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Analisis 18907 2
Analisis 18907 2
Resumen
Gramáticas de vida: Este artículo, a partir del censo oficial
chileno de 1907 y constatando
el censo de 1907 y inexactitudes cuantitativas, pasa revista
al ejercicio de la categoría de población
la población como y el desmedro en este uso, de la realidad
india, poniendo énfasis en cómo tiene
uso de gobierno lugar una destitución de los conflictos
territoriales, políticos e identitarios que
atraviesan la tensa relación entre el
Life grammars: the 1907 Estado-nación y los indios. El artículo
estudia el desplazamiento de esta
census and population as a problemática en distintos momentos
históricos de la institucionalidad
tool of government chilena, y muestra que pese a las
diferentes posturas, coexiste en una
misma configuración epistemológica
y política, comprometiendo la
implementación de la salud pública
en Chile. Las figuras de Orrego Luco,
Murillo, González y Allende, se dan cita
en estos análisis y debates.
Palabras clave: población; indios
araucanos; censo; Chile.
Abstract
This article, based on the official census
in Chile in 1907, notes its quantitative
inaccuracies, reviewing the use of the
category of population and its detrimental
impact on the Indians, emphasizing
how it erases the territorial, political and
identity conflicts that traversed the tense
Yuri Carvajal Bañados relationship between the nation-state and
Professor da Escuela de Salud Pública/Universidad de Chile. the Indians. The article studies how this
Independencia, 939
8380000 – Santiago – Chile problematic shifted at different historical
moments in Chilean institutions, showing
ycarvajal@med.uchile.cl
that despite the different positions taken, it
maintained the same epistemological and
Tuillang Yuing Alfaro political configuration, compromising the
Professor/Universidad Mayor. implementation of public health policies in
Av. Manuel Montt, 367 Chile. The figures of Orrego Luco, Murillo,
7500994 – Santiago – Chile González y Allende are quoted in these
tuillang@yahoo.com analyses and debates.
Keywords: population; Araucano Indians;
Recebido para publicação em julho de 2011. census; Chile.
Aprovado para publicação em outubro de 2011.
http://dx.doi.org/10.1590/S0104-59702013000500003
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Antecedentes
El trabajo de la comisión central del censo de 1907 (Honorable…, 1907) da buena cuenta
del esfuerzo y rigurosidad involucrados en su ejecución. La comisión estaba presidida por
Ramón Santelices y además conformada por Fidel Urrutia, Enrique Phillips, Ernesto Bianchi,
Oscar Viel, Luis Risopatrón, Ventura Piedrabuena, Luis Manuel Rodríguez, Alberto Edwards y
Vicente Grez. Entre estos miembros encontramos: intelectuales, técnicos, militares y políticos,
diputados, senadores, jueces, escritores, periodistas, generales, tenientes generales, ingenieros.
La comisión realizó 68 sesiones de trabajo, a un costo de 183.069,28 pesos, equivalente a unos
410 mil dólares actuales2, ahorrando parte de los 220 mil pesos asignados por el gobierno.
Su esfuerzo no puede ser escindido en dos mitades epistemológicamente contrapuestas: una
consistente y científica para contabilizar chilenos y otra inconsistente y no científica en el
recuento de los indios araucanos.
Por lo tanto, en un plano – la investigación de la magnitud de la población chilena –
seríamos contemporáneos intelectuales de la comisión y en otro – la medición de la población
indígena – tendríamos una lógica radicalmente distinta, usaríamos criterios de investigación
disímiles, pues no cometeríamos el error evidente que ellos no pudieron ver. Como a menudo
se dice: una ruptura epistemológica ha ocurrido entre ellos y nosotros.
Pero si examinamos el problema suponiendo una continuidad entre los miembros de la
comisión y nosotros, quizás podamos encontrar algunas claves disciplinarias distintas y útiles.
