. — Vamos, lo volverá loco. ¡Rápido, está mirando!

— ¡Mary! — Remus se rió, desviándose de ella — ¡No!

— ¡Por favor!

— ¡No!

— Uf, que gran amigo — refunfuñó. — Vamos, pues.

— Estás loca. — Remus negó con la cabeza, siguiéndola. Suspiró y deslizó su mano en la de ella.
— Ahí, ¿eso servirá?

— Mi héroe — le sonrió, apretando su mano también, balanceándola hacia adelante y hacia atrás
para que Roman se diera cuenta.

Se instalaron debajo de un gran haya cerca del lago. Remus yacía de espaldas con los brazos
detrás de la cabeza, mirando las ramas crujir lentamente arriba, mientras Mary comenzó a limar y pintar
sus uñas.

Sirius le había hecho prometer a Remus que no comenzaría a revisar para nada más una vez que
terminara su examen de Cuidado de criaturas mágicas, y por una vez Remus no discutió. Estaba justo en el
punto ideal entre lunas llenas donde se sentía más saludable y humano; además, las lecciones habían
terminado para siempre, lo que significaba que no tenía tarea y todos estaban de buen humor últimamente,
¿Por qué encerrarse en la biblioteca?

— Dios, no puedo esperar a que todo termine. — Mary dijo: — Los extrañaré a todos,
obviamente, pero he suficiente con la escuela.

— ¿Sabes lo que vas a hacer después? — Preguntó Remus, cerrando los ojos y mirando las
brillantes venas rojas de sus párpados.

— Mamá quiere que haga un curso de mecanografía y que consiga un "trabajo adecuado".

— Podrías si quisieras — musitó Remus — Podrías encantar a una máquina de escribir, fácil.

— Ja, debería hacerlo. Eso se lo mostraría a mamá. De todos modos, probablemente me pondré a
la altura y me casaré antes de los diecinueve, como hizo ella. Luego todo será cocinar, lavar la ropa e ir a
la iglesia por el resto de mi vida.

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— Qué pensamiento tan alegre. — Remus resopló.

— Lily dijo que iban a ayudar a Dumbledore. — Mary dijo, de repente.

Remus abrió los ojos y volvió la cabeza, mirándola con los ojos entrecerrados. Llevaba un par de
gafas de sol ojos de gato con montura blanca, por lo que él no podía ver sus ojos, pero su boca era seria,
ya no alegre.

— Así es. — Él dijo.

— Entonces... ¿Qué? ¿Todos terminarán la escuela e irán a salvar el mundo?

— Bueno. — Remus dijo con firmeza: — Empezaremos ganando la guerra, de todos modos.

— Remus, por favor no lo hagas.

Entonces se sentó, molesto.

— ¿Por qué mencionas esto?

— Porque Lily ha perdido todo sentido de razón desde que empezó a salir con Potter. Potter y
Black piensan que son intocables de todos modos y Peter no puede pensar por sí mismo. Tú eres el
sensato.

—No, no lo soy.

— Yo solo… no puedo evitar pensar en los ataques de Navidad. El hermano de Marlene. La forma
en que las personas se miran entre sí en estos días. Estoy asustada. Va a empeorar.

— Sí, lo hará. — Dijo con voz dura. — A menos que alguien lo detenga.

— ¿Pero por qué tienes que ser tú? ¡¿Cualquiera de ustedes?! Deja que Dumbledore pelee, si es
tan poderoso como todos dicen. ¿Por qué necesita que unos niños lo ayuden?

— No somos niños. Mary, esto no se trata de Dumbledore, ni siquiera de Voldemort, es... se trata
de todo el mundo mágico. La comunidad; convertirla en un lugar donde todos podamos...

— Remus, nunca serás uno de ellos.

— ¿Discúlpame?

— Mira. ¿Sabes por qué mi familia terminó en el Reino Unido? Mi abuelo luchó en la guerra.
Consiguió medallas y toda esa mierda de 'la gratitud del imperio'. Dijeron que no podrían haber vencido a
Hitler sin los soldados de la Commonwealth. ¿Quieres saber qué pasó con esa gratitud cuando terminó la
guerra? ¿Cuándo se mudó aquí por una vida mejor? ¿Sabes cómo lo llamaban? — Ella negó con la cabeza
con enojo. — Las cosas no cambian debido a estúpidos actos heroicos. La gente no cambia. Incluso si
ganamos la guerra, incluso si ese tipo espeluznante del Señor Oscuro es encarcelado, derrotado o lo que

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sea. Potter y Black pueden tener los desfiles de la victoria, pero nadie va a… vas a ser un forastero para
siempre. Mira la forma en que han tratado a Danny.

— Mary. — Remus dijo, su tono ahora muy frío. ¿Cómo se habían metido en esto? Nunca
peleaban — No voy a discutir más sobre esto.

— No te enojes conmigo. — Ella dijo: — Solo estoy tratando de...

— Lo sé. Pero no estoy interesado.

—...Remus, yo...

— ¿Por qué no practicamos algunos encantos? El examen es en dos días. — Se puso de pie,
sacando su varita. Mary permaneció sentada en la hierba. Ella lo miró, bajándose las gafas de sol, sus ojos
castaños con reproche. Ella frunció los labios y luego se encogió un poco de hombros.

— Ok. Déjame terminar con mis uñas.

(Songs: God Save the Queen - The Sex Pistols, Schools Out - Alice Cooper)

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148
La final
Arseholes, bastards, fucking cunts and pricks
Aerosole the bricks
A lawless brat from a council flat, oh oh
A little bit of this, and a little bit of that, oh oh.
Dirty tricks.
From the Mile End Road
To the matchstick Becontree
Pulling strokes and taking liberties...

Oh mierda. Oh, maldita sea. ¡¿Cómo diablos había sucedido esto?! ¡¿Cómo había dejado que todo
llegara tan lejos?! La boca de Remus estaba seca, sus palmas húmedas, y cuanto menos se hablara de su
interior, mejor. Deseó tener a Sirius cerca, o incluso a James, para ayudarlo a calmarse. Pero nadie podía
ayudarlo ahora. Estaba por su cuenta.

McGonagall se volvió hacia él.

— ¿Listo, señor Lupin?

Tragó saliva y asintió con la cabeza. Era hora de morder la bala.

Joder. Todo esto era culpa de Christopher.

***

Todo el lío había comenzado cuatro días antes. Los merodeadores estaban en la biblioteca
estudiando para su último examen; Aritmancia. Bueno, Peter no tomaba Aritmancia, pero de todos modos
se quedó allí; aparentemente para apoyo moral, pero sobre todo para proporcionarles sustento. Había sido
un regalo del cielo para Remus en particular, haciendo viajes a cada hora a las cocinas y regresando con
pasteles de caldero, tortas, tocino y tartas de mermelada.

— Son las once y media — bostezó Sirius — Vamos, no creo que mi cerebro pueda absorber más
conocimiento esta noche.

— Creí que tu cerebro no absorbía nada... ¡Ay! — James hizo una mueca cuando Sirius lo pateó
debajo de la mesa.

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— Vamos — repitió — pronto será el toque de queda, de todos modos.

— Estamos con el Head Boy, no creo que el toque de queda importe. — Remus respondió,
garabateando tan rápido como su pluma le permitió.

Pero James había captado el bostezo de Sirius. Se quitó las gafas y se frotó los ojos, apartándose
del escritorio.

— No, Padfoot tiene razón, llevamos aquí horas. ¿Dejemos de hacerlo y tengamos una sesión de
revisión mañana?

Peter miró a Remus esperanzado, claramente aburrido. Remus frunció el ceño a todos ellos.

— Ustedes váyanse, si quieren, pero prefiero no perder el tiempo ¡Es nuestro último exámen!

— No estás perdiendo el tiempo — dijo Sirius — Has estado tanto en la biblioteca este trimestre
que están considerando colocar una placa en tu honor.

— Es necesario. — Remus dijo: — Quiero vencer a Snape.

— Y lo harás. — Sirius lo tranquilizó — Vamos, te están saliendo ojeras negras.

— Oh no — suspiró Remus, sarcásticamente, guardando sus papeles —Mi hermosa apariencia,


arruinada...

— Cállate, hermoso idiota. — Sirius le dio un leve codazo.

Recogieron el resto de sus libros, limpiaron las migajas lo mejor que pudieron y se dirigieron a la
salida de la biblioteca. Todavía había muchos alumnos estudiando, todos en diferentes estados de angustia.

— No puedo esperar a que todo termine — susurró Peter — ¡Imagínense! ¡No más deberes, para
siempre!

Remus debió verse afectado por esto, porque Sirius ladró de risa y le pasó un brazo por los
hombros (ese era un gesto fraternal, decidió Remus, así que le permitía hacerlo en público).

— Todavía tendrás plazos de entrega. — reflexionó James, bostezando de nuevo cuando entraron
en los pasillos del castillo con poca luz. — Si vas a tener un trabajo en el Ministerio. Papá se queja de
ellos todo el tiempo.

— Dudo que alguna vez llegue a ser tan importante como tu padre — respondió Peter, metiendo
las manos en los bolsillos.

— ¿Cómo van las solicitudes de trabajo, de todos modos? — James le preguntó.

— Oh. Van bien. Mamá dice que mi padrastro podría ayudarme un poco... ya sabes, en caso de
que no reciba respuesta de ningún lado.

642
— No es personal, Wormy — dijo James — Están haciendo recortes en todas partes, debido a la
guerra. Las cosas están difíciles por todas partes.

— No para los jugadores de Quidditch. — Peter murmuró.

Sirius negó con la cabeza con desaprobación, pero no dijo nada.

— No voy a ser un jugador de Quidditch — dijo James, a la ligera — No hasta que gane la guerra.

Lo que no se decía aquí, pensó Remus, era el hecho de que James en realidad no necesitaba un
trabajo, con o sin guerra, con talento o sin talento. Lo mismo le sucedía a Sirius, que era tan rico que
nunca hablaba de dinero en absoluto. Aunque no estaba de acuerdo con la amargura, Remus simpatizaba
con Peter en esto; los Pettigrew eran firmemente de clase media, y aunque siempre tendría una vida lo
suficientemente cómoda, se esperaba que comenzara a ganar dinero lo antes posible. Mientras que Remus,
que apenas era parte de la clase trabajadora incluso en un buen día...

Fue interrumpido de sus pensamientos por un ruido extraño más adelante y se detuvo en seco. Los
demás también se detuvieron.

— ¿Qué ocurre? — Sirius preguntó: — ¿Olvidaste algo?

Remus negó con la cabeza, escuchando. Les susurró a sus amigos.

— Hay gente a la vuelta de la esquina. — Podía oírlos respirar, pero no se movían, ni iban ni
venían, lo cual era extremadamente sospechoso, dada la hora de la noche.

— ¿Filch? — James susurró.

Remus negó con la cabeza.

— Creo que es... — avanzó a grandes zancadas, doblando en la esquina — ¡Chris!

— Oh, hola... um... ¿Remus? — Christopher le sonrió aturdido.

No estaba haciendo nada. El chico solo estaba allí de pie, apoyado contra la pared, mirando al
vacío.

— ¿Estás bien?

— Oh, sí — el chico más joven asintió de nuevo, enfáticamente — Muy bien, gracias. Todo está
bien. Muy bien.

— ¿Está... drogado? — Sirius ya estaba al lado de Remus, y estaba examinando a Chris con una
leve diversión disfrazada.

643
— No lo creo... — Remus frunció el ceño. Extendió la mano y tocó el brazo de Chris,
gentilmente, hablando lentamente — ¿Christopher? ¿Qué estás haciendo? Es casi el toque de queda,
¿Estás de patrulla?

