Está en la página 1de 86

TEMAS FUNDAMENTALES EN LA

TEOLOGIA DE SAN LORENZO DE BRINDIS

SU M A R IO

I .— C a r a c t e r ís t ic a s d e l nuevo D octor:
1 .—Preparación científica.
2 .— Ciencia "eminente” de San Lorenzo.
3 . —San Lorenzo, "Doctor apostólico".

I I .— S an L o r e n zo , d efen so r de la I g l e s ia .
1 .— 'L a Iglesia, sociedad visible: C o n ce p to lu te r a n o de la Ig le s ia com o so­
c ie d a d in v is ib le .— L a d o c t r in a c a t ó lic a ex p u esta por San L o r e n z o ...
2 .— Notas de la verdadera Iglesia de Cristo: A ) U n id a d d e la I g le s ia .— B ) L a
sa n ta I g le s ia c a tó lic a .— C ) La C a to lic id a d de la I g le s ia .— D ) La Ig le s ia
verdad era ha de ser a p o s tó lic a .
Z.—La Iglesia, fundada sobre Pedro: N e g a c ió n lu te r a n a d e l p r im a d o de San
P e d r o .— D e fe n s a d e l p r im a d o p o r San L oren zo.
i.—La Iglesia y la Escritura.
5 .— Hipotiposis” del luteranismo e "hipotiposis" de la Iglesia.

I I I .— I deas b a s ic a s para una c o n c e p c ió n c r is t ia n a del hom bre :


1. —Visión cristocéntrica del hombre en San Lorenzo de Brindis: A ) P redes­
t in a d o s en C r is t o .— B ) C read os en C r is to , a su im a g e n .— C ) D e ific a d o s
en C r is t o .— D ) El hom bre pecador y C r is t o .— E ) R egen erados y g lo r ifi­
cad os en C r is to .
2 .— Lucha en torno al "hombre cristiano": A ) E l h u m a n is m o r e n a c e n t is t a .—
B) A n t ih u m a n is m o lu t e r a n o .— C ) D e fe n s a c a t ó lic a del h om bre ante Dios.
3 .— El hombre puede ser "santo” delante de Dios: A) E le v a c ió n y c a id a del
h o m b r e .— B ) J u s t ific a c ió n del p ic a d o r .— C ) S e n tid o de la s buenas obras
del c r is t ia n o .
4 .— J e s ú s el "Hombre” idealmente perfecto.
I V .— J e s u c r is t o t ie n e el p r im a d o en todas las cosas :
1.— In principio erat Iesus: A) La sa n ta H u m a n id a d de C r is t o .— B ) Jesú s
«cora zón » de D io s : O b je t o del su prem o am or d iv in o .— C o r a z ó n de la
T r in id a d v u e lto h a c ia el m u n d o .— C ) Jesú s, fu n d a m e n to de la c r e a c ió n
n a t u r a .— D ) Primacía de Jesús en el orden sobrenatural: a ’) Jesú s el
p r im e r p r e d e s t in a d o .— b ’ ) Jesú s segu n d o A dán, M a r ía segunda E v a — c ’)
Jesús C a b eza de la I g le s ia .— d ’ ) J e s ú s y lo s e s p ír it u s a n g é lic o s .— e ’) J e s ú s
p r im o g é n ito e n tre m u ch o s h erm an os.
32 TEM AS FUNDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

2 .— Jesús y el misterio del pecado: A ) I n t e n t o s d e s o l u c i ó n a l p r o b l e m a . —


B ) L asolución cristocéntrica al misterio del pecado en San Lorenzo:
a ’) Jesús y el p ecado de lo s á n g e le s .— b ’ ) El p ecado del h om b re su bor­
d in a d o a C r is to .
3 .— Jesús y la ’’actual" economía de salvación: A) C uál es la « a c tu a l» eco­
n o m ía de s a lv a c ió n .— B ) Su fu n d a m e n ta c ió n y u n id a d en C r is to .

V .— E l " M is t e r io de M a r ía ” segú n S an L orenzo de B r in d is :


1. —Principios fundamentales de la Mariologia laurenciana: A) Las basas de
la M a r io lo g ia la u r e n c ia n a .— B ) H a c ia un p r in c ip io fu n d a m e n ta l de la
M a r io lo g ia .
2 .—Mariologia cristocéntrica.
3 .— María en el plan divino de salvación: E x p o s ic ió n del p e n s a m ie n to da
San L o r e n z o .— A p lic a c ió n a te m a s co n cre to s: La In m a c u la d a con cep­
c ió n . La M a te r n id a d e s p ir it u a l de M a r ía .— M a r ía y la Ig le s ia .

V I . — L e c c ió n de l n u e v o D o c t o r d e l a I g l e s ia p a r a l o s t e o l o g o s a c t u a l e s :
1 .—Retorno de la teología a sus Fuentes.
2 .— Contacto de la teología con la vida y la acción d° la Iglesia.
3 .— Jesucristo, Centro de la teología católica.

El día 19 de marzo de 1959, el Papa Juan XXIII firmaba la Bula


«Celsitudo ex liumilitate»,por la que constituye y declara a San Lo­
renzo de Brindis D octor Lo que la Iglesia
de la I g l e s ia U n i v e r s a l .—

quiere decir cuando declara doctor a alguno de sus hijos insignes,


nos lo recuerda la citada Bula, siguiendo el pensamiento de Bene­
dicto XIV y de los teólogos: la Iglesia propone como doctores suyos
únicamente a aquellos que sobresalen por su santidad de vida desta­
cada, canonizada; y por su eminente doctrina sobrenatural. La san­
tidad de vida es un presupuesto básico indispensable; pero como
nota distintiva y específica del «doctor», pensamos en seguida en su
ciencia «eminente». La eminencia de esta ciencia del doctor se com­
pone de tres elementos fundamentales: ha de ser en sí misma des­
tacada, dentro del ambiente enque vivió el santo doctor. Además, ha
de ser una ciencia que se haya hecho notar por su influencia en el
bien común de la Iglesia: en la defensa, extensión y explicación de
las verdades reveladas. Finalmente, debe valorarse en toda su impor­
tancia el hecho de que la Iglesia considere como esencial la íntima
compenetraciónentre la ciencia y lasantidaddevidaenla persona de
sus doctores. El Espíritu Santo enseña toda verdad a la Iglesia por
medio de los obispos, la autoridad doctrinal jerárquica; pero tam­
bién por vía carismática, y bajo la dirección de la Jerarquía, puede
un cristiano enseñar en la Iglesia. La santidad de vida es el sello di­
vino puesto sobre la actividad docente y sobre la ciencia eminente
del doctor.
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 3d

I.—CARACTERISTICAS DEL NUEVODOCTOR

Cada uno de los doctores de la Iglesia, dentro de los rasgos comu­


nes, tiene su manera personal de verificar las condiciones exigidas
por la Iglesia. La Iglesia misma reconoce estas peculiaridades al de­
clarar doctores a hombres de diversas épocas, preocupaciones y orien­
taciones doctrinales dentro de la ortodoxia. Y también de distinto va­
lor en cuanto al contenido, alcance y forma de proponer la doctrina
de salvación.
Vamos a empezar nuestro estudio sobre la doctrina de San Lo­
renzo de Brindis recogiendo las características más salientes del nue­
vo Doctor. Estas reflexiones previas nos ayudarán a ambientar y
comprender mejor los temas teológicos, que van a constituir el obje­
to principal de nuestro estudio.
1. Preparación científica .—La formación científica de San Lo­
renzo fue la ordinaria entre los Capuchinos de su tiempo y de su
provincia de Venecia (1). Aunque tengamos en cuenta sus dotes ex­
cepcionales —que sin duda poseía—, hay que recordar que los estu­
dios realizados por el Santo no fueron especializados. En marzo de
1576 comenzó el estudio de la Filosofía. En septiembre de 1577 inició
los estudios teológicos, interrumpidos alguna vez por motivos de sa­
lud. Tres años más tarde, en diciembre de 1581, recibía el diaconado
y la facultad de predicar. Al año siguiente fue ordenado de sacerdo­
te. Más adelante tuvo todavía oportunidad de seguir cultivando los
estudios sagrados. Los años 1587-1590 fue Lector enel Estudio de Ve-
necia; si bien su actividad científica no hay que suponerla demasia­
do absorbente, ya que al mismo tiempo eraSuperior de la casay pre­
dicador (2).
Aunque la formación teológica no excedió lo acostumbrado en su
Orden y en su tiempo; sin embargo, la asiduidad y continuidad de
San Lorenzo en los estudios, durante todo el tiempo de su vida fue­
ron realmente excepcionales. La publicación de las obras completas
ha puesto de manifiesto que la erudición de SanLorenzo en las cien­
cias sagradas era extraordinaria. El éxito y la madurez a que llega-

(1 ) S obre la s itu a c ió n de lo s E s t u d io s en la orden C a p u c h in a en este t ie m p o


p u ed e verse M e lc h o r Historia generalis O. F. M. Cap.
d e P o b l a d u r a , O . F . M . C a p .,
( R o m a e , 1 9 4 7 ), v o l . I , p p . 2 1 2 -2 2 4 . I d . : Significado y amplitud de los estudios en
la Orden Mapuchina durante el primer siglo de su existencia, E s t u d i o s F r a n c i s ­
can os 52 (1 9 5 1 ) 3 1 7 -3 4 6 .
(2 ) H i e r o n i m u s a F e l l e t t e , O . F . M . C a p ., S . Laurentii a Brundusio zelus apos-
tolicus ac scientia. V e n e tiis , 1957, X I V -3 0 9 pp. 4ss.

3
34 TEM AS FUNDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

ronsus estudios quedará de manifiesto enlos diversos tratados, que el


nuevo Doctor nos ha legado sobre diversos temas de la teología ca­
tólica.
Esta asiduidad a los estudios sagrados y sus dotes intelectuales
nada comunes, le granjearon, ya en vida, fama de hombre eminente
por su ciencia sagrada. Com o testimonio de su saber solo podía adu­
cirse entonces su predicación, ejercida principalmente en Italia y en
los países del imperio germánico. Sus escritos nunca fueron prepa­
rados para la imprenta. Con sumuerte cesó, de momento, suinfluen­
ciadoctrinal y su magisterio en la Iglesia. La fama de suciencia per­
vive en los numerosos testimonios recogidos en los procesos de bea­
tificación y canonización (3). Cuando, en 1734, los teólogos de la Sa­
grada Congregación de Ritos emitieron su opinión sobre las obras
manuscritas de San Lorenzo, ya alguno de ellos propuso la idea:
«.Laurentius vere intvr sanctos Ecclesiae doctores adnumerari po-
test» (4). En 1928 comenzaron a publicarse los manuscritos del San­
to, que hasta entonces se conservabadel todo inéditos. La mayor par­
te de sus obras son temas predicables. Su interés es de orden prácti­
co: para el estudio de la predicación sagrada enlos años de San Lo­
renzo; para orientar la vida espiritual cristiana y para comprender
la misma espiritualidad del Santo Doctor. En cambio, obras como el
Mariale, <iLutheranismi Hypotyposis», «Explanatio in Geñesim», fue­
ron una sorprendente novedad para los teólogos de aquellos años y
hasta nuestros días. Estas tres obras, sobre todo, tuvieron una favo­
rable acogida por la crítica, a medida que se iban difundiendo (5).
Hay varios testimonios de aquellosaños enqueseaugurayesperapara
nuestro Santo el título de Doctor de la Iglesia. Las peticiones a fa­
vor del Doctorado de San Lorenzo se hicieron cada vez más nume­
rosas, hasta llegar a feliz éxito el 19 de marzo de 1959 (6).
2. Ciencia «eminente» de San Lorenzo.—La ciencia de un Doc­
tor de la Iglesia se distingue, también, por su influjo en el bien co­
mún de la Iglesia: es una ciencia puesta al servicio directo del pue­
blo cristiano, para ayudarle a conocer mejor y vivir las verdades de
salvación.
También aquí es menester tener presente que el modo de influen­
cia puede ser muy distinto. Hay doctores de la Iglesia de gran cate-

(3 ) R ecog e n u m erosos te s t im o n io s el P . H . d e P e l l e t t e , ob. cit., p a s s im .


(4 ) I d ., ob. c it ., p. 217.
(5 ) ob. cit., p p . 2 1 9 -2 3 5 ; 2 3 5 -3 0 8 .
H . de P e lle tte ,
(6 ) Puncta histórica incausa Doctoristituli S. Laurentio aBrundusioconce-
dendi, A n a l . O . F . M . C a p . 7 5 ( 1 9 5 9 ) 8 8 -8 9 . M e l c h o r d e P o b l a d u r a , O . F . M . C a p . ,
Los procesos de beatificación y canonización del nuevo doctor de la Iglesia, San
Lorenzo de Brindis C o l l e c t a n e a F r a n c i s c a n a 2 9 ( 1 9 5 9 ) 3 6 2 - 4 2 8 ; p p . 4 2 6 -2 8 .
ALEJAN D R O DE V IL L A L M O N T E ¿5

goría científica, pero cuya influencia en el pueblo cristiano como tal


ha sido muy remota e indirecta. Apenas han ejercido personalmente
el apostolado de la palabra; y luego sus escritos científicos son acce­
sibles a un número reducido de teólogos especializados. Durante su
vida San Lorenzo ejerció un magisterio más directo enel pueblo cris­
tiano. Como gran predicador, su palabra fue escuchada en muchas
regiones de Italia y del imperio germánico. Para comprender el al­
cance integral del magisterio de San Lorenzo, esta su actividad apos­
tólica, su actividad personal mediante la enseñanza y predicación
oral, es indispensable. Tenemos casos análogos entre los doctores de
la Iglesia. San Pedro Crisólogo y San Antonio de Padua, no desta­
canpor su importancia en el campo de la ciencia teológica. Las obras
que se conservan son de tipo predicatorio, han sido leídas por muy
pocos y han influido muy tenuemente en el desarrollo de la Ciencia
sagrada. Cuando la Iglesia los declara sus doctores, tiene en cuenta
suciencia sobresaliente', pero se fijó, especialmente, en la influencia
excepcional de su magisterio oral, en la ciencia comunicada en for­
ma viva por medio de la palabra.
La Iglesia tiene derecho a determinar las cualidades que ella re­
quiere en los que son declarados sus doctores. El concepto de «doctor
de la Iglesia» no puede ser determinado a priori, sino partiendo del
examen concreto de las cualidades que de hecho requiere la Iglesia
en los santos proclamados como tales. A base de las peculiaridades
que la Iglesia admite en los diversos «doctores», se puede elevar el
concepto general de «doctor de la Iglesia» y de sus notas distintivas
esenciales. Cuando San Lorenzo fue declarado Doctor evidentemente
se tuvieron en cuenta los méritos contraídos por el Santo como Pre­
dicador, la repercusión y eficacia de su m agisterio oral en el pueblo
cristiano. Incluso hay en San Lorenzo otro aspecto interesante y
nuevo : él defendió la doctrina sagrada de la Iglesia no solo con la
palabra, sino también con su acción y en forma destacada y eficaz.
La actividad diplomática de primer orden que desplegó San Loren­
zo, se hace notar por su significado y finalidad intensamente religio­
sa y de servicio a la Iglesia y defensa de la fe en el pueblo cristia­
no. Por circunstancias históricas que no es del caso examinar, la doc­
trina de salvación era entonces atacada y defendida por medios hu­
manos al parecer desproporcionados e indignos: la acción diplomá­
tica y la actividad guerrera. De ahí este aspecto «militante» de la
misma actividad apostólica de San Lorenzo. Da testimonio de ello el
Papa Juan XXIII en frase lapidaria: «ore docuit, calamo erudivit
utroque militavit» (7). San Lorenzo predicaba y escribía camino de

(7 ) B u la " C e ls itu d o ex h u m i l i t a t e ” , A A S , 51 (1 9 5 9 ) 458.


<"l6 TEM AS FUNDAM ENTALES EN LA T E O L O G I A ...

su actividad diplomática y aun guerrera. Y su intensa y eficiente


actividad diplomática era una «política de Dios y gobierno de Cris­
to». No era más que la misma actividad apostólica «continuada por
otros caminos».
3. San Lorenzo «Doctor apostólico».—M ons. Eortignon, obispo de
Padua, gran conocedor de San Lorenzo y promotor de su exaltación
como doctor de la Iglesia, al querer sintetizar las características del
nuevo doctor le llama «Doctor apostolicus» (8). Recordemos el signi­
ficado de denominaciones análogas: doctor melifluus —doctor ange-
licus— doctor seraphicus. Según esto, lo característico del magisterio
de San Lorenzo como doctor de la Iglesia será la íntima compene­
tración que logran en él la ciencia sagrada y la actividad apostólica
en las más variadas formas: compenetración entre la teología y la
vida santa.
Más de una vez se ha hecho notar la escisiónque, en ciertas épo­
cas, y en determinados hombres de la Iglesia, ha existido entre la
ciencia teológica por una parte y la vida santa y la acción apostólica
por otra. Los tiempos clásicos de la íntima unidad y compenetración
de la ciencia-vida-acción sobrenatural, fueron los siglos en que vivie­
ron hombres como San Atanasio, San Agustín, San Cirilo de Alejan­
dría. Todavía se conserva intacta esta unidad hasta bien entrada la
Edad Media en hombres como San Buenaventura: teólogo-santo,
hombre de intensa acción apostólica. Posteriormente, la actividad de
teología ha adquirido un carácter demasiado restringido y técnico,
aplicándose preferentemente a los cultivadores de la alta especula­
ción e investigación en el campo de la Ciencia sagrada. Sin embargo,
la Iglesia ha elegido para doctores suyos a muchos que no han anda­
do por los caminos de la alta investigación científica. San P. Cani-
sio, San Francisco de Sales, San Antonio de Padua, y otros no se han
distinguido por su originalidad y profundidad teológico-científica.
Para declarar doctores a estos beneméritos hijos suyos la Iglesia tuvo
en cuenta más que nada los méritos contraídos en la defensa y ex­
posición de la doctrina sagrada al pueblo cristiano; en la eficacia
de su apostolado oral y escrito para dirigir a toda clase de hombres
por el camino de la salvación.
Según esto, al Doctor de la Iglesia hay que valorarlo, ante todo,
ensu calidad de «testigo» de la fe y de la doctrinade la Iglesia. Cada
Doctor es un testigo destacado y especialmente autorizado de la tra­
dición religiosa doctrinal de la Iglesia. Naturalmente, la Iglesia se

(8 ) En el p r ò lo g o a la o b r a d e l p . C la u d io de S o le s in o , L ’Apologetica di S. Lo­
renzo di Brindisi. Originalità. Studio Storico-critico. V e n e z ia , 1959.
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 37

reserva el derecho de autorizar como «doctor» suyo a este o al otro


de los que enseñan al pueblo. Si no existe santidad eminente la Igle­
sia no autoriza a nadie como doctor. Este proceder es una enseñanza
continua. Se nos quiere llamar una y otra vez la atención sobre el
nexo indestructible, interno y objetivo entre la ciencia sagrada, vi­
da santa y acción apostólica. Y esto en una doble dirección: en
cuanto que la vida santa y la acción apostólica deben estar dirigi­
das por la fe y la ciencia sagrada derivada de la fe; y también en
cuanto que la fe y la ciencia sagrada deben impulsar y terminarse
connaturalmente en la vida santa y en la acción apostólica.
Mediante las anteriores consideraciones queda valorizado el ma­
gisterio de San Lorenzo y su denominación de «Doctor apostolicus».
Las enseñanzas de San Lorenzo y, en su caso, la reflexión teoló­
gica brotó en él al contacto con los problemas vivos que le plantea­
ba el cuidado de las almas y la actividad apostólica. Igualmente, su
actividad apostólica estaba dirigida por la ciencia sagrada. Caso pa­
radigmático en este sentido es su obra «Lutheranismi Hypotyposis»:
brota a impulsos de las necesidades apostólicas y la inquietud por
la salvación de las almas es la que le lleva a profundizar sus estu­
dios de teología y controversia antiluterana. Finalmente, en el ma­
gisterio de San Lorenzo hay que resaltar también el valor del «tes­
timonio»: La Iglesia al declararle su Doctor, le ha escogido como
«testigo» especialmente autorizado para conocer la enseñanza reli­
giosa de la Iglesia en la época en que vivió San Lorenzo y actual­
mente. San Lorenzo ejerció su magisterio en una época extraordi­
nariamente importante en la Historia de la Iglesia. A fines del si­
glo xvi y principios del la Iglesia necesitaba hombres que die­
x v ii

sen testimonio del verdadero cristianismo frente a la rebelión pro­


testante y que al mismo tiempo sirviesen de impulso a la Reforma
entera de la vida cristiana emprendida en Trento. El magisterio de
San Lorenzo tiene este doble aspecto. Por una parte es, en sus es­
critos polémicos, un testimonio de la tradición religiosa de la Iglesia
frente al Protestantismo y por otra parte, en los escritos no polé­
micos aparece como un gran impulsor de la vida cristiana, del re­
nacimiento de la vida cristiana que estaba en marcha por aquellos
mismos años.
**

En el presente trabajo vamos a exponer algunos temas funda­


mentales de la teología de San Lorenzo. Desde que en 1928 comen­
zaron a aparecer las obras del santo Doctor, ya han sido estudiados,
38 TE M A S FUNDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

monográñcamente, todos los temas principales de su teología (9).


Sin embargo, hemos creído que un trabajo de conjunto, aunque sea
breve, resultaría de interés. Principalmente para los lectores de ha­
ble española.

II.—SANLORENZODEFENSORDELA IGLESIA
La doctrina eclesiológica de San Lorenzo tiene una orientación
marcadamente «apologética». Sus enseñanzas sobre la Iglesia se en­
cuentran casi exclusivamente en la gran obra de controversia «Hi-
potiposis del Luteranismo». La finaPdad de la obra y las circunstan­
cias en que fue escrita influyen en la amplitud y sentido de los pro­
blemas estudiados. La exposición que Lorenzo hace de la Eclesio-
logía católica no es completa: es más bien una selección de temas
eclesiológicos, los que juzgó más aptos y eficientes frente a los erro­
res protestantes que intentaba combatir. Por eso, se hace inevitable
que el lector o intérprete de la doctrina laurenciana tenga siempre
presente las afirmaciones fundamentales de la eclesiología luterana,
para entender el valor y alcance concreto de las correlativas afirma­
ciones de San Lorenzo (10).
1.—La Iglesia, sociedad visible.
Para el concepto católico de la Iglesia es esencial el carácter vi­
sible y social de la misma. Lutero vela en la Iglesia una comunidad

(9 ) L a b ib lio g r a fía p ara cada u n o d e e sto s te m a s fu n d a m e n ta le s d e la t e o lo g ía


la u r e n c ia n a la ire m o s in d ic a n d o a su d e b id o tie m p o . S obre la te o lo g ía del S a n to
D octor y su a c t iv id a d c ie n tífic a en gen eral pueden v erse, p r in c ip a lm e n t e : S. Lo­
renzo de Brindisi. Studi. C o n fe r e n z e c o m m e m o r a tiv e d e ll’e d iz io n e «O p era o m n ia » .
R om a, 8 -1 5 m a g g io , 1949. Ed. P adova, 1951, X III -2 6 1 pp. Jerom e de P a r is ,
O. F. M. Saint Laurent de Brindes. L ’homme et le saint. L ’infatigable
C a p .,
Apôtre. Le Maitre es-sciences sacrées. R o m a , s . a ., 8 3 p p . S p e d a l i e r i , F r a n c e s ­
c o , S . I ., Gli scritti di San Lorenzo de Brindisi, C o l l e c t a n e a F r a n c i s c a n a 2 9 ( 1 9 5 9 )
1 4 5 -1 6 5 .
(1 0 ) S obre el tem a e s tu d ia d o en este a p a rta d o pueden verse: D oroteu de
V illa lb a , o. F . M . C a p ., Sant Lorenço de Brindis apologista de l'Eglesia contro el
Luteranisme, E s t u d is F r a n c is c a n s 48 (1 9 3 6 ) 1 1 3 -1 4 3 . C o n s ta n t in de P lo g o n n e c ,
O . F . M . C a p ., L’Apologie de l’Eglise par S. Laurent de Brindes. P a r i s , 1 9 3 6 , X V I -
1 2 2 p p . I d . , S. Laurent de Brindes et sa Luthéranisme Hypotiposis, E t u d e s F r a n c i s ­
c a i n e s 4 6 ( 1 9 3 4 ) 6 6 2 -6 7 3 . I d . , S . Laurent de Brindes Apologiste, Son ouvre, sa me­
thods, ses sources. C o l l e c t a n e a F r a n c i s c a n a 7 ( 1 9 3 7 ) 5 6 - 7 1 . A n t o n i o M . ’ d e B a r c e ­
l o n a , O . F . M . C a p . , S a n Lorenzo de Brindis y la Contrarreforma, E s t u d i o s F r a n ­
c i s c a n o s 4 9 ( 1 9 4 8 ) 2 6 1 -2 6 9 . C l a u d i u s a S o l e s i n o , O . F . M . C a p . , L ’Apologetica di
S. Lorenzo da Brindis. Originalità. Studio Storico-critico. V e n e z i a , 1 9 5 9 ; X V I - 4 3 0
p á g in a s .
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E <9

de hombres que tienen la misma fe y el mismo Espíritu Santo: rea­


lidades puramente internas que se manifiestan mediante la predica­
ción de la auténtica Palabra evangélica y de la administración evan­
gélica de los sacramentos.
Comprenderemos un poco esta doctrina luterana sobre la Iglesia
si nos fijamos en lo que pudiéramos llamar idea germinal del lute-
ranismo: Lutero parte, como experiencia religiosa fundamental, de
la ultra-trascendencia de lo divino: \Deus semper maiorl Pudo él
buscar apoyo en la idea del Dios «SANTO» tal como parece dominar
en muchos pasajes del A. T.; pero fue, sobre todo, su propio talante
religioso el que le llevó a este sentimiento extremoso de laultra-tras-
cendencla de Dios, alejado de la auténtica idea de Dios que nos ofre­
ce la Revelación. De esta sobre exaltación de lo divino se siguen dos
consecuencias básicas en todo el sistema luterano: La primera es un
riguroso «teopantismo», es decir, que lo divino y sobrenatural, siem­
pre que se manifiesta en el mundo aniquila, destruye todo lo huma­
no y natural. Dios es el ser infinitamente «Otro» y lejano, que ab­
sorbe en sí toda actividad del hombre. De aquí se sigue la omnímoda
pasividad de lo humano y creado en general frente a lo divino; la
imposibilidad de toda colaboración humana en el plan de lo sobrena­
tural, por que Dios lo obra todo en el hombre sin el hombre. Esta
inactividad humana frente a Dios es propuesta, ante todo, en el or­
den religioso, moral, sobrenatural. Así como latesis correlativa de que
Dios solo lo obra todo en el hom bre también se refiere a este mismo
orden moral, religioso y sobrenatural, en primer término.
En este contexto se concibe bien la negación luterana de la Igle­
sia como medio de salvación propuesto por Dios. El hombre, ante lo
sobrenatural, sólo puede hacer una cosa: dejarse dominar por lo di­
vino mediante la fe fiducial. Mediante esta confianza salvadora se
hace partícipe de la salvación y logra la seguridad completa de que
está ya salvado en Cristo. En tal caso la Iglesia como el gran medio
de salvación propuesto por Dios carece de sentido y resulta imposi­
ble. Y entonces toda la acción de la Iglesia, su triple potestad me­
diante la cual Dios escoge a algunos hombres como colaboradores en
la salvación de los demás, no tiene sentido. Es una obra humana y,
por tanto, una profanación de la santidad de Dios que quiere verifi­
carse en el hombre inmediata y directamente.
La acción de la Iglesia, cuando llega a admitirse, queda vaciada
de contenido y profundidad. Su poder santificador no llega a produ­
cir en el hombre una interna y real trasformación, un nuevo naci­
miento; sino que se contenta con crear una nueva relación entre
Dios y el hombre, por medio de la fe fiducial, la confianza salvadora.
El poder gubernativo también es puramente externo. El hombre se
40 TEM AS FUNDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

siente internamente obligado únicamente por el Evangelio, al cual se


entrega por la confianza salvadora. Pero la autoridad de la Iglesia
no es ninguna ayuda dada por Dios para mejor cumplir la ley ínti­
ma del Evangelio que Dios, inmediatamente, promulga en el espíritu
de cada creyente. El justificado vive de esta fe fiducial o confianza
salvadora: esta es su ley, aquí le obliga Dios y nunca por medio de
la Iglesia (11).
Sin embargo, todavía Lutero conoce algún aspecto externo de la
Iglesia, según lo expone San Lorenzo. Así, describe Lutero la Iglesia
como una multitud de creyentes, unidos en la Predicación de la Pa­
labra de Dios; en el uso genuino del Bautismo y de la Eucaristía y
de los sacramentos en general (12). En ocasiones menciona Lutero,
en formas distintas, las notas o caracteres de la verdadera Iglesia,
pero no tiene importancia decisiva el que se mencionen unos u otros
caracteres externos, ya que todos ellos son accidentales. El elemento
mayor en la descripción luterana es la proclamación de la Palabra
de salvación. Esta proclamación de que Dios está salvando en Cristo
a los creyentes, tiene dos momentos culminantes: la Predicación
evangélica propiamente dicha y la otra proclamación que se realiza
en los sacramentos: el Bautismo, en que se proclama la salvación
del hombre por la fe y la liberalidad divina y la Cena, en que se
anuncia la muerte del Señor hasta que venga. Menos importantes
sonya los otros sacramentos y el poder de elegir los ministros, en la
medida en que tales actos y ceremonias se realizan en el luteranis-
mo (13).
Por un resto de catolicismo y tal vez por concesión de tipo tácti­
co en los momentos de polémica, los luteranos del tiempo de SanLo­
renzo apenas se atrevían anegar la visibilidad de la Iglesia en la for­
ma tan tajante que lo exigían los principios fundamentales del sis­
tema. Cristo habría fundado la Iglesia como sociedad visible y re­
cognoscible para todos. Así permaneció los primeros tiempos. Luego
sobrevino la gran corrupción: desde los tiempos apostólicos hasta Lu­

d í) S ch am au s, M ic h a e l, Katholische Dogmatik, Band III-l, M ü n ch en , 1958,


pp. 3 9 1 -3 9 3 .
(1 2 ) «E st a u tem E c c le s ia , L u th e ro a u ctore, m u ltitu d o fid e liu m in qua est s in ­
cera p r a e d ic a t io verbi D ei et s in c e r a s u s u s B a p t is m i,E u c h a r is t ia e ,c la v iu m et le ­
g it im a e le ctio m in is t r o r u m ad p r e d ic a n d u m e t m in is tr a n d u m s a c r a m e n ta » . Luthe-
ranismi Hypotiposis, Op. om., I I -2 , p . 469. C it a m o s s ie m p re en esta fo rm a el v o l. y
p á g . d e l a O p e r a O m n i a , P a t a v i i , 1 9 2 8 -1 9 5 6 . H e m o s a d o p t a d o e l m é t o d o d e a d u c i r l o s
tsx to s la tin o s de San L oren zo con una fr e c u e n c ia y e x te n s ió n m ayor de la estric­
tamente necesaria, con el fin de fa m ilia r iz a r al le c to r con lo s te x to s del sa n to
D octor, que ta l vez no te n g a ta n a m ano.
(1 3 ) Ob. cit., I I-2 , p. 139.
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 41

tero la Iglesia vivió oculta, en una especie de cautividad de Babilo­


nia. Así, dice Lutero, pasó con la Iglesia del A. T. En los tiempos de
Elias había desaparecido todo culto público al Dios verdadero. Solo
Elias mantenía el culto de Yavé en forma visible y externa; aunque
en la intimidadDios se había reservado siete mil varones que no ha­
bían doblado su rodilla ante Baal (14).
Este recurso a la Iglesia latente en tiempo de Elias lo rechaza
San Lorenzo como insuficiente, según el testimonio de la misma Sa­
grada Escritura. Enefecto, la decadencia del culto a Yavé, que tanto
contristaba a Elias, se refiere al reino Israelita del Norte; pues en
tiempo mismo de Elias el culto del verdadero Dios conocía días de
esplendor en el reino del Sur (15). Y sobre todo que la idea de un
Pueblo de Dios o Iglesia invisible, la estima Lorenzo del todo extra­
ña al A. T. Particularmente cuando se habla de los tiempos mesiáni-
cos, siempre se tiene ante los ojos el gran esplendor externo, visible
atodos, del reino del Mesías, que es la Iglesia. Isaías yMiqueas anun­
cian el Reino mesiánico bajo la imagen de un monte, altísimo, visi­
ble para todos los pueblos del orbe y al cual llegan todas las gentes
atraídas por su magnificencia y esplendor (16).
Este monte santo de Dios, este templo de Dios es sin duda la Igle­
sia del N. T., donde Dios mora por la fe, según testimonio de San
Pablo. Israel tenía una misión de propagador de la fe y portador ante
el mundo del culto al Dios verdadero. La Iglesia de Dios no puede
carecer de esta prerrogativa. Su «gloria» no ha de ser menor que la
«gloria» con que Dios revistió a la Sinagoga (17).
Entrando más al fondo del problema San Lorenzo indica que, si
la Iglesia fuese invisible, la salvación resultaría imposible en la ac­
tual economía. En efecto, sin la fe nadie se salva. La fe se hace im­
posible si no ha precedido antes la predicación pública del Evange­
lio, de la doctrina de salvación. No habiendo Iglesia recognoscible ex-
teriormente, no hay predicación autorizada de la Palabra, ni fe, ni
tampoco salvación para los hombres (18).
Finalmente, el recurso a la idea de la corrupción esencial de la

(1 4 ) I b ., pp. 73; 76; 4 6 7 -4 6 9 .


(1 5 ) I I-2 , pp. 7 4 -7 6 .
(1 6 ) I b id ., pp. 7 3 -7 4 ; 469.
(1 7 ) I b i d ., p. 74.
(1 8 ) «C u m veru m s it quod P a u lu s a it, c o r d e c r e d it u r ... ( R o m . 10, 1 7 ), q u o m o d o
s a lv a esse p o tu it s in e c o n fe s s io n e c h r is t ia n a e fid e i? Im o, quom odo fid e m h ab ere
p o tu it (E c c le s ia ) p r a e g lica to r ib u s d e s titu ta , cu m veru m e tia m s it quod fid e s ex
a u d it u , a u d it u s a u t e m p er verbu m C h r is t i? Sed q u o m o d o a u d ie n t s in e p r a e d ic a n te ?
Q uom odo m a n s it ta n d iu grex s in e p a s to r ib u s , hoc est E p is c o p is , qu os, ut P a u lu s
a it, p o s u it D eus regere E c c le s ia m ...» . I b id ., p. 76.
42 TEM AS FUNDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

Iglesia, está en abierta oposición alas palabras de Cristo, que prome­


te la indefectibilidad a su Iglesia fundada sobre piedra, hasta la con­
sumación de los siglos (19).
Lutero quiere justificar su repulsa de la Iglesia visible para así
buscar más pura, sin contactos e intromisiones humanas, la verda­
dera fe, el auténtico sentido de la Escritura, la intimidad religiosa,
el contacto salvífico con Cristo y con Dios. Pero, precisamente,
ninguno de estos valores primarios del auténtico cristianismo es
asequible sino en la Iglesia de nuestros antepasados, la Iglesia tradi­
cional, que es la Iglesia romana (20).
2. Las notas de la verdadera Iglesia de Cristo.
Es una cuestión que, desde el punto de vista de la eclesiología lu­
terana carece de importancia real. Desde el momento en que la Igle­
sia es una comunidad de creyentes, ligados por lazos puramente in­
visibles, buscar las «señales» que le hagan exteriormente cognoscible
y discernible entre otras sociedades similares, carece de sentido. Pero
precisamente hacia ahí se dirige el ataque de San Lorenzo al lutera-
nismo: desde el momento en que rehuyen la cuestiónse declaran in­
capaces para demostrar que su Igles'a sea la verdadera Iglesia de
Cristo.
Los Santos Padres no son unánimes en señalar las notas de la
Iglesia. Lo más común es atenerse, como lo hace San Lorenzo, a la
enumeración del Concilio Constantinopolitano, que nos propone creer
en la Iglesia una, santa, católica, apostólica (21). A este esquema tra­
dicional se atiene Lorenzo para estudiar las notas de la verdadera
Iglesia.
A) Unidad de la Iglesia.—Al estudiar la unidad de la Iglesia es
interesante observar cómo nuestro autor comienza por resaltar la
unidad mística, interior de la Iglesia; según el pensamiento de Je­
sús en la oración sacerdotal y según lo expresan abundantes textos
de San Pablo sobre el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia (22). Ya se
sabe que en la polémica antiprotestante muchos teólogos católicos
dejaron en segundo plano esta unidad mística, que es la fundamen-

(1 9 ) I I-2 , p . 466.
(2 0 ) « S in e vera E c c le s ia , non p otest h ab eri v e r a fid e s , vera S c r ip tu r a r u m
in t e llig e n t ia , vera r e lig io , v e ru s C h ris tu s veru s D eu s; n ec p otest esse vera E c­
c le s ia n is i quae a C h ris ti et A p o s to lis per tra d u cem fid e i, m e d ia n tib u s m a io rib u s
n o s t r is , ad nos usque p e r v e n it » I I-2 , p . 77.
(2 1 ) I I-2 , pp. 121, 122, 123. C f r . Quadragesiviale I, O p. Ovi., IV , pp. 2 9 9 -3 0 4 .
(2 2 ) I I-2 , pp. 1 2 3 -1 2 4 :
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 45

tal; preocupados en resaltar la unidad externa y social de la Iglesia,


que los protestantes combatían.
Además de esta unidad interior y mística San Lorenzo estudia
más detenidamente la unidad externa y social de la Iglesia.
Siguiendo el pensamiento de San Cipriano señala Lorenzo que la
Iglesia es una por su origen, doctrina y por su cabeza o gobierno. Pe­
ro sobre todo es Pedro, de quien la Iglesia recibe su unidad, como el
cuerpo de la cabeza y el árbol de la raíz (23). San Pablo señala par­
ticularmente la unidad de fe y la unidad del Bautismo, es decir, uni­
dad de sacramentos, administrados bajo la acción de un mismo Espí­
ritu Santo (24). De Cristo, como Cabeza, Príncipe y Pastor supremo
recibe la Iglesia su unidad interna; pero el Señor encomendó sus
ovejas a Pedro a quien constituyó piedra y cabeza visible de la Igle­
sia, y por tanto centro de unidad (25).
Siendo la Iglesia de Dios necesariamente una, toda sociedad hu­
mana que no tenga unidad no puede ser la verdadera Iglesia de
Cristo (26). Esta falta de unidad era manifiesta en luteranismo que
conoció San Lorenzo. Cree suficiente en el caso de mencionar las
numerosas sectas nacidas de la Reforma, que se combaten entre
sí en cuestiones de fe de importancia primaria (27).
B) La santa Iglesia católica.—San Lorenzo estima que la san­
tidad es la más saliente de las notas de la Iglesia de Dios en el
mundo (28). Sólo la Iglesia posee la virtud y los méritos de Cristo
para hacer santos, mediante leyes y ritos que producen la santidad
y que se manifiesta en hombres de vida santa (29).

