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Qué responsabilidad legal


tiene el administrador único
de una empresa
Supón que tus socios te proponen que seas el administrador
único de la empresa. Antes de decir que sí, léete este reportaje.

01/10/2020 ISABEL GARCÍA MÉNDEZ | CREA TU EMPRESA

Tú y tus socios habéis desarrollado una idea


de negocio, elaborado el plan de empresa,
conseguida la financiación y vais a crear la
sociedad. Ahora llega el momento de nombrar
a un administrador único y te proponen el
puesto. ¿Sabes si te interesa? Imaginemos
cuatro situaciones posibles:

Por hacer el favor a un amigo, aceptas ser el


administrador único en su empresa. El
verdadero dueño es él, quien realmente
maneja la empresa y te hace firmar muchos
documentos. Tras unos años, la empresa
quiebra y te llega una reclamación penal de un
trabajador. Le pides explicaciones a tu amigo y
éste te demanda ante el juzgado por mala
gestión.

Tu pareja te pide que aceptes el puesto de


administrador/a único/a de una empresa que
ha creado porque ya tiene otras tres
sociedades y necesita a una persona ajena
para ese papel. Tú desconoces
completamente la actividad y te desentiendes
del día a día. Pero, pasado el tiempo, te
separas y te encuentras con que la sociedad
en la que apareces como administrador/a debe
a la Agencia Tributaria 16.000 euros que te
exige a ti.

Creas una sociedad con otros tres socios


que continuarán con sus respectivos trabajos.
Por incompatibilidad con sus obligaciones
profesionales, te piden que asumas tú el papel
de administrador único. A los cinco años, la
empresa ha entrado en pérdidas y lo
comunicas a los accionistas para disolver la
sociedad, pero se niegan. Aunque no estás
conforme, aceptas la decisión y sigues en tu
puesto. Al séptimo año, los acreedores te
reclaman tus bienes en pago de la deuda.

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Creas una empresa y consigues inversión.


No tienes otros socios fundadores y los
inversores no quieren ser parte del Consejo de
Administración. Has firmado un acuerdo de
permanencia por un período de cuatro años. El
tercer año la empresa pasa por un bache de
tesorería y no puedes pagar tu propio sueldo,
pero sigues teniendo que hacer frente a tu
cuota de autónomos y trabajando sin cobrar,
en caso contrario los inversores pueden
echarte a la calle y quedarse con tus acciones
por un euro.

¿Te resultan familiares? Casos como éstos


son mucho más habituales de lo que creemos.
¿Qué tienen en común? Lamentablemente,
que en los cuatro ejemplos la solución es poco
favorable para el protagonista. Y es que, como
defienden los expertos, todavía en la
actualidad hay mucha ignorancia sobre el
papel, las obligaciones y la responsabilidad del
administrador único.

LO QUE NO DEBES IGNORAR


Por desconocimiento, buena fe, parentesco,
ambición… Los motivos que pueden llevar a
una persona a aceptar el cargo de
administrador único son variados y algunos
más plausibles que otros, pero lo que nadie
debe olvidar es que es un cargo que
representa un poder casi ilimitado en la
empresa, sí, pero que conlleva también unas
obligaciones y unas responsabilidades que
incluso pueden afectar al patrimonio personal
del interfecto o acabar con sus huesos en la
cárcel.

Al principio, todos los fundadores de una


startup quieren ser administradores porque
piensan que es la única forma de mantener el
control de la empresa. Cuando empiezan a
descubrir las obligaciones y responsabilidades
personales asociadas al cargo, suelen salir
corriendo.

EN QUÉ CONSISTE EL PUESTO DE


ADMINISTRADOR ÚNICO
El marco legal. La Ley de Sociedades de
Capital, Real Decreto Legislativo 1/2010, de 2
de julio, establece que toda sociedad mercantil
constituida (ya sea limitada, unipersonal o
anónima) tiene que contar con un órgano de
administración responsable de la gestión de la
misma. Éste órgano puede ser un
administrador único, varios administradores
solidarios/ mancomunados o un consejo de
administración.

Funciones y competencia. El administrador


único es el representante de la sociedad y, por
tanto, actúa en su nombre en todas las
gestiones necesarias para el cumplimiento de
sus fines sociales, desde contratar o despedir
empleados hasta firmar contratos con terceros
o asistir a juicios.

