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Anderson Harlene y Goolishian Harold. Sistemas Humanos Como Sistemas Linguisticos
Anderson Harlene y Goolishian Harold. Sistemas Humanos Como Sistemas Linguisticos
PREMISAS
En nuestro esfuerzo por dar nuevas respuestas a dichos cuestionamientos y por crear
nuevas maneras de concebir los sistemas familiares, sus problemas y nuestra capacidad de
trabajar con ellos, hemos delineado 5 Premisas Básicas:
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sólo cuando nos involucramos en una conversación generadora de significados o en un
diálogo con un sistema de comunicación relevante. Un sistema terapéutico es un sistema
para el cual la comunicación tiene relevancia, específicamente para sí mismo.
Hemos hablado previamente sobre las ideas que subyacen al problema de sistemas
rotulados. Rotular es siempre un proceso peligroso, es un término que connota problemas fijos
e invariantes. Por el contrario, pensamos que los sistemas son fluidos (dinámicos), en
constante cambio, por lo tanto, la membresía o pertenencia a un sistema no está fijada
inamoviblemente, sino que puede cambiar al igual que la definición del problema. No
queremos sugerir que los problemas simplemente irrumpen y demandan una solución
particular, sino que es rol del terapeuta tomar parte en le proceso de creación de un lenguaje y
significados , y mantener un diálogo que permita la dis-solución del problema y la dis-
solución del sistema mismo.
A través del diálogo, los sistemas humanos desarrollan su lenguaje y confirman sus
significados. Es proceso de evolución lingüística el que produce regularidades, patrones y
predicciones que el terapeuta percibe como independientes de su descripción, y que se
convierten en un modelo para la comprensión. Un sistema de problema – organización,
problema – discusión es un constructo intelectual, así como la “familia” es una construcción.
Esta conceptualización vuelve funcional nuestro trabajo clínico, investigaciones y estudios.
Tampoco dudamos que nuestras construcciones se desarrollarán aún más.
Los sistemas, y nuestras ideas sobre éstos, son fluidas. Nuestra teoría y práctica
terapéutica son pensadas a modo de objetivos temporales y no como representaciones de una
realidad social. En terapia usamos nuestra experiencia con los sistemas, no para confirmar
nuestras teorías, sino para activar la búsqueda de maneras más funcionales de pensar, describir
y trabajar con aquellos sistemas. Las teorías y prácticas en terapia familiar son como
ideologías del comportamiento humano, más que descripciones de la conformación de la
realidad social. Dichas ideologías están sujetas a evolución y cambio a través del tiempo. La
terapia no es un proceso de confirmación de la representación de realidad de determinada
teoría psicoterapéutica; sino una conversación que tiene lugar en un lenguaje común.
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Szasz (60) propone que la teoría psicoterapéutica no es una ciencia sino “una ideología
del comportamiento humano”, un “fenómeno cultural como la religión o la filosofía”.
Nosotros podríamos concordar con esta posición y entender a todas las teorías científico –
sociales. Las teorías en ciencias sociales son ideologías inventadas en determinado momento,
por razones prácticas. Es como si la teoría social involucrara un mundo preinterpretado de
significados. Giddens llama a esto la “hermenéutica doble” de la ciencia social y el lenguaje del
loop. Las ciencias sociales y las teorías en psicoterapia no pueden ignorar las categorías prácticas
de organización utilizadas por las personas en la vida diaria.
Por otra parte, la persona asume que los conceptos de ciencias sociales y las teorías en
psicoterapia son elementos de su conducta, las teorías personales de psicoterapia y ciencias
sociales siempre están cambiando en la medida que el lenguaje va descubriendo la propia
intención social y que la propia conducta de vida va cambiando. Esto aumenta la dificultad de
predecir el comportamiento humano. Es imposible cambiar esta naturaleza de nuestras teorías
psicoterapéuticas y ciencias sociales. Ideas, teorías y prácticas siempres estarán en constante
desarrollo y cambio.
