Está en la página 1de 10

Estado español tiene que ofrecer disculpas sinceras a los

indígenas
Armando G. Tejeda, corresponsal Tiempo de lectura: 9 min.

Madrid. El historiador español Antonio Espino López es quizás una de las máximas
autoridades en el estudio de la etapa de la invasión de América por el imperio español,
periodo al que se ha acercado con la mirada de investigador que pretende aportar luz a un
asunto tan complejo.

Desde su atalaya de catedrático de historia en la Universidad Autónoma de Barcelona, Espino,


nacido en Córdoba en 1966, se ha adentrado en esos episodios, muchos repletos de “crueldad,
terror y violencia extrema”.

Entre sus libros destacan Guerra y cultura en la época moderna (Madrid, 2001); La invasión
de América: una revisión crítica (Barcelona, 2013), del cual este año acaba de publicar Arpa
Editores una versión ampliada, y Plata y sangre: la conquista del imperio inca y las guerras
civiles del Perú (2019).

En entrevista con La Jornada, Espino situó en el franquismo y su dominación ideológica que


la sociedad española y sus autoridades vean con más claridad ese periodo histórico.

–¿Por qué se inclinó por estudiar lo ocurrido durante la invasión de América?

–En primer lugar, durante muchos años me he dedicado a estudiar la cuestión de la violencia,
de la guerra y de las relaciones internacionales en Europa, en concreto en los siglos XVI y
XVII. Como parte de mi docencia trataba la América colonial, pues al final me he decantado
también por el análisis cuidadoso de lo acontecido en la llamada Conquista de las Indias, que
prefiero denominar como invasión. Todo el proceso de sometimiento de las islas Canarias
(1402-1496), la fase final de la guerra de Granada (1482-1492) y la invasión de América en
sus fases más iniciales y cruentas (1492-1555) puede decirse que conforman parte de la
misma realidad: el expansionismo imperialista de la Corona de Castilla. Me he centrado en el
análisis del mismo desde los presupuestos de la Nueva historia militar (New Military
History).

–Ha señalado con claridad la brutalidad de aquellos episodios históricos; cuéntenos un poco
sobre ello…

–Hubo numerosos ejemplos de uso de la crueldad, del terror calculado, de violencia extrema,
que en la época se intentaban disculpar al señalar que se utilizaron por imperativo militar.
Como los grupos de invasores hispanos eran muy reducidos en número en el comienzo de las
operaciones o campañas, debían utilizarse dichos métodos para poder imponerse frente a
grupos humanos mucho más numerosos. Por otro lado, históricamente hablando, el uso del
terror, de la violencia extrema, para frenar el ímpetu del que ya ha sido conquistado, para
evitar que se rebele, es harto conocido. En la guerra de México abundaron las masacres, a
veces de poblaciones enteras; hubo matanzas, ejecuciones y represalias mediante el uso de
tortura, quema de ciudades, destrucción de templos; se esclavizaba a buena parte de los
derrotados como botín de guerra, se reclamaban mujeres con fines sexuales… Lo mismo
ocurrió en las Antillas, en Nueva Granada (Colombia), en Perú, en Chile…

–¿Puede ubicar en el tiempo y el espacio los hechos más violentos de aquella etapa?
–Desde luego. En el caso de las Antillas, el sometimiento del interior de Santo Domingo
(República Dominicana/Haití) entre 1502-1504. Las campañas/correrías de Vasco Núñez de
Balboa en la actual Panamá entre 1510 y 1511. En el caso de la caída del imperio mexica, la
matanza de Cholula, en octubre de 1519; la matanza del palacio/templo de Axayácatl, en
mayo de 1520; las campañas desplegadas por Cortés entre julio de 1520 y abril de 1521,
preparatorias del asedio de la capital mexica. En el caso del Perú, la entrada hispana en
Cajamarca en noviembre de 1532; el levantamiento del sitio de Cuzco por Manco Inca, en
1536-1537, y las subsiguientes luchas contra éste hasta 1544. La campaña de Sebastián de
Benalcázar en el actual Ecuador en 1534. La conquista de Guatemala por Pedro de Alvarado
en la década de 1530. La conquista de Yucatán en las décadas de 1520 a 1540. Todo el
proceso de conquista de Chile, entre 1535 y 1598 es una guerra “a sangre y fuego”; etcétera,
etcétera, etcétera…