— ¿Patrulla? — Christopher lo miró sin comprender, antes de parpadear, para luego asentir con la
cabeza de nuevo, sonriendo — ¡Sí! ¡Si, debe ser eso!

— Está confundido. — Dijo James. — ¿Christopher? ¿Alguien te ha hechizado esta noche? ¿O


intentó hechizar a alguien cerca de tí y disparó mal?

— Tal vez se lo hizo él mismo — sugirió Wormtail. — Me pasó una vez, ¿Recuerdan?

— No, Chris no intentaría confundir a nadie. — Remus negó con la cabeza. — Chris, ¿Quién fue
la última persona a la que viste?

— ¿Hm? Oh er... ¿Fuiste... tú?

— No — Remus puso sus manos sobre los hombros de Christopher, mirándolo a los ojos y
tratando de mantener su atención — No, yo no. Concéntrate. Antes de que yo llegara, ¿Qué estabas
haciendo?

— ¿Estaba... patrullando?

— No, quiero decir... oh, ven, volvamos a la torre, ¿eh? — Remus mantuvo su mano sobre el
hombro de Christopher y comenzó a guiarlo suave pero firmemente por el pasillo, lanzando miradas
ansiosas a los demás.

— ¿Deberíamos decírselo a alguien? — Sirius le preguntó a James: — O... no sé, ¿Llevarlo con
Madame Pomfrey?

— ¡No estoy enfermo! — Christopher dijo alegremente.

James se pasó las manos por el pelo y se encogió de hombros.

— No sé. Le preguntaremos a Lily, ella sabrá qué hacer.

Lily no sabía qué hacer. Se puso de pie con una mano en la cadera y una mirada escéptica en su
rostro, y le hizo algunas preguntas, pero estaba tan perpleja como el resto de ellos. Se sentó frente a ella,
bastante feliz, en un sillón, sonriéndole de nuevo. No pareció importarle el interrogatorio, y aunque no
pudo darles ninguna información real, respondió todo con una cortesía alegre y en blanco. Lily se rindió y
chasqueó la lengua.

— Quiero decir, se ve bien… y no parece molesto… ¿Christopher? ¿Te peleaste con alguien? ¿O
algo?

— No lo creo. — Christopher dijo, pensativo, su voz gruesa y soñadora. Bostezó. — Creo que me
iré a la cama, si les parece bien.

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Remus, James y Lily se miraron con impotencia. Luego Lily se volvió hacia James.

— Levántalo, ¿Quieres? Solo asegúrate de que no se pierda en el camino.

James asintió, feliz de poder actuar y le dio una palmada en la espalda a Christopher.

— Vamos, amigo, vamos a llevarte a tu dormitorio...

Lily, Remus, Sirius y Peter los vieron desaparecer por las escaleras.

— Que extraño. — Dijo Lily. — ¿Y no había nadie más?

— No que yo haya visto — dijo Remus. — Pero Dios sabe cuánto tiempo estuvo allí solo.

— Bueno, él tenía que patrullar esta noche — dijo, sacando su pequeño organizador encuadernado
en cuero para comprobarlo. — Sin embargo, siempre les digo a los prefectos que vayan de dos en dos, por
lo que no debería haber estado solo. Por lo general, es tan confiable. Hablaré con él por la mañana, tal vez
esté más despavilado entonces.

— No parece que haya sufrido ningún daño — dijo Peter, despreocupadamente, hojeando una
copia antigua de su seminario de Quidditch —Tal vez estaba borracho, o drogado o lo que sea, y solo está
tratando de cubrir sus huellas.

Remus no estuvo de acuerdo, eso era algo que Chris no haría. Pero claro, no había visto mucho a
Chris, últimamente, ambos habían estado tan ocupados. Recordó haberse encontrado con el chico más
joven en Hogsmeade hace un tiempo; también había estado actuando de manera extraña esa vez, pero
Remus había asumido que estaba nervioso porque iba a salir con alguien y no quería que Remus supiera
con quién. Y si alguien respetaba la privacidad de otras personas, era Remus.

James regresó, diciendo que Chris parecía estar bien una vez que llegó a su habitación, y no
hablaron mucho de eso durante el resto de la noche. Sólo fue una de esas cosas. En una escuela llena de
adolescentes que aprenden a usar la magia, no era del todo fuera de lo común que ocurrieran accidentes.

Rápidamente se pusieron a hablar del próximo partido de Quidditch de Gryffindor contra


Slytherin; el último partido del año y el último partido de la trayectoria escolar de James y Sirius. Remus
se distrajo un poco, dejando que sus tres amigos discutieran al respecto. En secreto, no podía esperar a que
terminara, por mucho que los hiciera felices a todos, y por mucho que quisiera que Gryffindor ganara, era
terriblemente de aburrido escuchar hablar de eso todo el tiempo. Cogió su libro de Aritmancia y volvió a
su revisión, acomodándose en el sillón más cómodo.

— Moony, vamos, hora de dormir. — Sirius lo despertó media hora después. Maldita sea.

Remus parpadeó, adormilado, mirando su libro de texto. Apenas había pasado el primer párrafo
antes de quedarse dormido, su pluma todavía estaba en equilibrio entre sus dedos.

— Carajo. — Murmuró, cerrando el libro y estirándose.

Sirius se rió entre dientes.

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— Te dije que ya era suficiente por un día.

Remus bostezó y se levantó. La sala común se había despejado casi por completo, ahora, a
excepción de James y Lily, que estaban diciéndose "buenas noches" en el sofá. Eso usualmente tomaba un
tiempo, por lo que los otros tres merodeadores los dejaron y subieron las escaleras hasta la cama.

***

A la mañana siguiente, Sirius despertó a Remus, o más bien, la ausencia de Sirius lo hizo. Estaba
saliendo de la cama y tratando de ser sigiloso.

— Mmm, quédate... — Remus lo alcanzó adormilado, tratando de tirar de él hacia atrás. Sus
manos recorrieron la piel de los brazos de Sirius. Sirius tenía una piel fantástica, era suave e inmaculada
en todas partes excepto en la parte posterior de sus piernas. Se la pasaba hablando de querer hacerce
tatuajes, un pensamiento que horrorizaba a Remus.

— Lo siento, Moony — sonrió Sirius, desenredando su cuerpo suavemente — El partido es en dos


días, tengo que practicar.

— ¿Qué hora es?

— Van a ser las cinco.

— Puaj. — Remus se dejó caer de nuevo en la cama, arrojándose las mantas sobre su cabeza —
Estás loco.

— Sí. — Sirius se rió — vuelve a dormir, te veré más tarde.

Se fue con cuidado, cerrando las cortinas detrás de él. Remus rodó hacia el cálido hueco que el
cuerpo de Sirius había dejado atrás, inhaló el aroma de su almohada y volvió a dormirse.

Se despertó justo a tiempo para tomar lo último del desayuno y luego regresó a la biblioteca donde
se reunió con Lily para estudiar más Aritmancia.

— ¡Estoy tan cansada de los números! — Lily gimió frotándose los ojos. Llevaban algunas horas
ya estudiando y pronto sería el almuerzo.

— Voy a extrañar esto — respondió Remus — Me gustan las listas, son relajantes.

— Bueno, me alegro de que no haya nada como esto en las pociones

— ¿James dijo que ibas a buscar trabajo en un boticario?

— Quizás — Lily se encogió de hombros. — Me gustaría hacer algo así. Quizás investigar para St
Mungo's. Slughorn se ofreció a escribir recomendaciones para mí. Pero las cosas se complicarán por un
tiempo, creo. James es optimista, pero...

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— Sí. — Remus asintió. — Tendremos que ver.

— ¿Bajamos a almorzar? — cerró su libro, tirando su cabello sobre un hombro — Los chicos
terminarán pronto, podemos ir a buscarlos.

El estómago de Remus gruñó y se rindió.

— Vamos, pues.

Justo cuando se estaban levantando para irse, las puertas de la biblioteca se abrieron y Madame
Pince gritó: — ¡No puedes correr!

— ¡Lily! ¡Remus! ¡Necesito su ayuda! — Christopher se acercó a ellos tan rápido que sus piernas
golpearon su escritorio, empujando todos los libros hacia adelante.

— ¡¿Qué ocurre?! — Preguntó Lily, sus ojos esmeralda muy abiertos.

— No puedo explicarlo, solo... Tienes que ver...

— ¿Ver qué? — Preguntó Remus, reordenando su pila de libros.

— He... he hecho algo estúpido. ¿Por favor, pueden venir? — Suplicó Chris. Su rostro estaba rojo
y brillante de correr, y aunque definitivamente se veía más alerta que la noche anterior, claramente estaba
realmente nervioso por algo. Así que fueron.

Los condujo hacia el corredor del salón de Encantamientos, y durante todo el camino se la pasó
balbuceando sobre cómo había sido un accidente, y cómo no había querido que sucediera. Lily siguió
tratando de sacarle algo de sentido común, pero él no les dio ni una pista.

Finalmente, se paró ante la puerta cerrada del aula de Encantamientos. El profesor Flitwick
realmente debería empezar a cerrar el salón, pensó Remus para sí mismo, mientras Christopher los miraba,
pálido y tembloroso. Jugueteó con las mangas de su túnica, mirando hacia abajo.

— Ok... por favor que no cunda el pánico... fue un accidente...

— Christopher, solo enséñanos, ¿Quieres? — Dijo Lily, dando golpecitos con el pie en el suelo de
losas.

Christopher saltó ante su tono autoritario, generalmente reservado para los estudiantes que se
estaban portando mal, pero respiró hondo y abrió la puerta, haciéndolos pasar y cerrándola de golpe detrás
de ellos.

— ¿Qué demonios...? — Lily respiró, cuando lo vieron.

Lo que estaba frente a ellos era una enorme, temblorosa y reluciente gelatina azul. Fácilmente era
del tamaño del escritorio de Flitwick, y estaba allí en el medio del salón, translúcido y tambaleante.

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Remus ahogó una risa. En siete años en Hogwarts, esta era definitivamente una de las cosas más ridículas
que jamás haya visto.

Christopher bajó la cabeza.

— ¡Me atacó, fue en defensa propia!

Remus dejó de reír y miró de nuevo.

— ¡¿Eso es una persona?! ¡Chris! ¡¿Qué mierda pasó?!

— Remus, lenguaje —Lily le dio un codazo. —Christopher, ¿Quién es ese?

— Es Roy. Guilderoy.

— ¿Lockhart?

— ¿Me voy a meter en problemas? — Chris parpadeó a ambos, sus ojos marrones enormes y
asustados.

— ¿Qué hiciste... cómo lo hiciste? — Lily se quedó boquiabierta.

— Se suponía que iba a ser una maldición de piernas de gelatina. Lo amplié un poco, ¡Remus me
lo enseñó!

Lily miró a Remus, quien levantó las manos.

— ¡James me enseñó! Y nunca había obtenido ese resultado.

— ¿Pero por qué lo hiciste, Chris? — Preguntó Lily, sin dejar de mirar.

— ¡Me iba a confundir de nuevo!

— Espera, ¿Qué? ¿Fue Lockhart ?

Christopher asintió, rehuyendo el temperamento de Lily. Remus se dio cuenta de que estaba
avergonzado. Se miró los pies.

— Lo hizo el otro día, pero fracasó, creo que traté de esquivarlo. Tal vez lo haya hecho antes, no
lo sé.

— ¿Pero por qué?

— Estaba... estaba preocupado de que fuera a decir...

— ¡¿Decir qué?!

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— Él hizo... nosotros... él...