(2 3 ) « S 2d p r a e c ip u e in c a p ite et r a d ic e in s is t it , o s t e n d e n s P e t r u m c a p u t E c c le -
s ia e ip s a m q u e E c c le s ia m unam esse in c a p ite e t r a d ic e ». H -2 , p . 124 .
(2 4 ) E f. 4‘ 4; T it. 3, 5; G a l. 4 5. E l p e n s a m ie n to de e sto s te x to s lo résu m é
asi S a n L oren zo : «In h is r e b u s u n ita s E c c le s ia e c o n s is tit, m a x im e vero in u n ita te
fid e i et B a p t is m i, hoc e st, in una eadem qu e d o c t r in a fid e i, una eadem qu e com -
m u n ic a t io n e sa cra m en toru m per unu m e u n d e m q u e S p ir itu m S a n c t u m » . I I -2 , p . 124.
(2 5 ) La u n id a d procede sobre tod o «ab u n ita te c a p it is , p r in c ip a tu s et m a g is -
tra tu s s u p r e m i. H in c a it: U nus D om u n u s, C h r is tu m in t e llig e n s , quem D eus, ut
a lib i P a u lu s d ocet, d e d it c a p u t su per om nem E c c le s ia m ; h in c D o m in u s a it: F ia t
unum o v ile et u n u s P a stor. O ves a u tem suas P etro c o n c r e d id it , ter d ic e n s : Pasce
oves meas. S ic e n im su pra p etra m P etri a e d ific a v it E c c le s ia m su am ; id e m e n im
est, fu n d a m e n tu m et capu t esse E c c le s ia e » . Lutheranismi Hypotiposis, Op. omnia,
I I-2 , p. 125.
(2 6 ) I b id ., p. 125.
(2 7 ) I b id ., pp. 127; 1 5 7 -1 6 2 .
(2 8 ) D e la s a n tid a d d ic e «q u a e E c c le s ia e D ei in m undo n ota p r a e c ip u a , e st,
cum vera apud D eum s a n c tita s s in e fid e n u lla te n u s r e p e r ir i p o s s it» . I I -2 , p. 127.
(2 9 ) «T a n tu m in E c c le s ia s a n c tita s ex C h ris ti v ir tu te ac m e r ito et S p ir itu s
S a n c ii g r a tia r e p e r it u r , c u m in s a n c t is le g ib u s r it ib u s q u e , t u m e t ia m in h o m in ib u s ,
44 TEM AS FU N DAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

Desde el punto de vista luterano la santidad en el seno de la


Iglesia carece de importancia como signo distintivo de la misma. El
concepto mismo de santidad es completamente distinto del concep­
to católico. La santidad es un atributo tan exclusivamente divino
que nunca se hace realmente inmanente en el alma del hombre.
La justicia es únicamente de Dios y si hablamos de un hombre jus­
tificado sólo es por mera imputación externa de la santidad divina.
En sí mismo el hombre es siempre intrínsecamente y necesariamente
pecador. Aunque Dios, por amor a Cristo y por sus méritos, le con­
sidera como santo. Por eso la santidad de la Iglesia es trascendente,
está únicamente en Dios y en Cristo; pero los miembros siempre
pecan. Además, todos los llamados medios de santificación como le­
yes, sacramentos, carecen aquí de sentido.
Repitiendola doctrina tradicional de la teología católica, S. Loren­
zo señala que la santidad de la Iglesia consiste en que sus principios
doctrinales son santos y luego, en concreto, se da en ella santidad
de virtud en los miembros; aunque algunos de ellos sean pecadores.
Esta presencia de los pecadores en el seno de la Iglesia ya la pre­
veía el Señor en las párábolas del reino de Dios, como la parábola
de la cizaña, la red barredera. La experiencia nos dice cuántos cris­
tianos viven una vida totalmente incompatible con la santidad de
su profesión dentro de la Iglesia. Pero esto no importa para que la
Iglesia pueda decirse santa, la única sociedad santa por sus prin­
cipios y exigencias de santidad (30). Ella es el templo santo de
Dios, construido con piedras santas, escogidas, preciosas, que son los
fieles cristianos (31).
Ya es sabido que el espectáculo del bajo nivel espiritual y reli­
gioso de la Cristiandad de su tiempo, fue uno de los impulsos de
Lutero hacia la «Reforma», y una de los factores psicológicos de su
expansión en los primeros tiempos. San Lorenzo reconoce las fragi­
lidades humanas de muchos cristianos; pero está seguro de que
ellas no llegan a desvirtuar la santidad esencial de la Iglesia. Como
un hombre que viviese sumergido en las preocupaciones de la vida
sensible y de tipo «animal», no por eso perdería su categoría supe­
rior de ser espiritual. Así la Iglesia: puede tener muchos hijos que

qui de manu inimicorum suorum liberati D o m i n o s e r v ie r u n t in sanctitate et iusti-


tia corarn ipsso» . Ibid., p p . 1 2 7 -1 2 8 ; i b i d . , p . 81 .
(3 0 ) « S o lu s c h r is t ia n o r u m h o m in u m coetu s d ic it u r sa n ctu s a p p e lla t u r q u e gens
sancta, populus acquisitionis, q u o n ia m vera s a n c tita s ta n tu m in te r c h r is t ia n o s re-
p e r itu r» . I I -2 , pp. 82; 1 2 7 -1 2 8 .
(3 1 ) I b id ., p. 96.
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 45

no sean santos, pero no puede carecer del Espíritu de Cristo, que


es fuente de santidad (32).
Si nos fijamos en la santidad de hecho, nuestro Doctor hace re­
saltar que nunca han faltado santos en la Iglesia católica. La efi­
ciencia práctica de los principios santificadores se demuestra por
la larga serie de hombres de santidad eminente que la Iglesia ca­
tólica ha producido en todo tiempo (33). Finalmente, San Lorenzo
no omite una idea básica en este punto: que la santidad de todos
estos —y otros muchos—, hijos de la Iglesia no se afirma por cri­
terios humanos, sino que ha sido testificada por Dios con milagros.
La santidad auténtica no consiste en obras penitenciales y exte­
riores como ayunos, limosnas, etc.; sino en la práctica de las vir­
tudes internas, como la fe, esperanza y caridad, que no pueden ser
apreciadas por los ojos y que sólo por testimonio de Dios conocemos
su existencia, porque nos las señala el dedo de Dios con los mi­
lagros (34).
En la Iglesia luterana nada hay que se parezca a este espectá­
culo de santidad. Precisamente, esta ausencia de santidad en la
Iglesia luterana y frente a la vida de la Iglesia fecunda en san­
tidad y buenas obras, podríamos calificarla como la idea conductora
en la obra apologética de San Lorenzo frente al Luteranismo. Ten­
dremos ocasión más abajo de ampliar un poco esta observación, al
hablar de la «hipotiposis» de la Iglesia católica frente a la «hipoti-
posis» del luteranismo.
C) La catolicidad de la Iglesia.—Sobre la catolicidad de la Igle­
sia los luteranos no tenían ninguna idea clara y distinta. Pronto se
convirtió para ellos en pura denominación externa de un grupo de
cristianos. Borraron la palabra «católica» del Símbolo, y pusieron
encirculación la denominación de Iglesia «cristiana», evángélica (35).
Como observa San Lorenzo, los luteranos han caído en el mismo
error que los donatistas del siglo rv: piensan que la Iglesia es sólo
para alemanes, como aquéllos pensaban que era solo para africanos.
No se detiene el santo Doctor en ninguna explicaciónteórica sobre
la catolicidad. Se fija en estos puntos concretos: El reino mesiánico
previsto en el A. T. tenía, por voluntad de Dios, un destino universal.
La Iglesia católica es este reino, mediante al cual se ofrece a Dios

(3 2 ) «S ic u t n in p o te st hom o, q u a n d iu hom o est, non h a b ere r a t io n a le m a n i-


m am ; ita non p otest v era C h r is ti E c c le s ia S p ir itu C h r is ti h o m in e s s a n c tific a n te
ca rere». I I -2 , p. 83.
(3 3 ) Ibid., pp. 8 3 -8 8 .
(3 4 ) Ibid., pp. 92, 93. —
(3 5 ) I I -2 , pp. 155; 161.
46 TEM AS FUNDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

el sacrificio y se glorifica el nombre de Dios desde el uno al otro


confín de la tierra (36). El luteranismo, escribe Lorenzo casi un
siglo después de la rebelión de Lutero, apenas ha desbordado las
fronteras del imperio germánico, ni tiene interés en ser una religión
universal (37). La Iglesia de Roma mantiene su inagotable fecun­
didad y se extiende entre los pueblos recientemente descubiertos por
los europeos (38). La Iglesia, Esposa de Cristo, es la madre de todos
los vivientes (39).
D) La Iglesia verdadera ha de ser apostólica.—Algunos aspectos
de la apostolicidad de la Iglesia eran muy estimados y exaltados por
Lutero. Prefiere que los seguidores de la Reforma se llaman evan­
gélicos y su Iglesia, la Iglesia evangélica. Con ello se quería resaltar
el entronque inmediato con la Iglesia primitiva, la fundada por los
Apóstoles, siguiendo la voluntad de Cristo.
La denominación tenía también un aspecto negativo de repudio
de la Iglesia católica, tal como históricamente se ha venido reali­
zando durante siglos. Ya hemos hecho mención del famoso recurso
luterano a la Iglesia de Dios, desvirtuada y corrompida en puntos
esenciales, hasta que Dios suscitó a Lutero. Mediante él Dios reveló
de nuevo el sentido auténtico del Evangelio, el verdadero significado
de la justicia de Dios y de la salvación que nos viene en Cristo. Este
recurso a la Iglesia corrompida a partir de los tiempos apostólicos
hasta Lutero, impresionó profundamente a los hombres de comien­
zos del siglo xvi, que presenciaron la postración moral de la Igle­
sia, y tenían recientes las peligrosas luchas eclesiásticas del siglo xv,
en que los fundamentos mismos de la Iglesia —la suprema autori­
dad—■estaba en crisis, batida por las corrientes conciliaristas y los
continuados ataques a la autoridad papal.
Lorenzo pone decidido interés en demostrar que la Iglesia lute­
rana no puede decirse continuadora de la Iglesia primitiva, de la
Iglesia fundada por los Apóstoles. Los santos Padres tienen por
verdadera Iglesia a aquélla que está segura de su «ordinaria, per­
petua y nunca interrumpida sucesión desde los Apóstoles e Iglesias
primitivas fundadas por ellos. Pero, sobre todo, tuvieron como signo
indudable, infalible, segurísimo de la verdadera Iglesia de Cristo

(3 6 ) « E c c le s ia a u tem C h r is t i n u llis te r m in is c ir c u m s c r ip ta a u t d e fin it a u n iv e r ­


su m per orbem la t is s im e p a te n s, D eum u b iq u e terra ru m in s p ir it u et v e r ita te
adorat e t c o lit, s ic u t le g im u s : "Ab ortu solis...”. I I -2 , p . 193.
(3 7 ) Ibid., p. 192.
(3 B ) Ibid., p p . 1 9 1 -1 9 2 .
(3 9 ) « L e g im u s adhuc in S a c r is L it t s r is E c c le s ia e s p o n s a e C h ris ti m ir a m fe cu n
d it a t e m : ip s a e n im est vera mater cunctorum viventium, p r o p t e r e a a p p e lla ta est
c o lu m b a , quae a v is est n a t u r a f e c u n d i s s i m a » . Ibid., p . 1 9 7 .
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 47

la sucesión antigua e ininterrumpida de ios Romanos pontífices en


la sede de Pedro» (40). Recoge el santo Doctor numerosos textos
de los santos Padres en este sentido, y todos ellos los orienta a re­
saltar estas dos ideas: Aquélla es la auténtica iglesia apostólica que
mantiene el gremio episcopal como continuador de la autoridad y
gobierno de los Apóstoles. Pero sobre todo es «apostólica» la Iglesia
que está fundada sobre el primero de los apóstoles: Pedro (41). Con­
cluyamos, pues, que, siguiendo el pensamiento de los santos Padres,
aquélla debemos tener por Iglesia católica y apostólica —verdadera
Iglesia de Cristo—, que retiene la fe tradicional de los Padres. Ellos,
según frase de San Agustín, «mantienen lo que encontraron; en­
señaron lo que aprendieron; lo que recibieron de sus padres eso
trasmitieron a sus hijos» (42).
La Iglesia reformada que ofrece Lutero, no tiene arraigo alguno
en la tradición: sus doctrinas más características y su concepción
de la Iglesia en general son una novedad desconocida hasta que, en
1517, Lutero comenzó a lanzar sus ideas al gran público (43).
3.—La Iglesia, fundada sobre Pedro.
La doctrina del Primado romano ocurre con notable insistencia
en la defensa que Lorenzo hace de la Iglesia católica. Ello se debe
a un doble motivo. Por una parte la importancia objetiva que la
doctrina sobre ei Primado romano tiene en la eclesiología católica.
Por otra parte, Lutero había hecho al Papa y a la doctrina del
Primado blanco más destacado de sus ataques. Y no podía ser de
otra forma; ya que la sola afirmación del Primado romano, no sólo
significa la ruina de toda su eclesiología, sino también de los otros
principios fundamentales de su sistema teológico todo entero.
El mismo Lutero vió con toda claridad este punto; y por eso el
Papado fue todo a lo largo de la vida del Reformador, objeto pre-

(4 0 ) « R e p e r io a u tem sa n ctos P a tre s ad d em ostra n d a m veram E c c le s ia m m ag­


num p r a e s id iu m p o s s u is s e in o r d in a r ia et p erp etu a m in im e q u e in te rr u p ta su ces-
s io n e ab A p o s to lis et o r ig in a r iis e c c la s iis , quae ab A p o s to lis fu n d a ta s fu e r u n t.
M a x im e v e r o c o n t in u a t a m a t e m p o r ib u s S. P etri s u c c e s s io n e m R om a n oru m P o n ti-
fic u m sta tu eru n t verae C h ris ti E c c le s ia e in d u b ita tu m , in fe llib ile , c e r tis s im u m s ig -
n u m ». I I -2 , p. 128.
(4 1 ) C fr . Ibid., pp. 1 2 8 -1 3 7 .
(4 2 ) « S ic u t c o n c lu d a m u s , o m n e s o r t h o d ix i P a tr e s earn d ix e r u n t s e m p e r E c c le ­
s ia m eatholicam et apostolicam, hoc est, veram C h ris ti E c c le s ia m , quae habet
fid e m P a t r u m ..., sa n cti (e n im ) P a tre s «q u o d in v e n e r u n t in E c c le s ia , r e tin u e r u n t;
quod d id ic e r u n i. d ocu eru n t; quod a p a r e n tib u s a ccep eru n t, hoc filiis tr a d id e r u n t»
n -2 , p. 137.
(4 3 ) Ibid., p. 138.
48 TEM AS FUNDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

ferente de ataques, feroces y brutales, en más de una ocasión. Para


distinguir bien la antigua Iglesia católica y su nueva concepción del
cristianismo aprendida directamente en el Evangelio, Lutero llama
a los católicos «papistas»; ya sus propios seguidores los «evangélicos».
Con ello quería indicar cuál era principio formal externo, visible y
exteriormente discernible de ambas concepciones de la Iglesia y de
ambos caminos de salvación.
Ya hemos podido observar que la exposición que Lorenzo hace
de las notas de la Iglesia está continuamente referida al Primado
del Obispo de Roma: Pedro y sus sucesores son el centro de la
unidad; la fuente del sacerdocio santificador y de la catolicidad.
Particularmente la sucesión «apostólica» es la que está enraizada
en Pedro y garantizada por la sucesión en el Primado romano.
Teniendo en cuenta la finalidad práctica y casi popular de su
polémica con los protestantes, nada extraño que San Lorenzo in­
sista en la inconstancia del pensamiento de Lutero en lo referente
al Primado. Es una especie de argumento ad hominem. En los pri­
meros años de su vida cristiana y religiosa, Lutero fue un ardiente
defensor del Primado del Papa: un Saulo defensor ardiente de la
vieja justicia, según frase del mismo. ¿Qué motivos pudo tener para
convertirse después en su impugnador? Lutero se halagaba a sí
mismo con la idea de una auténtica e inédita revelación del sentido
más profundo del Evangelio, hecha por Dios a él como le fue hecha
a Saulo para convertirlo en Pablo. Ya veremos más adelante la in­
sistencia de esta misión mesiánica que Lutero se atribuye. En rea­
lidad se trata de que Lutero vió con toda claridad que esta sola
afirmación del Primado romano, echaba por tierra toda su nueva
concepción del Cristianismo, su «nuevo Evangelio». Si se admite la
autoridad infalible del Papa toda la novedad traída por Lutero se
venía a tierra, condenada como fue por el Romano Pontífice. Y to­
davía por otra razón más profunda: el hecho mismo de reconocer
el Primado romano, su autoridad doctrinal y jurídica en la Iglesia,
ataca directamente los fundamentos primeros del sistema teológico
luterano.
En efecto, si se acepta la doctrina del Primado, entonces la regla
primaria —y menos la única— de la creencia, no es la Escritura,
como quiere Lutero; hay que admitir la Tradición, el Magisterio
vivo e infalible de la Iglesia misma, cuya plenaria y suprema expre­
sión es el Papa. Reconocida la suprema autoridad jurídica y doctrinal
del Romano Pontífice, resulta insostenible la idea fundamental de
la eclesiología luterana: la concepción de la Iglesia como realidad
puramente interna, espiritual. E incluso se podía llegar por aquí a
declarar completamente falso el principio radical del Luteranismo:
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 49

la hipertranscendencia divina, la exaltación de la acción divina en


el orden religioso y sobrenatural que llega a anular la acción hu­
mana; la invalidez radical de todo lo humano para colaborar en la
obra divina de la justificación y salvación.
En este problema del Primado, casi más que en ningún otro de
la polémica, antiluterana, el recurso a la Sagrada Escritura se ha­
cía necesario. San Lorenzo examina detenidamente los textos clá­
sicos en que se promete y confiere el Primado a San Pedro. Segu­
ramente nuestro polemista, en el plan que se había puesto, tiene
conciencia de quenopresenta ningún aspecto original de la cuestión;
pero expone con seguridad y da testimonio claro de la fe de la Igle­
sia en este punto.
Es conocida la afirmación terminante de San Pablo, de que Cristo
es el fundamento de la Iglesia y que no es posible poner otro. Lutero
cree encontrar aquí mot'.vo suficiente para negar a Pedro el título
tradicional de «Fundamento» de la Iglesia. Pero aunque Cristo le
hubiese concedido a Pedro tal prerrogativa, no consta que se la con­
cediese a los Obispos de Roma (44).
La voluntad de Cristo en este cuestión fundamental para la Igle­
sia, la encontramos expresada en el texto famoso de San Mateo 16,
16-19. Es verdad que aquí emplea Jesús un lenguaje metafórico, pero
el pensamiento queda bien claro. Cristo promete a Pedro un premio
extraordinario por su fe y la pública confesión de la Mesianidad de
Cristo. Y luego Dios, que es fiel, le confiere lo prometido, pasada la
Resurrección, con aquéllas palabras: «apacienta mis ovejas, apacien­
ta mis corderos»; es decir,«la constituye a Pedro príncipe, rector y
vicario suyo en la Iglesia» (45).
Bajo lametáfora del fundamento es evidente laintención de cons­
tituir a Pedro cabeza, rector, príncipe de la Iglesia. Lo que el funda­
mento es en un edificio eso es la cabeza en el cuerpo humano; y
esa misma función tiene en la sociedad el rey, el príncipe, el ma­
gistrado supremo. Por eso al declarar el Señor a Pedro «fundamen­
to» de la Iglesia y entregarle el poder de las llaves, fue lo mismo

(4 4 ) Ibid., pp. 163, 164.


(4 5 ) « H ic nam que n ih il tr ib u it D o m in u s P etro, sed ta n tu m p r o m it t it in s ig n is
fid e i et c o n fe s s io n is suae in s ig n e m m erced em et r e trib u tio n e m . Q u o n ia m a u tem
v ir a x est D o m in u s et in s e r v a n d is p r o m is s is fid e lis s im u s ; post r e s u r r e ctio n e m
s u a m ... t r ib u it P e t r o quod a n te p r o m is s e r a t , cu m o v iu m su aru m ip s u m p a storem
c o n s t it u it , s e m e l, ite r u m , te r tio d ic e n s : pasce oves meas...», hoc est, p r in c ip e m
re cto re m q u e E c c le s ia e suum que V ic a r iu m in E c c le s ia tu n e P etru m e ffe c it» .
Ibid., p. 164.

4
50 TEM AS FU N DAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

que conferirle la suprema autoridad, el primado y potestad abso­


luta sobre la Iglesia (46).
También se ha intentado tergiversar el pensamiento de Jesús
diciendo que la prerrogativa de ser fundamento se extiende a to­
dos los Doce apóstoles. Pero, como observa nuestro Doctor, sólo un
documento notarial podría designar con más pormenores la per­
sona de aquel a quien se entregan los poderes, Pedro: sólo Pedro
confesó a Jesús con las palabras «tu eres Cristo el Hijo del Dios
vivo». Los demás quedaron callados. Sólo Pedro tuvo la inspiración
y moción del Espíritu para esta excepcional confesión. Cierto que los
demás apóstoles creían lo mismo que Pedro confesó; pero Pedro en
aquel momento no hablaba por delegación de los demás, ni en nom­
bre de ellos: él personalmente hace la confesión y a él personalmen­
te, en forma singular, se dirigen las palabras de Jesús que le pro­
meten una dignidad y gloria singular en relación a los otros (47).
El mismo nombre que Cristo había puesto ya a Simón, ’’Pedro", llega
a cobrar en Mt. 16, 18, el pleno significado simbólico que Cristo ha­
bía querido darle: Tú eres «Piedra», y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia (48).
No vale el subterfugio luterano, ya antes aludido, de que Cristo
es el único fundamento de la Iglesia. La autoridad de Pedro no su­
planta a la de Cristo; porque Pedro ejerce su autoridad recibida
de Cristo, en su nombre, como vicario y delegado de El. Aunque en
plano diverso Cristo es fundamento de la Iglesia por ser su Cabeza
y Rey. Si Pedro es llamado también «fundamento», quiere decirse
que tambiénPedro, ensuplano, es cabezaymonarca de laIglesia (49).
Todavía encontró Cristo otra fórmula más clara para declarar su
mente: la entrega de las llaves del Reino. Las llaves son signo de
la autoridad suprema, según el lenguaje común y el lenguaje bíblico.

(4 6 ) «Q u a re id e m est esse fu n d a m e n tu m ac esse ca p u t, p r in c ip e m et re cto -


rem E c c le s ia « ; quod e n im est in a e d ific io fu n d a m e n tu m , quod m o le m tota n i
s u ste n ta t, e t in h u m a n o c o r p o r e c a p u t ; h o c e s t in r e p u b lic a p r in c e p s , r e x in regn o,
in c iv it a t e su prem u s m a g is tr a tu s . H ic ita q u e D o m in u s su b m e ta p h ora fu n d a m e n ti
et c la v iu m regn i c o e le s t is p r o m is s it P etro E c c le s ia e p r im a tu m su prem am qu e post
se à u c t o r it a t e m et p o te sta tem ». I I-2 , p. 164.
(4 7 ) Ibid., pp. 1 6 5 -1 6 6 . « S i n g u l ä r e m ig it u r P eteri fid e m D o m in u s s in g u la r i en­
c o m in o c o m m e n d a v it e t s in g u la r is d ig n it a t is e t g lo r ia e p r o m is s io n e d o n a v it » . Ibid.,
pàg. 166.
(4 8 ) I I -2 , p. 167.
(4 9 ) «In C h r is to id e m est fu n d a m e n tu m et capu t p r in c ip e m q u e E c c le s ia e esse.
C u r e r g o P e tr u s , q u i a C h r is t o m a n ife s t e in s t it u t u s f u it p a s t o r r e c t o r q u e e t p r in c e p s
E c c le s ia e , fu n d a m e n tu m d ic i non p o s s it, c u m n ih il a liu d s it fu n d a m e n tu m E c c le ­
s ia e per m eta p h ora m , quam p r in c ip e m et re cto re m esse» Ibid., p. 168.
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 51

Por eso al entregar Cristo a Pedro las llaves de la Iglesia le entrega


la autoridad suprema de la misma Iglesia (50).
Demostrado cuál es el verdadero pensamiento de Cristo sobre el
primado de Pedro, queda por demostrar que, por voluntad también
de Cristo, el Obispo de Roma goza de la misma prerrogativa que
San Pedro.
Como un presupuesto importante para enlazar el primado de
Pedro con el de los Papas actuales, está el hecho histórico de que
Pedro fue obispo de Roma. Lorenzo recoge numerosos testimonios
históricos, tomados de los escritores eclesiásticos, que demuestran
la venida de San Pedro a Roma y su estancia en ella como su Obis­
po (51). La prueba definitiva de que el Papa actual es sucesor de
Pedro en el Primado, la encuentra San Lorenzo en la tradición. Por
eso recoge numerosos textos de los Santos Padres y de los Con­
cilios ecuménicos; para llegar a la conclusión fundamental de este
apartado: Por todo lo dicho se pone de manifiesto que la secta
luterana no es la verdadera Iglesia de Cristo, puesto que no está
fundada sobre Pedro, es decir, sobre el Romano Pontífice legítimo
sucesor de Pedro. Pues no se le concedió a Pedro tan gran poder
en atención a él personalmente, sino para la Iglesia, para que exis­
tiese perpetuamente en la Iglesia; como Pablo dice que Cristo puso
a algunos en la Iglesia como pastores y doctores, es decir, los Obis­
pos hasta el fin de los siglos, hasta que todos vengamos al encuentro
de Cristo (52).
La jerarquía episcopal.—En íntima conexión con el Prim ado del
Obispo de Roma, está la constitución episcopal de la Iglesia. Desde
el momento en que Lutero ha suprimido totalmente el Episcopado
en la Iglesia, ya no puede ser la suya la verdadera Iglesia de Cristo.
Habría que repetirles continuamente aquéllas famosas palabras de
Tertuliano a los herejes de su tiempo: «Evolvant ordinem episco-
porum suorum...». No es posible que haya verdadera Iglesia donde
no hay Obispos, legítimos sucesores de los Apóstoles (53).
(5 0 ) «C la v e s e n im s ig n u m quoddam su n t p r in c lp a tu s et p o te s ta tis su prem ae.
H in c e n im p r in c ip ib u s , cu m in tr a c iv it a t e s r e c ip iu n t u r , s o ie n t o ffe r r i c la v e s c iv i­
ta t is in s ig n u m quod recogn oscan t penes p r in c ip :m esse sum m am c iv it a t is p otes-
t a t e m ... Lo m is m o c o n f ir m a el u so b ib lic o en Is. 22 22; A p oc. 1, 1 8 ; 3 , 7. Y con -
c lu y e : « c la v is ita q u e s y m b o lu m a c v e lu ti h ie r o g ly p h ic u m p o te s ta tis e s t» . Ibid., p . 168 .
(5 1 ) 1 1 -2 2 , pp. 177 ss.
(5 2 ) Ibid., pp. 1 6 8 -1 7 7 : «om n es ita q u e sa n cti et orth od ox i P a tre s in g e n u e fa -
te n tu r P etru m p stra m , fu n d a m e n tu m , ca p u t, p r in c ip e m , p a storem q u e et E p is c o -
pum u n iv e r s a lis E c c le s ia e a C h r is to c o n s t it u t u m » .
(5 3 ) «C u m non p o s s it esse E c c le s ia s in e v e r is E p is c o p is , qui per le g it im a m
s u c c e s s io n e m ab A p o s to lis o r ig in e m d u ca n t». I I -2 , p. 184 .
52 TEM AS FU NDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

T e r m in a m o s este a p a rta d o con la d efin ic ió n y descripción de lo


que es la Ig lesia , seg ú n S a n Loren zo. R ecorre el sa n to D o cto r las
diversas acepcion es en que se to m a la p a la b ra Iglesia en la E scri­
tu ra . D espu és de a n a liza r la te r m in o lo g ía bíblica se refiere a l c o n ­
ten id o real que ella expresa, p a ra ca lific a r de la Iglesia com o casa
y tem p lo de D io s ; pueblo de se le c c ió n ; sa cerd o tes y reyes del Señ or.
Y te r m in a a firm a n d o que por Ig lesia en te n d e m o s u n pueblo o s o ­
ciedad que posee, por g ra cia de D ios, la v erd ad era fe y la verd ad era
religión o cu lto (54). ,
D esg lo sa n d o un poco esta d efin ic ió n en co n tra m o s sin tetiza d o s los
elem en to s co n stitu tiv os esen ciales de la Ig lesia , en len g u a je esco ­
lástico sus causas, en esta f o r m a : El ele m e n to material de la Ig le sia lo
co n stitu ye n los h o m b r e s ; el e lem en to formal es la fe y la p ro fesión
de la religión cristia n a que le h a c e al h o m b re cristian o y m iem b ro
de C risto. L a causa final es, n a tu r a lm e n te , la g loria de D io s ; pero
m á s in m e d ia ta m e n te es n u estra reg en era ció n y sa lv a ción por el
B a u tism o y la fe que recibim o s a l en tra r en la Ig lesia . L a causa
eficiente es d o b le : la p rin cip a l es D ios, y a que Jesu cristo lla m a a la
Ig le sia «m i Ig le sia », obra y fu n d a ció n su ya. F u n d a d ores h u m a n o s y
por ta n to cau sa secu n d a ria son los A p ósto les, lla m a d o s, ’’fundamento”
de la Ig lesia , ju n to con C risto (55).

4.— La Iglesia y la Escritura.


E n ca d a u n o de los p u n to s estu d ia d o s se h a ido m a r ca n d o , ca d a
vez m á s n ítid a , la d iferen cia in fra n q u ea b le en tre la eclesio lo g ía lu ­
te r a n a y la ca tó lica . A l estu diar las relacio n es en tre la Ig lesia y
la S a g ra d a E scritu ra en a m b a s co n fesio n es, L oren zo lleg a a d esc u ­
brir el «prin cipio fo r m a l» de distin ción en tre a m b a s, en su fo r m u ­
lación m á s c la r a : L a reg la ú n ica de la creen cia es la S a g ra d a E scri­
tu ra , segú n L u tero. S eg ú n la d o c tr in a ca tó lica que expon e S a n L o ­
renzo, la n o r m a in m e d ia ta de la fe cristia n a es el M a g isterio vivo
e in fa lib le ; que se a lim e n ta de lo que está revelado en la S a g ra d a
E scritu ra y la T ra d ició n n o escrita. C on vien e pu es d e te rm in a r cu i­
d a d o sa m e n te lo que s ig n ific a ex a c ta m e n te la S a g ra d a E scritu ra d e n ­
tro de la Ig le sia fu n d a d a p or Cristo.
Loren zo e stim a que el principio formal básico en la d o ctrin a lu ­
te r a n a podría fo rm u la rse a s í: n o h a y que creer sino lo que ex p re­
s a m e n te se co n tien e en la sa g ra d a E sc r itu r a ; sola la E scritu ra es

(54) «E x h is a u tem om n ib u s in telligim u s E cclesia m n ih il aliu d esse quam


p op u iu m v£ra fid e, veraque relig ion e div in o m u n ere im bu tu m ». II, 2, p. 26;
cfr. ibid., pp. 25-26.
(55) Ibid., pp. 26-29.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 5=)

la regla de fe cristia n a , cierta e in fa lib le n o r m a de la cree n cia (56).


Los testim o n io s de L u tero en este sen tid o son n u m ero sos y claros.
L a E scritu ra está sobre el P a p a , sobre las e n señ a n za s de A g u stín ,
P ab lo, L u te r o ; sobre los m ism o s án g eles. Los sa n to s P ad res y la I g le ­
sia p u eden errar: sola la B iblia es in fa lib le. Y p a ra en ten d er el
sen tid o g en u in o de la B ib lia n a d a de in term ed ia rio s h u m a n o s : ca d a
un o de los crey en tes, ley en d o la B iblia, sien te in m e d ia ta y p e r so n a l­
m e n te la voz de D ios. P or co n sig u ien te, ta n to en el o rd en de los
d o g m a s o creen cias, com o en el de las co stu m b res h a y que elim in a r
de la Ig le sia tod o lo que n o esté cla ra m e n te expresado en la B iblia,
A . T . y N. T . : verd ad es d o g m á tica s, cá n on es y leyes de la Ig lesia ,
p rá ctica s religiosas que han ven id o h a cién d o se tra d icio n a les (57).
L a d o ctrin a ca tó lica en este p u n to la expone S a n Loren zo en d o ­
ble fo r m a : n e g a tiv a , p o le m iza n d o c o n tr a L u tero y rech a za n d o d i­
r e c ta m e n te sus a firm a c io n e s. Y lu ego positivamente, d eterm in a n d o en
co n creto la fu n ció n que la B ib lia tie n e en el sen o de la Ig lesia c a ­
tólica.
P ara m a n te n e r sus a firm a c io n e s sobre las relacio n es en tre la
B ib lia y la Iglesia, L u tero n o tie n e otro recurso que apoyarse en la
B ib lia m is m a : es decir, debe d em ostra r que, segú n el testim o n io e x ­
preso de la B iblia, ella m ism a es la n o r m a ú n ica y su ficien te de la
cree n cia y del vivir cristia n o. P ero la v erd ad es lo c o n tr a r io : en
n in g u n a p a rte de la B ib lia se dice — y m e n o s en la fo rm a cla ra
que p o stu la n los lu te ra n os— , que n o se h a y a de creer m á s que lo
que se co n tien e ex p resa m en te en la m ism a sa g ra d a E scritu ra (58).
A d e m á s, los m ism o s lu te ra n os son poco fieles a este prin cipio
de so la la E sc r itu r a ; ya que ellos, al lado de la B ib lia, a d m ite n
com o n o r m a de fe los cu a tro p rim eros con cilios e c u m é n ic o s; y p o s­
terio rm en te la C o n fe sió n de A u sbu rgo y otras «C on fesio n es» propias
de la R e fo r m a (59).
Los ca tó lico s sa b em o s y a fir m a m o s con to d a segu ridad que la B i­
b lia es n o rm a de fe , pero no ella sola, sin o so ste n id a por la T r a d i­
ción e c le siá stic a : la B ib lia tie n e valor religioso y es n o r m a de cr e ­
en cia y de v id a en la m e d id a en que la Ig lesia propon e su a u tén tico
sen tid o divino y so b ren atu ral. E lla , la Ig lesia , co m o co lu m n a y f i r -

(56) «N ihil om n in o cred en d u m esse quod n o n sit in S a cra S criptu ra m an ifeste


e xp re ssu m ; scla m S crip tu ra m esse vera m fid ei ch ristia n a e regulam , certissim am
et in fa llib ile m cred en d i n orm a m », II-2, p. 350.
(57) Ibid., pp. 351; 353; 354.
(58) «N u llibi en im scrip tu m in S a cris L ittsris rep eritu r n ih il aliud cred en d u m
esse, n isi quod scrip tu m in D ivin is V olu m in ibu s est. Q uare sen ten tia ista seipsam
in terim it e t en eca t». Ibid., p. 355.
(59) II-2, pp. 356-57.
54 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

m a m e n to de la verdad, su ste n ta la a u torid ad de la sa g ra d a E scri­


tu ra. «N o estim a m o s m e n o s c a rg a d a de a u to rid a d la P a la b ra de D ios
escrita por el E spíritu del D ios vivo en el corazón de la Ig lesia , que
la que h a sido escrita con tin ta en los libros. P or eso no es lo escrito lo
que da a u torid ad a la B ib lia, sin o la fe de la Ig le sia y la P a la b ra
escrita en el corazón de la Iglesia. E lla es la que d a au to rid a d a la
P a la b ra escrita en los libros» (60)..
E sta idea de la su perioridad de la T ra d ic ió n sobre la E scritu ra
m erece u n desarrollo algo m á s am plio.
L a B ib lia , la P a la b ra de D ios escrita, n u n c a h a sid o n ecesa ria
p a r a la sa lv a c ió n ; en ca m b io sí lo h a sido la «trad ición » de v e r d a ­
des rev elad a s no e sc rita s: Los p a tria rc a s (h a cien d o un recorrido por
la H isto ria de S a lu d ), no tu vieron E scritu ra p a ra recibir las v e r d a ­
des de sa lv a ció n (61).
L a m ism a B ib lia no propon e — co m o sería n ecesa rio h acerlo — esta
a firm a c ió n ta n tr a n sc e n d e n ta l de la so la B ib lia co m o n o r m a ú n ica
de f e : E n el A . T . el D eu tero n o m io m a n d a acu dir a los sacerd otes
p a ra resolver las du das que su r ja n sobre la in terp reta ció n y sen ­
tid o de la Ley. N o preten d e resolverlas la so la L ey escrita.
En los A cto s, 15, cu a n d o h u bo aqu ellas d ifíciles e im p o rta n te s
discu sion es sobre el a lcan ce de la L ey en la n u ev a ec o n o m ía de
sa lv a ción , se reu n ió el C on cilio para ver lo que d ec ía el M a gisterio
vivo de la Ig lesia , de los A p ó sto les y je r a r c a s de la C o m u n id a d . A llí
se resolvió la cu estión sin in v o ca r la a u to rid a d de la B ib lia, por la
a u torid ad de los A p ósto les y de P edro en especial (62). P ablo m ism o ,
a quien se co m p a ra L u tero con d e m a sia d a fa cilid a d , cu an d o re c i­
bió la gracia de la con versión y las rev elacio n es y exp erien cias p r o ­
fu n d a s sobre la ec o n o m ía de sa lv a ció n y el «m isterio de C risto» ; sobre
la ju stific a c ió n p or so la la fe en C risto — sin obras de la L ey a n ­
tig u a — , se fu e a los A p ósto les, a la Ig lesia , p a ra h a c erles ju eces
de las m ism a s v erdades que él h a b ía recibido por revelación de J e ­
su c r isto : n o sea que se la n z a r a a correr en v a n o (63).

