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Aspectos médico-legales de la toxicología ©

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Índice
Aspectos médico-legales de la toxicología 4
I. Introducción 4
II. Objetivos 6
III. Toxicología: conceptos básicos y su importancia en los estudios médico-legales 6
3.1. Clasificaciones y conceptos 7
Sobre el individuo vivo (que a su vez puede ser la víctima o el acusado) 7
Sobre el cadáver: en casos de muertes violentas por consumo accidental o criminal 8
3.2. Toxicocinética 10
Exposición 11
Absorción 11
Distribución 12
Metabolización 13
Eliminación 13
3.3. Intoxicaciones más habituales 14
IV. Intoxicaciones con intención criminal: envenenamientos 15
4.1. Características del veneno “ideal” 16
4.2. El envenenador 17
4.3. La víctima del envenenamiento 17
4.4. Síntomas de envenenamiento y actuación médico-legal 17
V. Drogodependencias y medicina legal 19
5.1. Interacción de las drogas de abuso con la medicina legal o forense 20
5.1.1. En el ámbito del Código Penal 20
5.1.2. En el ámbito del Código Civil 23
5.1.3. En el ámbito del Código Laboral 23
5.1.4. En otros ámbitos jurídicos 23
5.2. Sistemática de actuación médico-forense en casos de toxicodependencias 24
Anamnesis 24
Exploración externa 24
Examen de sintomatología aguda o crónica 24
Toma de muestras 25
Interpretación de resultados de laboratorio 26
Redacción de informe pericial 27
5.3. Investigación médico-forense del abuso de tóxicos en caso de cadáveres 27
Levantamiento del cadáver 28
Autopsia judicial 28
Toma de muestras 29
Redacción del informe pericial 29
5.4. Características delictógenas de los tóxicos más habituales 29
Opioides 30
Cannabinoides y derivados 31
Cocaína 32
Drogas sintéticas 33
Anfetaminas y otros estimulantes 33
Otros tóxicos 34
VI. Resumen 37
Ejercicios 39
Caso práctico 39
Datos 39

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Se pide 39
Solución 39
Recursos 41
Bibliografía 41
Glosario. 42

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Aspectos médico-legales de la toxicología

Aspectos médico-legales de la toxicología

I. Introducción
En esta unidad didáctica se sintetizan los aspectos más elementales de la especialidad de
toxicología, sobre todo en aquellos extremos en los que entronca con la investigación criminal y, más
específicamente, con la medicina legal.

Se puede suponer que en algún lugar del mundo primitivo el miembro de una tribu de la incipiente
humanidad se dio cuenta de los efectos de la exposición a diversas sustancias cuando otro miembro de
la tribu enfermó o murió al consumir alguna planta, hongo, mineral o animal. Este conocimiento
proporcionaría un gran poder con doble cara: la cara benigna, al permitir prevenir los efectos negativos,
y la cara maligna o habilidad para matar con los mismos efectos.

Esta verosímil hipótesis no escrita del comienzo de la toxicología sigue con muchos testimonios
documentados: se puede decir que cada época histórica ha tenido “su tóxico”, bien con fines positivos
(caza, exterminio de plagas, cura de enfermedades...) o bien con fines negativos, es decir, criminales.

Lo s grandes imperios mesopotámico y egipcio conocían y usaban los venenos incluso como
medios de ajusticiamiento legal. Conocían los glucósidos cianogénicos provenientes de la semilla de
melocotón. Además, su mitología estaba repleta de casos mortales por consumo de picadura de
escorpiones o mordedura de serpientes.

Los hebreos antiguos conocían el arsénico, la ergotamina y la aconitina.

En Oriente se encuentran evidencias de investigación médica de venenos (de hecho, algunos autores
indican que la práctica del suttee o incineración de la viuda viva se instituyó para “desanimar” a la
cónyuge de un intento homicida).

Muchos nombres ilustres han ido dejando en la historia su conocimiento en toxicología, pero quizá el
más reseñable sea el de Mitrídates, rey de Ponto (en la moderna Turquía), que vivió alrededor del año
100 a. C. Como muchos de sus coetáneos, estaba preocupado por la idea de ser envenenado y
desarrolló un sistema de prevención o antidotismo que aún hoy se conoce como “mitridatismo”, a base
de consumir pequeñas dosis de diversos tóxicos.

Entre los pueblos precolombinos en América, tanto del norte como del sur, se conocían los
efectos del curare, estrofanto, ácaros o venenos de reptiles, sobre todo para emponzoñar las flechas.

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Los griegos fueron los que aportaron el término toxicon o flecha, ya que impregnaban las puntas de
sus flechas con venenos para incrementar la acción nociva. De ahí se ha derivado el término “tóxico”,
así como “intoxicación” o “toxicología”.

También en la Grecia clásica aparecen los primeros nombres de envenenadores, tales como Medea
(sacerdotisa de Hécate, que usaba la colchicina en el llamado “azafrán de los pantanos”) u Olimpia,
madre de Alejandro Magno, que se vio implicada en varias muertes por veneno; Hipócrates hacía jurar a
sus alumnos que nunca traficarían con venenos en su práctica médica.

Pero los griegos también usaron sumarialmente los venenos, llegando a tener el “veneno del Estado de
Atenas”, probablemente un compuesto de coniína, que terminó con la vida de Sócrates.

Los romanos clásicos documentaron una gran escalada de envenenamientos criminales, donde hay
que destacar a Locusta, envenenadora personal al servicio de Nerón. Livia, mujer de Augusto, usó la
belladona para eliminar a los enemigos.

Es en la Italia renacentista donde la toxicología mortal tiene sus “mejores” exponentes. Quien tenía
el mejor veneno tenía el poder y la riqueza. El llamado Consejo de los Diez, una organización
secretísima, en Venecia, dejó diversas recetas de venenos en las que los principales ingredientes eran el
arsénico, el cloruro de mercurio o sublimado corrosivo. Un guante, un perfume, una joya..., podían ser
vehículos de muerte, por lo que los poderosos se rodearon de catavenenos y de investigadores para
crear mejores medios de “deshacerse” de sus adversarios.

Nombres como los de Borgia se han convertido en sinónimos de envenenadores. La señora Giulia
Toffana produjo la llamada acqua Toffana con trióxido de arsénico que pudo matar a unas 600
personas. Los Medici introdujeron la venenosa pasión en Francia, donde prosperó dando “artistas” del
envenenamiento, como la marquesa de Brinvilliers, que, antes de ser ajusticiada, envenenó a muchas
personas con derivados de arsénico.

La democratización de la sociedad amplió el círculo del veneno, sacándolo del ámbito de los nobles
y quedando en manos de la población general. Lo cual impulsó el desarrollo de la toxicología legal. En
este campo, debe reseñarse el nombre de Mateo B. Orfila (1787-1853), que demostró la penetración
de los tóxicos en los tejidos cuando antes se creía que solo quedaban en el tubo digestivo.

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Múltiples autores a partir del siglo xv dan nacimiento a la toxicología forense como auxilio de la
justicia.

A partir del siglo xix deben reseñarse nombres como los de Marsh (que desarrolló un método de
cuantificación del arsénico), Otto y Stas (que inventaron un método para extraer alcaloides y venenos
orgánicos del cuerpo humano).

Hasta el día de hoy, se ha ido avanzando de modo que se han creado protocolos específicos de
determinación de tóxicos, recogida, estudio e interpretación de resultados, así como se ha conseguido
que la toxicología sea una especialidad académicamente reconocida.

La toxicología, como muchos campos de la ciencia, debe vencer a la rápida evolución de los
fenómenos tóxicos, sobre todo desde que el uso industrial y doméstico de los tóxicos permite la
exposición accidental a estos y el uso bélico amplifica las posibilidades letales de compuestos más
sofisticados.

II. Objetivos

Conocer los elementos básicos de toxicología, que permitan, a su vez, comprender la


acción de los tóxicos y sus posibilidades en el análisis médico-legal.
Comprender la diferencia entre tóxicos en general y aquellos usados con intención
criminal u homicida.
Tener una perspectiva realista de la actuación médico-legal en casos de
drogodependencias.

III. Toxicología: conceptos básicos y su importancia en


los estudios médico-legales
Hasta no hace mucho tiempo, el médico legista era prácticamente el único especialista que se encargaba
del estudio de casos con tóxicos implicados y, a su vez, casi siempre en casos con cadáveres.

Hoy día, la toxicología es una ciencia diversificada y con amplio espectro de estudio:
ambiental, laboral, alimentario, farmacológico, veterinario, etc.

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Por otro lado, la ciencia química y farmacéutica proporcionan múltiples agentes tóxicos al ser
humano, en su vida profesional o en su vida rutinaria (botiquines caseros, productos de limpieza, etc.) o
en su contacto con el medio ambiente, y que, a su vez, pueden ocasionar daños en la salud individual o
colectiva.

