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Evaluación e intervención

en psicología de la salud
JESUS GIL ROALES-NIETO
5
EVALUACION Y M E D I D A EN PSICOLOGÍA Consideraciones generales
DE LA SALUD
La evaluación en psicología de la salud, en tan-
Las cuestiones relativas a la evaluación en la to disciplina aplicada, comparte numerosas carac-
Tocología de la salud alcanzan una dimensión y terísticas con la evaluación conductual en psico-
extensión acorde al volumen de aspectos que cu- logía clínica. Así, algunas cuestiones no serán
rare. La intención en este capítulo no es detener- tratadas aquí con especial detalle, en la medida en
le extensamente en detalles sobre la evaluación que los análisis realizados por otros autores al tra-
je las alteraciones de la salud o sobre la evalua- tar de la evaluación clínica resultan generalizables
:ión de los comportamientos saludables o la eva- y asumibles para nuestro interés. Por ejemplo, la
_ación de programas de intervención preventiva consideración de la intervención como un continuo
i nivel comunitario. El objetivo será, de otro mo- evaluación-pre/actuación/evaluación-post-segui-
: : . revisar algunos aspectos genéricos de la eva- miento, de tal manera que la evaluación como pro-
.ación en psicología de la salud y los tipos de ceso siempre estará presente a nivel pre, intra y
léenicas e instrumentos que se emplean para la me- postratamiento. E, igualmente, otros importantes
cí ja de los fenómenos centrales de la disciplina. aspectos del proceso evaluador, entre los que se
\-imismo, se revisarán brevemente los procesos de cuentan el análisis funcional del problema en cues-
; • aluación específicamente surgidos en el propio tión como una actividad central del proceso de
_~bito de la psicología de la salud, para terminar evaluación, los factores o variables que determinan
;: n algunas breves reflexiones sobre ciertas cues- el diseño y aplicación del tratamiento y la evalua-
-j. nes críticas. ción de los resultados obtenidos a partir de crite-
En cualquier caso, las variadas y numerosas mo- rios científicos y clínicos. Aspectos, todos ellos,
erafías sobre evaluación en psicología de la sa- tratados total o parcialmente en otros lugares (por
1.: y capítulos de lo mismo dentro de monografías ejemplo, Fernández-Ballesteros, 1981, 1995; Gil
ie evaluación psicológica disponibles (p. ej., Belar, Roales-Nieto, 1986; Johnston y Pennypacker,
Deardorff y Kelly, 1987; Bowling, 1994; Brantley 1980; Kazdin, 1980; Labrador, 1986; Luciano,
y Bruce, 1986; Dana, 1984; Green, 1982; Karoly, 1996b; Nelson y Hayes, 1986), y que no es nece-
985; Keefe y Blumenthal, 1982; Pinkerton, Hug- sario repetir aquí.
\ Wenrich, 1982; Schwartz, Tapp y Brucker, Así pues, en psicología de la salud se precisa
->5: Sweet, 1991) garantizan al lector interesado evaluar para saber cuál y cómo es el problema, si
risibilidad de profundizar y extender conoci-

• nacoines Párimdie
la intervención consiguió o no sus propósitos, y si
mos sobre el tema. el problema reaparece o no, o el objetivo de salud
1 5 0 / Psicología de la salud

se mantiene a lo largo de un tiempo preestableci- Por razones de desarrollo histórico y ubicación


do, convencionalmente denominado seguimiento. conceptual, la evaluación en psicología de la salud
Para lo primero y lo último la tarea de medición re- casa mejor con la aproximación conocida como
sulta algo más sencilla en tanto sólo se requiere de evaluación conductual, en tanto resulta el suyo un
técnicas e instrumentos que sean fiables, válidos, modelo de medición acorde con los planteamientos
sensibles y específicos. Para lo segundo, continúan del modelo marco biopsicosocial. A este respecto,
faltando instrumentos y técnicas de medida, pero Keefe y Blumenthal (1982) especificaban cinco
también se requieren estrategias o diseños que per- principios básicos que deberían dirigir la evaluación
mitan aclarar, además de si hubo o no cambio, a qué en psicología de la salud, y que en buena medida
se pudo deber éste, si fue superior al esperado al coinciden con las cinco funciones básicas de la eva-
azar o por efecto del devenir «normal» de los acon- luación señaladas por Pinkerton, Hughes y Wenrich
tecimientos; o bien si los cambios obtenidos por dos (1982): 1) la consideración de los comportamien-
o más tipos de intervenciones difieren entre sí y por tos o fenómenos objeto de evaluación en términos
qué lo hacen. observables y mensurables, siempre que ello sea
Desde la perspectiva de la teoría de sistemas, la posible; 2) una atención especial a la evaluación de
enfermedad y la salud son vistas como el resulta- la interacción entre comportamiento y fenómenos
do de la interacción de los niveles de organización ambientales y fisiológicos, más que la medida ais-
que corresponden a los sistemas biológico, psico- lada y atomizada de ambas partes; 3) un énfasis en
lógico y social, de modo que la enfermedad refle- la conexión del proceso evaluador con el de apli-
ja rupturas del equilibrio interior de uno o más ni- cación del programa o tratamiento, en tanto ambos
veles de la organización, mientras que la salud forman partes indisolubles de lo que se entiende
representa el mantenimiento de tal equilibrio. Ins- como proceso de intervención; 4) la repetición de la
pirada en esta presunción de interdependencia, la medida a través del tiempo, en una secuencia de
concepción biopsicosocial postula que todas las fa- medición-aplicación-medición continua e integra-
cetas de la salud y la enfermedad deben ser inves- da que permita comparar los niveles del cambio a
tigadas, y con ello medidas, si el objetivo es res- lo largo del tiempo, y 5) el mantenimiento de un es-
ponder adecuadamente a las necesidades de un píritu evaluador a lo largo de la propia aplicación
paciente para restaurar su salud, o a las de un in- del programa o tratamiento en cuestión, de mane-
dividuo o grupo para mantenerse sanos (Schwartz, ra que la efectividad de la aplicación se haga evi-
Tapp y Brucker, 1985). Esto significa que la eva- dente y permita la rectificación sobre la marcha si
luación psicológica debe considerarse un com- fuera preciso.
ponente más por-derecho propio de toda activi-
dad evaluadora en el ámbito de la salud y la
enfermedad. Objetivos de evaluación
El hecho de que la intervención en psicología de
la salud cubra todos los posibles ámbitos de actua- Evaluación psicológica y médica deben com-
ción desde el individual hasta los diferentes nive- plementarse en tanto signifiquen el aporte de da-
les de colectividad, y tenga por objetivos desde la tos que deben ser considerados interactivamente.
prevención de, lo que aún no ha acontecido hasta la Ahora bien, los objetivos de la evaluación en psi-
eliminación de lo que está aconteciendo, provoca cología de la salud dependen de los intereses er.
que la evaluación revista todas sus posibilidades y juego, de que la intervención se planee sobre la sa-
niveles, y se vea abocada al uso de todo tipo de lud y/o la enfermedad y de que se pretenda traba-
prácticas e instrumentos de medición, desde las jar a un nivel individual, grupal, institucional o co-
pruebas bioquímicas, la entrevista o el cuestio- munitario.
nario de aplicación personal, hasta la encuesta ma-

© Edcoines Pirám;it
De igual manera que la evaluación médica de
siva. la enfermedad está diseñada para intentar cubrir
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 151

cuatro grandes objetivos (Schwartz, Tapp y Bruc- tarse bajo las mismas coordenadas, ya que sus pro-
ker, 1985), consistentes en delimitar las condi- pósitos, instrumentos y contexto de aplicación de-
ciones y subcondiciones que están contribuyendo ben adecuarse a la naturaleza propia del fenómeno
al comienzo y mantenimiento de una enferme- bajo estudio.
dad, proporcionar un grado de predictibilidad Sin embargo, desafortunadamente, la evaluación
acerca del curso futuro del trastorno, proporcio- psicológica de la salud, aunque ya representa un
nar alguna dirección al profesional para planear campo amplio y de creciente desarrollo, está me-
y llevar a cabo la intervención que regulará la nos explorada que la evaluación de la enfermedad.
condición patológica y proveer un lenguaje co- Una de las razones puede ser que conocemos mu-
mún que facilite la comunicación entre los pro- cho menos sobre las condiciones y subcondiciones
resionales. La evaluación en psicología de la sa- biológicas, psicológicas y sociales que conducen a
.ud puede diseñarse para cubrir los mismos la salud. Otra razón tiene que ver con los intereses
bjetivos en el nivel o plano de actuación que le sociales hacia la potenciación de ciertas tareas cien-
corresponde, en lo que se refiere a la evaluación tíficas y asistenciales frente a otras; y en ello, aque-
ce cualquier proceso de enfermedad que demande llas que tratan condiciones que generan conse-
cna intervención psicológica conjunta a la médica. cuencias aversivas poderosas tienden a mantenerse
Así, la evaluación psicológica de la enfermedad como prioritarias.
debe: Ahora bien, en este plano de evaluación de la sa-
lud, o de los estados de salud, o del comportamiento
1. Delimitar las condiciones y subcondiciones relacionado con la salud ¿cabría pensar en una eva-
(personales —conductuales, cognitivas y luación o exploración psicológica preventiva para
psicofísiológicas—, interpersonales, comu- personas sanas, al estilo de los «chequeos» médi-
nitarias y sociales) que están contribuyen- cos, que intentara detectar la presencia de modos de
do al comienzo y/o mantenimiento de una vida, hábitos específicos, relaciones, etc., poten-
enfermedad, a la vez que de las variables de cialmente peligrosos para la salud? Cabría, una vez
las cuales aquéllas dependen. que tuviéramos medianamente precisados los pa-
2. Contribuir a proporcionar un grado de pre- rámetros que marcan el punto o límite de riesgo
dictibilidad acerca del futuro del desorden necesario y suficiente para que ciertas prácticas
en lo que respecta a las variables presentes conductuales y sociales sean precursoras de la en-
de su competencia. fermedad.
3. Mediante el juicio diagnóstico correspon- Además, todas las salvedades y cautelas deben
diente que establezca la conexión funcional ser tomadas cuando se aborda este aspecto de la
o interacciones causantes de las condiciones evaluación en salud o la evaluación para la preven-
y subcondiciones contribuyentes al proceso ción. Un ejemplo lo ofrecen las valoraciones del
patológico, proporcionar direcciones para riesgo para la salud (Health Risk Appraisals) tan
la intervención en el ámbito de su compe- utilizadas y popularizadas en los Estados Unidos y
tencia. Canadá (p. ej., Berlin, Thorington, McKinley y
- Proveer un lenguaje común que facilite la McKinley, 1990; Weiss, 1984), surgidas origina-
comunicación entre los profesionales. riamente con el propósito de precisar con cierta
aproximación la esperanza de vida individual en
Con todo, la enfermedad sólo presenta la mitad función de las condiciones biológicas, psicológicas
eral del objeto total de estudio en psicología de y sociales de cada persona, y que, sin embargo, ade-
a >¿lud. Por ello, en igual manera que se diseña una más de tratarse de valoraciones poco válidas y fia-
: ci jación psicológica de la enfermedad que atien- bles han terminado por derivar en un instrumento
muy criticado y apreciado tan sólo por las compa-

CbdcíoinesPárimdie
i sus peculiaridades, debe diseñarse una eva-
ón psicológica de la salud que no puede orien- ñías de seguros que lo aplican a sus potenciales
1 5 2 / Psicología de la salud

clientes —abierta o subrepticiamente— a fin de te principales propósitos de la evaluación que


aceptarles como tales o no, o bien hacerlo en según continúan pareciéndonos una buena categori-
qué condiciones de prima. zación. Los propósitos, en parte reciclados , in- 1

cluirían:
TÉCNICAS E INSTRUMENTOS 1. Clasificación, diagnóstico y predicción o
DE EVALUACIÓN prognosis, y que haría referencia a evaluar
EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD para intervenciones con objetivos de control
de la enfermedad.
La evaluación en psicología de la salud dispone 2. Tratamiento y rehabilitación, y que debe
para su aplicación de buena parte de los instru- verse como una continuación natural del
mentos y técnicas elaborados para la evaluación propósito anterior, en tanto el diagnósti-
conductual en clínica, aunque también ha genera- co no es sino el pórtico de entrada que
do numerosos instrumentos de aplicación específi- indica las relaciones funcionales responsa-
ca a su objeto de estudio. Además, otros instru- bles del problema y señala o apunta qué
mentos han surgido en áreas de conocimiento interacciones terapéuticas pueden resultar
relacionadas con la psicología de la salud, como es adecuadas.
el caso de las escalas y medidas de calidad de vida 3. Prevención y promoción de la salud, que ha-
y de cuantificación del riesgo para la salud surgidas ría referencia a evaluaciones llevadas a cabo
en el ámbito de la salud pública y la epidemiolo- con el propósito de mantener estados de sa-
gía, que han terminado por incorporarse al reper- lud en individuos sanos, o estados de la ma-
torio evaluador de nuestra disciplina. Igualmente, yor salud posible en individuos con enfer-
con frecuencia se toman medidas que tradicional- medad crónica, así como el control de la
mente han sido consideradas como de competencia incidencia de enfermedades.
médica, de ahí que la evaluación en psicología de 4. Cuidado de la salud, que puede entenderse
la salud presente algunas complicaciones propias de como el propósito de cuidado institucional
la especial complejidad y extensión de su objeto de la salud tanto a nivel individual como co-
de estudio. lectivo. Por ejemplo, evaluación de la ad-
Como resulta lógico para cualquier proceso de herencia al tratamiento y evaluaciones con
evaluación, la decisión sobre qué particular méto- propósitos de salud pública caerían dentro
do, instrumento o técnica emplear depende del tipo de esta categoría.
de información que se desee obtener, el tipo de ob- 5. Planificación de política sanitaria, que in-
jetivos que se desee cubrir y las características pro- cluiría aquellas evaluaciones con propósitos
pias del fenómeno a evaluar. de salud pública, o de toma de decisiones
Como habíamos comenzado señalando, los sobre actuaciones legislativas o presupues-
objetivos de la evaluación responden a los obje- tarias (dotación de medios económicos, in-
tivos de la intervención. Siendo así, cabría es- fraestructura de atención sanitaria, tipo de
tablecer una serie de propósitos generales de la medios humanos en atención, etc.), entre
evaluación >en psicología de la salud que res- otras.
pondieran a los posibles objetivos de interven- 6. Investigación.
ción. A este respecto Karoly (1985) señaló sie- 7. Enseñanza.

En tanto que su enumeración responde fielmente a la pro- cripción, excepto para las dos últimas categorías, el resto de las

© Edcoines Pármi;ti
1

puesta por Karoly (1985), su puntualización o delimitación es descripciones son obra nuestra.
responsabilidad nuestra, ya que dicho autor no precisó su des-
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A tenor de los propósitos anteriores, Karoly Medidas bioquímicas y psicofisiológicas


(1985, p. 7) señaló un listado de objetivos de eva-
luación en psicología de la salud que puede tomar- Las medidas resultantes de la evaluación médi-
se como un planteamiento general desglosable en ca no son un objeto directo ni prioritario de aten-
multitud de objetivos más específicos. El listado ción en psicología de la salud, pero proporcionan
original señalaba como objetivos de evaluación los información siempre útil y con frecuencia necesa-
siguientes: ria, en el sentido de que suelen ser el marco o ni-
vel objetivo de referencia en la intervención en la
— Estado(s) de enfermedad (individual y a ni- enfermedad y la promoción de la salud. Obvia-
vel de grupos). mente su mayor importancia se alcanza en la inter-
— Estado(s) de salud (individual y a nivel de vención sobre la enfermedad, cuando el proceso pa-
grupos) y bienestar. tológico se ha desencadenado ya y el objetivo es
— Hábitos diarios de salud y nivel de efectivi- restaurar la salud hasta el punto en que ello sea po-
dad funcional. sible. Serán, entonces, el fundamental criterio de
— Procesos psicológicos en la enfermedad contraste de la eficacia de la intervención . Además,
2

(cognitivos, conductuales, sociales, afecti- cuando se actúa en prevención primaria o promo-


vos). ción de la salud, ciertos datos relativos a la vertiente
— Procesos naturales de recuperación de la en- médica son indispensables para el psicólogo de la
fermedad. salud, en tanto, por ejemplo, que pueden ser los ob-
— Respuesta a inducciones controladas en la- jetivos primarios de su intervención (i. e., mante-
boratorio (pruebas de estrés). ner cierto peso, ciertos niveles de presión sanguí-
— Procesos de rehabilitación. nea, de colesterol en plasma, de glucosa en sangre,
— Promoción de la salud y prevención (pro- de placa dental bacteriana, etc.).
cesos de estilo de vida y resultados en sa- El propósito primario de la evaluación médica es
lud). el diagnóstico médico, es decir, la identificación de
— Condiciones socioeconómicas que afectan la enfermedad a través de sus signos y síntomas con
a la salud (p. ej., pobreza, masifícación, etcé- la especificación de su etiología y la planificación
tera). del tratamiento adecuado. Para ello, la medicina
— Riesgos ecológicos para la salud. dispone de múltiples pruebas e instrumentos que
— Utilización del sistema de salud, adherencia van desde la más elemental historia clínica a las
al tratamiento. más sofisticadas pruebas funcionales y de labora-
torio. Numerosos datos obtenidos en el curso de la
Para llevar a cabo cualquiera de los anteriores evaluación médica son de importancia para la con-
- jetivos de evaluación, enmarcado en uno u otro sideración de los aspectos psicológicos del pacien-
je los propósitos descritos, se dispone de diferen- te. Sin embargo, lo usual es que el proceso de eva-
r> tipos de medidas, que revisaremos a continua- luación médica no permita aflorar ciertos datos de
ción. relevancia para el psicólogo, a menos que se haga

