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https://doi.org/10.1016/j.jclepro.2022.130838 ↗
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• Es necesario estudiar la toxicidad de los materiales en todas las fases.
• Hay una falta de bibliografía sobre la toxicidad de los materiales en todas las
fases de la ACV.
Abstracto
Esta revisión analiza sistemáticamente las contribuciones más relevantes publicadas en el área de toxicidad
de los materiales de construcción y su evaluación desde la perspectiva del análisis del ciclo de vida para dar
una visión crítica de la relación entre los dos campos. Para esta revisión, se eligió la metodología de revisión
sistemática de la literatura. Con esta metodología, es posible identificar las fuentes más importantes y
obtener una lectura completa del estado de la cuestión. La revisión muestra que la mayoría de los artículos
sobre la toxicidad de los materiales de construcción se centran en la fase de uso, ignorando la perspectiva
del ciclo de vida. Por otro lado, las diferentes metodologías de evaluación del ciclo de vida comienzan con
:
diferentes inventarios, por lo que los resultados variarán dependiendo del método elegido. En todos los
casos, las predicciones sobre la toxicidad están subestimadas, por lo que se consideran un impacto
secundario, y también los efectos de la bioacumulación no se han integrado en la metodología. Se discuten
los principales puntos conflictivos encontrados, como la falta de cobertura de sustancias ampliamente
utilizadas en el sector de la construcción o la necesidad de integrar nuevos impactos.
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Palabras clave
Toxicidad ; Materiales de construcción ; Evaluación del ciclo de vida (LCA) ; Salud humana
1. Introducción
Este documento tiene como objetivo revisar y proporcionar una visión crítica entre los materiales de
construcción y la toxicidad y cómo se ha evaluado desde la perspectiva de la Evaluación del Ciclo de Vida; la
toxicidad se entiende como la capacidad de una sustancia química para producir efectos nocivos cuando
entra en contacto con un ser vivo y, por extensión, el entorno en el que habita (Toxicidad | Definición |
Diccionario de La Para ello, se llevará a cabo una revisión crítica de la literatura científica relacionada con
ambos campos.
Es bien sabido que la industria de la construcción representa alrededor del 40 % de las emisiones globales de
dióxido de carbono (Informe de estado global para edificios y construcción, 2021), aunque es cierto que
entre 2008 y 2019 se logró una reducción del 18 % en las emisiones de CO2 (Barker et al., 2018; Greenhouse
Gas Emissions Statistics - Air Emissions Accounts - Statistics Explained, n.d AsHu (2019) muestra en su
estudio que el interés en los edificios de energía cero se ha mantenido estable en los últimos años, mientras
que el interés en la construcción sustabib_G_inable o verde ha estado disminuyendo. Esto ha llevado al
principal interés a la reducción de la energía, y más específicamente a la energía operativa (Soares et al.,
2017), que representa entre el 80 y el 90 % del ciclo energético total. De esta manera, las partes de diseño
que incluyen aspectos como la salud humana y la relación con el medio ambiente han sido relegadas a un
segundo plano.
Para tener una visión holística y optimizar tanto los procesos como los materiales involucrados en el sector
de la construcción, es necesario utilizar herramientas y metodologías que faciliten estos análisis. Una de las
metodologías más utilizadas es la Evaluación del Ciclo de Vida. Esto, a diferencia de otras metodologías, nos
permite calcular los impactos potenciales de un producto y/o proceso en todas las fases del ciclo de vida,
desde la producción hasta, idealmente, el reciclaje (ISO 14040:2006; ISO 14044:2006). De esta manera, el
inventario de los impactos potenciales es más completo, no se centra solo en la energía y la fase operativa.
La evaluación de la toxicidad utilizando la evaluación del ciclo de vida ha recorrido un largo camino desde
las primeras publicaciones. Guinée y Heijungs (1993) propusieron la incorporación de sustancias tóxicas y el
concepto de sustancia de referencia. Ahora, las últimas publicaciones se centran en encontrar modelos de
predicción más precisos, con un rango de incertidumbre más pequeño y una mayor representación de
sustancias clasificadas (Hou et al., 2020).
Sin embargo, la caracterización de las sustancias no es el único factor a tener en cuenta. También es
importante describir con precisión cómo se emite esta sustancia durante las diferentes fases del ciclo de
vida completo (Guinea y Heijungs, 1993). El horizonte temporal que se aplica a las diferentes sustancias
también debe establecerse correctamente, ya que algunas sustancias, como los metales, necesitarían un
horizonte prácticamente infinito para evaluar con precisión su grado de toxicidad y su potencial de
contaminación (Huijbregts et al., 2001). Se introduce la necesidad de distinguir en LCA entre cuestiones a
corto y largo plazo (Hauschild et al., 2008).
Todos estos factores han llevado al desarrollo de diferentes metodologías que buscan la mayor
representatividad con el menor grado de incertidumbre posible. Estas metodologías tienen diferencias entre
ellas, desde el grado de importancia de las diferentes toxinas y contaminantes hasta las rutas de exposición.
