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México es un país surrealista en


donde no hay una división entre los
buenos y malos: polícias y ladrones
joden al pueblo, políticos y narcos
matan sin piedad. En México los
periodistas mueren por contar la
verdad, los estudiantes son
asesinados a sangre fría y los
delincuentes se pasean en aviones
privados.

Duele ver así a tu país, pero


también hay que estar en contacto
con el otro México: el de las
personas amables, honestas,
honradas, trabajadoras. Esas
minorías que son mayoría, pero que
no se notan porque
suelen permanecer en silencio,
actuando no haciendo ruido. Esta
obra va dedicada a esas personas
silenciosas, que hacen posible que
este país siga adelante a pesar de
que contamos con una clase
política corrupta, estúpida e
insensible.

Este texto lo escribí en el 2012,


antes de las elecciones y se
estrenó en diciembre del 2013 en
Minas Lavalleja Uruguay.
Desgraciadamente sigue vigente,
tenemos un presidente que alardea
de una transformación social y
política, pero en la práctica
seguimos con muertos, corrupción,
narcotráfico, pobreza, polarización.

Mi agradecimiento enorme al
director Eduardo Cotto y al grupo
teatral De Acá Nomás por haber
puesto esta obra en escena.
Y mi agradecimiento a todos los
directores y grupos que han
seguido eligiendo el texto para su
montaje.

Espero que este texto llegue a


quien deba de llegar, espero que
estas palabras se conviertan en
acción pura.

Ÿ 3 actrices

Ÿ 4 actores

Ÿ 80 minutos

La Santa Paz Teatro para


siete personajes
de Tania Ruiz
Personajes:

Paulina Hija del dueño de la


funeraria

Mauricio El secretario de la
funeraria

Rubén El tanatopractor de la
funeraria

Alonso Trujano El político

Fernanda de Trujano La esposa


de el político

El Chipo López El narco

Edelina de López La hermana del


narco
Escenario la oficina de una
funeraria pequeña, pero próspera.
Podemos ver ataúdes con distintas
decoraciones, un escritorio y
algunas sillas.
Mauricio, el administrador de la
funeraria, se encuentra sentado
ante el escritorio, está leyendo el
periódico.

Después de un momento entra


Paulina.

Paulina: Hola, Mau, no me tardé


mucho ¿verdad?

Mauricio: No, para nada. Tienes


una hora de retraso.

Paulina: ¿Tanto? Es que manejar


en esta ciudad es un horror, no
sabes, el tráfico está insoportable,
no entiendo que hace tanta gente
en la calle tan temprano y en
sábado.
Mauricio: Trabajar, no todos son
unos desobligados que llegan una
hora tarde y
no culpes al tráfico, seguramente
saliste hace quince minutos de tu
casa.

Paulina: ¡Ay bueno ya! No te pases


con la confianza, Mauricio. Además,
ni me pagan. Así que no me
regañes, sólo a mi papá se le
ocurre dejarme de encargada
durante sus vacaciones, sabe
perfectamente que salgo todos los
viernes. O sea no me puedo
levantar temprano el sábado. Por
suerte no hay clientes.

Mauricio: ¿Ya leíste el periódico?

Paulina: Obvio no.

Mauricio: Ayer hubo balacera entre


dos bandas de narcos, dicen que
hay como seis muertos.
Paulina: ¿Apenas te estás
enterando? ¡Qué atrasado estás!
Anoche fue trendin topic nacional.
Parece que una de las bandas tiene
políticos involucrados, lo cual no es
novedad.

Mauricio: ¿Y ni por eso llegas


temprano? Qué tal si vienen a
contratar nuestros servicios.

