Está en la página 1de 20

SISTEMAS HUMANOS COMO SISTEMAS LINGUÍSTICOS

Ideas preliminares sobre las implicaciones para la Teoría Clínica


Autores: Anderson y Goolishian
Traducción: Ps. Tatiana Hernández

De nuestra práctica de Terapia Familiar en colegios médicos, institutos privados de


terapia familiar y agencias públicas, el trabajo con cierta población complicada que no
responde a las técnicas comunes de tratamiento nos ha recordado lo inadecuado de nuestras
descripciones teóricas y nuestras limitaciones.
Este trabajo plantea un desarrollo teórico clínico hacia una concepción de los sistemas
familiares como una distinción de base lingüística en un marco comunicativo en lugar de concebir
al sistema familiar como un sistema social definido por una organización social.
A partir de esto, la unidad social con que trabajaremos en terapia será un sistema
lingüístico distinguido por aquél que está en el lenguaje, más que por conceptos arbitrarios
predeterminados de organización social. Nosotros llamamos al sistema de terapia: sistema
problema - organización, problema - dis-solución.

El desarrollo de nuestro pensamiento se ha dado a partir de alguinos tratamientos


fracasados y problemas complejos de tipo psicológico y judicial, como Violencia
Intrafamiliar, abuso Sexual y enfermedades Crónicas. También se ha dado a partir de nuestro
trabajo con servicios de protección a la mujer y centros de libertad condicional juvenil y
adulta. También por nuestro entrenamiento de estudiantes y profesionales e la salud mental y
por nuestros trabajos de investigación.
Nuestras conversaciones han traído a la mano cuestionamientos que creíamos resueltos
como ¿qué es la terapia?, ¿cuáles son los logros de una terapia?, ¿cuál es el objetivo de un
tratamiento?, ¿qué es el cambio?, ¿cuál es el rol del terapeuta?

PREMISAS

En nuestro esfuerzo por dar nuevas respuestas a dichos cuestionamientos y por crear
nuevas maneras de concebir los sistemas familiares, sus problemas y nuestra capacidad de
trabajar con ellos, hemos delineado 5 Premisas Básicas:

1. Los Sistemas Humanos son sistemas generadores de lenguaje y generadores de


significados. La comunicación y el discurso definen la organización social; esto es, un
sistema sociocultural es producto de la comunicación social. A partir de esto, un sistema
humano es un sistema lingüístico o comunicativo. El sistema terapéutico es un sistema
lingüístico.

2. El significado y la comprensión de éste están construidos social e intersubjetivamente.


Entendemos por intersubjetivo un estado de desarrollo de intervención entre dos personas
que acuerdan estar viviendo la misma experiencia del mismo modo. Este acuerdo está
abierto continuamente a renegociaciones y disputas. Logramos significado y comprensión

1
sólo cuando nos involucramos en una conversación generadora de significados o en un
diálogo con un sistema de comunicación relevante. Un sistema terapéutico es un sistema
para el cual la comunicación tiene relevancia, específicamente para sí mismo.

3. Un sistema en terapia ha colapsado en torno a un problema -relevante- y se involucrará en el


desarrollo de lenguaje y significados específicos, en una organización específica, para la dis-
solución específica de aquel problema. En este sentido, el sistema terapéutico es un sistema
que se distingue por "su problema", más que una estructura social que distingue un problema.
El sistema terapéutico es un sistema de organización-problema; dis-solución - problema.

4. La terapia es un evento lingüístico que toma lugar en una conversación terapéutica, la


conversación terapéutica es una exploración que se da a través de un diálogo, un
intercambio de doble vía de nuevas de nuevas ideas, en el que se desarrollan
continuamente nuevos significados para "dis-solver" problemas. El cambio consiste en el
desarrollo de nuevos significados en el diálogo.

5. El rol del terapeuta es el de un artista de la conversación, quien es experto en crear el


espacio para la conversación y facilitar el diálogo. El terapeuta es un observador-
participante y un director-participante de la conversación.

Hemos hablado previamente sobre las ideas que subyacen al problema de sistemas
rotulados. Rotular es siempre un proceso peligroso, es un término que connota problemas fijos
e invariantes. Por el contrario, pensamos que los sistemas son fluidos (dinámicos), en
constante cambio, por lo tanto, la membresía o pertenencia a un sistema no está fijada
inamoviblemente, sino que puede cambiar al igual que la definición del problema. No
queremos sugerir que los problemas simplemente irrumpen y demandan una solución
particular, sino que es rol del terapeuta tomar parte en le proceso de creación de un lenguaje y
significados , y mantener un diálogo que permita la dis-solución del problema y la dis-
solución del sistema mismo.

A través del diálogo, los sistemas humanos desarrollan su lenguaje y confirman sus
significados. Es proceso de evolución lingüística el que produce regularidades, patrones y
predicciones que el terapeuta percibe como independientes de su descripción, y que se
convierten en un modelo para la comprensión. Un sistema de problema – organización,
problema – discusión es un constructo intelectual, así como la “familia” es una construcción.
Esta conceptualización vuelve funcional nuestro trabajo clínico, investigaciones y estudios.
Tampoco dudamos que nuestras construcciones se desarrollarán aún más.
Los sistemas, y nuestras ideas sobre éstos, son fluidas. Nuestra teoría y práctica
terapéutica son pensadas a modo de objetivos temporales y no como representaciones de una
realidad social. En terapia usamos nuestra experiencia con los sistemas, no para confirmar
nuestras teorías, sino para activar la búsqueda de maneras más funcionales de pensar, describir
y trabajar con aquellos sistemas. Las teorías y prácticas en terapia familiar son como
ideologías del comportamiento humano, más que descripciones de la conformación de la
realidad social. Dichas ideologías están sujetas a evolución y cambio a través del tiempo. La
terapia no es un proceso de confirmación de la representación de realidad de determinada
teoría psicoterapéutica; sino una conversación que tiene lugar en un lenguaje común.

2
Szasz (60) propone que la teoría psicoterapéutica no es una ciencia sino “una ideología
del comportamiento humano”, un “fenómeno cultural como la religión o la filosofía”.
Nosotros podríamos concordar con esta posición y entender a todas las teorías científico –
sociales. Las teorías en ciencias sociales son ideologías inventadas en determinado momento,
por razones prácticas. Es como si la teoría social involucrara un mundo preinterpretado de
significados. Giddens llama a esto la “hermenéutica doble” de la ciencia social y el lenguaje del
loop. Las ciencias sociales y las teorías en psicoterapia no pueden ignorar las categorías prácticas
de organización utilizadas por las personas en la vida diaria.

Por otra parte, la persona asume que los conceptos de ciencias sociales y las teorías en
psicoterapia son elementos de su conducta, las teorías personales de psicoterapia y ciencias
sociales siempre están cambiando en la medida que el lenguaje va descubriendo la propia
intención social y que la propia conducta de vida va cambiando. Esto aumenta la dificultad de
predecir el comportamiento humano. Es imposible cambiar esta naturaleza de nuestras teorías
psicoterapéuticas y ciencias sociales. Ideas, teorías y prácticas siempres estarán en constante
desarrollo y cambio.

En este artículo introducimos nuestras ideas teóricas y algunas implicancias clínicas


(teóricas y prácticas), en la medida que estas ideas se han ido desarrollando de manera algo
curiosa por el camino de los logros. A pesar de estar inmersas en estas ideas, no queremos
convencer a nadie de que cualquiera de ellos posea un “status epistemológico privilegiado”, ni
las queremos presentar como una alternativa teórica de terapia familiar. Por el contrario,
cuestionamos la noción de terapia familiar. Para comenzar, presentamos la evolución del
campo de la terapia familiar durante los últimos 35 años, y las dos corrientes contrarias que
creemos existen en este campo: una con énfasis en los sistemas sociales, y la otra con énfasis
en los sistemas de significados.