— ¡Christopher, por el amor de Dios! — Lily se cruzó de brazos con enojo. Remus sintió una
punzada de simpatía cuando las mejillas de Chris se tornaron de un rojo más intenso.

— Mira, Lily, no importa ahora, ¿verdad? — Dijo, volviéndose hacia ella para intentar desviar la
atención de Christopher. — Deberíamos llevar a Lockhart para que lo revisen, primero...

No estaba seguro de cómo se las arregló, pero al final convenció a Lily de que fuera a buscar a
Madame Pomfrey, mientras él y Christopher esperaban con el Lockhart gelatinoso.

Una vez que se fue, Christopher pareció ponerse aún más ansioso.

— ¡Me van a expulsar!

— No, no lo harán. — Remus se apoyó contra la pared casualmente, sacando su cajilla. Le ofreció
uno a Chris, quien negó con la cabeza, inquieto y preocupado, retorciendo los puños de sus mangas. —
James y Sirius han hecho cosas peores que esto.

— ¡Nunca antes me habían castigado!

— ¡¿De verdad?! — Remus arqueó las cejas mientras encendía su cigarrillo — Bueno, no es tan
malo. Sobrevivirás. Entonces... ¿Quieres decirme qué ha estado pasando?

Christopher lo miró, sus mejillas se oscurecieron de nuevo.

— Fue solo... nosotros solo...

— ¿Supongo que esta es la persona con la que saliste en Hogsmeade esa vez? — Remus preguntó,
tratando de hacerlo más fácil.

Chris volvió a mirar sus pies y asintió.

— Está bien — Remus exhaló humo. Estaba sorprendido, obviamente, y más que intrigado, pero
tenía que tratar de no mostrarlo si quería que Chris le dijera más. — Entonces, ¿Salieron algunas veces?
— Otro asentimiento — Y luego... — Remus trató de reconstruir la historia — ¿Algo salió mal?
¿Tuvieron una pelea?

— Más o menos, yo... um...

Dios, esto era insoportable.

— Mira, Chris, no me importa, ¿De acuerdo? Él es un idiota al que le iba a pasar esto de todas
formas, y si tú y él... bueno, no importa, ¿verdad?

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— No quiero que pienses que soy estúpido, o… o ingenuo o algo así. Ni siquiera me gusta mucho,
lo juro, eran sólo... sólo besos, y es que... ya sabes, demostró un poco de interés, y pensé; bien, esto podría
ser mi única oportunidad.

— Oh... — El corazón de Remus se compadeció de él. Tocó su hombro, agarrándolo en lo que


esperaba que fuera un gesto reconfortante. — Por supuesto que no es tu única oportunidad. La gente no
tiene una sola oportunidad...

— Bueno lo que sea. — Chris dijo, mirando el espacio justo sobre el hombro de Remus, evitando
su mirada deliberadamente. — Supongo que tiene mucho que ver con la suerte. De todos modos, era un
imbécil. Resultó que todo lo que realmente quería era averiguar sobre la broma. Pensó que tú y yo
éramos... pensó que podía darle información privilegiada.

— Bueno, podrías — respondió Remus — Hiciste la mitad de la investigación conmigo, sabes


más de lo que Sirius sabe.

— No lo hice — dijo Chris — No le dije nada.

— Bien. Sabía que no lo harías.

Chris sonrió ante eso y miró a Remus a los ojos correctamente por primera vez.

— Le dije que mantuviera la nariz fuera. Se molestó y me llamó algo horrible. Luego me enojé y
le dije que iba a contarles a todos lo que habíamos estado haciendo, y debió de haber entrado en pánico.

Chris suspiró profundamente. — No habría dicho nada, lo juro. No sería tan desagradable. Estaba
enojado, eso es todo.

— Lo sé, amigo — le aseguró Remus. — ¿Así que trató de confundirte para que no se lo contaras
a nadie?

Chris asintió.

— Todo lo que puedo pensar es que debí haber intentado desviarlo de alguna manera, lo que lo
debilitó. Probablemente es la razón por la que actúe de una manera tan extraña ayer.

— Y esto... — Remus hizo un gesto hacia Lockhart, la gelatina.

— Cuando me desperté esta mañana un poco más de mi memoria había vuelto. Me di cuenta de lo
que había hecho y vine a enfrentarlo. Yo... eh... perdí un poco los estribos.

— Bien. — Remus apagó su cigarrillo — No voy a regañarte por esto.

Lily era otro asunto. Regresó con Madame Pomfrey y la profesora McGonagall. Para entonces,
Remus ya había decidido lo que iba a hacer.

650
— ¿Podría alguno de ustedes, muchachos, explicar lo que pasó aquí? — Dijo su jefa de casa, sus
ojos plateados y afilados. Remus era un poco más alto que ella ahora, pero de alguna manera McGonagall
siempre parecía más grande que la vida, especialmente cuando estaba a punto de regañarte.

— Ni idea. — Remus dijo, rápidamente, ignorando la mirada de horror de Lily detrás del hombro
de McGonagall. — Chris lo encontró así, ¿No es así, Chris?

Christopher miró desesperadamente a Remus, luego a McGonagall, abriendo y cerrando la boca


como un pez. Finalmente asintió con la cabeza.

— ¿Eso es verdad, señor Lupin? — McGonagall enarcó una ceja oscura.

— Sí. — Asintió con la cabeza, con las manos en los bolsillos, tratando de parecer casual.

— El Sr. Barley simplemente se encontró con el Sr. Lockhart ya transformado en esta... — señaló
a la enorme jalea, que Madame Pomfrey ahora estaba dando vueltas, lentamente, murmurando en voz baja
— ... Cosa de estado raro.

— Sí. — Remus asintió con firmeza. Le hubiera gustado otro cigarrillo, pero no era tan descarado.

— Entonces, por favor, explique — los labios de McGonagall se curvaron en las esquinas —
¿Cómo el señor Barley supo que este era el señor Lockhart?

— Um. — Remus miró hacia atrás a la gran mancha azul. — Bien. Se parece a él, ¿no?

— Esto no tomará mucho tiempo, Minerva — dijo Madam Pomfrey, alegremente — No se ha


hecho daño a largo plazo, pero estará fuera de acción por unos días. — Ella comenzó a agitar su varita y a
murmurar encantamientos.

— No obstante, me tomo muy en serio los ataques a los estudiantes — respondió McGonagall. —
Una semana de detención, señor Barley. Y en cuanto a usted, señor Lupin, como este es su último mes en
la escuela, no veo que la detención sea muy eficaz.

Esto no fue un alivio para Remus. Ella todavía estaba sonriendo, lo que significaba que sabía
exactamente cuál era la mejor manera de castigarlo, y no le iba a gustar.

— ¡Deme detención si quiere! — Dijo rápidamente.

McGonagall se rió entre dientes, negando con la cabeza.

— No, creo que tengo lo justo. Con Lockhart fuera de servicio, creo que tenemos una vacante para
comentarista de Quidditch.

Remus prácticamente sintió que el color desaparecía de su rostro. La mujer era claramente una
mente maestra malvada. Todo menos eso. Por encima del hombro de McGonagall, Lily sonrió.

***

651
James y Sirius pensaron que todo el asunto era divertido, por supuesto, después de que terminaron
de maldecir el nombre de Lockhart. Les encantó la idea de que Remus, que sabía tanto de quidditch como
de fútbol o física cuántica, tuviera que comentar su último partido.

— Simplemente no lo haré. — Remus seguía diciendo. — Me quedaré allí sentado con la boca
cerrada, no hay nada que puedan hacer.

— ¡No seas ridículo! — Sirius le dio un codazo — ¡Tienes que gritar nuestras alabanzas!

— Realmente se trata de seguir la Quaffle — dijo James — si puedes mantener tu ojo en eso,
estarás bien.

— ¡Oye, piensa en los golpeadores! — Llamó Marlene.

— ¡Y la guardiana! — Añadió Yasmine.

Peter fue menos alentador y pasó el resto de la noche enfurruñado en un rincón, meditando sobre
su juego de ajedrez.

— Lo siento, Pete — lo intentó Remus, después de horas de incómodo silencio — Sé que te


hubiera gustado hacerlo, pero recuerda que esto es un castigo para mí.

— Yo habría sido muy bueno en eso. — Peter murmuró, con los brazos cruzados sobre su pecho.
— Sé todo sobre el equipo, ni siquiera has visto ninguna de las prácticas.

— Lo sé, habrías sido increíble — le aseguró Remus. — ¿Me ayudarás?

— ¿Ayudarte? — Peter miró hacia arriba, con cautela — ¿Ayudarte cómo?

— Ponme al día —alentó Remus — Dame tus apuntes, por una vez.

— Sí... sí, supongo que podría hacer eso.

— Incluso le preguntaré a McGonagall si puedes sentarte conmigo en el palco de comentaristas —


dijo Remus — Así, si lo arruino, puedes ayudarme de nuevo.

— ¡Ok! — Peter asintió, entusiasmado, ahora. — Sí, necesitarás saber mucho... ¡Empezaré ahora
mismo, Moony, no te defraudaré!

Al final, Peter produjo más apuntes sobre la final de Gryffindor vs Slytherin de 1978 de las que
había escrito para cualquiera de sus lecciones. Había resmas y resmas de pergamino con diagramas
etiquetados, listas de jugadores y sus números, formaciones de vuelo y una explicación detallada de lo que
parecía ser el equivalente de Quidditch de la regla del "fuera de juego". Incluso había escrito un pequeño
guión de frases que Remus podría usar si se quedaba atascado.

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Entonces, incluso después de que terminó el examen de Aritmancia de Remus (estaba bastante
seguro de que había hecho un trabajo perfecto en eso, había sido pan comido), ahora tenía otra prueba para
la cual estudiar.

Aun así, nada podría haberlo prepararlo para cómo se sentía ahora, sentado en una torre muy por
encima del campo, un asiento de estudiantes con túnicas rojas y verdes debajo de él, esperando que
hablara.

Se sintió mareado y deseó no haber comido un desayuno tan abundante. También se había tomado
un trago de whisky de fuego (cortesía de James) y medio porro con Mary antes de que comenzara el
juego, con la esperanza de que eso calmara sus nervios. Desafortunadamente, parecía haber tenido el
efecto contrario, y el consejo extremadamente inútil de Sirius de 'imaginar a todos en ropa interior' se
había quedado atascado en su cabeza, así que ahora Remus no sabía dónde mirar.

— Señor Lupin — dijo McGonagall de nuevo — ¿Está listo?

Remus miró las notas de Peter y las barajó. Tragó y asintió con la cabeza.

Peter tenía una letra muy limpia, bonita y redonda, pero la cabeza de Remus estaba un poco
nublada ahora, el whisky lo había afilado al principio, pero eso combinado con el porro lo hacía sentirse
un poco tonto y cálido. Pellizcó el interior de su muñeca para mayor claridad.

— Señor Lupin — susurró McGonagall, empujando el micrófono hacia él. — Los jugadores están
en el campo.

— ¡Oh! ¡Perdón! — Parpadeó, sorprendido, mirando la hierba por debajo y aclarándose la


garganta. Leyó con atención el pergamino que tenía frente a él: — Hola... eh, quiero decir... Bienvenidos a
todos, a la final de la copa de Quidditch de Hogwarts de 1978...

Su voz sonaba extraña, resonando en todo el estadio ovalado, pero podía escuchar los vítores subir
mientras hablaba, lo que le dio un poco de valor. Miró a McGonagall, quien sonrió y asintió
alentadoramente. Remus volvió a concentrarse en el suelo y trató de comentar un poco.