Paulina: No creo, si no eran unos


chalanes cualquiera. Según Twitter
eran capos y esos clientes no
vienen a esta funeraria, ellos van a
las más elegantes. Lo bueno es que
a mi papá de todas maneras le va
muy bien, porque la mayoría de los
muertitos son de las colonias, así
como la tuya, y … no me refiero a
que haya balaceras en donde vives,
sólo digo que nuestros clientes son
como más clase media baja. Ups,
perdón.
Mauricio: Paulina, no me importa
tu comentario, lo que me preocupa
es que no seas sutil con los
clientes. Ellos están pasando por un
dolor profundo y tú eres capaz de
salir con una pendejada de ésas
que pones en tu twitter o instagram

Paulina: ¡Mauricio, bájale a tus


comentarios! Yo soy incapaz de
decir algo fuera de lugar, además,
lo que pongo en mis redes tengo
que pensarlo mucho para que
suene interesante. Sólo ahí soy
inteligente, sarcástica y divertida.
¿Pero no me vas a ayudar a recibir
a los que lleguen? Por fa ¿si?

Mauricio: No. Soy el administrador,


nada más, ya te dije. Mi trabajo no
es vender ataudes. Y no me gustan
los funerales, ni los muertos, no
sabría que decir, nunca
doy el pésame.

Paulina: ¡Qué mal! Pero al rato


llega Carla ¿no?, ella es buenísima
con eso de hablar bonito y
tranquilizar.

Mauricio: No, ayer te comenté que


Carla no viene hoy, van a operar a
su mamá. Te mandé un mensaje
para que lo recordaras.

Paulina: Pues se me olvidó. ¡Qué


mal! Si ella no viene entonces
espero que no venga nadie en todo
el día. No quiero trabajar hoy.

Mauricio: Tú no trabajas nunca.

Paulina: ¿Y para que voy a trabajar


si mi papá me da todo? Eso de
trabajar se lo dejo a la prole.
Entra Rubén.

Rubén: (saluda efusivo a Paulina


con un beso en cada mejilla) ¡mi
vida!, mua, mua. Mauricio, no
puedo trabajar así, de verdad, soy
un profesional y tú quieres que
haga obras maestras con pinturitas
del tianguis, por favor, comprame
un buen set de pinceles porque no
pienso seguir utilizando los míos.

Mauricio: ¿Pinceles?

Rubén: sí, pinceles, “para


devolverles el esplendor a los seres
queridos, permitiendo una
agradable despedida, su familiar se
verá tan rozagante y lleno de vida
que parecerá dormido y no muerto”
¿que no era esa tu publicidad?
Mauricio: sí, pero no funcionó.
Parece que
a la gente le gusta que los muertos
se vean como muertos. ¿Oye y si
no los maquillas? Peinálos y ya.

Rubén: (a Paulina) Esto es lo que


tengo que soportar todos los días,
no entienden la grandeza de mi
arte.

Mauricio: ¿cuál arte Rubén? Si


sólo le sacas las tripas a los
muertos y los embadurnas de
maquillaje y ya.

Rubén: (a Paulina) mi reynis, dile a


tu papi que su administrador lo va a
dejar en la ruina si sigue con esas
ideas de escatimar en la calidad del
servicio. Toda la clientela se va a ir
con la competencia. Y tú no vas a
poder presumir todo lo que
presumes, que ni tuyo es porque no
trabajas. Esa pulserita la compraron
gracias al sudor de mi frente, pero
tu papi es el que se queda
con las ganancias. En esa injusticia
vivimos.

Mauricio: no es injusticia, es
neoliberalismo económico, gracias
a ese sistema tienes trabajo.
Deberías de estar contento con la
cantidad de entierros que hacemos
a la semana.

Rubén: hacemos, tú no haces nada


Mauricio, sólo te sientas a llenar
hojas con númeritos.

Mauricio: A ver, intenta mantener el


negocio a flote con tantos
impuestos que se tienen que pagar.
Nos va bien, pero para tener
ganancias verdaderas necesitamos
que esta sexenio siga tan violento
como comenzó.
Rubén: Bueno, tú no tienes
corazón. ¿Te
importa más el dinero que la
tranquilidad del país?

Paulina: ¿no me digan que ese de


ahí es Alonso Trujano?

Mauricio: ¿quién?

Paulina: el que era diputado, el ex-


compañero de copas del
gobernador, qué ahora anda
brincando de un partido a otro.
Acuérdate, él que se casó con una
dizque actriz de teatro.

Rubén. Sí es. Y viene para acá.

Paulina: ¡Ay no! Qué nervios, ¿qué


hace aquí?

