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Atravesar el bosque

Habría que atravesar el propio bosque de nuestra historia, para saber que contamos. Yo
cuento mi bosque, con su fronda, sus claros y sus oscuros, con sus zonas de hojarasca y
esos lugares mágicos dónde se encuentra el sol. Yo creo que uno se cuenta en sus cuentos.
Al contar es importante empezar y transitar por aquellos cuentos que me contaron, esos
que están en mi sangre, en la memoria del cariño, esos que aún sin recordar el rostro del
contador, prevalece por el latir de la emoción. Más tarde elegí mis cuentos y también me
pegue a aquellos que dejaron huella. Uno cuenta su historia, lo que le va pasando, lo que
desea que le pase, y lo encuentra en un libro justo dice lo que siento., buscar el sol en
los textos. Porque uno no cuenta solo lo que leyó, cuenta lo que el cuento hizo en mi,
cuenta lo que con su arte el autor despertó en mi. No cuento el bosque cuento como lo
atravieso. No cuento la rosa, no es la rosa lo que importa, lo que importa es lo que la rosa
hizo en mi, y desde ahí, cuando digo había una vez una rosa, la despierto en la memoria
del escucha.
También es importante leer la vida, abrirse al cuento que transita: el paisaje, no solo el
bello que busco en mis viajes, sino el cotidiano: como camina la gente, el cambio del
árbol de la vereda según la hora o el tiempo, los colores del supermercado, los ruidos que
me perturban, el silencio tan ansiado, la luz y sus pequeños matices, el tiempo que pasa ,
no detengo y me lleva, la cebolla que llora y va dejando sus vestido de oro, el perro que
me trepa, lame y creo que me quiere, Y los rostros: no hay mejor paisaje que los rostros
de los seres humanos, dicen tantas cosas, son tantos personajes. Juntar todos los recortes
del día con sus riquezas y variantes y encontrarlos en algún cuento alguna vez.
Recuerdo un cuento (y no su autor, que ya se perdió en el bosque del olvido): el pintor no
quería pintar el pájaro, él deseaba pintar el vuelo del pájaro.
Y también impregnarnos de los otros hermanos del arte: la pintura, el cine, la música, el
baile, porque cada uno con sus distintos lenguajes, saben decir. Eso nos hará más sensibles
a ser escuchas, observadores, saber que me pasa frente al arte, nos hará más ricos y le
dará una dimensión distinta a la palabra que busco para decir mi arte.
Por eso es tan difícil recomendar textos, cuentos, para contar, tiene que ver con vos, con
tu historia, tu sensibilidad, con tu talle.
Y sobre todo no pienses tanto en la audiencia, pensa en contagiar tus sentimientos, en ser
genuino y fiel. Si a vos te toca, tocas al otro con tu verdad. Y eso siempre llega.
Atravesá tu bosque, buscá en tu memoria, en tu piel, en tus cocinas, y después lee, lee,
lee, hasta que entre muchos, llegues a ese cuento que es el de tu medida, belleza y estilo.

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