Buena música aquí. Yo hice casi 100 canciones, salmos. Después de tres mil años mis cuerdas vocales no funcionan muy bien. Estuve 40 años aquí en este palacio. Soy el menor de 8 hijos, me llamo David que significa el amado. Belén antes de ser el pueblo donde nació Jesús era la ciudad de David, donde nací yo. Yo vivía en el campo y aprendí a estar cerca de Dios y cantarle lo que salía de mi corazón. “Eres mi escudo, mi fortaleza, mi auxilio, mi luz”. Ahí en ese campo fue donde Dios mandó mensajeros cuando nació Jesús. También mandó mensajeros por mí. Cuando Dios quiere cambiar tu historia te manda un mensajero. Yo tenía 16, me quería comprar un burro e independizarme, pero el banco me daba un préstamo burromotriz muy caro. Generalmente los mensajeros no traen buenas noticias y corrí a la casa. No estaban tan contentos de verme, especialmente mis hermanos, estaban confundidos. Dios le había dicho a Samuel, el profeta que iba a haber un cambio de rey y lo envió a la casa de Isaí mi padre. El estaba súper contento y comenzó a darle órdenes a los hijos: Eliab (fuerte, alto…) ¡Ese no era! ja ja. Abinadab, graduado con honores, tampoco. Sama: el mujeriego, con su manera de caminar, sus jeans apretados y zapatos de marca, tampoco. Y así pasaron todos mis hermanos hasta que mi papá estaba todo confundido. Apariencias externas, pero Dios mira el corazón, especialmente un corazón afinado con él. Algunos de ustedes se ven muy confundidos por las apariencias. Se preocupan de la ropa, por el auto que manejan, por el teléfono que usan. No se trata de ser lindo o feo, gordo o flaco, sino que se trata del corazón. ¿Está afinado tu corazón con Dios? Ese día Dios eligió al enano, ja ja. Yo no era material para ser un rey. Antes de darme cuenta Samuel me ungió. “David, tú eres ese hombre”. Yo quería ser el hombre que Dios quería que yo fuera. El hombre de acuerdo al corazón de Dios, afinado por Dios, en el ritmo de Dios. Dios iba a seguir su historia con mi familia para ser bendición a todo el mundo. Llegué a ser el gran rey con una dinastía que duró 400 años. Para mí era fácil ser el rey, lo mismo que dependía de Dios para matar los osos y a Goliat fue la misma confianza para ser rey. Unifiqué el reino de Israel, llegamos a ser una potencia. Le ganamos a los edomitas, moabitas, jesuitas jaja, filisteos. Hice de esta ciudad la capital y preparé el material para el templo. Eramos un imperio, una dinastía. Yo era el hombre más popular. Las muchachas cantaban “Saúl mató a mil y David a diez miles.” Estaba en la cúspide. Dios cambió mi historia de pastorcito a rey. Pastor de gente, hombre de acuerdo al corazón de Dios. Y con frecuencia subía yo a esta terraza de mi palacio y cantaba, y oraba a Dios. No les puedo explicar cuando fue que me desafiné. Pero igual seguía con mi vida. Me senté en el trono de mi propio corazón. Hubo un cambio en mis valores, me centré en mi mismo. Yo contemplaba todas las casas desde aquí arriba y le daba gracias a Dios por servir a este pueblo y pedía por ellos. Pero un día comenzó a cambiar mi corazón y al ver la ciudad me decía “Yo lo hice”. ¿Te ha pasado? Ves una foto de tus hijos, las calificaciones, tu casa y comienzas a decir, todo es mío. Estaba muy ocupado de lo mío. Mi corazón estaba moldeado según Dios, pero me desafiné. Te puede pasar a ti también. Parte de mí no quiere contar esta historia porque quisiera que me recordaran como el gran rey David, el que mató a Goliat, pero necesito decírselo para que sepan que así como Dios cambió mi historia pudiera cambiar la suya también. Quizás usted está viviendo con un corazón que no está afinado por Dios. Era primavera, yo tenía como 50 años de edad. Era un día común y corriente. Puedo darle muchas excusas, estuve toda la noche viendo mapas, estuve en reuniones con generales, viendo el dinero para la guerra. Necesitaba un descanso, una distracción y un día me vine a esta terraza y de repente vi a una mujer hermosísima. Ella ni cuenta se habría dado de que alguien estaba de mirón. Me di cuenta de que si me inclinaba más podía ver su piel como brillaba con la luz de la mañana. Mi mirada