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I. Introducción
El Partenón fue diseñado por los arquitectos Ictino y Calícrates como el templo principal
dedicado a la diosa Atenea, la deidad protectora de Atenas. El edificio tiene unas dimensiones
de 70 metros de largo por 30 metros de ancho y está construido completamente en mármol
del Pentélico. Consta de ocho columnas frontales y diecisiete columnas laterales de orden
dórico, lo que le da un aspecto solemne y monumental. Las columnas miden 10 metros de
altura y tienen un diámetro de 1,9 metros en la base.
La estructura rectangular del Partenón está dividida en dos grandes ambientes: el pronaos o
pórtico frontal, y la cella o cámara interior que albergaba la enorme escultura crisoelefantina
de Atenea Partenos, obra maestra del escultor Fidias. En los frontones del Partenón se
esculpieron magníficas composiciones con escenas mitológicas como el nacimiento de Atenea
y la disputa entre Atenea y Poseidón por el dominio de Ática.
El Partenón destaca por sus refinadas proporciones basadas en sutiles curvaturas para
contrarrestar efectos ópticos. Por ejemplo, las columnas tienen una leve inclinación hacia
adentro conocida como entasis, mientras que las líneas de la base y de los estilóbatos
presentan una curvatura cóncava casi imperceptible. Esto brinda una sensación de armonía y
movimiento al conjunto.
Los muros exteriores del Partenón, así como los frontones y el friso de la cella, estaban
decorados con elaboradas esculturas y bajorrelieves que mostraban una procesión panatenaica
hacia la diosa Atenea. Esta profusa ornamentación escultórica fue realizada por artistas como
Fidias, Alcámenes y Agorácrito, convirtiendo al Partenón en una auténtica obra maestra del
arte griego clásico.
En suma, el Partenón representa no solo un hito arquitectónico del mundo antiguo, sino
también la expresión artística más acabada de los ideales atenienses durante el siglo de oro de
Pericles. Su diseño, proporciones y decoración han influenciado la arquitectura occidental
hasta nuestros días, consolidándolo como el más importante símbolo de la Atenas clásica.
Hipatia. Escuela de Política.
La construcción del Partenón tuvo lugar durante el llamado Siglo de Oro de Atenas, época de
esplendor político, económico y cultural bajo el gobierno de Pericles entre los años 460 y 429
a.C. Tras las Guerras Médicas, Atenas había consolidado su hegemonía en el mundo griego y
acumulado enormes riquezas que permitieron emprender grandes proyectos arquitectónicos
en la Acrópolis.
Pericles promovió un ambicioso programa de obras públicas con el fin de embellecer la ciudad
y crear imponentes monumentos que simbolizaran el poderío de Atenas. El Partenón fue la
joya de este plan edilicio que también incluyó construcciones como el Odeón, los Propíleos y el
Erecteion. El proyecto fue encomendado a los prestigiosos arquitectos Ictino y Calícrates,
quienes diseñaron el Partenón entre 447 y 438 a.C.
La construcción estuvo a cargo del escultor Fidias, nombrado por Pericles como supervisor de
todos los proyectos artísticos de la Acrópolis. Fidias dirigió un numeroso equipo de escultores,
entre ellos Agorácrito de Paros, Alcámenes y Colotes. Se estima que trabajaron más de 150
obreros especializados, además de numerosos esclavos en las tareas pesadas.
El Partenón fue construido enteramente en mármol del Pentélico, una cantera ubicada a 18 km
de Atenas que proporcionaba un material de gran calidad, color homogéneo y veteado fino.
Sus dimensiones son 69,5 metros de largo, 30,9 metros de ancho y 13,72 metros de alto.
Descansa sobre un estilóbato de tres escalones de mármol blanco.
Tiene un total de 46 columnas de orden dórico: 8 columnas en los frontones este y oeste, y 17
columnas en cada lado norte y sur. Las columnas miden 10,4 metros de altura y tienen un
diámetro de 1,9 metros en su base. Presentan sutiles curvaturas cóncavas para corregir efectos
ópticos.
En la techumbre de madera se usó un sistema de caña y escama, uniendo las vigas con clavos
de madera. Los frontones fueron construidos con vigas de mármol y decorados con esculturas
monumentales sobre temas mitológicos relacionados con la fundación de Atenas y la disputa
entre Atenea y Poseidón.
En suma, la construcción del Partenón movilizó los mejores recursos humanos y materiales
disponibles en la época. Su construcción constituyó una auténtica proeza de planificación,
ingeniería y ejecución que permitió erigir el monumento más representativo del apogeo
cultural de la Grecia Clásica.
El Partenón como templo dedicado a Atenea, sus esculturas y decoración religiosa, así como las
ceremonias y rituales que se realizaban:
Los muros interiores de la cella estaban decorados con un friso jónico de 115 metros que
representaba la Procesión Panatenaica, donde se mostraba el solemne desfile que tenía lugar
cada cuatro años en honor a la diosa Atenea. En los frontones este y oeste había esculturas que
aludían al nacimiento de Atenea y a la disputa entre Atenea y Poseidón por el dominio de Ática.
En las metopas del exterior se esculpieron 92 relieves que ilustraban batallas entre los dioses
olímpicos y diferentes antagonistas: la gigantomaquia, la amazonomaquia, la centauromaquia,
la ilionomaquia, entre otros. Toda esta profusa decoración escultórica aludía a mitos y pasajes
que simbolizaban el triunfo del orden olímpico y la civilización sobre el caos y la barbarie.
