Está en la página 1de 14

El pensamiento psicológico, un pasado extenso y una corta historia.

0. INTRODUCCIÓN

Comenta Nikolas Rose (1996) que hay muchos gruesos volúmenes que narran la
larga historia de los estudios científicos sobre el funcionamiento Psicológico normal y
patológico. Estos textos nos cuentan el desarrollo de las ciencias Psicológicas: que tienen
un pasado extenso pero una historia corta. Un pasado extenso, en el sentido de una
tradición ininterrumpida de especulación acerca de la naturaleza, las vicisitudes y las
patologías del alma humana, prácticamente coextensiva con el propio intelecto humano.
Pero, una historia corta, en el sentido del abandono de la metafísica y la especulación, que
sólo se produjo con el despliegue del “método experimental” en el siglo XIX.

Son numerosos los pensadores que en distintas épocas contribuyeron a ese saber
psicológico. En este escrito de carácter introductorio presentaremos un panorama general
del pensamiento psicológico, amplio en el tiempo (más de dos mil años), pero acotado en
cuanto a sus exponentes y teorías derivadas de los mismos. El abordaje de otros autores y
sus pensamientos, como así también la profundización de las temáticas aquí tratadas,
serán objeto de un más amplio desarrollo durante el cursado de la materia.

La psicología, durante más de dos milenios, fue inseparable de la filosofía. Sus


postulados se corresponden con la concepción acerca del hombre que predomina en cada
momento y con las modalidades de cada época histórica. En esta mirada amplia y general
que proponemos, privilegiaremos algunos momentos históricos particulares, significativos
para la historia del pensamiento occidental en general y para la historia de la psicología en
particular.

El “pasado extenso” nos lleva a considerar los orígenes de lo que ahora conocemos
como Psicología y que se remontan a la antigüedad griega, en especial a ese momento en
el cual el hombre se interroga sobre su propia existencia. Platón y Aristóteles son los
representantes más destacado de este momento en que la filosofía griega llega a su
madurez (Siglo IV a.C.), abarcando tanto los problemas cosmológicos como los
antropológicos; la preocupación por el alma que ocupa un destacado lugar en el
pensamiento de ambos, siendo Platón el primero en introducir la distinción entre espíritu y
materia. Aristóteles fue el último de los grandes filósofos de la antigüedad, parte de su
doctrina sobre el alma suscitó un vivo interés en los escolásticos de la Edad Media, donde
su estudio forma parte de las preocupaciones derivadas de la teología. El pensamiento
moderno es crítico a las formas de saber medieval; la nueva ciencia del Siglo XVII propone
una nueva imagen del mundo y René Descartes, padre de la filosofía moderna, afirma que
fundamentalmente el hombre es una sustancia cuya esencia es pensar. El alma de la
filosofía clásica se transforma en conciencia.

La “corta historia” comienza aproximadamente a mediados del Siglo XIX. La


Psicología surge como disciplina independiente en un marco positivista que la excluye del
dominio de las ciencias. Sus pretensiones de cientificidad la orientan hacia el modelo de las
ciencias naturales. La Psicología debe ser experimental y desterrar de su dominio toda
referencia a la psiquis como alma o espíritu. Tentativamente se pueden ubicar tres grandes
programas de investigación psicológica que surgen en Alemania, Francia e Inglaterra.
Ninguna gran corriente del siglo posterior parece derivar de uno solo de estos programas,
pero las distintas preocupaciones que animaron sus proyectos como la diversidad de
objetos de estudios y metodologías, anticipan el panorama que la disciplina asumirá en el
Siglo XX y que aún sigue vigente. Territorio rico y complejo que solamente presentaremos
para introducir la problemática y que oportunamente desplegaremos en el cursado de la
carrera.

1. PASADO EXTENSO

Comencemos entendiendo que “psicología” significa de acuerdo con su nombre


“estudio del alma”. “Psico” es “psykhé” en griego, que se traduce como “alma”. Alma es un
concepto muy complejo, que además es un conjunto de Ideas, que conforma gran parte de
los fundamentos del pensamiento occidental. El “alma” fue un concepto extensamente
trabajado por Platón y luego por su discípulo Aristóteles.

1. Alma (psykhé) en Platón y Aristóteles

1.1.1. Platón (427-347 a.C.)

Es el primero de los grandes filósofos griegos cuya obra ha sido íntegramente


conservada. Sus antecedentes, o sea quienes habían influenciado en su educación y
pensamiento, eran: Sócrates, los pitagóricos y Parménides.

Platón plantea la existencia de dos mundos: el mundo de las Ideas y el mundo


sensible. Como ya veremos, todo lo que es Idea pertenece al mundo Inteligible, al Ideal.
Este mundo para Platón es el mundo verdadero, auténtico. A diferencia del mundo sensible,
que es el que se nos presenta a través de los sentidos, el que transitamos. Es el mundo
(sensible) en el que transcurre nuestra vida corporal. Platón parte de una comprobación:
todos poseemos y usamos continuamente conceptos que no pueden ser derivados en modo
alguno de los objetos sensibles y particulares, esos conceptos sin duda alguna están en
nosotros y su valor es totalmente independiente de la experiencia. Son Ideas que nos
anteceden, que ya están en nosotros antes de poder experimentarlas. Estas Ideas están
en nuestra Alma, no son deducibles de nuestra experiencia, sino que deben provenir de
otro lado, de otro mundo, no del mundo sensible (el que habitamos), sino que estas Ideas
vienen de un mundo Ideal, un mundo Inteligible.

Estos conceptos a los que se refiere son los conceptos Morales: a partir de un Ideal
de bien y de justicia podemos juzgar si algo es justo o injusta ó si una acción es mala o
buena. Es un hecho que, la realidad tal cual la experimentamos con nuestros sentidos,
resulta siempre inferior al Ideal con el que la confrontamos. Los conceptos estéticos: la Idea
de Belleza ya está presente en nuestra Alma y solo por comparación del mundo sensible
con esas ideas podemos saber si algo es bello o no. Los conceptos matemáticos
pertenecen al mundo ideal por la sencilla razón de ser perfectos. Los conceptos de especies
vivientes: conocer cualquier especie de animal implica tener la Idea de dicha especie
incluso antes de percibirla.

