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INFORMAR O MANIPULAR

Por Mario Maraboto

Una táctica de la publicidad y la propaganda consiste en generar una necesidad con un


efecto emocional en las audiencias, para luego ofrecer el satisfactor. Esa táctica es una de
las diez estrategias de manipulación definidas por Noam Chomsky y la emplean lo mismo
agencias de publicidad y relaciones públicas que muchos políticos en el mundo.

Manipular es “hacer cambios o alteraciones en una cosa interesadamente para conseguir


un fin determinado” (RAE), y manipular la información implica presentar datos inconexos
materialmente, pero coordinados artificialmente, para dar a conocer tendenciosamente la
parte de la verdad que más conviene.

Hace algunos años un fabricante americano de jarras filtradoras de agua, planeó entrar a
México en un momento en que aún no proliferaban las marcas de agua embotellada. Al
efecto, previo al lanzamiento, la agencia de relaciones públicas lanzó una campaña de
sensibilización sobre las enfermedades gastrointestinales, a través de entrevistas con un
maestro en salud pública. El mensaje central era disponer de buenos sistemas de
purificación de agua para reducir estas enfermedades. La necesidad estaba dada y el
campo abierto para el lanzamiento del producto.

En el caso anterior, la información ofrecida sobre las enfermedades era verídica,


incuestionable y comprobable y era de utilidad para las audiencias; caso distinto a cuando
la información se manipula en favor de determinados intereses económicos o políticos.
Cuando en México estaba por terminar la era de la televisión analógica para dar paso a la
digital, una televisora realizó una serie de reportajes presentando a personas de escasos
recursos que lamentaban que ya no podrían ver la televisión ante la imposibilidad de
comprar una TV digital. No obstante, en ninguno de los reportajes se presentó el punto de
vista de actores involucrados que explicaran el cambio de analógico a digital. Se manipuló
la información.

En la actualidad en nuestro país el fenómeno de la manipulación de la información se da,


de manera oficial, todos los días. Por ejemplo, cuando se habla de que ya tenemos un
crecimiento económico, no se explica que en realidad el país creció al nivel que tenía en
2018, o cuando se cuestionó el no apoyo al equipo femenil de nado artístico, se informó
que algunas nadadoras pertenecen a la Sedena y reciben su sueldo y viáticos, pero el tema
no era “algunas”, sino todo el equipo y el apoyo implica algo más que el sueldo mensual.
De igual forma, cuando se habla de corrupción, la información se deriva hacia lo que
sucedía en el pasado y no a los acontecimientos actuales, o al mencionar la “disminución”
de la inseguridad se presentan sólo las cifras más convenientes ocultando las que revelan
la realidad.

Muchos políticos y agencias de publicidad y relaciones públicas han tenido éxito en sus
objetivos de comunicación gracias a las estrategias de manipulación de la información
enfocadas a impactar la sensibilidad de las audiencias. En sus reflexiones al respecto, el
lingüista Noam Chomsky expresa que “Hacer uso del aspecto emocional es una técnica
clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico
de los individuos.”

Pero la manipulación también se logra desviando continuamente la atención de las


audiencias de los temas importantes hacia temas irrelevantes; utilizando un discurso,
argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, como si el espectador
fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental; o manteniendo a las audiencias
en la ignorancia y la mediocridad.

Lo importante al utilizar la información es que sea útil a las audiencias, que sea veraz y
comprobable y que no engañe; que se maneje éticamente de forma creativa e innovadora
y con la apertura para recibir críticas en afán de mejorar. Sensibilizar a las audiencias
implica el empleo de recursos éticos y lícitos.

Esto involucra reconocer que las audiencias tienen derecho a ser informados con
veracidad sobre problemas reales, sin distractores mediáticamente atractivos pero
irrelevantes. No es lo mismo manipular información para comunicar que una empresa
comete fraude con el mantenimiento de extinguidores, que, con datos duros verificables,
en toda la industria el 90 por ciento de ellos no funcionan en el país.

También significa respetar la dignidad de las audiencias no menospreciando su sentido


crítico y evitando palabras o actitudes falsamente conciliatorias bajo la premisa de que
“son muy ingenuos”; asimismo, quiere decir sacar a las audiencias de la ignorancia
permitiéndoles conocer y analizar la realidad por sí mismos, dándoles a conocer la
estructura de los hechos y no disfrazarlos con datos anecdóticos.

Cabe recordar lo que dijo el periodista francés independiente Moe Seagers, ganador de un
Premio de Derechos Humanos por la Universidad de Pittsburg: “Empresas de relaciones
públicas y otros instrumentos de propaganda que pintan una realidad distorsionada, no
son una novedad. Mientras, se hace más urgente una efectiva comunicación; es muy fina
la línea que separa a la verdad de lo que es una manifiesta manipulación.”

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