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Foto grande a la izquierda: la diferencia
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Conviértete en un jardinero de moda
continuo o alterno?
Estamos experimentando curiosas contradicciones
en nuestras ciudades, donde los gorriones
prácticamente han desaparecido, mientras
que las abejas se encuentran mejor allí que en
el campo, aturdidas con dosis masivas de
pesticidas y fertilizantes sintéticos.
Allí, como dicen los defensores de la
agricultura sostenible, “ya no es amor en
la pradera, es muerte en la pradera”. Pero
aunque quizás utilicemos menos pesticidas y
fertilizantes en nuestros jardines que en la
agricultura intensiva, sigue siendo demasiado.
Y sin haber sido formado, es más. Lógicamente,
las acciones de comunicación intentan, cada
vez más a menudo, convencernos de adoptar
métodos menos perjudiciales para el medio
ambiente: es el gran retorno del péndulo
después de demasiados años de excesos,
y está a la altura de nuestros miedos.
Sin embargo, hay una condición. Es que,
como el Cándido de Voltaire, debemos cultivarnos
antes de cultivar,
En casa
investigación, porque cualquiera que aún no
tenga habilidad para la jardinería corre el
riesgo de ser... desarraigado a medida que
abundan diferentes enfoques y soluciones.
Desde el cultivo “razonado” hasta la
biodinámica inspirada en Rudolph Steiner,
pasando por las mariquitas antiáfidos, ¡hay de todo!
Incluyendo, en las secciones fito, productos
etiquetados (en Francia) “Empleo
en la cosecha entre plantas de papa con
(izquierda) influencia de una pirámide
de metal y sin (derecha).
Fotografías tomadas de los sitios de
Yannick Van Doorne (recuadro, debajo
de un girasol gigante).
Hoy en día, el jardín
ya no es sólo un lugar para
que los habitantes de la
ciudad entren en
contacto con la
naturaleza, sino que también
puede proporcionar
alimento. Puedes cultivar
frutas y verduras en el suelo
o en un balcón. La primavera
es un buen momento para
probarlo. ¿Por qué no con un
método futurista pero muy antiguo: la el
Authorized in the Garden”, algunos de
los cuales contienen glifosato o Lambda
Cyalothrin, un disruptor endocrino comprobado.
De hecho, tenemos un poco de miedo de
perdernos en una jungla como la de la agricultura
ecológica, donde el mapa dista mucho de ser
el territorio. Los productores honestos son
culpados por los margoulins con narices postizas
repintadas de verde, que están mejor equipados
que ellos en materia de marketing.
Cultivar sin abono ni pala
Cultivar, hacer jardinería, debería ser ante
todo una vuelta al pudor ­no creer que
vamos a dar lecciones a la observación ­¿por
y no allí?­ qué esta naturaleza ­crece bien aquí
y luego a la reflexión. Los fertilizantes añadidos
para “aumentar” la productividad sólo fertilizan
las plantas, no el suelo, que acaba agotando.
Siempre hay que añadir más, a riesgo de los
mantos freáticos y la salud. Los agricultores y
jardineros del pasado hacían las cosas de
manera diferente. Para
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Para ellos, como para sus sucesores, el suelo
es en sí mismo un organismo vivo, rico en miles
de millones de bacterias y vida subterránea,
incluidas las lombrices que favorecen los
intercambios iónicos y la transferencia de
nutrientes en su interior, y no un simple
sustrato que debe enriquecerse artificialmente.
Así siguen trabajando los jardineros de
permacultura de las Fraternités Ouvrières de
Mouscron, con resultados sorprendentes
mencionados en el número 573 de la
revista Wolvendael*: un huerto de 1.800 m2
con 5.000 plantas, frutas y verduras, sin un
gramo de fertilizante químico , ¡o incluso una
pala! “No debemos cavar ni enterrar los
desechos en la tierra”, advirtió Josine Cardón, una
de sus responsables. “Al final, cavar hace que
la tierra sea más compacta. Los residuos
enterrados no son absorbidos adecuadamente
por los microorganismos, que distribuyen
mal los alimentos al
plantas. Supo cortar y destruir las malas hierbas
que invaden los cultivos y dejan residuos en la
superficie, que serán eliminados en dos
semanas”.