En efecto, este caso presentado como ilustración, trata al menos de: (a) un objeto específico
y central en los trabajos de salud pública: la población, objeto controversial, mas no sea en
la candente actualidad de los pueblos originarios; (b) medir es una actividad cotidiana
en nuestro campo disciplinar, por lo tanto preguntarse simétricamente por los errores también
debería serlo; (c) mediciones e incertidumbre interrogan la investigación en salud pública, al
trasluz de “tres clases de interludios – sobre problemas, sobre métodos y sobre teoría – [que]
deben resultar del trabajo de los investigadores y conducir a él de nuevo” (Mills, Z, p.209)
En la categoría población, concurren aspectos estadísticos y epistemológicos que penetran
el ejercicio salubrista como, por ejemplo, las tasas de mortalidad, de las cuales se desprende
el riesgo como un corolario lógico e inmediato que se organizan en torno a las defunciones
como numerador y a las poblaciones como denominador.
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corre en el Reyno de Chile, con un vocabulario y confesionario. En este “primer texto impreso
en lengua mapuche … Vemos entonces dibujarse en el jesuita una figura que concentra todas
las funciones gramatológicas de la intermediación política” (Pavez Ojeda, 2004, p.49). El ir y
venir de las categorías sociológicas y las estadísticas resultan de un movimiento doble, tanto
para la emergencia como para la disolución. Ya en nuestro tiempo, la desaparición de la
clase obrera de las estadísticas de salud, por ejemplo, no es un mero fenómeno de categorías
de registro, sino también del mundo y la teoría. Respecto de esta misma cuestión, Bolstanki
comenta: “La confirmación recíproca entre las divisiones de la nomenclatura y las divisiones
observables en el mundo era finalmente lo que daba a la nomenclatura credibilidad” (Boltanski,
Chiapello, 2002, p.419).
Cuantificar una población es, en ese sentido, una proposición performativa, un ejercicio
enunciativo que articula seres con diferentes modos de existencia: cosas, humanos, palabras.
Por cierto, debemos a Austin (1979) la distinción entre las sentencias de las cuales se puede
decir que son verdaderas o falsas y aquellas que forman parte de la acción misma a las cuales
se refieren.
La expresión clásica es ‘los declaro marido y mujer’, en la cual no es posible hacer un juicio
sobre la verdad de la frase, porque paradójicamente es la propia sentencia, articulada por
supuesto por la persona correcta en el lugar correcto, la que genera la unión matrimonial. A
este tipo de sentencias, Austin las llamó performativas, ya que co-participan de la situación
a la que se refieren. Las sentencias performativas no son falsas ni verdaderas, pero tampoco
están libradas al arbitrio. Como lo señala su nombre, dan cuenta de la forma del proceso al cual
aluden, si esa alusión es adecuada, si lo que proponen es recepcionado por los involucrados,
hacen parte del mundo y se tornan válidas. En la expresión de Austin, estas sentencias tienen
condiciones de ‘felicidad’ o de satisfacción cuando logran una performación efectiva.
En esta perspectiva, población es una acción que involucra posibilidades performativas,
características que tocan asimismo a la salud pública, no en el sentido de un arbitrio ni de un
fenómeno puramente lingüístico, sino en la coparticipación, junto a los arreglos materiales
y al devenir histórico, en la constitución de su objeto de estudio.
El recuento de indios, la medición del tamaño de su población, es una acción performativa,
pues su validez está en la capacidad de hacer emerger ‘lo indio’ como un hecho positivo.
Tal logro no es propio de la actividad censal, sino de su capacidad de vincularse a otras
proposiciones que circulan en espacios en que concurren arreglos materiales, intereses
políticos, cuestiones de fronteras con los países limítrofes y el debate de ese tiempo sobre ‘la
cuestión social’. En este sentido, el recuento de indios en 1907 transforma a los reducidos
y derrotados de 1881 en miembros regulares y pacíficos de la República. Las condiciones de
satisfacción de dichas acciones/proposiciones pasan a ser entonces el asunto a examinar para
comprender un ejemplo concreto de la articulación de la población en una trama lingüística,
política y material.
De esta manera, la preocupación por contar la población india en el censo de 1907 y
hacerlo con máxima exactitud es una de las principales actividades de la comisión:
La comisión toma en cuenta las dificultades, las aborda y argumenta para sostener que
su aproximación es esencialmente adecuada, implementando una categorización de lo
araucano “sin atender a la mayor o menor pureza de raza” (Honorable…, 1907, p.XXII) y aún
reconociendo la existencia de algo como mala clasificación: “muchos Araucanos de estirpe
pura, que viven i hablan como los demás chilenos, no han sido tomados en cuenta en el
empadronamiento indígena; en cambio, están incluidos en él, aquellos mestizos que siguen
los hábitos i usan el idioma de los primitivos habitantes del país” (p.XXII).
