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J esú s albores
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/
*
EL MODERNO
SISTEMA MUI
La segunda era
de gran expansión
de la economía-
mundo capitalista,
1730-1850
por
IMMANUEL WALLERSTEIN
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siglo
veintiuno
editores
MÉXICO
ARGENTINA
grupo editorial
siglo veintiuno
siglo xxi editores, méxico siglo xxi editores, argentina
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W3518
2011 Wallerstein, Immanuel Maurice
El moderno sistema mundial / por Immanuel Wallenstein. — 2 ' ecl. aum.
— México : Siglo XXI, 2011-
3 v.
Traducción de: The modern world system
D IC T IO N N A IR E R A IS O N N É
DES SCIENCES,
DES ARTS ET DES MÉTI ERS,
PAR UNE S O C I É T É D E G E N S D E L E T T R E S .
Mis en ordre 6c public par M. D I D E ROT, de ΓAcademic Royale des Sciences 6c ¿es BeUes-
Letrresde Pnifle; 6cquant i la Partie Mathém atjque, par M. D'ALEMBERT,
de ΓAcademic Royale des Sciences de Paris, de celic de Pruüc , & de b Socóte Royale
de Londres.
Tantum fe ria juoBttraque pollet,
Tatuum ¿e medio fum ptis accedit honora ! HORAT.
A PARIS,
f B R I A S S O N , * Saint Jaequu, i U Stitnce.
\ D A V I D Γ»αί , rue Seat Jotfuet, A U Piona for.
I L E B R E T O N , Impti/ncur ordinaire du Roy , rut Jt L Harp*.
/ D U R A N D , ret Saint Jotp u t, ό Saint Lsrdry , Cr tui Griffon.
M. D C C. L I.
A V E C A P P R O B A T I O N ET P R I V I L E G E DU ROY.
Se considera que la Enciclopedia de Diderot es la expresión intelectual funda
menta] de la ilustración, y durante largo tiempo ha significado para muchos el
triunfo del racionalismo científico como la ideología reinante del m oderno sis
tema mundial. Escrita por Denis Diderot con la ayuda de Jean Le Rond
d'Alambert para la parte matemática, fue publicada originalm ente de 1751 a
1780, en 35 volúmenes en folio, de los cuales 21 eran de texto, 12 contenían
grabados y 2 incluían tablas elaboradas por P. Mouchon.
INDICE
P rólogo a la e d ic ió n d e 2011............................................................ xi
Agradecimientos........................................................................................................... 1
1. I ndustria y burguesía............................................................................................ 5
2. L ucha en el centro, t e r c e r a fase: 1763-1815 .................................... 77
3. La incorporación de vastas zonas nuevas a la economía- mundo:
1750-1850.............................................................................. 179
4. La descolonización de América: 1763-1833..................................... 269
Bibliografía.................................................................................................................... 359
Indice anaü neo............................................................................. 487
Indice d e ilustraciones................................................................................................ 512
A Beatrice
.
PRÓLOGO A LA EDICIÓN DE 2011 *
2. INCORPORACIÓN AL SISTEMA-MUNDO
3. CICLOS DE KONDRATIEFF
ERIC KERRIDGE1
[5]
6 Im m a n u e l Wallerstein
srra
bargo, supone los procesos de mecanización y el proceso de "li-
beración"/proletarización y se concentra en la siguiente pre
gunta: ¿qué hizo que estos procesos ocurrieran “por primera
vez" en Gran Bretaña, y qué hizo “despegar" a dicha nación? El
“despegue" es, en efecto, una imagen que refleja de forma idó- >
que le toque ia lotería, y, a pesar de ello, que le toque" ( 1972. pp. 247, 259). Des
de un punto de vista lógico, esta perspectiva es similar a la tesis de Hartwell de
que la revolución industrial debería considerarse "como una discontinuidad
por propio derecho más que como un resultado residual del auge del capitalis
mo" (1979b, p. 10).
15 Mantoux (1928, p. 25), quien añade que "la característica distintiva del sis
tema de fábricas es el uso de maquinaria" (p. 38). Véase también Tovnbee (1956.
p. 63).
16 Hobsbawm (1968, p. 34). Además, desde el principio se consideró esta
transformación como una "crisis". Sainl-Simon, en su apostrofe al rey en el ij
Systéme industriel publicado en 1821, escribió: “Sire, la marcha de los aconteci
mientos agrava cada vez más 1a crisis en que se encuentra la sociedad, no sólo
en Francia, sino a lo largo de la gran nación formada por los pueblos occiden
tales de Europa." Citado en Febvre (1962, p. 514).
17 Saville (1969, p. 251). Una vez mas. el argumento es que Gran Bretaña es
única: "En ningún lugar, salvo en Gran Bretaña, quedó prácticamente elimina
do el campesinado antes de la aceleración del crecimiento económico asociado
con el desarrollo del capitalismo industrial, y de los muchos rasgos de la indus
trialización temprana en Gran Bretaña ninguno es más sorprendente que la
presencia de un proletariado que crece con rapidez en el medio rural" (p. 250).
Industria y burguesía 9
ii
Industria y burguesía 11
42 ídem.
43 McKeown (1976, p. 16).
44 Razzell (1969, p. 134). El argumento clave es que como los estratos me
dios y superiores de Inglaterra también muestran un aumento en su expectati
va de vida, "es inadecuada una explicación en función del aumento en la oferta
de alimentos". En un artículo posterior, Razzell (1974, p. 13) generaliza su ar
gumento: "Fue una mejora de la higiene personal más que un cambio de la sa
lud pública la responsable de la disminución de la tasa de mortalidad entre
1801 y 1841."
Véase también Armengaud (1973, pp. 38-43), quien sin embargo cree que
este factor se combinó con una mayor productividad agricola que produjo una
población mejor alimentada, más resistente a la enfermedad.
45 El análisis enfermedad por enfermedad se encuentra en McKeown (1976,
pp. 91-109). Admite que sólo después de 1838 se dispone de datos fiables, pero
señala que si estos datos muestran que "la inmunización y la terapia tuvieron
escasa influencia en la tendencia de la mortalidad en los cien años posteriores
[a 1838, en Gran Bretaña], de esto parece deducirse que es poco probable que
tuvieran una contribución significativa en el siglo precedente" (p. 104).
46 McKeown y Record (1962, p. 122). Véanse también Bairoch (1974, p. 30),
Le Roy Ladurie (1975, pp. 386-390) y Post (1976, p. 35).
16 I m m a n u e l Wallersíein
marido de más edad toma a una mujer más joven, el impacto de un matrimo
nio más temprano (para el marido) puede ser pequeño. Señalan además que la
principal diferencia que se aduce es el número de hijos por familia, pero que
una elevada tasa de mortalidad, que aumenta con el tamaño de la familia, ten
dría un efecto compensador (1969, p. 62). Y Krause añade que por otro lado
"incluso el matrimonio tardío puede producir tasas de natalidad extraordina
riamente elevadas" (1969, p. 108).
48 Hajnal (1965, p. 132).
49 Le Roy Ladurie argumenta este aspecto considerando las migraciones
desde Auvemia y los Pirineos a París y otras ciudades del norte en el siglo xvm
(1975, p. 407) y Connell sostiene lo mismo en relación con la migración irlan
desa a Inglaterra (1950, p. 66).
18
»
Im m a n u e l Wallerstein
i
ra mitad del siglo x ix , “la agricultura era la principal [...] indus
tria".30 Por consiguiente, si ha de tener algún significado la
idea de que se produjo una revolución económica, y, en parti
cular, que existió una revolución agrícola, en algún momento
tuvo que haber un incremento en el rendim iento total de la i
producción de determinada entidad. Inm ediatam ente surge la
disyuntiva de si nos referimos al rendimiento por hectárea cul
tivada (lo que a su vez puede referirse al rendim iento por semi
lla, por unidad de trabajo o per cápita) o al rendim iento total.
Parece haber pocas dudas de que la producción agrícola total
aumentó en la economía-mundo europea, como un todo, en los
cien años que separan al siglo x v ili del x i x .51 Sin embargo, si
hubo una transferencia de la fuerza de trabajo de la produc
ción agrícola a otros tipos de producción (y en particular a la
industria), entonces se afirma que tuvo que existir un incre
mento en el rendimiento por semilla o en el rendimiento por
unidad de trabajo (en combinación con la expansión del área
cultivada).52 Si, además, el nivel de vida general mejoró, tuvo
que haber un incremento en el rendimiento per cápita. Sin em
bargo, no existe razón alguna por la que un mejor rendimiento
per cápita tenga que ir seguido de un mejor rendimiento por se
milla o unidad de trabajó, y estos dos son los elementos clave de
un periodo expansionista de la economía mundial.
El incremento en el rendimiento, ¿pudo haber sido resulta
do de la mecanización de los aperos de labranza? Aunque al
parecerse hizo un mayor uso del hierro en los arados (y en las
herraduras de los caballos),53 difícilmente puede afirmarse que
existió una mecanización notable de la agricultura antes del s¡-
57 Slichervan Bath (1963, pp. 249-250). "El sistema Norfolk, en diversas va
riantes, fue seguido por terratenientes ilustrados en varios países europeos a fi
nales del siglo xviii y comienzos del xix" (p. 251).
58 Chambers y Mingay afirman que el nuevo sistema de cultivo rompió el
"círculo vicioso de escasez de forraje que producía la esterilización del suelo" ;
en la agricultura medieval (1966, p. 6).
59 Véase Morineau (1971, pp. 68-87). Apoya la opinión de Ruwel de que un
requisito crítico del rendimiento por siembra de semilla era el desarrollo de
fertilizantes químicos (p. 69, n. 129). Sin embargo, pone en duda la opinión de
Ruwet de que el rendimiento per capita aumentara desde mediados del siglo
xvii por una mayor cantidad de semilla sembrada (se supone que fue posible
ante todo por la reducción del barbecho). Dudas similares sobre el aumento
del rendimiento por unidad de trabajo en el sistema Norfolk pueden encontrar
se en Timmer (1969, p. 392), que observa sin embargo algún incremento en el
rendimiento por siembra de semilla.
60 Morineau (1971, pp. 70-71; véase también 1974b, p. 355). Cuando Le Roy
Ladurie describe la di versificación de la producción agrícola en Lourmarin (ya
no se producía sólo trigo; en vísperas de la Revolución francesa, la mitad de las
tienes se dedicaba a viñedos, frutales, moreras, huertos y pastos irrigados), ex
plica: "Aquí tenemos la auténtica revolución agrícola adaptada a las condicio
nes del mediodía francés" (1975, p. 402). Morineau critica en concreto esta
afirmación, acusando a Le Roy Ladurie de un "razonamiento seductivo" fun- ¡j
dado en una base cuantitativa insegura que "interpreta, extrapola y es involun
tariamente circular" (1978, p. 383). Le Roy Ladurie replica con la misma mo
neda y afirma que la obra de Morineau es "paradójica y brillante" pero aun así
errónea: "No creo que puedan negarse los progresos agrícolas del siglo xvrn"
(1978, p. 32). Todo gira, en torno a qué, se entiende por progreso. Le Roy Ladu- j
rie se inclina por la opinión de que las desigualdades dism inuyeron, mientras
que Morineau piensa que aum entaron.
i¡
i
Industria y burguesía 21
tomaron sucesivas medidas transitorias en el sentido de que cada vez que ha
bía una sequía, una helada o inundaciones, el acceso a los campos comunales
(¡a vaine páture sur les prés) antes del segundo crecimiento de la hierba queda
ba, si no suprimido, sí al menos restringido en el año siguiente" (Bloch, 1930,
p. 341). Véase también en la página 332 una discusión de los diversos tipos de
cercamiento gradualmente establecidos en diversas áreas.
6S "El movimiento fue general porque respondía tanto a una doctrina profe
sada en todas parles como a necesidades sentidas con mayor o menor claridad
por los elementos más poderosos entre quienes explotaban las tierras" (Bloch,
1930, p.511).
69 "Enfrentada al cercamiento, la aldea (en Gran Bretaña] no tenía elección;
habiendo decidido el Parlamento, ella no podía sino obedecer. En Francia, la
sólida posición juridica de la tenencia de tierras campesinas parecía incompa
tible con semejante rigor" (Bloch, 1930, p. 534).
70 Sobre la desaparición del campesinado libre inglés, véase Wordie (1974,
p. 604) y Chambers y Mingay (1966), que observan: "Esta tendencia [a la con
centración] fue fomentada por los cercamientos. pero de ningún modo depen
día de ella" (p. 92). Para Francia, véanse Laurent (1976a, p. 660) y Vovelle
(1980, pp. 60-61), que observa una clara decadencia de las "categorías interme
dias" de agricultores en Chartres. Seamos claros: nos estamos refiriendo a la
desaparición de aquella categoría de agricultores cuyas unidades eran tan
grandes que podían mantener a sus familias pero no mayores. Véase sin em
bargo las reservas que expresa Meuvret (1971 d, p. 196) respecto a Francia.
Dovring da esta explicación a la presión en favor de la concentración de tie
rras: "Bajo el sistema de arado pesado con yunta de bueyes, el cultivo en ban
das pudo tener algunas ventajas técnicas, puesto que la longitud de la parcela
era más importante que su compacidad. (Este punto no debe destacarse en de
masía, puesto que las parcelas, de hecho, no siempre eran tan largas como re
quería el arado de bueyes, ni tampoco los arados pesados con rueda eran la
norma ni siquiera en áreas de agricultura predominantemente labrantía.) Sin
embargo se pensaba que ios nuevos arados de hierro, tirados por uno o dos ca
ballos, trabajaban mejor en parcelas concentradas, más anchas y menos largas
que las bandas del antiguo sistema de campos abiertos; y también se supo
nía que las nuevas rotaciones eran más fáciles de aplicar en las parcelas con-
24 Im m a n u e l j
I
tierras significara un increm ento im portante del rendimiento,
ha sido más supuesto que dem ostrado.71
Finalmente, está la opinión de que las reordenaciones socia
les de la agricultura condujeron a la eliminación de puestos de
trabajo en el campo, y su consiguiente disponibilidad como
mano de obra urbana e industrial. También en este sentido se
ha afirmado que una revolución agrícola fue requisito previo
de una revolución industrial. Dobb, por ejemplo, sostiene que
los cercamientos en Inglaterra a finales del siglo xvm "desaloja- :
ron [...] el ejército de granjeros de su última y precaria posición
en los márgenes de las tierras comunales [...], lo que coincidió
con una nueva época de expansión industrial".72 Esta tesis
marxista generalizada ha sido objeto de numerosas refutacio
nes, tanto el hecho de hasta qué punto este proceso fue violento
y represivo,73 como en el de cuál fue el alcance cuantitativo de
I
centradas. No menos importante que estos avances técnicos era el hecho de
que el siglo xvm presenció un creciente aumento demográfico en las aldeas
campesinas de Europa, lo que conllevó una mayor y más intensa dispersión
parcelaria" (1966, p. 627).
71 Yelling, que ha hecho uno de los estudios más cuidadosos de la historia
de los cercamientos en Gran Bretaña, concluye: "Los cambios en la com p aci
dad y facilidad de trabajo de las parcelas fueron uno de los principales bene
ficios del cercamiento, uno de los que con mayor confianza exhibían sus de
fensores y de los menos atacados por sus críticos. Pese a todo, no es fácil
demostrar qué resultados se obtuvieron. (EJ problema] es la imposibilidad de
ver de qué manera cualquier ventaja era traducida en términos económicos
concretos como algún tipo de mejora de la productividad" (1977, p. 144). Di
cho esto, Yelling detalla el hipotético potencial de mejora v nos pide que no
lo subestimemos "porque sea difícil encontrar pi*uebas suficientes para con- .
firm ar [los] efectos [de las hipotéticas ventajas]" (p. 145).
O'Brien adopta un enfoque diferente. Dado que a lo largo del tiempo Gran
Bretaña desarrolló modalidades jurídicas de tenencia de lierras diferentes a
las de muchos países continentales, con unas disposiciones menos "feudales",
se ha sostenido que potenciaron Ja productividad fomentando la inversión y la
innovación. "Pero, a priori, no hay ninguna razón para esperar que el modelo
británico de relaciones entre propietario y arrendatario produjera de forma
necesaria tasas de inversión significativamente superiores a las de la propie
dad campesina, el feudalismo al estilo prusiano o incluso ciertas formas de
métayage" (1977, p. 168). Si Gran Bretaña tuvo una ventaja, sostiene, fue por
que había alcanzado antes los límites geográficos del cultivo extensivo, de ma
nera que "pequeñas adiciones al capital agrícola [...] podían producir incre
mentos de la producción bastante considerables" (p. 169). O'Brien destaca la
mayor proporción de animales por acre cultivado más que ningún otro factor.
72 Dobb (1946, p. 239).
73 Tate, por ejemplo, afirma que "un rasgo notable del cercam iento del siglo
xvm fue el cuidado con el que se Ilevó a cabo y el volumen relativamente pe
queño de protestas organizadas que suscitó" (1945, p. 137). Cuando Tate publi
có después sus argumentos con la extensión de un libro, un recensionista, Ri*
Indusíria y burguesía 25
■>
Industria y burguesía 27
producción en fábricas. Por olía parte, se precisaba una gran indusiiia que
produjera artículos de demanda amplia y flexible [es decir, artículos de algo
dón] de manera que 1] la mecanización de cualquiera de sus procesos de fabri
cación cream importantes tensiones en el resto y 2] el im parto de las mejoras 1
se sintiera en toda ía economía."
98 Milward y Saul (1973, p. 173).
99 Deane añade "al menos hasta [...] la época del ferrocarril". Deane define
la extensión del capital como la provisión de recursos que perm iten "un incre
mento de la población, la extensión del mercado o la exploración de recursos :
naturales nuevos y latentes" opuesta a la "profundización del capital, es decir, j
la adopción de técnicas de producción con un uso más intensivo de capital” .
(1973b, p. 364).
Industria y burguesía 33
il
Industria y burguesía 35
1839) para advertir sobre la otra cara de esta medalla política: "Sin embargo,
entre los resultados políticos, existe uno que hay que temer y que el hombre de
estado debe prever desde ahora. El trabajo organizado sobre estas nuevas ba
ses hace menos esclavo al cuerpo, y deja más libertad para la inteligencia. Si no
nos apresuramos a ofrecer una educación sólida como guía, existe ahí una
fuente permanente de agitación, de la que algún día pueden surgir nuevas con
mociones políticas. La experiencia nos enseña que los trabajadores unidos
pueden convertirse en un elemento de sedición, y la mayoría de las crisis in
dustriales tomarán un carácter social. Este punto de vista es digno de una seria
atención."
105 Sobre lo que las nuevas máquinas significaban en relación con una me
jor calidad, véase Mann (1958, p. 279); sobre cómo ahorraban trabajo, véase
Deane (1979, pp 88-90).
106 Dcane señala que en Inglaterra la producción real de productos de lana
se incrementó dos veces v media entre 1700 y 1770, con una tasa del 85% en las
primeras cuatro décadas, y luego a un ritmo del 13-14% en el periodo 1741-
1770 (1957, p. 220). Markovitch describe un "crecimiento global" para la in
dustria francesa de lana en el siglo xvm del 145%, crecimiento que, afirma, se
acerca a la tasa hipotética del 150% que se encuentra en Deane y Cole (1967)
para el mismo periodo. "La industria francesa de la lana, por consiguiente, no
estaba retrasada con respecto a la inglesa en el siglo xvm. En ambos casos, pa
rece que la industria de la lana alcanzó un promedio (geométrico) global de
crecimiento anual del l%" (1967a. pp. 647-648). (No es culpa mía que estas es
tadísticas no sean consistentes en su totalidad.)
107 Véase Hoffmann (1958, p. 43).
108 Landes (1969, p. 82).
109 ' [El algodón] casi es una planta fibrosa, dura y de características homo
géneas, en tanto que la lana es orgánica, lábil y de comportamiento sutilmente
variado" (Landes, 1969, p. 83).
36 I m m a n u e l Wallersteitff,
(.1I
tecnológica,110 e ignora el hecho de que a principios del sigl01
xviii se estaban haciendo ciertos progresos en la tecnología de
la lana y, además, en Francia.111
El argumento de la elasticidad del mercado nos lleva a cues-
tionar por qué tendría que ser esto así, especialmente si recor.
damos que una de las razones del éxito de los nuevos tejidos in.
gleses (lana) en el siglo xvi fue también la elasticidad de su
mercado.112 El término elasticidad del mercado suele referirse
al mercado potencial de nuevos clientes a precios más bajos,
pero si la idea se extiende a la capacidad de abrir nuevos merca-
dos mediante la eliminación política de los rivales, bien pudiera
ser que la industria del algodón fuera más "elástica" que la déla
lana en esa época desde el punto de vista no sólo de Gran Breta
ña, sino de todos los productores de Europa occidental. En lo
que respecta a la lana, todos ellos competían entre sí y tenían la
certeza de que las innovaciones podrían ser y serían rápidamen
te copiadas. En el algodón, sin embargo, Europa occidental com
petía (colectivamente) con India,113 y pudo asegurarse política
mente de que las innovaciones no se difundieran allí.
El otro gran campo de innovación fue el hierro. Naturalmen
te, la del hierro era, como la de los productos textiles, una di
las industrias tradicionales de la economía mundial europea.
1,0 Véase Lilley: "En resumen podemos decir que, aparte de la novedosa
idea de la extracción mediante rodillos, las invenciones en el hilado de algodón
hasta 1800 aproximadamente fueron en lo esencial cuestión de integrar en
nuevas combinaciones los elementos de la rueda de hilar, bien conocidos desde
hacía siglos. Eran invenciones sencillas' de hacer en el sentido de que no re
querían cualidades o entrenamiento específicos. Cualquier hombre inteligente
con el suficiente entusiasmo y la suficiente visión comercial podía hacerlas*
(1973, p. 194). Lilley sostiene que no rompieron ninguna bañ era tecnológica y
no fueron condiciones para la expansión, sino "consecuencias de los nuevos in
centivos y oportunidades creados poruña expansión más rápida" (p. 195). Véa
se también Chapmann: "Cuanto más se observa la incipiente industria de) al
godón, tanto menos revolucionarías parecen las primeras fases de su ciclo de
vida" (1970, p. 253).
ln Véase Patterson (1957, pp. 165-166). Además, la innovación no es el úni- 1
co modo de incrementar la compelítividad. El traslado del lugar de producción
es un segundo método, y bastante común. Y no sólo eso, Davis observa que
esto es lo que se hizo en el caso de la industria de la lana y el lino de Inglaterra, ;
que "durante algún tiempo pudieron reducir costes trasladándose a áreas de
bajos salarios de Escocia, Irlanda y el norte de Inglaterra" (1973, p. 307).
112 Véase Waíierstein (1974, pp. 279-280).
,J3 Hoffmann aduce las medidas del Parlamento contra los calicós indios
como la segunda de las dos circunstancias que explican las innovaciones, sien
do la otra (como se ha observado previamente) la liberación del control gre
mial (1958, p. 43).
I
Industria y burguesía 37
i
Industria y burguesía 39
menos duro con los franceses en un'debate en la Cámara de los Lores referente
al Tratado de Edén. Según afirmó “Ninguna nación comenzó nunca a buscar
combustible bajo tierra hasta que desaparecieron sus bosques" (Parliamentary
History o f England, vol. xxvi, 1816, p. 545).
124 Mil wal'd y Saul (1973, p. 173). Es curioso que en un punto posterior de
su libro, Landes dice lo mismo: “Incluso la liberalidad de la naturaleza perjudi
ca, pues la abundancia “relativa" de madera parece haber propiciado la conser
vación de la técnica tradicional" (1969, p. 126).
125 Véase Mantoux (1928, p. 304).
126 Véase Deane (1979, p. 103).
127 Hobsbawm (1968, pp. 48-49).
40 I m m a n u e l Wallersteh}
j
sostiene que uno puede "imaginar" un crecim iento sostenido
sin la industria textil del algodón, pero "sin una expansión ene!
hierro hubiera sido inconcebible".128 Este debate es revelador
respecto a la fluidez (o confusión) en el modo de emplear el
concepto de revolución industrial.
Un ejemplo clave es el conocido argumento de que la revota
ción industrial en Gran Bretaña a finales del siglo xvm y princi-
píos del xix es revolucionaria debido a que señaló la instaura*
ción de la fábrica como marco de la organización del trabajo
en la industria. Pero, por una parte, sabemos que habían existi
do fábricas (en el sentido de concentración física bajo un mis
mo techo de múltiples trabajadores pagados por un empresa
rio) antes de esa época.129 Por otro lado, es fácil exagerar el
punto hasta el cual se había introducido el sistema de fábricas
en esta época, incluso en el caso de Gran Bretaña.130
Naturalmente, existió una transferencia de la industria tex
til, de los centros rurales a los centros urbanos de producción.
La misma transferencia había ocurrido, recordémoslo, en el si
glo xvi, aunque se invirtiera en el xvu, pero no es fácil creer que
128 Lilley (1973, p. 203). Landes sugiere de manera acertada que esto quizá
sea un anacronismo para un análisis de las postrimerías del siglo xvm. conce
diendo a la industria del hierro "más atención de la que merece. Ni en el núme
ro de hombres empleados ni en el capital invenido ni en el valor de la produc
ción, ni el ritmo de crecimiento podía compararse el hierro con el algodón en
este periodo" (1969, pp. 88-89).
129 Los ejemplos son numerosos. La muestra más notable de la difusión de
sus primeros usos se encuentra en la industria de la seda italiana. Cario Poni
ha investigado detenidamente este tema.
Freudenberg y Redlích prefieren denominar estas estructuras "protofábri-
cas" o "talleres integrados con control centralizado" (1964, p. 394). Sin embar
go, no se ha investigado Jo suficiente hasta qué punto las fábricas de algodón
de finales del siglo xvm diferian de las anteriores.
130 "El progreso hacia la producción en fábricas fue menos universal de lo
que por lo general se sostiene" (Bergier, 1973, p. 421). Véase también Crouzel:
"La forma más extendida de organización en las grandes industrias británicas
a principios del siglo xtx era el trabajo industrial a domicilio, la combinación
de capitalismo comercial y el trabajo doméstico; la concentración capitalista se
desairolló bajo esta forma" (1958, p. 74).
Véase también Samuel sobre la industria británica del algodón: "Ahora
es posible identificar el nuevo modo de producción con el sistema de fábri
cas. El crecimiento capitalista arraigaba en un subsuelo de em presas de pe- \
quena escala" (1977, 8). AI destacar lo que considera el "lento progreso de la
mecanización" (p. 47), Samuel observa que "En la m anufactura, asi como en j
el trabajo agrícola y minero, una gran cantidad de em presas capitalistas (en
Gran Bretaña a principios del siglo xix] estaban organizadas sobre la base de ;
tecnologías manuales y no sobre tecnologías basadas en las motores de va
por" (p. 45).
;
j
I
Industria y burguesía 41
136 Kemp (1962, pp. 328-329; cf. Cameron, 1958, p. 11; Kranzberg, 1969, p,
211; Henderson, 1972, p. 75).
137 Markovitch (1976b, p. 475), que sostiene que Francia no sólo era "supe
rior a Inglaterra en poderío industrial bajo el Anden Regime (1974, p. 122),
sino que además siguió siéndolo "incluso a principios del siglo xix" (1966c, p.