El huerto de los faraones
Probablemente no siempre tengamos el
tiempo o la paciencia, por no hablar de la
inteligencia, para hacer como ellos.
Pero hay otras técnicas olvidadas, que parecen
dar resultados espectaculares mediante
métodos igual de naturales, pero aún más
sorprendentes. Electrocultura, por
ejemplo. Probablemente nunca hayas oído
hablar de él y, sin embargo, se practica
desde el siglo XVIII.
siglo y tal vez incluso mucho antes, en el
antiguo Egipto. En pocas palabras, la
electrocultura aprovecha el magnetismo y las
corrientes eléctricas naturales para acelerar el
crecimiento de las plantas, fortalecerlas y
darles mejor calidad. ¿Como funciona? Vuelta
hacia atrás.
A lo largo del tiempo, la gente
obviamente ha notado que las plantas y
los árboles crecían mejor en ciertos lugares,
con mejores cosechas.
Pero la naturaleza del suelo, la exposición y
las condiciones climáticas no lo explican todo.
Algunos tuvieron la intuición, comprobada
por la práctica, de que otros fenómenos
entraban en juego y entre ellos, el magnetismo
terrestre, las corrientes telúricas y las ondas
cósmicas. En el siglo XVIII, con Franklin y
Galvani, cuando los hombres se apasionaron
por la electricidad, las tormentas, el poder de
las púas para atraer los rayos, ya habíamos
establecido la conexión con este fenómeno
bien conocido por la sabiduría campesina:
las lluvias y las tormentas parecen acelerar
el crecimiento de las plantas.
¿Podrían los árboles altos ser una especie de
antena que canalice estas virtudes hacia el
suelo?
Los fertilizantes han
enterrado la electrocultura libre
Durante casi dos siglos,
Una “antena
Lakhovsky”: un simple
bucle de alambre de
cobre (aquí plastificado),
en circuito abierto,
alrededor de una planta,
puede acelerar su
crecimiento. A la
derecha, fotos pequeñas:
una zanahoria en
electrocultivo puede pesar diez veces más que otra.
Los investigadores han llevado a cabo experimentos
exhaustivos en esta zona, con resultados
suficientemente concluyentes para que los
agricultores utilicen estas técnicas con
éxito, prácticamente sin añadir fertilizantes.
Así, en Francia, a principios del siglo XIX, el
hermano Paulin, antiguo director de la
escuela agrícola de Beauvais, utilizó un
mástil de antena electromagnética para
fertilizar el suelo. El mástil capturó la
electricidad atmosférica. Llamado
electrovegetómetro (¡un nombre que es
mejor olvidar!), estaba conectado a cables
enterrados en el suelo. Una docena de
mástiles podrían fertilizar una hectárea.
Otro investigador francés, Justin Christofleau,
produjo varios sistemas utilizando campos
magnéticos antes de la Segunda Guerra
Mundial y los exportó a Nueva Zelanda,
Australia, China y África. En su momento,
estas técnicas se consideraron vanguardistas y
verdaderamente prometedoras. Les enseñaron.
Lo que no impidió que fueran... literalmente
enterrados unos años después. “Un funeral
que coincidió en Europa y Estados Unidos con el
auge de la industria de los fertilizantes
químicos tras la Primera Guerra Mundial.