–¿Cree que la imposición del culto es una de ellas, incluida la destrucción de sus lugares de
adoración a los dioses para construir encima de ellos iglesias católicas?

–En el caso de Hernán Cortés está muy claro que entendió desde el primer momento que una
de las formas de romper o destruir la moral de sus enemigos consistiría en perseguir a los
sacerdotes, quemar templos, terminar con las prácticas religiosas y los sacrificios humanos-
canibalismo ritual de los mexicas (no así con las prácticas religiosas de sus aliados
aborígenes, no al menos mientras durara la guerra), al tiempo que se procuraba instaurar una
nueva religión erigiendo sus principales lugares de culto justo donde se habían encontrado los
de sus enemigos aborígenes. Una práctica, de hecho, muy antigua.

–¿Ya se conocen la mayoría de los hechos ocurridos o todavía hay mucho trabajo por delante
para los historiadores y académicos?

–Hay mucho por hacer, si bien las grandes líneas de conocimiento están trazadas. La
asignatura pendiente, al menos así lo entiendo para el caso de la sociedad española, es la
divulgación histórica de calidad desde un presupuesto historiográfico solvente. Es decir, no
dejar la escritura histórica en manos de aquellos que, desde una ideología presentista
neoliberal, neofranquista, racista y clasista pretenden, nada menos que en el siglo XXI,
hacernos creer en las bondades de la llamada conquista española de América.

ADN nacionalista
–¿Por qué en España sigue habiendo tanta resistencia a mirar con menos carga ideológica, o
patriótica, esa etapa de la historia? ¿Cree que la exaltación que se hizo de ello durante el
franquismo tiene vuelta atrás?

–Por varias circunstancias. En primer lugar, somos, nos guste o no, herederos de la terrible
época de la dictadura franquista. Fueron 40 años de obligatorio pensamiento único, valga la
redundancia, que consiguieron inculcar, por no decir inocular, en el imaginario histórico de la
sociedad española las (supuestas) bondades de la llamada Conquista y colonización del
continente americano. Aún hoy, los líderes de partidos conservadores españoles, por no hablar
ya de la extrema derecha, hablan de la hispanidad como el mayor hecho de la historia tras la
romanización. De alguna manera, al mayor imperio de la antigüedad, el imperio de Roma, le
siguió el imperio hispánico, del que ellos parecen ser los únicos herederos legítimos. Por
tanto, es imposible que tales gestas, que están en la médula espinal del nacionalismo español,
que forman parte del ADN de la nación española, puedan ser mancilladas con cualquier
crítica, por muy bien fundamentada que esté. El problema es que, incluso personas que no
militan o se posicionan a la derecha del arco político español, también se pueden llegar a
sentir agredidas cuando se cuestiona la faceta americana de la historia de España.

“De modo que, contestando a la pregunta de si la exaltación españolista de la Conquista tiene


visos de encarar una nueva visión, más crítica, superadora del franquismo, yo diría que no
demasiado a corto plazo. Por tanto, debemos seguir por la vía de la divulgación histórica de
calidad, desde presupuestos propios del ensayo histórico de rigurosidad académica, para
conseguir que la sociedad española conozca, entienda y acepte las muchas sombras generadas
hace 50 años al apropiarse la monarquía hispánica de casi todo un continente.”

–¿Entiende la petición de que haya un perdón público a los pueblos originarios?