317). Véase, sin embargo, Léon, cuya foimulación es más ρι-udente: "[Él
periodo 1730-1830 en Francia] muestra estar dominado cada vez más, no obs
tante la persistente inferioridad de sus técnicas, por una ola de industrializa-
• ción y crecimiento que, si no es masiva, sí al menos real y muy significativa’
(1960, p. 173; cf. Garden, 1978c, p. 36).
Véase Wilson, cuya sumaria visión de todo el periodo 1500-1800 es que "In
glaterra no se desvió del modelo europeo normal tanto como se pensó antes"
(1977, p. 151).
138 Marczewski dice que sucede "antes de 1789" en Francia pero sólo entre
1811 y 1821 en Gran Bretaña (1965, xiv). Sin embargo, admite que el creci
miento de la producción física es superior en Gran Bretaña en el siglo xix, "en ·
especial ¡a producción agrícola" (p. cxxxv).
139 Marczewski (1961a, pp. 93-94) Markovitch afirma que es difícil hablar
de un "despegue" teniendo en cuenta que toda la historia industrial de Francia
desde mediados del siglo xvw hasta ahora ha sido la de "un crecimiento econó
mico secular casi ininterrumpido" (1966c, p. 119). Milward y Saul datan la "re
volución industrial" francesa entre 1770 y 1815, aunque afirman que si se uti
liza el criterio del despegue, tal despegue no se produjo hasta mediados del
siglo xix (1973, pp. 254-255).
140 Véase, por ejemplo, Marczewski (1961b), donde las tablas demuestran
que existió un ritmo de crecimiento continuado en Francia desde 1701 a 1844
(excepto en breves períodos), característico tanto de la agricultura como de la
industria, y que el factor dominante de este crecimiento fue una industrializa-
Industria y burguesía 43
cadas del siglo xvin. Nosotros situamos esa revolución industrial concreta al
lado de al menos dos acontecimientos previos y al menos dos acontecimientos
subsiguientes" (1939, p. 253). Designa el periodo 1787-1842 como un ciclo de
Kondratieff y afirma: "Tenemos razones para creer que este largo ciclo no fue
el primero de su tipo" (p. 252). Coleman responde a Schumpeter reiterando
que el término revolución industrial debería reservarse para la de Gran Breta
ña a finales del siglo xvm, la cual, "en la larga perspectiva de la historia, fue el
cambio comparativamente súbito y violento que dio origen a la sociedad in
dustrializada" (1966, p. 350).
155 Briavoinne (1839, pp. 185-186).
40 i
Im m a n u e l Wallerstein
Μ
162 1799 es la fecha final que Soboul utiliza en su breve historia (1977a). Sin
duda, se puede elegir otras fechas finales, como 1793, 1792 o 1815. También sí
puede elegir otras fechas para el principio, como 1787 o 1763, y hacerlo es mo
dificar la interpretación. Sin embargo, elegir las fechas 1789-1799 no significa
necesariamente concordar con Soboul en lodos ios aspectos. Agulhon elige
aquellas fechas para sostener que 1830 marca la reanudación de la “revolu
ción", la cual afirma es una revolución del "liberalismo", m ientras que 1800-
1830 representa la contrarrevolución “en dos formas sucesivas": la de la dicta
dura napoleónica y la de una monarquía autoritaria y clerical (1980, p. 15).
,6:> Soboul (1977a, pp. 1, 3). El antiguo orden debe denom inarse "feudalis
mo, a falta de un mejor nombre" (Soboul, 1976a, p. 3). En efecto, este aspecto
negativo de la revolución es más importante que el positivo. Hablando de b
“reacción aristocrática" del siglo xvm, Soboul dice: "Desde este ángulo, la re*
volución quizá no fue burguesa, pero sin duda fue antiaristocrática v antifeu*
dal" (1970b, p. 250).
Industria y burguesía 51
mar como objeto de estudio un periodo más vasto que los años
de la Revolución francesa en sí mismos/'190
El argumento central en contra de la idea de que la Revolu
ción francesa es una revolución burguesa, es que en el siglo xvm
Francia ya no era un país feudal en ningún sentido significativo.
Cobban cita un tratado legal de la época para sostener que los
derechos señoriales eran meramente "una forma extraña de
propiedad". Por consiguiente, la presión para incrementar los
derechos señoriales que constituyó la mayor parte de la "reac
ción" feudal o aristocrática fue "más comercial que feudal".191
El argumento tiene dos partes. La primera consiste en afir
mar que la mayoría de los señores se desempeñaba en el ámbi
to económico como burgueses, y que "basta con ampliar un
poco la terminología" para definir la nobleza como "burguesía
triunfante".192 En contra de la "errónea" imagen tradicional del
noble francés provincial como un individuo "indolente, apático
y empobrecido", debería considerarse, en la mayoría de los ca
sos, como un "terrateniente activo, astuto y próspero",193 cuyo
papel en los avances de la agricultura ha sido "a menudo me
nospreciado" en comparación con el papel desempeñado por
el noble inglés, "en ocasiones exagerado".194 Así, había "no
bles que eran capitalistas" y que se encontraban en los "estratos
más altos" de la nobleza.195 Si uno analiza cuidadosamente los
)
Industria y burguesía 59
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Industria y burguesía 61
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11
Industria y burguesía 63
;I
Industria y burguesía 65
228 Guerin admitió en 1968. que Soboul y Rudé. habían "revisado a fondo su
dogmatismo robespierrista y estaban más dispuestos a admitir que la decapita
ción de la comuna de París, la destrucción de la democracia por su base consti
tuyó un golpe mortal para la revolución" (1968, vol. u, p. 524). Por lo que se re
fiere a Cobb, ha adoptado buena parte de "mis criticas a Robespierre y al
robespierrismo" pero "raras veces es consecuente consigo mismo" (p. 534). En
cualquier caso, Soboul y Cobb, por "poco equitativos que sean en sus críticas a
mi obra, la han confirmado y completado de manera implícita (p. 536).
Véase Higonnel sobre el papel del movimiento de Babeuf: “Está claro que la
importancia del movimiento de Babeuf depende del lugar que se otorgue al so
cialismo y a la guerra de clases en el orden histórico-mundial. Si la Revolución
francesa se considera como una Ding an sich, Babeuf no importa mucho. Pero
si se ve como el primer acto del pueblo-versMS-capitalismo, sí que importa mu
cho" (1979. p. 780).
229 Milward y Saul (1973. p. 252); cf. una versión más limitada de Moore:
"Por consiguiente es correcto sostener que el campesinado fue el árbitro de la
revolución, aunque no su principal fuerza motriz" (1966, p. 77).
230 Véase Mackrell: "La concepción marxista de que la revolución contem
pló tanto el derrocamiento del feudalismo como el advenimiento del capitalis
mo en Francia difícilmente cuadra, entre otros hechos, con la parte importante
que los campesinos tuvieron en el derrocamiento del 'feudalismo'" (1973.
p. 174).
231 Véase Hunecke que ataca a la "historiografía ’revisionista"' (Cobban. Fu
ret y Richet) basándose en que la revolución campesina "en lo que tenía de
nuevo, apuntaba al futuro y no al pasado" (1978, p. 315). Gauthier desea ver a
los campesinos desempeñar un papel "progresista" en el desarrollo del capita
lismo. "El campesinado no se oponía al capitalismo en general, sino a una for
ma de capitalismo favorable a los señores" (1977, p. 128).
68 Im m a n u e l Wallersiein
238 Furet (1978, pp. 43, 84). Pero, ¿quién es la “sociedad real”? Barber obss·
va que “la burguesía que más sufrió [...] fue la burguesía media, la que aspirabi
a carreras legales, políticas, militares o eclesiásticas. Era muy difícil eliminar
con la legislación a los grandes financieros o a los líderes intelectuales” (195S
P- 143).
Industria y burguesía 71
1 “En 1762 la paz de París selló la derrota de Luis XIV, y la paz de los Piri
neos en 1659 había sellado la derrota de Felipe ΙΓ (Dehio, 1962, p. 117).
2 Labrousse (1954, p. vii). En una obra anterior, Labrousse había sido aún
más preciso al hablar de “la gran oleada de prosperidad observada en Francia
entre 1733 y 1817" (1944, p xi). Léon (1966, p. 20) habla de forma similar de los
100 años “decisivos" entre el final de la Regencia (1723) y los inicios de la Mo
narquía de Julio (1830-1840).
3 Soboul (1976a, p. 4). P. K. O'Brien afirma: “No tenemos datos reales sobre
el incremento de la producción, sólo datos sobre los precios" (información per
sonal). Labrousse en su obra clásica sobre los precios ofrece índices similares
para los precios franceses —1733:100, 1789:192, 1816:254— y europeos: 100,
177, 269. Considera este aumento de los precios “único [...] en su amplitud"
desde las subidas de hacía 300 años (Labrousse, 1933, pp. 143-144). Sée lo con
sidera "una réplica del famoso aumento del siglo xvi" (1933, p. viii). Véase tam-
[77]
78 Immanuel .
bién Lüthy (1961, p. 12). Abel (1973. pp. 269-270) calcula un aum ento del 163$
en los precios del trigo en Francia desde 1740 a 1810, un aum ento del 250$
para Inglaterra y afinma que en toda Europa al menos se doblaron los precios
lo que hace de Francia uno de los países relativamente menos inflacionarios
Deane y Cole (1967, p. 14) hablan de la "tendencia al alza del nivel de precios’
en Gran Bretaña, que se inició "un poco antes de m ediados de siglo”, perol*·
servando para la década de 1790-1800 la descripción de "perturbaciones vio
lentamente inflacionarias”.
4 Morineau (1978, p. 386).
Lucha en el centro 79
5 Véase Daniére (1958a, pp. 318-319). Landes sostiene sin embargo (1958a.
p. 335) que este efecto de las cosechas sobre la actividad comercial se restringe
a situaciones “extremas” (es decir, a hambrunas).
6 Hay muchas descripciones de este fenómeno en los escritos de Labrousse
y en otras panes. Quizá su formulación breve más lúcida se encuentre en La
brousse (1945. pp. iv-v).
7 Éste es por supuesto el hallazgo empírico central de la obra de Labrousse.
Véase en particular Labrousse (1933, vol. u. pp. 379, 399, 444).
8 La "verdadera crisis de la agricultura francesa, a finales del reinado de
Luis XV y ocasionalmente durante el reinado de Luis XVI, [fue] la crisis provo
cada por un empeoramiento de las condiciones climáticas” (Morineau, 1971, p.
80 Im m anuel Wallers
j
Lucha en el centro 81
i
Lucha en el centro 83
22 Slicher van Bath (1969. pp. 173-174) considera que 1755 es el "punto de
inflexión en las tasas de los precios". Observa que el precio medio del trigo en
Europa desde 1760 hasta 1790 fue de un 30 a un 40% superior que su precio
desde 1721 a 1745 y constituyó “una importante subida después de un periodo
más largo de lo usual de precios constantes desde 1660, aproximadamente
(con la excepción del periodo de la guerra de Sucesión española)". O'Brien
(1977) fecha el inicio de la subida de precios en 1745.
23 Abel (1973, p. 281). Bourde (1967, vol. m, p. 1571) fecha el periodo de la
primera gran "intensificación de la producción" de manuales agronómicos en
Francia en 1750-1770.
24 Véase bíter alia, Deane (1979, p. 38).
25 Hufton (1980, p. 23). Las principales polémicas sobre este tema, antes cita
das, son las de Kerridge (1967) y Morineau (1971). Goy y Head-Kónig revisan a
la baja la estimación de Toutain del incremento de la productividad agricola
francesa en el siglo xvm (1969, p. 263); véase también Le Roy Ladurie (1975, p.
395). O'Brien (1977, p. 175) no considera que la "capacidad para el cambio” de
Gran Bretaña en el periodo 1745-1820 sea "tan impresionante". Nos recuerda
que ese fue precisamente el periodo en el que los economistas clásicos inventa
ron la ley de rendimientos decrecientes.
De modo similar. Turner sostiene que este cambio en la productividad ocu
rrió en gran parte antes de 1770, y que por tanto fue una condición para el cre
cimiento demográfico no una respuesta al mismo. Sostiene que la "productivi
dad [en Inglaterra], medida por los mayores rendimientos, se mantuvo
invariable desde 1770 o antes hasta después de 1830, y esto en la época de la re
volución demográfica" (1982, p. 506).
86 Im m anuel Wallerst^
2i Véase Le Roy Ladurie (1975, pp. 434-437). Meyer (1966, vol. u. pp. 1248)
encuentra el mismo fenómeno en un reducto de privilegios feudales como Bre
taña. "En realidad los demchos señoriales en sentido estricto, por elevados que
fueran, representaban un porcentaje más bien pequeño de los ingresos de la
nobleza. La importancia del sistema feudal* estribaba mucho más en el eleva
do coste de las ‘exacciones* irregulares (casuels: lods el ventes, rachais) de los
diezmos enfeudados y. sobre todo, en el poder social arbitrario que atribuía a
quien disfrutara de ellos, fuera noble o perteneciera al estado llano."
29 Véase un resumen en Labroussc (1933, vol. !t, pp. 361-362).
50 Hufton (1980. pp. 26, 28).
31 La frase y las estimaciones de porcentajes son de Le Roy Ladurie (1975, p.
434).
32 Goodwin (1965a. p. 358). Vcase también Gruder (1968, pp. 226, 228): "es
probable [...] que en las últimas décadas del siglo [xvm] la burguesía, en espe
cial la alta burguesía, la burguesía rica, no dejara de tener relaciones con los
que estaban por encima de ella, y tampoco tuvieran vedado el progreso profe
sional y social. El rango no era inalterable; el nacimiento ya no predeterminaba
las cañeras. [El burgués] podía progresar por los caminos aceptados si tenía los
instrumentos que se requerían para el éxito: capacidad y dinero. Además, tam
bién deseaba convertirse en noble."
¿Eran tan diferentes las cosas en la Inglaterra del siglo xvm? El hombre co
mún rico se convertía en miembro del parlamento, y desde allí podía aspirar a
ser ennoblecido. "En 1784, la Cámara de los Comunes se consideraba univer
salmente como la ruta hacia la Cámara de los Lores" (Namier, 1957, p. 14).
33 "[La clase terrateniente] se fortalece más que la nobleza señorial como tal
88 Im m anuel Wallerstei^
(derechos señoriales), que la iglesia como tal (diezmos), que el Estado como
tal (impuestos)” (Le Roy Ladurie, 1975, p. 584).
34 Aberdam (1975, p. 75). Como además el fermier podía subarrendar a al
guien que a su vez podía subarrendar, la categoría de "fermier" era amplia.
35 Esto es una adición a la calidad de sus tierras. Como Léon (1966, p. 18)
señala en relación al sudeste de Francia, los grandes terratenientes tenían las
mejores tierras cerealeras y en especial los mejores viñedos y campos, fuente
de los beneficios más sustanciosos”.
Sin embargo, debemos tener en cuenta la advertencia de Marc Bloch (1930.
p. 513) sobre las intenciones de la clase señorial: "Sería muy artificial hablar
(...] de la política agraria de la clase señorial concebida com o un bloque: esto
sería atribuir a su actuación una unanimidad en la concepción de sus intere
ses, una seguridad de pensamiento [...], una conciencia de clase [...] que estaba
muy lejos de tener hasta ese punto. Pero al menos si cabe discernir ciertas ten
dencias generales."
36 Bourde (1967, vol. i, p. 538, η. 1) señala que el rasgo clave del droit de por-
cours que implica el derecho recíproco de llevar a los anim ales a pastar a una
parroquia vecina es que era "una extensión, por consentimiento m utuo [de las
dos parroquias], de la zona de vaine páture". Véase la definición legal en el Ri-
pertoire de jurisprudence citado en Sée (1913, p. 265).
37 Véase Bloch (1930).
Lucha en el centro 89
del periodo posterior a 1750 tuvieron menos éxito que los in
gleses. Una maquinaria estatal más débil en Francia y un cam
pesinado políticamente más débil en Inglaterra provocaron dos
resultados políticos bastante diferentes en los dos países. Sin
embargo, también es cierto lo contrario. Los hacendados ingle
ses del periodo posterior a 1750 tuvieron menos éxito que los
franceses en sus intentos por aumentar las rentas percibidas.
Los "derechos" consolidados de los arrendatarios ingleses a la
renovación de su contrato evitaron la rápida renovación de los
arrendatarios, práctica que era "proverbial" en Francia.38
Si preguntamos por qué sucedió esto, podríamos llegar a la
explicación, casi opuesta a la habitual, de que se debió a dos
factores combinados: por un lado, en Francia estaban más di
fundidos los valores capitalistas (la consagración del derecho
del propietario a disponer de su propiedad), mientras que en
Inglaterra persistían más los valores tradicionales (los dere
chos adquiridos de un arrendatario establecido); por otro lado,
el Estado francés, en comparación con el británico, tenía me
nor capacidad para imponer el cambio. Como observa Forster,
los esfuerzos de los grandes arrendatarios agrícolas franceses,
concentrados en la producción de cereales para aumentar la
seguridad de su arrendamiento, los periodos de arrendamiento
más largos y los descuentos para seguros fueron considerados
"una interferencia injustificada en la libertad del contrato".39
La imagen global de los cercamientos ingleses es bastante
clara. Hubo una considerable aceleración del ritmo de los cer
camientos después de 1750, lograda en gran parte no mediante
contratos privados sino a través de decretos parlamentarios (es
decir, por medio del Estado). Pero hoy somos conscientes de
que esto es sólo la culminación de una larga tendencia que
38 Forster (1970, p. 1610). "Menos éxito" no quiere decir que las rentas no
aumentaran. Pero con más frecuencia, el sistema al que recurrían los terrate
nientes ingleses para aum entar sus rentas era el cercamiento. Véase Mingay
(1960, p. 377). Véase también Parker (1955), que quiere destacar lo graudal del
incremento de las rentas y hasta qué punto fue un fenómeno menos cataclis-
mático de lo que a menudo se afirma.
Por supuesto, el poder de la burocracia en Francia iba en aumento, pero no
tanto como en Gran Bretaña. Aunque el Estado francés no estaba en posición
(a diferencia del británico) de conseguir muchos cercamientos, era lo suficien
temente fuerte para hacerse con otras muchas funciones que antes habían jus
tificado la recaudación de derechos del señor. "Desestabilizando" de este modo
la función del señor como recaudador de derechos feudales, contribuyó a con
vertir el señorío en un "negocio" (Root, 1985, pp. 680-681).
3* Forster (1970, p. 1614).
90 Im m anuel
pués de mediados del siglo [xvm]. Los avances en eficacia se exageran con faci
lidad." Finalmente, Abel (1973. pp. 283-284) concuerda con esta ¡dea, señalan
do: "En la opinión unánime de los contemporáneos, la causa inmediata de la
extraordinaria multiplicación de los cercamientos fue la subida de los precios
del cereal. Francia ofrece el mismo espectáculo."
44 Deane (1979, p. 44); véase también Hill (1967, p. 269).
45 Labrousse (1970, p. 698).
46 Huíton (1980, p. 31).
47 Véase por ejemplo, Ashton (1924, p. 104) sobre la industria del hierro en
Inglaterra a principios del siglo xvm: "El hierro inglés se vendía en el mercado
interior en competencia con un producto extranjero. La competencia se sentía
con mayor intensidad debido a que la demanda de hierro era [...] poco elástica.
No es de extrañar por consiguiente, que el acosado herrero inglés fuera tan
proteccionista.*' La falta de elasticidad de la demanda de hierro cambiaría con
la expansión de la economía-mundo.
48 Marczewski habla de un incremento posterior a 1715 (1963, p. 137), Foh-
len de uno posterior a 1715-1720 ( 1973, p. 12). Léon (1954, p. 200), en referen
cia al Delfinado, habla de 1732, más próximo a la fecha general de Labrousse
de 1733 para la renovada expansión económica francesa.
49 Deane y Cole (1967, p. 58; véase también Deane, 1973a, p. 170) se han
convertido en los principales adalides de la década de 1740 como fecha a partir
de la cual data la "revolución industrial". Han sido criticados por quienes con
sideran que los desarrollos industriales a partir de 1740-1780 son de importan
cia relativamente secundaria, y quieren, como Rostow, subrayar la trascenden-
92 Im m anuel Waller,^
.
Lucha en el centro 93
parte. La razón fue simple: los "mercados protegidos de los competidores euro
peos [de Gran Bretaña]”. A su vez. el comercio británico con Norteamérica, las
Indias Occidentales e Irlanda "constituía un sistema casi cerrado del que los
competidores estaban excluidos de manem rigurosa.
53 Davis (1973, p. 306). El mercado de la Norteamérica británica era muy
importante dada la decuplicación de su población entre 1700, el inicio de la
Revolución americana en 1775 y los elevados salarios de aquellas colonias. Véa
se Butel (1978a, p. 64). Irlanda fue otro mercado importante para Gran Breta
ña. similar al de la Norteamérica británica. Véase Davis (1969. p. 107).
34 Milward y Saul (1973, p. 104) afirman: "Después [del tratado de Utrecht
en 1713] la expansión del comercio entre Europa y otros continentes se hizo
más significativa cada vez y aquel comercio creció mucho más de prisa que el
que se daba dentro de los confines de Europa."
55 Véase Deane (1979, p. 55).
56 Crouzet (1980, p: 50). Un elemento de incertidumbre es que es preciso
añadir al cuadro el contrabando. Cole (1969, pp. 141-142) afinma que "las ra
mas legales e ilegales del comercio de importación [¿y exportación?] de Ingla
terra tendían a moverse en direcciones opuestas en el siglo xvn", y que, por
tanto, si se tuviera en cuenta el contrabando se amortiguarían las fluctuaciones
registradas. Cole estima que las mercancías de contrabando constituyeron una
cuarta o quinta pane del valor total. Mui y Mui (1975) critican los datos de
Cole. En todo caso, no tenemos una comparación con Francia.
94 I m m a n u e l Wallers
57 Braudel (1984, p. 347) concluye, a partir de sus datos que "hacia finale
del siglo xvii, Francia estaba en vías de tener una red densa que podría cal
carse como propiedad de mercado nacional". De modo similar, Louise Tilly»
cuentra una "tendencia [...] hacia un mercado nacional [de cereales en Frac-
cia] ya a finales del siglo xvn" {1971, p. 43). Le Roy Ladurie (1978, p. 3$
habla del "desarrollo del mercado interno" de Francia com o uno de los de-
mentos principales de la expansión de la agricultura en el siglo xvm (1975.p
398). Morineau (1978, p. 379) advierte sin embargo que la unificación de ¿
precios apunta no tanto un mercado unificado (dado "el difícil y costoso trans
porte a larga distancia”) como un "bloqueo de las transacciones, la creacióo
que hacen sus habitantes de zonas de defensa económica de las fuentes deh
oferta local". Véase también Bosher (1965, pp. 577-578).
58 Por lo que se refiere a los canales, Inglaterra construyó muchos más ves-
taba por consiguiente muy por delante de Francia en cuanto a vías navegable
per cápita o por kilómetro. Sin embargo, los canales franceses representabas
mayores logros de ingeniería, en particular en el Languedoc, logros que senta
ron la "base técnica [...] para la vasta expansión del sistema de canales en Eu
ropa que tuvo lugar en el periodo posterior de desarrollo indsutrial" (Skemp-
ton, 1957, p. 458). La bibliografía sobre Inglaterra pone énfasis sobre h
"revolución" del transporte en términos de economía de los costes de almace
namiento, disminución de los robos como consecuencia de la reducción <tó
tiempo de transporte, etc. Véase Deane (1979,· pp. 85-86); véanse también Gi
rard (1966, pp. 216-217) y Bagwell (19747 pp. 25. 43, 55). Letaconnoux (1909.
pp. 282-283), reflexionando sobre el transporte fluvial de Francia, sugiere que
las economías se exageraron dado que los analistas pasaron por alio en s®
cálculos las pérdidas producidas por el transporte y el bandidaje. Los canales*
los ríos eran mejores que las carreteras; Girard (1966, p. 223) afirma que¿
coste de transporte se reducía de un 50% a un 75%. Arbellot (1973) obsera
sin embargo, una gran mejora de las carreteras francesas durante el siglo XYflt
Lucha en el centro 95
72 Véase Ramsey (1939. p. 183). Pero Choiseul fue depuesto en 1770, cuan
do estaba dispuesto a arriesgar una nueva guerra en lugar de ceder las Malvi
nas a Gran Bretaña, dado que esas islas controlaban el acceso a los estrechos
de Magallanes y al Cabo de Hornos. Véase Guillerm (1981, vol. ti, p. 451).
73 Boulle (1972. p. 109), que sostiene (p. 93): "Gracias al mercado de escla
vos, Nantes disponía de bajo precio y cantidad, los dos motores de la indus
tria moderna. Y también de capital, acumulado por la oligarquía de comer
ciantes de esclavos."
74 Boulle (1972, pp. 103, 106, 108, 111). Dardel (1963, p. 52) informa del
mismo tipo de reversión económica en Ruán, pero considera que es en 1769
cuando se produce el cambio. Bergeron (1978e, p. 349) afirma que la idea de
que Ja economía marítima de Francia era marginal para la auténtica Francia,
basada en los artesanos y campesinos, es "simplista" e insiste en los "nexos
múltiples y vitales" entre ambas a finales del siglo xvui. Pero en ese caso, razón
de más para inferir de esto que el daño causado a la Francia adámica tuvo gra
ves repercusiones en otras partes.
75 Morineau (1980b, p. 298). Lüthv calificó el impacto de la guerra de los
Siete Años en las finanzas francesas de un "1914 del siglo xvin". Citado en Ber
geron (1978b. p. 121). Véase también Price (1973, vol. I, p. 365), quien conside
ra la guerra de los Siete Años "un punto crítico de cambio en la historia fiscal
de la Francia del xvnf.
ιυ υ I m m a n u e l Wallerstein
76 La guerra de los Siete Años había sido en sí misma uno de los motores de
la expansión previa del comercio mundial, puesto que el abastecimiento a los
ejércitos de ultramar se convirtió en un gran motor para el incremento de las
exportaciones. Parte de este efecto se trasladó al tiempo de paz. Davis (1969, p.
114) se pregunta acerca de "qué parte del aumento de las expoliaciones (britá
nicas] a Norteamérica en los años [posteriores a 1763] se debió a las demandas
de las guarniciones, cuyo número en las colonias era muy superior al de antes
de la guerra".
En todo caso, este efecto fue insuficiente. Hubo una caída en el comercio,
aunque hay ciertas discrepancias sobre si se inició en la década de 1760 (Cole.
1981, pp. 39-43; Crafts, 1981, p. 16; Crouzet, 1980, pp. 50-51; Fisher. 1969, p.
160; Frank, 1978, pp. 170-171) o data únicamente de 1770 (Labrousse, 1944,
xxm; Davis, 1979, pp. 31-32).
77 Habakkuk (1965, p. 44). Véase también Cole (1981, p. 41), que especula
sobre qué podría haber sido Inglaterra si hubiese sido una economía cerrada:
"En lugar de estar adelantada [en 1800] en el camino de convertirse en una na
ción industrial, [Inglaterra] no hubiera comenzado todavía ese viaje."
Lucha en el centro 101
i
Lucha en el centro 103
Una vez más, resulta que las sólidas normas que gobernaban
los derechos de propiedad existentes en Francia fueron la "des
ventaja” de dicho país frente a Gran Bretaña, donde los dere
chos de propiedad no estaban tan bien asentados. Esto permi
tió una mejor resistencia a la usurpación en Francia.