Estos conceptos que hemos mencionado, estas Ideas, están en nuestra Alma pero
no podemos tenerlas por la experiencia, por nuestro paso por el mundo sensible. Para
Platón, estas Ideas provienen del mundo Ideal.

Las Ideas son seres reales que tienen las características de ser: universales, incorpóreas,
eternas, inteligibles. Las Ideas no podrían subsistir en nosotros si no fuesen en sí mismas,
las Ideas son seres reales que nos habitan, no pensamientos producidos por nosotros en
nuestro tránsito por el mundo sensible. Hay un mundo de las Ideas y este es la verdadera
realidad.

Alma es principio de conocimiento. El alma habitó el mundo Inteligible y en él pudo


contemplar a las Ideas. Pudo conocer los conceptos que vimos más arriba, pudo recibir la
facultad de conocer las Ideas de Belleza, Justicia, etc. Cuando el Alma cae al mundo
sensible, ocupa un cuerpo y queda latente su conocimiento de las Ideas. En nuestro
aprendizaje con las cosas sensibles recordamos, tenemos reminiscencia de lo que es en
sí, de la idea, y esto es posible gracias a que el Alma habita el cuerpo. Aprendemos
operaciones matemáticas porque recordamos la Idea de número, sabemos si algo es bello
porque recordamos la Idea de Belleza. Platón, de esta manera, concibe que aprender es
recordar y no asimilar algo nuevo. Los datos del mundo sensible nunca posibilitarán el
conocimiento verdadero, el de las esencias, a lo sumo a partir de ellos se puede formar una
opinión o una doxa; el conocimiento verdadero, el de las esencias, es posible porque el
Alma lo trae cuando migra hacia el cuerpo.

Otra característica importante es el Alma como principio vital: cuando el Alma llega
desde el mundo de las Ideas y habita un cuerpo, no sólo trae las Ideas que van a formar
parte del conocimiento, sino que trae la vida a ese cuerpo. Por eso para Platón el Alma
tiene la vida en sí. El Alma es inmortal por ser principio vital y no podría llevar en sí a la
muerte. Al ser inmortal el Alma es indestructible e incorruptible. Para Platón el cuerpo
muere, pero no su Alma. Este Alma se desprende del cuerpo e inicia su viaje al Hades. Así
se llama el Dios de lo invisible y el lugar donde él mora. El Alma luego de ser juzgada espera
en el Hades ser enviada a un nuevo cuerpo.

Platón encuentra tres partes del Alma tomando de modelo a la ciudad o polis. Las
tres partes del alma son: la parte concupiscible, que es la de los deseos primitivos (comer,
beber, copular), el amor por los placeres bajos. Su facultad es la codicia, su sede es el
estómago. Los comerciantes y asalariados son los que sirven a Platón para describir esta
parte del Alma. La parte irascible es la que lleva al coraje, a la ira. Su facultad es la ambición
de fama y honores. En este caso se ubicaría en el tórax. Ahora son guerreros y soldados
los que sirven como modelo de la polis. La parte racional es la capaz de deliberar y
comprender. Su sede sería la cabeza. Su ambición es la búsqueda de la verdad, es amiga
de la educación, y la clase de la polis que le sirve como modelo, son los filósofos.

Metáfora de la caverna. Los dos mundos: sensible e inteligible. (Cf. apartado


III)

La filosofía nace como una liberación del logos, el saber con respecto al mito, las
alegorías, las fantasías. Sócrates (maestro de Platón) había condenado al mito incluso
como ilustración. Platón al principio tenía esta misma postura socrática pero a posteriori
empleó mitos y alegorías a modo de metáforas, de manera constante y les adjudicó una
gran importancia.

La alegoría de la caverna en Platón busca una aclaración, el logos busca un


complemento en la metáfora, hasta lograr una visión un poco más clara de esto que
planteamos respecto de los dos mundos según Platón.

Esto que sigue es un fragmento escogido de la “REPÜBLICA” de Platón (375 a.C.).


Es el capítulo VII y a partir de esta metáfora o alegoría de la caverna vamos a poder ilustrar
más claramente la diferencia que plantea Platón entre el mundo sensible y el mundo
inteligible. Así como también vamos a elucidar el papel o la función que cumplía un filósofo
en la polis griega.

Varios son los puntos que podemos encontrar para hacer de esta metáfora una
herramienta que nos permita acceder un poco más a los conceptos e ideas platónicas:

 Platón usa una caverna con el propósito de mostrar que él siempre vio la verdad en
la luminosidad y en las alturas, lejos de la oscura tierra. Él con esta alegoría tiene la
misión de echar luz, aclarar un concepto desde la oscuridad.

 La metáfora de hombres atados puede servirnos para pensar como Platón


conceptualiza al cuerpo como una prisión. Se trataría de liberarse de este cuerpo
como si fueran cadenas porque al ser (el cuerpo) del mundo sensible, nos impide la
aproximación a la verdad.

 Podemos pensar al muro, por donde pasan caminando otros hombres, como la línea
divisoria entre el mundo sensible y el mundo inteligible. La caverna y las sombras
son meras apariencias del mundo sensible, solo una copia poco fiel de la verdadera
realidad. Más allá del muro estarían las cosas verdaderas, las Ideas.

 La educación y el Filósofo tienen la tarea de liberar a los seres de estas ataduras


para así llegar al verdadero conocimiento, teniendo en cuenta que es solo
reminiscencia de lo ya transportado en el alma. El filósofo (aquel que salió de la
caverna) va a regresar y tal regreso tiene como objetivo la liberación de las cadenas
que sujetan a quienes habían sido sus compañeros de esclavitud. Dicho regreso es
sin dudas el retorno del filósofo, quién, si se limitase a seguir sus propios deseos,
permanecería contemplando lo verdadero. En cambio, superado su deseo,
desciende para tratar de salvar a los demás.