–Me gusta referirme más que a perdón, término de raigambre cristiana, a la necesidad de que
se pronuncien unas sinceras disculpas a escala del jefe del Estado español a todos los
descendientes de los pueblos originarios que, por suerte, siguen formando parte de nuestras
sociedades. De esa forma conseguiremos reparar de alguna forma, aunque sea simbólica, los
males causados hace 500 años. Pero exclusivamente a los descendientes de los pueblos
originarios, no a las sociedades latinoamericanas en su conjunto.

–¿Por qué cree que una parte de la opinión pública y las instituciones españolas entienden esa
petición como un gesto de humillación?

–Creo que porque, precisamente, sus conocimientos históricos, si es que los tienen –cosa que
dudo a la vista de muchas manifestaciones–, los conducen a pensar que atacar el (glorioso)
pasado español, la historia de España, es un gesto fuera de lugar, un insulto, una aberración,
justo por lo que he comentado antes: como el imperialismo hispano fue positivo, sólo aportó
elementos positivos y, al parecer, ninguno negativo, pues está fuera de lugar que desde
Latinoamérica se nos planteen requerimientos al respecto. Sí, se podría decir que se entienden
estas peticiones como humillantes, en unos momentos en los que la sensibilidad nacionalista
española está a flor de piel. Es muy propio de un nacionalismo, el español, un tanto
acomplejado, humillarse ante cualquier crítica. Más, si cabe, si viene de países “más pobres”
que nosotros.

Los grandes perdedores


–¿Sigue existiendo desprecio hacia esos países, esas culturas, con sus rasgos diferentes? ¿Hay
un tufo a racismo en todo ello?

–En todo caso, el desprecio se centraría en las clases menos privilegiadas de los países
latinoamericanos, más específicamente, en los indígenas. Es un desprecio que proviene, por lo
general, de los sectores sociales hispanos que podríamos considerar nacionalistas de derecha o
de extrema derecha. Pero no se puede generalizar, porque el desconocimiento histórico es tan
enorme, el franquismo a esta escala hizo tan bien su trabajo, que incluso en sectores más
moderados, o de “izquierdas” (tipo Partido Socialista), puede haber personas que tampoco
acepten críticas a lo ocurrido hace cinco siglos. Lamentablemente, los indígenas siguen siendo
los grandes perdedores de esta historia.

–Hablando de racismo, probablemente entre los países más racistas del mundo estén muchos
de América Latina, entre ellos México. ¿Ha encontrado alguna clave en la historia que
permita entender ese racismo, sobre todo contra los pueblos originarios?
–Quizás una clave esté en que su explotación durante tres siglos de dominio colonial fue tan
terrible que no había mejor forma de soportar tal abuso que negarles, incluso, su dignidad
humana. Por supuesto, durante los dos siglos siguientes, una vez independizadas, las
sociedades latinoamericanas seguirían manteniendo ese racismo y clasismo aprendido de su
pasado colonial, negando al indígena su condición de ciudadano. De alguna manera, hay
sectores que lo consideran una molestia, un estorbo, una anomalía histórica, que no tienen
sentido sus reivindicaciones, pues están fuera de lugar. Pero espero que libros como el mío
sirvan para que se reflexione al respecto y se pueda reparar de alguna forma la tremenda
injusticia que se cometió contra ellos hace ahora cinco siglos y que se ha venido manteniendo
hasta el siglo XXI.

"Es absurdo hablar de genocidio en el contexto de la conquista de


América": Fernando Cervantes, historiador mexicano

 Irene Hernández Velasco

 Los conquistadores españoles fueron unos monstruos ávidos de sangre y riqueza


que cometieron un terrible genocidio en América Latina y la saquearon sin
piedad.
 Esa es la visión más extendida de la conquista de América, la más aceptada.
 Pero en su nuevo libro, "Conquistadores: una historia diferente" -publicado en español
por la editorial Turner Noema-, el historiador mexicano Fernando Cervantes, se atreve
a contestarla.
 A lo largo de 534 páginas (casi un centenar de las cuales corresponden a notas y
bibliografía) y basándose en fuentes primarias como diarios, cartas, crónicas,
biografías, encomios y tratados elaborados tanto por los conquistadores y sus
defensores como por sus críticos y en muchos casos poco conocidos, Cervantes hace
una relectura de la conquista de América que va claramente a contracorriente.

