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Parcial Historia del Arte

1. La Acrópolis de Atenas.

En medio del paisaje llano de Atenas, se alza una cresta rocosa que los griegos llaman acrópolis, es decir la
parte alta de la ciudad, en donde se construían emblemáticas edificaciones.

En la Acrópolis de Atenas vemos los principales programas arquitectónicos de Grecia, el templo, y en sus
laderas, teatros: de Dionisio y de Herodes Ático, programas que describiré y explayaré más adelante.

Geográficamente, la Acrópolis de Atenas es una meseta de piedra caliza de 156 metros de altura,
totalmente visible desde cualquier punto de la ciudad. Es escarpada por todos sus lados, excepto por el
occidental, donde se sitúa su único acceso.

Según muestran hallazgos arqueológicos, fue habitada desde el período geométrico, pero fue recién en la
época clásica que pasó a ser un centro religioso, un santuario o témenos.

Con sus 300 metros de longitud y 85 de ancho, en este estratégico sitio de irregular topografía, los
arquitectos Kalícrates, Ictinos y Mnesicles, bajo la supervisión del escultor Fidias, fueron los encargados de
construir, durante el gobierno de Pericles, un conjunto de edificaciones ubicadas en su témenos.

El astuto político, gobernante de Atenas entre el 461 y el 429 a.C., desvió fondos del tesoro público –en un
acto de corrupción que paradójicamente habría que agradecerle– para reconstruir la Acrópolis, arrasada
por los persas el año 480 a.C. La colina de Atenas sobre la que se emplaza, estaba habitada desde la
Antigüedad.

Los adversarios juzgaron tal política como demagógica, ya que se realizó con los dineros de la liga griega,
constituida para defenderse de los persas. Pericles consideró que como la ciudad estaba suficientemente
equipada para la guerra, necesitaba emplear los medios que tenía, en obras que le dieran fama
imperecedera.

Tales obras, suscitaban, en efecto, todo tipo de actividades, creaban variadas necesidades y despertaban
nuevas técnicas. Daban ganancias a casi toda la ciudad. Por lo que Pericles hizo grandes planes de obras
públicas y proyectos de trabajo, que implicaron distintas actividades y ofrecieron ocupación a muchas
categorías de personas.

Se emplearon como materiales: piedra, bronce, marfil, oro, ébano y el ciprés. Así, surgieron los artesanos
que trabajan y terminaban estos materiales: carpinteros, escultores, herreros, picapedreros, cinceladores,
artesanos del cobre, del oro y del marfil, grabadores, pintores, tallistas, tintoreros, y todos aquellos que
colaboraban con estos o transportaban el material: comerciantes, marineros, carreteros, criadores de
animales de tiro, cuidadores de mulas, cordeleros, mineros, etc. De esta manera, las obras crecían,
estupendas por su majestuosidad e inimitables por su belleza y su gracia, puesto que los artífices pugnaban
por superarse unos a otros en precisión y perfección técnica.

Los templos representaban una marca cultural del helenismo, una poderosa marca de identidad. Esta
marca y carácter simbólico, resultó totalmente exitoso, y basta con mirar el Palacio Legislativo de Uruguay,
o cualquier otro edificio parlamentario para probarlo. Veremos una arquitectura griega que alude a la
democracia y a la política. También, llega hasta nuestros días, la forma semi-circular de muchos teatros.

La disposición de estos edificios estaba establecida por la tradición, y se vinculaba con antiguas leyendas
sobre la fundación de la ciudad, por lo que la misma no podía variarse. Esta situación, le da al conjunto
construido, un aspecto poco ordenado, ya que el único elemento articulador del espacio era la vía
procesional.

En esta zona sagrada, se erigieron algunas de las construcciones más paradigmáticas de la Atenas del siglo
V a.C: el Partenón, el Erecteión, los Propileos y el templo de Atenea Niké. Además, existían otras
construcciones, pero apenas tenemos rastros de ellas (ej. Altar de la diosa Atenea, etc.)

Propileos:
Cuando la acrópolis empezó a cambiar de aspecto con la construcción del Partenón, Pericles pensó que
había que dotar a todo el santuario de un pórtico digno, que marcara claramente la separación entre el
espacio civil y el espacio sagrado, un monumental vestíbulo que introducía al visitante ante la teatralidad
de los templos.

