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ÍNDICE
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Pagina del titulo
Derechos de autor
Introducción
Conclusión
Apéndice Treinta días de gratitud
Notas
Acerca de la autora
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El agradecimiento es la
voluntad de Dios
• paz
• oración respondida
• gracia
• perdón de pecados
• esperanza
• buena relación con Él a través de Cristo
• provisión
• misericordia
• ayuda
• sabiduría
• fortaleza
• y muchas otras bendiciones
El poder de la gratitud
Gratitud y contentamiento
Quedar contento
Una prueba de fe
La vida pasa
Declare su gratitud
Un hombre asombroso
Enfóquese en lo positivo
Gratitud y generosidad
Ester
Ester, cuya historia la encontramos en el libro bíblico que
lleva su nombre, era una joven judía llamada por Dios para
salvar a toda una nación de judíos que iban a ser
aniquilados por un malvado hombre llamado Amán. Amán
había engañado al rey, haciéndole creer que los judíos
merecían morir, pero no era así. Ester iba a entrar en el
harem del rey, donde esperaba que le permitieran acudir a
la presencia del rey para poder pedir la liberación de su
pueblo. Para que eso sucediera, ella tenía que tener mucho
favor con el rey. El rey había conocido a Ester y la
admiraba, pero en la cultura del tiempo de Ester, no se le
permitía acudir ante el rey sin una invitación previa; de lo
contrario, podría ser ejecutada.
Cuando se acercaba el tiempo para la matanza de los
judíos, Ester sabía que tenía que hacer algo, aunque le
costara la vida. Ayunó y oró, y se presentó ante el rey. En
su presencia, la única forma que tenía de saber si estaba a
salvo era que él le extendiera su cetro de oro. Él le extendió
el cetro, y Ester lo invitó a un banquete en su honor. El rey
aceptó la invitación, y durante el banquete pudo
presentarle su petición. Como él le concedió su deseo, los
judíos se salvaron, y Amán fue ahorcado por su traición. El
tío de Ester, Mardoqueo, que en un principio le había
pedido a Ester que interviniera ante el rey a favor de los
judíos, fue honrado y recibió autoridad en la tierra.
Se envió una carta a los judíos por toda la tierra,
diciéndoles que celebraran anualmente los días catorce y
quince del mes de Adar como los días en los que los judíos
fueron salvados de sus enemigos y como el mes en el que
su dolor se convirtió en gozo. También se les decía que se
regalaran comida unos a otros y dieran regalos a los pobres
(Ester 9:19-22). Vemos que su gratitud se convirtió en
generosidad. Dar a otros fue una forma en la que los
israelitas celebraron y mostraron su agradecimiento por lo
que Dios había hecho por ellos.
Nehemías
El relato bíblico del libro de Nehemías se produjo en un
tiempo en el que las murallas de Jerusalén que protegían a
los judíos estaban arruinadas. Nehemías, que trabajaba
como copero del rey de Persia, solicitó permiso para
reconstruirlas. La historia de la reconstrucción es larga,
pero permítame decir simplemente que el rey le dio
permiso a Nehemías para liderar la reconstrucción de la
muralla, y no era una tarea fácil. Nehemías y los que le
ayudaban tuvieron que luchar continuamente contra
enemigos para conseguir realizar la tarea.
Cuando se terminó la muralla, todos se alegraron. La
participación del pueblo en la ceremonia de dedicación
conllevó el llevar diezmos, contribuciones y primicias a la
casa de Dios, para que hubiera provisión para la gente en
los días venideros (Nehemías 10:35-39). Puede leer el libro
de Nehemías para conocer toda la historia.
Me parece interesante que una forma en la que Dios
enseñó a su pueblo a celebrar sus victorias en el Antiguo
Pacto, en las historias de Nehemías y Ester entre otras, era
dando a otros. Si ellos eran generosos bajo la ley (en los
tiempos del Antiguo Testamento), ¿cuánto más generosos
deberíamos ser ahora que vivimos bajo la gracia de Dios
mediante nuestro Señor Jesucristo? ¿Cómo podemos no
estar agradecidos y celebrar con generosidad las cosas
maravillosas que Dios ha hecho por nosotros?