Así pues, si los médicos clínicos deben estar alerta ante posibles casos de intoxicación, con más
razón los médicos forenses o legistas deberán conocer las diferentes posibilidades de ser intoxicado, ya
que per se la intoxicación puede generar una investigación judicial y el tribunal requerirá la evidencia de un
estudio toxicológico objetivo.

3.1. Clasificaciones y conceptos


En primer lugar, el objetivo del estudio forense será el de determinar la etiología médico-legal del caso
en estudio, y esta podrá ser de los siguientes tipos:

Accidental
Afortunadamente, es la causa más frecuente de intoxicación, sobre todo en el ámbito doméstico, con
medicamentos o productos de limpieza, o bien de sustancias de abuso que queden al alcance de
menores; pero también son reseñables las intoxicaciones accidentales en el ámbito profesional.

Suicida

Psicofármacos, analgésicos, opiáceos o mezclas de varios medicamentos son sustancias habitualmente


usadas para atentar contra la propia vida, pero también productos de limpieza, insecticidas o
agroquímicos. Si se consuma el fallecimiento, el médico forense se convierte en agente imprescindible
del estudio, pero si la víctima sobrevive, también deberá estudiarse el tipo de sustancia empleada y se
dispondrá lo necesario para recuperar al paciente y evitar reincidencia.

Homicida
La mera sospecha de intoxicación criminal desencadena una actuación judicial y médico-forense. Los
tóxicos más “eficaces” por sus características organolépticas son de uso restringido y difícil
adquisición, pero es cierto que el criminal puede emplear tóxicos menos “adecuados” o la muerte por
intoxicación puede darse en el seno de una negligencia médica o de un vertido al medio ambiente.

En definitiva, la toxicología forense es una ciencia especializada que auxilia en los casos judiciales en
los que están implicados tóxicos o sustancias, ya sea de ámbito ilícito como legales, y lo hará:

Sobre el individuo vivo (que a su vez puede ser la víctima o el acusado)

En aplicación del Código Penal en delito de lesiones.


Cuando el tóxico provoca alteraciones de comportamiento que producen alteraciones psíquicas
transitorias o permanentes que permitan eximir o atenuar la responsabilidad penal u ocasionen
internamientos e incapacidad civil.
En conducción bajo los efectos de tóxicos.

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En estado de peligrosidad del individuo intoxicado.


En investigación de alimentos, medicamentos, toxicidad industrial...

Sobre el cadáver: en casos de muertes violentas por consumo accidental o


criminal

Establecido el concepto de la toxicología, se propone una serie de conceptos básicos y elementales


en el estudio de los diversos tóxicos:

Tóxico

Se suelen usar dos términos, “tóxico” y “veneno”, que pueden dar lugar a cierta confusión. En los
textos clásicos se utiliza más el término “veneno”, que se referiría a una sustancia dotada de alta
toxicidad y/o utilizada con fines criminales. Más recientemente el término utilizado de preferencia es
“tóxico”, que englobaría los venenos clásicos y también todas aquellas otras sustancias que pueden
resultar perjudiciales en función de la dosis.

Así pues, la toxicología considera como venenos o tóxicos aquellas sustancias que tienen una
capacidad inherente para producir efectos adversos perjudiciales en el organismo.

En la práctica se puede definir un tóxico como “todo agente químico que ingresado en el
organismo altera elementos bioquímicos fundamentales para la vida”. Esta definición excluiría los
agentes físicos y los microorganismos causantes de toxiinfecciones que normalmente son objeto de
estudio en otras disciplinas.

Además, establece un estrecho nexo entre la toxicología y la bioquímica a través de los mecanismos
de acción tóxica y la lesión bioquímica inicial. Por otro lado, un veneno deberá entenderse como todo
tóxico usado con intención letal, y un xenobiótico/tóxico, como cualquier sustancia externa que se
incorpora al organismo.

Toxicidad

Capacidad inherente a una sustancia para producir efectos perjudiciales en el organismo.

El tóxico sería esa sustancia que produce dicho efecto biológico.

La presencia de un tóxico en el medio (agua que se bebe, aire que se respira, etc.) solo indica riesgo,
es decir, probabilidad de que ocurran efectos adversos. Cuando penetra en el organismo e interactúa
con sus dianas o receptores dando lugar a una respuesta biológica, entonces se habla de impregnación.

Sin embargo, no se considera intoxicación propiamente dicha hasta que no aparecen síntomas o
signos tóxicos; es decir, cuando las alteraciones bioquímicas han alcanzado tal intensidad que se
manifiestan clínicamente. Obviamente, las medidas preventivas de la intoxicación surtirán más efecto si
se aplican durante la fase de riesgo o de impregnación.

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Dosis DL50

Aquella dosis de xenobiótico que provoca la muerte al 50 % de los individuos en estudios


estadísticos o de experimentación.

Dosis DLm

La dosis más baja a la que se ha producido la muerte con un tóxico concreto.

IDA

Dosis diaria admisible según los conocimientos sin que se produzcan efectos tóxicos a largo plazo.

TLV
Concentración establecida a la que se supone que puede permanecer un trabajador expuesto a un
tóxico concreto ocho horas diarias cinco días por semana.

Intoxicación

Trastorno debido a la presencia de tóxico o veneno en el organismo.

Así considerado, todas las sustancias de la naturaleza pueden ser tóxicas y entre un alimento, un
medicamento o un veneno solo se distinguiría la dosis. Se pueden clasificar las intoxicaciones de la
siguiente manera:

Agudas: aquellas que se manifiestan en las primeras 24 horas tras la exposición al tóxico en
dosis única o varias dosis en absorción rápida. Pueden cursar con curación rápida o con
muerte. El ejemplo más claro es la intoxicación con etanol.
Subagudas: exposiciones frecuentes o repetidas durante días o semanas antes de que
aparezcan los síntomas. El término “subagudo” no implica levedad de la intoxicación.
Crónicas: se deben a la exposición prolongada al tóxico y generalmente por acúmulo de este
en los tejidos. Suelen dar sintomatología larvada e inespecífica a lo largo del tiempo. En
ocasiones se puede dar el fenómeno de agudización de una intoxicación crónica. Muy típico
es el caso del antiguo insecticida DDT, que se acumulaba en la grasa, de modo que, en un
adelgazamiento o pérdida de tejido graso, se podría liberar en sangre, dando sintomatología
de intoxicación aguda mucho tiempo después de haber cesado la exposición a dicho tóxico.

Por otro lado, se pueden encontrar diversas maneras de clasificar los tóxicos:

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Según el lugar de acción del agente tóxico sobre la célula

Alterando sistemas enzimáticos de modo irreversible, reversible, específico o inespecífico.


Sobre la membrana celular (sobre todo alterando la permeabilidad de esta).
Sobre el medio interior de la célula.
Sobre las mitocondrias.
Sobre los ribosomas o el sistema del retículo endoplasmático.
Sobre el núcleo.

Según el órgano diana o aquel por el que tiene mayor afinidad el tóxico

Neurotóxico (tejido nervioso).


Nefrotóxico (tejido renal).
Cardiotóxicos (tejido cardíaco).
Hepatotóxico (tejido hepático).
Dermatotóxico (sobre la piel).
Neumotóxico (sobre el pulmón).
Otros.

Según el lugar de acción en el individuo

De contacto o local (el tóxico actúa en el lugar por donde entra).


Sistémico (cuando se distribuye por el organismo y provoca diversos efectos).

Por supuesto, estos conceptos básicos y clasificaciones generales afectan a cualquier tóxico o
xenobiótico al margen de la etiología médico-legal que se vea implicada.

3.2. Toxicocinética

Cualquier producto ajeno al organismo, cualquier tóxico, tenga este


consecuencias para el organismo tanto positivas como negativas, va a
seguir una marcha en el cuerpo humano que se denomina toxicocinética y
que sigue los siguientes pasos: exposición, absorción, distribución,
metabolización y eliminación.

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Estos se desglosan a continuación:

Exposición

El modo en que el tóxico se pone en relación o llega al organismo. Puede ser de las siguientes maneras:

Inhalatoria o respiratoria.
Digestiva (sólidos, líquidos o gases; la vía más frecuente en suicidios y accidentes).
Cutánea (son muy frecuentes hoy día los fármacos dados mediante parches).
Placentaria (paso del tóxico al feto desde la circulación sanguínea de la gestante).
Leche materna o lactancia.
Parenteral (inyección intramuscular o intravenosa).