Nombramiento público. Su nombramiento


corresponde a la junta general. Si el
administrador único es una persona jurídica
(una empresa), debe nombrar a una persona
física representante porque, como ya habréis
adivinado, las empresas son construcciones
legales que no toman decisiones ni actúan en
el mercado por si mismas. Su nombramiento
es púbico y se inscribe en el Registro
Mercantil, así que en cualquier momento
podemos saber quiénes son los
representantes de una empresa.

Duración del cargo. Es indefinida, salvo que


se estipule lo contrario en los estatutos, pero
puede ser cesado en cualquier momento por el
socio o la junta de socios. También puede
dimitir. Lo importante es que ese cese también
se inscriba en el Registro Mercantil porque, si
no se hace público, seguiría siendo
responsable frente a terceros de lo firmado
después de su cese o dimisión. Importante: el
administrador único puede dimitir tras
convocar la junta en la que se tendrá que
nombrar el nuevo administrador. Si no se llega
a un acuerdo entre los socios, la empresa
quedará descabezada y será carne de
liquidación judicial.

Las responsabilidades. Las únicas


limitaciones a la actuación del administrador
único son las que se establecen en los
estatutos, en el pacto de socios y las
decisiones que la ley reserva a la junta
general, como la modificación de los estatutos,
la venta de activos esenciales de la empresa o
el traslado de la sociedad a otros países.

Pero un gran poder exige una gran


responsabilidad y, por este motivo, la sociedad
responde ante terceros por los actos del
administrador, pero éste responde por los
actos que comete en cumplimiento de sus
funciones en los que, por error, omisión o
incumplimiento, es decir, por falta de diligencia,
provoca perjuicio a los socios, a la propia
sociedad o a terceros.

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LA DILIGENCIA DEL ADMINISTRADOR


La ley de sociedades de capital, en su artículo
225, establece que el administrador debe
dirigirse con la “diligencia de un ordenado
empresario”. Los artículos siguientes intentan,
sin demasiado acierto, matizar el alcance de
esta exigencia, al establecer que el
administrador:

-Debe actuar de buena fe, sin interés


personal, con información suficiente y con
arreglo a un procedimiento de decisión
adecuado.

-Debe ser leal y obrar de buena fe, en el mejor


interés de la sociedad; la deslealtad supondrá
la obligación de indemnizar a la sociedad y
devolver el enriquecimiento injusto.

-No puede actuar con fines distintos a los


autorizados por la junta general.

– Debe guardar secreto sobre información


recabada en el desempeño de su cargo.

-Debe evitar conflictos de intereses.

-Debe actuar con independencia, teniendo


en cuenta su responsabilidad personal

Teniendo en cuenta que en la mayoría de


sociedades el cargo de administrador es
gratuito por motivos fiscales, ¿quién querría
asumir todas estas responsabilidades de forma
gratuita?

En la práctica, las obligaciones inherentes a la


condición de administrador son limitadas y
poco frecuentes. Las sociedades suelen contar
con apoderados, gestores y otras figuras
ejecutivas que son quienes llevan a cabo la
mayor parte de las tareas limítrofes con la
figura del administrador único, por lo que en la
mayoría de los casos sus funciones se limitan
a asegurarse de que la sociedad cumple con
obligaciones formales, como aprobar cuentas,
convocar juntas y estar al día con autoridades
y terceros.

El administrador es responsable cuando “por


hecho o por omisión” actúa contra la diligencia
debida. Ahora bien, para que surja la
responsabilidad de los administradores, es
necesario que se dé un acto ilícito o uno
contrario a los estatutos de la sociedad y,
además, debe demostrase que es culpa y a
causa del administrador. Y existen seis
ámbitos en los que el administrador único
puede tener consecuencias legales.

PROTEGE TU PATRIMONIO
Destacamos dos de los instrumentos para
proteger tu patrimonio personal y familiar:

Separación de bienes. Cuando alguien es


nombrado administrador único, tiene que
asumir que, en caso de problemas, puede
llegar a responder con sus bienes presentes y
futuros por lo que es fundamental que antes de
asumir el cargo, proteja su patrimonio personal
y familiar, bien haciendo separación de bienes
bien poniéndolos a nombre de otra persona.
Es preferible adoptar esta precaución antes de
aceptar el cargo y, por supuesto, mucho antes
de que se produzca alguna situación imputable
(como mínimo, dos años antes), porque en
este último caso puede considerarse como un
delito de alzamiento de bienes.