1.1.2. Aristóteles (384 – 322 a.C.)

Aristóteles de Estagira, hijo del famoso médico Nicómaco, médico del rey Filipo
(padre de Alejandro Magno). Huérfano desde adolescente, viaja a Atenas donde fue
discípulo y colaborador de Platón, hasta que éste muere. Estuvo cerca de Platón durante
20 años. Cuando muere Platón, Espeusipo (sobrino de Platón) asume la dirección de la
Academia. Aristóteles se aleja de Atenas para ser preceptor y maestro de Alejandro Magno.
Cuando muere Filipo y Alejandro asume el trono, Aristóteles abandona la corte y vuelve a
Atenas. Ahí abre una escuela en el barrio del Liceo. Llamada también Liceo, ésta es
considerada rival de la Academia. Aristóteles enseñó 12 años en el Liceo.

En varios de sus escritos, con mucha frecuencia, Aristóteles polemiza contra Platón
a pesar de respetarlo y llamarlo todo el tiempo maestro. Para Aristóteles el punto más débil
de Platón es la separación que éste hace entre el mundo de las ideas y el mundo sensible.
Para Aristóteles esto es solo una duplicación del mundo de las cosas que resulta totalmente
innecesario. Esto, a Aristóteles, le parece una duplicación que no resuelve nada, porque
sobre las ideas se platearían exactamente los mismos problemas que se plantean sobre
las cosas.

No hay que olvidar que Aristóteles era hijo de un médico y fue educado en los
estudios naturalistas. El concentra su interés sobre el mundo sensible, la naturaleza. Esta
es para él la realidad, el único objeto de la ciencia. Igual que Platón, Aristóteles también
piensa que el conocimiento verdadero es la esencia, o el ser en sí. Pero para Aristóteles la
esencia no está en otro mundo, sino en éste, en el mundo concreto.

Para Aristóteles la substancia está conformada por dos principios: materia y forma.
Aristóteles llama materia a un concepto que no tiene concordancia con lo que en física se
conoce como tal. Materia, para él, es simplemente aquello con lo que está conformado un
objeto. Materia es lo pasivo, indeterminado; su determinación la recibe de la forma.

La forma es lo determinante, lo activo, es lo que hace que una substancia o una


cosa sea lo que es. En la forma vemos la gran influencia de la geometría en la filosofía
griega. Lo que Aristóteles entendió por forma, primero y principalmente, fue la figura de los
cuerpos, la forma en el sentido de la escultura. Pero sobre esa acepción y sentido de la
palabra forma, entendió Aristóteles también – y sin contradicción alguna – aquello que hace
que la cosa sea lo que es, hace entrar los elementos materiales en un conjunto, les confiere
unidad y sentido.

En este sentido podemos decir que la forma aristotélica equivale a la Idea platónica
en tanto que para Aristóteles lo determinante, lo que la cosa es, lo real, reside en la forma
y no en la materia; la forma se capta por medio del intelecto nunca por medio de los
sentidos. Pero la diferencia es que para Aristóteles la forma no está separada de la materia,
entre ellas se da una relación de inmanencia (son diferentes pero inseparables) en la cosa
individual, real de este único mundo. En cambio, Platón concibe la Idea como la esencia, lo
que es en sí, pero perteneciente a otro mundo: al de lo inteligible.

Aristóteles define “alma” como entidad en cuanto forma específica de un cuerpo


natural que en potencia tiene vida.

El alma le da vida al cuerpo, pero este cuerpo ya tenía vida en potencia. Alma es la
forma, la causa esencial, la entidad definitoria. Cuerpo y alma son un compuesto.

Vivir distingue lo animado de lo inanimado, pero hay una diferencia con el alma
platónica como principio vital. Según Platón el alma vivifica al cuerpo; en cambio para
Aristóteles la vida está en potencia en el cuerpo y el alma la actualiza, es la causa de que
la vida pase de potencia a acto manifestándose en el movimiento de nutrición, crecimiento
o desarrollo y envejecimiento. Platón postula que la vida es componente del alma inmortal
que se transfiere al cuerpo cuando el alma lo ocupa. En cambio, para Aristóteles la vida no
es un atributo del alma sino que está en el cuerpo.

Los cuerpos naturales que tienen la posibilidad de la vida son:

1. El reino vegetal. La materia de estos cuerpos son los órganos y la forma es el


alma vegetativa. Las plantas participan del modo más simple de la vida, el que
está determinado por la facultad u operación nutritiva del alma, facultad que es
la causa de los movimientos más elementales de la vida: alimentación,
crecimiento y envejecimiento.

2. El reino animal. La materia es la vida vegetativa y la forma es el alma sensitiva.


En este estadio se agrega un tipo de movimiento esencial que no está presente
en el anterior y es el movimiento de traslación. La facultad sensitiva o
desiderativa es específica de la vida animal. Está compuesta por los sentidos,
sensaciones de placer y dolor, deseos, voluntad e imaginación.
3. Hombre. Es el ente más complejo y contiene en sí a todos los estratos inferiores.
La materia es la vida sensitiva y su forma es el alma racional. La facultad de esta
parte del alma es la facultad discursiva o intelectiva, el logos, suma de lenguaje
y pensamiento que sólo el hombre posee entre todos los entes de la realidad.
Por la facultad intelectiva del alma racional el hombre tiene la capacidad de
conocer por abstracción las formas, es decir lo esencial que hace que todos los
entes sean.