Si ahora volvemos a la imagen de la liberalización de los pre
cios del cereal, descubrimos otra ironía. Fue Francia, no Ingla
terra, la primera que intentó aplicar La riqueza de las naciones
de Smith, incluso antes de que fuera publicada. En la Declara
ción de mayo de 1763 y en el Edicto de julio de 1764, el gobier
no francés rompió con la tradición de la regulación y estableció
el "liberalismo cerealero". La Declaración implantó la libre cir
culación en toda Francia, y el Edicto permitió la libre exporta
ción de grano y harina.86 Estos decretos fueron en parte una
respuesta a la "humillante, [...] desmoralizadora y desorganiza-
1,4 Lévy-Leboyer (1964, pp. 25, 29). Este punto de vista es compartido por
Pugh (1939, p. 312), quien consideró el "New Deal" de Calonne en 1783-1787
como medidas destinadas a desabollar el capitalismo en Francia. "La revolu
ción interrumpió la obra [de Calonne] y permitió que Inglaterra alcanzara tal
ventaja en el desarrollo industrial que Francia nunca consiguió ponerse a su al
tura."
,,s Lefebvre (1939, p. 24).
112 Im m a n u e l Wallersiein
(1965, p. 266). Es por esta razón por lo que el argum ento de Skocpol (1979,p
64) de que fue “su tendencia irreprimible a la guerra [lo que) llevó a la monar
quía borbónica del siglo xvm a una aguda crisis financiera" me parece desacer
tada. La “tendencia" no me parece mayor en Francia que en Gran Bretaña, ti
vez menos. “¿Quién no comprendería [...] los temores de un Turgot" cuanto
supiera del inicio de la guerra americana? (Morineau, 1980b, p. 309). Por lo
que se refiere a Necker, Grange (1957, p. 29) observa que fue “esa guerra ame
ricana que odiaba [lo que] le impidió llevar a cabo la mayoría de sus provec
tos". Fue Pitt, permítasenos recordar, quien lamentó la paz de París.
122 Mathias (1969, p. 44). Deane y Cole (1967, p. 47) consideran la guem
americana un "interludio desastroso" en medio de lo que, en otros aspectos*
fue un "periodo de rápido crecimiento" del comercio exterior británico a pans
de la década de 1740. Ashton también habla del “desastre de 1755" (1948, p.
148).
123 Meyer (1979a, p. 187).
124 Lüthy (1961, p. 592). Sobre la decepción francesa en lo tocante a sus es
peranzas de un aumento de su cuota del mercado norteam ericano, véase Gode*
chot (1980d, p. 410): "En lugar de un comercio activo con los Estados Unidos
[1778-1789] que llevara prosperidad a ambos países, [...] hubo un comercio es
tancado o, peor aún, un comercio unidireccional que despojó a Francia de li
quidez sin reportarle ningún beneficio."
125 Una situación típica puede encontrarse en la cuestión de la expoitactóe
Lucha en el centro 115
mercio inglés y que el interés de su país era por tanto aliarse con Francia.[Sis
embargo] el comercio entre Holanda y Estados Unidos [después de 1783] no
alcanzó la importancia que habían esperado los mercaderes, puesto que los
puertos americanos renovaron sus vínculos con Inglaterra’' (Godechol. 196:.
pp. 108-109).
Por consiguiente Francia sufrió pérdidas económicas en el norte de Europa
(como Gran Bretaña pero ¿quién perdió más?) debido a la guerra americana,
puesto que la lucha naval franco-británica creó un vacío comercial parcialmen
te llenado por el "comercio neutral” de esos países. Véase Meyer (1979a, pp,
213-214).
130 Cobban (1963, p. 122).
131 Véase Morineau (1980b, pp. 312-313), quien afirma que la deuda ascen
dió a unos mil o mil trescientos millones de libras. Es objeto de discusión b
importancia que tuvo en este proceso la venta desesperada de rentas vitalicias
(rentes viagéres) durante la güeña americana, sin considerar la edad del com
prador. Riley (1973, p. 742) lo considera "costoso”; H an is (1976, p. 256) afirma
que "aún está por demostrar que estos créditos fueran catastróficos". Sin em
bargo, precisamente las rentes viagéres no eran "créditos", a diferencia délas
rentes peipetuelles. Véase Taylor (1961, pp. 959-960).
Además, los créditos estatales ofrecían "beneficios especulativos inusuales’,
y atrajeron capital de Ginebra, Amsterdam, Londres y Genova. El resultado fue
que en 1786 "los precios y los créditos estaban demasiado inflados". Esto provo
có temor a la insolvencia estatal, amenazando "la entera estructura del capita
lismo comercial francés, por no hablar de los centros financieros extranjeras'.
El nexo con la revolución puede verae con claridad en el hecho de que la Asam
blea Nacional dio en 1789 tres garantías explícitas de esos créditos estatales. Y
"fue Talleyrand, obispo y agiotista, el que encabezó la lucha por restablecerla
solvencia gubernamental nacionalizando la propiedad de la Iglesia". Como sa
bemos, esto no hizo más que retrasar el final. En 1793, los asignados y la Con
vención "destruyeron la riqueza especulativa” (Taylor, 1961, pp. 956-957).
132 Roberts (1978, p. 8).
133 Véase Le Roy Laduriey Quilliet (1981, p. 386).
134 Hobsbawm (1962, pp. 79-80).
,3S Morineau (1980b, p. 329). Y la diferencia tampoco estribaba en el siste-
Lucha en el centro 117
por tanto el nec plus ultra de un comercio cuya esperanza contribuyó a qu»
Francia sacrificara cientos de millones [de libras] y varias generaciones <fe
hombres." Para Amould, la razón por la que este decreto no resultó rentable
era doble: la mala calidad de las mercancías francesas y la competencia aciw
(en el mercado norteamericano) de otros estados europeos (véase p. 235). In
cluso los holandeses suplicaron a Luis XVI que revocara el decreto, afirmando
que eran los ingleses quienes se beneficiaban de él, tanto a sus expensas como
a las de los franceses. Véase Morineau (1965, p. 225).
,46 Véase Godechot (1980a, p. 81).
147 Véase Habakkuk (1965. p. 39).
Braudel (1984, p. 379).
149 Vergennes y Rayneval, los principales negociadores franceses, "deseaban
una política de clearing a la Briand, solventando las diferencias que separaban
a los dos pueblos vecinos. Además, el momento era grave desde un punto de
vista financiero; una nueva guerra podía provocar un colapso interno. Era ne
cesaria una larga paz para restablecer el trono y la econom ía nacional. Ore
cosa es segura: la negociación fue el resultado de la insistencia francesa” (Ca-
hen, 1939, p. 258). En efecto, la iniciativa francesa "fue recibida con profundas
sospechas por Pitt el joven, que sospechaba de los franceses incluso cuando pa
recían regalar algo" (Cobban, 1963, p. 111). Si los británicos estuvieron de
acuerdo en negociar, fue sin duda porque ambos gobiernos "estaban bajo la in
fluencia de consideraciones de carácter práctico porque necesitaban incremen
tar sus ingresos" (Henderson, 1957, p. 105). Además, los franceses presionaron
a los británicos para que negociaran por medio del decreto del 17 de julio de
1785, que volvía a imponer prohibiciones a las m anufacturas inglesas, y enta
blaba negociaciones con Holanda para un nuevo tratado comercial. Véase Du
mas (1904, pp. 30-35). También amenazaron con anular (Dumas, 1904, p. 36)
el tratado de Utrecht de 1716, es decir, el tratado de navegación y comercio fir
mado el mismo día que el tratado de paz. Véase Ehrm an (1962, p. 30, n. 4). Es
útil recordar que en 1716 el parlamento británico había rechazado las cláusu
las ocho y nueve del tratado, que hubieran abierto am pliam ente el comercio
entre ambos países porque en aquel momento la industria francesa "todavía
inspiraba tal temor entre los industriales ingleses que se sentían incapaces de
luchar contra ella" (Dumas, 1904, p. 3). Briavoinne hizo esta misma observa
ción en 1839 (p. 193). Los franceses cargaron por tanto con las "desventajas*
Lucha en el centro 121
Suponiendo que los resu ltad o s no sean los previstos, ¿es preferible
procurar la p ro sp erid ad de u n o s pocos fabricantes de hierro y acero, o
la del reino? ¿A um entar el n ú m ero de fabricantes, o el de productores
agrícolas? Y, su p o n ien d o que qued em o s in undados de artículos de
hierro ingleses, ¿no podem os volverlos a vender en E spaña o en otras
partes?157
prendían que "su principal interés estribaba en conseguir materias primas ba
ratas y mercados libres para la venta de sus mercancías" (1928, p. 400).
163 Véase Browning (1885, p. 354).
164 Véase Dumas (1904, pp. 14-15).
165 "Los intereses del algodón, el hierro y la cerámica se [...] inclinaban en
favor de la política del gobierno. Pues todas estas ramas del comercio tenían
mucho que ganar con un acceso más amplio al mercado francés, y ninguno te
nía razones para temer una seria competencia por parte de las manufacturas
francesas" (Ashton, 1924, p. 171).
Dos estampadores de calicó manchesterianos, Joseph Smith y Robert Peel,
consideraban que las ventajas comerciales del algodón inglés se debían a su
maquinaria que ahorraba costes. "Es imposible predecir con qué rapidez con
seguirán estas máquinas los países extranjeros, pero incluso cuando las obten
gan, la experiencia que tenemos en su uso nos dará tal ventaja que yo no teme
ría la competencia" (citado en Edwards, 1967, p. 51).
166 Véase Bowden (1919, pp. 25-26).
167 A. E. 46, 1788, p. 239.
168 Morineau (1978, p. 411). Lo que también se califica de "formidable com
petencia" (Furet y Richet, 1973, p. 26).
126 Im m a n u e l Wallers^
,á5 Έ 1 v in o e s u n p r o d u c t o d e u n a e c o n o m í a a b ie r ta , u n p r o d u c to
o r ie n ta d o a l m e r c a d o . L a e c o n o m í a d e l v in o e s i n t e m a c i o n a r (L a b r o u s s e .
1944. p p . 2 0 7 . 2 1 1 ) .
V éase L a b r o u sse (1 9 4 4 , pp. 5 8 6 -5 8 8 ).
187 Ibid. (p p . 5 7 9 - 5 8 0 ) .
D ardel (1 9 4 8 , p. 6 2 ).
130 Immanuel Wallersi^
sita e s r e c o n o c e r q u e lo q u e D e h i o ( 1 9 6 2 , p . 1 3 9 ) d i c e d e l c o n f li c t o m i l i t a r — "la
r e v o lu c ió n e n t a b ló la g r a n l u c h a n o c o n u n s e n t i m i e n t o d e s u p r o p ia fu e r z a
s in o m á s b ie n c o n e l c o r a j e d e la d e s e s p e r a c i ó n " — s e a p lic a m utatis mutandis a
tod a la ú lt im a f a s e d e la l u c h a p o r la h e g e m o n í a d e la e c o n o m ía - m u n d o .
132 Im m anuel Wallersi
a m e n a z a d ir e c ta al c o m e r c i o y a la s e g u n d a d m ilit a r d e G ra n B r e ta ñ a . El q u e
los b a r c o s d e g u e r r a f r a n c e s e s f o r z a r o n s u e n t r a d a e n el r io , s u p u s o q u e A m b e -
rcs, la p r o v e r b ia l ‘p isto la * d ir i g id a a l c o r a z ó n d e In g la te r r a , p o d ía u s a r s e c o m o
una b a se n a v a l a n t ib r it á n ic a o i n c l u s o c o m o u n a b a s e d e in v a s ió n . N in g ú n o tr o
a cto a is la d o h iz o m á s p o r s a c a r a l r e t i c e n t e P itt d e s u p o lít ic a d e n e u tr a lid a d "
(A sc h e r so n , 1 9 7 5 . p. 9 0 ) .
207 R o u s s e a u ( 1 9 4 7 [ 1 7 6 2 ] ) , lib r o tt, c a p í t u l o n i.
20* T o d o p a r e c ía e s t a r d e s m o r o n á n d o s e ; v a n o s e tr a ta b a s ó l o d e p r o b le m a s
tan d ir e c to s c o m o la s c o n s e c u e n c i a s e c o n ó m i c a s d e l t r a ta d o d e E d é n . Cf. la e x
p o s ic ió n d e L e fe b v r e ( 1 9 4 7 b , p p . 3 2 - 3 3 ) p a r a la s c o n s e c u e n c i a s d ip lo m á t ic a s
in d ir e c ta s d e la c r i s i s d e la s f i n a n z a s f r a n c e s a s : ‘ P o r fa lta d e d in e r o , el g o b ie r
n o fr a n c é s t u v o q u e p e r m it i r q u e l o s p r u s i a n o s in t e r v in ie r a n e n H o la n d a [e n
1788] e n a p o y o d e lo s e s t a t ú d e r e n c o n t r a d e la b u r g u e s ía h o la n d e s a ; lo s e s ta -
lú d er r o m p ie r o n s u a li a n z a c o n F r a n c ia y s e u n ie r o n a In g la terra ."
1 I mmanue l Wallersi%
2.1 C ita d o p o r C o b b a n ( 1 9 6 3 , p. 1 3 7 ).
2.2 "En e l s i g l o x v iií , la p r e e m i n e n c i a p o lít ic a y la f o r tu n a e c o n ó m i c a d e la
n o b le z a b r itá n ic a h a b ía s u s c i t a d o e n e l c o n t in e n t e , y e n p a r tic u la r e n F r a n c ia ,
la m is m a a d m ir a c i ó n y e n v i d i a q u e la p r o p ia C o n s t it u c ió n b r itá n ic a . T a le s im
p r e s io n e s, a u n q u e b a s a d a s e n u n a e x p e r i e n c i a li m it a d a d e l f u n c io n a m ie n t o in
te m o y d e la s c o n v e n c i o n e s d e la v id a p o lít i c a in g le s a y d is t o r s io n a d a s p o r lo s
p r e ju ic io s p o lít i c o s , n o e r a n d e l t o d o e r r ó n e a s " ( G o o d w in , 1 9 6 5 b , p. 3 6 8 ).
E sta a d m ir a c ió n d e l o s f r a n c e s e s h a c ia e l p a p e l d e la a r is t o c r a c ia in g le s a n o
fue sin d u d a m á s q u e u n a p a r t e d e u n s e n t i m i e n t o m á s a m p lio d e la s d e f i c i e n
c ia s d e F r a n c ia f r e n t e a G r a n B r e t a ñ a d u r a n t e e s t e p e r io d o , d e f i c i e n c i a s q u e s e
e x te n d ía n p r á c t ic a m e n t e a t o d o s l o s d o m i n i o s . V é a s e la in v e s t ig a c ió n d e C r o u -
z e l (1 9 8 1 ) s o b r e lo s e s c r i t o s f r a n c e s e s d e l s i g l o x v m q u e tr a ta n el te m a . P u e d e
q u e la a d m ir a c ió n p o r e l p a p e l d e la a r i s t o c r a c ia ( t e r r a t e n ie n t e ) b r it á n ic a n o
e stu v ie r a fu e r a d e lu g a r . P e r ló n s o s t i e n e q u e f u e "el d o m i n i o d e l g o b ie r n o y la
s o c ie d a d p o r u n a a r i s t o c r a c i a t e r r a t e n i e n t e c e l o s a d e la C o ro n a " lo q u e p e r m i
tió a G ra n B r e ta ñ a d a r e l " p a s o d e c i s i v o h a c ia e l in d u s t r ia lis m o " . P e r k in c o n s i
dera q u e e s t a a r i s t o c r a c i a c r e ó l o s p r e r r e q u i s i t o s p o lít i c o s d e l " d e sp e g u e "
(1 9 6 9 , p p . 6 3 - 6 4 ) .
140 Immanuel Waller,
2.3 M a th ie z ( 1 9 2 3 -1 9 2 4 , p. 9 ).
2.4 Ibid. (p. 4 7 ) p r o c e d e a e n u m e r a r l o s a g r a v i o s s o c i a l e s s u f r id o s por lab*
g u e sía . P ero a tr ib u ir la r e v o lu c ió n a l i n t e n t o d e v e n g a r e l am our propreesvt
n o s q u e u n a in te r p r e ta c ió n s o c ia l . A d e m á s , c o n c l u y e s e m e j a n t e mise en sea
in tr o d u c to r ia c o n e s ta o b s e r v a c ió n , u n t a n t o s o r p r e n d e n t e : “S i L u is XVI hubf
ra m o n ta d o e n su c a b a llo [e l 2 5 d e j u n i o d e 1 7 8 9 ] , s i h u b i e r a to m a d o en pe*'
n a el m a n d o d e s u s tr o p a s , c o m o h u b i e r a h e c h o E n r i q u e IV, q u iz á s habrúfc
g ra d o m a n te n e r [a s u s t r o p a s ] f i e l e s a s u d e b e r , c o n s i g u i e n d o asi que*
d e m o s tr a c ió n d e fu e r z a d ie r a r e s u lt a d o . P e r o L u i s X V I e r a u n b u r g u é s .'
2.5 L efeb v re ( 1 9 4 7 b , p. 1 7 5 ).
2.6 V o v elle y R o c h e ( 1 9 6 5 , p. 2 6 ) .
Lucha en el centro 141
res , que son las que Mathiez denom ina el “cuarto estado*,
fueron en gran parte rurales, por supuesto. Todo lo que se|¿
dicho sobre la alianza entre la burguesía y esas fuerzas pop4
res se fundamenta en un hecho básico, con respecto al ct$
Mathiez señala:
i
Lucha en el centro 143
224 Esta frase de Charles Tilly se utiliza en su análisis de East Anglia entre
1500 y 1900 (1982, p. 30), pero lo que desaibe parece también aplicable a
Francia: "La versión campesina de la agricultura de subsistencia —en la que
las unidades domésticas que controlan la tierra dedican una porción de su
producción al mercado— se extendió en las primeras fases del capitalismo y la
constitución del Estado, antes de entrar en decadencia en las últimas fases de
los mismos procesos" (p. 9). Fue la resistencia a esta última fase, más exitosa
en Francia que en Inglaterra, lo que encontramos en los siglos xviu y xtx en
Francia.
225 "Desesperado por el hambre, el campesino era una amenaza inevitable
para la aristocracia, y la propia burguesía tampoco estaba en modo alguno se
gura. pues no pagaban su parte de los impuestos; tenían un buen número de
señoríos; proporcionaban jueces e intendants a los señores del feudo; como
arrendadores de impuestos, se hacían cargo de la recaudación de los derechos
feudales. Los grandes terratenientes, agricultores ricos y comerciantes de ce
reales se beneficiaban tamo como los recaudadores de los diezmos y los seño
res de la política agrícola del rey, que restringía los droits collectifs, tan caros al
campesino, y que con su insistencia en la libertad comercial aumentaba el pre
cio de los alimentos. Como el pueblo no deseaba morir de hambre, no veía ra
zón por la que los ricos, fueran quienes fueran, no se llevaran la mano al bolsi
llo para ayudar a los pobres. Abogados, rentiers, mercaderes, propietarios
rurales y, en Alsacia, los judíos, fueron tratados igual que sacerdotes y nobles.
También tenían motivos para sentir miedo'’ (Lefcbvre. 1973, pp. 32-33).
226 Lefebvre (1973, p. 40).
227 Skocpol (1979. pp. 112-113).
144 Im m a n u e l Waller.
1i
Lucha en el centro 145
255 Mathiez (1923-1924, pp. 262, 383, 405). Ésta es la razón por la que es
una "tragedia irónica" (p. 577) que los "mal dirigidos extremistas" al final se
volvieran contra Robespierre. \
256 "El 2 de junio de 1792 no tiene ni con mucho la misma importancia para
la historia de la revolución que el 10 de agosto de 1792", incluso aunque mar
cara una "ruptura", una "derrota del gobierno parlamentario", y por tanto una
"derrota de la revolución" (Furet y Richet 1973, pp. 201-202).
257 Furet y Richet (1973, p. 253).
152 Im m a n u e l Wallers^
266 Véase Western (1956. pp. 603-605) sobre la ideología conservadora bri
tánica como "producto de la Revolución francesa".
267 Para Gran Bretaña, véase Gayer el al. (1975, pp. 486-500, 623-658, y vol.
n passim): para Francia, véase Labrousse (1965, pp. 480-494).
268 Chassagne (1978, pp. 164-165). Véase también Markovitch (1976a, p. 484).
269 Esto puede ilustrarse por medio de una elemental estadística compara
da del crecimiento de la metalurgia. Entre 1720 y 1790. Inglaterra creció un
100%, en tanto que Francia creció un 468%. Entre 1720 y 1830, sin embargo,
el porcentaje de crecimiento en Inglaterra fue del 2608%, pero para Francia
sólo del 908%. Véanse Léon (1960, p. 179); cf. Lévy-Leboyer (1964, pp. 326-
332); Birch (1967, pp. 45-56).
270 “La lucha revolucionaria [...] fue inseparable de la lucha entre Inglaterra
y Francia. El gobierno británico se opuso a todo esfuerzo revolucionario. El
francés, por otro lado, tanto bajo los borbones como bajo los posteriores go-
156 Im m a n u e l Wallers^
273 Cole (1952, p. 42) afirma que el ritmo de diversos cambios agrícolas que
se habían estado desarrollando en Gran Bretaña durante el siglo xvm fue “ace
lerado de manera prodigiosa" por las guerras. John (1967, p. 30) observa que el
alza de los precios produjo “un aceleramiento de los cercamientos"; la mitad
de los cercamientos entre 1727 y 1845 se produjo en el periodo 1793-1815.
Hueckel (1976a, p. 343) observa que las ventajas del aumento de los precios re
vertieron a los propietarios de tierras como “incremento no ganado” de tierras
inelásticas, al contrario de los arrendatarios cuya oferta consistía sólo en su
propio trabajo y capital. Aunque estos arrendatarios podían incrementar sus
beneficios absolutos mediante inversiones en nuevas técnicas, los “porcentajes
de rentabilidad del capital por encima del nivel habitual duraban poco”, pues
to que la agricultura era una “industria competitiva*'.
274 Véase O'Brien y Keyder (1978, pp. 136-138) que observan que el “atraso
de Francia [en el siglo xixj (...] [se derivaba] de la capacidad limitada de unida
des pequeñas de propiedad y cultivo para generar un superávit inversible, si
tuación que atribuyen al hecho de que la “revolución impidió rehabilitar lati
fundios mayores". Grantham (1978, p. 311) atribuye el retraso en la adopción
de una agricultura intensiva mixta en el norte de Francia al “lento crecimien
to de la demanda de carne y productos lácteos antes de 1840", pero esto sin
duda se debió, al menos en parle, a la misma falta de concentración de la agri
cultura. que conllevaba un mayor grado de producción de subsistencia.
Laurent, no obstante afirma (pero sin comparar estos datos con los de Gran
Bretaña) que existió una continua mejora de los rendimientos del trigo y el
centeno franceses desde 1815 hasta 1880 (1976b, p. 683).
275 Crafts (1983, p. 186).
276 Harley (1982, p. 286). Es soiprentente que dos revisiones tan similares “a
la baja" del ritmo de crecimiento de la economía británica a fines del siglo xvm
—Harley y Crafts (1983)— se hayan publicado en el espacio de un año en las dos
principales revistas de historia económica del Reino Unido y Estados Unidos.
277 Chapman (1971, p. 75), concluye: “En efecto cuanto más se examina la
temprana industria algodonera en detalle, tanto menos revolucionarias pare
cen ser las fases iniciales de su ciclo de vida" (p. 76).
278 Véanse Chapman (1972, pp. 18-19) y Crouzet (1958. p. 74). Sobre la im
portancia perdurable de la energía hidráulica hasta 1840 (en oposición al mo-
I
158 Immanuel Wallerst^
tor de vapor, menos económico), véanse Bairoch (1983) y Endrei (1983). Véza
se también Gille (1959, p. 28); Robinson (1974, p. 101); Musson (1976, pp.416-
417), y Von Tunzelmann (1978, p. 6).
279 Chapman (1972, p. 22).
280 Gayer et al. (1975, p. 649). Véase Godechot (1972, p. 370, cuadro 53).
281 Gayer, idem.
282 Edwards (1967, p. 33) que observa que la ventaja del algodón enelnw
cado interior británico en los años 1790-1800 fue dem orada por la estrellas
alza de Beau Brummel como árbitro de la moda masculina, con su énfasis
en el planchado y el almidonado. "Los calicós y muselinas se adaptaban bien»
esas exigencias" (p. 35), y los sirvientes podían imitarlas.
283 Fohlen (1973, p. 69). Véanse también Crouzet ( 1967a, p. 173) y Lévy-U-
boyer(1968, p. 282). Incluso Godechot que reprocha a Lévy-Leboyer la exaK-
ración de los efectos negativos de la Revolución francesa en su industria, admi
te que es "indiscutible" que las revoluciones "no sólo impidieron" a la Europ
continental alcanzar el nivel de la industria británica, "sino que incluso
mentaron la distancia" (1972, p. 370). En el caso de Francia en particular, afu
ma que la revolución "perturbó gravemente la industrialización" (Godechot
1972, p. 362). Además, está su efecto sobre regiones concretas de Franca
Crouzet (1959) afirma que 1793 señala un punto de inflexión para el suroe#
de Francia, que de ser una región no menos industrializada que otras zonasi
Francia se convirtió en una región desindustrializada y seguiría siéndolo hasu
después de 1815.
Lucha en el centro 159
3.5 Véase Jouvenel (19 4 2 , pp. 399-417). Ellis (1981. p. 2 6 6 ) sostiene que una
de las explicaciones del fracaso de la política económica de Napoleón fue su
’deliberada unilateralidad" frente al resto de la Europa continental. En lugar
de promover una Zollverein continental. Napoleón creó un vasto "mercado no
común encadenado a los intereses de Francia".
3.6 Crouzet (1964. p. 579).
3.7 Véase Crouzet (1958, vol. n, p. 872).
3,s Véanse Tónnesson (1959): Markov (1960); Soboul (1963); Rose (1965,
1972, 1978); Higonnet (1979).
3,9 Forrest (1981, p. 172).
166 Im m a n u e l Wallers
320 Véase Soboul (1970a, p. 335), que afirma que Bonaparte respetó "ioslo
gros sociales" de la Asamblea Constituyente. Véase tam bién Godechol (1915.
pp. 795-796).
321 Lefebvre (1969, p. 153).
322 Tulard (1970, pp. 659-661).
323 Thompson (1968, pp. 171-172). Sobre el liderazgo de los artesanos end
radicalismo obrero inglés de esta época, véase también Gareth Stedman Jones
(1974, p. 484); Prothero (1979), y Calhoun (1982, p. 7).
324 Goodwin (1979, p. 26).
325 Thompson (1971, p. 129).
Lucha en el centro 167
347 O'Brien y Keyder (1978, p. 174); véase también el cuadro 4.3. p. 91). Los
autores observan que éste es un "descubrimiento heterodoxo”.
343 O'Brien y Keyder (1978, p. 74).
349 Le Roy Ladurie (1975, p. 378). Sédillol dice lo mismo de manera más
moderada. Afirma que entre 1789 y 1815 la población aumentó un 9% en Fran
cia y un 23% en Gran Bretaña, lo que "contribuyó a reducir la brecha en el vo
lumen de población y a preparar el foso que se construiría" (1987, p. 37).