Rubén: dudo que venga a hacer


proselitismo, lo más seguro es que
quiera
enterrar a alguien.

Paulina: ¡Qué horror! ¿Y por qué


no se va a las funerarias más
elegantes?

No me dejes sola, no voy a saber


que decirle.

Mauricio: Que te acompañe


Rubén, ya te dije que no soporto a
los deudos.

Rubén: y yo no soporta las deudas


y vivo con ellas gracias a que estos
políticos desgraciados jodieron la
economía del país. No mi reynis, lo
atiendes sola.

Paulina: Rubén si te quedas y me


ayudas, te regalo la peluca de
Paulina Rubio, la que use en
Hallowen.

Rubén: ¿con todo y el trajecito


dorado de
lentejuelas?

Paulina: Sí.

Rubén: Hecho. Pero conste que


sólo lo hago por tu cara
desesperada.

Paulina: ¿Entonces no quieres el


traje?

Rubén: Claro que sí, y espero que


sea de mi talla.

Mauricio se mete a su despacho.


Rubén y Paulina ponen cara de
circunstancia. Entra Alonso Trujano,
con lentes oscuros, sombrero y
gabardina, como si quisiera ocultar
su físico.. Su mujer va igual.
Paulina: Buenos dias, bienvenidos
a la Santa Paz ¿en que le podemos
ayudar?
La mujer llora desconsolada ante el
imprudente saludo de Paulina.

Rubén: (toma una caja de


pañuelos) tomen asiento por favor,
un pañuelo. Sentimos mucho la
pena por la que atraviesan,
estamos preparados para mitigar un
poco el dolor que sienten. Podemos
hacernos cargo de cualquier cosa.

Alonso: pues, desgraciadamente,


ayer falleció mi sobrino, uno muy
querido. Era como mi hijo. Tan
joven. 27 años. No tenemos nada
preparado para esta ocasión, no
esperábamos que sucediera algo
así…

Rubén: Lo siento licenciado.


Alonso: ¿Me conoce?
Rubén: claro, es el licenciado
Trujano, diputado.

Alonso: bueno, no soy diputado en


este momento. Me estoy
preparando para la próxima
campaña.

Fernanda: Ya vez, te dije que te


iban a reconocer aunque te
pusieras ese sombrero ridículo.
Ahora ¿podemos regresar a lo que
nos importa? Mi sobrino predilecto,
el niño que cuidé desde que nació,
¡está muerto! mi hermana murió
cuando él era un bebé y es, fue
como un hijo para mí.

Ruben: entiendo.

Fernanda: quiero algo sencillo,


pero inolvidable, quiero que su
muerte sea tan espectacular como
su vida. Algo con un
tema como Una estrella fugaz, o
Alcanzar una estrella.

Alonso: ¡mujer!

Fernanda: es lo menos que puedo


hacer Alonso, ya que no quieres
celebrar un funeral por todo lo alto,
lo menos que puedo hacer es elegir
un tema.

Alonso: mujer, dadas las


circunstancias del accidente, es
mejor que hagamos las cosas así.

Fernanda: así sin que nadie se


entere. Claro, primero está tu
carrera, antes que mi dolor de
madre, que ha perdido lo más
sagrado de su vida.
Rubén: entendemos, su dolor
señora. Podemos preparar el
funeral adecuado
para su sobrino, con tema de
estrellas, podemos ofrecerle un
ataúd con una cubierta decorada de
estrellas fugaces, de cometas, de
soles. Podemos ofrecerle el bañado
del ataúd en una pintura especial
con partículas de oro. Es más caro,
pero la ocasión lo vale. Este
acabado le asegura una
conservación perfecta del cuerpo.

Alonso: Lo que queremos es una


cremación, dadas las condiciones
en que quedó el cuerpo.
Preferiríamos que nos entreguen
sus cenizas, en una urna.

Fernanda: Una urna decorada con


estrellas.

Alonso: sí mujer.
Rubén: muy bien, comencemos
con los trámites entonces; Paulina,
preciosa, trae café para los
señores. Y para mí un
expresso doble. Ya sabes donde
esta la bandeja.