La obra fue confiada a Mnesicles, el arquitecto realizó un proyecto que después no sería ejecutado en su
totalidad debido al estallido de la guerra del Peloponeso cinco años después de empezar la obra.

El edificio se compone de un cuerpo central, integrado por un pórtico dórico de seis columnas. A través de
cinco puertas se penetra en un área dividida por una doble hilera de columnas jónicas: Los Propileos
conforman la única entrada, por el lado occidental, a la Acrópolis.

De las dos alas laterales, la del norte era más grande y estaba destinada a pinacoteca, la primera de la
historia, contenía probablemente tablillas de madera pintadas. El ala sur era más pequeña a fin de dejar
lugar para la construcción de un templo a la diosa Atenea Niké Áptera.

El templo de Atenea Niké:


Simultáneamente a la construcción de los Propileos comenzó a edificarse un templete consagrado a
Atenea victoriosa.

Erigido a la derecha de los propileos, el pequeño templo jónico es “tetrástilo anfipróstilo”, es decir, que
tiene dos pórticos de cuatro columnas, uno hacia el este y otro hacia el oeste.

La naos es de 3,30 metros de largo y 4,20 metros de ancho, en medio de la cual se erigía la estatua de
Atenea portando una granada.

Quedan algunos fragmentos del friso jónico continuo pero no se sabe exactamente qué tema ilustraban.
Posiblemente fueran mitos que aludieran simbólicamente a las guerras médicas.

El Erecteión:
La ejecución del edificio, conllevó dificultades de tipo topográficas, ya que el suelo en el sector
seleccionado era sumamente irregular, a tal punto que se debió sortear un desnivel de unos tres metros, y
que por razones de tradición religiosa, no se podía nivelar. Como consecuencia, se diseñó un edificio de
características muy peculiares, en el cual un solo edificio combina cultos diferentes.

La zona occidental, a inferior nivel, conducía al santuario de Poseidón-Erecteo, donde el dios había
golpeado la roca con su tridente y donde tenían lugar ancestrales cultos de la tierra. La parte oriental,
sensiblemente más alta, se dedicaba a Atenea políada, ciudadana.

Se destaca la estructura del edificio denominada Pórtico de las Cariátides, ubicada en la parte sur, que
asemeja una especie de terraza-mirador situada frente al Partenón. Las cariátides son seis columnas que
representan jóvenes mujeres con cierto hieratismo, acorde al estilo primitivo griego de las korai arcaicas,
que sostienen el entablamento de ese sector del templo. Cuatro figuras están colocadas en el centro, y una
a cada lado. Presentan un peplo muy simple, todas llevan el pelo largo trenzado y están en contrapposto.
Los ricos pliegues del manto acanalado simulan las estrías del fuste. Tal vez sostenían en su mano una
pátera de libaciones como saludo a las procesiones en honor a Atenea.

Resume el Erecteión el nuevo afán por los cultos de autoctonía.

El conjunto se complementa por multitud de frisos policromados, con ligeros relieves muy profusos, de una
calidad de ejecución superior a lo usual en ese momento. Se le atribuye a Calímaco.

Este pórtico, constituye un aporte original que cierra parcialmente el espacio, en el cual se encuentra la
tumba de Cécrope, el mítico rey fundador de Atenas.

El Partenón:
Construido por los arquitectos Kalícrates e Ictinos, siendo el escultor Fidias, quien realizó las esculturas y
relieves que lo decoran.

Está emplazado en la parte más elevada de la acrópolis. La primera visión que se tiene del mismo al
atravesar los propileos no es frontal y plana, sino oblicua, realzando su carácter plástico y tridimensional.

No era propiamente un templo de culto, no tenía altar, sino un monumento exaltador de Atenas, ofrenda o
exvoto ante los dioses, acumulación de riquezas al mismo tiempo que lección ante los demás.

Uno de los muchos mitos que rodean a la diosa Atenea, asegura que es hija de Zeus, y que luchó con
Poseidón, por ser la protectora de Atenas. En dicha competencia, cada uno de los dioses, dio un regalo a la
ciudad. Poseidón, clavando su tridente en la cima de la Acrópolis, habría hecho brotar una fuente de agua
salada, que les permitiría a los atenienses ser diestros marinos y comerciantes, por otro lado, Atenea,
habría hecho brotar un olivo sagrado, que brindó a los habitantes de la polis ateniense, un cultivo central
de la futura economía helénica, que les proporcionaba aceite, madera, aceitunas y sombra.