Una de las primeras metodologías desarrolladas fue CalTox (McKone, 1993). Esta metodología se basa en una
hoja de cálculo que permite calcular y evaluar el riesgo para la salud humana de estar en contacto con suelo
contaminado. Este sistema permite predecir las concentraciones de una toxina en función del tiempo
pasado en el aire, el agua, los diferentes estratos del suelo, los sedimentos y las plantas.
Poco después, se desarrolló la metodología llamada USES-LCA (Huijbregts et al., 2000). Este sistema se basa
en el sistema USES 2.0 (Sistema Uniforme para la Evaluación de Sustancias), que a su vez proviene del EUSES
1.0 (Sistema de Evaluación de Sustancias de la Unión Europea) (Jbhj, Dt, y Eco 1997). Este sistema actualiza la
evaluación de riesgos de los plaguicidas agrícolas y no agrícolas.
Esta metodología establece el análisis de 181 sustancias clasificadas de acuerdo con sus emisiones:
emisiones al aire, agua dulce, agua salada, tierras industriales y tierras agrícolas. Los resultados de la
evaluación a través de estas cinco categorías se compararon con los resultados de la evaluación a través de
seis más complejas: ecotoxicidad de agua dulce, ecotoxicidad de agua de mar, ecotoxicidad de sedimentos
en agua dulce, ecotoxicidad de sedimentos en agua de mar, ecotoxicidad terrestre y ecotoxicidad humana.
Por lo tanto, pudieron verificar diferencias de varios órdenes de magnitud entre los nuevos potenciales
calculados y los calculados previamente. Esta incertidumbre, que puede variar entre 1,5 y 6 órdenes de
magnitud, se debe a la limitación de los parámetros involucrados en la descripción del transporte y la
degradación química tanto en el agua como en el suelo (Huijbregts et al., 2000a, Huijbregts et al., 2000b). La
conclusión de los diferentes estudios publicados sobre esta metodología es la necesidad de una visión más
:
amplia para poder evaluar la verdadera magnitud de los impactos (Huijbregts et al., 2001).
Con diferentes metodologías ya publicadas, los estudios inmediatamente posteriores intentan mejorar las
deficiencias que presentan estos primeros sistemas. El número de sustancias evaluadas aumenta y se hace
más hincapié en la toxicidad humana, aunque solo se evalúa en la fase de uso (Hertwich et al., 2001).
Sin embargo, la gravedad de los efectos en la salud es tan compleja que no se puede evaluar objetivamente.
Para evaluar qué consecuencias son más graves que otras, se utiliza una encuesta que puntua entre 0 y 1000
lesiones y enfermedades diferentes derivadas de la exposición tóxica (Landsiedel y Saling, 2002).
A partir de este primer enfoque, BASF (Badische Anilin - Und Soda-Fabrik) desarrolla una metodología para
calcular la ecoeficiencia (Saling et al., 2002). En este sistema, todos los aspectos evaluados se ponderan
(consumo de materias primas, consumo de energía, emisiones resultantes, potencial de toxicidad y
potencial de abuso y riesgo) y se representan como un solo valor. Estos valores se colocan en un gráfico
bidireccional: impacto ambiental (normalizado) y costo total (normalizado). Por lo tanto, introduce un
nuevo factor, el económico, que permite evaluar la idoneidad de los productos industriales. Para desarrollar
una visión más holística, se han realizado modificaciones en el modelo hasta un nuevo método llamado
SEEbalance, que incluye aspectos sociales (Saling, 2016). El propósito de esta suma de todos estos factores
representados por un solo valor gráficamente es desarrollar una aplicación para una toma de decisiones
rápida y con un gran peso económico (Grosse-Sommer et al., 2020).
Entre las incertidumbres que presentan los diferentes métodos, uno de los más estudiados es el geográfico.
El cálculo de los posibles efectos de las toxinas depende en gran medida del entorno físico (Huijbregts et al.,
2003). Basado en esta necesidad y basado en el modelo USES 2.0, GLOBOX tiene como objetivo aumentar la
precisión de los factores de caracterización relacionados con las diferencias ambientales (Wegener Sleeswijk
y Heijungs, 2010). Desarrolla una metodología muy fiable para países con ecosistemas muy homogéneos,
aunque la incertidumbre en países muy grandes como Estados Unidos o China sigue siendo alta (Wegener
Sleeswijk y Heijungs, 2010).
Con mayor precisión en términos de caracterización territorial, la dispersión de toxinas, tanto por aire como
por agua, podría predecirse mejor, lo que facilitaría en gran medida una reducción de la contaminación y
una mejora en la gestión de los riesgos ambientales que la emisión de estos contaminantes (Tian y Bilec,
2018). Este nivel de precisión se logra con el sistema IMPACT World +, que permite evaluar las emisiones y el
consumo de recursos naturales en cualquier parte del mundo a partir de cuatro niveles de caracterización:
global, continental predeterminado, país predeterminado y regional (Bulle et al., 2019). Este estudio también
destaca la necesidad de una mayor ambición al analizar los impactos a largo plazo no solo en el campo del
cambio climático, sino también en la predicción de los impactos ecotoxicológicos.