Abraham
Abraham fue generoso con Lot al darle la mejor parte de la
tierra cuando sus pastores empezaron a discutir (Génesis
13:5-12).
José
José fue generoso con sus hermanos, quienes lo habían
maltratado; les perdonó y proveyó para ellos durante una
hambruna. Sus palabras son demasiado bonitas como para
no compartirlas en este libro:
La ofrenda de gratitud
Declive moral
Bendiciones espirituales
Podría seguir escribiendo y escribiendo sobre las
comodidades modernas y las bendiciones materiales que
hoy disfruto porque no siempre las tuve, pero mis
bendiciones espirituales son mucho más importantes y
preciosas para mí que cualquier otra cosa en este mundo.
Estoy agradecida por la paz, porque tuve muchos años
en mi vida en los que ni siquiera sabía qué era tener paz.
Cuando Dave y yo nos casamos, nuestra relación era de
mucha agitación, y la mayoría de las veces era culpa mía.
La única forma en la que sabía conseguir lo que yo quería
era discutir y enojarme. Estaba preocupada y frustrada la
mayor parte del tiempo. Doy gracias a Dios porque,
mediante el ejemplo de Dave de mantenerse calmado y
pacífico, finalmente llegué a estar tan hambrienta de paz
que estuve dispuesta a dejar que Dios me enseñara sus
maneras de manejar las situaciones y a las personas.
Cuando comencé a sentir paz por primera vez, casi me
parecía aburrido porque estaba acostumbrada a vivir en
una turbulencia constante.
Estoy muy agradecida por la paz que tengo en mi vida
ahora. Cuando sucede algo que incluso comienza a
enojarme, lo primero que hago es orar por ello y pedirle a
Dios que lo resuelva y me ayude a mantenerme en calma.
Estoy agradecida de saber que, mediante la fe en Jesús,
Dios me ve como si tuviera un buena posición delante de Él
(2 Corintios 5:21). Pasé la mitad de mi vida intentando
descubrir qué me pasaba. Me comparaba con otros y
siempre sentía que no daba la talla en cuanto a lo que
debía ser. Sufría mucho con los sentimientos de
culpabilidad que nacieron en mí durante mis años de abuso
sexual, pero Dios me ha librado de todo eso. Aunque sé que
no soy perfecta en mi conducta, sí sé que Dios me ama y
me acepta. Estoy libre de la culpa, de preguntarme qué me
pasa, de compararme con otras personas, y de muchas
otras situaciones y sentimientos negativos.
Además, estoy agradecida por Jesús, quién pagó por
todos nuestros pecados y nos justificó con su sangre
(Romanos 3:24-25). También estoy agradecida por el
Espíritu Santo, a quien Jesús envió para que estuviera con
nosotros y viviera en nosotros cuando ascendió a la diestra
de su Padre (Juan 14:16-17). Puede leer más sobre Dios
Padre, Jesús y el Espíritu Santo, y las bendiciones que traen
a nuestras vidas en el capítulo 10.
Lo único que tengo que hacer es dedicar un poco de
tiempo a recordar de dónde vine espiritualmente, y de
inmediato me siento agradecida. Estoy segura de que a
usted le sucede lo mismo. Permítame preguntarle: ¿de qué
le ha librado Dios? Dedique un tiempo a pensar en cómo
era su vida cuando Jesús no estaba en usted. Esto le
ayudará a superar cualquier sentimiento de infelicidad que
pudiera tener ahora mismo debido a estar atravesando
algunas situaciones imperfectas.
La gratitud tiene poder de por sí. Le ayuda a mantenerse
lleno de gozo incluso cuando tiene buenas razones para
estar triste. También es contagiosa. Cuando estamos
agradecidos y lo expresamos, damos un buen ejemplo para
que otros lo sigan.
La queja es pecado
El poder de la gratitud
Sea un animador
Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Abogado
Defensor, quien estará con ustedes para siempre. Me
refiero al Espíritu Santo… él vive con ustedes y
después estará en ustedes.
Juan 14:16-17
Practique el poder
Humildad y gratitud
La gratitud es un arma
Días de gratitud