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Gr~c:i~s..
Sr. F~ 'lr
P~trici~ Pol~cco
L~~~~~----------------c~scca~nrne~aKaocon ·am:
PATRICIA POLACCO
Gr~ci~s,
Sr. F~ k~r
LECTORUM
PUBLICATIONS INC.
A George Felke1~ el verdadero Sr. Falker.
Usted siempre será mi héroe.
¡)
)
y ) )
(
Ahorn Trisho no querlll ir nJ colegio.
"Me duele Jo garganta• - le decía a su mamri- o •me duele el esl611111go.
/\ menudo, soñaba despierto, dibujaba lodo el tiempo y odiaba la e cuelo
cada vez más.
Cuando Trisha comenzó el quinto grado, todos en la cscuelll hablaban
del nuevo maestro. Era alto y elegante. A lodos 1 gustaba u chaqueta
de rayas y su pantalones de color gris.
Los que siempre adulaban a los maestros -Stcvic Joe, Alice \arie, David
y Mlchael Lee-, Jo rodeaban. Pero desde el principio se vio claro que al
Sr. Falker no le importaba si lo niños eran slinpático , inteligentes o
sobresalfan en alguna materia. Para él todos eran iguales.
El Sr. Palkcr se paraba det rás de 'Irisha cada vez que ella dibujaba
y le decía:
- Brillante .... absolutamente brillante. ¿Te das cuenta del lalénlo que
tiene 7
Cado vez que el rnJJeslro dec!e eso, todos los niños, incluso los que se
burlnban de elle, se daban la vuelta en sus asientos para ver 1 dibujos
de 'l'rlsha . Sin embargo, eguien riéndose de ella cuando daba una
res pu csto incorrecta.
Un fa , el mocstro le pidl6 que. leyera n voz:. alta, cosa que ella odiaba.
A duras pe nas leyó una página de Las telarañas de Car/ora, y cuando los
niños come nzaron burlars de ello , le página del libro se volvió boJ"Tma.
El Sr. Palker, con s u chaqu eta de cuadros y su corbata de mariposas,
dijo:
-¡Basl.a yel ¿Acaso se creen u tedes tan perfectos que se alrevcn a
crilicar a los demás?
Escaneaao e
Pero ua día, duronte el recreo, Eric Ja iguíó hasta su escondite 5'.'Cr ta.
-¿Tu has convertido en topo? ~le djjo, burlándose
La arrastró basta el pasillo y se puso a dar vuellas alrededor de ella.
-¡Tunta, más que lonlal
'lTishn se cubrió la cabeza con los brazos, tratando de esconderse De
repente, oyó unos pasos. Ero el Sr. Falker.
l Sr. Folker llevó a Eric a la oficina del director. Cuando regresó,
buscó 11 'lTisho.
-No creo que tengas que preocuparle más por ese ch.ico -le d.ijo-
¿Por qué e burlaba de ti?
-No sé -conlc.st6 'lTisha, encogiéndose de hombro .
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ni ha csloba segura de que el r. Folker crcín que ello sabill leer. Hnbfo
aprendido a memorizar lo que lcia el compañero de al Indo. A veces, esperaba
n qu e el Sr Falkcr le ayudara con uno frD e y ella repello lo mismo.
- ¡Muy bu:nl -decía él.
Un día , el Sr. Falker le pidió que se quedara después d cln e y lo uyudo.ra
a borrar la pizarra. El Sr. Falker puso música, lrajo algunos sAnch iches
y mientras trabajaban le dijo:
- ¡ amos a hacer un juego! Yo nombro letras y tú las escribes en ln piiarrn
con la esponja mojada lo má r pido que puedas.
-A-gritó él.
EIJn dibujó u.na A chorreando.
-Ocho -gritó él.
Ella hizo un chorreando.
-Catorce ...1Tes ... D... .. . C -gritó él. Y as! sin parar, hasla que e colocó
al lado de ella )'juntos se quedaron mirando la pizarra.
Era un auténtico borrón de agua . 'frisha sabía que ni las letra ni los mimero
eran como debían ser. Dejó caer la esponja y trató de alir corriendo.
1Sr. Pnlkcr 1 ·ujcló por el brazo y se arrodilló frente o ella.
- li ni1'0 -dijo-, crees que eres tonta, ¿verdad? Debe de ser muy trlste
·cntir ·e t11n olu y tener lonlo miedo.
'l'ri ha comenzó ll llornr.
-Pero, peque11 , ¿no te das cuenta de que tú no ves las letra y los
m\mcros como In dem6i1 personas? l lns estodo en la escuela todo estos
ni\os y hos conseguido despl lnr n much s buenos mocstrm;. Eso requiere
o l\lcio, inteligencia y corojc.
Enlom:es se puso de pie y Lennin6 de limpiar lo pizarra.
- 'lbdo es to vo a cambiar Aprenderás a leer. Tu lo prometo.
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