"Nuestra percepción de los conquistadores ha acabado enredada en un mito extrañamente pertinaz,


que ve en la historia de España poco más que la crónica de una crueldad al servicio de la reacción
política y el fanatismo religioso", señala en la introducción del libro.

BBC Mundo conversó con Cervantes, profesor de estudios de la Edad Moderna en la


Universidad británica de Bristol y especializado en la historia intelectual y religiosa de la
España y la América española de la Edad Moderna, en el marco del HAY Festival de
Arequipa, donde estará discutiendo su postura.

Es indudable que hubo masacres terribles en la conquista de América…

Por supuesto, las hubo.

¿Y las calificaría de genocidio?


El genocidio se produce cuando una raza mata a otra raza. Y en las masacres que se dieron en
la conquista de México y en la conquista de Perú también participaron abrumadoramente
indígenas.

Pero no una nación indígena con una conciencia indígena, sino un mosaico de pueblos
indígenas que hablaban diferentes idiomas y tenían diferentes culturas.

Cortés se dio perfecta cuenta de eso, de que existía un sentimiento de opresión por parte de
algunos pueblos indígenas respecto a otros, y en seguida se ganó a los tlaxcaltecas.

Cuando en su camino a Tenochtitlan los españoles llegaron a Cholula surgió el rumor de que
estaban a punto de atacar a los españoles.

Cortés dio la orden de atacar, pero los que lo hicieron de forma despiadada fueron los
tlaxcaltecas, que querían vengarse de los cholultecas, un pueblo del que eran súper enemigos.

Ocurrió lo mismo en Texcoco y en todo el proceso de la conquista de Guatemala, que fue una
conquista indígena.

¿La conquista de Guatemala fue una conquista indígena?

Claro. Todo el mundo cree que Pedro de Alvarado conquistó Guatemala. Él empezó, sí, pero
regresó a México y España y dejó allí un desastre, porque todos los grupos indígenas andaban
a golpes los unos contra los otros.

La conquista de Guatemala fue una conquista casi cien por ciento indígena, con líderes
indígenas.

Hablar de genocidio en ese contexto no tiene sentido, porque es un término moderno basado
en cómo entendemos hoy biológicamente la raza. Pero en esa época no existía ese concepto.

Conviene recordar la carta que cuando estaba en Jamaica Cristóbal Colón le escribió a
Fernando de Aragón, cuando la reina Isabel ya estaba muy enferma.

En esa carta le pedía a Fernando que por favor mandara más reses, maíz, aceite de oliva y
vino, porque decía que si seguían comiendo casabe y roedores se iban a poner de color café y
se les iba a caer la barba.

Pensaban que la raza era algo que se adquiría, que si vivías como los indígenas te volvías
indígena. No era en absoluto el concepto de raza que tenemos ahora.

Las enfermedades, las epidemias que llevaron los españoles al Nuevo Mundo, ¿causaron
tanto daño como las masacres?

Muchísimo más. Esa fue la principal causa de la despoblación de América.

A los españoles de hecho les preocupaba, porque no es que quisieran acabar con los indios:
los necesitaban como mano de obra, como vasallos, etcétera. No les convenía en lo más
mínimo acabar con ellos.

Sin duda, muchos también murieron en las masacres de las guerras, porque en las guerras
siempre hay atrocidades, que vienen de los dos lados.
Pero hay que pensar en los números: los españoles estaban en completa minoría.

Claro que tenían caballos, cañones, espadas, etcétera, pero los indígenas aprendieron a montar
a caballo y a usar las espadas con una rapidez impresionante.

