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Solidaridad: Practicar la solidaridad al tender una mano amiga a quienes necesitan apoyo,
fomentando la empatía y la compasión hacia los demás.
Justicia Social: Trabajar por la igualdad y equidad, asegurándonos de que todos tengan
oportunidades y recursos adecuados para vivir una vida digna.
Respeto a los Derechos Humanos: Reconocer y respetar los derechos fundamentales de todas
las personas, independientemente de su origen, creencias o circunstancias.
Cuidado del Medio Ambiente: Promover prácticas sostenibles y respetuosas con el entorno,
cuidando la creación y las maravillas naturales que Dios nos ha confiado.
Honestidad y Transparencia: Actuar con integridad en todas las áreas de la vida, manteniendo
una comunicación clara y veraz en nuestras acciones y relaciones.
Santa Rosa de Lima, nacida como Isabel Flores de Oliva el 20 de abril de 1586 en Lima, Perú, es
una figura emblemática de la religión católica en América. Desde su niñez, Rosa mostró un
profundo compromiso religioso y una devoción inusual hacia Dios. A medida que crecía,
intensificó sus prácticas espirituales y se destacó por su austeridad y servicio a los menos
afortunados.
Viviendo en una familia modesta, Rosa eligió llevar una vida de aislamiento y oración. Se
refugió en una pequeña cabaña en el jardín de su hogar, donde dedicó su tiempo a la
contemplación, la oración y el trabajo manual para sustentarse. A lo largo de su vida, se
entregó a la caridad, atendiendo a los enfermos y necesitados, lo que la convirtió en un
símbolo de amor y compasión hacia los más vulnerables.
Su amor por Cristo la llevó a adoptar el nombre de "Rosa" en referencia al aroma y belleza de
esta flor. Además de su vida de devoción, Santa Rosa de Lima también tenía un profundo
respeto por la creación de Dios, considerando a los animales y la naturaleza como
manifestaciones divinas. Su tumba se convirtió en un lugar de peregrinación y adoración
después de su fallecimiento en 1617.
En 1671, fue canonizada por el Papa Clemente X, convirtiéndose en la primera persona nacida
en América en ser reconocida como santa. Su legado espiritual perdura como un ejemplo de
vida austera, amor por Dios y dedicación a los más necesitados. Santa Rosa de Lima es una
patrona de los floricultores, los indígenas americanos y los pobres, y su fiesta se celebra el 30
de agosto en la Iglesia Católica.
la historia de santa rosa de lima en 5 parrafos
Santa Rosa de Lima, cuyo nombre de nacimiento era Isabel Flores de Oliva, nació en Lima,
Perú, en 1586. Desde su infancia, surge un profundo interés por la religión y una fuerte
conexión con Dios. A medida que creció, sus devociones y prácticas espirituales se hicieron
más intensas, llevándola a tomar votos de castidad y austeridad a una edad temprana.
Rosa de Lima sintió una profunda llamada a servir a los menos afortunados y dedicó su vida a
ayudar a los pobres, los enfermos y los necesitados de su comunidad. A pesar de su entorno
modesto, su devoción y compasión la llevaron a sacrificar su propia comodidad en aras de los
demás. Vivió en aislamiento en una pequeña cabaña en el jardín de su casa, donde pasó su
tiempo en oración, meditación y trabajo manual para sustentarse.
Además de su servicio caritativo, Santa Rosa de Lima también tuvo un profundo amor por la
naturaleza y los animales, a los que reflejaron expresiones de la creación divina. Escogió el
nombre de "Rosa" debido a su creencia en la fragancia y la belleza de esta flor, y ese nombre
se convirtió en su símbolo espiritual.
Rosa de Lima murió en 1617 a la edad de 31 años, dejando un legado de devoción, humildad y
servicio a Dios ya los demás. Su tumba en Lima se convirtió en un lugar de peregrinación y
devoción, y en 1671 fue canonizada por la Iglesia Católica, siendo la primera santa nacida en
América. Su vida ejemplar sigue inspirando a las personas a vivir con compasión, amor y
dedicación al bien común.