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Reflexiones sobre una hipótesis: S
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I el paradigma indiciario, veinticinco años después* R
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Quisiera comenzar agradeciéndo- mismo tiempo, y de una manera implícita,


les por ofrecerme esta posibilidad se trataba también de proponer una re-
de discutir públicamente en torno a la hi- flexión sobre mi trabajo anterior: una es-
pótesis del paradigma indiciario, que he pecie de cripto-autobiografía intelectual,
planteado en un ensayo que apareció en por lo tanto. 1
1979. Veinticinco años es mucho tiempo.
Así que me gustaría poder hablar de estas
páginas, como si las leyera por primera vez: Volveré más adelante sobre la re-
pero me doy cuenta de que esto es imposi- lación que tienen entre sí estos ele-
ble. Y no se trata solamente de esa compli- mentos personales e impersonales. Pero
cidad inevitable que nos vincula a lo que quisiera, para comenzar, evocar los tres ni-
hemos escrito, sino también de una cierta veles que acabo de identificar: el nivel his-
cosa más particular. Tres niveles constitu- tórico, el nivel teórico, y el nivel autobio-
yen este ensayo: dos niveles evidentes, y un gráfico. El ensayo, que se titulaba Spie en
tercero que está encubierto. De manera ex- italiano (una palabra ambigua, que en esta
plícita y en la superficie, el ensayo se pre- lengua italiana significa al mismo tiempo
sentó como una reconstrucción histórica indicios y también espías) comenzaba por
entrelazada a una propuesta teórica (y debo la reconstrucción de un contexto preciso,
confesar que no pronuncio esta gran pala- que puede ser resumido por la triada Mo-
bra de teoría, sin dudar un poco). Pero al relli-Freud-Sherlock Holmes. De este con-

CARLO G INZBURG / R EFLEXIONES SOBRE UNA HIPÓTESIS: EL PARADIGMA INDICIARIO... CARLO G INZBURG / R EFLEXIONES SOBRE UNA HIPÓTESIS: EL PARADIGMA INDICIARIO...

*
Este texto fue presentado recientemente en el Coloquio “À la trace. Enquête sur le paradigme indiciaire”
organizado por la Universidad de Lille, en Francia, y celebrado entre el 13 y el 15 de octubre de 2005. La
primera intervención, correspondiente a Carlo Ginzburg, fue justamente este texto, que deberá ser publicado
muy pronto, en su versión en francés, en las Actas de ese mismo Coloquio. Y ha sido el propio Carlo Ginzburg,
miembro de nuestro Comité Científico Internacional, quien nos ha enviado este texto, autorizándonos a
publicarlo en español dentro de este dossier de Contrahistorias, dedicado justamente al tema del paradigma
indiciario. Agradecemos entonces enormemente esta autorización, así como todo el apoyo en general que el
propio Carlo Ginzburg nos ha dado para la composición de este número 6 de nuestra revista Contrahistorias.
La traducción del francés al español es obra de Carlos Antonio Aguirre Rojas.
1
He corregido, ampliándola un poco, mi intervención presentada en el Coloquio de Lille, tanto a la luz del
debate que esta intervención suscitó, y que fue muy rico, como también de las observaciones críticas que me ha
planteado mi amigo Carlos Aguirre Rojas. Otro amigo mío, Martín Rueff, ha traducido el texto al francés, con
su habitual gran habilidad, razón por la cual le agradezco calurosamente (nota de Carlo Ginzburg).

