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0. INTRODUCCIÓN
Comenta Nikolas Rose (1996) que hay muchos gruesos volúmenes que narran la
larga historia de los estudios científicos sobre el funcionamiento Psicológico normal y
patológico. Estos textos nos cuentan el desarrollo de las ciencias Psicológicas: que tienen
un pasado extenso pero una historia corta. Un pasado extenso, en el sentido de una
tradición ininterrumpida de especulación acerca de la naturaleza, las vicisitudes y las
patologías del alma humana, prácticamente coextensiva con el propio intelecto humano.
Pero, una historia corta, en el sentido del abandono de la metafísica y la especulación, que
sólo se produjo con el despliegue del “método experimental” en el siglo XIX.
Son numerosos los pensadores que en distintas épocas contribuyeron a ese saber
psicológico. En este escrito de carácter introductorio presentaremos un panorama general
del pensamiento psicológico, amplio en el tiempo (más de dos mil años), pero acotado en
cuanto a sus exponentes y teorías derivadas de los mismos. El abordaje de otros autores y
sus pensamientos, como así también la profundización de las temáticas aquí tratadas,
serán objeto de un más amplio desarrollo durante el cursado de la materia.
El “pasado extenso” nos lleva a considerar los orígenes de lo que ahora conocemos
como Psicología y que se remontan a la antigüedad griega, en especial a ese momento en
el cual el hombre se interroga sobre su propia existencia. Platón y Aristóteles son los
representantes más destacado de este momento en que la filosofía griega llega a su
madurez (Siglo IV a.C.), abarcando tanto los problemas cosmológicos como los
antropológicos; la preocupación por el alma que ocupa un destacado lugar en el
pensamiento de ambos, siendo Platón el primero en introducir la distinción entre espíritu y
materia. Aristóteles fue el último de los grandes filósofos de la antigüedad, parte de su
doctrina sobre el alma suscitó un vivo interés en los escolásticos de la Edad Media, donde
su estudio forma parte de las preocupaciones derivadas de la teología. El pensamiento
moderno es crítico a las formas de saber medieval; la nueva ciencia del Siglo XVII propone
una nueva imagen del mundo y René Descartes, padre de la filosofía moderna, afirma que
fundamentalmente el hombre es una sustancia cuya esencia es pensar. El alma de la
filosofía clásica se transforma en conciencia.
1. PASADO EXTENSO
Estos conceptos a los que se refiere son los conceptos Morales: a partir de un Ideal
de bien y de justicia podemos juzgar si algo es justo o injusta ó si una acción es mala o
buena. Es un hecho que, la realidad tal cual la experimentamos con nuestros sentidos,
resulta siempre inferior al Ideal con el que la confrontamos. Los conceptos estéticos: la Idea
de Belleza ya está presente en nuestra Alma y solo por comparación del mundo sensible
con esas ideas podemos saber si algo es bello o no. Los conceptos matemáticos
pertenecen al mundo ideal por la sencilla razón de ser perfectos. Los conceptos de especies
vivientes: conocer cualquier especie de animal implica tener la Idea de dicha especie
incluso antes de percibirla.
Estos conceptos que hemos mencionado, estas Ideas, están en nuestra Alma pero
no podemos tenerlas por la experiencia, por nuestro paso por el mundo sensible. Para
Platón, estas Ideas provienen del mundo Ideal.
Las Ideas son seres reales que tienen las características de ser: universales, incorpóreas,
eternas, inteligibles. Las Ideas no podrían subsistir en nosotros si no fuesen en sí mismas,
las Ideas son seres reales que nos habitan, no pensamientos producidos por nosotros en
nuestro tránsito por el mundo sensible. Hay un mundo de las Ideas y este es la verdadera
realidad.
Otra característica importante es el Alma como principio vital: cuando el Alma llega
desde el mundo de las Ideas y habita un cuerpo, no sólo trae las Ideas que van a formar
parte del conocimiento, sino que trae la vida a ese cuerpo. Por eso para Platón el Alma
tiene la vida en sí. El Alma es inmortal por ser principio vital y no podría llevar en sí a la
muerte. Al ser inmortal el Alma es indestructible e incorruptible. Para Platón el cuerpo
muere, pero no su Alma. Este Alma se desprende del cuerpo e inicia su viaje al Hades. Así
se llama el Dios de lo invisible y el lugar donde él mora. El Alma luego de ser juzgada espera
en el Hades ser enviada a un nuevo cuerpo.