accidental se transformó en mirada intencional e intensa. Cuando decidí mirarla así, todo cambió. Cambió mi vida, cambió mi familia, afectó a mis hijos y a mis nietos. Fue un reflejo de que mi corazón había cambiado. Se me olvidó que no estaba solo. “Carácter es lo que soy cuando nadie está mirando”. Envié a buscarla. Cuando cerré la puerta de mis aposentos le cerré la puerta a Dios. Tuvimos una aventura. Su nombre era Betzabé. Tenía marido, se llamaba Urias, uno de mis más fieles soldados. La noticia me pegó fuerte. Yo era el gran valiente que mató a Goliat pero cuando ella me habló caí de rodillas. Me dijo: estoy embarazada. Nadie podía enterarse, el costo sería muy grande y decidí cubrir el pecado. Cuando un pecado te está separando de Dios tienes dos opciones: taparlo lo cual te va a alejar de Dios o confesarlo lo cual te va a llevar cerca de Dios. Yo elegí esconderlo. Estaba huyendo de Dios. Decidí crear un plan que involucraba a su esposo. Lo traje de vuelta de la guerra y lo mandé a su casa. Él no durmió con ella. Mi corazón estaba desafinado y el de Urías estaba afinado con Dios. Lo emborraché y aún así no pude lograr que estuviera con su mujer. Finalmente lo mandé a matar. Murió y me casé con la viuda. ¿Se han sentido atrapados con una mentira que crece y crece y está fuera de su control? Esa bola de nieve comenzó con una pequeña semilla de orgullo. Fui el más grande hipócrita cantando salmos, pero por dentro era un cerdo. También escribí en ese tiempo salmos que rogaban liberación. Dios mandó a otro mensajero. Natán. Los profetas dicen lo que tienen que decir, no lo que uno quiere escuchar. Cuando Dios quiere cambiar tu historia envía a un mensajero. A Natán yo le di permiso para entrar y salir del palacio. Un día entró y gritó: David! y yo le dije “no entres que estoy sentado en el trono y él entró de todas maneras”. Nos reímos mucho de esa vez. Le di acceso porque me daba buenos consejos y me hacía buenas preguntas. ¿Tienes a alguien en tu vida como Natán que conoce a Dios y te ama? Si no, estás en peligro. Cuando Natán entró me puse nervioso. Me dijo: Necesitamos hablar. Nos vinimos a la terraza. Me dijo que tenía un caso que presentar y ahí me relajé. Me contó la historia del hombre y su ovejita. (contar la historia) Yo respondí enojado: ¡Ese hombre no tiene corazón! ¡Ese hombre no tiene corazón! LLORAR. Natan me apuntó y me dijo TÚ ERES ESE HOMBRE. Las mismas palabras que me dijo Samuel. ¿Qué le había pasado a mi corazón? Lo más importante en mi vida pasó después de eso. Mi historia no tiene que ver con que yo era un pastor o que maté a ese estúpido gigante. No. Mi historia realmente tiene que ver con lo que Dios hizo conmigo después de mi pecado. Salmo 51: Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones. Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado.
Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo;
en lo secreto me has enseñado sabiduría. Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, TÚ QUE ME CREASTE y renueva la firmeza de mi espíritu. No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga.
Aquí mismo después pude componer más salmos
y alabanzas al Señor. El me perdonó con su gracia infinita. Salmo 103 Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas.
El Señor es clemente y compasivo,
lento para la ira y grande en amor.
Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones
como lejos del oriente está el occidente. Dios cambió mi vida no porque de un niño hiciera un rey, o porque maté a un gigante, sino porque me perdonó. Ustedes no son diferentes a mí. También han sido ungidos por Dios. También están en armonía con Dios. También son como yo, cuando se creen reyes o reinas pero desentonan. Hay más gracia en Dios que pecado en ti. Lo único que se interpone entre tú y Dios es el orgullo. Tienes que escoger que harás con tu pecado: ¿esconderlo y apartarte de Dios?, o confesarlo y acercarte a Dios. “Les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador…” (porque no nos podemos salvar). Es el mensaje que Dios te ha enviado. ¿Tu corazón está desafinado? Dáselo al Señor y él lo afinará.