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A lo largo del siglo XX tuvo lugar una polémica en torno a la épica medieval, un género
literario propio de la Edad Media. Con mayor o menor grado de virulencia, los
desacuerdos giraron fundamentalmente en torno a dos problemáticas muy concretas:
Estos son lineamientos generales, una base para comprender estas dos posturas que a
lo largo del siglo XX van a ir encontrando reformulaciones. No reemplazan la bibliografía
obligatoria sobre el tema.
En 1896, con solo 24 años, reconstruye el Cantar de los Infantes de Lara a partir de la
Versión amplificada de la Estoria de España de 1289. Esto provocó una verdadera
revolución en el campo del medievalismo aunque solo en 1909 logró desarrollar y
presentar en una serie de conferencias en París una teoría consistente acerca de los
orígenes y evolución de la épica, el neotradicionalismo.
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El gran contendiente de Menéndez Pidal fue Joseph Bédier, uno de los grandes
medievalistas franceses de principios de siglo XX. Precisamente entre 1908 y 1913
publica cuatro volúmenes en los que contesta punto por punto a cada una de las
hipótesis pidalinas. Para Bédier cada poema es la obra de un individuo (de allí que los
neotradicionalistas llamen individualistas a esta corriente que en rigor no se asume
como tal) y lo tenemos en la forma en que fue compuesto y la épica no es una excepción.
Los errores que encontramos en los textos medievales son simplemente producto de la
tradición manuscrita.
La polémica entre estas dos corrientes se sitúa en la primera mitad del siglo XX
y en la segunda mitad será continuada por los discípulos y “herederos
intelectuales” de ambos. Las teorías de Menéndez Pidal se retomaron
fundamentalmente en EE.UU. a partir de los trabajos de estudiosos formados en
el oralismo, como Samuel Armistead y Thomas Montgomery, entre otros. Los
continuadores de Bédier no fueron los investigadores franceses sino
investigadores ingleses como Peter Russell (agente de los servicios de
inteligencia británicos), Ian Michael y Colin Smith. Entre éstos la polémica se
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acrecienta, se pone mucho más dura.
Con respecto a la autoría de la poesía épica en general, Menéndez Pidal acuña la figura
del autor-legión: una serie de juglares actuando en la composición del poema en
diferentes momentos a lo largo del tiempo.
Para empezar a hablar de
Y en relación con esta idea del autor-legión está el individualidad o conciencia
concepto pidalino de tradicionalidad: los agentes que autoral y todavía con reparos
participan en la creación del cantar en sus distintas fases tendremos que esperar al
de composición no actúan con conciencia de siglo XIV y los textos de Don
individualidad sino como parte de una tradición. No hay Juan Manuel. Podrán ir
propiedad sobre lo que se compone porque se trata de un siguiendo este derrotero a lo
trabajo colectivo de varias generaciones. largo de la cursada.
Por el contrario, el individualismo basa sus teorías en el positivismo de fines de siglo XIX
que en las llamadas ciencias humanas se caracteriza por la búsqueda de respaldo
documental.
Bédier llega a la conclusión de que la épica no es sólo escrita, sino que es obra de clérigos
y tiene un fin propagandístico. Según Bédier, la poesía épica era producida por la Iglesia
para atraer peregrinos a determinados centros eclesiásticos en donde se suponía,
legendariamente, estaban enterrados los héroes de los cantares de gesta.
Neotradicionalismo Neoindividualismo
El oralismo
Ese relato comienza a difundirse muy pegado a los acontecimientos que está narrando.
Es por ello que el neotradicionalismo atribuye a los cantares una función noticiera
difundiendo la historia de estos héroes del modo más amplio posible. Todos estos pasos
eran cumplidos oralmente y por juglares.
recitar un cantar de más de 4.000 versos de gran calidad estética. Del mismo modo, la
oralidad no permitiría una transmisión estable.
Milman Parry y su ayudante Albert B. Lord lograron sentar las bases de una teoría oral
para el origen de la epopeya antigua. Entre 1933 y 1935 llevaron a cabo un extenso
trabajo de campo en comunidades en Croacia, Serbia y Bosnia. Allí encuentran y
registran cantores iletrados (guslaris) capaces de
componer y memorizar canciones de gran En 1935, apenas realizado este 6
estudio, Parry se disparó
extensión y complejidad sobre temas tradicionales.
accidentalmente con un arma
Componían extensos poemas narrativos a partir de de fuego en Los Ángeles y
recursos de la oralidad y la memoria (ver Walter falleció a la edad de 33 años.
Ong).
En 1960, Lord publica The Singer of Tales y da a conocer las conclusiones de ese trabajo
de campo.
Sin embargo, Menéndez Pidal, a quien estos recursos favorecían enormemente, plantea
algunas diferencias, en particular, acerca de los agentes que transmiten los poemas, los
cantores yugoslavos y los juglares medievales porque la memoria y las técnicas
mnemotécnicas debieron estar mucho más desarrolladas en los juglares y el
componente de improvisación era mucho menor. El juglar podía ser más fiel a la obra
que le había sido transmitida (ver Faulhaber).
Y este es en concreto nuestro punto de interés. Menéndez Pidal le asigna una función
historiográfica (en un origen noticiera) a los cantares de gesta. El Neotradicionalismo
considera la épica como una suerte de historiografía popular.
Unas palabras más respecto al origen y autoría del Poema. Con el correr de los años y
las generaciones y reduciendo un tano la cuestión, la crítica ofrece dos figuras posibles
de autor (de acuerdo a cada perspectiva teórica, desde luego):
1) Un autor culto que actúa como creador literario, con criterio poético, que
escribe él mismo o le dicta a un copista
2) Un copista que traslada el texto de otro códice y en este caso puede ser fiel o
actuar como refundador
3) Un copista que toma el texto de un dictator, alguien que recitaba, en este caso
un juglar; con todos los problemas que plantea el paso de una composición oral
a la escritura.
