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CULTO JOVEN

HEREDEROS DE UN REINO ETERNO


“Los problemas humanos solo pueden resolverse mediante una intervención sobrenatural que
inaugure un nuevo reino” Christopher Wright “Puede que la suerte no esté de mi lado, pero sé que
Dios lo está” Daff y Catalan

INTRODUCCIÓN

El 8 de junio de 1978, el ruso Alexander Solzhenitsyn, escritor, historiador y ganador del Premio
Nobel de Literatura, pronunció un memorable discurso en la Universidad de Harvard. En este
discurso, denunció el estilo de vida de la humanidad y las consecuencias de la búsqueda
desesperada de las riquezas de este mundo. En una parte del discurso, afirmó: “En las últimas
décadas, el progreso tecnológico y social ha permitido la realización de esta aspiración: el Estado
del Bienestar. A cada ciudadano se le garantiza la libertad y los bienes materiales deseados en
cantidad y calidad, que teóricamente garantizan la consecución de la felicidad. En el proceso, sin
embargo, un detalle psicológico fue olvidado: El deseo constante de poseer más y más cosas, y un
nivel de vida cada vez más alto, con la obsesión que esto implica, imprimió en muchos rostros
occidentales características de ansiedad e incluso depresión, aunque es común esconder
cuidadosamente estos sentimientos. Esta competencia tensa y activa ha llegado a dominar todo el
pensamiento humano y no abre, en lo más mínimo, el camino al libre desarrollo espiritual. La
mayoría de las personas disfrutan del bienestar en un grado que sus padres y sus abuelos jamás
soñaron; fue posible educar a los jóvenes según estos ideales, llevándolos al esplendor físico, la
felicidad, la posesión de bienes materiales, dinero y tiempo libre, a una libertad de placer casi
ilimitada. Hoy, el bienestar de la vida en la sociedad occidental ha comenzado a revelar su
perniciosa máscara.” (Discurso completo disponible en: youtube.com/watch? v=WuVG8SnxxCM
Consultado el 27 de noviembre de 2021) En contraste a la realidad del mundo actual dominado por
el materialismo, placer propio y amor a la riqueza; al final del capítulo 2, Dios revela a Daniel que la
inseguridad de los poderes de la Tierra será reemplazada por la seguridad del Reino de Dios, que
se presenta en las siguientes palabras: “El Dios del cielo

establecerá un reino que jamás será destruido o conquistado. Aplastará por completo a esos reinos
y permanecerá para siempre” (Dan. 2:44).

ESTA MUY CERCA EL REINO ETERNO

Dios nos está dando la garantía de que levantará un reino que nunca será destruido. Esto es
genial. El Reino eterno de Dios se presenta a lo largo de la Biblia con maravillosas palabras. El
profeta Isaías nos dice que, en este Reino, “la violencia desaparecerá de tu tierra; se terminarán la
desolación y la destrucción de la guerra. La salvación te rodeará como las murallas de una ciudad, y
la alabanza estará en los labios de todos los que entren allí. Ya no necesitarás que el sol brille
durante el día, ni que la luna alumbre durante la noche, porque el Señor tu Dios será tu luz
perpetua, y tu Dios será tu gloria. Tu sol nunca se pondrá; tu luna nunca descenderá. Pues el Señor
será tu luz perpetua. Tus días de duelo llegarán a su fin” (Isa. 60:18-20). El apóstol Juan, en el libro
de Apocalipsis, presenta la perfección de ese reino con estas palabras: “Oí una fuerte voz que salía
del trono y decía: ‘¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos
serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos. Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más
muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más’ ” (Apoc. 21:3, 4). Sin
embargo, el profeta Daniel no solo dice que el Reino de Dios sería establecido. También revela que
el Reino de Dios destrozará y consumirá todos los demás reinos. No debemos pensar que el Reino
de Dios es como uno de los imperios de la imagen, que se sumará al final de la secuencia del reino.
Ya no es un cambio de reino; es el establecimiento de un reino eterno y, para que esto sea posible,
todos los demás reinos deben ser destruidos, incluidos los “pequeños reinos” que establecemos
en nuestro corazón.

Permíteme ser un poco más claro. La profecía en Daniel 2 nos enseña que, si Dios va a derrocar un
reino para dejar en claro que él tiene el dominio y que las riquezas y los poderes de la Tierra son
fugaces, él lo hará, sin importar cuán valioso y querido sea para mí o para ti. Esto tiene una razón:
Dios nos ama y sabe que el único reino seguro para sus hijos es el celestial.