LA PRIMERA OLA

A principios de los años 50, algunos terapeutas estaban explorando nuevos caminos
clínicos, de manera simultánea pero separadas. Esta fue la época de mayor expansión de las
teorías psicodinámicas intrapsíquicas. En este contexto, los síntomas y problemas
involucraban sólo a un individuo. El clima psicológico se alcanzaba cuando se conocían los
sentimientos reprimidos asociados a un pasaje traumático de la historia del individuo. Pero
habían algunos clínicos trabajando con población esquizofrénicos y delincuentes, lo cual no
veía favorecido su cambio a partir de un prolongado tratamiento psicodinámico, estos
terapeutas respondieron con espíritu pionero y un nuevo sistema de terapia en desarrollo: la
familia. En este grupo se encontraban Ackerman, en Nueva York; Bateson, Jackson,
Weakland, Satir y Haley en Palo Alto; Bowen en Topek y Washington, Whitaker y..., etc.

En principio, ninguno sabía sobre el trabajo de los otros y el campo de la terapia


familiar se convirtió en una entidad pública sólo a finales de los años 50 en las Jornadas de la
Sociedad Americana de Ortopsiquiatría.

3
La emergencia del terreno de la terapia familiar así en característica de las ideas de
primera ola en el desarrollo de muchas nuevas ideas. Fue el trabajo de Bateson y su equipo, en
comunicación y teoría cibernética, el que dio a este nuevo campo de terapia su energía
máxima. Mucho del trabajo familiar fue mirado como infructuoso en relación a la
psicodinámica, hasta que el grupo de Palo Alto publicó su trabajo sobre Doble Vínculo en
1956. La Teoría del Doble Vínculo, basada en la interacción comunicativa, tenía la capacidad
de describir los dilemas humanos como interactuantes por naturaleza, y liberó al trabajo
familiar de los límites de la teoría individual y del lenguaje de la psicología individual. Haley
describió este cambio como un “Salto Conceptual Audaz”.

Sin duda, la Terapia Familiar ha cambiado las prácticas de Salud Mental, sin embargo,
al parecer, ha ido perdiendo su auge del comienzo. No ha avanzado mucho desde entonces
(hace 35 años). Algunos clínicos han parecido desilusionarse, Minuchin pregunta ¿Cuál es el
territorio que hemos conquistado?, Del dice que el campo de la terapia familiar está estancado.
Nos preguntamos ¿qué pasó con las nuevas ideas con este audaz sello conceptual?, ¿será la
terapia familiar el mejor mapa para el terapeuta y para entender la práctica típica?. Quizás, en
el sentido Khunniano, este concepto se encuentra en el estado de ciencia normal en desarrollo
de paradigmas sistémicos familiares. Quizás el problema es aún más serio y profundo que
esto. Tal vez el salto no fue tan grande y los nuevos conceptos no difieren mucho de la
posición teórica que presumían reemplazar.

Nos ha interesado que los problemas psicológicos parecen aparecer, cambiar y


desaparecer en la medida que cambia el vocabulario y las descripciones de los terapeutas.
Creemos que el nuevo logro será examinar las descripciones de los terapeutas y, por lo tanto,
redefinir los problemas con los cuales trabajan. La novedad, en un principio, era definir el
problema como “la familia”, ¿será este un concepto útil todavía o ha cambiado la esencia del
problema?. Si el problema está en la mirada del observador, ¿ha cambiado el observador?.
Sugerimos que a través del tiempo ha cambiado la definición del problema.

Nuestro interés es proponer nuevos cuestionamientos y suposiciones, y desarrollar


diferentes vocabularios y descripciones. No estamos proponiendo otro modelo de teoría
familiar o de terapia, o un set de soluciones alternativas a los problemas comunes de terapia
familiar. Khun comenta que quienes proponen nuevas teorías hablan un lenguaje distinto. Así,
expresan diferentes supuestos cognitivos que se adecúan y son útiles sólo en diferentes
campos. Toda ciencia, disciplina y profesión puede sobrevivir al paradigma que le dio origen
si continúa con un discurso que cambie ideas en la medida que cambia sus descripciones. A
partir de esto, nosotros estamos ofreciendo simplemente nuestros pensamientos en torno a los
problemas del campo (que hemos experimentado y definido). Esperamos vernos en la
necesidad de conversar y tratar un set completamente nuevo de tareas, en la medida que se
continué desarrollando nuestro trabajo clínico.

4
DOS DIRECCIONES:
UN DILEMA COMO PROPÓSITO

En nuestra opinión, el campo de la terapia familiar se ha estado moviendo en dos


direcciones opuestas concernientes al entendimiento de sistemas humanos, los problemas que
éstos presentan y cómo los terapeutas deben entenderlos y trabajarlos. La primera dirección
parece ser una extensión del supuesto tradicional y del paradigma predominante en las
ciencias sociales. Esta dirección recibe significados y entendimiento de la observación de
patrones de organización social, como estructura y roles. Por ejemplo, los terapeutas
familiares han movido su mirada del individuo al contexto familiar, y de la familia al contexto
del sistema social. Desde esta perspectiva, se puede entender que los sistemas sociales tienen
significados y pueden ser comprendidos a partir de la observación de patrones de
organización social.

La segunda dirección evidente en el campo de la terapia familiar está basada en la


proposición “los sistemas pueden ser descritos como existentes en el lenguaje y la acción
comunicativa”. Así, la organización y la estructura son resultados del intercambio comunicativo y,
por tanto, son determinados a través del diálogo. Esta posición no intenta dar parámetros
universales para la descripción de normas sociales. Por el contrario, las complejidades estocásticas
definidas como sistemas sociales definidas como sistemas sociales son el resultado de las
continuas luchas por comprender que se desarrollan entre personas interactuando. Los sistemas
sociales y los significados so creados a través del diálogo.

 Significados derivados de Patrones de Organización Social.


En esta visión predominante, los sistemas humanos son concebidos como sistemas
socioculturales organizados de acuerdo a roles y estructuras y se caracterizan por su
estabilidad, jerarquía, poder y control. Esto es, los sistemas socioculturales están definidos y
se mantienen gracias a una organización social. Esta teoría social general ha sido descrita por
Parsons en la aplicación que ha hecho de conceptos cibernéticos a la teoría social, los sistemas
e ven cibernéticamente estratificados. Orden y estabilidad están relacionados jerárquica y
teleológicamente con el control superior, para suplir todos los requerimientos del sistema total.
Homeostasis y permanencia son las condiciones prevalecientes. Se debe dar una relación tal
entre componentes y procesos del sistema, que se mantenga la estructura del sistema y sus
componentes.

Esta concepción del sistema puede asemejarse a una teoría de la cebolla. Cada sistema
es como una capa (tela) de cebolla, radiada por otra capa está subordinada a la capa superior.
Cada capa somete y controla capas subordinadas con el objeto de satisfacer sus propios
requerimientos, la mantención homeostática del orden social, la estabilidad y el equilibrio. El
individuo está rodeado por la familia, la familia por el sistema extenso, el sistema por la
comunidad, y así. Esta imposición del rol social y la estructura actúa como un arnés social que
existe independiente de las personas y que provee aquel orden que la sociedad llama cultura y
civilización.

5
La visión Parsoniana de los sistemas sociales implica conducta problemática, patología
o desviación en los componentes del sistema que representan inadecuaciones de rol y
estructura social. Estas deficiencias están relacionadas a procesos de socialización deficitarios,
los cuales emanan de la capa jerárquica supraordinada a la capa desviada. La deficiencia
debiera ser el resultado de una socialización deficiente que proviene de estructuras y roles
sociales desviados. Por ejemplo, conceptos como disfuncionalidad de la estructura familiar,
límites generacionales inadecuados y jerarquías organizacionales inadecuadas, son todas
extensiones de esta teoría social. Así, el objetivo del tratamiento (la unidad de acción social
con la que trabaja el terapeuta) es definido en base a estructura y roles sociales. La tarea del
terapeuta, bajo este marco, es reparar el problema social. El terapeuta utiliza un lenguaje
descriptivo, a partir del conocimiento de los sistemas sociales y sus funciones, para realizar el
diagnóstico y el tratamiento.

