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En una serie de «encuentros» sucesivos «Seré un padre para él, y él será para mí
se relata la vocación de Natanael. Éste un hijo» (2 Sam 7,14).
fue encontrado por Felipe, quien
proclama una buena noticia que no es Sin embargo Natanael es invitado a no
del todo precisa: quedar sorprendido por la capacidad
visionaria de Jesús. La realeza y la
Dice haber «encontrado [¡eurékamen!] a filiación divina de Jesús van más allá de
aquel de quien se habla en la Ley de las expectativas puestas
Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo tradicionalmente en el Mesías davídico.
de José de Nazaret» (Jn 1,45). Natanael seguirá a Jesús para ver «cosas
más grandes todavía» (Jn 1,50). Lo
La imprecisión de Felipe consiste en que primero será el signo que realiza en su
él no encontró a Jesús, sino al revés: ciudad de Caná, cuando «manifestó su
«Encontró Jesús a Felipe y le dijo: gloria, y sus discípulos creyeron en él»
«Sígueme» (1,43). (2,11). Finalmente será «la tercera vez
que Jesús resucitado se apareció a sus
Del mismo modo será Natanael el discípulos» (21,1-2.14).
encontrado por Jesús, porque es visto por
anticipado y conocido por su rectitud de Durante el ministerio de Jesús «una gran
conciencia. Natanael no ha «encontrado» multitud sigue a Jesús, al ver los signos
a Jesús, según el sentido evangélico de que hacía» (Jn 6,1), por ser dignos del
esta expresión. Simplemente se ha Mesías, y «quieren apoderarse de él para
sorprendido de una clarividencia de tipo hacerlo rey» (6,15). Pero lo «buscan, no
profética que tendría Jesús. La valoración porque vieron signos, sino porque han
que hace de este profeta es la más alta comido pan hasta saciarse» (6,26). Por
que un «verdadero israelita» podía tener, eso Jesús invita a Natanael a «ver más»
ya que identifica a Jesús con el esperado allá de los milagros útiles, a no quedarse
de su pueblo: «hijo de Dios, Rey de con la realeza que supone en Jesús, sino
Israel» (1,49). Ve a Jesús como el hombre a descubrir en el Hijo del hombre la
en quien se cumplen las promesas verdadera «casa de Dios y la puerta del
mesiánicas, pues Dios había anunciado a cielo» (cf. Gn 28,16-17), el lugar de
David respecto a un descendiente suyo: comunicación entre Dios y la historia
humana.