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El ajuste estructural neoliberal es un conjunto de políticas económicas prescritas por

instituciones financieras internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el


Banco Mundial, que han sido implementadas en muchos países en desarrollo desde la
década de 1980.

El ajuste estructural neoliberal se refiere a las políticas económicas y sociales implementadas


por muchos gobiernos en las décadas de 1980 y 1990, particularmente en países en desarrollo,
bajo la influencia de teorías económicas neoliberales. Estas políticas se caracterizan por una
serie de reformas que buscan reestructurar la economía de un país para promover la
liberalización del mercado y la reducción de la intervención estatal en la economía.

Algunas de las medidas típicas de ajuste estructural neoliberal incluyen:

1. **Privatización:** Transferencia de empresas y activos estatales al sector privado, con el


objetivo de reducir la presencia del Estado en la economía.

2. **Deregulación:** Reducción de regulaciones y restricciones gubernamentales en sectores


clave de la economía, lo que permite una mayor flexibilidad para las empresas y, en teoría,
promueve la competencia y la eficiencia económica.

3. **Apertura de mercados:** Reducción de las barreras comerciales y fomento del libre


comercio a nivel internacional, lo que implica la eliminación de aranceles y otras restricciones a
la importación y exportación.

4. **Reducción del gasto público:** Recortes en el gasto del gobierno en áreas como
educación, salud y programas sociales, con el objetivo de reducir el déficit y la deuda pública.

5. **Políticas de austeridad:** Implementación de medidas para controlar la inflación y


estabilizar la economía, a menudo a través de la reducción de subsidios, contención salarial y
control de la oferta monetaria.

El ajuste estructural neoliberal ha sido objeto de un intenso debate en el ámbito económico y


político. Sus defensores argumentan que estas medidas fomentan el crecimiento económico y
la eficiencia, mientras que sus críticos argumentan que pueden exacerbar la desigualdad,
aumentar la pobreza y debilitar los sistemas de protección social, lo que resulta en un impacto
negativo en las condiciones de vida de la población más vulnerable.

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