Estas diferencias entre las metodologías y la falta de consenso al evaluar la toxicidad humana obligan a los
investigadores a decidir qué sistema es el mejor para el estudio, dependiendo de las fortalezas y debilidades
que cada uno presenta (Pizzol et al., 2011).
Para analizar las discrepancias entre las diferentes metodologías, se han publicado numerosos estudios que
comparan su funcionamiento e idoneidad de acuerdo con la casutería. Una de estas primeras comparaciones
es la del sistema CalTOX con el sistema WMPT (Waste Minimization Prioritization Tool) (Pennington y Bare
2001). El sistema CalTOX se basa en potenciales de equivalencia tóxica, mientras que el WMPT calcula una
sola puntuación (de 3 a 9) para comprar impactos en la salud humana en función de tres factores:
persistencia, bioacumulación y toxicidad. Este estudio mostró que ambos métodos tienen predicciones muy
:
similares, pero que el sistema WMPT mejoraría si se aumentaran las categorías de impacto incluidas.
El sistema CalTOX también se ha comparado con el sistema USES-LCA, específicamente, las diferencias en la
fracción de ingesta de uno y el otro (Huijbregts et al., 2005). Las diferencias con respecto a la
conceptualización del modelo territorial, así como las diferentes proporcionalidades de las rutas de
admisión, significan que ambos sistemas dan resultados muy diferentes entre ellos.
Sobre la base de estos estudios comparativos y la verificación de las diferencias entre un sistema y otro, se
alcanzó un modelo de consenso científico, USETox (Rosenbaum et al., 2008). Este modelo nace de la
limitación de las diferencias de magnitud entre los resultados obtenidos por los diferentes sistemas,
pasando de órdenes de 13 a un máximo de 2. Además, esta metodología propone un protocolo para poder
extrapolar las rutas de exposición, siendo capaz de pasar de la ingesta oral a los datos de inhalación. Para
ello, se identifican los mecanismos clave que influyen en la exposición humana, uno de ellos es la densidad
de población en el caso de la inhalación (Rosenbaum et al., 2011).
A pesar de la clara contribución a la evaluación de las emisiones tóxicas que supone un modelo acordado
entre los diferentes expertos, todavía hay muchas mejoras por hacer, tanto en la predicción del
comportamiento de algunas toxinas, como los metales, como en la caracterización geográfica (Henderson et
al., 2011).
No solo se han comparado las metodologías de LCA, sino que también se han publicado estudios
comparativos de LCIA para estudiar cómo se priorizan los impactos en cada uno de ellos. Los métodos
estudiados fueron: USETox, IMPACT 2002+ y ReCiPe (Mattila et al., 2011).
Estos tres modelos proporcionan diferentes datos para las evaluaciones. Por un lado, el modelo USETox daría
recomendaciones en un marco más amplio, mientras que los otros dos métodos se centran en algunos
contaminantes clave (Mattila et al., 2011). Como recomendación final, señala la importancia de incluir la
bioacumulación en los modelos de LCA.
Otro desafío que enfrentan las diferentes metodologías es la integración de fuentes químicas producidas por
productos de consumo y materiales de construcción que tradicionalmente han sido excluidos de la ACV
(Csiszar et al., 2016). La evaluación correcta de algunas toxinas también es difícil. En el modelo de toxicidad
USETox, la caracterización se calcula en función de la cantidad ingerida en Kg. En cuanto a elementos como
las nanopartículas, este método de cálculo puede ser insuficiente y subestimar su toxicidad (Buist et al.,
2017; Romeo et al., 2020).
La falta de caracterización de muchas sustancias es un obstáculo para evaluar correctamente estos impactos
(Hou et al., 2020). Esto induce una falta de información en varios de los aspectos evaluados, produciendo
una gran diferencia entre la fiabilidad de algunos datos y otros (Dong et al., 2021). Aunque los datos de las
emisiones relacionadas con el calentamiento global son del 98 al 99 % fiables, para la toxicidad es solo del 85
%.
:
Por otro lado, las diferentes bases de datos en las que se basa la evaluación del ciclo de vida son muy
diferentes entre sí, tanto por la transparencia de los datos que muestran como por la representatividad de
las sustancias incluidas. Algunas de estas diferencias podrían deberse a la diferencia en la fabricación y
obtención de materiales en algunos países, pero no explicaría la diferencia total entre los resultados
(Martínez-Rocamora et al., 2016).