: Si estamos trabajando en apoyo social como intervención do un descenso en hipoglucemias pero un incremento en el por-
r pretende mitigar los efectos disruptivos de la diabetes so- centaje de ensayos hiperglucémicos —un efecto indeseable con
jdolescentes, las medidas psicológicas pueden indicar- frecuencia producido por las ganancias en seguridad psicoló-
• que los pacientes se sienten mucho más felices e integra- gica del paciente respecto a su enfermedad—), no cabe duda
v sus actitudes son más positivas y adaptativas de cara a de que debemos plantear cambios en la intervención que nos
.nfermedad. pero si las medidas bioquímicas no señalan lleven a la producción de medidas clínicas acorde con los ob-

5i- 'i'es Párimdie


- e j o r control de su glucemia, o bien señalan que han cant- jetivos de control de la enfermedad que el tratamiento médico
en la dirección no recomendable (por ejemplo, señalan- persigue.
1 5 4 / Psicologia de la salud

„-_ - a ja biopsicosocial. Algunos intentos tienen numerosos elementos de interés tales como
„c ampliar los horizontes de la exploración y eva- sales, metabolitos, hormonas e indicadores de la ac-
luación médicas ya han sido abordados, como es el tividad del sistema inmunológico (Phillips, 1991).
caso del método desarrollado por Bjorn y Cross El empleo de medidas bioquímicas, como forma
(1971) y denominado SOAP (S de subjective, O de de valoración de los resultados obtenidos en las in-
objective, A de assessment y P de plan de trata- tervenciones psicológicas en numerosos trastornos,
miento). Con todo, el interés por algunas medidas significa la incorporación de medidas típicamente
médicas es tan directo e indispensable que han pa- médicas a la evaluación psicológica, que pueden
sado a ser consideradas un inexcusable objetivo de emplearse como un criterio objetivo de control de
medida en psicología de la salud. otras fuentes de información —p. ej., los autoin-
Las medidas bioquímicas de interés, obtenidas o formes—, y pueden cumplir un importante papel
no dentro del proceso de evaluación médica, suelen como criterios de comprobación de la eficacia de
ser concernientes a la actividad de los sistemas en- la intervención psicológica para los profesionales
docrino e inmune, y en ocasiones sirven para pro- de la salud . Tal empleo es evidente, por ejemplo,
4

porcionar datos que resultan adicionales o comple- cuando se está evaluando la adherencia del pacien-
mentarios a los obtenidos mediante los registros te a la toma de medicamentos, o informes sobre
electrofisiológicos (Phillips, 1991), aunque en otros consumo de sustancias adictivas.
casos son la principal y esencial medida. Ejemplos Un caso especial viene representado por el em-
de esta casuística son las medidas del nivel de glu- pleo de algunas medidas bioquímicas como parte
cosa en sangre capilar y en orina que se emplean en integrante del procedimiento de intervención. Tales
el caso de las intervenciones en diabetes mellitus, son los casos de la medición de los niveles de glu-
o las medidas del nivel de tiocianato en saliva que cosa en sangre y de tiocianato en saliva, que pue-
se emplea en la intervención en tabaquismo, o las den emplearse —especialmente en el primer caso—
del nivel de en saliva . Igualmente, ejemplo
Cortisol 3 para proporcionar un elemento de (bio)feedback
de medidas de la actividad del sistema inmunoló- que refuerce patrones comportamentales asociados
gico empleadas en psicología de la salud son la res- con su producción.
puesta proliferativa de los linfocitos, o los cambios Las medidas psicofisiológicas son relevantes en
en los niveles séricos de anticuerpos. psicología de la salud en tanto su utilidad como in-
En cualquier caso se trata de medidas sofistica- dicadores objetivos frente a los que confrontar los
das tomadas sólo como punto de referencia para en- datos obtenidos por medio de otros procedimientos
tender cuál puede haber sido el efecto biológico de tales como autoinformes, y en tanto la evaluación
las interacciones bajo estudio (estrés, apoyo social, psicofisiològica es susceptible de ser empleada
relajación, intervenciones terapéuticas...), pero en como herramienta de selección de individuos po-
algunos casos no son medidas que el psicólogo ob- tencialmente vulnerables al desarrollo de cierto tipo
tenga directamente. Los fluidos corporales suelen de alteraciones de salud. Basándose en el presu-
ser la fuente de la que se obtienen las muestras co- puesto teórico de la especificidad individual a ni-
rrespondientes para la evaluación de los indicado- vel psicofisiològico —desarrollada a partir de la
res bioquímicos. Sangre, orina, saliva y sudor con- concepción multidimensional de la activación de

Por el papel otorgado al eje hipotalámico-pituitario-adre-


1
ro de hipoglucemias a lo largo de un mes, o en el nivel de he-
nal en el fenómeno del estrés, y el otorgado al cortisol como re- moglobina glicosilada en pacientes diabéticos, abren más puer-
gulador de respuestas fisiológicas y conductuales bajo situacio- tas y vencen más dificultades que todos los cursos, conversa-
nes estresantes (p. ej., Rose, 1984; Van Eck, 1994). ciones y lecturas que uno pueda ofrecer para tratar de convence:
La disposición personal, la oferta de medios y todo lo de- a los profesionales médicos de la importancia de la intervención

© Edcoines Pármii
4

más cambia radicalmente ante un indicador biológico que señala psicológica.


una mejoría obvia en la enfermedad. Un descenso en el núme-
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 155

Lacey (1967) y Lacey y Lacey (1980)—, se ha pro- posibles razones alternativas que expliquen la «al-
puesto la elaboración de «perfiles psicofisiológicos teración».
de riesgo» para cierto tipo de alteraciones —úlce- Un aspecto pendiente en el empleo de las medi-
ra. cardiovasculares, etc.—, en tanto se trataría de das psicofisiológicas como herramienta de evalua-
formas estereotipadas de responder que harían a los ción en psicología de la salud se refiere a los pro-
ndividuos que las poseyeran especialmente vulnera- blemas de interpretación y a la variabilidad en las
bles a los efectos de la acción del ambiente —p. ej., medidas que caracterizan ciertos registros. En
estímulos o situaciones estresantes—. Si ello fuera cualquier caso, es de esperar que el avance a nivel
así, la detección de dichas pautas de reacción psi- de investigación básica y el aumento en su empleo
cofisiològica permitiría la actuación preventiva. clínico progresivamente vayan puliendo estos fle-
Sin embargo, un problema práctico en el empleo cos normales en cualquier área en expansión.
Je medidas psicofisiológicas a gran escala reside en
el alto coste —en materiales, tiempo y personal—
que la aplicación sistemática de un programa pre- Entrevista
entivo basado en una evaluación psicofisiològica
• apondría, acrecentado por el hecho de que el por- La entrevista es una herramienta útil para la eva-
centaje de población diana pudiera resultar muy luación en salud y en enfermedad, en tanto es el
-evtringido. modo más versátil para obtener datos sobre estilos
De mayor utilidad, en estos momentos, parece de vida, actitudes, creencias y prácticas concretas
^ aplicación de la evaluación de las características de salud. En el ámbito de evaluación de la enfer-
r-cofisiológicas a nivel individual, en tanto pue- medad, por ejemplo, la entrevista no sólo permite
ie precisarse la eficacia diferencial de uno u otro la obtención de información relevante sobre los pro-
de tratamiento en función tanto de las carac- blemas del paciente y las posibles variables con
rn'sticas del individuo como de la naturaleza e im- ellos relacionadas, sino también crear el clima de
: caciones psicofisiológicas de su problema, confianza y relación empática tan necesario en clí-
-.-ímismo, no podemos olvidar que numerosas nica. Por su fácil puesta en práctica y su gran ver-
- .ervenciones en psicología de la salud tienen satilidad es, quizá, el método más empleado en eva-
. mo objetivo expreso la alteración de ciertas fun- luación psicológica individual. Independientemente
. nes fisiológicas, por lo que la evaluación psi- del objetivo con el que sea empleada, la entrevista
. biológica alcanza caracteres de medida princi- puede variar desde formas nada estructuradas has-
ral. Es el caso en intervenciones sobre hipertensión ta otras rígidamente organizadas; desde la búsque-
esencial, tortícolis espasmódica, enfermedad de da de información general hasta el intento por ob-
3 ¿\ naud, dolor crónico, epilepsia, cefaleas ten- tener datos precisos y concretos sobre aspectos
4 nales y migrañosas, arritmias cardíacas, asma, parciales de la vida del sujeto, y desde el enfoque
etera, que emplean técnicas de biofeedback sobre la historia lejana del paciente hasta la consi-
- ej., Beatty y Legewie, 1977; Birbaumery Kim- deración de la historia reciente o inmediata.
- r 1979; Carlson y Seifert, 1991; Hatch, Fisher Aun cuando cualquier entrevista debe contener,
% Rugh, 1987). y de hecho contiene, una mínima estructuración, el
En otros caso,s, la evaluación psicofisiològica grado de rigidez en las cuestiones exploradas mar-
loede arrojar luz sobre la etiología probable de ca la frontera entre entrevistas estructuradas y
. e~as quejas o síntomas que un paciente presen- abiertas o no estructuradas. En estas últimas, cabe
il Es el caso, por ejemplo, de pacientes cuyo pro- la posibilidad de que las propias respuestas del in-
- :~ia aparente sea el padecimiento de cefaleas y dividuo modifiquen el rumbo de la entrevista, de
-luestren, sin embargo, alteraciones concomi- manera que se persiga el aislamiento de los datos
más relevantes de cara al fenómeno objeto de eva-

• Sjcines Párimdie
ó l e s en sus registros electromiográficos. En tales
s. la evaluación puede poner sobre la pista de luación.
1 5 6 / Psicología de la salud

Keefe (1979) señalaba seis importantes funcio- ta y actitudes del paciente sobre sus pro- I (MM1
nes que cumple la entrevista en el marco de su apli- blemas y sus causas formen parte del sesgo I emple
cación en psicología de la salud, a saber: biomédico con el que se contemplan los I > enfe
problemas de salud, la entrevista es una ex- I tipos <
1. Como una forma de reunir información so- celente oportunidad para anunciar al pa- m predis i

bre la historia conductual del paciente, en cíente ciertos puntos de vista generales so- B existen
clara equivalencia funcional con ¡a consa- bre su papel y el papel del contexto y las B pensas,
bida «historia clínica» usual desde la pers- personas que le rodean respecto a sus pro- I Aguirre
pectiva médica. Para ello debe obtener datos blemas. B^ deracioi
acerca del comienzo del problema objeto de 6. Como una oportunidad para iniciar el re- tipo de
intervención, de sus cambios o modificado- forzamiento social y el establecimiento de I más dur
nes a lo largo del tiempo y de los factores lazos interactivos positivos con el paciente, B Eysencl
presumiblemente implicados en su mante- en tanto resulta vital un clima de confianza • como el
nimiento. La historia confeccionada me- mutua y colaboración que con frecuencia I Spielbei
diante la entrevista conductual debe ser en- se pasa por alto y se cree reservado a cier- I entaric
tendida como un suplemento de la historia tas intervenciones vinculadas a aproxima- B STAXI)
médica, de manera que en la situación ideal ciones humanistas o dinámicas; desde la B -isl cons
ambas deberían complementarse y confluir perspectiva conductual en psicología de B ronarios
en una perspectiva única personal y social la salud debe otorgarse una extraordinaria B Ahor
del paciente. importancia a estas cuestiones en tanto debe B «cas de
2. Como un método de especificación y defi- contemplarse la interacción terapéutica pri- B c - de 1
nición de los problemas objeto de atención, mero como una interacción humana y des- ^ B pruebas
en tanto los pacientes tienden —por moti- pués como una interacción profesional. B ?_.:en ai
vos socioculturales, principalmente—a de- Para personas que sufren dolor y afrontan ^B dCuest
finir sus problemas en términos vagos o situaciones difíciles o angustiosas, encon- M c por N
muy generales, de manera que la entrevista trar un profesional que establezca con ellos ^ B ¡«on cas
puede ayudar a precisarlos. una correcta y humana relación puede ser 8 sisia ocl
3. Como un método para identificar los facto- tan importante como el más activo de los Qmbién
res de control del ambiente actual del pa- componentes de la terapia que les sea apli- B -' - . >
ciente, en tanto para precisar el tratamiento cada. ^ ^ B saúerada
es de sumo interés conocer todo lo posible ^ B *:c_iies f
sobre las circunstancias ambientales co- B ce . - >e
rrientes en las que se está expresando el pro- Cuestionarios y pruebas psicológicas B __
blema. ^B *ir>mo
4. Como una muestra de conducta del re- En psicología de la salud se emplean muy dife- B wma en
pertorio del paciente, esto es, como la opor- rentes pruebas y cuestionarios con los más variados B ^ 0 0

tunidad de observar el comportamiento del propósitos. El empleo de pruebas de personalidad coa


paciente en tanto su conducta verbal, sus tanto con fines investigadores como clínicos es fre- ^ ^ B 3r:c»: >tic
manejas, sus gestos, su apariencia física, cuente, y lo es también el empleo de pruebas de in- ^ B ci
su forma de interaccionar con otros, etcé- teligencia. Por ejemplo, el cuestionario de perso- ^ B .
tera. nalidad MMPI ha sido empleado bien parcialmente ^ ^ B
5. Como una oportunidad para compartir in- (por ejemplo, en algunos estudios relativos al Pa-
formación con el paciente acerca del abor- trón de Conducta Tipo A), bien globalmente para ^ ^ B
daje de los problemas desde el punto de vis- el intento de detección de evidencias sobre psi- I

i die C =aow: l
Edcoines Párm
ta conductual en psicología de la salud; en copatologías en pacientes médicos. Aguirre (1992( 1
tanto es muy probable que los puntos de vis- señalaba cómo ciertas pruebas de personalidad B
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 157

(MMPI, 16PF y EPQ, principalmente) se vienen En esta línea, conviene señalar aquí los instru-
empleando en intentos de relacionar personalidad mentos desarrollados por el grupo de Grossarth-
y enfermedad y salud, tanto para precisar si ciertos Maticek y Eysenck (p. ej., Grossarth-Maticek y Ey-
tipos de personalidad implican una mayor o menor senck, 1990) para evaluar, principalmente, los tipos
predisposición a enfermar, como para delimitar si de personalidad relacionados, según sus datos, con
existen o no personalidades específicamente pro- mayor probabilidad de desarrollar afecciones car-
pensas a desarrollar determinado tipo de trastornos. díacas (el denominado Tipo II) y cáncer (el deno-
Aguirre (1992) recoge algunas interesantes consi- minado Tipo I), aunque los instrumentos exploran
deraciones críticas acerca de la utilización de este también los otros cuatro tipos de personalidad de la
tipo de pruebas en psicología de la salud, por de- tipología de seis elaborada por este grupo. De di-
más duramente contestadas por otros autores (p. ej., chos instrumentos, existe versión española (Sandín
Eysenck, 1994; Karoly, 1985). Otras pruebas tales y Chorot, 1991c; Sandín, Chorot, Navas y Santed,
como el Cuestionario de ansiedad estado-rasgo de 1992) del Short Interpersonal Reactions Inventory
Spielberger, Gorsuch y Lushene (1970) y el del In- (SIRI) con el nombre de Inventario de reacciones
ventario de manifestación de la ira rasgo-estado interpersonales.
< STAXI) del mismo grupo —recuérdese la relación Igualmente, Pelechano y su grupo han elabora-
iel constructo ira-hostilidad con los trastornos co- do numerosas pruebas aplicadas al estudio de las
5

-onarios— se han empleado también. relaciones salud/enfermedad y personalidad, que