la otra mirada de Clío [7] la otra mirada de Clío


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texto, que podríamos llamar horizontal, se rés, y en muchas ocasiones, fue también in-
pasaba por medio de un movimiento de tensamente discutido. Si dijera que he per-
flash-back un poco brutal, a un contexto manecido indiferente a este éxito, menti-
vertical, que remontaba hasta los propios ría. Y sin embargo, en la rapidez de esta
cazadores de la etapa neolítica. ¿Se encon- reacción, había algunos elementos que no
traba esto, todavía, dentro del terreno de dejaban de inquietarme. Me daba muy bien
la historia? Yo respondería que sí, pensan- cuenta de que había sido capaz de atrapar
do sobre todo en la historia coyuntural del alguna cosa que estaba flotando en el aire,
siglo XVIII: pero las etiquetas no tienen en la atmósfera de esa época, y que le había
gran importancia. dado voz a ciertos temas difusos y que se
Ciertamente, explotaba entonces las po- encontraban entonces en estado de reposo,
sibilidades de aceleración y de enlenteci- bajo una forma latente. Así que tuve en
miento que me ofrecía la forma literaria del aquellos tiempos el temor de que la apre-
ensayo, para poner juntos, dentro de una ciación y el reconocimiento inmediato que
narración fragmentada por bruscas discon- habían acogido a mi texto, pudiesen deberse
tinuidades, algunos fenómenos separados al hecho de la banalidad de aquello que
dentro de un arco que cubría varios mile- había escrito. Y tenía miedo, sobre todo,
nios: la adivinación de los babilonios, la de convertirme en prisionero de esta feliz
práctica de los connaisseurs y los principios fórmula: el “paradigma indiciario”.
de la paleografía en la Roma del siglo XVII, Porque debo decir que desconfío de las
el uso de las huellas digitales como instru- fórmulas como de los slogans, en la medida
mento de identificación utilizado por la ad- en que pueden provocar la búsqueda de ata-
ministración inglesa en la India a finales jos. Obviamente, el proceso de conocimien-
del siglo XIX, y así por el estilo. Era la hi- to debe recomenzar en cada nueva ocasión,
pótesis formulada al principio del ensayo, volviendo a poner en discusión nuestros
y que se resumía en la fórmula del “para- propios presupuestos. Y es esta la razón por
digma indiciario”, la que permitía mante- la cual evité deliberadamente utilizar la
ner el conjunto de toda esta serie de fenó- expresión “paradigma indiciario” durante
menos tan heterogéneos. Esta hipótesis al- veinticinco años. Pero no obstante la au-
bergaba las ambiciones teóricas de aquello sencia de su utilización como término, esta
que se presentaba como un ensayo históri- hipótesis ha orientado mi trabajo en pro-
co —si bien se habría tratado de una histo- fundidad, y eso de dos maneras. De una
ria un tanto cuanto particular. parte, creo haber permanecido fiel a esta
manera de llevar a cabo la investigación, de
la cual había subrayado la enorme fecundi-
Una propuesta teórica muy gene- dad; y de otra parte he intentado, muchas
ral, planteada de una manera que veces sin darme completamente cuenta y
ignoraba decididamente, no sólo las divi- en cada uno de los casos, de profundizar
siones entre las disciplinas, sino también las toda una serie de temas que ocupaban, den-
jerarquías etnocéntricas habituales: he aquí tro de este ensayo, una posición marginal,
algunos de los elementos en los que estoy o incluso que estaban dentro de él comple-
tentado a encontrar hoy, las razones del tamente ausentes.
éxito de mi ensayo. Este texto fue inme- Y es de este segundo aspecto del que me
diatamente recibido con un intenso inte- gustaría hablar ahora.

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los documentos con los que trabajaba, im-


En el transcurso de estos veinti- plicaba un esfuerzo y un cuidado suplemen-
cinco años, he desarrollado la hi- tario respecto de la demostración.3 Y no
pótesis fundada sobre el paradigma indi- obstante todo esto, me impresiona mucho
ciario en tres direcciones diferentes, pero el hecho de que no ha existido la menor
que se encuentran interconectadas entre sí: discusión en torno de la cuestión de la prue-
la cuestión de la prueba, el problema de la ba en el ensayo de 1979 —es decir, sobre
serie, y el tema del caso. Los abordaré se- los procedimientos formulados histórica-
paradamente. mente, y negociables históricamente, que
Mis reflexiones sobre los indicios nacie- permiten distinguir una conjetura verdade-
ron de una experiencia de investigación, ra de una conjetura falsa. Y digo muy bien
llevada a cabo desde finales de los años cin- falsa, y no ficticia o inventada.
cuentas, sobre los procesos de Inquisición. Todavía hoy, estaría dispuesto a presen-
Desde que comencé mis investigaciones, me tar nuevamente aquella conjetura (que tan-
propuse descifrar las creencias y las actitudes to le gustó a Italo Calvino), y que atribuía a
de los campesi- los cazadores el
nos, hombres y ...Mis reflexiones sobre los indicios nacieron origen de la na-
mujeres, acusa- de una experiencia de investigación, rración, la que
dos de brujería, llevada a cabo desde finales de los años habría nacido
estudiando di- como una des-
cincuentas, sobre los procesos
chas creencias y cripción de la se-
actitudes más de Inquisición... cuencia de las
allá de los este- huellas dejadas
reotipos derivados de la formación teológica por un animal. Pero dentro de la economía
de los jueces. Esta elección previa, de la cual de mi ensayo (que en tanto que tal, no tenía
he intentado analizar retrospectivamente las ninguna pretensión de formar un todo com-
influencias y los efectos, ha orientado todo pleto), no había lugar para una discusión so-
mi trabajo ulterior. 2 El esfuerzo de leer en- bre las conjeturas que habrían podido, más
tre líneas, para lograr captar las reacciones adelante, revelarse como falaces. Y me con-
huidizas de los acusados, así como sus acti- tentaba entonces, por ejemplo, haciendo
tudes encubiertas, muy frecuentemente de- una rápida alusión, que por otra parte ubi-
formadas por los inquisidores, me llevó a caba solamente en las notas, al conocimien-
otorgarle a los indicios un rol central den- to grafológico experto, que Alphonse Ber-
tro de mi práctica como investigador. Pero tillon había propuesto de la famosa minu-
quien dice indicio, dice también prueba. ta, y que había sido exhibido como la prue-
En mi primer libro sobre los benandanti de ba irrefutable de la culpabilidad de Dreyfus.
Friul, era conciente de que el procedimiento Pero hoy, esta alusión apresurada me pare-
oblicuo que me había sido impuesto por ce sintomática. Evidentemente, las posibi-