LA PRIMERA OLA
A principios de los años 50, algunos terapeutas estaban explorando nuevos caminos
clínicos, de manera simultánea pero separadas. Esta fue la época de mayor expansión de las
teorías psicodinámicas intrapsíquicas. En este contexto, los síntomas y problemas
involucraban sólo a un individuo. El clima psicológico se alcanzaba cuando se conocían los
sentimientos reprimidos asociados a un pasaje traumático de la historia del individuo. Pero
habían algunos clínicos trabajando con población esquizofrénicos y delincuentes, lo cual no
veía favorecido su cambio a partir de un prolongado tratamiento psicodinámico, estos
terapeutas respondieron con espíritu pionero y un nuevo sistema de terapia en desarrollo: la
familia. En este grupo se encontraban Ackerman, en Nueva York; Bateson, Jackson,
Weakland, Satir y Haley en Palo Alto; Bowen en Topek y Washington, Whitaker y..., etc.
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La emergencia del terreno de la terapia familiar así en característica de las ideas de
primera ola en el desarrollo de muchas nuevas ideas. Fue el trabajo de Bateson y su equipo, en
comunicación y teoría cibernética, el que dio a este nuevo campo de terapia su energía
máxima. Mucho del trabajo familiar fue mirado como infructuoso en relación a la
psicodinámica, hasta que el grupo de Palo Alto publicó su trabajo sobre Doble Vínculo en
1956. La Teoría del Doble Vínculo, basada en la interacción comunicativa, tenía la capacidad
de describir los dilemas humanos como interactuantes por naturaleza, y liberó al trabajo
familiar de los límites de la teoría individual y del lenguaje de la psicología individual. Haley
describió este cambio como un “Salto Conceptual Audaz”.
Sin duda, la Terapia Familiar ha cambiado las prácticas de Salud Mental, sin embargo,
al parecer, ha ido perdiendo su auge del comienzo. No ha avanzado mucho desde entonces
(hace 35 años). Algunos clínicos han parecido desilusionarse, Minuchin pregunta ¿Cuál es el
territorio que hemos conquistado?, Del dice que el campo de la terapia familiar está estancado.
Nos preguntamos ¿qué pasó con las nuevas ideas con este audaz sello conceptual?, ¿será la
terapia familiar el mejor mapa para el terapeuta y para entender la práctica típica?. Quizás, en
el sentido Khunniano, este concepto se encuentra en el estado de ciencia normal en desarrollo
de paradigmas sistémicos familiares. Quizás el problema es aún más serio y profundo que
esto. Tal vez el salto no fue tan grande y los nuevos conceptos no difieren mucho de la
posición teórica que presumían reemplazar.
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DOS DIRECCIONES:
UN DILEMA COMO PROPÓSITO
Esta concepción del sistema puede asemejarse a una teoría de la cebolla. Cada sistema
es como una capa (tela) de cebolla, radiada por otra capa está subordinada a la capa superior.
Cada capa somete y controla capas subordinadas con el objeto de satisfacer sus propios
requerimientos, la mantención homeostática del orden social, la estabilidad y el equilibrio. El
individuo está rodeado por la familia, la familia por el sistema extenso, el sistema por la
comunidad, y así. Esta imposición del rol social y la estructura actúa como un arnés social que
existe independiente de las personas y que provee aquel orden que la sociedad llama cultura y
civilización.
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La visión Parsoniana de los sistemas sociales implica conducta problemática, patología
o desviación en los componentes del sistema que representan inadecuaciones de rol y
estructura social. Estas deficiencias están relacionadas a procesos de socialización deficitarios,
los cuales emanan de la capa jerárquica supraordinada a la capa desviada. La deficiencia
debiera ser el resultado de una socialización deficiente que proviene de estructuras y roles
sociales desviados. Por ejemplo, conceptos como disfuncionalidad de la estructura familiar,
límites generacionales inadecuados y jerarquías organizacionales inadecuadas, son todas
extensiones de esta teoría social. Así, el objetivo del tratamiento (la unidad de acción social
con la que trabaja el terapeuta) es definido en base a estructura y roles sociales. La tarea del
terapeuta, bajo este marco, es reparar el problema social. El terapeuta utiliza un lenguaje
descriptivo, a partir del conocimiento de los sistemas sociales y sus funciones, para realizar el
diagnóstico y el tratamiento.
