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El documento presenta tres historias narradas desde diferentes puntos de vista: 1) la historia de Raúl contada desde la perspectiva de un narrador omnisciente, 2) la historia de un paciente que se recupera narrada por un personaje involucrado, y 3) la historia de la abuela del narrador encontrada en su diario.
El documento presenta tres historias narradas desde diferentes puntos de vista: 1) la historia de Raúl contada desde la perspectiva de un narrador omnisciente, 2) la historia de un paciente que se recupera narrada por un personaje involucrado, y 3) la historia de la abuela del narrador encontrada en su diario.
El documento presenta tres historias narradas desde diferentes puntos de vista: 1) la historia de Raúl contada desde la perspectiva de un narrador omnisciente, 2) la historia de un paciente que se recupera narrada por un personaje involucrado, y 3) la historia de la abuela del narrador encontrada en su diario.
Escribe al frente de cada párrafo qué tipo de narrador es:
El radiodespertador suena religiosamente a
las 4 am. Todos los días, incluso los domingos. De un manotazo, Raúl lo apaga y da por iniciado su día. Se levanta, y mientras pone la cafetera en marcha, se baña y luego se afeita cuidadosamente para _____________________________ no dejar ningún rasguño en su delgado rostro. Acompaña el café con un par de tostadas, que jamás logra no quemar, y sale rumbo a la compañía, con el diario bajo el brazo.
Me sentí orgullosa. Por primera vez en mi
vida, me sentí orgullosa al ver cómo aquel paciente, al que nadie le tenía fe cuando llegó a la clínica, al que todos daban por muerto, abandonaba el edificio por sus propios medios. Y sabía que a partir de ese día él iba a poder llevar una vida normal, como la que tenía antes de haber llegado a _____________________________ este lugar. Recuerdo la emoción de su esposa, la alegría con la que sus hijos lo abrazaron y sentí que valía la pena, que de verdad valía la pena dormir poco y esforzarme tanto. La retribución era otra. Era ver cómo la gente que atravesaba aquellas puertas de vidrio volvía a vivir y que quizás, en esa nueva vida, nosotros ocupábamos un pequeño lugar.
Nunca me sentí tan incómoda como aquel
día, en aquella audición, en la que el talento parecía no importar, la entonación era un dato menor y saber tocar un instrumento ni siquiera era un plus. Lo único que importaba en aquel casting eran las medidas, la apariencia, la ropa que llevaba puesta. Antes de que fuese mi turno para subir al ______________________________ escenario, me fui de ese horroroso lugar, dando un portazo –que a nadie le importó– solo para desquitarme, para sacarme la furia que me invadía en ese momento.
Esta es la historia de mi abuela, una historia
que encontramos entre las páginas de su diario algunos días después de su muerte. Mi abuela nació en Alemania y llegó a nuestro país huyendo, como tantos otros judíos perseguidos por el nazismo. Con el avance de la guerra, ella y su familia permanecieron escondidos durante meses.
En su diario cuenta la emoción que le ____________________________
producía
ver una papa. Sí, una papa. Es que pasaban
días enteros sin comer. Estaban a merced del amigo de su padre que, cuando lograba salirse de la ciudad, les llevaba algunos alimentos, que apenas alcanzaban para un par de días. Jamás sabían cuándo iba a regresar, si es que iba a hacerlo.
El mozo, incómodo, no se atrevía a
preguntarles si deseaban pedir algo más. Ambos habían terminado su copa de vino antes de que llegara la comida y quizás deseaban tomar algo más, o tal vez pasar al postre. Cada vez que intentaba acercarse a ____________________________ la mesa, el llanto de ella o las duras palabras de él, lo hacían recular.