Todo esto pone de relieve la necesidad de continuar mejorando la evaluación y predicción de los diferentes
impactos dentro del marco de la ACV. Para aclarar esta información, la Tabla 2, Tabla 3, Tabla 4, incluida en la
Sección 5, resumen las diferentes metodologías, las lagunas identificadas y la propuesta de mejora descrita
anteriormente.
Tema alcance
Salud humana
CalTox Estados Cálculo del riesgo de toxicidad en los seres humanos por McKone (1993)
Unidos contacto con suelos contaminados
USES-LCA Países Bajos Análisis de 181 sustancias tóxicas Huijbregts et al. (2000)
USETox Consenso Protocolo para extrapolar datos de diferentes rutas de Rosenbaum et al. (2008)
científico exposición
UTILIZA 2.0 Países Bajos Mejora la sensibilidad de la exposición a los metales van Zelm et al. (2009)
GlOBOX Países Bajos Aumenta la precisión de los factores geográficos Wegener Sleeswijk &
Heijungs (2010)
Receta Países Bajos Factores de caracterización para puntuar las emisiones y el consumo Goedkoop et al.
de recursos (2008)
IMPACT Suiza Un método de evaluación del impacto del ciclo de vida regionalizado Bulle et al. (2019)
World+ a nivel mundial
Hertwich No identifiques ninguna falta de información Incorporación de HTP para 330 compuestos
et al.
(2001)
Pennington No identifiques ninguna falta de información Comparación del cálculo de la toxicidad humana
y Bare entre WMPT y TEP
(2001)
Huijbregts La incertidumbre en los valores de toxicidad depende No presente ninguna propuesta de mejora
et al. del entorno geográfico
(2003)
Huijbregts No identifiques ninguna falta de información Comparación entre CalTox y USES-LCA al calcular la
et al. fracción de ingesta en humanos
(2005)
Hauschild Necesidad de distinguir en LCA entre problemas a Modelo de predicción para las emisiones a 100 años
et al. corto y largo plazo
(2008)
Pizzol et al. Falta de consenso al evaluar la toxicidad humana No presente ninguna propuesta de mejora
(2011)
Grandes diferencias en los resultados de las diferentes
metodologías
Mattila et Inclusión de la bioacumulación en los modelos de LCA Comparación de modelos LCIA, Impact 2000+,
al. (2011) ReCiPe y USEtox
Csiszar et Falta de integración en el LCA de los impactos Integración en el ACV de los impactos en la salud
al. (2016) producidos por los productos de consumo humana, incluidas las fuentes químicas cercanas al
generalmente excluidos campo
Buist et al. Dificultad para caracterizar la toxicidad de los No presente ninguna propuesta de mejora
(2017) nanomateriales
Hou et al. Falta de información sobre muchos productos Propuesta de modelos de aprendizaje automático
(2020) químicos para estimar concentraciones peligrosas de
ecotóxico
Alejandrino No identifiques ninguna falta de información Inclusión de los objetivos de desarrollo sostenible
et al. en LCA
(2021)
Esta diferencia entre los compuestos analizados y los incluidos en los materiales de construcción sigue
aumentando, ya que hay un creciente interés en nuevos materiales con mejores propiedades mecánicas y
menores costos de producción (Mocová et al., 2019). Para lograr estas mejoras, especialmente en productos
derivados del cemento, es común recurrir a materiales no convencionales y, por lo tanto, con niveles de
toxicidad desconocidos para los que no existen protocolos de medición de toxicidad adecuados (Rodrigues
et al., 2017).
• La falta de evaluación de los impactos de una sustancia a lo largo de todo su ciclo de vida.
Además de la globalización de los datos, otro de los grandes desafíos es evaluar correctamente la exposición
a productos químicos y mezclas químicas. Gade et al. (2012) demostraron que las directrices REACH para el
cálculo de la mezcla química eran válidas; sin embargo, al comparar los resultados del cálculo y de las
mediciones in situ, se encontró que en la mitad de los casos la predicción era media y en la otra mitad
estaba subestimada. En este sentido, REACH propone umbrales de exposición que se consideran seguros;
estos umbrales varían según el tipo de sustancia química y los efectos en la salud. Estos umbrales de
exposición también se aplican a contaminantes como los disruptores endocrinos, que están cada vez más
presentes en entornos interiores (Rudel y Perovich, 2009). Como ya se ha dicho, la predicción de los efectos
sobre la salud de la combinación de sustancias, conocida como el "efecto cóctel", no es fiable, por lo que
estos umbrales deben revisarse hacia abajo para compensar este efecto (Zeliger, 2008).
La falta de normalización de muchos datos y la variación entre la predicción y la medición real derivan
errores acumulativos que se transfieren a diferentes metodologías de evaluación ambiental, como la
Evaluación del Ciclo de Vida, produciendo en muchos casos subestimaciones muy graves de las toxinas (Kim
et al., 2013; Slapnik et al., 2015).