Esta dirección diferente del campo de terapia familiar, los sistemas se ven como
existentes sólo en el dominio de significados y de realidad lingüística intersubjetiva. En el
dominio de significados, los sistemas sociales son redes de comunicación que son distinguidas
en y por el lenguaje. Esto es, ellos se comunican entre ellos. Este dominio de significados es
referido como un dominio conversacional, lingüístico. Dominio Lingüístico o Conversacional
es el término que se utiliza para mostrar el cúmulo de interacciones lingüísticas que se da en
el diálogo y la conversación de los participantes. Al referirnos a lenguaje no nos referimos a
un foco específico de signos, estructura o estilo, sino a la mediatización del lenguaje y a los
significados contextualmente relevantes generados interactivamente en las palabras y otras
acciones comunicativas. Estos significados se desarrollan a través del proceso social dinámico
del diálogo y la conversación. Vivimos con otros, pensamos con otros, trabajamos con otros y
amamos con otros. Todo esto ocurre en el lenguaje.
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significativo con otros y compartir la realidad. “Ser en el lenguaje” es una operación dinámica
social. Wittgenstein usa este concepto de juego lingüístico para referirse a este carácter dinámico
del lenguaje. También conceptualizamos el lenguaje como una herramienta humana con usos
específicos, que no puede ser comprendida fuera del contexto en que es utilizada. “Existir en el
lenguaje” corresponde al proceso de creación social de realidades intersubjetivas que
compartimos temporalmente con otros. Se entiende que este no es modelo más adecuado para
comprender totalmente la operación humana del lenguaje que somos capaces de formar cambios
comunales de significados que constituyen la realidad intersubjetiva en que existimos.
Así, los humanos pueden ser definidos como sistemas generadores de significados,
generadores de lenguaje que se da en una continua actividad recursiva intersubjetiva. De aquí que
la conducción de significado y entendimiento, y la construcción de sistemas humanos sea un
constante proceso dinámico de creación y cambio. Esta visión de interconexión humana no cuanta
con una definición de percepción y cognición, no requiere de una representación objetiva de
realidad, sino que esta posición tiene la creencia de ver la realidad como una construcción social.
Vivimos y actuamos en un mundo que definimos a través de nuestras descripciones en el lenguaje
en interacción con otros. Es decir, vivimos y actuamos socialmente e un multiverso de mundos
descritos. Maturana y Varela postulan que toda acción humana toma lugar en el lenguaje, y que
toda acción en el lenguaje trae a la mano el mundo creado junto a otros. Así, nosotros creamos los
objetos de nuestro mundo con y a través del lenguaje. Bateson sostiene que las características
mentales de un sistema son inmanentes al sistema como totalidad. La mente (significado) no está
en la cabeza de uno sino en la interacción. El cuestiona el concepto de una realidad objetiva y la
manera en que los terapeutas dan sentido al mundo; dice que cuando observamos nos resulta más
familiar y cómodo seleccionar aquello que confirma nuestras creencias. Bateson llamó a esta
nueva manera de pensar una “ecología de la mente” o “ecología de las ideas”.