Encarna verdaderamente los ideales de la Atenas democrática y próspera, es una guía espiritual y política
en Grecia.

La elección del lugar donde fue erigido no fue casual, responde a una planificación que tomó en cuenta:

1-La topografía del lugar, respetando el trazado de la vía procesional a recorrer por los peregrinos durante
las fiestas religiosas.

2-La adecuación del ambiente circundante a partir de la aplicación de la euritmia, un criterio


antropomórfico al edificio, como fiel reflejo de las proporciones humanas.

3-Un deseo de perfección abstracta recorre todo el edificio.

Es un templo de orden dórico, aunque no puro, ya que tiene algunos elementos jónicos. Es períptero
octástilo (ocho columnas frontales). El estilóbato, primer escalón de la plataforma, tiene 30,88 metros de
ancho y 69,5 de largo. Sobre este escalón descansan ocho columnas frontales y diecisiete laterales. El
diámetro de la columna es de 1,91 metros en la base y alcanza una altura de 10,93 metros.

El Partenón es de mármol pentélico, de una cantera situada a 16 metros de Atenas, a excepción de las tejas
del techo, que eran de mármol procedente de la isla de Paros. La elección de este costoso y refinado
material, especialmente por lo dificultoso del traslado, para el tejado, responde al hecho de que es muy
blanco y traslúcido, lo que asegura al menos, una tenue penumbra al interior del templo.
Las columnas dóricas de la fachada estaban compuestas de diez o doce tambores, cuyos centros eran
ahuecados para ensamblarlos con un dispositivo que asegurara el perfecto centrado y evitar el
desplazamiento de los bloques.

El tambor inferior se apoyaba directamente sobre el estilóbato y era el único en ser colocado con las
estrías previamente talladas. El resto del fuste se tallaba recién al finalizar la obra, para evitar el riesgo de
astillarlo accidentalmente durante el trabajo de construcción.

Los muros eran construidos con bloques de piedra relativamente pequeños, por lo que eran bastante
fáciles de maniobrar. Utilizaban distintos tipos de poleas grúas para elevar las piedras. No empleaban
ningún tipo de argamasa para unirlas: abrazaderas de hierro revestido en plomo y el cuidadoso pulido de
sus superficies aseguraban que quedaran perfectamente ajustadas.

La edificación está dividida en tres espacios:

a. Pronaos: o vestíbulo delantero, precedido de columnas.

b. Naos: o santuario, dividido en dos partes: la llamada propiamente naos, donde situada cerca del fondo
se encontraba la estatua de la diosa Palas Atenea, la obra máxima de Fidias, realizada en oro, mármol y
marfil (criselefantina), que representaba a la diosa en pie, con un yelmo en su cabeza, un peplos sobre el
que lucía un escudo con la cabeza de Medusa, en su mano derecha sostenía una victoria alada, y a la
izquierda sujetaba la lanza y mantenía el escudo apoyado en el suelo. El conjunto medía más de 10 metros
de altura, y estaba colocado sobre un pedestal de 1,5 metros de altura.

y la cámara de las vírgenes, también llamada Partenón, donde se hacían los preparativos de la fiesta de las
Panateneas.

c. Opistodomos: espacio casi simétrico al vestíbulo que oficiaba de depósito de las ofrendas.

Como la mayoría de los edificios griegos, sigue un sistema arquitrabado. Fue construido con piezas
escuadradas de sillería de mármol pentélico unidas por grampas de hierro, siendo sus cimientos de piedra
caliza.

El templo en sí, como lugar de culto de Atenea, viene a simbolizar a la propia diosa, en su consideración de
divinidad protectora, y a la grandeza de la ciudad por ella protegida.

La iconografía escultórica del Partenón fue creada por el escultor Fidias, y estaba planteada en torno a tres
zonas, donde se desarrollaban formas de relieves escultóricos:

En el exterior del templo ubicamos:

Las metopas: esculpidas en altorrelieve, extendiéndose por sus cuatro fachadas exteriores, en ellas se
representaban:

-Lado este. Gigantomaquia, lucha entre los dioses olímpicos, encabezados por Zeus, por restablecer la paz
y el orden.

