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Emprendimiento 6
Emprendimiento 6
A los quince días el viejito ya tenía lista la madera, pero los técnicos dudaron de su
calidad. Por tal motivo recomendaron al Rey crear una compañía que investigase los
bosques del Reino y se encargase del aprovisionamiento de esta para el proyecto. Se
decidió entonces crear la Maderarca, una empresa que tendría ventaja adicional de
concurrir al mercado y obtener ganancias. Pero como la empresa no podía quedar al
árbitro de un grupo de expertos, se creó una superintendencia a la que se denominó
Superarca. A los 20 días se descubrió un gigantesco robo de materiales en la
Superarca que ya para entonces disponía de 12.000 empleados.
Cumplido el plazo, el Rey fue llamado nuevamente ante Dios. “¿Y el arca?”. “Señor,
tienes que darme 15 días más. Tenemos 25.000 hombres trabajando día y noche en
el proyecto. Aún no hemos comenzado el montaje, pero aprovechando la versatilidad
de los expertos hemos logrado obtener pingües ganancias”. “Muy bien”, accedió Dios,
no sin antes alertarlos a “tener el arca concluida dentro del nuevo plazo”. De regreso al
palacio el Rey convocó a sabios y expertos y determinó que la Comarca apresurase
su labor. Para tal efecto fue constituido un comité interinstitucional. Se trabajó sin
descanso y, pasados 10 días, se contaba ya con la estructura del arca; a los 12 se
perfilaba la proa, a los 13, la popa. A los 14 días el Coordinador, en una ceremonia
ampliamente cubierta e ilustrada en “La Gaceta”, inauguró la puesta de la primera
tabla. Al día siguiente se enteró el Rey de que sería necesario solicitar un nuevo
aplazamiento de 10 días para la entrega del arca. Y, contra su voluntad, no tuvo más
remedio que acudir al cielo para tal propósito. Sin embargo, Dios no lo recibió. Le
envió un santo, quien le comunicó la mala noticia: “no habrá aplazamiento. Dice Dios
que ya le dio suficiente tiempo para cumplir el compromiso.”
De regreso a su reino el empezó a sentir una llovizna que poco a poco cambió
convirtiéndose en una fuerte lluvia. Pasados tres días seguía lloviendo. El gran salón
dorado estaba inundado, así como todo el país. La gente, desconcertada, tenía el
agua hasta la cintura. Estaba reunido el Rey con sus sabios, técnicos y expertos para
analizar la situación, cuando uno de ellos divisó, a través de una ventana, una
pequeña mancha que asomaba en el horizonte. Era un barco, ¡un arca! “Y esa arca?”,
preguntó el Rey. “¿Quién es el dueño?”. Era el anciano Noé quien en su arca solo
llevaba animales. Pasó lentamente frente a ellos mientras el Rey, los Ministros, los
Sabios y los Técnicos, continuaban reunidos, con el agua al cuello buscándole una
solución al problema.
TALLER #2. LA FÁBULA DEL ARCA