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LECCIONES FUTURAS DE ESCUELA SABÁTICA


Año 1er Trimestre 2º Trimestre 3er Trimestre 4º Trimestre

Mayordomía El Mensaje de los Tres Efesios La Misión de Dios: Mi Misión


2023 Ángeles

Salmos El Gran Conflicto Marcos Juan


2024

Amor y Justicia en la Como Estudiar la Éxodo Como Permanecer en


2025 Biblia Profecía y la Relación con Dios
Inspiración

Colosenses – Filipenses Religión en el Josué El Espíritu de Profecía


2026 Mercado*

1 & 2 de Corintios Mayordomía Eclesiología Ezequiel


2027

2028

* Religion in the Market Place

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Lección 4: COMPARTIR LA MISIÓN DE DIOS
4o Trimestre, 2023
Lección 4: Para el 28 de octubre de 2023

COMPARTIR LA MISIÓN DE DIOS


Sábado 21 de octubre___________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 18; Santiago 5:16; Romanos 8:34;
Hebreos 7:25; Génesis 19:1-29; 12:1-9.

PARA MEMORIZAR:

“Un mandamiento nuevo les doy: que se amen unos a otros. Que se amen así como yo los he
amado. En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman unos a otros” (Juan
13:34, 35).

D esde el comienzo, Abraham quiso que Dios lo utilizara para la misión. Esta verdad se hace
evidente, por ejemplo, en Génesis 18, cuando Dios le advirtió lo que sucedería con Sodoma
y Gomorra. “Nada hace Dios, el Señor, sin revelar su secreto a sus siervos los profetas”
(Amós 3:7). Y en la historia de Sodoma y Gomorra, “su siervo el profeta” era Abraham.

Abraham estaba descansando durante el calor del día cuando vio a tres viajeros. “Abraham no
había visto en sus huéspedes más que tres viajeros cansados, sin imaginarse que entre ellos había
Uno a quien podía adorar sin cometer pecado” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 133). No
obstante, Abraham pronto se comprometió personalmente con la misión de Dios, al orar e
interceder por el pueblo de Sodoma y Gomorra, procurando su salvación. En cierto sentido, si la
misión no consiste en eso, ¿en qué consiste?

A lo largo de este capítulo, se revelan tres grandes cualidades espirituales de Abraham: la


hospitalidad, el amor y la oración, cualidades que también pueden ser de gran ayuda en la misión.

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Lección 4: COMPARTIR LA MISIÓN DE DIOS
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ESPÍRITU DE PROFECÍA
El que proclama ser cristiano debería examinarse a sí mismo y ver si es tan bueno y considerado
con sus semejantes como desea que estos lo sean con él... Cristo enseñó que la posición social o
la riqueza no deberían hacer diferencia en nuestro trato mutuo y que a la vista del Cielo todos
somos hermanos. Las posesiones terrenales o el honor mundanal no cuentan en la valuación que
Dios hace del hombre. Creó a todos los hombres iguales. No hace acepción de personas. Valora a
un hombre de acuerdo con la virtud de su carácter.

El poseer verdadera piedad significa amarse uno al otro, ayudar el uno al otro, manifestar la
religión de Jesús en nuestras vidas. Debemos ser conductos santificados a través de los cuales
fluya el amor de Cristo hacia los que necesitan ayuda. El que se aproxima más a la obediencia de
la ley divina prestará un mayor servicio a Dios. El que sigue a Cristo, obrando de acuerdo con su
bondad, su compasión, su amor por la familia humana, será aceptado por Dios como un obrero
juntamente con él (In Heavenly Places, p. 287; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 289).

El fundamento de nuestra esperanza en Cristo es el hecho de que nos reconozcamos a nosotros


mismos como pecadores necesitados de restauración y redención. Porque somos pecadores
tenemos ánimo para reclamarlo como nuestro Salvador. Por lo tanto, prestemos atención, no sea
que tratemos a los que yerran en forma tal que manifieste que no tenemos necesidad de redención.
No delatemos, condenemos y destruyamos como si nosotros fuéramos perfectos. La obra de Cristo
es reparar, curar, restaurar. Dios es amor en sí mismo, en su misma esencia. El... no da a Satanás
ocasión de triunfo por presentar la peor apariencia o por exponer nuestras debilidades a nuestros
enemigos (En los lugares celestiales, p. 293).

Dios ha dado a sus siervos un conocimiento precioso de su verdad y desea que se unan
estrechamente a Jesús y, con compasión, se acerquen a sus hermanos para poder hacer con ellos
todo el bien que esté en su poder. El Redentor del mundo no buscó su propio placer, sino que
anduvo de aquí para allá haciendo el bien. Se vinculó estrechamente con el Padre para poder unir
sus fuerzas y así cargar con las almas de los hombres para salvarlos de la ruina eterna. De manera
similar, sus siervos deberían cultivar la espiritualidad si esperan tener éxito en su labor.

Jesús se apiadó tanto de los pobres pecadores que abandonó los atrios celestiales y puso a un lado
las vestiduras reales, humillándose a sí mismo hasta la humanidad, para poder familiarizarse con
las necesidades del hombre y ayudarlo a levantarse sobre la degradación de la caída. Puesto que
ha dado al hombre una evidencia tan incuestionable de su amor y su compasión más tierna, ¡cuán
importante es que sus representantes imiten su ejemplo al acercarse a sus compañeros y ayudarlos
a formar un verdadero carácter cristiano! (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 264, 265).