350 Reinhard (1965, p. 451).
351 McNeill (1982, p. 201). Dupáquier (1970, pp. 340-341) parece compartir
esta perspectiva.
352 Véase la discusión en Tranter (1981, pp. 209-216), que sostiene que la ma
yor parte del aumento de la mano de obra de 1780 a 1860 derivó del crecimien
to natural. Véase también Reinhard (1965, p. 458). Sobre el papel de Irlanda en
el crecimiento de la población de Inglaterra, véase Connell (1969, p. 39).
172 Im m a n u e l Wallersiein
paz de soportar una mayor mano de obra mediante los ingne.
sos del comercio internacional, la inversión extranjera y fe
servicios mercantiles en general, como Gran Bretaña, decidió
apoyar una producción doméstica per capita paralela median^
“restricciones a la fertilidad".353354En este caso, no sería el lento
crecimiento demográfico lo que explicaría la lenta mecaniza
ción,334 sino a la inversa. De ser así, podría perdonarse a fe
franceses que creyeran que “el mercantilismo triunfante, noel
sistema de fábricas [...] [estaba] en el núcleo de la superioridad
británica durante un siglo después de Waterloo".353
Considerando todo esto debemos leer la larga controversia
que existe sobre el estándar de vida de la clase obrera británica.
En efecto, es un debate centrado en gran parte en lo que suce
dió entre 1815, aproximadamente, y 1840. Ashton lanza el de
bate posterior a 1945 afirmando que, dada la caída de los pre
cios y el aumento de las importaciones a Gran Bretaña, "es
difícil creer que los trabajadores no participaran de los benefi
cios". Hobsbawm sugiere, por el contrario, que dado el incre
mento de las tasas de mortalidad y desempleo, la evidencia dis
persa “apoya un punto de vista pesimista y no halagüeño*.
Hartwell, por su parte sugiere que se produjeron mejoras, len
tamente durante la guerra, más deprisa después de 1815, y
rápidamente después de 1840". Y Hobsbawm replica que exis
tieron mejoras de la renta nacional pero, ¿hubo una distribu
ción más equitativa? Taylor sigue el debate sugiriendo que "el
progreso de la clase trabajadora iba rezagado con respecto al
de la nación en su conjunto".356
J6i Sewell (1980, p. 281) quien también dice: "La conciencia de clase surgió
en Francia por vez primera durante la agitación que siguió a la revolución de
1830." Pero como he sostenido antes la conciencia de clase ya estaba presente,
lo que faltaba era la teorización, que empezaría ahora.
i6J Véase Thompson (1968, p. 911).
J6S Thompson (1978b, pp. 46-47) quien añade este comentario historiográfi-
co muy pertinente: "Si no hubiera existido, es obvio suponer que la revolución
habría precipitado un proceso muy rápido de radicalización, que habría des
bordado la experiencia jacobina: y fuese cual fuese la forma que hubiera podi
do tomar una contrarrevolución y final estabilización, es poco probable que
muchas instituciones del siglo xvin hubieran podido sobrevivir la Cámara de
los Lores, la iglesia establecida, la monarquía y la élite military politica quizás
hubiesen sido barridas, por lo menos de forma temporal. De haber sucedido de
este modo, al menos los teóricos de modelos estarían satisfechos: 1832 sería la
revolución burguesa inglesa, y 1640 caería en el olvido como una eclosión 'pre
matura'. una especie de amalgama de guerras hugonotas y la Fronda. Se hubie
ra reforzado la tendencia a pensar que en Gran Bretaña existió algún tipo de
sociedad 'feudal' hasta la víspera de 1832, de lo que da fe la difusa noción que
acecha en los márgenes de algunas interpretaciones marxistas de la Revolución
francesa, según la cual el ‘feudalismo’ prevalecía en Francia en 1788.”
366 Thompson (1978b, p. 50).
El grabado ilustra una parte del elaborado proceso de recepción deus
embajador europeo en la corte otomana: el banquete ceremonial ofre
cido por el gran visir que precede inmediatamente a la presentados
del embajador al sultán. El grabado es obra de Bénoist y data de 176
(probablemente se trata de M. A. Bénoist, que trabajó en París entn
1780 y 1810), y fue completado por Delvaux (probablemente, Rém
Delvaux, 1750-1832). Fue publicado como ilustración en una deis
primeras introducciones importantes a las costumbres y la history
otomana para un público europeo. Este libro, Tableau généraldel'fo*
pire Othoman, fue escrito por Ignatius Mouradgea d'Ohsson, quienk
bía sido encargado de negocios de Suecia en la Sublime Puerta,yfe
publicado en francés en París en tres volúmenes en 1787, 1790y18#
3. LA INCORPORACIÓN DE VASTAS ZONAS NUEVAS
ALA ECONOMÍA-MUNDO: 1750-1850
1 Wallerstein(1980,p. 427).
La incorporación de zo n a s nuevas a la econom ía-m undo 181
Pero, ¿qué hace del lujo un lujo? Amin considera que la^
riable crucial es la ignorancia. Este au to r vincula la "rareza^
los artículos en el "comercio a larga distancia" con el flecho^
que tal comercio se basa en el intercam bio de mercancías^
pecto de las cuales cada uno desconoce el coste de produce^
del otro".5 Si la ignorancia es un elemento crucial, inmedia^:
mente entendemos cómo ese comercio de lujo puede ser au^:
quidatorio. A medida que se extiende el comercio, la base det
ignorancia puede desaparecer, y esto nos lleva al segundo4 1
mento crucial que planteó Karl Polanyi y que se aplicó panicu.
larmente, de forma ilustrativa, al caso de Dahomey enelsiVio
xviii. Es el concepto de "puerto de comercio" que podemosr?.·
conceptualizar como el mecanismo político mediante el cual*
salvaguarda la "ignorancia".
De acuerdo con la explicación Rosemary Arnold del funcio
namiento del "puerto de comercio" de Dahomey, Whydahi;
clave estaba en la "drástica separación institucional de la ore*
nización comercial y la organización militar" del reino defe
homey.6 Institucional a la par que espacial, puesto que lasgye,
rras se situaban "en el interior" y el comercio en la costa, loqu-
significaba que los objetivos m ilitares del reino, incluyendo!;í
captura de esclavos, podían perseguirse "sin interferencia ¿
los comerciantes, fueran europeos o de Dahomey".7 Pero, ¿qoí=
interferencia era ésta? Evidentemente, Arnold está pensanJ:
no en la interferencia militar, sino en la económica, y ésiaii
plica el conocimiento de las condiciones de mercado.
Para mantener este monopolio del conocimiento, elconce^;
to de "puerto de comercio" está vinculado con el monopoliocr
mercial del gobernante, y con los m ercaderes fungiendo únb
mente como empleados o agentes del gobernante.8 Ademási
la separación física y del monopolio real, Austen añade unte·
s Amin (1972b, p. 508). Para North (1985), tal ignorancia podría definis
como un "coste de transacción" incrementado que constituiría una desviaos
respecto a la eficiencia de mercados competitivos.
Chamberlain (1979, p. 421) contrasta el "comercio de exportación asna»
de África Occidental que constituía, según afirma, el denominado comencé
gítimo con el "comercio de exportación de lujo", definiendo este últimocooj
"mercancías con un elevado valor por libra". Aunque la tasa valor/libra fundo
na en numerosos casos, no me parece esencial. En ciertas partes del mundo'
en algunos contextos, la exportación de elefantes para uso en ceremonias^
corte era la quintaesencia del producto "de lujo": costoso, no esencial,"recon
tado" y no producido, raro, pero a pesar de todo bastante pesado.
6 Arnold (1957a, p. 174).
7 Ibid. (p. 175).
8 Polanyi (1966). Véase también Elwert (1973, p. 74 y passim).
La incorporación de zonas nuevas a la econom ía-m undo 185
Heyd (1970, vol. i, p. 363). Es cierto sin duda pero deberíamos considerada
como parte de un último esfuerzo por resistir la presión de la incorporación.
En ocasiones, como prueba de la debilidad otom ana y de manera implicit
de su incorporación anteriora 1750-1850, se cita cómo los portugueses obtu
vieron la función que desempeñaban los súbditos otomanos en el comercioál
Océano índico. Hess (1970, pp. 1917-1918) dice que éste es un punto de visü
muy lisitocéntrico. "Según los estándares del siglo [xvi] y de acuerdo confes .
instituciones que conformaban su sociedad, los otomanos se enfrentaron coi
éxito a los desafíos navales externos en sus fronteras. Los alrededores del Medi
terráneo y no las áreas abiertas del Océano índico eran las principales fronte
ras de la armada otomana del siglo xvi.
16 Digby (1982, p. 150). Véase también Marshall (1980, p. 19): "EnelOceaw
índico occidental, el poder naval portugués se ejerció en gran medida en ausen
cia de una oposición efectiva: más al oriente fue cada vez más contestado'
La capacidad de Japón en 1637 para excluir todo comercio occidental ex
cepto un pequeño volumen canalizado a través del "puerto comercial” de Naga
saki a mediados del siglo xvn es notoria. "Una vez que se ejecutó la ordendt
exclusión, el "Bakufu" o gobierno del shogun [...] desarrolló una burocracias
ganizada bajo un consejo de ancianos. Así, con la restauración de la paz des
pués de un largo periodo de luchas internas y con un fuerte gobierno central.
Japón pudo enfrentarse al mundo sin temor" (Panikkar, 1953, p. 87). De modo
similar, "la sustitución de los debilitados Ming por una nueva y vigorosa dinas
tía fortaleció a China en un momento muy importante" (p. 77).
17 Martin (1972, p. 14). Esta descripción se refiere a la Costa Loango.peio
lo mismo podría decirse de otras zonas. Martin señala las dos condiciones
principales que hicieron esto posible: "una fue la intensa competencia europea,
la otra que ningún europeo consiguió establecerse de forma permanente enla
costa" (p. 115). Por supuesto, en Africa Occidental la segunda condición termi
nó siendo violada al erigirse fuertes, y se hicieron esfuerzos para reducirla
competencia. Sin embargo, hasta que los acontecimientos en Europa tomatw
otro rumbo (digamos a partir de 1815) no se logró lim itar la competencia <k
forma significativa.
La incot'poración ele zonas nuevas a la econom ía-m undo 189
25 D atta (1 9 5 9 , p. 3 1 8 ).
26 E n fe c h a s tan ta r d ía s c o m o e n 1 7 3 0 - 1 7 4 0 , " p a r e c e q u e n o hay duda de
q u e s ó lo se in c r e m e n ta e l c o m e r c i o i n t e r i o r in g lé s " ( F u r b e r , 1 9 6 5 , p. 45).
27 "La demanda de los pueblos balcánicos [en el siglo xvm] de mercancías
europeas era menor que la demanda occidental de mercancías balcánicas*
(Stoianovich, 1960, p. 300). El comercio de transporte europeo continuóen¿
imperio otomano hasta bien entrado el siglo xix. Véase Issavvi (1966,19803).
28 "Para obtener el oro y el marfil (así como la pimienta) que precisaba
para el mercado interior, los portugueses tuvieron que gastar considerabis
La incorporación de zonas nuevas a la econom ía-m undo 191
35 Kessinger (1983, p. 252). "A finales del siglo xvm, había precios elevados
y una creciente demanda de ciertos cultivos de plantación, como la caña de
azúcar, el opio y el índigo" (Cohn, 1961, p. 61).
36 Bhattacharya (1983, p. 359).
37 Chaudhuri (1983a, p. 844), que aporta más detalles en (1966, pp. 34S-
349). Véase también Sovani (1954, pp. 868-870).
38 Véase Marshall (1976, p. 153).
39 Véase Dutt (1956, p. 280).
40 Sinha (1970, p. 1).
41 Véase Habib (1963, p. 44).
42 Véase Guha (1972, p. 2).
43 Véase Habib (1963, pp. 39-40).
44 Véase Nightingale (1970, p. 128). Originalmente éste sólo procedía déla
India Occidental y centro-norte. El sur de la India comenzó a exportar algodón
a China a partir de 1803. Véase Ludden(1985, pp. 137-138).
La incorporación de zonas nuevas a la economía-mundo 195
duranie el siglo xvm" (1975a, p. 165). La abolición del tráfico de esclavos a co
mienzos del siglo xix al incrementar los costes del tráfico persistente, aumentó
todavía más los precios. Véase Argvle sobre Dahomey después de que Ghezo
accediera al poder en 1818: "Cierto número de barcos de esclavos seguía lle
gando hasta Whydah y pagaban precios muy altos por los esclavos, con lo que
los ingresos derivados de este tráfico no eran mucho menores incluso aunque
se exportaran menos esclavos" (1966, p. 42). Véase también Le Veen: “[El papel
de la Armada británica] duplicó el que hubiera sido el precio de los esclavos re
cién importados a Brasil y a Cuba sin interferencia" (1974, p. 54). Por supues
to, cuando se acabó suprimiendo la demanda de esclavos "los precios de escla
vos cayeron suslancialmente" (Manning, 1981, p. 501), pero esto quizás,
ocurrió mucho después.
75 Véase Martin (1972, p. 113). Sin duda hubo fluctuaciones anuales debi
das en gran parte a "la incidencia de la guerra" (Lamb, 1976, p. 98).
76 La Costa Loango tuvo su momento de auge entre 1763 y 1793. Véase Mar
tin (1972, p. 86). Desde el punto de vista europeo, el tráfico de esclavos de Nan
tes fue "muy importante" en el periodo 1783-1792, "sobrepasando —con mu
cho— la gran explosión de prosperidad de 1748 a 1754" (Meyer, I960, p. 122).
Debido a la expansión del mercado mundial de azúcar, el gobierno francés de
la segunda mitad del siglo xvm ofrecía incentivos a los barcos negreros y pagos
adicionales si esos barcos atracaban en las Indias Occidentales francesas. Véa
se Hopkins (1973. p. 91). Northup afirma que "hasta mediados del siglo xvm el
comercio de esclavos no adquirió una posición dominante en el comercio del
golfo de Biafra" (1978, p. 50). Curtin (1969, p. 266) sitúa el punto álgido global
del tráfico atlántico de esclavos en la década de 1790.
77 Véase Eltis (1977), Manning (1979) y Northrup (1976). Y aunque quizá
no alcance las cifras del periodo 1790-1800, Flint sostiene que. debido a la de
manda de Brasil, Cuba y Estados Unidos, "el tráfico de esclavos en realidad au
mentó (en África Occidental] desde 1807 hasta 1830, a pesar de la abolición
británica y francesa" (1974, p. 392).
200 Im m anu el Wallers
más difícil controlar las plantaciones de azúcar en África Occidental que en las
Indias Occidentales porque en África Occidental los ingleses "sólo tenían en
arriendo el suelo que poseían bajo la buena voluntad de los nativos”.
99 Metcalfe (1962, p. 116), que se refiere en específico a la costa del Caboy
áreas adyacentes.
100 Véase Newbury (1961, p. 43). Inglaterra ya había reducido los elevados
aranceles previos en 1817.
101 Véase Schnapper (1961, pp. 118-128). Sobre los anteriores y fracasados
esfuerzos del ministro de las colonias francés a finales de la década de 1820
para estimular la producción de cultivos de plantación, véase Hardy (1921, pp.
215-216, 231-249). En el ínterin, los franceses siguieron haciendo dinero del
comercio del caucho, utilizando esclavos para recolectar el caucho. Véanse
Charles (1977, p. 29) y Hardy (1921, pp. 353-354).
102 Martin A. Klein (1968, pp. 36-37).
103 Klein (1972, p. 424). Klein data el inicio de la producción de cacachuates
en 1833 en Gambia (británica) y 1841 en Senegal (francés). Brooks (1975, p.
32) afirma que los cacahuates se comercializaron por prim era vez en Gambia
en 1829 o 1830.
La incorporación de zonas nuevas a la economía-mundo 207
E s t a c o m p a ñ í a , a n i m a d a y a u x i l i a d a p o r n u e s t r o g r a n in g e n io y des
t r e z a f a b r i l , h a c o n s e g u i d o t r a n s f o r m a r a l a I n d i a d e u n p a ís fabril en
u n p a í s e x p o r t a d o r d e m a t e r i a s p r i m a s . 119
1.8 British Parliamentary Acts [Actas del Parlamento Británico] (BPP), in
formes de los comités (1848b, p. 10).
1.9 Ibid. (1840b, p. 24).
120 Issawi (1966, p. 41).
121 Gen? (1976, pp. 260-261). Issawi (1966, p. 49) data el punto de cambio
en tomo a los años 1815-1820. Koymen (1971, p. 52) afirma que la crisis seini
ció en 1825.
122 Éstas se enumeran en Clark (1974), que no ofrece una buena explicación
del colapso final en la década de 1850. Observa de pasada que con la Conven
ción Comercial Anglo-Turca de Balta Limann en 1838, al gobierno otomanos*
le impuso la retirada de todo el control sobre importaciones y exportaciones.
la incorporación de zonas nuevas a la economía-mundo 211
123 M. A. Ubicini, en el libro Letters on Turkey (Londres: 1856. vol. ü). reim
preso en Issawi (1966, p. 43). Ubicini no habla sólo de artículos de algodón,
sino también de acero y armas, así como de seda, hilo de oro, cuero de tinte,
cerámica, productos de guarnicionería y todo tipo de tejidos.
124Farley (1862, p. 60).
125Issawi (1961, p. 6).
126Clark (1974, p. 72).
127Smilianskaya en Issawi (1966, p. 238). Véase también Chevallier (1968,
p. 209).
128Polk (1963, p. 215).
129Véase Koutaissoff (1951, p. 213), véase también Goldman (1956, p. 20).
,30Coquin (1978, pp. 43, 48).
1)1 Portal (1950, p. 307). La guerra de Independencia de Estados Unidos su
mada a las guerras revolucionarias napoleónicas, tuvieron cierta influencia en
esto. Portal observa que “la producción metalúrgica rusa, en su gran fase de ex
pansión después de 1750, estaba [...] en gran parte orientada a la exportación"
(p- 373).
132Citado en Dukes (1971, p. 375).
212 Im m a n u e l Wallerstein
proceso, desde la preparación del terreno para la semilla [del opio], hasta la
subasta final en Calcuta, se basaba en un elaborado sistema de pagos por ade
lantado" (Owen, 1934, p. 26).
148BPP, informes de los comités (1848a, p. 21).
149Clapham (1940, p. 232).
150Véase Rothermund (1981, p. 76).
151 Véase Gandev (1960, p. 209); Stoianvich (1953, p. 401) y Busch- Zantner
(1938, p. 81).
152 Stoianovich (1953, p. 403). “Las nuevas factorías textiles de Austria, Sa
jorna, Prusia y Suiza necesitaban la lana y el algodón de Macedonia y Tesalia, y
la creciente demanda de Francia e Italia triplicó la producción de Macedonia
entre 1720 y 1800" (Stoianovich, 1960, p. 263). Véase también Stoianovich
(1976, p. 184).
216 Immanuel Wallersiein
“sin duda debilita la tesis [de Desai] de que los salarios reales descendieron
desde Akbar" (p. 394). Desai a su vez refuta a Heston, revisando también los
cálculos y concluyendo que existieron tanto un "mayor rendimiento de las co
sechas" como "un mayor poder adquisitivo de los salarios urbanos en lo que se
refiere a cereales" en la época de Akbar en comparación con la década de 1960
(1978, pp. 76-77).
174 Véase la discusión en Sinha (1962a, vol. H, pp. 217-218), quien señala
que un suelo fértil, tres meses de duro trabajo y unas pocas semanas más du
rante la época de cosecha bastaban para producir una cosecha de arroz que
mantenía ese razonable nivel de vida. Esta cantidad de trabajo quizá que no
bastara sin embargo para producir cosechas comerciales destinadas al merca
do mundial.
La situación en Bengala y la consiguiente opinión respecto a la "indolencia"
de los campesinos, fue sin duda exacerbada por la "desastrosa” hambruna de
1770 que intensificó la escasez de la mano de obra y sin duda reforzó la capaci
dad negociadora de quienes sobrevivieron. Véase B. B. Chaudhuri (1976, pp.
290-292).
175 Por supuesto, habían existido zamindars bajo los mogoles, pero éstos no
tenían derechos quintarios y, en todo caso, a excepción de algunas "bolsas", su
papel en el sistema de explotación agraria había sido "secundario" (Moosvi,
1977, p. 372).
176 Neale (1962, p. 69).
177Véase Bhattacharya (1983, p. 308) sobre el uso de trabajo tribal por par-
222 Immanuel Wallersiein
2,9 Johnson (1976. p. 38, nota 31; cf. Martin, 1972, p. 104). Véase no obstan
te Fage, que insiste en que la esclavitud interna acompañó al desarrollo estatal
y “ya estaba muy avanzada antes de que comenzara en el siglo xx el comercio
marítimo europeo con África Occidental" (1969, p. 397). Uzoigwe insiste sin
embargo en que la masiva clase servil a la que dio origen el comercio de escla
vos era nueva. En la medida en que se hubieran conocido tales esclavos antes,
“su número había sido insignificante" (1973. p. 205). En cierto sentido, Lovejoy
va más allá al subrayar que ya en los siglos xvii y xvm. "a pesar del aumento de
la esclavitud, las expoliaciones de esclavos y la esclavitud doméstica, las áreas
en las que los esclavos eran básicos para la economía y la sociedad todavía
eran relativamente restringidas (1979. p. 36). Véase también Manning:
“La inmensa extensión de la esclavitud en el siglo xix era un fenómeno reciente
en casi la totalidad del continente, fenómeno que no puede proyectarse hacia el
pasado" (1981, pp. 525-526). Al final, Rodney insiste en que la "situación en los
últimos años del siglo xvm en el norte de la costa de Guinea era cuantitativa y
cualitativamente diferente" de la esclavitud doméstica (1975a, p. 293-294).
220 Van Dantzig nos recuerda que en general los pueblos eran o productores
de esclavos (es decir, el objeto de la captura de esclavos), captores de esclavos o
vendedores de esclavos. "Tan pronto como un Estado se convertía en predador
o participaba en la venta de esclavos, su futuro parecía asegurado" (1975, p.
267). Una consecuencia de esto fue que su población aumentaba: por la pros
peridad, al no perder personas en la esclavitud, quizá por "inmigración" a un
área floreciente y es muy probable que por la esclavitud. En lugar de que la
venta de esclavos supusiera "un paliativo de la superpoblación" (p. 266) como,
por ejemplo, sugiere Fage (1975. p. 19), las zonas vendedoras de esclavos te
nían una densa población como resultado del comercio de esclavos.
Véase también Rodney: "Es un hecho sorprendente que los mayores agentes
del comercio atlántico de esclavos en la costa norte de Guinea, los mande y los
fulas, fueran las mismas tribus que más tarde siguieron manejando el comer
cio intemo de esclavos, y cuya sociedad llegó a incluir un número significativo
de individuos subprivilegiados que trabajaban bajo coerción" (1966, p. 434).
232 Immanuel Wallerst^
221 Ajayi (1965, p. 253). Creo sin embargo que el adjetivo "doméstico" indu
ce un tanto a confusión, porque en realidad nos estamos refiriendo a activid*
des como la producción de caucho o de aceite de palma. Véase Catchpolcy
Akinjogbin (1984, p. 53) que observan la alta coiTelación de "mercancíasdea
portación' y esta "esclavitud doméstica". De forma similar en Freetown y Ba
thurst que ya antes habían cedido a las presiones para que dejaran de inteive·
nir en el comercio atlántico de esclavos, Fyfe percibe que "un comercio inten»
de esclavos todavía era necesario para proporcionar la mano de obra parab
cosecha y la producción de vegetales. Los esclavos, que ya no eran exportada
al otro lado del Atlántico para trabajar en forma directa para los europeos.«
vendían ahora dentro del Africa Occidental costera para que trabajaran enfor
ma indirecta para el mercado europeo" (1976, p. 186).
Klein y Lovejoy en respuesta a mi artículo de 1976 afirman: "Revisamos b
tesis de Wallerstein para tomar en consideración el uso intensivo de esclavos
en África Occidental, lo que sugiere que el proceso de 'periferialización estaba
más avanzado en los siglos xvm y xix de lo que admite Wallerstein" (1979.p. '
211, nota 103). La observación es acertada en lo que se refiere a aquel artículo,
si bien yo llamaría "incorporación" y no "periferialización" a lo que estaba su
cediendo.
222 Véase Aguessy (1970, p. 89) para una perspectiva similar.
223 Véase Latham (1971, p. 604).
224 "Para los cristianos, las ventajas de conceder créditos a los africanosa
pesar de los riesgos [dado que los créditos se verificaban a través de fronteras
culturales y al principio más allá de la jurisdicción de gobiernos civilizados]
no era sólo el pago de intereses, sino el hecho de que los créditos conferían al
prestamista una ventaja competitiva sobre otros compradores. La práctica de
conceder créditos para garantizar un cuasimonopolio sobre el negocio de deu
dores ya fue sugerida en 1677 por la delegación en Gambia de la Royal African
Company" (Curtin, 1975a, p. 303). Véase también Martin (1972, p. 103).
La incorporación de zonas nuevas a la economía-mundo 233
225 Latham (1973, p. 29). En efecto, Drake acredita la capacidad del delta
del Niger para sostener una gran red interna para su sistema de créditos basa
dos en la Ekpe “que, aunque con un origen tradicional, parece que logró ser
empleada como una agencia de recaudación de deudas" (1976, p. 149).
226Newbury (1971, pp. 97-98; véase también 1972, p. 85).
227 Stoianovich (1976, p. 177).
228 McGowan (1981a, pp. 72-73).
229 Issawi (1966, p. 236).
234 Immanuel Wallersiein
dolo en gran medida hasta finales del siglo xvm. Sin embargo,
el tratado de Karlowitz de 1699, que fue el primer paso en lare
cesión geográfica otomana en Europa, marcó el inicio de lo
que fue una episódica aquiescencia en las negociaciones y re
conocimiento de reglas y, por consiguienté, una nueva concep
ción otomana de la diplomacia.262
Una evolución similar empezó a producirse con la función
del "cónsul”. Las "capitulaciones” fueron originalmente un pri
vilegio concedido a extranjeros pertenecientes a una comuni
dad religiosa no musulmana, o millet, cuyo representante erael
"cónsul”. Todavía en 1634 el sultán "designaba" al embajador
francés sin consultar a las autoridades de París, pero después
de 1683, cuando la recesión geográfica empezó, las capitulacio
nes se convirtieron en un activo que la Sublime Puerta podía
negociar a cambio de "apoyo diplom ático” europeo frente a
otras potencias europeas.263 En 1740, ios franceses obtuvieron
este tipo de recompensa por su asistencia en las negociaciones
de paz con los rusos en Belgrado en 1739. Esto tuvo como re
sultado un considerable incremento del comercio de Francia
con el imperio otomano.264
Sin embargo, lo más importante de este nuevo acuerdo con
Francia es que los otomanos redefinieron el significado délas
"capitulaciones”, extendiendo los certificados de protección
(los berats), más allá de los extranjeros, a súbditos otomanos
no musulmanes, respecto a quienes se aceptaba que se encon-
262 Un veneciano presente en Karlowitz, Cario Ruzzini, observó cambios es
pecíficos en el modo de negociación de los otomanos. Ruzzini subrayó su acep
tación de la "igualdad de los participantes”, su disposición a someter diferen
cias a un "método” y su "deliberación en las formalidades de la negociación’.
