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El autor es Jorge Schwartz nacido en Posadas, Argentina, en 1944, y desde 1960

vive en San Pablo. Es un crítico literario, investigador y profesor universitario. Sus


investigaciones sobre las vanguardias latinoamericanas se encuentran entre las
más importantes de la crítica literaria.

América Latina

Para el autor, comprender los años veinte y treinta en América Latina, es necesario
investigar las corrientes de vanguardia, estudiar los contextos culturales y las
consecuencias históricas de cada movimiento.
El objetivo del trabajo no es solo defender la legitimidad de las vanguardias ni hacer
su obituario, sino articular las dimensiones estética e ideológica presentes en los
textos, buscar una integración histórico-geográfica y derribar las barreras que han
separado a Brasil de la América hispánica.
Hace una crítica sobre la exclusión de las vanguardias brasileñas en algunos
estudios que abordan el vanguardismo latinoamericano. Destacando que esta
omisión es más problemática en trabajos donde el título incluye la expresión
"América Latina" pero no mencionan las vanguardias brasileñas.
Y de éste modo intenta esbozar una historia concisa de las vanguardias a través de
sus momentos cruciales

Periodización
El texto trata sobre el periodo de las vanguardias en América Latina y las posibles
fechas que marcan su inicio y fin. Aunque comúnmente se ubican en los años
veinte, se sugieren varias fechas clave. En 1909, Marinetti lanzó el Manifiesto
Futurista en París y tuvo repercusiones inmediatas en América Latina.

Y destaca la lectura del manifiesto "Non serviam" de Vicente Huidobro en 1914


como un punto de inicio adecuado para las vanguardias latinoamericanas.

Se subraya que el surgimiento de movimientos político-sociales y golpes militares en


los años treinta influyeron en el declive de las vanguardias. La crisis económica
causada por el crack de 1929 también tuvo un impacto significativo.

Se menciona que en 1938, el poeta peruano César Moro revivió el surrealismo en


México y se destaca el encuentro entre Diego Rivera, León Trotsky y André Breton,
que resultó en el Manifiesto por un Arte Independiente.

Finalmente, se concluye que el periodo de las vanguardias en América Latina


abarcó aproximadamente un cuarto de siglo, desde alrededor de 1909 hasta 1938,
con eventos posteriores marcando debates sobre el compromiso ideológico del arte.
Utopías americanas

Las vanguardias latinoamericanas rechazaron el futurismo italiano, especialmente


tras la Primera Guerra Mundial debido al respaldo de Marinetti al fascismo. Sin
embargo, reconocen su influencia en la refutación de valores del pasado y la
búsqueda de una renovación radical. Aunque el futurismo no inventó la crítica a la
tradición, sí revitalizó el debate debido a su retórica violenta, gesto agresivo y la
amplia difusión internacional de su teoría.
El deseo de diferencia y negación del pasado en el arte se relaciona con los
modernos medios de producción, cambios en el consumo y la ideología progresista
de la revolución industrial.
El hombre nuevo de la vanguardia tiene múltiples utopías y proyecta su imaginario
en el futuro. La utopía más común en estas corrientes es la búsqueda de lo nuevo,
ésta ideología es predominante en los movimientos vanguardistas.
El concepto de "nueva sensibilidad" se convierte en una palabra de orden en los
movimientos artísticos de los años veinte.
La novedad no solo implica rechazar el pasado, sino también se manifiesta en
transformaciones formales como el verso libre, la irregularidad métrica y la liberación
de la sintaxis. La poesía vanguardista está impregnada de imágenes relacionadas
con la admiración hacia la tecnología y la máquina.
Esta imagen tecnológica impregna la nueva ciudad.
Menciona que hay autores que critican la obsesión por lo nuevo, sugieren que el
deseo de novedad no siempre se traduce en verdadera innovación y advierten sobre
el agotamiento del concepto. Por ejemplo Vallejo (escritor peruano) critica de forma
contundente la vanguardia. Argumenta que América está adoptando acríticamente
influencias europeas, lo que demuestra una falta de arraigo cultural. Afirma que los
escritores siguen una literatura imitativa y carecen de una estética propia. Vallejo, a
pesar de oponerse a la ideología de lo nuevo, está más preocupado por definir un
arte auténticamente americano.
Borges, Vallejo y Mariátegui coinciden al proponer un cambio fundamental de
valores. En este enfoque crítico, se establece que el talento individual debe ser más
importante que seguir modas, y la creatividad debe prevalecer sobre los dogmas
establecidos.