En la conquista de México los indígenas ya estaban muy bien armados. Fue terrible lo que
sucedió en la conquista de Tenochtitlan, pero insisto en que fue una conquista protagonizada
en su gran mayoría por indígenas.

Por tanto, no se puede hablar de genocidio; es absurdo hablar de genocidio.

Cuando Colón regresó a España de su primer viaje, llevó consigo a algunos indígenas a
los que había hecho esclavos, pero según cuenta en su libro los Reyes Católicos
ordenaron que fueran devueltos a su lugar de origen con la estricta orden de no permitir
que nadie los revendiera. ¿No querían esclavos en el Nuevo Mundo?

No, querían súbditos.

Pero más que una cuestión humanitaria era una cuestión jurídica, porque estaba
completamente aceptado que si el dominio de esas tierras se había atribuido al patronato real,
los indígenas eran por definición vasallos y no podían ser esclavizados. Hacerlo era
jurídicamente un crimen.

Pero eso no quiere decir que no existiera la esclavitud en el mundo hispano.

Por supuesto que existía, solo que los esclavos tenían que venir de regiones que no estaban
bajo el dominio de la corona. Y también había estipulaciones muy, muy claras respecto a los
esclavos.

Otro punto controvertido en la conquista de América es la cristianización. ¿Se obligó a


los nativos a bautizarse, a hacerse cristianos, condenando a muerte a muchos de los que
se negaban?

Todo el mundo dice que el cristianismo se impuso por la fuerza en América, y por supuesto
que hay ejemplos de actitudes recalcitrantes en contra de la idolatría, etc, pero de las fuentes
primarias surge muy poca intolerancia.

Fue un proceso muchísimo más interesante y mucho más gradual, más de acomodación y de
respeto a la heterogeneidad, a la diversidad, donde por lo general se respetaba todo lo que
existía si no iba completamente en contra de los postulados del Evangelio.

Por eso los sacrificios humanos, el canibalismo y la poligamia fueron tan difíciles de tratar.

Los frailes eran muy prudentes en cómo iban imponiendo las cosas; se sentían herederos del
legado de la antigüedad tardía y citaban muchísimo la carta que le escribió el Papa Gregorio
Magno a San Agustín de Canterbury, donde le dice que no cometa el error de tirar templos, de
destruir lo que hay ahí.

Pero además, ¿cómo iban a imponer el cristianismo por la fuerza? ¿con qué recursos si
poblaciones como las de México tenían 20 millones de habitantes, y los españoles eran 1.000
escasos y 12 frailes?
Obviamente no podían.

Lo que sí que no es leyenda negra es el saqueo económico del nuevo mundo para
financiar a la corona española, sobre todo en las guerras que libraba, ¿no?

Sí, aunque hay aclarar también que para los indígenas de América el oro y la plata no eran
moneda, no significaban un poder económico. Eran estrictamente metales decorativos que
sabían trabajar.

Pero no era algo que les llamara la atención desde el punto de vista económico, porque el
suyo era un sistema completamente diferente, basado mucho más en el intercambio en especie
que en moneda.

Pero sí, hubo un saqueo terrible, sobre todo en Perú, donde Pizarro fundió todos los tesoros
para mandar lingotes de oro a la corte española.

Eso fue algo que causó mucha indignación, también entre las autoridades de España.

Ahora bien, muchísimos historiadores, sobre todo de la escuela marxista de los años 60 y 70,
pensaron que el sistema de extracción de oro era el fundamento del imperio, pero realmente
nunca lo fue.

Hasta bien entrado el siglo XVIII la mayoría de la riqueza se quedó en América, y en América
había elites muy prósperas.

Mi libro lo termino con un testimonio de Alejandro von Humboldt, el polifacético alemán que
viajó a la Nueva España a principios del siglo XIX, y que describe a la Ciudad de México
como la ciudad de los palacios.