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Domingo 22 de octubre__________________________________________________________

EL DON DE LA HOSPITALIDAD
Lee Génesis 18:1 al 15. ¿Qué elementos de la hospitalidad se evidencian en la respuesta de
Abraham a sus invitados?

Génesis 18:1-15
1
Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda
en el calor del día. 2 Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando
los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra, 3 y dijo: Señor,
si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo. 4 Que se traiga ahora un
poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol, 5 y traeré un bocado de pan, y
sustentad vuestro corazón, y después pasaréis; pues por eso habéis pasado cerca de vuestro siervo.
Y ellos dijeron: Haz así como has dicho. 6 Entonces Abraham fue de prisa a la tienda a Sara, y le
dijo: Toma pronto tres medidas de flor de harina, y amasa y haz panes cocidos debajo del rescoldo.
7 Y corrió Abraham a las vacas, y tomó un becerro tierno y bueno, y lo dio al criado, y este se dio

prisa a prepararlo. 8 Tomó también mantequilla y leche, y el becerro que había preparado, y lo
puso delante de ellos; y él se estuvo con ellos debajo del árbol, y comieron. 9 Y le dijeron: ¿Dónde
está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda. 10 Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y
según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta
de la tienda, que estaba detrás de él. 11 Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara
le había cesado ya la costumbre de las mujeres. 12 Se rio, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después
que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? 13 Entonces Jehová dijo a
Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja?
14 ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la

vida, Sara tendrá un hijo. 15 Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Y él
dijo: No es así, sino que te has reído.

Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda en el calor del día. Este comportamiento era
inusual. A esa hora del día, en verano, cuando el sol está en su punto máximo, todo el mundo busca
sombra y una brisa fresca. Pero ¿quizás Abraham estaba soportando el calor para ayudar a alguien
que pasara por el camino?

Mientras estaba allí, vio a tres viajeros. Lo más probable era que acostumbrara ofrecer hospitalidad
a los forasteros. Por eso, la iniciativa del encuentro fue de Abraham: en el texto, corrió hacia ellos
desde la entrada de su tienda. Es decir –y este punto es importante–, Abraham tomó la iniciativa
de ir a su encuentro incluso antes de que ellos se acercaran a él.

“Permíteme que traiga un poco de agua para que se laven los pies. Y recuéstense debajo de un
árbol, mientras traigo un bocado de pan para sustentar su corazón. Después seguirán, porque para
esto han pasado cerca de su siervo” (Gén. 18:4, 5).

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Lección 4: COMPARTIR LA MISIÓN DE DIOS
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Abraham era consciente de su misión, que consistía en compartir con todos el conocimiento del
Señor en un mundo sumido en el paganismo, la idolatría y el politeísmo. Como podemos ver en
este incidente, su forma más inmediata de cumplir con la misión era mediante la hospitalidad hacia
estos extranjeros, que evidentemente acababan de aparecer en el horizonte.

Paralelamente, “formaban su [de Abraham] casa más de mil personas, muchas de las cuales eran
jefes de familia y no pocas recién convertidas del paganismo. Semejante casa necesitaba que una
mano firme manejara el timón. Los métodos débiles y vacilantes no servían. [...] Y la influencia
de Abraham se extendió más allá de su casa. Doquiera levantaba su tienda, erigía un altar a su lado
para ofrecer sacrificios y adorar. Cuando trasladaba la tienda a otro lugar, quedaba el altar, y más
de un nómada cananeo que había llegado a conocer a Dios por medio de la vida de Abraham, su
siervo, se detenía junto a ese altar para ofrecer un sacrificio a Jehová” (Elena de White, La
educación, p. 187).

Desde el principio, este hombre comprendió que Dios lo había llamado a la misión, y que su
mudanza a la Tierra Prometida no era para pasar unas vacaciones, sino para ser de bendición para
quienes lo rodeaban y, mediante su simiente, para el mundo.

¿Qué principios del ejemplo de hospitalidad de Abraham puedes imitar con tu vida?

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ESPÍRITU DE PROFECÍA
La Biblia atribuye mucha importancia a la práctica de la hospitalidad. No solo ordena la
hospitalidad como un deber, sino además presenta numerosos ejemplos del ejercicio de esta gracia
y las bendiciones que reporta. Entre ellos se destaca el caso de Abraham.

En el libro de Génesis, encontramos al patriarca de Mamre descansando a la sombra de las encinas


durante la cálida tarde veraniega. Tres viajeros se acercan. No solicitan albergue ni favor alguno;
pero Abraham no les permite seguir su viaje sin refrigerio. El patriarca es un anciano digno y rico,
muy honrado, y acostumbrado a dar órdenes; sin embargo, al ver a los forasteros "salió corriendo
de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra". Dirigiéndose hacia el que encabezaba
el grupo, dijo: "Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo".
Génesis 18:2, 3. Él mismo trajo agua para que pudieran lavarse el polvo que había ensuciado sus
pies durante el viaje; eligió la comida y dispuso su preparación. Mientras ellos descansaban a la
fresca sombra, su esposa Sara preparó los alimentos y Abraham permaneció respetuosamente junto
a ellos mientras disfrutaban de su hospitalidad. Les manifestó esta bondad simplemente como a
viajeros comunes, como a forasteros a quienes tal vez no volvería a ver (Testimonios para la
iglesia, t. 6, p. 343).

