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Transformaciones

Tristán Dieguez

Diversos procesos llevaron a la relevancia actual que el tema transformaciones tiene para la
disciplina: los cambios en los sistemas de producción, transporte, infraestructura y defensa, entre
otros, hicieron que gran cantidad de estructuras construidas con fines específicos se volvieran
obsoletas para el uso contemporáneo. Este atlas exhibe estrategias morfológicas, pero no pretende
ser concluso; la propia lógica de las transformaciones fomenta la multiplicidad de proyectos.

Por un lado, el crecimiento experimentado por las ciudades durante el siglo XX hizo que muchas de las
estructuras –originalmente erigidas en ubicaciones periféricas– pasaran a estar en áreas ahora centrales de
las ciudades. Con esto cobró mayor relevancia el problema de qué hacer con ellas. Por otro lado, la
existencia de estas estructuras no utilizadas generó la oportunidad económica de aprovecharlas total o
parcialmente, y de disminuir así sustancialmente el costo de disponer de edificios capaces de alojar nuevos
programas.

La ampliación de la idea de patrimonio y del concepto de valor histórico dotaron de simbolismo a estructuras
que en su origen eran meramente utilitarias. Estas no solo son reconocidas como símbolos de épocas
pasadas, sino que muchas veces son muestras directas del uso de materiales y de formas de construcción
ya abandonados y, por lo tanto, muy difíciles de replicar en la actualidad.

Por último, la actual preocupación por la sustentabilidad obliga a la disciplina a pensar en disminuir el impacto
de las construcciones sobre el medio ambiente. En este sentido, la transformación de una estructura
existente para albergar un nuevo programa cumple con múltiples objetivos en pos de minimizar el impacto
negativo: evitar el proceso de demolición con la energía que este requiere y el problema de disponer de los
restos y escombros; reducir la cantidad de materiales necesarios para contar con un nuevo edificio con la
disminución que esto implica en impacto en transporte y en procesos de construcción y de ensamblado.

La frecuente combinación de varios de estos factores determina que los proyectos de transformación ocupen
un lugar cada vez más relevante dentro de la producción reciente. Si consideramos estas lógicas –
económicas, patrimoniales, de sustentabilidad–, podría parecer a primera vista que la transformación de una
estructura implica un mero aumento de las restricciones a las que el arquitecto debe hacer frente con su
diseño. Sin embargo, tras los condicionantes que presentan los proyectos de transformación surgen amplios
grados de libertad para el diseño arquitectónico, en muchos aspectos mayores a los que ofrece un proyecto
enteramente nuevo. Un campo muy fértil aparece a partir de la posibilidad de establecer diálogos entre
formas de construcción históricas y contemporáneas, entre lógicas económicas y materiales de otras épocas
en contraste con las actuales, entre geometrías y dimensiones que respondían a antiguas funciones y los
usos actuales.

Multiplicación de lógicas de proyecto

La arquitectura ofrece múltiples posibilidades que resultan de combinar diferentes formas de ocupar el
terreno, distintas geometrías, materiales y soluciones estructurales. Cada proyecto tiene el potencial de
explorar una combinación diferente de todas las variables que intervienen en el proceso. Es posible formular
combinaciones inéditas y novedosas, si bien en general los proyectos se inscriben dentro de tipos, modelos,
o grupos de proyectos que comparten características similares.
Ante un proyecto de transformación, las soluciones se multiplican exponencialmente, ya que cada uno de los
ejes planteados –implantación, geometría, estructura, materialidad, por citar solo algunos– se desdoblan
entre lo nuevo y lo existente. El nuevo edificio será entonces el resultado de combinar dos ideas de
ocupación del espacio, con dos lógicas formales, con dos sistemas estructurales, con dos paletas de
materiales. Reconocer tipos o modelos se vuelve más difícil y cada intervención tiende a ser única por la
enorme cantidad de variables que confluyen en ella.

El Atlas de transformaciones propone ilustrar esta multiplicidad de combinaciones a través de la identificación


de tipologías tentativas de estructuras susceptibles de ser transformadas y de ciertos modelos de
intervención. Esta clasificación preliminar incluye solo las tipologías edilicias más difundidas: el universo de
estructuras reales es por supuesto muchísimo más amplio y lo mismo puede decirse de las estrategias de
intervención. La matriz está en crecimiento y puede incluir innumerables cruces. Por su característica gráfica
se centra en operaciones morfológicas, dejando de lado operaciones simbólicas o programáticas.
Interpelación sensible

En las últimas décadas, el desarrollo de tecnologías digitales de diseño, de representación y de materiales


sintéticos ponderaron la vista por sobre los demás sentidos. Juhani Pallasmaa en su libro Los ojos de la piel
plantea que gran parte de la producción de arquitectura contemporánea se interesa exclusivamente por cómo
se ven los edificios y los espacios, dejando en un segundo plano el interés por cómo se perciben a través de
otros sentidos. En el trabajo de arquitectos como Peter Zumthor o RCR, en cambio, la arquitectura interpela
el tacto, el oído y el olfato a través de texturas, contrastes, sensaciones y temperaturas. Son generalmente
obras muy cuidadas, muchas veces de pequeño tamaño y de presupuestos generosos.