(60) «Scim us, n ec in ficia m u r S criptu ra m sa n cta m rite in tellecta m esse n or-
m a m et regu lam rectissim am veritatis, sed n on sola ... E cclesia enim , quae colu m ­
n a est e t firm a m en tu m veritatis sustentât a u ctorita tem S a cra ru m L itteraru m ....
N on en im m in oris au ctorita tis existim a m u s verb u m D ei scrip tu m S p iritu D ei vivi
in E cclesia e corde, quam scrip tu m a tra m en to in cód ice. Ñ eque en im atra m en tu m
in p a p yro da t verb o D ei au ctoritatem , sed fid es E cclesiae, et verbu m D ei scriptu m
in có d ice n o n n isi a verb o D ei scrip to in cord e suam h a b et a u ctorita tem ». II-2,
pp. 356-357; cfr. ibid., pp. 369-70; p. 72.
(61) II-2, p. 360.
(62) Ibid,., pp. 363-364.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 55

V ien e despu és o tra observación dign a de ten erse en c u e n ta : L a


B ib lia, si h a de ser n o r m a in m e d ia ta y ú n ica de fe p a ra ca d a cr e ­
y e n te , debería ser fá cil y accesible a todos. P ero n ad ie puede a firm a r
h o n r a d a m e n te que la B iblia se a de fá cil in telig en c ia p a ra to d a clase
de cristia n os. R ecord em o s la ex isten cia en la B ib lia de libros ta n
en ig m á t eos com o los apocalipsis del A . T . y del N. T . S an P edro
te stific a que h a y en la ep ístola s de S a n P ablo m u c h a s cosas d ifí­
ciles de en ten d er, a u n p a ra aquellos tie m p o s, ta l vez p a ra los m is ­
m os d estin a ta rio s in m ed ia to s que no a certa b a n con el verdadero
sen tid o de m u c h a s cosas. C on frecu en cia , p a ra d eterm in a r bien el
sen tid o del tex to será preciso recu rrir a los origin ales. E n los o ri­
g in a les m ism o s será m u c h a s veces e m p re sa ard ua, reserv ad a a e s ­
p ecia lista s, el d eterm in ar cu á l deba preferirse, en tre las diversas le c ­
cion es ex isten tes. D e aquí se d eriva u n a in a ca b a b le diversidad en
las v ersion es e in terp reta cion es, ta n to a n tig u a s com o m o d e rn a s (64).

Un e je m p lo d ra m á tico de esta d ific u lta d e in su ficie n cia de la


E scritu ra p a r a ser en ten d id a por sí sola, lo ten e m o s en las pa la b ra s
de la C o n sa gra ción . L a im p o rta n cia del p ro b lem a sa lta a la v is ta :
la existen cia o n o existen cia del sa crific io de la M isa , del sa cra m en to
de la E u ca ristía d ep en d en de la in terp reta ción que se de a la p a ­
lab ras de C risto. Y a son co n ocid a s las lu ch a s in term in a b le s de los
lu te ra n os con los católicos sobre el sen tid o de estas p a la b ra s. E stá
bien d em ostra d o que la cu estión n o se resolverá n u n c a por «sola la
E scritu ra ». P or o tr a p a rte , el m ism o L u tero se v ió precisado a recu ­
rrir fu era de la B ib lia cu a n d o quiso re fu ta r a los a n a b a p tista s y en
sus p o lé m ica s sobre las p a la b ra s de la co n sag ra ció n (65).
D e los a n teriores p rin cip ios d o ctrin a les se d eriva u n a c o n se cu e n ­
cia de g ra n im p o rta n cia p rá ctic a p a ra la a p olo gética , no sólo c ie n ­
tífic a , sin o ta m b ié n p r á c tic a y po p u la r, co m o la que cu ltiv a L oren zo
en su H ipotiposis. E s é s t a : p a ra e n ju icia r cu á n d o u n a d o ctrin a es
h erétic a , en prin cip io no es n ecesario recurrir a la E sc r itu r a : b a sta
ver que se opone a la e n se ñ a n z a de la Ig le sia v iv ien te, al M a gisterio
vivo e in fa lib le , cu yas e n se ñ a n z a s e stá n al a lcan ce de ca d a u n o de
los cristia n os, en fo r m a cla ra, co n creta , im posible de tergiversar.
L u tero no sólo p o n ía la E scritu ra co m o ú n ic a n o rm a de fe , sino
que a d em á s, y esto era casi m á s g rave, la in terp reta ció n de la m is ­
m a la d e ja b a al criterio perso n a l del que lee la B iblia. S a n Loren zo
insiste fr e c u e n te m e n te en la idea de que la B ib lia es el «libro de la
Iglesia». E n tod os los p ro b lem a s que su rgen r eferen tes a la fe y r e -

(64) Ibid., pp. 365-368.


(65) II-2, p. 369.
55 TEM AS FUN DAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

ligión cristia n a d o n d e h a y que recurrir en ú ltim a in sta n c ia es a la


fe de la Iglesia. L a E scritu ra m ism a n u n c a la p o d em o s e n co n tra r fu e ­
ra de la Iglesia. P or eso en las cu estion es d ifíciles y disp u ta bles «no
h a y que recurrir a la E scritu ra, sin o h a y que ver a qu ienes se e n ­
tregó el depósito de la fe y la g u a rd a de la m o r a l cristia n a . E s d e ­
cir, h a y que bu scar en p rim er térm in o a la Ig lesia , p a ra poder e n c o n ­
trar — en ella — a C risto y el a u tén tico sen tid o de la E scritu ra» (66).
En el recurso a la Ig lesia , lo m á s fá cil y obvio es recurrir a l M a ­
gisterio vivo e in fa lib le ta l com o se ejerce en ca d a m o m e n to de la
h isto ria , segú n in d icá b a m o s h a c e un m o m e n to . San Loren zo casi
n u n ca recurre al M a gisterio de la Ig le sia tal co m o se expresab a en
su tie m p o , p or eje m p lo , a la a u torid ad in fa lib le del C on cilio T r id e n -
tin o. Ello se explica por la fin a lid a d co n creta , a n tilu te r a n a , de sus
escritos p olém icos. P olem iza n d o co n tra el lu te ra n ism o era m e to d o ­
ló g ica m en te desa certa d o in v o ca r la a u to rid a d del recien te con cilio
E cu m én ico , y a que p recisa m en te su in terv en ción d o ctrin a l se d iri­
g ía p rin c ip a lm en te co n tra los p ro te sta n te s y se refería a las cu estio ­
nes d o g m á tica s co n trov ertid a s con ellos. Por ese m o tiv o , S a n L o r e n ­
zo recurre c o n tin u a m e n te a la « Tradición» com o n o r m a de fe y c r i­
terio p a ra dirim ir las disp u tas teológicas. L as verd ad es tra d icio n a les,
lo que siem pre y u n iv ersa lm en te fu e m a n te n id o por la Ig lesia podía,
en prin cipio, ser m á s fá c ilm e n te a cep ta d o por los p r o te s ta n te s ; ya
que ellos se glo ria b a n de querer volver a la Ig le sia a n tig u a , la I g le ­
sia de los p rim eros siglos a la que no h a b ía a lca n za d o la corrup­
ción da los mil años». C on este p ro ced im ien to Loren zo se sien te c o n s­
ta n te m e n te en la lín e a de los S a n to s P ad res y d octores de la I g le ­
sia a n tig u a que siem pre r e fu ta ro n a las n u evas h e r e jía s recu rrie n ­
do a la T ra d ició n de la Iglesia. Y cu an d o el recurso a la E scritu ra
se h a c ía preciso, la E scritu ra era u tiliza d a , a n te tod o, com o «libro
de la Ig le sia », de cuyos m isterio s d o ctrin a les sola la Ig lesia posee
el sec re to (67).

( 66) «N eque en im extra E cclssia m potest esse veritas S crip tu ra ru m ... Q uare
n on ad S criptu ra s p rov oca n d u m ait, sed in qu iren du m quibus com p eta t fides ipsa
et quibus trad ita sit disciplin a Christiana. H oc est, in qu iren da cu m prim is E ccle­
sia est a d in ven ien du m C h ristu m rep eriend am que S crip tu ra ru m verita tem ». II-2
pp. 70-71. ,
(67) « Id circ o , in qu it (Lirinensis), prop ter ta m varios errores a n fra ctu s necesse
est, u t prop h etica a et a p ostolica e in terp reta tion is lin ea secun du m ecclesia stici et
c a th o lici sensus n orm a m dirigatu r». Lutheranismi Hypotip., H -2, p. 166.
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 57

5 .— Hipotiposis del Luteranismo e Hipotiposis de la Iglesia.


Su obra p o lém ica y a p o lo g ética de la Ig le sia la titu ló S a n L o r e n ­
zo «H ip o tip o sis». E ste títu lo n os lleva a reflex io n a r no sólo sobre la
ín d ole, sin o ta m b ié n sobre la o rien tació n g en eral que el sa n to D octor
«defensa de la Iglesia católica».
im p o n e a su
«Hipotiposis» quiere decir d escripción de u n a p erso n a o cosa, s e ­
ñ ala n d o al vivo sus rasgos m á s ca ra cterístico s. S a n L oren zo, al esc o ­
ger p a ra su obra A p o lo g ética el m e n c io n a d o títu lo, quiere p resen tar
a sus lecto res «la fiso n o m ía esp iritu al, m o ra l y religiosa de L u tero
y su Ig le sia », fr e n te a la fiso n o m ía y rasgos esp iritu ales con que se
p resen ta la Ig lesia ca tó lica , p a ra después, refirien d o am b o s «tipos
de la Iglesia» a la S a gra d a E scritu ra , a la T ra d ic ió n , al bu en sen tido
m o ra l y religioso del pu eblo cristia n o, ca d a u n o pu ed a d eterm in ar,
con cla rid a d y segu ridad, cu ál es la verd ad era Ig le sia de Cristo.
E n m ed io de su en orm e ex ten sió n , sus repeticion es, la reiteración
de m o tiv o s e in siste n cia en los m ism o s te m a s, ta l vez p o d ría m o s ir
señ a la n d o en la obra a p olo gética de S a n Loren zo un h ilo con d u ctor,
u n a idea recto ra que nos sugiere el m ism o títu lo de la o b r a : Hipoti­
posis. E n e fe c to , L o ren zo p a rte del h e ch o de que en el pueblo cr e ­
y e n te , en el bu en sen tid o religioso y cristia n o de la g en te , existe t o ­
d a vía, sin a d u ltera rse del tod o, la idea g ra n d io sa de lo que debe ser
la Iglesia de Cristo. E sta idea g ra n d io sa de lo que debe ser la Ig lesia
verdadera, la h a adquirido el «h om b re cristia n o », m e d ia n te las e n ­
se ñ a n za s de la E scritu ra , la T ra d ic ió n , la exp erien cia relig io sa c ris­
tia n a a cu m in a d a d u ran te siglos y co n tra sta d a en la lu ch a co n tra c o n ­
cep cion es adversas d u ran te tod a la h isto ria del cristian ism o.
A h o r a bien , parece a rg u m e n ta r S a n L oren zo todo a lo largo de
su obra, la in stitu ció n que responde a ese «id eal de Ig lesia v erd a d e­
r a », ta l com o el recto «sen tid o cristian o» con cibe que debería ella ser,
es ú n ic a m e n te la Ig le sia ca tó lica , n o la Ig le sia r e fo r m a d a que nos
vien e a p resen ta r L u tero. Y en fo r m a m á s c o n c r e ta : L a Ig le sia c a tó ­
lica, p or su tra n sc en d e n c ia , por su segu ridad d o ctrin a l, por la a d m i­
rab le sa n tid a d de vida en sus prin cip ios y en sus m ie m b r o s; por su
a rraigo en la E scritu ra y en la T r a d ic ió n ; porque responde al m e jo r
sen tid o m o ra l, religioso y cristia n o de los h o m b res a qu ienes se p r e ­
s e n t a ; en u n a p a la b r a : la Ig lesia por su fisonomia=personalidad so­
brenatural, se im p o n e a n te los o jo s de tod os co m o la ú n ica verd ad era
Ig le sia que C risto in stitu y ó p a ra la sa lv a ción de los h o m b res. P or el
co n tra rio , el lu te ra n ism o en su « fis o n o m ía » = p e r s o n a lid a d religiosa,
no tie n e los rasgos v iv ien tes, d istin tiv os de la Ig le sia de C r is t o ; com o
lo d e m u e stra n la in c o n siste n c ia y co n trad icció n d o c tr in a l; la n o v e ­
dad de su d o ctrin a , sin a rraigo en la E scritu ra ni en la tra d ició n cris­
58 TEM AS FU N DAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

tia n a m á s a n tig u a ; el d e c a im ie n to g en eral de co stu m b res provocado


por la R e fo r m a ; la esterilidad en fru to s de vid a cristia n a y so b re­
n a tu ra l (68).
C on este en fo q u e g en eral se n os a cla ra tod o lo que h em o s ido e s ­
tu d ia n d o a n terio rm en te en la «d efen sa de la Iglesia » que S a n L o r e n ­
zo nos o frece. Los te m a s fu n d a m e n ta le s de la eclesio lo g ía ca tó lica no
han sido tra ta d o s «siste m á tic a m e n te » por n u estro autor. M á s bien
han ido aparecien d o com o «rasgos» p a ra d ib u ja r u n a «fiso n o m ía »,
p in c ela d a s p a ra la com p osición de u n «retrato » viv ien te de la Ig lesia
ca tó lica . Y fre n te a ella el «retrato» del lu te ra n ism o . C o n tem p la n d o
estos «retratos» el que con serve un resto in so bo rn a ble de «bu en s e n ­
tid o c ristia n o », p o d rá señ a la r — con fa cilid a d , p ro n titu d y seg u ri­
dad— , cu ál es la v erdadera Ig lesia de C risto. E ste en fo q u e de la ecle­
siología de S a n L oren zo es el que m e jo r responde a la índole e m in e n ­
te m e n te p o p u la r, p rá ctica y v iv ien te que el S a n to D o cto r quiso dar
a su «d e fe n sa de la Ig le sia ».
A l p ropon er S a n L oren zo la «h ipotiposis» de la Iglesia fre n te a la
«h ipotiposis» del lu te ra n ism o , d esarrolla — en sus rasgos fu n d a m e n ­
ta les— un a rg u m e n to a p o lo g é t'co de prim er orden a fa v o r de la I g le ­
sia ca tó lica . N os referim o s al a rg u m e n to de la «vida maravillosa de
la Iglesia católica», ta l com o este a rg u m en to es p resen tad o por el
C on cilio V a tic a n o con esta s p a la b r a s : «La Iglesia » (c a tó lic a ) por sí
m ism a , por su a d m ira b le p ro p a g a ció n , por su ex im ia sa n tid a d y f e ­
cu n d id ad in a g ota b le en to d a su erte de fru to s esp iritu ales, por su u n i­
dad ca tó lica y su in v ic ta esta b ilid ad , es un g ra n d e y p eren n e m otiv o
de credibilidad y un testim o n io irrefra g a b le de su d ivin a m isió n » (69).
E lla es el «sign o », el g ra n milagro c o n tin u a m e n te obrado por D io s en
el m u n d o . S a n L oren zo, a l p resen ta rn o s la «h ipotiposis» o «fig u r a y
p erso n a lid a d so b ren atu ral» de la Ig lesia , está en la lín e a de un tipo
de a rg u m en to que co m en zó a esbozarse por aqu ellos añ os y llegó a
su fo rm u la c ió n co m p le ta en las referid a s p a la b ra s del V a tica n o .
N o creem os n ecesario tr a ta r p or exten so la « h ip o t ip o s is = f is o n o -
m ía » del lu te ra n ism o y lu ego de la Ig le sia ca tó lica . Pero sí ju zg a m o s
in teresa n te p resen ta r u n «esbozo» o los rasgos fu n d a m e n ta le s de la
fiso n o m ía de a m b a s in stitu c io n es, p a ra ver cu á l de ellas o frece los
rasgos in c o n fu n d ib le s de la Ig lesia de C risto.

(68) C fr. C la u d io de S o le s in o , O. F. M. Cap., L'Apologetica di S. Lorenzo da


Brindisi. En las pp. 13-17, describe las ca ra cterística s generales del m étod o a p o­
log é tico de S a n Lorenzo. Se desarrolla m ás am p lia m en te la m ism a idea en las
pp. 133-151. S ta n o, G a eta n o, O. F. M., S. Lorenzo da Brindisi, controversista... San
Lorenzo de Brindisi. Studi (P adova, 1951), pp. 95-139.
(69) C fr. D e n z in g e r, Enchiridion Symbolorum, n. 1794.
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 59

La fisonomía del luteranismo está d e te rm in a d a por dos e le m e n ­


tos p r in c ip a le s: a) la fiso n o m ía o p erso n a lid a d religiosa y m o ra l del
fu n d a d o r, L u te r o ; y b) por las ca ra cterística s esp iritu ales de la I g le ­
sia por él refo rm a d a .
L u tero, en el c o n ju n to de su perso n a lid a d religiosa y m o ra l, está
m u y lejo s de poseer las cu a lid a d es y dotes esp ecíficas de un enviado
de D ios. M á s bien se p u ed en señ a la r en él, p ien sa S a n L oren zo, todos
los rasgos de un «h e r e je », con tod o sen tid o p eyorativo y recargo de
ta ra s m o ra les que este a p elativo lleva con sigo en la co n cien cia c ris­
tia n a y en el a m b ien te cu ltu ra l de la época, de base cristia n a.
E n tod o tie m p o y p a ra tod os los iniciadores de algú n m o v im ien to
religioso, la p erso n a lid a d m o ra l del «fu n d a d o r» h a ten id o un d e s ta ­
cado po d er a tra ctiv o y fu erza a p ologética. E n el caso de L u tero San
Loren zo, en los m ed io s a le m a n e s que él co n ocía , h a b ría podido o b ser­
var el h e ch o de u n a especie de «m e sia n ism o », que se h a b ía ido fo r ­
m a n d o en torn o al R e fo rm a d o r. P ara los a m b ien tes p opu lares a los
que se d irigía S a n L oren zo, este extra o rd in a rio prestigio de Lutero
co n stitu ía u n a de las m a y o res d ific u lta d es de con versión a la Ig lesia
ca tó lica . N u n c a h a h a b id o n in g ú n h eresia rca o refo rm a d o r religioso
que p o sea p a ra sus secu aces ta n ta au to rid a d com o L u tero en tre sus
lu te ra n os, dice S a n L oren zo (70). P ortador de u n a m isió n d ire cta ­
m e n te d a d a por D ios, L u tero se p r esen ta a n te sus a le m a n e s con u n a
a u to rid a d su perior a tod os los d octores de la Ig lesia , a los P ap a s y
c o n cilio s: tod os pu dieron errar y se equ ivocaron de h ech o , pero L u ­
tero n o (71). Es el h o m b re en viado por D io s p a ra sa n a r a l pueblo
cristia n o de sus d o len cia s, p a ra ilu m in a r al m u n d o , p a ra re fo rm a r la
Ig lesia , sa ca r el E va n gelio y la B ib lia de la oscu ridad e ign o ra n cia
en que e sta b a n se p u lta d o s; él es la boca de C risto, ó rgan o del E sp í­
ritu S a n to (72). L oren zo lla m a a estos in con d icion a le s de L u tero « lu -
terícola s, lu te ró la tra s».
E n este m e sia n ism o lu te ra n o, en este a u tén tico «cu lto de L u tero »,
ve n u estro D o cto r u n o de los prin cip ios básicos de la R e fo r m a lu te ­
ra n a (73). N a tu r a lm e n te , se tr a ta de la fo r m a p o p u la r del lu te r a n is-

(70) «P rin cip iu m in d em on stra b ile est L u th eri apu d suos a u ctorita s...». II-2,
p. 350; ibid., pp. £48-349. Ibid., vol. I I - l, pp. 46-50.
(71) «O ín n es san cti F a tres... u niversa tá n dem sim ul E cclesia apud ipsos errare
potu eru n t erra u n tq u e; solus L u th eru s m inim e p o t u it !» . Lutheranismi. Hypotip.,
I I - l, p. 47.
(72) «H o m in em fa ciu n t divinitus m issu m ... ad reform a n d a m E cclesiam , ad
eru endum e ten eb iis Evangelium , D ivin a ru m S crip tu ra ru m lum en, d octorem om -
n iu m d o cto ru m ... C h risti os, S piritu s S a n cti electu m sanctum que organ um ».
Ibid., p. 47.
(73) II-2, p. 347. L os tex tos prin cip a les referen tes a la «p erson a lid a d » y valor
de L u tero están en el vol. II-2, pp. 326-352. V ol. I I - l, pp. 46-50.
60 TEM AS FUN DAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

m o. El pu eblo p ien sa m e n o s p or ideas a b s tr a c ta s ; se m u eve m á s por


sen tim ie n to s y g u sta de ver u n a id eolo gía y u n a religión en ca rn a d a
en un hombre, a n te s que en u n sistem a .

E n este p u n to , S a n L oren zo percibió con a c ’ erto, u n a vez m á s, la


situ a ció n relig :osa de las m a sa s lu te ra n a s. E n e fe c to , co n ocem o s por la
h isto ria el extra o rd in a rio in flu jo que este «m e sia n ism o » de L u tero e je r ­
ció en el origen y p ro p ag ació n de la R e fo r m a . L u tero se p resen tó a sí
m ism o com o u n h o m b re en viado por D ios p a ra descubrir a n te los h o m ­
bres en «verdadero ev a n g elio ». Pero los h o m b res a quienes él te n ía p r e ­
sen tes eran , a n te todo y casi ex clu siv a m en te sus queridos a le m a n e s,
el «querido pu eblo a le m á n ». El tr a jo p a ra su pu eblo el cristia n ism o
«a le m á n », la M isa a le m a n a , la teo lo g ía a le m a n a , el c a tecism o a le ­
m á n , la len gu a relig io sa a le m a n a , la B ib lia a le m a n L El pueblo a le ­
m á n le p a gó estos servicios rod ean do al R e fo r m a d o r de u n h a lo s o ­
b r e h u m a n o de m e sia n ism o p a trió tico -re lig io so . L a h isto ria h a reco ­
n ocido en este m e sia n ism o que rodeó a L u tero u n o de los fa cto re s de
su éxito y de su p r o fu n d a p en etra c ió n en el a lm a del p u eblo a le m á n
h a s ta n u estro s días.

El m e sia n ism o que en v olv ía la fig u ra de L u tero era esp ecia lm en te


in ten so en tie m p o de S a n L oren zo. El S a n to D o cto r vió en ta l m e s ia ­
n ism o un im p ed im en to de tipo psicológico p a r a la con versión de los
p ro te sta n te s. D e a h í su em p eñ o m a n te n id o d u ran te ce n te n a re s de
p á g in a s de su obra, en p r esen ta r a L u tero en su a u tén tica e h istó rica
rea lid a d , d esp o jad o del n im b o de gloria so b r e h u m a n a co n que le id e a ­
lizaron la fe y el fa n a tis m o de sus seguidores. S a n L oren zo reconoce
en m á s de u n a ocasión los a u tén tico s y d esta ca d os v alo res humanos
de L u te r o ; pero él se fija a n te tod o en la p erso n a lid a d « m o r a l-r e li-
g io sa -c r istia n a » del R e fo rm a d o r. Y desde este p u n to de v ista h a c e la
«hipotiposis de Lutero» : la descripción viv ien te, co n creta , de su fis o ­
n o m ía y p erso n a lid a d e sp iritu a l-relig io sa . El resu lta d o de este e stu ­
dio sobre la p erso n a lid a d religiosa de L u tero es que S a n Loren zo c a ­
lifiqu e al R e fo r m a d o r co m o « hereje» : con to d a la ca rg a de sen tido
p ey ora tiv o que ta l d en o m in a ció n po d ía po seer en el a m b ien te c u ltu ­
ral y religioso en que v iv ía n u estro S a n to .

C om o a u tén tico « h e r e j e » , L u tero está cargado de to d a s las t a ­


ras m o ra les y religiosas con que este tipo de h o m b re se p r esen ta en
la S a g r a d a E scritu ra y en la T ra d ic ió n cristia n a, ta n to la T ra d ició n
teo ló g ica com o la trad ición p opular. E sto n os ex p lica la fo r m a im p la ­
cable con que S a n L oren zo se esfu erza en d e m o stra r que el R e fo r ­
m a d o r está b a tid o por tod os los peores «espíritu s m a lig n o s » ; espíritu
de soberbia, de m e n tir a , h ip o cresía , lu ju ria , b la sfe m ia que h a c e n de
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 61

él u n h o m b re r ea lm en te llen o de «espíritu sa tá n ico» (7 4). Por fu erte


que n os pa rezca este re tra to que S a n Loren zo h a c e de L u tero, no lo
era para la sen sib ilid ad de aqu ellos tie m p o s a c o stu m b ra d a a p o lé m i­
cas v io len tísim a s, donde las fra ses groseras, b ru tales, el le n g u a je p la ­
gado de a p elativo s «d iab ó licos», se h a b ía h e ch o corrien te. El m ism o
L u tero fu e extrem oso aun p a ra su tiem p o. S a n L oren zo creyó n e c e sa ­
rio d iscu lp ar u n poco su le n g u a je fu erte co n tra los p ro te sta n te s (75).
Ig u a lm e n te , la «h potiposis» de L u tero ta n ca rg ad a de rasgos h ir ie n ­
tes, te n ía p a ra S a n Loren zo u n a ju stific a c ió n en el «celo apostólico»
que debía ponerse en la lu ch a co n tra la h e r e jía . A d e m á s era u n a
verd ad era n ecesid a d , en la situ a ción en que se e n c o n tra b a el pueblo
cristian o de A le m a n ia , d esp o ja r a L u tero, en fo r m a im p la c a b le y v io ­
le n ta , del n im b o de m e sia n ism o con que era p resen tad o y descubrir
a n te el pueblo cristia n o su a u té n tic a p e r s o n a lid a d : Lu tero es un « he­
reje» . C arece de tod o sen tid o el querer ver en él n in g ú n en viado de
D ios, n in g ú n p r o fe ta p a ra p redicar la v u e lta al gen u in o E van gelio (76).
T a m b ié n se detiene la r g a m e n te S a n Loren zo en d ib u ja r «el r e ­
tr a to », la hipoteposis de la Iglesia luterana.
N a d a h a y en la Ig le sia fu n d a d a y r e fo r m a d a por L u tero que lleve
los rasgos ca ra cterístico s de la v erd ad era Ig lesia de D ios. E n e fe c t o :
a) L a verd ad era Ig le sia de D ios es u n a sociedad visible, que se m a ­
n ifie sta a l m u n d o com o a u té n tic a Ig lesia de C risto por su u n idad,
s a n tid a d , ca to licid ad y ap ostolicid ad . Sobre todo por e sta r fu n d a d a
sobre P edro. P ero en la Ig le sia de L u tero no e n c o n tra m o s n in g u n a de
esta s ca ra cterística s esen cia les a la Ig lesia de D ios.
b) L a Ig le sia de C risto debe poseer ín te g r a y sin d efo rm a c io n e s
la «d o ctrin a de sa lv a ció n ». P ero p recisa m en te L u tero la d e fo r m a en
p u n to s del to d o esen ciales. L a p rim era d efo rm a c ió n esen cia l provien e
de su teo ría de la B ib lia co m o ú n ica n o rm a de fe , con absolu to r e ­
pudio de la T ra d ició n . C on este p ro ced im ien to d o g m a s, p rá ctica s y
n o r m a s de vida cristia n a qu edan excluidos de la Ig lesia . Y los m ism o s
prin cip ios d o ctrin a les que son a d m itid o s, qu edan d esvirtu ados, i n ­
ciertos y p rivados de su a u tén tico sen tido divino y so b ren atu ral desde
el m o m e n to en que las verd ad es religiosas que co n tien e la E scri­
tu ra son d e ja d a s a la libre in terp reta ció n privada. Y a m á s en c o n -

(74) S a n L oren zo presen ta a L u tero llen o de tod os los «espíritus del m al»,
sobre to d o en el II-2, pp. 210-305. S a n L oren zo se in sp ira m u ch o en la ob ra del
con troversista ca tó lico P is t o r iu s , Anatomia Lutheri. C fr. C. de S o le s in o , L’Apo­
logetica di S. Lor. da Brindisi, pp. 179-189.
(75) Hypotiposis, voi. I I - l, pp. 30-34.
(76) El tem a de que L u tero ca rece de tod a «m is ió n » o «v o ca ció n » divina se
rep ite con tin u a m en te. C fr., sobre tod o, I I - l, pp. 62-134.
62 TEM AS FUN DAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

creto, L u tero pervierte la a u tén tica d o ctrin a de sa lv a ció n , en fo r m a


esp ecial, por su d o ctrin a de la ju stific a c ió n y p o sib ilid a d de la s a l­
v a ció n por sola la fe , sin co lab ora ción u obra h u m a n a s que sea n
n ecesa ria s p a ra la sa lv a ción .
c) D e estos prin cipios do ctrin a les n a d a tien e de ex tra ñ o que la
v id a religiosa cristia n a de la Iglesia lu te ra n a esté m anchada con
en o rm es vicios y d efeccio n e s m o ra les, in c o m p a tib les con el a u té n ­
tico cristia n ism o.

F ren te a la «h ip otip osis de L u tero », p re se n ta S a n L oren zo la a u ­


tén tic a fig u ra o p erso n a lid a d de la I g le s ia : la ’’hipotiposis de la Igle­
sia católica”.
El r etra to , la fiso n o m ía so b ren a tu ra l de la Ig le sia c a tó lica está
co n stitu id o por los sig u ie n tes ca ra cte re s:
— La Ig lesia ca tó lica posee la m isió n divina, la m ism a que re­
cibió C risto p a r a sa lv a ción de los h om b res.
— L a Ig lesia se p r e se n ta con la s n o ta s d istin tiv a s de la «verdadera
I g le s ia » ; esp ecia lm en te con la m á s se ñ a la d a de t o d a s : está f u n ­
d a d a sobre P edro, y sus su cesores los P o n tífic e s rom a n o s.
— S o la la Ig le sia posee la «d o ctrin a de sa lv a ción » sin corrom per,
esp ecia lm en te en u n p u n to ta n esen cia l co m o es la d o ctrin a de
la ju stific a c ió n y el c a m in o de sa lv a ció n por la g ra c ia de D ios y
la cooperación humana.
— F in a lm e n te , em p le a n d o las p a la b ra s de C risto «por sus fru tos
los co n oceréis», a los que son de C risto y a los que n o lo son.
L a Ig lesia ca tó lica con sus fru to s de sa n tid a d y de b u en as obras
a cred ita que ella posee los prin cip ios y fu e n te s de la sa n tid a d :
ella es la v erd ad era ú n ica Iglesia de C risto.
A m á s de un lecto r se le h a r á p esa d a la lectu ra de la «H ip o ti­
posis» de S a n L o r e n z o ; c a rg a d a de rep eticio n es, con estilo oratorio
d ifu so, fa lt a de ord en y o rg a n izació n e str ic ta m e n te cien tífic o s. Si
e n fo c a m o s to d a la obra en torn o a esta doble «h ip o tip o sis», la del
lu te ra n ism o y la de la Ig le sia ca tó lica , en to n ces se llega a percibir
su u n id a d fu n d a m e n ta l, u n a idea superior que preside tod o el d e ­
sa rro llo en ca d a u n o de los p u n to s que h e m o s estu diado a n te r io r ­
m e n te . A l m ism o tiem p o nos d a m o s cu e n ta m e jo r de la índole de
e sta ’’defensa de la Iglesia” que S a n L oren zo preparó fr e n te al lu ­
te ra n ism o de su tiem p o .
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 63

I I I .— ID E A S B A S IC A S P A R A U N A C O N C E P C IO N
C R IS T IA N A D E L H O M B R E

Lo m ism o que en otros te m a s, cu an d o se tr a ta del hombre, ta m ­


poco expon e S a n Loren zo sus ideas en fo r m a siste m á tic a y co m p leta .
P ero«in icia » y, en m u c h o s casos, estu d ia con d eten ció n varios tem a s
de im p o rta n cia p rim a ria p a ra elaborar u n a con cepción cristia n a del
h o m b re.
P or razon es de m é to d o y claridad h e m o s agru p ad o las en señ an zas
de S a n L oren zo en torn o al h o m b re en dos a p a rta d o s fu n d a m e n ta ­
le s : P rim ero ex p o n em o s u n a serie de ideas d ire cta m en te c o n stru c­
tiv a s y de sign o p ositivo, r eferen tes a la o rd en a ció n cristocén trica
del h o m b re . O tra serie de te m a s, aun qu e fu n d a m e n ta lm e n te de signo
p o sitiv o ; pero tie n e n ta m b ié n a la v ista u n a fin a lid a d p o lé m ica y
de d e fe n sa a p olo gética fr e n te a los errores p r o te sta n tes.

1.
— Visión cristocéntrica del hombre en San Lorenzo de Brindis.
P ara S a n L oren zo, sigu ie n d o el p e n sa m ie n to m á s p r o fu n d o de la
B ib lia, el h o m b re es in com p ren sib le en su ser y en su h isto ria r e ­
ligiosa y, en cierta m e d id a , aún p r o fa n a , si n o es partiendo de Cristo
y vien d o el ser del h o m b re desde Cristo.
T e n d re m o s o casión de ver có m o p a ra S a n L oren zo C risto está en
el p u n to de a rra n qu e, en el origen , cen tro y cu m bre de la a ctu a l
ec o n o m ía de sa lv a ció n . Su d o ctrin a sobre el p rim ad o a bsolu to de
C risto en las obras de D io s ad ex tra , es la base p a ra en ten d er su
co n cep ció n del h o m b re . P or C risto, en C risto y para C risto han
sido crea d a s to d a s las cosas, segú n fó r m u la de S a n P ab lo que L o ­
renzo recoge y h a c e su y a con frecu en cia . P ero, esp ecia lm en te el h o m ­
bre, en su ser, en su d estin o so b ren a tu ra l, en tod a su h isto ria r e li­
gio sa está d o m in a d o por la p resen cia de C risto.
L a h isto ria religiosa del h o m b re co m p ren d e estos m o m e n to s e se n ­
cia le s: P rep ara ció n e tern a en la m e n te de D io s, por el decreto divino
de predestinación. Luego vien e la realización en el tie m p o por la
creación, — elevación al ord en so b ren a tu ra l, caída en pecad o , res­
tauración, glorificación— . E n ca d a u n o de estos m o m e n to s S a n L o ­
ren zo v a a l h o m b re v u elto hacia Cristo y recibien do de El el c o n te ­
n ido y el sen tid o de su ser y actividad. Y a Cristo com o la razón de
ser, el fin in m ed ia to , el cen tro y cu m bre de tod o lo que el h o m b re
es y hace.
A) Predestinados en Cristo.— L a p rim era y rad ical propiedad te o ­
lóg ica del h o m b re es el «estar p red estin a d o en C risto ». C uan do S an
64 TEM AS FU NDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

P ablo quiere dar la explicación ú ltim a , la razón su p rem a de todo lo


que le a co n tece al h o m b re en su h isto ria religiosa, recurre a la p r e ­
d estin a ció n en la m e n te divin a , a n tes de co m e n za r del m u n d o . Y allí
e n c u en tra a n te tod o a C risto, y por Cristo y p a ra C risto la m u ltitu d
de los h ijo s de D ios, que h a n sido p red estin a d o s a ser co n fo rm e s a
la im a g e n del C risto p rim o g én ito de los p red estin a d o s (77).
E ste d ato fu n d a m e n ta l de la a n tro p o lo g ía p a u lin a , recibe en San
L oren zo u n a fo rm u la c ió n rig u ro sa m en te teo ló g ica m e d ia n te su te o ­
ría del p rim ad o absolu to de C risto en ten d id o en la fo r m a trad icion a l
de la E scu ela fra n cisca n a . C risto aparece aquí co m o «prin cipio de
los ca m in o s de D io s», en fo r m a to ta l y a bsorben te. Si a h o ra querem os
in v estig a r la razón de la p red estin a ció n y por ta n to la ú ltim a razón
del ser so b ren atu ral y n a tu r a l del h o m b re , ten e m o s n ecesa ria m en te
que en co n tra rlo en C risto : C risto p rim o g én ito de los p r e d e stin a d o s;
por ser el p rim er pred estin a d o y la razón y fin in m e d ia to de la p r e ­
d estin a ció n de los d em ás. T en d rem o s oca sió n de expon er m á s a d e ­
la n te este aspecto de la C risto lo g ía de S a n L oren zo. A h o ra n os b a sta
señ a la r por lo que se refiere al h o m b re , que éste, desde la raíz p r i­
m o rd ia l de su ser, desde su elección en la m e n te divin a , es un
«ser en C risto y p a ra C risto». Y por ta n to sólo desde C risto, en
ú ltim a in sta n c ia , es co m p ren sible el ser del h o m b re en su m á s r a ­
dical p ro fu n d id a d .
B) Creados en Cristo Jesús: a su imagen.— E s bien sabido que
el p u n to de p a rtid a p a ra to d a a u té n tic a a n tro p o lo g ía cristia n a lo
co n stitu y e n aqu éllas p a la b ra s del G é n . 1, 2 6 : "Hagamos al hombre
a nuestra imagen y a nuestra semejanza”.
D en tro m ism o del ca m p o ca tó lico h a n podido darse in te r p r e ta ­
cion es diverg en tes, m á s o m e n o s a m p lia s en esta cu estión . C reem os
que S a n L oren zo sigue el m e jo r p e n sa m ie n to del N. T ., cu a n d o la
im a g e n de D io s en el h o m b re, a la luz de los tex to s p a u lin o s, la in ­
terp reta co m o im a g e n de C r isto : C risto H o m b r e -D io s, el V erbo e n ­
ca rn ad o será el arquetipo, el m o d elo que el a rtífic e divino tie n e a
la v ista cu an d o crea al h om b re co m o cu m bre de la creación y a
im a g e n del m ism o D ios. El p a recid o del h o m b re con D io s se logra
a trav és de C risto.
E n rea lid a d e sta a firm a c ió n es u n a con clu sión bien cla ra de p r in ­
cipios siste m á tico s su periores su sten ta d o s por S a n L o re n zo s: el p r i­
m a d o a bsolu to de C risto y la p red estin a ció n de tod os los h o m b res
en C risto. Pero es in d isp en sab le cita r u n tex to expreso y ca rg ad o de

(77) Rom. 8, 29-30. E f. 1, 3 ss.; Col. 1, 13 ss.