Ésta no era, sin embargo, la imagen que los otomanos tenían de sí mismos
Ellos intentaron "garantizar que ninguno de los aliados pudiera exigir un cam
bio en los antiguos' procedimientos de negociación para dictar términos'
(Abou-el-Haj, 1974, pp. 131, 134).
En el tratado, los otomanos renunciaron a Hungría, Transilvania, recono
cieron la conquista de Morea y Dalmacia, devolvieron Podole y (en 1702) Azov
(véase Sugar, 1977, p. 200). Esto supuso la necesidad de demarcar líneas divi
sorias, un proceso que se completó en 1703. Las fronteras fluidas ya no eran le
gítimas y la "estabilización de las fronteras requirió la disposición del Estado
[otomano] de contener en forma directa a elementos en la frontera [tártara]
hasta que se efectuara un cambio en su modo de vida” (Abou-el-Haj, 1969, p.
475).
263 Inal$ik (1971, pp. 1180, 1185).
264 Véase París (1957, pp. 93-101). Pero cuando en el periodo 1768-1789
Francia ya no pudo ayudar en forma eficaz contra la ofensiva austro-rusa, las
relaciones comerciales con aquel país disminuyeron e Inglaterra empezó su
auge como socio comercial (véase pp. 104-106).
La incorporación de zonas nuevas a la economía-mundo 245
275 Al actuar así también eliminaban toda necesidad de que los otomanos
buscaran más tarde ayuda en Rusia, socavando de este modo el tratado de
Hunkár-lskelesi de 1833, que había otorgado a los rusos su demanda deque, en
casode guerra, los dardanelos se cerraran. Véase Purvear (1935, cap. 3).
276Véase Puryear (1935, pp. 123-125).
277Findley (19 8 0 . p. 34 1 ). Inalgik ( 1 9 7 1 , p. 1 1 8 7 ) afirma que convirtió al im
periootomano en “un mercado del lodo abierto justo en un momento en el que
la industria mecanizada europea buscaba mercados para su producción. Du
rante los diez años siguientes, la industria local se colapso**. Karpat (1 9 7 2 , p.
247) habla de que otorgó a Gran Bretaña una “indiscutible superioridad com
petitiva respecto a los fabricantes del país", provocando por consiguiente el co
lapso virtual de la economía estatal otomana. Issawi nos recuerda que el esta
blecimiento de esta “área de comercio sustancialmente libre" seguía una pauta:
‘El gobierno británico y más en concreto lord Palmerston, estaba [...] ansioso
por aplicar un correctivo a Mehmet Ali. Además, aplicaba en Turquía la misma
política económica que habría de seguir en Irán en 1841 , en China en 1842 y en
Marruecos en 1 8 5 6 , el denominado 'Imperialismo del Libre Comercio"’.
(1980b, p. 125).
m Véanse Kangal (1983), pero también Kurmus (1983), que es escéptico.
279 Véase Puryear (1935, pp. 104-105) quien afirma: “Mehmet Ali tenía ra
zón: a largo plazo la Convención Comercial Anglo-Turca hizo más daño a Tur
quía que a Egipto."
248 Immanuel Wallerstein
283 V éase H a b ib ( 1 9 6 3 , p p . 3 1 9 - 3 3 8 ) .
284Véase S. Chandra (1972, p. xlvi).
250 Im m a n u e l Wallerstein
m Spear (1965, p. 79) que continúa: "De este modo, el poder del ejército in
dio principal fue centralizado y se restableció el equilibrio, como en los tiem
pos clásicos. con una infantería muy entrenada y de tamaño reducido." Por su
puesto, el poder naval europeo prevalecía desde hacia tiempo en el comercio
del Océano Indico. Los portugueses habían quebrado el monopolio musulmán
enel siglo xvi gracias a la superioridad de su fuerza naval. Véase Boxer (1969,
p. 46) y Chaudhuri (1981, p. 230), que insiste en "la violencia de los métodos
aplicados por los exploradores lusitanos”. Sir Josiah Child explicaba en el siglo
xvii que los mogoles no podían entablar una guerra con los ingleses porque és
tos podrían "obstruir su comercio con todas las naciones orientales" causándo
lesel hambre y la muerte (citado en Woodruff, 1953. p. 73). Prakash señala que
los holandeses pudieron imponer a los mercaderes indios un sistema de "pasa
portes” (permisos para comerciar en determinados puertos e inmunidad frente
a ataques navales) dada "la casi total ausencia de una fuerza naval en la India
mogol” (1964, p. 47). Pero todo este poder naval era insuficiente para transfor
marla producción o las estructuras políticas del subcontinente indio.
259Butel (1978b, p. 102).
290 Das Gupta (1967, p. 113). Además, Tipu acertaba plenamente. Cuando
Tipu atacó Travancore en 1789, lord Cornwallis, que había sido partidario de la
paz y de la disolución de la presidencia de Bombay (es decir, del abandono de
la India Occidental) cambió de posición y, en 1790 "estas ideas más bien vagas
[de Cornwallis] de restablecer la situación de India Occidental previa al levan
tamiento de Mysore habían dado lugar a una fírme y definitiva política de ane
xión" (Nightingale, 1970, p. 58).
252 Im m a n u e l Wallerstein
poder político no sólo en India, sino también en Gran Bretaña. Véase Philips
(1961. pp. 23-24).
297 Marshall (1975a, p. 470).
^Watson (1980a, pp. 179, 189). Watson señala además que “siempre estu
vo presente un interés nacional" inglés en el comercio de la Compañía de las
Indias Orientales. "La gran intervención pública en la Compañía de las Indias
Orientales después de 1708, reflejó el vigor de su fe en Inglaterra" (p. 361).
254 Immanuel Wallerslein
E l c o m e r c i o d e la c o m p a ñ í a e n l a I n d i a y a n o e r a r e n t a b l e , p u e sto que
s u s b e n e f i c i o s , e n l u g a r d e a u m e n t a r c o n l o s i n g r e s o s d e B en gala, en
r e a l i d a d q u e d a b a n a b s o r b i d o s p o r l o s c o s t e s d e a d m in is t r a c i ó n . Sus
b e n e f i c i o s p r o v e n í a n d e C h i n a [ . . . ] u n p o d e r o s o a r g u m e n t o económ ico
p a r a l a h e g e m o n í a e n la I n d i a e r a l a p r e s e r v a c i ó n d e l c o m e r c io con
C h i n a . 306
306 Spear (1965, p. 113) añade otros dos motivos para perseguir el dominio:
"la esperanza de ventajas venideras" y los intereses establecidos. Como señala
Chung, el "té proporcionó a los intereses indios un buen instrumento para con
vertir el dinero británico en la India en dinero británico en la patria" (1974,p.
416).
307 Tripathi considera que ésta era "la única [actitud] posible en 1793’, es
decir "en vísperas de la mayor de las guerras que Gran Bretaña había iniciado
jamás". Añade: "Un nuevo sistema podía haber puesto en peligro la existencia
de la compañía por una ventaja todavía quimérica" (1956, pp. 32-33).
308 Véase Philips: “El inicio de la guerra con Francia en 1793 dio lugar a una
revolución en el mundo comercial. En los mares orientales, corsarios fianceses,
operando desde las islas de Borbón y Mauricio, capturaron el mayor número de
barcos privados construidos en la India, en particular entre 1803 y 1809, y no
cabe duda de que si el comercio indio hubiera estado abierto a los comerciantes
privados británicos en 1793, habrían sufrido graves pérdidas" (1961, p. 99). El
comercio de la compañía estaba salvaguardado por los convoys.
309 Cohn (1961, p. 621). Sobre las disposiciones del acuerdo, véase Wright
(1954, p. 212), que cita las actas: “para simplificar la demanda del dueño del te-
Ι/ι incorporación de zonas nuevas a la economía-mundo 257
en la costa del Cabo) fue obligar a los ashantis a "declarar a las tribus [íanii]
aliadas independientes de su control" (Metcalfe, 1962, p. 140).
341 Oloruntimehin (1971-1972, p. 34).
342 Stevenson (1968, p. 190; cf. Dike, 1956, p. 38). No obstante, Northrop
(1978, pp. 141-142) mantiene sus reservas sobre tal designación.
343"Una vez que los británicos, que habían manejado la mayor cuota del co
mercio en el siglo xvm, decidieron renunciar a ella, les convenía persuadirá
otros de que también renunciaran" (Ajayi y Oloruntimehin, 1976, p. 207).
Gorée, que había sido la principal base mercantil de Francia en África Occi
dental, estaba tan debilitada en el periodo posterior a 1815 que sólo pudo so
brevivir transformándose en puerto franco. Véase Zuccarelli (1959). En gene
ral, teExclusif, aunque pomposamente restablecida en 1817, fue desmantelada
en 1868. Véase Schnapper( 1959, pp. 150-151, 198).
la incorporación de zonas nuevas a la economía-mundo 265
/.. fr Λ'
El artista y litógrafo francés Francisque-Martin-Fran£ois Grenier de
Saint-Martin (1793-1867), discípulo de David, se especializó en temas
históricos. Este grabado, ejecutado en 1821, muestra al general Του·
ssaint l'Ouverture entregando dos cartas al general que mandaba las
tropas inglesas que se encontraban en Haití en 1798. Las cartas expre
san la petición de los comisionados franceses de que Toussaint arreste
al general inglés y la negativa de Toussaint a hacerlo porque sería una
deshonra que él faltara a su palabra. "Una noble negativa", afirma
Grenier. Al pie se ve el sello de Haití, con la inscripción: "Liberté
Egalité".
4. LA DESCOLONIZACIÓN
DE AMÉRICA: 1763-1833
[269]
270 Immanuel Wallersiein
trata más bien que, a medida que hacemos cada vez más espe
cífico el resultado concreto, necesitamos incluir más factores
precisos en la explicación, y muchos de éstos tienen inevitable
mente un carácter coyuntural13 y no estructural.
El cambio coyuntura] general más importante fue la renova
da expansión de la economía-mundo capitalista en el siglo xvm
yla capacidad de Gran Bretaña de ganar a Francia la lucha por
la hegemonía. Pero también existieron tendencias coyunturales
más específicas propias de la situación en la Norteamérica bri
tánica, cuyas condiciones económicas generales habían ido
mejorando desde 1720, al principio de forma gradual, y poste
riormente, a partir de 1745, con mayor rapidez.14 Pero la ex
pansión, por supuesto, no supuso una distribución equitativa
de los beneficios. Por un lado, condujo a un "súbito aumento de
la concentración de la riqueza"15 en las colonias, lo que explica
13En el sentido en que este término es usado por Braudel (1958) y más en
general por los historiadores económicos que escriben en lenguajes europeos
que no sean el inglés. En sus clásicas lecciones sobre la Revolución americana.
Charles M. Andrews (1924, p. 28) ofreció lo que considero una explicación de
sus orígenes más estructural que coyuntural: "De este modo, las características
más destacadas de la historia británica pueden resumirse en las conceptos de
procesos de expansión' y 'centralización' que se manifiestan en las esferas,
cada vez más amplias, del comercio, las colonias y la supremacía oceánica. La
política de Gran Bretaña respecto a sus plantaciones era garantizar una admi
nistración colonial abundante y eficaz en bien del comercio de sus comercian
tes; mientras que los colonos, aunque aceptaban sus obligaciones como súbdi
tos leales de la Corona, desde muy pronto empezaron a aspirar a una mayor
libertad de acción de la que se les permitía como colonos en el sentido estricta
mente legal del término.”
Nettels sin embargo insiste en que antes de 1763 "los colonos, en conjunto,
no eran en realidad hostiles al imperio británico [...] [pero] después de 1763 la
historia es diferente” (1952, pp. 113-114). Los beneficios de los colonos dismi
nuyeron, y las exigencias británicas (fiscales, aplicación de restricciones, etc.)
aumentaron de manera significativa.
14Véase Egnal y Emst (1972, p. 11). Por ejemplo, Klingaman estima que el
aumento fue del 35% en las colonias productoras de tabaco entre 1740 y 1770,
aumento de una combinación de las exportaciones de tabaco y trigo (1969, p.
278). Shepherd y Walton insisten en que el aumento de los ingresos por el
transporte naval y otras actividades comerciales es incluso más importante que
el de la "producción de mercancías” (1972, p. 158). Véase, sin embargo, la opi
nión discrepante de Terry L. Anderson que sostiene que en la prolongada ten
dencia al crecimiento de Norteamérica desde la colonización inicial hasta la
actualidad, "el único periodo sombrío [...] fueron los primeros ochenta años
del siglo xvui” (1979, p. 256).
,s Lockridge (1973, p. 416). La otra cara de la concentración de la riqueza es
el aumento de la pobreza. Nash sostiene que había una pobreza crónica del
20%de los hogares en las ciudades que tenían puertos marítimos en esa época
(1976b, p. 574) y que esto produjo un "aumento de los antagonismos y de la
274 Immanuel Wallersiein
sión original de Harper fue que, incluso aunque las leyes mer
cantiles fueran administradas con "perfecta justicia" por una
administración que equilibrara los derechos, las decisiones se
tomaban en la remota Inglaterra y "las colonias estaban en des
ventaja".20 Aparte del subsiguiente y enconado debate sobre la
calidad de los datos de Harper,21 buena parte de la discusión se
ha centrado en los cálculos de si hubiera significado o no una
diferencia el hecho de que la independencia se hubiera conquis
tado antes, la denominada premisa contrafáctica.
Esta documentación basada en la premisa contrafáctica se
inició con Robert Paul Thomas en 1965 y se ha prolongado des
de entonces. Thomas intentó demostrar que "la carga más pe
sada hubiera sido ligeramente superior al 1% de la renta nacio
nal",22y por tanto insignificante. Price consideraba que incluso
los cálculos de Thomas eran exagerados, puesto que la "unidad
significativa de la vida económica" era la empresa y no la trans
acción, y las firmas tienen en cuenta otros factores además de
los precios de venta sobre transacciones concretas. Las empre
sas consideran algo que Price denominó el equilibrio de "inter
cambio global" (en el que. por ejemplo, se incluye el cálculo de
los costes de crédito) y, por lo tanto, podían tener "sólidas razo
nes comerciales" para mantenerse fieles a los centros de distri
bución incluso aunque no hubieran existido restricciones mer-
cantilistas.23 Los argumentos de Price pretendían debilitar
todavía más la tesis de Harper, aunque de hecho la reforzó al
recordamos (y en especial a los cliometristas) que los cálculos
económicos reales del beneficio tienen que hacerse en un con
texto amplio de espacio y tiempo.24
Ransom señaló después que los cálculos agregados nortea
mericanos podían ocultar los diferentes efectos regionales de
20 Harper (1939, p. 31). Véase también los cálculos y su meditada evalua
ción en Harper (1942). La polémica de Dickerson contra Harper exagera en
forma notable la acusación, sugiiiendo que Harper creía que las Leyes de Na
vegación "reducían a los americanos, de manera permanente, a una condición
de pobreza sin esperanza" (1951, p. 55).
21 "Por mucho que uno extienda su generosidad, no puede calificar sino de
absurdas las técnicas de cálculo de Harper" (McClelland, 1973, p. 679).
22Thomas (1965, p. 638).
23 Pnce (1965, p. 659).
24 En su crítica a Thomas, McClelland afirma con acierto (1969, p. 376) que
"En la medida en que [la hipótesis contrafáctica] quede confinada a los treinta
años [1763-1775], la posibilidad de influencias dinámicas que aumentaran de
forma importante el porcentaje [del producto nacional bruto colonial sacrifica
do por la interferencia británica en el comercio ultramarino] parece bastante
remota."
276 Immanuel Wallerstein
25 Ransom considera que las exportaciones de los plantadores del sur po
drían haber sido "superiores en un 67% sin las restricciones", y la renta global
del sur un 2.5% superior, "una cantidad nada desdeñable” (Ransom, 1968, pp.
433-434). Recuérdese que para Thomas el 1% se consideraba una cantidad sin
importancia.
26 Thomas (1968a, p. 438).
27 Broeze (1973, p. 678).
28 Krooss (1969, p. 385).
29 En realidad, Bridenbaugh la data en 1760, el año "culminante" paralas
clases mercantiles de las ciudades coloniales (1955, p. 282). Véase Rothenberg
sobre los índices de precios para la Norteamérica británica (1979, p. 981).
30 Hacker (1935, p. 293) señala "el mercado en expansión de las Indias Oca-
dentales, los grandes gastos de los furrieles británicos, el comercio ilegal y de
contrabando con las fuerzas enemigas, todo lo cual proveía de empleo establea
los trabajadores y mercados lucrativos a la producción de los pequeños agri
cultores". El final de la guerra produjo desempleo, la bancarrota de pequeños
comerciantes y redujo el mercado de los pequeños agricultores. "Además, la vía
de escape hacia las zonas de frontera —siempre el último refugio de los despo
seídos— quedó cortada" (pp. 293-294).
Ln descolonización de América 277
50Véase Wallenstein (1984, caps. 3. 6). Greene (1968a, p. 168) habla del "no
table acuerdo sobre los principios fundamentales" de la cultura política britá
nica en el siglo xvtn, basado en la inviolabilidad del acuerdo de 1688-1714.
Estoera tanto más cierto en la medida en que la guerra de los Siete Años había
supuesto el fin definitivo del jacobitismo. "En 1760, la Scots Magazine calcula-
baque uno de cada cuatro escoceses en edad militar seiv(a en el ejército y en la
Armada británicas; una gran cantidad de estos reclutas se quedó en Inglaterra
después de la guerra, y se casó con inglesas antes de regresar a su tierra" (Co
lley, 1986, p. 100).
51Innis (1943, p. 321).
52Namier (1930, p. 42).
53Kammen (1970, pp. 95, 113). "Los contemporáneos consideraban los te
rritorios de las Indias Occidentales, no los continentales, como las joyas del
imperio" (Ragatz, 1935, p. 8). Véase también Palmer (1959, p. 173): "Habría
que admitir que el gobierno británico tenía que considerar muchos intere
ses que los americanos rechazaban como extraños", como los de los plantado
res de azúcar de las Indias Occidentales, los de los canadienses franceses, los
indios americanos y los de la Compañías de las Indias Orientales, por no ha
blar del contribuyente británico.
282 Immanuel Wallersiein
politicos, W i l k e s , l o s e j é r c i t o s p e r m a n e n t e s : t o d a s e r a n la s p r u e b a s r e
levantes d e u n a s a l t o d e l i b e r a d o d e l p o d e r a la lib e r t a d .68
i
Yfue la Ley del Té, afirma, el punto crítico j^ara los colonos,
cuya ira ya no podía ser "tomada a la ligera, como mero adorno
que encubría cuestiones económicas más fundamentales".69
No obstante, Bailyn debilita su propia posición respecto a la
primacía de las motivaciones ideológicas cuando lucha en otro
frente. Ante quienes defienden que la importancia de la Revo
lución americana estriba en que fue socialmente revoluciona
ria, una lucha que logró derribar un anden regime, Bailyn in
siste en que de facto el gran objetivo revolucionario de la
“igualdad de rango ante la ley" ya se había logrado en la prácti
ca en la Norteamérica británica. En la práctica, sostiene, pero
no, admite, en la teoría. "Muchos consideraban que los cam
bios [...] representaban una desviación que carecían, en una
palabra, de legitimidad." Esto suponía una "divergencia entre
hábitos de pensamiento por un lado" —hábitos que, afirma
Bailyn, seguían siendo "aristocráticos" en el sentido en que los
colonos "concedían a las clases de los procedentes de buena
cuna y ricos el derecho a ejercer los cargos públicos"— y la "ex
periencia y la conducta por otro". Esta divergencia finalizó con
la revolución: "este aludir a la conciencia y dotar de un elevado
propósito moral elementos incipientes y confusos de cambio
social y político [...] constituyó la revolución americana".70
Pero Bailyn no puede defender ambas cosas a la vez. Si los
motivos que impulsaron a los colonos fueron, antes que nada,
ideológicos, no pudieron ser inconscientes de ellos; no pueden
haber actuado impulsados por "elementos incipientes y confu
sos del cambio social y político".71 En primer lugar, como afir
ma Arthur Schlesinger, la perspectiva de que la revolución fue
"una gran controversia forense sobre derechos abstractos de
51). Como consecuencia, "caben pocas dudas de que sus intereses movieron a
quienes estaban relacionados con la industria peletera a permanecer leales
a Gran Bretaña" (Stevens, 1926, p. 49). Véase también Clark (1959, p. 118):
"Fue la resistencia de los comerciantes de Montreal a renunciar al mercado
británico lo que les llevó a rechazar [la] propuesta de enviar delegados al Con
greso Continental."
89 Rverson (1960, pp. 208-209).
90 Véase Trudel (1949b, pp. 25-31).
91 Clark (1959, p. 101).
92 Véase Ryerson (1960, pp. 208-210).
93 Ryerson considera que esto marcó la diferencia: "La cuestión principal
sobre cuya base los canadienses podrían haberse levantado en alianza con los
americanos era la de la independencia nacional respecto al gobierno ajeno.
Pero los colonos americanos todavía no habían adoptado una posición decidi
da en favor de la independencia. Su D eclaración de Independencia sólo
se adoptaría después de la invasión de Canadá. ‘Si esta declaración se hubiera
adoptado nueve meses antes, se lamentaba [...] Samuel Adams, 'Canadáseria
nuestro hoy'" (1960, p. 214).
94 Creighton (1937, p. 64).
la descolonización de América 291
101 Lynd (1961, p. 33) quien continúa: “Precisamente el temor de una revo
lución intema de este tipo hizo dudar durante mucho tiempo a Robert R. Li
vingston en vísperas de la independencia".
í02 “Muchos comerciantes [...] actuaron con una percepción más amplia de
los intereses de clase, apostando de manera franca [en 1775-1776] por la ma
dre patria" (Schlesinger, 1917, p. 604).
103 "La mayoiia de los líderes whig fuera de Nueva Inglaterra parecían con
siderar la guerra con Gran Bretaña no como un medio para alcanzar la inde
pendencia, sino como una alternativa, incluso una garantía frente a la revolu
ción. La guerra [...] confirió un pasajero conjunto de objetivos a todos los
americanos excepto a los lories declarados, y también dirigió contra los britá
nicos energías que de otro modo podrían haberse vuelto en contra del orden
social establecido en las colonias" (Nelson, 1961. p. 117).
Véase también Hoerden “Ai sancionar post facto algunas de las revueltases-
pontáneas, la élite whig apareció como líder incluso cuando intentaba seguir a
las masas. Las demandas populares fueron desviadas por la retórica sobre la
unión de intereses y por la condescendencia de los líderes" (1976, pp. 265*266).
104 Schlesinger ( 1919, p. 75).
105 Harper (1942, p. 24). La cifra de 30 a la que se refiere Harper quizá sea in
exacta por baja. Utilizando el New Cambridge Modem History's Atlas, cuento
39. Sin duda se trata de cómo se cuenten diversas unidades de las Indias Occi
dentales.
l/¡ descolonización de Am érica 293
106La Florida oriental le fue adquirida a España en 1763. Hubo unos pocos
colonos británicos que intentaron reproducir la estructura de economía de plan
tación de Carolina del Sur, pero el fracaso del arroz y el lento desarrollo del indi
gofueron "inhibidores obvios de la colonización” (Chesnutt, 1978, p. 14).
Estas plantaciones utilizaban trabajo servil de Europa del sur. Unos 1 400
trabajadores fueron reclutados para Nueva Esmirna, en su mayoría menorqui
nes, con unos 100 italianos de Livomo y algunos griegos. “El heterogéneo gru
podesbordó los escasos recursos de la colonia y dos meses después de su des
embarco [en 1768] estalló una revuelta dirigida por los griegos e italianos."
Aunque la revuelta fue reprimida y sus dos líderes ejecutados, prosiguieron los
disturbios. “Con el inicio de la Revolución americana, se dio en creer que
los menorquines, hasta entonces el elemento más pacifico de la colonia, ha
bían conspirado con los españoles de La Habana” (Morris, 1946, pp. 178-180).
Entre los plantadores lealistas y los menorquines simpatizantes de los españo
les. parece que había escaso margen para adeptos a la causa de la Revolución
americana.
107Brebner (1966b, pp. 56-57). Terranova estaba poco poblada y tenía una
economía demasiado débil para considerar siquiera la rebelión: todavía era
'incapaz de seguir una dirección propia”.
,(WBrebner (1937, p. 293).
109 Ibid. (p. 353) quien afirma que “puede atribuirse a la pobreza tanto
como a las barreras topográficas entre los asentamientos. [Nueva Escocia] no
podía ni siquiera permitirse estar adecuadamente representada en su propia
294 Im m anuel Wallersiein
asamblea." Véase también Kerr (1932a, p. 101): "El hecho de que los ingleses
de Nueva Escocia albergaban una simpatía pasiva hacia sus parientes insurrec
tos no puede dudarse pero también es claro que no contemplaron en serio ac
tuar por sí mismos."
1.0 "Afirmar una posición de neutralidad ofrecía un medio de protegerlos
lazos con las colonias revolucionarias vecinas, al tiempo que se evitaba romper
abiertamente con Gran Bretaña" (Clark, 1959, p. 105).
1.1 "En 1776 sólo la Armada y el ejército británicos impidieron que Nueva
Escocia [...] se sumara a las colonias revolucionarias. El fracaso de la revolu
ción estuvo determinado en gran parte por las ventajas militares británicas al
desarrollar la guerra en áreas que podían ser rodeadas o bloqueadas por las
fuerzas navales. El movimiento revolucionario americano fue un movimiento
continental" (Clark, 1959, p. 102). Véase también Rawlyk (1963, p. 380), que
considera que la explicación más satisfactoria de la reticencia de Nueva Esco
cia a sumarse a la rebelión, a pesar de la "extendida simpatía hacia los princi
pios revolucionarios", es su carencia de armada.
1.2 Rawlyk (1973, p. 230) sostiene que la invasión de Nueva Escocia por
Massachusetts en 1776 fracasó por su debilidad. "Es difícil imaginar de qué,
forma Massachusetts hubiera podido actuar con más descuido en Nueva Esco
cia en 1776" (p. 240).
1.3 Clark (1959, p. 70).
1.4 Armstrong (1946, p. 54).
1.5 Clark (1959, p. 111).
Ι/ιdescolonización de A m énca 295
oíros lugares pero, como es obvio, para los británicos era más
aceptable políticamente. Además, confirió a los habitantes de
Nueva Escocia "un nuevo sentimiento de identidad" tal que en
1783 parecía que Nueva Escocia se había convertido en un
"centro vital del mundo cristiano".116 De este modo, Nueva Es
cocia se sustrajo a la órbita de Estados Unidos en formación.
Esto carecía de importancia económica para los futuros Esta
dos Unidos, y quizá fuera beneficioso a corto plazo para Nueva
Escocia.117 Pero tuvo una gran trascendencia geopolítica a lar
goplazo, puesto que si Nueva Escocia se hubiera convertido en
el decimocuarto estado, no hay duda de que Inglaterra hubiera
tenido dificultades para mantenerse en Canadá y probable
mente habría sido "expulsada" de América.118 De haber sucedi
doesto, todo el proceso de descolonización habría tomado un
girodiferente.