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2
Véase mi ensayo, “Brujas y chamanes” en la revista Historias, núm. 37, México, octubre de 1996 -
marzo de 1997, pp. 3-13.
3
Los benandanti. Brujería y cultos agrarios entre los siglos XVI y XVII, Ed. Universidad de Guadalajara,
Guadalajara, 2005.

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lidades y el éxito del paradigma indiciario, de reducir los márgenes de incertidumbre


me parecían más importantes que los pro- en torno a las investigaciones sobre Piero,
cedimientos que permitían atribuir a ese pa- —y en particular, sobre aquellas que con-
radigma una cientificidad en sí misma, es cernían a la cuestión extremadamente dis-
decir, una cientificidad que no estaría mo- cutida de la cronología de sus obras. Creía
delada sobre las ciencias duras, o conside- entonces haberme ocupado de una cuestión
radas como tales. que concernía esencialmente a los estudios
Pero mi euforia fue de corta duración. de historia del arte, incluso si ella no se li-
El ensayo “Indicios” apareció en 1979, den- mitaba a dichos estudios, pero me equivo-
tro de una compilación de textos titulada caba. Porque la atmósfera intelectual esta-
Crisis de la razón.4 Algunos meses más tar- ba entonces cambiando. Con la difusión del
de, Luciano Cánfora organizó en Milán una postmodernismo, y de su corolario histo-
discusión pública sobre mi ensayo, cuyos riográfico (la imposibilidad reiterada de
resultados debían publicarse más tarde en distinguir, de manera rigurosa, entre las
la revista Quaderni di Storia, la revista de narraciones históricas y las narraciones de
historia de la Antigüedad que el propio ficción), la cuestión de la prueba desapare-
Cánfora dirige.5 En aquella discusión, que cía de un golpe de toda la escena. Entonces
fue muy viva, Cánfora me invitaba a re- se volvió más urgente que nunca, ocuparse
flexionar sobre el término griego de tekme- de este tema de la prueba. Y tanto más,
rion dentro de la obra de Tucídides: ¿cómo cuanto que las implicaciones morales y po-
había que traducir este término?, ¿cómo líticas, en el sentido más amplio, y no pu-
“indicio” o como “prueba”? Tenían que ramente intelectuales de este postmodernis-
pasar veinte años, antes de que me decidie- mo deconstruccionista, habían sido ya in-
se a responder a la invitación de Cánfora. dicadas con mucho vigor por Arnaldo Mo-
Pero en aquel momento he debido respon- migliano.
der sin asumir el desafío implícito que es- Además, un elemento que me afectaba
taba ligado a la noción de la prueba (¿“he de manera personal debía entonces inmis-
debido”, o “he elegido responder”? Posible- cuirse en esta discusión. Mi amigo Adria-
mente las dos). no Sofri acababa de ser condenado a 22
El libro sobre Piero della Francesca, que años de prisión, bajo la acusación de que él
publiqué en 1981, estaba construido sobre habría ordenado un asesinato político. Su
la aproximación estrecha entre datos esti- condena debía ser confirmada al final de
lísticos y datos extraestilísticos.6 Se trataba una interminable epopeya judicial, comen-

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4
“Spie. Radici di un paradigma indiziario” en el libro coordinado por A. Gargani, Crisi della ragioni.
Nuovi modelli nel rapporto tra sapere e attività umane, Turín, Ed. Einaudi, 1979, pp. 59-106. En español,
“Huellas. Raíces de un paradigma indiciario” en el libro Tentativas, Ed. Universidad Michoacana, More-
lia, 2003, pp. 93-155.
5
“Paradigma indiziario e conoscenza storica: dibattito su Spie di Carlo Ginzburg” en la revista Quaderni di
Storia, núm. 12, julio-diciembre de 1980, pp. 3-54. (Las dos intervenciones de Carlo Ginzburg dentro de este
debate, se han publicado ya en el libro Tentativas, recién citado, y se reproducen también en este mismo
número de Contrahistorias, bajo el título de “Intervención sobre el paradigma indiciario”. Nota del Comité de
Contrahistorias).
6
Pesquisa sobre Piero, Ed. Muchnik, Barcelona, 1984.