Hay... muchos para quienes podemos hacer de nuestro hogar una bendición. Nuestras relaciones
sociales no deberían ser dirigidas por los dictados de las costumbres del mundo, sino por el Espíritu
de Cristo y por la enseñanza de su Palabra. En todas sus fiestas los israelitas admitían al pobre, al
extranjero y al levita, el cual era a la vez asistente del sacerdote en el santuario y maestro de
religión y misionero. A todos se les consideraba como huéspedes del pueblo, para compartir la
hospitalidad en todas las festividades sociales y religiosas y ser atendidos con cariño en casos de
enfermedad o penuria. A personas como ésas debemos dar buena acogida en nuestras casas.
¡Cuánto podría hacer semejante acogida para alegrar y alentar al enfermero misionero o al maestro,
a la madre cargada de cuidados y de duro trabajo, o a las personas débiles y ancianas que viven
tan a menudo sin familia, luchando con la pobreza y el desaliento!...

El tiempo de que disponemos es corto. Solo una vez podemos pasar por este mundo; saquemos,
pues, al hacerlo, el mejor provecho de nuestra vida. La tarea a la cual se nos llama no requiere
riquezas, posición social ni gran capacidad. Lo que sí requiere es un espíritu bondadoso y abnegado
y firmeza de propósito. Una luz, por pequeña que sea, si arde siempre, puede servir para encender
otras muchas. Nuestra esfera de influencia, nuestras capacidades, oportunidades y adquisiciones
podrán parecer limitadas; y sin embargo tenemos posibilidades maravillosas si aprovechamos
fielmente las oportunidades que nos brindan nuestros hogares. Si tan solo queremos abrir nuestros
corazones y nuestras casas a los divinos principios de la vida, llegaremos a ser canales por los que
fluyan corrientes de fuerza vivificante (El ministerio de curación, pp. 272-274).

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Lunes 23 de octubre____________________________________________________________

EL AMOR DE ABRAHAM POR LOS DEMÁS


Lee Génesis 18:16 al 33. ¿Cómo ejerció Abraham su gran cualidad de amar a todas las
personas sin distinción de tribu, raza o pueblo?

Génesis 18:16-33
16 Y
los varones se levantaron de allí, y miraron hacia Sodoma; y Abraham iba con ellos
acompañándolos. 17 Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, 18 habiendo de
ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la
tierra? 19 Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino
de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado
acerca de él. 20 Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se
aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, 21 descenderé ahora, y veré
si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré. 22 Y se
apartaron de allí los varones, y fueron hacia Sodoma; pero Abraham estaba aún delante de Jehová.
23 Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? 24 Quizá haya cincuenta

justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta
justos que estén dentro de él? 25 Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y
que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer
lo que es justo? 26 Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la
ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos. 27 Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora
que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza. 28 Quizá faltarán de cincuenta
justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí
cuarenta y cinco. 29 Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo
haré por amor a los cuarenta. 30 Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán
allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta. 31 Y dijo: He aquí ahora que he
emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor
a los veinte. 32 Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá
se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez. 33 Y Jehová se fue, luego que
acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su lugar.

La segunda cualidad de Abraham que observamos en Génesis 18 era su amor por la gente, incluso
por quienes él no conocía personalmente. Esta es una gran lección para cada uno de nosotros. Los
habitantes de Sodoma y Gomorra eran pecadores, y sus valores distaban sensiblemente de los de
Abraham, pero su corazón estaba lleno de amor por todos, sin distinción de raza, sexo, idioma ni
religión.

A continuación, Dios revela a Abraham su decisión de aniquilar las ciudades de Sodoma y


Gomorra. “Entonces el Señor le dijo: ‘Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra aumenta
más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, iré a ver si han consumado su obra
según el clamor que ha venido hasta mí. Si no, lo sabré’ ” (Gén. 18:20, 21).
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Con gran humildad y reverencia, Abraham dirigió su petición a Dios: “Lejos de ti hacer eso, que
hagas morir al justo con el impío, y que el justo sea tratado como el impío. Nunca hagas tal cosa.
El Juez de toda la tierra, ¿no hará lo que es justo?” (Gén. 18:25).

Mediante su amor, Abraham esperaba salvar a toda la gente de estas ciudades, no solamente a los
justos. Con certeza, Abraham sabía cuán malvadas y perversas eran las personas que vivían allí.
¿Quién sabe qué historias había oído sobre esa gente y sus prácticas? Y, por lo que sabemos de
ellos, según lo revela el capítulo siguiente, con la sórdida historia de Lot y la turba que estaba fuera
de su casa (ver Gén. 19:1–11), se trataba de gente muy malvada.

Sin embargo, Abraham, dado que conocía personalmente el amor de Dios, intercedió en favor de
ellos. Abraham sabía que los seres humanos siempre pueden acudir a Dios con arrepentimiento.
Para Abraham, el hecho de interceder por los habitantes de estas ciudades les daría la oportunidad
de arrepentirse.