En el Caribe, la relación de las colonias con Gran Bretaña se
presentaba bajo un aspecto distinto. A diferencia de la Nortea
mérica británica, que sufría un periodo de depresión económi
ca, las Indias Occidentales iniciaban una fase de explosión eco
nómica para su principal producto de exportación, el azúcar.119
Yademás la Ley de Puertos Francos de 1766 contrarrestó con
éxito la depresión comercial de las Indias Occidentales, una de
cuyas raíces se remontaba a 1751. El comercio de las Indias
Occidentales había tenido, durante más de un siglo, un impor
tante componente contrabandista, y ésta era, en efecto, la prin
cipal modalidad del comercio entre Gran Bretaña e Hispanoa
mérica. Alrededor de 1751 se produjo un "cambio radical" en
este comercio.120 De ser los barcos británicos los que comercia
ban en puertos españoles, pasaron a ser los barcos españoles
los que empezaron a frecuentar los puertos británicos. Esto,
por supuesto, era totalmente ilegal bajo las leyes de navega
ción, pero al principio existió connivencia por parte de las au
toridades locales británicas. En 1763-1764, como parte del ma-
\
296 Im m a n u el Wallersiein
121 La Ley del Azúcar (4 Geo. vol. ui, c. 15) regulaba en su cláusulaxxm la
confiscación de los barcos extranjeros en los puertos británicos. "Fue a estas
palabras [...] a las que los comerciantes de Jamaica atribuyeron la decadencia
del comercio español" (Christelow, 1942, p. 320). Sobre la Lev de Puertos Fran
cos como esfuerzo para reparar el efecto de la confiscación de barcos españo
les, véase Williams (1972, pp. 378-379).
122 "Tanto españoles como franceses se sintieron, con toda razón ofendidos
por los métodos utilizados por los británicos para romper el monopolio que
cada nación practicaba en su impeño colonial. En el caso de los españoles, la
apertura de los puertos francos británicos fue seguida por varios intentos de
fortalecer la barricada que protegía el monopolio español" (Armytagc, 1953, p.
48.) Véase también Hammett (1971, p. 27). Las reacciones españoles sólo redo
blaron los esfuerzos británicos por hacer de las Indias Occidentales "un centro
de comercio con las áreas prohibidas" (Goebel, 1938, p. 289).
Ladescolonización de A m éñca 297
peor que una victoria británica: una victoria de las fuerzas re
beldes sin ayuda de Francia, es decir, la posibilidad de unos Es
tados Unidos independientes y hostiles .í53 Francia firmó un
tratado con Estados Unidos el 6 de febrero de 1778, y se sumó
abiertamente a la guerra.
Ahora la presión se ejercía sobre España, y los españoles
eran muy reticentes. España dudaba ante la idea de emprender
cualquier actuación que pareciera legitimar la revuelta colo
nial. Además, España negociaba su neutralidad como conira*
panfletista inglés de 1776, como 'la insolencia’ de 'los líderes de los colonos en
ajenados, demagogos ambiciosos' que habían 'dirigido a un populacho igno
rante, paso a paso hasta un punto en el que retroceder ante la ruina es difícil,si
no imposible'. De pronto este populacho ignorante denotaba a uno de los me
jores ejércitos del Antiguo Mundo, uno de los más ricos en historia militar'
(Madariaga, 1948, p. 300).
153 "Vergennes había estado obsesionado con la idea, a partir de 1776.de
que como resultado de la lucha de América por la independencia, Franciay Es
paña perderían sus posesiones en las Indias Occidentales" (Van Tyne, 1916,p.
534). En 1776, Silas Deane, el delegado del Congreso Continental en Paris, "ad
vertía a los franceses que sin ayuda suficiente los americanos se verían obliga
dos a reunificarse con los británicos. Una América independiente, por otro
lado, haría a Francia la sucesora de Gran Bretaña en el dominio del comercio
mundial" (Kaplan, 1977, pp. 138-139). El 23 de julio de 1777 Vergennes envió
un informe al rey Luis XVI en el que afirmaba: ''Si Inglaterra no aplasta pronto
la revuelta americana, tendrá que llegar a acuerdos con ella. Puede convcriiren
aliados a aquellos a quienes no ha logrado m antener como súbditos en un asal
to conjunto a las riquezas de Perú y México y las Islas del Azúcar francesas.'
(Citado en Corwin, 1915, p. 34.)
La desconfianza de Francia hacia las verdaderas intenciones de Estados
Unidos fue uno de los factores principales durante las posteriores negociacio
nes de paz en Paris en 1782-1783 para que Francia presionara a Gran Bretaña
a fin de que se le permitiera conservar Canadá. Ya en 1778, el Congreso Conti
nental había pedido a los franceses que se comprometieran a favorecer la con
quista de Canadá (así como de Nueva Escocia y las Floridas) por los colonos.
Vergennes sin embargo, en las instrucciones que diera el 29 de marzo de 1778.
a su diplomático en Estados Unidos, Conrad-Alexandre Gérard, escribía que
''la posesión de estos tres territorios (contrees), o al menos de Canadá, por par
te de Inglaterra seria un útil principio de inquietud y de vigilancia para los
americanos que les haría sentir mayor necesidad de la amistad y la alianza del
rey, y no le interesa que esto se destruya” (reimpreso en Frégault y Trudel.
1963, p. 153). En 1779 en Lucerna, Vergennes afirmaba que Francia no tenia
ningún interés 'en ver a América septentrional desempeñar el papel de una po
tencia en situación de inquietar a sus vecinos”. Cuando llegó a las negociacio
nes de París, Gran Bretaña en realidad estaba dispuesta a conceder más de lo
que los franceses deseaban que concediera (por ejemplo, derechos de pesca en
el San Lorenzo y, lo que es más importante, unas fronteras más amplias que
las que los colonos tenían en 1775). No es necesario decir que los americanos
no se sintieron satisfechos con la actitud de Francia. Véase Trudel (1949b, pp.
213-214).
Ι/ι descolonización de Am érica 305
195 Ésta era la postura de los historiadores liberales del siglo xix. Todavía b
reflejan Diffie (1945, p. 488) y Haiing (1947, pp. 136, 194). Collier (1963. p. 19)
dice que es una perspectiva exagerada pero real. Bonilla (1972, p. 58) considera
que es cierta en lo que se refiere al periodo 1776-1787. Para una discusión de la
historiografía, véanse Campbell (1972a, p. 7) y Burkholder (1972, p. 395).
196 Eyzaguirre (1957, pp. 54, 57). Barbier (1972, p. 434) también subrayad
papel preponderante de los criollos en la administración.
197 Campbell (1972a, p. 20).
198 Marzahl (1974, p. 637).
Ια descolonización de América 313
21J Izard (1 9 7 9 , p. 5 4 ).
214 Brading (1984, p. 438).
2.5 Ibid. (p. 402). Véase también Bauer (1971, pp. 80-85). La expulsión de
los jesuítas marcó otro punto de crítico de cambio de la política de los habs-
burgo a la de los borbones. "Donde los habsburgo utilizaban sacerdotes, los
borbones empleaban soldados" (Brading, 1971, p. 27).
2.6 Brading (1984, p. 403).
2.7 Véase Muñoz Oraá (1960).
316 Im m a n u el Wallerstein
2,8 Gottschalk (1948, p. 7). Véase también Anderson (1965, pp. 267-268).
Ια descolonización de América 317
2,9 Véase Bemis (1935, pp. 45-46) y Nettels (1962, pp. 1-6).
220 Nettels (1962, p. 44); véase también Walton y ShepherdJJ.979, pp. 181-
182). Por contraste, la guerra de Independencia estadunidense parece que
prestó un buen servicio a Escocia a este respecto. Al acabar con la función de
Glasgow como centro de distribución comercial, obligó a reestructurar las
prioridades económicas. "Mientras Glasgow retuvo su monopolio del tráfico
de tabaco con América, las manufacturas —incluso la manufactura de algo
dón— tendieron a conservar su subordinación al comercio" (Robertson, 1956,
P-131).
318 Im m a n u el Wallerstein
221 "Para Gran Bretaña. la pérdida [de la güeñ a] fue mayor en lo referenica
prestigio que a intereses materiales: la independencia material de Estados Uni
dos quedó muy rezagada respecto a la consecución y uso de la soberanía nacio
nal" (Marshall, 1964a, p. 23.)
222 Clauder (1932, p. 16).
223 Nettels (1962, p. 47), que también señala que los "mercaderes británicos,
en posesión de abundante capital, adelantaban mercancías con cargo a crédi
tos de doce a dieciocho meses vista" (p. 231).
224 Meyer (1979b, p. 181). Véase también Fohlen (1979) sobre las razones de
que los comerciantes franceses perdieran su "oportunidad única para expulsar
a los británicos del mercado norteamericano" (p. 98).
225 "El comercio exterior, medido por las exportaciones a Gran Bretaña a lo
largo de la década de 1780, no llegó a los dos tercios de su nivel preirevolucio-
nario" (Jeremy, 1981, p. 14).
226 Benians (1940, p. 16). Bemis también sostiene que en esta época, el co
mercio anglo-americano "era vitalmente necesario para la existencia nacional
de Estados Unidos. El 90% de las importaciones am ericanas [1789] prove-
Ια descolonización de América 319
23v Véase Jensen (1936, pp. 28-30; véase también 1939). Los planes de ex
pansión fueron interrumpidos por la guerra de Independencia americana. An
tes de ella se había constituido la Vandalia Company mediante la fusión de la
Indiana Company y la Ohio Company. En 1773 la empresa había obtenido de
los comisionados de comercio y plantaciones un informe recomendando que
se le cediera un territorio que, aproximadamente, incluiría la actual Virginia
occidental y el este de Kentucky y que sena-denominado Vandalia. Aunque to
dos los procedimientos de transferencia a excepción de unas pocas formalida
des se habían efectuado, el estallido de la Revolución americana detuvo la ce
sión" (Turner, 1895, p. 74).
240 En los libros de texto de Estados Unidos, Ethan Alien es un héroe revolu
cionario. En realidad él y sus hermanos establecieron una comunidad indepen
diente en 1777 y negociaron con los británicos el reconocimiento de la inde
pendencia de Vermont, negociación que se prolongó hasta 1789 cuando Levi
Alien viajó a Londres paro ofrecer un trato a Jorge III. Después de ulteriores
negociaciones con el estado de Nueva York (que renunció a algunas reivindica
ciones territoriales en 1790), Vermont "entró" en Estados Unidos como deci
mocuarto estado en 1791. Véase Brebner (1966b. pp. 66-67). La "independen
cia” de Maine frente a Massachusetts implicó procedimientos semejantes.
Véase Greene (1943, pp. 408-409).
324 Im m a n u el Wallersíein
tuvo que permitir que los ingleses comerciaran con ellos a ira»
vés de sus propios puertos /'250
España como defensora del comercio de pieles en el sud
oeste frente a Estados Unidos como especulador de tierras,
tenía todavía menos posibilidades de triunfar que Gran Breta
ña en esa misma función en el noroeste, en especial si se tiene
en cuenta el importante papel de los no españoles en la eco
nomía local de Luisiana y las Floridas. España nunca logra
integrar estas zonas (todas recién adquiridas) en su propio
sistema colonial, y esto presagió la pérdida de las dos colo
nias (en 1815 y 1819, respectivamente) en favor de Estados
Unidos .2512
5
El nuevo Estados Unidos no sólo era una nueva potencia
americana que perseguía intereses económicos; también era un
símbolo de la independencia de los colonos que se convirtió en
adalid de un principio de republicanismo. Pero, ¿qué era una
república? Muchos consideraban que era la combinación de
una ideología de libre comercio, hombres libres e igualdad. Ya
hemos visto que en la década de 1780 Estados Unidos no tuvo
mucho éxito en el fomento del libre comercio. En efecto, como
observa McCoy, la crisis comercial de la década 1780 tuvo un
“efecto profundamente perturbador en la imagen que los ame
ricanos tenían de sí mismos y de su sociedad ".232 El fracaso en
el comercio exterior fue sin duda uno de los elementos que pro
dujeron la crisis constitucional de 1783-1791, momento en el
que estuvo en tela de juicio la supervivencia del nuevo Estado
como entidad política unificada. Pero, a largo lazo, lo que tuvo
mayor importancia para el sistema mundial, en la medida en
que Estados Unidos se presentaba como modelo de indepen
dencia de los colonos y era considerado como tal, fue el modo
como resolvieron las cuestiones de la libertad y la igualdad en
este periodo.
La cuestión de la libertad no giraba en tomo a los america
nos nativos. Eran ajenos al Estado (y desde el punto de vista
250 Whitaker (1962a, pp. 37, 43). Véase también Williams (1972, pp. 57-59).
Esto tuvo un precedente. Cuando los españoles asumieron el control efectivo
de Luisiana de los franceses con la llegada del general O'Reilly a Nueva Or
leans en 1769, expulsaron a la clase comercial inglesa. Pero cuando en 1770
O'Reilly, de vuelta en La Habana, prohibió la exportación de tabaco de Luisia
na de calidad inferior por la amenaza que suponía para las exportaciones cu
banas, los ingleses regresaron de facto como comerciantes clandestinos. Véase
Clark (1970, pp. 170-Ϊ80).
251 Véase Whitaker (1928, p. 198) v Clark (1970, p. 220).
252 McCoy (1980, p. 105).
La descolonización de América 327
258 Véase Galenson (1981b, p. 175). Entre las razones que se adujeron en
Georgia en esta época en defensa pública de la esclavitud estaba la de que los
'esclavos podían ser alimentados, vestidos y alojados con una cuarta parte del
coste de la manutención de sirvientes blancos". Además, se decía que los escla
vos trabajaban mejor que los sím enles blancos, quienes eran "seleccionados
entre los desechos de la sociedad blanca, no estaban acostumbrados al trabajo
agrícola, no aceptaban la idea del trabajo duro, eran vulnerables a los calores*
y 'fríos' de Georgia, y tenían grandes probabilidades de huir con éxito de sus se
ñores" (Gay y Wood, 1976, p. 356).
En 1774, los franceses abolieron formalmente el sistema de engages (traba
jadores contratados), recurriendo desde entonces al trabajo esclavo como la
única solución al problema de la mano de obra colonial" (Vignols, 1928a, p.6).
259 Aptheker (1960, p. 101). El tráfico de esclavos estaba concentrado sobre
todo en manos de los comerciantes de Rhode Island, que entre 1725 y 1807 pa
saron a controlar del 60 al 90% del tráfico. Véase Coughtry (1981, pp. 6,25).
260 Zilversmil (1967, p. 7).
261 Quarles (1961, pp. 100, 198). Véase también Berlin (1976. pp. 352-353).
Quizá la rivalidad entre británicos y colonos por el apoyo negro fue iniciada
por lord Dunmore, gobernador de Virginia, quien en noviembre de 1775 pro
metió la libertad a los esclavos que se sum aran a sus filas y portaran armas.
"Los británicos no intentaban iniciar una revolución, sino poner fin a una re
belión. Su política básica era la del status quo ante bellum" (Robinson, 1971,p.
105). Cuando las tropas británicas abandonaron Estados Unidos al finalizarla
guerra, se llevaron consigo "miles" de negros a .Gran Bretaña, Canadá, las In
dias Occidentales e incluso a África (Berlin, 1976, p. 355). Esto se convirtió.
La d e s c o l o n i z a c i ó n d e A m é r ic a 329
306Véase Franco (1968). Aún así las autoridades españolas estaban preocu
padas. En 1791 el conde de Floridablanca instruyó a los virreyes de México y
Santa Fe, a los gobernadores de La Habana, Puerto Rico, Santo Domingo, Tri
nidad y Cartagena para que lomaran medidas a fin de que “el contagio de la in
surrección no se comunique a las posesiones españolas a cuyo Fin el goberna
dor de Santo Domingo (español) establecerá un cordón de tropas en la
frontera". (Citado por Verna, 1984, p. 747.) Sobre los efectos de la revolución
de Si. Domingue en Santo Domingo, véase Dilla Alfonso (1982, pp. 83-90). El
gobierno español reprimió conspiraciones antiesclavistas en Luisiana en 1795.
enMartinica y Guadalupe en 1794, en Tierra Firme en 1795 y en Guatemala en
1797.
307Véase Lokke (1928). En aquel momento, el presidente Thomas Jefferson
habló de intentar "reducir a Toussaint al hambre" y calificó a Haití de "otro Ar
gel" (p. 324).
La expedición de Bonaparte, pese a la muerte de Toissaint LOverture, fue
undesastre. El mayor beneficiario no fue Francia, sino Estados Unidos. Suele
admitirse que esta experiencia indujo a Napoleón a ceder (vender) Luisiana a
Estados Unidos. Véanse Léger (1934, p. 17); Sloane (1904, p. 514); Logan (1941,
pp. 142-144), y Whitaker (1962b. pp. 234-236). Sobre los amplios vínculos so
dales anteriores entre Luisiana y St. Domingue. véase Baur (1970, pp. 401-
404). Sobre los motivos por los que Jefferson temía amenazas en Luisiana
como resultado de la victoria napoleónica, véanse pp. 411-412. Pero como ob
serva Jordan: "Estados Unidos no se desbordó, ni entonces ni después de grati
tud por la ayuda haitiana, puesto que en 1804 los estadunidenses apenas veían
enla nueva República de Haití otra cosa que no fuera un ejemplo de poder ne
gro; (1968, p. 377).
305Logan (1941, p. 152). Liévano Aguirre habla de que se rodeó a "Haití de
“n cordón de seguridad' a fin de aislarlo” (1968, p. 954). Francia no reconoció
a Haití hasta 1825, Gran Bretaña en 1833 (año de emancipación de los escla-
340 Immanuel Wallersiein
vos), Estados Unidos muy posteriormente, en 1862. Véanse Logan (1941, pp.
76-77), y Jordan (1968, p. 378, nota 2). Incluso las repúblicas hispanoamerica
nas mantendrían a distancia a Haití. Colombia lideró la exclusión de Haití dd
Congreso de Panamá de 1824. Véanse Vema (1969, pp. 477-495) y Baur (1970.
p. 410). Ningún país latinoamericano reconoció a Haití hasta que lo hizo Bra
sil, en 1865. México no reconoció a Haití hasta 1934.
La "negritud" de Haití pareció cobrar mayor énfasis aun después de la
muerte de Toussaint. Su sucesor inmediato Dessalines prohibió a los no negros
tener propiedades exceptuando sólo a los franceses que habían apoyado la in
dependencia, y a los alemanes y polacos que desertaron a la causa haitiana
(Vema, 1969, p. 64; Nicholls, 1978, p. 179). Sobre los polacos, véase Pachoñski
y Wilson (1986). Fue después del asesinato de Dessalines cuando Haití fuedivi
dido en un reino gobernado por los negros en el norte, bajo Henri Chrisiophe.
y una república dominada por los mulatos en el oeste y en el sur, bajo Alexan
der Pétion, más tarde amigo de Bolívar. Ambos sectores volverían a unirse en
1811. Sobre este periodo y en particular sobre la reforma agraria en Haití, véa
se Lacerte (1975); véase también Lundhal (1984). Trouillot (1971) considera
que el fin del proceso fue el triunfo de lo que denomina los criollos negros.
Véase una perspectiva similar en Bénoít (1970).
309 Véanse Madariaga (1948, pp. 324-325) y Sheridan (1976b. p. 237).
Tuvo un impacto especial en Cuba, que sustituiría ahora a St. Domingue
como país proveedor de azúcar. La insurrección de esclavos de St. Domingue sir
vió como una "terrible advertencia" a los criollos y españoles en Cuba (Humph
reys y Lynch, 1965a, p. 19).
También fue una advertencia tan poderosa, añade Thomas, como para “evi
tar que los plantadores cubanos cedieran un centímetro ante sus esclavos du
rante casi cien años" (1971, p. 77).
Véanse también Knight (1970, p. 25) y Corwin (1967, p. 22), que también
observa que "cuando en noviembre de 1791 llegaron las noticias de la gran re
belión de esclavos de Haití, [Francisco de ] Aranga [y Parreno, representante
de los intereses del azúcar en Cuba] no consideró esto como un ejemplo ame
nazador para Cuba, donde los esclavos eran todavía relativamente escasos,
sino como una oportunidad de oro para Cuba a expensas del Haiti francés’
(pp. 13-14).
Im descolonización de América 34!
347 Véanse Anna (1978a, pp 64, 76 y cap. 3, passim) y Anna (1985, pp. 67-
68). Chaunu dice que México conoció la "revuelta de Túpac Amaru con un re
traso de 30 años" (1964, p. 207).
348 "Si Inglaterra y Francia hubieran m antenido la paz [...] no habría habi
do guerra entre Inglaterra y Estados Unidos en 1812" (Horsman, 1962, p. 264).
Véase también Gibbs: "Según J. Q. Adams fue la insistencia [británica] en el
derecho de visita [de barcos neutrales] la principal causa de la guerra de 1812-
1814, aunque la raíz principal del problema tal vez está en la reivindicación de
la conquista de Canadá" (1969, pp. 88-89).
349 Las provincias marítimas de Canadá encontraron una causa común con
Nueva Inglaterra en la "resistencia a la política antibritánica del gobierno fede
ral" de Estados Unidos (Clark, 1959, p. 240). En lo que se refiere a los portavo
ces franceses, habiéndose enfriado su sim patía por la Revolución francesa ysu
"ardor revolucionario", tampoco fue revitalizado por esta nueva alianza entre
Estados Unidos y Francia (p. 244). Sobre el últim o grupo, véase también Oue-
llet (1971, p. 230).
350 Ibid. p. 37).
ia descolonización ele Am énca 351
551 Véase Graham: "Pese a lodos los altibajos de la política británica des
pués de la Revolución americana, nunca se abandonó el monopolio del trans
porte, principio fundamental del código de navegación. Cuando Gran Bretaña
emergió victoriosa del largo conflicto napoleónico, el principio de monopolio
colonial se mantuvo intacto en lo fundamentar (1941, pp. 197. 218).
3S2Los británicos retiraron de fado su apoyo a España en la Florida. En fe
cha 1811 el Congreso de Estados Unidos aprobaba la resolución de no transfe
rencia, buscando la anexión de Florida occidental (lograda en 1813) y advir
tiendo a Gran Bretaña respecto a cualquier intento de volver a adquirir Florida
oriental de España. Véanse Bemis (1943, pp. 28-30) y Nettels (1962, pp. 322-
324). En 1819, Estados Unidos logró la gran "victoria diplomática" de hacer
que España cediera Florida (aunque no Texas) y reconociera "el derecho indis-
cutido de Estados Unidos al avance territorial hacia la costa del Pacífico" (Be-
mis, 1943, pp. 37-38).
155Véase en Perkins (1964, pp. 137-138) el análisis de quién obtuvo qué, en
el tratado de Gante.
Citado en Liss (1983, p. 209).
355 Véase Halperín-Donghi: "El gobierno británico que había mantenido
hasta entonces una cuidadosa ambigüedad, si no se definía en favor de la cau
sa revolucionaria, sería menos vigilante en cuanto a la provisión de voluntarios
(ylo que era más importante, de armas) para los ejércitos que combatían con
tra los realistas. [En lo que se refiere a] Estados Unidos [...] a partir de ese mo
mento la neutralidad oficial se iba a mostrar más benévola para los patriotas:
352 Immanuel Wallersteiη
también allí resultaría cada vez más fácil com prar armas y reclutar corsarios'
(1972, p. 144). De hecho, este último elemento de asistencia de Estados Unidos
a los movimientos hispanoamericanos, las facilidades para el reclutamiento de
corsarios, redundó en perjuicio del propio Estados Unidos. Entre 1810y 1823
hubo, como consecuencia un extenso movimiento pirata en las Indias Occiden
tales que se convirtió en la "principal interferencia del comercio” entre Estados
Unidos y las Indias Occidentales (Chandler, 1924, p. 482).
356 WaddcJl (1985, p. 205).
357 Véase Bousquet (1978, p. 57). En el prim er cuarto del siglo xtx. sólo Lati
noamérica y Europa occidental contemplaron una expansión significativa de
las exportaciones textiles británicas.
358 Andrews (1985, p. 128). Véase Fisher: “La rebelión de Cuzco de 1814-
1815 fue una revolución en favor de la independencia que disfrutó amplio apo
yo tanto entre los blancos como entre los indios en el sur de Perú. Si los habi
tantes de Lima y la costa la hubieran apoyado, casi con certeza hubiese
triunfado. Esta falta de apoyo puede explicarse por su inveterado conservadu
rismo y su temor a los indios" (1979, p. 257). En 1821, existían "pocos indicios
de una movilización popular” en apoyo de la independencia liderada por los
La descolonización de A m éñca 353
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B ibliografía 469
i
E n este ín d ice a n a lític o se h a n a g ru p a d o las referen cias a jurisdiccio
nes p o lítica s c o n c re ta s, co n in d e p e n d e n c ia d e su s cam b io s a través del
tie m p o , bajo las d e n o m in a c io n e s en u so al final del período considera
do. Así, p o r ejem p lo , N ueva F ra n c ia se e n c o n tra rá bajo Quebec, La
P lata bajo A rg en tin a, los P aíses B ajos A u stríac o s bajo Bélgica, Uru
g u ay b ajo B a n d a O rien ta l, etc. L as fro n te ra s, p o r su p u e sto , no siempre
fu ero n id é n tic as. Se h a h e c h o un e sfu e rz o p o r m a x im iz ar la coheren
cia del a g ru p a m ie n to al m ism o tie m p o q u e se m in im iza la dispersión
de e n tra d a s . L as re fe re n c ia s a u n p u e b lo (a u n g ru p o étnico) se encon
tr a r á n a g ru p a d a s co n las re fe re n c ia s al p aís d e origen. Así, los "grie
g o s” se e n c u e n tra n b ajo "G re c ia ” y los " irla n d e se s” bajo Irlanda. Los
n o m b re s p ro p io s co n p refijo s se c a ta lo g a n d e a c u e rd o con las reglas
de la A m erican L ib ra ry A sso ciatio n .
