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INTRODUCCIÓN
Esos son momentos en los cuales, quizás, nos hemos sentido desesperadas o incluso
desamparadas; porque sin importar a donde volvamos la mirada no se le encuentra la salida
o la solución a esa circunstancia difícil. Y seguramente has clamado a Dios, has orado
pidiendo una solución o una salida, y a veces esa solución que pedimos no se ve llegar tal
y como nosotras lo pedimos, y lo que sucede es que en muchas ocasiones Dios tiene una
mejor solución para nuestro problema.
Debemos recordar que Dios nunca nos desampara, porque Él escucha nuestra oración y la
responde. Veamos un ejemplo en la Biblia.
Leamos Jeremías 29:1 RVC “1Nabucodonosor se llevó cautivos a Babilonia a los ancianos,
sacerdotes y profetas que estaban en Jerusalén, lo mismo que a todo el pueblo. Desde
Jerusalén el profeta Jeremías envió una carta a los que sobrevivieron al exilio. Éste es el
texto de la carta…”
El pueblo de Israel y Judá habían sido llevados presos a Babilonia. El rey Nabucodonosor
los había vencido en la guerra, destruyó las casas, también arrasó casi toda la ciudad y con
el propósito de someterlos destruyó el templo de Dios, luego les quitó los utensilios sagrados
y los llevó cautivos a Babilonia.
En la actualidad es complicado hacerse una idea de lo dura que era la vida para un pueblo
que era llevado cautivo: durante el trayecto muchos resultaban heridos o incluso muertos,
no eran dueños de sus vidas, eran esclavos pues no tenían libertad de actuar, ni de decidir,
ni de ir, ni de venir. Ellos eran obligados a trabajar hasta el agotamiento, no podían tener
posesiones y para colmo pensaban que Dios los había abandonado.
Parafraseando, lo que Dios les estaba diciendo es “traten de vivir lo mejor que puedan, no
se depriman pensando en la situación que les está tocando vivir, sino que sigan adelante
con sus vidas haciendo todo aquello que les sea permitido por sus opresores, pero traten
de vivir en paz en medio del cautiverio y oren por ese pueblo que los tiene presos”. ¿Por
qué les ordenó orar por ese pueblo? Porque si los israelitas obedecían esta Palabra (que les
fue dada de parte de Dios) encontrarían la paz y vivirían en paz.
Esa paz que únicamente Dios puede dar. Esa paz que sobrepasa todo entendimiento. La
paz que hace que las personas puedan transitar y vivir en medio de problemas y situaciones
difíciles, porque en esa paz entendemos que Dios sigue teniendo cuidado de nosotros y no
nos deja ni nos abandona.
Reflexionemos que, cuando Dios les dice que oren por la ciudad a la que fueron llevados,
eso incluye que también oren por aquellos que los oprimen y que los tienen viviendo al
punto de la desesperación. Entonces, vemos que tampoco era un mandato fácil de cumplir,
pero que, si lo cumplían, podrían ser bendecidos viviendo con la paz de Dios en cada uno
de ellos.
En medio de esa dura situación, el profeta Jeremías les transmite también esta Palabra:
“10 Así ha dicho el Señor: “Cuando se cumplan los setenta años de Babilonia, yo iré a
visitarlos, y les cumpliré mi promesa de hacerlos volver a este lugar. 11 Sólo yo sé los planes
que tengo para ustedes. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan
un futuro lleno de esperanza.” Jeremías 29:11 RVC
Dios los estaba animando a vivir con la esperanza de que un día su situación iba a cambiar.
Que todas las dificultades que estaban enfrentado, como pueblo y también individualmente,
no iban a durar para siempre, porque en medio de ese sufrimiento Dios iba a cumplir el plan
de bendición que Él tenía para sus vidas, y para el pueblo amado que Él había escogido
para que le amara y le sirviera.
No tener esperanza es una de las cosas más difíciles que pueda enfrentar una persona,
porque la esperanza es lo que nos sostiene en medio de cualquier angustia que
enfrentemos. Pero ¡confiemos! Porque Dios es fiel, y es Él quien nos promete un buen
futuro, un futuro lleno de esperanza en el cual se cumplirán los planes de bien que Él tiene
para nuestras vidas.
CONCLUSIÓN
Tenemos que aprender a no ver el problema al que nos estamos enfrentando, sino que
veamos a Dios que es más grande que cualquier problema y puede darnos una salida o la
solución.
Así que, aunque para nosotros sea muy complicado, animémonos, no veamos las
circunstancias difíciles, no veamos a la enfermedad, no veamos a los problemas económicos,
oremos pidiendo confiadamente esa paz que sobrepasa nuestro entendimiento y veamos
a Dios, que aún en medio de esas dificultades sigue teniendo un plan de bien y
no de mal para nosotros para darnos un futuro lleno de esperanza.
ORACIÓN.
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