2.2. La Modernidad y el sujeto del conocimiento.

Con el advenimiento de los Siglos XV y XVI nos situamos en el primer período de


los tiempos modernos, el Renacimiento. Este período de renovación y nueva forma de
existencia se manifiesta esencialmente en el plano artístico, literario y de la vida inmediata
(política, social, económica); pero la ciencia y la filosofía del Siglo XVII representa la
madurez de la Edad Moderna: René Descartes (1596-1650), Francis Bacon (1561-1626),
Galileo Galilei (1564-1642), Johannes Kepler (1571-1630), Isaac Newton (1642-1727). La
época critica y rechaza los modos y el saber medieval, se los reemplaza en la vida activa y
en las imágenes que el arte elabora, pero no consigue llevar al plano del concepto la nueva
intuición del mundo que se agita. Época de transición, especie de preparación de lo que
luego advendrá en el siglo XVII.

El Renacimiento y luego el siglo XVII, sintieron el problema fundamentalmente como


cuestión del método de la filosofía y de la ciencia. Por ello su crítica al saber medieval la
centran en el método de conocimiento dominante en la Edad Media que consideran inútil e
ineficaz.

La nueva época pretende proporcionar un método que supere los vicios de la


metodología escolástica que apelaba al silogismo, verbalismo y al criterio de autoridad para
sostener una verdad que impide cualquier progreso científico. Un método que permita ir a
las cosas mismas, y de modo tal que cada individuo pueda lograr el conocimiento por su
propia cuenta y sin recurso a ninguna autoridad, como no sea la que brota de la razón
humana misma.

En esta crisis profunda de ruptura con la tradición cristiana existe una revalorización
del hombre concreto y una nueva actitud frente a la naturaleza. La contribución más
importante del Renacimiento en el orden de las ideas va a provenir de las ciencias,
especialmente de la física. En esta época se echan los cimientos de la revolución científica
que dará origen a la ciencia moderna y que tendrá enormes consecuencias, transformando
la imagen del mundo.

Hasta entonces la cosmología vigente se había apoyado en el sistema aristotélico-


ptolomeico, llamado Almagesto en la Edad Media. El paso de un sistema geocéntrico y
geoestático, centrado en la posición estática de la Tierra, a un sistema heliocéntrico,
centrado en el Sol, ha sido considerado el punto de partida de la denominada revolución
científica, llevada a cabo, más de medio siglo después, por Galilelo, Descartes, Kepler y
Newton, entre otros. Durante este período tiene lugar la aparición y constitución de la
denominada “ciencia moderna”, que se caracteriza sustancialmente por el interés centrado
en el conocimiento de la naturaleza, el recurso a las matemáticas como medio de
conocimiento y el uso de un método científico.
Se pasa de una concepción geocéntrica, ordenada y animista a una concepción
mecánica, descentrada y matematizada del universo. La nueva imagen del mundo obedece
en el fondo a una transformación de la ciencia que supone un nuevo modelo de la
naturaleza y un nuevo método científico, basado en gran parte en el ideal de la expresión y
control matemático de los fenómenos.

Desde Nicolás Copérnico (1473-1543) en más, ya no se tratará de un cosmos


armónico, jerárquico y ordenado; las leyes de Kepler modifican este sistema y le dan
expresión matemática en un modelo de perfecto acuerdo entre los cálculos matemáticos y
las observaciones. La armonía ya no reside en la regularidad de las figuras geométricas y
de las velocidades, sino en la ley matemática que rige la mecánica celeste. Las
contribuciones de estos dos astrónomos daban por tierra con la distinción aristotélica de
mundo sublunar y mundo supralunar, pero fue Galileo quien terminó definitivamente con la
hipótesis de la heterogeneidad del universo al descubrir mediante el telescopio
observaciones que contradecían la inmutabilidad de los astros.

Con Galileo encontramos una profunda disyunción entre el mundo cualitativo, que
se ofrece a nuestros sentidos y el de la ciencia, ahora pensada como la matematización del
mismo. Se concibe el mundo natural como un libro escrito en caracteres matemáticos. En
virtud del ideal matemático de la ciencia, lo real será para ella por principio aquello que se
deja reducir a esquemas matemáticos, a esquemas cuantitativos, o sea, a fórmulas que no
contengan otra cosa que cantidades o magnitudes.

La nueva física que surge entonces, caracterizada a menudo como físico-


matemática, hará declinar la física aristotélica y por tanto la psicología entendida como
ciencia de un objeto natural. En esta nueva imagen del mundo y su concepción
esencialmente “profana”, tampoco hay lugar para el estudio del alma derivado de la
teología. Asistimos al nacimiento de la filosofía moderna y de la psicología como
subjetividad.

El cambio en el conocimiento del mundo, en la idea de verdad y naturaleza implica


también un cambio en el concepto del sujeto del conocimiento. La revolución del
pensamiento en la ciencia moderna necesariamente debe problematizar la función del
conocimiento: la filosofía moderna traslada la pregunta por el ser a la pregunta por el
conocer.

Con la filosofía moderna llegan a su madurez dos doctrinas filosóficas, centradas


ambas en el problema del conocimiento y contrapuestas en la solución del mismo:
racionalismo y empirismo. Ambas buscan el método capaz de asegurar la validez de los
conocimientos.

El empirismo, como doctrina filosófica sistemática, se supone característico de la


filosofía inglesa y sus precursores son, Francis Bacon (1561-1626) y Thomas Hobbes
(1588-1679). Sintéticamente, la versión clásica del empirismo puede resumirse en dos
puntos fundamentales: 1) la afirmación de que no existen ideas innatas y 2) que el
conocimiento procede de la sensación, o experiencia.

El racionalismo moderno se inicia con R. Descartes, que junto a Spinoza (1632-


1677) y Leibniz (1646-1716) son sus principales representantes. Sus doctrinas sostienen la
existencia de ideas innatas, la relación directa entre pensamiento y realidad y la afirmación
de que el conocimiento es de tipo deductivo, como el que se da en las matemáticas. La
forma característica de argumentación racionalista excluye el recurso a la experiencia y al
conocimiento que proviene de los sentidos, y se remite exclusivamente a la razón, a la
claridad y distinción de ideas y a la suposición de que el buen pensar coincide forzosamente
con la realidad: conocer es conocer por la razón.