— Bien, um. Entonces, aquí vamos… los equipos están en el campo. Ahí está Gryffindor en rojo:
su Capitán James Potter y Slytherin en verde: su Capitán Kerensa Smythe. Um... no hay que decir, en
realidad, hasta que estén todos arriba... — Volvió a mirar las notas de Peter: Presenta a los jugadores y sus
puntos fuertes. — Oh, está bien, entonces los jugadores... bueno, obviamente está James. Él es el
cazador... es bastante bueno, me han dicho. Quiero decir, él fue quien me dijo...

Algunas risas de la multitud. Remus sonrió, luego tragó saliva y continuó.

— Um. La guardiana de Gryffindor, Yasmin Patel, también muy buena, supongo, quiero decir,
que yo sepa, no soy un experto... Sirius Black y Marlene McKinnon, golpeadores, buenos golpeadores...
quiero decir, todo el equipo es realmente bueno, dejémoslo así.

Escuchó a Peter gemir, sentado detrás de él, y una carcajada de la multitud. McGonagall le estaba
dando una mirada cínica, pero todo lo que pudo hacer fue encogerse de hombros con impotencia y
enumerar a los jugadores de Slytherin con igual ineptitud.

653
(Sin embargo, se complació mucho en anunciar al 'Buscador de Slytherin, Reggie Black'; estaba
seguro de que vio los hombros de Regulus encogerse ante eso).

— Oh genial, parece que están a punto de empezar — continuó Remus, acomodándose ahora —
Sí, ahí va el silbato, y... no hay sorpresas aquí, Potter está en posesión de la Quaffle. Caray que es rápido,
¡Mírenlo ir! ¡Aaa... y es un gol! ¡Diez, cero para Gryffindor! ¡Buena esa, Prongs!

La multitud aplaudió y James cruzó la cancha con los brazos en alto en señal de victoria. Le lanzó
un pulgar hacia arriba a Remus mientras volaba más allá de la torre del comentarista, luego chocó los
cinco con Sirius en el aire, antes de regresar su enfoque al juego.

Esto no estaba tan mal, pensó Remus; todo lo que tenía que hacer era ver lo que sucedía y luego
decirlo en voz alta. Un idiota podría hacerlo.

— Slytherin ahora en posesión de la Quaffle… er… creo que es Timothy Bulstrode… sí, ok…
hm, no es tan rápido como James, ¿Verdad? No importa, ya casi está allí, ¡Argh! No, bloqueado por una
Bludger de McKinnon, bien hecho Marlene, ¡Eso se vio doloroso!

— Señor Lupin, un poco menos parcial, por favor.

— Lo siento, profesora... está bien, Potter de nuevo en posesión, se lo pasa a Eriksson ... Eriksson
realmente está volando, ella casi... oh, mierda. Slytherin de nuevo en posesión de la Quaffle.

— ¡Lenguaje, señor Lupin!

— ¡Perdón! Bulstrode se dirige a los postes de la portería ahora... oh vamos, incluso yo soy más
rápido que eso... dispara, y... ¡BLOQUEADO por la guardiana de Gryffindor, Patel! ¡Ya ven, les dije que
era buena!

Los vítores subieron de un lado de la multitud, los abucheos del otro. Yaz hizo un giro de victoria,
sonriendo, y Sirius pasó volando junto a la caja de comentaristas, sonriendo a Remus mientras lo hacía.
Remus tuvo que admitir que el Quidditch era más emocionante de lo que recordaba.

— Eriksson de nuevo en posesión de la Quaffle ahora, se la pasa a Potter, Potter está subiendo al
campo, ¿Ves eso, Bulstrode? Así es como vuelas, lo siento profesora, ¡GOL! ¡Veinte a cero para
Gryffindor!

— ¡Regulus! — Peter chilló detrás de Remus, su dedo apuntando por encima del hombro de
Remus al hermano menor Black vestido de verde, que ahora volaba muy rápido, con una mirada de
concentración en su rostro mientras se acercaba a un cuadrado vacío del cielo.

— Parece que Black, el buscador de Slytherin, pudo haber visto la Snitch — dijo Remus
apresuradamente en el micrófono, esperando que el buscador de Gryffindor estuviera escuchando. — Sí,
definitivamente ha visto algo, está acelerando, tiene... ah, mala suerte, bloqueado por una Bludger del
golpeador de Gryffindor, Black.

Remus sonrió y podría haber jurado que Sirius le lanzó un guiño desde el otro lado del campo.
Regulus, que había tenido que frenar y zambullirse de repente, parecía furioso, al igual que el resto del

654
equipo de Slytherin. Las cosas se pusieron bastante feas después de eso, tanto en el juego como en los
comentarios de Remus.

— Eriksson tiene la Quaffle otra vez, ¿Se la va a pasar a Potter…? No, parece que ella misma
intentará anotar: ¡VAMOS, ERIKSSON! OH MIER... Quiero decir, ¡MALDITA SEA! ¡Eso fue
innecesario! Eriksson golpeada por una Bludger de Avery, de Slytherin, y Knott ahora tiene la posesión.
Eriksson parece aturdida... ¿Está...? ¡No, eso es un pulgar hacia arriba, buena chica!

— Señor Lupin, el partido, por favor...

— Bien, entonces Knott tiene la Quaffle… dispara… diez puntos a Slytherin, ¡Pero sigue siendo
el juego de Gryffindor! Potter tiene la Quaffle, está volando... está casi allí, está... MIERDA, ¡CUIDADO,
JAMES!

Kerensa Smythe, la golpeadora de Slytherin volaba a toda velocidad directamente hacia el costado
de James, y fue derribada en los últimos segundos por Marlene, quien se estrelló de cuerpo entero contra
el Capitán de Slytherin.

— ¡Maldita sea! — Remus gritó: — ¡Bien hecho, McKinnon! Esa chica es brutal... oh vamos,
Hooch, eso debería ser penal para Gryffindor, ¡Baja tu trasero de allá arriba y arbitra el partido en serio!
Uh oh, parece que el pequeño Reggie Black ha vuelto a poner el ojo en la Snitch...

— ¡Señor Lupin! — McGonagall espetó de nuevo — Le quitaré el micrófono.

— Oh, por favor — le ofreció, sonriéndole. Ella negó con la cabeza, bromeando. Remus regresó al
juego — Así que ahora estamos.. ¿Cuánto es? Oh, claro, sesenta a veinte a favor de Gryffindor, eso solo
demuestra que hacer trampa no va a dar sus frutos. Espero que estés escuchando, Black, me refiero al
Black más joven, obviamente.

— ¡Remus! — Peter siseó detrás de él. — ¡Cálmate! Se supone que debes ser... ¡Oh, Merlín!

— ¡Maldito Cristo, estuvo cerca! — Remus gritó, mientras Regulus y el buscador de Gryffindor
intentaban alcanzar la Snitch al mismo tiempo, solo para que se lanzara tentadoramente fuera de su
alcance, enviando a ambos jugadores corriendo a las gradas, Regulus acercándose un poco más rápido que
el buscador de Gryffindor, pero ambos milagrosamente se quedaron en sus escobas.

— ¡Remus! — Peter volvió a susurrar: — Slytherin acaba de anotar...

— ¿Ellos qué? ellos... ¡Mierda, lo siento, amigos! Slytherin anotó de nuevo, me perdí eso...

Remus se disculpó con la multitud aullante, la mitad de ellos riendo, la otra abucheándolo.

— ¡No volverá a suceder! — Les aseguró alegremente — Bien, Potter de vuelta en busca de la
Quaffle, esquiva una Bludger de Avery justo a tiempo... Jesús, este juego es violento, Black - el que es
bueno - alcanza la Bludger y la apunta a... sí, Regulus Black una vez más tiene que esquivar. Suerte que
está acostumbrado a escabullirse de los problemas, eh...

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— Detención, Lupin — murmuraba McGonagall — Estarás castigado por el resto de tu trayectoria
escolar.

— ¡PUTA MADRE! — Remus gritó en el micrófono, mientras Sirius y Marlene disparaban


bludgers a la golpeadora de Slytherin que resguardaba a Regulus, obligándola a abalanzarse tan bajo que
casi golpea el suelo.

— ¡Es una completa locura! — Remus se quedó boquiabierto — En serio, no tengo idea de por
qué alguien juega esto... ah, pero bien jugado, Regulus se distrajo lo suficiente como para… espera… ¡Sí!
¡SÍ! ¡POR UNA MIERDA! ¡ESO ES GRYFFINDOR CON LA SNITCH! ¡GANAMOS MALDITA SEA!
OH DIOS MIO, TE DOY LAS PUTAS GRACIAS POR ESO, REALMENTE...

— ¡Ya es suficiente! — McGonagall le arrebató el micrófono, finalmente.

Él le sonrió de nuevo, demasiado eufórico con la victoria como para preocuparse mucho por
meterse en problemas. Peter también estaba saltando detrás de él, lo que no ayudó.

— Lo siento... — comenzó.

— Estoy absolutamente sorprendida — dijo McGonagall con severidad. — Espero este tipo de
comportamiento de Black, ¡Pero no lo espero de un ex prefecto! Espero una carta de disculpa para el
equipo de Slytherin y para Madame Hooch.

— Sí, profesora. — Remus bajó la cabeza y trató de parecer arrepentido, pero no pudo evitar que
sus labios se crisparan un poco. No podía esperar a ver a Sirius. Correría hasta los vestuarios si su cadera
(e inhibiciones) se lo permitían.

Afortunadamente, si había algo que a McGonagall le gustaba más que hacer cumplir las reglas de
la escuela, era que Gryffindor ganara en Quidditch.

— Después de que las celebraciones hayan terminado, por supuesto. — Ella dijo.

— ¡Gracias, profesora! — Remus miró hacia arriba, sonriendo de nuevo.

— Honestamente — se rió, sacudiendo la cabeza — Nunca me has recordado más a Lyall.

Sea eso algo bueno o malo, a Remus no le importó. Por una vez, ni siquiera una mención de su
padre podía tocar el buen humor de Remus.

(Song: Plaistow Patricia - Ian Dury and the Blockheads)

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149
Legado, parte uno.
And as we wind on down the road,
Our shadows taller than our souls...

— Podrías robarlo, apuesto que no debe ser muy difícil. — Dijo Sirius, de pie junto a Remus
frente a la vitrina de trofeos. — Podrías desaparecer el cristal por unos segundos.

— El profesor Flitwick se daría cuenta. — Remus arqueó una ceja, ahora distraído por el reflejo
fantasmal de Sirius en el cristal. — O algún Ravenclaw.

— No — el otro chico le llamó la atención y le sonrió, con los dientes de un blanco perlado —
Nadie se dará cuenta.

— Creo — respondió Remus, lamiendo sus labios y volviendo su mirada a la pequeña figura
dorada en la parte superior del trofeo — que a Lyall le hubiera gustado que se quedara acá. De esta forma
siempre hay una parte de él en Hogwarts.

— Ahh, ¿Te has puesto todo sentimental porque es la última semana? — Sirius se burló de él.
Remus sonrió, imperturbable.

— Sí, un poco.

Sirius se rió entre dientes y se inclinó hacia él confidencialmente.

— Yo también.

Remus le hizo una mueca. — Vamos, tengo hambre. Almuerzo.

657
Ambos se pusieron en camino por el pasillo hacia el Gran Comedor. Aparte de la racha de
detenciones que Remus había obtenido después de la final de quidditch, todos habían tenido una semana
muy relajante, sin nada que hacer más que planificar el futuro. Lo que, por supuesto, significaba que no
habían hecho absolutamente ninguna planificación para el futuro.

— No vamos a dejar nada atrás. — Remus dijo, pensativo, mientras caminaban.