En una teoría de sistemas sociales es central el concepto de realidad objetiva o


empirismo. En el corazón de tal posición empírica hay un firme propósito hipotético –
deductivo basado en las leyes de ciencia externa. Así, los sistemas sociales están
objetivamente definidos y existen independientemente del observador. El observador sólo
puede preguntarse si ha usado las representaciones linguísticas adecuadas en la descripción del
sistema. Con el conocimiento de cómo debe ser el sistema, el terapeuta se sitúa en una
posición independiente, determinando cómo es el sistema y adecuándolo según esta
concepción. En el campo de la terapia familiar se ha dado una insatisfacción creciente en torno
a las ciencias sociales.

Al final veremos una teoría alternativa a la Parsoniana y contrastaremos sus


implicancias en la clínica.

Esta dirección diferente del campo de terapia familiar, los sistemas se ven como
existentes sólo en el dominio de significados y de realidad lingüística intersubjetiva. En el
dominio de significados, los sistemas sociales son redes de comunicación que son distinguidas
en y por el lenguaje. Esto es, ellos se comunican entre ellos. Este dominio de significados es
referido como un dominio conversacional, lingüístico. Dominio Lingüístico o Conversacional
es el término que se utiliza para mostrar el cúmulo de interacciones lingüísticas que se da en
el diálogo y la conversación de los participantes. Al referirnos a lenguaje no nos referimos a
un foco específico de signos, estructura o estilo, sino a la mediatización del lenguaje y a los
significados contextualmente relevantes generados interactivamente en las palabras y otras
acciones comunicativas. Estos significados se desarrollan a través del proceso social dinámico
del diálogo y la conversación. Vivimos con otros, pensamos con otros, trabajamos con otros y
amamos con otros. Todo esto ocurre en el lenguaje.

Preferimos utilizar “lenguaje”, “ser en el lenguaje” y “lenguajear” para distinguir este


proceso de la tradición psicolinguística. En el modelo psicolinguístico, el significado y el
entendimiento se ven como separados del uso, son derivados de la lógica de signos y símbolos, y
de su estructura gramatical. Desde nuestro punto de vista, los humanos pueden ser
conceptualizados más allá que como un sistema de procesamiento de información. Nosotros
utilizamos el lenguaje como parte del proceso humano de crear y tratar con la realidad en que
existimos. En el lenguaje podemos mantener contacto humano significativo con otros y
compartir la realidad en que existimos. En el lenguaje podemos mantener contacto humano

6
significativo con otros y compartir la realidad. “Ser en el lenguaje” es una operación dinámica
social. Wittgenstein usa este concepto de juego lingüístico para referirse a este carácter dinámico
del lenguaje. También conceptualizamos el lenguaje como una herramienta humana con usos
específicos, que no puede ser comprendida fuera del contexto en que es utilizada. “Existir en el
lenguaje” corresponde al proceso de creación social de realidades intersubjetivas que
compartimos temporalmente con otros. Se entiende que este no es modelo más adecuado para
comprender totalmente la operación humana del lenguaje que somos capaces de formar cambios
comunales de significados que constituyen la realidad intersubjetiva en que existimos.

Así, los humanos pueden ser definidos como sistemas generadores de significados,
generadores de lenguaje que se da en una continua actividad recursiva intersubjetiva. De aquí que
la conducción de significado y entendimiento, y la construcción de sistemas humanos sea un
constante proceso dinámico de creación y cambio. Esta visión de interconexión humana no cuanta
con una definición de percepción y cognición, no requiere de una representación objetiva de
realidad, sino que esta posición tiene la creencia de ver la realidad como una construcción social.
Vivimos y actuamos en un mundo que definimos a través de nuestras descripciones en el lenguaje
en interacción con otros. Es decir, vivimos y actuamos socialmente e un multiverso de mundos
descritos. Maturana y Varela postulan que toda acción humana toma lugar en el lenguaje, y que
toda acción en el lenguaje trae a la mano el mundo creado junto a otros. Así, nosotros creamos los
objetos de nuestro mundo con y a través del lenguaje. Bateson sostiene que las características
mentales de un sistema son inmanentes al sistema como totalidad. La mente (significado) no está
en la cabeza de uno sino en la interacción. El cuestiona el concepto de una realidad objetiva y la
manera en que los terapeutas dan sentido al mundo; dice que cuando observamos nos resulta más
familiar y cómodo seleccionar aquello que confirma nuestras creencias. Bateson llamó a esta
nueva manera de pensar una “ecología de la mente” o “ecología de las ideas”.

La conceptualización de realidad como un multiverso de significados creados en el


intercambio social (dinámico) y la conversación nos aleja de los asuntos de única realidad
(verdad), arrojándonos a un multiverso que incluye una diversidad de versiones del mundo.
Bajo este marco de trabajo, no existen entidades externas “reales”, sino sólo individuos humanos
comunicantes y lenguajeantes. Sólo existen procesos de lenguaje que “desarrollan”
constantemente la realidad. Así no hay “hechos” para ser conocidos, ni sistemas que entender, ni
patrones que “descubrir”. Esta posición nos hace renunciar a la visión en la cual la “raza
humana” es la conocedora de la esencia de la naturaleza. En lugar de ello la “raza humana” se
concibe como en continua conversación.

La conversación - lenguaje y acción comunicativa – es simplemente parte de la lucha


hermenéutica para alcanzar la comprensión con aquellos que estamos en contacto. El lenguaje
no refleja la naturaleza, sino que crea la naturaleza que creamos. Los significados no existen
previamente al lenguaje. En este contexto entender no significa comprender a otra persona.
Por el contrario, sólo entendemos a través del lenguaje lo que otra persona dice. Así, la
comprensión es un proceso momentáneo que no se archiva ni se mantiene a través del tiempo.
Sólo entendemos explicaciones y descripciones, no eventos, porque ni una descripción ni un
entendimiento pueden agotar las infinitas posibilidades de significado.

Se desarrollarán algunas implicaciones teóricas de esta posición, para la terapia.

7
SISTEMAS LINGUÍSTICOS Y TERAPIA

Este énfasis crea una alternativa de pensamiento en que los roles y estructura social existen en
un tipo de realidad social. Se concibe el lenguaje y la comunicación como básicos para la conducta
social. Así, la organización social es producto de la comunicación social, y no al revés. Esta es
diferente a la posición de Haley, “sólo un cambio de jerarquía puede generara un cambio en la
comunicación”. Nuestra visión es que la organización social es definida como tal en el diálogo
cambiante. Esto es semejante a lo que plantean Maturana y Varela, quienes sostienen que no hay
intercambio de información en la comunicación; por le contrario, los hombres hablan y escuchan de
acuerdo a su estructura a su estructura y no de acuerdo a la organización social en que están
embebidos. Levemente diferente es lo que plantea Braten, quien define el sistema sociocultural como
un “sistema de procesamiento de significados, con participantes interactuantes que mantienen y
transforman su identidad a través de un entendimiento más – menos compartido sobre ellos mismos y
el mundo”. Estableció que este entendimiento compartido no es subjetivo ni objetivo, sino
intersubjetivo en la generación de la complementariedad sujeto – objeto. Braden se refiere a éste como
un diálogo de entrecruzamiento de perspectivas, y advierte que puede colapsar en una perspectiva
monológica, bajo ciertas condiciones. En una mono-perspectiva, puede cesar el desarrollo de nuevos
significados, por el dominio de un set de posibles ideas que se vuelve invariante. Pero se debe ser
cuidadoso, no hay que confundir la mono-perspectiva con problemas, esto es, pensar que una mono-
perspectiva es siempre problemática. Puedo serlo, como puede ser que no lo sea.