René Descartes, uno de los padres del pensamiento moderno, considera que el
propósito de la filosofía es lograr la unificación del saber, lo cual aún no se ha producido
por la falta de un método adecuado. La tarea para Descartes va a ser buscar este método.

En el año 1637 René Descartes publica el Discurso del Método, obra pilar del
pensamiento moderno. El Método prescribe cómo aplicar la facultad de juzgar para
distinguir lo verdadero de lo falso; la forma en que la mente exenta de prejuicios debe
proceder en sus asuntos: primero, no aceptar nada como verdadero, excepto aquello cuya
verdad se presente en la mente con tal claridad e intensidad que aleje el más simple
elemento de duda (lo verdadero se presenta en forma tan clara y distinta que no admite la
duda); segundo, dividir un problema en tantos elementos diferenciados como sea posible y
en cuantas requiriese su mejor solución; tercero, conducir ordenadamente los
pensamientos, empezando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para ir
ascendiendo gradualmente, hasta el conocimiento de los más complejos, estableciendo
cierto orden en los que no lo tienen; finalmente, hacer recuentos y revisiones generales que
aseguren no haber omitido nada, garantizar que la solución sea suficientemente general
como para no permitir ninguna excepción. Habiendo obtenido éxito al unir la geometría y el
álgebra mediante este método, Descartes estaba persuadido de que podía extenderse
provechosamente a todo el edificio del saber.

La preocupación por evitar el error convierte la duda en método, emplea la duda


para ver si hay algo capaz de resistirla —aun a la duda más exagerada— y que sea,
entonces, absolutamente cierto. La duda es, pues, metódica, es decir, que se la emplea
como instrumento o camino para llegar a la verdad, y no para quedarse en ella, a la manera
de los escépticos. Es, en segundo lugar, universal, porque habrá de aplicarse a todo sin
excepción. Y en tercer lugar la duda es hiperbólica, porque será llevada hasta su último
extremo, hasta su última exageración.

Preocupado por hallar un conocimiento que no admita la duda, Descartes aplicará


el método a los principios o fundamentos sobre los que se apoya todo conocimiento, la duda
se dirigirá hacia los sentidos y la razón. Y en el preciso momento que la duda llega al
extremo, se convierte en su opuesto, en conocimiento absolutamente cierto: “…queriendo
yo pensar, de esa suerte, que todo es falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese
alguna cosa: Yo pienso, luego soy. Primer principio de la filosofía que andaba buscando.”
Soy una cosa que piensa, que duda, que concibe, que afirma, que niega, que quiere, que
no quiere, que imagina y siente. Estos modos de pensar evidencian que existo, que soy,
Cogito ergo sum, pienso, luego existo, soy. La certeza del ser y de la existencia humana no
proviene de Dios, está en la razón, en el hombre como cosa que piensa. El hombre sustituye
a Dios como fuente del conocimiento y comienza a ser valorado como sujeto del
conocimiento.

Descartes introduce una clara diferenciación entre dos sustancias: el espíritu y la


materia (sustancia pensante y sustancia extensa) y el modo de acceso al conocimiento de
cada una de esas sustancias es por completo diferente: (…) yo era una sustancia cuya
naturaleza o esencia es el pensamiento mismo y que para ser no necesita ningún lugar ni
depende de ninguna cosa material: de modo que este yo —o sea el alma— por el cual soy
lo que soy es enteramente distinto del cuerpo y hasta más fácil de conocer que él, pues
aunque el cuerpo no existiese el alma seguiría siendo lo que es. (R. Descartes, 1964). La
extensión, en longitud anchura y profundidad, constituye la naturaleza de la sustancia
corpórea; y el pensamiento constituye la naturaleza de la sustancia pensante.

Los desarrollos cartesianos desembocan en el nacimiento de la psicología moderna,


entendida ya no como ciencia del alma, sino del sujeto pensante; el “alma” de la filosofía
clásica se transforma en “conciencia”.

3. CORTA HISTORIA

3.1. El clima Positivista.

La filosofía del siglo XIX bajo la influencia cartesiana, mantenía la idea de hombre
como ser racional, dotado de conciencia: por lo tanto, la psicología (aún concebida como
rama de la filosofía) se constituía como la explicación racional de los hechos de conciencia.

Por otra parte, el avance espectacular de las ciencias experimentales como la física,
la química y la biología, proporcionaba un modelo tentador que permitía acceder a amplios
dominios del saber humano a través de la formulación de leyes que dan cuenta de verdades
claras, unívocas e inmutables. La defensa de la ciencia experimental tiene su máximo
exponente en el fundador del positivismo, Augusto Comte (1798-1857).

Entre 1830 y 1842 aparecen los 6 volúmenes de “Curso de filosofía positiva”, obra
de A. Comte que tendrá mucha influencia en la cultura occidental. En esta publicación
aparece ya su idea fundamental de una organización científica de la sociedad. Entre sus
ideas básicas podemos destacar la ley de los tres estadios y la clasificación racional de las
ciencias. Escrita con finalidad de reforma social (orden y progreso), su teoría parte del
supuesto de que la sociedad y la humanidad misma han de pasar por la misma evolución
que cada una de las ciencias y, en definitiva, el mismo entendimiento humano. Toda ciencia
igual que todo individuo y aun la especie humana, pasa por tres estados: el estado teológico
o ficticio, el metafísico o abstracto y el científico o positivo.

En el estado teológico, el espíritu humano al dirigir esencialmente sus


investigaciones hacia la naturaleza íntima de los seres, hacia las causas primeras y finales,
hacia los conocimientos absolutos; se representa los fenómenos como producidos por la
acción directa y continuada de agentes sobrenaturales más o menos numerosos. En el
estado metafísico, que en el fondo no es más que una simple modificación del primero, los
agentes sobrenaturales son reemplazados por fuerzas abstractas, capaces de engendrar
por sí mismas todos los fenómenos observados. Por fin, en el estado positivo, el espíritu
humano, reconociendo la imposibilidad de obtener nociones absolutas, renuncia a buscar
el origen y el destino del universo y a conocer las causas íntimas de los fenómenos, para
dedicarse únicamente a descubrir, con el uso bien combinado del razonamiento y de la
observación, las leyes efectivas y sus relaciones invariables de sucesión y similitud.

