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El desacuerdo de una gran parte de nuestro país nos recuerda el claro reflejo del
miedo y la preocupación de una sociedad que se encuentra entre la duda de si
entregar una medida penal, que busca consigo que quien cometa un delito de esta
índole vuelva de cierta forma a la libertad de manera gradualmente y que con esto
pueda volver a cometer un delito. Por otro lado, sea la ventana para que el mismo
deje de significar un gasto para el gobierno en materia de manutención y del mismo
modo ayudar a que los índices de hacinamiento disminuyan en las cárceles de
nuestro país.
De hecho, El Código Penal Colombiano es claro en mantener un régimen legal para
darle a una persona la prisión en su domicilio y no afirma en ningún momento que
un asesino deba estar en su casa porque en las cárceles no hay espacio.
"La prisión domiciliaria como sustitutiva de la prisión consistirá en la privación de
la libertad en el lugar de residencia o morada del condenado o en el lugar que el Juez
determine."
(Artículo 38 del código penal colombiano)
Para citar algunas de las condiciones necesarias, el arresto domiciliario se emplea en
situaciones singulares en las que el condenado no puede o no debe ingresar en
prisión. Pero no obstante esto en gran medida no ha tenido mucha rigurosidad en
cuanto a la práctica ya que hasta el día de hoy han sido incontables las veces en las
que los reclusos que no cumplen con la mayoría de requisitos para acceder a este
beneficio se encuentran en condición de casa por cárcel; esto además de la elevada
tasa de reincidencia en delitos o la gran cantidad de violaciones a la medida incluso
saliendo del área de su casa quitándose la tobillera de rastreo, lo anterior según el
instituto nacional penal y carcelario INPEC.