Cada vez que se construye una unidad, define un grupo, presta una identidad, una
voluntad, un proyecto, cada vez que él explica eso que pasa, el sociólogo Soberano y
Autor – en el sentido de Hobbes – añade a los Leviathanes en lucha nuevas identidades,
definiciones y voluntades que permiten a otros crecer o disminuir, ocultarse o revelarse,
extenderse o reducirse (Akrich, Callon, Latour, 2006, p.30).4
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una población. El censo deviene crucial en la construcción del territorio, la identidad nacional
y el estatuto republicano toda vez que el voto surge de la calidad de propietario. El censo
debe contar aquellos que, acreditando tal condición, tienen derecho a voto. De allí que el
mecanismo electoral se denomine censitario o censatario.
A partir de 1865, los censos se suceden regularmente cada diez años con la notable
excepción del de 1907, aplazado dos años por las dificultades económicas del gobierno
(Honorable…, 1907).
Los indios hasta esa fecha no eran materia de recuento poblacional, puesto que aunque
ciudadanos por ser propietarios, no tenían derecho a voto, es decir, no eran convocados a
la actividad política republicana. Si bien formaban parte de la nación, no eran considerados
posibles electores. La reforma electoral de 1881, que abolió el voto censitario, no incluyó
mecanismos para permitir el sufragio de los indios, razón por la cual su conteo siguió siendo
innecesario.
En 1843 se había considerado la cifra dada por los jefes de tribus. El censo de 1865, respecto
de esta población, “como los posteriores, se limita a hacer vagas conjeturas” (Honorable…,
1907, p.XXII).
Por el contrario, el censo de 1907 es leído desde la actualidad como moderno, puesto
que representa la incorporación de un problema nuevo para la nación: intenta responder a
la cuestión de si acaso el territorio indígena es o no una nación. Y si entre tanto restan con
ello fronteras pendientes como con las naciones vecinas.
No es sorprendente que territorio y población aparezcan en 1907 estrechamente fundidos.
Las fronteras nacionales habían vivido en los recientes años una intensa reorganización. En
enero de 1881, las victorias de Chorrillos y Miraflores en la guerra del Pacífico, incorporaron
Antofagasta, Tarapacá y Tacna. La puna de Atacama fue negociada con Argentina en 1896
y el encuentro entre los presidentes Roca y Errázuriz, en febrero de 1889, terminó por fijar
las fronteras orientales de la Patagonia continental, sancionadas por fallo arbitral en 1902.
A su vez, la Isla de Pascua se incorporó al país el 9 septiembre de 1888, mientras que la
verdadera colonización de Tierra del Fuego se inició en 1881. Respecto de los araucanos,
una ocupación militar del ejército chileno terminó por derrotar toda independencia en 1881
(De Ramón, 2003).
El recuento de la población araucana es parte de la constitución de un territorio y una
nación. Pese a lo cual, los indios araucanos son contados en 1907 como seres radicalmente
distinguibles respecto de los chilenos. Constituyen demográfica y territorialmente otros.
Ontológicamente, otros. El recuento de población araucana no considera la edad de sus
miembros, estado civil, propiedades, nivel de instrucción – en el censo sólo es alfabetismo
o analfabetismo – ni defectos físicos. Más aún, las cifras del censo de los indios araucanos se
entregan como un apéndice del censo de 1907. Se cuentan indios de 115 subdelegaciones,
18 departamentos y seis provincias. En contraposición, los chilenos son evaluados
multidimensionalmente en siete atributos, agrupados a su vez en 11 categorizaciones: edad,
estado civil, nivel de instrucción, profesión, propiedades y defectos físicos (sordos, sordo-
mudos, ciegos). Tabulaciones que componen 1.258 páginas de las 1.273 del mismo, bastando
siete carillas para los araucanos que, en esas condiciones, representan algo más de un 3% de
los habitantes de Chile.