— ¿Eh? — Preguntó Sirius, distraído por un grupo de chicas que habían pasado, riendo. Remus
tiró su oreja — ¡Ay! — Sirius se agachó — Te estaban mirando a tí, Remus 'Puta-madre-ganamos' Lupim
¿Qué estabas diciendo?

— No dejamos nada atrás, algo como el trofeo de Lyall.

— James y yo estamos en la copa de Quidditch. Y Prongs es Head Boy, ¿No se graba en alguna
parte? Y Peter ganó ese torneo de ajedrez.

— Oh si. Entonces, solo yo no dejo nada. — Remus suspiró, desesperado.

— Eh... ¿Qué hay de el sauce boxeador? — Sirius intentó.

Remus solo le frunció el ceño. Bueno, supuso. Eso es lo que obtienes por intentar pasar
desapercibido. Permaneció contemplativo durante todo el almuerzo, que consistía en pescado y patatas
fritas, con la opción de guisantes blandos o enteros (Remus experimentó con una combinación de ambos).

— ¿Todo bien, Moony? — Preguntó James, entre bocados. — Estás muy callado.

— Está preocupado por su legado —anunció Sirius. — Quiere un trofeo.

— Cállate, no quiero uno. — Remus se sonrojó.

— Si me preguntas a mí, tus comentarios del último partido merecen una medalla. Servicios
especiales para la escuela. — se rió Mary. — No puedes ir a ninguna parte del castillo sin escuchar a
alguien gritar '¡Maldito cristo, estuvo cerca!' Es brillante.

Remus sonrió, sintiéndose un poco mejor. Había estado disfrutando tranquilamente de sus quince
minutos de fama y había recibido suficientes obsequios de cigarrillos y chocolate para pasar el verano. Lo
cual era bueno, supuso, porque en unos pocos meses tendría que empezar a mantenerse a sí mismo.

— No te preocupes, Remu, si ya sabes qué sale bien el viernes — susurró James, inclinándose —
Entonces nadie nos olvidará prontamente.

— Pensé que el punto era que nadie supiera quién lo hizo. — Remus arqueó una ceja.

— Oh, por favor. — Lily se burló. Y en parte ella tenía razón.

Aún así, Remus no pudo evitar sentirse un poco preocupado. No quería que el "trofeo" que dejara
en Hogwarts fuera el sauce boxeador o la casa de los gritos, por el amor de Dios.

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— ¿Cómo se crean los fantasmas? — Preguntó, pensativo, mirando a Nick Casi Decapitado pasar,
charlando con el Fraile Gordo.

— Merlín, Moony, anímate — gruñó Sirius, con la boca llena de papas fritas — tendrías que estar
muerto para convertirte en un fantasma. Y supongo que también tendrías que morir aquí, en los terrenos
de la escuela.

Remus se encogió de hombros. Morir en Hogwarts no parecía muy probable, a menos que
sucediera algo terrible en los próximos días.

— Un retrato, entonces. — Él dijo. —...En realidad no. No quiero poder hablar conmigo mismo,
eso es escalofriante.

— También son muy caras — dijo James — mi familia nunca se molestó con eso.

— Típico de los Potter. — dijo Sirius, con altivez. Con el plato ahora limpio, colocó el cuchillo y
el tenedor cuidadosamente en el centro, y pronto desapareció. — Por supuesto que los Black siempre han
querido conservar sus retratos para la posteridad en la galería familiar.

— ¿Incluso tú? — Remus lo miró,

— Yo no. — Sirius negó con la cabeza con una pequeña sonrisa — Yo ya no estaba allí cuando
cumplí la mayoría de edad. Sin embargo, supongo que el de Reggie ya está hecho. Qué estúpido.

— ¡Remus! — Marlene llegó corriendo a la mesa del comedor. Parecía sonrojada y emocionada.

— ¿Sí? — Remus se sentó derecho, mirándola expectante.

— ¿Puedes venir un minuto? ¡Tengo algo para tí! — Ella estaba saltando de un pie a otro,
claramente muy ansiosa por decirle algo.

— Er... ok... — Remus miró a su alrededor con nerviosismo. No le gustaban las sorpresas, pero
confiaba en Marlene por ahora, y ella parecía muy feliz.

— Ven conmigo — le agarró la mano y tiró de él.

— ¿Debería…? — Sirius se sobresaltó, pero Marlene negó con la cabeza.

— ¡Es privado! ¡Vamos, Remus! — Prácticamente lo arrastró fuera del pasillo, aparentemente sin
importarle que se perdiera el pudín ahora.

— Uf, vayamos más despacio, ¿Puedes? — Jadeó, sintiendo el clic de su cadera cuando
empezaron a atravesar el primer tramo de escaleras.

— ¡Lo siento, estoy tan emocionada por mostrártelo!

— ¡¿Mostrarme qué?!

659
— ¡Es privado!

Suspiró y se concentró en tratar de seguirle el ritmo. A veces Remus sentía que había pasado toda
su vida siendo arrastrado por este castillo por personas más atléticas que él. Cuando llegaron a la sala
común de Gryffindor, Remus la miró expectante y ella de repente se puso tímida y se mordió la uña del
pulgar.

— ¿Qué? — Él dijo: — ¡¿No es lo suficientemente privado aquí?! — Hizo un gesto hacia la


habitación vacía: todos los demás estaban cenando, probablemente disfrutando de su pudín. No había
tenido pudín de manzana en años, y con la suerte de Remus seguro lo servirían hoy y él se lo perdería.

— Creo que será mejor que vayamos a tu dormitorio. — Dijo Marlene, partiendo de nuevo. — Por
si acaso.

— Jesucristo, Marls, ¿De qué se trata todo esto? — Remus la siguió escaleras arriba.

— Oh, de repente he decidido que me gustan los chicos, así que te he atraído hasta aquí para
seducirte — dijo casualmente por encima del hombro.

— Pasas demasiado tiempo con Mary. — Regresó secamente.

Una vez que estuvieron en el dormitorio, cerró la puerta y Remus fue a sentarse en su cama, con
las piernas adoloridas. Ella miró furtivamente a su alrededor.

— ¿Por qué solo hay tres camas aquí?

— La prueba de aceptación de la broma salió un poco mal. — Remus se encogió de hombros.

Marlene simplemente negó con la cabeza como una madre indulgente. Metió la mano en el
bolsillo de su túnica, sacó un frasco pequeño y poco profundo y se lo ofreció a Remus.

— Sácate los pantalones — dijo.

— ¡¿Perdón?!

— ¡Es para tu cadera! — Desenroscó el frasco con entusiasmo, sus ojos brillantes y ansiosos —
¡Lo hice para ti, Danny lo probó y todo!

— ¿Qué... qué hace? — Miró el interior del frasco con cautela. Lo que fuera que había dentro
parecía vaselina semitransparente con una consistencia espesa y pegajosa.

— Pensé en lo que dijiste sobre cómo funciona mejor una mezcla de medicina muggle y mágica
— explicó — así que hice algunos experimentos. Probé valeriana, consuelda y cúrcuma... resulta que el
jengibre es mejor, ¿Quién lo hubiera pensado? Luego, lo combiné con la cantidad correcta de cataplasma
antiinflamatorio y un poco de dittany para obtener fuerza adicional. ¡Vamos! ¡Úsalo!

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— Er. Ok… — dijo Remus, tomando el frasco y entrando al baño, cerrando la puerta detrás de él.
Lo sostuvo en sus manos por un tiempo, oliendo el contenido. Olía a jengibre, que resultó oler rico, y no
demasiado fuerte.

— No deberías necesitar demasiado — dijo Marlene a través de la puerta, haciéndolo saltar y


avanzar todo lo posible hacia dentro del baño. — Simplemente aplícalo sobre la piel del área adolorida.

— Está bien — respondió con voz ronca. Esto erq raro. Pero le debía a Marlene intentarlo, más
aún si se trataba de una ofrenda de paz.

Se desabrochó los pantalones y se los bajó hasta el muslo, con ropa interior y todo. Luego,
balanceando el frasco con cuidado en un costado de la ducha, sacó una pequeña cucharada del brebaje,
aproximadamente del tamaño de una uva, con los dedos y se la frotó con cuidado sobre la piel desnuda.

Sintió un hormigueo al principio, y luego comenzó a calentarse, pero no forma desagradable.


Podía sentir cómo se filtraba en su piel, cada vez más adentro hasta llegar a la unión de cartílagos y
huesos, calentándolo y aliviándolo a medida que avanzaba. Era una sensación que había olvidado hacía
mucho tiempo. Fue un alivio.

— ¡Marlene! — Él gritó.

— ¡¿Qué?! ¡¿Estás bien?! — Llamó ansiosamente.

— Si todavía quieres seducirme — respondió — probablemente haría cualquier cosa que me


pidieras ahora mismo.

La escuchó reírse al otro lado de la puerta.

— ¿Funciona, entonces?

— ¡Es un maldito milagro!

— No, es magia, tonto idiota — respondió ella. — ¡Sal, pues!

Rápidamente se subió los pantalones y se los abrochó, se acercó a la puerta y la abrió. Ni siquiera
una punzada.

Su cadera le había molestado durante tanto tiempo que apenas podía recordar cómo se sentía
caminar sin ser consciente de sus limitaciones. Le sonrió a Marlene, la agarró por la cintura y la hizo girar.

— ¡Gracias! — Dijo, una y otra vez.

Ella chilló.

— ¡Lupin, maldito lunático, déjame ir!

La besó en la mejilla y la bajó.

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— Eres mucho más fuerte de lo que pareces — se rió, sonrojándose, metiéndose el cabello detrás
de la oreja — ¡Oh, estoy tan contenta de que haya funcionado! Quise pedirle ayuda a Madame Pomfrey
tantas veces, pero supongo que preferí dejarlo como algo mío

— Gracias — dijo de nuevo. — ¡Eres... eres increíble! ¡Ojalá hubiera alguna forma de devolverte
el favor!

— Ya lo has hecho —negó con la cabeza— Ayudaste a Danny, aunque ni siquiera lo conoces, y
sabías lo peligroso que era. Y... tú también me ayudaste a mí al final. Sé lo que quiero hacer ahora. Vamos
a ganar esta guerra, y cuando termine, comenzaré a hacer una investigación adecuada sobre la licantropía,
ya sabes, establecer clínicas reales para que la gente obtenga la ayuda que necesita. Si todos los demás
pueden ver lo que yo veo en ti y en mi hermano, entonces tal vez... no sé, tal vez las cosas puedan mejorar.

Ella se miraba los pies tímidamente mientras decía esto, pero Remus no podía dejar de sonreír,
pasando de un pie a otro solo para demostrarse a sí mismo que no dolía. Nada le dolía. Tenía que decírselo
a Sirius.

— Vas a ser una sanadora increíble, Marls — la abrazó de nuevo. — ¿Puedo quedarme con esto?
— Volvió al baño por el frasco, sosteniéndolo.

— ¡Por supuesto que puedes! — Ella asintió vigorosamente — No sé cuánto duran los efectos...
¿Te importaría tomar nota sobre eso, cada vez que te lo apliques? Sería útil saberlo...

— Sí, sí, lo que sea — respondió, volviendo a enroscar con cuidado la tapa.

— Será mejor que vaya a buscar a Yaz; no tiene idea de dónde he estado todo el día, le dije que
tenía que ver con la broma, pero no creo que me crea...

— Están en la sala común, todos, acaban de regresar del almuerzo — respondió Remus
despreocupadamente, todavía mirando el frasco con asombro.

— ¿Cómo diablos puedes saber eso?

— Er... — miró hacia arriba, torpemente — Tengo un buen sentido del olfato... muy bueno.