Indice analítico
[487]
488 Im m a n u e l Wallerstein
A n d e r s o n , T erry L ., 2 7 3 c la s e s ; a lt a s , te r r a te A tlá n tico océano, 76,169,
A n d es, 3 0 6 -3 0 7 n ie n t e s ) 199, 232, 237, 241,
A n d rew s, C h a r le s M ., r e a c c ió n , a r is t o c r á t ic a , 3 2 0 -3 2 1 .3 2 2
269, 273, 277 4 9 -5 0 , 5 7 -5 8 . 8 5 -8 6 . A u ck lan d , isla de. 170
A n d r e w s . G e o r g e R e id . 104, 27 4 A u ck lan d . William Eden,
2 8 7 ,3 5 2 A r k w r ig h t, S ir R ic h a r d , p rim er barón de (véase
A n is s o n -D u p é r o n , E tie n - 33 E d en , William)
n e -A le x a n d e r J a c q u e s , A rm ad a, 115, 163, 188. A u gé, M arc. 218
121 199, 235, 251, 270, A u lard , A., 144
A n jo u , 1 4 7 2 8 0 -2 8 1 . 2 9 4 , 319, 343 A u sten , Ralph A., 184-
A n k a ra , 196 a r m a m e n to s, 37 185, 238
A n n a , T im o th y E ., 3 5 0 , a rm a s d e fu eg o , 212, 2 6 2 , A u stra la sia , 169
355 7 325 A u stria , 196, 215, 240,
A n stey , R oger, 201 A r m e n g a u d , A n d r é . 15 2 4 5 . 246
a n t ia s o c ia c ió n , le y e s d e A r m e n ia , 2 4 5 A u v e m ia , 17, 22
(v é a s e G ra n B r e ta ñ a ) A r m s tr o n g , M a u r ic e W ., A velin o, Ivone Días, 297
a n t ic ip o s (v é a s e c r é d it o ) 294 Ayan (véase Imperio oto
A n tic o s ta , is la d e , 2 8 2 , A r m y ta g e , F r a n c e s , 2 9 5 m ano)
287 A r n o ld , R o s e m a r y , 1 8 4 , A zov, m ar de, 244
A n tig ü e d a d , 4 9 1 8 4 ,1 8 5 a z te c a s . 357 (véase tam
a n t ig u o s c r e y e n t e s , 2 1 7 , A m o u ld , A m b r o is e -M a - b ié n M éxico, nativos
260 rie, 1 1 9 - 1 2 0 , 1 2 6 , 1 2 6 , a m e r ic a n o s)
A n tilla s M e n o r e s . 3 0 5 136 a zú ca r. 194, 199, 212,
a p a la c h e s , 2 8 2 , 2 8 3 , 3 2 1 , A ro C h u k u , 2 6 4 2 1 2 . 270, 281, 295,
322 a rro z, 2 2 1 ,2 9 3 ,3 4 5 - 3 4 6 3 2 0 , 335-339, 353
a p a r c e r o s (a p a r c e r ía ), 2 3 , a r t e s a n ía s . 4 5
1 3 2 , 1 4 6 ,2 3 3 a r t e s a n o s ,9 . 5 3 , 1 0 8 , 14 9 - B a b e u f, Fran 9ois Noel,
A p th ek er, H e r b e r t, 285, 1 5 1 ,1 6 6 ,2 2 7 ,3 2 8 G r a c c h u s (babuvismo)
2 9 1 ,3 2 8 a s a la r ia d o s ( v é a s e p r o le (v é a se Francia, Revo
A q u isg r á n , 174 ta r ia d o ) lu c ió n francesa, Cons
a r a d o , 18 A s c e n s i ó n is la d e la. 1 6 9 p ir a c ió n d e los Iguales)
A ra n g a y P a r r e n o . F r a n A s c h e r s o n , N e a l, 1 37 b a c a la o , 119
c is c o d e, 340 A s h a n ti, 2 3 6 , 2 3 8 , 2 6 3 B a c o n d e la Chevalerie.
A r a sa r a tn a m , S ., 193, A s h t o n , T. S ., 11, 11, 2 8 . J ean -Jacq u es, 335
2 1 4 ,2 2 3 , 254 9 1 , 114, 125, 172, 172 B aer, G abriel, 216
A r b e llo t, G uy, 9 4 A sia , 2 4 9 B a g c h i, A m iya Kumar.
A r d ía F a r ia s, E duardo, c e n t r a l, 2 3 4 193, 20 9 , 254
297 s u d o r ie n t a l, 2 0 8 B a g ú , S erg io . 354
A r c in ie g a s, G e r m á n , 3 1 1 o c c id e n ta l (v é a se L e B a g w e ll. P h ilip S., 94
á r e a e x te r n a , 179, 186, v a n te ) B a h a m a s , 319
1 8 9 - 1 9 0 ,2 1 5 . 2 3 0 , 2 3 4 - A sia o c c i d e n t a l ( v é a s e L e B a h ía , 3 5 5
2 3 5 , 2 4 0 - 2 4 1 ,2 6 4 - 2 6 5 v a n te ) B a ily n , Bernard, 272.
A rg el, 3 3 9 A s a m b le a N a c io n a l ( v é a 2 8 4 -2 8 5
A r g e n tin a . 3 0 2 , 3 0 9 , 3 3 4 , s e F r a n c ia , R e v o lu c ió n B a ir o c h , Paul, 10. 11, 15.
3 4 8 -3 4 9 , 3 5 3 fr a n c e s a ) 1 8 ,3 7 , 3 7 ,4 1 , 107,158
A rg y le, W. J ., 185, 185, A s ie g b u , J o h n s o n , U. J .. B a lc a n e s (véase Rumelia)
199 200 B a llo t, C harles, 7 ,4 1 .1 0 9
A r is to c r a c ia , 5 0 -5 5 , 5 8 - assignats ( v é a s e F r a n c ia , B a m fo r d , Paul Walden,
6 0 . 6 3 - 6 5 , 6 9 -7 2 , 8 6 -8 7 , R e v o lu c ió n f r a n c e s a ) 115
1 1 1 , 1 3 8 -1 4 0 , 1 4 3 -1 4 4 , A th a r A li, M ., 2 4 9 B a n c o d e Inglaterra (véa
1 4 7 , 1 5 4 , 16 6 , 197, a t lá n t ic a , t e s is (v é a se s e G ran Bretaña)
2 1 7 , 2 2 4 -2 2 6 , 2 5 9 , 2 9 1 , F r a n c ia , R e v o lu c ió n B a n d a O rien tal, La, 303
300 (v éa se t a m b ié n fra n cesa ) b a n d id is m o , 3 1 1
índice analítico 489
banqueros, 1 2 ,2 9 .2 1 3 ,2 5 2 87, 90, 104. 109-U 0. 88, 101. 102. 103, 103.
Bantry, B a h ía d e , 343 113. 126. 142, 168. 131,132,133
barbecho (v é a se a g r ic u l 199-201.214, 225. 231. Bloqueo Continental. 162-
tura) 246. 273-274, 320. 346 164,194-195, 197, 208,
Barber, E linor, 7 0 (véase también capita 316
Barbier, J a c q u e s A.. 3 1 2 , lism o) Blum. Jerome, 197, 217,
348 B engala. 98. 193-194. 217,224,226. 228
Barcelona. 107 208, 221-222, 234-235. Boahen, A. Adu, 238
barco d e v a p o r flu vial, 253-254, 256.319 Boal, 237
345 B enin, golfo de, 238 Bois, Paul. 134,146
barcos (n a v e g a c ió n ), 198. B én o ist, M.-A., 178 Bolívar. Simón, 311, 314,
207, 2 5 6 . 2 7 3 , 2 9 5 . B énott, Joachim . 340 340, 340, 344, 349,
320, 3 4 1 , 3 4 4 ,3 4 7 B erbeo. Juan Francisco. 351-354
Barker, C h a rles A lbro, 311 Bolivia (véase Perú. Alto)
278, 2 8 4 berberiscos, piratas. 320 Bolton, G. C . 255.282
Baron, S a m u e l H .. 2 5 9 B eresford. William Carr Bombay. 192.251
Barr, S trin g fello w . 9 8 Beresford, vizconde Bonaparte. José, 348
Barshchina (v é a se R u sia ) (m ariscal), 356 Bonaparte. Napoleón (véa
Barthélémy, F r a n ? o is d e, Bergeron, Louis, 45, 99, se Napoleón)
m arq u és d e , 122 106, 156. 159, 160, Bonilla, Heraclio, 306.
Basilea, 107 162, 163 309.312,353
Baskhir, 228 Bergier, J. F., 40 Bonny, 207,262
Bathurst, 169, 2 3 2 Berkes, Niyazi, 242, 246 , Borbón, casa de, 114,
Bauer, A r n o ld , J ., 3 1 5 248 155, 298, 302, 310,
Baur, Joh n E .. 3 3 9 B erlin, Ira, 328 312.315,348
bautistas, 331 B erlín. 245 Borbón. Isla de. 256,336
Bauw ens, L iévin , 164 B erm uda, 319 Borgoña. 105
Baykov, A lexan d er. 2 1 2 Berrill, K. E.. 109 Bosher.J.F.. 94,113
Bayly, C. A., 2 0 7 . 2 0 7 Berry, 22 Boston, 278.278,332
Bayona, 3 4 8 B erthoff. Rowland, 274 Boulégue, Jean, 189
Beales. H . S .. 4 4 B essel, Giliane. 197 Boulle, Pierre H.. 10. 60,
Bean. R ich a rd N e lso n , B ethel!, Leslie. 355 99, 201.202.212
2 0 1 ,2 0 1 .2 1 8 B ezan son , Anna. 5 .4 8 Bouloiseau, Mart, 126
Beard, C h a r les, A ., 3 3 2 , B hattacharya, Sabvasa- Boulton, Matthew. 9
3 3 2 .3 4 5 ch i. 194, 221 Bourde, André J., 85. 88.
Béam , 22 Biafra, golfo de. 199,238 105,106
Beau, B ru m el, 158 B ien, David D., 57 Bourgin, Georges, 133,
Becker, C h a r les. 2 3 7 Bierck, Harold C . Jr.. 354 133
Bedford, J o h n R u sse ll, Bihar, 209, 224 Bousquet, Nicole, 333,
cu arto d u q u e d e, 2 7 0 B irch, Alan, 155 347,352. 353
Beer, G eo rg e L o u is. 2 7 0 Bjork, Gordon C.. 346 Bouvier. Jean, 164
Behrens. C .B .A ., 112 B lan c, Sim one. 228 Bowden. Witt, 125
Bélgica. 9 1 . 124, 173 b la n co s de orilla (véase Bowen. Harold, 245
B elgrano, M a n u e l, g e n e b lan cos) Bowring. John, 216
ral. 3 5 3 b lan cos, 280, 308-309. Boxer, C R.. 251
Belice, 3 0 5 313, 319, 322, 324. Boyetet. M., 122
Bem is. S a m u e l F la g g , 98. 328-329, 335-340, 344, Brading. David A., 301,
305, 3 1 7 , 3 1 8 , 3 2 4 , 352-353. 355 303.314,315.333, 347
3 4 5 ,3 5 1 b lan cos de orilla, 353 bras nus (véase extremis
B en-Shachar, A n Y., 11 B lan q u i, Adolphe, 6 tas)
Bendjebbar. A n d ré. 147 B lau g, Mark, 167, 167 Brasil. 199.270, 299, 299
b en eficio (s), 1 1 -1 2 , 33. B loch , Cam ille, 127 308. 312. 340. 34*
57-60. 7 2 . 7 9 -8 0 . 81, B loch . Marc, 23. 58. 58, 355-356
490 Im m a n u el Wallerstein
f;
496 Im m anuel Wallerstein
I lu s tr a c ió n , 3 0 0 in d io s a m e r i c a n o s ( v é a s e 2 4 7 , 2 4 9 , 271, 273,
I m la h , A lb ert H ., 1 7 0 , 172 n a t iv o s a m e r i c a n o s ) 2 7 9 ,3 1 6 , 325, 356
im p o r t a c io n e s ( v é a s e c o in d iv i d u a l is m o a g r a r io , in v e n c io n e s (inventos),
m e r c io e x te r io r ) 23 3 3 , 3 6 . 4 4 , 47-48. 92.
im p u e s t o s a r r e n d a d o r e s in d iv i d u a l is m o , 6 3 , 146 1 2 1 ,3 4 6
d e . 143, 2 4 0 in d u s t r ia ( in d u s t r ia s ) , 6, in v e r sió n (v é a se capital)
Im p u e sto s, 29, 8 6 , 101, 18. 3 7 , 5 8 . 8 4 , 9 1 -9 2 , I p p o lito , R ich ard A., 83
1 1 3 , 1 1 7 -1 2 2 , 1 6 6 , 2 0 9 - 9 5 . 1 0 0 , 1 0 6 , 1 1 9 , 123, Irán (v é a se P ersia)
210, 216, 225, 228, 126, 131. 135, 139, Irla n d a , (1 7 2 0 ), 16, 36,
2 3 3 , 2 8 2 -2 8 4 , 3 0 5 , 3 5 5 1 5 6 -1 5 8 , 1 6 3 , 1 7 1 , 196- 9 3 . 171, 255. 2 8 3 .3 2 0 ,
( v é a s e t a m b ié n E s ta - 197, 2 1 2 , 2 4 7 , 317, 3 2 7 . 3 3 1 .3 4 0 -3 4 4
d o íin a n z a s ) 3 4 5 -3 4 6 a sc e n d a n c y , 343
I n a lp ic k , H a lil, 2 1 6 , 2 4 4 , " p r im era " r e v o lu c ió n I r la n d e s e s Unidos,
247 in d u s t r ia l. 5 -8 , 2 6 , 3 4 2 -3 4 3
inconfídéncia mineira (v é a 2 7 ,3 1 ,3 9 ,4 1 ,4 8 , 84 L ey d e Irlanda de
s e B r a s il) r e v o lu c ió n in d u s tr ia l, 1 7 2 0 ,3 4 1
in c o r p o r a c ió n ( v é a s e e c o 1 0 -1 4 , 17, 2 4 , 2 7 -2 8 , O rd en d e O range, 342-
n o m ía - m u n d o ) 3 4 , 4 0 - 4 8 , 6 3 -6 5 , 7 3 , 343
I n d ia ( s u c o n t i n e n t e in % 8 0 ,9 1 ,9 6 ,1 0 8 ,2 0 0 - P a r la m e n to , 342-343
d io ) . 1 3 ,3 4 - 3 6 , 9 7 , 1 0 8 , 2 0 1 ,2 5 4 , 357 p a tr io ta s, 341
117, 165, 179, 183, s is t e m a d e p r o d u c c ió n r e v o lu c ió n irlandesa,
1 8 8 -1 9 6 , 2 0 6 , 2 0 9 , 2 1 2 - d o m é s tic a , 3 9 -4 0 , 3 4 1 -3 4 4
2 1 5 , 2 2 0 - 2 2 1 ,2 2 7 , 2 3 4 - 9 5 , 107, 159. 215 s e p te n tr io n a l (Ulster),
2 3 5 , 2 4 1 ,2 4 7 -2 5 2 , 2 5 5 - in d u s t r ia le s , 1 2 -1 3 , 3 5 . 3 4 1 -3 4 3
2 5 7 , 2 6 1 , 2 7 9 (v éa se 52, 6 0 , 100, 170, 175, ir la n d o -e s c o c e s e s , 327
ta m b ié n I m p e r io M o 202, 227 Isa b e l (d e R u sia ). 211
g o l) in d u s t r ia li z a c ió n , 10, 17, I sla m , 1 7 1 . 187, 237, 242,
A cu erd o P er m a n e n te , 2 1 , 2 9 . 3 9 , 4 2 - 4 4 , 158, 2 4 5 , 2 5 0 , 263
1 9 3 .2 2 1 ,2 5 6 1 5 9 , 1 7 3 , 211 ( v é a s e C iu d a d e s sagrad as del,
c o m e r c ia n t e s p r iv a d o s , t a m b ié n D e s in d u s t r ia 242
234, 252, 2524, 256- li z a c ió n , p r o t o in d u s - lsle-de-France, 336
258 t r ia l iz a c ió n ) I s s a w i, C h a r les, 190, 196,
sur, 1 9 3 - 1 9 4 ,2 0 7 , 2 2 2 in f la c ió n y d e f la c i ó n (v é a 2 1 1 , 2 1 6 , 23 3 , 245. 247
In d ia n a C o m p a n y , 3 2 3 se e c o n o m ía -m u n d o ) Ita lia , 4 0 , 7 6 . 164, 195,
In d ia s o c c i d e n t a l e s I n g la te r r a (v é a se G ran 2 1 5 ,2 9 3
b r it á n ic a s , 98, 200, B r e ta ñ a ) Iz a r d , M ig u e l. 311, 314,
206, 207, 215, 271, I n ik o r i, J. F.. 2 0 1 , 2 6 2 315, 348, 354
281, 292, 296, 319, I n n is , H a r o ld A ., 2 8 1 , 2 8 3
328, 3 3 2 , 338. 345- in n o v a c ió n . 9 , 2 0 - 2 1 , 2 4 , Ja Ja (d e O p o b o ), 219
346 3 2 -3 3 , 8 4 , 93 . 109, 121, ja b ó n , 206
d a n esa s, 203 280 j a c o b in o s (v é a s e Francia,
e s p a ñ o la s , 296, 304 in t e l e c t u a le s , 1 0 0 -1 0 1 R e v o lu c ió n francesa)
( v é a s e t a m b ié n C a r i in t e n d e n t e s , 5 9 , 14 3 , 3 0 0 J a c q u e s r o u ta in s (véase
b e. A n tilla s M eno (v é a s e t a m b ié n B u r o F r a n c ia , R evolución
res) c r a c ia ) fr a n c e s a ), enrages ja-
fra n cesa s. 119, 1601, in t e r é s , 8 6 . 193 girdars, 2 4 9
199, 2 9 6 , 304, 3 4 5 in t e r e s t a t a l, s is t e m a , 7 7 , J a m a ic a , 2 9 6 -2 9 7 , 305
h o la n d e s a s , 3 3 8 137, 2 3 9 -2 4 0 , 243, 2 45. J a m e s , F r a n c is G ood w in .
n d ic o , o c é a n o , 1 6 9 , 1 8 3 , 2 5 7 , 2 6 1 . 2 6 5 , 2 6 9 , 271 341
188. 190, 2 4 1 ,2 5 1 ,2 7 9 d ip lo m a c i a , 178, 243- J a m e s o n , J. F ranklin, 291
rtdigo, 194, 201, 207. 246 J a n in a , 2 4 2
2 1 4 -2 1 5 , 222, 293, h e g e m o n ía , 120, 130, J a p ó n ,188, 246
345 1 5 4 -1 5 5 , 161. 169. J a u r é s , J e a n , 4 8 . 146, 151
Indice analítico 501
Jeannin, P ierre. 4 5 Kay, John. 33 La Plata, rio de. 302
Jefferson. T h o m a s . 3 2 8 , K a y , M a r v in L . M ic h a e l, La Plata. Virreinato de
339. 346 278 (véase Argentina)
Jelavich, B arbara. 2 4 2 ,2 4 6 Kayor. 237 Labarce. Benjamin W„
Jelavich, C h arles. 2 4 2 . 24 6 K eep. John. 259 272, 286, 286, 298
Jellison, R ich a rd M ., 2 7 8 K em p. Tom . 42 la b o u r e u r s , 102. 132, 147
jenízaros (v é a se Im p e r io K entucky, 323 (véase también campe
oio m a n o) Kerr, W ilfred Brenton, sinos)
Jennings, F r a n c is. 2 8 2 294 labrador, 102 (véase cam
Jensen, M errill. 2 8 5 , 2 9 1 , K erridge. Eric T , 5, 26. pesinos)
323, 333 8 5 .9 0 labrador. 282,287
Jeremy. D avid J., 110, K essinger, Tom G., 194 Labrousse, C.-E., 77-78,
3 1 8 ,3 4 6 K eyder. Ca glar. 4 1 .4 2 .4 3 , 79. 80. 87.91.96. 100,
jesuítas, 31 5 106. 1 0 7 ,1 5 7 , 161,171 104, 122. 124, 126,
John. A. H ., 8 3 , 1 5 7 , 163 K ie m a n . Victor, 169 129,132.155
Johnson, M a r ió n , 2 0 7 , K ing, Gregory. 25 Laccadive, islas. 169
213 K issinger, Henry'. 124 Lacerte. Roben K, 340
Jones, A lice H a n s o n .2 7 3 , K izevetter. M.. 217, 224 Lacy, Michael G., 327
327 K lein , A. Norm an. 263 Ladd, Doris M., 353
Jones, E. L. 2 2 , 5 8 . 6 0 . 81, K lein . Herbert S.. 232, la is s e i (aire (no interven
8 3 .9 0 238 ción). 28,68,110,117
Jones. G areth S te d m a n , K lein . M artin A., 206 Lake, Gerard, primer viz
166, 168 KJ inga m an. David, 273 conde de (general),
Jones. J. R.. 9 8 K n igh t, Franklin W., 320, 343
Jones, M. A.. 321 340 Lamanine. Alphonse de.
Jónicas, isla s. 170 K n ollen b erg, Bernhard, 5
Jordan. W in th r o p . D., 2 8 4 ,2 8 4 ,2 8 9 ,3 1 9 Lamb, D. P., 199
338, 339 K olm . Pienre. 270 Lammcy, David, 342
Jorge 11 (d e G ra n B r e ta K on d ratieff, ciclos de, 47, Lampen. George G. de
ña). 98 1 0 0 ,1 5 5 H.,210
Jorge 111 (d e G ra n B r e ta K o n elzk e, Richard, 308 lana. 34,35.103,215
ña). 115, 2 8 1 . 2 8 8 , 3 2 3 , 313 Lancashire. 257 "
324, 328 K op y toff. Igor, 230 Lane tot, Gustave, 288,
Jouvenel, B e r tr a n d d e, K o u ta isso ff, E.. 211, 228 289
136. 165 K o y m en . Oya, 210nl21 Landes. David S.,6,9, U.
joyo, 19 248 12. 31-41. 45. 50. 51.
Juan VI (d e P o r tu g a l), K ranzbcrg. Melvin, 42 60, 79, 96. 109, 122.
348. 35 6 K raus, M ichael. 342 161.170
judíos, 143, 2 4 5 . 33 1 K rau se. John T. 13,17 Languedoc. 91.94.105
K ried te, Peter, 45 Laran. Michael. 225
Kahan. A r c a d iu s, 197, K r o o ss. H erm an E..276 Last, Murray, 237
224, 2 2 5 , 2 5 8 K ü 9ük-K aynarca (véase Latham, A. J. H.. 205,
Kammen. M ic h a e l, 281 tratad os) 207,233
Kan^al, S algu r. 2 4 7 K u lik off, Allan. 2 7 8 ,3 3 2 latifundistas (véase terra
Kaplan, L a w r e n c e . 3 0 4 K u lsresh th a , S. S., 183, tenientes)
Kaplan. S te v e n L., 103, 183 Laurent, Robert. 23.133,
104. 149 K um ar. D hanm a, 224 157
Kaplow, Jeffry, 5 3 . 6 5 K u m a si. 238 Law. Robin. 185,218
Karpat. K e m a l, 1 95, 2 4 1 , K u rm u s, O rhan. 247 Lazonick, William. 25
242, 2 43, 2 4 5 . 2 4 7 K u w a it. 299, 299 Le Donne. John P., 226,
Kasaba. R esa t, 2 4 0 260
Kaufmann, W illia m W., La H ab a n a , 293, 297. Le Rond d’Alamben, Jean
349 3 0 1 .3 2 6 . 339 Le Roy Ladurie. Emma-
502 Im m a n u e l Wallerstein
t
504 Im m a n u e l Wallerstein
M ir a n d a , F r a n c is c o d e # M o r r is, D a v id , 2 0 8 N a p o le ó n (Bonaparte),
344, 348 m o r ta lid a d (v é a s e d e m o 7 1 , 7 6 , 123, 133, 136-
M iri (v é a s e a g r ic u ltu r a , g r a fía ) 137, 153, 154, 156,
tie r r a s b a ld ía s ) m o r ta lid a d , ta s a d e ( v é a 1 6 0 -1 6 6 , 168-171, 195,
M is is ip í, v a lle (y r ío ), 3 2 1 , s e d e m o g r a f ía ) 197, 208, 243, 246,
325 M o r to n , c o n d e de» J a m e s 2 6 1 , 306, 316, 339,
M itc h e ll, H arvey, 1 4 6 D o u g la s , 2 7 1 3 4 4 , 3 4 6 -3 5 1 ,3 5 6
M o b ile , 3 2 5 M oscú , 343 N a sh , G ary B.. 273. 279,
m o d e lo s d e t e n e n c ia d e la M o s q u it o s , c o s t a d e lo s , 2 8 7 , 3 2 0 , 327
tierra (v é a s e a g r ic u lt u 303, 305 n a ta lid a d , tasa de (véase
ra) M o ta , C a r lo s G u ilh e r m e , d e m o g r a fía )
m o d e r n iz a c ió n , 3 0 7 3 5 5 ,3 5 6 N a tc h e z , 325
m o d o d e p r o d u c c ió n (v é m o to res n a tiv o s am erican os (in
a s e p r o d u c c ió n ) d e v a p o r, 3 4 , 3 8 . 157 d io s ), 269, 280-283,
M o g o l, im p e r io (v é a s e h id r á u lic o s , 1 5 4 2 8 8 -2 8 9 , 301-302, 306-
ta m b ié n In d ia ) lU o u c h o n , R , II 3 1 1 ,3 1 3 , 322, 324-326.
M o h a m m e d A li (d e E g ip M o u r a , J o s é J o a q u ín F e 3 2 9 , 3 4 9 , 352-353, 356-
to ), 2 1 1 , 2 4 1 - 2 4 2 , 2 4 7 , r r e ir a d e , 3 5 6 3 5 7 (v éa se también az
248, 258 M o u r a d g e a d 'O h s s o n , Ig te c a s, in cas)
M okyr, J o e l, 11 n a t iu s , 1 7 8 N avarro G arcía, Luis,
M o ld a v ia , 195 M o u r lo t, F., 127 2 9 7 , 2 9 9 , 302, 305,333
m o n a r q u ía , 112, 118, M u i, H o h - c h e u n g , 9 3 , 2 3 5 n a v e g a c ió n (véase bar
1 2 8 , 1 31. 1 4 4 , 1 5 2 , M u i, L o m a H .. 9 3 , 2 3 5 cos)
1 6 6 , 175, 185, 2 1 8 , M u k h e ij e e , N o lm a n i, 2 2 2 N a v e g a c ió n , Leyes de (vé
282, 285, 289, 294, M u k h e ij e e , R a m k r is h n a , a s e G ran Bretaña)
304, 330, 347, 356 254 ’ N e a le , Walter, C,
M o n c k to n , R o b e r t, g e n e m u la t o s , 3 0 8 , 3 1 3 , 3 3 6 - 1 7 2 n 3 5 6 . 221
ral, 271 340, 352, 355 N e a tb y , H ild a, 288. 288
M o n io t, H e n r i, 2 0 4 M ü ller, B ir g it, 2 1 8 Necemozem (véase Rusia)
M on roe, Jam es, 3 5 4 m u n d o o c c id e n ta l (v é a se N eck er, Jacq u es, 112-113,
M o n ta ñ a , la (v é a s e F r a n E uropa) 118, 119
c ia , R e v o lu c ió n f r a n c e M unger, F ran k , 168 N e f, J o h n U., 38, 43. 46-
s a , j a c o b in o s ) M u ñ o z O r a á , C a r lo s E .. 4 7 , 107, 109, 156
M o n te s q u ie u , C h a r le s S e - 315 N e g r o , mar, 197, 226,
c o n d a t d e , B a r o n d e la M u n r o , J. F o r b e s , 2 0 4 2 4 5 , 261
B réd e, 290 M u rp h y , O r v ille X , 1 2 6 n e g r o s , 203, 269, 286.
M o n tg o lfie r , B e r n a r d d e , M u rray, J a m e s , g e n e r a l, 3 0 8 - 3 1 0 ,3 1 3 ,3 1 9 , 321,
174 270 3 2 7 -3 2 9 , 335-340, 344,
M o n tr e a l, 2 8 3 , 2 8 0 -2 9 0 M u r r in , J o h n M ., 2 7 4 3 5 2 -3 5 6
M o o r e , B a r r in g to n , 5 8 , M u s s o n , A. E ., 3 3 , 1 5 8 N e ls o n , W illiam Η., 292,
6 4 , 6 7 , 6 8 , 141 m u su lm a n e s (v é a s e Is 330
M o o s v i, S h ir e e n , 2 2 0 la m ) N e t t e ls , C urtis P„ 273,
M orea, 244 3 1 7 , 3 4 5 ,3 4 6 , 351
M o r e lo s , J o s é M a ria , 3 4 9 , N a b o s, 19, 25 N e u m a n n , W illiam L.