Los sistemas humanos sociales requieren el acoplamiento lingüístico de sus


componentes (individuos) de modo de poder operar entre ellos como observadores en el
lenguaje. Así, los sistemas sociales son un producto de realidades socialmente comunicadas,
constantemente en cambio, y están basadas en las incertidumbres del continuo diálogo que
trata de alcanzar un acuerdo. El lenguaje es la sustancia a partir de la cual se derivan roles y
estructura social.

Cuando aplicamos estos conceptos clínicamente es tener en mente que los sistemas con
que trabajamos existen sólo en nuestras descripciones. Estas descripciones, cualquiera sea la
orientación teórica de la que derivan, existen sólo en el lenguaje. Los sistemas con que
trabajamos los terapeutas son las narraciones que se desarrollan en la conversación terapéutica.
Ellos son productos de los dominios de existencia de interacción lingüística. Los sistemas no
existen en una realidad social externa, o unilateralmente determinada; los sistemas existen en
una narrativa retórica y metafórica de nuestras teorías.

 Los Sistemas Terapeúticos como sistemas de problema – organización,


problema – disolución.
En la definición del objetivo de tratamiento, se hace necesario mirar más allá de
sistemas predefinidos sobre la base de definición social, mirar a aquellos que se están acoplando
activamente en el lenguaje. El sistema a tratar incluye a aquellos que están en el contexto
lingüístico del lenguaje-problema. Un sistema puede ser una familia, más pequeño que una
familia; más extenso que una familia, o puede consistir en sujetos “desconocidos”. El sistema es
la gente que “lenguajea” en lo que ellos llaman el problema, aquella gente abarcada en el

8
sistema social objetivo del tratamiento del tratamiento. Lenguajear en el dominio del problema
distingue al sistema, el sistema no distingue al problema. Es decir, los sistemas no hacen
problemas, pero lenguajear acerca de problemas sí hace sistemas. Un sistema organización –
problema, dis-solución – problema es un sistema social organizado en torno a asuntos que
conciernen y alarman a aquellos implicados en el sistema.

Ya que los sistemas problema – organización existen en el lenguaje, no toman en


cuenta las limitaciones de la puntuación de rol y estructura social. En este marco, el objetivo
de tratamiento ya no son individuos, ni familias, ni un sistema más amplio, sino nuestro
pensamiento está puntuando en términos de redes de comunicación y de intercambios en el
diálogo que definen al problema. El concepto de sistemas de problema – organización, no
invoca otro tipo de patología objetivada; sino implica una definición diferente de los
parámetros del sistema.
Los problemas, como objetos de alarma, son formas de co-evolución de significados
que se dan en la comunicación. En el diálogo, los nuevos significados están en constante
evolución, no hay “problema” que dure por siempre. Todos los problemas suponen un
aumento o disminución de personas involucradas, y todos los problemas involucran un cambio
constante de significados, dependiendo de quién se esté comunicando con quién, en qué
momento. Los actores de un sistema problema van a cambiar a través del tiempo; en la medida
que la conversación cambie, así también lo hará el sistema definido. Por lo tanto, los
problemas (y los sistemas organizados por ellos) no son entidades fijas que se mantienen hasta
el momento en que se resuelve el problema. Los problemas y los sistemas de problema –
organización cambian tan rápida y periódicamente como las otras narraciones de significados
e intercambio social.

Vivimos con otros en un mundo de conversaciones narrativas y podemos entendernos a


partir del intercambio de historias y de autodescripciones. Con Wittgenstein podemos enfatizar
que el significado (narraciones co-creadas y redes temáticas a través de las cuales nos organizamos
y definimos) del uso intersubjetivo y comunicativo en que se ocupa el significado. Problemas y
significados no son simples derivados de estructura formal y definición. Como indicó Hoffman, ya
no pensamos el problema “en” la familia, o en cualquier unidad definida espacial y socialmente.
Los problemas están en la mente intersubjetiva de quienes actúan en intercambios comunicativos
(y así cambian ellos también).

ALGUNAS IMPLICACIONES PARA LA TEORÍA CLÍNICA


Es de gran importancia la manera en que pensamos la terapia en la manera en que
conducimos el trabajo terapéutico. Pensar en los sistemas humanos como existentes en un
dominio lingüístico es un reto para las teorías y prácticas basadas en la sociología Parsoniana.
Muchas de las implicaciones que tienen los sistemas conceptuales para la terapia son
contradictorias con las prácticas clínicas basadas en la teoría social en que se asignan
significados a la interacción y en que los sistemas e ideas sociales son objetivados sobre las
bases de la estructura social. Nuestra intención no es abandonar la teoría familiar común ni la
terapia . lo que sugerimos es la limitación que imponen algunos conceptos de la teoría
tradicional a nuestras habilidades creativas; a nuestro pensamiento y trabajo.

9
Elaboraremos la idea de cómo sistemas humanos como sistemas de lenguaje y
significado se traduce en el sistema de terapia en nociones de terapia y cambio, rol del
terapeuta y definición del problema.

 Terapia y Cambio
Gadamer (filósofo) siempre citaba una frase de Hans Lipps que establece que cualquier
relato lingüístico conlleva un “círculo de lo inexpresado”. Gadamer llama a esto “la infinitud
de lo no dicho”. Es decir, ningún relato ni palabra está completo y clero. Todo conlleva
significados no dichos y nuevas interpretaciones posibles que requieren expresión y
articulación. Esto no implica que el relato inicial sea deficiente, sino que toda acción
lingüística constituye una fuente infinita de posibles nuevas expresiones y significados. Las
características de toda conversación en que los participantes se abren a otros y aceptar sus
puntos de vista como valiosos. A través de este proceso, en el lenguaje, podemos abordar a
otros no atendiendo al individuo sino lo que él o ella está diciendo. Es la característica del
diálogo que hace y continúa los cambios.

Creemos que la terapia es un proceso de expansión, es decir, de lo "no dicho" - el


desarrollo de nuevos temas y narraciones, a través del diálogo y de creación de nuevas
historias. La terapia descansa en los recursos infinitos de "lo no dicho", en las narraciones en
torno a las cuales nos organizamos en nuestra conducta con otros.

Esta fuente de cambio "lo no dicho aún", no está en el inconsciente ni en cualquier otra
estructura psíquica. No está en la célula de la estructura biológica. está en el "círculo de lo no
expresado". Esta fuente, esta capacidad de cambio está en la habilidad que poseemos de "ser
en el lenguaje" junto a otros, desarrollando nuevos temas, nuevas narraciones y nuevas
historias. A través de este proceso, nosotros co-creamos las realidades sistémicas en torno a las
cuales reorganizamos continuamente nuestro mutuo vivir y nuestras autodescripciones. El
cambio requiere acción comunicativa, diálogo y discurso. Para la terapia, se requiere mantener
la conversación, así la lógica del contenido de un problema es explorada. Al llevar a cabo estas
exploraciopnes y emerger otras descripciones y significados que no seguirán siendo
etiquetadas como "problemas". Este es el proceso de cambio.

La terapia es una actividad lingüística en la cual estar en conversación sobre un


problema es un proceso de desarrollo de nuevos significados y entendimientos. El logro de la
terapia es participar en conversaciones que continuamente se vayan abriendo, en lugar de
cerrarse. En la conversación terapéutica, los significados fijados y conductas tienen un lugar,
son ampliados y cambiados.

 De la conversación ordinaria a la Conversación Terapéutica

La conversación y el diálogo siempre descansan en un frágil set de condiciones. Este


incluye asuntos de mutuo respeto y comprensión, la disposición de escuchar y probar las
opiniones y los prejuicios de uno. Los significados que derivan de la conversación dependen
de ciertas cuestiones en desarrollo.

