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La defensa nacional como pilar de la democracia y la soberanía nacional

David Pizarro Romero1

Luego del retorno de la democracia en 1983, una parte de la sociedad y gran parte
del campo intelectual, especialmente el progresista, se planteó la necesidad de desarmar
y reducir al mínimo nuestras Fuerzas Armadas. Después de la enorme catástrofe que
significó la dictadura cívico-militar para nuestro país, era entendible y lógica la fractura
entre la institución militar y la sociedad argentina.

Esta concepción se vio reflejada en el drástico descenso del porcentaje del PBI
destinado a defensa en los primeros años de democracia. El presupuesto destinado a
Defensa cayó del 3,5% del PBI en 1983 al 1,8% en 1989 2. Durante la década de los 90,
dicho presupuesto siguió disminuyendo hasta cerrar el decenio en el 1,1%. A esto hay que
sumarle un detalle no menor, que es el cierre y/o privatización del 90% de las empresas
relacionadas con el sector3. En la actualidad, el porcentaje del PBI destinado a la defensa
ronda el 0,90%. También es preciso aclarar que América del Sur es la zona del mundo
que menos gasta en defensa4.

Sin embargo, ¿es esta política correcta? ¿Puede sobrevivir un Estado en la


actualidad sin poder de disuasión? Es decir, sin unas Fuerzas Armadas modernas, bien
equipadas y entrenadas. La respuesta es un rotundo no. Según Louis Goodman 5, “no
poder utilizar a las Fuerzas Armadas para sus misiones principales, especialmente con
respecto al tema de la seguridad internacional, debilita no solamente la capacidad nacional
sino también la estructura democrática”. Isidro Sepúlveda Muñoz6 afirmaba que: “un

1
Lic. en Historia (USAL). Maestrando en Estrategia y Geopolítica por la Escuela Superior de Guerra del
Ejército Argentino.
2
Koutoudjian, A. y otros. “Geopolítica del mar argentino”. Instituto de Publicaciones Navales, Bs As,
2015, pág. 322.
3
Villalba Delgado, Pedro: “La Argentina, la política exterior y la defensa”, en: Bertranou, J. (comp.)
Defensa Nacional dimensiones internacionales y regionales: contribuciones al debate, PNUD, 1°Ed.,
Buenos Aires, pág 67, 2007.
4
Koutoudjian, A. y otros… pág 322.
5
Goodman, Louis: “Crisis como oportunidad en el ámbito de la defensa” en: Bertranou, J. (comp.)
Defensa Nacional dimensiones internacionales y regionales: contribuciones al debate, PNUD, 1°Ed.,
Buenos Aires, pág 35, 2007.
6
Sepúlveda Muñoz, Isidoro: “La seguridad internacional ante las nuevas amenazas” en: Bertranou, J.
(comp.) Defensa Nacional dimensiones internacionales y regionales: contribuciones al debate, PNUD,
1°Ed., Buenos Aires, pág 85, 2007.
Ejército con bajo nivel tecnológico no es tal sino fuerzas de policías disfrazadas, pues
merma la capacidad de los Estados para mantener autonomía en asuntos de defensa”.

Debemos comprender que la principal función de las Fuerzas Armadas no es la de


defender al país ante un ataque, sino en brindar una capacidad disuasiva suficiente para
que ese ataque jamás ocurra.

Además, la capacidad militar de una nación desempeña un papel esencial en sus


relaciones internacionales, ya que la capacidad de ejercer coerción es uno de los
elementos fundamentales en la influencia que unas naciones ejercen sobre otras. La
habilidad de un país no solo para protegerse a sí mismo, sino también para respaldar a
otros en la defensa de intereses compartidos, es un factor que todos los estados tienen en
cuenta al establecer alianzas.

Es, además, central para poder ejercer soberanía, tener unas FF. AA. modernas y
equipadas brinda autonomía y un margen de maniobra indispensable para mantener cierta
independencia en el concierto internacional. En un mundo cada vez más polarizado y
volátil, esta facultad se vuelve cada vez más crítica, tanto para los aliados como para los
adversarios. La importancia de las naciones depende en gran medida de su capacidad para
mantener esa soberanía y su habilidad para disuadir a unos y persuadir a otros, lo que, a
su vez, influye en su capacidad para negociar con otros estados.