Al final, Abraham basó su petición en lo que él personalmente sabía acerca del amor de Dios por
los seres humanos. Él mismo sentía un gran amor por los pecadores y sabía que, mientras haya
vida, hay esperanza de salvación.

¿Por qué es tan importante la oración intercesora en nuestra vida de oración? ¿Cómo puede
ayudarnos la oración intercesora a crecer espiritualmente y a experimentar más la realidad
del amor de Dios por los pecadores?

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ESPÍRITU DE PROFECÍA
En el corazón de los que profesan seguirle, se necesita la tierna simpatía de Cristo, un amor más
profundo por aquellos a quienes estimó tanto que dio su propia vida para salvarlos. Estas almas
son preciosas, infinitamente más preciosas que cualquier otra ofrenda que podamos llevar a Dios.
El dedicar toda energía a alguna obra aparentemente grande, mientras descuidamos a los
menesterosos y apartamos al extranjero de su derecho, no es un servicio que reciba su aprobación...

El amor es la base de la piedad. Cualquiera que sea la 317 profesión que se haga, nadie tiene amor
puro para con Dios a menos que tenga amor abnegado para con su hermano. Pero nunca podemos
entrar en posesión de este espíritu tratando de amar a otros. Lo que se necesita es que esté el amor
de Cristo en el corazón. Cuando el yo está sumergido en Cristo, el amor brota espontáneamente.
La plenitud del carácter cristiano se alcanza cuando el impulso a ayudar y beneficiar a otros brota
constantemente de adentro, cuando la luz del cielo llena el corazón y se revela en el semblante
(Palabras de vida del gran Maestro, pp. 316, 317).

[Abraham,] el hombre de fe intercedió en favor de los habitantes de Sodoma. Una vez los había
salvado mediante su espada, ahora trató de salvarlos por medio de la oración...

Con profunda reverencia y humildad rogó... Siendo él mismo pecador, intercedió en favor de los
pecadores. Semejante espíritu deben tener todos los que se acercan a Dios. Abraham manifestó la
confianza de un niño que suplica a un padre a quien ama. Se aproximó al mensajero celestial, y
fervientemente le hizo su petición.

El amor hacia las almas a punto de perecer inspiraba la oración de Abraham. Aunque detestaba
los pecados de aquella ciudad corrompida, deseaba que los pecadores pudieran salvarse. Su
profundo interés por Sodoma demuestra la ansiedad que debemos experimentar por los impíos.
Debemos sentir odio hacia el pecado, y compasión y amor hacia el pecador (Conflicto y valor, p.
51).

Para convencer a otros del poder de la gracia de Cristo, tenemos que conocer ese poder en nuestro
corazón y nuestra vida. El evangelio que presentamos para la salvación de las almas debe ser el
evangelio que salva nuestra propia alma. Solo mediante una fe viva en Cristo como Salvador
personal nos resulta posible hacer sentir nuestra influencia en un mundo escéptico. Si queremos
sacar pecadores de la corriente impetuosa, nuestros pies deben estar afirmados en la Roca: Cristo
Jesús.

El símbolo del cristianismo no es una señal exterior, ni tampoco una cruz o una corona que se
lleven puestas, sino que es aquello que revela la unión del hombre con Dios. Por el poder de la
gracia divina manifestada en la transformación del carácter, el mundo ha de convencerse de que
Dios envió a su Hijo para que fuese su Redentor. Ninguna otra influencia que pueda rodear al alma
humana ejerce tanto poder sobre ella como la de una vida abnegada. El argumento más poderoso
en favor del evangelio es un cristiano amante y amable (El ministerio de curación, pp. 372, 373).

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Martes 24 de octubre____________________________________________________________

EL ESPÍRITU DE ORACIÓN DE ABRAHAM


Lee Génesis 18:23 al 32 y Santiago 5:16. ¿Qué nos enseña esto acerca del poder de la oración
intercesora?

Génesis 18:23-32
23 Y
se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? 24 Quizá haya cincuenta
justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta
justos que estén dentro de él? 25 Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y
que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer
lo que es justo? 26 Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la
ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos. 27 Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora
que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza. 28 Quizá faltarán de cincuenta
justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí
cuarenta y cinco. 29 Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo
haré por amor a los cuarenta. 30 Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán
allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta. 31 Y dijo: He aquí ahora que he
emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor
a los veinte. 32 Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá
se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez.

Santiago 5:16
16 Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La
oración eficaz del justo puede mucho.

El diálogo entre Abraham y Dios es un tipo, una representación, de la oración intercesora. Este
capítulo presenta a Abraham como un intercesor ante Dios por el pueblo de Sodoma y Gomorra.
Él suplicaba por ellos, en favor de ellos; es decir, actuaba en cierto modo como un tipo, un símbolo,
de Jesús como nuestro Intercesor ante el Padre. Nuestra misión de hoy únicamente tendrá éxito si
avanzamos con este tipo de oración.