357 N a ff, T h o m a s , 2 4 5 n e u tr a lid a d (en el mar),
M o r g a n , E d m u n d S ., 3 3 2 N a g a s a k i, 1 8 8 9 7 , 116, 344-347
M o r in e a u , M ic h e l. 12, 14, N a im , T om , 1 6 9 N e w b u r y , C olin W , 204,
20, 21, 26, 2 9 -3 1 , 78- N a m ie r , L. B ., 87, 270, 2 0 7 - 2 0 9 ,2 1 9 , 233, 236
79, 82, 85, 94, 92, 99, 2 8 0 , 281 N e w c a s t le , T h om as, Pel
1 0 5 , 1 0 9 , 11 3 , 1 1 6 -1 2 0 , N a n a ( d e W a r r i), 2 1 9 h a m -H o lle s . primer
1 2 5 , 1 5 6 , 161 N a n te s, 6 0 , 9 9 , 199 d u q u e d e, 270
M o r r is R ic h a r d B ., 2 9 3 , r e v o c a c ió n d el e d ic to N e w m a n , K., 196
327 d e, 128 N ic a r a g u a , 303
índice analítico 505
N ich olls. D a v id . 34 0 Nueva Jersey. 323. 329 millet. 244-245
N icolás l (d e R u sia ). 212 Nueva Orleáns, 326 sekban, 241
N icolás. M a u rice. 270 Nueva York, 278. 323, sipahis. 240
Niger, d e lta d el. 183. 191, 329 Tanzimat. 248
2 0 5 ,2 1 2 ,2 1 9 , 232 N ueva Zelanda. 169-170 timar. 240. 241
N ig h tin gale. P a m ela . 194, N uevo Mundo (véase Ou. Thomas O.. 337,338,
2 0 8 , 2 3 5 ,2 5 1 . 2 5 5 , 257 Américas) 354
nivel de v id a , 18-19, 172- Oudh. 253
173 ñam e. 238 Ouellet. Femand, 288.
N ixon. R ich a rd M .. 124 289
N oailles. L o u is M arie de, O'Brien. Patrick K.. 19, Owen, Roger. 195, 215,
v iz c o n d e . 145 22. 24, 26. 29-31. 41. 236
nobleza (v é a s e a r isto c r a 42, 43. 77, 83. 85. 106, Oyó. 186
cia) 107, 157. 161, 168,
N olte, H a n s-H e in r ic h , 171. 172 Pablo 1 (de Rusia), 228,
1 8 6 .1 8 7 . 189 O'Reilly. Alejandro, gene 261
N orfolk, s is te m a (v éa se ral. 326 Pachonski. Jan. 340
c u ltiv o , s is te m a a lter Oberkampf, Christophe Pacífico, océano. 279.
n o) Philippe, 107. 163* 351
N o rm an d ia. 8 3 . 122, 127, obrajes, 308-309 Pacte colonial. 335
147 obrok (véase Rusia) Países Árabes. 208.245
N orregard, G e o rg , 2 1 8 Oder, río, 341 Países Bajos. 7, 49. 80,
N o rtea m érica (b r itá n ic a ) officiers (véase Francia, 97, 106. 115, 117. 120,
(v éa se E s ta d o s U n id o s) Anden Regime) 124, 137, 161. 162.
N o rtea m érica , c o lo n ia s O hio Company. 323 187, 190, 223. 254,
n o r te a m e r ic a n a s (v é a O hio, valle. 282. 288-289 279,303.316-317
se E sta d o s U n id o s) O hsfeldt. Rober L . 332 Revuelta de los. 136
North. D o u g la s C . 184, O loruntim ehin. B. Ola- Palestina, 195
344. 3 4 5 tunji, 218, 237, 264 Palmer. R. R., 30. 55, 60.
N orth. F r e d e r ic k , lord. O pio, 194.2 1 4 . 235-236 156,281.331.341
115 O pobo, 219 Palmerston, tercer viz
N o rth n ip . D a v id , 183. Orden Teutónica, 341 conde (Lord). Henry
191, 199, 2 0 5 . 2 07. O riente M edio (véase Le John Temple, 247
2 1 2 ,2 6 4 vante) Panamá, Congreso de
N ováis. F e r n a n d o A.. 299. oro. 189-190, 204. 211. (1824). 340.354
355 299 Panikkar. Kavalam Mad-
N ueva E s c o c ia . 2 9 3 -2 9 4 . Osler, Pierre, 119 hava, 188
3 0 4 ,3 1 9 , 321 O sw ald. Richard. 321 Panteláo. Olga, 334
Gran D e s p e r ta r (N u e v a O tom an o, Imperio, 178- Paraguay. 302
L uz). 2 9 4 179, 187-191. 195,210- pardos (véase mestizos)
N ueva E s m im a , 2 9 3 2 1 2 .2 1 5 -2 1 6 , 233.237, Pares. Richard, 295
N ueva E s p a ñ a (v é a s e M é- . 240-248. 258, 261 ,3 4 6 París (Francia). 17. 105,
x ic o ) ayan. 241-243 118, 126, 147, 151.
N ueva F r a n c ia (v é a se cap itu lacion es, 244- 168, 178. 244, 244,
Q u eb ec ) 247 245. 299. 304, 335,
N ueva G a le s d e l Sur. 169 có n su l. 244-245 336.342
N ueva G r a n a d a (v é a se C on ven ción Comercial Paris. Robert. 244
C o lo m b ia ) Anglo-Turca (véase Parker. R A. C.. 89
N ueva H isto r ia E c o n ó m i T ratados) Parlamento (véase Gran
ca. 2 7 6 Era d el Tulipán, 187 Bretaña. Parlamento)
N ueva In g la te r r a , 2 7 0 , hisba. 241 Paskaleva, Virginia. 196
2 8 2 ,2 9 1 - 2 9 4 . 3 2 5 ,3 3 0 - janissaries (jenízaros), pastoreo (véase agricultu
3 3 2 ,3 3 8 ,3 4 1 ,3 5 0 2 4 1 -242 ra)
506χ Im m a n u e l Wallerstein
R u s9u k , 2 4 3 S a m a Fe d e B o g o tá , 31 0 - s e r v id u m b r e p or deudas,
R u s ia b la n c a , 2 2 4 -2 2 5 3 1 1 ,3 3 9 1 8 2 ,2 1 4 -2 1 5 , 223-224
R u s ia , 7 6 . 12 4 , 1 5 0 , 18 0 , S a n ta H e le n a , 169 S e to n -W a tso n , H ugh, 259
1 8 7 , 1 8 9 -1 9 0 , 1 9 6 -1 9 7 . S a n t a L u c ia 1 . 6 9 S e v illa , 2 9 7 .3 1 4 , 348
2 1 1 - 2 1 2 ,2 1 7 , 2 2 4 , 2 2 7 , S a n to D o m in g o (esp a S e w e ll, W illia m H., Jn,
2 3 4 , 2 4 0 -2 4 1 , 2 4 4 -2 4 6 , ñ o l), 3 3 9 ( v é a s e ta m 72. 132, 147, 172,
257 b ié n H a it í) J75
barshchina, 217, 217, S a n t o s , b a ta lla d e lo s. S e y c h e lle s . 169
2 2 4 -2 2 5 316 S h a p ir o , G ilb ert, 141
R u s s e ll-W o o d A . J. R .. 3 0 0 S a r a to g a , 3 0 3 S h a w , A. G. L., 170
R u s s ia C o m p a n y , 197 S a u l, S . B .. 14, 2 8 , 3 2 , 3 9 , S h a w , S ta n fo r d J., 245,
R u s to w D a n k w a r t A ., 1 8 7 4 2 . 4 3 , 6 7 , 9 3 . 1 0 7 , 109, 246
R u w etJ o sep h , 20 9 13 2 , 1 3 5 , 156, 161 sh a w n ees, 324
R u z 2in iC a r lo , 2 4 4 S a v e lle , M a x , 2 9 7 , 3 0 3 , S h e ffie ld , lo rd , 319
R y e r s o n , S t a n le y B ., 2 7 0 , 3 3 0 , 341 S h e lb u r n e , p rim er mar
2 8 3 .2 9 0 S a v ille . J o h n . 8 q u é s d e s e g u n d o conde
R y o tw a r i, s i s t e m a (ryots), S c h e ld t , r io . 137 d e , W illia m Petty Fitz-
221-222 S c h le b e c k e r , J o h n , T.. 2 7 8 m a u r ic e L ansdow ne.
S c h le g e l, F r id r ic h v o , 2 5 321
sa b a n a (z o n a s d e) (v éa se S c h le s in g e r , A r th u r M .. S h e p h e r d , J a m e s F., 273,
Á fr ic a o c c i d e n t a l ) Sr.. 2 7 7 . 2 8 6 . 2 9 1 , 2 9 2 2 7 7 , 2 8 6 .3 1 7 , 320
S a c h s W illia m A ., 2 8 7 S c h lo t e . W e m e r , 160 S h e r id a n , R ichard B„
S a c r a m e n to . 302 S c h m id t , C h a r le s , 126, 2 0 2 , 2 7 8 , 3 2 0 , 340
S a f a v id im p e r io , 2 3 7 159 S h e r w ig , J o h n M.. 163,
S ah ara, 236 S c h m it t . E b e r h a r d , 4 8 . 5 6 164
S a h e l ( v é a s e Á frica o c c i S c h m o lle r , G u s ta v v o n , Shy. Joh n T . 330
d e n t a l) 432 S ib e r ia , 2 6 0
S a in t-J a c o b P ie r r e de, S ch n ap p er, B ern ard , 206, S id d iq i. A siy a . 195
105. 142 264 S ie r r a L e o n a , 169
S a in t-M a r c , 3 3 5 S c h o f ie l d . R . S .. 1 5 -1 7 8 2 s ie r v o s . 7 1 , 134, 140, 197,
S a in t-M a r tin , F r a n c is - S c h u m p e te r , J o s e p h , 7 , 2 1 7 , 2 2 4 ,2 2 6 , 230, 260
q u e - M a r t i n - F r a n 9o i s 4 6 ,7 1 ,9 2 a d s c r ito s , 2 2 7 -2 2 8
G r e n ie r , 2 6 8 S c h u t z J o h n A ., 3 4 7 , 3 9 e n p o s e s ió n , 228
S a im - S im o n C la u d e H e n sed a , 40 , 122, 149, 195, S ie t e A ñ o s, g u erra de los
ri d e R ouvrayduque 209 (v é a s e g u e r r a s)
d e, 8 la n a , 3 5 - 3 6 , 9 2 , 9 3 , S ié y é s , E m m a n u e l Jo
S a in t o y a n t , J., 3 3 6 5 1 5 5 ,1 5 8 s e p h , a b a d , 65
S a j o n ia , 2 1 5 sed a , 1 9 4 - 1 9 6 ,2 1 1 ,2 1 4 S ilv a , A n d r é e M ansuy-D i-
s a l. 2 2 3 S é d ill o t R e n é , 171 n iz , 2 9 9
S a la - M o lin s , L o u is , 3 3 7 S é e , H e n r i, 4 1 , 8 6 , 8 8 , S in d , 194
s a la r io s , 11, 9 7 , 1 6 6 . 1 6 8 , 101, 102, 126, 127, 336 S in g h , N . R . 2 2 4
1 7 0 ,3 0 8 S é g u r -D u p e y r o n P . de, S in h a , N a r e n d r a K rishna,
r e a le s (r e n ta r e a l), 8 3 , 122, 3 4 7 1 9 3 , 194, 2 0 9 . 221,
96, 173, 223 s e g u r o s , 201 2 2 2 , 2 3 4 , 2 3 5 , 254, 255
s a lit r e , 2 2 4 S e li m III ( I m p e r io o t o S ir ia . 1 9 1 , 195, 2 1 1 . 233,
S a lv u c c i, R ic h a r d J., 3 3 4 m a n o ), 2 1 0 , 2 4 5 , 2 4 6 247
S a m o ry T ou ré, 237 S e m m e l, B e r n a r d , 169 S ir o tk in , V. G ., 261
S a m u e l, R a p h a e , 125, 4 0 S e n e g a l, 9 8 , 2 0 6 , 2 3 7 s is t e m a d e d e sc u e n to s
S a n A g u s t ín , 3 2 5 S e n e g a m b ia , 2 1 3 (v é a s e S p e e n h a m la n d )
S a n L o r e n z o r ío 3 0 4 , 3 2 2 señ ores (v é a se te r r a te S k e m p to n A . W .f 94
S a n P e te r s b u r g o l9 8 , 3 2 4 n ie n t e s ) S k io t is D e n n is , 242
S a n V ic e n t e , 9 8 S e r a ju d d in , A. M ., 2 2 3 S k o c p o l, T h e d a , 68. 114,
s á n d a lo , á r b o le s d e , 251 S e r b ia , 2 4 2 , 3 2 4 143
índice analítico 509
S lic h e r v an B ath, B. H., Suecia. 76. 82. 124, 178. revolución tecnológi
18, 1 9 .8 5 . 1 0 6 ,2 4 1 187, 1 9 7 ,2 2 7 ,2 5 8 , 305 ca, 43-44,164 (véase
S lo a n e , W illiam M., 339 suelos. 19. 106. 221 también innovacio
S m elser, N eil. 209 su fís, órdenes (véase Is nes. invenciones)
S m ilia n s, k aya, 211 lam ) ijidos. producción tex
S m ith . A dam . 103 sufragio, 63 til, 9-12,39.79-80,183.
S m ith . J o se p h , 125 Sugar, Peter F., 216, 216, 201, 211-212,228. 310
S m ith , P au l H .. 284 244 algodón. 10. 34-36. 40.
S m ithV . Kerry, 117 Suiza, 76. 91. 173, 215, 99. 106-110, 122,
S o b o u l, A lbert, 48*56, 62- 290, 327 125, 128, 157-161,
6 7 . 7 0 , 7 7 . 133. 136. Sum m er. B. Η.. 258 173-174, 195, 201,
136, 142, 145-150. 156. Sundstrom , Lars, 218 208, 227, 234-235.
1 5 9 ,1 6 2 .1 6 5 Supple. Barry, 27 253, 305.317,352
S o c ie d a d Lunar. 4 Sur (estados meridiona lino. 3 6 .122,129,158
S o c ie té d e s A m is des les) (véase Estados Temperley, Harold. 355
N o ir s (v é a se Francia, U nidos) tenderos, 53.149
R e v o lu c ió n fran cesa) S u rat,192, 195, 208 Tennessee. 324
S o c o r r o , 2 9 9 , 3 1 0 . 310 Suret-Canale. Jean. 237 Tercer Estado (véase
S o k o to c a lifa to d e, 238 Sutherland. Donald. 134, Francia, Revolución
S o n e n sc h e r . M ich ael, 149 146 francesa)
S o v a n i. N . V., 194 S u tton, Keith, 101 Tercera Internacional. 150
S p a ld in g , K aren . 353 Szatm ary, David P., 332 Termidor (véase Francia,
S p ear, P erciv a l, 220, 251 Revolución francesa)
256 tabaco, 207, 273. 285. Temaux, Louis Guillau
S p e e n h a m la n d , sistem a 2 9 9 ,3 1 7 ,3 2 6 me. baró, 164
(v é a se G ran B retañ a) Talleyrand, (Perigord), Terranova, 98, 282, 293,
S ra ffa . P iero , 189 Charles-Maurice de. 322
S t.-D o m in g u e (fra n cés) duque, 116 terratenientes. 12, 21. 30,
(v é a se H a ití) Tam bo. David C.. 238 57-59.63-64,68.79-80,
S te a r n s. Peter, 170 Tandeter, Enrique, 307 84-89, 95. 102-105.
S tein , Barbara H.. 297. 334 Taney. Roger. 329 113,122.131-134, 143,
S te in , R o b ert L ou is, 109, Tanguy de la Boissiére, C. 146-147,156.216, 222,
203 C . 115. 119 225, 233, 242. 259.
S tein , S ta n le y J., 297, 302. T anzim at (véase otoma 273. 276-277. 282, 289
334 n o, Imperio) 293,310,314, 335-336
S te v e n s , W ayn e E d so n , tarifas (véase proteccio 341,354
283, 289, 324 n ism o) Temer, Auguste. 203
S te v e n s o n , J o h . 8 Tarle, Eugene. 211 terror (véase Francia, Rí
S te v e n s o n , R o b e n F., 264 Tarrade, Jean, 126 volución francesa)
S to d d a r d , T. L oth rop , tártaros. 244 Tesalia, 215
335, 335, 336 Tate, W. E„ 24 Texas, 351
S to ia n o v ic h . T raían, 190, Tavares. Luís Henrique Theremin. M., 135
1 9 5 .2 1 5 ,2 3 3 D ias. 356 Thiers, Adolphe, 161
S to r m o n t, s é p tim o v iz Taylor. Arthur J., 172 Thomas. Dorothy Sw
c o n d e d e, D avid M u Taylor, George Rogers, 344 ne. 183
rray, 2 5 5 Taylor. G eorge V., 53, 57, Thomas. Hugh, 340
S to u r m , R en é. 121 1 0 8 .1 1 6 Thomas. Robert P«*
S tover, J o h n F., 3 1 9 té. 182, 234, 298 201, 201, 218, 2
S u b lim e P u erta (v éa se té, Ley del (véase Estados 275,276
o t o m a n o . Im p e r io ) U n id os) Thomas. William I.. 1
S u c e s k a , A vdo. 241 tecn ología, 4. 33-36, 38. Thomis, Malcolm I., 1
S u d a m é r ic a (v é a se H is 44. 59, 8 1 ,8 4 , 9 0 ,1 1 0 , Thompson, Edward
p a n o a m é r ic a ) 1 9 8 ,2 1 2 110, 166,169,175,
510 Im m a n u e l Wallerstein
T ib e t, 2 3 4 c a n a le s , 3 7 , 1 0 8 , 1 3 5 , T r a v a n co re , 251
T ie r r a F ir m a (v é a s e V e n e 345 T rece C o lo n ia s (véase E s
z u e la ) c a r r e te r a s (te r r e s tr e ), ta d o s U n id o s)
tie r r a s b a ld ía s (v é a s e 183, 205, 228 T ren d ley, Mary, 338
a g r ic u lt u r a ) f e r r o c a r r ile s , 3 2 , 3 7 T res O b isp a d o s, 22
T illy, C h a r le s , 5 , 5 6 , 9 5 , flu v ia l, 2 1 8 tr ig o , 20, 7 8 ,8 5 , 157, 196-
107, 126, 134, 141, r e v o lu c ió n d e l, 9 4 -9 5 197, 2 2 5 , 2 7 3
1 4 3 , 1 4 6 -1 4 7 T ra n ter, N . L ., 171 T rin id a d . 169, 3 3 9
T illy, L o u is A ., 9 4 tra ta d o s (y a c u e r d o s) T rip a th i, D w ijen d ra, 195,
T illy, R ic h a r d , 5 a c u e r d o fa m ilia r , 1 2 5 256, 257
T im m e r , C. P eter, 19, 1 0 6 A m ie n s (1 8 0 2 ), 136, T ríp o li, 2 3 8
T ip u S u lt a n , 251 162 T r ista n d a C u n h a, 169
T o b a g o , 169 a n g lo - c h in o (1 8 4 2 ), 2 3 6 T r o u illo t, H é n o c k , 340
T o c q u e v ille , A le x is d e , 5 2 , A r a n ju e z ( 1 7 7 9 ) , 3 0 5 T r o u illo t, M ich el-R olp h ,
5 6 ,6 1 - 6 2 ,7 2 , 130, 138, A s h a n t is y G eorgé 336
1 5 1 , 1 5 2 -1 5 3 M cL ean (1 8 3 1 ), 2 6 3 T ru d el, M a rcel, 289, 290,
T o d o r o v , N ic o la i, 2 4 3 B e lg r a d o ( 1 7 3 9 ) , 2 4 4 3 0 4 , 3 2 1 ,3 2 2
T o n e , W o lfe , 3 4 2 C o n v e n c ió n C o m e r c ia l T s c h e r k a s so w a , A. S ., 228
T 0n n e s s o n , K á r e D ., 1 4 8 , A n g lo -T u r c a ( 1 8 3 8 ) , T u ck er, G. S . L., 14, 82
149, 150, 165 210, 247 T ucker, R. S ., 9 6
T o p o ls k i, J erz y , 18 C o n v e n c ió n F ran co- T udor, c a s a d e . 167, 279
to n e s, 203, 280, 2 92, 322, A m e r ic a n a d e 1 7 8 7 , T u la rd , J e a n , 133, 156,
3 2 9 -3 3 2 335 166
T o r k e , H a n s J., 2 5 9 E d é n (T r a ta d o C o m e r T u lip á n e d a d d el (véase
T o u lo u s a in , 2 2 c ia l A n g lo -F r a n c é s ) o t o m a n o , Im p erio )
T o u s s a in t L 'O u v ertu re, ( 1 7 8 6 ) , 3 9 , 1 1 0 , 12 0 - T u ll, J e th r o , 19, 33
338, 339 129, 136, 137, 147. T u n g a su a , 3 0 9
T o u ta in , J .-C ., 8 2 , 3 8 5 3 1 6 ,3 3 5 T u p a c A m a ru , 3 0 2 , 306-
T o w n s h e n d , C h a r le s , 3 4 1 G a n te ( 1 8 1 4 ) , 351 3 1 1 .3 1 3 , 344, 350
T o w n sh e n d , G eo rg e, 341 H ü n k á r -Isk e le si (1 8 3 3 ), T u rg o t, A n n e-R ob ert-Jac-
T o y n b e e , A r n o ld , 6 , 9 8 247 q u e s . 104, 105. 112,
tr a b a ja d o r e s a g r íc o la s J a ssi (1 7 9 2 ), 245 114, 118, 149, 303
( s i n tie r r a s ), 2 5 , 8 4 , 9 5 , Jay (1 7 9 6 ), 3 2 1 ,3 4 5 T u rn er, F re d e rick J., 323
102, 104, 132. 143, K a r lo w it z ( 1 6 9 9 ) , 2 4 4 T u rn er, J. A., 2 2 3
167, 1 7 3 ,2 1 7 , 2 2 2 Κϋςϋ k-K aynarca T urner, M ic h a e l A., 85
tr a b a jo s f o r z a d o s ( v é a s e (1 7 7 4 ), 187, 241, T u rq u ía (v é a s e o to m a n o ,
s e r v id u m b r e p o r d e u 2 4 5 , 261 I m p e r io )
d a s ; tr a b a ja d o r e s c o n P a r ís ( 1 7 6 3 ) , 7 7 , 9 5 -9 9 ,
tr a ta d o s ; s e r v o s ; e s c l a 114, 2 6 9 -2 7 2 , 2 7 7 , U b ic in i, M .A ., 211
v it u d ) 279, 282, 295, 298. U c r a n ia , 2 2 4
T rafalgar, b a ta lla d e , 161 315 U m ar, Al H ajj, 2 3 7
T r a n s a p a la c h ia ( v é a s e E s P i r in e o s ( 1 6 5 9 ) , 7 7 U n ió n S o v ié tic a (véase
ta d o s U n id o s o e s te ) S a n I ld e f o n s o ( 1 7 7 8 ) , R u s ia )
r a n s ic i ó n d e l f e u d a lis m o 303, 347 U r a le s, 2 1 1 , 2 2 7 -2 2 8 , 260
a l c a p ita lis m o T r a ta d o C o m e r c ia l A n - U r u g u a y (v é a s e B an d a
v ía p r u s ia n a " . 5 1 . 6 4 g lo - R u s o (1 7 6 6 ), O r ie n ta l)
" vía r e a lm e n t e r e v o lu 260 U th m a n d a n F o d io , 237
c io n a r ia " (v ía in g le U tr e c h t ( 1 7 1 6 ) , 9 3 , 1 2 0 U z o ig w e , G . N ., 231
sa ), 5 1 . 64 V e r sa l le s ( 1 7 8 3 ) , 1 1 6 ,
r a n s ilv a n ia , 2 4 4 306, 316, 321, 325, Vaine pálure (v é a s e agri
r a n s p o r te , 12, 17, 3 7 , 7 9 - 342 c u ltu r a , c a m p o s a b ier
8 0 , 9 0 , 9 4 -9 5 , 104, 113, V ie n a ( 1 8 1 5 ) , 2 0 3 , 3 5 0 , to s ) -
239 352 V a la q u ia , 195
índice analítico 511
V a lcá rcel. C arlos D aniel. V ístula, río. 341 Whitson, Agnes M.. 270
306 vivre noblemetit, 60 Whydah, 184. 185, 186,
V an A listyn e, R ichard W., Volga, río. 2 2 4 ,2 6 0 199
288 von Tunzeim ann, G. N., Wilkes, John. 285
Van D a n iz ig , Albert, 218, 158, 168 Wilkinson. John, 37
231 Vovelle, M ichel. 23, 58, Wilks. Ivor, 236
Van T yn e, C lau d e H., 304 140 Williams, Eric. 200-203
V a n d a lia C om pany, 323 Williams. Gwyn A.. 149
V a n d alia, 323 W achtel, Nathan. 307 Williams. J. E.. 172
V á z q u e z d e Prada, V alen W addell, D. A. G.. 352, Williams. Judith Blow,
tín . 297 355 296. 320. 326. 345
V e n d é e , 146-147, 3367 W adsworth, Alfred P.. Williamson. Jeffrey G,,
(v é a s e ta m b ién Fran 1 0 7 ,1 0 9 444,172
c ia . R e v o lu c ió n fran ce W aldm an, Marilyn Ro Wilson. Charles. 42
s a , c o n tra rr ev o lu ció n ) bin son, 237 Wilson. Reuel K.. 340
V e n e c ia , 244 Walker, Jam es W. St. G., winnebagos, 324
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3 3 9 , 3 4 8 , 3 5 2 -3 5 4 W allerstein, Immanuel, Woodruff, Philip, 251
V er S te e g , C laren ce L., 1 1 ,3 6 ,8 0 .9 5 ,1 0 7 ,1 1 7 . Wordie, J. R.. 23
320 136, 180, 189, 232, Worsley. 37
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3 0 3 , 3 0 4 , 321 W alton, Gary Μ., 273, Wrigley, E. A.. 7, 16-17,
V e r m o n t, 2 9 3 , 3 2 3 , 329, 2 7 7 ,2 8 6 ,3 1 7 ,3 2 0 37.82
330 Ward. J. R.. 117 Wyczanski. Andrzej. 18
V e m a , P au l, 3 3 9 , 3 5 4 Warden, G. B., 274
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Yeling, J. A.. 22.24,90
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Yoder. John C , 186
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V ie n a , 2 4 0 , 2 4 5 W aits, John, 271
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v in o , 122, 124, 128 interpretación whig de 329
V irg in ia O c c id e n ta l, 323 la historia. 49 Zipaquirá, 311
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L ey d e, 2 8 4 324, 3 2 5 .3 2 6 ,3 3 3 .3 3 9 Zuccarelli. Franiois, 26·
v ir u e la , 2 8 2 W hitehead. Donald. 10.92 Zurich. 107
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