10
 La ocasión de conversación,
 Las relaciones de los participantes entre ellos,
 Lo que cada uno sabe de la situación y lo que se propone con respecto al otro,
 Lo que los participantes esperan cumplir,
 Las convenciones sociales y culturales aplicables,
 Los significados propuestos por los participantes siempre están cambiando.

Debido a esta fluidez, el significado y el entendimiento en el diálogo y la conversación


es una actividad interpretativa en continuo cambio. No hay interpretaciones únicas y correctas
que guían la conversación. Todo significado, entendimiento e interpretación es inherentemente
negociable y tentativa. De igual modo, no hay significados fijos plasmados en la conversación.
Todos los participantes de una conversación "traen con ellos" mundos absolutamente diferentes
y están continuamente moldeando estos mundos en el proceso de diálogo. Este moldeamiento
requiere de la intimidad de la conversación. Lenguaje y conversación son siempre una actividad
dinámica social, y el significado es siempre, indeterminado. Básicamente, la conservación
terapéutica no es distinta de cualquier otra. Esencialmente, es el proceso humano de tratar de
entender a otro. En la conversación terapéutica, el terapeuta está tocando fondo constantemente
con los miembros del sistema organización - problema. En la conversación cambiante, y la
constante exploración de la lógica de variadas descripciones del sistema - problema vamos co-
desarrollando lo "no dicho". Los miembros del sistema - problema se relacionan con el sistema y
se involucran con éste de distintas maneras, y todos deben la oportunidad de dialogar y cambiar
a su propia velocidad y manera. En el diálogo nada permanece igual. El cambio en terapia no es
más que un cambio de significados derivados del diálogo y la conversación.

Desde el contacto inicial y en el curso de las entrevistas, el terapeuta debe elegir y


tomar decisiones sobre qué elegir. El terapeuta, como en cualquier intercambio
conversacional, está siempre buscando los significados propuestos y sintetizando información,
entendimientos y significados creativamente. Haciendo esto el terapeuta entra y utuiliza claves
de los clientes, ¿cómo elige el terapeuta qué responder y en qué manera?, ¿cómo sabe un
terapeuta qué cuestionamiento plantear?. Los siguientes son elementos interrelacionados
centrales en la conversación terapéutica.

1. El terapeuta pesquisa los parámetros del problema que describen los clientes. Esto es
realizado de manera que amplíe las opciones de nuevos significados. Estos nuevos
significados deben respetar a todos los miembros del sistema organización-problema,
incluido el terapeuta. Para el final el terapeuta se sitúa en el entendimiento del momento para
aliviar suavemente los parámetros. Como lo indicó Bateson hacer lugar a lo familiar,
posibilita hacer lugar a lo nuevo.

2. El terapeuta advierte ideas contradictorias y simultáneas: se demuestra igual entusiasmo,


interés y respeto por todas las ideas. El terapeuta toma seriamente todo lo que se diga y
acuerda mutua plausibilidad. El terapeuta hace las preguntas de modo de no evaluar los puntos
de vista como "buenos" o "malos". Así se crea la oportunidad de movilizar la entrevista en
dirección del neutro, cuestionamiento de las ideas familiares, y desde este punto, hacia el
cambio y la creación de nuevas narraciones, interpretaciones y significados.

11
3. El terapeuta elige un lenguaje cooperativo más que no cooperativo. El terapeuta toma con
seriedad todo lo que se le diga, sea esto asombroso, trivial o peculiar. El cuestionamiento
debe demostrar respeto y no enjuiciamiento de lo que se dice. Esto realza la movilidad
lingüística, y moviliza la terapia hacia una conversación colaborativa (más que hacia una
confrontación, polarización, competitividad e inmovilidad).

4. El terapeuta aprende, entiende y conversa el lenguaje del cliente; ya que ese lenguaje es la metáfora
de las experiencias del cliente. El lenguaje, las palabras y los significados del cliente, son lo que
está ocurriendo en su vida. Es esencial, que en la conversación, el terapeuta vaya desarrollando un
entendimiento a través de la metáfora de experiencia del cliente.

5. El terapeuta es un auditor respetuoso que no entiende muy rápido (si entiende). Mientras
más rápido entienda el terapeuta al cliente, tiene menos oportunidades de interactuar y más
posibilidades de equivocarse. Se corre el riesgo de bloquear el desarrollo de nuevos
significados (nuevas narraciones) para el cliente y el terapeuta.

6. El terapeuta hace preguntas: el terapeuta desarrolla el arte de hacer preguntas que no se


focalizan en el describimiento de la información ni en la recolección de datos. Las preguntas
no se consideran como intervenciones, búsqueda de respuestas preconcebidas ni como
chequeo de hipótesis. Las preguntas son herramientas del terapeuta en las conversaciones
terapéuticas, las cuales son guiadas e informadas por los distintos puntos de vista de los
clientes, así la conversación se entrama en la máxima producción de información,
entendimiento, significado e interpretación Esto requiere que el terapeuta tome todo con
seriedad, que tenga buena memora y que halle la manera de revocar trozos de las
conversaciones en sesiones posteriores o en episodios posteriores de la misma sesión. Todo
esto es parte del desarrollo de nuevas conexiones. En el proceso de múltiples conversaciones
simultáneas se desarrollan nuevas ideas y se ponen en contacto En nuestras preguntas
desplegamos la destreza de construcción del mundo. Las preguntas terapéuticas son la base
para la mutua discusión.

7. El terapeuta toma la responsabilidad de crear contextos conversaciones que permitan la


mutua colaboración en el proceso de definición del problema. El terapeuta no define el problema
ni dirige la conversación hacia la definición de problema que el terapeuta considere como la más
apropiada; tampoco trata de movilizar la discusión hacia una definición consensual del
problema. En lugar de ello, el terapeuta facilita la elaboración de múltiples realidades en torno al
problema, maximizando la creación de nuevos significados.

8. El terapeuta mantiene un diálogo conversacional consigo mismo(a): el terapeuta debe desarrollar la


capacidad de sostener múltiples puntos de vista. Esto se hace necesario para que ninguna idea específica
(o agregado de ideas) monopolice el pensamiento. Todas las visiones e ideas del terapeuta son
tentativas y están sujetas a cambio a través de la conversación. El terapeuta debe estar tan dispuesto
como otros miembros del sistema - problema, a cambiar sus ideas y puntos de vista. No se malentienda
que los terapeutas no pueden tener opiniones, prejuicios o ideas preconcebidas. Pueden y de hecho las
tienen. En una conversación terapéutica, éstas son oportunidades para iniciar un diálogo, y se proponen
de manera tal que abran la conversación en lugar de cerrarla.

12
Creemos que estos elementos, combinados con los elementos de la conversación
cotidiana van a confluir en el desarrollo de conversaciones terapéuticas. Una conversación
terapéutica es una conversación abierta que se focaliza en dirección del desarrollo de nuevos
entendimientos del problema. La terapia y la conversación terapéutica requieren la mantención
de una conversación de modo que la lógica de contenido del sistema-problema sea explorada a
través de las preguntas. En esta exploración surgirán nuevos significados y descripciones que
ya no serán etiquetadas como "problema" En otras palabras, el proceso terapéutico es
elaborado en y permanece en la conversación hasta que el problema desaparece. Esto no es
que el problema sea elaborado y "arreglado (solucionado)" en la terapia, sino que el problema
adquiere nuevos significados, interpretaciones y entendimientos en el lenguaje y la
conversación La conversación terapéutica no es el proceso de encontrar soluciones. No se
encuentran soluciones; "el problema es dis-suelto". La terapia y las conversaciones
terapéuticas son procesos en los que el lenguaje y significado cambiante de la definición del
problema produce la dis-solución del problema y la dis-solución del sistema organización - -
problema.

 El Rol del Terapeuta.