Abraham había aprendido a amar a los habitantes de Sodoma, Gomorra y las demás ciudades
cercanas. Por eso, su oración era honesta y sincera. Ya había luchado contra algunos reyes que
habían derrotado a los reyes de Sodoma y Gomorra. Después de la victoria de Abraham, Bera, el
rey de Sodoma, vino al encuentro de Abraham con Melquisedec. Bera pidió que su pueblo
regresara a sus hogares: “Dame las personas, y toma para ti la hacienda” (Gén. 14:21). Esta es una
indicación del amor de este rey por su pueblo. Puesto que una de las grandes características de
Abraham era el amor, amó a los reyes de Sodoma y Gomorra, y oró por ellos y por su pueblo. “El
amor por las almas a punto de perecer inspiraba las oraciones de Abraham” (Elena de White,
Patriarcas y profetas, p. 135).

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Abraham ejerció humildad y perseverancia en sus oraciones. En cuanto Dios aceptó la primera
petición, salvar la ciudad mientras vivieran allí cincuenta justos, él continuó con su intercesión.

Nuestra misión no puede ser exitosa sin oración, la oración intercesora. Después de reunirnos con
alguien, después de dar un sermón o un estudio bíblico, debemos orar por aquellos con quienes
hemos estado en contacto. Dios está atento a estas oraciones para tocar el corazón de la gente con
la que nos hemos relacionado. No son nuestras palabras ni nuestra elocuencia las que convertirán
a nuestros amigos o conocidos: es el Espíritu Santo. Por eso, en cualquier misión que estemos
llevando a cabo, debemos orar por cada persona de manera individual.

Lee Romanos 8:34 y Hebreos 7:25. ¿Qué nos dicen acerca de lo que Jesús hace por nosotros,
y cómo puede esta verdad ayudarnos a entender mejor nuestra propia función como
intercesores en favor de los demás?

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ESPÍRITU DE PROFECÍA
¿Están progresando ustedes en el conocimiento de la verdad? ¿Tienen una relación viviente con
Jesucristo? Abraham la tuvo, y conversó con los ángeles y les pudo pedir un favor...

Nuestra fe y nuestra experiencia carecen del suficiente fervor... Espero que ninguno de ustedes se
quede conforme simplemente porque cree en la verdad. Mientras haya un alma que salvar en el
mundo, es necesario que acudan a la Fuente de toda luz y todo poder para salvar a esas almas. A
ustedes no les importa que su experiencia tenga un molde terrenal y mundano. Hay almas que se
pueden salvar o perder, y necesitan asimilar mucho más de Jesús en sus vidas, caracteres y
experiencias. Pueden ser de ayuda y bendición mutuas si son fieles donde están, y si sienten que
son representantes de Dios en la tierra (Cada día con Dios, p. 93).

Las lecciones de Cristo con respecto a la oración deben ser cuidadosamente consideradas. Hay una
ciencia divina en la oración, y la ilustración de Cristo presenta un principio que todos necesitamos
comprender. Demuestra lo que es el verdadero espíritu de oración, enseña la necesidad de la
perseverancia al presentar a Dios nuestras peticiones, y nos asegura que él está dispuesto a
escucharnos y a contestar la oración.

Nuestras oraciones no han de consistir en peticiones egoístas, meramente para nuestro propio
beneficio. Hemos de pedir para poder dar. El principio de la vida de Cristo debe ser el principio
de nuestra vida... La misma devoción, la misma abnegación, la misma sujeción a las declaraciones
de la Palabra de Dios que se manifestaron en Cristo, deben verse en sus siervos. Nuestra misión
en el mundo no es servirnos o agradarnos a nosotros mismos. Hemos de glorificar a Dios
cooperando con él para salvar a los pecadores. Debemos pedir bendiciones a Dios para poder
comunicarlas a los demás. La capacidad de recibir es preservada únicamente impartiendo. No
podemos continuar recibiendo tesoros celestiales sin comunicarlos a aquellos que nos rodean
(Palabras de vida del gran Maestro, p. 108).

[Cristo] está ahora junto al altar del incienso presentando las oraciones de aquellos que desean su
ayuda.

A las almas que se vuelven a él en procura de refugio, Jesús las eleva por encima de las acusaciones
y contiendas de las lenguas. Ningún hombre ni ángel malo puede acusar a estas almas. Cristo las
une a su propia naturaleza divino-humana. Ellas están de pie junto al gran Expiador del pecado,
en la luz que procede del trono de Dios. "¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que
justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó,
quien además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros". Romanos 8:33, 34
(El Deseado de todas las gentes, p. 522).

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Miércoles 25 de octubre_________________________________________________________

LA MISIÓN DE ABRAHAM
Lee Génesis 19:1 al 29. ¿Cuál fue el resultado del espíritu de hospitalidad, amor y oración
de Abraham?