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zada a finales de los años ochenta. Así, el queda todavía mucho por hacer, en este
deseo de demostrar la inocencia de mi ami- mismo sentido.
go me empujó a escribir un pequeño libro
(El juez y el historiador), que discutía de
indicios y de pruebas en el seno de una pers- Como lo he dicho ya, la prueba es-
pectiva que no era académica. 7 Por prime- taba prácticamente ausente de mi
ra vez, y hasta este momento por última ensayo sobre los indicios. La serie, por el
vez en mi vida, la investigación y la demos- contrario, estaba muy presente, pero como
tración de la verdad no se me presentaban un simple hecho que no había sido someti-
como fines en sí mismos, (una expresión do al análisis. Por ejemplo, yo subrayaba
que para mí tiene el más alto valor), sino que Morelli identificaba los indicios que le
como instrumentos subordinados a un fin interesaban, como desviaciones diferencia-
práctico: se trataba de convencer a los jue- les al interior de series homogéneas, com-
ces del proceso en curso, de que las prue- puestas por las uñas pintadas, por los ló-
bas que habían sido producidas para de- bulos de la oreja que habían sido pintados,
mostrar la culpabilidad de Adriano Sofri no etc..., pero no discutía acerca de los proce-
tenían ninguna consistencia. Mi esfuerzo dimientos que habían podido conducirlo a
fracasó, como han fracasado ulteriormente construir tal tipo de series. Pero una re-
todos aquellos que han intentado volver a flexión sobre la noción misma de serie se
poner en discusión una condena cuya in- me impuso, ulteriormente, en dos frentes:
justicia salta a la vista de todo el mundo. primero en el frente de la historia del arte,
Adriano Sofri purga su condena desde hace a través de mis investigaciones sobre Piero
ocho años. della Francesca, y después en el frente del
Es posiblemente esta experiencia de in- folklor y de la historia de las religiones, a
vestigación, impuesta por las circunstan- través de mis investigaciones sobre el Aque-
cias, la que me condujo a descubrir la exis- larre de las brujas. Había sido llevado a pre-
tencia de una antigua retórica fundada so- guntarme, de una parte, qué era lo que ha-
bre las pruebas, en contra de la retórica cía posible la construcción de una serie fun-
moderna y postmoderna opuesta a esas dada sobre datos estilísticos (por ejemplo,
mismas pruebas: para decirlo más breve- las obras atribuidas a Piero); y de otra par-
mente, Aristóteles en contra de Nietzsche te, lo que hacía posible la construcción de
y de sus epígonos. Los ensayos compilados una serie de mitos o de ritos análogos, in-
bajo el título Rapporti di forza parten de dependientemente de su contexto y de su
esta oposición para proponer, a través de fisonomía más manifiesta.
una serie de ejemplos, la posibilidad de leer Tanto en un caso como en el otro, se tra-
una serie de indicios como si fuesen otras taba de reflexionar sobre la noción de se-
tantas pruebas (por ejemplo, el famoso es- mejanza, superando los datos superficiales,
pacio en blanco del libro La educación senti- para tratar de captar los elementos más pro-
mental).8 Pero tengo la impresión de que fundos. Hoy, me parece que este giro en

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7
El juez y el historiador, Ed. Muchnik, Barcelona, 1993.
8
Rapporti di forza. Storia, retorica, prova, Milán, Ed. Feltrinelli, 2000.