A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 65

co n ten id o en que S a n L oren zo n os p resen ta al h o m b re «creado en


C r is t o » : a im a g e n de C risto, V erbo en ca rn ad o .
C o m e n ta n d o las m e n c io n a d a s p a la b ra s de G én . 1, 2 6 , San Lo­
ren zo se ñ a la los varios asp ectos y razones por las que el h o m b re se
dice creado a im a g e n de D ios, y lo que sig n ific a d ic h a fó rm u la.
E s tra d icio n a l en tre los sa n to s P adres el señ a la r la im a g e n de
D ios en el h o m b re, en la rep resen tació n del P ad re, del H ijo y del
E spíritu S a n to que el h o m b re lleva ep los m á s p ro fu n d o de su ser
espiritu al. El h o m b re por su m e m o ria , in telig en c ia y v o lu n ta d ; por
la a ctiv id a d o p era tiv a y las relacio n es m u tu a s de esta s p o ten cia s es
u n a im a g e n viv ien te de la T r in id a d : tres v irtu alid ad es o p o ten cia s
que se o rig in a n u n a s de o tra s, se d istin g u en en tre sí sin rom p er la
un id ad su sta n cia l del espíritu h u m a n o . S a n L oren zo recoge la a n ­
tig u a trad ición ta l co m o se en cu en tra fo r m u la d a sobre tod o en
S a n A g u stín (78).
B a jo otro aspecto im ita el h o m b re el ser d iv in o : en cu a n to es
rep resen ta n te de D ios en el m undo. (79). E sta rep resen tació n la
describe Loren zo con n u m ero sos d eta lles pero sobre tod o en e sto :
D ios es ser in telig en te, lib re , in m o r t a l... Y com o D ios tod o lo m ueve
en el m u n d o , así el h o m b re lo gobiern a con su in telig en c ia y d o m in a
sobre los d em á s seres (80).
Pero la explicación m á s p r o fu n d a y c o m p le ta la e n c o n tra m o s c u a n ­
do la fó rm u la ’’creado a imagen de Dios”, la in terp reta m o s m e d ia n te
esta o t r a : ’’creados a imagen de Cristo”.
S igu ie n d o el p e n sa m ie n to de varios sa n to s P ad res, dice S a n L o ­
ren zo, la im a g e n seg ú n la cu al fu e creado el h o m b re , es Cristo.
A su im a g e n fu e creado esp ecia lm en te el h o m b r e ; de ta l m o d o que
D ios h a b ría fo rm a d o al h o m b re segú n la im a g e n que te n ía y a en
los d ecretos etern os de p red estin a ció n , seg ú n está e sc rito : «desde
el prin cip io, a n tes de los s i g l o s ...» ; de m od o que C risto sería el a r ­
quetipo de la n a tu r a le z a h u m a n a , que — en e sta explicación — ha­
b ría sido rea lia d a p or el A r tífic e divino a im ita ció n de la verd ad era
im a g e n de D ios, que es C risto, seg ú n dice S a n P ab lo (81).

(78) Explanatio in Genesim, Op. omnia, III. pp. 190, 193 ; 195-196.
(79) Ibid., pp. 196-197; 194; C fr. Quadragesimale I, Op. omnia, IV , pp. 494-495.
(80) «H o m o ergo, quatenus D :u m ipsum rep raesen tat in m undo, a d D ei si-
m ilitu din em fa ctu s dicitu r secu n du m anim am . S icu t en im D eus co g n o scit om n ia :
sic h o m o om n iu m suapte n atu ra cogn oscitiv u s e s t; sicu t D eus est a d agen du m
lib e r ; ita e t h o m o ... Y h acia el f i n ; «sicu t Deus d om in a tu r in o m n ia : sic h om o
secun du m m e n t:m et ra tion em sicu t d ic itu r: et praesit piscibus maris et volati-
libus coeli...». Ibid., Ill", p. 194.
(81) « H o c asserunt (los santos P adres), referri a d Christum , quia est Deus,
a d cuius im aginem sp ecialiter h o m o crea tu s est : ut form a rit D eus h om in em ad

5
66 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

Loren zo a cep ta p le n a m e n te e sta in terp reta ció n de los m e n c io n a ­


dos sa n to s P adres y da u n a ex p licació n ta n cla ra y precisa, que ape­
n a s será n ecesario m á s que trascribir sus p a la bra s.
P a ra en ten d er la a n terior a firm a c ió n , explica n u estro D o ctor, h a y
que ten er en cu e n ta que C risto es el p rim er p red estin a d o en la
m e n te divin a , seg ú n está e sc rito : «A l com ien zo del libro (d el libro
de la v id a : libro de la p red estin a ció n , seg ú n p ien sa S a n L oren zo), se
h a escrito m i n o m b re». P or eso se le lla m a ta m b ié n «p rim og én ito de
tod a c rea tu ra ». M a s, C risto es o b je to de p r ed estin a ció n , no p r e c i­
sa m e n te seg ú n su n a tu r a le z a divin a , sino seg ú n la n a tu ra le z a h u ­
m a n a ; p or eso lo prim ero que D ios con cibió en su m e n te d ivin a fu e
a q u ella n atu ra le z a que h a b ía de ser a su m id a p or el V erb o en ca rn ad o .
Y a im a g e n y s e m e ja n z a de esta n a tu r a le z a h u m a n a que el V erbo
h a b ía de a su m ir, creó D io s al h o m b re. A sí, cu a n d o se dice en el
G e n . 1, 26, que el h o m b re fu e creado a «im a g en de D io s», h a y que
e n ten d er «del D ios e n c a r n a d o », que es C risto, H o m b r e -D io s (82).
P or co n sig u ien te, d eb em o s decir que D io s creó el h o m b re a im a g en
de D io s -C r is t o : es decir, en c o n fo rm id a d con aq u ella fo r m a y m odelo
qu e h a b ía sido p red estin a d o , a n tes de la creación de cu alqu ier o tra
crea tu ra y que es lla m a d o p r im o g én ito de to d a crea tu ra , en el cual
h a sido tod o fo rm a d o . S eg ú n esta n a tu ra le z a h u m a n a y a p r e fo r m a -
d a en la m e n te divina y que h a b ía de ser a su m id a por el V erbo , fue
creado el h o m b re la m á s n ob le de to d a s las crea tu ras. R e a lm e n te , e s­
t a ex p licació n m e g u s ta ex tra o rd in a ria m e n te , co n fie sa S a n L oren zo.
Sin v io le n ta r p a r a n a d a los co n cep to s n os d a u n se n tid o m a g n ífic o
y p e rfe cto de lo que es tod o el h o m b re seg ú n su cuerpo y seg ú n su
espíritu . N os dice que C risto es el arq uetipo, seg ú n el cu a l debem os
co n fo rm a rn o s en n u estro cuerpo y en n u e stra a lm a ; lo m ism o que
D io s n os tien e p red estin a d o s p a ra c o n fig u ra rn o s co n él en la gloria.
Es u n a idea que y a ex p resab a c la r a m e n te el A p ó s to l: «porque a los
que de a n te s con oció, a ésos los p red estin ó a ser c o n fo r m e s con la

im agin em illam , quam D om in u s in praed estin a tion e sua crearat, sicu t scrip tu m
e s t : ab initio et ante saecula creata sum, fu eritq u e ipse C h ristu s a rch etyp u s hu-
m a n a e n aturae, quae d escrip ta fu e rit ad sim ilitu din em verae illius im aginis C hristi,
qui est imago Dei invisibilis». Ibid., III, p. 198.
(82) «P rim u s in m en te divina praedestin atu s est Christus, sicu t d ic it u r : in
capite libri scriptum est de me (Ps. 29, 8) ; p ropterea primogenitus d icitu r omnis
creaturae. Est autem destinatus n o n secu n du m n atu ram divinam , sed h um an am .
Q uap ropter prim o om n iu m in rnsnte d iv in a co n ce p ta est fo rm a illa q uam assum p-
tu ru m e ra t V erbu m in ca rn a n d u m ; et a d im ag in em et sim ilitu din em illius form a e
crea vit D eus prim u m h om in em . P rop terea d icitu r q u od D eus a d im aginem Dei,
scilicet in carnati, idest C hristi, qui est Deus, crea vit eum ». Explanatio in Gen., Op.
omnia, I II, p. 198.
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 67

im a g e n de su H i j o ...» . Y en o tra p a r te : «com o h e m o s llevado la


im a g e n del (A d á n ) terrestre, así lleva rem o s la del c e lestia l». B ien
en ten d id o que, el que h a sido creado a la im a g e n de C risto, r e a l­
m e n te se pu ede decir que h a sido creado a la im a g en de D io s ; ya
en C risto «h a b ita tod a la p len itu d de la D iv in id a d c o rp o ra lm en te»,
seg ú n dice S a n P ab lo, Col. 2, 9 (83).
T res id eas q u ed an b ien cla ras en este im p o rta n te tex to la u r e n -
c i a n o : L a a m p litu d y seg u rid a d de su «visión cristocén trica del h o m ­
b re», en el m o m é n ío de la c r e a c ió n ; la co n vicció n de S a n L oren zo de
que esta d o ctrin a está c o m p le ta m e n te bien fu n d a d a en la S a g ra d a
E scritu ra y en la T r a d ic ió n ; y el h e c h o de que ta l v isión c r isto c én ­
trica del h o m b re, n o es n in g u n a idea que o cu rra in c id e n ta lm e n te
e n el p e n sa m ie n to teológico del sa n to D o ctor, sin o que está ex p resa ­
m e n te referid a y su ste n ta d a en prin cip ios siste m á tico s m á s am plios
y ciertos p a r a é l: en su d o ctrin a sobre el p rim a d o absolu to de C risto
segú n la o rien ta c ió n de la E scu ela fra n cisca n a .
C) Deificados en Cristo.— E l segu n do m o m e n to en la h isto ria r e ­
ligiosa del h o m b re es la elev ació n al orden so b ren a tu ra l, in m e d ia ta ­
m e n te despu és de su creación en el ser n a t u r a l; o incluso al m ism o
tie m p o que se v erificó aqu ella.
¿Q u é a m p litu d tu vo la in flu e n c ia y p resen cia de C risto en este
m o m e n to d esta ca d o de la h isto ria religiosa de la h u m a n id a d ? Las

(83) «C rea vit ergo D eus h om in em a d im ag in em D ei C h ris ti: ad earn scilicet


fo rm a m et e ffig iem , quae praed estin a ta erat C h risto D ei F ilio, a n te om n iu m crea-
tu raru m form a tion em , qui prim ogen itu s d icitu r om n is creaturae, in quo con d ita
sunt om n ia. S ecu n d u m earn ergo speciem in m en te d iv in a praeform ata m , assum en-
da m a V erbo, h om o ipse, n obilissim a m u n di creatura, form a tu s et prod u ctu s (est),
i/’ateor, a r r id ìt a d m od u m h a ec exp ositio. C om m odissim e atque adm irabiliter illus­
t r ila atque p erfectu m sensum vid etu r exp rim ere de to to h om in e turn secun du m
corp u s turn secu n du m m e n te m ; u t sit ipse C h ristu s arch etypus, ad quem prim o
n o s debem us cu m secun du m corp u s turn secu n du m a n im a m et m en tem exprim i,
sicut sum us ei con fig u ra n d i in aeterna beatitudine. Q u od d a r e expressit A postolus,
d ic e n s : nam quos praescivit et praedestinavit conform es fieri imagini Filii s u i;
et a lib i : sicut gestavimus imaginem terrestris, sic et gestabimus imaginem coelestis.
Q ui ergo a d im agin em C h risti creatus est, vere a d im agin em D ei creatus dicitur,
q u on ia m in C h risto inhabitat... plenitudo Divinitatis corporaliter», Ib id., I l i ,
pp. 189-199. En otra parte : «P rop on itu r n ob is h od ie C h ristu s ta n q u a m arch etyp u m
divinum que C h ristia n i h om in is exem pla r : ipse n a m q u e est exem pla r totius generis
h u m a n i: faciamus hominem ad imaginem et similitudinem nostram ... Craevit Deus
hominem ad imaginem suam, G en. 1 26-27... A d C h risti im ag in em fa ctu s est h o ­
m o, n am ut ipse P au lus a it : Quos praescivit et praedestinavit, e tc ... R om . 8, 29.
S ic ad sim ilitu din em illius h u m an a e form a e, q u a m D ei F iliu s assum pturus erat,
factu s fu it h om o. S ic C hristus exem pla r ex titit totiu s gen eris h u m an i quoad n a ­
turarci, quoad gratiam , q u oa d gloriam . Quadragesimale III, Op. omnia V I, p. 73.
«H o m in e m ergo crra v it ad im a g in em C hristi, sim ilem C h risto, u t sim ilis esset
C h risto h o m in i n atura, gratia, gloria». Ibid., p. 37.
68 TEM AS FUN DAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

o p in io n es p rin cip a les de los teó lo g os en este p ro b lem a so n bien c o ­


n ocid a s. Los to m ista s, en virtu d de la o rien tació n ’’amartiocéntrica”
que im p rim en a la a ctu a l ec o n o m ía de sa lv a ció n , d escon o cen c u a l­
quier in flu e n c ia de C risto en el m o m e n to de la elev ació n del prim er
h om b re a l orden so b ren atu ral. L a gra cia co n ced id a a A d á n in o cen te
es gracia de Dios; pero n u n c a puede d en o m in a rse en sen tid o r ig u ­
roso ’’gracia de Cristo”. T o d a la gra cia que se le con cedió en to n ces
al h o m b re y la ec on o m ía de sa lv a ción que en to n ces se puso en m a r ­
ch a , esta b a n d a d as p or D ios a la h u m a n id a d a n tes e in d e p e n d ie n te ­
m e n te de cu alesqu iera m é rito s de C risto. L a ex isten cia m ism a de
C risto n o e sta b a prev ista en aqu ella ec o n o m ía de sa lv a ción que e n ­
ton ces se in a u gu ra b a y que el p ecad o origin al d esa rticu ló en fo rm a
esen cial.
P or el co n trario, en virtu d de sus prin cipios siste m á tico s y por
a firm a c ió n expresa, la E scu ela esc o tista y los teólogos que en esto
le sigu en , h a c e n d ep en d er de C risto tod a la g ra cia y tod os los dones
so b ren atu rales con cedidos a A d á n in o c e n te ; y to d a la ec o n o m ía de
sa lv a ció n que en to n ces se pu so en m a r c h a por D ios. L a s F u e n te s de
la revelación descon ocen cu alqu ier gracia de Dios que no sea ig u a l­
m e n te y con el m ism o rigor teológico ’’gracia de Cristo”. L os p r in ­
cipios siste m á tico s que su ste n ta n esta a firm a c ió n son los m ism o s
que so stien en la verd ad del p rim a d o absolu to de C risto, com o prim er
querido, elegido y p red estin a d o de D ios en los d ecretos que dispone
la actual ec o n o m ía de sa lv a ción .
S a n L oren zo está de llen o en la o rien tació n de la E scu ela fr a n ­
cisca n a en esta cu estión . Su visión de la actual economía de sa lv a ­
ción es p le n a m e n te «c r is to c é n tr ic a » : n ad a h a y en el orden so b re­
n a tu ra l (n i en el orden m ism o n a tu r a l), con cedido a cualquier c r e a -
tu ra ra cio n a l, en cu alqu ier situ a ció n relig io sa en que ella se e n c u e n ­
tra, que n o h a y a sido con cedido p or m e d ia ció n de C risto, en a te n ­
ción a sus m éritos. A fr im a c ló n que tien e el m ism o rigor y ex actitu d
teo ló g ica que esta o tr a : tod as las g ra cia s co n ced id a s a la h u m a n i­
d a d desde su ca íd a en el p ecad o o rig in a l, son g ra cia s debidas y c o n ­
cedidas por los m é rito s de Cristo.
L a d o ctrin a la u ren cia n a sobre el p rim a d o absolu to de C risto en
la a ctu a l ec o n o m ía de sa lv a ción la ex p on d rem os m á s a d e la n te. Y a
con esta a firm a c ió n g en eral qu ed a ba bien claro p a ra n u e stro D o ctor
que la elevación de A d á n in o cen te al orden so b ren a tu ra l tien e u n a
a b so lu ta y esen cia l d ep en d en cia a C risto. P ero a d e m á s p o seem o s te s ­
tim o n io s explícitos de S a n Loren zo sobre esta esen cia l o rd en a ció n
cristocén trica de la d eifica ció n de A d á n in o cen te y de la hum a­
n id a d co n él.
Y a h em os m e n c io n a d o el h e c h o de que el h o m b re , segú n San
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E b9

L oren zo, fu e crea d o a im a g e n de C risto. E v id en tem en te, se tr a ta , a n ­


te tod o, de u n a creación so b ren atu ral. C risto es arquetipo del h o m b re
p r im a r ia m e n te y sobre todo en el orden so b ren atu ral. Y sólo « c o n ­
sig u ie n tem en te» se pu ede a firm a r que lo sea ta m b ié n en cu a n to al
ser p u ra m en te n a tu ra l. A sí, pues, cu a n d o A d á n fu e creado, fu e c r e a ­
do en g ra cia y en un orden so b ren a tu ra l. Y en este p la n o es donde
C risto ejerce su fu n ció n de e je m p la r respecto de A d á n . A sí lo a clara
S a n L o r e n zo : A d á n fu e creado sin pecad o , puro, in o cen te, p r e fig u ­
ración de C risto, el A d á n «fu tu ro» segú n S a n P ablo. A d á n es en su
creación u n a «im a g e n -re p ro d u c ció n » de C risto (84).
El que A d á n in o cen te h a y a recibido la g ra cia b a jo la acción d i­
r ecta de C risto, es ta m b ié n u n a co n secu en cia que S a n Loren zo d e ­
duce de la e je m p la r id a d a b so lu ta y to ta l de C risto en la a ctu al
e c o n o m ía : D ios creó el h om b re a im a g e n de C r isto ; p a ra que
fu ese s e m e ja n te a C risto en la n a tu ra le z a , en la gra cia , en la g lo ­
ria (8 5a ). Si h a sta el m ism o ser n a tu ra l del h o m b re tien e u n a o r ­
d en a ción cristo c én trica , n o es posible que el ser so b ren a tu ra l del
h o m b re , en cualquier m o m e n to en que se le con sidere, quede en
fo r m a a lg u n a in d ep en d ien te del in flu jo de C risto. El es fu en te de la
g ra c ia toda que se con cede a cualquier crea tu ra (85b).
No sólo ya com o co n clu sió n de m á s a lto s prin cip ios siste m á tico s,
sino que la cu estión de la p rim era g ra c ia a A d á n in o cen te está d irecta
y ex p resam en te referid a por S a n Loren zo al in flu jo de C risto.
E n e fe c to , h a b la n d o de las relacion es en tre la g ra cia y la ca íd a
en p ecado o rig in a l, establece el S a n to D o ctor este o r d e n : L a pre­
v isión divina del p eca d o presu pon e la previsión de la gra cia , com o
la m u erte su p on e la v id a y la e n fe r m e d a d su pon e la salu d. P or eso,
sien do el p ecad o orig in a l p rivación de la g ra cia y ju stic ia origin al,
p resu p on e la g ra c ia y ésta a su vez su pon e el origen y fu e n te de la
g ra c ia que es C risto. C risto es, pu es, fu e n te de toda gracia y de to d a
gloria. A d á n en su creación recibió la g ra cia y la luz, pero la perdió.

(84) «S in e p ecca to A da m form a tu s fu it, totus purus, in n ocen s s a n ctu s; era t


enim , u t P au lus ait, form a futuri, idest C hristu m pra efigu ra b a t... ; sicu t autem
A da m C h risti fu it divina quaedam , im ago, ita plan e E v a ...». Mariale, Op. omnia 1,
pp. 415-416. C f. los tex tos de la n o ta anterior.
(85a) «C h risti h um anitas, quae p rim a fu it crea tu ra in m en te divina, ex titit
exem p la r a rch etyp u m h u m an a e n atu rae n o n solum q u oa d ese n aturale, sed etiam
quo ad su p ernaturale g ra tia e et gloriae». Sanctorale, Op. omnia I X , p. 165.
(85b) «O m n ia crea vit Deus; m undum , EccU siam , paradisum et quaecu m qu e in
eis sunt, ad C h risti g lo ria m : u t in nomine Iesu om ne genuflectatur coelestium
(P h il. 2, 10), u t u n igen itu m F iliu m suum con stitu eret et dscla ra ret a u ctorem n a tu ­
rae1, fo n te m gra tia e et regem gloriae pa ra d isi». Dominicana, Op. omnia V III, p. 291.
C f. n o ta 83, 84.
70 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

M a s, ¿de dónde la recibió? S in d u da del sol de la g ra cia que es


C risto. P or eso la g ra cia de C risto co m o luz del so l, precedió al p e ­
cado de A d á n ; p u esto que p or C risto recibió el p rim er h o m b re la
g ra cia y la ju sticia orig in a l que te n ía a n tes del p ecado (86).
E n o tr a p a rte n os p resen ta S a n L o ren zo a A d á n in o cen te p le n a ­
m e n te in serta d o en una ec o n o m ía de sa lv a ción cristocén trica , ya
que C risto fu e ta m b ié n en to n c es o b je to de la fe so b ren a tu ra l. El m is te ­
rio de la e n ca rn a c ió n , dice, y a se le reveló a A d á n en el p a r a ís o ; cu an do
en su eñ o s D ios le reveló el sig n ific a d o del m a tr im o n io com o «m is­
terio» que p re fig u ra b a la u n ió n de C risto con la Iglesia. Y S a n J eró ­
n im o y otros s a n to s P ad res a firm a n que A d á n , en ta l oca sió n , fue
el p rim er p r o fe ta que v aticin ó la v en id a de C risto (8 7). E sta rev e­
lación divina se r e fe r ía al h e c h o fu n d a m e n ta l de la e n ca rn a c ió n del
V erbo y a su cu a lid a d de prin cipio de to d a g r a c ia ; au n qu e, es obvio,
no con oció A d á n o tra s circu n stan cia s de la v en id a de C risto que no
te n ía n sen tid o sin o p a r a aquél que ya conociese el p ecado (88). N a d a
tien e de ex tra ñ o que la revelación del «m isterio de C risto» le fuese
h e c h a a A d á n según u n a cierta «m edida» y disposición d ivin a y s e ­
g ún lo exigía la situ a ció n espiritu al en que en to n ces se en co n tra b a (89).

( 86) «P raesciantia p ecca ti praesu ppon it praescien tiam gratiae, sicu t m ors prae-
su p p on it vitam , in firm ita s sa n ita tem ..., et A dam prius fu it sa n ctu s quam p ecca tor.
P ecca tu m o rigin a le priva tio est gratiae et iu stitiae o rig in a lis ; gratia autem prae­
su p p on it origin em , sicu t flu viu s fo n t e m ; C hristus a u tem praedestin atu s fu it fon s
totiu s gra tia e et gloriae. S ic enim : Verbum caro factum est... plenum gratiae
et veritatis. Et de plenitudine eins om nes nos accepimus (lo a n . 1, 14, 16). S ic
C h ristu s dicitu r sol iustitiae. A da m luna plen a fu it, sed eclyp sim ac lum inis
deliquium passa est. Sed prius u n d e lu m en a ccep it? N on n e a sole? S ic gratia
C h risti tan quam solis lux praecessit A dae p e c ca tu m ; n a m a C h risto a cce p it
g ra tia m et origin a lem iustitiam , quae fu it a n te om n e p ecca tu m ». M anale, Op. om­
nia I, pp. 81-82.
(87) «H o c idem m ysteriu m Deus ipsi A da m o revelavit in paradiso, cu m in
eum soporem im m isit, ut ex eius costa m u lierem e ffo rm a re t ; n a m exp ergefactu s
Adam , visa m uliere, ait : Hoc mine os ex ossibus meis etc. (G en . 2 23-24). Paulus
a it ad Ephes. c. 5 : « Sacram entum hoc magnum est-,- dico autem in Christo et in
Ecclesia (v. 35). Q uo lo c o in qu it D. H ieronim us, quod A da m prim u s fu it vates
qui de C h risto p rop h eta vit (In Ephes.)». Mariale, I, p. 78. C fr. Explanatio in G e-
nesim, I II, p. 405. Quadragesimale I, Op. Omnia IV . pp. 377, 401.
( 88) En m ás de u n a oca sión a firm a San L oren zo q u e A dán , in ocen te, co n o ció
la en ca rn a ció n dei V erbo : «A n te p ecca tu m revelatum fu it ei (A d a m o) m ysterium
In ca rn a tio n is et d e eo prophetavit. E t D. T h om a s 2 2, q. 2. art. 7 docet
q u od A da m ante pecca tu m h ab u it fid em in ca rn a tion is, q u a U n u s ord in a b a tu r ad
coñ su m m a tion em gloriae». Mariale, I, p. 78. C fr. Ibid., 81-83. Quadragesimale I,
Op. omnia IV. pp. 377-78, en la n ota sigu iente y en la anterior.
(89) « S ic A d a m o revelavit a dven tu m C h risti in m undum , n on tam en lapsum
e t ru in a m generis h u m an i p î r p ecca tu m ». Quadragesimale I, Op. omnia IV ,
pp. 377-378.
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 71

Pero el h e ch o fu n d a m e n ta l p erm a n ece bien c la r o : que A d á n in o ­


cen te fu e cread o p or D ios en u n a ec on o m ía de sa lv a ción plena y
totalmente cristocéntrica; y que el m ism o A d á n tu vo revelación so ­
b ren a tu ra l de esta relació n esen cia l h a c ia C risto en que se en co n tra b a .

D) El hombre pecador y Cristo.— O tr a de las ca teg o ría s teológicas


en que d ebem os en cu a d ra r al h o m b re , es la de ’’pecador”. L a r e a li­
dad de p ecado del h o m b re n o es algo que se pu ed a b a g a te liz a r en la
actual ec o n o m ía de sa lv a ción . Q u ien p reten d iera descon ocer la in m e n ­
sa p esa d u m b re del pecad o , o con sid erarlo com o a lgo p u ra m e n te «ep i­
sódico» y circu n sta n cia l en la «h isto ria religiosa» de la h u m a n id a d ,
no h a b ría p e n e tra d o su fic ie n te m e n te en lo p ro fu n d o de d ich a e c o ­
n o m ía . El p ecad o es u n m o m e n to «esen cia l» en la actual ec on o m ía
de sa lv a ción y un m o m e n to de im p o rta n cia prim ord ia l en la h isto ria
de sa lv a ción que a h o ra e sta m o s vivien do.
S a n Loren zo n u n ca m in im iz ó la im p o rta n cia p rim a ria del p e c a ­
d o ; pero fiel al in ten so sen tid o cristocén trico de su teo lo g ía , ta m b ién
el p ecado h a de esta r su bordin ado a C r isto : N o h a y g ra cia sin C risto,
que es su F u en te. T a m p o co , en la a ctu a l ec o n o m ía presidida por C ris­
to, h a y p ecad o (p erm isió n del p ecad o ), sino en la m e d id a en que el
pecado está o rien tad o a la gloria de C risto.
La cu estión g en eral de la p erm isión del p ecad o para gloria de
C risto, la h e m o s de estu d ia r h a b la n d o del p rim ad o absolu to de C risto
seg ú n S a n L oren zo. A h o ra qu erem os a n ticip a r (p a ra co m p leta r la f i ­
gura teo ló g ica del h om b re que nos o frece San L oren zo), el h ech o
de que el p ecado del h o m b re (e l p ecad o origin al sobre tod o), fue
p erm itid o por D ios para gloria de Cristo. Es decir, que aún este
m o m e n to n eg a tiv o , trág ico y adverso de la «h isto ria de sa lv a ció n »,
tod av ía tien e a llá en su razón de ser m á s secreta , en la perm isión
divin a , un sen tid o « p o s itiv o » , y un cierto asp ecto lu m in o so y c o n s­
tru ctor : la glorificación de Cristo y la g lo rifica ció n de la T rin id a d en
el a m o r «doloroso» y sa crific a d o de C risto.
T o d o lo que D ios h a h e ch o lo h a realizado p a ra gloria de C risto.
E sta a firm a c ió n ta n cla ra de la sa g ra d a E scritu ra cobra su p len itu d
de sen tid o en la d o ctrin a la u re n cia n a sobre el p rim a d o absolu to de
Cristo. D ios creó el m u n d o p a ra m a n ife s ta r la in fin ita p erfecció n
de su bo n d ad , m iserico rd ia y ca rid a d , ex p lica S a n L oren zo. P a r a ese
m ism o fin creó este pequ eñ o m u n d o que es el h o m b r e ; y siem pre m a n ­
ten ien d o este fin de revelar sus p erfe ccio n es, p e rm itió D io s que el
h o m b re fu ese te n ta d o y que cayese en el p ecado p a ra que se m a ­
n ife sta se la g loria de D ios y la de su H ijo Jesucristo en este pecado
del h o m b re. P orque, si el h o m b re n o h u biese pecad o , h a b ría ven ido
ta m b ié n C risto com o glo rificad o r del h o m b r e ; pero en ta l caso las
72 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

m e n c io n a d a s p erfe ccio n es d ivin a s n o se h u b iesen m a n ife s ta d o an te


el h o m b re en fo r m a ta n esp lén d id a e im p resio n a n te (90).
P or eso cree S a n L oren zo que p a ra m a y o r g lo ria de C risto, para
su g lo rifica ció n p erm itió D ios el p eca d o del h o m b r e ; com o p erm itió
que L á zaro m u riese p a r a que, resu citán d o lo , fu ese g lo rificad o su H ij o ;
y p erm itió que José fu ese v en dido p or su s h e r m a n o s, p a ra luego
glo rificarle en E gipto. P orque A dán fu e creado para C risto y no
Cristo con m o tiv o de A d á n . L a creación del m u n d o y el m ism o p e ­
cado de A d á n , tod o a co n tece «por C risto », su bordin ado y en d e p e n ­
den cia de El (91). A los a n tigu o s p a tria rc a s les p ro m etió D ios la rica
tierra de C a n a á n ; p ero p a ra que el b en efic io divino a pareciese m á s
d esta ca d o y fu ese m á s a preciado p erm itió que el pueblo gim iese en
la escla v itu d de E gip to . E n fo r m a sim ila r eligió D ios a los elegidos
p ara la gloria, P ero a fin de que con ociesen m e jo r la g ra n d eza de ta l
b en eficio p erm itió la ca íd a en el pecado. A u nq ue el h o m b re no h u ­
biera p ecado, C risto se h a b ría de en ca rn a r, segú n la actual p ro v id en ­
cia so b ren a tu ra l de D ios. P ero los b en efic io s que C risto n os reporta,
los a p recian m e jo r los h o m b re s con m o tiv o del p e c a d o ; com o la
salu d se aprecia m ás después de la en fe rm e d a d y la lib ertad
después de h ab er su frid o la esclavitu d (92).
C om o co n clu sió n de esta o rien tació n cristocén trica del p ecado del
h o m b re , v a lg a n estas p a la b ra s de S a n L o r e n zo : ”Ex infinita Christi
hominis dignitate ortum habuit peccatum” (93). El p ecad o de los
á n g eles y el p ecad o del h om b re.
E) Regenerados y glorificados en Cristo.— E n estos dos m o m e n to s
o situ a cion es de la h isto ria religiosa de la h u m a n id a d , la referen c ia

(90) «Q u id qu id a g it Deus, ad C h risti F ilii sui gloria m agit, a d osten den dam
in fin ita ra eius p oten tia m sa pien tia m et b onitatem . C reavit m u n du m h u n c m ag-
rum , atque ad osten den du m in fin itu m th esauru m iustitiae, m isericordiae et ca -
rita tis su a s crea vit h om in em , pa rv u m m undum , et p ropterea eum et te n ta li et
pecca re perm isit pro gloria Dei, ut glori ficetur Filius Dei per eam. Si n o n peccasset
h o m o ven ire q uidem potuisset F iliu s D ei in m u n du m u t g lorifica tor, sed quin am
fa ciiiu s e t illustre opus e ffecissst? 'Q u o m o d o osten disset th esau ros divin ita tis suae?».
Quadragesimale II, Op. omnia V-2, p. 447.
(91) «A d h on orem et g loriam C h risti D eus u niversa crea v it... U t C h risti servi
essent, crea vit a ngelos in c o e lo ; u t C h risti im a g o esset, fo rm a v it h om in em in
te rra ,.., sic ad m a iorem C h risti gloriam , perm isit h om in em a dia b olo ten ta ri et
vinci, u t C hristus, salutem h u m an i gen eris operan do, osten deret in fin ito s th esauros
divin a e virtu tis suae». M anale, I, pp. 86-87.
(92) «S ic, ob C h risti m a iorem gloriam , existim o perm issise h om in is peccatu m ,
u t m agis C h ristu m g lorifica ret ; sicu t perm isit L a zaru m in firm a ri et m ori, u t glo-
rifica re tu r F iliu s D ei per eu m ...». M anale, I 1. p. 80. En las pá gin a s siguientes
exp lica a m p lia m en te esta idea, pp. 80-83.
(93) M anale, I, p. 82.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 75

s u sta n c ia lm e n te cristocén trica es del to d o ev id en te. N o será n e c e ­


sario decir que, para S a n L oren zo, la reg en era ció n , la ju stific a c ió n ,
la d eifica ció n del h o m b re caído se h a c e en C risto, por su a cció n y
p resen cia so b ren atu ral en n osotros.
R esp e cto a la glorificación en Cristo, Hombre-Dios, recogem os t o ­
d a vía u n a id ea de S a n L o re n zo : C risto es p resen tad o en m á s de u n a
ocasión co m o «au tor de la g lo ria ». E sta fó r m u la tie n e, desde luego, el
sen tid o de que C risto n os m e re ce l a g loria y que D ios n os la da a
tod os los h o m b res en a te n c ió n a sus m éritos. P ero ta m b ié n este otro,
en que la referen cia cristocén trica de n u estra fe licid ad celeste se
p o n e m á s de m a n if ie s t o : «C risto, verdadero D io s y verdadero h o m b re
es el o b je to de n u estra b ie n a v en tu ra n za » (94). C risto, a ú n com o H o m ­
bre, en tra a fo r m a r p a rte de la g lo ria o b jetiv a de los sa n to s. P ues
D io s, p a r a h a c e r feliz al h om b re en to d a su in teg rid a d esp iritu al y
corporal, quiso El m ism o h a c erse H om b re, p a r a que el espíritu h u ­
m a n o fu ese feliz con la visión de la D iv in id a d y n u estra carn e h u ­
m a n a lo fu ese en la v isión de la H u m a n id a d de C risto (95).

2.— Lucha en torno al ’’hombre cristiano”.


E l lu te ra n ism o , com o tod o siste m a o m o v im ien to religioso, no p u e ­
de ser p r im o rd ia lm en te a n tr o p o c é n tr ic o ; pero lleva im p lic a d a u n a
n u eva con cep ción del h o m b re en la m ism a con cep ción de D ios, que
es su p u n to de p a rtid a . L a idea g erm in a l, el p rim er prin cip io del lu ­
tera n ism o es su ’’teopantismo”: D ios lo es y lo hace tod o. El está
a le ja d o to ta lm e n te de lo creado. L o «sa n to » de D io s n o se co m u n ica
n i se pu ede co m u n ica r a la crea tu ra. F ren te a D io s sólo puede p r e ­
sen tarse y m a n te n e rse lo que es D ios u obra del m ism o D ios. E ste
co n cep to de D ios es la a u té n tica fu erza que m u eve tod o el sistem a
lu te ra n o y el abism o que le sep ara de la con cepción católica.
E ste co n cep to de D ios lleva en seg u id a a u n a p ecu liar c o n ce p ­
ción lu te ra n a del h om b re. In c lu so p o d em o s decir que esta n u eva co n ­
cepción del h o m b re co n stitu y e el asp ecto de la d o ctrin a lu te ra n a
que, desde el p rim er m o m e n to , se h izo m á s p o p u la r ; el que h irió
la sen sib ilid ad de los c o n tem p o rá n eo s en fo r m a m á s estrid en te y la
que origin ó la m á s fu erte reacción en el a m b ien te cu ltu ra l h u m a ­
n ístico y en tre los católicos.
N o qu erem os em p equ eñ ecer el fe n ó m e n o religioso de la R e fo r m a

(94) «C h ristu s verus D eus et verus h om o ob iectu m est b ea titud inis n ostrae».
Dominicana, Op. omnia V i l i , p. 424.
(95) «U t en im totu m h om in em b ea tifica ret, D eus ipse volu it fieri h om o, u t in
vision e D ivin ita tis b ea tifica retu r spiritus et in vision e h u m an itatis ca ro » Ibid., p. 425.
74 TEM AS FUN DAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

n i la g ra n d eza de la C o n tra rre fo rm a c a tó lica , dicien do que fu ese e x ­


clu siva m en te u n a lu ch a en torn o al concepto cristiano del hombre;
pero al m e n o s este es el aspecto m á s sa lie n te y el e je de la discusión.
P odría ser u n a p ru eba de ello el h e c h o de que, en tre tod os los p r o ­
b lem a s tra ta d o s en T re n to , n in g u n o logró la im p o rta n cia , la m a­
durez y la p erfe cció n de u n a solu ción , com o la que se o frece en el
decreto ”De iustificatione”, co n tod os los ele m e n to s que en él se c o n ­
tie n en en orden a articu lar u n a co n cep ció n cr istia n a del h om b re.
El h u m a n ism o re n a c e n tista que d o m in a b a en E u ro p a a prin cip ios del
siglo x v i, es la fu erza im p u lsora que m a n tu v o la inqu ietu d p or estos
pro b lem a s de a n tro p o lo g ía teológica.
In d ic a m o s rá p id a m en te las fu erzas que lu ch a n por este co n cep to
del h om b re.
a) El humanismo renacentista.— Y a es b ien sabido que la c u l­
tu ra eu ropea del siglo x v y prin cip ios del x v i, estu vo d o m in a d a por
lo que, con d en o m in a ció n v a g a , se h a lla m a d o el «h u m a n ism o r e n a ­
c e n tista ». A u n q u e el n om b re sea d em asiad o a m p lio e im p reciso en
los d e ta lle s; sin em b arg o, a p ro x im a d a m e n te , p o d em o s describir este
h u m a n ism o re n a c e n tista com o u n a ten d en cia filo s ó fic a -c u lt u r a l-r e -
ligiosa a revalorizar al h o m b re com o cen tro de a te n c ió n en tod os los
ca m p os de la a ctiv id ad h u m a n a . P ero esta rev alo rizació n del h o m b re
en m u c h o s tè n ia el ca rá cter de u n a v u e lta a los id eales de los t ie m ­
pos clásicos g r e c o -ro m a n o s, con un d ejo de m e n o s aprecio h a c ia la
co n cep ció n m ed iev a l del h o m b re y en g en eral u n a cie rta inversión
de los valores v ig en tes d u ran te el período anterior.
No puede preten d erse que el h u m a n ism o r e n a c e n tista se o p u ­
siera a los prin cip ios c r istia n o s; m á s bien in te n ta b a , en la m e n te
de m uchos de sus d efen so res, una reivin d ica ció n del cristia n ism o
m ás a n tigu o , en v arios de sus m e jo r e s aspectos. S in em b a rg o , el
choque con el ideal cristia n o del h o m b re se h izo in ev ita b le en casos
m u y frecu en tes. M ie n tra s la Ig lesia p red ica b a la ru in a m o ra l del
h o m b re p or el p ecad o o rig in a l, su in cu rable debilidad n a tu ra l y la
n ecesidad de la a yu d a divin a , el h u m a n ism o se a p ro x im a b a al p a ­
g a n ism o in sistien d o d em a sia d o en la b o n d ad de la n a tu r a le z a y la
in corru ptible d ign id ad h u m a n a . L a Iglesia a sig n a b a a la vida h u m a ­
n a u n a razón de ser y u n d estin o so b ren a tu ra l, p o n ien d o a D io s com o
fin del h o m b r e ; m ie n tra s que el h u m a n ism o pro p en d ía , con excesiva
claridad, a h a c e r al h o m b re fin , m e d id a de sí m ism o , oscu recien do
su d estin o tra n sc e n d e n te . E n u n a p a la b ra , el h u m a n ism o p ro p u g ­
n a b a u n co n cep to d em asiad o optimista del h o m b re y de su s p o si­
bilidades.
E ste o p tim ism o se r efería , p r im a r ia m e n te , al orden cu ltu ra l y a
la activ id ad p r o fa n a en g e n e r a l; pero ta m b ién avan zó h a s ta in v a d ir
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 75

el ord en religioso m o ra l. El h o m b re no sólo te n ía en sí m ism o todas


las posibilid a d es y m ed io s p a ra log ra r su p erfe cció n co m o sabio,
co m o ciu d a d a n o , co m o señ or de la creación n a tu ra l, sin o ta m b ién
su m is m a p erfe cció n m o r a l-r e lig io s a : su p erfe cció n com o h om b re.
Los cu ltivad ores de las h u m a n id a d e s clá sicas ex a lta b a n la p len itu d
m o ra l de los g ra n d es h o m b res del p a g a n ism o . Pero tod o ello llevaba
con sigo fu ertes im p a cto s y repercu sion es en el orden te o ló g ic o : la
ten d en cia g en eral a so b reestim ar la n a tu r a le z a y sus posibilidades
y a reducir lo m á s posible la fu erza de la g ra cia en la ta rea to ta l
del e n g ra n d e c ím 'e n to del h o m b re. Y luego en te m a s m á s e str ic ta ­
m e n te te o ló g ic o s : bu scar la sa lv a ción m á s en u n a p erfe cció n y m o ra l
n a tu ra l, ética m e n te h o n e sta , que en la ayu da de la g r a c ia ; co m o si
el h o m b re, por sí sólo, pu d iera lograr su «sa lv a ció n », por sus obras
y sus propios m e re cim ie n to s, por su p resta ció n h u m a n a en u n a p a ­
lab ra. L a gracia qu edaba casi releg ad a a simple ayuda de la n a tu ­
raleza. E n el orden m o ra l la p resta ció n h u m a n a p revalecía sobre la
in icia tiv a y fu erza de la gracia. Y a desde el siglo x i i i , pero ah o ra
en fo r m a a b sorb en te, los siste m a s teológicos se p r esen ta n organizados
sobre ideas e le m en ta les to m a d a s a la filo so fía h elé n ic a , qu edan do
d escarta d os co n cep to s básicos y p ro b lem a s m á s d ire cta m en te in sp i­
rad os en la B ib lia y en la T ra d ició n cristia n a a n tig u a .
b) Antihumanismo luterano.— P or lo que a h o ra nos in teresa , p o ­
dem os ca lific a r al lu te ra n ism o com o un m o v im ien to esp iritu al in ­
te n sa m e n te antihumanista: es u n a p ro te sta v io len ta co n tra la c o n ce p ­
ción de D io s, del h o m b re y del m u n d o p rev alen te en to n ces en O c c i­
d en te. Es cierto que L u tero to m ó de los h u m a n ista s alg u n os p ro ce ­
d im ien to s m e to d o lóg icos extern os, por eje m p lo , la a fició n a las le n ­
g u as clá sicas, la in terp reta ció n crítica de la B iblia, a base de los te x ­
tos o rig in a les, la v u e lta a los oríg en es cristian os. P ero sólo en lo e x ­
tern o y m eto d o lóg ico tie n e co n n iv en cias con los h u m a n ista s. E n su
ín tim a y fu n d a m e n ta l co n cep ció n del h o m b re L u tero sig n ific a u n a
fo r tísim a y e x tre m o sa reacción co n tra el h u m a n ism o a m b ien te (96).