Paulina va a negarse, pero prepara


el café. Rubén saca unas formas
del cajón.

Rubén: Disculpen, tiene poco


tiempo aquí y no conoce sus
obligaciones. Pero le reitero que
estamos capacitados para
atenderlo en este difícil momento.
Podemos hacernos cargos de todos
los trámites necesarios. ¿Usted trae
el certificado de defunción?

Alonso: Pues verá… es un poco


complicado, todo fue tan imprevisto.
Yo en este momento no tengo
cabeza para pensar en eso, lo
único que deseo es que esto se
arregle y termine.

Rubén: Claro, entiendo. Nosotros


nos
encargaremos del certificado.

Alonso: ¿Es indispensable?

Paulina sirve el café, nadie quiere.

Rubén: ¿El certificado de


defunción? Sí, es indispensable. En
este caso, tratándose de un
accidente, debemos dar parte al
ministerio público.

Alonso: ¿Y no habría manera de


saltarse ese trámite?

Rubén: No, sin un certificado no


podemos tramitar el Acta.
Licenciado, usted mejor que nadie
debe conocer los trámites.

Alonso: Sí, por eso mismo sé que


debe haber una manera… mire mi
sobrino… bueno… no quisiéramos
hacer esto muy
público.

Rubén: No se preocupe, tenemos


salones pequeños, adecuados para
un velorio íntimo y familiar.

Alonso: Creo que no me ha


entendido, lo que quiero decir… es
que queremos que nadie se entere
de esto. Ni siquiera el ministerio
público.

Rubén y Paulina se ven, se hace un


pequeño silencio.

Fernanda: Lo que el monstruo


insensible de mi marido quiere
hacer, es pretender ante todos que
mi sobrino sigue vivo y que está
viajando por el extranjero. Quiere
que yo finja una felicidad que no
siento, que me trague mis lágrimas,
que llore en silencio como tantas
mujeres. Si no fuera
por mi insistencia, el cuerpo de mi
sobrino ya estaría tirado en una de
ésas zanjas donde dejan los
cadáveres de tanta gente.

Alonso: ¡mujer, tranquilízate!

Fernanda: ¡No me puedo


tranquilizar! ¡No me pidas que me
tranquilice! Hago todo lo que
quieres por el bien de tu carrera, y
tú carrera no despega, lo único que
has logrado es que maten a mi
Juanito y todo porque lo usaste
como intermediario para tus sucios
negocios. Él no debía estar anoche
en ese encuentro, debiste ir tú.
Pero el señor se quedó en la casa y
ahora Juanito tiene la cara
destrozada por las balas
expansivas y ¡tú quieres que yo me
tranquilice!

Después del ataque de histeria


todos se quedan en silencio.
Alonso: disculpen los excesos de
mi mujer, siempre quiso ser actriz.

Fernanda: (dándose cuenta de su


error) fuí actriz sí, lo siento, no me
hagan caso, el dolor me hace decir
cosas extrañas. En realidad a
Juanito lo atropellaron. Lo que dije
de los sucios negocios y las zanjas
es …

Alonso: ¡Fernanda! Cállate.


(Pausa) Lo que quiere decir mi
mujer es que no estamos
preparados para afrontar la muerte
de mi sobrino. Y menos en estos
tiempos tan complicados.

Paulina: ¡Su sobrino estuvo en la


balacera de anoche y usted es el
político del que hablaban! No me lo
puedo creer, qué emoción.
Rubén: ¡Paulina!

Paulina: ¿Qué? (Paulina se da


cuenta de su indiscreción) Lo
siento.

Alonso: ¿Hablaron de mi? ¿en


dónde?

Paulina: en el twitter bueno no


dijeron su nombre, sólo
mencionaron que probablemente
había un político involucrado.

Alonso: Mire, no me voy a andar


por las ramas. ¿Cuánto quiere por
incinerar a mi sobrino sin que nadie
se entere? En estos momentos me
encuentro en una posición delicada
con el partido y no cuento con
apoyo de mi grupo. Mi mujer quiere
velarlo y necesito que todo sea
clandestino. ¿Me entiende? Lo
único que quiero es que se
lleven el cadáver de mi sobrino de
la casa y lo quemen rapidito.