No tenía duda de que el centro de la civilización occidental estaba ahí, no en Estados Unidos.
Había ido a Boston, a Filadelfia, a Nueva York, pero México era en esa época 20 veces más
grande y muchísimo más importante, con una prosperidad realmente notable.

¿Por qué nos hemos olvidado de eso? Solemos pensar que los españoles llegaron, saquearon y
son los responsables de todos los males de la América Latina moderna, incluida la
marginación de los indígenas, que todavía se ve a todas luces.

¿Y no lo son?

La realidad es que la legislación española y todas las leyes de Indias garantizaban autonomía a
las comunidades indígenas.

Fue en el siglo XIX cuando acabaron con todo eso, porque la legislación liberal se basaba en
los derechos del hombre en abstracto, sin tener en cuenta las circunstancias y la
heterogeneidad que existía antes.

Los conquistadores, en su época, eran vistos con gran admiración, no sólo en España,
sino en toda Europa y sobre todo por parte de los ingleses, ¿verdad?

Sí. En el siglo XVI España era admirada porque fue pionera en algo que todo el mundo quería
hacer.
Los ingleses querían imitar a Cortés y a Pizarro, y los hubieran imitado si se hubieran
encontrado en América del Norte civilizaciones del calibre de los aztecas y los incas.

Lo que pasa es que como esa zona estaba muy despoblada, iniciaron un proceso de
colonización que aparenta ser mucho más pacífico.

Pero en realidad, si se visita Estados Unidos y Canadá y luego se visita México y Perú uno se
da cuenta de que los llamados 'genocidios' se dieron en otra parte.

A los conquistadores se les considera hoy seres absolutamente despreciables y


espantosos. ¿La conquista de América no fue como la describe la "leyenda negra"?

No. La conquista de América no fue como la describen los defensores de la leyenda negra,
quienes además para sus críticas se basaron fundamentalmente en los escritos de españoles.

Bartolomé de las Casas fue el más influyente, pero había muchos otros que estaban tratando
de escandalizar a la corte de Carlos V para implementar reformas, porque se habían dado
muchos abusos y había muchas cosas muy escandalosas en el Nuevo Mundo.

Francisco de Vitoria hizo un crítica mucho más fuerte y radical que Las Casas, pero desde una
perspectiva bastante más calmada, jurista y teológica.

Dentro de España también hubo críticas por lo que había pasado, y qué bueno que fuese así.
Eso muestra que España no era un asidero del oscurantismo, al contrario.

Hay que poner lo sucedido y a los conquistadores en su contexto y tratar de entenderlos en ese
contexto, no desde una perspectiva posterior que confunde y distorsiona.

Fray Bartolomé de las Casas probablemente fue quien con más fuerza denunció las
atrocidades de los conquistadores en América Latina. Usted sin embargo sostiene que
muchas de sus afirmaciones son exageradas….

Claro. Sus diatribas -porque así se llamaban- la "Brevísima relación de la destrucción de las
Indias" o "Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión", así como
muchas de sus cartas, tienen exageraciones palpables.

Cuando dice por ejemplo que de los dos millones de habitantes que tenía el Caribe a la llegada
de Colón apenas quedaban 15.000, está claro que es una exageración desmedida.

Nadie sabe cuántos habitantes tenía el Caribe cuando desembarcó Colón, pero todos los
estudios modernos y los cálculos más aceptados en la actualidad sostienen que, si nos vamos
muy arriba, no había más de 300.000 personas, y para cuando Las Casas hacía sus denuncias
no había menos de 80.000.

Por supuesto que fue una tragedia, eso nadie lo niega. Pero las cifras de Las Casas son muy
exageradas, y con toda la intención.

¿Con qué intención?

El estilo de la época era exagerado. Los cruzados hacían exactamente lo mismo en sus relatos,
hablaban por ejemplo de ríos de sangre en Jerusalén que les llegaban hasta las caderas de
tanta gente que habían matado.
Imagínese un río de sangre, eso no puede suceder. Era un mecanismo retórico para entretener
al lector. Y los lectores de entonces tenían una sensibilidad muchísimo menos pulcra que la
que tenemos ahora; no se ofendían tan fácilmente como hoy en día.