(96) P a ra la co n ce p ció n lu teran a del h om b re puede v e rs e : Barth, Karl, en la


co le cció n "Hacia un nuevo humanismo”, presen tada por A ra n g u re n , J. L. L „ Ed.
G u ad arram a, M a d rid 1957, pp. 81-92. U r s v on B a lth a s a r, H ans, Karl Barth. Dars­
tellung und Deutung seiner Theologie, K öln , 1951, pp. 136 ss., sobre todo. K ü n g
H ans, Rechtfertigung. Die Lehre Karl Barths und eine katholische Besinnung,
E insideln, 1957 pp. 23-101. L a exp osición se refiere a la d octrin a de «ju s tific a ­
ció n » : pero tod a la co n ce p ció n p rotesta n te del h om b re se p o n e a llí de m an ifiesto.
K a rl B a rth p erm a n ece m uy fiel a L u tero en este punto. B r u n n e r , Em il, Dokmatik
Bd. I I : Christliche Lehre v. Schöpfung u. Erlösung, Z ü rich , 1950; intenta, m i­
tiga r algu nos de los extrem os del lu tera n ism o trad icion a l. V o lk , H erm ann, Emil
Brunners Lehre von der Sünder., 1950. M ünster, 1950; trata tod os los tem as fu n ­
d am en tales de la a n trop olog ía teológica protestante.
76 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

El «o p tim ism o » rad ica l con que el h u m a n ism o re n a c e n tista m ira


al h o m b re , se t r a n s fo r m a en L u tero en un p e sim ism o rad ica l y a b ­
soluto. Por u n a p a rte se re ch a za a la n a tu r a le z a h u m a n a com o fu e n ­
te de cu alqu ier bien m o ra l y r e lig io so : to d o lo que el h o m b re n a tu ra l
h a c e es p ecar y n in g u n a o tra cosa m á s. L a g ra cia n o h a y que c o n ­
cebirla com o u n co m p le m e n to de la n a tu r a le z a n i a la n a tu ra lez a
en situ a ción de a b ertu ra a lo so b r e n a tu r a l: la g ra c ia y ju stic ia de
D ios vien en a destru ir el orgu llo de la n a tu ra le z a , a c o n fu n d ir la y
a n e g a r la ; a h a cer que reine en el h o m b re so la m e n te D ios, sin el
h o m b re. E n el p la n o ex a c erb a d a m en te religioso en que se p o n e Lutero
no h a y m á s h o m b re que el que D ios m ism o crea con su g ra cia en
el m o m e n to m ism o en que el h o m b re n a tu r a l es destru id o por la
g ra cia y e d ifica d o de n u evo desde D io s y nada desde sí m ism o .
R efirién d o n o s y a a p ro b lem a s m á s co n creto s de a n tro p o lo g ía c ris­
tia n a , L u tero a p oy á n d o se en S a n P a b lo — en la ep ístola a los r o ­
m a n o s— ve así la h isto ria de sa lv a ción y al h o m b re m ism o inm erso
en e lla :
a) El ú n ico que sabe a d e cu a d a m e n te lo que es el h o m b re es D ios
m ism o . E l verdadero id eal del h o m b re, su im a g e n v erd ad era es la
que D ios tien e y revela al h o m b re m ism o . E s ta revelación aparece
en C r isto : aquí es donde D io s dice a l h o m b re lo que este es a n te
D ios. H a y que p a rtir de Jesu cristo p a r a sa b er lo que es cada h o m ­
bre y el h o m b re en g en eral. Y en C risto cru cifica d o D ios decla ra ,
en fo r m a d ra m á tica , que el h o m b re está caído en la n a d a , en el p e ­
cado, en la m u erte etern a.
b) Por el p ecad o o rig in a l el h o m b re perdió la im a g en divina. Y
com o el h o m b re a u tén tico y real (p a r a el p e n sa m ie n to religioso)
era aquel que D io s te n ía prev isto , desde el m o m e n to en que el p r o ­
y ecto divino se í'ustró por el pecad o , quedó el ser del h o m b re su s­
ta n c ia lm e n te corrom pido. Y así corrom pido y «d esh u m a n iza d o » e n tr a
en la actual ec o n o m ía de sa lv a ción y en ella vive. E n el le n g u a je
teológico y en fo r m a m á s co n creta se dice lo m ism o a firm a n d o que, por
el p eca d o o rig in a l, el h o m b re p erdió to d a su capacidad m o ra l p a ra
el bien y que en orden r e lig io so -m o r a l qu edó su sta n c ia lm e n te co­
r r o m p id o ; ca ren te dé lib ertad p a r a las obras m o ra les y religiosas,
el h o m b re está em p eca ta d o y en to d a su activ id ad m o ra l n o h a c e
m á s que pecar.
Sobre ese h o m b re su sta n c ia lm e n te em p e ca ta d o es sobre el que
a ctú a la g ra cia de D ios, la revelación , to d a la ec o n o m ía de sa lv a ción .
N o h a y otro. N o h a y h o m b re n a tu ra l. In clu so pu ede decirse que la
n a tu ra leza m is m a no e x iste : es u n a especie de p r e -c o n c e p to que nos
sirve de a rm a zó n p a ra llegar a l co n cep to de so b ren a tu ra leza , Y la
so b ren atu raleza está en el h o m b re su sta n c ia lm e n te d estru id a por el
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 77

p ecado o rig in a l. H istó rica m e n te no existe m á s que u n a so b r e n a tu -


r a leza to ta lm e n te arru inada.
c) E n este h o m b re su sta n cia lm e n te e m p eca ta d o , tod o in te n to de
salir del pecad o , tod o co n a to de obrar a lg o bu en o se tr a n sfo r m a en
a u té n tic a e m p re sa p ecad o ra, llen a de soberbia, de su ficien c ia , de
m a la in ten ció n de valerse por sí m ism o sin querer esperar a que
D ios v en ga y n os lev an te. Por eso tod o in te n to de ser bu en o en
realid ad es u n h u n d irse m á s en el pecad o . P orque ese m ism o in ten to
está sa tu ra d o de soberbia, su ficie n c ia , casi rebeldía co n tra D io s : es
u n a especie de a fá n p ro m eteico de querer h acerse fu erte sin D ios y
contra D ios. P or esta razón , dice L u tero — e n el len g u a je teológico—
que tod o h o m b re cu a n to m á s se esfu erza en p rep ararse a la gracia
y ju stific a c ió n m á s p eca. P eca siem p re de soberbia y p resu n ció n .
Si qu isiéra m o s resu m ir en u n a so la id ea el «a n tih u m a n ism o » lu ­
te r a n o p o d ría m o s h a c erlo en torn o a la idea de libertad. Y la obra
de L u tero donde está en g erm en lo m á s ca ra cterístico de su a n tr o ­
po lo g ía teo ló g ica es la de ”De Servo Arbitrio”. L a lib erta d del h o m ­
bre está an iq u ila d a, es in ex iste n te p a ra tod o el ord en m o ra l. N ada
coopera el h o m b re en la obra de su sa lv a ción . L a ju stic ia de D ios se
rea liza en el hombre sin el hombre. Se en cu en tra a b sorto por la g r a ­
c ia que le m a n e ja al h o m b re com o a un ser in erte y a b so lu ta m en te
in activo.
c) Defensa del hombre ante Dios.— D e n tro de la C o n tra rrefo rm a
ca tó lica los p ro b lem a s de a n tro p o lo g ía te o ló g ic a tie n en u n a im p o r­
ta n c ia de prim er ord en. A u nq ue no se ago tó en esto su a ctiv id ad
y e fica cia , sin em b arg o la R e fo r m a ca tó lica n o s ofrece ta m b ié n un
a u tén tico h u m a n ism o cristian o. D en tro de este h u m a n ism o d escan sa
la a n tro p o lo g ía teo ló g ica , la d o ctrin a ca tó lica sobre el h o m b re, cuyos
rasg o s fu n d a m e n ta le s v a m o s a e n co n tra r n osotros en S a n Lorenzo
de B rin dis.
P od em o s con siderar los ca p ítu lo s y cá n o n es d o g m á tico s del C o n ­
cilio T r id e n tin o sobre el p ecad o origin al y la ju s tific a c ió n , com o la
m e jo r fo rm u la c ió n de las tesis teo ló g icas que e stá n en la base del
h u m a n ism o cristia n o -c a tó lic o .
Y la o rien ta c ió n fu n d a m e n ta l de este h u m a n ism o p o d em o s decir
que es e s ta : se tr a ta de u n a defensa del hombre ante Dios. E n Lu tero
la lib erta d h u m a n a y , por ta n to , el espíritu h u m a n o con to d a su
en e rg ía y p osibilidades queda a n u la d o a n te la invasión de lo divino.
H a b la n d o en tre cristia n os y a base de ideas rev elad a s no se tr a ta b a
de d efen d e r al h o m b re frente a D ios, n i m e n o s a costa de D io s, com o
p u d iera p reten d erlo el h u m a n ism o p a g a n iz a n te . L o s teó lo g os c a tó ­
licos no bu sca n d e te rm in a r el co n cep to cristian o y so b ren a tu ra l del
h o m b re p a rtien d o del h o m b re m ism o y de los d a to s que la razón
78 TEM AS FU NDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

n a tu ra l o frece sobre el h o m b re. Se tr a ta de v er qué es lo que D ios


sa b e sobre el h o m b re y qué es lo que E l quiere — m e d ia n te la re v e la ­
ción — , que n osotros o p in em os sobre el h o m b re m ism o .
T e n ía razón L u tero al señ a la r, com o p u n to de p a r tid a p a ra el
con cepto cristia n o del h o m b re, a D io s m ism o . N o h a y que bu sca r el
h u m a n ism o de los h o m b re s sino el h u m a n ism o de D io s. L u tero r e ­
p u d ia b a el h u m a n ism o p a g a n iz a n te de su tie m p o , ta n to en el p u n to
de p a r tid a co m o en sus n e fa s ta s co n secu en cia s. P r o p u g n a b a la v u e lta
a la a u té n tic a co n cep ció n del h o m b re que se e n cu e n tra en la B iblia.
L o m a lo es que L u tero leyó la B ib lia , n o seg ú n el se n tid o o a n a lo g ía
de la fe, y sigu ien d o su «sen tid o divino» que la Ig le sia cu sto d ia , sino
seg ú n los im p u lsos de su propio ta la n te religioso, segú n los p o stu ­
lados de su p sico lo g ía «h u m a n a ». Y fu e desde aquí, desde Dios, desde
do n d e L u tero a n u ló a l h o m b re.
Los teólogos ca tó lico s p ro p u g n a n u n a d e fe n sa del h o m b re desde
D io s y ante D ios.
Seg ú n se expresa el T r id e n tin o , el h o m b re a n te D ios tie n e su
«p erson alid ad » religiosa y so b r e n a tu r a l: tie n e u n a n a tu ra lez a su s­
ta n c ia lm e n te sa n a , aún v ista desde Dios. C on serva la lib erta d para
el bien n a tu r a l. E n el o rd en so b ren a tu ra l, la in icia tiv a es ex clu si­
v a m e n te de D io s ; p ero el h o m b re coopera a la ob ra que D ios quiere
realizar en su espíritu . A ú n b a jo el im p u lso d o m in a d o r de la g r a ­
cia, que o b ra en el h o m b re tod o bien , el h o m b re m a n tie n e su p e r ­
so n a lid a d h u m a n a , su lib erta d y coopera con la g r a c ia : el h o m b re
es alguien a n te D ios.
Por o tra p a rte , e sta d e fe n sa del h om b re se h a c e c o n tin u a m e n te
desde Dios: es decir, a base de la s ca ra cterística s fu n d a m e n ta le s con
que D ios n o s expone «su con cepción » del h o m b re to d o a lo la rg o de
la h isto ria sa g ra d a de sa lv a ción . Se tr a ta de u n a in terp reta ció n ri­
gurosamente teológica del h om b re. Se quiere d efen d e r al h o m b re no
a poyados en los frá g ile s fu n d a m e n to s y m o tiv o s que o frece su ser « n a ­
tu ra l», sino ap oy a d os en la s serias y p r o fu n d a s p a la b ra s con que
D io s m a n ifie s ta su aprecio por el h o m b re en la S a g ra d a E scritu ra.

3 .— El hombre puede ser ’’santo” delante de Dios.


E l co n cep to del h o m b re que la C o n tr a r r e fo r m a ca tó lica opon ía
al a n tih u m a n ism o lu te ra n o , a p a rte de sus asp ectos y su v alo r p r i­
m a r ia m e n te po sitivo , era u n a v erd ad era «d e fe n sa del h o m b re» ante
D io s y desde D ios. E ste p e n sa m ie n to se pu ede co n creta r y co m p leta r
d iciendo que el h om b re h istó rico que n oso tros co n ocem o s, a ú n d es­
p u és de la ru in a m o ra l que su pon e el p eca d o orig in a l y los p ecados
p erso n a les pu ede, b a jo la a cción de la g ra cia , lleg a r a ser v e r d a d e ­
ra m en te «sa n to » a n te la m ir a d a de D ios.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 79

P ara el h u m a n ism o a teo de n u estro s días el ideal su prem o del


h o m b re sería llega r a ser «sa n to », pero sin creer en D ios (97). L a
p a la b ra «sa n to » no h a y que to m a rla en su rigu roso sen tid o teológico.
V ien e a sig n ific a r en este ca so el ideal del h o m b re p erfe cto.
Si este m ism o p ro b lem a del m od o de lleg a r a ser «sa n to » se lo
h u biesen p la n te a d o a los h o m b res del siglo x v i, que lu ch a b a n en
torn o al h o m b re , y a p o d em o s ad iv in a r la r e sp u e sta :
— P a ra el humanismo renacentista el h o m b re pu ede llega r a ser
«sa n to » (rea liza r el ideal de la m á s c o m p le ta p erfe cció n h u m a n a )
sin co n ta r con la gracia de D ios, o, en tod o caso, recibién dola com o
sim p le ayuda subsidiaria.
— P a ra el antihumanismo luterano, el h o m b re tara d o por el p ecado,
quedó ta n su sta n c ia lm e n te corrom p id o por él, que ni aún b a jo
la a cció n de la g ra cia de D ios pu ede llega r a ser r ea lm en te «sa n to ».
L a sa n tid a d es un a trib u to divino irrealizable en el h o m b re que
nos es con ocido p or la h isto r ia sa gra d a.
— L a teo lo g ía ca tó lica m a n tie n e que el h o m b re , b a jo la acción de la
g ra c ia divin a , pu ede llega r a ser r ea lm en te «sa n to »: a realizar
el id eal del h o m b re p erfe cto en to d a la a m p litu d de sus p o si­
b ilidades.
V a m o s a p resen ta r a S a n Loren zo de B rin d is, co m o ’’testigo”, de
esta d o ctrin a ca tó lica sobre las posibilidades del hombre bajo la ac­
ción de la gracia (98).
A) Elevación y caida del hombre.— C u a n d o S a n L oren zo p o le m i­
za b a con los lu te ra n o s sobre la «ju stifica ció n » o sa n tific a c ió n del
h o m b re, se r efería c o n tin u a m e n te a la ju stific a c ió n del hombre pe­
cador, ta l com o a co n tece ca d a día en la actual situ a ción religiosa
del h o m b re. M a s, p a ra co m p ren d er la situ a ció n actual, será preciso
recordar b rev em e n te otros estad ios previos en la h isto ria religiosa
de la h u m a n id a d .
Y a h e m o s visto cóm o el p r im e r h o m b re fu e creado a im a g e n de
C risto y p or co n sig u ien te, desde el p rim er m o m e n to , elevado al orden

(97) T a rrou , u n o de los h éroes de La Peste, de A. Cam us, quiere llegar a ser
«sa n to», paro sin creer en D ios. «¿Puede uno ser "santo" sin Dios?, es el único
problema concreto que me interesa actualmente ». C fr. M o e lle r , C h a r le s , Litera­
tura del siglo X X y el Cristianismo, T rad . esp. de V. G a rcía Y ebra, vol. I, M a ­
drid, 1958, p. 77.
(98) L as ideas teológica s d e San L oren zo que va m os a utilizar aquí se h allan
am p lia m en te expuestas en B e n e d icto s a S. P a o lo , O. P. M. Cap., S. Laurentii
Brundusini, O. F. M. Cap., doctrina de Iustificatione. Studium historico-theologicum,
P atavii-B rixin ae, 1939. u n vol. de X II-1 8 9 págs. F e lip e de F u en terra b ia , O. F. M.
Cap., Argumentación bíblica de San Lorenzo de Brindis en sus controversias con
los Protestantes, E stu dios F ra n cisca n os 54 (1953) 321-366.
80 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

so b ren atu ral. Es lo que se dice en la d o ctrin a teo ló g ica sobre el estado
de justicia original, en que fu e creado el h om b re. L a d o ctrin a de
S a n Loren zo no n ecesita m o s ex p on erla con d eten ció n . N os b a sta rá
recoger a lg u n as a firm a c io n e s teo ló g icas que nos sirvan p a ra co n s­
truir la im a g e n te o ló g ic a del h o m b re.
Sobre el esta d o de ju sticia origin al a que fu e elevado el prim er
h o m b re, n o tie n e S a n L oren zo n in g ú n tra ta d o especial. Sus en se­
ñ a n z a s se e n cu e n tra n esp a rcid as, p r in c ip a lm e n te , en su obra e x e -
g ética sobre el G én esis (99).
Sin d eten erse en p robar la ex isten cia de este esta d o en A dán,
p a sa a d eterm in a r sus ca ra cterística s.
E n prim er lu ga r p a ra S a n L oren zo la «ju sticia o rig in a l», es un
don so b ren atu ral d istin to de la g ra cia o ca rid a d , u n a g ra c ia gratis
data, en tecn icism o teológico (100). El e fe cto que este don pro d u cía
en el h o m b re era re fre n a r los in stin to s in ferio res y su bord in ar tod a
la vida sen sible a las ex ig en cias del espíritu (1 01). D e aquí deduce
el sa n to D o cto r que la «ju stic ia o rig in a l», debería esta r, co m o en s u ­
je to propio, en la p a rte in ferio r del h o m b re , no p recisa m en te en la
esen cia del a lm a o en la v o lu n ta d co m o o p in a n m u c h o s teólogos (102).
A p a rte del e fe cto señ a la d o de su bord in ar la vida sen sib le a la e s ­
p iritu al, opin a L oren zo que la in m o rta lid a d de que g ozab a el prim er
h o m b re se debía ta m b ié n a este don de «ju stic ia origin al» (103). F i­
n a lm e n te , h a y o tra idea im p o rta n te p a ra fo rm a rse un co n cep to c o m ­
p leto de la situ a ció n del prim er h o m b r e : tod os estos dones que lleva
con sigo la «ju stic ia origin al» so n «so b ren a tu ra les», indeb idos al h o m ­
bre y su periores a to d a s las exigen cias de su n a tu r a le z a (104).
S a n Loren zo no h a c e a lu sión a la d o ctrin a lu te ra n a de los dones
de ju stic ia orig in a l com o debidos al h o m b re , y a que tod os los dones
aquellos co n stitu ía n la a u té n tica n a tu ra lez a de A d á n , ta l com o D ios
la a m a b a y la qu ería (105). Pero aun qu e carece de tod a in ten ció n

(99) B en ed ictu s a S. P a o lo , Ob. cit.. pp. 13-24.


(100) «Principio autem id munus Dei non gratiam gratum facientem seu ca-
ritatem , fuisse, sad gratiam gratis datam, a caritate separabilem». Explanatio in
Genesim, Op. omnia I I I , p. 249 ; ibid., 249 ss. Cfr. B en ed ictu s a S. P a o lo , ob. cit.,
pp. 21-24.
(101) Ibid., Ill', p. 251.B en ed ictu s a S.P a o lo , ob. cit., pp.16-21.
(102) Ibid., I l l , p. 252.
(103) Tbid., I l l , p. 252.
(104) «Iustitiam illam originalem non fuissehom ini naturalem, neque ea quae
ipsarn consequebantur dona quaeque cum ipsa deperdita sunt. Neque enim naturalia
dici possunt qua? non veniunt a principiis naturae, sed ex gratuito Dei beneficio
eiusque provisione externa». Ibid., I l l , p. 271.
(105) G a u d el, A., Péché originel, DTC., 12, 511 ss. P aqu ier, J., Luther, DTC.
9, 1210 ss.
ALE JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 81

p o lé m ica , la exposición que h a c e L oren zo de la d o ctrin a n os ofrece


un a sp ecto im p o rta n te del con cepto ca tó lico del h o m b re, fr e n te a
la con cep ción p r o te sta n te.
En la doctrina del pecado original, la diverg en cia en tre am bas
con cep cion es llega a ser tota l. Es co n ocid a la d o ctrin a lu te ra n a sobre
la to ta l corru pción del h o m b re por el p ecad o o rig in a l. C on su caída
el h om b re perdió to d a lib ertad en el orden m o ra l y del libre albedrío
queda sólo el n o m b re, ya que el h o m b re caído en to d a obra que in te n te
siem p re e in ev ita b le m e n te peca. El h o m b re n o sólo es p ecad or, sino
que está in tr ín se c a m e n te em p eca ta d o a ú n a n tes de ser capaz p ara
n in g ú n acto. El sa c r a m e n to del B a u t's m o y cualquier a cto p osterior
de ju stific a c ió n no lleg a n a q u ita r el p ecado que se co n su sta n cializó
con el h o m b re (106).
P a ra S a n L oren zo el p ecado orig in a l co n siste en la p riv a ción de
la «ju stic ia o r ig in a l» ; y ju n to con la ju stic ia orig in a l los otros dones
so b ren a tu ra les y p retern a tu ra les de que D io s h a b ía d o tad o al p r i­
m er h o m b re (1 07). Pero está to ta lm e n te a le ja d o de p en sa r en u n a
corrupción esen cia l de la n a tu ra le z a h u m a n a y en u n a in h a b ilid ad
a b solu ta p a ra el bien , com o co n secu en cia del p ecado (108).
B) La justificación del pecador.— A sí pu es, el h o m b re h istórico
que con oce la teo lo g ía ca tó lica está lla m a d o por D ios al orden s o ­
b ren a tu ra l. Pero en rea lid a d , después del p ecad o orig in a l y los p e ­
cados p erso n a les, se h a lla im p o sib ilita d o p a ra p resen tarse d ela n te
de D ios. En esta situ a ción , ¿cóm o resolver esta ten sió n in m e n sa i n -
cu stra d a en la vida h u m a n a en tre el deber ser justo y la im p o sib i­
lidad p erso n a l de llega r a ser ju sto d ela n te de D ios?
Ya h e m o s señ a la d o las solu cion es d iverg en tes que p a tro cin a b a n
el h u m a n ism o r e n a c e n tista , el lu te ra n ism o y el ca to licism o . Sigu iendo
la lín ea del C on cilio de T r e n to , S a n Loren zo p r esen ta co m o testig o
de ex cep cio n al valor sobre la d o ctrin a ca tó lica acerca del p ro b lem a de
la ju stific a c ió n (109).
L a d o ctrin a de n u estro D o ctor tie n e en este p u n to un ca rá cter
m a r c a d a m e n te p o lém ico y a p o lo g é tic o ; p or lo cu a l es n ecesario ten er
p resen te la d o ctrin a lu te ra n a en sus rasgos m ás gen erales. Pero
b a sta rá , p a ra seguir el p e n sa m ie n to de S a n L oren zo, con ocer la d o c -

(106) Hypotiposis, Op. omnia II-2 , pp. 435 ss.


(107) Cfr. Explanatio in Genesim, Op. omnia I I I , pp. 271-274.
(108) La doctrina completa sobre el pecado original en San Lorenzo, cfr. B en e­
d ic t o s a S. P a o lo , ob. cit., pp. 24-59. Cfr. F e lip e de F u en terra b ia , Argumentación
bíblica de S. Lorenzo de Brindis, en sus controversias..., loe. cit., pp. 324-342.
(109) Véase la doctrina completa expuesta por B e n e d icto s a S. P a o lo , ob. cit.,
pp. 59-80; 81-109; 111-146.
6
82 TEM AS FU N DAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

tr in a del R e fo r m a d o r ta l co m o ésta se r e fle ja en los cá n on es del


T rid en tin o.
E l p u n to de p a r tid a en la obra de la ju stific a c ió n es a fir m a r que
es obra d ivin a y so b r e n a tu r a l; pero a l m ism o tie m p o h a y que a fir ­
m ar la p osibilidad y el hecho de la co lab ora ción hum ana en la
obra de la ju s tific a c ió n : en la fe y en la s d em ás obras que sirven
de p rep a ració n . La d o ctrin a lu te ra n a sobre la fe com o prin cipio
ú n ico de la ju stific a c ió n e n c u en tra una re fu ta c ió n b a sta n te com ­
p le ta e n S a n L á zaro .
L a d o ctrin a de L u tero en esta cu estión la resu m e Loren zo en estos
cu atro p u n to s ; la fe que ju s tific a n o es la fe de que h a b la n los c a ­
tólicos, sino la fe -c o n fia n z a en la m iserico rd ia de D ios. Que esta fe
n os ju s tific a n o com o disposición , sin o que m á s bien h a y que c o n ­
cebirla com o u n in str u m e n to de la ju s tific a c ió n : co m o la m a n o con
que recibim o s en n osotros ju stic ia de D ios. E sta fe que ju s tific a va
a c o m p a ñ a d a de o tra s virtu d es co m o co n secu en cia n e cesa ria de la fe
y fru to s c o n n a tu ra les de ella. F in a lm e n te , la fe ju stific a n te no tiene
un a u tén tico v a lo r so b ren a tu ra l a n te D io s ; sino que es u n a m era
relación e x tern a que se esta b lece en tre D ios y el h o m b re, se m e ja n te
a la que se esta b lece en tre el rico y el pobre que recibe la li­
m o sn a (110).
S a n L oren zo recurre c o n tin u a m e n te a la sa g ra d a E scritu ra , p a ra
r e fu ta r a los p r o te sta n te s a base de la ú n ic a fu e n te de a rg u m e n ­
ta c ió n p or ellos reco n ocid a . Y en la E scritu ra e n cu e n tra que la fe
que ju s tific a no es la c o n fia n z a sa lv a d o ra de estilo lu te ra n o , sin o la
fe que d efin e la ep ístola a los h ebreo s co n e sta s p a la b r a s : «es la fe
la firm e segu ridad de lo que esp era m o s, la co n vicció n de lo que no
v em os» (1 11). N o es que, desde el p u n to de v ista ca tó lico , se v a y a a
n eg a r la ex isten cia del fe n ó m e n o religioso que se lla m a «c o n fia n z a

(HO) «Circa hoc dogma quatuor somniavit (Lutherus) : primum quidem quod
fides., qua iustificamur, non sit fides catholica, sed film a fiducia misericordiae
Dei per Christum ; secundum est quod per solam hanc fidem iustificatur homo,
non quidem per modum dispositionis, sed per modum instrument!, quod sit instar
manus, quae accipit a Deo gratiae beneficium, remissionem peccatorum et iusti-
tiae im putationem ; tertium est quod fides haec... licet sola iustificet, non potest
tamen esse sola, sed necessario comités habet caritatem ceterasque virtutes et
bonas actiones; et quartum quod fides haec..., nullius est apud D ;u m m eriti
aut valorise nullius pretii, sed tantum relative iustificat, idest, per solam relationem,
quas est inter dantem et recipientem beneficium, veluti, cum datur a divite eleemo-
syna pauperi, manu accipitur, sed non propter manum. quasi propterea detur, quia
manus pulcra est formosaque, nullumque m eritum manui ascribitur». Explanat.
in Gen., I l l , 3, p. 238.
(Ill) Heb. 11, 1. Cfr. B en ed ictu s a S. P a o lo , ob. cit., pp. 60-65. Hypotiposis,
I I , 3, pp. 239 ss.
A LEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 83

sa lv a d o ra », pero n o es ésa la fe que ju stific a . A d e m á s, sin n egar


la im p o rta n cia p rim a ria de la fe en el proceso de la ju stific a c ió n ,
n u n c a se puede d em ostra r que ella sola ba ste. L a E scritu ra m e n c io n a
c o n tin u a m e n te o tr a s b u en as obras a las que atribu ye la g ra cia de
la ju stific a c ió n (112).
D isp u esta el a lm a b a jo la acción de la gra cia , se sigu e la m ism a
ju s tific a c ió n . E n la n a tu r a le z a ín tim a de la ju stific a c ió n las e n se ­
ñ a n z a s de S a n L oren zo se c o n d en sa n en dos a p arta d os. E n prim er
lu ga r u n a serie de tex to s esparcidos a lo largo de la H ip o tip o sis se
refieren a la re fu ta ció n de la d o ctrin a lu te ra n a de la ju stifica ció n
com o im p u ta c ió n ex trín seca de la ju stic ia de D io s ; o co m o un m ero
fa v or externo que no im p o rta tr a n sm u ta c ió n real n in g u n a en el a l­
m a del h o m b re. A ú n después de recibir la «ju stifica ció n » el h om b re
segu iría sien do ’’simul iustus et peccator”. E n realid ad el h om b re
p ecad or n u n c a pu ede de verd ad llegar a ser «sa n to » d ela n te de D io s ;
ni a ú n b a jo la acción de la g ra cia de D io s (113).
En sen tid o po sitivo San L oren zo expone la d o ctrin a co m ú n de
la Ig le sia sobre la ju stific a c ió n com o in te r n a e in trín sec a ren ovación
del h o m b re (114). S u exposición es ex tre m a d a m e n te breve, e n u m e ­
ran d o las causas de la ju stific a c ió n seg ú n lo h a c e la teo lo g ía esco ­
lástica . P recisa m en te quiere el sa n to D o ctor opon er e sta n itidez y
precisión de los teó lo g os ca tó lico s a las in te rm in a b le s y ca ó tica s
d istin cion es lu te ra n a s sobre la ju stific a c ió n . L a ca u sa eficien te de
la ju stific a c ió n es D io s ; ca u sa m a te r ia l in str u m e n ta l el B a u tism o ;
ca u sa m e rito ria C r is t o ; c a u sa m a te r ia l el m ism o h o m b r e ; cau sa fo r ­
m a l, la g ra cia de D ios. P ero n o h a y que en te n d e r la g ra cia com o m ero
fa v or y b en ev olen cia ex te rn a de D io s ; sino en el sen tid o que dice
San P ab lo cu an d o la lla m a ren ovación y reg en era ció n del E sp í­
ritu (115).
C) Sentido de las buenas obras del cristiano.— E n tre los errores
lu te ra n o s en torn o a la ju s tific a c ió n , el que m ereció u n a a te n ció n
m a y o r por p a rte de S a n L oren zo fu e el de las buenas obras: cu ál es
el sen tid o , n ecesidad y v alo r de las b u en a s obras en el h o m b re que
recibe la ju stific a c ió n .
Y a n os h e m o s referid o a la d o ctrin a ca tó lica sobre la n ecesid ad ,
valor y a lc a n c e o m é rito de las b u en as obras, p rev ia s a la ju s tifi­
ca ció n del h o m b re ad u lto p ecad or. E n este p u n to la d isco n fo rm id a d

(112) Hypotiposis, II-3 , pp. 223 ss.; 228-235. F elip e de F u en terra b ia , Argu­
m entación bíblica de S. Lorenzo de Brindis en sus controversias.... pp. 342-366.
(113) Los textos de San Lorenzo en B e n e d ic to s de S. P a o lo , ob. cit., pp. 98-100.
(114) Hypotiposis, II-3 , pp. 248-252.
(115) Ibid., pp. 212-214.
84 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

en tre ca tó lico s y p r o te sta n te s era t o t a l: p a ra los ca tó lico s tie n en


el v alo r de d isposición po sitiva en orden a la g ra c ia de la ju s tific a ­
ción. P ara los lu te ra n os tod o co n ato de p rep ararse a la g ra cia de la
ju s tific a c ió n , n o es m á s que u n a m a y o r in te n sific a c ió n del pecado
m e d ia n te otro m a y o r : el de soberbia y excesiva c o n fia n z a en sí m ism o .
V e r ific a d a la ju s tific a c ió n , el h o m b re cristia n o no está dispen sado
de realizar b u en as obras. S a n L oren zo Insiste co n m u c h a frec u en c ia
en este p u n to , que era de g ra n im p o rta n cia en su lu ch a de tipo p o ­
pu lar y p rá ctico co n tra el lu te ra n ism o. Y a v im os a n te rio rm e n te que,
la m e jo r d e fe n sa de la Ig lesia ca tó lica la co n stitu ía , p a ra S a n L o ­
renzo, el hecho de los frutos de buenas obras en que a b u n d a n u estra
I g le s ia ; fr e n te a la corru pción de co stu m b res que tr a jo con sigo la
sed icen te «r efo rm a » lu te ra n a.
T a m p o c o L u tero r ech a za b a de p lan o cu alqu ier obra b u en a del
cristia n o que h a recibido la ju stific a c ió n . Pero a ú n en esto d ifería
n o ta b le m e n te de la d o c tr in a católica.
E n p rim er lu ga r, p a ra el cristia n o ju stific a d o y a n o existe ley n in ­
g u n a o b lig a to r ia ; vive en la lib erta d de los h ijo s de D ios y no está
obligado a p resta r n i pu ede h a c e r o tra b u en a o b ra que creer: la fe
fid u cia l o sa lv a d ora (116). C ualquier otro in te n to de h a c e r u n a b u en a
obra y a es m á s bien p ec a m in o so y h a c e peor a l h o m b re . O m itien d o
los tex to s co n creto s de la B ib lia en que ap oy a sus a firm a c io n e s, L u ­
tero se refiere a to d a u n a ec o n o m ía de sa lv a ció n r a d ica lm e n te d istin ta
en el A . T . y en el N. T . E n el A . T ., se nos o frece el id eal de ju sticia ,
se p ro m ete la sa lv a ción y se exigen las b u en a s obras. P ero el E v a n ­
gelio, resp o n d ien d o a su n om b re de «b u en a n u eva» de sa lv a ción ,
p ro m ete la sa lv a ción sin co n d ició n n in g u n a de b u en as obras, sino sólo
exigiendo la fe (117).

E n esta situ a ció n fá c ilm e n te se co m p ren d e el peligro que el lu te ­


r a n ism o o frece de r e la ja r sin lím ites la m o ra l cristia n a. S in em ­
bargo, L u tero fu n d a m e n ta la m o ra l cristia n a y la «n ecesidad» de
las b u en as obras en otros p rin c ip io s: el cristia n o debe fu n d a m e n ta r
su co m p o rta m ie n to p a ra con D io s y p a ra con el p ró jim o en la fe
fid u c ia l: fe sa lv a d ora . V e r ific a d a la e n tre g a de sí m ism o a la a cción
de D io s en la fe , el cristia n o y a vive co n tin u a m e n te en la ley de

(116) T ra ta a m p lia m en te este problem a con tra Leiser en la Hypotiposis, II-


3, pp. 154-201. C fr. B e n e d ic to s a S. P a o lo , ob. eit., pp. 111-136.
(117) Hypotiposis, II, 3 pp. 156-158; 175-184. «L e x qu id em p rop on it iustitiam
et p ro m ittit salutem (d ice L u tero), sed cu m con d ition a operu m et obedien tiae,
E van geliu m vero ta n q u a m bon u m n u n tiu m iu x ta n om en suum ad con sola tion em
fid e liu m p rom ittit salutem absque ulla co n d itio n e operum , n isi ta n tu m fid ei».
hoc. cit., p. 177.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 85

esta fe o en tre g a , ex clu siv a m en te b a jo el im p u lso de la acción divina.