Absorción

Se refiere a la entrada del tóxico en la célula atravesando la membrana plasmática, lo que va a depender
del grado de ionización (las formas no ionizadas atraviesan mejor), del coeficiente de partición (los
altos coeficientes lípido/agua atraviesan mejor), del tamaño de la molécula (las moléculas más pequeñas
y las más esféricas pasan mejor la membrana celular) o bien de liposolubilidad/hidrosolubilidad del
tóxico.

Dependiendo de estas circunstancias moleculares y/o químicas, se darán distintos tipos de absorción
(figura 1):

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Figura 1. Procesos de absorción de tóxicos

Figura 1. Procesos de absorción de tóxicos. En sentido de las agujas del reloj: difusión pasiva, difusión
facilitada, difusión activa y endocitosis.
Fuente: elaboración propia.

Pasiva

A favor de gradiente de concentración. Se trata de moléculas con elevada solubilidad en lípidos, poco
grado de ionización y pequeño tamaño y peso molecular. Es decir, no precisan de ningún mecanismo
adicional para atravesar la membrana celular.

Facilitada
Se realiza a favor de un gradiente de concentración, sin gasto de energía, pero la molécula necesita un
transportador (carrier) a modo de “puerta giratoria” de entrada hacia la célula a través de la membrana.

Activa

La entrada se realiza en contra de gradiente de concentración, de modo que la molécula del tóxico
requiere un carrier con gasto de energía (a cargo del ATP).

Endocitosis
Es un proceso activo muy habitual en sustancias como las vitaminas. Puede ser pinocitosis o
fagocitosis. La membrana celular se invagina englobando a la sustancia a introducir en la célula y lo hará
como una vacuola que se digerirá liberando el producto en el citoplasma.

Distribución

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Tiene lugar cuando el tóxico llega al órgano diana o se reparte de modo inespecífico, según sus
propiedades, dando síntomas clínicos. Muchos se unen a la albúmina u a otras lipoproteínas.

Algunos tóxicos sufren acumulación selectiva: en tejido adiposo y nervioso (organoclorados),


en huesos (flúor), en uñas y pelo (arsénico), en riñón (mercurio), etc.; o bien tienen especial
elección por fijarse en algunos tejidos: melanina del ojo (los compuestos policíclicos aromáticos),
huesos y dientes (plomo, fluoruros, estroncio, uranio, tetraciclina...). En sangre y órganos muy
perfundidos, como hígado, riñones o pulmones, la distribución se hace de modo muy rápido y
más lento en compartimentos como grasa, músculo, huesos.

Metabolización

El organismo procesa el tóxico para “marcarlo” como elemento a eliminar, convertirlo en algo menos
nocivo, pero, en algunas ocasiones, como elemento más activo. Los pasos más elementales de la
biotransformación o metabolismo son los siguientes:

1
El tóxico se convierte en otro menos tóxico o en uno más tóxico, ambos llamados metabolitos
(oxidación, reducción, hidrólisis).

Conjugación del tóxico con ácido glucurónico, aminoácidos u otras moléculas.

Eliminación

Por vía renal, pulmonar o biliar, a través de la leche, orina, sudor, lágrimas...

No obstante las generalidades de su paso por el organismo, los diversos tóxicos pueden ver
eventualmente modificada su toxicidad por diversos factores:

Factores ambientales

La temperatura ambiental o la presión pueden ocasionar diferencias en la formulación de los productos


químicos, eventualmente anulándolos o incrementando su toxicidad o su posibilidad de ingresar en el
cuerpo humano.

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Factores personales

Raza.
Edad.
Sexo.
Estado de salud.
Dieta.
Idiosincrasia.

Figura 2. Esquema de las fases de la toxicodinamia o toxicocinética

Figura 2. Esquema de las fases de la toxicodinamia o toxicocinética.


Fuente: elaboración propia.

3.3. Intoxicaciones más habituales


Muchos productos ajenos al organismo (lo que se viene denominando de modo genérico como tóxicos)
pueden ocasionar intoxicaciones de cualquier etiología médico-legal:

Medicamentos.

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Alimentos: por alteración en la composición de los alimentos (grasas, proteínas o carbohidratos),


contaminantes o toxinas transportadas en alimentos (plaguicidas, metales, contaminantes químicos,
contaminantes del empaquetado, fármacos veterinarios), aditivos alimentarios (conservantes,
edulcorantes, antioxidantes, edulcorantes, etc.) o contaminación natural (parásitos, microbios,
micotoxinas, etc.).

Intoxicaciones por setas.

Intoxicación por animales ponzoñosos (reptiles, anfibios, etc.).

Fitointoxicación o intoxicación por bayas, drupas u otros elementos de la flora.

Intoxicación por cosméticos o por productos de limpieza.

Intoxicación por alcoholes, cetonas o glicoles.

Intoxicación por cáusticos.

Intoxicación por plaguicidas.

Intoxicación por sustancias químicas industriales (monóxido de carbono, agentes de control de


motines, destilados de petróleo, esencia de trementina, isocianato, cianuros, etc.).

Intoxicación por metales (aluminio, plomo, arsénico, cadmio, cromo, mercurio, talio).

Guerra química: agentes tóxicos o letales, neutralizantes, incapacitantes o disuasorios.

IV. Intoxicaciones con intención criminal:


envenenamientos

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Ya se ha mencionado que cualquier tóxico, o cualquier producto ajeno al organismo, puede ser letal de
modo accidental, pero no es eso lo que lo convierte en un veneno.

La letalidad dependerá de factores como la dosis, la idiosincrasia personal, etc., pero como
definición un veneno lo será por la intención de matar con la que se ha usado.

Es decir: cualquier sustancia, incluso un medicamento, si se usa con intención homicida, se


definirá como veneno.

Decía John Trestrial que si todos los enterrados en un cementerio y que hubieran sido envenenados
levantaran la mano, asombraría el número, y si bien esta es una afirmación alejada de la realidad, lo cierto es
que, desde el comienzo de la historia, el ser humano ha sabido emplear tóxicos naturales (animales,
vegetales o minerales) o artificiales para acabar con sus semejantes.

4.1. Características del veneno “ideal”


Si lo hay, no es el sitio de exponerlo, pero se pueden apuntar cuestiones que convertirían a una sustancia
en “preferente” como tóxico criminal:

Sin propiedades organolépticas reconocibles, es decir, inodora, incolora e insípida.

De solubilidad rápida para poder hacerla llegar pronto a la víctima.

De acción retardada, para proporcionar una coartada al asesino.

Indetectable o bien no cuantificable por métodos de laboratorio actuales.

Exótica o rara en el medio de estudio.

Letalidad a bajas dosis.

Fácil de obtener.

Químicamente estable.

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4.2. El envenenador
Cualquiera puede ser agente de un envenenamiento, y es un falso mito que la mayoría sean mujeres por
el hecho de que, por creencias comunes, “tienen menos fuerza para un crimen violento”. Lo cierto es que,
al margen del sexo, un envenenador puede surgir de:

Sustrato educativo

Sobre todo aquellos con formación sanitaria, química o biológica.

Medios escritos o audiovisuales

Que proporcionan información más o menos veraz de las posibilidades de usar un producto como
veneno.

Lugar de trabajo

No solo los sanitarios, sino aquellos que trabajan en laboratorios, almacenes o fábricas de diversos
productos, profesionales de jardinería, controladores de plagas, etc.

Boca a boca

A veces el mero hecho de comentar en el entorno inmediato casos de envenenamiento puede hacer
“saltar la idea” de cometer un asesinato en una mente dispuesta.

Por otro lado, se puede clasificar a los envenenadores como:

Específicos

Los primeros presentan una motivación o razonamiento para su crimen, que puede ser obtención de
dinero, eliminación de un rival, celos, venganza o ambición política.

Aaleatorios

Para los aleatorios no hay una clara motivación, y entre lo que los lleva a envenenar a un semejante
pueden estar su propio ego, el aburrimiento, el sadismo o la manipulación.

4.3. La víctima del envenenamiento


En la mayoría de los casos se trata de un único individuo, pero el envenenamiento también puede
afectar a un grupo de personas.

En ocasiones, la víctima del envenenamiento es, a su vez, el criminal, cuando usa el veneno para acabar
con su propia vida y, de modo “compartido”, con la vida de las personas que quiere y a las que quiere
evitar “el sufrimiento de una vida sin sentido”.

4.4. Síntomas de envenenamiento y actuación médico-legal

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En muchos casos la acción del veneno ocasiona síntomas inespecíficos que pueden desorientar al
afectado o incluso a los médicos. No obstante, es posible advertir síntomas propios y específicos en
algunos tóxicos muy empleados con finalidad criminal y que se resumen en la figura 3.

Figura 3. Algunos síntomas específicos de ciertos venenos

Figura 3. Algunos síntomas específicos de ciertos venenos.


Fuente: elaboración propia.