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dirección de la morfología, estaba ya con- Una de las críticas que me ha sido diri-
tenido implícitamente en la hipótesis del gida frecuentemente, es la de haberme con-
paradigma indiciario. Porque el procedi- centrado sobre personajes o sobre fenóme-
miento epistemológico que consistía en po- nos anormales, que no permitirían derivar
ner el acento sobre las anomalías, debía ine- de ellos, en tanto que tales, ninguna gene-
vitablemente conducirme a reflexionar so- ralización. Y me parece que aflora aquí una
bre las series, e inversamente. Además, ha- posible ambigüedad, que considero impor-
bía otra dicotomía que venía a conectarse tante aclarar. Algunos han leído mi ensayo
con esta oposición entre la anomalía y la sobre el paradigma indiciario como un elo-
serie: la que oponía el proceso de mostrar y gio del fragmento, del detalle aislado, de la
el de demostrar (para retomar el título con anomalía en tanto que opuesta a la serie.
el que había respondido a uno de mis críti- Pero nada está más lejos de mis intencio-
cos). En mis consideraciones sobre el tema nes, tanto implícitas como explícitas. Pues
de la prueba, me es preciso recor-
había concen- ...La significación, los procedimientos, dar que al final
trado sobre la los límites de la generalización de este ensayo,
cuestión de la declaraba que
me parecen, más que nunca,
demostración. era necesario
Pero es claro que
estar en el centro del trabajo de los partir de deta-
estas dos vías no historiadores... lles aparente-
tienen, cierta- mente margi-
mente, nada de incompatibles. Muy al con- nales para ser capaces de captar el sentido glo-
trario: ellas pueden incluso reforzarse recí- bal de una realidad, que se hallaba encu-
procamente. De modo que he intentado re- bierta y oscurecida por las nubes negras de
correr las dos vías juntas: tanto en mi libro la ideología. Y reitero que sigo recono-
sobre Piero, como en mi libro El juez y el ciéndome todavía dentro de esta misma
historiador. Sin embargo, las articulaciones ambición.
de estos dos caminos, al interior de la in- La significación, los procedimientos, los
vestigación concreta y de la demostra- límites de la generalización me parecen, más
ción, me parecen un tema de reflexión que nunca, estar en el centro del trabajo de
inagotable. los historiadores. Pero la idea de que no po-
Regreso ahora sobre otra pareja de tér- dríamos generalizar más que a partir de
minos, que he evocado antes rápidamente: casos promedio, de casos normales (o, por
el de la serie y la anomalía (o mejor aún, de lo menos, considerados como tales), no
las anomalías, en plural). Dentro de las in- solamente me parece una idea perezosa: me
vestigaciones que he llevado a cabo en el parece incluso insensata. Ya que muy fre-
curso de estos años, en torno de temas fre- cuentemente los historiadores confunden
cuentemente muy alejados los unos de los la documentación que ellos conocen con
otros, la relación entre las series y las ano- toda la documentación disponible, y des-
malías tiene una importancia decisiva, de pués la documentación disponible con toda
la cual no encuentro ningún otro equiva- la que ha sido producida, e incluso esta úl-
lente en el seno de mi trabajo, más que en tima con la realidad social entera que ha
mi propio interés por la relación entre producido dicha documentación. En
morfología e historia. cambio, la noción de “excepcional nor-

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mal” —según el oxymorón particularmen- decirlo, como una realidad invariante: el


te eficaz propuesto por Edoardo Grendi— fenómeno de la lectura. 11
subraya la posibilidad de que un documen- La posibilidad de pasar desde un caso ais-
to raro, desde el punto de vista estadístico, lado hacia la generalización, parte de una
es decir “excepcional”, pueda esclarecer un hipótesis que ha ido ganando en claridad a
fenómeno social difundido y “normal”. 9 través del tiempo. Hoy propondría consi-
Pero la generalización histórica puede tam- derar a un individuo como el punto de in-
bién tomar otros caminos. tersección de toda una serie de conjuntos
Mi libro El queso y los gusanos ha sido diferentes, que tienen cada uno dimensio-
objeto de numerosas críticas, porque su nes variables. Porque un individuo perte-
protagonista, el molinero friulano Dome- nece a una especie animal (homo sapiens
nico Scandella apodado Menocchio, era sapiens), y también a un género sexual, y a
una figura anómala, no representativa, y a una comunidad lingüística, política, pro-
la cual se podría entonces simplemente ig- fesional, y así por el estilo. Y entre todos
norar. Pero debo decir que no estoy de esos conjuntos, hay también el que se fun-
acuerdo más que con la primera parte de da sobre las huellas digitales, y que en este
esta secuencia argumentativa, (o que in- caso comprende a un solo individuo. Pero
tenta hacerse valer como tal). Pues yo fui identificar a un individuo exclusivamente
el primero en subrayar el carácter excep- por sus huellas digitales no es lícito, más
cional de la figura de Menocchio. Pero que dentro de una óptica policíaca.
ciertos aspectos de su comportamiento, El historiador debe partir de la hipóte-
me parecía que estaban ligados a fenó- sis de que en todo individuo, sea cual sea, e
menos mucho más generales. Por ejem- incluso el más anómalo (y posiblemente
plo, la desviación inconsciente entre los todo individuo es anómalo, o por lo me-
recuerdos que Menocchio conservaba de nos puede aparecer como tal), en todo in-
sus lecturas, y las páginas de los libros dividuo coexisten elementos más o menos
que él había efectivamente leído, nos generalizables. Con lo cual, la anomalía será
permitían comprender el bagaje de espe- entonces el resultado de las reacciones re-
ranzas, de presupuestos, etc., con el cual cíprocas entre todos estos elementos. Así
los hombres y las mujeres ligados a una que hablar de anomalía de una manera ab-
cultura esencialmente oral, podían soluta no tiene ningún sentido. Lo que tie-
aproximarse a los libros impresos. 10 Si no ne sentido, por el contrario, es evocar las
me equivoco, esta hipótesis, formulada anomalías o las desviaciones en relación a
a partir del caso de Menocchio, ha atraí- una cierta perspectiva. Por eso, en un ensa-
do la atención de los investigadores so- yo reciente titulado “Semejanzas de fami-
bre la dimensión históricamente cam- lia y árboles de familia: dos metáforas cog-
biante de un fenómeno que, hasta ese noscitivas”, he intentado ilustrar las poten-
momento, había sido considerado, sin cialidades cognoscitivas de la anomalía en