-Lado oeste. Amazonomaquia, en referencia al pueblo de mujeres guerreras Amazonas, quienes usaban a
los hombres solo para mantener la descendencia. Eran grandes jinetes y cazadoras, hijas de Ares.
Simbolizaban la barbarie, por lo que al vencerlas, contribuyen a establecer el orden.

-Lado sur. Centauromaquia, fue la lucha entre los centauros, representantes de los bajos instintos de los
seres salvajes, y los lapitas, quienes con su racionalidad y moral, derrotan a los centauros.
-Lado norte. Escenas de la guerra de Troya, en particular el momento de su caída, quizás rememorando la
caída de Atenas ante los persas.

Los tímpanos de los frontones, decoran los espacios triangulares, y en ellos se representaban escenas
mitológicas, en la fachada principal hacia el este: el nacimiento de Atenea, y al oeste: la lucha de Atenea y
Poseidón por la protección de Atenas.

En el friso jónico, se representa la procesión de las Panateneas, el festival religioso más importante de
Atenas antigua, originariamente estaba pintado de vivos colores.

A pesar de que el Partenón no fue el primer edificio en donde los arquitectos utilizaron correcciones
ópticas, con objetivo de disimular las deformaciones generadas al observar un edificio desde cierta
distancia, sí fue en el que se logró una mayor complejidad, a partir de un cuidadoso estudio de
proporciones, para crear una apariencia de real perfección:

Ni las escalinatas, ni el estilóbato, ni el entablamento son horizontales. Tampoco son estrictamente


paralelas y verticales las columnas. Aunque es imperceptible, todo el edificio está dominado por las curvas:
el basamento y entablamento, tienen una ligera curvatura convexa hacia el centro, ayudando a neutralizar
nuestra tendencia a percibir un hundimiento en la parte central.

El espacio entre las columnas no es el mismo en toda la fachada, las columnas de los ángulos están más
separadas que las que están hacia el centro, aligerando esa zona central, y distribuir hueco y masa de
forma más equilibrada.

Las columnas del peristilo, están ligeramente inclinadas hacia adentro, favoreciendo la estabilidad visual
del edificio.

El diámetro de las columnas aumenta hacia los ángulos para neutralizar el efecto de debilidad que se
produce en esos puntos. Es más grande la circunferencia de las columnas de las fachadas angostas este y
oeste. Para que la diferencia no sea visible desde los laterales, las columnas de los cuatro ángulos, tienen
sección elíptica, orientando el eje largo hacia los lados angostos, y el eje corto hacia las fachadas laterales.

Cada pieza se trabaja por separado. La medida de todas las cosas, el hombre, entra en el juego de la
percepción y el asombro.

Las esculturas del Partenón sufrieron múltiples avatares. Primero, como iglesia cristiana, luego como
mezquita y polvorín turco que una bomba veneciana hizo saltar por los aires en 1687. A comienzos del siglo
XIX, Lord Elgin, lo saqueó trasladando numerosas esculturas a Londres. La contaminación de Atenas ha
seguido destruyendo el templo.

Como estamos habituados a ver las ruinas de los templos de la acrópolis, perdemos de vista que en la
antigüedad, estos edificios, eran de vivos colores. Intensos rojos, azules y amarillos animaban las fachadas
que hoy lucen blancas.

El sistema estructural de los templos anteriormente mencionados es trilítico o adintelado, es decir,


elementos verticales como columnas o muros sirven de apoyo a dinteles horizontales, vigas, arquitrabes o
techos.

Odeón de Herodes Ático:


Fue construido, durante la dominación romana, entre los años 161 y 174 d.C. por el cónsul romano
Herodes Ático, amante de la filosofía, del arte, de la literatura y gran admirador de Atenas que empleó su
enorme fortuna en regalar generosos obsequios a la ciudad y en embellecerla con importantes obras
públicas. El Odeón se levantó en memoria de su mujer, Aspasia Annia Regilla que había fallecido el año
anterior.

Teatro de Dionisos.