Los lenguajes imaginarios

En los años veinte, la vanguardia en Brasil, Argentina y Perú abordó la idea utópica
de desarrollar un nuevo lenguaje o renovar los existentes.
Estas propuestas reflejan un intento de modificar y distanciarse del español o
portugués tradicionales. Mantener inalterada la tradición lingüística europea
impuesta por las academias significa quedarse en el pasado colonial y negar la
evolución natural del lenguaje y la propia tradición americana. Pero aclara que este
deseo no surge con la vanguardia, sino que tiene sus raíces en el romantisismo,
siendo una respuesta ideológica a las guerras de independencia.
La vanguardia posterior retoma y renueva esta discusión, asociando la creación de
un nuevo lenguaje con la idea de un "país nuevo" y un "hombre nuevo" americano.
Esto surge en un contexto nacionalista y de revisión de la dependencia cultural.
Con la llegada de los colonizadores a América nace una nueva lengua. Este
fenómeno de diversidad dialectal se observa en toda América Latina y representa
una forma de oposición a la idea de una herencia colonial estática, reafirmando la
identidad nacional.
El escritor y crítico Ángel Rama analiza estas tensiones dialectales entre cultura y
poder, distinguiendo dos formas de lenguaje: Uno era público y formal, influenciado
fuertemente por la norma cortesana española, utilizado en las relaciones formales
de la élite letrada.
El otro era el lenguaje popular y cotidiano, utilizado en los estratos sociales más
bajos. A mediados del siglo XIX, pensadores como Simón Bolívar, coinciden
en la necesidad de una expresión lingüística propia para América, una
preocupación que las vanguardias retomarán en los años veinte.
La Semana del 22 en Brasil logra una importante conquista al introducir el
lenguaje coloquial en la poesía. Oswald de Andrade, en particular, incorpora esta
experiencia como tema poético:

Deme un cigarrillo
Reza la gramática
Del profesor y del alumno
Y del mulato sabihondo

Pero el buen negro y el buen blanco


De la Nación brasileña
Todos los días dicen
Olvídate de eso, camarada
Dame un cigarrillo.

El simple cambio de lo oral a lo escrito, y la transformación poética de una situación


cotidiana, convierte al poema en una parodia de la norma gramatical y de sus
defensores: el profesor, el alumno y el "mulato sabihondo".

En Argentina surge el debate sobre lo "argentino" en relación con el lenguaje.. Para


los conservadores, el español argentino debía seguir las normas de la Real
Academia Española. Por otro lado, hay quienes ven el lenguaje como una entidad
dinámica capaz de adaptarse a los nuevos tiempos. La generación martinfierriana,
por ejemplo, defiende una fonética propia y argumenta que los americanos han
enriquecido el español haciéndolo más utilizable y cercano a la vida cotidiana.
Borges se implica profundamente en esta controversia y escribe poesía en un
lenguaje marcadamente acriollado, un fenómeno conocido como "criollismo de
vanguardia". Sin embargo, Borges también aplicó una suerte de autocensura o
corrección normativa a su poesía. En las diversas reediciones de "Fervor de Buenos
Aires", Borges lleva a cabo una suerte de "limpieza" de los criollismos, volviendo el
lenguaje más académico y convencional, refutando su propio pasado.
Fransisqo Chuqiwanka Ayulo propone una utopía lingüística en las vanguardias de
los años veinte: la "ortografía indoamericana". Su objetivo no es simplemente
actualizar la escritura para reflejar los usos orales contemporáneos, sino rescatar la
dimensión oral del quechua y aimará desde el pasado indígena. La ortografía
fonética de Chuqiwanka Ayulo es un ejemplo representativo de un lenguaje mestizo.
Combina la sintaxis y vocabulario del español con la fonética influenciada por
lenguas precolombinas. El autor considera que es valioso para la ortografía en la
corriente vanguardista.
Los proyectos lingüísticos abordados hasta ahora representan un deseo que se
enmarca en lo posible y realizable, lo que de alguna manera restringe la dimensión
utópica. Aunque se llevaron a cabo varias modificaciones ortográficas, ninguna de
ellas ha logrado completamente las formulaciones propuestas por los impulsores de
estos cambios.
El objetivo común es revitalizar el portugués y el castellano (conforme a la propuesta
martinfierrista), mejorando estas lenguas mediante la simplificación de las normas
escritas y vinculándolas a una tradición nacionalista.
Xul Solar es un conocido pintor pero en este contexto nos centramos en su utopía
lingüista. El lenguaje imaginario de Xul Solar, conocido como "panlengua" y
"neocriollo", es un proyecto que se dirige no hacia lo plausible, sino hacia lo
irrealizable. Las reglas de este proyecto son una auténtica utopía. A diferencia de
otros proyectos previamente mencionados, Xul Solar propone un lenguaje universal
que busca superar las barreras idiomáticas en plena época de cosmopolitismo en
Buenos Aires.
La “panlegua” se trata de un nuevo idioma universal que se escribe tal como se
pronuncia. El neocriollo es una lengua artificial con bases del español y del
portugués, cuyo fin era convertirse en el idioma de comunicaciones entre los
habitantes de América Latina.