Ahora bien, la inadecuación de las pruebas clá- bien han sido generadas con tal propósito, bien re-
sicas de personalidad a los objetivos de la psicolo- sultan de fácil aplicación al mismo. Por lo demás,
gía de la salud, ha provocado la elaboración de en la última década se ha desarrollado una miría-
r-uebas alternativas generales y específicas que re- da de cuestionarios específicos destinados a iden-
- _ten adecuadas a dichos objetivos. Un ejemplo es tificar las condiciones relativas a problemas de sa-
d Cuestionario de salud comportamental elabora- lud concretos tales como tabaquismo, patrones de
: por Millón, Green y Meagher (1992, para la ver- alimentación inadecuados, actividad física, consu-
-i:>n castellana), que permite evaluar en el sujeto mo de alcohol y/o drogas, etcétera, algunos de los
- - t a ocho diferentes estilos de personalidad vistos cuales pueden encontrarse referidos en Brantley y
también como «estilos de afrontamiento» (Green, Bruce (1986) —quienes los denominan «cuestio-
j S2), y seis diferentes actitudes psicógenas con- narios orientados a problemas»— y Keefe (1979),
i aeradas como sentimientos y percepciones per- o en la más reciente publicación de Schroeder
* nales frente al estrés, e identificados por cada una (1991).
je ias seis escalas siguientes: 1) escala de tensión
r.ica; 2) escala de estrés reciente; 3) escala de pe-
í - .smo premórbido; 4) escala de falta de espe- Observación directa
anza en el futuro; 5) escala de alienación social, y
- ecala de ansiedad somática. A la vez cuenta con Al menos desde la perspectiva de la evaluación
res escalas psicosomáticas y otras tres de índices conductual, la observación directa ha sido reco-
r*- -.ósticos (previsión de problemas futuros en nocida como la técnica de evaluación preferida
ato curso de la enfermedad y respuesta al trata- sobre cualquier otra (p. ej., Brantley y Bruce, 1986).
íto), derivado todo ello de la teoría de la per- Tan es así que con frecuencia los datos obtenidos
iidad de Millón (1969). mediante evaluación por observación directa se em-

l na amplia muestra de ellos se encuentra, por ejemplo, en afrontamiento, hostilidad y recelo, extraversión y neuroticismo,

s Párimdie
io. Matud y De Miguel (1994), en donde se publican sucesos vitales negativos, fastidios cotidianos e imagen de sí
arios para medida de locus de control, estrategias de mismo, entre otros.
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 159

ción de datos no está mediatizada por el informe profesionales o instituciones que, tan a menudo,
personal, sino que es directa. producen una despersonalización del proceso de
cambio terapéutico. Esto se hace muy evidente en
la intervención en enfermedades crónicas. Por
Autoobservación y autorregistro ejemplo, en pacientes diabéticos bajo la forma de
tratamiento tradicional es frecuente encontrar va-
El autorregistro mediante la autoobservación es loraciones despersonalizadas sobre los problemas
el método de obtención de datos más empleado y de la enfermedad, de modo que si los índices bio-
más versátil en psicología de la salud, algo que químicos señalan un control inadecuado, el pa-
también sucede en la intervención clínica en psi- ciente espera que la solución provenga del profe-
cología, en general. Además, el empleo de técnicas sional, adoptando un papel pasivo. Por el contrario,
de autoobservación y autorregistro tiene una serie en pacientes diabéticos entrenados en autoobserva-
Je ventajas añadidas que las convierten en técnicas ción y autorregistro no sucede tal; antes bien, el
especialmente interesantes si se solucionan los pro- propio paciente es consciente de la causa posible de
blemas de fiabilidad, su punto flaco por excelencia. las alteraciones aparecidas en su enfermedad, o de
En realidad, para ciertos objetivos, estas técnicas de la causa de sus buenos índices bioquímicos, en tan-
-utoinforme son de la máxima utilidad y conve- to es sensible a los fenómenos de su vida relacio-
niencia en todos los momentos del proceso de in- nados con todo ello.
ervención; por ejemplo, una persona entrenada en El empleo de este tipo de técnicas es, por tanto,
:a discriminación de su propio comportamiento es algo no sólo necesario por el hecho de que medi-
~.as sensible a sus cambios y está en disposición das «más objetivas» no estén siempre disponibles 6

je ser consciente de lo que siente o hace, las con- sino que, con habilidad, pueden convertirse en un
nciones antecedentes a ello y las consecuencias instrumento muy versátil y con un gran valor tera-
para él y los demás. Además, es una técnica de eva- péutico y preventivo en cualquiera de las fases de
-jción con intrínsecos beneficios terapéuticos la intervención. A la par, producen un efecto de hu-
i_ ae. no obstante, representan un problema de va- manización de la intervención y de responsabilidad
rez interna cuando los propósitos son de investi- personal para el sujeto nada desdeñable, especial-
__;ión), ya que hace consciente al paciente de as- mente cuando una de las principales quejas de los
rectos de su propio comportamiento que pudieran pacientes es, precisamente, la tecnificación y des-
estar pasándole desapercibidos o sobre los que po- humanización creciente de la práctica profesional
: . mantener creencias equívocas. Permite, igual- en salud.
- ente, al propio paciente controlar su progreso, por Keefe (1979) señalaba tres fases como elemen-
x - ae adquiere una función de feedback que for- tos necesarios a todo proceso de autoobservación y
_ ece el comportamiento de cambio y permite rec- autorregistro: 1) una fase de entrenamiento en la
rñcar. que el paciente o persona objetivo de la inter-
El empleo de la autoobservación y el autorre- vención aprende a discriminar el comportamiento
2 -:ro tiene otra serie de ventajas acordes con el en- objetivo y los parámetros de interés que ha de re-
i _e centrado en el individuo, en tanto que colo- gistrar y se familiariza con los procedimientos e
.. el mayor énfasis sobre el control del proceso de instrumentos de registro; 2) una fase de autorregis-
mbio sobre el propio paciente, concediéndole res- tro en la que realiza la toma de datos pertinente, y
--abilidad acerca de su propia conducta y su 3) una fase de análisis de los datos registrados en
libio o mantenimiento, y no desplazándola sobre la que, junto al profesional que dirige el proceso,

W - nes Párimdie
* Argumento que se emplea para presentar erróneamente es- evaluación cuando técnicas «objetivas» o «duras» no están dis-
icas, señalándolas como una obligada alternativa light de ponibles.
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 161

1. Medición de los fenómenos en el momento la identifican como tal (p. ej., Schwartz, Warren y
de su ocurrencia, bien por el uso de sistemas Pickering, 1994; Shiffman y cois., 1994; Van Eck
portátiles de registro para el caso de medi- y Nicholson, 1994; Wheeler y Reis, 1991), y se han
das psicofisiológicas o biológicas, bien me- formulado propuestas sobre técnicas o modos con-
diante métodos de autorregistro instantáneo, cretos de operacionalizar evaluaciones desde este
persiguiendo evaluar la ocurrencia de los fe- punto de vista, como la de Wheeler y Reis (1991)
nómenos de interés apresando el momento sobre tres formatos de programación de las obser-
y el contexto concretos. vaciones y los registros (contingentes a un evento,
2. Exigencia de una cuidadosa temporaliza- contingentes al tiempo y contingentes a una señal),
ción en las medidas, en tanto que la necesi- y la de Delespaul (1992) sobre diferentes esquemas
dad de capturar los momentos y contextos de muestreo, aunque en este caso aplicados a la psi-
relevantes obliga a emplear estrategias de copatología.
muestreo que cubran las clases de eventos Con todo, la EEM no es un nuevo método de
de interés en función del objetivo a evaluar, evaluación ni debe ser tenido por más de lo que es.
evitando sesgos temporales o situacionales. Una estructuración sistemática de corrientes o for-
3. Necesidad de un elevado número ds obser- mas de hacer en la evaluación conductual que ya se
vaciones repetidas, exigible por dos razo- venían ejecutando y recomendando desde antiguo,
nes: a) la confianza en que grandes núme- pero sin reunir en una propuesta de estrategia eva-
ros de medidas producen muestras más luadora con nombre propio. Así, por ejemplo, cabe
confiables del estado relevante de un com- señalar que las directrices de una evaluación con-
portamiento, y b) el interés en observar ductual bien hecha siempre han exigido el cumpli-
cómo el comportamiento o el indicador bio- miento de las características apuntadas por Stone y
lógico objetivo (p. ej., secreción de cortisol, Shiffman (1994) como elementos diferenciales de
nivel de glucosa en sangre, presión sanguí- la EEM, y si no compárense con la propuesta
nea, fumar, precisión en el cumplimiento de de Rojahn y Schroeder (1983) de las característi-
un régimen, etc.) cambian en función de cas generales que deben diferenciar la evaluación
ciertos antecedentes situacionales (p. ej., de- conductual de otros modos de hacer (el énfasis es
mandas ambientales, presencia o ausencia nuestro):
de ciertas personas o actividades) y ciertas
consecuencias (dolor, síntomas, conflicto a) cuantificación de los fenómenos conduc-
con otros...), de forma que la evaluación tuales a través de la observación sistemáti-
pueda conceder la oportunidad para que ca de diversos parámetros de respuesta con
aparezcan todas las variaciones posibles. relación a diversos cambios ambientales;
4. Las medidas deben tomarse en los ambien- b) orientación hacia la detección del desarro-
tes o contextos naturales para cada indivi- llo, ejecución y evaluación del cambio con-
duo, a fin de ser consecuentes con el prin- ductual;
cipio de que la evaluación debe captar c) consideración de la conducta medida bajo
muestras de la conducta de interés que re- condiciones naturales como una muestra
presenten correctamente el resto de con- del repertorio del individuo, y en ningún
ducta no observada, y con el epistemológi- caso como un fenómeno sintomático que re-
co de reconocer que el contexto es parte fleje alguna causa subyacente, y
indisoluble de la interacción responsable de d) un plan de actuación continuo, evaluando
cada comportamiento. antes, durante y después de la intervención.

. Edcoines Párimdie
En los últimos años han aparecido informes de Identidad que resulta aún más patente si com-
r-radios que emplean esta estrategia evaluadora y paramos las características de la EEM con las de la
1 6 2 / Psicología de la salud

evaluación conductual de corte funcional que sin- La cuestión de medir el estado de salud de la po-
tetiza Luciano (1996b; p. 165) basándose en los blación (y de cada uno de los individuos que la
planteamientos clásicos de Baer, Wolf y Risley componen) no se tiene ya por tan simple y bidi-
(1968), Ciminero y Drabman (1977) y Evans y Nel- mensional. Ahora bien, similares problemas a los
son (1977). Con todo, y al margen de la falta de re- encontrados en la definición de salud nos encon-
conocimiento histórico de los precedentes, las pos- tramos en el intento de precisar la medición de este
turas de la EEM reflejan la necesaria frescura en los fenómeno. Continúa siendo cierta la afirmación de
datos que se requiere en psicología de la salud para Brantley y Bruce (1986) sobre la falta de medidas
contrarrestar el sistemático abuso de las medidas satisfactorias de salud. La práctica totalidad de eva-
indirectas de comportamiento, basadas en auto- luaciones de la salud o del estado de salud se con-
informes retrospectivos, que pueden ser considera- figuran, en realidad, en torno a la medición de las
das como responsables en parte de numerosos da- alteraciones de la salud, del estado subjetivo de bie-
tos contradictorios. Y parecerán de especial interés nestar y/o de la presencia de comportamientos de
cuando el objetivo sea la búsqueda de pautas o pa- riesgo que se suponen alterarán la salud en un fu-
trones de comportamiento estables. turo más o menos próximo.
Una forma de evaluar el estado de salud de los
individuos es el empleo de escalas o puntuaciones
EVALUACIÓN DEL ESTADO DE SALUD subjetivas de salud percibida (Maddox, 1964; Mad-
Y ESCALAS DE MEDIDA DE LA CALIDAD dox y Douglas, 1973; Otto, 1979; Palmore y Lui-
DE VIDA kart, 1972). Esto es, el propio sujeto evalúa su es-
tado de salud de acuerdo a una escala de valoración
Antes de que la aproximación biopsicosocial se cualitativa (por ejemplo, «excelente», «buena»,
consolidara como una alternativa al pensamiento «suficiente», «pobre») o bien cuantitativa (en una
biomédico tradicional, y antes de que la entrada en escala de 0-10, por ejemplo). Sin embargo, la au-
escena de la psicología de la salud supusiera la con- toevaluación subjetiva no puede ser más que un in-
sideración de las medidas psicológicas como parte dicativo muy grueso y aproximado del estado de sa-
ineludible de cualquier consideración integral de la lud, en tanto numerosos procesos poseen fases
salud y la enfermedad, los indicadores de salud tra- premórbidas asintomáticas y, en una perspectiva de
dicionalmente empleados eran básicamente los ín- futuro, un individuo determinado puede sentirse
dices de mortalidad y morbilidad de la población, muy bien pero estar manteniendo comportamientos
que junto a otros indicadores secundarios se utili- que suponen un riesgo de pérdida a corto o medio
zaban para obtener un diagnóstico de salud de la plazo de su salud, porque están generando las con-
población. Con todo, la restricción en el plantea- diciones biológicas de su próxima alteración. Por
miento del diagnóstico de salud llega incluso has- otro lado, este tipo de evaluaciones sólo ofrece un
ta épocas de aceptación de la nueva orientación en índice muy general que necesita ser precisado. Una
salud y enfermedad. Así, por ejemplo, Delgado y forma de hacerlo es emplear técnicas de autorre-
De la Revilla (1984) señalan los siguientes indi- gistro y autoobservación similares a las comenta-
cadores del nivel de salud establecidos por las das más atrás, cuyo objetivo sea recabar datos a lo
directrices de, salud del Ministerio y de la OMS: largo de un cierto período de tiempo sobre la pre-
tasa de mortalidad general, tasa de mortalidad in- sencia de los síntomas, estados subjetivos y com-
fantil, tasas específicas de mortalidad por edad y portamientos de riesgo y/o salud que tuvieran lugar
sexo y por causa, tasa de morbilidad proporcional, (Banks y Beresford, 1979; Marcus, 1982; Ridge-
tasa de expectativa al nacer, altas hospitalarias por way y Mathews, 1982; Verbrugge, 1980). Brande}
causas, edad y sexo, consultas por causa, edad y y Bruce (1986) denominan «diarios de salud» a las
sexo, y tasa de enfermedades de declaración obli- formas más típicas de autorregistro para la evalua-

© Edcoines Párm
i die€H--
gatoria. ción de la salud.
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 163

En realidad, la utilidad de estos diarios de salud obtenidos mediante pruebas criterio tales como al-
se ha extendido más allá de este ámbito concreto de gunos indicadores biológicos. Por ejemplo, pruebas
empleo, de manera que son un método de autorre- de tiocianato para la contrastación de informes so-
gistro utilizado incluso más en el ámbito de la bre no fumar, o de alcoholemia para contraste con
intervención sobre la enfermedad crónica, y los pro- el uso moderado de alcohol o la conducta abstemia;
blemas que plantean son similares a los que reper- determinaciones de colesterol y triglicéridos para
cuten sobre cualquier técnica de autoinforme. informes sobre toma de grasas en la dieta; deter-
Otras formas de evaluar el estado de salud in- minaciones de glucosa para informes sobre con-
cluyen entrevistas estructuradas o no en inventarios ducta de adherencia en diabetes, etcétera.
de salud (el Cornell Medical Index es el prototipo), Rice (1987) ha desarrollado formas específicas
así como cuestionarios que evalúan el estado de de evaluar comportamientos de trascendencia para
funcionamiento general o particular del sujeto (mo- la salud como son la dieta o régimen nutritivo y las
vilidad, autocuidado, independencia, actividades fí- actividades de ejercicio físico; por ejemplo, el Per-
sicas y sociales, etc.) y la frecuencia de utilización fil de conducta de salud para nutrición y dieta en
de los servicios médicos. forma de cuestionario autoaplicado, que permite
Igualmente, se ha intentado evaluar la salud, en comparar la práctica diaria habitual de alimentación
una dimensión prospectiva, mediante la evaluación con el patrón de alimentación considerado sano, y
de la presencia de comportamientos preventivos de el Perfil de conducta de salud para el ejercicio en
ia enfermedad o comportamientos de salud en el re- idéntica forma, que determina la adecuación de las
pertorio de los individuos (p. ej., Kirscht, 1983). La actividades físicas habituales. Ambos instrumentos
r'orma habitual de evaluar la presencia de compor- resultan muy fáciles de aplicar y permiten una
tamientos saludables ha sido mediante el autoin- autoevaluación rápida de los niveles de adecuación
"orme a través de cuestionarios o entrevistas. Aun de estos dos repertorios a las pautas consideradas
ruando varios de los comportamientos entendidos como saludables.
como saludables (no fumar, ejercicio físico, ciertos Ya hemos visto que el entramado de relaciones
patrones de alimentación...) son perfectamente ob- interpersonales, de grupo e institucionales que res-
servables y susceptibles de ser delimitados con pre- ponden al nombre de apoyo social son algo muy re-
cssión, sucede que la mayor parte de los estudios levante para la salud en tanto su presencia parece
levados a cabo lo ha sido sobre muestras o grupos favorecerla y su ausencia está relacionada con ma-
ce población sobre los que resultaría muy costoso yor afectación a nivel de morbilidad y mortalidad.
ciseñar pautas de evaluación suficientemente ex- Para su evaluación se dispone de algunos instru-
tensas y prolongadas como para ser fiables y váli- mentos entre los cuales Del Barrio (1992) cita los
das. El autoinforme provee datos sobre numerosos elaborados por Barrera (1980, 1981), la Arizona So-
ratrones de comportamiento a lo largo de períodos cial Support Interview Scale (ASSIS) (Escala de en-
rrolongados de tiempo y con un coste material y de trevista sobre apoyo social) y el Inventory of So-
tiempo muy pequeño. Sin embargo, la posibilidad cially Supportive Behaviours (ISSB) (Inventario de
ce evaluar el comportamiento saludable de peque- conductas sociales de apoyo), así como el Social
ños grupos o de sujetos únicos mediante observa- Support Questionnaire (SSQ) (Cuestionario de
ron directa siempre está disponible y sería una apoyo social) elaborado por Sarason y cois. (1981,
r ráctica metodológicamente saludable introducir 1983). Un resumen de hasta 16 procedimientos que
rtes en la muestra masivamente evaluada me- se emplean para medir el apoyo social puede en-
cíante autoinforme, que permitiesen predecir la fia- contrarse en Valdés y De Flores (1990).
-: 1 idad de los mismos basándose en los datos más Otra forma en la que es necesario emplear el es-
r. rectos obtenidos sobre parte de ella. tado de salud o la salud en el proceso de evaluación

. Edcoines Párimdie
Otra manera de fortalecer los datos obtenidos es como referente a efectos de valorar el resultado
r^r autoinforme consiste en compararlos con los de una intervención cuyo objetivo haya sido, preci-
1 6 4 / Psicología de la salud

sámente, la restauración o mejora de un estado de Kaplan y Bush (1982) han recogido una serie de
salud deteriorado. El estado de salud, o el senti- índices y sistemas globales para medir el estado de
miento de salud, o el criterio médico de salud, en salud que son de especial relevancia en tanto re-
cuanto ausencia de sintomatología, o el nivel de fun- presentan aproximaciones estructuradas a la eva-
cionamiento, cualquiera de estos criterios, e inclu- luación de la salud. Entre ellos cabe señalar 1) el
so todos conjuntamente, pueden emplearse como re- Perfil de Impacto de la Enfermedad (Bergner, Bob-
ferentes que determinen si una intervención ha bitt y Pollard, 1976; Bergner, Bobbitt, Cárter y Gil-
tenido o no los efectos buscados. Formas de evaluar son, 1981), un sistema que evalúa el nivel de bien-
el resultado de la intervención en psicología de la estar o salud de acuerdo a tres dimensiones, cada
salud serían medir los resultados en términos de be- una con varias categorías que se recogen en forma
neficios para la salud tales como las reducciones en resumida en el cuadro 5.1; 2) el Indice de salud
las limitaciones en las actividades diarias si el ob- McMaster (Chambers, Macdonald, Tugwell, Bu-
jetivo son individuos concretos; en la morbilidad y chanan y Kraag, 1982), que se estructura en tres es-
mortalidad si el objetivo son grupos o comunidades; calas que evalúan el funcionamiento físico, el fun-
y mejorías en medidas psicológicas de resultado ta- cionamiento emocional y el social, y 3) el Indice
les como niveles de ansiedad o depresión o sensa- de actividades de la vida diaria (Katz y cois.,
ción subjetiva de bienestar como consecuencia de la 1963), reconocido como una de las primeras, más
mejora o desaparición de enfermedades o la conse- empleadas y mejores medidas de la calidad de vida,
cución de niveles adaptativos de funcionamiento en aunque su empleo parece especialmente apropiado
el caso de pacientes crónicos, si lo que se pretende para pacientes crónicos, de larga hospitalización o
es evaluar el coste psicológico de la enfermedad. seniles.

