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La oración E5

Oración de ferviente
Guía del tema: N° 348 (Mayo – 2023)
Introducción
1. Oración ferviente: un arma de guerra
2. Oración de súplica y clamor: conceptos y ejemplos
Conclusión y aplicación

Introducción
Hemos aprendido que orar es hablar con Dios. Imaginemos una cena, una mesa y Dios sentado allí para
escucharnos. Todos los días tenemos una invitación para sentarnos a dialogar con nuestro mejor amigo, y
contarle todo en absoluta libertad.
En este estudio veremos cuán importante es mantenernos en constante sintonía con nuestro Creador, y
así permitir que Él conozca nuestras necesidades y nos responda.

1. Oración ferviente: un arma de guerra


Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no
lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Santiago 5:17
Vemos que Elías es un claro ejemplo de alguien que supo usar la oración ferviente para obtener una
respuesta.
Uno de los significados de ferviente es “hirviente”, y solo podemos “hervir” cuando el fuego del Espíritu
Santo está en nosotros. Sería como lo presenta este ESQUEMA DE UNA ORACIÓN FERVIENTE:

Sin fuego no hay hervor (fervor, ebullición y pasión).


Dios está buscando que podamos contener al Espíritu Santo dentro de nosotros, y que ese fuego nos lleve
a orar fervientemente hasta obtener las respuestas.
Permitamos que el vapor inunde de respuestas las atmosferas donde nos movemos. Usemos esta poderosa
arma de guerra para pelear nuestras batallas. Es tiempo de entrar en ebullición.

2. Oración de súplica y clamor: conceptos y ejemplos


Hebreos 5:7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al
que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.

Veamos algunos conceptos:


 Súplica: petición de auxilio a un poder superior (Dios).
 Clamor: acción de clamar. Clamar es gritar, llamar pidiendo auxilio.
Vemos un claro ejemplo de oración de súplica y clamor en el Getsemaní. Allí Jesús clamó y suplicó a su
Padre que lo libre de la muerte. Pero vemos que hay un requisito para que seamos escuchados por Dios:
el temor reverente. Una persona que no tiene este requisito, que no se deja enseñar, que llena su boca
de queja y murmuración, jamás será escuchada. Qué importante es cuidar nuestro hablar, accionar
siempre en bien, y mantener encendida la lámpara del temor de Dios.

Otros ejemplos:
Daniel 9:3. Muestra a un Daniel ferviente, encendido y dispuesto a clamar por su pueblo.
Salmos 54:2. Dios llegó a decir que David tenía un corazón conforme al suyo. Este es un solo ejemplo.
Los Salmos nos llevan a ver y entender lo que es una oración de súplica y clamor. David sabía cómo orar;
no se limitaba a un simple ruego, sino que se derramaba ante su Creador suplicando y clamando.
1 Samuel 1:15. A Ana no le importó ser vista como una mujer ebria, porque ella sabía que su súplica y
clamor llegarían a Dios, y que recibiría la respuesta que tanto esperaba.

Conclusión y aplicación
Sabemos que Dios está presto a responder, y creemos que nada es imposible para Él. Entonces,
¿seguiremos limitándonos a un simple ruego de pocos minutos? ¿O permitiremos que el Espíritu Santo nos
haga “fervientes” para clamemos, supliquemos a Dios por cada necesidad, situación o dificultad que
quiera venir a paralizarnos? Es tiempo de ser reconocidos como una generación que provoca el favor de
Dios. Decidamos creer que mi oración algo va a producir. Es un tiempo para valientes fervientes,
clamando, suplicando y unánimes que obtienen sus respuestas.

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