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El Espíritu de Dios hace morada en cada creyente y nos da el poder que necesitamos para vencer
la influencia de la naturaleza pecaminosa en nosotros.
practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es
(1 Juan 3:9). El plan final de Dios para nosotros es la santificación total cuando
veamos a Cristo (1 Tesalonicenses 3:13; 1 Juan 3:2).
A través de su obra acabada en la cruz, Jesús satisface la ira de Dios contra el pecado y proporciona
a los creyentes la victoria sobre la naturaleza pecaminosa:
pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados,
(1 Pedro 2:24). En su resurrección, Jesús ofrece la vida a todos aquellos
atados por la carne corrupta. Aquellos que han nacido de nuevo ahora tiene este mandato:
también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor
(Romanos 6:11).