Platón encuentra tres partes del Alma tomando de modelo a la ciudad o polis. Las
tres partes del alma son: la parte concupiscible, que es la de los deseos primitivos (comer,
beber, copular), el amor por los placeres bajos. Su facultad es la codicia, su sede es el
estómago. Los comerciantes y asalariados son los que sirven a Platón para describir esta
parte del Alma. La parte irascible es la que lleva al coraje, a la ira. Su facultad es la ambición
de fama y honores. En este caso se ubicaría en el tórax. Ahora son guerreros y soldados
los que sirven como modelo de la polis. La parte racional es la capaz de deliberar y
comprender. Su sede sería la cabeza. Su ambición es la búsqueda de la verdad, es amiga
de la educación, y la clase de la polis que le sirve como modelo, son los filósofos.
La filosofía nace como una liberación del logos, el saber con respecto al mito, las
alegorías, las fantasías. Sócrates (maestro de Platón) había condenado al mito incluso
como ilustración. Platón al principio tenía esta misma postura socrática pero a posteriori
empleó mitos y alegorías a modo de metáforas, de manera constante y les adjudicó una
gran importancia.
Varios son los puntos que podemos encontrar para hacer de esta metáfora una
herramienta que nos permita acceder un poco más a los conceptos e ideas platónicas:
Platón usa una caverna con el propósito de mostrar que él siempre vio la verdad en
la luminosidad y en las alturas, lejos de la oscura tierra. Él con esta alegoría tiene la
misión de echar luz, aclarar un concepto desde la oscuridad.
Podemos pensar al muro, por donde pasan caminando otros hombres, como la línea
divisoria entre el mundo sensible y el mundo inteligible. La caverna y las sombras
son meras apariencias del mundo sensible, solo una copia poco fiel de la verdadera
realidad. Más allá del muro estarían las cosas verdaderas, las Ideas.
Aristóteles de Estagira, hijo del famoso médico Nicómaco, médico del rey Filipo
(padre de Alejandro Magno). Huérfano desde adolescente, viaja a Atenas donde fue
discípulo y colaborador de Platón, hasta que éste muere. Estuvo cerca de Platón durante
20 años. Cuando muere Platón, Espeusipo (sobrino de Platón) asume la dirección de la
Academia. Aristóteles se aleja de Atenas para ser preceptor y maestro de Alejandro Magno.
Cuando muere Filipo y Alejandro asume el trono, Aristóteles abandona la corte y vuelve a
Atenas. Ahí abre una escuela en el barrio del Liceo. Llamada también Liceo, ésta es
considerada rival de la Academia. Aristóteles enseñó 12 años en el Liceo.
En varios de sus escritos, con mucha frecuencia, Aristóteles polemiza contra Platón
a pesar de respetarlo y llamarlo todo el tiempo maestro. Para Aristóteles el punto más débil
de Platón es la separación que éste hace entre el mundo de las ideas y el mundo sensible.
Para Aristóteles esto es solo una duplicación del mundo de las cosas que resulta totalmente
innecesario. Esto, a Aristóteles, le parece una duplicación que no resuelve nada, porque
sobre las ideas se platearían exactamente los mismos problemas que se plantean sobre
las cosas.
No hay que olvidar que Aristóteles era hijo de un médico y fue educado en los
estudios naturalistas. El concentra su interés sobre el mundo sensible, la naturaleza. Esta
es para él la realidad, el único objeto de la ciencia. Igual que Platón, Aristóteles también
piensa que el conocimiento verdadero es la esencia, o el ser en sí. Pero para Aristóteles la
esencia no está en otro mundo, sino en éste, en el mundo concreto.
Para Aristóteles la substancia está conformada por dos principios: materia y forma.
Aristóteles llama materia a un concepto que no tiene concordancia con lo que en física se
conoce como tal. Materia, para él, es simplemente aquello con lo que está conformado un
objeto. Materia es lo pasivo, indeterminado; su determinación la recibe de la forma.