Sus ojos se abrieron y sacudió la cabeza solemnemente.

— Tengo mucho que aprender...

— Vamos — se rió, palmeando su hombro — Una cosa a la vez...

***

Sirius fue un verdadero caballero cuando Remus le contó las buenas noticias sobre la cataplasma
de Marlene, y no le dijo 'Te lo dije' ni una sola vez. Estaba demasiado feliz escuchando a Remus balbucear
sobre lo mejor que se sentía.

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— No sé lo que hice. — Remus suspiró después de que se fueron a la cama más tarde esa noche.

— ¿Qué quieres decir? — Sirius bostezó.

— Ya sabes. Aprendiste sobre el magna lenticular para mí, por allá en primer año. Y luego Lily
me dio esa cosa para ayudarme a leer, y tú, Peter y Prongs se convirtieron en animagos, solo para poder
pasar tiempo conmigo.

— ¿Cuál es tu punto?

— No sé lo que hice — respondió Remus, encogiéndose de hombros — Para merecer todo eso.

— Moony — Sirius le dio una mirada divertida. — Estás haciendo esa cosa de nuevo.

— ¿Eh?

— ¡Somos tus amigos! ¡Los amigos se ayudan unos a otros! No es como si no hubieras hecho
cosas por Lily, Marlene, Wormtail, James o por mí... Merlín, por mí más que nadie.

— Lo sé — respondió Remus, todavía sonriendo — Lo sé. Supongo que me siento tan afortunado.

— Estás muy sentimental últimamente — Sirius sonrió, cruzando los brazos detrás de la cabeza.
— ¿Así será vivir contigo? Y yo que siempre pensé que eras el más duro.

— Aún sigo siendo más duro que tú. — Remus lo miró de reojo.

Los ojos de Sirius estaban cerrados, pero estaba sonriendo. Ahora parecía ser el momento
perfecto.

— ¿De verdad quieres vivir conmigo? — Preguntó Remus.

— Por supuesto que sí — respondió Sirius, con los ojos aún cerrados.

— Quiero decir… no solo con los padres de James. En nuestro propio lugar.

Sirius abrió los ojos.

— Obviamente. Ese es el plan, ¿No?

— Yo... — Remus buscó a tientas las palabras correctas. Ahora se sentía muy cómodo con Sirius,
y sentía que podía decirle casi cualquier cosa. Pero a veces era la misma lucha de siempre. — No estaba
seguro. Sabes que no tengo mucho dinero...

— Y sabes que yo tengo bastante. — Sirius se encogió de hombros, haciendo que las sábanas se
arrugaran. — Lo que es mío es tuyo, no quiero que te preocupes por tonterías tan aburridas como esas.

— Solo te resulta aburrido porque nunca has tenido que pensar en ello.

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— Bueno, ahora tú tampoco tienes que pensar en eso. ¿Entendido?

— Ok. — Remus asintió. Algo para volver a hablar más tarde, tal vez, cuando no se avecinara una
guerra sobre ellos, y pudieran tener conversaciones sobre cosas normales y cotidianas. Por ahora, si no
estaban hablando de la guerra, Sirius prefería soñar despierto. Remus se recostó — ¿Dónde viviremos,
entonces?

— Londres. — Dijo Sirius, con firmeza. — Londres Muggle.

— ¿En una casa grande?

— No. — Sirius negó con la cabeza, frunciendo el ceño un poco — No me gustan las casas
grandes; demasiadas habitaciones vacías. Si solo somos dos, no necesitamos todo ese espacio.

Esta fue una consideración muy sensata, pero Remus no dijo nada. Él entendía. Pero ya que
estaban siendo sensatos...

— Quiero que conozcas a Hope. — Él dijo. Sirius abrió los ojos de nuevo.

— ¿Qué?

— Se está muriendo — dijo Remus, con total naturalidad — Cáncer de pulmón, algo que los
muggles tienen. De todos modos, no se puede curar y no creo que tenga más de un año.

— Moony, lo siento... no tenía ni idea.

— Está bien — respondió Remus — Lo he sabido desde la primera vez que la conocí. Sabía que
no tendría mucho tiempo. Ella no es perfecta, pero se preocupa por mí. Quiero que vea que tengo a
alguien. Que no estoy solo.

— Moony...

— Lo sé, lo sé — se rió Remus — Estoy siendo sentimental...

— No — Sirius se acercó y puso su mano suavemente sobre el pecho de Remus. — Esa es una de
las cosas más bonitas que he escuchado.

Remus también giró la cabeza, y se miraron el uno al otro por un momento, ambos sonriendo en la
espesa oscuridad de aquella tranquila noche. Cuando sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, Remus
se rió de nuevo, mirando hacia otro lado.

— Cristo — dijo — Escúchanos, somos peores que Potter y Evans.

— ¡No se lo digas a nadie! — Sirius se rió, secándose los ojos rápidamente. — Solo quedan tres
días de clases, tenemos una reputación que mantener.

(Song: Stairway to Heaven - Led Zeppelin)

664
150
Legado, parte dos.
So here we are...
With freedom within our sweaty, greedy, grasps.
So remember this, boys and girls,
When your freedom comes along...
Don't
Pish
in the water supply,
Just because... school is out for the summer…

— Tuvimos suerte con el clima — comentó Remus, mirando el cielo azul claro. — Hubiera sido
una pesadilla sacarlos a todos afuera si estuviera lloviendo.

Remus realmente no iba a extrañar los veranos escoceses.

Christopher y él estaban solos en la lechucería, esperando. Comenzaría en cualquier momento.

— No te burles de mí, ¿De acuerdo? — Christopher susurró, mirando hacia el jardín desde las
altas ventanas abiertas — Pero esto es lo más emocionante que he hecho.

Remus le sonrió con cariño y le dio un apretón rápido en la mano.

— Te apuesto que esto es solo el comienzo. Vas a hacer tantas cosas emocionantes, lo sé.

— No lo sé, va a estar tranquilo aquí cuando todos ustedes se vayan — respondió Chris, mirando
hacia el césped debajo de ellos — Apuesto a que podrán a Regulus como Head Boy... ¡Oh! ¡Esa es la
señal!

665
Una fuente de chispas doradas se disparó detrás de los invernaderos, y Remus pudo escuchar el
corazón de Christopher comenzar a latir más rápido con la emoción.

— ¡Hagámoslo entonces! — Remus le dio un codazo.

Ambos se volvieron para mirar a las lechuzas, cientos de ellas encaramadas en filas alineadas
sobre las paredes de la torre, hasta las vigas. Junto a ellos habían un montón de cartas, todas en blanco
excepto por la dirección. Y todas tenían la misma dirección.

Chris parecía a punto de estallar de la emoción de todo, y Remus dio un paso atrás, dándole la
palabra.

— Conoces el hechizo, tú hazlo.

— ¡¿En serio?!

— Sí — sonrió Remus — Aún quedan un montón de travesuras por hacer después de esto...

— ¡Ok! — Se arremangó y se relamió los labios. Pronunció el encantamiento y movió su varita


ampliamente alrededor de la torre. Un grito bajo, el revoloteo de las plumas, y luego... todo fue un caos
total cuando las quinientas lechuzas de repente saltaron de sus perchas y se abalanzaron hacia los dos
chicos, quienes se agacharon para cubrirse.

Remus nunca había visto algo tan magnífico; todas las lechuzas de Hogwarts extendieron sus alas
y volaron por la ventana, cada una agarrando una carta con la dirección en blanco al pasar. Debió haberles
tomado dos minutos completos manejarlo, y cuando terminaron, Remus y Christopher saltaron a la
ventana para verlas desaparecer hacia el patio, a través de los arcos y hacia su destino.

— ¡Guau! — Chris seguía diciendo, como un perrito ladrador: — ¡Guau, guau, guau!

Remus solo sonrió y pensó en James y Sirius en otras partes del castillo, esperando esa señal. Y en
Mary, Marlene y Yaz, preparadas y listas para su parte, y en todos los demás en el castillo esperando,
esperando lo que habían estado planeando desde Navidad.

— ¡Vamos! — Remus dijo, agarrando el brazo de Chris —Podemos verlos a todos correr.

Si quinientas lechuzas entrando a las mazmorras en conjunto no lograba que sacaran a todos,
entonces Remus confiaba en que los inodoros explosivos patentados de James y Sirius harían el trabajo.

Bajaron corriendo la escalera de caracol juntos (Remus bajaba los escalones de dos en dos,
todavía disfrutando de su recién descubierta movilidad) y llegaron al corredor principal, donde reinaba el
pandemonio.

Cada retrato se encontraba cantando a todo pulmón, desde canciones pop muggle hasta canciones
infantiles de magos, cualquier cosa que a los de tercer año se les hubiese ocurrido al momento de lanzar el
hechizo, supuso Remus. Las armaduras habían dejado sus puestos y se habían dedicado a seguir a los
estudiantes. Remus esperaba que no fuera algo demasiado amenazante, después de todo, no estaban
haciendo nada, solo imitando movimientos. Había sido idea de James, rey de los hechizos de locomoción.

666
— ¡Lo hice, Remus, lo hice! — Un Ravenclaw de cuarto año salió corriendo del baño más
cercano, seguido de una masa de burbujas rosadas — ¡Lo exploté!

— ¡Bien hecho! — Remus le dio una palmada en la espalda, felicitándolo.

— ¡No puedo esperar por el gran final!

— Será mejor que te des prisa — le aconsejó Remus —No pasará mucho tiempo.

El de cuarto año asintió con la cabeza y se dirigió hacia los jardines, mientras espuma de color
rosado comenzó a inundar el pasillo.

— Le has enseñado a tanta gente cosas que nunca habrían aprendido — se maravilló Christopher
mientras caminaban. El gran reloj fuera del Gran Salón giraba locamente, las manecillas giraban, al igual
que cualquier otro reloj, si el hechizo de los de sexto año había funcionado correctamente.

— Oh, si — resopló Remus — A explotar inodoros y a levitar escritorios. Muy útil.

— No olvides todas las cosas defensivas — frunció el ceño Christopher — Me habrían


confundido de nuevo si no fuera por tí.

Siguieron el flujo constante de estudiantes que salían del edificio. Remus solo esperaba que
hubieran causado suficiente caos en suficientes áreas del castillo para que todos salieran al césped. No
sería divertido si la mitad de la escuela se perdía el evento principal.

— ¿Cómo está Lockhart? — Preguntó casualmente.

— Bien, creo. Ya no me molesta, de todos modos.

— Bien. Supongo que puedes manejarlo si lo hace.

— Sí. — Habían llegado al patio ahora y estaban a la vista de los terrenos. Christopher entrecerró
los ojos bajo el brillante sol de verano y miró a Remus, deteniéndose un momento. — Sin embargo,
realmente te extrañaré.

— Solo estarás aquí un año más — respondió Remus — Estarás demasiado ocupado con los
EXTASIS para pensar en otra cosa; Créeme.

— No, aún así te voy a extrañar. — Chris dijo con firmeza. — Mantendré el grupo de estudio en
marcha, pero no será lo mismo. A todo el mundo le caes bien, eres tan paciente con ellos.

Remus no sabía cómo responder a eso, así que no lo hizo. De todos modos, tenía un nudo extraño
en la garganta.

— Vamos — tiró del brazo de Christopher, moviéndose hacia los jardines. — ¡No quiero
perderme esto!

667
Más de la mitad de la escuela se había reunido en el extenso césped de Hogwarts, todos charlando
a una milla por minuto sobre las diversas interrupciones e intrusiones en sus mañanas.

— ¿Viste todas esas lechuzas?

— ¡El Gran Comedor está inundado! ¡Inundado!