Borges: la vanguardia negada

En el caso de Borges, se destaca su transición desde una postura vanguardista en


su juventud, influenciado por el ultraísmo y el expresionismo alemán, hasta una
posición más conservadora y crítica en su madurez. Su regreso a Buenos Aires y su
redescubrimiento de sus raíces lo distanciaron de la estética europea y lo llevaron a
cuestionar valores vanguardistas como la idea de lo nuevo y la idolatría de la
máquina. Borges se alejó de la vanguardia y se centró en una visión mítica e
histórica de Buenos Aires.
El texto también menciona la ironía y desprecio de Borges hacia el ultraísmo en sus
años posteriores, y su defensa de Leopoldo Lugones, quien representaba la
tradición y la métrica clásica. Borges mantuvo sus opiniones a lo largo de su vida y
consideró la aventura vanguardista como un equívoco. A los ochenta y cinco años,
recordaba y reafirmaba su perspectiva crítica sobre la vanguardia.

Las vanguardias entronizadas: Martinfierristas y estridentistas

La obra destaca la importancia de las memorias y testimonios que provienen de la


generación martinfierrista. Estos textos muestran un carácter nostálgico y evocador,
enalteciendo el sentido revolucionario del movimiento, que se consolidó como la
corriente de vanguardia más revolucionaria en las letras argentinas. Oliverio Girondo
y Evar Méndez son particularmente elogiados por su contribución al movimiento.
En el caso del estridentismo, el poeta Germán List Arzubide se convierte en el
historiador destacado del movimiento. Escribió dos libros con el mismo título, "El
movimiento estridentista", con el objetivo de rescatar la dimensión histórica del
movimiento.
La primera versión de su libro, publicada en 1926, se caracteriza por su estilo
vanguardista y su enfoque en el fragmento y el montaje.
La segunda versión, publicada con varias décadas de diferencia, destaca aspectos
políticos y contextualiza el movimiento.
Por un lado, el texto se muestra acribillado de iconos de la modernidad: radios,
telégrafos, motocicletas, trenes, jazz, gasolina, torres, anuncios luminosos, brújulas,
rascacielos, etc.
Por otro lado, hay espacio para la visualización de ciertas utopías urbanas: la ciudad
de Estridentópolis, con su universidad y su radio. El Café de Nadie, punto de
encuentro de los participantes del movimiento y donde tiene lugar la Primera
Exposición Estridentista.
El texto también subraya la descentralización de la vanguardia mexicana, con
Jalapa como sede principal del estridentismo, en contraste con la ciudad de México,
donde estaba el grupo de Contemporáneos.
Para finalizar, Schwartz menciona que los promotores de las vanguardias tomaron
diferentes caminos en sus reflexiones posteriores.
Borges y Vallejo, por ejemplo, se volvieron críticos de los movimientos de ruptura
que habían fundado, mientras que otros, como Mário de Andrade y Oswald de
Andrade, mantuvieron una perspectiva crítica pero reconocieron la importancia de
sus respectivos movimientos.
Vicente Huidobro, en cambio, permaneció fiel a las ideas del poeta como redentor y
de la poesía como fuerza renovadora a lo largo de su vida.
El poema "Flores aritméticas" de Andamios interiores es una muestra de
lo que fue para Maples Arce el estridentismo:
● Se interesó en exaltar lo moderno, lo urbano, lo tecnológico y lo
cosmopolita.
● Desechar las normas gramaticales y hacer uso de la relación de
términos que permiten la descripción de imágenes de manera
agresiva, buscando liberar el lenguaje y causar sorpresa en el
lector.

Flores aritméticas

Esas rosas eléctricas de los cafés con música


que estilizan sus noches con “poses” operísticas,
languidecen de muerte, como las semifusas,
en tanto que en la orquesta se encienden anilinas
y bosteza la sífilis entre “tubos de estufa”.
Equivocando un salto de trampolín, las joyas
se confunden estrellas de catálogos Osram.
Y olvidado en el hombro de alguna Margarita,
deshojada por todos los poetas franceses,
me galvaniza una de estas pálidas “ísticas”
que desvelan de balde sus ojeras dramáticas,
y un recuerdo de otoño de hospital se me entibia,
Y entre sorbos de exóticos nombres fermentados,
el amor, que es un fácil juego de cubilete,
prende en una absurda figura literaria
el dibujo melódico de un vals incandescente.
El violín se accidenta en sollozos teatrales,
y se atraganta un pájaro los últimos compases.
Este techo se llueve.
La noche en el jardín
se da toques con pilas eléctricas de éter,
y la luna está al último grito de París.
Y en la sala ruidosa,
el mesero académico descorchaba las horas.

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