Por su parte, el médico forense puede verse implicado en el estudio de un asunto de envenenamiento en
los siguientes casos:

Individuo vivo

Realizando anamnesis, examen general y analíticas.

Individuo fallecido

Realizando una autopsia judicial minuciosa que incluya analítica, según el protocolo.

Escena del crimen

Examinando el lugar donde se encontró a la víctima (vómito, ropas con residuo…), donde se administró
el veneno (comida, medicinas, copas…), el lugar de almacenamiento, el lugar de preparación y los
lugares de adquisición posibles.

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V. Drogodependencias y medicina legal


L a elaboración de las drogas es competencia de la ciencia química o incluso la mera producción
“agrícola”.

Por otro lado, el uso de los tóxicos pasa por la mística, la costumbre, la farmacia o la promoción de las
relaciones sociales. Y no hay duda de que el tráfico ilícito o la delincuencia asociada a las drogas son
competencia judicial y de las fuerzas del orden. Y, sin duda, la repercusión directa del consumo de
drogas sobre el individuo es, de principio a fin, una cuestión de salud y será el médico clínico quien
diagnosticará, atenderá y prevendrá los efectos tóxicos sobre el ser humano.

Médico forense

Pero cuando los efectos superan los límites del individuo y entran en conflicto con el equilibrio de la
sociedad y las normas que la concilian, se convierten también en objeto de estudio del médico forense.

Este es una figura distintiva, quien por el por el hecho de ser médico (o a pesar de serlo) no ejerce la
medicina en el sentido de tratar al individuo en su salud personal, sino que asesora al juez instructor en
aquellas materias de salud que intervienen en un procedimiento judicial. Es decir, de alguna forma
atiende a la salud social, entendiendo que esta puede verse afectada por la actitud o la enfermedad de
algunos de sus individuos. Y todo ello persiguiendo convertir en evidencias sus observaciones para que
puedan ser usadas por el juez en una sentencia incuestionable.

Conceptos importantes

Como conceptos importantes en casos de drogadicción, se deben considerar los siguientes:

Abuso

Según lo define la Organización Mundial de la Salud, es el hecho de un consumo recurrente y


continuado de un producto durante doce meses.

Dependencia

O necesidad imperiosa de consumir el tóxico y obtenerlo a cualquier precio, incluso al margen de la


ley. Puede ser física y/o psíquica.

Tolerancia

Desarrollo progresivo de “acostumbramiento” físico, de modo que para obtener los mismos efectos
hay que tomar mayor dosis.

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Aspectos médico-legales de la toxicología

Casos objeto del estudio médico-legal

En términos generales, los casos objeto del estudio médico-legal, en cuestiones de consumo de
drogadicción, serán los siguientes:

Los derivados de actos directos de un consumidor en estado de intoxicación aguda.

Los derivados de actos directos de un consumidor habitual bien por la patología crónica
asociada o bien actuando en la búsqueda impulsiva de la droga o intentando evitar la aparición del
síndrome de abstinencia.

Los derivados de actos que convierten al toxicómano en víctima de terceros.

5.1. Interacción de las drogas de abuso con la medicina legal o


forense
Los campos de interacción pueden ser de los ámbitos penal, civil o laboral y de cualquier otro código o
reglamento existente.

5.1.1. En el ámbito del Código Penal

Las infracciones en las que incurren los toxicómanos son casi ilimitadas, pero en el área que afecta a la
tarea médico-legal se pueden encontrar las siguientes:

Como imputado o agente del delito

Accidentes de circulación

Al conducir bajo el efecto de tóxicos, lo que altera en diversos grados los necesarios reflejos y
condiciones idóneas en el manejo del vehículo.

Agresiones, peleas y altercados

Con o sin uso de armas. Se trata muchas veces de efectos desinhibidores del tóxico, que pone al
individuo en situación de impulsividad, agresividad inmotivada y baja tolerancia a la frustración.

En muchos casos, la situación de marginalidad social propicia la violencia, pero en otros casos se
puede facilitar la violencia cuando el individuo busca la droga o cuando intenta evitar los efectos de la
abstinencia o “mono”.

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Aspectos médico-legales de la toxicología

Homicidios y asesinatos

Estos pueden tener lugar de modo impulsivo o irreflexivo, para conseguir dinero para obtener
droga, o para acallar a la víctima del robo, para evitar ser delatados…, de modo premeditado, por la
necesidad de obtener el tóxico, o bien al ser el autor dirigido por un efecto psicótico (muy evidente
sobre todo en el caso de los celos patológicos y reacciones paranoides o efectos alucinógenos),
pero también en cualquier otro evento en el que se vea implicado el consumidor de tóxicos.

Agresiones y abusos sexuales, aborto ilícito, o represalia

Y escarmiento por parte de un grupo contrario.

Prostitución

y abuso sexual de menores.

Violencia doméstica

Secuestro

Para obtener dinero o como represalia, a modo “ajuste de cuentas”, entre colectivos relacionados
con los tóxicos.

Robo o hurto

Muy frecuentes al comienzo del escarceo de las drogas, en el medio familiar, para luego extenderse a
personas ajenas, sobre todo para conseguir dinero para obtener droga, o para conseguir el
reconocimiento del grupo de delincuentes.

Marginalidad

Dada por el deterioro personal y social al que el consumo crónico de tóxicos conduce.

El individuo no solo abandona el entorno familiar y laboral, sino los circuitos administrativos
sanitarios, pudiendo llegar a la vida en la calle, mal comiendo, sin higiene ni control sanitario, lo que
agrava su salud en general.

Como víctima del delito

Los efectos de un tóxico sobre la capacidad de un ser humano para reaccionar con eficacia ante
dificultades le sitúan de modo general en una “debilidad” ante los actos de otros.

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Aspectos médico-legales de la toxicología

Por otro lado, la impulsividad y la imprudencia asociadas al consumo del tóxico pueden convertir al
individuo en víctima de diversos actos delictivos.

Lesiones o accidentes de tráfico

Sobre todo atropellos, cuando por acción irresponsable el toxicómano no respeta las normas de
circulación o deambula por lugares de circulación de vehículos.

Agresiones sexuales
Ya sea porque el agresor “aprovecha” la debilidad de raciocinio intoxicado para ejercer un acto
sexual no consentido o porque el agresor ha buscado de modo intencionado la intoxicación de la
víctima para facilitar la agresión.

Manipulación para delinquir

Chantajes y actos fraudulentos.

Por otro lado, y en cualquier caso, el médico forense puede ser requerido para evaluar los siguientes
aspectos inmediatos:

La afectación de un imputado detenido para prestar declaración inmediata: se refiere a si su


testimonio y su capacidad de comprender el interrogatorio pueden estar viciados o alterados por una
intoxicación aguda o crónica de alguna droga.

Además, la defensa del detenido, el ministerio fiscal o el propio magistrado pueden solicitar que se
evalúe la imputabilidad de este por razones de intoxicación. La imputabilidad es un concepto
estrictamente jurídico y entiende que el individuo, para ser responsabilizado de sus actos delictivos, debe
ser también “culpable”, es decir, debe entender perfectamente y con claro raciocinio la diferencia entre el
bien y el mal; de ahí que en la valoración de la imputabilidad sea esencial la valoración médico-forense.

El hecho delictivo, según la doctrina jurídica, debe ser realizado por un ser humano, estar previsto o
tipificado y penado por una sanción. En definitiva, la imputabilidad penal es la capacidad para actuar
culpablemente.

Todo adulto, en principio, es imputable, pero si no tiene libertad de acción, si no tiene plena
conciencia de los actos que realiza o su madurez física o psíquica no corresponden a su edad, la
imputabilidad puede anularse o atenuarse.

En este sentido, el médico forense deberá atender a los siguientes criterios para relacionar causa-efecto
la influencia del tóxico en la comisión del delito:

Criterio cualitativo (el tipo de perturbación, en este caso, la afectación o patología originada por la
droga).

Criterio cuantitativo (la intensidad o grado de afectación en el individuo por el consumo tóxico).

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Criterio cronológico (duración y permanencia del trastorno).

Relación de causalidad o de sentido entre el hecho delictivo cometido y el trastorno inducido por el
consumo de tóxicos.

5.1.2. En el ámbito del Código Civil

De forma similar al caso penal, el individuo intoxicado de modo agudo o crónico puede interferir en
aquellos actos regulados por el Código Civil.

Hay que tener en cuenta que, si bien las normas penales afectan a actos muchas veces de
comprensión elemental entre el bien y el mal, los actos y derechos civiles suelen requerir mayor
abstracción o inteligencia.

Así, el médico forense intervendrá en casos de internamientos psiquiátricos involuntarios o bien en


incapacidad jurídica.

De modo didáctico, se puede hacer un paralelismo entre la imputabilidad (a nivel penal) y la capacidad (a
nivel civil). Si la imputabilidad deriva de la libre voluntad del individuo para actuar, lo que permite que
pueda ser acusado con todo el “peso de la ley”, la capacidad civil hace referencia a las cualidades
intelectivas y sensoriales del individuo para ejercer sus derechos como persona social, con eficacia y en su
propio provecho.

Es muy frecuente que uno de los elementos a proteger en el toxicodependiente sean sus bienes
materiales, por lo que puede plantearse una curatela o incapacidad parcial para actos económicos,
quedando el individuo libre para el resto de actos civiles.

Otros: divorcios, paternidad cuestionada, contratos o testamentos fraudulentos, etc.

5.1.3. En el ámbito del Código Laboral

El médico deberá evaluar alteraciones o minusvalías relacionadas con el consumo tóxico que genere
invalidez o reclamación de prestaciones a la Seguridad Social.

Igualmente, el consumo crónico o eventual de tóxicos puede originar accidentes en el manejo de


maquinaria, caídas desde altura, abandono del turno de trabajo, firmas o contratos irregulares, robo de
dinero de la empresa, etc.

5.1.4. En otros ámbitos jurídicos

Como el militar, contencioso-administrativo, canónico, etc. , en los que el consumo de tóxicos


presumido altera la relación del sujeto con los reglamentos específicos.

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5.2. Sistemática de actuación médico-forense en casos de


toxicodependencias
No hay ningún método o técnica determinados en la elaboración del dictamen pericial en casos de
consumo de tóxicos.

Para empezar, y a diferencia de una consulta médica clínica, el sujeto a examinar en la clínica
médico-forense o zona habilitada para reconocimientos médicos puede no llegar por su pie de
modo “voluntario”, sino aparecer custodiado por agentes de Policía o Guardia Civil, o incluso
podría estar cumpliendo un régimen preventivo o definitivo en un centro penitenciario donde
también se realizaría la exploración médico-forense.

En cualquier caso, la sistemática de actuación del médico forense sería la siguiente:

Anamnesis

O entrevista directa del afectado para elaborar una buena historia clínica.

En ella se recabará de modo importante el relato vivencial del paciente en cuanto al inicio del consumo,
tipos de tóxicos, tipo de vía de consumo (oral, esnifada, inyectada…), composición de su entorno familiar,
estudios realizados, relaciones sociales, trabajos y fracaso laboral, tratamientos médicos y afectación
clínica relacionada o no con el consumo de tóxicos.

Es conveniente redactar entrecomilladas las expresiones literales del individuo que sean más expresivas o
que le definan mejor.

Exploración externa

Sobre todo en aquellos casos que pueda delatar el consumo de tóxicos: tatuajes, marcas de
identificación, señales de punción venosa, recorridos varicosos, signos de infecciones cutáneas
recurrentes, cicatrices antiguas o recientes, estado del tabique nasal y de la dentadura, estado del pelo y las
uñas, y todo aquello que pueda ser significativo o identificador, incluidos objetos acompañantes y ropa.

Examen de sintomatología aguda o crónica

Somática (cardiopatías, hepatopatías, pancreopatías y otras alteraciones digestivas, afectaciones


neurológicas, abstinencia, etc.) o psiquiátrica.

No hay un cuadro específico psiquiátrico que acompañe a cada tóxico, pero, sin duda, la acción de los
tóxicos (sean o no de consumo ilícito) produce desinhibición, euforia, exacerbación de psicopatología
existente con progresiva desestructuración psicosocial y proclividad a cometer delitos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha apuntado los siguientes cuadros clínicos asociados al
consumo de tóxicos:

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Intoxicación aguda con trastornos de conciencia, de comportamiento y de percepción, alteraciones de la


afectividad y conocimiento.

Síndrome de dependencia.

Síndrome de abstinencia.

Trastornos psicóticos: alucinaciones, falsos reconocimientos, ideas delirantes o de referencia, sobre


todo paranoide, trastornos psicomotores y estados emocionales anómalos.

Síndrome amnésico, sobre todo para la memoria reciente.

Trastorno psicótico residual o de comienzo tardío.

Toma de muestras

El individuo a estudiar debe ser informado de las pruebas a realizar y de las consecuencias que los
resultados pueden tener sobre su expediente judicial y la toma de muestra debe hacerse con todas las
garantías de protección de derechos del afectado.

Puede requerirse la toma de muestras con interés toxicológico en un momento inicial, en la detención o
en el curso de las diligencias por el propio juez instructor o ser admitida por este a petición de las partes
implicadas.

Las muestras más habituales son las siguientes:

Pelo

Recibe los tóxicos por la circulación sanguínea durante su fase de crecimiento o desde el exterior
(sudor, descamación cutánea, líquidos, dedos manchados, humo de la sustancia fumada, etc.).

Las ventajas del pelo como indicio en el estudio de los tóxicos son las siguientes:

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Permite una recogida sencilla e incruenta de la muestra, que,


además, es fácil de manipular y estudiar.
Permite demostrar un consumo de tóxico en relación de 1 cm
de pelo/un mes de consumo. Siempre teniendo en cuenta que el
resultado de laboratorio no indica la situación tóxica en el día
concreto de los hechos.
Recogida posible incluso tiempo después de los hechos. La
estabilidad del pelo como receptor de tóxicos se ha demostrado
incluso en cadáveres un año y medio tras la muerte.

Sangre

Tiene la ventaja de que muchas de las drogas a estudiar se encuentran sin metabolizar en sangre, lo
que aporta información directa del consumo, pero tiene el inconveniente de que su recogida es cruenta e
invasiva y que las dosis halladas son del orden de diez veces menores que en orina, por lo que las
técnicas de análisis deben ser de mayor sensibilidad.

Otro aspecto a considerar, a la vez ventaja e inconveniente, es que las drogas y sus metabolitos
desaparecen antes que en la orina, lo que significa que un resultado positivo implica un consumo
reciente y si es negativo puede implicar o no consumo o consumo lejano en el tiempo.

Orina

Es sin duda la muestra “preferida” en casos de individuos vivos por su fácil obtención y análisis y
por ser uno de los fluidos que proporciona mayor información toxicológica.

En orina se encuentran cifras más altas de drogas y sus metabolitos (algunos de ellos específicos, lo
que permite una identificación inequívoca de consumo) y durante más tiempo.

El inconveniente es la posibilidad de manipulación fraudulenta (sobre todo en detenidos en calabozos)


y la escasa utilidad que de los niveles cuantitativos encontrados puede derivarse para una valoración del
consumo y grado de afectación del individuo.

Como en cualquier actividad médico-legal, es imprescindible mantener íntegra la cadena de custodia


para asegurar que los resultados puedan ser admitidos como prueba judicial.

Interpretación de resultados de laboratorio

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Hay que tener en cuenta que una mera cifra en fluidos corporales no tiene significado si no se relacionan
con el caso concreto y el resto de diligencias practicadas.

Redacción de informe pericial

Debe tenderse a una redacción en lenguaje claro y comprensible para el mundo jurídico, al que va
dirigido.

Las conclusiones deberán ser las siguientes:

Presumible situación del acusado en el momento de los hechos dada la evolución en el consumo o las
patologías asociadas y relación del consumo de tóxicos con el tipo de delito.

Juicio pronóstico o evolutivo.

Posibilidades terapéuticas, incluido el internamiento involuntario.

Peligrosidad del individuo según criterio médico.

Posibilidad de atenuar la prisión o su conmutación posterior por mejora en la rehabilitación de la


adicción al tóxico según lo previsto en el Código Penal.

Grado de afectación de la imputabilidad en el caso concreto.

Otras que expresamente se hayan solicitado.

Hay que tener en cuenta que la misión del perito médico-forense es asesorar, no resolver sobre el
objeto de la pericia. Es el juez el encargado de “valorar los dictámenes periciales según las reglas
de la sana crítica”.

5.3. Investigación médico-forense del abuso de tóxicos en caso


de cadáveres
Es de muy alta posibilidad que, como resultado del consumo de tóxicos, pueda originarse una muerte.

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Accidentes de circulación (conductores, atropello de peatones, etc.).

Accidentes laborales (sobre todo debidos a caídas de altura, incidentes con maquinaria peligrosa,
manipulaciones de productos químicos, etc.).

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Resultados de peleas, reyertas, conflictos con bandas.

Suicidio por marginalidad o ruina, así como por alteraciones mentales asociadas o derivadas del
consumo.

Muerte por resultado de la acción directa del tóxico (sobredosis, reacciones adversas, rotura de
bolas de droga en el intestino o body packer syndrome) o por adulterantes o diluyentes en la
composición del producto usado.