CUADRO 5.1
Dimensiones, categorías y ejemplos de ítems del Perfil de Impacto de la Enfermedad
(Bergner, Bobbitt y Pollard, 1976)
Dimensones Categorías Ejemplos de ítems
Sueño y descanso — Estoy sentado durante la mayor parte del día.
Alimentación — Estoy comiendo alimentos especiales o diferentes.
Independencia Trabajo — No estoy acudiendo al trabajo.
Actividades domésticas — No estoy haciendo tareas domésticas duras o pesadas.
Ocio y recreación — Estoy saliendo mucho menos para divertirme.
Desplazamiento — Camino distancias cortas o me paro a descansar a menudo.
Estado físico Movilidad — No salgo al exterior.
i Cuidado corporal y movimiento — No puedo bañarme solo, necesito ayuda.
Interacción social — Me aislo todo lo que puedo del resto de la familia.
Nivel de vigilia — Tengo dificultad para razonar y resolver problemas.
Estado psicosocial
Conducta emocional — Actúo irritable e impaciente conmigo mismo.
Comunicación — No hablo claramente cuando estoy en tensión.
FUENTE: Tomado de Kaplan (1985).
© Edcoines Párm
i;it
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 165

Especial mención requiere el sistema de eva- 3. El cálculo de la calidad de vida en función


luación de la calidad de vida elaborado por Bush de la combinación resultante de la evalua-
(1983) y Kaplan y Bush (1982), y que contiene: ción en los anteriores pasos 1) y 2).
1. Tres escalas que representan otras tantas di- El resultado es una compleja y sofisticada me-
mensiones del funcionamiento cotidiano: dida de la calidad de vida que pretende ser capaz
movilidad, actividad física y actividad so- de evaluar en prospectiva el resultado de salud en
cial (cada una de dichas dimensiones posee función del estado o calidad de vida en el momen-
varios niveles de funcionamiento o activi- to del impacto del fenómeno o agente patógeno, a
dad que pueden apreciarse en el cuadro 5.2). la vez que realizar una medición de la salud acor-
2. Una lista de síntomas y problemas que pue- de con los elementos biológico, psicológico y so-
de estar sufriendo la persona evaluada. cial que se estima la forman.

CUADRO 5.2
Dimensiones y niveles de funcionamiento o actividad del Sistema de evaluación de la calidad
de vida elaborado por Bush y colaboradores
Movilidad Actividad física Actividad social
Conduce el coche y usa autobuses Camina sin problemas Hace sus actividades laborales, escolares, do-
o trenes sin ayuda (5). físicos (4). mésticas o de otro tipo (5).
No puede conducir o usa autobuses Camina con limitaciones Hace sus actividades laborales, escolares, do-
: trenes con ayuda (4). físicas (3). mésticas o de otro tipo en forma limitada (4).
Permanece en casa (3). Se desplaza en silla de Se encuentra limitado en la cantidad o clase de
ruedas por sí mismo (2). actividades laborales, escolares o domésticas (3).
Permanece en el hospital (2). Permanece en cama o en Hace sus actividades de autocuidado pero no las
una silla (1). ocupacionales, escolares o domésticas (2).
? ermanece en unidades de cuidado Necesita ayuda en el cuidado de sí mismo (1).
;>pecial (1).
Ft ENTE: Tomado de Kaplan ( 1985).

Otro instrumento pensado para la autoaplicación trata de determinar la esperanza de vida ajustada a
: el Perfil de salud personal, desarrollado por la calidad de vida, tomando como unidad de medi-
stein y Duff (1979) para la estimación de laca- da el año de vida ajustado a la calidad. Según el
Liid general de vida, el apoyo social, las habilida- índice de Rosser, para obtener el QALY se mide el
fe ce afrontamiento y las diferentes conductas de estado de salud en función de dos áreas principa-
: o que uno pueda estar emitiendo, como una
r les: incapacidad y dolor, definidos en ocho catego-
E de establecer el riesgo potencial para la sa- rías de incapacidad y cuatro grados de dolor (que
que una persona se haya expuesta. Por últi- se pueden ver en el cuadro 5.3). La cifra obtenida
mo de los sistemas de medición de la calidad en la determinación del grado de salud multiplica-
je ida es el sistema denominado QALY (Quality da por los años teóricos de vida o expectativa de
vida proporciona los años de vida ajustados a la ca-

: ^ÍLI : nes Párimdie


k¿ isted Life Years), también conocido como índi-
„- ;; Rosser (Rosser, Kind y Williams, 1982), que lidad.
1 6 6 / Psax-pa x a salud

CUADRO 5.3 luación de comportamientos más moleculares que


Categorías de incapacidad y grados de dolor han sido considerados como factores de riesgo (fu-
mar, sedentarismo, consumo excesivo de grasas, sal
CLASIFICACIÓN DE INCAPACIDAD
o hidratos, abuso de alcohol o drogas, etc.), al igual
que la evaluación del estrés, ocupan un lugar cen-
I. Sin incapacidad. tral en la evaluación en psicología de la salud. Las
II. Ligera incapacidad social. descripciones de los principales instrumentos de
III. Incapacidad laboral u ocupacional leve y/o de- evaluación empleados para la medición del Patrón
terioro del rendimiento laboral u ocupacional. de Conducta Tipo A y del estrés pueden consultar-
IV. Rendimiento laboral u ocupacional gravemen-
te limitado. se en alguna de las numerosas referencias biblio-
V. Incapaz de trabajo remunerado u ocupación. gráficas que se ocupan de este contenido en exten-
Imposibilidad de proseguir educación. Confi- sión y detalle (i. e., Aguirre, 1992; Brantley y
namiento en domicilio, excepto salidas breves Bruce, 1986; Del Barrio, 1992; Karoly, 1985; San-
con acompañamiento. din y Chorot, 1996; Schroeder, 1991; Sender y
VI. Confinamiento en silla o silla de ruedas (do- cois., 1993).
micilio). En lo que se refiere a la evaluación del estrés,
, m SonfimmniD zn orna. ésía debe considerarse como un proceso mu/tí-
VIII. Inconsciencia. medidas, en tanto los tres aspectos centrales del
GRADOS DE DOLOR concepto de estrés deben ser evaluados (eventos
estresantes, respuestas de estrés y estrategias de
A. Sin dolor. afrontamiento), y en sí mismos ya implican una no-
B. Dolor leve. toria complejidad que obliga a una nueva diversifi-
C. Dolor moderado. cación de la evaluación (de los estresores como
D. Dolor intenso.
acontecimientos vitales, como estresores menores
o fastidios cotidianos; de la respuesta al estrés en
Sin abundar más en estos aspectos, sí convie- su plano biológico y conductual; y de las estrate-
ne señalar la disponibilidad de numerosos instru- gias de afrontamiento en sus diversas extensiones
mentos de medida para todos los aspectos rela- y posibilidades).
cionados con la salud. En concreto, hasta 52 La evaluación de las situaciones que provocan
diferentes instrumentos referidos a la evaluación respuestas de estrés en un individuo con frecuen-
del estado de salud, del impacto de la enfermedad, cia se completa con una valoración subjetiva de la
la calidad de vida, el apoyo social, la satisfacción intensidad de la respuesta de estrés. De esta forma,
con los cuidados y otros varios aspectos han sido la mayor parte de los instrumentos disponibles per-
recopilados por Bowling (1994) en una indispen- miten obtener un índice general de la frecuencia de
sable monografía sobre evaluación en salud y en- exposición a situaciones, contextos o actividades
fermedad. que resultan catalogadas como estresantes (La-
brador, 1992). Los instrumentos elaborados son
escalas o cuestionarios que presentan al sujeto una
EVALUACIÓN DE LOS COMPORTAMIENTOS serie preestablecida de posibles situaciones o ac-
DE RIESGO Y DEL ESTRÉS tividades que hayan sido seguidas de una reac-
ción de estrés a lo largo de un cierto período de
La evaluación de los patrones de conducta, va- tiempo. Se trata, pues, de autoinformes retrospec-
riables de personalidad, tendencias comportamen- tivos.
tales o estilos de vida (según la conceptuación al El mismo autor recoge una serie de considera-

Edcoines Párim*i
uso) que han sido categorizados como factores de ciones acerca de las limitaciones y cuidados que de-
riesgo para el deterioro de la salud, así como la eva- ben tenerse en cuenta en la utilización de este tipo
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 167

de instrumentos. Entre ellas cabe señalar el hecho en la conducta de fumar se evalúa la frecuencia, to-
de que algunos de ellos no diferencien entre cam- pografía e intensidad; se han empleado medidas de
bios o circunstancias estresantes pero agradables naturaleza conductual y bioquímica, y se utilizan
(p. ej., celebración del matrimonio, nacimiento del técnicas como cuestionarios, entrevistas, autorre-
hijo, ascenso en el trabajo) de aquellas que resul- gistros, etcétera, buscando datos acerca de la ocu-
tan desagradables, en tanto ambas pueden ser cata- rrencia de la conducta de fumar, de la motivación
logadas genéricamente como productoras de estrés, por fumar, seguir fumando o dejar de fumar, o de
pero se ha señalado que los cambios deseables no la autoeficacia o confianza en dejar de fumar o en
parecen estar relacionados con afectaciones de la mantenerse abstinente. Existen revisiones que ofre-
salud (p. ej., Paykel, 1974; Ross y Morowsky, 1979; cen una panorámica bastante completa sobre todo
Sulls y Mullen, 1981). Asimismo, que los ítems ele- lo anterior (p. ej., Frederiksen, Martin y Webster,
gidos para formar los instrumentos pueden no re- 1979).
presentar el universo completo de eventos posibles Comentábamos más atrás que el trabajo u ocu-
que pueden ser estresantes para un individuo de- pación laboral representa una de las fuentes más
terminado, de modo que la evaluación deje fuera constantes y universales de estrés, especialmente
posibles ocurrencias de estrés no consideradas; y para determinados puestos de trabajo en los que la
por último, también sufren los problemas comunes responsabilidad, la rapidez de ejecución o, a con-
a todo instrumento que se basa en autoinformes so- trariis, la anodinidad y la monotonía pueden supo-
->re acontecimientos pasados. ner condiciones con repercusión posible sobre la sa-
Otra forma de evaluación del estrés es el empleo lud. Un intento de abordar la evaluación del estrés
ie autorregistros (un ejemplo puede verse en La- relacionado con el trabajo lo representa el «Perfil
brador, 1992), procedimiento que permite identifi- de estrés en el trabajo» desarrollado por Rice
car las situaciones, el momento, la frecuencia y la (1987), diseñado para su autoaplicación, y que des-
intensidad del estrés, a la vez que las reacciones del cribe condiciones, ambientes o sentimientos perso-
ndividuo. En forma adicional, el empleo de auto- nales asociados al trabajo y que pueden significar
Tegistros añade las ventajas típicas de este tipo de una fuente de estrés. El Perfil cuenta con cinco es-
nstrumentos; a saber, una mayor implicación del calas que evalúan el estrés producido por 1) las re-
- jjeto en sus propios problemas y la posibilidad de laciones interpersonales; 2) las demandas físicas del
que sea «consciente» de multitud de relaciones e puesto de trabajo, y 3) el interés y el grado de im-
-leracciones. Existen varias revisiones y exposi- plicación en la tarea laboral.
.iones recientes de los procedimientos de evalua- Existen también sistemas de evaluación con-
. >n del estrés (p. ej., Labrador y cois., 1995; La- junta de varios factores de riesgo, denominados
cador y Crespo, 1993; Sandín y Chorot, 1996), y sistemas de evaluación de factores múltiples de
-r cuentan también numerosos abordajes de la eva- riesgo. Un ejemplo de ellos es el Health Risk Ap-
.ación de estresores específicos, o de las formas praisal System (Robbins y Hall, 1970), que reali-
ie afrontar el estrés, o del estrés en contextos es- za una valoración computarizada de varios facto-
pecíficos (p. ej., Pelechano y Matud, 1991, sobre res de riesgo sobre el mismo individuo —fumar,
strés en el cuidado del recién nacido; Mas, 1995, consumo de alcohol, actividad física...— propor-
jara la evaluación del estrés traumático en niños, cionando una estimación del riesgo en forma de es-
r-étera). peranza de vida, a la vez que una estimación de las
En cuanto a la evaluación de comportamientos probables mejorías en función de las modificacio-
ae nesgo más específicos o singulares, la dispo- nes que se realicen sobre los comportamientos de
• -liidad de instrumentos es abundante y la di- riesgo.
r--¡dad de técnicas empleadas en su evaluación Aun cuando la idea es loable, ciertos autores han

I £.; -j >nes Párimdie


• . _nza prácticamente al espectro entero de las em- señalado que dicho sistema produce datos débiles
: radas en psicología de la salud. Así, por ejemplo, en tanto se basa en autoinformes (Brantley y Bru-
1 6 8 / Psicología de la salud

ce, 1986), si bien este aspecto sería en parte fácil- ne de las instancias que patrocinan su puesta en
mente subsanable, y que sus fundamentos son dé- marcha. A los efectos de la evaluación, Cronbach
biles en tanto no está todavía bien precisado el nivel (1982) señaló la necesidad de especificar los com-
de riesgo producido por ciertos comportamientos, ponentes o elementos que conforman un programa,
ni en qué medida dicho riesgo se reduce mediante que recoge y amplía Fernández Ballesteros (1995).
su modificación (Wagner, Berry, Schoenbach y Dichos componentes —algo modificados sobre la
Graham, 1982), algo que no es del todo exacto para propuesta de los anteriores autores— serían los si-
algunos casos como, por ejemplo, es el tabaquis- guientes:
mo como fenómeno de riesgo, para el que ciertas
relaciones parecen relativamente claras (ver, por a) La intervención o tratamiento, esto es, las
ejemplo, la monografía sobre el tema USDHHS, actuaciones de todo tipo que se lleven a
1990). cabo con el propósito de lograr el objetivo
de salud que se persiga en el programa.
b) Las unidades y contextos de aplicación, es
EVALUACION DE PROGRAMAS decir, las personas, comunidades, poblacio-
nes, instituciones, empresas o sociedades
Un aspecto de peculiares características dentro sobre las que se lleve a cabo la intervención.
de la evaluación de la salud tiene que ver con la eva- c) Las medidas de control de los resultados,
luación de los resultados de programas de promo- que siendo el objetivo final de todo progra-
ción de la salud y prevención de la enfermedad, ma de promoción de la salud y prevención
desde la dimensión social bajo la que se aplican. de la enfermedad es el control de los índi-
Esto es, atendiendo a su efectividad en función del ces de morbilidad y mortalidad de la po-
coste económico que suponen, el alcance de su im- blación, grupo o individuos elegidos para la
pacto y la permanencia de sus logros. intervención y, en el caso de la psicología
La evaluación de programas (p. ej., Abein, de la salud, mediante la actuación sobre el
Brzezinski y Carstairs, 1987; Costa y López, 1986; comportamiento de los individuos como ob-
Rhodes y Jason, 1991; USDHHS, 1980) implica un jetivo primario del cual se obtendrá el final,
proceso de medición a lo largo de la aplicación de al menos dos tipos de medidas deben ser to-
una intervención y el seguimiento correspondien- madas para evaluar la eficacia de tales pro-
te, que permita responder a los interrogantes acer- gramas y, lo que resulta igual de importan-
ca de la idoneidad del programa para los objetivos te, para determinar si los cambios en el
previstos, de su accesibilidad a la población obje- comportamiento han sido o no los respon-
tivo, de su coste en relación con sus beneficios y de sables del cambio en las tasas de mortalidad
la eficacia comparada de los varios métodos pues- y morbilidad. El primer tipo de medidas se-
tos en práctica (en la medida en que frecuentemente rán medidas del comportamiento que ga-
los programas son compuestos de varios métodos ranticen que el programa realmente actuó
trabajando a distintos niveles en la misma direc- modificando los valores primarios de los
ción). comportamientos tomados como objetivo.
Fernández Ballesteros (1995) ha definido la eva- El segundo tipo de medidas serán aquellav
luación de programas como la «sistemática inves- de carácter biomédico y/o epidemiológico,
tigación a través de métodos científicos de los efec- que garanticen que los cambios en la salud
tos, resultados y objetivos de un programa con el perseguidos han sido logrados.
fin de tomar decisiones sobre él» (p. 23). La eva-
luación de programas es una tarea usualmente en Un añadido, de sumo interés, al proceso de eva-

