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TEMA SUGERENTE PARA EL MIÉRCOLES 15 DE FEBRERO 2023

Oración y recuerdo - 1

Y entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor Jehová, ¿quién soy yo, y qué es
mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? 2 Samuel 7:18.

“¿Quién soy yo?”, pregunta David. Imagino al rey sentado en su alcoba, contemplando las
fértiles colinas. Ya en paz, luego de años turbulentos, seguramente recordaba los años idos,
cuando era un humilde pastorcillo que vagaba por las montañas y hablaba con el Señor. Eran
años de frescura, cuando había horizonte en su mirada y se relacionaba con los simples.

“Vale más ser de baja condición y codearse alegremente con gente humilde que encontrarse
muy encumbrado, con una resplandeciente pesadumbre y llevar una dorada tristeza”, escribió
William Shakespeare. Esto lo supo David años después cuando, siendo ya rey, tuvo que lidiar
con los asuntos del reino. También habrá recordado los tiempos de fugitivo, cuando huía por
las colinas de Judá, perseguido por Saúl, sin saber cada día qué peligro le sobrevendría al
siguiente. Ahora disfrutaba de paz, y de la promesa de Dios acerca del futuro de su reino. Ante
la revelación divina de ese futuro glorioso, David quedó abrumado (2 Sam. 7:16). Y, con
profunda humildad, declaró: “Quién soy yo para que tú me trates así”. “Me has mirado como a
un hombre excelente” (1 Crón. 17:17). “Tú sabes que no lo soy”.

Fue precisamente este concepto de sí mismo lo que mantuvo abierta la puerta de la


misericordia divina.

Si consideramos que no merecemos nada, que somos frutos del amor divino, todo lo que
recibimos será motivo de alegría y gratitud a Dios. Cuando he sentido el sabor amargo del
fracaso, me ha hecho bien recordar de dónde vine, y cómo Dios me ha guiado hasta aquí.

¡Cuánta riqueza hay en los buenos recuerdos! Es bueno que mantengamos viva la memoria.
Porque una memoria viva, además de ayudarnos a recordar nuestros errores del pasado, para
no volver a cometerlos, nos hace entender por qué llegamos adonde llegamos, y qué podemos
esperar del futuro.

Si miras tu pasado y tu presente, sin pensar que algo mereces, verás cuántos motivos tienes
para decirle a Dios: “¿Quién soy yo para que tú me hayas dado tanto?”

Oración: Gracias, Señor, porque me das más de lo que necesito.

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