Considerado como el mayor teatro de la antigua de Grecia, se encuentra situado en la ladera sureste de
la Acrópolis. Está dedicado a Dionisos, dios del vino, el teatro y las fiestas. Fue restaurado entre los años
1926 y 1932. Se construyó durante el siglo VI a. C., aprovechando el desnivel de la ladera sureste de la
Acrópolis y se le dotó de una capacidad de 15.000 a 17.000 espectadores.

El Odeón de Herodes Ático y el Teatro de Dionisio se comunicaban mediante un inmenso pórtico


o «stoá» de 161,80 metros de largo y 17,65 metros de anchura, denominado Pórtico o «Stoá» de Eumenes.

Leonardo Benevolo, arquitecto y diseñador italiano, fallecido el 5 de enero de este mismo año a la edad de
94 años, en su obra Introducción a la arquitectura, comienza con una concisa afirmación: la forma en que
los griegos conciben la arquitectura, es decir, casi como una ciencia. Comenzar por tener esta afirmación
presente resulta fundamental para comprender el arte griego, e intentar, por un momento, dejar de verlo
con nuestros ojos del presente, que a pesar de estar miles de años alejados en el tiempo, la base de
nuestra arquitectura, tuvo sus bases aquí. Esto lo afirmará Norberg Shulz al decir “durante dos mil
trescientos años el curso de la arquitectura occidental ha sido determinado por los logros de los griegos”,
quienes como escribe Benevolo, fueron perfeccionando sus arcaicas soluciones, a través de un maravilloso
sistema: cada solución convincente, era considerada un precepto, el cual contenía un campo de elección
ulterior, pero concediendo siempre aplicaciones distintas y originales, permitiendo una profundización
mayor de las soluciones buscadas por separado.

Shulz, nos presenta al templo, como sistema constructivo principal de Grecia, pero lo hace partiendo de
que esta construcción, trasciende la mera protección física, y alberga en sí, algo más profundo, es por esto,
y por su espacio exterior e interior difícilmente definible, que se ha llegado a considerar que dichas
construcciones son no arquitectónicas, y que responden mejor a las características de las esculturas.
Norberg considera esta tesis como absurda.

A pesar de que la belleza de los templos, nos puede enceguecer, y llevarnos a pensar que se trata de un
objeto meramente estético, que fue siendo víctima de un desarrollo estilístico, el templo va más allá de
estos aspectos, y para comprenderlo realmente, debemos hacerlo a partir de tanto su localización como
con su finalidad a la que servía.

La situación y el espacio circundante modificaban la organización. Aquí dejamos de lado los conceptos que
caracterizan a los edificios de forma aislada, haciendo referencia a la relación entre sus partes, y hablamos
del espacio griego como un espacio heterogéneo: “no está regulado por las mismas leyes en todos los
niveles ambientales”. Estos diversos tipos de organización interactúan de forma diferente según la
situación.

La obra de arquitectura apela a nuestros sentidos, pero también a nuestra inteligencia. Es percibida como
objeto físico, en cuanto marco de nuestros movimientos, y como objeto cultural, conectado con el
conocimiento de las razones históricas que lo hicieron posible. El disfrute intelectual de la obra requiere un
grado de información determinado sobre la época en que fue construida. La columna dórica que sobrevive
a la acción de la naturaleza en la isla de Sicilia, ya sin soportar el peso de un entablamento desaparecido,
ofrece el valor estético de la ruina: el pensamiento sobre el paso de los años, sobre la asimilación por lo
natural de la obra del hombre, la nostalgia de todo lo perdido. Sin embargo, si reconstruimos mentalmente
su pasado, hablará de precisión, de una cultura austera que supo ser madura y mesurada, la cultura propia
de los antiguos griegos. Ambas visiones, la que ofrece el presente y la supuesta en el pasado, se
superponen a la pura percepción física de ese objeto vertical cuya silueta se recorta contra un cielo azul,
intensamente sombreada por las estrías que aún la surcan. La visión compleja es más rica que aquella que
sólo atiende a razones históricas, o a la que sólo atiende a razones plásticas.

Tanto el ideal arquitectónico, su significado y su valor estético, como el concepto mismo de arte han
variado en el transcurso de la historia de la cultura. Sin embargo, es constante el deseo de plantear a
través de la arquitectura un reto a la inteligencia de los hombres.

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