Edcoines Párimdit
manos de los servicios de salud pública, en tanto luación de programas es la denominada preevalua-
que la demanda de datos sobre su eficacia provie- ción o evaluación piloto (pretesting), técnica de
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 169

evaluación trasladada al ámbito de la promoción de los diferentes niveles que conforman la aproxima-
la salud y la prevención de la enfermedad desde el ción sociopsicológica que caracteriza a esta disci-
ámbito del estudio de mercados (USDHHS, 1980). plina.
Se trata de un tipo de evaluación conducida en las La fiabilidad de las medidas es una cuestión no
primeras etapas del desarrollo de un programa. Per- siempre tenida en cuenta en los contextos clínicos
sigue la evaluación a pequeña escala de las reac- de evaluación, con frecuencia en atención a un falso
ciones a las operaciones, instrumentos y mensajes prurito de «eficacia y simplicidad» clínicas, en con-
que vayan a ser utilizados en la intervención, antes traste con la «sofisticación» de la medida en inves-
de que sean empleados en gran escala. Ha sido em- tigación. Existen diversas formas genéricas de tra-
pleada especialmente para valorar en forma previa tar la cuestión de la fiabilidad de las medidas que,
la atención prestada a mensajes que delimitarán hoy por hoy, hacen casi injustificable su desconsi-
campañas amplias de prevención, así como su com- deración. Entre ellas se encuentran los procedi-
prensión, su relevancia social y su nivel de acep- mientos de acuerdo entre observadores, las medi-
tación. das repetidas en los cuestionarios, las pruebas
Obviamente, el objetivo no es otro que el de ren- psicofisiológicas o conductuales de contraste y la
:abilizar al máximo las fuertes inversiones que su- comparación de la consistencia intracuestionario en
ponen las campañas masivas de promoción y pre- las respuestas a los ítems (Schwartz, Tapp, Brucker,
vención que las diferentes administraciones ponen 1985).
rn marcha, de manera que los resultados de esta Por otro lado, Turpin (1989) llamaba la atención
evaluación piloto ayuden a mejorar el programa an- sobre el exceso de confianza en las medidas psico-
tes de su definitiva puesta en marcha. fisiológicas que, de hecho, son frecuentemente to-
madas como medidas criterio para otras tenidas
como de menor objetividad. Este autor señalaba que
ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES las medidas psicofisiológicas están sujetas también
SOBRE LA EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA a diversas fuentes de error o confusión que deben
DE LA SALUD ser tenidas en cuenta. Una de ellas hace referencia
al fenómeno de reactividad a la medida, bien sea
En realidad, las cuestiones de relevancia que po- por la novedad y sofisticación que presenta para el
drían significarse para la evaluación en psicología sujeto, bien a la aprehensión que éste puede aca-
Je la salud no difieren mucho de las relevantes en rrear en función de su historia hacia el instrumen-
. evaluación psicológica en general. A saber, la tal concerniente a dicha evaluación. Además, el
. _estión de la fiabilidad y de la validez de las me- mismo autor, citando diversos estudios, presenta
; jas, que se complica un tanto en los contextos clí- una breve revisión de posibles fuentes de error en
• jos habida cuenta de sus características especia- la medición psicofisiològica que incluye la afecta-
í-, y habida cuenta de que las personas a evaluar ción de las respuestas psicofisiológicas por las ca-
n seres humanos inmersos en una crisis de salud racterísticas personales del evaluador, los cambios
que con frecuencia afecta y distorsiona profunda- en la reactividad fisiológica producidos por varia-
~ente sus niveles normales de funcionamiento. bles personales tales como uso de drogas, la edad,
Sin embargo, dadas las especiales características el sexo, el ciclo menstrual, la actividad física pre-
je la psicología de la salud debemos sumar a las via, etc. Asimismo, las condiciones ambientales de
. .estiones críticas clásicas, otras de interés en este humedad y temperatura pueden afectar al proceso
onbito específico de evaluación, que se refieren a de medición.
. necesidad de integración de la evaluación psico- Con todo, el tratamiento de los sesgos tradicio-
• j:ca en el contexto social y profesional de la sa- nales a la fiabilidad, tales como los sesgos de ob-

C bdcíoines Párimdie
JL j y la enfermedad, por una parte, y, por otra, a la servador y la reactividad, no tienen en la evaluación
r:esidad de integrar los procesos de evaluación a en psicología de la salud necesidad de un trata-
1 7 0 / Psicología de la salud

miento diferente al que reciben en la evaluación psi- de los patrones médicos de funcionamiento, pero
cológica general (por ejemplo, en Johnston y debe hacerlo proponiendo cambios en ellos que los
Pennypacker, 1980, puede encontrarse un excelen- adecúen a las nuevas necesidades del planteamien-
te capítulo dedicado a la fiabilidad y validez de la to biopsicosocial. Resulta relativamente sencillo in-
medida en psicología). tegrar la evaluación de los aspectos psicosociales
La validez en la evaluación aplicada a la salud dentro de la dinámica de trabajo hospitalario o mé-
puede verse facilitada por el hecho de contar con dico en general, en tanto las características pro-
algunas medidas objetivas de ciertos parámetros pias de la evaluación conductual hacen que resulte
que faciliten la tarea. La naturaleza multimodal de acorde con la manera pragmática de trabajar en me-
la evaluación en psicología de la salud permite que dicina. Pero algunos obstáculos pueden surgir en la
los datos obtenidos de diferentes fuentes sirvan para ruptura de rutinas establecidas y en la necesidad
fortalecer la validez, pero no excluye la necesidad de cambiar la forma de pensar en salud y enferme-
de seguir contando con medidas de validez de cons- dad, desde verlos como fenómenos estrictamente
tructo y de contenido para los numerosos cuestio- biomédicos a considerarlos como fenómenos bio-
narios empleados, sobre todo en el estudio de cier- psicosociales, sin que ello signifique una vacua
tos fenómenos. aceptación por modismo o control social, sino un
Ciertos problemas de validez puede que estén auténtico cambio en los esquemas lógicos sobre di-
relacionados con el uso extensivo que se ha hecho chos fenómenos.
en psicología de la salud de instrumentos que fue- Muestras de las posibles dificultades en el cam-
ron diseñados para otros propósitos de intervención bio de las rutinas médicas son los estudios de
psicológica. En realidad, todas las aproximaciones Howe, Tapp y Jackson (1982) y Pinkerton, Tinna-
a la evaluación y, virtual mente, todos los instru- noff, Willms y Tapp (1980) realizados con médicos
mentos generados padecen de mayores o menores de familia residentes, y en los cuales los médicos
limitaciones que determinan su ámbito de aplica- continuaron haciendo su rutina diagnóstica y de in-
ción. Dado el amplio criterio de ubicación que ca- forme médico a pesar de haber sido entrenados ex-
racteriza a la psicología de la salud, es difícil en- plícitamente en la necesidad de solicitar datos de
contrar un solo instrumento o técnica de evaluación cierta naturaleza dentro de un modelo biopsicoso-
que no resulte aplicable a su ámbito de actuación cial, que tendrían que considerar a la hora de pla-
para uno u otro menester. La cuestión a tener en nificar el tratamiento.
cuenta, siempre, son sus limitaciones. No se trata,
por tanto, de señalar cuáles son los «buenos» ins-
trumentos para la psicología de la salud y cuáles los ÁREAS DE APLICACIÓN Y NIVELES
«malos», sino, mejor, para qué puede servir cada DE INTERVENCIÓN
uno de ellos, y para qué no pueden servir. Es de- EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD
cir, cuál es la mejor utilización posible en cada mo-
mento y contexto en virtud de sus características, De la propia definición de psicología de la sa-
de tal manera que su uso se haga acorde a éstas y lud se deduce que sus dos grandes áreas de aplica-
no en su contra. Los problemas, más que de los ins- ción, por excelencia, son la salud y la enfermedad,
trumentos, pueden venir del uso inadecuado de cada una de las cuales posee diferentes niveles de
los mismos, de modo que las conclusiones que intervención que vendrían delimitados bien por los
de ellos se derivan con frecuencia son falsas por- contextos de actuación, bien por los objetivos que
que están siendo empleados «por encima» de sus se persiguieran. Sin embargo, las dicotomías pue-
posibilidades. den resultar peligrosas y terminar siendo mal en-
En cuanto a la integración con la práctica pro- tendidas. Para evitar el peligro dicotòmico encar-
nado aquí en la idea de que intervenir en salud es

© Edcoines Párm
i die€H--
fesional e institucional del sistema de salud, la eva-
luación psicológica en salud debe integrarse dentro una cosa y otra bien distinta hacerlo en la enfer-
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 171

medad, debe primero ser reconocido que tal dis- tinguibles, y debe manejar procedimientos que se
tinción es meramente estratégica u organizacional adecúen a todo ello.
—para manejar en unidades abarcables el objeto de La intervención en psicología de la salud, por
estudio— y para nada posee un trasfondo concep- tanto, no creemos que deba categóricamente divi-
tual. Lo que, paradójicamente, tampoco debe enten- dirse en función de que los individuos posean o no
derse como que la intervención en salud y la inter- un diagnóstico médico que los señale como insa-
vención en enfermedad no son diferentes en nos, especialmente en aquellos casos en los que
numerosos aspectos, en tanto se enfrentan con pro- dicha condición sea inamovible por tratarse de en-
blemáticas de diferente índole y comportan objeti- fermedades crónicas sin solución terapéutica defi-
vos directos distintos. nitiva. Parece menos estigmatizador señalar la di-
Ambas áreas de actuación pueden coincidir visión por sus objetivos concretos, sea cual sea el
sobre el mismo objetivo de intervención (un indi- estado de las personas a quienes vaya dirigida. Por
viduo, institución, comunidad...). Por ejemplo, pue- todo ello, quede señalado de antemano que la se-
de ser el caso del individuo o grupo catalogado de paración entre áreas y niveles de intervención que
enfermo sobre el cual intervenimos para 1) mejo- hacemos no significa una visión estática y com-
rar su adherencia al tratamiento (técnicamente una partamentalizada de la intervención en psicología
intervención en enfermedad); 2) eliminar o redu- de la salud —y, por extensión, en psicología—-, que
cir hábitos nocivos para la salud, como fumar o to- a nuestro modo de ver es algo tan dinámico, fluido
mar un exceso de grasas, o mantener una vida se- y fluctuoso como lo es el propio comportamiento
dentaria (una intervención en prevención si su humano y la vida sobre la que discurre.
estado actual de enfermo no resulta afectado, por El planteamiento del que partimos puede verse
ejemplo, por el consumo de tabaco, el exceso de reflejado en forma de esquema en la figura 5.1, en
¿rasas o la falta de ejercicio que son los objetivos la que pueden apreciarse las dos grandes áreas de
re cambio, y lo que buscamos es evitar nuevas en- aplicación ya mencionadas, salud y enfermedad.
fermedades en el futuro que puedan derivarse de di- A su vez, la intervención en enfermedad está divi-
:has prácticas de vida), y 3) la potenciación de há- dida en intervención directa sobre los pacientes que
bitos tenidos por saludables al estar asociados a sufren la enfermedad, e intervención sobre el pro-
_ina mayor longevidad y una mejor calidad de vida ceso de cuidado profesional de la salud y la enfer-
una intervención en promoción de la salud, al per- medad (en nuestro país, de momento, basado prin-
seguir la extensión de la vida de este individuo has- cipalmente en un sistema de salud pública de
:a el límite de lo posible dada su condición y en las atención universal socializado en la repercusión de
nejores condiciones de calidad de vida alcanza- sus costes, que no «gratuito» como inadecuada-
bles). mente se le califica con frecuencia). Por sus carac-
Nadie está enteramente sano o totalmente en- terísticas y extensión se trata de un área autónoma
:errao si, por definición, la salud es vista como un de intervención, en la medida en que la intervención
í-tado a lo largo de un continuo. De tal modo que cambia de personajes, tomando a los profesiona-
rodemos hacer coincidir en un mismo individuo les como objetivo de atención, frente al resto de las
objetivos de intervención en salud y objetivos de in- áreas cuya actuación se dirige hacia los pacientes
rrvención en enfermedad. Pero por ello no cambia o la población en general.
el planteamiento. Porque la distinción debe hacer- En este ánimo organizativo, la intervención en
basándose en las características de la interven- salud tendría que dividirse, a su vez, en tres gran-
:-;ón en ambas áreas y no en los sujetos a quienes des subáreas que mantendrían el elemento común
-o aplica. de aplicación sobre objetivos de salud (a la sazón,
La intervención en salud persigue objetivos di- mantenimiento de la salud y evitación de la enfer-

. Edcoines Párimdie
erentes a la intervención en enfermedad, se en- medad), pero que diferirían entre sí en función de
ema con motivaciones diferentes y obstáculos dis- los objetivos concretos perseguidos y la forma ele-
ro

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Áreas Objetivos Modos de actuación Subáreas S'
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Figura 5.1.—Áreas, objetivos, modos de actuación y subáreas de intervención en psicología de la salud.


Evaluación e intervención en psicología de la salud / 173

gida para lograr la afectación o proyección sobre la cierto tipo de cánceres mediante la evitación
salud. Dichas subáreas hacen referencia a: del desarrollo del tabaquismo o el cambio
en la dieta, etc.
1. La intervención específica a modo de pla- 3. La intervención general (en tanto que no di-
near intervenciones dirigidas a la adquisi- rigida exclusivamente a resultados de sa-
ción, cuando no existan, o la potenciación, lud) tanto sobre el mantenimiento de la
cuando sí, de repertorios tenidos por salu- salud como sobre la prevención de la en-
dables en función de los datos disponibles, fermedad, mediante la potenciación de
en tanto su consecuencia o resultado es el ciertos repertorios comportamentales ge-
mantenimiento de un mejor estado de salud. nerales que pueden tener un efecto favore-
Ejemplo de ello podría ser el entrenamien- cedor de la salud, a menudo indirectamen-
to en hábitos de higiene dental en niños pe- te. Por ejemplo, porque hagan más sensible
queños cuya salud dental es poco menos a ciertas interacciones en las que se basan
que óptima, o la potenciación en ellos u los programas preventivos y de manteni-
otros sectores de la población de ciertos há- miento de la salud . 7

bitos alimenticios relacionados con resulta-


dos de salud (p. ej., el consumo mínimo de En lo que se refiere al área de actuación sobre
una manzana diaria para cubrir la dosis sa- la enfermedad propiamente dicha (esto es, la inter-
ludable de flavina). vención sobre individuos o grupos con un diag-
2. La inter\>ención específica sobre prevención nóstico establecido y con el ánimo de influir en el
de enfermedades mediante el cambio o eli- curso o consecuencias de su patología), cabe seña-
minación de comportamientos tenidos por lar la posibilidad de dos objetivos generales en fun-
riesgos para cierto tipo de patologías ba- ción del tipo de fenómeno patológico de que se tra-
sándose en los datos disponibles. Y aquí los te. Por un lado, la restauración de la salud para los
ejemplos abundan, como es el caso de la casos de personas que sufran procesos patológicos
prevención del sida mediante la evitación susceptibles de curación con los medios disponibles
del llamado sexo inseguro, la prevención de —enfermos agudos—, por el otro, el mantenimien-