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SISTEMAS LINGUÍSTICOS Y TERAPIA
Este énfasis crea una alternativa de pensamiento en que los roles y estructura social existen en
un tipo de realidad social. Se concibe el lenguaje y la comunicación como básicos para la conducta
social. Así, la organización social es producto de la comunicación social, y no al revés. Esta es
diferente a la posición de Haley, “sólo un cambio de jerarquía puede generara un cambio en la
comunicación”. Nuestra visión es que la organización social es definida como tal en el diálogo
cambiante. Esto es semejante a lo que plantean Maturana y Varela, quienes sostienen que no hay
intercambio de información en la comunicación; por le contrario, los hombres hablan y escuchan de
acuerdo a su estructura a su estructura y no de acuerdo a la organización social en que están
embebidos. Levemente diferente es lo que plantea Braten, quien define el sistema sociocultural como
un “sistema de procesamiento de significados, con participantes interactuantes que mantienen y
transforman su identidad a través de un entendimiento más – menos compartido sobre ellos mismos y
el mundo”. Estableció que este entendimiento compartido no es subjetivo ni objetivo, sino
intersubjetivo en la generación de la complementariedad sujeto – objeto. Braden se refiere a éste como
un diálogo de entrecruzamiento de perspectivas, y advierte que puede colapsar en una perspectiva
monológica, bajo ciertas condiciones. En una mono-perspectiva, puede cesar el desarrollo de nuevos
significados, por el dominio de un set de posibles ideas que se vuelve invariante. Pero se debe ser
cuidadoso, no hay que confundir la mono-perspectiva con problemas, esto es, pensar que una mono-
perspectiva es siempre problemática. Puedo serlo, como puede ser que no lo sea.
Cuando aplicamos estos conceptos clínicamente es tener en mente que los sistemas con
que trabajamos existen sólo en nuestras descripciones. Estas descripciones, cualquiera sea la
orientación teórica de la que derivan, existen sólo en el lenguaje. Los sistemas con que
trabajamos los terapeutas son las narraciones que se desarrollan en la conversación terapéutica.
Ellos son productos de los dominios de existencia de interacción lingüística. Los sistemas no
existen en una realidad social externa, o unilateralmente determinada; los sistemas existen en
una narrativa retórica y metafórica de nuestras teorías.
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sistema social objetivo del tratamiento del tratamiento. Lenguajear en el dominio del problema
distingue al sistema, el sistema no distingue al problema. Es decir, los sistemas no hacen
problemas, pero lenguajear acerca de problemas sí hace sistemas. Un sistema organización –
problema, dis-solución – problema es un sistema social organizado en torno a asuntos que
conciernen y alarman a aquellos implicados en el sistema.
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Elaboraremos la idea de cómo sistemas humanos como sistemas de lenguaje y
significado se traduce en el sistema de terapia en nociones de terapia y cambio, rol del
terapeuta y definición del problema.
Terapia y Cambio
Gadamer (filósofo) siempre citaba una frase de Hans Lipps que establece que cualquier
relato lingüístico conlleva un “círculo de lo inexpresado”. Gadamer llama a esto “la infinitud
de lo no dicho”. Es decir, ningún relato ni palabra está completo y clero. Todo conlleva
significados no dichos y nuevas interpretaciones posibles que requieren expresión y
articulación. Esto no implica que el relato inicial sea deficiente, sino que toda acción
lingüística constituye una fuente infinita de posibles nuevas expresiones y significados. Las
características de toda conversación en que los participantes se abren a otros y aceptar sus
puntos de vista como valiosos. A través de este proceso, en el lenguaje, podemos abordar a
otros no atendiendo al individuo sino lo que él o ella está diciendo. Es la característica del
diálogo que hace y continúa los cambios.
Esta fuente de cambio "lo no dicho aún", no está en el inconsciente ni en cualquier otra
estructura psíquica. No está en la célula de la estructura biológica. está en el "círculo de lo no
expresado". Esta fuente, esta capacidad de cambio está en la habilidad que poseemos de "ser
en el lenguaje" junto a otros, desarrollando nuevos temas, nuevas narraciones y nuevas
historias. A través de este proceso, nosotros co-creamos las realidades sistémicas en torno a las
cuales reorganizamos continuamente nuestro mutuo vivir y nuestras autodescripciones. El
cambio requiere acción comunicativa, diálogo y discurso. Para la terapia, se requiere mantener
la conversación, así la lógica del contenido de un problema es explorada. Al llevar a cabo estas
exploraciopnes y emerger otras descripciones y significados que no seguirán siendo
etiquetadas como "problemas". Este es el proceso de cambio.