En este sentido, las preexistencias ofrecen una riqueza de materiales, texturas y marcas del paso del tiempo
imposibles de conseguir en una obra nueva. Ofrecen al arquitecto una paleta de pátinas, de signos de usos
pasados y de materiales que ya no se utilizan, a través de la cual se pueden generar nuevos espacios y
climas. Poner en valor estas cualidades y marcar su contraste con los elementos nuevos de la construcción
es una potencial fuente de riqueza para el proyecto a la hora de interpelar los sentidos y generar
sensaciones.

La fábrica de cemento / Ricardo Bofill

Un nuevo repertorio

Muchas veces las estructuras existentes contienen soluciones geométricas, estructurales o constructivas que
están por fuera de las habitualmente utilizadas en la producción contemporánea. Esto fuerza la incorporación
al proceso de diseño de elementos que son atípicos en el quehacer arquitectónico actual. Lo preexistente
introduce en el diseño nuevos problemas y nuevas preguntas, ampliando el universo de trabajo del
diseñador.

En la geometría esto se evidencia con mayor claridad, aunque también podemos verlo en las soluciones
estructurales y materiales. El proyecto del Jahrhunderthalle en Bochum, por ejemplo, aprovecha una
estructura de cabreadas existentes, para colgar de ellas una nueva cubierta hacia uno de los costados. En el
proyecto de la Colección Boros en un antiguo búnker que cuenta con paredes de hasta dos metros de
espesor, la principal estrategia consiste en generar vacíos para poner en evidencia esta particularidad
constructiva. Estos ejemplos ilustran cómo el proyecto sigue una dirección propuesta por los mismos edificios
que se transforman más que por temas o preocupaciones exclusivamente contemporáneos.

Lo preexistente permite subvertir la lógica económica que subyace en cualquier proyecto. Para cada
programa existe una idea preestablecida de los recursos que deben asignarse a su resolución. Por ejemplo,
para una sala de conciertos de un cierto número de espectadores existe una superficie indicada, un volumen
recomendado y, como resultado, un costo aceptado como lógico.

Sin embargo, cuando pensamos en transformaciones, suele ocurrir que grandes volúmenes construidos,
estructuras de grandes luces o materiales muy costosos ya existen, ya están ahí. La supuesta limitación al
proyecto esconde en realidad la libertad de poder operar en grandes volúmenes –mayores a lo que uno
podría construir–, con grandes luces o sistemas estructurales complejos, con materiales o terminaciones de
los que no se dispone en la actualidad. Lo económicamente absurdo se vuelve posible.

Uno de los axiomas de mayor fuerza a lo largo del siglo XX, la máxima de Louis Sullivan que subordina la
forma a la función, se desdibuja en proyectos de transformación. La forma y la función cambian su lugar en
este tipo de proyectos. La forma antecede a la nueva función, que debe adaptarse a ella, ajustarse,
modificarse y, a menudo, replantearse. La diferencia de peso que tienen estos dos términos en un proyecto
nuevo y en un proyecto de transformación permite vislumbrar en qué medida cambia el proceso de diseño.

LocHal / Braaksma & Roos, Inside Outside, Macanoo


Así como el trabajo con preexistencias permite liberar al arquitecto de su repertorio y de su forma tradicional
de trabajo, de ciertos tipos y lógicas económicas de la construcción, también permite operar con cierta
libertad en relación con la función.

La transformación del gasómetro de Oberhausen en centro de exposiciones y eventos ilustra


simultáneamente los tres temas aquí planteados: el trabajo con una geometría –el cilindro en este caso–
inusual para un programa de exposición; la presencia de un espacio de volumen gigantesco, por fuera de
toda lógica económica; un lugar de exposición en el que las muestras se adaptan al espacio y no a la inversa.

Más allá de la arquitectura

Trabajar a partir de estructuras existentes amplía el campo hacia el mundo de las artes visuales. Durante
gran parte del siglo XX, el modelo de espacio de exposición para obras de artes visuales fue por excelencia
la caja blanca, es decir, un espacio neutro, de geometría simple, iluminado de forma pareja, con riguroso
control de la temperatura y la humedad. Un tipo de espacio en el que se busca que nada se destaque para
que la atención se centre exclusivamente en la obra de arte. La universalidad de este modelo permitió su
reproducción en todo el mundo y, con ello, la circulación de las obras de arte y las muestras de museo en
museo.

Sin embargo, el arte visual contemporáneo plantea a menudo nuevas formas de involucrar al espectador y al
espacio en la experiencia de la obra. A veces requiere de condiciones muy particulares para ser expuesto:
grandes dimensiones, oscuridad o temperaturas extremas. Surgen entonces obras que se piensan para un
sitio específico y así cobran valor los aspectos particulares de cada lugar de exposición.
El modelo de estructura industrial reconvertido en espacio de exposición se transformó así en un espacio tan
apto para el arte contemporáneo como la caja blanca tradicional. Desaparecen las restricciones de tamaño
para las obras, y al tener un fuerte carácter, permiten distintos diálogos entre obra y espacio. También las
obras se transforman al trasladarse de un espacio a otro e invitan a explorar las diferencias y particularidades
de cada lugar de exposición.

El arte contemporáneo nos muestra quizás con mayor claridad cómo en lugar de ser una limitación, el trabajo
dentro de un espacio con un carácter claramente definido abre la posibilidad de nuevos diálogos, caminos y
grados de libertad.

Big Air Package, gasómetro de Oberhausen / Christo & Jeanne Claude

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