E n ta l caso las obras no h a y que p o n e rla s com o «n ecesa ria s — o b li­
g a to ria s— m e r ito r ia s » : deben b ro ta r del a lm a cristia n a con la m ism a
n a tu ra lid a d y esp o n ta n eid a d con que los fru to s b r o ta n del árbol. Así
de la raíz de la fe deben b ro ta r las obras del c r is tia n o : com o g ra titu d
e sp o n tá n e a , a la b a n za , a g ra d ecim ien to por los b en efic io s de la c r e a ­
ción , red en ción , ju stific a c ió n (118).
F r en te a esta serie de tesis lu te ra n a s, S a n L oren zo desa rrolla con
n ota b le a m p litu d e in sisten cia , la d o ctrin a ca tó lica sobre las b u e ­
n a s obras.
C o m ien za por señ a la r, a base de la sa g ra d a E scritu ra , que las
b u en as obras a llí m e n c io n a d a s son im p u esta s al h o m b re ju stific a d o
co m o e str ic ta m e n te o b lig ato ria s, n ecesa ria s e in d isp en sab les p a ra
con seguir la vida e tern a (119). S iem p re h a y que p en sa r que las b u e ­
n a s obras el h o m b re cristia n o h a de rea lizarlas b a jo el im p u lso de la
g r a c ia : sin fe y sin ca rid a d es im posible u n a o b ra que sea «bu en a»
en el sen tid o s o b r e n a tu r a l; pero co n esta s co n d icio n es el h o m b re
pu ede realizar obras de positivo v alo r a n te D io s : m e rito ria s de la
vida etern a. L a d iferen cia esen cia l que L u tero quiere ver en am bos
T e sta m e n to resp ecto a las obras carece de b a se, segú n expone a m ­
p lia m e n te Loren zo. El N . T . no es m e n o s exp lícito n i m e n o s exigen te
respecto de las obras que el h o m b re cristia n o tie n e que realizar si
quiere co n seg ü ir la v id a etern a (120).
T a l com o S a n L oren zo p resen ta el p ro b lem a de las b u en as obras,
p o d ría p arecer que, p a ra el cristia n o, el im p u lso fu n d a m e n ta l del bien
obrar y el estím u lo su p rem o de tod a a sp iración a la p erfe cció n é tic a
sería el «g a n a r m é r it o s » ; o cu m p l r la ley porque está m a n d a d o y
porque el no cu m p lirla lleva con sigo la pérdida del cielo, de la f e ­
licid a d su p rem a . In d u d a b le m e n te que S a n Loren zo no in te n tó tra ta r
a fo n d o este p ro b lem a del im p u lso fu n d a m e n ta l del obrar cristian o.
U n h o m b re de la a ltu r a m o ra l de S a n Loren zo n o po d ía descon ocer
que, d en tro de la m o ra l ca tó lica , el m o tiv o fu n d a m e n ta l y m á s p e r ­
fe cto del bien obrar, no es el a m o r de «co n cu p iscen cia », que busca
g a n a r m é rito s y sa lv a r se ; sino el a m o r de p e r fe c ta caridad, que se
e n tre g a a D ios y al p r ó jim o con puro a m o r a ltru ista , de b e n e v o le n ­
cia y d o n a ció n de sí m ism o . Su p e n sa m ie n to y su a lm a fr a n c isc a n a
y su a ctitu d perso n a l de «h om b re sa n to », p red isp on ían a L oren zo p a r a
no redu cir la m o ra l ca tó lica a las ex ig en cias e lem en ta les de la ley
y de la ju sticia , sino a v erla m á s bien realizán d ose b a jo el im pu lso

(118) II-3 . pp. 195-196. Cfr. ibid., 192-199.


(119) Ibid., pp. 163, 67. Cfr. 155-201 passim.
(120) T ra ta expresamente el problema, ibid., pp. 175-184.
86 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

fu n d a m e n ta l del amor de caridad, que es a m o r de lib eralid ad , de


e n treg a to ta l al servicio de D ios y del p ró jim o .

4.— Jesús, el ’’Hombre" idealmente perfecto.


L a con cepción cristo c én trica del h o m b re cu lm in a p a ra S a n L o ­
renzo en la a firm a c ió n de que, en ú ltim a in sta n c ia , el «H om bre»
id e a lm e n te p e rfe cto , el pro to tip o y rea lizació n p e r fe c ta de tod o lo
h u m a n o es C risto Jesús.
D e n u evo aquí está S a n L o ren zo en lo m á s h o n d o del m e n sa je del
N. T ., sobre el h o m b re y sobre C risto. E sp ecia lm en te la d o ctrin a del
doctor de B rin d is es u n desarrolfe lógico del p e n sa m ie n to p a u lin o.
P ara S a n P ab lo n o existe el «h om bre» a b stra cto , existe ú n ica m e n te
el «h om bre en C risto». El ser en C risto fo r m a p a rte esen cia l del
pro yecto divino sobre la creación del h o m b re. E n realid ad el « h o m ­
b re», en el se n tid o llen o y co m p leto que D io s lo quería, es C risto y
los d em ás individu os de especie h u m a n a son «h o m b res», en cu a n to
D io s los quiere en C risto (121).
P ara explicarn os esta a firm a c ió n de Cristo co m o el «H om bre»
por ex celen cia , S a n Loren zo a d op ta u n p u n to de p a rtid a p r o fu n d a ­
m e n te te o ló g ic o : M ira a C risto desde su p red estin a ció n . Jesús fue
p red estin a d o a que se le co m u n ica se y residiese en E l la p len itu d
de la D iv in id a d (122). S a b em o s por o tra p a rte que el h o m b re fue
creado a im a g e n y se m e ja n z a de D io s ; por co n sig u ien te, la m a y o r
p erfe cció n del h om b re co n siste en la m á x im a im ita ció n de D io s, en
reproducir en sí la im a g en divina. Y aquí de n u evo ten e m o s que
C risto, en su H u m a n id a d es la im a g e n p e r fe c tísim a de la T rin id a d ,
m á s a ú n El es el único que reproduce p le n a m e n te la im a g e n d ivin a
pues en E l m o ra la «p len itu d de la D iv in id a d » (123).
O tra idea básica en esta cu estión es la de que C risto es el prim ero
de los p red estin a d o s, segú n a firm a c o n tin u a m e n te S a n Loren zo. A h o ­
r a bien , desde el m o m e n to que Jesús fu e p red estin a d o a ten er en sí
la p len itu d de la D iv in id a d , a ser la im a g e n p e r fe c ta de la T rin id a d ,
p od em os deducir u n a co n secu en cia im p o r ta n te : Jesús es «el H o m b r e » :

(121) G o n z á le z R u iz, J. M aría, La dignidad de la 'persona humana según San


Pablo, Madrid, 1956, pp. 9 ss., 13 ss., 19 ss., 185; sobre todo.
(122) «Unde elucet quod in aeterno Christus praedestinatus fuit, u t communi-
caretur ei omnis plenitudo Divinitatis». Mariale, Op. omnia I, p. 79.
(123) «Qui ergo ad im aginim Chrlsti creatus est, vera ad imaginem Dei crea-
tus dicitur quoniam in Christo inhabitat... plenitudo Divinitatis». Explanatio in
Gen., Op. omnia I I I , p. 199. Cfr. Quadragesimale I, Op. omnia TV, p. 36. La im a­
gen de Dios es, más en concreto, la imagen de la T rin id a d : «Christus homo imago
totius T rin iia tis est, exemplar humanae naturas etiam in praedestinations». Qua­
dragesimale I I I , Op. omnia V I, p. 37.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 87

el h o m b re id e a lm e n te p e rfe cto , ú n ico sin g u la rísim o h o m b re, com o


dice S a n L o r e n zo ; pu es sólo El v e rifica el ideal divino del « h o m ­
bre» (124). El h o m b re es imagen de Dios, pero Jesús es el «único»
que la v e rifica con p len itu d . El h o m b re es señor del universo; pero
sólo C risto tien e el do m in io p erfe cto . El h o m b re es compendio del
universo; pero ello tien e p le n a rea lizació n sólo en C risto, en quien
S a n P ab lo vió «reca p itu la d o» tod o cu a n to existe (125).

E sta p resen ta c ió n de C risto co m o «co n d en san d o » en sí tod a la


p erfe cció n h u m a n a tie n e, h a s ta a h o ra , un ca rá cter m á s bien « o n to ­
lòg ico », y a que en C risto está tod o el ser h u m a n o e n la p len itu d
m á x im a de su s p o sibilidades. P ero a d em á s, Jesús es por ello m ism o ,
el e je m p la r , el id eal a b so lu ta m en te p e r fe c to de tod o «c o m p o r ta ­
m ien to» h u m a n o ; es el H om b re p e r fe c to en su ser y su acción.
E xp lica n d o S a n L oren zo la s p a la b ra s del e v a n g e lio : aprended de
mí que soy manso y humilde de corazón, dice que tod o sa n to y e le ­
gido debe se m e ja n te a C risto seg ú n S a n P ab lo, y a que D ios nos eligió
a ser co n fo rm e s a la im a g e n de su H ijo . A sí h a y que en ten d er la
a firm a c ió n bíblica de que el h o m b re fu e cread o a im a g e n y se m e ­
ja n z a de D ios, es decir, a im a g e n de C risto, que es la im a g e n del
D io s invisible. Por eso, la H u m a n id a d de C risto que es la prim era
crea tu ra en la m e n te divin a , es el e je m p la r arquetipo de la n a t u r a -

(124) «Singulari titulo hodie Christus dictus est unus hom o... et quidem me­
rito, quoniam inter omnes homines Christus unus est et singularis, sicut sol inter
stellas, sicut imperator exercitus inter milites... Aliquando in Sacra Pagina unus
idem est ac primus... I t a Christus dicitur unus homo, idest primus homo, parem
aut similem non habet, singularissimus homo». Quadragesimale I , Op omnia IV ,
pp. 493-494.
(125) «Homo in Sacris L itteris appsllatur imago Dei, Gen. 1, 26; appellatur
princeps mundi (Ibid.) ; appellatur etiam com pendium universi, Me. 16, 15. Sic
CRristus dicitur unus homo, quia imago Dei non solum artificialis... sed connatu-
ralis et consubstantialis... Hinc dictus est Christus a Paulo: Splendor gloriae
et figura substantiae eius (Hb. 1, 6). Quamvis autem homo sit imago Dei, simili-
ter angelus; non tamen sic imago. Hinc Christus ergo dicitur unus homo. E t
etiam quia princeps universi Gloria e t honore coronasti eum, etc. Ps. 8, 6 ; Data
est mihi omnis potestas..., M t. 28 18; Qui est imago Dei invisibilis... Col. 1, 15.
Nec tantum princeps est, sed Dominus absolutus omnis creaturae, imo conditor,
quoniam: omnia pzr ipsum facta sunt (Io. 1, 3). In ipso condita sunt universa...
Col., 1, 16. Tertio dicitur unus homo quia compendium universi. It a docet Paulus
ad Eph., Instaurare omnia in Christo (Eph., 1, 10), ubi graece est... anakefalaio-
sasthai, compendio colligere omnia in Christo, omnia quae in mundo, omnia
quae in hominibus omnia quae in Ecclesia, omnia quae in paradisi, omnia quae
in Deo n am : In ipso inhabitat plenitudo D ivinitatis corporaliter» (Col. 1, 2, 9).
Quadragesimale I, Op. omnia IV . pp. 494-495. Repite la misma idea en Quadrage­
simale I I , Op. omnia V-3, p. 161.
88 TEM AS FUN DAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

leza h u m a n a , en su ser n a tu r a l y so b ren a tu ra l (126). T o d a la m oral


y «co m p o rta m ie n to » p rá ctico del cristian o se fu n d a aquí, en que Cristo
es «el H om b re ú n ic o » : «U n u s h o m o , vere h o m o , to tu s h u m a n u s, ipsa
h u m a n ita s» (1 2 ?).
B á sten o s h a b e r se ñ a la d o que C risto, por ser «el H om b re» en la
p red estin a ció n divina, es ta m b ié n «el H o m b re» m o d elo del «co m p o r­
ta m ie n to » cristia n o. D esde esta visión cristocén trica h a b ría que o rie n ­
ta r tod as las e n señ a n za s de v id a cristia n a y esp iritu al que S a n L o ­
ren zo d ejó esp a rcid as en sus obras.
T a l es la «im a g en del h o m b r e », que S a n L oren zo p resen ta fren te
al lu te ra n ism o y a l h u m a n ism o p a g a n iz a n t e : E l h o m b re está llamado
en Cristo a un d estin o so b ren a tu ra l y en ca d a u n a de las eta p a s
recorre su ca m in o sustentado en Cristo. A ú n el p ecado n o sig n ific o
el desastre «to ta l», porque Jesús, el Fundamento, su ste n ta b a el e d i­
ficio. R esta u ra d o por la acción de C risto, el h o m b re p rosigue la m a r ­
ch a h ac'.a su d estin o so b r e n a tu r a l: pu ede llega r a ser sa n to y com­
portarse com o «sa n to » d ela n te de D ios, b a jo el im p u lso y la gracia
que recibe de C risto. M á s aú n , si n os v em o s precisa d os a h a b la r del
«h o m b re », en su sen tid o llen o y p e rfe cto , e n to n c es te n e m o s que
hablar de Jesús: "Unus homo, primus homo, singularissimus homo”.

(126) «Omnis sanctus et electus Christo similis est, nam Paulus a it quod Deus
quod praescivit. (Rom. 5, 29). Sic enim intelligendum est illud: creavit Deus ho­
minem ad imaginem suam... Gen. 1, 27; hoc est ut Origenes... et D. Hieronimus
interpretatur, ad imaginem Christi, qui est imago Dei inmsibilis primogenitus
omnis creaturae. Quare Christi humanitas, quae prim a fu it creatura in mente di­
vina, e x titit exemplar archetypum humanae naturae non solum quoad esse na­
turale, sed etiam quoad supernaturale gratiae te gloriae». Sanctorale, Op. omnia
I X , p. 165. Fiesta de San Francisco.
(127) Quadragesimale I, Op. omnia IV , p. 497. Cfr. el desarrollo de la ejem-
plaridad moral de Cristo ibid., pp. 495-497. H ay también otro texto interesante:
” Venite post me. H ic est scopus vocationis, imo et praedestinationis. A it enim
Apostolus: quos praescivit et praedestinavit conform es fieri imagini Filii sui, sci­
licet conformes fieri Christo, qui est exemplar prim um ac prototypon naturae
humanae quoad esse turn naturae, tum gratiae, tum gloriae. In his enim tribus, ut
assimilentur Christo tanquam fratres, praedestinati sunt omnes electi, ideo a it :
V enite post me. Proptcrea namque Christus in mundum venit propterea Deus
factus est homo, ut electis omnibus virtutum omnium esset optimum perfectissi-
mumque exemplar». Sanctorale, Op. omnia IX , p. 589. Cfr. Quadragesimale I I I ,
Op. omnia V I, p. 73.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 89

I V .— J E S U C R IS T O T IE N E EL P R IM A D O EN T O D A S L A S C O S A S

Sobre Jesucristo o sus m isterio s no escribió S a n Loren zo n in g ú n


tr a ta d o teológico. H a y m a te ria predicable sobre Jesu cristo, sobre tod o
sus serm o n es «C u a resm a les» y «D o m in ica les». P ero ta m p o co h a y u n a
serie de serm o n es sobre Jesu cristo, aun qu e le e n co n tre m o s a El com o
te m a c o n sta n te de la p red ica ción la u ren cia n a .
L a s ideas m á s estim a b les sobre el S a lv a d or se e n cu e n tra n en el
Mariale, obra de teo lo g ía y p red ica ción m a ria n a . P ara esclarecer el
«m isterio de M a r ía », Loren zo recurre c o n tin u a m e n te a la an a log ía
y p ro xim id ad de M a ría al «m isterio de C risto». C on este v ien en a ser
estu d iad os por S a n L oren zo algu n os de los m isterio s de Cristo.
L a cu estión de C ristología m á s estu d ia d a por S a n Loren zo, es la
del p rim a d o absolu to de C risto en la a ctu a l ec o n o m ía de sa lv a ción .
L a d o ctrin a del sa n to D o cto r h a sido fre c u e n te m e n te expu esta (128).
P ero ca recem o s to d a v ía de u n estu dio completo, que reco ja y o rg a ­
n ice la d octrin a sobre C risto dispersa en las obras del sa n to D octor.
N o sotro s m ism o s n os ten e m o s que ceñir a h o ra a recoger a lg u n as
ideas b á sicas p a ra lograr la fin a lid a d co n creta de n u estro estudio
sobre los «te m a s fu n d a m e n ta le s» en la teo lo g ía de S a n L oren zo.
1 .— In principio erat Iesus.
Sobre las p a la b ra s ev a n g élic a s «erat Iesu s eiciens d a em o n iu m »
(Le. 11, 14), co m e n ta S a n L o ren zo que ta le s p a la b ra s c o n tien en u n a
fó r m u la p a ra expresar la etern id a d , com o la co n ocid a de S a n Juan
”In principio erat Verbum”: A sí pu es, desde la etern id a d ’’esta­
1, 1 :
ba Jesús”..., co m o fu n d a m e n to del u n iv e r so ; com o ven cedor del d e ­
m o n io (129).
N o in teresa la a co m o d a ció n «oratoria» que S a n Loren zo h a c e de
a m b o s tex to s ev an g élicos. Lo que tie n e v alo r aquí es llega r a la fó r -

(128) C ita m os algu nos de los tra b a jos m ás im p o rta n te s : B e rn a rd in o da S. G io ­


va n n i R o t o n d o , O. F. M. Cap., Thesis Franciscanae de motivo Incarnationis expo-
sitio sum respectu speciali ad doctrinam S. Laurentii a Brundusio, C ollectanea
F ra n cisca n a 4 (1934) 546-563. Jeróm e de P a ris, O. F. M . Cap., La doctrine Mariale
de Saint Laurent de Brindes, R om e-P aris, 1933, pp. 1-28. R o s c h in i, G a b rie le ,
M.. O. S. M., La Mariologia di S. Lorenzo da Brindisi, en S. Lorenzo da Brindisi.
Studi. P a d ova 1951, pp. 141-179. D om en ic o f H ern d on , O. F. M. Cap., The absolute
prifnacy of Christ Iesu and his Virgin Mother, according to st. Lawrance of
Brindisi, C ollecta n ea F ra n cisca n a 22 (1952) 113-149. S e r a fin o da P ostiom a , O. F. M.
Cap., Motivi Cristologici nella teologia di S. Lorenzo da Brindisi, D ivu s T h om a s
(P ia c.) 61 (1958) 465-471. Chaves, T e o d o r o de A., O. F. M . Cap., Primado Universal
de Cristo en S. Laurengo de Brindisi, R iv is t a E cclesià stica B ra sileira 19 (1959)
579-592.
(129) Quadragesimale II, Op. Omnia V-2, pp. 89, 90-93.
90 TEM AS FU NDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

m u ía ”in principio erat lesas” -. Jesús, H o m b r e -D io s está desde tod a


la etern id a d en la m e n te de D ios, com o prin cipio de los c a m in o s de
D ios, fu n d a m e n to del u n iverso, razón de ser de tod o cu a n to existe,
fu e n te de la vida so b ren a tu ra l, v en ced o r del d em on io. E sta id ea de
Jesús com o «prin cipio de los c a m in o s de D io s», fu n d a m e n to de la
creación en tera es la que v a m o s a co m e n ta r con a lg u n a d eten ció n .
A) La santa Humanidad de Cristo.— D esde un prin cipio con vien e
ten er en cu e n ta que el su je to in m ed ia to y directo de tod as las g r a n ­
dezas y p rim a c ía que Loren zo atribu ye a C risto es, «in recto », la sa n ta
H u m a n id a d del Señ or. E n las p á g in a s sigu ie n tes aparece c o n tin u a ­
m e n te Jesucristo com o p rim o g én ito de to d a crea tu ra , prim ero de los
p red estin a d o s, m ed ia d or de los án g eles, razón de la p erm isión del
p ecad o de án g eles y h o m b re , cau sa e je m p la r , eficie n te y fin a l de
tod o cu a n to existe en el ord en so b ren a tu ra l y en el o rd en n atu ral.
E n tod as estas firm a cio n e s h a y que p o n er com o su jeto directo, i n ­
m e d ia to a Jesús, la H u m a n id a d a su m id a por el V erbo . C ierto que
el su je to ú ltim o de atrib u ción es la p erso n a del V e r b o ; pero tiene
u n a g ra n im p o rta n cia p a ra en ten d er el cristocen trism o de S a n L o ­
ren zo, el a firm a r que, d irecta e in m e d ia ta m e n te , to d a esta serie de
a trib u tos y otros sim ila res se p red ica n del V erb o p or razón de la
Humanidad asumida. P or eso h a b la m o s c o n tin u a m e n te de Jesús, el
Hombre-Dios.
S o n varios los tex to s en que ex p resa m en te se dice que el o b jeto
de la p red estin a ció n divina es la Humanidad de C risto, n o su D i ­
v in id a d : «Sed si C h ristu s p r a e d estin a tu s e st u t a it P au lu s (R o m . 1, 4),
n on utique praedestinatus est ut Deus, sed ut homo » (1 30). Y en
otra p a r te : «Christus, quatenus homo, prima est creatura praedesti-
nata» (131). Su cu a lid a d y d ign id ad de «com p en d io» de tod o lo creado
e in cread o le con vien e por razón de su H u m a n id a d . Es su H u m a n id a d
la que su ste n ta esta d ign id ad de ser la «reca p itu la ción » del u n iv erso :
de tod o lo crea d o e in cread o (132).
C on la m ira d a c o n tin u a m e n te fija en la H u m a n id a d de C risto
es co m o se logra el a u tén tico «C r isto c e n tr ism o »: cu an d o la H u m a ­
n id a d sa c r a tísim a se n os o frece com o cen tro «o b jetiv o y su bjetiv o »
de la revelación . T o d o se n os revela en C risto, por C risto y para C risto,
com o fin in m e d ia to de to d a la E co n o m ía de sa lv a ción b a jo cu alqu iera
de sus aspectos.

(130) Quadragesimale I I , Op. omnia V -l, p. 434.


(131) Mariale, Op. omnia I, pp. 79-80; cfr. ibid., 79-83.
(132) Quadragesimale I, Op. omnia IV, p. 495. Léánse más arriba las notas
122. 123 124, 125, 126; 82, 83, 85.
ALEJA N D R O DE VXLLALM ONTE 91

B) Jesús, ’’Corazón de Dios”.— L a idea de que Jesús sea el « c o m ­


pen d io» o sín tesis de la D iv in id a d e n cu e n tra u n a fó rm u la p ro fu n d a y
b e llísim a en S a n L oren zo. L la m a a Jesús ’’cor D e i Jesús es el co ­
razón de la T rin id a d b ea tísim a v u elto h a c ia el m u n d o . E xpliqu em os
u n poco esta fó rm u la.
S a n Loren zo p a rte de co n cep ció n ev an g élica y fr a n c isc a n a de que
D ios es C arid ad , A m o r liberal y co m u n ica tiv o. Si el A m o r in fin ito
m ira h a c ia su pro p ia in tim id a d en to n ces se co n stitu y e — a través
de las procesion es— en P ad re, H ijo y E spíritu S a n to . Los T res fo r ­
m a n un solo A m o r, u n a sola V id a , un solo C orazón.
Pero si el A m o r del P a d r e -H ijo -E s p ír itu S a n to se vuelve desde la
etern id a d h a c ia la crea tu ra, b u sca n d o en ellas a quién co m u n ica r
sú B on d a d , e n to n c es el C orazón de D ios adquiere otro n om b re y o tra
re a lid a d : Jesús. Jesús es, por co n sig u ien te, seg ú n el p en sa m ien to
de S a n Loren zo, el Corazón de Dios v u elto h a c ia la creación en tera
p a ra darle ser, vid a , co n sisten cia , sen tid o y fin a lid a d . E n efecto , el
corazón es la sín tesis de la vid a , sobre tod o de la vida superior del
h o m b re. P or eso decir que Jesús es el «corazón de D io s», quiere decir
que El es la sín tesis de to d a la vida divina en cu a n to ella dice r e ­
fe re n c ia a n osotros. L a vida de D :os en cu a n to se refiere a n osotros
es su co n o c im ie n to y su am o r h a c ia lo creado. Jesús es, pu es, la s ín ­
tesis de to d o lo que D ios p ien sa sobre los seres c r e a d o s: El p e n s a ­
m ie n to en tero y el a m o r tod o de la T rin id a d cu a n d o se v u elven h a c ia
el m u n d o e stá n en J esú s: es Jesús m ism o que, co m o u n corazón
sin te tiza to d a la vid a , así El sin tetiza la vida (p e n sa m ie n to y am or)
del D ios T r in o cu a n d o se vuelve h a c ia el m u n d o . D ice S a n L o re n zo :
«L eem os en la S. E scritu ra (2 P ar. 7, 16), que quiso d eja r reposar
su co ra zó n en el tem p lo de S a lo m ó n . Cristo es el corazón de Dios.
Porque u n a s veces el corazón expresa la sa b id u ría (O s. 4, 1 1 ; 1, 11)
y la inteligencia. Y b a jo este a sp ecto Cristo se n os ofrece com o virtu d
y sa b id u ría de D io s, y a que en E l está n tod os los tesoros de la s a ­
biduría y cien cia (C o l. 2, 3). O tra s veces el corazón sim bo liza y sin ­
tetiza la vida en tera de amor (P rov. 23, 2 6 ; M t. 6, 21). Y C risto es
el a m a d ísim o H ijo de D io s ; el H ijo m u y querido en quien el P adre
se co m p la ce to ta lm e n te (133).
P or los tex to s de la E scritu ra que se cita n y por tod o el con texto,

(133) «De tempio Salomonis legimus quod reposuit in eo Deus cor suum (2
Par. 7, 16). Christus autem est cor D e i; nam per cor aliquando sapientia de-
signatur (lob. 34, 2, 10; Os. 4, 11; 7, 11). Christus autem Dei virtus et sapientia
est: In quo sunt imnes thesauri..., Col. 2, 3. Quod si cor amorem singificat. Prov.
23, 26; M t. 6, 21. Christus dilectissimus est Filius Dei (Col. 1, 13; M t. 17. 5)».
Quadragesimale I, Op. omnia IV , pp. 307-S08.
92 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

se ve con cla rid a d que el ser Jesús «corazón de D ios» in c lu y e : que


E l es el o b jeto ,d e los p e n sa m ie n to de D ios y de su a m o r su p rem o
cu an d o éste se dirige a las crea tu ras. A sí log ra m o s ver o tr a v ertien te
de la fó rm u la «Jesús corazón de D io s » ; y a que Jesús es la m á s a m a d a
de tod as las crea tu ras y p or a m o r a El fu e por lo que D io s p r e d e s­
tin ó , es decir, am ó con especial a m o r, a tod os los d em á s elegidos (134).
L a razón de tod o esto es que el a m o r divino es la fu e n te de tod o
bien , desde la p red estin a ció n h a s ta la g lo rificació n . A m a y o r am o r de
D ios a u n a crea tu ra corresponde m a y o r gra cia y m a y or gloria. P or eso
C risto tien e la m a y o r g ra c ia y gloria por que fu e el m á s a m a d o de
la T rin id a d sa n tísim a . Y porque le am ó le dio tod o en sus m a ­
n os (135).
L a m ism a id ea de Jesús com o «co m p en d io » de la T r in id a d a d ­
quiere otras fó r m u la s de g ra n d en sid ad teo ló g ica. C risto en cu a n to
H om b re, Jesús, es el «co m p en d io » del «m u n d o » su p rem o , que es la
m ism a D iv in id a d , que h a b ita en Jesús c o rp o ra lm en te, segú n dice
S a n P ab lo (C ol. 2, 9). T o d a s las p erfe ccio n es de la n a tu ra le z a , de
la g ra cia y de la g loria y de la D iv in id a d m ism a e stá n sin te tiza d a s
en Jesús (136). El m isterio de la «reca p itu la ción » de que n os h a b la
S a n P ab lo, se refiere ta m b ié n a l h e c h o de que en Jesús está «reco ­
gido en fo r m a sin té tic a », no sólo tod o lo creado e n su s v a ria s c a ­
t e g o r ía s; sino «todo lo que h a y en D io s», pu es en El in h a b ita la
p len itu d de la D iv in id a d co rp o ra lm en te. C risto H o m b re es la im a g e n
p e r fe c ta de la T rin id a d (137). T o d o lo que h a y de fu erza, d ign id ad ,
h o n o r y po d er en D ios, tod o ello se e n cu e n tra en C risto, pues en El
está la p len itu d de la D iv in id a d (138).

(134) D. Thomas, T, 22, 4; 25, 6, docet quod Christus anim a maioris


est valoris, quam omnes simul praedestinati et electi et a Deo magis diligitur...
Plus diligit rex unicum filium , quam omnes servos. Non fu it prasdestinatus
Christus propter electos; sed Electi omnes propter Christum, in gloriam Christi».
Mariale, Op. omnia I , p. 79.
(135) «Siquidem amor Dei radix est fons et origo omnium bonorum, hinc
enim praedestinatio, hinc glorificatio : D ilexit nos ante mundi eonstitutionem :
ca n ta te perpetua dilexi te. A maiori enim fonte maior em anai rivus... sic a
m aiori caritate et dilectione divina maiora utique munera, maior gratia, maior
gloria. Hinc Christi sanctorum omnium m axim a est tum gratia tum gloria, quo-
niam Christus sanctorum omnium dilectissimus est: hie est Filius meus dilectus
in quo mihi bene complacui, M t. 17, 5; Ion. 3, 35...». Sanctorale, Op. omnia IX ,
pp. 434-435. Quadragesimale I I , Op. omnia V-3, p. 161.
( 136) «Sacra humanitas Christi virtute continet ipsam Divinitatem , quoniam :
in ipso inhabital omnis plenitudo Divinitatis». Quadragesimale I, Op. omnia IV ,
p. 86. Cfr. notas 122, 125.
(137) Textos en la nota 123; cfr. 81', 82, 83.
(138) «Quidquid virtutis, dignitatis, honoris, potestatis reperitur in Deo, in
Angelis, in hominibus, cuiusvis gradus et ordinis, totum reperitur in Christo; et
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 93

S a n Loren zo, p a r a su a firm a c ió n de Jesús com o « c o m p e n d 'o -im a -


g e n -e x p r e sió n -c o r a z ó n », de la T rin id a d , se ap oy a co n sta n te m e n te en
S a n P ab lo, Col. 2, 9. D ig a m o s b rev em e n te que la in terp reta ció n la u -
r e n cia n a está de lle n o en la lín e a del p e n sa m ie n to de S a n P a b lo :
fr e n te a la «gnosis» de los C olosen ses que h a b la b a n del «plerom a»
de la D iv in id a d d ifu n d id a en los á n g e le s-e le m e n to s, S a n P ab lo ofrece
la «epign osis» c r is tia n a : a C risto co m o «p lerom a » de la D iv in id a d ,
c o n ju n to y sín tesis de tod a la v irtu alid ad divina esp a rcid a en el
m u n d o ; p rim o g én ito de tod a la creación n a tu r a l y so b ren a tu ra l (139).

C) Jesús, fundamento de la creación natural.— L a s fó r m u la s e m ­


p le a d a s p or el sa n to D o cto r p a ra expresar esta verd ad son m ú lt i­
p le s : Jesús es la cau sa eficie n te , e je m p la r -fin a l de la creación. Jesús
es la «reca p itu la ció n », co m p en d io de to d o cu a n to e x iste ; Jesús es
el p rim o g én ito , el rey de lo creado, a ú n del m u n d o m a te ria l.
R ec o g em o s a lg u n os te x to s : E l h o m b re es co m p en d io del u n iverso,
im a g e n de D ios, prín cip e del m u n d o . P ero C risto lo es en fo r m a p e r -
fe c tísim a , por ser el «h om bre» por excelen cia. E n el h o m b re está r e c a ­
p itu la d o tod o el universo. A sí en C risto está tod o el bien de la n a tu r a ­
leza. C risto es prin cip io de to d a s las cosas, y a que «el m u n d o h a sido
h e c h o p or El» (J n. 1, 3). C risto co m o au tor y fu n d a m e n to del triple
o rd en de «n a tu r a le z a -g r a c ia -g lo r ia » , lo en co n tra m o s con frecu en cia .
E l m isterio p a u lin o de la «a n a k e fa la io sis» se extien de ta m b ié n al m u n ­
do m a te r ia l, seg ú n S a n L oren zo (140). M á s fr e c u e n te m e n te se le e n ­
cu e n tra a Jesús com o ca u sa e je m p la r , ca b eza , etc., del h o m b re, y a
en el m ism o ser n a tu r a l de éste. Por o tra p a r te , y a h e m o s h a b la d o
de esta idea a n terio rm en te , a l h a b la r de la r eferen c ia cristocén trica
del h o m b re desde los co n stitu tiv o s m ism o s de ser n atu ral.

D) Primacía de Jesús en el orden sobrenatural.— L a creación s o ­


b ren a tu ra l aparece divid id a por S a n L oren zo en esta s c a te g o r ía s:
M a ría , la Ig lesia , los án g eles, los h o m b res. Y d en tro de ca d a c a te ­
goría, el trip le g rado de n a tu r a le z a -g r a c ia -g lo r ia . C ada u n a de estas
jera rq u ía s del m u n d o so b ren a tu ra l y en su triple g rado aparece p r e ­
sidida por J esú s: Ig u a lm e n te , ca d a u n o de los seres que in teg ra n

in hoc sensu d ixit Apostolus inhabitare in Christo omnem plenitudinem Divinitatis».


Quadragesimale I I I , Op. omnia V I, p. 37 : cfr. la nota 125.
(1S9) T o u s s a in t, L., L’Epitre de S. Paul aux Colossiens (Paris, 1921) pp. 72-
82; 131-136.
(140) «Christus est in quo omne bonum naturae, gratiae et gloriae et divini­
tatis ipsius». Quadragesimale I I , Op. omnia V-3, p. 161. «Propter Christum, qui arca
est D ivinitatis est, totus creatus fu it mundus, caelum et terra cum omnibus quae
caeli ambitu continentur». Mariale, Op. omnia I , p. 86. La misma idea en otros
textos ya citados antes en nt. 125, 126, 135, 136.
94 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

este m u n d o so b ren atu ral tien e los m ism o s m o m e n to s esen cia les en
su h isto ria r e lig io sa : p red estin a ció n , ju stific a c ió n , preserv ació n o li­
beración del pecad o , g lo rific a c ió n . Y en ca d a uno de estos «m o­
m en to s» de la h isto r ia de la sa lv a ción la d ep en d en cia de Jesús es
esen cia l a ca d a u n o de ellos. Jesús la preside co m o C abeza, com o
cau sa e je m p la r y fi n a l, com o R ey.
a ’) Jesús el primer predestinado.— El a m o r de D io s es la raíz de
tod o b ie n : de la p red estin a ció n , v ocació n , ju stific a c ió n , g lo rificació n .
El que tien e el p rim er pu esto en la p red estin a ció n ta m b ié n lo tiene
en la gra cia y en la g loria (141). Y a la in versa, desde el m o m e n to
en que h e m o s visto a Jesús co m o la p rim e ra de la s crea tu ras, el S u m ­
m u m O pus D ei, y a ten e m o s que a firm a r a n te cualquier otra p rim a c ía
su p r im a c ía en la p red estin a ció n d iv in a : Christus quatenus homo,
prima est creatura praedestinata (142).
Y por ser Jesús el p rim ero de los p red estin a d o s, es ta m b ié n la
ca u sa e je m p la r y fin a l de tod os los d em á s p r e d e stin a d o s: «N ec s o -
lu m p rim a est crea tu ra p r a e d e stin a ta , sed e tia m ca u sa ex em p la ris
atq u e fin a lis p ra ed estin a tio n is sa n c to ru m . Sic P au lu s a it». Quos p r a e -
sc iv it... R o m . 8, 29. Ubi d ec la ra t P au lu s C h ristu m ab a etern o fu is -
set ca u sa m ex em p la rem p r a e d estin a tio n is, ubi a i t : c o n fo r m e s fieri
im a g in is Filii sui, e t fin a le m ubi a it : u t ipse sit p rim o g en itu s, d ig n i-
ta te et h on o re, in m u ltis fra trib u s, id est in te r o m n es electos D ei, quos
in filios a d op ta vit» (143). In sistien d o en la causalidad final de C risto
a ñ a d e : «N on fu it p ra e d e stin a tu s C h ristu s p ro p ter electos, sed electi
o m n e s p rop ter C h ristu m , in g lo ria m C h r is t i» ... E p h . 1, 3 -6 . U bi m a ­
n ife sté docet P au lu s quod o m n es electi in g lo ria m C h risti p r a e d e s-
tin a ti su n t. I Cor. 3, 2 2 -2 3 ... (d icit) «o m n ia p rop ter vos, vos a u te m
prop ter C h ristu m . N am o m n es su m u s servi C h risti, e tia m angelí,
H b. 1, 2. Scriben s ad C olossen ses, d o cet prop ter C h ristu m o m n ia c r e a -
ta su n t» (144). «U t C hristi servi e ssen t, crea v it an g elo s in c o e lo ;
ut C hristi im a g o esset, fo r m a v it h o m in e m in térra» (145a).
b ’) Jesús segundo Adán, María segunda Eva.— P ara explicar la
d ep en d en cia que M a r ía tie n e resp ecto de Jesús, el h e ch o de que M a ­
ría h a y a sido crea d a p or Jesús, en orden a Jesús, lo expresa fr e c u e n ­
te m e n te S a n L oren zo lla m a n d o a Jesús seg u n d o A d á n y a M a r ía la

(141) Cfr. los textos da la nota 135.