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La ocasión de conversación,
Las relaciones de los participantes entre ellos,
Lo que cada uno sabe de la situación y lo que se propone con respecto al otro,
Lo que los participantes esperan cumplir,
Las convenciones sociales y culturales aplicables,
Los significados propuestos por los participantes siempre están cambiando.
1. El terapeuta pesquisa los parámetros del problema que describen los clientes. Esto es
realizado de manera que amplíe las opciones de nuevos significados. Estos nuevos
significados deben respetar a todos los miembros del sistema organización-problema,
incluido el terapeuta. Para el final el terapeuta se sitúa en el entendimiento del momento para
aliviar suavemente los parámetros. Como lo indicó Bateson hacer lugar a lo familiar,
posibilita hacer lugar a lo nuevo.
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3. El terapeuta elige un lenguaje cooperativo más que no cooperativo. El terapeuta toma con
seriedad todo lo que se le diga, sea esto asombroso, trivial o peculiar. El cuestionamiento
debe demostrar respeto y no enjuiciamiento de lo que se dice. Esto realza la movilidad
lingüística, y moviliza la terapia hacia una conversación colaborativa (más que hacia una
confrontación, polarización, competitividad e inmovilidad).
4. El terapeuta aprende, entiende y conversa el lenguaje del cliente; ya que ese lenguaje es la metáfora
de las experiencias del cliente. El lenguaje, las palabras y los significados del cliente, son lo que
está ocurriendo en su vida. Es esencial, que en la conversación, el terapeuta vaya desarrollando un
entendimiento a través de la metáfora de experiencia del cliente.
5. El terapeuta es un auditor respetuoso que no entiende muy rápido (si entiende). Mientras
más rápido entienda el terapeuta al cliente, tiene menos oportunidades de interactuar y más
posibilidades de equivocarse. Se corre el riesgo de bloquear el desarrollo de nuevos
significados (nuevas narraciones) para el cliente y el terapeuta.
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Creemos que estos elementos, combinados con los elementos de la conversación
cotidiana van a confluir en el desarrollo de conversaciones terapéuticas. Una conversación
terapéutica es una conversación abierta que se focaliza en dirección del desarrollo de nuevos
entendimientos del problema. La terapia y la conversación terapéutica requieren la mantención
de una conversación de modo que la lógica de contenido del sistema-problema sea explorada a
través de las preguntas. En esta exploración surgirán nuevos significados y descripciones que
ya no serán etiquetadas como "problema" En otras palabras, el proceso terapéutico es
elaborado en y permanece en la conversación hasta que el problema desaparece. Esto no es
que el problema sea elaborado y "arreglado (solucionado)" en la terapia, sino que el problema
adquiere nuevos significados, interpretaciones y entendimientos en el lenguaje y la
conversación La conversación terapéutica no es el proceso de encontrar soluciones. No se
encuentran soluciones; "el problema es dis-suelto". La terapia y las conversaciones
terapéuticas son procesos en los que el lenguaje y significado cambiante de la definición del
problema produce la dis-solución del problema y la dis-solución del sistema organización - -
problema.
Desde esta perspectiva, la posición y la experticia del terapeuta abarca dos elementos:
(a) el terapeuta es un Observador Participante y (b) el terapeuta es un Participante-Monitor de
la conversación.
a) Observador Participante.