Génesis 19:1-29
1
Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta
de Sodoma. Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo, 2 y dijo: Ahora,
mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies;
y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la
calle nos quedaremos esta noche. 3 Mas él porfió con ellos mucho, y fueron con él, y entraron en
su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura, y comieron. 4 Pero antes que se acostasen,
rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el
más joven hasta el más viejo. 5 Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que
vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos. 6 Entonces Lot salió a ellos a la puerta,
y cerró la puerta tras sí, 7 y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. 8 He aquí
ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como
bien os pareciere; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de
mi tejado. 9 Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino este extraño para habitar entre
nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te haremos más mal que a ellos. Y hacían gran
violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper la puerta. 10 Entonces los varones alargaron
la mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron la puerta. 11 Y a los hombres que estaban a
la puerta de la casa hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban
buscando la puerta. 12 Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y
tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar; 13 porque vamos a destruir este
lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová
nos ha enviado para destruirlo. 14 Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar
sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad. Mas
pareció a sus yernos como que se burlaba. 15 Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot,
diciendo: Levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el
castigo de la ciudad. 16 Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su
mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y
lo pusieron fuera de la ciudad. 17 Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida;
no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas. 18 Pero Lot les
dijo: No, yo os ruego, señores míos. 19 He aquí ahora ha hallado vuestro siervo gracia en vuestros
ojos, y habéis engrandecido vuestra misericordia que habéis hecho conmigo dándome la vida; mas
yo no podré escapar al monte, no sea que me alcance el mal, y muera. 20 He aquí ahora esta ciudad
está cerca para huir allá, la cual es pequeña; dejadme escapar ahora allá (¿no es ella pequeña?), y
salvaré mi vida. 21 Y le respondió: He aquí he recibido también tu súplica sobre esto, y no destruiré
la ciudad de que has hablado. 22 Date prisa, escápate allá; porque nada podré hacer hasta que hayas
llegado allí. Por eso fue llamado el nombre de la ciudad, Zoar. 23 El sol salía sobre la tierra, cuando
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Lot llegó a Zoar. 24 Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de
parte de Jehová desde los cielos; 25 y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los
moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. 26 Entonces la mujer de Lot miró atrás, a
espaldas de él, y se volvió estatua de sal. 27 Y subió Abraham por la mañana al lugar donde había
estado delante de Jehová. 28 Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella
llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno. 29 Así, cuando
destruyó Dios las ciudades de la llanura, Dios se acordó de Abraham, y envió fuera a Lot de en
medio de la destrucción, al asolar las ciudades donde Lot estaba.

El pasaje da una indicación interesante sobre la posición de Lot en la ciudad de Sodoma: “Lot
estaba sentado a la puerta de Sodoma” (Gén. 19:1). Esto significa que era un personaje importante
en la ciudad, ciertamente un funcionario público, porque sentarse a la puerta era un privilegio de
funcionarios, jueces y reyes (2 Sam. 19:8; Jer. 38:7; Rut 4:1).

Génesis 19 es casi paralelo con el capítulo 18 y la historia de los ángeles con Abraham. Tanto
Abraham como Lot se sentaban en una puerta, o entrada (Gén. 18:1; 19:1); tanto Abraham como
Lot invitaron a extraños a descansar en su morada (Gén. 18:3, 4; 19:2); tanto Abraham como Lot
preparon alimentos para sus visitantes (Gén. 18:4-8; 19:3). Por más que tuviera defectos, parece
que Lot tenía algunas características buenas.

“Entonces el Señor hizo llover desde el cielo fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra, y destruyó
las ciudades y toda esa llanura, con todos sus habitantes y con todo el fruto de la tierra” (Gén.
19:24, 25).

No sabemos cuántas personas vivían en las ciudades de Sodoma y de Gomorra al momento de este
relato, pero entre estos miles de personas únicamente cuatro abandonaron la ciudad, y solo tres se
salvaron. Lo mismo ocurrió con el diluvio del Génesis. No sabemos cuántos vivían en ese
entonces, pero sabemos que la mayoría no se salvó.

El pequeño número de habitantes de Sodoma que se salvó tiene inferencias para nuestra propia
misión: no todos se salvarán. Nos gustaría que todos aceptaran a Jesús y su plan de salvación, pero
cada persona tiene libre albedrío. Nuestra tarea consiste en invitar al mayor número posible de
personas a decidirse por Jesús. Mientras llevamos a cabo nuestra misión, Dios nos asiste por medio
del Espíritu Santo, pero nunca irá en contra de la voluntad de nadie. El libre albedrío significa que,
en última instancia, sin importar lo que hagamos o cuánto oremos, la salvación depende de la
elección de cada uno.

¿Cómo podemos aprender a no desanimarnos si no vemos los resultados que deseamos al


cumplir con nuestra misión?

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ESPÍRITU DE PROFECÍA
Al perdonarle la vida a Caín el homicida, Dios dio al mundo un ejemplo de lo que sucedería si le
fuese permitido al pecador seguir llevando una vida de iniquidad sin freno. La influencia de las
enseñanzas y de la conducta de Caín arrastraron al pecado a multitudes de sus descendientes, hasta
"que la malicia de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del
corazón de ellos era de continuo solamente el mal". ''Y se corrompió la tierra delante de Dios, y
estaba la tierra llena de violencia". Génesis 6:5, 11.

Fue por misericordia para con el mundo por lo que Dios barrió los habitantes de él en tiempo de
Noé. Fue también por misericordia por lo que destruyó a los habitantes corrompidos de Sodoma.
Debido al poder engañador de Satanás, los obreros de iniquidad se granjean simpatía y admiración
y arrastran a otros a la rebelión. Así sucedió en días de Caín y de Noé, como también en tiempo
de Abraham y de Lot; y así sucede en nuestros días. Por misericordia para con el universo destruirá
Dios finalmente a los que rechazan su gracia (El conflicto de los siglos, pp. 531, 532).

