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ECORREGIONES DE ARGENTINA

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Mapa de Eco-regiones
de Argentina. Ecosistemas
Caracteristicas de las Ecorregiones /
Ecosistemas de Argentina
La gran superficie del territorio y su población concentrada sólo en las grandes
ciudades, mantienen grandes extensiones casi despobladas y en estado puro, como es el
caso de La Puna o La Patagonia.

En Argentina se pueden diferenciar dieciocho regiones geográficas o espacios


homogéneos, que presentan características propias del relieve, clima, hidrografías,
vegetación, fauna, etc.

Abarcan un territorio muy diversificado de montañas, mesetas y llanuras.

Las montañas, en el occidente ocupan el 24% de la superficie de la república, las mesetas


el 22% y las llanuras mayoritariamente, en el este el 54% del territorio.

Partiendo del sistema andino, hacia el este, el territorio está formado casi enteramente
por una llanura plana o con suaves ondulaciones que desciende gradualmente desde los
610 m hasta el nivel del mar.

El territorio continental termina en una amplia plataforma submarina, que se extiende


hasta las 200 millas marinas.

Ecosistemas de la Patagonia
La Patagonia argentina, también llamada región patagónica, es una de las
regiones geográficas de la Argentina, que comprende la parte de la Patagonia que
abarca este país. La misma reúne un conjunto de provincias y aspectos naturales
únicos en el mundo. La región también es llamada simplemente sur y es la más
grande de todas en Argentina. Las ciudades más importantes son: Neuquén en el
Alto Valle, Comodoro Rivadavia sobre el mar y San Carlos de Bariloche en la zona
cordillerana.
Bosques Secos
Se sitúan entre los 200 m s.n.m. y los 1000-1200 m s.n.m. (dependiendo de la latitud). Las precipitaciones
en estos bosques oscilan alrededor de los 1000 mm anuales, aunque en los bosques más orientales
pueden bajar a 600 mm. Las especies dominantes varían según la zona de que se trate y, especialmente,
del sustrato. En fondos de valle y sobre suelos más profundos y con mayor aporte de cenizas volcánicas
predominan las especies de Nothofagus: ñire (N. antarctica), raulí (N. alpina), roble pellín (N. obliqua) y
coihue (N. dombeyi). En laderas escarpadas y sobre sustrato más rocoso o arenoso predominan el ciprés
de la cordillera (Austrocedrus chilensis) y la araucaria (Araucaria araucana).

El sotobosque varía notablemente en su constitución: suele ser denso donde hay más humedad y los
suelos son más profundos. Allí abundan las especies de Berberis (calafates y michayes), la laura (Schinus
patagonicus), el maqui (Aristotelia chilensis), las chilcas (Baccharis spp.) y la caña colihue (Chusquea
culeou).

En sitios más secos y en suelos menos profundos hay más diversidad de arbustos bajos y de hierbas

Bosques de gran altitud.


Se sitúan en general por encima de los 1200 m s.n.m. y alcanzan los 1800 m s.n.m., colindando con la
vegetación altoandina. Las precipitaciones en estos bosques varían entre 1500 a 3000 mm anuales (más
precipitaciones a mayor altitud), presentándose una alta proporción de las mismas en forma de nieve. La
especie leñosa predominante es la lenga (Nothofagus pumilio), que tiende a ser reemplazada por el ñire
cuando el sustrato es muy húmedo.

Con la altitud, ambas especies adoptan forma achaparrada (arbustiva), llegando a hacerse rastreras en
planicies con alta deposición de nieve. En el sotobosque son comunes los calafates y el michay de la lenga
(Berberis serrato-dentata), entre otras especies arbustivas. Por debajo de los 1400 m de altitud también
suele ser muy densa la cobertura de caña colihue (Chusquea culeou). A mayor altitud, el amancay
(Alstroemeria aurea) contribuye notablemente a la vegetación herbácea de estos bosques.

Bosque húmedo (Selva).

Se sitúan entre 200 m s.n.m. (en Lago Puelo, Chubut) y 1000 m s.n.m. Representan, en Argentina, una
expresión simplificada (o empobrecida) de la Selva Valdiviana de Chile. Las precipitaciones en estos
bosques son elevadas (cerca de 2000 mm anuales) y, a diferencia de lo que ocurre en otras comunidades
boscosas de la región, se distribuyen con cierta regularidad a lo largo de todo el año gracias a la influencia
húmeda del Océano Pacífico. Además, dicha influencia modera las temperaturas extremas. Hay alta
diversidad de especies arbóreas que pueden coexistir en estos bosques, pudiendo llegar a más de 10
especies diferentes por hectárea en los bosques más occidentales. Algunas de las especies arbóreas más
emblemáticas son, además del coihue (que suele ser dominante), el alerce o lahuán (Fitzroya
cupressoides), los mañíos (macho, Podocarpus nubigena, y hembra, Saxegothaea conspicua), el tineo
(Weinmannia trichosperma), el fuinque (Lomatia ferruginea), el avellano (Gevuina avellana), el lingue
(Persea lingue) y el hua-huán (Laureliopsis philippiana).

Todas ellas son de hojas perennes y tienen características similares a las de especies tropicales. También
son muy comunes en este tipo de comunidad las especies trepadoras (varias de ellas con flores rojas), los
helechos y los musgos. Abunda la materia orgánica en descomposición, aunque lo sombrío del bosque
determina que las especies herbáceas no proliferen.
Matorral ecotonal.