Muerte por evolución de enfermedades relacionadas con el consumo de tóxicos (inmunodeficiencia,


alteraciones cardiopulmonares, alteraciones hepáticas, infecciones) o por la marginalidad derivada del
consumo (muerte por hipotermia o por hipertermia al vivir a la intemperie, falta de alimentación correcta,
etc.).

Como en cualquier investigación judicial por fallecimiento, la sistemática del estudio médico-forense
deberá constar de los siguientes pasos:

Levantamiento del cadáver

Parte esencial de la investigación en la que, además de un estudio preliminar del cuerpo, se pueden
advertir utensilios y parafernalia relacionada con el consumo de tóxicos, vómitos, hemorragias, signos de
violencia en el entorno, medicaciones, ropas, historial clínico previo, etc.

Todo ello debe ser fotografiado en su relación con el entorno, reseñado y recogido para ulteriores
exámenes periciales.

Autopsia judicial

Examen externo

Hay que tener en cuenta que muchos de los cambios externos dados por el consumo de tóxicos se
deben a consumos prolongados y no aparecen o son poco evidenciables cuando el consumo es
eventual o reciente.

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Examen interno

Muchos de los hallazgos son inespecíficos y habrán de ser interpretados en el contexto general del
caso. Es sobre todo de interés estudiar, en primer lugar, el encéfalo (en el que se pueden encontrar
congestión, edema, microhemorragias perivasculares, angeítis necrotizante y eventual meningitis, así
como otras lesiones por infección viral, bacteriana o micótica).

Posteriormente, la apertura de tórax y abdomen permite encontrar congestión pulmonar, patologías


cardíaca, renal, hepática, etc., que pueden derivarse del consumo general de la droga o de infecciones
asociadas a tal consumo.

Toma de muestras

Fundamentalmente debería atenderse a los siguientes elementos en caso de autopsias con investigación
de tóxicos:

Estómago y contenido.
Un riñón completo, fragmento de 500 gramos de hígado.
Encéfalo (500 g).
Fluidos: orina (por punción de la vejiga o tras abrirla), sangre (la única muestra que permite un
conservante para evitar la coagulación), bilis o humor vítreo.
Otros: uñas, grasa y músculo esquelético, pulmón o piel alrededor del lugar de la punción
venosa.
En casos de cadáveres antiguos, pueden recogerse tierra del enterramiento, húmero, tibia, fémur
y vértebras.
Pueden tomarse muestras orgánicas diversas para estudio anatomopatológico que demuestre las
patologías somáticas apreciadas en examen interno y que puedan tener relación con el caso en
estudio y, sobre todo, con el consumo de tóxicos.

Redacción del informe pericial

Según preceptos formales, pero, sobre todo, conciso, y con unas conclusiones que al juzgador le
permitan aclarar la parte médica del caso en litigio y la relación del consumo de tóxicos con los
hechos.

5.4. Características delictógenas de los tóxicos más habituales

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Aspectos médico-legales de la toxicología

Por supuesto, es unánime el criterio médico que separa el concepto de delincuente del de
consumidor abusivo de tóxicos, es decir, no todos los que afrentan las normas sociales están
“amparados” por el consumo de tóxicos, ni todos los consumidores abusivos de tóxicos infringen
la ley.

Pero cierto es que muchos toxicómanos llegan a traspasar la frontera legal delinquiendo de modos que
pueden sistematizarse como sigue en función del tipo de tóxico:

Opioides

Se trata de derivados de la adormidera (Papaverum Somniferus ), ya sean naturales (opio, morfina),


semisintéticos (heroína) o artificiales (metadona, naloxona, etc.).

Se pueden consumir fumados, masticados, en tisana, etc.

Muchos estudios distinguen cuatro tipos de dependientes de opioides con respecto a su actitud ante las
normas sociales.

Aquellos socialmente integrados y cuya adicción suele pasar desapercibida para su entorno y no
acostumbran a delinquir dado que tienen facilidad para adquirir el tóxico, bien por su nivel económico,
bien por ser profesionales de la salud con acceso a las drogas.

Aquellos que por su dependencia así como por comerciar con droga incurren en todo tipo de actos
antisociales y delictivos. Además, suelen constituir el prototipo de drogodependiente.

Aquellos que llevan ocasionalmente una vida socialmente ordenada y en otros momentos no tanto.

Aquellos que se encuentran en una situación de gran aislamiento y marginación social; suelen convivir
los síntomas del consumo abusivo con problemática de patología mental.

Los diversos opiáceos se mantienen en sangre entre una y cuatro horas, pero pueden ser detectados,
libres o metabolizados, hasta tres días tras el consumo. En orina se puede hallar morfina libre, heroína libre
(si este ha sido el producto consumido) y, de modo específico, el metabolito 6-0-monoacetilmorfina.

En la mayoría de los casos, los consumidores de opiáceos incurren en delitos relativos a la


obtención, posesión y tráfico de sustancias diversas (tanto opiáceos como cannabis o psicótropos),
así como hurtos, robos, estafas, lesiones, riñas, homicidios, etc., robo o falsificación de recetas o sellos
médicos. Cuando la marginalidad o el deterioro mental suceden, los individuos pueden ser objeto de
incapacidad o internamiento judicial.

Por otro lado, la imputabilidad solo se verá afectada si los hechos se cometen en fase de intoxicación
aguda o cuando el individuo, tras un consumo prolongado, ha visto muy mermada su libre voluntad.

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Aspectos médico-legales de la toxicología

Cannabinoides y derivados

Hay muchas publicaciones divergentes en cuanto al efecto directo del cannabis y se ha generado una
gran confusión en torno al uso terapéutico de los derivados de este.

Se ha pretendido relacionar la posible capacidad terapéutica de uno de los 60 cannabinoides activos que
contiene la marihuana con la supuesta bondad de todo el producto. Sin embargo, nada tiene que ver la
investigación médica con el consumo recreativo del hachís y la marihuana, que tantos problemas físicos,
psíquicos y sociales origina.

La planta Cannabis sativa es el producto original y sus efectos psicoactivos son debidos al
principio activo tetrahidrocannabinol (THC).

El hachís, en forma de resina prensada, tiene un más alto contenido de THC. Al consumirse
fumado llega rápidamente al cerebro y sus efectos se notan en pocos minutos.

Efectos psíquicos

Se sugiere que el abuso de cannabis origina un estado “amotivacional” con disminución del resultado
particular en lo laboral, social o personal, con pérdida de interés, ruina por abandono del trabajo, etc., lo
cual, excepcionalmente, ocasiona conflictos con la norma.

Provoca relajación, desinhibición, hilaridad, somnolencia, alteraciones sensoriales, sensación de


lentitud del tiempo y dificultad para realizar funciones complejas (concentración, aprendizaje, memoria
inmediata).

Por otro lado, se tiene constancia de un 43 % de esquizofrénicos con antecedente de consumo


abusivo de cannabis, lo que podría indicar que el consumo de este desencadena la psicosis o agrava su
curso.

Efectos somáticos

Aumento de apetito, sequedad de boca, ojos brillantes y enrojecidos, taquicardia, somnolencia,


descoordinación de movimientos, alteraciones respiratorias (tos crónica, bronquitis), alteraciones
cardiovasculares (hipertensión, insuficiencia cardíaca), alteraciones hormonales sexuales y reducción del
sistema inmunitario.

Los cannabinoides tienen una vida media en sangre de 14 a 38 horas. Se liberan lentamente porque se
distribuyen en los tejidos grasos y se pueden encontrar en orina hasta seis semanas después, según
acostumbramiento, en concentración progresivamente decreciente.

El metabolito principal, el tetrahidrocannabinolcarboxílico (THC) delata no solo el consumo del tóxico


sino también al fumador pasivo, aunque en el caso de este último la concentración en la muestra es siempre
mucho menor.

A nivel puramente forense, hay que decir que la imputabilidad penal no suele afectarse, al menos en
momentos iniciales del consumo, pero la capacidad civil sí se altera muy frecuentemente, así como hay que
en cuenta el hecho de que los consumidores de cannabis requieren frecuentes internamientos involuntarios.

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Aspectos médico-legales de la toxicología

Cocaína

Es una droga psicoestimulante que llega con rapidez al cerebro (sobre todo inhalada o esnifada) y
provoca efectos a los pocos minutos del consumo.

Los efectos más habituales sobre el organismo son la falta de fatiga, la inhibición del apetito, la
reducción del sueño, hipertensión, hemorragias cerebrales, cardiopatía isquémica, patología respiratoria,
incluida la perforación del tabique nasal tras un consumo prolongado por esta vía.

Por otro, lado, la cocaína es una de las drogas con mayor intensidad de dependencia psíquica,
cuyos efectos iniciales son los “agradables”, tales como euforia, locuacidad, hiperactividad, aumento del
deseo sexual o la aceleración mental, si bien en el curso del consumo frecuentemente puede provocar
depresión, irritabilidad y psicosis paranoide.