Fernanda: ¡Lo sabía! Siempre


deseaste correrlo de la casa, en
realidad nunca lo quisiste.

Alonso: Fernanda deja de hacerte


la dramática. Ya complicaste todo
con tu indiscreción, te dije que me
dejaras hacerme cargo. ¿Cuánto?

Rubén: Señor, creo que está


confundido; esta es una empresa
decente y no aceptamos sobornos
de…

Paulina: un millón de pesos

Alonso: Hecho. Un momento,


usted es la que sirve el café, no voy
a negociar con esta niña.
Paulina: Paulina Paz, a sus
órdenes, hija de Esteban Paz, el
dueño de la funeraria. Tengo
autoridad total en este lugar, señor
Trujano. ¿A qué dirección vamos
por el cuerpo?

Rubén: Paulina, creo que antes de


tomar esa decisión debería
considerar la opinión de tu padre.

Paulina: mi papá dijo que yo era la


responsable del negocio, Rubén, si
no quieres perder tu empleo,
quédate en silencio y deja que me
haga cargo.

Rubén y Fernanda se quedan


callados y molestos.
Paulina. ¿A qué dirección vamos
por el cuerpo?
Alonso: Calle Mártires de la guerra
#23458 Colonia El purgatorio.

Paulina: Muy bien, arreglaremos


todo el papeleo necesario para la
cremación. ¿El pago será en
efectivo o con tarjeta?

Alonso: Efectivo, pero


comprenderá que no tengo esa
cantidad conmigo, que le parece si
le entrego la mitad cuando recojan
el cuerpo y la otra mitad cuando me
entreguen la urna. Sólo le voy a
pedir discreción en este asunto.

Paulina: Señor Trujano, tenemos


un trato. Soy la persona más
discreta que se pueda imaginar.
Fernanda: Quiero una urna dorada,
con una estrella fugaz en la tapa y
estrellas
alrededor.

Paulina: Claro señora, será la


mejor urna, le aseguro que si su
sobrino estuviera vivo, se moriría
por tener una urna así.

Rubén: ¡Paulina!

Paulina: Lo siento. Señor Trujano,


en una hora y media estaremos en
el domicilio indicado recogiendo el
cuerpo, a partir de las cuatro
podrán velar a su sobrino.

Alonso: Gracias, con permiso.

Salen Alonso y Fernanda

Rubén: ¿Estás loca? ¿Cómo se te


ocurre prestarte para una
marranada de esas Paulina? ¿Te
das cuenta en lo que te estás
metiendo? ¡Eso es una guerra! Y tú
ahora
eres parte de la corrupción del país.
¡Ay, me da! ¡Me da! ¡Me da!

Mauricio: (Saliendo de su
despacho) A mí también que me de,
pero mi parte correspondiente. Ya
es justo que nos toque algo de
ganancia. Oí todo, eres mi ídola
Paulina, qué rápidez mental, a mí
nunca se me hubiera ocurrido
pedirle tanto dinero.

Paulina: Mauricio es que tú estás


acostumbrado a pensar como
pobre. En realidad le pedí muy
poco, con todo lo que ganan entre
sueldos, bonos, prestaciones y
tranzas, ese millón no es nada para
él.

Mauricio: Estás bien enterada,


quién te viera.

Paulina: Claro, tengo que saber en


donde
buscar pretendiente. ¿A poco crees
que no pienso en mi futuro?
Casarse con un político es buen
negocio. Bueno, siempre y cuando
tenga un buen hueso, porque si
no… bueno, ya vimos a la histérica
de la mujer de Alonso Trujano. ¿Ya
ves que sí trabajo? A mí manera
claro.

Mauricio: Pues yo con 300 mil


pesos me retiro de trabajar en este
lugar, ni un muerto más para mí, me
iré a una playa desconocida del
pacífico mexicano y viviré feliz en
un mundo sin muertos.

Rubén: ¿Tú también Mauricio?


¿Soy el único sensato aquí? ¿Se
imaginan que va a pasar si nos
descubren?
Paulina: ¿Quién nos va a
descubrir? Con tantas cosas que se
hacen todos los días, ¿a quién le va
a preocupar una
incineración más o una menos?