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9
Carlo Ginzburg y Carlo Poni, “El nombre y el cómo: intercambio desigual y mercado historiográfico” en la
revista Historia Social, núm. 10, Valencia, 1991, pp. 63-70.
10
El queso y los gusanos, Ed. Océano, México, 1998.
11
Pienso sobre todo en los trabajos de Roger Chartier, que han renovado este particular campo de investigación.

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el seno de distintos sectores. 12 Y es claro que teórica. Pero me pregunto, de otra parte, si
la hipótesis del paradigma indiciario me ha incluso aunque fuese capaz, tendría ganas
ayudado a introducir este tema dentro del de hacerlo. Pues tengo la impresión de que
debate, desde una perspectiva histórica, salvo muy raras excepciones, la teoría im-
tema al cual me siento muy vinculado. plícita es más rica que la teoría explícita.
Al final de su Ensayo sobre las variaciones
estacionales de las sociedades esquimales de
Evocando hace unos momentos el 1906, Marcel Mauss afirmó que un caso
caso de Menocchio, he anticipado bien elegido y estudiado en profundidad,
el tercer punto que había anunciado: la es suficiente para sentar las bases de la com-
cuestión del caso. Desde hace aproxima- paración.15 Y yo agregaría, pensando en los
damente unos veinte años, la casuística se ensayos que Aby Warburg redactó durante
ha puesto (o ha esos mismos
vuelto a ponerse) ...Desde hace aproximadamente años: un caso
de moda, gracias unos veinte años, la casuística se ha puesto bien elegido y
a los desarrollos (o ha vuelto a ponerse) de moda, estudiado en
de la biología y a profundidad,
gracias a los desarrollos de la biología
la emergencia de es suficiente
la bioética. Den- y a la emergencia de la bioética... para sentar las
tro de una com- bases de una
pilación reciente de artículos, titulada Pensar reflexión teórica. Pero, ¿qué significa en-
a través del caso, Jean-Claude Passeron y Jac- tonces “un caso bien elegido”? Y más radi-
ques Revel han vuelto a traer a colación en calmente ¿qué es, precisamente, un “caso”?
torno de este tema, mi ensayo sobre el pa- Quisiera dar una respuesta provisional a
radigma indiciario. 13 No obstante esto, hace estas cuestiones, remitiéndome a un texto que
solamente algunos pocos años que me he me sorprende que no sea evocado, dentro de
ocupado específicamente de la casuística, y la vasta discusión que hoy suscita este renaci-
sobre todo en su relación con la obra de miento de la casuística. Se trata del capítulo
Maquiavelo. 14 que André Jolles consagra a este problema del
Y ahora me doy cuenta, una vez más, de caso, en su libro Einfache Formen (Formas sim-
que trabajo dentro de una perspectiva que ples): una investigación de morfología litera-
entrecruza al mismo tiempo la teoría con ria muy original, publicada en 1930, y redes-
la historia. Esto quizá se debe, sobre todo, cubierta a principios de los años setenta, gra-
a mis límites personales: soy incapaz de lan- cias a la traducción francesa publicada en las
zarme dentro de una reflexión puramente Ediciones du Seuil, en la colección Poétique.16

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12
“Semejanzas de familia y árboles de familia: dos metáforas cognoscitivas”, texto incluido en este mismo
número de Contrahistorias.
13
Jean-Claude Passeron y Jacques Revel (editores), Penser par cas, París, 2005.
14
“Machiavelli, l’eccezione e la regola. Linee di una ricerca in corso” en Quaderni Storici, núm. 112,
2003, pp. 195-213.
15
Marcel Mauss, Essai sur les variations saisonnières des sociétés eskimo. Etude de morphologie sociale, en el libro
Sociologie et Antropologhie, Ed. PUF, París, 1966, pp. 389-477.
16
A. Jolles, Einfache Formen, Halle (Saale), 1930, pp. 171-199.

