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“Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado… Pero se
levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de
tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre
un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado
que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar:
Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza”. Mr. 4:35-
39.
Habían varios pescadores entre los discípulos, que habían crecido allí, conocían
muy bien el lago, seguro calcularon que la noche estaba bien para viajar por el
lago... “pero se levantó una gran tempestad”, fue repentina. A veces nuestra
experiencia y capacidad son impotentes ante ciertas tormentas de la vida…
Al otro lado de la tormenta, hay una gran victoria. El plan de Jesús era
ir al otro lado, allí Jesús realizó uno de los más grandes milagros de su
ministerio: la liberación del endemoniado gadareno. A veces podemos
estar caminando en el propósito de Dios y encontrarnos con una
tormenta… Había sido un día largo de trabajo para el Señor, había
estado enseñando y ministrando, por eso dice: “despidiendo a la
multitud” = vrs. 36a, y por eso dormía, pero aparece una tormenta.
Obstáculos seguro aparecerán cuando caminas hacía el propósito de
Dios, pero esfuérzate porque el plan de Dios prevalecerá. Al otro lado
hay un gran milagro, y no serás sólo testigo de él, sino protagonista.