Este proceso se repite ya que, si las emisiones tóxicas se subestiman en el cálculo, otros factores analizados
tendrán más relevancia, como el potencial de calentamiento global, que en muchos casos conduce a la
búsqueda de nuevas composiciones químicas que reduzcan las emisiones contaminantes, pero que no se
han analizado exhaustivamente desde el punto de vista de la toxicidad (Maia et al., 2020).
Aunque la curva de evolución para identificar toxinas ha sido muy pronunciada en los últimos años, debe
seguir mejorando y poner más énfasis en la exposición directa de los trabajadores a los productos químicos
durante la fase de producción y de los consumidores durante la fase de uso (Jolliet y Fantke, 2015).
La falta de estudios de un material específico en todas sus fases del ciclo de vida acentúa la falta de
información sobre la toxicidad de dicho material durante su fase de uso, ya que se sabe que la toxicidad
puede variar con el envejecimiento del material (Cupi et al., 2015).
Por lo tanto, cuando se habla de salud humana en el contexto de los materiales de construcción, es
inevitable hablar de la calidad del aire interior y sus efectos en la salud (Jones, 2002a, Jones, 2002b). En otras
palabras, para fines de salud, las emisiones en interiores pueden ser más peligrosas que las emisiones al aire
libre, ya que los humanos pasan el 90 % de nuestro tiempo en interiores y el grado de concentración al aire
libre es menor (Klepeis et al., 2001).
:
Ya en 2011, Fisk et al. (2011) evidenciaron los beneficios de mejorar la calidad del aire interior en los
edificios de oficinas del Reino Unido, estiándolo en 20 000 millones de libras esterlinas. Esto demuestra que
es esencial incluir los criterios de biohabitabilidad en las primeras fases del diseño y la elección de los
materiales, ya que esto puede prevenir patologías derivadas de un diseño deficiente (Sarkhosh et al., 2021).
Diferentes metodologías para el cálculo de los contaminantes emitidos por los materiales de construcción
durante la fase de uso (Park et al., 2016) muestran que el impacto en la salud humana podría ser mayor en la
fase de uso que en las etapas de producción y eliminación porque la fase de uso está subestimada (Skaar y
Jørgensen, 2013), por lo que la prevención desde las primeras Ya en 1982, Andersen propuso la sustitución
de materiales tóxicos por materiales menos tóxicos en el marco de las regulaciones danesas (Andersen et al.,
1982).
Los materiales de construcción convencionales hechos de recursos no renovables son la principal fuente de
contaminantes del aire interior, afectando incluso a la calidad del aire exterior (Khoshnava et al., 2020). Con
una perspectiva de diseño ambiental, la sustitución de materiales convencionales por otros materiales
orgánicos, naturales y no tóxicos, como la sustitución del cemento por mazorca, tendría la posibilidad de
reducir tanto las emisiones de CO2 como el potencial tóxico (Ben-Alon et al., 2021).
En la Sección 2 Estudio de la toxicidad de los productos a través de la evaluación del ciclo de vida, 3
Toxicidad de los materiales de construcción se ha hecho una descripción del estado de la técnica, pero una
simple revisión de la literatura no es suficiente en este caso; es necesario proporcionar un análisis que
permita la identificación de los nichos de oportunidad para continuar mejorando este campo de
investigación. Por lo tanto, los datos descritos en las secciones anteriores se analizarán, compararán y
discutirán. Para ello, en la Sección 4 se describirá la metodología utilizada para la selección de la bibliografía
y en la Sección 5 se incluirá la revisión crítica de esto. Por último, la Sección 6 reúne las conclusiones
resultantes de la revisión crítica, así como una sección sobre posibles líneas futuras de investigación.
Una vez que se seleccionaron los artículos que aparecían bajo estas palabras clave, se llevó a cabo una
primera proyección de los que no encajaban en el tema por medio del título. Se realizó una segunda
proyección leyendo el resumen y el resto de los artículos se leyeron en su totalidad. Además de estos, se
seleccionaron otros artículos y capítulos de libros por su especial relevancia para el tema, porque son una
bibliografía común de la literatura seleccionada.
Los mapas conceptuales se hicieron a través del programa R-Studio y Bibliometrix, con su interfaz en línea,
Biblioshiny. Algunos autores se conectaron con otros, los más citados y relevantes se identificaron en el año
de su publicación y se analizaron las referencias cruzadas para identificar los grupos de investigadores, los
:
autores más relevantes y los artículos más esenciales. Esto también nos permite identificar la falta de
conexión entre grupos, revelando líneas paralelas inconexas. Por lo tanto, se han identificado 127 artículos
como relevantes para una mayor clasificación (ver Fig. 1).
Para analizar a fondo la bibliografía y hacer un estudio exhaustivo de ella, la bibliografía se ha dividido en
tres categorías diferentes, como se puede ver en la Tabla 1. Estas primeras categorías se han establecido para
comprender las diferentes formas en que se aborda la toxicidad.
5.1. Análisis de los datos del estudio de toxicidad a través del LCA
Con el fin de llevar a cabo un estudio exhaustivo de la bibliografía de referencia, se han hecho las tablas más
representativas para clasificar los artículos correspondientes a la bibliografía de la LCA. Por un lado, la
clasificación de las metodologías de LCA propuestas (Tabla 2), las de LCIA (Tabla 3) y, por otro lado, los
artículos que identifican fallas o propuestas de mejora (Tabla 4).
En la Tabla 2 se han resumido las diferentes metodologías, ya descritas en la Sección 2. Estas metodologías
se han desarrollado para calcular la toxicidad dentro de la Evaluación del Ciclo de Vida con el fin de
continuar con su discusión. Como se puede ver en la comparación, las últimas mejoras que se han
:
implementado son mejorar la capacidad de predicción o introducir nuevos factores, pero en ningún caso
proponer nuevos protocolos de detección. En la Tabla 3, que se refiere a la LCIA, sucede lo mismo. Es posible
ver que hay mejoras en el inventario de impactos, pero la forma en que se valoran no se modifica.
En la Tabla 4 se pueden encontrar los artículos que proponen mejoras o detectan errores en la predicción de
la toxicidad en la Evaluación del Ciclo de Vida. Entre estos artículos, algunos temas se pueden ver como
repetidos, como la necesidad de una mejor caracterización de las sustancias tóxicas (Guinea y Heijungs,
1993; Pizzol et al., 2011; Hauschild et al., 2013; Buist et al., 2017; Hou et al., 2020). Estos artículos destacan la
necesidad de incluir en las bases de datos las sustancias tóxicas más utilizadas. Dentro de esta necesidad,
también se podría incluir la necesidad de incorporar la bioacumulación o interacción entre sustancias
tóxicas, ya que los resultados de la toxicidad podrían cambiar sustancialmente (Mattila et al., 2011).
Un segundo gran grupo identificable de artículos se refiere a la incertidumbre geográfica. Varios artículos
hablan de la necesidad de mejorar las simulaciones geográficas para predecir mejor los medios de
transporte de sustancias químicas (Huijbregts et al., 2003; Passer et al., 2015; Hauschild et al., 2013; Csiszar
et al., 2016). Como se puede ver en la Sección 2, esta necesidad ha dado lugar a algunas metodologías
específicas de LCA como GLOBOX (Wegener Sleeswijk y Heijungs, 2010) y LCIA como Impact WORLD + (Bulle
et al., 2019).
Por último, hay un tercer grupo de artículos que identifican errores en el enfoque de la toxicidad a partir de
la Evaluación del Ciclo de Vida (Buist et al., 2017; Hauschild et al., 2008; Passer et al., 2015; Pizzol et al.,
2011). Este es quizás el grupo de artículos más interesante, ya que los fallos identificados no se resuelven
con una mejora de la metodología existente, sino con cambios más profundos en la metodología. Por
ejemplo, se encontró la necesidad de incluir impactos a largo plazo, lo que mejorará la predicción de la
toxicidad de los metales (Hauschild et al., 2008) o un campo emergente como la predicción de la toxicidad
de nuevas sustancias como los nanomateriales (Buist et al., 2017).
Todas estas necesidades deben tenerse en cuenta al diseñar nuevos protocolos de predicción de toxicidad
química, de tal manera que las nuevas metodologías se adapten a la realidad constructiva actual y a los
conjuntos de sustancias que esto implica. En este sentido, el LCA desempeña un papel fundamental, ya que
al adaptar su metodología es posible lograr una mejor predicción y una lectura de esta toxicidad en todas las
fases de la vida del material.
5.2. Análisis de los datos del estudio de la toxicidad en los materiales de construcción
Como en el punto anterior, para hacer una aproximación completa de la bibliografía de referencia, se han
hecho dos tablas resumidas: la primera es una clasificación por los materiales en los que se ha estudiado la
toxicidad (Tabla 5) y la segunda es una clasificación de las sustancias tóxicas estudiadas (Tabla 6).
Producción uso
al
final
de
la
vida
útil
En la Tabla 5, se puede ver una clasificación del análisis de toxicidad para los materiales de construcción. Los
materiales de construcción estudiados con más frecuencia son también los más comunes, materiales
derivados del cemento (Imbabi et al., 2012; Abdel-Gawwad et al., 2020;Almeida et al., 2021; Assi et al., 2018;
Cheng et al., 2018; He et al., 2019; Holt and Berge, 2018; Lai et al. Lin, 2006; Munir et al., 2021; Salleh et al.,
2021; Ye et al., 2018). En ambos casos, el estudio se centró en el comportamiento de los nuevos aditivos en
las mezclas. También se puede ver que, con una excepción (Maia et al., 2020), los estudios de toxicidad de
estos materiales se llevan a cabo exclusivamente para la fase de producción, sin tener en cuenta la fase de
uso, la más larga o la fase de final de vida útil. Esto deja una perspectiva incompleta sobre cómo evaluar el
rendimiento real de un material de construcción.
:
Otro grupo de materiales ampliamente estudiado son los materiales de aislamiento (Andersen et al., 1982;
Liang y Ho, 2007; Morin y Kubinski, 1978; Stec y Hull, 2011) y la madera tratada (Balasbaneh et al., 2018;
Balasbaneh y Sher, 2021; Sotayo et al., 2020). En este caso, se puede ver que los estudios tampoco están
completos, centrándose en la fase de uso. En el caso del aislamiento, además de la toxicidad como
contribución de los contaminantes al aire interior, también se estudia la contribución a la toxicidad contra
incendios en caso de incendio (Stec y Hull, 2011).
Las pinturas también acumulan gran parte de la literatura sobre el estudio de la toxicidad (Amara et al.,
2018; Castritsi-Catharios et al., 2007; Gade et al., 2012; Ganguli y Chaudhuri, 2021; Gaylarde et al., 2021;
Karlsson et al., 2006; Karlsson et al., 2010; Esta toxicidad se ha estudiado desde varias perspectivas. El
estudio de la toxicidad de las pinturas se ha utilizado como control para encontrar la diferencia entre las
partículas emitidas y simuladas (Gade et al., 2012). Uno de los aspectos más estudiados es la búsqueda de
alternativas menos contaminantes (Amara et al., 2018; Castritsi-Catharios et al., 2007; Karlsson et al., 2006;
Karlsson et al., 2010; Torres & De-la-Torre, 2021), así como su contribución a la creación de microplásticos
(Gaylarde et al En este caso, en el análisis de la toxicidad de las pinturas podemos ver que solo se estudia en
la fase de uso.
Como en el punto anterior, también se puede ver aquí que el estudio de la toxicidad de los nanomateriales
es un campo emergente que ocupa gran parte de la literatura más reciente (Buist et al., 2017;Cupi et al.,
2015; Ganguli y Chaudhuri, 2021; Li et al., 2016; Percebom et al., 2018; Pini et
En la Tabla 6 se puede ver la bibliografía de la toxicidad clasificada según el contaminante al que se refieren.
El primer gran grupo de artículos es el que se refiere a la calidad del aire en interiores (Abdul-Wahab et al.,
2015; Andersen et al., 1982; Becerra et al., 2020; Becher, 1996; Bernstein et al., 2008; Billionnet et al., 2011;
Derbez et al., 2014; Desauziers et al. En este caso, no solo se estudia un solo contaminante, sino también
todos los factores que intervienen en la calidad del aire interior, incluida la humedad o el confort térmico.
Por lo tanto, la definición de síndrome de construcción enferma también caería bajo esta clasificación
(Sarkhosh et al., 2021). Como se puede ver, en este caso, al estudiar la salud humana, los estudios se limitan
a la fase de uso.
Entre los propios contaminantes, los compuestos orgánicos volátiles (COV) son el grupo que acumula más
bibliografía, más de la mitad (Abdul-Wahab et al., 2015; Becerra et al., 2020;Becher, 1996; Bernstein et al.,
2008; Billionnet et al., 2011;Derbez et al., 2014; Desauziers et En este caso, se puede ver que los artículos se
clasifican refiriéndose al material de construcción que puede emitirlos, aunque esta emisión solo se estudia
para la fase de uso. El siguiente grupo de contaminantes que se encuentran es el formaldehído (Andersen et
al., 1975; Ezratty et al., 2007; Gunschera et al., 2013; Plaisance et al., 2014a, Plaisance et al., 2014b), que se
asocia en muchos casos con la madera tratada (Andersen et al., 1975
Como se explica en el punto 4, uno de los contaminantes más preocupantes son los disruptores endocrinos,
debido a sus grandes efectos con dosis mínimas de exposición (Weschler, 2001). En este caso, la bibliografía
relacionada con los materiales de construcción es muy escasa. Esto representa un nicho de oportunidad para
seguir mejorando las regulaciones de control y, por lo tanto, las herramientas y metodologías de predicción.
Verde: categorías de impacto de LCIA; Naranja: Aplicación de LCIA a LCA; Azul: LCA aplicada a materiales de
construcción; Rojo: desarrollo sostenible.
:
En este gráfico, hay dos ejes, uno de centralidad y el otro de densidad. La centralidad se refiere a la
importancia del tema específico dentro del alcance general y la densidad se refiere al desarrollo de dicho
tema. El tamaño de las burbujas se refiere al número de publicaciones en esta área.
En este caso, se puede ver que las cuestiones más importantes son las relacionadas con los contaminantes
ambientales y el análisis del ciclo de vida. Los problemas de salud humana y las toxinas específicas, como los
COV, ocupan el segundo lugar. Por otro lado, con respecto al nivel de desarrollo de los temas, el más
estudiado es el campo de la salud humana y el análisis del ciclo de vida.
En este gráfico, es posible ver cómo los diferentes bloques temáticos de la bibliografía interactúan entre sí.