(142) Mariale, I, p. 79 s.
(143) Mariale, I, p. 80. Cfr. Quadragesimale II', V -l, p. 434.
(144) Mariale, I, pp. 79-80.
(145a)Ibid., p. 96. Sobre Cristo comoprimero de los predestinados y causa
ejemplar final de toda predestinación puede verse: D om en ic op H e rn d o n , The
absolute primacy o f Christ Iesus and His Virgin M other according to st. Lawrance
o f Brindisi, Collectanea Franciscana 22 (1952) pp. 117-126; 136-143.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 95

seg u n d a E va. Jesús es la razón de ser, ca u sa, im a g e n e je m p la r de la


p red estin a ció n , m a te r n id a d y tod as las g ra cia s y p rivilegios co n c e ­
didos a M a ría . A l h a b la r de la M a rio lo g ía de S a n L oren zo, a m p lia ­
rem o s esta id ea de la s relacio n es que existen en tre Jesús y su M a ­
dre. De m o m e n to nos b a sta este te s tim o n io : «Christi gratia prae-
destinata est M a ñ a talisque praedestinatur, ut Christi unigeniti Fi-
lii Dei digna esset Mater» (145b).
c ’) Jtóús Cabeza de la Iglesia.— C om o la T rin id a d b e a tísim a , toda
la p len itu d Otó su se r se lo co m u n icó a Jesús en quien h a b ita co rp o ­
r a lm e n te la D iv in id a d , así Jesús tod o lo que El es se lo co m u n icó a
su Ig le sia (1 46a). S eg ú n el m isterio de la a n a k e fa la io sis de que nos
h a b la S a n P ab lo, Jesú s es el co m p en d io de tod o lo creado y de la m is ­
m a D iv in id a d . L o es ta m b ié n de tod o lo que h a y en la Ig le sia (146b).

d ’) Jesús y los espíritus angélicos.— T e n e m o s las a firm a c io n e s g e ­


n erales de que «tod os los eleg id o s», sin d istin ción h a n sido elegidos
en Jesús y por Jesús, p a r a su g lo r ia ; por co n sig u ien te ta m b ié n los
á n g eles fu ero n p red estin a d o s en y. por Jesús. L os á n g eles e n tra n de
llen o en la ec o n o m ía de sa lv a ción p residida por Jesús, y a que el m is ­
terio de la en ca rn a c ió n les fu e revelado a ellos desde el prin cipio.
E n su esta d o de «v ia d ores», a n tes de en tra r en la g lo ria les in tim ó
D io s el p recep to de que a d ora sen a C risto, al H om b re a su m id o por el
V erb o , y le reco n ociesen com o a su Señ or (146c). L a g ra cia que se
c o n fiere a los á n g eles ta m b ié n es «g ra cia de C r is to » : co n ced id a por
su s m é rito s y b a jo su in flu e n c ia . C om o el sol d e rra m a su luz sobre t o ­
das las estrellas, así C risto, sol de ju stic ia d a el resp lan d o r de la ju s ­
tic ia , b o n d ad y sa n tid a d a los á n g eles y sa n to s (147). Jesús es lla m a ­
do ta m b ié n «S a lv a d or de los á n g eles». P or Jesús fu ero n ellos p reser­
v ad o s del p eca d o y co n fir m a d o s en el b ie n : recibieron la in o cen cia

(145b) Quadragesimale II, Op. omnia V -l, p. 435.


(146a) «D e d it C h ristu s totu m seipsum E cclesiae suae, sicu t sol orien s totum
seipsum d a t h u ic n ostro m u n do». Quadragesimale I, Op. omnia IV , p. 308.
(146b) Ibid., p. 495. C fr. tex to en la n o ta 135.
(146c) L os án geles ven eran a M a ría en el cielo... « Im o etiam ab in itio suae
crea tion is u n a cu m C h risti ven erati su n t et a doraru nt. Nam , priusquam b ea tifi­
ca ren tur, iussl sun t C h ristu m a d ora re et in suum d om in iu m recip ere... sed iussi
sun t a dora re u t h om in em D ivin ita ti u n itu m ; ergo u t F iliu m M ariae. In vision e
autem D ei iam b ea tifica ti, m ysteriu m In ca rn a tion is pienissim a agn overun t, quare
et C hristu m et M a ria m ». Mariale, I, pp. 326-S27. C fr. in fra n o ta 153 154.
(147) «C h ristu s autem sol est iustitiae. om n es a u tem sa n cti et an geli stellae
s u n t; om n es stellae e sole lu m en a ccip iu n t, om n es sa n cti et angeli a C h risto
lu m en et splen dorem iustitiae, b on ita tis et san ctitatis». Mariale, I, p. 483. C fr.
in fra n o ta 153.
96 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

y la con servaron (1 48). F in a lm e n te , la g loria que en el cielo reciben


los á n g eles ta m b ié n les vien e a los espíritu s celestia les b a jo la i n ­
flu e n c ia de C risto (149).
e ’) Jesús primogénito entre muchos hermanos.— E ste a sp ecto de
la su perioridad de C risto y su cu a lid a d de cen tro , cu m bre, ca u sa e je m ­
p la r y fin a l de tod o el ord en so b ren a tu ra l t a l co m o éste se v e rifica
en los h o m b res, y a lo h e m o s estu d ia d o a n terio rm en te . A l ex p on er la
«o rien tació n cristocén trica del h o m b r e », qu edó bien de m a n ifie sto .
L a p red estin a ció n — elev ació n a l o rd en so b ren a tu ra l, ca íd a en p e c a ­
do— r e g e n e r a c ió n -g lo r ific a c ió n : son los «m o m e n to s» cu m bres de la
h isto ria religiosa de la h u m a n id a d en la a ctu a l ec o n o m ía de sa lv a ­
ción. E n ca d a u n o de estos m o m e n to s a p arece el gén ero h u m a n o y
ca d a h o m b re o rien tad o h a c ia C risto, en co n tra n d o en C risto la razón
de ser, el sen tido ú ltim o y fin a lid a d (150).

2. Jesús y el misterio del pecado.


L a s relacio n es de C risto con el «m isterio del p ecad o » (p e ca d o de
los h o m b r e s y de los d em on ios) n o h a e n co n tra d o u n a solu ción s a ­
tisfa c to r ia en la teología. C reem o s que en este p u n to es de m á x im o
in terés la d o c tr in a del S a n to D o ctor y que ap orta valiosos e lem en to s
p a ra u n a solu ción a q u ieta n te.
A. Intentos de solución.— N os referim o s, en p rim er lu ga r, a la
so lu ció n to m ista , de sen tid o in fra la p sa rio y «amatiocéntrico». Se­
g ú n el to m ism o , en u n a ec o n o m ía de sa lv a ción que lla m a r ía m o s «o ri­
g in a ria », C risto no e sta b a p red estin a d o a la ex isten cia , ni e n tra b a en
los p la n e s de D io s la u n ió n h ip o stá tic a , n i la co n stitu ció n de Cristo
co m o C abeza de tod o aquel «prim itivo» ord en so b ren a tu ra l. A q u ella
o rig in a ria ec o n o m ía de sa lv a ción quedó su sta n c ia lm e n te tr a n s m u ta ­
d a p or el p ecad o o rigin al. N o es que D ios «fra ca sa se» en sus p la ­
n es co n m o tiv o del p ecad o o r ig in a l; pero la ca íd a del h o m b re m o t i-

(148) «E tia m si n o n pecca sset h om o, C hristus tarnen S a lva tor fu is s e t; n on


q uidem lib era n do a m alis, sed praeservan do et con serva n d o in bonis. S ic enim
C hristus S a lva tor est a n geloru m in co e lo ... C h ristu s universi D om in u s est, etiam
a n g e lo ru m ; sic u nicu s crea tu ra ru m om n iu m Salvator. S icu t Iosep h dictu s est
m u n di salvator, quia a m orte fa m is m u n du m praeservavit». Mariale, I, p. 60. «Ip s e
en im est qui etiam angelis in co s lo in n oce n tia m co n tu lit eosque n e p ecca ren t
et p eriren t salvavit. D. B ern a rd u s ait : «D ictu s est S a lva tor et a n te in ca rn a tion em
et post. A n te quidem , quon ia m S a lva tor a n g e lo ru m ; p ost vero quia S a lva tor h o-
m inum . S ic e t angelis et h om in ib u s in n o ce n tia m et gra tia m sa n ctifica n tem co n fe rt».
Quadragesimale II, Op. omnia V-3, p. 364.
(149) «A C h risto n ato ex M a ria V irg in e g lo rifica n tu r om n es angeli et san cti
in co e lo ». Quadragesimale II, V -I, p. 440.
(150) V éase m as arriba, pp. 63-73.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 97

vó el que D ios reorganizase desde los c im ien to s el p la n a n tigu o de


sa lv a c ió n : co n m o tiv o del p ecad o D io s decretó poner a C risto com o
reden tor del gén ero h u m a n o . En esta co n cep ció n , com o se ve, el p u n ­
to de p a rtid a de la actual ec o n o m ía de sa lv a ción es el pecado. Todo
lo a n terior quedó h u n d id o . A p a rtir del p ecad o , an te la realid ad i n ­
fin ita m e n te trá g ic a del p ecado, D ios org a n iza su p la n de salvación
en fo r m a «n u ev a ». P r in cip a lm en te d ecreta n d o la e n ca rn a c ió n de
C risto con to d a s sus con secu en cias. (
Los g ra n d es in c o n v en ien tes de esta teoría son e s to s : en prim er
lu gar rom pe la u n id a d — co n tin u id a d del p la n divino de sa lv a ción ,
que co m ien za con la c r e a c ió n -e le v a c ió n — ca íd a — restau ra ción . Las
F u e n te s de la revelación d escon o cen to ta lm e n te aqu ella duplicidad
de p la n es divinos de que nos h a b la n los tom ista s. Ig u a lm e n te , tiene
to d a v ía la g ra n d e sv e n ta ja , y a se ñ a la d a v iv a m en te por D u n s E scoto,
de que p resen ta a C risto com o un bien «o ca sio n ad o » por el pecado.
Lo cu al está co n tra la a bsolu ta p rim a c ía de C risto a firm a d a t e r m i­
n a n te m e n te en la S a g ra d a E scritu ra. Ig u a lm e n te co n tra u n prin cipio
teológico c la r a m e n te a firm a d o por S a n to T o m á s, que el a m o r de D ios
es creador de las cósas y « o r d e n a d ís im o » ; y por ta n to a m a m á s y
«prim ero» a C risto, por ser la m á s p e rfe cta crea tu ra. Y todo lo d em ás
por El.
La doctrina escotista sobre las relacion es en tre C risto y el p ecado,
está d o m in a d a por el p rin c pió del p rim a d o a bsolu to de C risto. Por
co n sig u ien te, Cristo-« no pu do n u n ca ser p red estin a d o con m o tiv o del
pecad o , sino siem pre a n tes e in d ep en d ien tem en te del p ecad o de A d án
o de los án g eles. Sin em b a rg o , en E scoto m ism o y a lg u n os de los e s -
co tista s clásicos, las relacion es de C risto con el pecado no llega ron a
adquirir la su ficien te claridad. En efe cto , por un a p arte la «p e r m i­
sión» del p ecado orig in a l y de cualquier otro p ecado, no está d ire cta ­
m e n te referid a de C risto. Si D ios lo p erm ite, por h o n o r de C risto o
sin referen c ia a El, no se nos d ic e ; aunque de la a firm a c ió n del p r i­
m ado absoluto «podría» le g ítim a m e n te deducirse. A d e m á s, el « m is te ­
rio del p ecado» parece que en tra fu rtiv a m e n te y con ca rá cter m e r a ­
m e n te episódico. E llo está un poco lejos de la h o n d u ra y n ecesid ad
trágica con que el «m isterio de iniqu idad» se nos p resen ta en las
F u en tes de la revelación . Se correría incluso del p eligro de b a g a te li-
zar o in terp reta r d em asiad o su p erficia lm e n te el «m isterio» del p e ­
cado.
B. Solución cristocéntrica al misterio del pecado, según San Lo­
renzo— San L oren zo está d en tro de la lín ea esc o tista en cu a n to al
p ro b lem a de la p red estin a ció n «a bsolu ta » de C r isto ; en el hecho de
a d m itir u n a ú n ica y co n tin u a d a ec o n o m ía de sa lv a ción presidida por
Jesús desde el prin cipio h a s ta el f i n : desde la p red estin a ció n h a s ta
98 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

la g lo rificació n . Y en cada u n a de las ca teg orías so b ren a tu ra les de


se r e s: M a ría — los á n g eles— los h om b res.
Sin em b arg o, en p u n to el p ro b lem a co n creto de las relacio n es e n ­
tre Jesús y el m isterio del pecad o , el p e n sa m ie n to del S a n to D o cto r
p resen ta u n a claridad y a m p litu d ta l vez no lo g ra d a por n in g ú n te ó ­
logo escotista h a s tá su tie m p o (151). V a m o s a expon er la solu ción la u -
ren cia en sus rasgos m á s fu n d a m e n ta le s.
a ’) Jesús y el pecado de los ángeles.— L a idea de que el p ecad o
de los á n g eles rebeldes depen de de C risto se e n c u en tra co n fr e c u e n ­
cia en los escritos de S a n L o r e n z o ; y desa rrollad a con cla rid a d y a m ­
p litu d . N o se precisa — p a ra n u estro in te n to — m á s que in d ica r las
ideas clave y los tex to s co m p ro b a torios ta l co m o los o frece el S a n to .
C on o cem os y a el prin cipio g en eral de que «ex infinita Christi ho-
minis dignitate ortum habuít peccatuvn (1 52). P ara m a y o r g loria de
C risto p erm itió el p ecad o de los h o m b res. El proceso de este p ecado,
por lo que se refiere a los án g eles lo describe S a n L oren zo en un la r ­
go tex to que c ita m o s ín teg ro p a ra ev ita r co m e n ta rio s in n ecesarios.
H ab la S a n L o ren zo de la pru eba que D io s pu so a los á n g eles en su
esta d o de v ia d ores y explica que la p ru eb a fu e el p recep to de adorar
la h u m a n id a d de C r isto ; lo que fu e reh u sad o por L u c ife r :

«H oc a u te m p ra ecep tu m quod et quale fu e r it n u llu s v a le t h o m i-


n u m in d a g a r e ... P robabilissim e ta m e n cred id erim h u m a n a e n a tu ra e
in C h risto a d o ra tio n e m id fu isse, u t rev elaret illis D eu s se v elle in ­
m e n so m o d o secu n d u m o m n ip o te n tia m suarn co m m u n ica re seipsum
h u m a n a e crea tu rae eam qu e a ssu m ere, ut su b lim etu r illa in D eo , ac
quasi in sitio n e q u a d a m a d m ira b ili in V erb o fia t illa su b sisten s D eu s,
pra eosten d eritq u e illis F iliu m su u m Ie su m C h rlstu m in specie et f i ­
g u ra h o m in is ; ac tu m dem um iu sserit legem qu e p ro m u lg a v e rit ut
eu m , in quo sibi super o m n es sem p er ben e co m p la cu it, etsi h o m o f u -
tu ru s esset, a d o ra ren t ta m e n sicu t D eu m , p ro p ter V erbi h y p o sta sim ,
eique obsequ ia et h on o res ta n q u a m D eo red d eren t. Cui m a n d a to c u i-
cu m qu e o b tem p era ren t, sem p er felices sem p itern a m q u e s u p e r n a tu r a -
lem b e a titu d in e m a sse q u e r e n tu r ; qui vero h u ic D ei m a n d a to n on a c -
qu iesceren t, e loco illo su prem o in se m p ite rn a s te n eb ra s deiceren tu r
ac detru d eren tu r.
Ñ eque ea, quae n u n c d ixim u s, sine S crip tu ra te stim o n io a nobis
d icta quis p u tet (C ita Ps. 96, 7 ; H b. 1, 6). Ñ equ e en im a n te s a e c u -

(151) N o en tra m os en el p roblem a de la «orig in a lid a d » de San L o r e n z o ; n i


su dep en d en cia de autores anteriores, sobre tod o San B ern a rd in o da S ien a y
B ern a rd in o d e Bustis.
(152) Mariale, I, p. 82.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 99

laria tem p o ra e r a t cui posset D eu s v ita m a e te r n a m , quae per C h r is-


tu m est, p ro m ittere, n isi a n g eli, qui cu m in p rim o tem p o ris m o m e n to
crea ti sin t, quasi a n te sa ecu laria tem p o ra esse dicuntur..
A u d ieru n t igitur h oc d ecre tu m ipsi a n g eli, qui a n te tem p o ra soli
in v en ieb a n tu r prom ission is ca p a ces et a ccep tores, eis per Iesu m
C h ristu m d e stin a ta m esse sa lu te m ac v ita m a e te rn a m , si eu m v elle n t
ut a d c r a n d u m D e u m lib en ter et obsequióse recipere» ( Y M igu el y sus
án g eles obedecieron).
L u c ife r a u te m rem a d m ira tu s, ca ep it secu m a rb itra ri v ald e d u -
ru m , n ec satis aequ u m , sed in d ig n u m atque in iqu u m h oc D ei c o n si-
liu m esse, sed an g elo debere p o tiu s d ig n ita te m hanc tribu i, cuius
n a tu ra e tia m in to ta sui g en eris la titu d in e est m u lto su blim io r h o -
m ln e ... T u n c seip su m respiciens et c o n te m p la n s su a m p u lc h r itu d i-
n em et d e c o r e m ... c a ep it illu d sibi a p p etere, u t D eu s su ae u n iretu r
h y p o sta si, q u am o m n iu m a n g elo ru m ce rn eb a t ex cellen tissim a m e a m -
que ca ep it D ei sim ilitu d in em th ro n iq u e co n sessu m ad D ei dex teram
soli'qu e su per o m n ia a str a coeli e x a lta tio n e m , q u am in a etern ita te
su a D eu s decreverat Iesu C h risto tribu ere, im p en se sibi p essim u s
a e m u la to r appetere. U n d e h a n c eius co g ita tio n e m p ro d en s Isa ia s, h ac
sa ta n a e v erba d e p r o m p sit: In caelum ascendavi, Is. 14, 1 3 -1 4 . H oc
e n im p a cto v id eb at esse possibile ut fieret D eu s, si n a tu r a divina
suae u n iretu r h y p o sta si.
E a igitur co g ita n te L u cife ro , sen sim ob scu rab atu r in tellectu s eius
e t v o lu n ta s, sim u l ira atq u e in d ig n a tio n e d ep ra va b a tu r, et ca ep it h a n c
d ig n ita te m invidere h o m in i et v e h e m e n te r odisse C h ristu m , quem
o m n in o volu isset occidere et perdere» (153).

L a m ism a idea se e n c u e n tr a en o tr a s ocasion es en que, a d em á s,


aparece la V irg e n María a socia d a com o o b je to de «en vidia» y reb e­
lión de S a tá n (154).
b ’) El pecado del hombre subordinado a Cristo.— E ste aspecto lo
tiernos tra ta d o a n te rio rm e n te al h a b la r de la visión cristocén trica
i e l h om b re e n S a n Loren zo.
P or co n sig u ien te, la p rim a c ía y su perioridad o m n ím o d a de Jesús

(153) Explanatio in Genesim, Op. omnia III, pp. 257-259. E n fo rm a m ás c o n ­


cisa, Quadragesimale II, Op. omnia V-2, p. 90. C fr. Mariale I, pp. 326-327 y n ota 154.
(154) «C ausa autem vel occa sio re b ü lio n is huius, U n igen iti P ilii D ei in ca rn a tio
n M aria fuit, quia D eus C h ristu m h om in em et M a ria m super a ngelos exaltare
on stitu it. Q u on ia m igitur h aec talis et ta n ta h u m an a e n aturae in V irgin e et
n C hriso F ilio eius exa lta tio in cau sa ex titit seditionis a c rebellion is a ngelorum
n c o e lo ...» . Mariale, I, p. 181. O tras veces es M aria la M u jer del A poc. 13, a
,uien el dragon in fern a l quiere devora r d a sd î el p rin cip io Mariale, I, p. 233.
bid., pp. 326-327.
100 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

sobre todo lo creado tien e su luz y su so m b ra . El es la fu e n te de la


vida y el sol de tod a luz. Pero ta m b ié n las t i n e b l a s y el p ecad o está n
ord en a d o s a g lo rificar a C risto y a revelar alg u n os a sp ecto s del
m isterio de Cristo. E n especial la g ra n d eza de su am o r sa crifica d o
y d o lo ro so ; que no h u biese ten id o m a n ife sta c ió n ta n esp lén d id a y
d r a m á t'c a de no h a b er existido el pecado.
D ios, com o u n sabio a rq u itecto , puso el fu n d a m e n to del universo
en Jesús. El pecado derribó la p rim itiva c o n str u c ció n : el esta d o de
ju stic ia o rigin al. Pero com o el p la n divino esta b a fu n d a d o sobre
Jesús, allí en Jesús, en la v irtu alid ad de su poder, a m o r y g ra n d eza
espiritu al en co n tró D ios m edio p a ra r e sta u r a r lo : su a m o r se m a n i­
fe stó , visto el pecad o , b a jo un n u evo a sp e c to : co m o amor reden •
tor (155).

3.— Plan divino de salvación ”en Cristo”.


D esde el p u n to de v ista teológico to d a la a ctiv id a d divina ad
ex tra gira en torn o a lo que se lla m a "plan divino de salvación”. L a
creación «n a tu ra l» con tod as las realidades que ella in c lu y e ; el o r ­
den so b ren a tu ra l co n to d a s las eta p a s de la h isto ria de salu d en
que va r e a liz á n d o se ; los á n g e le s ; M a r ía ; el m ism o Jesu cristo, son
c o m p o n en tes diversos de este «p lan » divino. Y a h em o s visto cóm o
para S a n Loren zo tod a la a ctiv id a d d ivin a h a c ia las crea tu ras se
co n ce n tra en Jesús, prin cipio de los ca m in os de D io s y fu n d a m e n to
del universo. S eg ú n esto y a es fá c il co m p ren d er que Jesús sea t a m ­
bién el cen tro h a c ia el cu a l con verge el p la n d ivin o de sa lv a ción .
J u zgam os de in terés in d ica r to d a v ía a lg u n a s ideas de S a n Loren zo
sobre el «pu esto de Jesús en la actual ec o n o m ía de sa lv a ció n ».
A) La ’’actual” economía de salvación. S iem p re que se h a b la
del p rim ad o a bsolu to de C risto, se v e n tila sim u ltá n e a m e n te la cu es­
tió n del pu esto que le corresponde en la actual e c o n o m ía de sa lv a ­
ción. Pero p o d em o s p reg u n ta r cu ál sea, en verd ad , la ” actual” eco­
nomía de salvación (156).
S a n P ab lo nos h a b la del «propósito» que, p a ra sa lv a r a los h o m ­
bres, existe desde to d a la etern id a d en el corazón del P ad re (157).
L a «h isto ria de la salud» n o es m á s que el despliegu e — en el tiem po
y en el espacio— de lo que D ios P adre te n ía decidido desde siem pre.

(155) T e x to s en las n ota s 90, 91, 92.


(156) S ob re el tem a, cfr. A le ja n d r o de V lla lm o n t e , o . P. M . Cap., Maria j
los ángeles. En la co le cció n «M a ria et E cclesia». vol. V I (A ca d em ia M a ria n a In-
tírn a tio n a lis, R om ae, 1959) pp. 426-431.
(157) Véase F ,rat F „ La teología de San Pablo. T rad . esp. de S. Abascal
M éxico, 1947. T om . II, pp. 93 ss.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 101

A la in v ersa , p a ra poder h a b la r del «p la n divino de sa lv a ció n », te n e ­


m o s que pa rtir de la «h 'sto r ia de la sa lv a ció n », ta l com o se está
desa rrollan d o desde el prin cipio del m u n d o . E stos d a tos fu n d a m e n ­
ta les de la h isto ria sa g ra d a , en cu a n to que r e c ta m e n te p e n sa m o s que
desde la etern id a d , tie n en u n a ex isten cia en la m e n te divin a , q u e­
ridos y o rd en a d o s por D ios en su p ro vid en cia so b ren a tu ra l, eso es lo que
co n stitu ye el plan divino de sa lv a ció n , la a ctu a l ec o n o m ía de s a l­
vación .
V a ria s veces h em o s h e ch o y a alu sión a los d a tos fu n d a m e n ta le s
de la h isto ria de la salu d. T a l co m o los o frece la B iblia p od em os
leerlos así, en su su cesión cro n o ló g ica : creación del u n iverso y del
hom bre; elev ació n al orden so b ren a tu ra l, caíd a en p e c a d o ; e sp e c -
ta c ló n y p rep a ració n del R ed e n to r en el A . T . ; en tra d a de Jesús en
el m u n d o p a ra red im ir a los h o m b res, con su m u e r te -r e su r r e c c ió n ; la
Ig le sia de los redim idos espera la seg u n d a v en id a del Señ or en su
g loria. Que S a n Loren zo con ozca tod os estos m o m e n to s de la h isto ria
de sa lv a ción en trela za d o s en u n a ec on o m ía y p la n de sa lv a ción ú n ic o -
co n tin u a d o , p odrá deducirse cla ra m e n te de lo que llev a m o s expuesto
sobre el p rim ad o de C risto.
B) La historia de la salud ”fundamentada” en Cristo.— Y a h em o s
ex a m in a d o este p u n to al h a b la r de Jesús co m o fu n d a m e n to de todo
lo ex isten te. H em o s recorrido ca d a u n a de las eta p a s de la h isto ria
de sa lv a ción y siem pre h e m o s en co n tra d o en ellas a Jesús co m o c e n ­
tro : razón de ser, co n ten id o y sen tid o ú ltim o de ca d a u n a de las
realid ad es allí e stu d ia d a s: c r e a c ió n -e le v a c ió n -r e s ta u r a c ió n ..., h a s ta el
m ism o p ecado adquiere sen tid o cu a n d o se le con sidera su b o rd :n ad o
a C risto.
La u n id a d y co n tin u id a d de la h isto ria d ivin a de salu d y del
p la n divino de sa lv a ción viene p recisa m e n te de a q u í: de C risto. Sólo
en C risto log ra su u n id a d real m á s p ro fu n d a . P or esta r su sten ta d o en
C risto y p recisa m en te en torn o a Cristo es com o m a n tie n e la u n id ad
y co n tin u id a d . Los d em ás elem en to s se v a n su c e d ie n d o : C risto p e r ­
m an ece: Jesús es iSl fundamento. E sta idea de Jesús co m o fundamen­
to segu ro del u n iverso la to m a Loren zo de S a n Cirilo. M e d ia n te ella
e n la za con una a n tig u a trad ición en este p ro b lem a de la u n idad
de la ec o n o m ía de sa lv a ción en C risto, a p esa r del p ecad o de á n geles
y h om b res. El p ecad o no quiebra la u n id a d del p la n divino en torn o
a C r isto ; co n tra lo que creyeron ta l vez S a n A g u stín y el tom ism o
de tipo in fra la p sa rio . V e a m o s el tex to de S a n L o ren zo :
«C h ristu s fu n d a m e n tu m e st crea tio n is m u n d i, sicu t le g im u s: ius-
tus fundamentum est mundi, Prov. 10, 25. E t P au lu s a it quod funda­
mentum... aliud nemo potest ponere praeter id quod positum est,
quod est Christus Iesus (I Cor. 3, 11). F u n d a m e n tu m C h ristu s e st
102 TEM AS FU NDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

totiu s crea tu rae, totiu s g ra tia e et totiu s g loriae, qu o n iam fin is est
o m n iu m , prop ter qu em o m n ia crea ta su n t. D. C yrillu s lib. 5, T h esa u r.
cap. 8 d o cet quod C h ristu s p r a e fu n d a tu s fu it a n te nos, a n te in itiu m
m u n d i in p ra escien tia D ei et quod, sicu t a rc h itec tu s, p a la tiu m regiu m
a ed ific a tu ru s, iacit fir m issim u m fu n d a m e n tu m , ita u t, e tia m si t e m -
poris su ccessu dom u s a liq u a m p a tia tu r ru in a m , sta b ili firm o q u e m a ­
n e n te fu n d a m e n to , rursus a ed ific iu m rep a rari p o ssit, ita , inqu it, D eu s,
C reator n oster, C h ristu m sa lu tis n ostra e fu n d a m e n tu m e tia m a n te
in itiu m m u n d i fu n d a v it, u t, si p ra ev a ric a tio n e ca d erem u s, in ipso ru r­
sus ren ov a rem u r. Q u are p r a e d estin a tu s e tia m red em p to r fu it C h r is­
tu s, si opus fu is s e t... Sic D eu s p rim o qu id em U n ig e n itu m su u m m isit
in m u n d u m ad g lo rific a n d u m h o m in e m , deinde in sa crific iu m pro
p ecca tis» (158).
L a v isión de c o n ju n to de la a ctu a l ec o n o m ia de sa lv a ció n c e n ­
tra d a en C risto y p residida por El n os la o frece S a n L oren zo en la
escala de Jacob, que co m ien za por los seres m á s in ferio res h a s ta t o ­
car el cielo. El p u n to en que la creación en tera to ca lo In fin ito es
C risto. B a sta r á citar sus p a la b ra s, sin u lterior e x p lic a c ió n :
Sic m undus h ic , u n iversa crea ta c o m p lec ten s, est v elu ti sca la
Iacob: in c 'p it en ìm ab in fim a , q u am d icu n t, m a te r ia p rim a , quae
n ih il e s t ..., e t desin it su prem o gradu su pra co elu m in n ob ilissim a o m ­
n iu m crea tu ra , in d e ific a ta C h risti h u m a n ita te . S u p rem u s a u te m g r a -
dus h u iu s sca la e , qui D eu s inn ixu s visus fu it, n on est g loria et b e a -
titu d o , sed h y p o sta tic a un io V erbi ad ca rn e m , D ei ad h o m in e m in
C h risto, in quo inhabitat omnis plenitudo Divinitatis corporaliter
(C ol. 2, 9 ) ; ac p ro p te re a ip su m dedit ca p u t super o m n e m p r in c ip a -
tu m e t p o te sta te m , et o m n ia su biecta su n t pedibu s eius sive v isibilia
sive invisibilia. S u p rem o h u ic gradu i p ro x im u m M a r ia te n e t, quae
ad C h risti d ex teram co llo c a ta est, C h risto in p rim o g ra d u co n iu n cta ,
sicu t vera g en itrix et n a tu ra lis m a te r u n ico filio , a rctissim o vin cu lo
D eo c o n iu n cta , sicu t d ile ctissim a sp o n sa spon so d llectissim o. Im o ut
d ica m quod se n tio , M a ria m ilii v idetu r su p rem u s gradu s h u is scalae,
su p rem a crea tu ra. N a m D eu s in n ixu s sca lae n on n isi C h ristu s est ; n on
en im v id it D eu m Iacob in pu ra sua essen tia et n a tu r a , sed in h u ­
m a n a fo r m a ; D eu s autem. in h u m a n a fo r m a n on nisi C h ristu s est,
verus et p erfe ctu s D e u s et h o m o . S u p rem u s igitu r gradu s h u iu s sc a ­
lae, cui D eu s in n ite b a tu r, cui co n iu n ctu s era t, n on p o test nisi M a ria
esse, in qua D eu s h u m a n a tu s est, in c a r n a tu m V erb u m , quae p ró xim a

(158) Mariale, I, pp. 80-81. C fr. Quadragesimale II Op. omnia V-2, pp. 90-91, se
en cuen tra la m ism a idea.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 103

et c o n iu n ctissim a D eo est u t sp o n sa , p ró xim a e t co n iu n ctissim a C h r is-


to u t m a ter» (159).

Sigu ien d o el p e n sa m ie n to del D o cto r de B rin d is, h a b ría que o r ­


den ar así los decretos divinos que dispone la actual economía de
s a lv a c ió n :
— El prim ero en el querer y p red estin a ció n d ivin a es C risto, Hom­
bre-Dios.
— Por a m o r a C risto, p a ra su gloria, p a ra que llegue a existir C risto,
quiere D io s a M a ría.
— Por a m o r a C risto y a M a ría , p a ra su gloria, p a ra que ellos llegu en
a ser v erifica d o s quiere a los elegidos^la C iu dad de los sa n to s y
los á n geles.
— P a ra que se cu m p la la p red estin a ció n en C risto y M a ría , quiere
D ios tod os el orden sobrenatural: elevación , caíd a, restau ra ción ,
en Cristo y en M a ría .
g lo rific a c ió n de los h o m b res
— P ara realizar el ord en so b ren atu ral y com o su p resu p u e sto ; p a ra
los elegidos y p a ra C risto y M a ría quiere D io s tod o el ord en n a ­
t u r a l: el ser n a tu r a l del h o m b re y el co sm o s, co m o soporte p a ra
lo so b ren atu ral.
E sta sería la ú n ica v isión a u té n tic a m e n te teo ló g ica del «u n iv er­
so» : todo es p a ra v o s o tr o s ; vosotros p a r a C r is t o ; C risto p a ra D ios.

V I.— EL «M IS T E R IO D E M A R IA » S E G U N S A N L O R E N Z O D E B R IN D IS

M a r ía es la rea lid a d teo ló g ica m á s d ete n id a m e n te estu d ia d a por


San Loren zo de B rin d is. L a colección de «m a te ria p red ica b le», el
Mariale, lla m ó la a te n c ió n de los estu diosos, cu a n d o fu e pu blicado
tres siglos después de h a b er sid o escrito. N o en co n tra m o s aquí u n a
M a rio lo g ía « c o m p le ta », seg ú n la exigiría un teó lo g o de m ed ia d os
del siglo x x . Pero sí debem os a cep ta r el ca lific a tiv o de M a rio log ía
« s e r ia -c o m p le ta -o r ig in a l» , si ten e m o s en cu en ta el tie m p o en que se
escribió, finares del siglo x v i. In c lu so alg ú n p ro b lem a , com o el p r i­
m a d o de M a r ía al lado de C risto, p re se n ta u n a solu ción a m p lia , p r o ­
fu n d a y co m p le ta p a ra n u estro tiem p o . D e m o m e n to nos v a m o s a

(159) Mariale, I, pp. 211-212. El teólogo escotista m edieval, V ita l de F orn o,


p ro p o n e el sim il de la « p ir á m id e » : en la b ase la crea ción m aterial, en la sección
cen tra l el h om bre, en la cú sp id e C risto, H om bre-D ios, vértice que une lo fin ito
co n D ios in co rp ora d o en sí m ism o. C fr. M ig n es, P., Scoti doctrina philosophica
et theologica, Ad Claras Aguas, 1930 vol. II, pp. 153-154.
104 TEM AS FUN DAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

ceñir a dar u n esqu em a de los p rin cip a les te m a s m a rio lóg ico s del
D o cto r de B rin d is, por no d e ja r in c o m p leto este estu dio sobre los
«te m a s fu n d a m e n ta le s» de la teo lo g ía de S a n L oren zo (160).

1.— Principios fundamentales de la Mariología laurenciana.


D esd e h a c e 30 añ o s la M a rio lo g ia cie n tífic a está lleg a n d o a su
m á x im o desarrollo en la h isto r ia de la T eo lo g ía . L a v e n ta ja que tiene
n u estra M a rio lo g ía a ctu a l sobre la M a rio lo g ía de siglos a n teriores
es, p rin c ip a lm en te, é s ta : el m a y o r rigor c ie n tífic o con que h a sabido
p ro p on er y resolver los p ro b lem a s m a rio ló g ico s; en la ín tim a t r a ­
b azón y m u tu a d ep en d en cia lógica con que h a n sido ex p u e sto s; en
la con exión con que a p arecen ca d a vez m á s cla r a m e n te referid o s a
otros d o g m a s fu n d a m e n ta le s del c r istia n ism o : al m isterio de C risto,
al m isterio de la T rin id a d , al m isterio de la Ig lesia y de la ec o n o m ía
g en eral de sa lv a ción .
Por eso creem os de esp ecial in terés, n o y a h istó rico, sino p r in c i­
p a lm e n te a ctu a l el su b ray a r la d o ctrin a la u re n cia n a sobre los p r in ­
cipios fu n d a m e n ta le s de la M a rio log ía . C on bu en a cierto el P. R o s c h i-
n i, en su m o n o g r a fía sobre La Mariologia de San Lorenzo, dedica el
m á s am p lio y m e jo r ca p ítu lo del libro a estu d ia r este p ro b lem a (161).
A) Las bases de la Mariologia laurenciana.— C u a n d o h a b la m o s de
los «principios» de la M a rio lo g ía de S a n L oren zo in te n ta m o s h a b la r,
d ire cta m e n te , de los prin cipios « ló g ic o s » : es decir, in te n ta m o s se ­
ñ a la r las bases co n sta n te s sobre las que se a p oy a n los a rg u m en to s
con que el sa n to D o cto r d em u e stra las m á s diversas a firm a c io n e s
co n creta s de la M a rio log ia . El P. R o sch in i se ñ a la cu a tro prin cipios
básicos de a rg u m e n ta c ió n : principio de singularidad: M a r ía ocu pa
u n a ca teg oría so b ren atu ral superior y tra n sc e n d e n te a la de to d a
o tra c r e a tu r a ; por co n sig u ien te le co rresp o n d en g ra cia s y privilegios
especiales (1 62). En fo r m a «oratoria» recurre co n sta n te m e n te S an

(160) R e co rd a m os los tra b a jos m ás desta ca dos y de ín d ole m ás gen eral : Jerom e
de P a rís, O. F. M . cap., La doctrine Mariale de saint Laurent de Brindes. Etude
théologique, R om e-P aris, 1933, X X V II-2 9 5 pp. R o s c h in i, G., O. S-M ., La Mario­
logia di S. Lorenzo de Brindisi, P ad ova, 1951, 230 pp. C r is o s to m o de Pam plona,
O. F. M. Cap., Puntos más salientes de la Mariologia Laurenciana, Estudios F ra n ­
cisca n os 54 (1953) 161-180. D om en ic o f H ern d on , O. F. M. Cap., The absolute
'primacy o j Christ Iesus and His Virgin M other according to st. Lawrance of
Brindisi, C ollectan ea F ran cisca n a 22 (1952) 113-149.
(161) R c»sch in i( Ob. cit., pp. 16-62.
(162) «M a ria suprem u m locu m et grad um ten u it in statu p erfectoru m ». Ma­
riale, I, p. 572. T o d o lo crea d o es com p a ra d o por San L oren zo a una escala (C fr.
supra n ota 159). «S uprem u s igitu r gradus huius scalae, cui D eus in nitebatur, cui
con iu n ctu s erat. n on p o t :s t n isi M aria esse, in qua D eus h u m an a tu s est .incar-
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E lOo

L oren zo a este prin cipio al p r esen ta r a C risto com o «so l», a M a ría
co m o «lu n a » v estid a de sol, a los elegidos tod os com o «estrellas».
C on u n a im a g e n sen sib le se d esta ca bien el p u esto, la ca teg oría s o ­
b ren a tu ra l especial y superior a los elegidos que M a ría ocupa en la
creación so b r e n a tu r a l:.