la otra mirada de Clío [ 14 ] la otra mirada de Clío


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Jolles distinguía el caso (Kasus), de la no me parece que implique un juicio sobre


ilustración (Beispiel) de una norma prácti- su valor o sobre su originalidad.
ca, lo mismo que del ejemplo (Exempel), El primer ensayo que publiqué, “Bruje-
basado sobre un concepto de carácter ge- ría y piedad popular. Notas a propósito de
neral. De modo que el caso es una narra- un proceso de 1519 en Módena”, se termi-
ción, la mayor parte de las veces muy breve naba con estas palabras: “(…) incluso has-
y muy densa, que subraya las contradiccio- ta en sus aspectos más irreductiblemente in-
nes internas de una norma, o las contra- dividuales, el caso de Chiara Signorini [el
dicciones entre dos sistemas normativos. personaje principal de este proceso], pue-
“Lo que constituye la particularidad de la de adquirir una significación por decirlo así,
forma del caso”, concluye Jolles, “es que él paradigmática”. El ensayo fue publicado en
plantea una pregunta sin poder darnos la 1961. El libro de Thomas Kuhn, La estructura
respuesta, que nos impone la obligación de de las revoluciones científicas, que debía in-
decidir pero sin incluir la decisión misma, troducir de una manera estable el término
que es el lugar en el que se efectúa la apues- de “paradigma” en el léxico intelectual in-
ta, pero no su propio resultado” (p. 151). ternacional, apareció el año siguiente. El re-
Jolles subrayaba la potencialidad crítica del descubrimiento de la casuística estaba enton-
caso en relación a las normas jurídicas o mo- ces, todavía varios años adelante de nosotros.
rales. Siguiendo sus pasos, observaré que si Pero el contexto pertinente de esta frase debe
se constituye en el objeto de una investiga- ser buscado en otro lado: en mi ambivalencia
ción circunscrita, el caso propiamente dicho, frente a este elemento “irreductiblemente in-
puede conducirnos a poner nuevamente en dividual”. De un lado, lo consideraba como
discusión los paradigmas epistemológicos do- un límite, pero de otra parte, veía un límite
minantes, al denunciar sus puntos débiles. De que permitía la generalización.
modo que entre los desarrollos posibles de la Encuentro una explicación a esta ambi-
hipótesis fundada sobre el paradigma indi- valencia, en un pasaje del Prefacio de mi
ciario, me parece que este tema del caso es libro Mitos, Emblemas, Indicios: un libro
uno de los más promisorios. que era una compilación de textos, y que
comenzaba recuperando este primer ensa-
yo, “Brujería y piedad popular”. En ese Pre-
Como lo había indicado en el co- facio, y para explicar la continuidad de mis
mienzo, llego ahora al último de los trabajos con las lecturas que había hecho a
tres elementos presentes dentro de mi en- mediados de los años cincuenta, poco an-
sayo “Indicios”: el elemento autobiográfi- tes de entrar a la Universidad, proponía una
co. Se trataba en verdad de una cripto-au- lista de nombres: “Croce y Gramsci (Cro-
tobiografía, evocada con mucha discreción. ce leído a través de Gramsci); Spitzer, Auer-
Quisiera ahora expresarme de manera más bach, Contini”.17 Subrayaba entonces que
explícita, esperando que estas breves re- se trataba de autores propuestos en esos
flexiones no les parezcan a ustedes dictadas años por la revista Officina, dirigida entre
por el narcisismo. La actitud que consiste otras personas por Pier Paolo Pasolini y por
en preguntarse cómo ha nacido una idea, Franco Fortini. Me separaban diecisiete

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17
Mitos, Emblemas, Indicios, Ed. Gedisa, Barcelona, 1994, p. 11.

la otra mirada de Clío [ 15 ] la otra mirada de Clío


Contrahistoria S
la otra mirada de Clío

años del primero, y veintidós años del se- bro de Mínima Moralia de Theodor
gundo. Pero igual que ellos, yo había leído Adorno, la Psicopatología de la vida coti-
a Croce a través de Gramsci para alejarme diana de Freud, Los Reyes Taumaturgos de
de Croce, de quien, sin embargo, había Marc Bloch, los ensayos de Aby Warburg,
permanecido deudor (como, de otra parte, y así por el estilo.
el propio Gramsci, pero también como toda Tal es, me parece, el camino que me ha
la generación de intelectuales que debían llevado hacia la formulación del paradig-
sufrir su influencia). ma indiciario. Pero para nuestras discusio-
Había en mi lectura un elemento muy nes, un tal itinerario no tiene gran interés.
personal: mi padre, muerto cuando yo te- Por definición, el contexto de un descubri-
nía cinco años, había estado muy ligado a miento y su justificación no coinciden en-
Croce. (El ejemplar del libro Historia de tre sí. El contexto tiene siempre una raíz
Europa en el siglo XIX, que yo había leído, subjetiva (y esto es válido, incluso si la for-
tenía escritas en la primera página algunas mulación de dicho descubrimiento, verda-
palabras de agradecimiento, dirigidas por dero o no, emana de un grupo). Pero la
Croce a mi padre, que le había indicado justificación es siempre intersubjetiva. Y el
algunos errores dentro de la parte consa- grado de fecundidad (por mi parte, yo di-
grada a la historia rusa). Y hoy comprendo ría más bien de traducibilidad interna) 18 de
que la importancia acordada al elemento una hipótesis, consiste en la posibilidad de
individual me venía de la estética de Cro- que seamos capaces de insertarla en el seno
ce, pero que la necesidad de superar ese ele- de diferentes subjetividades, al interior de
mento individual mediante una generali- contextos distintos, dentro de proyectos de
zación, me venía de parte de Gramsci. Así investigación diversos. El programa de este
que aquí están los anteojos a través de los Coloquio, nos invita a un verdadero ban-
cuales he debido leer, poco después, el li- quete de dichas diferencias.