No obstante, es ésta una cuestión de naturaleza propia- de las conductas específicas acorde con las pautas que se de-
mente conflictiva, que deriva necesariamente a objetivos de in- sean fortalecer) que hagan sensible a la información propor-
e>tigación, pero obligando, aun ahora, a delimitar y decidir ha- cionada por los padres, por los medios de comunicación o por
. a qué tipo de condiciones biológicas y del ambiente físico y la «autoridad» no familiar? Obviamente personas más sensibles
-ocial se procura dirigir la atención de niños y adolescentes. En a este tipo de estimulación lo serán a las campañas que pro-
tras palabras, hacia qué condiciones se hace sensibles a las per- mocionan estilos de vida saludables, pero también lo podrían
nos en desarrollo a fin de que, andando el tiempo, para cuan- ser a otro tipo de informaciones justo contrarias. La discrimi-
: decidan «por sí mismas», se orienten hacia conductas salu-
1 nación resulta sutil y contextual. Hacer sensibles a los niños y
ü?!es que les prevengan de los riesgos inmediatos y a más largo adolescentes a un tipo u otro de fuente de información según el
: ¿jo. La cuestión se torna aún más compleja cuando a los pro- marco contextual sería posiblemente la mejor de las soluciones,
- enrías éticos se les añaden los puramente científicos. Esto es, pero también condenadamente difícil de llevar a término. Pa-
JS respuestas respecto a las sensibilidades a potenciar nunca se- saría algo similar cuando el objetivo sea potenciar la atención
n n absolutas, disyufttivas o alternativas, sino condicionales; al propio cuerpo. Por un lado, podríamos conseguir personas
a l o es, dependiendo de las circunstancias será conveniente ser más y mejor pendientes de sus cambios orgánicos —mejores
- nsible a uno u otro tipo de antecedentes y contingencias, ya «autocuidadores» de su salud—, pero también podríamos ge-
- _e un determinado comportamiento podrá resultar beneficio- nerar hipocondríacos. Entiéndase, por tanto, nuestra llamada de
. rara la salud o perjudicial para la misma y. rizando el rizo, atención justo como eso. Como un aspecto que la psicología
. eces beneficioso para la salud pero perjudicial para algún en general, y la de la salud en particular, deben afrontar, pero
cr valor del espectro de valores que conforma la civilización. algo muy lejos todavía de ser resuelto, y con la duda confesa-

CbdcíoinesPárimdie
- ejemplo, cabría hacerse preguntas como ¿sería adecuado ge- ble de si, en cierto modo, nunca debiera ser sino parcialmente
resuelto.
:

- erar tendencias (p. ej., a través de modelos y del reforzamiento


1 7 4 / Psicología de la salud

to de la salud en la enfermedad crónica, esto es el ciadores (aspecto en extremo importante para el


mantenimiento del mayor y mejor grado de salud caso de niños y adolescentes), intervenciones lle-
posible en aquellas personas que sufran un dete- vadas a cabo con el ánimo de entrenar al paciente
rioro irreversible de la misma en alguno de sus gra- a controlar las barreras personales y sociales que
dos (enfermos crónicos entendidos como personas encontrará para cumplir su tratamiento, una vez
que sufren condiciones patológicas permanentes, que haya superado el impacto de la aparición de la
más o menos limitantes o graves pero, en definiti- enfermedad, y b) el autocontrol o automanejo de
va, incurables y que acompañarán a quien las pa- la enfermedad, objetivo de intervención de la ma-
dece hasta su muerte, sea ésta causada directamen- yor importancia en aquellas condiciones crónicas
te o no por dicha condición). que requieren tratamientos dinámicos —por cam-
En ambos casos se puede intervenir específica- biantes y ajustables— y extensos —por afectar a
mente, es decir, procurando la modificación direc- numerosas facetas de la vida—, uno de cuyos me-
ta de las variables responsables del malestar o de jores paradigmas es la diabetes mellitus insulino-
aquellas que puedan facilitar el proceso de recupe- dependiente, y en menor medida la no insulino-de-
ración, para el caso de las enfermedades agudas; y pendiente.
para el caso de las crónicas, surgen dos subáreas de Por último, el área de actuación o intervención
intervención, representadas por la facilitación del sobre el cuidado profesional de la salud se refiere
afrontamiento de la enfermedad en pacientes de re- genéricamente a todo tipo de intervención desde la
ciente diagnóstico tanto en ellos mismos como en psicología de la salud susceptible de mejorar tan-
las personas que convivan con ellos, y la facilitación to el funcionamiento del sistema de salud como tal
de la adherencia al tratamiento y el control de la en- en alguno de sus aspectos, como el de los profe-
fermedad (básicamente eliminando barreras que di- sionales que lo forman en sus respectivos papeles
ficulten el seguimiento del tratamiento, potencian- profesionales; e igualmente, minimizar las conse-
do o enseñando habilidades que lo faciliten y cuencias psicológicas (en sí mismas aversivas, pero
reduciendo o eliminando aquellos comportamientos a la vez distorsionadoras y perjudiciales para el
que comprometan el control de la enfermedad —por proceso de cuidado y restauración de la salud) de-
ejemplo, fumar, mantener ciertos hábitos dietéticos, rivadas de las propias actuaciones profesionales
manejar las situaciones estresantes, etc.). encaminadas a restaurar la salud, aspecto de in-
Así pues, la subárea de intervención sobre el tervención en el cual el dolor ocupa la posición
afrontamiento de la enfermedad por el paciente y central.
las personas vinculadas (intervención en crisis de Esta categorización de las áreas de intervención
diagnóstico, educación de choque para el manejo no resulta discorde con la más clásica de dividir la
primario de la enfermedad, etc.) tiene el propósito intervención en actuaciones de prevención prima-
de lograr minimizar el impacto psicológico causa- ria, secundaria y terciaria, pero nos parece más ex-
do por la evidencia de la enfermedad (o incapa- plícita y comprehensiva de los propósitos perse-
cidad, para los casos en que se trate de un nuevo es- guidos y las posibilidades disponibles. En este
tado incapacitante definitivo; p. ej., invalidez sentido, una categorización de las áreas y niveles de
permanente, ceguera, sordéra, pérdida de habilida- intervención, desde la más generalizada concep-
des, etc.) que cpn frecuencia se transforma en un tuación antes mencionada, es la que ofrece, por
empeoramiento del curso de la propia enfermedad. ejemplo, Winett (1995) y que recogemos en el cua-
En la subárea de adherencia al tratamiento y dro 5.4 a modo de ejemplo de esta forma de divi-
control de la enfermedad los objetivos son: a) el sión.
mejor seguimiento posible, con el menor coste A partir de aquí trataremos, primero, sobre la in-
psicológico posible, de los tratamientos médicos tervención en promoción de la salud y prevención

© Edcoines Párimdie€H--
aplicados como formas de vida sine die, con fre- de la enfermedad, comentando también algunas de
cuencia dolorosos y/o limitantes, amén de diferen- las barreras que dificultan el tipo de intervención
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 175

CUADRO 5.4
Tipos y niveles de intervención preventiva en psicología de la salud (Winett, 1995)

Guías de autoinstrucción sobre Screening y tratamiento Diseño de una dieta vegeta-


Individual prevención del sida para indivi- temprano de la hiperten- riana baja en grasas para un
duos no contagiados de bajo ries- sión .0
individuo con enfermedad
go". cardíaca .0

Grupo de padres de un programa Programa supervisado de Programa de rehabilitación


de mejora de habilidades de co- ejercicio para individuos cardíaca para grupos de pa-
Grupo municación con sus hijos adoles- con alto riesgo de trastor- cientes con trastornos car-
centes acerca de las conductas de nos cardíacos . 0 díacos .
0

riesgo".
Programa de cambio dietético en Programa de incentivos en Extender los beneficios de
el lugar de trabajo enfocado al el lugar de trabajo para eli- jornada reducida para que
Organización cambio de oferta en las máquinas minar el tabaquismo entre los empleados puedan aten-
expendedoras y en la cafetería". los empleados". der a sus padres viejos y/o
enfermos . b

Campañas en los medios de co- Desarrollar redes de apoyo Proporcionar facilidades de


Comunidad municación para promover el social para personas de re- acceso a los lugares de ocio
ejercicio en ciertos segmentos de ciente viudez .
0
y recreo para las personas
la población". mutiladas.
Potenciar leyes prohibiendo la Aumentar sustancialmente Establecer un programa de
Institucional venta de tabaco a menores .
b las tasas de los seguros tratamiento obligatorio para
para fumadores . b facilitar la recuperación de
las víctimas de apoplejía .
b

* Promoción de ia salud.
Protección de la salud.
Servicios de prevención.

rué ha dado en anunciarse como la más necesaria bito de intervención en la mejora en el cuidado pro-
rara evitar el sufrimiento y el enorme gasto que su- fesional de la salud.
ronen las enfermedades. Después repasaremos al-
gunos aspectos relativos a los niveles a los cuales
>e puede intervenir, bien en salud, bien en enfer- INTERVENCIÓN EN PROMOCIÓN
medad, tomados por el contexto de actuación, como DE LA SALUD Y PREVENCIÓN
a hemos señalado. De todos los niveles posibles DE LA ENFERMEDAD
re actuación, prestaremos atención al nivel de in-
rervención social y comunitario (institucional Conviene señalar que aun cuando las diferencias
icluido), en la medida en que la intervención a ni- entre promoción de la salud y prevención de la en-
el individual (en salud o enfermedad, pero espe- fermedad resultan tan sutiles que parecen términos
: almente en esta última), de pareja o familia no di- que solapan un muy similar contenido, puede dis-
jere mucho de lo contemplado en otros ámbitos de tinguirse, siquiera a efectos de estructuración y pla-
_ psicología que preparan al psicólogo en las artes nificación de la acción, la intervención en ambos
iel cambio de comportamiento. Terminaremos

\ nociolnes Párimdie
niveles. Así, mientras que la promoción de la salud
íste capítulo con algunos comentarios sobre el ám- se orientaría hacia intervenciones cuyo objetivo
1 7 6 / Psicología de la salud

fuera la adquisición y mantenimiento de compor- actuación sobre el individuo o el grupo, hacia pers-
tamientos saludables en general y de mejora de la pectivas que incluyan la actuación ambiental cen-
calidad de vida, poco importa que se trate de indi- trada en el desarrollo de programas que proporcio-
viduos con o sin riesgos probabilizados, la preven- nen recursos ambientales que faciliten la salud y el
ción se orientaría hacia intervenciones cuyo obje- bienestar de las personas que ocupan dicho am-
tivo fuera la reducción o eliminación de aquellos biente .8

comportamientos específicamente calificados como Stokols (1992) recoge más de una docena de re-
de riesgo para el desarrollo de algún tipo de enfer- cientes estudios que han demostrado el valor de esta
medad y usualmente orientada hacia grupos de aproximación para la promoción de la salud. Un
riesgo. punto de vista previo desde la misma perspectiva
Con tal manera de entender las diferencias, ca- sería la propuesta de Albino (1983) de desplazar la
bría esperar que la prevención pudiera aplicarse a atención hacia las «situaciones de alto riesgo» en
toda aquella parte de la población que mostrase en lugar de centrarse exclusivamente en los «indivi-
su repertorio algún comportamiento de riesgo. Con duos de alto riesgo». Como resultado de la revisión
todo, en la práctica resulta difícil encontrar inter- de los hallazgos al respecto, Stokols (1992) resu-
venciones previstas para promocionar la salud y que me una serie de recursos ambientales que pueden
a la vez no prevengan la enfermedad, y obviamen- ejercer un efecto positivo sobre la salud y el bie-
te al contrario. Una intervención que reduzca el so- nestar y los resultados a nivel conductual y fisioló-
brepeso, racionalice los patrones de alimentación o gico que se derivarían de su puesta en práctica, y
elimine el consumo de tabaco está reduciendo el que resumimos en el cuadro 5.5. Desde este punto
riesgo de desarrollar trastornos coronarios o cáncer, de vista, el objetivo de investigación relevante pasa
pero obviamente también está promocionando la por el hallazgo de las cualidades ambientales de
salud. todo tipo que pueden ser conceptuadas como un
Otra forma de distinguir entre ambos conceptos ambiente promotor de la salud, y el de intervención
se basa en la consideración del énfasis sobre los que pasa por la aplicación de los cambios perti-
agentes implicados en la operación. Así, Stokols nentes. El principal problema aquí no es otro que
(1992) distingue entre prevención de la enfermedad la posible contradicción entre ciertos intereses eco-
que circunscribe al ámbito clásico de operación de nómicos y políticos, y los cambios necesarios para
la Salud Pública, entendiendo que los agentes ope- lograr ambientes más saludables.
rativos serían las profesiones y administraciones La intervención en prevención primaria y pro-
públicas relacionadas con la salud, y el concepto de moción de la salud se enmarca entre los principa-
promoción de la salud que reflejaría «un mayor én- les objetivos de intervención de la psicología de la
fasis sobre el papel de los individuos, grupos y or- salud, pero a la vez es un objetivo compartido con
ganizaciones como agentes activos en el moldea- otras disciplinas o profesiones, como es el caso de
miento de prácticas y políticas de salud para la salud pública. Se trata de un área interdiscipli-
optimizar el bienestar individual y colectivo» (p. 6). naria de intervención, en la cual la psicología pue-
El propio autor introduce una interesante reflexión de ocuparse preferentemente de lo que sean actua-
sobre la necesidad de ampliar el enfoque sobre la ciones para el cambio comportamental, pero a la
promoción dtj la salud y la prevención de la enfer- vez numerosos factores que favorecen o entorpecen
medad, más allá de las perspectivas actuales de- el cambio dependen de disciplinas o instancias aje-
masiado centradas en programas que persiguen la nas. Por ejemplo, la política legislativa respecto a

Por ejemplo, estableciendo sistemas de limpieza del aire res equipamientos para realizar ejercicio en los lugares de tra-

© Edcoines Párimdie€H--
8

polucionado, diseños arquitectónicos que primen la seguridad y bajo, colegios y comunidades, más y mejor información sobre
reduzcan la posibilidad de accidentes, dotación de más y mejo- nutrición situada en los lugares de compra.
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 177

CUADRO 5.5
Dimensiones y criterios de los ambientes promotores de salud (Stokols, 1992)
Facetas de la salud Recursos ambientales Resultados fisiológicos y conductuales
Salud física Diseños resistentes a los accidentes; di- Salud fisiológica; ausencia de síntomas y le-
seños ergonómicos; comodidad física y siones; sensación de comodidad; salud gené-
ambientes no tóxicos ni patogénicos. tica y reproductiva.
Bienestar Controlabilidad y predictibilidad am- Sentido de competencia y realización perso-
biental; cualidades estéticas; novedad nal, desarrollo de las capacidades; mínimas
ambiental; baja distracción; elementos experiencias de malestar emocional; fuerte
simbólicos y espirituales. sentido de identidad personal y creatividad;
sentimiento de apego al medio físico y social.
Cohesión social a nive- Disponibilidad de redes de apoyo social; Altos niveles de contacto social y coopera-
les organizacionales y diseño participativo y de implicación; ción; satisfacción y acuerdo con la comu-
comunitarios flexibilidad y responsividad organiza- nidad y la organización; productividad de
cional; estabilidad económica; bajo po- innovación a niveles comunitarios y organi-
tencial para el conflicto intergrupal; zacionales; percepción de altos niveles de ca-
programas y medios de comunicación lidad de vida; prevalencia de conducta pro-
promotores de la salud. motora de salud, preventiva de accidentes y
protectora del ambiente.