Respecto de los indios araucanos, tan sólo sexo y magnitud cuentan. En cuanto a religión,
el censo señala que unos 24.100 de ellos “profesan aún la religión primitiva: los demás se han
dicho cristianos aunque sus prácticas poco difieren, por regla general, de la de los paganos”
(Honorable…, 1907, p.XII).
La magnitud de la población indígena, contada solamente con atributos de sexo y lugar,
precisa tamaños de población de tan sólo un individuo, como en las subdelegaciones de Los
Notros, Ñauco, Angachilla con un solo indio y sin ninguna india. O al revés, solo una india
y ningún varón, como en Cañete, San Carlos de Purén o Millapoa.
En este sentido, el modo de presentar la población india, las tablas e incluso el censo
mismo, pueden ser leídos como una trama de diferentes proposiciones, políticas, económicas,
lingüísticas, literarias y territoriales.
Finalmente, el censo de 1907 logra encontrar sus condiciones de satisfacción, su acción
performativa. También recluta aliados, hace pasar lo indio por sus recuentos, volviéndose
un lugar de paso obligado. Operativamente, logra arrojar un número que estabiliza las
controversias acerca de la extinción. Categóricamente, el censo dictamina que los indios,
como fenómeno político autónomo, ya no existen: de ahora en adelante son una población:
De este modo, el censo crea una población indígena chilena. Su ejercicio coloniza la
cuestión india, domestica el salvajismo y civiliza la alteridad. Sus resultados liquidan una
posible rebelión o autonomía. Así, el dispositivo censo, merced a tan laborioso trabajo, ha
sido exitoso. Ha logrado cerrar la controversia, estabilizado las proposiciones y dado a luz
un hecho evidente, indiscutible y relevante: ya no hay nación india, tan sólo un parte de la
población chilena.
Por esta razón, parece adecuado llamar a la población india en 1907 cuasi-objetos como
lo hace Serres (2007). Los objetos no se contraponen a los sujetos, sino que se asocian a su
vez a cuasi sujetos. Son parte de un debate, despliegan argumentos y justifican su existencia,
parasitan o son parasitados. O también podemos llamarlos con Greimas y Latour actantes,
para no detenernos en la distinción entre humanos y no humanos: “‘cualquier cosa’ que
modifica con su incidencia un estado de cosas es un actor o, si no tiene figuración aún, un
actante” (Latour, 2008a, p.106; énfasis del original). Sin dotar a los objetos de subjetividad
o intencionalidad, la noción de actante permite reconocerles importancia y especificar su
acción. Además, permite que una asociación de humanos y no humanos pueda ser entendida
como parte de una proposición.
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Población
La población puede ser denominada un dispositivo en el sentido usado por Foucault (2008)
respecto de la prisión y la delincuencia, un cuasi objeto o un factiche (Latour, 2003). Este
neologismo, acuñado como un ensamble de fact y de fetiche, intenta mostrar la unidad de
la creencia y de lo objetual: “los factiches son tipos de acción que no forman parte del juicio
conminatorio entre el hecho y la creencia” (Latour, 2003, p.365). Es decir, se trata de híbridos
sin solución de continuidad entre hecho y fetiche, asociaciones en el sentido que usa Tarde
(2006) para generalizar la asociación a todo tipo de seres reales, discursivos y colectivos a la
vez (Latour, 1997).
Los indios araucanos en 1907 no son una etnia ‘naturalmente existente’ ni, desde el otro
polo, una falsa creencia manipulada por un pensamiento racista. La población india araucana
resulta más comprensible como una composición de geopolítica, economía, darwinismo,
nacionalismo y cuestión social.
Si hoy discrepamos de esa composición, no lo hacemos en términos de otra concepción
natural o puramente social de lo araucano, sino en virtud de una propuesta alternativa, de
una composición igualmente híbrida que incorpora argumentos políticos, económicos,
fronterizos, nacionales e incluso epidemiológicos. Los cuasi objetos, los factiches son matters
of fact, objetos que aparecen con una positividad propia, pero también son matters of concern,
objetos de interés o preocupación, tensionados por una controversia en medio de un ejercicio
de ensamble (Latour, 2008b).
Población, economía y política en esta historia y los indios, como un residuo irreductible,
se enlazan en un problema que no aparece como un mero asunto de mediciones o recuentos.