ESTA MUY CERCA LA DESTRUCCIÓN DE LOS REINOS TERRENALES

Dios destruirá todos los reinos humanos, ya que está muy claro que estos no funcionaron. El
hombre no se ha vuelto mejor, más bondadoso y desinteresado, a pesar de todos los avances y
logros alcanzados. El escritor G. K. Chesterton tenía razón cuando respondió a una solicitud del
periódico The Times para que los lectores respondieran la pregunta: “¿Qué tiene de malo el
mundo?” Se cree que Chesterton escribió: Estimado señor: Yo. Atentamente, G. K. Chesterton.
“Esto puede parecer fuerte, pero la estatua en el sueño de Nabucodonosor prueba que no hay
lugar para dos reinos a la vez. Por lo tanto, un reino reemplaza al otro, hasta que llegue el Reino de
Dios. ¿Sabes lo que significa todo esto? ¿Alguna vez has querido formar parte del Reino de Dios?
¿Alguna vez te has entregado a Cristo y has decidido aceptar el ofrecimiento de vivir eternamente
con él? El gran punto es que estos deseos, por más correctos que sean, solo expresan el anhelo de
que se establezca el Reino de Dios; pero más allá de eso, debemos permitir que Dios derribe y
consuma todos los demás reinos de nuestro corazón antes de llevarnos a su Reino. Dios puede
hacer esto si se lo permites, pero tienes que saber que puede ser un proceso largo y doloroso.
Estamos tan apegados a los valores de los reinos que serán destruidos que liberarnos de ellos
implica experimentar dolor”. (John C. Lennox, Contra la corriente (Miami Gardens, FL: Editorial
Patmos, 2016), p. 103) Acerca de este proceso, Elena de White usa estas palabras: “Son muchos los
que insisten en que no pueden hacer más para la causa de Dios de lo que hacen ahora; pero no
dan según su capacidad. El Señor abre a veces los ojos cegados por el egoísmo reduciendo
simplemente sus ingresos a la cantidad que están dispuestos a dar. Se encuentran caballos
muertos en el campo o el establo; el fuego destruye casas o granjas, o fracasan las cosechas. En
muchos casos, Dios prueba al hombre con bendiciones, y si manifiesta infidelidad al devolverle los
diezmos y las ofrendas, retira su bendición”. ( Elena de White, Testimonios para la iglesia (Doral,
Florida: IADPA, 2009), t. 4, p. 475)

Pueden parecer palabras duras, pero revelan el propósito de Dios de establecer su Reino en
nuestra vida, incluso si eso significa destruir los reinos a los que nos aferramos. El verdadero
propósito de la fidelidad en la Biblia es revelar en qué reino se encuentran nuestros tesoros. Por
ejemplo, no pienses que el propósito de la fidelidad en los diezmos y las ofrendas es mantener la
iglesia en funcionamiento; en realidad, ese es el uso de los diezmos y las ofrendas, pero el
propósito es este: “Vi que este sistema de diezmar desarrollaría el carácter y manifestaría la
verdadera condición del corazón” (White, Testimonios para la iglesia t. 1, pág. 216. Doral, Florida:
IADPA, 2009)

REFLEXIÓN Y DECISIÓN

El propósito es desarrollar un carácter compatible con nuestro hogar celestial y dejar en claro cuán
apegados estamos a los valores terrenales. “Dios nos prueba aquí encomendándonos posesiones
temporales, para que nuestro uso de ellas demuestre si se nos pueden confiar las riquezas eternas.
Únicamente en la medida en que la vida abnegada de Cristo se refleje en nuestra propia vida
podremos estar en armonía con el cielo y ser aptos para entrar allí”. (White, Mensajes selectos
(Florida, Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015), t. 2, p. 167) Me gustaría
invitarte a pedir a Dios que te transforme y quite de tu corazón todo lo que no pertenece a su
Reino. Nunca debemos olvidar que lo que nos espera en la Eternidad es infinitamente mejor que
cualquier cosa de este mundo. Es posible que te preguntes: “¿Cómo hago esta entrega?” Puedes
realizar una autoevaluación espiritual y aprender sobre algunos valores y actitudes que deben
guiar la vida de quienes se están preparando para heredar un reino eterno. ¿Cómo esta tu
caminata con Dios cada sábado en esta tierra? ¿Cómo esta tu comunión diaria con Dios en esta
tierra? ¿Cómo esta desarrollándose los cultos familiares y diarios en casa? ¿Cómo esta la asistencia
al templo junto a tu familia en esta tierra? ¿Cómo va tu fidelidad financiera a través de los diezmos
y ofrendas en esta tierra? Recuerda: Si caminas con Dios en esta tierra practicando estos hábitos
espirituales estarás preparado para vivir con Dios en el Reino Eterno.

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