. ertas sustancias, o la fiscal eximiendo de ta- Este tipo de actuaciones en promoción y pre-
ñís cierto tipo de alimentos, o la sanitaria creando vención se enmarcan en la lógica de las declara-
r.ursos, o la de infraestructuras y urbanística di- ciones, documentos, recomendaciones y políticas
ñ a n d o entornos que inviten a la actividad (al pa- de ámbito mundial sobre la salud, como resultado
¿eo. al ejercicio físico), etc. de los análisis epidemiológicos y económicos que
En esta lógica de complejidad e interdisciplina- obligaron a cambiar las perspectivas políticas des-
- ecad. diferentes consideraciones han de calibrar- de una orientación volcada en el cuidado de la en-
«e en la puesta en práctica de estos programas co- fermedad a otra compartida con la promoción de la
E _ ítarios (Schmidt, Schwenkmezger y Dlugosch, salud y la prevención de la enfermedad. De esta for-
t - O i . entre ellas la medición y evaluación de los
,j
ma, la promoción de la salud ha terminado por con-
insultados (Green y Lewis, 1986), la efectividad del vertirse en un movimiento internacional, con todos
crama en relación a sus costes, las limitaciones los excesos y déficit, virtudes y defectos que ello
ie todo tipo en promoción de la salud tales como la presupone siempre, pero una corriente que, en pa-
- rl rancia de las relaciones sociales y ambientales labras de Kickbusch (1995), ha terminado por ins-
» .i-, condiciones ecológicas (Brown y Margo, talar la salud en las agendas políticas internacional
!-~S i. e igualmente los aspectos éticos a valorar en y nacionales —en las que antes reinaba casi en ex-
acuito a la programación de cambios en la conducta clusiva la enfermedad— «contribuyendo a crear el
je rersonas que individualmente no han solicitado clima necesario para reinventar y modernizar la sa-
a p. ej., Burdine, McLeroy y Gottlieb, 1987). La lud pública» (p. 1).
r^ "loción de la salud y la prevención de la enfer- La Conferencia Internacional de Promoción de
re-dad nunca será, pues, ni de lejos, algo de la ex- la Salud de Ottawa, en 1986 (WHO-EURO 1986),
: . :va competencia de la psicología de la salud,

• i-sc •nes Párimdie


que elaboró una carta de estrategias de promoción
jet tampoco algo que pueda prescindir de ella. de la salud, así como la Sundsvall Conference on
-

Evaluación e intervención en psicología de la salud / 179

Entre la infancia y la adolescencia emergen la ma- la enfermedad y potenciación de la salud con los
yor parte de las formas de actuar, pensar y decir, viejos modos de hacer medicina y de hacer psico-
consolidadas o más o menos estables y contextua- logía. Para un gran porcentaje de profesionales,
lizadas, que pueden terminar convirtiéndose o no en académicos e investigadores de la medicina, la en-
riesgos para la salud a lo largo del resto de la vida. fermedad sigue siendo su objeto natural y central
de estudio, acorde a su formación biomédica y a sus
esquemas de pensamiento mecanicista sobre el fun-
BARRERAS PARA LA PROMOCIÓN cionamiento del ser humano (cerebro incluido).
DE LA SALUD Y PREVENCIÓN DE LA Y buena parte del poder fáctico en el ámbito del
ENFERMEDAD cuidado de la salud está en sus manos, de modo que
no es raro encontrar serios obstáculos para iniciar
Cuando llevamos más de veinte años oyendo y el abordaje biopsicosocial de la salud y la enfer-
ieyendo a la OMS, a ministros de gobiernos de pa- medad en los propios profesionales. Sin duda, la
tees poderosos, a la mayoría de los autores en sa- tendencia es hacia el cambio, pero la situación ac-
lud pública y al universo entero de psicólogos en el tual dista mucho de corresponderse con el opti-
_mbito de la psicología de la salud insistir sobre el mismo desbordante que destilan la mayoría de los
nuevo énfasis en la promoción de la salud y la pre- textos de psicología de la salud y medicina con-
. ención de la enfermedad; cuando se han celebra- ductual.
jo numerosas conferencias internacionales, infini- Otras barreras entrañan dificultades intrínsecas
tas nacionales y de menor extensión, y se pueden a la propia naturaleza de los fenómenos objeto de
leñar bibliotecas enteras con lo escrito al caso; estudio. Intervenir en salud y hacerlo en enferme-
. jando, finalmente, hasta el Banco Mundial en su 9
dad resulta harto diferente por varias razones, pero
iforme anual de 1993 analiza, seria y dramática- la principal es la motivación del cliente. Promo-
Tiente, los costes e inversiones en salud y opta por cionar la salud en quien ya la posee o prevenir la
-eñalar que el camino es la prevención; y cuando, enfermedad como futura amenaza aún nada real es
_ resar de tales coincidencias, la realidad indica, sin trabajar con reglas y modelos, pero sin apenas con-
embargo, que los avances son escasos y se pros- tingencias directas relacionadas. En la misma línea,
cera con desesperante lentitud, no cabe menos que otras barreras tienen que ver con la relativa impre-
-pechar que las nuevas ideas sobre la salud cisión de las reglas del juego. Los factores de ries-
encuentran poderosas barreras que dificultan su go lo son según y cómo y continúan sujetos a po-
praxis. lémica' .
0

Diversas barreras u obstáculos de índole mate- Ahora bien, cuando la polémica mengua y los
nal (carencia de medios, escasos presupuestos...), datos convincentemente señalan un comporta-
: rmativo (profesionales fuertemente influenciados miento como inequívoco factor de riesgo (por
por la orientación al tratamiento...), social (presio- ejemplo, como es el caso con el comportamiento de
nes a favor de mayor gasto terapéutico...) y psico- fumar), las dudas pueden continuar acerca de si to-
: cico (rutinas, tradiciones, falta de conocimientos, dos sus niveles de ocurrencia son nocivos o, por el
etcétera) hacen que la situación no avance con la ra- contrario, pueden existir niveles inocuos de ocu-
r cez que tanta dedicación y tanto acuerdo progra- rrencia; de si la ganancia final compensa el cambio
- ^:ico obligarían a predecir. (¿el daño que produce es irreparable o reversible?);
Un obstáculo central, no suficientemente valo- de si las relaciones son de sinergia o bien de sus-
neo. es el choque de las nuevas ideas de trato de tracción o neutralización (suma o resta de efectos

Entidad poco dada a la fioritura y el exceso verbal, y de dictorios, o simulada en el sentido de intereses comerciales en

#: .oines Párimdie
2 . je caben esperar pocos dispendios intelectuales. juego que distorsionan la información.
Polémica real en el sentido de presencia de datos contra-
:
1 8 0 / Psicología de la salud

en según qué combinaciones), etc. En definitiva, 1. Diferentes hábitos de salud están controla-
demasiadas complicaciones para que una pobla- dos por diferentes factores, lo que viene a
ción lega en la materia tome en serio las adverten- dificultar el diseño de intervenciones sim-
cias y actúe en consecuencia de una manera ine- plificadas; por ejemplo, en un mismo indi-
quívoca y coordinada. Todo ello viene a dificultar viduo fumar puede estar relacionado con el
la operacionalización de la prevención en forma estrés, mientras que hacer ejercicio puede
de programas claros, sencillos y fáciles de imple- estarlo con disponer o no de instalaciones
mentar. apropiadas cerca del domicilio.
Sucede algo parecido con la promoción genéri- 2. Diferentes factores pueden controlar la
ca de la salud. Ni los datos son simples, ni las di- misma conducta de salud en diferentes per-
rectrices que se pueden ofrecer son unidirecciona- sonas, de manera que los programas masi-
les (del estilo «haga esto y tendrá garantizado...», vos que incidan sobre algunas de dichas ra-
«nunca haga esto y le aseguramos que nunca le ocu- zones resultarán, en principio, ineficaces
rrirá...»), y la dependencia del contexto para el lo- para amplios sectores de la población obje-
gro del efecto protector de un comportamiento o tivo.
pauta de comportamientos obliga a intervenciones 3. Los factores que controlan una conducta de
que rayan en el diseño de culturas" y en los lími- salud pueden cambiar a lo largo del tiempo,
tes de la intrusión permisible. La propia dificultad lo que lleva a considerar la diferenciación
de la tarea, por tanto, pasa por ser una de sus peo- entre los factores que originan un compor-
res barreras en una sociedad acostumbrada a lo sim- tamiento de salud y los factores que sucesi-
ple, lo claro y lo sencillo. vamente lo mantienen a lo largo de su his-
ítem más, con gran frecuencia los propios hábi- toria, y diferentes capas de la población
tos a modificar presentan características funciona- objetivo pueden encontrarse en diferentes
les que actúan como poderosas barreras para su momentos de tal proceso.
cambio, en tanto que a) como tales hábitos se re- 4. Los factores que controlan las conductas de
fieren a comportamientos con enorme historia per- salud pueden cambiar a lo largo de la vida
sonal tras de sí y con ello fuerza como conducta, y de las personas, lo que lleva a considerar el
b) en muchos casos son pautas de comportamiento momento evolutivo en la planificación de
socializadas y herramientas de socialización' . Re- 2 las intervenciones; por ejemplo, hacer ejer-
firiéndose a ello, Taylor (1986) señalaba la auto- cicio y practicar deporte dependen de cier-
nomía e inestabilidad de los hábitos comporta- tos factores en la infancia que, si se man-
mentales como uno de los más importantes tienen y renuevan durante la adolescencia y
obstáculos que dificultan la intervención en pre- juventud, pueden permitir que otras contin-
vención, señalando cuatro razones que, a su juicio, gencias pasen a controlar el comportamien-
circunscriben esta afirmación: to y éste se consolide.

11 Por ejemplo, en aras de prevenir el desarrollo de perso- opciones de practicar o no el sexo, etc., prevenir desde la rigi-
nalidades hostiles (por su presunto valor de riesgo cardiovascu- dez de las normas invariables está llamado al mayor de los fra-
lar), ¿hemos de moldear la complacencia y la sumisión? ¿Cual- casos, cuando no a efectos iatrogénicos. Pero hacer individua
quier cantidad de hostilidad es un factor de riesgo? ¿Cualquier flexibles, dúctiles y maleables por los hechos, y a la vez con d i -
estilo competitivo debe ser evitado? Cuando a lo que parece el ras reglas contextúales, es jugar a diseñar la vida. Algo tecno-
comportamiento más adaptativo es el compuesto por mayor nú- lógicamente posible, pero técnicamente difícil y humanamen:¿
mero de repertorios, el más rico en posibilidades, lo mejor es comprometido.
discriminar el contexto en el cual ciertas cosas deben hacerse y Para un análisis de esta índole centrado en la prevenci -

© EdcoinesPirá:i3:
12

otras no, e igual respecto a la salud. Ante una situación estre- del sida, resulta de gran interés el ensayo de Wulfert y Big!¿i
sante, ante un ofrecimiento de consumo de según qué cosas, ante (1994).
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 181

Un análisis similar, sólo que centrado en la pre- representan la suma interactiva de diferentes com-
vención de los trastornos del comportamiento, ha- plejidades individuales, como es el caso de pare-
cen Coie y cois. (1993) enmarcado en su propues- jas que deban afrontar el diagnóstico de una en-
ta más amplia de reconocimiento de lo que ellos fermedad crónica en uno de sus miembros, o deban
vienen a denominar como una nueva disciplina bajo cambiar hábitos de vida conjuntamente, o familias
el nombre de Ciencia de la Prevención. Igualmen- que afronten la presencia de un hijo diabético o
te, Russell (1986) señala la falta de certeza sobre el con cáncer en su seno, o grupos de riesgo sobre
riesgo, los efectos cruzados de ciertos factores los que se haya de intervenir para prevenir una
de riesgo y su cambio (p. ej., bajos niveles de co- enfermedad, etc. Y, finalmente, podemos interve-
lesterol reducen el riesgo de morir por trastornos nir a nivel de colectividad, sea ésta circunscrita a
cardíacos pero lo aumentan para morir de cáncer), un contexto institucional (colegio, hospital, re-
y el desconocimiento de las variables biológicas sidencia, empresa, prisión, etc.), o se trate de una
que hacen susceptibles a ciertas interacciones de comunidad abierta, menor o mayor en su extensión
riesgo, hacen que en la prevención casi siempre se (barrio, ciudad, provincia, sociedad al comple-
deba afrontar una difícil cuestión ética para la que to...). Igualmente, cabe la posibilidad de restrin-
los datos empíricos ayudan poco, de momento. gir el objetivo de intervención a sectores de dichos
Dicha cuestión se refiere al hecho de que la pre- colectivos (profesores, alumnos, internos, monito-
vención está pensada, ab origine, para actuar sobre res, jóvenes y adolescentes, viejos...), en tanto cier-
personas sanas, libres del trastorno a prevenir. Per- tas intervenciones, sobre todo en prevención de la
donas, por tanto, con mucho que perder si los enfermedad, conviene que sean tan selectivas
cálculos son erróneos, o los datos imprecisos ocul- como la información disponible así lo permita y
tan efectos colaterales imprevistos, o las correla- determine (esto es, restringidas a los verdaderos
ciones de partida enmascaran relaciones causales grupos de riesgo, a fin de evitar los efectos secun-
. ontrapuestas a la lógica deducida de aquéllas. In- darios indeseables de las prácticas preventivas a
trínseco a su propuesta, debemos acompañar la tác- gran escala).
•ica preventiva o precautoria de considerar siem- Mientras que la intervención sobre la salud,
bre la prevención como algo a ser valorado con preferentemente, se realiza sobre poblaciones, co-
.autela y llevada a cabo sólo después de que ex- munidades o grandes grupos —sin descartar la
haustivos análisis de los costes y beneficios perso- intervención individual, siempre posible—, la in-
nales señalen su camino. tervención sobre la enfermedad se realiza en forma
preferente individual —sin descartar, tampoco, la
intervención colectiva, especialmente en enfermos
NIVELES DE I N T E R V E N C I Ó N crónicos con la misma problemática—. Por ello,
ambos niveles de actuación requieren de estrategias
Los niveles de intervención hacen referencia a de intervención diferentes a todos los niveles. Lo
. población objetivo o al contexto de intervención mismo vale decir para el hecho de que los objeti-
en cualquiera de las áreas y subáreas anteriores. vos, en función del nivel, cambien desde la adqui-
: Jemos intervenir al más elemental de los nive- sición de repertorios al mantenimiento o la extin-
es. el individual, tratando de que una persona con- ción; y para el hecho de que las contingencias a
.-eta adquiera un comportamiento saludable, eli- vencer sean de diferente naturaleza en cuanto a su
-tne o reduzca uno tenido por riesgo, o afronte con papel de facilitadoras o barreras para la interven-
: menor coste psicológico posible su reciente ción —desfavorable en muchos casos de interven-
c:-gnóstico de cáncer o diabetes y afronte su fil- ción en salud, favorable en buena parte de los ca-
ero como enfermo crónico de una manera adap- sos de la enfermedad.
_t:va, por saludable. Podemos intervenir, igual-

CbdcíoinesPárimdie
Los procedimientos empleados, pues, se ajusta-
-ente, sobre niveles más complejos, en tanto rán tanto a los objetivos de intervención como al ni-
1 8 2 / Psicología de la salud

vel en el cual se desarrolle ésta. No obstante, con lud se puede y, cuando sea preciso, se debe hacer,
frecuencia los niveles de intervención se entre- pero habida cuenta de que cualquier ser humano es
mezclan, especialmente cuando la intervención objeto de estudio a este nivel, la intervención gru-
consiste en una planificación a gran escala de ac- pal a uno u otro nivel de actuación reporta obvias
tuación en promoción de la salud y prevención de ventajas.
la enfermedad. Esto es lo que ha tenido lugar, por Por otro lado, recuérdese que entre las razones
ejemplo, en varios países que, siguiendo las ins- que dieron lugar al surgimiento de la perspectiva
trucciones del movimiento de promoción de la sa- biopsicosocial y el énfasis en prevención, figuró el
lud más atrás comentado, han puesto en práctica análisis de la práctica imposibilidad de ofrecer aten-
grandes planes de intervención que recorren todos ción terapéutica a cada individuo con problemas.
los niveles de actuación posibles. Estados Unidos, Lo mismo cabría señalar para la atención individual
Canadá y Australia son ejemplos de esto que se- preventiva y potenciadora de la salud. Por coste y
ñalamos. En el primer caso con la puesta en mar- amplitud de repercusión, la intervención en salud
cha de programas federales de promoción de la sa- pretende llegar al mayor número posible de indivi-
lud, como fue el caso del programa Promoting duos a la vez.
Health/Preventing Disease: Objectives for the Na- Este ideal puede cubrirse bien con campañas de
tion for 1990 (USPHS, 1980), desarrollado duran- amplio espectro que lleguen a la sociedad o co-
te la década de los ochenta, y del reciente Health munidad entera. Sin embargo, también presentan
People 2000 (USPHS, 1991), programa que esta- el inconveniente de la falta de especificidad, de la
blecía 300 objetivos de salud (promoción y pre- poca fiabilidad que ofrecen para garantizar el im-
vención) y 223 subobjetivos, diferenciados a nivel pacto del mensaje y el hecho de que en el ámbito
federal, estatal y local, con programas específicos de prevención de la enfermedad puedan ser inclu-
realizados a todos los niveles para abarcar los ante- so perjudiciales, en tanto que pueden generar una
riores objetivos. Algo similar cabe señalar para los alarma innecesaria y servir para alertar o poner so-
casos de Australia y Canadá (Nutbeam y Harris, bre la pista (sensibilizar) de conductas contrarias
1995). al objetivo de la salud a grandes sectores de la po-
blación que no estaban en contacto con la conducta
de riesgo . Por estas y otras razones más prosai-
13

Niveles de intervención social cas —poca eficacia de las grandes campañas—


y comunitario e institucional cada vez se impone más una estrategia sectorial y
contextual de promoción de la salud y prevención
Señalábamos más atrás que la intervención en de la enfermedad, pero sobre todo de este último
salud, preferentemente, se lleva a cabo a niveles so- objetivo.
ciales, comunitarios o colectivos, mientras que la El hecho de que ciertas poblaciones objetivo se
intervención a nivel individual se lleva a cabo prin- encuentren muy contextualizadas (viviendo en de-
cipal, aunque no exclusivamente, sobre actuaciones terminados barrios o zonas de las ciudades, asis-
con distinto objetivo sobre la enfermedad mani- tiendo diariamente a colegios o institutos, etc.) fa-
fiesta. Actuar a nivel individual con objetivos de sa- cilita las cosas. Por todo ello, la prevención \

13Por ejemplo, prevenir el sida a través de la adquisición de mo porcentaje de sujetos. La prevención no es mejor por ser ma>
un repertorio sexual seguro puede sensibilizar acerca de la pro- precoz, más bien todo lo contrario. La prevención es mejor cuan-
pia posibilidad de practicar el sexo a multitud de adolescentes do se ajusta al nivel madurativo y contextual adecuado. Re-
que antes de la campaña ni se lo plantearon, o bien no lo bus- cuérdese la «fantástica» idea de repartir preservativos entre la
caban activamente. Igual sucede con la prevención del consu- población de adolescentes y jóvenes de enseñanza secundaria y