Así como el estado positivo es la meta del desarrollo de la historia y de las ciencias,
de igual modo la comprensión de las cosas mediante leyes (sustitutivas de las causas de
las divinidades) es la meta final de la mente humana. Para llegar a este estado positivo de
la mente es necesaria una reorganización del conjunto de las ciencias, o una clasificación
del saber humano, con miras a una síntesis final positiva: la síntesis la otorga la sociología
, o “física social”, que no sólo es la última de las ciencias y, por lo mismo su culminación
(según el orden de matemáticas, astronomía, física, química, biología y física social), sino
también la auténtica interpretación y la madurez de las ciencias, su filosofía positiva, la
ciencia de las ciencias. Dicha sucesión está determinada por una subordinación necesaria
e invariable, donde la ciencia matemática es la base fundamental. A partir de Descartes y
Newton, la matemática es el instrumento más poderoso que el espíritu humano puede
emplear en la búsqueda de las leyes de los fenómenos naturales.

El carácter fundamental de la filosofía positiva de A. Comte radicaba en encontrar


ciertas leyes invariables de los fenómenos a través de la observación y ya no de la
especulación filosófica. La tarea del conocimiento humano está dada en la ciencia como
conocimiento de lo dado positivamente, es decir, lo experimentable en la percepción
inmediata. La tarea de la ciencia es la captación de lo siempre igual, de las constantes de
lo que aparece y su formulación en leyes, a través del método experimental, característico
de las ciencias de observación.

¿Qué lugar ocupaba la Psicología en esta clasificación de las ciencias?


Sencillamente, A. Comte, no la considera entre las ciencias positivas, es “…obra de
metafísicos que toman sus sueños por ciencia…”. La Psicología no ha sido, no es, ni podrá
ser nunca una ciencia positiva porque el fenómeno observado y el observador coinciden,
se borra la distancia entre el objeto y el sujeto del conocimiento, la dualidad que el
positivismo necesita sostener para que el sistema funcione. Además, los fenómenos
humanos no se diferencian de los del orden natural, no se les reconoce especificidad alguna
que los diferencie de los fenómenos naturales. En tanto naturales deben ser observados
directamente y explorados por medio de la experimentación.

Sostenía A. Comte que el espíritu humano puede observar todos los fenómenos
excepto los suyos propios, porque el individuo que piensa no puede dividirse en dos, uno
de los cuales razonase mientras el otro mirara razonar. El órgano observado y el órgano
observador coinciden.

Los planteos comteanos respecto a la imposibilidad de darle estatuto científico a la


Psicología, coincidían con lo que en el siglo anterior había afirmado I. Kant. Para este
filósofo la Psicología no podía ser una ciencia porque en el “yo pienso” cartesiano habría
coincidencia entre el observador y el objeto observado, además este “yo pienso” es unitario,
no escindible e imposible de examinar en los demás. Sumado a esto el hecho de que los
fenómenos psicológicos carecen de una dimensión espacial y por tanto no son susceptibles
de medición ni de tratamiento matemático, lo a priori de los conceptos con los que se
desarrolla cualquier ciencia.

Simultáneamente, la extraordinaria repercusión de la teoría de la evolución de


Charles Darwin (1809-1882) popularizaron la idea de una diferencia de grado solamente
entre el hombre y los animales, que contribuyó a afianzar la idea del hombre como ser
natural. Deja de ser así, el ser privilegiado de la creación, para convertirse en un objeto más
del conocimiento, sujeto a las leyes de la naturaleza. En virtud de ello, las refutaciones
críticas de un alma-sustancia, privilegio del hombre, recibieron fuerte apoyo.

En este marco y desde mediados del siglo XIX se hicieron intentos poderosos para
construir una Psicología positiva que fuese admitida en el concierto de las ciencias. La
Psicología debe ser experimental, se le exige pues la experimentación y verificación.

3.2. El surgimiento de la Psicología como disciplina independiente.


No obstante, la diversidad de corrientes, métodos y objetos, se pueden ubicar
genéricamente tres corrientes o tres grandes programas de investigación de la psicología
como una disciplina con pretensión de constituirse como ciencia. Cada una de estas
corrientes, está enfrentada diversamente con la búsqueda de modelos científicos, a la vez
que cada una de ellas está inmersa en condiciones históricas culturales particulares.

3.2.1. Psicofísica y Psicología Fisiológica.

Era una época propicia al florecimiento de una psicología que reivindicase, con
plena consciencia, sus derechos de ciudadanía en el mundo científico, con el mismo título
que la química y la biología. El problema de la medición ligado a algunas experiencias
preocupaba entonces a buen número de sabios, particularmente en el campo de la óptica
y de la astronomía; un problema que conducía naturalmente al de la percepción.

El nacimiento de la psicofísica en Alemania señala la transferencia de estas


preocupaciones al plano de la psicología en cuanto ciencia. Las dificultades por superar
eran grandes, puesto que se trataba de someter a la experimentación no la materia, sino
ese espíritu del hombre que ha creado la ciencia y la filosofía.

La psicología que surge en Alemania a partir de la psicofisica de Gustavo T. Fechner


(1801-1887), se despliega alrededor de una problemática que tiene su centro en el sujeto
de conocimiento, ¿cómo conocemos? Su preocupación es resolver los problemas de
percepción derivados de las variaciones personales (ecuación personal) en el registro de
los fenómenos. Porque si la ciencia se define como el conocimiento de los fenómenos del
mundo exterior, y estos fenómenos son observados con error, esto hace tambalear el
basamento mismo de ese desarrollo científico. Aquí nos encontramos con la tradición de
una psicología fundada en los procedimientos experimentales y apegados a las relaciones
entre fenómeno físico, proceso fisiológico y representación mental. Toma su modelo de la
física y de la fisiología (que en su versión experimental era, a su vez, tributaria de la física),
y se desarrolla en el marco académico, con rigurosidad, precisión y con métodos basados
en la observación y la experimentación.