— El llamador de la puerta de Ravenclaw está hablando jeringozo, aparentemente, no deja entrar a


nadie.

— ¡La estatua del caballero en el quinto piso me tiró globos de agua!

— Apuesto a que fueron los merodeadores.

— Definitivamente.

— ¡No! Vi a Emmeline Vance lanzar un hechizo sobre los retratos y a un grupo de sextos años
colocar bombas de estiércol. No pueden ser los merodeadores.

— Bueno, no pueden ser todos...

La conjetura fue interrumpida cuando los últimos Slytherin, Regulus, Barty Crouch, Mulciber y
Snape, para satisfacción de Remus, emergieron del castillo. Todos estaban cubiertos de limo verde. Las
bombas fantasma sorpresa de Lily habían funcionado de maravilla. Remus hizo una nota mental de
felicitarla más tarde. Ella sería una merodeadora, próximamente.

— ¡Tú! — Snape se acercó cargando, gotas de exudado verde guisante goteando de su cabello
hasta la punta de su nariz. Señaló a Remus con un dedo largo, y el rostro contraído por la rabia. —¡Tú
hiciste esto! ¡Tú y tus sucios amiguitos!

— ¿Cuál es el problema, Snivellus? — Remus preguntó, fríamente, manteniéndose firme — No


noto ninguna diferencia.

— ¡Tú! ¡Tú! — Snape farfulló, la risa estalló a su alrededor cuando los estudiantes más jóvenes se
reunieron para ver.

— Scourgify — Regulus se lanzó un hechizo de limpieza, devolviendo su ropa y cabello a su


impecable pulcritud habitual. Le dio a Snape una mirada aburrida. — Ten un poco de decoro, Severus. No
caigas en su patético cebo.

— ¡Oye Prongs, mira, tienen a Snivellus! — Sirius apareció entre la multitud, sonriendo, seguido
por James y Peter — ¡Excelente!

— Se ve muy bien, si quieres mi opinión — sonrió James, palmeando a Remus en el hombro a


modo de saludo.

668
Al ver a Sirius, Regulus puso los ojos en blanco y se alejó, uniéndose a un grupo de Slytherins
cerca del borde del lago, acurrucados juntos murmurando entre ellos como un asesinato de cuervos.

— Cuando Dumbledore descubra que todos ustedes están detrás de esto, él… — Snape se
enfureció.

— ¿Qué? — Sirius arqueó una ceja, apoyándose en el hombro de James casualmente, como si
solo estuvieran charlando — ¿Nos van a expulsar? ¡¿El último día de clases?!

— ¡Pagarás! — Gruñó Snape. Se volvió y comenzó a caminar de regreso a la escuela, su túnica


aún goteaba.

— ¡Más despacio, Snivelly! — Peter gritó, apenas capaz de contener su emoción — ¡No querrás
perderte la gran final!

— ¡Wormtail! — Sirius siseó, pateando su espinilla. — ¡Shh!

— Vamos, es casi la hora — dijo Remus, tratando de alejarlos a todos de Snape. Obviamente
estaba a punto de perder el control y Remus no confiaba en que los demás no lo llevarían al límite.

De manera preocupante, terminaron bastante cerca de Regulus y su camarilla, junto al lago, pero
se estaba llenando de gente y no habían muchos lugares para pararse. Remus nunca había sido de los que
mostraban afecto en público, pero realmente deseaba poder tomar la mano de Sirius en ese momento,
aunque solo fuera para evitar que hiciera algo estúpido.

No tuvo tanta suerte.

— Reggie, mi niño — Sirius asintió amablemente a su hermano, los ojos brillando con picardía.

— Sirius. — Regulus respondió, mirando hacia adelante, con la cabeza en alto. Era como una
estatua de alabastro; una fría versión de mármol de su hermano de sangre caliente. — Esperaba que
hubieras aprendido a dejar atrás estos juegos infantiles. — Regulus arrastró las palabras, sonando tan
aburrido como siempre. — Las travesuras y los planes tontos no te servirán de nada una vez que se gane la
guerra. El Señor oscuro exige orden.

— Al diablo con tu estúpido Señor oscuro — dijo Sirius, cruzando los brazos. Remus se dio
cuenta de que los dos hermanos reflejaban el lenguaje corporal del otro.

Alrededor del lago, los estudiantes se estaban reuniendo; estaban a unos segundos de que pasara.
Remus aprovechó la oportunidad para echar un vistazo a los rostros más familiares: allí estaba
Christopher, hablando animadamente con algunos de sus amigos de sexto año, sin duda volviendo a contar
lo que había hecho en la lechucería. Marlene, Mary y Yaz estaban riéndose entre ellas, y un poco más
adelante estaba Emmeline Vance, todavía siendo una perfecta doncella de hielo, coqueteando con el pobre
y viejo Roman Rotherhide. Un grupo de estudiantes más jóvenes del grupo de estudio estaban practicando
el encantamiento que estaban a punto de realizar, y junto a Remus, Lily y James estaban tomados de la
mano, con las varitas listas.

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Con un gran sonido metálico, la torre del reloj de Hogwarts dio el mediodía y James emitió un
fuerte silbido, llamando la atención de todos. ¡Era ahora!

A Remus le pareció que todos contuvieron la respiración por unos segundos, él agarró su propia
varita con más fuerza, lanzando una rápida sonrisa a Sirius, antes de volver su atención al lago, y a lo que
había debajo.

Todos trabajaron como una sola unidad, cada uno de los miembros de la cooperativa de
planificación de bromas los de los Merodeadores levantó su varita, y reuniendo todas sus fuerzas, gritaron;
— ¡Attollo Magna!

Las rodillas de Remus se debilitaron. Lo habían probado unas cuantas veces, solo ellos cuatro en
su dormitorio (de ahí la cama de Sirius que desapareció), pero nunca con tantas personas, nunca con tanta
magia a la vez. Se sintió como si hubiera metido el brazo que sostenía su varita en una colmena; la magia
comenzó a vibrar y vibrar a través de él, llenando su boca y fosas nasales como ácido de batería y
acumulándose profundamente en su interior. Poder. Estaba mareado con eso; prácticamente borracho.
Sacudió la cabeza como un perro, tratando de mantener la concentración y de aguantar; no tenía idea de lo
que sucedería si lo soltaba.

Mientras tanto, algo sucedió en el lago. La superficie comenzó a ondular y brillar; un extraño
quejido crujiente vino desde kilómetros por debajo, y luego... luego... *Pop*. Con una inmediatez casi
cómica, el hechizo funcionó. Remus sintió un gran giro dentro de sí mismo, lo cual no fue desagradable,
pero tampoco ignorable, lo que le hizo jadear.

Lo habían hecho. Los estudiantes comenzaron a reírse y a señalar, los Slytherin estaban gritando,
uno por uno como estúpidos por la conmoción. Incluso la boca de Regulus se había quedado abierta.

Allí, flotando a pocos metros sobre las tranquilas aguas, directamente desde las mazmorras,
descansaba cada cama y baúl de los dormitorios de Slytherin. Era hermoso. Absolutamente perfecto en
todos los sentidos. La composición de cada dormitorio se había conservado; todo lo que habían tenido que
hacer era transportar todo un kilómetro y medio hacia arriba. El hechizo de barrera (idea de la bondadosa
Lily) también estaba funcionando bien, lo que significaba ninguna de las cosas de los demás corría el
riesgo de mojarse. Tendrían que encontrar el contrahechizo y todo volvería a la normalidad, siempre que
todos los Slytherin trabajaran juntos, por supuesto.

Esa había sido idea de un Hufflepuff.

Los músculos de Remus todavía estaban crispados por canalizar toda esa magia. Él era un cable
vivo; la estática zumbó en la punta de sus dedos. Afortunadamente, muy pocas personas se dieron cuenta;
estaban demasiado ocupados vitoreando o gritando de consternación ante la vista que tenían ante ellos.
Los fuegos artificiales volaban sobre la parte superior de las camas ahora, deletreando;

¡Que tengan un gran verano, Slytherin! De parte de: ¡Gryffindor, Ravenclaw y Hufflepuff!

— ¿Estás bien, Moony? — Sirius lo miró, extendiendo un brazo.

— ¡No me toques! — Remus espetó, dando un paso atrás y sacudiendo de su hombro a Sirius,
apresuradamente. No sabía qué pasaría; pero no se sentía seguro en absoluto.

670
Sirius se frotó el brazo, luciendo herido.

— Lo siento — suspiró Remus, negando de nuevo con la cabeza — Sólo dame un minuto...

— ¡TÚ! — Oh no. Severus había reaparecido ahora y venía hacia los merodeadores, con la varita
levantada y la cara roja. Parecía que se había quitado la mayor parte del limo.

— ¡Ladrones! — Siseó, mirando a James y Sirius — ¡Quiero mis cosas devuelta! ¡Bájenlas de
UNA VEZ!

Sirius y James estaban fuera de sí de la risa, lo que no ayudó en nada, pero Snape realmente se
había provocado esto a sí mismo. Nadie más estaba despotricando y delirando como un lunático.

Lily trató de intervenir, separándose de James.

— Severus, no es lo que piensas, es bastante fácil...

Pero era demasiado tarde. Snape ya se había vuelto hacia el lago, apuntando su varita hacia su
propia cama. Estaba probando un hechizo de levitación básico; pero no iba a funcionar, los merodeadores
habían diseñado el hechizo específicamente para protegerse contra ese tipo de medida.

— ¡No, no lo hagas! — Lily gritó, tapándose los ojos.

Pero, por supuesto, Snape nunca escuchaba; no cuando sentía que le habían hecho daño. Pareció
funcionar por un momento; una de las camas se sacudió un poco y se tambaleó. Pero solo por un
microsegundo. Lo siguiente que se supo fue que se había soltado, cayendo en picado en las aguas
cristalinas de abajo con un fuerte chapoteo.

Severus lo miró fijamente; su mezquina boca en una línea dura y recta, cabello grasiento oscuro
cayendo sobre sus ojos.

Se giró, levantó la varita y Remus captó un olor, un olor que solo había reconocido dos veces
antes; como carne quemada. Magia oscura. Una maldicion. Otro giro en su estómago, esta vez mucho
menos agradable, y Remus sintió un cambio dentro de él.

— ¡Sectumsempra! — Gritó Snape.

Remus ni siquiera necesitaba su varita; tenía más que suficiente poder y, sin pensarlo, se paró
frente a James, levantando la mano mientras Severus lanzaba la maldición.

El mundo pareció adquirir un extraño tono rojo, y el viento rugió en los oídos de Remus, de modo
que solo escuchó débilmente el grito de Lily, y a James y Sirius gritando; — ¡Moony!

La maldición golpeó a Remus, pero no sintió nada. Pareció simplemente disiparse tan pronto
como tocó su piel, dejándolo con nada peor que una leve sensación de quemadura solar. Aún así; estaba
más débil ahora que hace dos minutos. Como si la fuerza de la barrera que había creado le hubiera quitado
toda su otra magia.

671
Parpadeó y todo volvió a la normalidad. Snape todavía estaba de pie frente a él, luciendo
aterrorizado y furioso a partes iguales. La mano de Sirius estaba en el brazo de Remus, y James ahora
estaba cargando hacia Snape.

Remus se hundió lentamente en la hierba de abajo, exhausto. Se sentó en el suelo con las piernas
cruzadas, aturdido, Sirius se agachó a su lado.

— ¡¿Moony?!

— Estoy bien.

— ¡¿Qué diablos fue eso?! — Sirius susurró con urgencia. Sonaba asustado.

— Yo... no lo sé. — Remus susurró en respuesta, inclinando la cabeza.