Desde esta perspectiva, la posición y la experticia del terapeuta abarca dos elementos:
(a) el terapeuta es un Observador Participante y (b) el terapeuta es un Participante-Monitor de
la conversación.

a) Observador Participante.
El sistema problema es considerado como un tipo de sistema observante y los
miembros son conceptualizados como observadores participantes. Así, el terapeuta es un
miembro del sistema problema y, como observador participante, se encuentra en una posición
igualitaria con los otros miembros. Como observador participante, el terapeuta no es
considerado como un "meta"- observador del sistema en tratamiento. Este se convierte en un
miembro más del sistema problema; esta posición se forma a partir de la primera
conversación, con cualquier persona del sistema, sobre el problema. Esta posición terapéutica
es colaborativa; es de modestia y respeto en torno a las personas y sus ideas. El terapeuta
"está ahí" como aprendiz, cooperando, entendiendo y trabajando con el sistema de significados
de los clientes. Las ideas del cliente, sus historias y narraciones son las únicas herramientas
con que contamos para mantenernos abiertos (tanto nosotros como los clientes) y flexibles,
para el desarrollo de nuevos significados y entendimientos. Esta posición terapéutica moviliza
la terapia hacia un proceso en el cual todos los participantes, incluyendo el terapeuta, pueden
abrirse al cambio, y en el cual no se desafía la integridad de ninguno.

En este marco, el terapeuta no entra con una estructura de mapa de la teoría social con
consideración de una naturaleza humana y dificultades humanas, un mapa en el cual hacer
calzar los datos clínicos y al cliente. En lugar de ello, terapeuta y cliente crean juntos los
mapas - la realidad terapéutica. Desde el contacto inicial y a través de toda la relación
terapéutica, terapeuta y cliente se enlazan colaborativamente en la creación de descripciones e
historias. Las conversaciones terapéuticas (mas que la vida en sí misma> son la oportunidad
de desarrollar y explorar nuevas descripciones, temas y argumentos en torno a los cuales nos
organizamos junto a otros.

13
Desde otro punto de vista, utilizando la metáfora del espejo de Rorty, el terapeuta no es
simplemente un espejo que refleja representaciones más precisas de la realidad para el
beneficio de los clientes. La terapia no es un proceso de "espejamiento" a través del cual el
terapeuta inspecciona repara y pule defectos del espejo del modo tal que el cliente obtenga una
representación más precisa del universo psicológico "real".

b) Monitor Participante de la Conversación.

El terapeuta es un artista conversacional, un arquitecto del diálogo cuya experticia crea


y mantiene un diálogo conversacional. Esto requiere de la creación de un espacio para la
facilitación de la conversación y la mantención dentro del lenguaje. En tal proceso, la
oportunidad de comunicarse en relación "al problema" está maximizada; surgen nuevas
descripciones y nuevos significados y, por lo tanto1 se dará una nueva organización social en
torno a las narraciones diferentes.

Como monitor participante en la conversación, el terapeuta es sólo "una parte del


sistema circular interactivo" y del problema. El terapeuta no controla la entrevista dándole una
dirección particular en cuanto al contenido, el terapeuta no es responsable de la dirección del
cambio. El terapeuta sólo es responsable de crear un espacio en el que pueda ocurrir el diálogo
conversacional y de conducir la conversación en la dirección del diálogo. Braten describe
ese proceso como intersubjetivo; un diálogo en el cual todos lo participantes abren espacio a
la creatividad y a la conciencia del otro.

Es central para la posición del terapeuta la creación de espacio para el diálogo y la


facilitación de éste. Esta posición es más que la simple neutralidad. Es de multiparcialidad,
tomando en cuenta todas las visiones y trabajando con todas ellas simultáneamente. Como
terapeutas, todos sostenemos valores, sesgos y prejuicios; y todos tenemos opiniones de como
la gente y todos nosotros debemos o no debemos actuar o vivir. Tales prejuicios están allí
simplemente. Tomamos estos prejuicios como oportunidades. Son la energía de la curiosidad
y la guía para explorar nuevas ideas. Para mantener una posición multiparcial se debe estar
listo para arriesgar opiniones alternativas y significados. El terapeuta tanto como el cliente,
deben ser capaces de dejar ir ciertos significados. Sólo arriesgándonos al cambio somos
capaces de entramarnos en un diálogo que permita el desarrollo de nuevos entendimientos.

En este proceso el terapeuta cambia. Para nosotros arriesgarse al cambio es la esencia de


la ética terapéutica. La única persona a quien cambia el terapeuta es a sí mismo. Esta posición
está en contraposición con las dos visiones éticas prevalecientes; la primera requiere que el
terapeuta adquiera una parada fuerte y que actúe de acuerdo a su ética; ej.: la idea de "otorgar
poder" al cliente. La segunda visión requiere la protección de la ética de terapeuta para que éste
sirva como pantalla, como blanco, así el terapeuta no toma posición.

Nosotros, como terapeutas, siempre tomamos posición. Nunca estamos libres de


valores y operamos sobre las bases de esta visión. Sin embargo, estos prejuicios no se le
imponen al cliente. Sino el terapeuta y el cliente están actuando y reflejando sus ideologías,
valores y puntos de vista. Existir en el diálogo es un intento por entender a otros y por

14
involucrarse uno mismo en la co-evolución de significados y entendimientos. Esto implica una
apertura a la razón, la lógica y la validación de ideología, valores y visiones del cliente, y la
disposición de negociar la validación de nosotros mismos.

Esta es la neutralidad; no es no tener posición sino desarrollar continuamente nuevas


posiciones interpretativas como resultado del diálogo comunicativo y de las realidades
cambiantes (resultantes). La conversación terapéutica y este tipo de neutralidad requieren la
disposición de poner los propios prejuicios en línea> y tomar con seriedad las peticiones de
validación de los clientes y, así, poner en riesgo los propios puntos de vista sujetos a cambio.

 Diagnóstico y Definición del problema


El uso del diagnóstico y las categorías diagnósticas tienen una larga historia en el
campo de la salud mental. Para muchos, el diagnóstico es un aspecto central de la terapia.
Sabemos escuchar preguntar como "¿Cómo ha tratado la esquizofrenia?" o "¿Cómo trata el
abuso sexual?". El supuesto parsoniano básico es que existen algunos patrones a la base de los
problemas que conllevan estas preguntas. Un patrón asociado con particulares categorías de
problemas (relacionados con determinada estructura social). Como clínicos estamos
entrenados para saber cómo se muestran estos patrones; estamos entrenados para reconocerlos
y diagnosticarlos Creemos que al final sólo llegamos a nuestras propias explicaciones y
descripciones del problema, es decir, que el diagnóstico está basado en las propias
observaciones y experiencias acerca de la conducta del cliente A estas observaciones de le
llaman "criterio objetivo" y luego se les hace calzar con un mapa normativo. Así se considera
al terapeuta como un pasivo recipiente de información. El terapeuta tendría un status especial
y un acceso especial a la información y el conocimientos en relación a su cliente. Dicha
noción de diagnóstico implica que existe un problema objetivo y que el terapeuta puede
alcanzar una descripción objetiva de éste. Esta descripción incluye preguntas en relación a qué
está mal (anormal, patologías, defectos o déficits); qué es un sistema normal; y qué acciones
se deben tomar para curar el problema. Esta descripción objetiva del tipo de la perspectiva
Parsoniana es lineal e intervencionista. La posición tradicional es lo que caracteriza u orienta
actualmente a muchos tipos de psicoterapia.