Fue sobre todo en la fisiología donde los investigadores se enfrentaron con el hecho
de que entre el objeto físico y la percepción psicológica median complejos procesos. (Por
ejemplo, no puede concebirse la sensación como una mera copia del estímulo). La obra de
Ernst Weber (1795-1878) tiene especial importancia, ya que es uno de los pioneros en este
campo; se interesó sobre todo por el sentido del tacto y llegó a formular lo que más tarde
se enunció como la ley de Weber y que se constituyó en punto inicial de una serie de
experimentos que condujeron a la psicología experimental.

Retomando los estudios de E. Weber, G. Fechner, interesado en la relación entre el


mundo físico y el mental, publica en 1860 “Elementos de Psicofísica”, obra en la cual define
a la Psicología como Psicofísica, y como tal deberá ocuparse de determinar las relaciones
cuantitativas entre el orden físico y el orden psíquico: “Todos los estímulos pertenecen al
mundo físico, todas las sensaciones pertenecen al mental”. Habiendo advertido que la
sensación y el estímulo no aumentan en intensidad en la misma proporción absoluta, revisó
la ley de Weber, dio formulación matemática a los resultados, y propuso la primera ley
psicofísica o la Ley fundamental de la psicofísica, según la cual, la intensidad de la
sensación varía en relación directa con el logaritmo del estímulo, de modo que el aumento
en progresión geométrica (multiplicativa) del estímulo causa un aumento en progresión
aritmética (sumatoria) de la sensación.
Años más tarde, también en Leipzig, tomando como base el paralelismo psicofísico
(a cada experiencia en el plano conciente, corresponde un hecho en el plano de los
procesos fisiológicos) de Fechner, Wilhelm Wundt (1832-1920) elabora un modelo de
proceso psicológico más complejo en el cual intervienen: estímulo, percepción, apercepción
y respuesta. En 1879, W. Wundt inauguró en la ciudad que lo recibió en 1875 (y en la cual
residió durante treinta años), el laboratorio de psicología experimental que en poco tiempo
adquirirá prestigio internacional y convertirá a Leipzig en la meca de los estudiosos
deseosos de consagrarse a la “nueva psicología” —una psicología que ya no era una rama
de la filosofía especulativa ni un capítulo de la ciencia fisiológica, sino un intento nuevo de
estudiar los procesos mentales mediante los métodos experimentales y cuantitativos
comunes a todas las ciencias—.

W. Wundt, de formación fisiológica pero también filosófica, decide romper con la


psicología “metafísica” del alma, producto de una especulación de orden religioso; y con la
experiencia interna “pura” (no experimental), por ser insuficiente ya que excluye a la
experiencia externa. Para W. Wundt no son diferentes el objeto natural externo y el objeto
psíquico interno, son la misma cosa, porque la experiencia es un solo momento, único. En
ella se presentan los objetos de la experiencia y el sujeto cognoscente; de los primeros se
ocupan las ciencias naturales, y del sujeto cognoscente con sus experiencias inmediatas la
Psicología Experimental, la cual investiga el contenido total de la experiencia, en su relación
con el sujeto y las cualidades que este atribuye inmediatamente a dicho contenido. Al
acceder al contenido en forma inmediata o intuitiva, es decir sin recurrir a abstracciones o
hipótesis, hace a la Psicología Experimental la ciencia más estrictamente empírica de todas
las ciencias.

Esta Psicología que tendrá como objeto de estudio la experiencia inmediata de


conciencia o el total contenido de la conciencia en su plena realidad, concibe la misma
como un proceso, un todo compuesto en el que sus elementos se asocian unos con otros,
por lo tanto, para su estudio, es necesario atomizarla en sus elementos constituyentes, los
elementos más simples de la vida psíquica: las sensaciones y las percepciones. La
conciencia es la combinación general de los procesos psíquicos, tiene una función
integradora y, para acceder a los datos de la conciencia se utiliza el método de la
introspección.

Esta experiencia se llevaba a cabo en el laboratorio, donde un sujeto entrenado


observaba en sí mismo las sensaciones producidas por los estímulos que se le
administraban y sin dilaciones lo comunicaba a la persona encargada de la observación.
Pero, para W. Wundt el campo de la Psicología abarcaba mucho más de lo que pudiera
estudiarse en el laboratorio por medio de la observación experimental. Para los procesos
más complejo de la conciencia, como las fantasías, pensamiento, voluntad, etc., que no
podían ser estudiados en un laboratorio, propone la Psicología Social, que teniendo como
método la pura observación, se abocará al estudio de la historia, los mitos, la lengua y las
costumbres.

Cierta tradición historiográfica, nacida en los EEUU, ha tendido a considerar esta


corriente como la única psicología científica.

3.2.2. Evolucionismo y Psicología.

Pero, no fue sólo en Alemania donde surgía un nuevo punto de vista psicológico.
También en Inglaterra se observaba al hombre con criterio naturalista. Aquí, el
acontecimiento sobresaliente del siglo fue la publicación, en 1859, del Origen de las
especies de Darwin, libro que hizo concentrar la atención en la posibilidad de contemplar a
la humanidad no como una creación especial y privilegiada, no como un objeto de singular
importancia en el universo, sino, meramente, como una de las numerosas especies
animales que se desarrollaron en el curso de la evolución natural.

El impacto del evolucionismo en la psicología viene a establecer un orden de


problemas característicos; la psicología se separa de la matriz del conocimiento y del campo
de la conciencia. Los problemas giran hacia la conducta, en términos de relación del
organismo con el medio vital; los términos claves son: adaptación, herencia, instinto, lo
innato y lo adquirido.