Pero veamos lo que la Ley de Defensa Nacional dice sobre lo que la Defensa debe
significar para los argentinos. Dicha ley afirma en su artículo 3 que la Defensa Nacional
es la integración coordinada de todas las fuerzas de la Nación para la solución de aquellos
conflictos que requieran el empleo de las FF.AA. (Fuerzas Armadas), de forma disuasiva
o efectiva, para enfrentar las agresiones de origen externo. Tiene como finalidad
garantizar de forma permanente la soberanía e independencia de la Nación Argentina, su
integridad territorial y capacidad de autodeterminación, y proteger la vida y la libertad de
sus habitantes. Poco más adelante, en su artículo 5, hace referencia a los límites
geográficos de la ley, confirmando que "la defensa nacional abarca los espacios
continentales, Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y demás espacios
insulares, marítimos y aéreos de la República Argentina, así como el Sector Antártico
Argentino". En el artículo 6, se confirma por completo que la defensa nacional constituye
un derecho y un deber para todos los argentinos.
Hasta aquí todo es muy claro, pero a la hora de implementar esta ley y ponerla en
práctica, es cuando comienzan los problemas y los cuestionamientos. Sin embargo, es
necesario aclarar que las cuestiones que atañen a la Defensa Nacional no están
subordinadas a las leyes del mercado. No se pueden privatizar como la salud o la
educación (aunque un Estado de calidad tampoco debería permitir esto). El problema es
que, aunque la defensa se le presente a la población como un bien intangible que no se
necesita en forma diaria, se siente terriblemente su ausencia cuando aparece una
emergencia nacional. Y esto sucede porque la defensa está conectada íntimamente a la
mismísima existencia de una Nación, también luego a su permanencia y desarrollo.

Hace unos años ya, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, cuando


todavía ejercía dicho cargo, valoraba el rol de las Fuerzas Armadas para "custodiar la
integridad territorial y, fundamentalmente, la preservación y el cuidado de nuestros
recursos naturales, que, sin lugar a dudas, serán el escenario de disputas" 7. Mientras tanto,
el presidente actual, Alberto Fernández, en la cena de camaradería anual de este año
(2023) afirmó que: "nuestra integridad territorial no será plena mientras haya una potencia
extranjera allí, haciendo uso de los recursos que pertenecen por derecho a cada argentino
y a cada argentina"8. En ambos discursos, se destaca la suma importancia de los recursos
naturales. Mientras que el ex ministro de defensa de Lula afirmaba hace poco en una
entrevista: “Un país que no se preocupa por su defensa es un país que no se preocupa por
su cultura, sus intereses y sus recursos naturales”9. El actual ministro de defensa de
nuestro país, Jorge Taiana, afirmó recientemente que: “es necesario contar con un
instrumento militar equipado para tener una capacidad disuasiva eficaz, que impida que
cualquier Estado intente agredirnos o imponernos algo contrario al interés nacional”10

Y en un mundo en el cual la población mundial aumenta, pero los recursos


naturales que la sostienen se vuelven cada vez más escasos se hace imperativo defender
a capa y espada los recursos que se encuentran dentro de nuestros límites territoriales.

7
Cristina destacó el rol de las Fuerzas Armadas en la preservación de los recursos naturales
(lmneuquen.com)
8
Ante las Fuerzas Armadas, Alberto Fernández anunció un nuevo proyecto de ley de personal militar -
Infobae
9
¿Cuál es la importancia de tener una política de Defensa Nacional? Tres expertos brasileños plantearon
bases y perspectivas - Infobae
10
En el Día del Ministerio de Defensa, Taiana resaltó la importancia de que Argentina tenga Fuerzas
Armadas y una estrategia de Defensa Nacional | Argentina.gob.ar
En estos últimos años hemos visto que la disputa entre las grandes potencias por
el acceso a recursos naturales de los países periféricos sigue más vigente que nunca y el
conflicto en Europa del este ha despertado un nuevo interés por los alimentos y fuentes
de energía.

Ante este contexto y considerando que Argentina es uno de los principales


exportadores de alimentos en todo el mundo, ostenta la segunda mayor reserva de gas no
convencional y la segunda mayor reserva de litio del planeta. Además, posee la cuarta
mayor reserva de petróleo no convencional y existe un gran potencial de petróleo en aguas
profundas en el Atlántico Sur (solo en la cuenca de Mar del Plata se estima la presencia
de 1000 millones de barriles de petróleo). Resultaría inaceptable que las Fuerzas Armadas
argentinas no se preparen para desalentar o repeler cualquier amenaza militar externa que
pretenda coaccionarnos, llevar a cabo acciones punitivas o atacarnos directamente con el
objetivo de afectar nuestros recursos nacionales, acceder a nuestros recursos naturales o
buscar ventajas injustas en su explotación.

La defensa es una responsabilidad del Estado y es obligatorio para todos los


ciudadanos, constitucionalmente, acudir a realizarla ante cualquier necesidad, por lo que
debería ser parte de la problemática a atender por todos los argentinos. Por ello su análisis
no debe ser superfluo y, por el contrario, debe ser permanente.

Por supuesto que se entiende que hay muchos otros temas importantes y
prioritarios y lo que se necesita a veces se termina transformando en un ideal a alcanzar
muy lejano, pero igual tenemos que intentar acercarnos aun sabiendo que lograr el
objetivo será muy complicado.

Teniendo en cuenta estas dificultades de acercar lo necesario a lo posible


es que lo ideal sería que los medios para la defensa se procuren en función de sus
capacidades.