© Edcoines Pirám;it
mo de alcohol o tabaco, especialmente si se hace a niveles de últimos niveles de la primaria que aún colea en la práctica pre-
edad en los que este tipo de repertorios sólo afectan a un míni- ventiva de ciertas corporaciones.
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 183

promoción en contextos institucionalizados cobra En esta línea de razonamiento nació el concep-


una importancia trascendental, permitiendo además to de potenciación social o comunitaria (commu-
contextualizar también la labor preventiva en la di- nity empowerment), surgido del trabajo social de
námica habitual de actividades del grupo en cues- Saúl Alinsky en los Estados Unidos, organizando
tión. Por ello, dedicaremos algo de atención a la comunidades y grupos que afrontaran conjunta-
prevención y promoción en el contexto educativo, mente el reto social y superasen los riesgos de mar-
aunque antes hagamos una breve referencia al con- ginación, y llegando al ámbito de la salud como una
texto más amplio comunitario. forma de conseguir que las comunidades aumenten
La intervención a nivel social y comunitario el control sobre sus recursos, su futuro y, conse-
entronca con el movimiento de salud comunitaria cuentemente, su salud. El objetivo final es, pues,
que pretendió cambiar la atención en salud mental que las propias comunidades adquieran un mayor
jurante los años sesenta con la puesta en marcha control sobre los determinantes de la salud (por
je los Centros de salud mental comunitaria en los ejemplo, Israel, Checkoway, Schultz y Zimmerman,
Estados Unidos, país desde el que se exportó la 1994; Minkler, 1994; Wallerstein, 1992; Wallerstein
Jea a otras latitudes. Eludiendo una revisión ex- y Bernstein, 1994; una revisión crítica del concep-
- austiva de su traslado al ámbito de la salud, bas- to, sus usos y abusos y una propuesta de empleo en
te señalar que hoy es una idea extendida a lo lar- el ámbito de la promoción de la salud se encuentra
2 3 y ancho del movimiento de promoción de la en Rissel, 1994).
-alud, y recogida y potenciada por numerosos do- Paralelamente, un nivel institucional de inter-
. _mentos de la OMS, que la comunidad es el mar- vención en promoción de la salud y prevención de
ideal para el desarrollo del objetivo de salud la enfermedad que ha obtenido una especial y uni-
•x¡ra todos (una amplia valoración de esta idea versal atención es el sistema educativo. Primero,
? _ede encontrarse, por ejemplo, en Costa y López, porque goza de las mismas ventajas que cualquier
:986). nivel institucional; entre ellas hacer disponible a
Entre las declaraciones de la OMS (WHO, 1984) una determinada población o grupo de individuos
te establece que el propósito de la promoción de la que permanecen en un contexto organizado y re-
-o/jd es permitir que los individuos y las comuni- glado durante prolongados períodos de tiempo, de
__ Jes logren un mayor control sobre las condicio- manera que permite la aplicación intensiva y ex-
nes de todo tipo que afectan a su salud, bajo el ra- tensiva de programas, su evaluación y su segui-
- .¡miento de que nadie mejor que las propias miento. Segundo, porque se refiere a la población
-Minas y comunidades afectadas por dichas con- infantil, de especial relevancia para el caso de la
; . :>nes para identificar sus problemas e interesar- promoción de la salud, tal como ya indicamos pá-
le en sus soluciones. ginas más atrás.
Esta filosofía condujo a la aceptación ideológi- Tan es así, que la educación para la salud es
ca en tanto no estaba apoyada en datos empíri- tenida poco menos que como una especialidad
z > del desarrollo comunitario como una estrate- (por ejemplo, Anónimo, 1992; David y Wi-
e - re promoción de la salud (WHO, 1978, 1986). lliams, 1987), y en torno a ella se ha producido
. - _ de las asunciones centrales en la perspectiva una ingente cantidad de trabajo intelectual y em-
re jesarrollo comunitario es que el poder prima- pírico (p. ej., Glanz, Lewis y Rimer, 1991; Kal-
> la responsabilidad acerca de la salud no se de- nins, Hart, Ballantyne, Quartaro, Love, Sturis y
—en exclusiva— en manos de profesionales, Pollack, 1994; Keenoy, Higueras, López y March,
que éstos deben compartir poder y responsa- 1993).
d con la comunidad, y que ésta debe impli- Teniendo en cuenta que la estructura y conteni-
„ en el desarrollo de planes para alcanzar los do de los programas de promoción de la salud (lla-
. os de salud establecidos como de interés co- mados de «educación para la salud») diferirán en-
tario. tre sí en función de la metodología docente con la
1 8 4 / Psicologia de la salud

que se aborden' , y dependiendo igualmente de la


4 otro modo, probablemente nunca habrían acudido
edad de la población objetivo y los intereses con- en busca de ayuda para el cambio de sus compor-
cretos del programa, cabe decir que la organización tamientos de riesgo o habrían iniciado el cambio
didáctica de los mismos es de similar naturaleza. por sí mismas; 3) facilita el control experimental de
Prácticamente la totalidad se basa en proporcionar la intervención, de modo que posibilita su conver-
cierta información a los niños o adolescentes, y sión en experiencia objetiva, especialmente en lo
hacerles trabajar sobre ello a diferentes niveles que se refiere al control de resultados a largo pla-
(lecturas, discusiones, trabajos prácticos, encues- zo; 4) permite llevar a cabo programas con una es-
tas, etc.). tructura de contactos mantenidos con los partici-
Estos programas se refieren a objetivos genera- pantes, en lugar de programas de contacto único o
les de promoción de la salud y no tanto a objeti- esporádico, y 5) permite la posibilidad de introdu-
vos específicos de prevención de la enfermedad. cir cambios ambientales que faciliten el cambio
Campo éste en el que existen numerosos progra- personal.
mas desarrollados, por ejemplo, para prevenir el La línea de intervención en este ámbito es ya
sida en adolescentes, el inicio del consumo de al- extensa en estudios y dilatada en su experien-
cohol y tabaco en niños de los últimos grados de cia. Surgida en los Estados Unidos y Suecia a lo
enseñanza primaria y adolescentes de secundaria, largo de los primeros años sesenta en la forma
o la prevención de embarazos no deseados en ado- de movimiento de promoción del bienestar ocu-
lescentes (p. ej., Botvin y cois., 1990, 1992; Evans, pacional, ha pasado por tres momentos de interés
1976; Gómez Becerra, Ybarra y Gil Roales-Nieto, preferente (Dugdill y Springett, 1994). El prime-
2000; Wilson, Denman, Gillies y Wijewardene, ro, al inicio, centrado en intereses relacionados
1994). con la seguridad en el trabajo y el cuidado acerca
Otro de los niveles, en forma de contextos de in- de la calidad del producto elaborado (empleados
tervención ya clásicos en promoción de la salud y más sanos significan menos accidentes y mejor ca-
prevención, es el contexto laboral, lo que ha veni- lidad en el producto elaborado); el segundo, cen-
do a llamarse como programas de salud en el lu- trado más en la propia salud como objetivo y la
gar de trabajo. El contexto o lugar en el que se lle- puesta en marcha de programas que encarasen la
va a cabo la ocupación laboral reúne numerosas prevención de aquellos aspectos de la salud que re-
ventajas que lo convierten en un contexto idóneo sultaban más impactantes sobre el mundo laboral,
para la práctica de este tipo de objetivos en forma naciendo así multitud de programas de prevención
de intervenciones grupales o individuales. Klesges de trastornos cardíacos, de eliminación del taba-
y Cigrang (1988) señalaban algunas de estas ven- quismo, etc.; el tercero y contemporáneo, un énfa-
tajas, referidas a la puesta en marcha de programas sis por intervenciones más comprehensivas, del
antitabaco, pero que pueden generalizarse a cual- tipo de estrategias corporativas en salud, que alum-
quier actuación en salud. Ellas representan una in- bran programas globales de promoción de la salud
tervención en el lugar de trabajo que 1) ofrece la po- y prevención de la enfermedad como forma de me-
sibilidad de conseguir un número apreciable de jorar la calidad de vida del empleado y, en conse-
individuos interesados en el programa que rentabi- cuencia, reducir los costes sanitarios y aumentar la
lice sus costes manteniendo las ventajas de las apli- productividad que supone contar con trabajadores
caciones colectivas; 2) permite enrolar en progra- más sanos física y psíquicamente. Los programas
mas de promoción y prevención a personas que, de de las multinacionales Johnson & Johnson, Du

Tones (1987), por ejemplo, señala hasta cuatro orienta- cativo, de modelo radical u orientada socialmente a la raíz de

© Edcoines Práimi
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ciones pedagógicas en educación para la salud, que él denomi- los problemas y de modelo de autopotenciación.
na de modelo médico, orientación volimtarísta o de modelo edu-
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 185

Pont, Control Data, y Polaroid son buenos ejem- ha sido estudiado con profusión en todas las etapas
plos de esto último (Bertera, 1990; Naditch, 1984; del mismo. Sin embargo, un aspecto que está reci-
Nathan, 1984). biendo especial atención en los últimos años es el
Existen varias monografías (p. ej., Cataldo y papel del paciente durante la consulta médica de la
Coates, 1986; Dejoy y Wilson, 1995; Kalimo, Ba- cual saldrá el diagnóstico de su enfermedad, se to-
bawi y Cooper, 1987; Karasek y Theorell, 1990), a marán decisiones sobre nuevas exploraciones, o se
la vez que numerosas revisiones (p. ej., Brodie y prescribirá el tratamiento, como resulta habitual en
Dugdill, 1993; Dugdill y Springett, 1994; Eddy, la mayor parte de las interacciones médico-pacien-
Gold y Zimmerli, 1989; McLeroy, Bibeau, Steckler te que se producen en forma de consulta ambula-
y Glanz, 1988; Sherman, Clark y McEwen, 1989) toria, aunque existen estudios exploratorios al res-
que ofrecen una panorámica general de las aplica- pecto (p. ej., Bradley, 1991; Carrin, 1987; Columbia
ciones en este ámbito, permitiendo reconocer la rica Freestate Health System, 1992; Dening y Haaijer-
• ariedad de intervenciones llevadas a cabo en el lu- Ruskamp, 1994). Razones de descontento de los
rar de trabajo. Sin embargo, las experiencias están usuarios, pero principalmente razones de costes sa-
concentradas en países como Estados Unidos, Ca- nitarios con relación a las tendencias a la prescrip-
nadá, Suecia, Noruega, Finlandia y Japón, mientras ción médica, han hecho que este tema de la toma
_l ue en el resto de Europa y otros países de fuerte de decisiones médica y el manejo de la conducta del
^plantación industrial la literatura sobre aplica- paciente en la exploración se haya convertido en
_ iones en el lugar de trabajo brilla por su escasez o objeto de atención preferente en el ámbito de la ac-
total ausencia. tuación sobre el cuidado profesional de la salud. Va-
lorándose el papel crucial del médico en la adhe-
rencia del paciente (p. ej., Brown y Raven, 1994) y
en la promoción de la salud desde la práctica de la
-itervención en la mejora del cuidado
medicina general y familiar (p. ej., Gallo, 1993;
profesional de la salud
Hellstróm, 1994), y la necesidad de cambiar la
L n nivel de actuación de especial importancia es orientación de la formación médica y de enferme-
ría en cuestiones psicológicas, desde la perspecti-
T

i Je la intervención en la mejora de la ejecución va clásica de la psiquiatría y la psicosomática, to-


fesional en el cuidado de la salud. La puesta en davía enormemente extendida en las facultades y
-íctica del nuevo enfoque biopsicosocial de la sa- escuelas de medicina, hasta una orientación más
_ r y la enfermedad implica la necesidad de que las conductual (p. ej., Bolman, 1995; Gunderman,
Jecisiones y actuaciones médicas (p. ej., elección 1995; Negrillo, Tirado y León, 1992).
Jel tratamiento, proceso diagnóstico, concesión del
. ta médica, hospitalización, etc.), así como los cui- Retomando la cuestión de la exploración y diag-
i._ eos de enfermería, consideren el papel de los fac- nóstico médico como proceso de interacción, Ro-
res psicológicos en la importancia que merecen, binson (1989) indicaba dos tipos de contribuciones
. conveniencia de establecer que el paciente sea que los pacientes pueden hacer al proceso de con-
: --iderado como un participante activo y no un sulta médica, y que denominó como contribuciones
-ero receptor pasivo del proceso de intervención y tipo 1 y tipo 2. Las primeras se refieren a la for-
i Je tener en cuepta que los pacientes se ven afec- mulación de comentarios y preguntas, realizados
N por la información que reciben o no reciben, sin invitación directa del médico, que pueden for-
: -uen o mal trato que se les dispensa y las condi- mularse previamente a que la consulta efectiva ten-
nes ambientales en las cuales se les trata (cali- ga lugar, resultando del conocimiento propio del
la c residencial) tanto en internos como en el caso paciente, y que pueden servir para establecer una
re cuidado ambulatorio. idea acerca de las principales preocupaciones del
paciente, sus creencias acerca de lo que le sucede,

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El papel del paciente en el proceso de atención
-ejica (diagnóstico, tratamiento y recuperación) o las informaciones que ha recibido de legos acer-
1 8 6 / Psicología de la salud

ca de sus problemas. En tanto que se trata de com- Descripciones y/o análisis de algunas de estas es-
portamiento verbal no requerido, puede reflejar re- trategias se encuentran en DiMatteo y DiNicola
pertorios muy fuertes cuya existencia debe tenerse (1982), Pendleton, Schofield, Tate y Havelock
en cuenta. Las contribuciones de tipo 2 son co- (1984), Robinson y Whitflied (1985, 1987) y Tuc-
mentarios y preguntas realizados por el paciente sin kett, Boulton y Olson (1985). Igualmente, una con-
invitación directa del médico, que pueden ser for- ceptuación del proceso de cuidado de la salud, que
mulados durante o después de la consulta pro- incluye la guía y educación de los pacientes por
piamente dicha, como resultado de la información, parte de los profesionales con ocasión de su con-
instrucciones, actuaciones para el diagnóstico, con- tacto con ellos durante la realización de operacio-
sejos o preguntas que el médico haya realizado du- nes de cuidado de la salud, se encuentra en Kem-
rante la misma. per (1980).
Desde la posición de este autor, la intervención Ha sido repetidamente argumentado que los pa-
sobre el papel del paciente en la consulta médica cientes bajo tratamiento médico se encuentran su-
pretendería incrementar la ocurrencia de ambos ti- mamente receptivos a las indicaciones, consejos e
pos de contribuciones o participaciones buscando instrucciones de cuidado de la salud y prevención
un paciente más activo e implicado en su propio que se les ofrezcan (Cotanch, 1984). Sin embargo,
cuidado. Se han encontrado dos tipos de evidencias entre los profesionales se ha desarrollado poco in-
que apoyan la opinión de que es mejor que el pa- terés por aprovechar de forma sistemática y orga-
ciente exprese en todo momento sus ideas, deseos nizada dichos momentos sensibles. Una de las ra-
e interrogantes durante la consulta (y por extensión zones puede ser la falta de tiempo y medios que
durante todo tipo de interacción en el cuidado de su caracteriza crónicamente al sistema socializado de
salud), como resultado de numerosos estudios que salud y, en especial, a los hospitales, pero otra ra-
analizaron el comportamiento de los pacientes en zón también puede ser la actitud contraria, despre-
las interacciones médicas (revisados en Robinson, ciativa o escéptica de los propios profesionales ha-
1989): 1) evidencias que han identificado pro- cia la utilidad, conveniencia o competencia de tal
blemas en el recuerdo y comprensión de las ins- tipo de actuaciones. La intervención sobre los pro-
trucciones y consejos médicos durante la consulta fesionales de la salud, modificando estas creencias
cuando tales contribuciones no se hicieron, y 2) evi- y opiniones, permitiría el desarrollo de habilidades
dencias que han encontrado resultados positivos comunicativas que pudieran traducirse en el apro-
para consultas en las que se hicieron tales contri- vechamiento de este potencial de cambio conduc-
buciones. tual que hoy permanece en su mayor parte desa-
Por ello, se han explorado las formas posi- provechado.
bles de incrementar el comportamiento participa- Otras razones pueden estar relacionadas con las
tivo de contribución del paciente a la interacción características políticas y sociales de la propia es-
médica, encontrando que dichas estrategias impli- tructura sanitaria y las consecuencias que ello de-
can la alteración de la dinámica tradicional de in- riva sobre pacientes y profesionales. En países con
teracción médico-paciente en maneras que permi- estructura sanitaria privada, en los que los pacien-
tan que el paciente se sienta libre para presentar tes fácilmente se perciben a sí mismos como con-
espontáneamente sus ideas y expectativas previas sumidores con derecho a exigir calidad y atención
a la consulta acerca de lo que le sucede y su evo- por el producto que están pagando, es fácil que to-
lución futura, y la presentación de la información das las intervenciones tendentes a lograr una ma-
médica, las instrucciones para el tratamiento y los yor participación e implicación del paciente en el
consejos sobre el comportamiento en una forma proceso de atención tengan una buena acogida. Por
que impida que los pacientes sean receptores ejemplo, en Estados Unidos existen numerosas pu-
pasivos y les permita ser conscientes de sus erro- blicaciones dedicadas a diseminar información re-
res, malentendidos y problemas (Robinson, 1989).
© Edcoines Párimdie€H--
levante sobre la salud, la elección de médico y hos-
Evaluación e intervención en psicología de la salud / 187

pital, los derechos de los pacientes, el uso y abuso coste social para las clases más desfavorecidas de
de los procedimientos de diagnóstico, percibiéndo- un sistema de salud privatizado es de sobra cono-
se el sistema de salud como un servicio más, aun- cido, el coste conductual del sistema de salud pú-
que de especial trascendencia, al que hay que exi- blico no termina de ser valorado en su justa di-
gir un funcionamiento adecuado. Mientras que el mensión.

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