Durante años se dudó de la capacidad de la cocaína para provocar graves daños en los usuarios y se la
asociaba a una positiva imagen social, al éxito y a la diversión. Poco después se evidenciaron clínicamente
los perjuicios sanitarios y personales de los consumidores de cocaína.

Como en la mayoría de los casos de abuso de tóxicos, se pueden asociar diferentes actos ilícitos
relacionados con el consumo de cocaína, siempre dependiendo del grado de afectación del individuo:

Delitos en la obtención de la droga

Tráfico, estafas, robos de dinero, objetos de valor o de sustancias para vender, prostitución u otras
actividades sexuales (tanto femeninas como masculinas), dilapidación del patrimonio personal o familiar,
pérdida de ahorros…

Delitos o riesgo laboral

Desde meras faltas o disminución del rendimiento en el trabajo hasta especial riesgo de accidentes
imprudentes, sobre todo cuando el adicto ejerce profesiones como piloto, controlador, cirujano,
operario de central nuclear, conductor de vehículos o maquinarias, etc.

Delitos del ámbito sexual

Agresiones sexuales, sadismo, ritos, fiestas sexuales en grupo, etc., sobre todo cuando el consumo de
cocaína deriva en incremento del estado de ánimo, euforia y aumento de la libido.

Alteraciones de conducta

Con violencia, agresividad, fugas, etc., sobre todo cuando el consumo tóxico ha provocado
psicopatología con alucinaciones, ansiedad, inquietud o actitud paranoide.

La cocaína suele tener una vida media en sangre de dos a cinco horas, mientras que sus metabolitos
(sobre todo la benzoilecgonina) permanecen en la orina hasta cuatro días. De modo orientativo, si no se
encuentran metabolitos en la orina puede sospecharse que ha habido manipulación de la muestra.

En casos de consumo concomitante con alcohol etílico, puede hallarse el metabolito cocaetileno por
transesterificación de la cocaína con alcohol etílico.

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Aspectos médico-legales de la toxicología

Los consumidores de cocaína pueden ser juzgados con plena responsabilidad, si bien eventualmente
(y dependiendo del delito) pueden ver atenuada o anulada por trastorno transitorio su imputabilidad. A nivel
civil, la repercusión de la cocaína sobre la capacidad no es frecuente o bien se altera con el consumo muy
prolongado, con severa afectación mental.

Drogas sintéticas

Precisamente su denominación, “de síntesis o de diseño”, impulsó el consumo de estas drogas


con frivolidad por la creencia de que eran menos nocivas al haber sido producidas de modo
“limpio” en laboratorio. Muy al contrario, estos tóxicos consumidos en forma de pastillas
provocan una experiencia mixta entre percepción alterada y estimulación, lo que vendría a ser una
mezcla de anfetaminas y un alucinógeno.

Los primeros síntomas psíquicos favorecen el consumo, dado que producen empatía, euforia,
desinhibición, locuacidad y aumento del deseo sexual, con progresivo agobio, confusión, crisis de
ansiedad, trastornos depresivos y alteraciones psicóticas.

A nivel somático se dan inicialmente sudoración, sequedad de boca, contractura mandibular y


deshidratación, y, en poco tiempo, hipertermia (aumento de la temperatura corporal con riesgo de
fallecimiento inmediato), arritmia, convulsiones, insuficiencia hepática y coagulopatías con riesgo de
hemorragias o infartos cerebrales.

Cualquiera de las drogas de síntesis ha revelado una severa afectación orgánica sobre todo sobre el
sistema de salud, y especialmente cuando su consumo suele ser concomitante con alcohol u otros tóxicos
que potencian los efectos negativos sobre la salud.

A nivel penal, la responsabilidad o imputabilidad quedan muy afectadas o totalmente anuladas, sobre
todo cuando el delito se comete en fase de consumo agudo, y la capacidad civil puede alterarse con el
consumo prolongado.

Anfetaminas y otros estimulantes

Fueron drogas muy populares y toleradas en todos los ámbitos sociales, pero cuando empezaron a
analizarse clínicamente se advirtieron los perjuicios importantes y se prohibió su consumo sin receta
médica. No obstante, se sortea tal control médico y suelen consumirse en zonas de recreo, en combinación
con otros estimulantes y alcohol.

El consumo de anfetaminas provoca autoconfianza, distorsión de la percepción, aumento del


deseo sexual, aumento de la concentración, disforia y ansiedad, así como progresivo deterioro de
las relaciones interpersonales; igualmente, de modo progresivo, se dan alteraciones mentales,
sobre todo de tipo paranoide y referencial, con cuadros psicóticos similares a la esquizofrenia,
con delirios persecutorios y alucinaciones.

A nivel somático se dan taquicardias, insomnio, sequedad de boca, sudoración, hipertensión arterial,
trastornos digestivos, colapso circulatorio y contractura mandibular.

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Aspectos médico-legales de la toxicología

Los casos periciales en los que suelen verse implicados individuos adictos a las anfetaminas son los
siguientes: conductas violentas, fugas, conducción temeraria, agresiones inmotivadas, robos y falsificación
de recetas, relaciones sexuales arriesgadas (con posibles enfermedades de transmisión sexual, embarazos)
y progresivo deterioro amotivacional y abandono laboral, personal o social.

Con una vida media de cuatro a 24 horas en sangre, el examen puede ser positivo en orina hasta cuatro
días después del consumo. El metabolito más específico es la β-metil-fenetilalanina pero hay que ser
cuidadosos en la interpretación, pues pueden darse falsos positivos en fases de putrefacción, cuando
existan metabolitos del aminoácido fenilalanina o en la interacción con otros fármacos.

La capacidad civil no suele verse afectada en momentos iniciales del consumo, pero puede llegar
a alterarse con el consumo crónico o concomitante con otros tóxicos.

Por otro lado, la imputabilidad sí puede estar afectada cuando el delito coincide con una intoxicación
aguda, pero, superada esta fase, es raro que la libre voluntad del individuo quede afectada, de modo que
puede ser responsable de sus actos con todo el peso de la ley.

Otros tóxicos

Aunque el espectro de tóxicos de abuso estudiados en este manual se limita a los anteriores, es quizá
interesante completar el estudio de forma breve con otros productos que se encuentran igualmente en el
“mercado” de la adicción tóxica y con similares exigencias para la medicina legal:

Etanol o alcohol etílico

Producto de la fermentación de azúcares. A su acción química en el organismo, con una primera fase
de desinhibición y posteriormente de depresión del sistema nervioso central, se añaden su facilidad de
consumo, legal y barato, y su capacidad de socialización inicial.

Puede ser ingerido, inhalado, aplicado en la piel o inyectado. Rápidamente llega al cerebro y al tejido
graso, condicionado por el sexo, la edad, la genética, el alimento en el estómago o el acostumbramiento.
Se mide en sangre, orina o humor vítreo y en aire expirado.

Se dice que el etanol o alcohol etílico es un auténtico factor criminógeno. De hecho, en los momentos
de mayor consumo de alcohol (fines de semana, fiestas, etc.), aumentan de modo notable los hechos
delictivos:

Accidentes por conducción ebria o manejo de maquinaria en igual condición.


Reyertas, peleas, malos tratos y cualquier tipo de violencia.
Y, desde luego, es elemento acompañante o facilitador de otros consumos tóxicos. El efecto
del alcohol etílico sobre la libre voluntad, es decir, sobre los elementos de la responsabilidad
penal, es evidente en momentos agudos de intoxicación y en consumos crónicos.

El individuo puede quedar “anulado” tanto en su imputabilidad como en su capacidad civil, y es


muy frecuente la necesidad de proceder a un internamiento involuntario. No obstante, los individuos que
han consumido alcohol etílico son frecuentemente penados por conducir vehículos bajo tal consumo, al
margen de que se cometa otra alteración de la norma.

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Aspectos médico-legales de la toxicología

Ansiolíticos, sedantes e hipnóticos

Son depresores del sistema nervioso central, de uso terapéutico legal pero con un importante
mercado ilegal. Facilitan el “paso a la acción”, aunque suelen dejar lagunas de memoria.

Por otro lado, facilitan la desinhibición inicial y el descontrol de impulsos con conductas auto- y
heteroagresivas, y sus consumidores pueden ser víctimas de caídas y accidentes al quedarse dormidos
circulando con vehículos o en la actividad en alturas.

Generalmente la imputabilidad no se ve afectada o, en su caso, solo es atenuada.

Alucinógenos y similares, como el PCP (fenciclidina)

Son productos que generan una rápida dependencia y tolerancia, sobre todo psicológica.