"El sol salía sobre la tierra, cuando Lot llegó a Zoar." Los claros rayos matutinos parecían anunciar
solo prosperidad y paz a las ciudades de la llanura. Empezó el ajetreo de la vida diaria por las
calles; los hombres iban por sus distintos caminos, a su negocio o a los placeres del día. Los yernos
de Lot se burlaban de los temores y advertencias del caduco anciano.

De repente, como un trueno en un cielo despejado, se desató la tempestad. El Señor hizo llover
fuego y azufre del cielo sobre las ciudades y la fértil llanura. Sus palacios y templos, las costosas
moradas, los jardines y viñedos, la muchedumbre amante del placer, que la noche anterior había
injuriado a los mensajeros del cielo, todo fue consumido...

Se nos enseña la temible y solemne lección de que mientras la misericordia de Dios tiene mucha
paciencia con el transgresor, hay un límite más allá del cual los hombres no pueden seguir en sus
pecados. Cuando se llega a ese límite, se retira el ofrecimiento de la gracia y comienza la ejecución
del juicio (Patriarcas y profetas, p. 160).

Cada uno de los que profesan el nombre de Cristo debe trabajar ferviente y desinteresadamente,
dispuesto a defender los principios de la justicia. Todos deben tomar una parte activa en fomentar
la causa de Dios. Cualquiera que sea nuestra vocación, como cristianos tenemos una obra que
hacer para dar a conocer a Cristo al mundo. Hemos de ser misioneros y tener por blanco principal
ganar almas para Cristo.

Dios confió a su iglesia la obra de difundir la luz y proclamar el mensaje de su amor. Nuestra obra
no consiste en condenar ni denunciar, sino en atraer juntamente con Cristo, rogando a los hombres
que se reconcilien con Dios. Debemos estimular a las almas, atraerlas y ganarlas para el Salvador
(Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 426, 427).

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Jueves 26 de octubre____________________________________________________________

SUMISIÓN A LA VOLUNTAD DE DIOS


Lee Génesis 12:1 al 9. ¿Qué enseñan estos versículos acerca de someternos a la voluntad de
Dios, aun cuando el camino por seguir no parezca claro?

Génesis 12:1-9
1
Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a
la tierra que te mostraré. 2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre,
y serás bendición. 3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán
benditas en ti todas las familias de la tierra. 4 Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con
él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. 5 Tomó, pues, Abram a
Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas
que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron.
6 Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el encino de More; y el cananeo

estaba entonces en la tierra. 7 Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta
tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido. 8 Luego se pasó de allí a un monte
al oriente de Bet-el, y plantó su tienda, teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó
allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová. 9 Y Abram partió de allí, caminando y yendo
hacia el Neguev.

Una de las principales cualidades de Abraham era su sumisión a la voluntad de Dios. Todas las
experiencias de Abraham con Dios se caracterizaron por esta sumisión.

Su llamado: Abraham recibió un llamado desafiante del Cielo: “El Señor había dicho a Abram:
‘Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré’ ” (Gén. 12:1).
Cuando oyó una voz del Cielo, su primera reacción podría haber sido ignorarla, pensando que se
trataba de una alucinación. O podría haber desafiado el mensaje, diciendo algo como: “No quiero
ir, me gusta estar aquí”. Es probable que la descripción de “la tierra que te mostraré” le haya
parecido extraña como destino. Pero aceptó el llamado. Sometió su voluntad a la voluntad de Dios,
y dejó la casa de su padre y su país: “Y tal como el Señor le había dicho, Abram se fue” (Gén.
12:4).

Elección de la tierra: Surgió una disputa entre los siervos de Lot y los de Abraham, pero Abraham
no era de pelear con su propia carne y sangre. Se sometió a la voluntad de Dios, que volvió a
bendecirlo: “Y el Señor dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: ‘Alza tus ojos y mira desde
donde estás hacia el norte y el sur, el oriente y el occidente. Porque toda la tierra que ves, te la daré
a ti y a tus descendientes para siempre’ ” (Gén. 13:14, 15).

Destrucción de Sodoma y Gomorra: Cuando Dios le reveló a Abraham la suerte de estas dos
ciudades, Abraham, lleno de amor, trató de salvarlas. Dado que no había ni diez personas justas
en ellas, las ciudades fueron destruidas. Abraham se sometió a la voluntad de Dios y aceptó el
juicio de Dios sobre estas ciudades.
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El Señor pudo usar a Abraham gracias a su sumisión a su voluntad en todas las circunstancias. Lo
mismo debe suceder con nosotros hoy.

Desafío: En nuestras ciudades enfrentamos obstáculos para predicar el evangelio en forma


apropiada y eficaz. Necesitamos suplicar a Dios que intervenga.

Desafío avanzado: Busca la manera de ponerte en contacto con alguien que esté pasando por
una situación difícil similar a la tuya. Dile a esa persona que estás orando por ella y pide a
Dios que te muestre qué puedes hacer para ayudarla.

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ESPÍRITU DE PROFECÍA
En su providencia, el Señor proporcionó esta prueba a Abraham para enseñarle lecciones de
sumisión, paciencia y fe, lecciones que habían de conservarse por escrito para beneficio de todos
los que posteriormente iban a ser llamados a soportar aflicciones. Dios dirige a sus hijos por
senderos que ellos desconocen; pero no olvida ni desecha a los que depositan su confianza en él.
Permitió que Job fuese atribulado pero no le abandonó. Consintió en que el amado Juan fuese
desterrado a la solitaria isla de Patmos, pero el Hijo de Dios le visitó allí, y pudo ver escenas de
gloria inmortal.