Se divide en cuatro bloques grandes; LCIA relacionada con las categorías de impacto, LCIA y su aplicación a
LCA, LCA aplicada a los materiales de los edificios y el desarrollo sostenible. Mirando más de cerca, se puede
ver que no hay una relación directa entre los materiales de construcción y la toxicidad y que la ecotoxicidad
supera la toxicidad humana en el campo de la ACV.
Con esto, podemos verificar la necesidad de establecer una relación entre los materiales de construcción, la
toxicidad y la evaluación del ciclo de vida como metodología, con el fin de tener una visión holística de la
contribución del sector de la construcción a las emisiones contaminantes y tóxicas y para comprender mejor
cómo afecta dicha toxicidad a los usuarios de la construcción.
Este estudio proporciona un punto de partida para el estudio de los puntos conflictivos de la metodología de
evaluación del ciclo de vida con respecto al análisis de la toxicidad, específicamente de los materiales de
construcción. Para abordar eficazmente el problema de la toxicidad y los materiales de construcción, es
esencial hacerlo desde una perspectiva del ciclo de vida. Esta perspectiva permite analizar las emisiones en
todas las fases de la vida útil del material, siendo capaz de controlar qué impactos se producen, dónde y a
qué se deben.
Además, a pesar de que esta relación es fundamental, ya se ha visto que no se aplica. Sin embargo, en el LCA,
la toxicidad humana es una categoría adicional que ha recibido menos peso, entre otras cosas, debido a la
falta de regulaciones de control y la ignorancia. Además, en cuanto al análisis de la toxicidad de los
materiales de construcción, como se ha analizado en el punto anterior, es posible ver que no están
completos. Por un lado, si el análisis se realiza para evaluar la toxicidad del material, se puede encontrar que
se limita a la fase de producción; por otro lado, si se estudia el contaminante en sí, casi en su totalidad, se
limita exclusivamente a la fase de uso. Por lo tanto, estos análisis son parciales y no permiten que un
material se evalúe completamente, por lo que es necesario que todas las evaluaciones de toxicidad se lleven
a cabo en todas las fases de vida del material. Esto se corrobora con la falta de una bibliografía que cubra
todas las fases del ciclo de vida de un material específico.
Además, el desarrollo de nuevos materiales requiere que las herramientas y metodologías utilizadas para
medir la toxicidad se adapten a ellos. Es esencial incluir en los protocolos de LCA para la bioacumulación y la
interacción de diferentes sustancias químicas, ya que los resultados del efecto del cóctel pueden ser
:
considerablemente peores.
Lo anterior nos permite concluir la perspectiva inexistente del ciclo de vida al calcular la toxicidad de los
materiales de los edificios. Esto se debe al hecho de que la tendencia en el desarrollo de los materiales y las
regulaciones de aplicación ambiental se ha centrado en reducir las emisiones de CO2, dejando otros
aspectos igualmente importantes fuera de la ecuación. Este hecho se ha acentuado al subestimar las
emisiones tóxicas, lo que da más importancia a otros factores analizados.
Esto también resulta en una desconexión entre las regulaciones y el consenso científico en varios aspectos.
Cuando se sabe que un compuesto químico es perjudicial para la salud, no se transfiere automáticamente a
las regulaciones, lo que permite que ese compuesto continúe utilizándose en un contexto tan duradero
como el edificio. En muchos otros casos, no se aplica el principio de precaución, se demuestra que los
materiales son tóxicos después de que el producto se ha desarrollado y, en la mayoría de los casos, no se
dispone de protocolos adecuados de evaluación de la toxicidad.
Como se ha demostrado, el estudio de la toxicidad en el marco del análisis del ciclo de vida es un campo de
investigación subdesarrollado que presenta muchos desafíos interesantes. La investigación futura abordará
cómo unificar estos criterios de evaluación, la toxicidad de los materiales de construcción y el LCA, para
poder aplicarlos desde la fase de diseño.
Sobre la investigación futura, este artículo deja conclusiones en algunas de las líneas en las que se puede
hacer más investigación, por ejemplo:
• Es necesario estandarizar las bases de datos de inventario de evaluación del ciclo de vida para evitar
distorsiones en los resultados dependiendo de la base de datos elegida. Para ello, sería necesaria una
mayor cobertura de las sustancias químicas ampliamente utilizadas en el sector de la construcción y la
industria en general.
• Mejorar la calibración de la evaluación del ciclo de vida para no subestimar las emisiones tóxicas.
CAS
Sociedad Americana de Química
ECHA
Sociedad Química Europea
europio
Unión Europea
:
EE.UU.
Estados Unidos de América
LCA
Evaluación del ciclo de vida
LCIA
Evaluación del impacto del ciclo de vida
alcance
Registro, evaluación, autorización y restricción de los CHemicals
VOC
Compuestos orgánicos volátiles
Componente multimedia 1.
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