¿Considera una caricatura la imagen actual que se tiene de los conquistadores?

Completamente, pero es muy difícil hablar de este tema. La gente que no ha leído mi libro
cree que estoy loco. "¿Cómo es posible que escribas un libro que no condene completamente
a esos bárbaros?", me dicen. Pero no eran unos bárbaros. Yo he tratado de hacer la labor del
historiador.

Si la Historia ofende, hay que saber por qué ofende, no simplemente tirar estatuas.

Yo creo que el libro ha salido en un momento realmente interesante. Yo no me lo esperaba,


porque lo empecé a escribir hace unos cinco años pero tardé mucho por varias razones: estaba
cuidando a mi padre, dando clases en la universidad… Escribirlo fue una labor con muchas
interrupciones.

Yo no me imaginaba que iba a coincidir el movimiento Black Live Matters y la crisis


desatada tras el asesinato de George Floyd. La versión inglesa del libro salió hace año y
medio e iba a salir simultáneamente con la estadounidense, que finalmente se lanzó hace un
mes.

No salió antes porque prefirieron la prudencia ante dicha situación. Me dijeron que no se
podía, que era imposible publicar un libro sobre ese tema en este preciso momento.

¿Debería España pedir perdón por la conquista de América, como pide el presidente
mexicano López Obrador?

¿Cómo es posible pedir eso si en la época no había Estados nación?

España no era nación, el reino de Castilla y el reino de Aragón acababan de unificarse. Carlos
V es el primer monarca realmente español, porque heredó las dos coronas. Pero él no
concebía su poderío como un poderío nacionalista.

Carlos V era el emperador del Sacro Imperio, y España era una región de ese Sacro Imperio,
no era un Estado-nación moderno.

Pensar que España como nación se impuso a México o a Perú como naciones autónomas
independientes no tiene el menor sentido.

¿Y desde el punto de vista ético o moral considera que los españoles, como impulsores de
esa conquista, deberían disculparse?

Hay una polarización muy extrema entre los que se llenan de vergüenza por lo que hicieron
los españoles y los que dicen que la conquista fue una empresa civilizadora como nunca se
había visto, y que los españoles no cometieron ningún crimen.

Hay que recalcar que los conquistadores eran seres humanos, tan humanos y tan falibles como
nosotros, con sus luces y sombras, como todos nosotros. Por supuesto que hubo muchísimas
atrocidades, muchas cosas que sí deben causar vergüenza y que de hecho la causaron en su
época.
Como ya he dicho, la crítica más fuerte a la conquista española que ha habido en la historia
fue la de Francisco de Vitoria, más fuerte que la de Bartolomé de las Casas, y que hizo
mientras estaba sucediendo la conquista.

De modo que el perdón ya se pidió hace mucho, muchísimo tiempo.

 Cómo era realmente América antes de la llegada de Cristóbal Colón

¿Qué tiene que ver la España moderna con eso? Yo creo que lo que se tiene que hacer es
entablar una conversación para llegar a un entendimiento de las raíces comunes que tenemos
y de la cultura que ha surgido de ese encuentro, que es muy rica comparada con la expansión
de la cultura anglosajona, más basada en el comercio y en lo material.

La cultura hispana tiene raíces muy fuertes en la cultura, en la religión, en el arte. Sólo hay
que dar una vuelta por toda Hispanoamérica para comprobarlo.

Usted es mexicano. ¿Cómo ha sido recibido el libro en México?

Por lo pronto muy bien, ha tenido buenas reseñas. Claro, que los que han escrito son amigos.

Este artículo es parte del Hay Festival Arequipa digital, un encuentro de escritores y
pensadores que se realiza del 1 al 7 de noviembre de 2021.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-59037914

También podría gustarte