— ¡Fue solo una contra-maldición! — Lily gritó de repente, y Remus se dio cuenta de que se
estaba dirigiendo a los estudiantes que se habían reunido alrededor, con curiosidad. Siempre rápida en sus
pies, esa chica — ¡Snape trató de maldecir a Potter, todos lo vieron! Lupin lo atrapó a tiempo.

— ¿Puedes levantarte? — Preguntó Sirius, tirando de su codo. — Iremos con Madame Pomfrey...

— No — Remus negó con la cabeza, ferozmente, levantándose — Estoy bien. Honestamente.


Solo me sorprendí a mí mismo. Magia sin palabras o algo así, todavía no lo he aprendido.

— Está bien... — Sirius lo miraba con recelo. Lily estaba controlando a la multitud, y James
parecía haber ahuyentado a Snape, o de lo contrario había ido con Slughorn para quejarse formalmente de
la broma.

El equilibrio se recuperó. Remus le dio a Sirius su mejor sonrisa y le dio a su brazo un suave
apretón para mostrar que todo estaba bien ahora. Sirius se relajó un poco, asintiendo.

Los Slytherin mayores que estaban un poco más lejos a lo largo de la orilla del lago ahora
conversaban entre ellos. Parecía que la desgracia de Snape había beneficiado a sus compañeros de casa. Al
menos ahora sabían qué no funcionaría.

— Es algo lindo, ¿no? — Mary se acercó tranquilamente, sonriendo ampliamente y


completamente ajena a lo que acababa de suceder. — Verlos a todos empleando un poco de trabajo en
equipo. ¡Podríamos llegar a unirlos como casa!

— No cuentes con eso — sonrió Marlene, justo detrás de ella.

Los Slytherin habían comenzado a discutir en voz alta.

Todos se quedaron para ver cómo se desarrollaba el drama un rato más. Un intento
particularmente divertido de restaurar el orden resultó en que cada segunda cama se elevara unos pies más.
Otro hechizo hizo que todas miraran hacia el oeste, sin razón aparente. Después de que había pasado una
hora, un grupo de Ravenclaw se interesó y comenzó a trabajar en más ideas con los desesperados
Slytherin.

672
Para ese momento, Remus ya se sentía normal de nuevo, lo que significaba solo una cosa.

— Tengo hambre. — El anunció.

— El banquete será en media hora — dijo Lily, distraída por el calamar, que estaba jugando con
una de las mesitas de noche de Slytherin, tratando de golpearla con su tentáculo más largo.

— Entonces creo que voy a subir a cambiarme. — Mary dijo.

Todos estuvieron de acuerdo. Dejaron que los Slytherin siguieran con lo suyo.

Mientras caminaban de regreso al castillo, sonriendo y riendo juntos, Remus se dio cuenta de que
los ojos de Sirius aún estaban fijos en él, pero aún no podía ofrecerle ninguna explicación. Lo que fuera
que había sucedido solo había ocurrido una vez antes, esa tarde en el bosque con Castor y Livia. Y ese no
era un recuerdo agradable ni para él ni para Sirius.

— Oye, Black — dijo Marlene, apareciendo junto a ellos — ¿Alguna vez recuperaste tu cama?

— ¿Hm? — Sirius frunció el ceño — Oh, no, nunca lo hice. Desapareció hace mucho tiempo,
supongo, seguro está buscando suerte en la carretera. Que te vaya bien, vieja cama. — Suspiró con
nostalgia.

Remus se rió.

— ¿No te preocupa que la escuela te cobre por ello? — Dijo Marlene.

El se encogió de hombros. Marlene gruñó.

— Malcriado.

— ¿Acaso trataste de recuperarla? — Preguntó Lily.

— Bueno, no sabemos adónde fue. — James respondió, riendo ante el recuerdo.

— ¿Ni siquiera un hechizo de invocación básico?

— No, nosotros nunca...

— ¡Accio cama! — Sirius gritó a todo pulmón, agitando su varita.

Un estruendo débil y distante sonó.

— Oh, mierda... — murmuró Sirius.

El lago detrás de ellos comenzó a burbujear, y todos se volvieron a tiempo para ver la cama con
dosel de Sirius levantarse del agua como un gran submarino de caoba. Envuelto en algas y pesadas
cortinas de terciopelo empapadas de agua, se elevó en el aire y voló hacia ellos por lo que tuvieron que

673
esparcirse y caer al suelo, cubriéndose las cabezas. Se estrelló en el lugar al que Sirius lo había convocado
con un fuerte golpe sordo, y rápidamente se partió en varios pedazos.

Silencio por unos segundos, mientras Lily, Marlene, Mary, Yaz, James, Peter, Remus y Sirius
levantaban sus cabezas una vez más, poniéndose de pie con asombro. Luego risas de todos lados,
especialmente de los Slytherin que aún se reunían junto a la orilla del lago.

Sirius se quedó ahí parado, rascándose la cabeza.

— Hm. — Él dijo. — Estuvo en el fondo del lago todo el tiempo, ¿eh?

Todavía estaba goteando. Las sábanas estaban verdes con algas, arena y piedras apiladas sobre el
colchón.

— ¡Oye, idiota! — James dijo, acercándose a la cama rescatada y agarrando una pila rectangular
de mantillo grisáceo — ¿Es esta mi revista de Quidditch?

— Er... tal vez... — Sirius sonrió, luego, al ver el brillo asesino en los ojos de James, comenzó a
correr a toda velocidad de regreso al castillo, James persiguiéndolo.

— Supongo que este es un momento muy lindo y todo —le susurró Peter a Remus— pero, eh...
Filch me atrapó con el mapa antes. Él lo confiscó.

— ¡¿Qué?! — Remus se volvió hacia él, enojado. ¡Ese mapa era suyo! ¡Su idea, su magia!

— ¡No te enojes conmigo, Moony! — Peter se encogió — ¡Estaba cerrado y todo, lo prometo!
Nadie puede meterse en él a menos que no esté tramando nada bueno, ¡Y tendrían que irrumpir en la
oficina de Filch!

Remus se detuvo ante estas palabras. Él tenía razón sobre eso. Después de todo; cualquiera que
pudiera lograr ambas hazañas sin duda sería digno del mapa. Y había querido dejar algo atrás; un
verdadero legado. De esta manera, quizás algún día alguien pueda recordar a los señores Moony,
Wormtail, Padfoot y Prongs.

Entrecerró los ojos hacia los dos chicos de cabello oscuro que se perseguían y soltaban carcajadas.
Miró a las cuatro chicas, que se habían unido del brazo mientras caminaban alegremente de regreso al
castillo, con voces ligeras y despreocupadas.

¿Por qué tenía que estar enojado Remus Lupin? ¿De qué tenía que preocuparse? Su corazón se
hinchó, y recordó algo que Sirius le había dicho hace unos meses. El amor es algo que haces, no algo que
dices; y cada una de estas personas le había demostrado eso.

— Está bien, Wormy — Remus pasó su brazo alrededor de los hombros de Peter, sonriendo —
Estás perdonado. Vamos con los demás.

(Song: School’s Out - The Sensational Alex Harvey Band [cover])

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INDICE
~QUINTO AÑO~……………………………………………………………………………... ii
73. Plata ............................................................................................................................................ 1
74. Dolor ........................................................................................................................................... 7
75. La Sorpresa ............................................................................................................................... 14
76. Moony & Co ............................................................................................................................. 18
77. Hermoso ................................................................................................................................... 24
78. Wishin' and Hopin' ................................................................................................................... 31
79. Luna Celosa .............................................................................................................................. 42
80. Fue la noche antes de Navidad ................................................................................................. 48
81. Imperdonable ............................................................................................................................ 54
82. Consecuencias .......................................................................................................................... 60
83. Enero ........................................................................................................................................ 67
84. Sentimientos heridos ................................................................................................................ 73
85. Bombas de estiércol y armarios de escobas ............................................................................. 82
86. Dulces dieciséis ........................................................................................................................ 89
87. La mañana siguiente ................................................................................................................. 99
88. Punto muerto .......................................................................................................................... 106
89. La semana anterior ................................................................................................................. 113
90. OWLs ..................................................................................................................................... 121
91. La semana después ................................................................................................................. 128
92. Cierre ...................................................................................................................................... 137
93. Verano 1976: Londres ............................................................................................................ 141
94. Verano 1976: Los Potter......................................................................................................... 149
95. Verano 1976: Charlas de paz.................................................................................................. 159
~SEXTO AÑO~....................................................................................................................... 165
96. Septiembre .............................................................................................................................. 166
97. Octubre ................................................................................................................................... 175

675
98. Halloween ............................................................................................................................... 181
99. Fiestas y pústulas .................................................................................................................... 189
100. Límites .................................................................................................................................. 195
101. Nueva normalidad ................................................................................................................ 201
102. Tartas de carne picada .......................................................................................................... 208
103. Doce noches.......................................................................................................................... 215
104. Mala luna ascendente ........................................................................................................... 241
105. Derramando secretos ............................................................................................................ 249
106. Una larga noche .................................................................................................................... 258
107. Negociaciones....................................................................................................................... 268
108. Mary, Mary ........................................................................................................................... 277
109. Heniokhos ............................................................................................................................. 285
110. Diecisiete .............................................................................................................................. 293
111. Separación ............................................................................................................................ 303
112. Apariciones ........................................................................................................................... 309
113. La caja .................................................................................................................................. 317
114. Verano 1977: Parte uno ........................................................................................................ 326
115. Verano 1977: Parte dos ........................................................................................................ 333
116. Verano 1977: Parte tres ........................................................................................................ 341
117. Verano 1977: Parte cuatro .................................................................................................... 354
118. Verano 1977: Parte cinco ..................................................................................................... 362
~SEPTIMO AÑO~ .................................................................................................................. 375
119. De regreso a la escuela ......................................................................................................... 376
120. Truenos ................................................................................................................................. 383
121. Compra de plumas ................................................................................................................ 390
122. La mente maestra.................................................................................................................. 401
123. El caer de la oscuridad .......................................................................................................... 411
124. Navidad (Parte uno).............................................................................................................. 419
125. Navidad (Parte dos) .............................................................................................................. 428
126. Navidad (Parte tres) .............................................................................................................. 436
127. Responsabilidades ................................................................................................................ 442

676
128. Preparación ........................................................................................................................... 450
128. (Parte dos) Padfoot and Prongs, 1978 .................................................................................. 458
129. Instinto .................................................................................................................................. 462
130. Castor.................................................................................................................................... 471
131. Interludio .............................................................................................................................. 485
132. Víctimas................................................................................................................................ 499
133. Domingo por la tarde ............................................................................................................ 507
134. Día de los enamorados, 1978 ............................................................................................... 516
134. (Parte 2) Sirius, Día de San Valentín de 1978 ...................................................................... 526
135. La cooperativa interna de planificación de bromas de los merodeadores ............................ 532
136. Juegos mentales .................................................................................................................... 542
137. Remus el mártir .................................................................................................................... 550
138. Hope ..................................................................................................................................... 558
139. Borrachos .............................................................................................................................. 568
140. Ideas brillantes ...................................................................................................................... 578
141. Star Star ................................................................................................................................ 585
142. Visitas al hospital ................................................................................................................. 593
143. Colapso ................................................................................................................................. 599
144. Decisiones ............................................................................................................................ 607
145. Lo que nos falta .................................................................................................................... 616
146. Superego ............................................................................................................................... 623
147. Noche y día ........................................................................................................................... 632
148. La final.................................................................................................................................. 641
149. Legado, parte uno ................................................................................................................. 657
150. Legado, parte dos.................................................................................................................. 665

677

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