Dios permite que las pruebas asedien a los suyos, para que mediante su constancia y obediencia
puedan enriquecerse espiritualmente, y para que su ejemplo sea una fuente de poder para otros.
"Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz,
y no de mal." Jeremías 29: 11. Los mismos sufrimientos que prueban más severamente nuestra fe,
y que nos hacen pensar que Dios nos ha olvidado, sirven para llevarnos más cerca de Cristo, para
que echemos todas nuestras cargas a sus pies, y para que sintamos la paz que nos ha de dar en
cambio (Patriarcas y profetas, p. 122).

Diariamente debemos manifestar el espíritu de sumisión infantil, y orar para que nuestros ojos
sean ungidos con el colirio celestial, a fin de que podamos discernir las indicaciones de la voluntad
divina, para que no se confundan nuestras ideas a causa de la omnipotencia de nuestra propia
voluntad. Con los ojos de la fe, con una sumisión infantil como hijos obedientes, debemos mirar
a Dios, seguir su dirección, y así desaparecerán las dificultades. La promesa es: "Te haré entender,
y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos". Salmo 32:8.

Si acudimos a Dios con una disposición humilde y deseos de aprender, sin llevar planes previos
antes de pedirle consejo, y no dispuestos según nuestra propia voluntad, sino con sumisión,
dispuestos a ser enseñados, con fe, será nuestro privilegio reclamar las promesas cada hora del día.
Debemos desconfiar de nosotros mismos y vigilar nuestras propias fuertes tendencias e
inclinaciones, para no actuar según nuestras propias ideas y planes y pensar que estamos haciendo
la voluntad del Señor (A fin de conocerle, p. 247).

Cristo insta a su pueblo que ore sin cesar. Esto no significa que debiéramos estar siempre de
rodillas, sino que la oración ha de ser como el aliento del alma. Nuestros pedidos silenciosos,
doquiera estemos, han de ascender a Dios, y Jesús nuestro Abogado suplica por nosotros,
sosteniendo con el incienso de su justicia nuestros pedidos ante el Padre.

El Señor Jesús ama a su pueblo, y lo fortalece cuando este pone su confianza en Cristo y depende
plenamente de él. Vivirá mediante su pueblo, dándole la inspiración de su Espíritu santificante,
impartiendo al alma una transfusión vital de sí mismo (A fin de conocerle, p. 79).

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Viernes 27 de octubre___________________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

“El amor por las almas a punto de perecer inspiraba las oraciones de Abraham. Aunque detestaba
los pecados de aquella ciudad corrompida, deseaba que los pecadores pudieran salvarse. Su
profundo interés por Sodoma demuestra la ansiedad que debemos experimentar por los impíos.
Debemos sentir odio por el pecado, pero compasión y amor por el pecador. En derredor de nosotros
hay almas que van hacia una ruina tan desesperada y terrible como la que sobrevino a Sodoma.
Cada día termina el tiempo de gracia para algunos. Cada hora, algunos pasan más allá del alcance
de la misericordia. Y ¿dónde están las voces de amonestación y súplica que induzcan a los
pecadores a huir de esta pavorosa condenación? ¿Dónde están las manos extendidas para sacar a
los pecadores de la muerte? ¿Dónde están los que con humildad y fe perseverante ruegan a Dios
por ellos?

“El espíritu de Abraham fue el espíritu de Cristo. El mismo Hijo de Dios es el gran Intercesor en
favor del pecador. Quien pagó el precio de su redención conoce el valor del ser humano. Al sentir
por el mal un antagonismo que solo puede existir en una naturaleza pura e inmaculada, Cristo
manifestó por el pecador un amor que solo la bondad infinita podía concebir. En la agonía de la
crucifixión, él mismo, cargado con el espantoso peso de los pecados del mundo, oró por sus
vilipendiadores y asesinos: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’ (Luc. 23:34)”
(Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 135).

“Abraham fue honrado por los pueblos circunvecinos como un príncipe poderoso y un caudillo
sabio y capaz. No dejó de ejercer su influencia entre sus vecinos. Su vida y su carácter, en marcado
contraste con la de los idólatras, ejercían una influencia notable en favor de la fe verdadera. Su
fidelidad hacia Dios era inquebrantable, en tanto que su afabilidad y benevolencia inspiraban
confianza y amistad, y su grandeza sin afectación imponía respeto y honra” (ibíd., p. 127).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

1. ¿Qué otros ejemplos de las Escrituras nos muestran que alguien cumplió su llamado a la
misión? ¿Qué podemos decir de Juan el Bautista? ¿Podríamos decir que fue exitoso?
2. Lee Génesis 19:30 al 36. ¿Qué nos dice esto acerca del carácter de algunos de los salvados
de Sodoma?
3. ¿Qué otras lecciones podemos aprender del ejemplo de Abraham con respecto a la misión
y cómo llevarla a cabo?
4. Piensa en esto: ¿Consideras que la intercesión de Abraham por Sodoma y Gomorra fue un
éxito o un fracaso?

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