Otra ceremonia destacada era el Plynteria, celebrada anualmente en mayo. Se realizaba una
limpieza ritual del xoanon (imagen de culto) de Atenea, que era despojada de sus ornamentos
y cubierta para ocultarla de la vista. Según la creencia, este acto simbolizaba la purificación de
la ciudad y sus habitantes.
En definitiva, el Partenón no fue solo una obra arquitectónica excepcional, sino un espacio
fundamental para la práctica religiosa y la reafirmación de la identidad cívica en la Atenas
clásica. Tanto su diseño, esculturas y decoración transmitían un profundo significado ideológico
y teológico para los atenienses.
Tras ser reconstruido, el templo sufrió una nueva destrucción en el 267 d.C., cuando los
hérulos, un pueblo germánico, atacaron y saquearon Atenas. No obstante, la peor destrucción
llegaría años más tarde, en el siglo IV d.C., con la dominación romana. En el año 262, una
invasión de los godos provocó graves daños en el Partenón.
Pero serían los propios romanos los mayores responsables del saqueo. En el año 86 a.C. el
general romano Sila se apoderó de Atenas y saqueó impunemente sus tesoros artísticos como
botín de guerra. Las preciosas esculturas fueron arrancadas de los frontones y trasladadas a
Roma. También se llevaron la monumental estatua crisoelefantina de Atenea Partenos.
La destrucción continuó en el siglo V d.C., cuando los edictos del emperador cristiano Teodosio
prohibieron los cultos paganos. El Partenón fue clausurado como templo y despojado de todas
sus obras de arte paganas. Sus esculturas fueron destruidas o enterradas. En el siglo VI, el
emperador Justiniano transformó el Partenón en iglesia cristiana.
Tras la Cuarta Cruzada en 1204, Atenas pasó a manos de los cruzados francos, que convirtieron
el Partenón en palacio y fortaleza. Realizaron nuevas alteraciones arquitectónicas, añadiendo
ventanas góticas y derribando parte de las columnas para fortificar el templo. En 1458 Atenas
fue conquistada por los turcos otomanos.
El más grave daño se produjo en 1687, cuando los venecianos asediaron Atenas y dispararon
proyectiles de cañón contra la Acrópolis, utilizada como polvorín por los turcos. Una gran
explosión destruyó parte del techo y las columnas internas del Partenón. Lord Elgin aprovechó
la situación para llevarse muchos frisos y esculturas entre 1801 y 1803. Lo que quedaba del
Partenón siguió deteriorándose por negligencia y nuevos saqueos durante el dominio
otomano.
En definitiva, a lo largo de más de 2000 años el Partenón sufrió la destrucción causada por
guerras, saqueos, incendios y la ignorancia, pasando de esplendoroso templo a ruina
evocadora de su antiguo esplendor. Aun así, sigue siendo el máximo exponente de la
civilización clásica griega.
V. El Partenón moderno
Hipatia. Escuela de Política.
Tras siglos de destrucción, el Partenón se alza hoy como una imponente ruina que evoca el
pasado glorioso de la antigua Atenas. Desde 1975, el monumento está incluido en la lista de
Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y es uno de los símbolos universales de la
civilización occidental.
Se mantienen en pie parte de los muros de la cella, gran parte de las columnas exteriores y
secciones de los frontones. Sin embargo, el techo se perdió completamente tras la explosión
del polvorín otomano en 1687. También desaparecieron las esculturas originales, salvo algunos
restos en los frontones y las metopas.
La mayoría de los frisos y esculturas del Partenón fueron saqueados y trasladados a museos de
Europa occidental, principalmente al Museo Británico de Londres. Entre 1801 y 1812, Lord
Elgin se llevó una gran cantidad de esculturas que constituyen los llamados Mármoles de Elgin.
Incluyen 15 metopas, 17 figuras de los frontones y parte del friso de la cella.
Otros fragmentos del Partenón se exhiben en museos como el Louvre de París, el Pergamon de
Berlín, el Vaticano, el Kunsthistorisches de Viena, el Glyptothek de Copenhague o el Museo
Arqueológico de Palermo. Grecia ha reclamado durante décadas la devolución de todas las
obras saqueadas que constituyen patrimonio de la nación helena.
Más allá de su deterioro material, el Partenón conserva intacto su inmenso significado histórico
y cultural como expresión del racionalismo griego. Representa los ideales de orden, armonía,
equilibrio y proporción que fundamentaron la visión clásica de la belleza. Su influencia se
proyecta en la arquitectura, el arte y el urbanismo contemporáneo.
VI. Conclusión
Hipatia. Escuela de Política.
Fue concebido en el marco del ambicioso programa de obras públicas de Pericles, como una
muestra del poder y greatness de la democracia ateniense en su momento de mayor
esplendor. El Partenón encarnaba los ideales y virtudes cívicas de la polis, plasmadas
arquitectónicamente según los criterios de armonía, equilibrio y proporción que definían la
visión griega de la belleza.
Como templo consagrado al culto de la diosa Atenea, fue el centro de la vida religiosa y el
escenario de importantes ceremonias cívicas para los atenienses. Sus magníficas esculturas y
decoración narrativa exaltaban el papel protector de Atenea, a la vez que conmemoraban el
triunfo del orden y la razón olímpicos sobre las fuerzas del caos.
A pesar de la destrucción sufrida a lo largo de los siglos, el Partenón pervive como el máximo
exponente del clasicismo griego y uno de los hitos fundamentales de la historia de la
arquitectura occidental. Su influencia es patente en numerosos edificios emblemáticos
posteriores, desde el Panteón de Roma hasta las construcciones neoclásicas de la modernidad.