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En el nombre y con la gracia de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Yo, Alfonso, rey por la gracia de Dios, os otorgo esta carta de donación y confirmación a
vosotros todos, pobladores de Calatayud (localidad cercana a Zaragoza) que ahora la pobláis y
a todos los que aquí en adelante vengan a poblarla, por amor de Dios y por qué la pobléis bien,
y para que todas las gentes vengan a poblarla con buena voluntad, y para que estéis
congregados por honra de Jesucristo, nuestro Señor, y Santa María, Madre de Dios, y de todos
los santos; para honor y salvación de todos los cristianos y para maldición de los infieles
(paganos) a quienes el Señor Dios destruya. Amén.
Os otorgo y concedo fueros tales cuales vosotros mismos me lo habéis pedido

Ningún vecino de Calatayud sea preso por motivo alguno fuera de Calatayud, ni responda
fuera de su concejo ante hombre alguno: quien le aprehendiere por la fuerza pague mil
maravedís; una tercera parte al Rey, otra al Concejo y otra al querellante, y el Señor y el
Concejo le ayuden.

Si acaeciera que encontraran casualmente a un hombre muerto dentro del término, no sea
considerado homicidio. El vecino de Calatayud que pueda tener hombres en su solar,
cristianos, moros o judíos, sea responsable ante sí y ante ningún otro Señor

Fuero de Calatayud. Alfonso II de Aragón Año 1172


1521, 19 de abril. Declaración del emperador Carlos V en la Dieta de Worms

Vosotros sabeis que Yo desciendo de los emperadores cristianísimos de la noble nación


de Alemania, y de los reyes católicos de España, y de los archiduques de Austria y
duques de Borgoña; los cuales fueron hasta la muerte hijos fieles de la Santa Iglesia
Romana, y han sido todos ellos defensores de la Fe católica y sacros cánones, decretos y
ordenamientos y loables costumbres, para la honra de Dios y aumento de la Fe católica
y salud de las almas. Después de la muerte, por derecho natural y hereditario, nos han
dejado las dichas santas observancias católicas, para vivir y morir en ellas a su ejemplo.
Las cuales, como verdadero imitador de los dichos nuestros predecesores, habemos por
la gracia de Dios, guardado hasta agora. Y a esta causa, Yo estoy determinado de las
guardar, según que mis predecesores y Yo las habemos guardado hasta este tiempo;
especialmente, lo que ha sido ordenado por los dichos mis predecesores, ansi en el
Concilio de Constancia, como en otros.

Las cuales son ciertas, y gran vergüenza y afrenta nuestra es, que un sólo fraile
[Lutero], contra Dios, errado en su opinión contra toda la Cristiandad, así del tiempo
pasado de mil años ha, y más como del presente, nos quiera pervertir y hacer conocer,
según su opinión, que toda la dicha Cristiandad seria y habría estado todas horas en
error. Por lo cual, Yo estoy determinado de emplear mis Reinos y señoríos, mis amigos,
mi cuerpo, mi sangre, mi vida y mi alma; porque sería gran vergüenza a mí y a vosotros,
que sois la noble y muy nombrada nación de Alemania, y que somos por privilegio y
preeminencia singular instituidos defensores y protectores de la Fe católica, que en
nuestros tiempos no solamente heregia, mas ni suspición de ella, ni disminución [de] la
Religión cristiana, por nuestra negligencia, en nosotros se sintiese, y que después de
Nos quedase en los corazones de los hombres para nuestra perpetua deshonra y daño y
de nuestros sucesores. Ya oísteis la respuesta pertinaz que Lutero dio ayer en presencia
de todos vosotros. Yo os digo, que me arrepiento de haber tanto dilatado de proceder
contra el dicho Lutero y su falsa doctrina. Estoy deliberado de no le oir hablar más, y
entiendo juntamente dar forma en mandar que sea tomado, guardando el tenor de su
salvoconducto, sin le preguntar ni amonestar mas de su malvada doctrina, y sin procurar
que algún mandamiento se haga de como suso es dicho; e soy deliberado de me
conducir y procurar contra él como contra notorio hereje. Y requiero que vosotros os
declareis en este hecho como buenos cristianos, y que sois tenidos de lo hacer como lo
habeis prometido.

Hecho en Bormes a 19 de abril de 1521, de mi mano. Yo el Rey.


"De todas las tierras que se extienden de Occidente a la India, tú, sacra Hispania eres
la más bella, madre siempre feliz de príncipes y pueblos. Por derecho te corresponde
ahora gobernar sobre todas las provincias (...) Tú eres el orgullo y el adorno del
mundo y la parte más ilustre de la tierra, en la que goza y florece espléndidamente la
gloriosa fecundidad del pueblo godo. Con justicia te dotó la indulgente naturaleza tan
abundantemente de todas las cosas creadas. Eres rica en frutos, copiosa en uvas,
alegre en cosechas; te vistas de mieses, te sombreas de olivos, te coronas de vides.
Eres olorosa en tus campos, frondosa en tus bosques, abundante en peces frente a tus
costas. Te hayas situada en la región más grata del mundo: ni te abrasa el ardor
tropical del sol, ni languideces entre rigores glaciales. Ceñida por la templada zona del
cielo, te alimentas de felices y blandos céfidos. [...] Feracísima por tus caudalosos
ríos, amarilleasen torrentes que arrastran pepitas de oro y engendras buenos caballos
[...] Eres, además,rica en hijos, en piedras preciosas y púrpura, y
fertilísima en talentos y regidores de imperios, y así eres tan dichosa al parir a
tus príncipes como opulenta para adornarlos. Con razón hace tiempo que te codició la
áurea Roma, cabeza de los pueblos. Mas aunque los victoriosos herederos de Rómulo
fueran los primeros en desposarse contigo, al fin vino la floreciente nación de los
godos, tras innumerables victorias en todo el orbe, y te raptó para amarte; y desde
entonces, entre emblemas regios y abundantes tesoros, te goza en la feliz seguridad del
imperio"
San Isidoro de Sevilla Laus Spaniae en Historia Gothorum (624) versión de
Alvarez Junco

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