Seguros específicos. Es aconsejable


suscribir un seguro de responsabilidad de
administradores y altos ejecutivos de
sociedades mercantiles. Es un medio de
protección frente a la responsabilidad de los
administradores que hayan causado daño a
terceros o que devengan deudores por
incumplimiento imputable de determinadas
prestaciones, además de otras normas
sectoriales (ambientales, concursal, etc.).
Siendo un seguro de responsabilidad civil,
presenta un carácter preventivo. Estos seguros
no cubren la responsabilidad penal de los
administradores y, en muchas ocasiones,
tampoco las consecuencias civiles de actos
cometidos de forma consciente o de mala fe
por ellos.

Adiós al hombre de paja

En el inicio del reportaje poníamos dos


situaciones en las que aparecían personas que
figuraban como administradores únicos, pero
que en realidad no ejercían como tales, ya que
había una segunda persona en la sombra que
era quien realmente manejaba los hilos. Son
los llamados hombres/mujeres de paja o
testaferros.

Para evitar esta figura, se ha creado la figura


del administrador de hecho, que permite
atribuir las responsabilidades propias del cargo
de administrador a quien actúa, en la práctica,
como tal, aunque no haya sido nombrado
formalmente. Se trata de una figura que
extiende la conocida como acción de
levantamiento del velo social, con la que se
pretende descubrir quién está actuando
realmente bajo la cobertura de una sociedad.

Las normas en materia de blanqueo de capital


también tienen, en parte, esta misma finalidad.

Pacto de socios

Un error habitual de muchas sociedades es no


redactar un pacto de socios inicial que regule
la forma de adoptar decisiones y las
limitaciones a la figura del administrador único.

Algunas de las cláusulas importantes de


estos pactos de socios son las que permiten
delimitar el ámbito de actuación del
administrador y someten algunas de sus
decisiones a la aprobación de determinados
socios. En la práctica, al tratarse de un
documento privado, el administrador podrá
adoptar igualmente esas decisiones, pero al
estar incumpliendo el acuerdo firmado
previamente con sus socios, estos podrán
exigirle de forma inmediata algunas
responsabilidades o, incluso, apartarle de su
cargo o recomprar sus acciones. Actuaciones
que, sin existir un pacto de socios, serían muy
difíciles de iniciar.

RESPONSABILIDAD CIVIL DE LOS


ADMINISTRADORES ÚNICOS
Los administradores de una sociedad pueden
llegar a ser responsables solidarios de los
incumplimientos o de las obligaciones de la
sociedad, cuando incumplen sus obligaciones
y actúan en beneficio propio o en contra del
bien social.

Esto significa que, en determinadas


circunstancias, los socios, empleados,
acreedores o cualquier otro tercero afectado
por la actuación del administrador, podrá
exigirle responsabilidades en caso de que la
sociedad no pueda hacer frente a la misma.

Cómo evitarla. Para asegurarte de que tú no


incumples, deberás preconstituir pruebas, es
decir documentar que has convocado la junta
de accionistas o que has comunicado a los
socios las circunstancias de la empresa y tus
recomendaciones, que no deben buscar
únicamente tu propio beneficio, sino alinearse
con los intereses de la sociedad y del resto de
socios.

Si, en una situación de riesgo para la empresa


o de terceros, la junta general o el resto de
administradores hacen oídos sordos a tus
propuestas, el mejor consejo es cesar en el
cargo y dejar que sean esos socios quienes
adopten las decisiones contrarias a tus
criterios: ya es bastante duro asumir las
consecuencias de los propios actos, como
para hacerse responsable de las decisiones de
terceros.

RESPONSABILIDAD LABORAL DE LOS


ADMINISTRADORES ÚNICOS
Como administrador, serás responsable en los
casos de impago de las cotizaciones sociales y
recargos.

Al igual que ocurre con las actuaciones que


emprende la Agencia Tributaria, la Tesorería
General de la Seguridad Social (TGSS) puede
acudir directamente contra el administrador
cuando se produce un impago de las
cotizaciones sociales y recargos, entre otros
aspectos.

