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El uso de “pantallas”, un problema del ahora para el futuro

Luis Javier Rivera Leal


CI.-19.894.178
El mundo ha dado un cambio marcado con el avance de la tecnología. Cambio que no solo ha
traído su objetivo principal, que es fungir como una herramienta que facilite la vida humana,
permitiéndole adaptarse a diferentes contextos; sino que ha generado múltiples consecuencias
negativas en la salud (física y mental), en las relaciones interpersonales (al modificarlas han
surgido dinámicas conflictivas), y por supuesto, en el ambiente.
Entre las tecnologías mas importantes, que han tenido un avance significativo en los últimos
años y han generado modificaciones importantes en el estilo de vida, tenemos a las
computadoras, y todas estas “pantallas” derivadas de ellas (tablets, smartphones, consolas de
videojuegos, televisores, etc). Estos tipos de dispositivos, han facilitado muchos procesos
laborales y de comunicación, pero también han modificado todo el entramado de interacciones
humanas, relaciones interpersonales, manejo del tiempo de ocio, entre otras cosas. Una de las
preocupaciones principales que surgen del empleo de estas tecnologías, es las consecuencias de
su uso en los niños, quienes cada vez utilizan más de su tiempo inmersos en estos dispositivos.
Los niños de hoy serán quienes tomen decisiones en el futuro, tanto en elementos como la
gestión de los países como en la gestión de la crisis ambiental a la que nos estamos enfrentando;
por eso se torna fundamental regular la afectación que el uso indiscriminado e inapropiado de
esta tecnología tiene sobre la juventud. Aunque, se dista de querer satanizar el uso de la
tecnología, que ya está aquí para quedarse, el mal uso de dichos aparatos ya tiene consecuencias
como la disminución de las capacidades cognitivas (afectando la atención), el aumento del
insomnio y trastornos afectivos, conductas adictivas (ya que algunas formas de interacción
digital, como las redes sociales, afecta directamente en el circuito cerebral de recompensa
aumentando la producción de dopamina asociada a su uso) y otros problemas comportamentales
(como el aumento de las conductas dirigidas a recompensa a corto plazo y la dificultad de la
postergación de la gratificación) en niños y adolescentes.
Si bien, estos efectos negativos se han observado, también han permitido elementos positivos
como el acceso amplio a la información, nuevas dinámicas de aprendizajes dentro y fuera de
aulas, etc. Por lo que el problema, no es la tecnología en sí, si no su mal uso. Para poder evitar
las consecuencias negativas de estos dispositivos, se debe invertir en campañas y procesos de
educación sobre el uso responsable de la tecnología, dirigido no solo al ambiente educativo, sino
a la familia. Hay que modificar la cultura actual en relación a las pantallas, donde en muchas
oportunidades, estas fungen como “niñero/as” por lo que lleva al uso desmedido de ellas. Este
proceso de educación sobre el uso responsable debe ser formal, no quedar desde organismos
puntuales, sino que debe ser el estado el que promueva la investigación, la formación y políticas
de regulación de este tipo de tecnologías.

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