El censo busca responder al problema de la fuerza de la nación, tal como se había originado
en la economía política. Esta disciplina, que surge como una investigación acerca de las
naciones y los gobiernos a partir del siglo XVII, pregunta por la despoblación como si se
tratara de un verbo, como algo que sucede a la nación y que la acosa bajo la forma de un
proceso degradante y amenazante en tiempos pre malthusianos.
Sin embargo, a partir del siglo XVIII, la posibilidad de la despoblación sufre una inversión y
empieza a ser conjugada como población, es decir arremete como una política gubernamental
cuya acción consiste en poblar. En 1703, por ejemplo, el encierro de los indios – la reducción –
era sinónimo de población:
haga población general de todos los indios de ellas ya reducidos o que de nuevo se
redujeren en los sitios y parajes más cómodos que conforme a ordenanzas se previene
y contiene en la instrucción que para ello se le remite y que tome vuestro parecer en
todo, respecto que mi real y piadoso ánimo es el que se consigan estas poblaciones y
reducciones para que los indios vivan con libertad vida sociable y política, y puedan ser
instruidos mejor en la doctrina cristiana (Jara, Pinto, 1983, p.11).
En pocas palabras, la nueva gubernamentalidad que en el siglo XVII había creído poder
investirse toda en un proyecto exhaustivo y unitario de policía, se encuentra ahora en
una situación tal que, por una parte, deberá referirse a un dominio de naturalidad que
es la economía. Tendrá que manejar poblaciones. También tendrá que organizar un
sistema jurídico de respeto de las libertades. Y por último, deberá darse un instrumento
de intervención directa pero negativa que va a ser la policía. Práctica económica,
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Pese a la fuerza categórica que traen estas palabras, hay en ellas algunos aspectos
cuestionables. Le Bras (2000) ha señalado que la población, como fuerza de una nación y
como fruto de un recuento, ya aparece en 1662 en los Natural and political observations
de J. Graunt, por lo que las coordenadas temporales se desplazan casi un siglo. Pero más
importante, su origen se fusiona con el estado absolutista, con el nacimiento de la ciencia
como organización ‘moderna’, y además con el desplazamiento de las concepciones acerca
de la vida y la muerte como una preocupación privada hacia la dimensión estatal de la fuerza
y eficacia de gobierno, del rol del cálculo en el conocimiento y en la administración.
Lo que sí es evidente es que el tamaño de la población, sus regularidades, sus dinámicas
como problema de fuerza de estado y por tanto, como motor de una profusión de mediciones
– oficinas encargadas de registros, procesamiento, publicaciones y números – evolucionaron
con lentitud, dando lugar a una explosión de cifras solo a partir del siglo XIX, lo que tuvo
lugar en Francia y Prusia, entre 1820 y 1840, gatillando el modelamiento y teorización
de las regularidades poblacionales y el surgimiento de un estudio particular denominado
‘aritmética moral’ (de moeurs: costumbres, sociedad) y sus derivaciones menos usadas, como
la ‘aritmética política y aritmética social’.
un factor humano de la economía nacional y dedica cien páginas a su análisis (Corfo, 1950).
En la reactualización de 1965, se analizan las causas de la derrota mapuche y se revisan las
cifras de la población indígena, proponiendo una estimación para 1964 de 173 mil araucanos
(Corfo, 1965).
Una vez más, la incertidumbre de las cifras sorprende. Si anotáramos en una columna
diversas magnitudes estimadas en tres siglos, combinando fuentes (Corfo, 1950, 1965;
Lipschütz, 1956) y partiendo de una estimación a la llegada de los españoles de un millón y
medio de nativos, tendríamos las cifras presentadas en el Cuadro 1.
Año Población
1541 1.500.000
1813 111.618
1890 40.000
1907 101.118
1920 105.000
1940 115.080
1952 130.547
1992 1.156.217
2002 604.349
Fuente: organizado por los
autores a partir de Corfo 1950,
1965 y Lipschütz, 1956
Pueblos de escasa plasticidad, con una gran estabilidad característica, basada en una
técnica simple y uniforme. Tribus de carácter autárquico, grupos que vivían de sus
propios recursos, sin sentido de la utilidad económica o el interés; sin unidad política,
carentes del concepto de Estado y apegados a una religión supersticiosa, sin relación
con la moral, no pudieron resistir colectivamente el empuje bélico del conquistador
y del misionero.