Mientras en las Islas Malvinas siga existiendo una base militar británica con la
envergadura y capacidad que tiene la base de Monte Agradable (Mount Pleasant) para la
Argentina es excluyente y de enorme importancia sostener una capacidad de defensa
militar flexible. La disuasión es un elemento vital de la política internacional de los
Estados y una de sus principales características es la credibilidad. Sin credibilidad no hay
diplomacia que se sostenga. Este principio aplica para cualquier Estado.
Y no podemos tener credibilidad si no tenemos una política de defensa
consecuente en el tiempo. El Jefe del Estado Mayor Conjunto (EMCO) de nuestras
Fuerzas Armadas, el Teniente General J.M. Paleo afirmaba recientemente que: “La
defensa tiene que ser una política de Estado. Venimos bregando por ellos porque si la
gestión que viene cambia todo lo hecho, retrocedemos. En todas las áreas del Estado
habría que dar un mensaje de continuidad (…) Los nuevos gobiernos harán correcciones
de rumbos de algunas cosas que sean incompatibles con la visión de la política del
Presidente, pero no se puede dar un giro de ciento ochenta grados”11.

Cuatro décadas después del retorno de la democracia en Argentina, y tras haber


demostrado una completa subordinación, respeto y compromiso por parte de las Fuerzas
Armadas hacia la defensa de la Constitución Nacional y la fidelidad a la Bandera, es el
momento oportuno para establecer un enfoque moderno en la utilización de nuestras
Fuerzas Armadas. Este enfoque debe centrarse en el cumplimiento de sus objetivos
principales, ya previamente enumerados en la Ley de Defensa Nacional. De lo contrario,
estaríamos desaprovechando una herramienta esencial para salvaguardar nuestros
intereses soberanos y corriendo el riesgo de que los recursos aportados por los
contribuyentes se destinen únicamente a crear una especie de Guardia Nacional, que cada
vez más asume roles casi permanentes que deberían ser responsabilidad de otros
organismos e instituciones, tanto públicas como privadas, dado que no se trata de
situaciones de verdadera emergencia. Las Fuerzas Armadas no deben ser un comodín de
los gobiernos civiles para resolver problemas de seguridad interior o incluso otros que
nada tienen que ver ni con la seguridad ni la defensa. Las Fuerzas Armadas no pueden
transformarse en un subsidio de las deficiencias del Estado. Se entiende que a veces en
un gobierno entre las urgencias y los problemas tácticos, lo urgente predomina sobre lo
necesario. Pero es menester tener una visión más amplia e integral respecto a la Defensa
Nacional. Incrementar el porcentaje del PBI destinado a la Defensa es una medida
imprescindible para sostener esa visión en el tiempo. Sin embargo y a pesar de los
vaivenes que nuestro país ha sufrido en esta materia, el camino que ha tomado este
gobierno durante estos cuatro años está siguiendo esa mirada amplia y con perspectiva
geopolítica, con el FONDEF, la puesta en valor de las industrias militares, las mejoras
salariales y la igualdad de oportunidades para los integrantes de las Fuerzas Armadas, la
recuperación de capacidades, la solidificación de la conjuntez y el aumento del

11
Martín Paleo: “Los militares debemos estar por afuera de la grieta” - Infobae
adiestramiento y el alistamiento se puede vislumbrar una visión geopolítica a mediano
plazo, por supuesto que aún hay mucho por hacer. Pero teniendo en cuenta que nos
encontramos en tiempos electorales que nos llenan de incertidumbre porque los
candidatos opositores que aspiran a gobernar la Argentina claramente demuestran un
profundo desconocimiento y/o desinterés en la defensa nacional (se puede ver esto en lo
escueto y difuso de las propuestas tanto de Milei12, el candidato por LLA y de Bullrich13,
candidata por Juntos por el Cambio respecto al tema) bien vale mencionar ésta
advertencia que Winston Churchill le hizo a las generaciones posteriores de su país:
“Aquellos que buscan la paz a costa de su dignidad perderán esta y no encontrarán
aquella”.

Como epílogo menciono una frase del gran Almirante Storni, el hacía referencia
a la defensa marítima, pero se puede hacer extensiva a la defensa de todo el territorio
nacional: “Y esto es bueno que el pueblo argentino lo sepa, que el Honorable Congreso
lo tome en cuenta y que los hombres de Estado lo mediten”14.

12
Qué propone Milei en su plataforma sobre educación, aborto, armas, reforma laboral y alquileres - LA
NACION
13
Patricia Bullrich presentó sus propuestas de Gobierno: Cepo, inflación y reforma del Estado
(bloomberglinea.com)
14
Storni, Vicealmirante Segundo. “Los intereses argentinos en el mar”. 2° Ed. Armada Argentina, Buenos
Aires, 2009, pág 102.

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