En este sentido podemos decir que la forma aristotélica equivale a la Idea platónica
en tanto que para Aristóteles lo determinante, lo que la cosa es, lo real, reside en la forma
y no en la materia; la forma se capta por medio del intelecto nunca por medio de los
sentidos. Pero la diferencia es que para Aristóteles la forma no está separada de la materia,
entre ellas se da una relación de inmanencia (son diferentes pero inseparables) en la cosa
individual, real de este único mundo. En cambio, Platón concibe la Idea como la esencia, lo
que es en sí, pero perteneciente a otro mundo: al de lo inteligible.
El alma le da vida al cuerpo, pero este cuerpo ya tenía vida en potencia. Alma es la
forma, la causa esencial, la entidad definitoria. Cuerpo y alma son un compuesto.
Vivir distingue lo animado de lo inanimado, pero hay una diferencia con el alma
platónica como principio vital. Según Platón el alma vivifica al cuerpo; en cambio para
Aristóteles la vida está en potencia en el cuerpo y el alma la actualiza, es la causa de que
la vida pase de potencia a acto manifestándose en el movimiento de nutrición, crecimiento
o desarrollo y envejecimiento. Platón postula que la vida es componente del alma inmortal
que se transfiere al cuerpo cuando el alma lo ocupa. En cambio, para Aristóteles la vida no
es un atributo del alma sino que está en el cuerpo.
En esta crisis profunda de ruptura con la tradición cristiana existe una revalorización
del hombre concreto y una nueva actitud frente a la naturaleza. La contribución más
importante del Renacimiento en el orden de las ideas va a provenir de las ciencias,
especialmente de la física. En esta época se echan los cimientos de la revolución científica
que dará origen a la ciencia moderna y que tendrá enormes consecuencias, transformando
la imagen del mundo.
Con Galileo encontramos una profunda disyunción entre el mundo cualitativo, que
se ofrece a nuestros sentidos y el de la ciencia, ahora pensada como la matematización del
mismo. Se concibe el mundo natural como un libro escrito en caracteres matemáticos. En
virtud del ideal matemático de la ciencia, lo real será para ella por principio aquello que se
deja reducir a esquemas matemáticos, a esquemas cuantitativos, o sea, a fórmulas que no
contengan otra cosa que cantidades o magnitudes.
René Descartes, uno de los padres del pensamiento moderno, considera que el
propósito de la filosofía es lograr la unificación del saber, lo cual aún no se ha producido
por la falta de un método adecuado. La tarea para Descartes va a ser buscar este método.
En el año 1637 René Descartes publica el Discurso del Método, obra pilar del
pensamiento moderno. El Método prescribe cómo aplicar la facultad de juzgar para
distinguir lo verdadero de lo falso; la forma en que la mente exenta de prejuicios debe
proceder en sus asuntos: primero, no aceptar nada como verdadero, excepto aquello cuya
verdad se presente en la mente con tal claridad e intensidad que aleje el más simple
elemento de duda (lo verdadero se presenta en forma tan clara y distinta que no admite la
duda); segundo, dividir un problema en tantos elementos diferenciados como sea posible y
en cuantas requiriese su mejor solución; tercero, conducir ordenadamente los
pensamientos, empezando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para ir
ascendiendo gradualmente, hasta el conocimiento de los más complejos, estableciendo
cierto orden en los que no lo tienen; finalmente, hacer recuentos y revisiones generales que
aseguren no haber omitido nada, garantizar que la solución sea suficientemente general
como para no permitir ninguna excepción. Habiendo obtenido éxito al unir la geometría y el
álgebra mediante este método, Descartes estaba persuadido de que podía extenderse
provechosamente a todo el edificio del saber.
3. CORTA HISTORIA
La filosofía del siglo XIX bajo la influencia cartesiana, mantenía la idea de hombre
como ser racional, dotado de conciencia: por lo tanto, la psicología (aún concebida como
rama de la filosofía) se constituía como la explicación racional de los hechos de conciencia.
Por otra parte, el avance espectacular de las ciencias experimentales como la física,
la química y la biología, proporcionaba un modelo tentador que permitía acceder a amplios
dominios del saber humano a través de la formulación de leyes que dan cuenta de verdades
claras, unívocas e inmutables. La defensa de la ciencia experimental tiene su máximo
exponente en el fundador del positivismo, Augusto Comte (1798-1857).