Es una comunidad típica de las partes bajas de las laderas de los cerros y de valles
amplios donde no abunda el agua. Su altitud oscila entre 600 y 1000 m s.n.m. y sus
precipitaciones no superan los 1500 mm. Las especies dominantes de estos
matorrales dependen de la exposición y el sustrato (en general arenoso a rocoso).
En las zonas más húmedas y de suelos más profundos predominan árboles o
arbustos de hasta cinco metros de altura, como radales (Lomatia hirsuta), lauras
(Schinus patagonicus), maitenes (Maytenus boaria), chacayes (Discaria serratifolia)
y retamos (Diostea juncea). Forman un estrato arbustivo menor de tres metros los
calafates (Berberis spp.), el palo piche (Fabiana imbricata) y las chilcas y huautros
(Baccharis spp.).

Estos matorrales se encuentran muy alterados por actividades antrópicas (tala,


ganado, etc.) con lo cual las plantas de mayor tamaño se encuentran cada vez más
dispersas, dándose condiciones adecuadas para el establecimiento de arbustos
rastreros (como el mosaiquillo, Baccharis magellanica), subarbustos (Senecio spp.
y Acaena spp.) e hierbas de variadas especies, así como de arbustos invasores
como la mosqueta (Rosa rubiginosa).

Estepa arbustiva.

Esta comunidad ocupa zonas secas de la Patagonia (usualmente con menos de 700 mm anuales).
Presenta grandes variaciones tanto en la altitud que alcanza como en la diversidad de las especies
vegetales que la constituyen. En general las plantas de mayor tamaño de la estepa arbustiva no superan
el metro y medio de altura y se encuentran dispersas. Es común encontrar arbustos o subarbustos en cojín,
como neneos (Mulinum spinosum), abrojos (Acaena spp.) y espinos (Discaria articulata). Un grupo de
subarbustos muy diversificado en este tipo de comunidad es el de los senecios (Senecio spp.) algunos de
los cuales se conocen como charcao.

A diferencia de las comunidades vegetales desarrolladas bajo mejores condiciones ambientales, en la


estepa arbustiva son frecuentes las hierbas anuales, que prosperan al reparo de los arbustos y
subarbustos. Dada la fuerza de los vientos, el suelo arenoso a rocoso y las bajas precipitaciones, las
especies invasoras difícilmente ingresan en la estepa arbustiva, aunque el ganado contribuye a diseminar
la rosa mosqueta (Rosa rubiginosa).
Estepa herbácea.

Esta comunidad se asemeja a la estepa arbustiva en cuanto al bajo nivel de precipitaciones y la exposición
a los vientos fuertes del oeste. Pero, a diferencia de aquella comunidad, en la estepa herbácea predominan
las gramíneas de estructura compacta y hemisférica conocidas como coirones, que corresponden a varios
géneros diferentes (Poa spp., Festuca spp. y Jarava spp.). Éstas suelen ser las únicas plantas capaces de
tolerar las condiciones ambientales inclementes sumadas a la actividad de ganado ovino y caprino.

Los arbustos y subarbustos son menos abundantes, aunque a veces los charcaos no palatables (Senecio
filaginoides) proliferan en sitios degradados. También es posible encontrar en estos sitios hierbas anuales
demasiado pequeñas para servir de alimentación a los herbívoros grandes.

Mallines y turberas.

Estas comunidades se caracterizan por emplazarse sobre sitios con sustrato permanentemente húmedo
en el cual las especies de los alrededores, más secos, no pueden desarrollarse. Allí predominan las hierbas
conocidas como juncos, pero pertenecientes principalmente a dos familias de plantas, las Juncáceas
(Juncus spp.) y las Ciperáceas (Carex spp., Cyperus spp., Eleocharis spp., etc.). Son comunidades
sumamente diversas tanto en localización (desde fondos de valles amplios hasta altas cumbres) como en
las condiciones de precipitaciones que soportan. Las turberas se diferencian de los mallines por recibir
aportes de agua carente de nutrientes y tener alta acidez en el sustrato, con lo cual la materia orgánica se
degrada en forma muy lenta.

Además, las turberas, gracias a que disponen de aportes de agua permanentes (en general directo desde
las altas cumbres) varían menos a lo largo del año en cuanto a su nivel de agua. Las especies leñosas que
habitan en estas comunidades presentan poco desarrollo y muchas de ellas son especies rastreras. Los
mallines de la estepa suelen encontrarse bajo presión por parte del ganado en épocas de sequía, por lo
cual se produce el ingreso de plantas exóticas, como tréboles (Trifolium repens) y diente de león
(Taraxacum officinale) en esos ambientes.

Estepa altoandina.

Este tipo de vegetación es la que alcanza mayor altitud en Los Andes (hasta alrededor de 2200 m s.n.m.).
Se compone de arbustos en cojín o rastreros, así como de hierbas perennes de baja altura. Si bien las
precipitaciones en las cumbres son mayores que a menor altitud, el sustrato, la gran exposición al viento,
las radiaciones y las bajas temperaturas nocturnas, implican condiciones desfavorables para el desarrollo
de las plantas durante gran parte del año.

Por ello, muchas de las plantas altoandinas completan sus ciclos de desarrollo anuales en pocas semanas
y suelen crecer con gran lentitud. A pesar de estas condiciones, hay gran diversidad de especies que
habitan las altas cumbres y, según la montaña de que se trate, las especies principales varían. Son
características de estos ambientes los arbustos compactos conocidos como llaretas (Azorella spp., Bolax
spp.), las chauras enanas (Gaultheria spp.), las violetas columnares (Viola spp.) y varias especies de
Senecio.

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