El sistema problema es considerado como un tipo de sistema observante y los
miembros son conceptualizados como observadores participantes. Así, el terapeuta es un
miembro del sistema problema y, como observador participante, se encuentra en una posición
igualitaria con los otros miembros. Como observador participante, el terapeuta no es
considerado como un "meta"- observador del sistema en tratamiento. Este se convierte en un
miembro más del sistema problema; esta posición se forma a partir de la primera
conversación, con cualquier persona del sistema, sobre el problema. Esta posición terapéutica
es colaborativa; es de modestia y respeto en torno a las personas y sus ideas. El terapeuta
"está ahí" como aprendiz, cooperando, entendiendo y trabajando con el sistema de significados
de los clientes. Las ideas del cliente, sus historias y narraciones son las únicas herramientas
con que contamos para mantenernos abiertos (tanto nosotros como los clientes) y flexibles,
para el desarrollo de nuevos significados y entendimientos. Esta posición terapéutica moviliza
la terapia hacia un proceso en el cual todos los participantes, incluyendo el terapeuta, pueden
abrirse al cambio, y en el cual no se desafía la integridad de ninguno.
En este marco, el terapeuta no entra con una estructura de mapa de la teoría social con
consideración de una naturaleza humana y dificultades humanas, un mapa en el cual hacer
calzar los datos clínicos y al cliente. En lugar de ello, terapeuta y cliente crean juntos los
mapas - la realidad terapéutica. Desde el contacto inicial y a través de toda la relación
terapéutica, terapeuta y cliente se enlazan colaborativamente en la creación de descripciones e
historias. Las conversaciones terapéuticas (mas que la vida en sí misma> son la oportunidad
de desarrollar y explorar nuevas descripciones, temas y argumentos en torno a los cuales nos
organizamos junto a otros.
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Desde otro punto de vista, utilizando la metáfora del espejo de Rorty, el terapeuta no es
simplemente un espejo que refleja representaciones más precisas de la realidad para el
beneficio de los clientes. La terapia no es un proceso de "espejamiento" a través del cual el
terapeuta inspecciona repara y pule defectos del espejo del modo tal que el cliente obtenga una
representación más precisa del universo psicológico "real".
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involucrarse uno mismo en la co-evolución de significados y entendimientos. Esto implica una
apertura a la razón, la lógica y la validación de ideología, valores y visiones del cliente, y la
disposición de negociar la validación de nosotros mismos.
A partir del cambio desde la estructura social hacia dominio lingüístico (como modo de
entender los problemas), removemos la noción de objetividad empírica y de lenguaje
representacional. Sin embargo no es fácil dejar de pensar que hay una realidad allá afuera1 que
hay datos esperando por ser descubiertos. También es difícil asumir que las palabras no reflejan
la realidad. Por ejemplo, Golam discute que los continuos cambios del constructivismo (posición
relativista) alejan a la teoría familiar, demasiado rápido, de la estructura familiar. Algunas de
estas preocupaciones parecen ser miedos al nihilismo. ¿Cómo sabemos qué hacer si olvidamos
ahora nuestra posición empírica y cuestionamos nuestro proceso de diagnóstico familiar?. No
podemos escapar del hecho que nuestras conclusiones diagnósticas están basadas en
categorizaciones universales de problemas y estructuras relacionadas con ellos. Esa parece no
ser una adecuada descripción para trabajar con sistemas definidos en el constante cambio del
lenguaje, entendimientos y significados. Nosotros sostenemos que cada visión, cada descripción
cada entendimiento y cada tratamiento es único para cada una de las realidades en que
participamos. Estas realidades siempre están fluyendo, nunca se mantienen igual.
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Bateson fue uno de los primeros en desafiar las nociones de objetividad y dualismo en
el campo de la terapia familiar. Otros científicos, fuera del campo de la teoría familiar
también cuestionaron la objetividad de las descripciones y el dualismo. Gergen dio un ejemplo
fascinante del dilema de, lo que él llamó identificación comportamental (diagnóstico)
diciendo: “si yo veo que en una reunión social mi amiga Ross le toca el pelo a mi amiga
Laura, ¿qué es lo que veo precisamente?” Se llevó a cabo una discusión sobre información
retrospectiva y contextual, llevando a los lectores de la situación a hacer tres posiciones: (a) la
identificación de cualquier acción o accionar está sujeta a revisión infinita; (b) el pilar de
cualquier identificación descansa en una red interdependiente de interpretaciones
continuamente modificables; (c) cualquier acción está sujeta a múltiples interpretaciones, es
relativa la superioridad de cual es problemática. Jones agrega que siempre encontramos lo
que esperamos en nuestra indagación psicológica, y discute que esta auto-confirmación es
resultado, de un proceso de información selectivo, resultado de nuestras expectativas que nos
hacen actuar de manera de confirmar nuestras teorías.