A partir del cambio desde la estructura social hacia dominio lingüístico (como modo de
entender los problemas), removemos la noción de objetividad empírica y de lenguaje
representacional. Sin embargo no es fácil dejar de pensar que hay una realidad allá afuera1 que
hay datos esperando por ser descubiertos. También es difícil asumir que las palabras no reflejan
la realidad. Por ejemplo, Golam discute que los continuos cambios del constructivismo (posición
relativista) alejan a la teoría familiar, demasiado rápido, de la estructura familiar. Algunas de
estas preocupaciones parecen ser miedos al nihilismo. ¿Cómo sabemos qué hacer si olvidamos
ahora nuestra posición empírica y cuestionamos nuestro proceso de diagnóstico familiar?. No
podemos escapar del hecho que nuestras conclusiones diagnósticas están basadas en
categorizaciones universales de problemas y estructuras relacionadas con ellos. Esa parece no
ser una adecuada descripción para trabajar con sistemas definidos en el constante cambio del
lenguaje, entendimientos y significados. Nosotros sostenemos que cada visión, cada descripción
cada entendimiento y cada tratamiento es único para cada una de las realidades en que
participamos. Estas realidades siempre están fluyendo, nunca se mantienen igual.

15
Bateson fue uno de los primeros en desafiar las nociones de objetividad y dualismo en
el campo de la terapia familiar. Otros científicos, fuera del campo de la teoría familiar
también cuestionaron la objetividad de las descripciones y el dualismo. Gergen dio un ejemplo
fascinante del dilema de, lo que él llamó identificación comportamental (diagnóstico)
diciendo: “si yo veo que en una reunión social mi amiga Ross le toca el pelo a mi amiga
Laura, ¿qué es lo que veo precisamente?” Se llevó a cabo una discusión sobre información
retrospectiva y contextual, llevando a los lectores de la situación a hacer tres posiciones: (a) la
identificación de cualquier acción o accionar está sujeta a revisión infinita; (b) el pilar de
cualquier identificación descansa en una red interdependiente de interpretaciones
continuamente modificables; (c) cualquier acción está sujeta a múltiples interpretaciones, es
relativa la superioridad de cual es problemática. Jones agrega que siempre encontramos lo
que esperamos en nuestra indagación psicológica, y discute que esta auto-confirmación es
resultado, de un proceso de información selectivo, resultado de nuestras expectativas que nos
hacen actuar de manera de confirmar nuestras teorías.

Por ejemplo, no es de extrañar que cuando a un terapeuta familiar se le pide hacer un


role playing familiar, ejemplifique una familia con una estructura familiar teórica. ¿Existen
estas familias o sólo son traídas a la mano por las expectativas teóricas de los terapeutas? Para
nosotros, esto ejemplifica que las conductas de observación le dicen poco al terapeuta.
Estamos obligados a mantener la duda y la incertidumbre en torno a nuestras observaciones y
a sostener un gran interés en los múltiples significados y experiencias que tiene la gente. En
los sistemas de organización problema, el diagnóstico es poco más que una conversación con
nuestros clientes acerca del problema que han identificado.

Muchos terapeutas concuerdan que sus propios valores y sesgos influencian lo que ven y
su proceso de selección de información. Sin embargo, pocos admitirían que sus expectativas
(descripciones teóricas) determinan la conducta del cliente y toda la información supuestamente
descubierta como terapeutas. Como terapeutas, nuestra tendencia es pasar por alto nuestra
participación activa en la conducta confirmatoria de hipótesis y diagnóstico. Igualmente
importantes son los valores y sesgos que trae el cliente, que influencian sus expectativas sobre la
terapia y el terapeuta. Estos sesgos son filtro de la conducta del terapeuta y les hacen confirmar
sus propias expectativas. Pensamos que la información que el cliente presenta y la que se
desarrolla en el proceso de terapia, son producto del intercambio social. A este proceso de mutua
confirmación y evolución el aprendizaje Giddens lo llamó la "doble hermenéutica de las ciencias
sociales". La definición del problema (o diagnóstico) no es un asunto del terapeuta, sino del
acuerdo comunicativo. Es decir, terapeutas y clientes participan en la creación de una definición
de problema.

El diagnóstico es sólo poco más que una conversación. Rara vez se alcanza un
consenso entre quienes participan de dicha conversación, en relación a la naturaleza del
problema. El diagnóstico se da en una conversación en constante desarrollo y cambio de
significados. Así los problemas, sus descripciones y quienes los describen están en un
constante fluir. Nuestras conversaciones son como historias en constante lucha para llegar a
acuerdo. Pueden tener infinitas revisiones y reinterpretaciones. Los problemas son como
"trozos de significados" en una "pasta" cuya consistencia cambia a través del diálogo.

16
 Definición Colaborativa del Problema.

Ya que hemos cambiado la noción acerca del conocimiento experto del terapeuta que
le permite diagnosticar la realidad de un sistema o definir un problema, hemos avanzado en
dirección hacia una detención colaborativa de problema que comienza con nuestra curiosidad
sobre; qué es lo que preocupa a la gente, a quién le preocupa, a quiénes participan en el
sistema comunicativo. Para nosotros un problema es la preocupación sobre algo o alguien por
lo que alguien está tratando de hacer algo. Un problema solo existe si existe acción
comunicativa. Un problema sólo existe si es descrito y comprendido (como problema) por
quienes participan en el sistema comunicativo de preocupación. Si no se ha lenguajeado una
preocupación entonces no hay problema.

Así comenzamos el proceso terapéutico con la definición de problema del cliente.


Queremos conocer las visiones de todos los miembros del sistema problema, considerando
cuál creen que es el problema - sus diagnósticos, hipótesis y teorías -. Al hablar, el terapeuta y
su cliente se encuentran en proceso de formación del problema sobre el cual trabajarán en la
terapia. El terapeuta no define el problema ni dirige la discusión hacia su definición del
problema. En la conversación, el terapeuta se vuelve un miembro más del sistema problema,
de este modo es igual mente activo y responsable en la co - creación de la definiciones de
problema y su remediación, como lo son los clientes.

Nuestra responsabilidad como terapeutas y monitores participantes en la conversación


terapéutica es la co-evolución de un contexto conversacional que permita el proceso de definición
del problema. Este es un proceso mutuo; el terapeuta no es “el director”. Esto es similar a la visión
del rol terapéutico de Kelly, en que el terapeuta debe guiar al cliente en su propia elaboración del
problema; éste es un paso crucial en la intención del terapeuta de entender el sistema de
construcción del cliente. Es imposible comprender a cualquier persona. Sólo podemos aspirar a
comprender qué es lo que nos dice. Para Kelly las construcciones personales están socialmente
construidas teniendo mapas que organizan el comportamiento. Nuestra visión es que estos mapas
están construidos intersubjetivamente, e incluyen al terapeuta..

Nuestras descripciones deben ser trabajables. Esto no implica la selectividad de


determinada direccionalidad o logro, sino que el proceso de elaboración de e descripciones
debe abrirse, más que cerrarse, y debe movilizarse, más que mantenerse estático. Para que las
descripciones de problemas sean trabajables deben ser entendibles y tener sentido para todos
quienes están involucrados. Las descripciones deben posibilitar la mantención del mutuo
respeto. La elaboración del problema debe ser tal que permita a todos lo participantes
intercambiar significados. Es decir, la realidad terapéutica debe crearse de modo que permita
la “seguridad psicológica” de todos. La co-evolución de significados debe ser lenta. Lo que es
trabajable para algunos terapeutas, no lo es para otros.

17
 Problemas versus Problemas:
Cuando la gente pelea, es de esperar que tengan distintas opiniones que resulten en
distintas descripciones del problema. El sistema organización - problema no implica la
existencia de algo como “un” problema; éste es sólo un consenso en torno a una definición que
refleja una patología objetivada Los problemas son eventos lingüísticos en torno a los cuales
existe un conflicto de interpretación. Esto no significa que terapeuta y cliente trabajarán por
una descripción consensual del problema, sino que se permitirán tantas descripciones como
miembros del sistema organización - problema.