Aunque su uso suele ser eventual o de fin de semana, se suelen tomar con alcohol y generan cuadros
psicodislépticos, con alteración de ánimo, afectos, memoria, pensamiento y juicio críticos, de modo
que desembocan en conductas anormales (causadas por miedo, rabia, angustia y alucinaciones), como
arrojarse por una ventana, salir desnudo, agresiones sexuales, accidentes, juego de ruleta rusa, ingreso
en sectas violentas, vagabundeo o despersonalización.

En casos de consumo comprobado de alucinógenos en la comisión del delito, la imputabilidad está


gravemente afectada o anulada.

Finalmente, hay que mencionar otros aspectos de conflicto entre la ley y el consumo de tóxicos, que,
igualmente, pueden ser competencia pericial del médico forense:

Dopaje.

El uso de diferentes tipos de sustancias para obtener mejoras en el rendimiento deportivo no solo
resulta una actividad reprobable en sociedad y contraria al espíritu de limpieza deportiva, sino que, a
menudo, es una actividad ilegal recogida en reglamentos específicos o en el Código Penal.

En cualquier caso, la investigación médico-legal sigue la misma sistemática referida en párrafos


anteriores, tomando muestras biológicas del sospechoso y emitiendo informe concluyente con respecto
a las dosis encontradas. Los individuos objeto de estudio médico-forense del dopaje son los siguientes:

Deportista consumidor.
Traficante o vendedor.

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Aspectos médico-legales de la toxicología

Médico o personal sanitario a cargo de la salud del deportista y, sin embargo, implicado en el
suministro de drogas y el trazado de estrategia de consumo específica.

Negligencia médica.

Históricamente, la profesión médica (y los demás cuerpos sanitarios) ha tenido una relación muy
estrecha con las drogas.

Por un lado, estos profesionales las han podido experimentar en propia persona cuando sus efectos
negativos no se conocían (como en el caso de la morfina); por otro lado, pueden verse “tentados” a
usarlas de modo negligente o directamente ilícito por su disponibilidad fácil.

A continuación, se ofrece una lista de los casos más comunes de mala actuación en el ámbito
médico-sanitario respecto de drogas o tóxicos:

Error en la administración de fármacos.


Error en la prescripción de recetas.
Alteraciones en la fabricación o distribución sin suficiente ensayo previo.
Error en el tipo de droga, de dosis, de formulación.
Equivocación respecto al paciente al que se debe suministrar la droga.
Recetas ilícitas.
Víctimas de robo de recetarios y sellos de colegiado o falsificación de documentación médica
de prescripción de tóxicos.

Reacciones adversas a las drogas.

Al propio tóxico.
A los adulterantes añadidos (talco, etc.).

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Politoxicomanías.

Alcohol etílico, heroína, hachís, tabaco y otros tóxicos se consumen muy frecuentemente de modo
concomitante, lo que incrementa la posibilidad de afectación del individuo en su salud y actividad
delictiva.

La medicina legal o forense deberá aportar información detallada sobre las diversas acciones para
aproximar la situación del individuo durante los hechos.

VI. Resumen
En esta unidad didáctica se han sintetizado los conceptos más básicos de la especialidad de
toxicología, cuya magnitud excedería un espacio tan restringido pero que es esencial en la práctica
médico-legal.

Con mucha frecuencia, los especialistas en medicina legal deben hacer uso de sus conocimientos en
toxicología porque los tóxicos pueden ser los protagonistas en una diligencia judicial o una
investigación criminológica; puede ser la víctima la que lo es por estar bajo los efectos de un producto
ajeno a su organismo. Puede ser el agente del delito el que reclame que la influencia de tóxicos ha sido lo
que le ha impulsado a cometer el delito. Puede darse en casos de individuos tanto vivos como cadáveres.

En cualquier caso, la actuación del médico forense o especialista en medicina legal estará sujeta a
estrictos protocolos que perseguirán conseguir las muestras adecuadas en el organismo del individuo para
que los resultados de laboratorio supongan una auténtica evidencia ante el tribunal.

La única diferencia la marcará la propia etiología médico-legal: intoxicación accidental (lo más habitual),
suicida u homicida.

En esta unidad se han apuntado los diversos conceptos básicos en toxicología para establecer diferentes
puntos:

La marcha en el organismo de cualquier producto tóxico (sea de efectos beneficiosos o nocivos),


llamada toxicocinética.

El que los tóxicos usados con intención criminal son conocidos como venenos.

Y, finalmente, que muchos productos tóxicos, usados como drogas de dependencia o ilícitas, van a
desencadenar gran cantidad de hechos ilícitos y, por tanto, investigación médico-legal.

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Ejercicios

Caso práctico

Datos
Un colegio organiza un campamento de verano en el que conviven 100 menores y 15 monitores.

Se ha encargado el servicio de comidas a una empresa externa que a diario acude con los paquetes de
comidas preparados para calentar y consumir.

A los diez días del comienzo del campamento, la mitad de los niños y sus monitores presentan un
cuadro inespecífico de fiebre moderada a alta, diarrea, vómitos, dolor de tipo cólico, náuseas y debilidad
general. Algunos de los niños deben ser hospitalizados y un monitor fallece.

Se pide
El alumno deberá desarrollar las siguientes cuestiones:

¿Habrá que hacer una autopsia judicial o médico-legal?

2
¿Qué actuación tendrá el médico forense con los afectados no fallecidos?

¿Cuál puede ser la etiología médico-legal más plausible de la muerte?

Solución
1

Al ser una muerte inesperada y sospechosa de criminalidad, deberá hacerse una autopsia médico-
legal con la correspondiente toma de muestras.

Igualmente, se procederá a tomar muestras de los vivos para saber el agente que ocasiona los
síntomas y desencadenar las correspondientes acciones judiciales.

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La etiología más probable es la intoxicación alimentaria accidental por gérmenes que han colonizado la
comida, no obstante, habrá que investigar si ha habido negligencia o intencionalidad en tal intoxicación.

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Recursos

Bibliografía
Disposition of Toxic Drugs and Chemical en Man :

Baselt, Randall, C.; Cravey, Robert H. Foster City, California: Chemical Toxicology Institute,
1994.

Fundamentos de toxicología :

Klaassen, C. D.; Watkins, J. B. Casarett y Doull. Madrid: McGraw Hill Interamericana; 2005.

Knight’s Forensic Pathology :

Saukko, P.; Knight, B.London: Arnold; 2004.

Manual de medicina legal y forense :

Casas, J. D.; Rodríguez, M. S. Madrid: Colex; 2000.

Manual de psiquiatría legal y forense :

Carrasco Gómez, Juan José; Maza Martín, Jose Manuel. La Ley; 2003.

Mechanistic Toxicology :

Boelsterli, U. A. New York: Taylor & Francis; 2002.

Medicina legal y toxicología :

Gisbert Calabuig, J. A. et al.; Villanueva Cañadas, E. (ed.). Barcelona: Masson; 2018.

Medicina legal :

Patitó, J. A.Buenos Aires: Ediciones Centro Norte; 2000.

Medicina legal :

Vargas, E. México: Trillas; 2013.

Principles of Biochemical Toxicology :

Timbrell, J. New York: Taylor & Francis; 2000.

The Essentials of Forensic Medicine :

Polson, C. J.; Gee, D.; Knight, B. Oxford: Pergamon; 1985.

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Toxicology :

Marquardt, H.; Schäfer, S.; Mcclellan, R.; Welsch, F. London: Academic Press; 1999.

Glosario.

ANTAGONISTA: Sustancia que, al parecerse al tóxico, actúa sobre el receptor de este. Es


una sustancia química natural o sintética que puede actuar de modo reversible competitivo, de
modo no reversible o no competitivo, según su composición química.

ANTÍDOTO: Sustancia química cuya función es contrarrestar los efectos de un veneno,


toxina o producto químico. Actúa de modo directo sobre la estructura química del tóxico, y
nunca sobre el receptor, inactivándole o impidiendo los efectos indeseables de tóxico.

EMPONZOÑAMIENTO: Envenenamiento por la picadura de una serpiente o por el uso


criminal del veneno de serpiente.

MEDICAMENTO: Sustancia ajena al organismo (tóxico) que sirve para curar o prevenir una
enfermedad, para reducir sus efectos sobre el organismo o para aliviar un dolor físico.

VENENO: Cualquier sustancia química dañina usada con intención de matar. Paracelso
indicó que todas las sustancias son tóxicas a dosis altas, lo que incluye sustancias tan
“inocentes” como el agua, vitaminas, oxígeno, medicamentos, etc. Pueden ser animales,
minerales, vegetales o sintéticas.

VIDA MEDIA: Tiempo necesario para que la concentración en sangre de un fármaco o


tóxico en general caiga a la mitad de la máxima concentración alcanzable (pico máximo).

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