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Elena Oliveras, Estética. La cuestión del arte, Buenos Aires, Emecé, 2007, 399 pp.

Conjugando
tanto la revisión histórica como el análisis conceptual de los principales aportes filosóficos en
torno al arte –desde la Antigüedad griega hasta la contemporaneidad– con la referencia
constante a obras, este libro pugna por constituirse en una de las más importantes
introducciones a la disciplina estética. La autora, formada tanto en el campo filosófico como en
el artístico, elige un abordaje de los temas desde la perspectiva del presente, en tanto que
paralelamente a un desarrollo más bien histórico del ser del arte, se abre una continua reflexión
acerca de la discusión y problemáticas actuales, agudizadas por los profundos cambios que se
introdujeron en el ámbito del arte en el siglo XX.

El propio título evoca el ambicioso propósito de esta obra, que resume una enorme cantidad de
ideas y enuncia mediante un breve análisis cada una de las principales problemáticas de la
disciplina estética a lo largo de la historia. El primero , nos presenta la problemática del arte
como tal, la cuestión de la experiencia estética, de la recepción y de la producción. En un
segundo momento , Oliveras seguirá un orden más bien cronológico, exponiendo el pensamiento
de los principales filósofos y corrientes que se ocuparon de la problemática estética en general ,
y las ideas de algunos de los referentes fundamentales del debate contemporáneo . « Entre ellas
se encuentran los ready-made y los variados ejemplos de arte conceptual» .

« El arte tenía una definición, pero ésta se ha ido perdiendo principalmente por la violenta
ruptura con el paradigma estético tradicional operada por Duchamp y multiplicada en la década
del 1960. Se podría afirmar que el rasgo principal del arte de los últimos tiempos es su
des–definición» . Mediante la introducción del ejemplo paradigmático «Rueda de bicicleta», de
Marcel Duchamp, la autora señala un tipo de arte que deja de ser sólo sensación para pasar a
ser «cosa mental». De acuerdo con esta categorización algo estructurada, se examinan los
argumentos referentes a la originalidad en el arte, en torno a si es ésta una cuestión de impulso
o más bien una búsqueda laboriosa.

Para ello, presenta a grandes rasgos cada una de sus filosofías, a fin de poder acercarnos a la
problemática específicamente estética de cada uno de ellos. Es decir, se busca analizar los
rasgos definitorios del arte en cada uno de estos filósofos, cuyos tópicos continúan teniendo
gran vigencia en la teoría estética de nuestros días, en tanto –de acuerdo a la autora– su
horizonte conceptual coincide con nuestro propio campo problemático. Además de esbozar su
sistema y pensamientos en torno a la estética, enfatiza en este capítulo una reinterpretación de
Kant por parte de la estética contemporánea, en la cual pueden vislumbrarse dos sentidos. Por
un lado, se vincula el desinterés kantiano con el desinterés por la existencia del objeto en la
contemporaneidad, como lo ejemplifica el caso de las obras de arte efímeras.

El salto al capítulo contiguo está dado por la muestra de una contraposición entre la estética
formalista de Kant y la estética contenidista de Hegel. Respecto de este último, se analiza su
sistema dialéctico a grandes rasgos para luego ubicar al arte como un momento en el desarrollo
del Espíritu, y definirlo como la manifestación sensible de la Idea, de acuerdo a sus tres formas .
Resulta relevante, además, la exposición de las principales ideas respecto del «carácter pasado
del arte», seguido de lo cual se ofrece una argumentación en favor de que el arte no puede
morir. Igual de relevante en su exposición es el análisis del papel del artista en la transmutación
de los valores y el enfoque del arte como modelo de la «voluntad de poder», lo artístico como
única justificación de la experiencia humana .

En cuanto a Heidegger, se analiza el concepto de obra de arte en su diferenciación tanto de las


meras cosas como de los útiles o instrumentos, y se la define en relación al concepto de verdad
–como la apertura del ser del ente–. En este punto, la autora realiza una contraposición de este
filósofo con las ideas hegelianas, en tanto el arte para Heidegger no ha de ser superado por la
religión o la filosofía, porque él mismo tiene como función «fundar» la verdad. En palabras de la
autora, «singularidad, originalidad, irrepetibilidad –todos términos del paradigma anterior– ya no
sirven para explicar las nuevas formas de arte» . A partir de estas teorías estéticas, la autora
hace entrar en escena el debate Benjamin-Adorno en relación con la estimación positiva o
negativa del arte autónomo y del arte dependiente de las nuevas tecnologías.

Oliveras problematiza –a partir de la teoría de Adorno– la legitimación del arte moderno, en la


medida en que la obra se convierte en un bien de consumo como otros, perdiendo de este modo
su autonomía, su libertad. De la mano a estos conceptos, se establece una relación con Hegel a
partir de la idea de «muerte del arte», ya no como un momento del desarrollo histórico de la
Idea, sino entendida ahora como constituyente de la época del fin de la metafísica. En relación
con estas ideas también se expone sintéticamente la obra de Danto, quien nos habla de la
«poshistoria» del arte . Además de ello, se piensa la dificultad que radica en interpretar los
nuevos «signos», como en el caso de los productos conceptuales del arte poshistórico.

Respecto de esta cuestión, la autora introduce además el pensamiento de Gadamer, quien


–desde un enfoque más bien antropológico que sociológico– analiza el arte como respuesta a las
necesidades básicas del hombre . Finalmente, luego de un extenso recorrido por el ser del arte,
atravesando las más variadas posiciones, se concluye que el arte –por ser conocimiento
original–, no podrá ser nunca explicado desde parámetros extrínsecos a su propia esencia. El
arte sigue siendo para Oliveras un «enigma», en tanto signo de trascendencia en un mundo
donde nada perdura. Ahora bien, pese a que el arte actual se encuentra en una situación
provocativamente imprevisible y discontinua, caracterizada por la disolución de sus límites, éste
no disuelve su energía.

Además de estos aciertos, la introducción de las imágenes resulta muy favorable para quienes
no estén familiarizados con la historia del arte y sus principales obras. Estética. La cuestión del
arte ha sido elegida mejor libro del año por la Asociación Argentina de Críticos de Arte en el
2006, y está siendo editada por cuarta vez en español. Esta obra representa un importante
acercamiento a los principales aportes y autores de la historia de la disciplina estética e
incorpora múltiples elementos de análisis, a partir de los cuales el lector interesado se siente
invitado a profundizar lo trabajado.

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