Muchos terapeutas concuerdan que sus propios valores y sesgos influencian lo que ven y
su proceso de selección de información. Sin embargo, pocos admitirían que sus expectativas
(descripciones teóricas) determinan la conducta del cliente y toda la información supuestamente
descubierta como terapeutas. Como terapeutas, nuestra tendencia es pasar por alto nuestra
participación activa en la conducta confirmatoria de hipótesis y diagnóstico. Igualmente
importantes son los valores y sesgos que trae el cliente, que influencian sus expectativas sobre la
terapia y el terapeuta. Estos sesgos son filtro de la conducta del terapeuta y les hacen confirmar
sus propias expectativas. Pensamos que la información que el cliente presenta y la que se
desarrolla en el proceso de terapia, son producto del intercambio social. A este proceso de mutua
confirmación y evolución el aprendizaje Giddens lo llamó la "doble hermenéutica de las ciencias
sociales". La definición del problema (o diagnóstico) no es un asunto del terapeuta, sino del
acuerdo comunicativo. Es decir, terapeutas y clientes participan en la creación de una definición
de problema.
El diagnóstico es sólo poco más que una conversación. Rara vez se alcanza un
consenso entre quienes participan de dicha conversación, en relación a la naturaleza del
problema. El diagnóstico se da en una conversación en constante desarrollo y cambio de
significados. Así los problemas, sus descripciones y quienes los describen están en un
constante fluir. Nuestras conversaciones son como historias en constante lucha para llegar a
acuerdo. Pueden tener infinitas revisiones y reinterpretaciones. Los problemas son como
"trozos de significados" en una "pasta" cuya consistencia cambia a través del diálogo.
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Definición Colaborativa del Problema.
Ya que hemos cambiado la noción acerca del conocimiento experto del terapeuta que
le permite diagnosticar la realidad de un sistema o definir un problema, hemos avanzado en
dirección hacia una detención colaborativa de problema que comienza con nuestra curiosidad
sobre; qué es lo que preocupa a la gente, a quién le preocupa, a quiénes participan en el
sistema comunicativo. Para nosotros un problema es la preocupación sobre algo o alguien por
lo que alguien está tratando de hacer algo. Un problema solo existe si existe acción
comunicativa. Un problema sólo existe si es descrito y comprendido (como problema) por
quienes participan en el sistema comunicativo de preocupación. Si no se ha lenguajeado una
preocupación entonces no hay problema.
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Problemas versus Problemas:
Cuando la gente pelea, es de esperar que tengan distintas opiniones que resulten en
distintas descripciones del problema. El sistema organización - problema no implica la
existencia de algo como “un” problema; éste es sólo un consenso en torno a una definición que
refleja una patología objetivada Los problemas son eventos lingüísticos en torno a los cuales
existe un conflicto de interpretación. Esto no significa que terapeuta y cliente trabajarán por
una descripción consensual del problema, sino que se permitirán tantas descripciones como
miembros del sistema organización - problema.
Andersen y sus colegas hablan del “Equipo de Reflexión”. Este es un proceso en el que
un equipo observa desde detrás de un espejo (de una sala visión), luego compartirán sus
pensamientos con la familia y el terapeuta, como una manera de abrirse a la conversación y al
desarrollo de nuevos significados Cuando el equipo de reflexión opera, se focaliza en la
historia relatada y el desarrollo de ideas más que en la formulación diagnóstica o en hipótesis.