Mauricio. Además, si nos


descubren, Alonso podrá abogar
por nosotros y pasarnos su fuero.

Rubén: Ése no tiene fuero, ni


poder, ni nada. Ahora está
esperando cualquier hueso que le
caiga. Si pudiera hacer algo no
vendría a pedir nuestra ayuda. Me
largo, ni crean que voy a ser parte
de sus cochinadas.

Paulina: Rubén, si sales por esa


puerta no vuelves a entrar aquí, te
lo advierto. Y le voy a decir a tu
novio que hace dos semanas te
cogiste a un cliente sobre la mesa
donde ponen los cuerpos.
Mauricio: ¡Rubén! ¿Estaba vivo o
muerto el cliente?
Rubén: Vivo, era el pariente de un
muertito y yo sólo le estaba
ofreciendo un poco de consuelo, no
lo hice con mala intención. Paulina
llegó y, como siempre, entró a mi
oficina sin tocar la puerta.

Paulina: Tu oficina ja, ja, ja…


bueno decídete, si te vas te quedas
sin novio y sin trabajo, si te quedas
conservas el novio, el trabajo y
además, te llevas de bono 300,000
pesos que no te caen nada mal.
Imáginate, por fin podrás conocer el
mar del mediterráneo acompañado
de tu amors.

Rubén: ¡Ay! Cómo te odio,


desgraciada, ya sabes que no
soporto estar solo el amor es lo
más importante en mi vida. Todo
sea porque mi amorcito no se
entere de ese momento caritativo
de mi parte. Está bien,
me quedo, pero sólo porque me
obligan.

Rubén se queda callado, regresa y


se sienta.

Mauricio: ¿Y cuál es el plan?

Paulina: Pues vamos por el


muerto, lo quemamos y ya, no le
decimos a nadie.

Mauricio: “lo quemamos y ya”.


Cómo se nota que no sabes nada
del trabajo o los trámites, Paulina.
La cosa no es tan sencilla.

Paulina: ¿Por qué no? El horno es


nuestro ¿no? ¿cuál es el problema?

Rubén: Se tiene que dar parte a las


autoridades, Paulina, las cosas no
pueden hacerse cómo piensas.
Tiene que
intervenir el Ministerio Público y la
SEMEFO.

Paulina: ¡Ay por favor!, todos los


días me entero de mil cosas que se
hacen fuera de la ley, ahora resulta
que nosotros no podemos cremar
un cuerpo sin hacer trámites. Todo
se arregla con dinero, así que
arreglemos la situación y pensemos
en el cliente y su satisfacción.

xxx

Mauricio: Bueno, yo podría


encargarme. Tengo una amiga que
nos puede ayudar con todos los
documentos y así no nos
arriesgamos tanto… Sólo que mi
amiga va a cobrar…
Paulina: Encárgate del asunto y
que Rubén vaya por el cuerpo. Te lo
traes en mi
camioneta, no podemos usar la
carroza de

Espero que hayas disfrutado esta


historia tanto como yo disfruté
al escribirla, no puedo agradecerte
lo suficiente tu apoyo. Ser
un escritor sin lectores no tiene
sentido.

la funeraria.

Rubén: ¡Mira qué fácil!, ¿cómo


crees que me voy a traer un cuerpo
en tu camioneta?
Paulina: Ni modo que no se pueda,
¿no ves películas o qué? Todo el
tiempo meten
cuerpos a los carros. Toma (le da
sus llaves) y no me la vayas a
ensuciar. Compra unas bolsas de
plástico o algo para que no me
dejes vísceras en el carro. Y,
Rubén, cuida el dinero, te tiene que
dar quinientos mil.

(Rubén toma las llaves enojado y


se va)

Mauricio: ¿Oye y si se da a la fuga


con el dinero y tu carro?

Paulina: No, él es decente, no se


arriesgaría a robarse un carro que
lleva un muerto en la cajuela.

Mauricio: Eso espero. Bueno, voy


a arreglar eso y regreso en un rato.
(Sale)
Paulina se queda sola, saca su
celular.

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