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18
Releyendo este texto, me doy cuenta de que aquí se encuentra un eco inconsciente de una idea expresada por
Gianfranco Contini, en su libro Un’idea di Dante, Turín, 2001, p. 72 (en el que habla de la poesía).

la otra mirada de Clío [ 16 ] la otra mirada de Clío


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Semejanzas de familia y árboles de familia: S
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I dos metáforas cognoscitivas** R
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Imago Mundi Imago Mundi Imago Mundi Imago Mundi Imago Mundi

En su ensayo juvenil e inconcluso “Sobre la verdad y las mentiras en


un sentido no moral”, Nietzsche disuelve de manera agresiva la verdad
en toda una serie de figuras retóricas. Aquí está el principio de un
pasaje frecuentemente citado: “¿Qué es entonces la verdad? Una cam-
biante multitud de metáforas y de metonimias”.1 Los lingüistas y los
filósofos de la ciencia, inspirados frecuentemente de una manera indi-
recta por esta anotación de Nietzsche, han argüido repetidamente que
las metáforas moldean nuestro pensamiento.2 Pero en su versión am-
plia, el argumento en realidad es muy simple. Las metáforas cognosci-
tivas no trabajan dentro de un vacío; ellas interactúan con la evidencia
empírica, con las circunstancias sociales y biográficas, y con todo tipo
de objetivos y de restricciones —sean estas estéticas, morales y políti-
cas. Mi estudio de caso, basado en dos metáforas cognoscitivas relacio-
nadas muy de cerca con las imágenes —figuren, en el doble sentido,
tanto literal como metafórico—, podríamos esperar que arroje alguna
luz sobre este proceso y sobre sus diversas complicaciones.

CARLO G INZBURG / S EMEJANZAS DE FAMILIA Y ÁRBOLES DE FAMILIA : DOS METÁFORAS... CARLO G INZBURG / S EMEJANZAS DE FAMILIA Y ÁRBOLES DE FAMILIA : DOS METÁFORAS...

* El presente texto es una versión revisada de una ponencia que leí en Berlín, en Padua y en Chicago. Agradez-
co mucho a Gian Antonio Danieli, Andrea G. de Marchi y a Giovanni Ricci por sus útiles comentarios (Nota
de Carlo Ginzburg).
** Este texto fue publicado inicialmente en inglés en la revista Critical Inquiry, núm. 30, de la primavera de
2004. En él, Ginzburg retoma el complejo y fundamental problema de la relación o la dialéctica entre los
elementos singulares y los elementos generales, uno de los ejes esenciales de su ensayo sobre el paradigma
indiciario. Por eso, lo hemos incluido en este dossier de Contrahistorias, con la autorización del propio Carlo
Ginzburg, a quien agradecemos enormemente esta autorización, así como su apoyo en general para la compo-
sición de este número 7 de nuestra revista Contrahistorias. La traducción del inglés al español es obra de
Carlos Antonio Aguirre Rojas.
1
Friedrich Nietzsche, “Über Wahrheit und Lüge im aussermoralischen Sinne”, Werke: Kritische Gesamtausga-
be, edición de Giorgio Colli y Mazzino Montinari, 9 volúmenes en 33 (Berlín, 1973), 3.2.374: “Was ist also
Wahrheit? Ein bewegliches Heer von Metaphern, Metonymien”. Véase también, Carlo Ginzburg, History,
Rethoric, and Proof, (Hanover, N.H., 1999), p.8.
2
Véase R. S Wells, “The Life and Growth of Language: Metaphors in Biology and Linguistics”, en Biological
Metaphor and Cladistic Classification, editado por Henry M. Hoenigswald y Linda F. Wiener (Philadelphia,
1987), pp. 39-80.

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