Pero en otros lugares, como en Cuba,
estas técnicas todavía se utilizan”, subraya
Yannick Van Doorne, un ingeniero
agrónomo que hoy se dedica a promover esta
electrocultura borrada de la memoria. Belga
afincado en Francia, Yannick viaja por Europa
y el mundo para dar conferencias sobre
electrocultura, magnetocultura, agricultura 73
cosmotelúrica y también sobre la influencia
de las ondas sonoras, como la música, en
las plantas. Hace tiempo que está convencido,
como cada vez más científicos hoy en día, de que
las plantas son seres inteligentes, y mucho
más de lo que imaginamos. “El hombre debe
redescubrir absolutamente el significado original
de la palabra “cultura”: cultivar es honrar el
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apogia vegetal. Esto es lo contrario de lo que
hemos hecho, explotarlo llevando la
productividad al exceso hasta que la tierra,
agotada, se vuelve estéril.
Si volvemos a otra actitud, la tierra vuelve a
la vida y puede incluso dar cosechas cada
vez más abundantes, sin recurrir a ningún
fertilizante”. ¡Gran promesa! Nuestra mente,
condicionada desde hace varias
generaciones a no discutir la superioridad
de todo lo químico y de todo lo mecanizado,
tiene dificultades para aceptar una concepción
según la cual la Tierra sería cada vez más
generosa, con rendimientos mínimos del 30%
y más garantizados. ¿Cómo puede un simple
bucle de alambre de cobre alrededor de un
trozo de lechuga aumentar tanto su
74
crecimiento? Una planta de patatas que
produce de 40 a 80 patatas de tamaño
mediano frente a las 5 a 10 en condiciones
normales, ¿magia?
No: el récord sería 137 patatas medianas y
grandes en una planta, debajo de una pirámide
hecha de tubos de cobre. Aclaración: “no es
necesaria ninguna fuente externa de corriente, por
débil que sea”, subraya Yannick.
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En casa
“La electricidad natural es beneficiosa para la
vida, la electricidad que producimos no lo es,
incluso si nuestros dispositivos no ven la
diferencia. Es un poco lo mismo que con el
agua: si pones un pez en agua producida
combinando hidrógeno y oxígeno, morirá
rápidamente. Si el agua es natural, los peces
vivirán. Y, sin embargo, la fórmula química
de estas aguas es idéntica”.
Probarlo, en tu balcón, en tu
jardín, no cuesta nada
Buscamos, es cierto, el hilo conductor. Sin
duda, varios efectos diferentes actúan al mismo
tiempo. Fotos de apoyo, Yannick tiene
resultados espectaculares en sus diferentes
sitios web (**) y está claro que no cuesta
nada intentarlo: un tubo de cobre o una
plancha de hormigón, algunos trozos de alambre
e imanes se desgastan, los esquemas están
disponibles. Además, él mismo produce kits de
electrocultivo para usos tan diversos como el
huerto o el campo. Utilizan diversas técnicas,
cables enterrados, antenas recubiertas de cera
de abejas, imanes, pirámides hechas de tubos
de cobre también.
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¡Más genial que
eso no existe! Hoja
pequeña, grandes
efectos en la
versión de electrocultivo.
Los precios oscilan entre unos veinte euros y
más o menos 3.000 euros por hectárea.
“Pero en la horticultura, una hectárea puede
generar una facturación anual de 100.000 euros:
la inversión es sólo del 3% y dura años”.
Entonces, si estas técnicas son tan rentables,
¿por qué tan pocas personas... son conscientes?
Yannick Van Doorne tiene una respuesta
muy sencilla, que ya hemos escuchado a
menudo: “Algo que funciona, pero que es
gratuito, que no podemos patentar, que no
podemos vender, ¿a quién le interesa?”
Steve Polo
(*) El huerto de permacultura de Gilbert y Josine
Cardon está en el 58, rue Charles Quint en 7700
Mouscron. Semejante. 056 33 38 70.
(**) Yannick Van Doorne (Tél. 0033 688 08 68 94)
ha creado varios sitios web que a veces te
profundizan en conceptos de energía libre, etc.
Sobre su terreno más sólido, la electrocultura,
consultar:
www.magnetoculture.com
www.electroculturevandoorne.com
www.electroculturaymagnetocultura.com
www.agriculturacosmotellurique.org
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