Entre 1830 y 1842 aparecen los 6 volúmenes de “Curso de filosofía positiva”, obra
de A. Comte que tendrá mucha influencia en la cultura occidental. En esta publicación
aparece ya su idea fundamental de una organización científica de la sociedad. Entre sus
ideas básicas podemos destacar la ley de los tres estadios y la clasificación racional de las
ciencias. Escrita con finalidad de reforma social (orden y progreso), su teoría parte del
supuesto de que la sociedad y la humanidad misma han de pasar por la misma evolución
que cada una de las ciencias y, en definitiva, el mismo entendimiento humano. Toda ciencia
igual que todo individuo y aun la especie humana, pasa por tres estados: el estado teológico
o ficticio, el metafísico o abstracto y el científico o positivo.
Así como el estado positivo es la meta del desarrollo de la historia y de las ciencias,
de igual modo la comprensión de las cosas mediante leyes (sustitutivas de las causas de
las divinidades) es la meta final de la mente humana. Para llegar a este estado positivo de
la mente es necesaria una reorganización del conjunto de las ciencias, o una clasificación
del saber humano, con miras a una síntesis final positiva: la síntesis la otorga la sociología
, o “física social”, que no sólo es la última de las ciencias y, por lo mismo su culminación
(según el orden de matemáticas, astronomía, física, química, biología y física social), sino
también la auténtica interpretación y la madurez de las ciencias, su filosofía positiva, la
ciencia de las ciencias. Dicha sucesión está determinada por una subordinación necesaria
e invariable, donde la ciencia matemática es la base fundamental. A partir de Descartes y
Newton, la matemática es el instrumento más poderoso que el espíritu humano puede
emplear en la búsqueda de las leyes de los fenómenos naturales.
Sostenía A. Comte que el espíritu humano puede observar todos los fenómenos
excepto los suyos propios, porque el individuo que piensa no puede dividirse en dos, uno
de los cuales razonase mientras el otro mirara razonar. El órgano observado y el órgano
observador coinciden.
En este marco y desde mediados del siglo XIX se hicieron intentos poderosos para
construir una Psicología positiva que fuese admitida en el concierto de las ciencias. La
Psicología debe ser experimental, se le exige pues la experimentación y verificación.
Era una época propicia al florecimiento de una psicología que reivindicase, con
plena consciencia, sus derechos de ciudadanía en el mundo científico, con el mismo título
que la química y la biología. El problema de la medición ligado a algunas experiencias
preocupaba entonces a buen número de sabios, particularmente en el campo de la óptica
y de la astronomía; un problema que conducía naturalmente al de la percepción.
Fue sobre todo en la fisiología donde los investigadores se enfrentaron con el hecho
de que entre el objeto físico y la percepción psicológica median complejos procesos. (Por
ejemplo, no puede concebirse la sensación como una mera copia del estímulo). La obra de
Ernst Weber (1795-1878) tiene especial importancia, ya que es uno de los pioneros en este
campo; se interesó sobre todo por el sentido del tacto y llegó a formular lo que más tarde
se enunció como la ley de Weber y que se constituyó en punto inicial de una serie de
experimentos que condujeron a la psicología experimental.
Pero, no fue sólo en Alemania donde surgía un nuevo punto de vista psicológico.
También en Inglaterra se observaba al hombre con criterio naturalista. Aquí, el
acontecimiento sobresaliente del siglo fue la publicación, en 1859, del Origen de las
especies de Darwin, libro que hizo concentrar la atención en la posibilidad de contemplar a
la humanidad no como una creación especial y privilegiada, no como un objeto de singular
importancia en el universo, sino, meramente, como una de las numerosas especies
animales que se desarrollaron en el curso de la evolución natural.
Sir Francis Galton (1822-1911), primo de Darwin, fue el primer representante de este
criterio de psicología. Uno de los mayores intereses de Galton fue la eugenesia, y a través
de ella se vio conducido a revisar el problema de la herencia de los rasgos mentales. Así
como Wundt se interesó en la mente humana en general, Galton se interesó en el hecho
de que las mentes individuales presentan una inmensa serie de variaciones. Para el estudio
de las diferencias individuales elaboró dos clases de instrumentos: primero, tests que
revelen las diferencias de capacidad entre los individuos; segundo, métodos estadísticos
para analizar la enorme cantidad de datos cuantitativos que resultan de dichos tests.