Cómo evitarla. En ambos casos, debes


asegurarte de que los pagos a la Agencia
Tributaria y a la TGSS se llevan a cabo en
tiempo y forma, para evitar de esa forma que
te lo reclamen a ti personalmente. Si tenéis
una gestoría externa, aunque ellos lleven a
cabo las autoliquidaciones y las transferencias,
la responsabilidad seguirá siendo tuya, así que
recuerda que la delegación de estas funciones
no supone una delegación de responsabilidad
frente a las autoridades.

RESPONSABILIDAD MERCANTIL DE LOS


ADMINISTRADORES ÚNICOS
Si las cosas no van bien y la sociedad se ve
abocada a un concurso o liquidación, tus
socios, tus acreedores, el administrador
concursal y los jueces analizarán con mucho
detalle tus últimas actuaciones, para decidir si
eres o no culpable de esa situación.

A priori, la actuación del administrador se


encuentra amparada por el principio de
discrecionalidad empresarial o regla del juicio
empresarial, que defiende las decisiones de
los administradores cuando actúen de buena
fe, sin interés personal, con información
suficiente y con arreglo a un procedimiento de
decisión adecuado.

Cómo evitarla: es muy importante que el


administrador cumpla de forma estricta sus
obligaciones formales y pueda justificar que las
decisiones que han llevado a la sociedad a
una situación de insolvencia no han supuesto
un beneficio personal para él, ni han sido
aleatorias o inconscientes. Para ello, nada
mejor que contar con unos asesores
contables, fiscales, laborales y legales
profesionales, que eviten incumplimientos
casuales o situaciones fácilmente evitables.

RESPONSABILIDAD PENAL DE LOS


ADMINISTRADORES ÚNICOS
La ley prevé consecuencias penales para
determinadas conductas de los
administradores, como la apropiación indebida,
el alzamiento de bienes, el falseamiento de las
cuentas o las insolvencias punibles.

Normalmente, este tipo de actos suelen estar


promovidos por el afán de lucro del
administrador, con lo cual es la sociedad la
perjudicada. Ahora bien, también es posible
que sean otros socios o empleados quienes
están actuando de forma delictiva, en cuyo
caso, resulta fundamental que el administrador
establezca los mecanismos necesarios para
detectar y evitar esas conductas.

Cómo evitarla: en la actualidad, la ley permite


eximir de responsabilidad penal a la sociedad
–y a sus administradores- que establezcan un
plan de prevención de delitos o de
compliance penal. Esta exención es
consecuencia de la extensión de la
responsabilidad penal a las sociedades y exige
por parte de las mismas una constancia en el
cumplimiento de las medidas previstas. Por lo
tanto, no es suficiente con preparar un plan y
meterlo en un cajón: es necesario que esté
acompañado de medida de control y
seguimiento.

RESPONSABILIDAD FISCAL DE LOS


ADMINISTRADORES ÚNICOS
La Agencia Tributaria puede llegar a reclamar
las deudas fiscales de la empresa al
administrador en lo que se llama “derivación
de responsabilidad de deudas”, cuando la
empresa no ha pagado los tributos, y puede
acabar con el embargo de bienes del
administrador.

Se aplica las mismas causas que lo dicho en


los temas civiles, si bien normalmente la
Agencia Tributaria suele invertir la carga de la
prueba; es decir, presume con más facilidad la
culpabilidad del administrador.

Cómo evitarla: ya lo hemos dicho antes. Es


aconsejable rodearse de asesores fiscales con
experiencia en nuestra actividad que, además,
tengan contratados buenos seguros de
responsabilidad profesional para que, en caso
de que sus consejos o actuaciones comporten
una derivación de responsabilidad, podamos
repetir los perjuicios ocasionados frente a
ellos.

En líneas generales, resulta bastante sencillo


cumplir con las obligaciones de un diligente
empresario y evitar responsabilidades directas
o solidarias en el ejercicio de la función de un
administrador único. Sin embargo, es
fundamental conocer bien las obligaciones
inherentes al cargo y contar con asesores
externos con experiencia en estos asuntos,
para evitar que el desconocimiento nos pueda
llevar a una situación que ponga en riesgo
nuestro patrimonio personal o, incluso, nos
lleve a afrontar condenas mucho más graves.

Sentido común, buenos asesores y buena fe


en el ejercicio del cargo son una receta segura
para dormir bien por las noches, aunque el
negocio no acabe funcionando como uno
esperaba.

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