— Principio de eminencia', tod as las dotes de n a tu ra leza , g ra cia y


g loria que D ios h a con cedido a los sa n to s, se e n cu en tra n en M a ­
ría y en fo r m a m á s p e r fe c ta (163). P od em o s ver expresado este
prin cipio en la fó r m u la la u re n cia n a de que «M a ría es el c o m p e n ­
dio de la Ig le sia ».
— Principio de conveniencia: D ios dió a M a ría tod os los dones n a ­
tu ra les y so b ren a tu ra les que co n vien en a su dign id ad de M adre
de D ios (164).
— Principio de semejanza o analogía con Cristo: M a r ía tien e en su
«ord en» p rivilegios del todo a n á lo g o s a los que tien e la H u m a ­
n id a d de C risto en el suyo. S a n L oren zo lo en u n c ia con estas
’’María in ómnibus Christo similis est quoad
p a la b ra s c o n c isa s:
naturam, quoad gratiam, quoad gloriam” (165).
B) Hacia un ’’principio primario” de la Mariología.— F á c ilm e n te
se ve que en tre los prin cip ios señ a la d o s no h a y u n a d istin ción n e t a :
se im p lic a n u n os en otros y tod os tie n d en a u n ifica rse en torn o al
ú lt i m o : semejanza con Cristo. P artien d o del h e ch o de la ín tim a unión
de M a ría con C risto en su ser y en su m isió n , log ra m o s ver m á s claro
sobre la razón de ser de sus especiales dotes so b ren atu rales.
S eg ú n te stim o n io de R o sch in i, es S a n Loren zo el prim ero que
d istin gu e en tre prin cipios prim arios y secu n d a rio s de la M ario log ía .
E ig u a lm e n te el p rim ero que propon e la m a te r n id a d d ivin a com o
prin cipio fu n d a m e n ta l de la M a rio lo g ía , al m od o com o lo h a c e los
m a rió log o s c o n tem p o rá n eo s (166).
S a n Loren zo m ism o a p en as po d ía ser m á s explícito en fo rm u la r
el p rim er prin cipio de la M a r io lo g ía : «In sa cro san cto h od iern o e v a n -

n atum V erbu m , quae p róxim a et con iu n ctissim a C h risto ü t m ater». Ibid., p. 211.
C fr. R o s c h in i, o. cit., pp. 22-S4, don d e sa recogen n u m erosos tex tos y se ofrece
u n a exp lica ción .
(163) «Q u id qu id virtutis, sanctitatis, b on ita tis reperit D eus in E cclesia et in
paradiso, in h om in ib u s et in angelis a ccep it ad V irgin em dign itate U n igen iti Filii
e xorn a n d a m ». Mariale I, p. 350. Cfr., ibid., pp. 365: 337.
(164) «B ea ta V irg o fu it electa divinitus, u t esset M ater D e i; et ideo n o n est
du b ita n du m quod D eus per suam gratiam eam ad h o c id on ea m red didit». Mariale,
I, p. 475.
(165) Ibid., p. 454. L os tex tos referen tes a estos «p rin cip ios» de la M a riología
lauren cia n a pueden v e is s reu nid os en R o s c h in i, cb. cit., pp. 22-62.
(166) R o s c h in i, La Mariología di S. Lorenzo, p. 16.
106 TEM AS FU NDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

gelio (M t. 1, 1 6 ) ..., n ih il aliu d h a b e m u s nisi quod ipsa sit vera et


n a tu ra lis M a te r C h risti : De qua natus est lesus qui vocatur Christus.
Et quidem h a e c p rim a est e t su m m a d ig n ita s V irg in is gloriosae, ex
qua o m n is eius gloria lionorque dep en d et. S icu t en im In qu alibet
s c ie n z a sta tu itu r p rim u m aliquod prin cip iu m e t a x io m a , ex quo o m -
n es fere illius scien tia e co n clu sio n es ed u cu n tu r, et co m p ro b a n tu r, uti
in th eo lo g ia quod B eu s sit p rim u m en s, in n a tu ra li p h ilo sop h ia quod
n a tu ra est p rin cip iu m m o tu s, in m o ra li quod b o n u m est fa cie n d u m
e t fu g ie n d u m m a lu m ; ita in h o d iern o ev an g elio sta tu itu r h o c p r i­
m u m p rin cip iu m n o b ilita tis et d ig n ita tis M a ria e , quod ipsa sit vere
T h eo to c o s, n a tu ra lis, vera et propria M a te r vivi e t veri D ei, U n ig e ­
n iti su m m i P atris, ex quo prin cipio co n clu d itu r quod ipsa sit S p o n sa
A ltissim i, qüod sit D o m in a A n g e lo ru m , R e g in a sa n c to ru m o m n iu m ,
Im p e ra trix totiu s u n iversi, etc. Ex h o c a u te m eo d em prin cipio e d u -
cen d a n ob is est h od ie co n clu sio Tiaec, quod ipsa fu erit sem p er s a n c -
tissim a , sem p er g ra tia p ien a , absque o m n i m a c u la p ec ca ti, quod sine
orig in a li p ec ca to co n cep ta sit» (167).
A l lado de este prin cipio fu n d a m e n ta l, a m p lia n d o su sig n ific a d o
y d a n d o le efica cia se en cu e n tra n estos otros d o s: que M a r ía fu e p r e ­
d estin a d a en el m ism o etern o decreto que C r isto ; y que M a r ía es
del todo se m e ja n te a C risto. L a s co n secu en cia s m ás in m e d ia ta s e
im p o rta n te s de la m a te r n id a d divina de M a r ía son esta s dos s e ñ a ­
ladas. P or ser M a d re de Cristo h a sido p red estin a d a en el m ism o d e ­
creto que C risto, a n tes e in d e p e n d ie n te m e n te de tod a crea tu ra. E
ig u a lm e n te , por ser su M a d re M a r ía p a r ticip a en to d a la n ob le za y d ig ­
n idad de su H ijo y se le a s e m e ja en tod os los m o m e n to s de la m i­
sión y v id a de C risto, desde la p red estin a ció n h a s ta la g lo rificació n
en el cielo.

2.
— Mañología cristocéntrica.
Por su im p o rta n cia p a ra el estu dio de los p ro b lem a s m a riológicos
a ctu ales, qu erem os h a cer a lg u n a observación sobre esta c a r a c te r ís­
tica de la M a rio log ía lau ren cin a , la de ser u n a Mariología cristo-
céntrica.
Y a es con ocida la doble o rien tació n que desde a n tig u o existe en
la M ario log ía . El p ro b lem a se h a rep la n tea d o con viveza en n u estros
d ía s : se tr a ta de ver si la o rien tació n fu n d a m e n ta l de la M ario log ía
h a de ser cristocéntrica o eclesio cén trica. E n te n d ien d o a m b a s d e n o ­
m in a c io n e s no com o «ex clu siv a s», sino co m o p rev alen tes.

(167) Mariate, I, p. 479. C fr. ibid. pp. 455, 438, 306.


ALE JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 107

E fe c tiv a m e n te , C risto y su Ig le sia fo r m a n u n a sola realidad s o ­


b re n a tu ra l que lla m a m o s «C uerpo M ís t'c o » . Y así h a n sido p red es­
tin a d o s por D ios desde la etern id a d en u n id a d de m isió n so b r e n a ­
tu ra l, seg ú n S a n P ablo. P ero, si la u n id a d es real ta m b ié n lo es la
d istin c ió n : C risto es la C abeza y los d em ás elegidos so n los M ie m -
b r o s = l a Ig lesia . A rticu la d o el Cuerpo m ístico en fo r m a de o rg a n ism o
en el cual h a y C abeza y m iem b ros, si qu erem os h a b la r de cualquier
ser so b ren a tu ra l, nos con vien e d eterm in a r con ex actitu d la ca teg oría
o n to ló g ic o -so b r e n a tu r a l a la cu al p erten ece. R efirién d ose a u n in d i­
viduo h u m a n o cu alqu iera la cu estión es fá cil de resolver. Lo m ism o
cu a n d o h a b la m o s de C r isto : El es la C abeza. P ero, al h a b la r de M aría
te n e m o s m o tiv o s bien fu n d a d o s p a ra p o n ern o s la cu estión . M a ría , ¿h a
de ser co loca d a en la jerarq u ía o ca teg oría de la C abeza, o h a de
p erten ecer a la ca teg oría de los m iem b ro s? M a ría , com o ser sobre­
n a tu r a l, ¿está en la ó rb ita de C risto o en la ó rb ita de la Iglesia ?
L a respu esta a esta cu estión tien e in flu e n c ia decisiva p ara tod a
la M a rio lo g ía . Si nos d ecidim os por el cristocen trism o , en to n c es el
p u n to de p a rtid a p a ra en ten d er el «m isterio de M a r ía », es Jesu cris­
t o : M a ría sería co m o la co n tin u id a d , despliegu e del m isterio de C ris­
to. Si nos d ecidim os por la Iglesia, en to n ces M a ría será la cu m bre,
la realización id ea lm en te p e r fe c ta , «típ ica », del «m isterio» en tero de
la Iglesia.
S a n Loren zo se decide por colocar a M a r ía al lado de Cristo. Y por
esta r al lado de C risto y en la m e d id a en que está al lad o de C risto,
es com o M a r ía lle g a a en tra r en c o n ta c to con el «m isterio» en tero
de la Iglesia.
L a pru eba m á s cla ra de este cristocen trism o m a rio lóg ico del n u e s­
tro sa n to D o ctor, está en la a firm a c ió n su ya de la p red estin a ció n
a b so lu ta de M a ría en el m ism o decreto que C risto, a n tes e in d e p e n ­
d ie n te m e n te de la previsión , en la m e n te divin a , de la existen cia
del orden de los p red estin a d o s y de la Iglesia de los pred estin a d o s.
M e d ia n te su p red estin a ció n M a ría p erten ece al «ord en de la unión
h ip o stá tic a »,- que es el orden de C risto, ord en de la C abeza. E n el
. m ism o decreto etern o en que Jesús fu e p red estin a d o a la u n ió n h i ­
p o stá tica fu e p red estin a d a M a ría p ara m a d re de Jesús (168).
L a p e rten en cia de M a r ía ai orden h ip o stá tico en que C risto se e n ­
cu en tra , pu ede d em ostra rse p or la «vía de la p re d e stin a ció n », o por
la v ía de la m a te r n id a d d ivin a de M a ría . S a n Loren zo no conoce la

(168) El prim a do de M aría al lado de C risto h a sido am p lia m en te estudiado


p or R o s c h in i, La Mariologia..., pp. 65-83: aunque la in terp reta ción «p erson a l» del
sa n to D o cto r n o sea aceptable. Es excelen te el tra b a jo de D om en ic o f H ern d on ,
The absolute primacy o f C. Iesus and. His Virgin M other..., ya cita do, en n o ta 160.
108 TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

idea de que la M a te rn id a d divina coloque a M a r ía en el orden hi-


postático, segú n n os expresam os a h o ra. P ero sí p r esen ta c o n s ta n ­
te m e n te a M a r ía p red estin a d a en el m ism o decreto que C r isto ; y
en u n decreto divino a n terior e in d ep en d ien te del decreto en que
D ios p red estin a a la Iglesia de los elegidos, án g eles y h o m b re s (169).
En u n a p a la b ra , la tesis lau ren cia n a de p rim ad o absolu to de M a ría
al lado de C risto, lleva con sigo la p e rten en cia de M a ría al «ord en de
C risto », y por ta n to , es el p u n to de p a rtid a p a ra u n a o rien tació n
d ecid id a m en te cristocéntrica en to d a la M ario log ía .
F in a lm e n te , aquí con verge ta m b ié n lo que h e m o s d ich o sobre los
p rin cipios fu n d a m e n ta le s de la M a rio lo g ía la u ren cia n a . Si nos fi­
ja m o s en los prin cip ios secu n d arios, vem os que su fu n d a m e n to m á s
sólido es la «se m e ja n za » de M a r ía con C risto. Por co n sig u ien te, c u a n ­
do qu eram os in v estig a r en con creto sobre cualquier cu a lid a d so b re­
n a tu ra l de M a ría , la se m e ja n z a de la M a d re con Jesús es la base
p ara a firm a r la existen cia de ta l p ropiedad, su a lcan ce y sen tido
ú ltim o . Si nos fija m o s en el prin cipio p rim ario, la M a te r n id a d divina,
en to n ces la referen c ia a C risto se nos o frece aún m ás ce rc a n a e
in ten sa .

3.— Puesto de María en la actual economía de salvación.


E sta o rien tació n cristocén trica n os se ñ a la con tod a cla rid a d el
p u esto de M a ría en la a ctu a l ec o n o m ía de sa lv a c ió n : el pu esto de
M a r ía está al lado de C risto y desde a llí en tra en relación con la
Iglesia. C on h ab er colocado a M a ría a l lado de C risto, no la se­
p a ra m o s de la Ig le s ia ; al co n trario, todo el ser de M a r ía lo m ism o
que dice u n a r e feren c ia esen cia l a C risto, dice ta m b ié n u n a r e fe r e n ­
cia a la Ig le sia en la cu a l tie n e M a r ía u n a p resen cia e in flu e n c ia
se m e ja n te a la de su H ijo y su b o rd in ad a a la de E ste.
L as a p lica cio n es de esta o rien tació n b á sic a , se ex tien d en tod o a
lo largo de la M ario log ía . In d ica m o s a lg u n a m á s d esta ca d a.
El dogma de la Inmaculada concepción.— Es u n a de las p rerro g a ­
tivas m a r ia n a s que m á s a te n c ió n m ereciero n a S a n L oren zo. E n sí
m ism a la p rerrog a tiv a de ser co n ceb id a en p len itu d de g ra cia y lim ­
p ia de tod o p ecado, es u n o de los m o m e n to s en que m á s se d esta ca
la g ra n d eza de la M a d re, en co n trap o sició n a los d em á s h ijo s de A dán,
San L oren zo a firm a con to d a claridad la con cep ción in m a c u ­
la d a de M a ría . Pero en n u estro caso tie n e m á s im p o rta n cia a ctu a l

(169) «P ra ed cstin a ta u na cu m C h risto p rim ogen ito om n is creaturae, ante om -


n em creaturam . N am C hristus praedestin atu s est F ilius M ariae, sim u lque M aria
M ater C h risti». Mariale, I, p. 20.
ALE JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 109

el ver los fu n d a m e n to s siste m á tico s de d ich a a firm a c ió n . L a razón


teo ló g ica m á s frec u en te y m á s siste m á tic a m e n te in v o ca d a por S a n
L oren zo p a r a a firm a r la co n cep ció n in m a c u la d a de M a r ía es la « se ­
m e ja n z a con C r is to » : E n todo es M a r ía s e m e ja n te a C r isto ; en la
n a tu ra leza , en la g ra cia , en la g lo r ia ... P or ello es se m e ja n te t a m ­
bién a C risto en la con cepción s a n ta y llen a de g ra cia (1 70)., E sta
s e m e ja n z a con C risto y la o rien tació n cristocén trica que ella im p lica
se fu n d a m e n ta en dos h e c h o s : a n te tod o en el h e ch o de la M a te r ­
n id a d divina. D e esta su p rem a d ign id ad de M a r ía b r o ta n tod os sus
privilegios y de u n a m a n e r a esp ecial este de su con cepción in m a c u ­
lad a (171). Y en seg u n d o lu g a r de la p red estin a ció n de M a r ía al lado
de C risto. Y a h em o s visto có m o C risto, por ser el m á s a m a d o de
to d a s las crea tu ras es el prim er pred estin a d o . D espu és de C risto m á s
que a los á n g eles y sa n to s a m a D ios a M a ría . E fe c to de este am or
es la p red estin a ció n su perior de M a r ía en la ca teg oría de m a d re de
C risto. Ig u a lm e n te la g ra cia y gloria son efe cto de la p r e d e stin a ció n ;
lu ego a la esp ecial y superior gracia p red estin a ció n de M a r ía co rres­
ponde una gracia y g loria su perior a la de los á n g eles y santos.
Por ta n to M a ría fu e llen a de gra cia y libre del p ecad o desde el p r i­
m er in sta n te . L a p red estin a ció n de M a r ía es la raíz de su p len itu d de
g ra cia , de su g loria su p rem a y de la d ign id ad in com p ara b le de M adre
de D io s a que fu e elev ad a (172).
Maternidad espiritual de María. — L a m a te r n id a d espiritu al de
M a r ía sobre los h ijo s de D ios co m p en d ia tod as las relacio n es so b re­
n a tu ra le s que lig a n a la M a d re de C risto, la C abeza, con los m ie m ­
bros. No p od em os expon er el p e n sa m ie n to de S a n L oren zo en este
p u n to . Pero sí nos in teresa resa lta r la a m p litu d in m e n sa que esta
p rerro g a tiv a m a r ia n a recibe en la d o ctrin a del S a n to D octor. D esde
el m o m e n to en que M a ría está — p a ra S a n L o ren zo — en el p lan o
de C risto, p a rticip a n d o e sp ec ia lm en te de su p rim ad o absolu to, la m a ­
tern id a d esp iritu al y v erdades co n e x a s: m e d ia c ió n ; co rred en ció n ;

(170) «M a ria in om n ib u s C h risto sim ilis est quoad naturam , quoad gratiam
et quoad glo ria m ... S ic etiam in con cep tion e sim ilis C h risto existim a n da est, et
sicu t C hristus sine p ecca to fu ôrit con cep ta , sancta et gratia pien a». Mariale, I, p.
454. C fr. 416. 460, 453, 483, 486.
(171) C fr. supra, n ota 167, Mariale, I, p. 479: ibid., pp. 438, 455 ss.
(172) «Q u id est praed estin a tio? U tique praep a ra tio gra tia e et g loria e et sancti-
tatis et felicitatis. S icu t ergo prad estin a ta fu it (M aria) ad m aiorem gloriam in
paradiso, ita ad m a ioren gratiam et sa n ctita tem in h o c m u n do. S a n ctita s ergo
M a ria s in h ic m u n do m u lto m a ior fu it quam san ctitas a n geloru m in coelo. S sd
a n g eloru m sa n ctita s est o m n in o in m m acu lata, absque om n i vel m in im o n sv o pec­
cati, ergo et san ctitas M ariae». M anale, I, pp. 480-481. d
TEM AS FUNDAM EN TALES EN LA T E O L O G IA .

reinado de M a r ía ; adqu ieren u n a s p ersp ectiv as in m en sa s, d esco n o ci­


das p a ra los cu ltivad ores de u n a m a rio lo g ía «eclesio cén trica».
E fe c tiv a m e n te , p a ra S a n L oren zo tod as esta s p rerrog a tiv as m a -
ria n as tie n en un ca rá cter a u té n tic a m e n te tr a n sc e n d e n te : M a r ía es
m a d re esp iritu al, m e d ia n era , reina y co rred en tora de los án g eles
y de los h o m b r e s ; y en tod os los m o m e n to s de su «h isto ria r e lig io s a » :
creación , elev ació n , ca íd a, restau ra ción , g lo rificació n . Y , ta m b ié n , p a ­
ra los á n g e le s : en su crea ció n , pru eba, p ersev eran cia , glo rificació n .
N o creem os n ecesa rio el explicar m á s d ete n id a m e n te esta a firm a c ió n ,
y a que es u n a con clu sión de la tesis fu n d a m e n ta l de la M a rio log ía
la u r e n c ia n a : L a p erten en cia de M a r ía al o rd en de C risto, en virtu d
de la p red estin a ció n y M a te r n id a d divin a . D e aquí que las relacion es
de M a r ía con la creación n a tu ra l y so b ren a tu ra l, con los án g eles y
los h o m b re s sea n «se m e ja n te s a las de C risto».
D escen d ien d o y a a ideas co n creta s, S a n L o ren zo n os h a b la de la
pru eba de los á n g eles en torn o a a d m itir la d ign id ad de Cristo y de
María: por no recon ocerla p ec a ro n los á n g eles en el cielo. Los á n ­
geles b u en os lo fu ero n porque desde el prin cip io la recon ocieron c o ­
m o a su reina y la a d ora ron ju n to co n C risto (180). Cristo puede ser
lla m a d o «salvador de los á n g e le s», pu es por sus m é rito s perseveraron
en el bien . M a ría p a rticip a de esta m ism a p r e r r o g a tiv a : los á n geles
reciben su gloria por in flu e n c ia de M a r ía (181). Respecto de los h o m ­
bres M a r ía p a rticip a p le n a m e n te de la ca u salid ad u n iversal de C ris­
to sobre los h o m b res en cu alqu iera de los m o m e n to s de su h isto ria
r e lig io sa : L a g ra cia de A d á n in o cen te, se debe al in flu jo de C risto y
de M a r ía ; la caíd a la p e rm itió D io s por el h o n o r de C risto y de su
M a d r e ; la restau ra ción se debe a la acción de C risto y de M a ría . P u e ­
de valer com o testim o n io sin tético del p en sa m ie n to de S a n L oren zo
este tex to en que se propon e la m a te r n id a d de M a ría en todo su a l­
ca n ce tr a n s c e n d e n t a l:
Sic p ro fe cto , cu m V irgo b ea tíssim a , velu ti a lte r a E va , M a te r sit
cu n cto ru m v iv e n tiu m in sp iritu , E lecto s o m n es su a m ex istim a t g lo -
ria m et c o r o n a m ...; sic, cu m o m n es E lecti q u o d am m od o p a rtu s sin t
V irg in is B e a tissim a e , iis m á x im e g lo ria tu r, qu o n iam o m n es E lecti
m e m b r a su n t C h risti, U n ig e n iti Filii sui, o m n e s filii D ei, sui S p o n -
si» (182).

(180) El tex to en la n o ta 154. C fr. Mariale, I, pp. 181; 233; 326-2.27.


(181) «T u m luna (E cclesia) tu m stellae in ca p ite (an geli) a B eata V irgin e
o m n :m suam gloriam h au riu nt, sicu t a stra om n ia a sole om n e lum en. H in c dicitu r
a m icta sole, n am a C h risto n a to ex M aria V irg in e g lorifica n tu r om n es angeli et
san cti in coelo». Quadragesimale II, Op. omnia V -l. p. 440. C fr. Mariale, I, pp. 483,
391, n ota 182.
(182) Mariale, I, p. 57.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 111

L a s p rerrog a tiv as m a ria n a s de m e d ia n e ra , co rred en tora , rein a , no


son m á s que fo r m a s co n creta s de ejercer su m a te r n id a d espiritu al.
D ebe ten erse en cu en ta cu an d o h a y a de estu diarse ca d a u n a de estas
p rerrog a tiv as m a r ia n a s, según el p en sa m ie n to de S a n Lorenzo.
T e r m in a m o s con la observación de que, al p resen ta r a M a r ía en
la orden de C risto, n o la h e m o s d esligado de la Ig lesia . Las relacio­
nes entre Maria y la Iglesia q u ed an m e jo r d e te rm in a d a s si M a ría es
c o n te m p la d a desde el pu esto que re a lm e n te le corresponde en el C u er­
po M ístico . Jesu cristo está m á s ín tim o en la Ig lesia que n in g u n o de
los m iem b ros, por razón de que él es la C abeza, el C orazón que todo
lo a n im a . U n a cu a lid a d se m e ja n te le co m p ete a M a ría . P or eso su
presen cia en la Iglesia y sus relacio n es con el C uerpo de C risto son
m á s h o n d a s e in d estru ctib les que si fu ese M a r ía u n sim p le m iem b ro,
aunque cu a lifica d o , de la Iglesia.
No p o d em o s d eja rn o s llevar del deseo de estu d ia r las relacion es
en tre M a r ía y la Ig lesia en S a n L oren zo. In d ica m o s el ca m in o p ara
un estu dio sobre el te m a .
E n prim er lu ga r h a y que pa rtir de la m a te r n id a d esp iritu al de M a ­
ría en ten d id a co n la a m p litu d a n te s ex p u esta, sigu ien do a S a n L o ­
renzo. Es decir, que la m a te r n id a d esp iritu al le coloca a M a ría en
u n a c a teg o ría so b ren atu ral c u a lita tiv a m e n te superior y d istin ta de
la que ocu pa la Ig lesia e n tera , aunque en relación esen cia l a la
Iglesia.
B a jo o tro a sp ecto , M a r ía es p ro p u esta co m o «co m p en d iu m E c c le -
s'lae» (1 83). T o d a la d o ctrin a tra d icio n a l de M a r ía com o «tipo» de
la Ig lesia ten d ría aquí su cabida.
F in a lm e n te , L oren zo, com o «p red icad or del p u eb lo », se expresa m á s
en im á g en es y por realid ad es co n creta s que por ideas a b stracta s.
A sí su d o ctrin a sobre las relacio n es M a r ía -Ig le s ia creem o s se h a lla
co n ten id a en fig u ra s co n creta s com o esta s, que recu rren fr e c u e n ­
te m e n te en S a n L o re n zo : M a r ía es la mujer del A p oca lip sis, vestid a
de sol con la lu n a a su s pies (184). M a r ía es la ’’mística ciudad de
Dios”, con otras sim ila r e s: m o n te de D ios, a rca de D io s, J e r u sa -
lén, etc. (1 85). La fa cilid a d y frecu en cia con que S a n Loren zo pasa
de un sig n ific a d o a otro en la explicación m a rio lóg ica o eclesiológica
del tip o, in d ica y a la in tim id a d de las relacio n es reales que él p e r­
cibía en tre M a r ía y la Iglesia.

(183) «M a ría divinu m q u od da m com p en d iu m est totius E cclesiae». Moríale,


I p. 336.
184) S o b re la visión de la M u jer del A poc. 12, tiene San L oren zo 7 serm ones
en los cu ales o cu rre con tin u a m en te este sím bolo. Moríale, I, 1-76.
(185) D esde la pá gin a 335 a la 380 del Mariale, h a y 6 serm ones ded ica dos a
M aría co m o «M ística C iu dad de D ios».
112 TEM AS FUNDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

V I.— L E C C IO N DEL NUEVO D O CTO R DE LA I G L E S IA P A R A LO S


TEOLOGOS ACTUALES

Sin en trar en d eta lles, las ten d en cia s id eoló gica s y m e to d o lóg icas
d en tro de la teo lo g ía ca tó lica co n te m p o rá n e a , ta l vez p o d ría m o s re­
du cirlas a esta s tres «ten d en cia s m a y o r e s » : 1) m á s estrech o y p r o ­
fu n d o c o n ta c to con las F u e n te s : B ib lia, SS. P adres, L itu r g ia ; 2) m a ­
yor co m p en e tra ció n de la teo lo g ía con las exigen cias de la v id a de
la Ig lesia y de los h o m b res en g e n e r a l; 3) m a rca d a ten d en cia a lo ­
g ra r todo esto en Jesu cristo, com o C en tro del sa b er teo ló g ico (1 86a ).
C reem o s que S a n Loren zo, tien e u n a lección que dar p recisa m en te
en estas circu n stan cia s en que h a sido p ro cla m a d o D o cto r de la I g le ­
sia, y p a ra los teó lo g o s de n u estro tiem p o .
1.
— Retorno de la teología a sus Fuentes.— L a im p o rta n cia de la
E scritu ra y de los sa n to s P adres en la obra d o ctrin a l en tera
de S a n L oren zo ya h a sido p u e sta de relieve. C ierto que los m é to d o s,
la p ro b lem á tica y los resu lta d o s de la C ien cia b íb lica a ctu a l d es­
bo rd an m u c h o lo que en este sen tid o en co n tra m o s en S a n L oren zo.
Pero lo que sí es p erm a n e n te y a ctu a l es la m a rca d a o rien tació n
bíblica que él quiso dar y dió a sus estu dios, seg ú n las posibilidades
del m o m e n to . Loren zo creyó que la in telig en c ia de la E scritu ra la
a b ría la in telig en c ia de tod o el saber teológico y filo só fico (1 86b ). L o ­
renzo v iv ía sin d u da de la idea b o n a v en tu ria n a de que en la E scri­
tu ra se e n c u en tra la sín tesis de tod o el saber h u m a n o ; sobre todo
la sín tesis de la «cien cia de sa lv a c ió n », la teo lo g ía (187). D e h e ch o
su ’’Explanatio in Genesim”, la obra que L oren zo escribió co n m á s
d ecidida in ten ció n cie n tífic a , in te n ta e n co n tra r la solu ción a todos
los p ro b lem a s fu n d a m e n ta le s de la filo so fía y del d o g m a . A u n q u e L o ­
ren zo no h a y a lograd o n i tu viera m edios p a ra lograr u n a seria r e n o ­
vació n de la teo lo g ía por la v u e lta a la E scritu ra, sin em b a rg o , q u e­
dan co m o a lg o p e r m a n e n te el esfu erzo y el c a m in o que él h a señ a la d o
p a ra todos.

(186a) Aunque la « filia c ió n » de las ten den cias teológica s actu ales sea distinta
de la nuestra, resulta in teresante ver sobre este tem a a A u b ert, R o g e r , La Théo­
logie catholique au milieu du X X siecle. P a ris-T ou rn a i, 1954.
(186b) D ios lo en señ ó a él, «om n iu m th eolog oru m ph ilosoph oru m q u e m in im o»
a en con tra r «in h o c S a cra e E scrip tu ra agro, u na cu m supercoelestis sapientiae,
sacrae inquam , th eologia e thesauro, sa cra e item p h ilosop h ia e n atu ralis pretiosis-
sim u m ditissim um que a d in ven erim arch iviu m ». Explanatio in Genesim, Op. om ­
nia III, p. 3.
(187) San B u en a ven tu ra , Breviloquium, prôlog. Op. omnia (Q u a ra cch i, 1882-
Í902), vol. V , pp. 201 ss.
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 113

Ju n to con la cien cia bíb lica, el recu rso de S a n L oren zo a los S a n ­


tos P adres y el co n o cim ien to que de ellos te n ía , es so rp ren d en te. Por
eso, en m e d id a y en los p ro b lem a s en que existe u n p en sa m ie n to
teo ló g ico la u ren cia n o , éste es c o n tin u a m e n te u n p e n sa m ie n to te o ­
lógico bíblico y p a trístico. Los p ro b lem a s teológicos que su rgen m ás
bien al co n ta c to co n la filo so fía n o -c r is tia n a le son casi descon ocidos.
S iem p re quiso a lim e n ta r su teo lo g ía en la B ib lia y en los P adres.
Y h a s ta donde él llegó a m a d u ra r su p e n sa m ie n to teo ló g ico en varios
pro b lem a s im p o rta n te s, p o d em o s decir que San Loren zo cu ltiv a b a
úna teo lo g ía eminentemente y casi exclusivamente b íb lica y pa­
trística .
2.— Contacto de la teología con la vida y la acción de la Iglesia.—
Y a h e m o s h e ch o a lu sión a esta ca ra cterística ta n m a r c a d a del D o c ­
tor de B r in d is: L a preo cu p a ció n p or p ro b lem a s teológicos esp ec u la ­
tivos casi n o existe en él. El es el «D o ctor a p o stó lico », que estu d ia
y en señ a im p u lsad o por las n ecesid a d es p rá ctica s de la v id a de la
Iglesia y de los fieles. San Loren zo ejerció y ejerce su activ id ad
en fo r m a de to ta l a c erca m ien to y ded ica ción a so lu cio n ar p ro b lem a s
m u y con cretos de la Ig le sia de C risto.
L a B u la «C elsitu d o ex h u m ilita te » , re sa lta ta m b ié n este asp ecto
de la e n se ñ a n z a de S a n L o r e n zo : la fa cilid a d con que sa b ía exponer
al pu eblo las verd ad es de sa lv a ción (188). L as m á s p ro fu n d a s v e r d a ­
des te o ló g ic a s era n tr a n sfo r m a d a s por él en a lim e n to esp iritu al p a ra
los fieles. L as verd ad es que en su in telig en c ia te n ía n u n a rigurosa
fo rm u la c ió n c ie n tífic a , cu an d o era n p ro p u esta s a los fie le s esta b an
tr a n sfo r m a d a s en p a n tiern o y lech e d elica d a p a ra los pequ eñ os h e r ­
m a n o s en Jesucristo.
T o d o s h e m o s oído los reproch es que en n u estro tie m p o se h a cen
a la teo lo g ía , p or p a rte de los sa cerd o tes d edicados a la cu ra de a l­
m a s : L a teo lo g ía n os h a b la , con d em a sia d a frec u en c ia , de los m isterios
de n u estra sa lv a ción en un le n g u a je in accesib le. Su m ism a p ro b le­
m á tic a teo ló g ica aparece d em a sia d o d espreocu pada de las n e ce sid a ­
des a p rem ia n tes de la vida in d ivid u al la Ig lesia y de las n ecesid ad es
esp iritu ales de los h o m b re s a quienes h a de dirigirse. Se pide con
in sisten cia u n m a y o r a c erca m ien to de la teo lo g ía a las n ecesid ad es y
ex ig en cias de la v id a religiosa y ap ostó lica (189).
T a m b ié n la teo lo g ía h a de servir d e o rien tació n a la «acción a p o s -

(188 Véase el tex to de la B u la m ás arriba, p. 6.


(189) C fr. A le ja n d r o de V illa lm o n t e , O. F. M. Cap., Sentido y posibilidades
ds una Teología Kerigmática, N aturaleza y G ra cia 5 (1958) 187-233. El m ov im ien ­
to p o r u n a «te olog ía kerigm á tica », resum e precisam en te las tres tendencias ma­
yores antes aludidas, qu e ca ra cteriza n la teología de n u estro tiem po.
8
114 TEM AS FU N DAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

tólica» y al mismo tiempo dejarse influenciar por los problemas que


ofrece del apostolado. En su más hondo sentido toda la doctrina re­
velada (y la teología que en ella se funda), no es más que una parte,
un aspecto de la A c c ió n salvadora de Dios. Dios nos salva con su
0BRA=Crist0 muerto y resucitado; y el conjunto de verdades que
forman la revelación (y la teología), no es más que preparación, con­
secuencia y explicación de la A c c ió n con que Dios nos salva en Cristo
y de la a c c ió n con que nosotros nos entregamos a la O b ra salvadora de
Dios en C r is t o m u e rto y re s u c ita d o .
Por eso creemos que, en el fondo, hay que tomar cómo señal de
buena salud espiritual el que se quiera establecer un contacto cada
vez más íntimo entre la teología y la vida espiritual y acción apos­
tólica de la Iglesia.
San Lorenzo es un modelo bien logrado de adaptación de la teo­
logía a la vida de la Iglesia para su tiempo y en su campo de acción:
el apostolado popular; controversia antiluterana y acción apostó-
lico-diplomática al servicio de la Iglesia. En el m o d o c o n c re t o de ex­
poner las verdades religiosas al pueblo hay mucho de transitorio, cir­
cunstancial y caduco en los escritos de San Lorenzo. Pero de nuevo
es preciso dirigir la mirada hacia el fondo, hacia lo permanente. Y
lo permanente que aquí nos ofrece San Lorenzo es ésto: Un estudio
y conocimiento serio y «suficiente» de la teología hasta lograr una
auténtica v is ió n s o b re n a tu ra l del mundo bien segura y asimilada en
sus principios fundamentales. El dominaba un conjunto de verda-
dades teológicas básicas mediante las cuales había conseguido una
visión teológica armónica de todas las realidades sobrenaturales:
Dios, las relaciones divino-humanas, la fuerza de la gracia que tra­
baja sin descanso en el fondo de la pecaminosidad humana; la Igle­
sia y su misión salvadora en el mundo; sobre el hombre y su destino
sobrenatural. Todo ello convergiendo continuamente en C r is t o y
orientado a alimentar la vida cristiana individual y colectiva.
Poseía, además, San Lorenzo otras dos cualidades excelentes para
llegar a ser el auténtico «Doctor apostólico»: la fuerza del espíritu
y la fuerza de la palabra. L a f u e r z a d e l e s p ír it u la había logrado me­
diante el contacto afectivo, religioso con las verdades teológicas. Su
estudio era en realidad un m e d ita c ió n en el sentido religioso de la
palabra. Asi es como los conceptos teológicos, se transformaron en
él en «principios de energía», para la a c c ió n apostólica en sus más
diversas manifestaciones. Poseía San Lorenzo la " f u e r z a de la p a la ­
b ra ” humana ya que sus dotes oratorias merecieron el calificativo de
extraordinarias.
3.— J e s u c r is t o C e n tro de la T e o lo g ía c a tó lic a .— Siguiendo la idea
paulina de la a n a k e fa la io s is , tan querida a San Lorenzo, éste hubiera
ALEJA N D R O DE V IL L A L M O N T E 115

«recapitulado» en Cristo todo lo que él tiene que enseñar a los teó­


logos de nuestros días. En realidad la orientación hacia Cristo cons­
tituye ya el centro mismo de la Escritura, toda ella habla de Cristo
desde el principio hasta el fin. Sobre todo para un hombre como
Lorenzo que veía a Cristo presente en los planes mismos de la crea­
ción natural. Igualmente, Cristo es indudablemente la Vida de la
Iglesia. Si, pues, la teología se quiere acercar a la vida de la Iglesia
es inevitable que se centre toda la Ciencia sagrada en torno al m is ­
t e rio de C ris to , como lo está la vida de los fieles y la vida de la Iglesia.
Bajo este aspecto la importancia de San Lorenzo para la actual
teología logra su máximo interés. Los temas fundamentales de la
teología de San Lorenzo convergen todos hacia Cristo: Nunca estuvo
en la mente de San Lorenzo desarrollar los temas fundamentales de
la teología católica. No es él un «teólogo» en el sentido técnico de
la palabra. Pero en la medida en que existe en él una selección de
temas teológicos, en esa misma medida sus enseñanzas están orien­
tadas hacia Cristo.
Los temas teológicos que merecieron mayor atención a San Lo­
renzo han sido la Iglesia, el hombre, María, Cristo. Pero tal como
enfoca su estudio, San Lorenzo en el desarrollo de estos temas nunca
se ha salido del estudio del «misterio de Cristo». Con relación al tema
de la Iglesia es evidente, aún en el aspecto apologético, expuesto
por San Lorenzo. Si luego pasamos a los elementos de antropología
teológica que contienen sus escritos, hemos señalado que su concep­
ción del hombre culmina en la v is ió n c r is t o c é n t r ic a del mismo y es
esto lo más valioso de su doctrina y lo que conserva su actualidad
eficiente. En cuanto al tema de María se ha dicho con frecuencia
que es la parte de la teología mejor estudiada por San Lorenzo. Es
cierto. Pero su estudio sobre el «misterio de María», ya hemos com­
probado que no es más que una continuación del «misterio de Cristo».
Su Mariología tiene un marcado y absorbente carácter c ris to c é n tric o .
Es, en realidad, seguir hablando de C r is t o e n M a ría .
La Cristología de San Lorenzo es inexistente. No hay más que un
tema cristológico que haya sido desarrollado por él con relativa am­
plitud y profundidad: el tema del ’’p rim a d o a b so lu to de C r is t o ” , en
la línea de la tradición teológica franciscana. Sin embargo, el pre­
sentar a Cristo como «Principio de los caminos de Dios», al modo
cómo lo hace San Lorenzo, tiene tal importancia y son tan vastas
sus aplicaciones en todo el sistema teológico, que esta afirmación
sola es suficiente para que podamos clasificar de intensamente cris­
tocéntrico todo el pensamiento teológico del santo Doctor. Segura­
mente que no tuvo intención ni oportunidad para desarrollar su pen­
samiento en este sentido; pero el fundamento estaba puesto, y el
116 TEM AS FUNDAM ENTALES EN LA T E O L O G IA .

fundamento ’’era J esú s” , según él mismo Lorenzo diría. Si Jesús es


la «recapitulación», de todo lo que hay en Dios y de todo lo que hay
en la Iglesia, no podía menos de ser el centro objetivo de la reve­
lación: el Revelador y la Revelación de Dios. Y por consiguiente el
objeto de todo saber teológico.

Alejandro de Villalmonte, O. F. M. Cap.


Salamanca.

También podría gustarte