Durante la entrevista se cambian lugar los del equipo y los de la familia y el terapeuta. En la
conversación el equipo de reflexión comparte sus ideas con la familia y el terapeuta. Luego la
familia y el terapeuta tienen una conversación del equipo. Esto puede ocurrir varias veces en el
curso de la sesión. El equipo de reflexión y sus clientes desarrollan ideas y nuevos
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significados. Haciendo esto, ellos están en el dominio conversacional, participando
activamente en el desarrollo de nuevas descripciones, entendimientos y narraciones. Un
equipo abierto al diálogo evita las luchas diagnósticas y maniobras de poder descritas por
Hoffman. También brinda la oportunidad de definir el problema y de convertir la terapia en un
proceso cambiante y colaborativo.
RESUMIENDO.
Desde nuestro punto de vista, la terapia familiar basada en la teoría social Parsoniana,
tiene mayores limitaciones prácticas y teóricas. La sociología Parsoniana es un modelo teórico
orientado hacia una visión objetiva de las ciencias humanas que distingue el observador de lo
observado. Este modelo define la organización social en base a estructura y roles sociales, y así
los problemas se definen como defectos en la estructura. Nos parece útil abandonar este modelo
de la ciencia social y focalizarnos en un universo de significados y hermenéuticas. Se
desarrollan significados y entendimientos en la conversación entre individuos, en el intento de
entender a otras personas y cosas, las palabras y acciones de otros. Significado y entendimiento
son intersubjetivos. Este modelo es un cambio de la ciencia de la estructura social a la ciencia de
la semiótica. Es un cambio hacía el universo de la conversación y el diálogo.
Sería una exageración asumir que toda conducta, ciencia y psicología humana puede ser
entendida desde la conversación y el diálogo. Sin embargo, la actividad psicoterapéutica, la
“cura conversacional”, requiere que el diálogo tenga lugar en la conversación. Tal proceso debe
estar basado en la mutua comprensión respeto, una disposición para escuchar y una apertura que
indaga lo que se dice y no una patología. Esta posición descansa en la proposición que la esencia
de lo que somos y seremos, está en el diálogo. La experticia del terapeuta se define por la
capacidad de arriesgarse a la participación en un diálogo conversacional, y a cambiar. La
competencia terapéutica provee de una atmósfera donde halla la oportunidad de un intercambio
en el diálogo. Haciendo esto los clientes demuestran una experticia única en consideración a sus
vidas, sus problemas y sus realidades sociales.
Tomando esta nueva dirección, parece útil hacer una distinción de nuestro trabajo
clínico y nuestro sistema de trabajo en base a marcadores lingüísticos y comunicativos. Los
humanos son entendidos como sistemas generadores de significados, como una red fluida de
ideas interactuantes y acciones correlacionadas. Así, la unidad social con la que trabajamos en
terapia está constituida con quienes están "en el lenguaje" en torno a un problema. Tales
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sistemas se caracterizan por una acción comunicativa más que por conceptos arbitrarios de
estructura social. Los llamamos sistemas organización problema, dis - solución problema.
Bajo esta visión, el proceso de terapia es una creación del contexto del diálogo
comunicativo. En tal el miembro de un sistema organización-problema; dis-solución-
problema se enlaza en un proceso de desarrollo de nuevos significados y entendimientos -
explorando lo no dicho-. Así, la terapia es algo más que la oportunidad de explorar nuevas
conversaciones, nuevos lenguajes y nuevas realidades; compatible con nuestras tendencias
humanas de atribuir significado a nuestra experiencia y a la de otros. Los sistemas con que
trabajamos se pueden conceptualizar como existentes en el lenguaje, y por lo tanto, los
problemas que tienen la gente existen en el lenguaje. El logro de la terapia es participar en el
proceso de desarrollo de intercambio conversacional en el cual se disuelve el sistema
organización-problema, dis-solución - problema.
De todos modos, no podemos pensar en ninguna teoría de psicoterapia que haya sido
abandonada por la claridad de los datos observacionales y la evidencia.
TH/pgr
Septiembre de 2000
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