La noción de la evolución se aplica tanto a las especies (del animal al hombre:


psicología comparada), como a las edades evolutivas (del niño al adulto) y los estadios de
civilización (de los pueblos "primitivos" o "salvajes" a las sociedades blancas civilizadas).

Para la psicología, la teoría de Darwin tiene evidentes implicaciones. En primer


término, implica que no basta estudiar al hombre por sí y en sí mismo, sino que es necesario
considerarlo también en relación con las numerosas fuerzas que lo moldean —conocer su
historia y su ambiente, su desarrollo genético y filogenético, su posición en el orden de las
especies animales y los medios por los cuales se adapta al medio. La psicología genética,
la psicología comparativa y la psicología de los pueblos, adquieren todas suma importancia,
y, al mismo tiempo el concepto de las actividades mentales como funciones de adaptación
pasa a ocupar un primer plano. Darwin proporcionó a la psicología otro modelo, donde el
hombre no era simplemente algo a analizar minuciosamente; era, asimismo, una unidad
dentro de un sistema exterior, y debía estudiárselo en relación con su historia y
circunstancia.

Sir Francis Galton (1822-1911), primo de Darwin, fue el primer representante de este
criterio de psicología. Uno de los mayores intereses de Galton fue la eugenesia, y a través
de ella se vio conducido a revisar el problema de la herencia de los rasgos mentales. Así
como Wundt se interesó en la mente humana en general, Galton se interesó en el hecho
de que las mentes individuales presentan una inmensa serie de variaciones. Para el estudio
de las diferencias individuales elaboró dos clases de instrumentos: primero, tests que
revelen las diferencias de capacidad entre los individuos; segundo, métodos estadísticos
para analizar la enorme cantidad de datos cuantitativos que resultan de dichos tests.

F. Galton, dispuso un laboratorio para evaluar la “facultades mentales”. Galton


ofrecía un servicio pago por el que se obligaba a proporcionar información acerca del
desempeño relativo de los sujetos en tareas específicas. Lo que interesaba no era
solamente el desempeño de un individuo, sino la posición relativa de ese individuo en
comparación con otros, información que en última instancia pudiera ser útil para su
programa de eugenesia. Objeto de conocimiento: un conjunto de patrones normales de
desempeño con respecto a los cuales se podía comparar a las personas.

3.2.3. Psicopatología y clínica de la hipnosis.

En Francia la psicología se desarrolla en el campo de la psicopatología y la clínica


de la hipnosis; primer modelo de sistematización de un procedimiento que es, a la vez,
psicoterapéutico y de investigación, y que puede ser considerado como un modelo
igualmente experimental. Toma el modelo de la medicina mental, con la metodología de la
observación clínica y teniendo como marco privilegiado el ambiente hospitalario, centrando
su interés en el hipnotismo, la histeria, la disolución de la personalidad y el automatismo
psíquico.

La influencia característica de los franceses sobre el desarrollo de la psicología se


produjo sobre todo a través de su interés por la psiquiatría y los fenómenos anormales. La
lista de franceses prominentes en este campo incluye nombres tan distinguidor como los
de Philippe Pinel (1745-1826), que ya en 1790 convenció al mundo de que los dementes
son enfermos, no poseídos; de Jean M. Charcot (1825-1893), que trabajando hacia
mediados del siglo siguiente orientó la atención de sus colegas hacia el estudio científico
de la histeria y otros desórdenes similares; de Pierre Janet (1859-1947), discípulo de
Charcot y dedicado como él al estudio de la histeria y de la disociación en general; y de
Théodule Ribot (1839-1923), quien procuró estudiar las perturbaciones de la vida mental a
la luz de la nueva psicología fisiológica.

El surgimiento de un modelo clínico en psicología puede ser situado en torno de la


figura de Charcot y la hipnosis. En ese modelo es central el papel del “caso”, fundado en
una relación particular del médico y el paciente. En esa tradición clínica y psicopatológica
van juntos el objetivo de conocimiento e investigación y el propósito terapéutico.

Charcot había comenzado con la investigación anatomoclínica de los cuadros


neurológicos y luego se interesa por la hipnosis y las parálisis histéricas, traumáticas:
síntomas que surgen después de accidentes ferroviarios o en accidentes laborales, caídas,
golpes, etc, sin un real daño físico. Charcot considera que los síntomas son histéricos.
Establece o acentúa una relación nueva de la hipnosis con la histeria. La hipnosis comienza
a ser utilizada experimentalmente para producir parálisis por sugestión en estado hipnótico.
Eso le permite un doble movimiento en la conceptualización de la histeria. Por un lado, se
tiende a establecer la equivalencia entre la sintomatología histérica y la producida por
hipnosis, en oposición a los síntomas de “otras” enfermedades neurológicas y a la
simulación. Por otro lado, Charcot propone una equiparación entre el estado hipnótico y el
estado histérico traumático. En el accidente traumático, el trauma opera naturalmente de
un modo análogo a como lo hace el mandato del hipnotizador en la situación artificial de la
hipnosis. O sea: la histeria traumática es como una autohipnosis espontánea y la hipnosis
es como un pequeño trauma reproducido artificialmente. Pero, para Charcot, la hipnosis
sólo es posible en histéricos ya que no todos los sujetos son hipnotizables.

3.3. Las corrientes del Siglo XX y la diversidad de la Psicología.

En el proceso complejo que dio origen a la psicología de hoy, están comprendidos


estos programas de investigación que se desarrollaron en Alemania, Inglaterra y Francia.
Ninguna gran corriente del siglo XX parece derivar de uno solo de estos proyectos que por
sus distintos intereses perfilan lo que será el futuro de un campo caracterizado por la
heterogeneidad de teorías y métodos, de objetos y problemas, de usos y ámbitos de
aplicación. La pregunta por la unidad de la psicología ha estado presente a lo largo de su
“corta historia”; y en el desarrollo del programa de estudios de la materia tendrán
oportunidad de acercarse a la diversidad de concepciones, contradictorias y por lo general
irreconciliables, que conforman el saber psicológico.

También podría gustarte