El documento plantea una evolución hacia el mestizaje, contrarrestada luego por una
orientación de sentido contrapuesto: “Desde el punto de vista sociológico, en el pueblo mestizo
parecen haber predominado, en los primeros siglos, los factores atávicos aborígenes; pero
después se produjo un desmestizaje que permitió el predominio de los elementos culturales y
sociales de origen hispánico” (Corfo, 1950, p.106). En cuanto a la nación y a la raza, concluye:
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Si volvemos a las líneas finales del artículo de Orrego Luco (1961, p.49), encontraremos
palabras que suenan contemporáneas acerca de la “distribución desigual de la riqueza y del
poder político y social”, pasando de la demografía a los salarios, las desigualdades sociales y
a propuestas de medidas que supuestamente deben combatir una revolución:
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nuestra nacionalidad. … Pero, si bien es cierto que aun no hemos llegado a aquellos
extremos, no lo es menos que ya mucho llevamos avanzado por el camino que hacia
ellos conduce.
Aunque lo indio se ha eclipsado por la predominancia del trabajo, subsisten los grandes
problemas que hemos revisado: población/despoblación, orden, educación, moral, salario.
Sobre el trasfondo de lo instintivo, lo corrupto, lo bajo, la sexualidad y el alcohol, se perfila
una alusión a lo indio.
Consideraciones finales
Trece años más tarde de la memoria Allende (1939, p.5), como ministro de Salubridad,
Previsión y Asistencia Social, publica La realidad médico social chilena, en un momento que
describe a Chile en medio de una “pugna por desprenderse de formas económicas autocráticas
y de libre competencia, para canalizar su vida social por cauces de cooperación y de bienestar
efectivo que abarque a todas las capas populares y clase media”.
En su primer apartado, Allende (1939, p.15) se concentra en la población, los nacimientos
y la mortalidad. Una vez más, la conclusión es “el crecimiento de nuestra población es muy
lento”. Al construir tablas de comparación con Brasil, Argentina y Costa Rica, estima la
velocidad usando como medida los años de duplicación de la cifra de habitantes.
Luego examina las cifras de nupcialidad, natalidad y mortalidad. En un capítulo aparte
describe las cifras correspondientes al binomio madre niño y la evolución de la mortalidad
infantil desde 1925 a 1936 para 26 países, confirmando la deteriorada situación de Chile:
“Esta elevada mortalidad infantil es debida primordialmente a causas económico-sociales,
cuya expresión más saliente es el bajo standard de vida de la masa trabajadora” (Allende,
1939, p.83). Finalmente, tras examinar las cifras de aborto concluye:
son cientos de madres obreras, las que angustiadas por la escasez de sus salarios se
provocan abortos, a fin de evitar que un nuevo hijo merme sus ya insignificantes
recursos. Cientos de madres obreras pierden su vida impulsadas por su angustiosa
realidad económica. Miles de madres obreras quedan estériles como consecuencia de
las infecciones adquiridas a causa de los abortos (Allende, 1939, p.86).
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NOTAS
1
La cifra oficial de la población medida es sólo de los mayores de 14 años.
2
Calculado usando Wagner y Díaz (2008) y datos del Instituto Nacional de Estadísticas.
3
“Ou bien, les réseaux son tels que nous les avons décrits et traversent les frontières des grandes féodaux
de la critique – ils ne sont ni objectifs, ni sociaux ni effets de discours tout en étant réels, et collectif, et
discursif”. En esta y en las demas citas literales de textos publicados en otros idiomas la traducción es libre.
4
“Chaque fois qu’il construit une unité, définit un groupe, prête une identité, une volonté, un projet,
chaque fois qu’il explique ce qui se passe, le sociologue Souverain et Auteur – au sens de Hobbes – ajoute
aux Léviathans en lutte de nouvelles identités, définitions et volontés qui permettent à d’autres de croître
ou de diminuer, de se cacher ou de se révéler, de s’étendre ou de se réduire”.
REFERENCIAS
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