Las definiciones de problemas, como la membresía a un sistema, son fluidas El


diagnóstico no es un acuerdo de lo que es el problema sin es el comienzo del contacto
terapéutico en el cual son identificados lo miembros de la familia y se comienza el diálogo en
torno a las múltiples visiones del problema. Esto se puede hacer de distintas maneras1 y no
suele requerir la presencia de todos los miembros del sistema problema en la consulta. En
muchas instancias, la conversación terapéutica tiene lugar fuera de la consulta. Estas
decisiones se toman en base a la necesidad de mantener la co-evolución de significados en la
conversación terapéutica. Cada sesión, terapeuta y cliente, van decidiendo quién necesita
entrar en conversación con quién, cuándo. Estas decisiones clínicas no están basadas en
las teorías predeterminadas de estructura social, relevantes y necesarias para entender y tratar
una "patología" ni están basadas en hipótesis predeterminadas.

Desde este punto de vista, el proceso tradicional de diagnóstico y categorización es


poco útil ya que los problemas son aquello que quienes están involucrados llaman problema.
Un problema no existe en una categoría Esto es, nuestros clientes determinan el problema, no
el terapeuta. En otras palabras, el primer paso para la definición colaborativa del problema, es
dar un espacio y aprehender la visión del cliente. Las etiquetas preasignadas crean problemas
con los que no podemos trabajar (esquizofrenia, delincuencia, etc.). No ayuda el crear
definiciones de absoluta certidumbre. El resultado de la inmovilidad lingüística es el
monólogo. La conversación monológica o la dominancia de una agregado de ideas, vuelve
imposible la co - creación de nuevos entendimientos, nuevas narraciones compartidas y el
mutuo cambio.

Es fácil deslizarse en certidumbres y monólogos que omiten ciertos puntos de vista,


arriesgando la movilidad lingüística. Por ejemplo, en nuestra experiencia, hay equipos en
terapia que vuelven la terapia un proceso cerrado (debido a sus descripciones). Los equipos
que aspiran al consenso en relación a una hipótesis y un consenso correctos, ponen en riesgo
las opciones de ellos mismos y de los demás.

Andersen y sus colegas hablan del “Equipo de Reflexión”. Este es un proceso en el que
un equipo observa desde detrás de un espejo (de una sala visión), luego compartirán sus
pensamientos con la familia y el terapeuta, como una manera de abrirse a la conversación y al
desarrollo de nuevos significados Cuando el equipo de reflexión opera, se focaliza en la
historia relatada y el desarrollo de ideas más que en la formulación diagnóstica o en hipótesis.
Durante la entrevista se cambian lugar los del equipo y los de la familia y el terapeuta. En la
conversación el equipo de reflexión comparte sus ideas con la familia y el terapeuta. Luego la
familia y el terapeuta tienen una conversación del equipo. Esto puede ocurrir varias veces en el
curso de la sesión. El equipo de reflexión y sus clientes desarrollan ideas y nuevos

18
significados. Haciendo esto, ellos están en el dominio conversacional, participando
activamente en el desarrollo de nuevas descripciones, entendimientos y narraciones. Un
equipo abierto al diálogo evita las luchas diagnósticas y maniobras de poder descritas por
Hoffman. También brinda la oportunidad de definir el problema y de convertir la terapia en un
proceso cambiante y colaborativo.

RESUMIENDO.

Hace 35 o 40 años atrás había un optimismo exagerado en relación a la terapia familiar.


En los pioneros prevalecía la visión de la terapia familiar como el cambio paradigmático que
respondería a los problemas de salud mental que enfrenta la clínica. Se consideraba que la
teoría de la terapia familiar estaba en rápido desarrollo y que sólo era cuestión de poco tiempo
la generación de un nuevo cuerpo científico y de una aplicación clínica que resolviera los
mayores cuestionamientos en el campo de la psicoterapia. Hoy en día, los terapeutas
familiares y teóricos son más cautos en relación a estas expectativas. A pesar que el optimismo
no se ha desvanecido complemente, el ánimo es más sombrío, y surgen discursos sobre la
necesidad de integración y algunos escepticismos sobre la efectividad de la terapia familiar.

Desde nuestro punto de vista, la terapia familiar basada en la teoría social Parsoniana,
tiene mayores limitaciones prácticas y teóricas. La sociología Parsoniana es un modelo teórico
orientado hacia una visión objetiva de las ciencias humanas que distingue el observador de lo
observado. Este modelo define la organización social en base a estructura y roles sociales, y así
los problemas se definen como defectos en la estructura. Nos parece útil abandonar este modelo
de la ciencia social y focalizarnos en un universo de significados y hermenéuticas. Se
desarrollan significados y entendimientos en la conversación entre individuos, en el intento de
entender a otras personas y cosas, las palabras y acciones de otros. Significado y entendimiento
son intersubjetivos. Este modelo es un cambio de la ciencia de la estructura social a la ciencia de
la semiótica. Es un cambio hacía el universo de la conversación y el diálogo.

Sería una exageración asumir que toda conducta, ciencia y psicología humana puede ser
entendida desde la conversación y el diálogo. Sin embargo, la actividad psicoterapéutica, la
“cura conversacional”, requiere que el diálogo tenga lugar en la conversación. Tal proceso debe
estar basado en la mutua comprensión respeto, una disposición para escuchar y una apertura que
indaga lo que se dice y no una patología. Esta posición descansa en la proposición que la esencia
de lo que somos y seremos, está en el diálogo. La experticia del terapeuta se define por la
capacidad de arriesgarse a la participación en un diálogo conversacional, y a cambiar. La
competencia terapéutica provee de una atmósfera donde halla la oportunidad de un intercambio
en el diálogo. Haciendo esto los clientes demuestran una experticia única en consideración a sus
vidas, sus problemas y sus realidades sociales.

Tomando esta nueva dirección, parece útil hacer una distinción de nuestro trabajo
clínico y nuestro sistema de trabajo en base a marcadores lingüísticos y comunicativos. Los
humanos son entendidos como sistemas generadores de significados, como una red fluida de
ideas interactuantes y acciones correlacionadas. Así, la unidad social con la que trabajamos en
terapia está constituida con quienes están "en el lenguaje" en torno a un problema. Tales

19
sistemas se caracterizan por una acción comunicativa más que por conceptos arbitrarios de
estructura social. Los llamamos sistemas organización problema, dis - solución problema.

Bajo esta visión, el proceso de terapia es una creación del contexto del diálogo
comunicativo. En tal el miembro de un sistema organización-problema; dis-solución-
problema se enlaza en un proceso de desarrollo de nuevos significados y entendimientos -
explorando lo no dicho-. Así, la terapia es algo más que la oportunidad de explorar nuevas
conversaciones, nuevos lenguajes y nuevas realidades; compatible con nuestras tendencias
humanas de atribuir significado a nuestra experiencia y a la de otros. Los sistemas con que
trabajamos se pueden conceptualizar como existentes en el lenguaje, y por lo tanto, los
problemas que tienen la gente existen en el lenguaje. El logro de la terapia es participar en el
proceso de desarrollo de intercambio conversacional en el cual se disuelve el sistema
organización-problema, dis-solución - problema.

Nuestro trabajo de búsqueda de un entendimiento de los sistemas humanos y de los


problemas que estos presenta, nos ha llevado a estas ideas. Ellas son ideas en desarrollo que
nos parecen plausibles. De todos modos creemos que a través del tiempo y de las
conversaciones, estas ideas también cambiarán. Nuestro optimismo original en consideración
del futuro de la terapia original ha cambiado hacia una visión más cauta, ya que la
acumulación de conocimiento integrado en la ciencia de la terapia, ha probado ser más difícil
de lo que se había anticipado

De todos modos, no podemos pensar en ninguna teoría de psicoterapia que haya sido
abandonada por la claridad de los datos observacionales y la evidencia.

TH/pgr
Septiembre de 2000

20

También podría gustarte