Éstas serían las posiciones con respecto a la composición del Cantar que algunos críticos
estiman que son incompatibles.
En 1985 el filólogo argentino Germán Orduna intentó salir del laberinto por arriba
proponiendo distintas etapas en las que el Poema se habría diseminado en la península:
una etapa de tradicionalidad oral y una segunda etapa de tradicionalidad escrita (Ver
“El texto del Poema de mio Cid ante el proceso de tradicionalidad oral y tradicionalidad
escrita”).
En este artículo va a trabajar con dos conceptos encontrados: la puesta en obra artística
de un poema oral latente (que toma de Pierre Le Gentil) y el de puesta por escrito de
un poema oral (que toma de Samuel Armistead).
Y aquí hay problema relativo a los agentes de transmisión, los copistas, que también
podemos observar en el proceso de prosificación de los cantares de gesta:
1) La puesta por escrito del Poema, ¿es simplemente un pasaje de un registro a otro
(objetividad, invariabilidad) o implica una puesta en obra artística?
2) Y en cuanto a las crónicas, esta transposición, ¿corresponde a distintas etapas de
transmisión oral del Poema (y por lo tanto a distintas versiones) o los cambios y
variantes que encontramos en las crónicas son responsabilidad de los copistas 8
de cada crónica?
Orduna sostiene que en el texto conservado del Poema de mio Cid confluyen tradición
oral y tradición escrita y que ambas tradicionalidades tienen que ser pensadas en
coexistencia en el proceso de creación y transmisión. El Códice de Vivar nos transmite
una y solo una de las instancias
en las que habría transitado el “Al transmitirse el poema por escrito se producen dos
Poema a lo largo del tiempo. actitudes opuestas que fueron señaladas por
Menéndez Pidal: 1) en el transmisor sin iniciativa, una
mayor fidelidad al texto escrito; 2) en el transmisor
Ahora bien, en esta instancia
más original, la gran extensión del poema y el
específica (en la foto de esta
conocimiento de procedimientos de la tradición épica
extensísima película) confluyen promueven el deseo de retocar y refundir el texto”.
ambas tradicionalidades aunque Germán Orduna
en distintas proporciones: por un
lado, la unidad y la sólida estructura, así como el tratamiento de ciertos episodios sólo
es posible a través del proceso de “puesta en obra artística”, es decir, de una refundición
propia de tradicionalidad escrita; por otra parte, el uso de fórmulas y epítetos así como
el uso de rimas en monosílabo como son, nos, non, vos, Dios (que un clérigo letrado se
cuidaría bien de evitar) son huellas inconfundibles de una circulación oral del Poema en
el marco de una tradicionalidad oral.
La propuesta de Orduna es más que pertinente no solo para encauzar el debate entre
Neotradicionalistas y Neoindividualistas hacia nuevos enfoques y problemáticas sobre
estos textos sino también para comprender las circunstancias materiales en las que una
fuente oral difundió la materia cidiana y apreciar en su justa medida la complejidad del
proceso de prosificación, es decir, del pasaje a la escritura de los cantares de gesta.
Las discusiones en torno al origen, fecha y autoría de la épica nos permitirán apreciar
el rol que la crítica le asignó a la oralidad al momento de dar cuenta de estos textos: en
un extremo, hay quienes sostuvieron que en el marco de la oralidad se gestaron los
cantares de gesta, producciones verbales específicas con rasgos formales y contextos de
difusión bien diferenciados de las crónicas; para otras corrientes críticas, en cambio, la
oralidad fue, cuando mucho, una caldo de cultivo de contenidos amorfos que
adquirieron una forma artística e históricamente relevantes solo en la puesta por
escrito.
Literatura Española I – Comisión 2
La polémica en torno a la épica castellana
La datación del Poema de mio Cid constituyó uno de los puntos álgidos de la polémica
entre el neotradicionalismo como del neoindividualismo. Muchos argumentos e
hipótesis fueron desestimados. En 1987, Alan Deyermond (ver artículo) llevó a cabo una
revisión panorámica acerca de la cuestión y concluyó que los argumentos más fuertes
para una fecha tardía no fueron debidamente rebatidos.
En cuanto al tema que nos convoca, la concepción que cada escuela tuvo acerca de la
génesis, fecha y autoría del Poema de mio Cid incide necesariamente en el modo en que
cada teoría
Para Menéndez Pidal, los cronistas habrían trabajado con distintas refundiciones del
Poema diferentes a la única versión que llegó hasta nosotros conservada en el Códice
de Vivar y los autores responsables de esas refundiciones habrían sido los juglares.
Los individualistas, en cambio, consideran que las variantes son obra de los cronistas.
Dado que tanto la calidad como la consistencia estética no pueden explicarse como la
amalgama de diversos materiales gestados en la oralidad, habrían sido los cronistas los
en el proceso de prosificación del Poema los responsables de haber introducido
variantes.
Observen que, tal y como vimos al explicar los orígenes de la épica castellana o al fechar 10
el Poema de mio Cid, el neotradicionalismo y el neoindividualismo dan cuenta del
fenómeno de las prosificaciones del Poema en las crónicas de un modo totalmente
diferente. Ante un mismo y único documento (las crónicas), las interpretaciones que
ofrecen una y otra perspectiva son completamente distintas, de lo que pareciera
deducirse que la metodología en investigación en los denominados Estudios Literarios
no es precisamente neutral.
Actividad individual
Fecha de entrega: lunes 26/4 a través del campus o correo electrónico
Ahora les tocará a ustedes inclinarse por aquella con la que se sientan más
cómodes y desarrollar la siguiente consigna: